Mantenga el orden en el aula. Es sumamente importante para estos alumnos el orden y la rutina. Sea claro y bien explícito respecto de cuáles son las reglas de convivencia, los deberes y obligaciones y los roles que cada uno desempeña en el ámbito escolar. Transmita la importancia del orden en la realización de las tareas. Ayude a que el alumno mantenga el mayor orden posible en sus pupitres, carpeta, cuadernos y lugar de trabajo. Refuerce positivamente todas las veces en que el alumno mantiene el orden de la organización. Esto quiere decir que cuando el niño haga algo bien, señáleselo enfáticamente. Todos tenemos el mal hábito de señalar las conductas negativas y dar por sentado que la conducta positiva no debe ser señalada. Pues cuando ocurre el niño está haciendo “lo que corresponde”. El refuerzo positivo promueve la repetición de una conducta. Esto es tan importante como el contenido de sus trabajos. Es necesario tener presente que el refuerzo positivo no consiste solamente en señalar una conducta positiva. Cuando señalamos insistentemente una conducta negativa también estamos haciendo un refuerzo positivo de esa conducta, ya que le hacemos saber al otro que esa conducta negativa tiene un fuerte impacto en el ambiente: entonces, cuando el niño quiera llamar la atención, apelará a esa conducta negativa que al ser repetitivamente señalada sufrió un refuerzo positivo. Actúe usted mismo con mucho orden, pues el niño aprende más a través de la identificación con sus padres y sustitutos que a través de un sistema de premios y castigos. Fragmente la tarea en subtareas, a los efectos de aprovechar el tiempo estimule que puedan quedarse con la sensación de empezar y concluir algo. Aliéntelos a que continúen y puedan concluir los proyectos a mediano y largo plazo. Ayude a los alumnos a atravesar los momentos la dispersión en máxima. Insista para que el alumno haga tareas en las áreas en las que es más fuerte, así podrá reforzar su autoestima. Trate de que exponga ante el resto de sus compañeros es “puntos fuertes”. Esta “áreas o islas de capacidad” se constituyen en fuentes de orgullo personal y autoafirmación. Hágale sentir que desde esas pareas de conocimiento o aptitudes puede hacer una importante contribución a los demás. Esto puede contribuir enormemente a la integración grupal del niño. Ubique al niño en la primero fila para que esté lo más cerca posible de usted: así podrá observarlo y confirmar que le está prestando atención o no. Cuando pueda, mantenga con el alumno un contacto visual a fin de convocar al máximo su atención. Subraye en las tareas que le solicita qué es lo importante y qué es lo necesario. Cuando lo vea inquieto o distraído, envíelo afuera del aula a realizar alguna actividad para que descargue energías, se distraiga y al volver pueda concentrarse.
1 TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN
Las tareas que le encomiende deben ser cortas y simples.
Asegúrese al contacto visual con el niño cuando le formule una directiva, le encargue una tarea o un deber; ésta es una forma sencilla de convocar la atención. Sígalo una vez que inició una tarea. En estos casos el seguimiento debe ser mayor causa de su tendencia a la dispersión. Cuando realiza una corrección, sea claro para que él pueda comprender cuál ha sido el error, trate de no dañar la autoestima del niño haciéndole creer que es un inútil. No realice “correcciones humillantes” con los lápices de colores o inscripciones descalificantes. El daño en la autoestima no funciona como un estímulo para la autosuperación, sino todo lo contrario: abruma y desalienta. Las críticas excesivas para lo único que sirven es para satisfacer el sadismo de quien las realiza. No lo avergüence delante de sus compañeros. Que una persona tenga dificultades en el aprendizaje no quiere decir que no sea sensible a las críticas. Es justamente al revés. Sea muy enfático para destacar sus aciertos, sus mejoras y progresos, y destaque siempre el valor del esfuerzo que realiza para superar sus problemas. Si aplica una sanción trate de que ésta no sea producto de su disgusto o malhumor, pues así le dará al alumno el poder de influir negativamente en su estado de ánimo cuando él se lo proponga. Las sanciones siempre deben guardar proporción con la falta cometida, y deben ser aplicadas en el momento y quedar flotando como amenazas para cumplirse en cualquier momento y no quedar flotando como amenazas para cumplirse en cualquier momento. No haga alusiones públicas a sus dificultades ni le recuerde que debe tomar la medicación. Es posible que el niño no quiera que esta información trascienda para no ser víctima del sadismo de sus compañeros, ya que éste suele ser un tema muy vergonzante para el niño. Enseñe al alumno a tomar apuntes, a realizar resúmenes y a organizar su tarea. En cuanto advierta que el alumno está aburrido o distraído, convoque su atención adjudicándole una tarea o haciéndolo participar activamente en la clase. Enséñele que debe revisar sus tareas una vez concluidas para chequear si se salteó y omitió cosas. O realizó la tarea en forma incompleta. Estimule el trabajo en equipo para mejorar la integración del alumno con sus compañeros. En esos casos evite que dos niños inquietos formen parte del mismo grupo, pues seguramente se potenciarán. Solicite las tareas a través de instrucciones simples y claras; si tiene la sensación de que el aluno no comprendió las consignas, no vacile en repetirlas hasta que queden claras. Si fuera posible, ubique al alumno en un mismo banco con otro compañero que pueda colaborar como guía en las actividades que planteen dificultades. Estos niños necesitan que se les enseñe no sólo el contenido programático del curso, sino fundamentalmente a estudiar y a aprender. 2