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LA ECONOMÍA ESTADOUNIDENSE:
CASO DE ESTUDIO
Original de la profesora Gayle Allard, del IE Business School.
Versión original 27 de abril de 2007. Última revisión, 11 de febrero de 2016. (R.L.)
Editado por IE Business Publishing, María de Molina 13, 28006 – Madrid, España.
©2007 IE. Prohibida la reproducción total o parcial sin el permiso escrito del IE.
Confieso que en Norteamérica he visto algo más que Norteamérica; busqué en ella
una imagen de la democracia misma, de sus tendencias, de su carácter, de sus
prejuicios y de sus pasiones; he querido conocerla, aunque no fuera más que para
saber al menos lo que debíamos esperar o temer de ella.
A principios del siglo XXI, Estados Unidos era el líder económico indiscutible del planeta. Posee,
con diferencia, la mayor economía del mundo, representando alrededor de un cuarto o más de la
producción mundial. Cuenta con las industrias más punteras de alta tecnología, y está en la
cabeza de la innovación, la investigación y el desarrollo a nivel mundial. Además dispone de una
de las tasas de desempleo más bajas, a pesar de la elevada inmigración y la intensa competencia
procedente de economías cuya industria nacional se basa en salarios más bajos; y su renta per
cápita es la más elevada del mundo (50,024 dólares en 2014). Año tras año, se coloca en los
primeros puestos de casi todos los rankings de competitividad. También es considerado como un
refugio seguro por personas de todo el mundo. Para muchos observadores, la economía
norteamericana no es sólo el baluarte del capitalismo moderno, sino su ejemplo de mayor éxito.
Sin embargo, al mismo tiempo, Estados Unidos es acusado por sus detractores de ser un país en
donde los ciudadanos no se encuentran suficientemente protegidos contra los riesgos de la
pobreza, la pérdida del trabajo, los problemas de salud u otras eventualidades. Ha sido criticado
por su historial medioambiental y por las elevadas y crecientes desigualdades entre la renta de sus
ciudadanos. Se dice que su modelo de consumo excesivo es insostenible y peligroso para el
sistema financiero global, para el planeta, e incluso para la supervivencia humana. Destaca entre
sus puntos débiles los niveles de desigualdad, que son los más altos entre los países
desarrollados, y van en aumento. Debido a ello, muchos países no consideran a Estados Unidos
como una referencia a imitar, sino como un ejemplo de lo que sus economías deberían evitar.
¿Quién tiene razón? ¿Deberíamos imitar o evitar el modelo estadounidense? ¿Abre una vía a
seguir por el resto del mundo o, por el contrario, su particular demografía, geografía e historia lo
convierte en un experimento que no se puede repetir? ¿Acabó la Gran Recesión con su
1
El historiador francés De Tocqueville visitó Estados Unidos en la década de 1830, cuando su familia sufría una
persecución política en Francia, y escribió "Democracy in America" a partir de sus observaciones en ese país.
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preeminencia y puso en marcha un proceso de declive? Puede que ambas respuestas sean
correctas. Un cuidadoso estudio de los principales aspectos de la economía de EE.UU. puede
ayudarnos a responder a estas preguntas y a poner de relieve muchos de los temas de la teoría
económica que nos ayudarán a evaluar la prosperidad, la competitividad y el éxito.
La economía estadounidense ha sido durante un siglo la mayor del mundo. Tras la Segunda
Guerra Mundial, representaba casi la mitad del PIB mundial, aunque su cuota se ha reducido
gradualmente a medida que las economías devastadas por la guerra fueron prosperando y los
países en vías de desarrollo han crecido. En 2014, Estados Unidos representaba casi el 4,31% de
la población mundial (318,86 millones) y alrededor del 30% de su PIB (17,42 billones de dólares)2.
Estas cifras por sí solas no indican si los habitantes de Estados Unidos son los más prósperos del
mundo, o si disfrutan del mejor nivel de vida. La respuesta hay que buscarla en el PIB per cápita
(PIB/población)3 ajustado según los diferentes niveles de paridad del poder adquisitivo (PPA) de
otros países. Desde este punto de vista, en 2015 los estadounidenses figuraban entre los más
prósperos del mundo en términos de poder adquisitivo.
Pero la renta no es el único factor que hace que los ciudadanos se sientan mejor. Otras
consideraciones, tales como los niveles de criminalidad, la salud, la calidad medioambiental, la
innovación y la cultura, ayudan a elevar o reducir el nivel de vida de una nación. Si éstos se
pudieran combinar con el PIB per cápita en un único indicador, podríamos hacernos una mejor
idea del lugar que ocupan las diferentes naciones en el ranking según su mayor o menor
prosperidad. Las Naciones Unidas han elaborado ese indicador, que muestra que aunque Estados
Unidos es una de las naciones más prósperas del mundo, se sitúa un poco más abajo (8º puesto
en 2015) en desarrollo humano. Otros indicadores ofrecen panoramas diferentes4.
Quizá la crítica más frecuente que se dirige a Estados Unidos sea que se trata del país
desarrollado en donde la renta se distribuye menos equitativamente, según el índice Gini. Esto no
significa que muchos ciudadanos estadounidenses sean pobres en términos absolutos5, sino que
existen grandes diferencias entre el 10% de población más rica —entre la que se encuentran los
individuos con las mayores rentas del mundo— y el 10% más pobre, que incluye a millones de
inmigrantes recién llegados, legales e ilegales, procedentes de países en vías de desarrollo. La
Gran Recesión puso de relieve la rabia por esta desigualdad, con el movimiento Occupy Wall
Street, y la campaña electoral de 2016 refleja las frustraciones de muchos americanos que sienten
que la recuperación les ha dejado atrás. En 2014, el 1,.8% de la población estadounidense estaba
por debajo del umbral nacional de la pobreza. Es el porcentaje más alto desde 1994.
Al comparar la estadística del PIB para evaluar el bienestar, surge un problema mucho más grave.
No hay ninguna prueba sólida de que un PIB per cápita mayor suponga una mayor felicidad de los
individuos. De hecho, en el caso de EE.UU. existen evidencias de que, aunque sus ciudadanos
parecen ser felices y expresan un sentido de libertad superior al de muchos países, su felicidad se
ha estancado a pesar de ser cada vez más ricos. En este sentido, la experiencia estadounidense
desvela un problema que puede generalizarse en todas las naciones a medida que alcancen
2
Renta neta nacional, según cálculos del Banco Mundial.
3
La posición de EE.UU. en el ranking cambia a menudo en función del valor del dólar estadounidense. Hay que tener en
cuenta que cuando se comparan internacionalmente el PIB y el PIB per cápita, primero hay que convertirlos a una
moneda común, que suele ser el dólar estadounidense. De ahí que las alteraciones en el tipo de cambio afecten al
ranking internacional.
4
Ejercicio de simulación del IDH.
5
Los indicadores de pobreza señalan generalmente el porcentaje de población que tiene una renta inferior al 50% de la
renta media nacional, de modo que en las naciones más ricas, la "pobreza" puede indicar un nivel de vida bastante
elevado en comparación con otros países.
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niveles de vida similares en el futuro: una mayor producción no siempre se traduce en más
felicidad o una mejor calidad de vida6. (Véanse las figuras 1-3 a continuación).
FIGURA 1
LA MESETA DE LA FELICIDAD
Como parte del proyecto World Values Survey, se pregunta a los habitantes de diferentes países y
territorios por su grado de felicidad o satisfacción. A continuación aparece una muestra de los
rankings de felicidad junto con el estatus económico.
6
Se ha escrito mucho sobre este tema y muchas instituciones están probando en la actualidad índices de calidad de
vida más amplios, entre ellas algunos gobiernos (Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, por ejemplo). En Estados
Unidos, una institución llamada Redefining Progress calcula el bienestar en sentido amplio en la economía
norteamericana a lo largo de varias décadas. Un ensayo clásico sobre la felicidad y el PIB es el del economista
británico Richard Layard.
3
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FIGURA 2
FIGURA 3
¿CUÁNTA LIBERTAD CREE TENER A LA HORA DE ELEGIR E INFLUIR EN EL CURSO DE
LOS ACONTECIMIENTOS DE SU VIDA? (10=MUCHA, 0=NINGUNA EN ABSOLUTO)
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Los factores que determinan el crecimiento económico y el desarrollo son la tierra, los recursos
naturales, la mano de obra, el capital y la tecnología —y en la economía moderna se añadirían las
instituciones. En el caso de EE.UU., todos los factores se presentaban en abundancia y/o eran los
apropiados para el rápido crecimiento económico. En cuanto a la parte institucional, las colonias
de EE.UU. contaban con la ventaja de la experiencia con las instituciones británicas, que algunos
consideran el factor clave que hizo de Inglaterra la cuna de la Revolución Industrial. Tras declarar
la independencia de Gran Bretaña en 1776, los líderes coloniales fundaron lo que se convertiría en
la democracia liberal más antigua del mundo a partir de una constitución práctica y flexible y la
misma enérgica defensa de los derechos sobre la propiedad que protegían la innovación y la
inversión en Gran Bretaña7. En los años sucesivos, el gobierno animó a los colonos a desplazarse
hacia el oeste, hacia territorios deshabitados, mediante un sistema de pequeñas cesiones de
tierras que dieron lugar a una clase media de granjeros hacendados8. Esto no sólo fomentó el libre
movimiento de la mano de obra y la colonización de las regiones interiores, menos atractivas, sino
que brindó estabilidad a la democracia y a la protección de los mercados libres y los derechos
individuales sobre la propiedad, a los cuales podría haberse opuesto una élite minoritaria de
terratenientes. EE.UU. también disfrutó de la ventaja sobre sus equivalentes europeos de no
poseer una clase feudal de terratenientes o una aristocracia que se interpusieran en el camino del
desarrollo inclusivo.
Aquí es interesante señalar el contraste que algunos historiadores económicos introducen entre
las colonias que fueron denominadas "neo-Europas", como Estados Unidos, y las colonias
"extractivas". En las "neo-Europas", los colonizadores crearon instituciones representativas e
inclusivas que defendían lo que los nuevos colonos deseaban: la libertad política y económica. En
los estados "extractivos", por el contrario, el objetivo era transferir rápidamente los recursos al país
de origen, lo que significaba que las instituciones tendían a ser más autoritarias, se empleaban9 a
menudo los trabajos forzados, y los incentivos para invertir en instituciones o infraestructuras eran
reducidos10. El premio Nobel Douglass North señaló que "los países con mejores instituciones,
derechos sobre la propiedad más seguros y políticas menos distorsionadoras invertirán más en
capital físico y humano y usarán tales factores de un modo más eficaz para lograr un mayor nivel
7
Los derechos sobre la propiedad, no obstante, no se extendieron a los indígenas americanos. Los europeos y los
americanos lucharon contra los indios americanos por sus abundantes y fértiles tierras. Con el tiempo, destinaron la
tierra menos valiosa a reservas en las que aún viven algunos de los descendientes de los indios que no se integraron
en la nueva sociedad. Sin embargo, hay que señalar que la población principalmente nómada de indios de América del
Norte era mucho más reducida que la existente en las más densamente pobladas América Central y del Sur. Algunos
historiadores creen que la población indígena americana de la mitad oriental de Estados Unidos ya estaba sufriendo los
estragos de las enfermedades europeas traídas desde Hispanoamérica cuando los primeros colonos ingleses llegaron
en 1600, y que pudo haber sido diezmada desde unas 300.000 hasta probablemente menos de 100.000 personas en
1776. La tesis de Crosby (The Colombian Exchange: Ecological Imperialism) es que hubo un "holocausto" entre la
población indígena americana que pudo haber tenido lugar tras la llegada de Colón y los comerciantes europeos en el
1500, y que pudo haber reducido la población de Mesoamérica desde los 25 millones hasta alrededor de 1 millón de
personas. Más recientemente, Jared Diamond resume las investigaciones actuales diciendo que "por toda América, las
enfermedades introducidas por los europeos se propagaron de tribu en tribu muy por delante de los propios europeos,
matando aproximadamente al 95% de la población indígena americana precolombina". Jared Diamond: Guns, Germs,
and Steel: The Fates of Human Societies. W.W. Norton & Company, Nueva York, 1999.
8
“Westward expansion and public land policy”, de Jeremy Atack y Peter Passell, en A New Economic View of American
History, 2ª edición. W.W. Norton & Company (Nueva York), 1994.
9
Los trabajos forzados pervivieron en Latinoamérica hasta 1910 en México, hasta 1945 en Guatemala; y la esclavitud en
Brasil hasta 1886. Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson: The Colonial Origins of Comparative
Development: An Empirical Investigation. Documento de trabajo 7771 de la NBER.
(http://www.nber.org/papers/w7771).
10
El artículo anteriormente citado señala que los tipos impositivos efectivos en varias colonias extractivas eran
extremadamente elevados, siendo el más alto el "impuesto" sobre los africanos en el Congo Belga, que se aproximaba
al 60% de su renta en las décadas de 1920 y 1930.
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La mano de obra, presumiblemente el factor clave de la producción para cualquier economía, era
además abundante y barata en Estados Unidos gracias a la afluencia masiva de inmigrantes,
primero de Inglaterra y el norte de Europa, después del sur y del este de Europa y, finalmente, de
otras zonas del mundo, especialmente América Latina y Asia. Estados Unidos recibió más de 33
millones de inmigrantes entre 1820 y 1920, y hacia 1910, el 40% de la población había nacido en
el extranjero o tenía un progenitor12 nacido en el extranjero. (Estos grandes flujos continuaron:
entre 1990 y 2005, casi 14 millones de inmigrantes entraron legalmente13 al país.) Por lo general,
los inmigrantes eran jóvenes, aceptaban los riesgos y estaban ansiosos por trabajar. El nivel
educativo era alto (y así sigue), en comparación con el contexto internacional, y la escolarización
era notable, lo que elevaba la calidad de la mano de obra y mejoraba su reserva de capital
humano (véase la Tabla 1).
Por lo que respecta a la mano de obra, hay que mencionar la institución de la esclavitud,
practicada en el sur. Desde la época colonial, se usaron esclavos africanos en las grandes y
lucrativas plantaciones de algodón y tabaco de los estados sureños de EE.UU. El número total de
esclavos africanos llegados a Estados Unidos antes de que el Congreso prohibiese más
importaciones en 1808 ascendía a 661.000. Esta cifra representa casi el 7% del comercio europeo
de esclavos con las colonias americanas. Debido a la elevada tasa de supervivencia de los
esclavos14 norteamericanos, hacia 1825 Estados Unidos acogía a casi el 36% de todos los
esclavos del hemisferio occidental, y en 1860 los esclavos africanos representaban más de la
mitad de la población en los estados15 esclavistas del sur. Estos estados se especializaron en
cultivos agrícolas para la exportación y se quedaron atrás en el proceso de industrialización del
resto del país. La oposición a la institución de la esclavitud fuera del sur condujo a una
devastadora guerra civil que comenzó en 186016 y abolió la esclavitud en todos los estados17. Sin
embargo, en el sur pervivió un sistema de apartheid virtual, y el intenso racismo allí dominante se
hizo visible al mundo al empezar la migración masiva de afroamericanos a los estados del norte a
finales de la década de 1930. Sus peores manifestaciones se erradicaron tras los movimientos a
favor de los derechos civiles de la década de 1960.
En materia de capital y tecnología, Estados Unidos también se benefició de sus estrechos lazos
con el líder industrial y tecnológico, Gran Bretaña, que invirtió grandes cantidades de dinero en el
nuevo país, y cuyas innovaciones tecnológicas guiaron sus fases iniciales de crecimiento18. La
clase media hacendada y la incipiente clase industrial también invirtieron en las industrias
emergentes, como la textil, el acero y la minería, y en ferrocarriles y canales que comunicaron el
país hacia mediados del siglo XIX e hicieron posible un desarrollo más equilibrado.
11
North y Thomas, 1976.
12
En Estados Unidos, no hubo barreras para la inmigración hasta 1917.
13
Fuente: The Economist, 14 de julio de 2005.
14
La esperanza de vida al nacer para un esclavo estadounidense era de 36 años en 1850, frente a los 40 años para la
población blanca norteamericana. Sin embargo, la esperanza de vida por esa misma época era inferior en muchos
estados europeos: 31 años en Austria (1875), 35 años en Italia (1885), 36 años en Francia (1854-58) y 36 años en los
Países Bajos (1850-59). Véase Robert W. Fogel y Stanley L. Engerman: Time on the Cross: The Economics of
American Negro Slavery, (Boston: Little, Brown, 1974): 125, Figura 36.
15
Véase "Slavery and Southern Development", de Jeremy Atack y Peter Passell, en A New Economic View of American
History. W.W. Norton and Company, 1994. Brasil, por ejemplo, importaba seis veces más esclavos que Estados
Unidos, pero tenía sólo el 31% de la población de esclavos en el hemisferio occidental debido a la elevada tasa de
mortalidad y la baja tasa de fertilidad.
16
600.000 muertes entre una población de 32 millones, frente a 400.000 en la II Guerra Mundial entre una población de
140 millones. Los costes financieros también fueron elevados: por lo que costó la guerra, el gobierno podría haber
comprado a todos los esclavos y haberle dado a sus familias una mula y 40 acres.
17
Los historiadores económicos no se ponen de acuerdo sobre si la esclavitud era una institución obsoleta que habría
desaparecido por sí sola en pocos años, o si resultaba rentable y habría continuado en el sur de no haber tenido lugar
la Guerra Civil. Véase la discusión en Atack y Passell.
18
Aquí un factor clave fue el inglés como idioma común.
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En lo tocante a recursos, Estados Unidos se benefició no sólo de un clima templado y de una tierra
mucho más barata19 y abundante que en Europa20, sino también de grandes reservas de recursos
importantes. El país llegó a convertirse en la economía minera líder del mundo, a la vez que se
convertía en el líder del sector manufacturero (1890-1910), y hacia 1913 era el primer productor de
casi todos los principales minerales de uso industrial (véase la Tabla 2). Esto atrajo grandes
inversiones en nuevas tecnologías de recursos e intensificó el uso en la industria estadounidense
de los abundantes recursos naturales. Un claro ejemplo de esto es el petróleo, cuya utilidad se
descubrió en Estados Unidos, país que dominó durante más de una década la producción a nivel
mundial y en el siglo XXI ha vuelto a ser el primer productor. La dependencia del petróleo de la
industria de EE.UU. puede llegar a convertirse en un handicap si el petróleo volviera a escasear y
los precios volvieran a subir en el siglo XXI21.
Así, pues, durante los primeros años de historia de Estados Unidos había pocas o ninguna barrera
para el rápido crecimiento económico. Y dos factores adicionales favorecieron el desarrollo: los
mercados nacionales grandes, relativamente prósperos y bien comunicados; y la ausencia de
amenazas militares externas a lo largo del siglo XIX (excepto las breves guerras con Gran Bretaña
y México) 22. En consecuencia, Estados Unidos se desarrolló a un ritmo constante en el siglo XIX,
con tasas de crecimiento de la renta per cápita que rondaban el 1,5% anual23. Hacia 1913, había
superado al Reino Unido en PIB per cápita y niveles de productividad, y había puesto las bases de
su liderazgo industrial a nivel mundial. Hacia la década de 1920, ya había iniciado la transición
hacia una economía basada en los servicios.
En la actualidad, tanto Estados Unidos como su economía son diversos y dinámicos. En lo que respecta
a la población, la inmigración continuada a niveles próximos a los del siglo XIX (flujos legales de entrada
de entre el 9 y el 11% anual de población nacida en el extranjero) ha provocado que este país se
diferencie en muchos aspectos de las naciones europeas. La población estadounidense se ha ido
diversificando a un ritmo constante, pasando de ser un país predominantemente blanco y británico a ser
un país racial y étnicamente variado (véanse la Tabla 3 y la Figura 5). Los inmigrantes le proporcionan
mayores tasas de natalidad, de crecimiento demográfico y una población relativamente joven (véase la
Figura 6), por lo que la crisis de las pensiones que amenaza a Europa y a Japón resulta menos
preocupante. Estados Unidos ha incorporado los inmigrantes a la sociedad y los ha implicado en la ética
del trabajo y en el camino hacia el éxito, evitando así los peligros de una población marginada y
desocupada que son una amenaza en algunas naciones europeas24. La proporción de inmigrantes muy
cualificados que se sienten atraídos por un puesto de trabajo en los dinámicos sectores de alta tecnología
es mayor que en cualquier otra nación, lo que supone un mayor capital humano25 para el país. Además,
tanto los ciudadanos como los inmigrantes estadounidenses tienen una extraordinaria tendencia a
trasladarse, lo que brinda a los mercados laborales del país una dosis extra de flexibilidad (véase la
Figura 7). Tal vez debido a su pasado y presente como "crisol" de diferentes pueblos, los sentimientos
hacia los extranjeros son menos negativos en Estados Unidos, a la vez que el sentido de la identidad
nacional es más acusado que en muchas naciones desarrolladas (véanse las Figuras 8-11).
Entre los inconvenientes padecidos por las naciones que acogen inmigrantes se encuentra el
hecho de que parecen ser más propensas a la violencia debida a los conflictos raciales y étnicos, y
a menudo carecen de una identidad cultural que aglutine a la variada población. Algunos analistas
dudan que Estados Unidos pueda permanecer unido a medida que la afluencia de extranjeros,
19
En algunas zonas, muchas de estas tierras les fueron arrebatadas a los indígenas americanos. Véase la nota anterior.
20
En las sociedades tradicionales, la tierra a menudo estaba vinculada al prestigio político o militar. En Estados Unidos, la
tierra se convirtió en un artículo de intercambio y venta. En 1790, se necesitaban 57,1 semanas de trabajo para
comprar un acre de tierra en Gran Bretaña, frente a 1,1 semanas en Estados Unidos. En 1860, estas cifras eran de
60,6 semanas en Inglaterra y de 2,9 en Estados Unidos.
21
Para una discusión reciente sobre este tema, véase Mineral Resources and Economic Development, de Gavin Wright y
Jesse Czelusta, Stanford University, octubre de 2003 (ponencia elaborada para la Conference on Sector Reform in
Latin America).
22
En los siglos XVIII y XIX, Gran Bretaña y Francia gastaron en guerras entre el 15 y el 20% de su PIB de ambos
períodos.
23
En los actuales países en vías de desarrollo, estas tasas de crecimiento se dan en la parte baja.
24
Para una discusión sobre este tema, véase Francis Fukuyama, resumido en "U.S. model for Europe: Immigrant work
ethic". International Herald Tribune, 6 de diciembre de 2005, pág. 2.
25
Véase la nueva serie de la OCDE sobre la emigración y los nacidos en el extranjero.
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especialmente procedentes de América Latina, se haga aún mayor26. Los grandes flujos
migratorios también agravan las desigualdades económicas, que ya son mayores que en otros
países desarrollados y siguen aumentando (véase la Figura 12). Aunque existe gran movilidad
desde la categoría de ingresos inferior a la superior, ésta ha disminuido27, y a medida que continúa
la especialización en los sectores de alta tecnología, ávidos de capital humano, la brecha de
ingresos entre los trabajadores con título universitario y los que no lo tienen sigue aumentando (se
ha duplicado desde 1979). Esto, junto con la concentración de inmigrantes en los sectores con
salarios más bajos, que están acusando la competencia procedente del extranjero, podría ejercer
presión sobre el consenso de que gozan tales grupos variados en el modelo norteamericano y
alimentar el conflicto social en el futuro.
FIGURA 4
REGULACIÓN Y TAMAÑO DEL GOBIERNO, RESULTADOS PROMEDIO EN 2003 (MAYOR=MÁS LIBERTAD DE MERCADO)
TABLA 1
EDUCACIÓN Y ALFABETIZACIÓN EN ESTADOS UNIDOS Y OTROS PAÍSES EN 1850
26
Para una discusión reciente sobre este problema, véase Samuel Huntington: Who Are We?
27
Katharine Bradbury y Jane Katz, del Banco de la Reserva Federal de Boston, descubrieron que, en la década de 1970,
el 65% de la gente cambió su posición social (es decir, abandonó la categoría de ingresos en la que se encontraba al
inicio de la década). En la década de 1990, sólo lo hizo el 60%. Estudio citado en The Economist, 14 de julio de 2005.
28
Reino Unido
29
Prusia
30
Reino Unido
31
1860
32
1870
33
Citado en Rondo Cameron y Larry Neal: A Concise Economic History of the World. Oxford University Press, 2003.
Págs. 215-216.
8
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TABLA 2
CUOTA DE EE.UU. EN EL TOTAL MUNDIAL, VARIOS MINERALES BÁSICOS (1913, 1989)
TABLA 3
COMPOSICIÓN DE LA POBLACIÓN DE EE.UU., AÑO 2000 Y PRONÓSTICOS
%
2000 2050
% % de aumento
(en millones) (en millones)
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FIGURA 5 FIGURA 6
FIGURA 7 FIGURA 8
Fuente: The Economist, 14 de julio de 2005. Fuente: Allensbach Opinion Research Institute, The
Economist, 6 de noviembre de 2003.
10
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FIGURAS 9-11
¿A CUÁL DE LAS SIGUIENTES PERSONAS LE GUSTARÍA MENOS TENER COMO VECINO?
CLASIFICADAS SEGÚN EL PORCENTAJE DE ENTREVISTADOS QUE ELIGIERON LA RESPUESTA DADA.
FIGURA 12
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Hay que señalar que estos éxitos se alcanzaron con una política monetaria única puesta en
marcha por uno de los bancos centrales independientes más antiguos del mundo en una
economía muy diversificada, parecida a la zona euro. Las regiones estadounidenses van desde
los estados productores de petróleo, como Texas, North Dakota y Alaska, hasta las comunidades
agrícolas del interior, pasando por el centro financiero mundial que es Nueva York y los líderes
globales del entretenimiento y las industrias de tecnología de California y Washington. Las tasas
de desempleo e inflación varían mucho entre regiones, y acontecimientos como el huracán Katrina
pueden devastar uno o dos estados sin afectar a los demás. Una política monetaria única puede
lograr la estabilización económica gracias a mercados laborales muy flexibles (ayudados por un
idioma único), a la libertad total de comercio y empresa y a un gran presupuesto federal, que
puede usar la política fiscal para transferir grandes sumas de dinero entre regiones a través de
programas como prestaciones por desempleo, ayudas familiares y subvenciones para hacer frente
a desastres.
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enorme déficit comercial se debe al desequilibrio en el comercio con China (-315,116 millones de
dólares en 2014), lo que ha llevado a que muchas industrias estadounidenses y algunos
candidatos a presidente pidan a gritos protección, sobre todo durante y después de la crisis.
Los "déficits gemelos" de la economía estadounidense —el gran déficit del sector público (Figura
14) y la enorme brecha en la balanza de pagos— provocan que tenga que pedir prestadas
grandes cantidades a sus propios ciudadanos o a los extranjeros para financiar su consumo.
Evidencia de ello es la deuda pública norteamericana, que ha crecido con especial fuerza durante
la crisis tras haber disminuido en la década de los 1990, elevando el servicio de la deuda (Figuras
14 y 19). Y, lo que es más importante, a medida que los inversores extranjeros depositan sus
dólares en activos estadounidenses, principalmente bonos del Tesoro, para financiar el déficit de
la cuenta corriente, se vuelve aún más negativa la posición de inversión neta internacional de
Estados Unidos. Esto hará que algún día salga más dinero del país para financiar sus obligaciones
en el exterior del que entrará procedente de sus activos en el exterior, provocando un mayor déficit
por cuenta corriente. Una solución para los "déficits gemelos" pasaría por reducir el consumo y
fomentar el ahorro mediante reformas selectivas y una política restrictiva. La crisis indujo al
consumidor americano a volver a ahorrar y reducir su endeudamiento, volviendo a patrones de
comportamiento más tradicionales. Sin embargo, el “desahorro” del gobierno federal, reflejado en
un déficit del 2,5% del PIB en 2015, alimenta el déficit por cuenta corriente y dificulta su
corrección. La Reserva Federal, que empezó a subir los tipos de interés en diciembre de 2015 tras
casi una década en niveles históricamente bajos, también podría enfriar la economía para que se
corrigieran sus desequilibrios, pero la incertidumbre sobre la evolución de muchos países grandes
y sobre la propia economía americana hacen que las subidas continuadas sean menos probables.
La crisis que golpeó Estados Unidos y el mundo empezando en el 2008 era la más severa desde
la Gran Depresión de los años 1930. Según las estimaciones del Bureau of Labor Statistics, el PIB
de Estados Unidos se contrajo un 8,9% en el trimestre final del 2008 y un 3,5% en el 2009. El
desempleo durante la crisis subió al nivel más alto desde los 1980, a más del 9%, y se bajó la
calificación de la deuda americana por primera vez en agosto del 2011, cuando Standard & Poors
lo cambió de AAA a AA+. Sin embargo, la utilización apropiada de políticas fiscales y monetarias
durante la crisis hizo que se recuperara mucho antes la economía americana que otras economías
desarrolladas. En 2016 la tasa de paro llevaba varios meses en el 5% e incluso debajo. Sin
embargo, la OCDE estimó que la economía americana sostenía todavía una brecha recesiva en el
2015, a pesar de haber vuelto al crecimiento en el 2010 y haberlo sostenido desde entonces. El
gran problema pendiente era el alto nivel de endeudamiento público, que había llegado a más del
100% del PIB (el más alto en tiempos de paz para EEUU). No hubo indicios de que un Congreso
profundamente dividido fuera capaz de presentar un plan para reducir la deuda a niveles más
sostenibles en el futuro próximo.
A pesar del paro tan bajo en EEUU, su mercado laboral tiene un lado oscuro. La globalización y la
tecnología han diezmado el empleo en la industria manufacturera, que era la fuente de puestos de
trabajo buenos para hombres no-cualificados de edad media. En 2015, la tasa de actividad de los
hombres de entre 25 y 54 años era entre las más bajas de los países desarrollados, un 78,5%
(4,3% unemployment rate) Esta tendencia tiene implicaciones negativas para el crecimiento
potencial del país y para el gasto público en el futuro.38 Por el lado positivo, hubo indicios de que
las empresas multinacionales habían empezado a volver a Estados Unidos debido a las subidas
salariales en sus centros extranjeros, y esto podría generar más puestos de trabajo dentro de
Estados Unidos.39
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FIGURA 13
FIGURA 14
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FIGURA 15
DISTRIBUCIÓN DE LA PRODUCCIÓN ESTADOUNIDENSE POR SECTOR, 1974-2004
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A pesar de su elevada renta, Estados Unidos no ha optado por el estado del bienestar universal
generalmente adoptado por la mayoría de las naciones prósperas como el medio para cubrir las
necesidades de su población. Los servicios sociales estadounidenses corren a cargo tanto del
sector público como del privado, y los proporcionados por el sector público se conceden
normalmente después de averiguar los recursos económicos del solicitante, es decir, sólo se
pueden percibir gratuitamente si los destinatarios pueden demostrar que son pobres. Esto
proporciona a Estados Unidos un menor gasto estatal y niveles impositivos inferiores que en
Europa, y puede ayudar a contener las tasas de desempleo. Sin embargo, Estados Unidos es la
única democracia occidental avanzada sin seguro sanitario estatal o ayudas familiares, lo que deja
desprotegidos a muchos de sus ciudadanos (especialmente los "working poor40") en caso de
enfermedad grave o incapacidad para trabajar. Las reformas del presidente Barack Obama en
sanidad, llamadas “Obamacare”, han hecho que millones de personas sin seguro sanitario lo
tengan, pero muchos Republicanos han jurado abolir este programa en cuanto cuenten con
suficientes votos.
¿Hasta dónde llegan los "mínimos" del estado del bienestar estadounidense? Las diferentes
maneras de medir el gasto social proporcionan diferentes perspectivas de esta cobertura. Según la
medida convencional —el gasto social como porcentaje del PIB—, el gasto de EE.UU en servicios
sociales se coloca muy por debajo de la media de la OCDE, y especialmente por debajo de las
cifras europeas (Figura 21). Esto se debe en parte al hecho de que las prestaciones por
desempleo son muy limitadas en Estados Unidos —son difíciles de conseguir para más de 6-9
meses sin demostrar incapacidad laboral—; las pensiones son, por término medio, sólo la mitad
del salario anterior a la jubilación, frente al 70% y más en la mayoría de los países europeos; y la
asistencia social se limita a cinco años de la vida de un individuo normal. (Es interesante señalar
en la Figura 21 que el gasto público de EE.UU. en educación y salud es superior a la media
europea).
No obstante, hay que tener en cuenta otras características del sistema estadounidense para
realizar la adecuada comparación con otros países desarrollados, como pueden ser la carga
impositiva sobre los beneficios o las deducciones de impuestos por gasto familiar en ciertos
servicios, tales como el cuidado de los niños o la educación41. Si se incluyen todos estos
elementos y se calcula el gasto per cápita42, ese "mínimo" del estado del bienestar norteamericano
se desplaza hasta posiciones intermedias (Figuras 22-23).
Sean o no diferentes los niveles de gasto, está claro, a partir de cómo se administra el sistema de
EE.UU., que está destinado a ser una red de seguridad y no un conjunto universal de servicios
gratuitos tales como los proporcionados por los estados del bienestar europeos. ¿Por qué los
estadounidenses han optado por un modelo diferente? Una razón puede ser que, igual que otros
estados de inmigrantes, los ciudadanos tienden a favorecer las políticas que fomentan las
oportunidades frente a aquéllas que persiguen la igualdad, tal vez porque creen en el "sueño
americano" y esperan alcanzar la categoría de las grandes rentas durante su vida43. (Tabla 4,
Figura 24). Esta predisposición explica la persistente desigualdad de las rentas en Estados
Unidos, que en Europa se mitiga mediante impuestos más elevados y transferencias monetarias.
Otra explicación podría ser la raza: en los estados europeos, los pobres siempre han sido de la
misma raza, igual que la clase media de contribuyentes, mientras que en Estados Unidos su raza
40
Se refiere a los trabajadores con salarios bajos que no cuentan con prestaciones pagadas por el patrón, tales como el
seguro sanitario, y no son lo suficientemente "pobres" como para poder disfrutar de los servicios sociales gratuitos.
41
Las donaciones benéficas y las actividades de voluntariado también son mucho mayores en Estados Unidos que en
Europa. Véase Adema y OCDE para una comparación.
42
Calcular el gasto como un porcentaje del PIB conduce al "problema de Bill y Melinda": Bill and Melinda Gates gastan
mucha menor proporción de sus elevados ingresos en comida que sus vecinos, y no pasan hambre. Las
comparaciones realizadas a partir del porcentaje del PIB también pueden resultar distorsionadoras. Para conocer el
debate, véase Christopher Howard, “Just How Exceptional is the American Welfare State?”, 2002.
43
Para la demostración empírica de este argumento, véase Alberto Alesina, George-Marios Angeletos: "Fairness and
Redistribution: U.S. versus Europe". Documento de trabajo nº w9502 de la NBER, febrero de 2003.
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u origen étnico puede ser diferente. Algunos expertos creen que esto hace que los contribuyentes
estén menos dispuestos a apoyar las transferencias monetarias44. Además, los conservadores
estadounidenses han hecho campaña para reducir la cuantía del gasto estatal desde la revolución
de Reagan de la década de 1980 debido a su convicción de que el gasto estatal era un despilfarro
ineficaz, y que las transferencias socavaban los incentivos para el trabajo y otras actividades
productivas. Aunque el gasto estatal no se redujo en realidad, se ha mantenido constante a lo
largo del tiempo mientras que el gasto en seguridad nacional se ha incrementado, lo que significa
que probablemente se hayan producido ciertos recortes en el gasto social (Figura 25). Dada la
gran afluencia de inmigrantes pobres y el elevado número de trabajadores con salarios bajos
desplazados de sus trabajos por la competencia extranjera, esto podría ser un motivo de
preocupación.
FIGURA 21
FIGURA 22
Fuente: Adema: Net Social Expenditure, Tabla 7; y Oficina del Censo de EE.UU.:
Resumen Estadístico de los Estados Unidos: 1999. La fecha de referencia es 1997.
44
Para este argumento, véase Alberto Alesina y Edward Glaeser: Fighting Poverty in the US and Europe: A World of
Difference. Oxford University Press, 2005.
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FIGURA 23
Fuente: Adema: Net Social Expenditure, Tabla 7; y Oficina del Censo de EE.UU.:
Resumen Estadístico de los Estados Unidos: 1999. La fecha de referencia es 1997.
TABLA 4
DIGA SI ESTÁ DE ACUERDO CON LAS SIGUIENTES AFIRMACIONES
(LOS PORCENTAJES SE REFIEREN A LAS RESPUESTAS AFIRMATIVAS)
EE.UU. UE
Fuente: Alberto Alesina y Edward Glaeser: Fighting Poverty in the US and Europe: A World of Difference. Oxford
University Press, 2005.
FIGURA 24
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FIGURA 25
Sin embargo, el modelo norteamericano adolece de un profundo y tal vez insalvable defecto: ha
alcanzado un nivel de vida que ejerce una presión desproporcionada sobre los recursos del mundo
(véase la Figura 26). Tanto la teoría del desarrollo, como los programas de ayuda al exterior e
incluso las donaciones benéficas a países en vías de desarrollo pretenden elevar la renta de los
ciudadanos hasta un nivel similar al de EE.UU. o Europa. Todos estos programas pasan por alto
un problema básico: el mundo tal vez no pueda soportar el impacto medioambiental que se deriva
de que todos o la mayoría de sus ciudadanos disfruten de un nivel de vida del tipo estadounidense
o europeo.
Aunque los indicadores medioambientales son imprecisos, esto no oculta el hecho de que el
desarrollo económico y el aumento de las rentas suponen cada vez más una carga para los
escasos recursos. Confiar en la tecnología para solucionar los problemas puede no ser la
panacea: la tecnología, que derribó los límites maltusianos45 del crecimiento de la población y las
rentas, también provocó algunos de los más graves problemas medioambientales del mundo,
como son los clorofluorocarbonos y la tecnología nuclear. En general, los economistas suponen
que el uso más intenso de los recursos no renovables y de los bienes "gratuitos" como el aire y el
agua limpios dará lugar a precios de mercado más elevados para tales bienes, provocando una
mayor conservación y ayudando a evitar su agotamiento. Sin embargo, incluso si tal proceso
permite a las economías seguir usando muchos recursos básicos sin agotarlos, es obvio que sus
precios aumentarán, reduciendo las rentas reales. En Estados Unidos, Europa y algunas
economías en vías de desarrollo, el panorama más seguro es que las rentas reales desciendan,
tal vez acusadamente, a medida que el agotamiento de los recursos básicos y del agua y aire
limpios haga su efecto. Como afirma un experto: "La prosperidad de que disfruta el Primer Mundo
en la actualidad se basa en meter su capital medioambiental en el banco (su capital en recursos
energéticos no renovables, en reservas marinas, en suelos, en bosques, etc.)". Gastar el capital no
debería entenderse erróneamente como hacer dinero. No tiene sentido estar contentos con
nuestras actuales comodidades cuando está claro que llevamos un rumbo no sostenible46.
45
Thomas Maltus, historiador económico del siglo XVIII (y pastor protestante), creía que la población mundial siempre
volvería a recobrar cierto nivel de equilibrio por el hecho de que el crecimiento geométrico de la población dejaría atrás
al crecimiento aritmético del alimento, dando lugar a crisis periódicas de hambrunas y descenso de la población.
46
Jared Diamond: “Collapse: How Societies Choose to Fail or Survive”. Penguin, 2006.
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FIGURA 26
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FIGURA 27
TABLA 5
DATOS CLAVE DE EE.UU., 2009-2015
Déficit presupuestario (% del PIB) -13,15 -10,93 -9,59 -7,92 -4,7 -4,11 -2.5%
Tipo de interés (%) corto Plazo 0,9 0,5 0,4 0,4 0,3 0,3 0,4
Tipo de interés (%) largo Plazo 3,3 3,2 2,8 1,8 2,4 2,5 2,1
Deuda (% del PIB) 86,03 94,73 99,00 102,49 104,78 104,79 104,85
Servicio de la deuda (% del PIB) 2,8 2,9 3,1 3,1 2,3 2,7 2,8
Balanza de pagos (% del PIB) -2,66 -2,95 -2,97 -2,78 -2,26 -2,24 -2,56
■■■
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