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¿QUÉ ES ESO DEL YOGA?

T ODO LO QUE NECESITAS SABER PARA EMPEZAR

A IMAR R OLLÁN (G OPAL )

Copyright © 2015, Aimar Rollán

Todos los derechos reservados en cualquier medio de difusión. Derechos mundiales.

http://yogacasa.blogspot.com

El presente libro es una recopilación de varios artículos escritos por Aimar


Rollán en el blog YOGA en CASA durante los años 2012 y 2015.

YOGA en CASA
Yoga sencillo y para todos

http://yogacasa.blogspot.com
https://www.youtube.com/user/Eleaimar

Hay quien busca el yoga en el extranjero, en la India, en el Himalaya o en


lugares fascinantes... Lo cierto es que no hace falta irse tan lejos. Quédate
donde estás, pues el viaje empieza en ti y la búsqueda culmina en ti. Nada
hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de ti.
«Más vale una onza de práctica que toneladas de teoría».
Swami Sivananda

Este libro es teórico, está compuesto solo de palabras, de nociones generales sobre el yoga; aquí
no encontrarás descripciones de técnicas. Estoy de acuerdo con la frase de Sivananda, pero
también considero importante la teoría y el conocimiento. Si bien es cierto que la práctica es lo
que nos transforma, el conocimiento nos orienta.
Para lo relacionado con la práctica del yoga, te recomiendo que visites mi blog y mi canal de
YouTube, en ellos trato de enseñar las técnicas para que cada uno las practique en su casa.
A fecha de publicar este libro, tengo colgados online 2 cursos gratuitos, uno de Yoga para
principiantes y otro de El arte de la relajación. Aparte podrás encontrar muchos más vídeos y
artículos donde enseño la parte practica de varias técnicas de yoga.
Cualquier duda que tengas sobre una determinada técnica o aspecto del yoga, puedes formularla
en forma de comentario ya sea en el blog o en el canal de YouTube, te responderé cuando pueda.
Mientras tanto, feliz práctica..., y espero que aprendas y disfrutes con la parte teórica de este
libro.

Aimar Rollán (Gopal)


ÍNDICE

¿Qué es el yoga?
¿Qué puede hacer el yoga por ti?
Beneficios del yoga
¿Para qué sirve el yoga?
¿Cómo es una clase de yoga?
Condiciones para la práctica
¿Es posible aprender yoga sin un profesor?
Sobre los orígenes y la historia del yoga
¿Es el yoga una religión?
La ciencia avala el yoga
¿Por qué practicar yoga y no otra cosa?
La salud
Estrés: enemigo público nº 1
¿Sirve el yoga para adelgazar?
Yoga y envejecimiento
Vida sedentaria, estética, deporte, salud... y yoga
El Homo Autómata
Las cualidades físicas básicas
La resistencia
La fuerza
La velocidad
La flexibilidad
El ejercicio físico ideal
Las asanas
Diferencia entre estiramientos y asanas
Cómo hacer correctamente las asanas
Yoga dinámico y yoga estático
Pranayama: la respiración
Respirar por la nariz
Las 4 fases de la respiración
La respiración abdominales
La relajación
La meditación
El Om
La fuerza del hábito
La lección de la nata montada
Pedir ayuda
¿Y ahora que hago?
Aimar Rollán (Gopal)
¿QUÉ ES EL YOGA?

El yoga se puede definir de muchas maneras, pero a mi parecer, la más acertada es la siguiente:
«El yoga es la unión consciente con la esencia de uno mismo».
Esta definición responde a tres cuestiones:
¿Qué? Unión.
¿Cómo? Consciente.
¿Con qué? Con la esencia de uno mismo.
La palabra yoga deriva de la raíz sánscrita yuj, que significa unión. La palabra «yugo» o
«conyugal» por ejemplo, que provienen probablemente del sánscrito, tienen también ese
significado: unión. El yoga es por tanto y ante todo unión. La palabra religión, del latín religio,
tiene también un significado similar, ya que re ligare, significa «volver a unir».

¿Cómo nos unimos? De forma consciente es el único requisito imprescindible. Es decir,


podemos alcanzar el yoga de mil maneras, pero es fundamental que sea de forma consciente, si
no de nada sirve. Digo esto, porque determinadas sustancias psicotrópicas o estados inducidos de
conciencia pueden lograr un estado de unión similar al yoga, pero no es un estado logrado de
forma consciente.
Vale está claro, pero ¿unión consciente con qué? Con la esencia de uno mismo. ¿Y qué es la
esencia de uno mismo? Podría ser nuestra alma, nuestro espíritu, la divinidad que mora en
nosotros o incluso eso que llamamos Dios. Más adelante concretaremos esta cuestión, pero de
momento diremos que la esencia de nosotros mismos es eso que llamamos «yo», eso que
permanece siempre en nosotros y que nunca cambia a pesar de que todo lo demás lo haga con el
paso inexorable de los años. La esencia de uno mismo es ese observador silencioso, ese testigo
interno que nos hace ser auto conscientes.
Pero, ¿acaso no estamos unidos ya a nosotros mismos? Sí y no. «Sí», en el sentido de que
«realmente» no hay separatividad, y «no», en el sentido de que nos queda mucho trabajo para
lograr la unidad. Esto puede resultar confuso en un principio, y puede ser toda una hazaña mental
lograr comprenderlo, pero no hay que darle demasiada importancia, ya que estamos definiendo la
meta y aún no hemos comenzado nuestro viaje, el largo viaje del yoga. Diremos también que el
yoga trata de alcanzar la realización (otra palabra importante).
Así pues, para resumir y finalizar este tema, que quede claro que el yoga es la unión consciente
con la esencia de uno mismo, y que la finalidad última del yoga es la realización. ¿Y qué es la
realización? Pues la unión consciente con la esencia de uno mismo. Parece que estoy rizando el
rizo, pero lo hago intencionadamente.

Bien, pues esto es el yoga, y a raíz de aquí podemos definir también lo que no es el yoga: no es
ni un deporte, ni una disciplina de higiene psicofísica, ni es stretching, ni contorsionismo, ni una
gimnasia oriental, ni una moda pasajera.
La papeleta que me toca con este libro es explicar y adaptar esta definición al lugar y a la época
en la que vivimos, y de paso hacerla práctica, es decir, no sólo explicar teóricamente lo que es el
yoga, sino también indicar un método práctico para realizarlo.
¿QUÉ PUEDE HACER EL YOGA POR TI?

La filosofía de este yoga es: «Añade a tu vida lo que le falta». No le quites nada, no te vayas a
otro sitio, no busques lo fabuloso... Simplemente añade lo que le falta.
¿Qué le falta? ¿Un poco de paz? Añádesela.
¿Qué le falta? ¿Un poco de vitalidad? Añádesela.
¿Qué le falta? ¿Un poco de ejercicio? Añádeselo.
¿Qué le falta? ¿Un poco de flexibilidad? Añádesela.
¿Qué le falta? ¿Un poco de concentración? Añádesela.
¿Qué le falta? ¿Un poco de sentido? Añádeselo.
Este es un yoga para personas normales; no hay que hacer contorsionismo ni posturas raras;
no hay que doblarse como un faquir o un gimnasta de élite; no hay que aguantar la respiración
cinco minutos; no hay que poner cara de iluminado ni de místico. Simplemente es añadir ese
pequeño toque para que en tu vida haya un poco más de paz, de vitalidad, de flexibilidad, de
concentración, de optimismo, de buen humor y de sentido.
¿Qué puede hacer el yoga por ti? Muchas cosas en pequeñas cantidades, en su justa medida.
¿Cuántas horas dedicas al día a trabajar, a atender a los demás, a cosas insustanciales? ¿Cuántas
horas al día dedicas para ti? Perdón, quería decir minutos... Sí, el día tiene 24 horas pero apenas
hallamos tiempo para nosotros mismos. El yoga te invita a dedicar un tiempo para ti, a invertir
un tiempo en ti para una mayor calidad de vida.
¿Estoy estresado, no tengo tiempo, no tengo dinero? Querer es poder, y quien bien se quiere
dedica unos minutos al día para sí mismo.
BENEFICIOS DEL YOGA

Cada vez que oferto la enseñanza del yoga, ya sea en escuelas, polideportivos, gimnasios, centros
cívicos, asociaciones, empresas, colegios, etc., tengo que argumentar los beneficios que aporta la
práctica de esta milenaria disciplina.
Tal vez lo que más gancho tenga sean los beneficios físicos, enfocados a la salud y a la mejora
de la forma física. Es innegable que las técnicas psicofísicas del yoga contribuyen notablemente
a la mejora de la movilidad articular, la elasticidad muscular y de los tendones, la flexibilidad de
la columna, la tonificación de los músculos y del corazón, y a la estimulación de las glándulas
endocrinas, entre otras cosas. Todos estos hechos están contrastados desde hace décadas por
especialistas de la salud. Es más, muchos médicos recomiendan a sus pacientes la práctica del
yoga por los beneficios antes citados.
Después tenemos los beneficios que otorga a la hora de controlar y manejar el estrés y sus
derivados: ansiedad, depresión, insomnio... El yoga tiene entre sus técnicas herramientas para
disminuir estos perniciosos males que asolan a tantas personas en nuestra sociedad. Técnicas de
respiración, concentración y relajación son muy útiles para equilibrar el sistema nervioso (central
y autónomo). Aprender a relajarse es una de las máximas del yoga.
Y por último, y aunque menos solicitada pero no por ello menos importante, está el motivo
espiritual o transcendental. Muchas personas sienten en su vida un gran vacío existencial o
crisis espirituales que no saben cómo llenar. El yoga, que ante todo es un sistema filosófico de
pensamiento, ha tenido desde sus orígenes esta finalidad: la de responder a las eternas
preguntas de la vida, o por lo menos intentarlo. No hace falta ser creyente, ni religioso para
intentar dar respuesta a estas cuestiones. Todos los hombres de todas las épocas han sentido esta
inquietud y han tratado de darle remedio, de una manera u otra. El yoga, aparte de su filosofía,
posee técnicas para hallar estas ecuménicas verdades en nuestro corazón. No es fácil ni rápido
hollar tal sendero, mas cualquier buscador sincero puede obtener grandes beneficios del yoga y
sus técnicas. Ni que decir tiene que la meditación es la técnica suprema para esta índole; la
meditación es la «Piedra Filosofal» que transmuta el plomo de nuestra ignorancia en el oro de la
sabiduría.
En fin, sobran los motivos para recomendar la práctica del yoga; y un servidor está a la
disposición de todo el interesado en iniciar o profundizar en este arte milenario.
¿PARA QUÉ SIRVE EL YOGA?

El yoga sirve, sobre todo, para ser tú mismo.


El yoga sirve para conocer cómo funciona nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente; y
a raíz de este conocimiento, para adquirir poder sobre ellos.
El yoga sirve para dar un sentido a nuestra vida, haciendo que una vez encontrado este sentido,
todo lo que hagamos tenga realmente sentido.
El yoga sirve para armonizar y equilibrar nuestro cuerpo, desprendiéndose de su práctica: salud
y belleza.
El yoga sirve para armonizar y equilibrar nuestras emociones, desprendiéndose de su práctica:
paz y bondad.
El yoga sirve para armonizar y equilibrar nuestra mente, desprendiéndose de su práctica: verdad.
El yoga sirve para elevar la autoestima y el amor propio, y por consiguiente, para fomentar las
relaciones con nuestros semejantes.
El yoga sirve para sembrar en el Presente las buenas semillas que en el futuro nos permitan
cosechar prosperidad material y espiritual.
El yoga sirve para encontrar el camino de vuelta a casa; ese hogar que se encuentra en el interior
de nuestros corazones.

El yoga sirve, en definitiva, para lograr una vida más plena y feliz; y para irradiar después esa
vibración positiva hacia todo aquello que nos rodea.
El yoga sirve para realizar la empresa más grande que puede realizar el ser humano: SER
REALMENTE HUMANOS.
¿CÓMO ES UNA CLASE DE YOGA?

¿Llegas tarde del trabajo a casa? ¿Estresado? ¿Sin ganas de ir al gimnasio o de volver a salir de
casa? ¿Tienes un espacio libre en tu domicilio? Lo primero que haremos será desconectar de
todo, relajar el cuerpo y hacer unas respiraciones yóguicas para oxigenar el cuerpo y calmar las
emociones.
Después haremos unos ejercicios psicofísicos destinados a liberar tensiones físicas y mantener el
cuerpo en óptimas condiciones con las más que contrastadas benéficas asanas (ejercicios
yóguicos).
Por último una buena relajación dirigida para acabar de liberar todas aquellas tensiones físicas,
emocionales y mentales que nos aprisionan cual grilletes y nos impiden ser del todo felices.
¿Requisitos para practicar yoga? Sólo uno: desear practicarlo. El yoga se adapta a la persona, y
según sea tu condición física o estado de salud haremos una rutina u otra, siempre siguiendo las
directrices del sentido común y no forzando nunca las capacidades de uno mismo.
Todos deseamos ser felices, y para ello es necesario cultivar la salud, las emociones, los
pensamientos positivos y el conocimiento de uno mismo; sin ascetismos, sin mortificaciones, sin
rutinas demasiado exigentes, sin renunciar al mundo, sin cambiar de vida, sin reprimir, sin negar,
sin ocultar, sin fingir, sin aparentar... Simplemente añadiendo a tu vida aquello que le falta para
estar mejor: un poco de conocimiento, un poco de ejercicio, un poco de relajación, un poco de
buen humor, un poco de autoconsciencia.
La duración de la sesión puede variar de 15 a 90 minutos, dependiendo de tu disponibilidad,
aunque las clases tradicionales suelen durar 60 o 90 minutos.
Al principio, y hasta adquirir cierto hábito, aprenderemos rutinas cortas, pero con el tiempo
haremos también rutinas más largas.
A continuación ponemos un ejemplo de lo que sería una clase tradicional en una escuela, con una
duración de 90 minutos:
5 - 10 minutos de teoría: El conocimiento es poder, y si no conocemos cómo funciona
nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra mente, y lo que hay más allá de la mente,
difícilmente podremos ser dueños de nosotros mismos, por mucha práctica que hagamos; y
es que, la acción sin dirección no da el fruto esperado. Uno puede cavar con pasión y
determinación una zanja en busca de un tesoro, pero si no sabe el lugar exacto dónde cavar,
está perdiendo el tiempo.
10 - 15 minutos de técnicas de respiración (pranayama): Aprender a respirar
correctamente y aprovechar todo el potencial que brinda la respiración es una deuda
pendiente que todos tenemos, y que no valoramos en su justa medida. Hemos aprendido de
todo en el colegio, pero nadie nos ha enseñado a respirar, porque se supone que ya nacemos
aprendidos; nada más lejos. La respiración adecuada favorece los procesos anabólicos y
catabólicos de las células de nuestro cuerpo, ayudando a la síntesis y a eliminar toxinas; al
igual que a ventilar los pulmones, fortalecer la musculatura torácica, y un sinnúmero de
ventajas adicionales; esto sólo en el plano físico. En el plano emocional, la respiración
ayuda a equilibrar el sistema nervioso, facilitando la liberación de tensiones emocionales y
generando paz interior. El pranayama posee otra serie de beneficios que no nombraremos
por ahora.
40 - 45 minutos de ejercicios corporales (asanas): «No hagas de tu cuerpo la tumba de tu
alma», decía un sabio filósofo; y es que desde antaño, el ejercicio físico ha formado parte de
filósofos, monjes, ascetas, yoguis, y todo ser sensato e inteligente que se precie. El cuerpo es
la herramienta con la que trabajamos en este plano físico y hay que mantenerla afilada
mediante el ejercicio moderado. Los ejercicios de yoga son suaves, y enfocados
especialmente a obtener una máxima flexibilidad de la columna vertebral (el pilar central
del cuerpo). Movilidad articular, elasticidad muscular, flexibilidad de la columna y
articulaciones, tonificación ligera del corazón, inversiones de la polaridad del cuerpo,
estimulación de las glándulas endocrinas..., he aquí el enfoque de las técnicas del yoga. El
yoga tal vez no «esculpa» tu cuerpo como otros ejercicios más intensos tales como el
fitness, el culturismo, el atletismo, la natación, etc, pero de seguro lo mantendrá sano y
equilibrado, en lo que se ve y en lo que no se ve. Las técnicas de yoga ante todo son
inteligentes.
15 - 20 minutos de relajación final: Después del trabajo previo, hay que acabar la clase
con una buena relajación, soltando todas las tensiones (físicas, emocionales y mentales).
Relajarse no sólo es «tumbarse y ya está»; hay que aprender a soltar voluntariamente todas
las tensiones y aprender a confiar en la vida, para que la corriente regeneradora de la
sabiduría innata del cuerpo actúe sobre nosotros. El estrés es la enfermedad del siglo XXI, y
no hay mayor remedio que la relajación. Relajarse no es perder el tiempo, es una técnica
importantísima que hay que aprender y practicar.
CONDICIONES PARA LA PRÁCTICA

En el blog YOGA en CASA enseño técnicas de yoga sencillas para realizar en casa, con el
equipamiento mínimo necesario; no obstante hay ciertas condiciones que pueden mejorar la
práctica del yoga.
Lugar
El yoga se puede practicar en cualquier lugar, pero suponiendo que lo hacemos en nuestra casa,
2.5 metros cuadrados de espacio vacío es suficiente, aunque con 4 metros cuadrados nos
aseguramos el espacio óptimo para la realización de todas las técnicas.
Es preferible que la habitación esté ventilada y que no haya demasiado ruido, ni demasiado calor,
ni demasiado frío.
En cualquier caso, hay un lema en yoga que dice: «Adáptate, acomódate y practica».
Momento
Hay quien prefiere practicar yoga por la mañana al levantarse, otros a la tarde y algunos por la
noche. Practícalo cuando tengas un hueco en tu día, pero trata de generar una rutina semanal,
para crear un hábito y que de esta forma todo resulte más fácil.
Eso sí, como condición recomendada, trata de no haber comido nada antes; unas dos horas es lo
recomendable, para que la digestión no obstaculice la práctica. También es una buena costumbre
ir al baño y evacuar la vejiga antes de la práctica.
Duración
Hay rutinas de 5 minutos, pero la duración ideal es de 45 a 90 minutos. Eso sí, puedes empezar
con rutinas más cortas, de 15 a 30 minutos hasta coger cierta forma física. En este blog iremos
poniendo rutinas con distinta duración y nivel.
Hay otro dicho en yoga: «Vayamos despacio pues tenemos prisa».
Vestimenta
Ropa cómoda y holgada, sobre todo que no apriete mucho la cintura. Preferiblemente haremos
yoga descalzos, para sentir bien el contacto con el suelo.
Equipamiento necesario
El equipamiento más importante son los 2.5 metros cuadrados de suelo, ya que si falta eso no
podremos practicar. ¿No posees eso en tu casa? Entonces es hora de hacer una buena limpieza y
redistribuir el espacio.
El mejor amigo del yogui es una manta. Con una manta se pueden realizar todas las técnicas
de yoga. Cuando me inicié en el yoga, durante varios años sólo poseía una manta: me servía
como estera para el suelo si la extendía doblada por la mitad en su parte más larga; como cojín
para meditar si la enrollaba en varios pliegues, y como manta para taparme en la relajación final.
Ahora bien, puedes comprar una esterilla o yoga mat por precios asequibles, al igual que un
block para sentarte en la postura de pranayama y meditación. La manta igualmente la seguirás
necesitando para tapar el cuerpo durante la relajación, ya que se enfría bastante al relajarse.
Asegúrate de que el yoga mat es específico para yoga; estos suelen ser finos y que se pegan
completamente al suelo.
Las típicas esterillas de camping o de deporte también sirven, pero debido a que se despegan del
suelo con más facilidad no son tan cómodas como las de yoga.
Puedes encontrar blocks sintéticos muy baratos, o zafús para meditar, un poco más caros pero
mucho más cómodos.
Y en principio no necesitas nada más, aparte de voluntad y conocimiento, para practicar yoga.
Complementos opcionales
Quemar una barrita de incienso y música instrumental de fondo a bajo volumen ayudan a crear
una atmósfera propicia a la calma, pero no son requisitos imprescindibles.
¿ES POSIBLE APRENDER YOGA SIN UN PROFESOR?

Desde siempre el yoga se ha transmitido bajo la tradición GURU-KALA, es decir, maestro-


discípulo. El maestro tenía su ashram, su escuela, y los discípulos, anhelantes de enseñanza le
pedían insistentemente que los aceptase como discípulos. Si lograban tal aceptación, se ponían
bajo la tutela del maestro. Al principio podía ser difícil; tranquilamente el maestro podía tener al
discípulo en la cocina o barriendo el ashram durante varios años, antes de enseñarle «nada».
Pero bueno, eso eran otros tiempos. Ahora la cosa es diferente.
Antes de seguir, una pequeña aclaración, existen 3 tipos de instructores:
Monitores: Los que transmiten lo que han leído u oído.
Profesores: Los que transmiten lo que han vivido.
Maestros: Los que han alcanzado la maestría en su arte, y aunque no hablen, transmiten
palabras vivas.
Los monitores los podemos encontrar en polideportivos, los profesores en escuelas, y los
maestros en ashrams; aunque puede estar todo mezclado. «Ni son todos los que están, ni están
todos los que son». Es lo que tiene el KALI YUGA.
Antes se exigía dedicación y servicio al discípulo, ahora basta con exigirle dinero para las cuotas
mensuales, que varían de 20 a 100 euros (o dólares). Con el auge de Internet (época actual), la
gente se está acostumbrando a no pagar nada por nada (salvo la cuota mensual de Internet), y
debido a que hay una infinita cantidad de libros y vídeos gratis en la red, al igual que blogs como
el de YOGA en CASA, surge la cuestión: ¿es posible aprender yoga sin un profesor?
Difícil respuesta. Yo diría que no, que no es posible a menos que uno sea muy disciplinado y
tenga cierta relación con algún profesor, aunque sea a distancia.
Contras de aprender sin profesor:
El yoga basa su efectividad en las rutinas. Para que una rutina sea efectiva ha de durar
aproximadamente 150 minutos semanales, repartidos en 2, 3 o más sesiones. ¿Posees la
suficiente determinación como para hacerlo todas las semanas del año en tu casa, tú solo?
¿Habéis ojeado alguna vez un libro de yoga? Yo tengo bastantes en mi biblioteca, y no puedo
hacer la mitad de las técnicas que en ellos se enseña, debido a la dificultad y a la flexibilidad
requerida.
¿Habéis seguido alguna vez un vídeo de yoga, uno en el que se realice una rutina entera? Esta
quizá es la forma más efectiva de aprender el yoga si uno no posee un profesor, pero hay dos
«peros». El primero es que nadie puede corregirte si lo haces mal. El segundo es que, en la
mayoría de ocasiones el que hace el vídeo, si es un hombre tendrá mucha flexibilidad y te
parecerá que está a años luz de ti, por lo que desistirás. Si es una mujer, irá vestida con yoga
pants y si eres hombre, al cabo de cinco minutos te será imposible seguir concentrado en el
yoga...
Conclusión:
El blog YOGA en CASA es la respuesta a esta pregunta. Se puede aprender mucha teoría sobre
el yoga, pero la esencia faltará en la práctica. La práctica la sustituirán los vídeos que iré
poniendo, además iré vestido con ropas normales y mi flexibilidad es bastante limitada como
verás, hecho, que lejos de ser un defecto puede ser una virtud para esta empresa, ya que te
resultarán asequibles mis posturas y no te sentirás inferior a mí.
Otro punto importante, cualquier duda que tengas, comunícamela a través de comentarios en el
blog o en los vídeos, de esta forma habrá una interacción entre profesor-alumno, y tal vez sí que
sea posible a través de este método aprender yoga, siempre que haya interacción. Búscame, te
responderé en cuanto pueda.
¿Y esto cuánto vale? Valer vale mucho, costar de momento nada, es gratis, así que aprovecha.
SOBRE LOS ORÍGENES Y LA HISTORIA DEL YOGA

El origen y significado del yoga se pierde en la noche de los tiempos, y con el devenir de los
siglos han aparecido miles de líneas, de maestros y de interpretaciones. Yo no sé cuál es el
origen del yoga, ni qué significa exactamente la palabra hatha, ni tan siquiera sé cual es a ciencia
cierta el estilo o línea de yoga que sigo. Sí sé que mi estilo está dentro del raja y del hatha yoga,
pero mejor llamarlo yoga (a secas), para no perdernos en los nombres, ni en las interpretaciones
que de ellos pudieran derivarse.
Lo que se sabe de cierto, dejando de lado toda demás interpretación mística o supersticiosa, es
que el primer gran maestro, y sintetizador del yoga fue Patanjali, un sabio que vivió en la India
en el siglo tercero antes de Cristo aproximadamente; y su obra maestra son los Yoga Sutras, un
compendio de cuatro volúmenes donde se explica la ciencia del yoga en breves y sintéticas frases
(sutras). Tiene orígenes védicos, y es uno de los seis sistemas de pensamiento (dharsanas) del
Hinduismo. Sus mayores fuentes de influencia son la filosofía samkhya, el Bhagavad Guita y
algunos upanishads.
Patanjali sintetizó el yoga en ocho peldaños, por eso se le conoce como asthanga (ocho pies)
yoga, o raja yoga (yoga real, regio o de reyes).
1. Yama (observancias hacia los demás)
2. Niyama (observancias hacia uno mismo)
3. Asana (Postura física o ejercicio físico)
4. Pranayama (Control de la respiración o de la energía)
5. Pratiahara (Control de los sentidos)
6. Dharana (Concentración)
7. Dhyana (Meditación)
8. Samadhi (Realización)

Los Yoga Sutras de Patanjali son una de las obras cumbres de la humanidad en cuanto a
conocimiento y estudio de la psique humana; su estudio es de lo más recomendable junto con el
Bhagavad Guita.
Una cosa importante se ha de decir: Patanjali no da ninguna instrucción sobre ejercicios físicos
ni de respiración, aparte de unas breves y sencillas recomendaciones. El yoga que se conoce hoy
en día con sus ejercicios físicos característicos no aparece hasta el siglo XV, cuando
Swatmarama publica el Hatha Yoga Pradipika (Luz sobre el hatha yoga), que es la primera y
más importante obra escrita sobre el hatha yoga. Si antes de Swatmarama se practicaban las
técnicas de hatha yoga, lo ignoro, a fuentes escritas me remito. Hay quien afirma que el yoga
tiene doce mil años (en plena edad de piedra); y quien dice que en Mohenjo Daro y Harappa se
hacían asanas en el 4000 a.C. No lo sé. Yoga Sutras siglo III a. C.; Hatha Yoga Pradipika siglo
XV d. C. Esto es lo que hay documentado… Aunque tal como he dicho al principio, la tradición
oral siempre ha sido muy fuerte en la India, por lo que es muy probable que el yoga sea más
antiguo que las fuentes escritas que han llegado hasta nosotros.
Hatha tiene muchos significados: etimológicamente significa forzar, violentar o perseverar.
Algunos dicen que Ha significa Sol, y Tha Luna; y que el objetivo del hatha yoga es el de
equilibrar la energía del cuerpo, la polaridad de ida y pingala para alcanzar el equilibrio; pero
etimológicamente no tiene ningún parecido, por lo que parece un añadido a conveniencia a
posteriori. Sinceramente, no tengo ni idea de cuál será su significado. El hatha yoga tiene
influencias tántricas-shivaíticas, y difiere en parte de la visión védica de Patanjali. La clave está
en integrarlos bien.
En fin, de Swatmarama y Gheranda (otro maestro posterior) provienen la mayoría de técnicas
que conocemos hoy en día, especialmente en lo que se refiere a asanas y pranayama, y
posteriormente han habido adiciones tales como «el saludo al Sol», y otra serie de ejercicios
específicos.
En el siglo XX, un gran maestro de yoga apareció en occidente, dando una amplia difusión al
raja y al hatha yoga, con un toque peculiar; se trataba de Swami Vishnudevananda, discípulo de
Swami Sivananda. Una mezcla de raja hatha yoga con marcado acento védico e hinduista, pero
con un concepto fabuloso de cinco principios.

1. Alimentación adecuada
2. Respiración adecuada
3. Ejercicio adecuado
4. Descanso adecuado
5. Pensamiento positivo y meditación (cultivo de la mente)
Así, en el siglo XXI, con estos cinco principios se puede sintetizar todo lo demás, adecuando la
práctica a las necesidades de cada persona; sin dogmatismos, sin supersticiones, sin líneas
rígidas, sin mortificaciones ni austeridades, utilizando lo mejor de todas las técnicas que
conocemos, utilizando el sentido común y la inteligencia. Estamos en el tercer milenio, donde la
ciencia occidental ha de fusionarse con la sabiduría oriental de forma inteligente, sin fanatismos;
adaptándose o adecuándose (para hacer justicia a los cinco principios) al tiempo y al lugar; con la
mente y el corazón abiertos. Poco importa de dónde viene y cuáles fueron las motivaciones
iniciales de la fundación del yoga; lo importante es qué hacemos con él en este tiempo que nos
ha tocado vivir, y como lo aplicamos a nuestra vida.
¿Qué tipo de yoga haces? Pues yoga a secas; yoga de unión, yoga de síntesis; yoga ecléctico (que
asimila lo mejor de cada sistema); yoga inteligente. Aprender a respirar bien, a mantener el
cuerpo en condiciones mediante un ejercicio moderado, a relajar y soltar tensiones y a cultivar la
mente mediante el estudio, la meditación y el pensamiento positivo. ¿Para qué? Para llevar una
vida más rica y plena, y poco a poco conocer quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos,
alcanzando la realización del ser, la mayor empresa que puede lograr el ser humano.
Pero todo esto hecho con libertad, sin miedo, sin dogmas, sin estructuras cerradas, sin
instituciones religiosas, sin gurús, sin fronteras, sin límites… El presente es nuestro; el camino lo
hacemos andando; somos los gobernantes y los jueces de nuestra vida.
¿ES EL YOGA UNA RELIGIÓN?

—¿Es el yoga una religión?


—¡Por supuesto que no! —te responderá un profesor de yoga.
—¿Es el Yoga una secta?
—En absoluto, tu eres libre de hacer lo que quieras —te contestará.
—¿Hay que creer en el Hinduismo para practicar yoga?
—¡Qué va! En el yoga no hay que creerse nada, solo experimentar, es una ciencia...
—¿Y tu Aimar? ¿Qué nos dices sobre esto?
—Sinceramente, no lo tengo muy claro.
—¿Qué?
—Pues eso, que el yoga si bien puede que no sea una religión, está íntimamente vinculada con el
Hinduismo, y sus postulados básicos requieren de cierta creencia así como de superstición.
—¡No jodas!
—Sí... Me temo que sí. Y lo que tengo claro es, que aunque lo parezca, no es una ciencia al cien
por cien, ya que ciertos de sus dogmas y «supuestos», escapan al método científico.
—¿Y puede ser una secta?
—Claro que puede serlo, de hecho hay infinidad de sectas de yoga, pero el yoga no tiene la culpa
de esto, sino los que hacen de él una secta (tanto seguidores como seguidos).
—Me estás acojonando Aimar... Yo que acababa de empezar con ilusión la práctica del yoga.
—Bueno, no te preocupes, el yoga, aparte de todo esto tiene cosas excelentes, no hay que
descartarlo por ello. Hacer yoga es como ir al mercado, ¿no vas a comprar todo lo que hay allí,
no? Trata de comprar solo lo que necesitas, y si es de buena calidad mejor.
—¿Te das cuenta de lo que acabas de decir? Estás tirando piedras sobre tu propio tejado.
—Bueno, antes que yogui soy buscador de la verdad.
—¿Y entonces qué?
—Nada, seguir practicando yoga bajo una buena guía, y sabiendo lo que hay, sin engañarnos.
¿Por qué escribo esto? Porque nadie más lo dice, y estoy harto de oír que el yoga es «muy bueno
para todo», que el yoga es inocuo, que es compatible con cualquier religión y con cualquier cosa,
y que es científico. Hay que aclarar varios conceptos de base.
Orígenes del Yoga: La India hace miles de años (no sé la fecha exactamente).
Contexto religioso: Hinduismo.
Objetivo del Yoga: Alcanzar la Realización del ser o la unión con Dios.
Postulados básicos del Yoga (requieren de creencia en ello):
◦ Existencia de un espíritu incorpóreo anclado a cada ser individual, que sobrevive
a la destrucción del cuerpo físico.
◦ Existencia de la reencarnación.
◦ Existencia de Dios.
◦ Existencia de jerarquías espirituales.
◦ Existencia de una energía (prana), base de casi todas las técnicas de yoga, con
sus correspondientes centros activos (chakras).
◦ Existencia de las leyes del Karma y del Dharma.
Técnicas: Ejercicios psicofísicos para equilibrar y transcender las cualidades de las gunas,
para así lograr la emancipación en vida del ciclo de nacimientos y muertes.
Métodos de transmisión: Maestro-discípulo en ashrams tradicionales, o si no como
«inocente gimnasia» en centros especializados, gimnasios, polideportivos o herboristerías de
la esquina. Actualmente también hay algunos frikis que lo enseñan online (me incluyo).

—¡Einn, qué es esto!


—Esto es el mercado del yoga, en su sección de frutas, verduras, carnes, pescado y casquería...
Ahora bien, ¿qué quieres comprar aquí?
—Esteee... creo que no voy a volver a entrar en este blog.
—Me parece muy bien, pero responde a mi pregunta, ¿qué falta en tu vida que puedas comprar
en el mercado del yoga?
—Un poco de forma física, relajación, bienestar, positividad...
—Muy bien, en ese caso permíteme ofrecerte técnicas (contrastadas durante cientos de años por
miles de practicantes) que te van a ayudar a mejorar tu estado físico, emocional y mental.
—¿Veré enseguida los resultados?
—Te voy a recetar unos ejercicios mágicos que si los practicas, en unos meses serás feliz...
—¿Estas de coña, no?
—Claro que lo estoy... Esto requiere de trabajo duro, de ciencia y de paciencia.

Volviendo a la cuestión inicial de si el yoga es una religión, diré que es un sistema filosófico, o
mejor dicho un método que nos sirve para lograr una mayor plenitud en nuestra vida. De este
modo, el yoga puede seguir dos grandes líneas:
1. La que se mantiene ligada al Hinduismo.
2. La que se aleja de él y se acerca al positivismo (método científico).
Si optamos por la primera línea, aceptamos sus postulados básicos como «hipótesis de trabajo»
y profundizamos en nosotros bajo el camino trillado de un sistema religioso, como es el caso del
Hinduismo. Si somos creyentes de otra religión, incluida el ateísmo, que es la «creencia» en no
Dios (igualmente una creencia), tal vez nos topemos con algunos conflictos, pero nada
insuperable. Esto no es malo; no es malo seguir una religión si uno es consciente de que la está
siguiendo. Las personas creyentes son más educadas, tolerantes, amables, felices e incluso sanas
psicológicamente (aunque habrá excepciones, claro está).
Si optamos por la segunda vía, dejamos pelado al yoga de toda su tradición y nos quedamos con
lo que nos interesa y con aquello que podemos descuartizar bajo el método científico. Ejercicios
físicos para el mejoramiento de la forma física, técnicas de respiración y meditación orientadas
a un equilibrio emocional, relajación, paz y serenidad mental; así como una base sólida y firme
para un posterior buceo en las profundidades de nuestra psique.
Los dos caminos están bien, sigue el que te plazca o el que mejor te vaya según sea tu momento
personal; nadie te va a llamar «chaquetero» si deseas cambiar más adelante.
Obviamente hay un tercer camino, siempre hay una tercera alternativa: la del medio. Es decir,
materialista acérrimo con los pies incrustados en el suelo, pero con la intuición libre de cadenas,
la mente abierta y humildad para aceptar hechos que se escapan a la razón.
Sé que este artículo creará polémica y levantará llagas, pero también lo creo necesario, pues es
un tema en boga. No hace mucho se puso una demanda en un estado de EEUU tachando al yoga
de religión e intentando quitarlo de la educación pública (en la que lo practican miles de niños).

No debe preocuparte si el yoga es una religión o no, sino cómo tiene amueblada la cabeza el
que te enseña yoga; y más importante aún, cómo tienes amueblada tú mismo tu cabeza.
LA CIENCIA AVALA EL YOGA

Ayer me dijo un amigo:


—Aimar, ¿has leído el artículo sobre el yoga que venía este domingo en el XLSemanal (una
revista gratuita que viene los domingos con los diarios)?
—Pues no...
—Es muy interesante, deberías leerlo.
Así que eso he hecho hoy, y realmente me ha parecido muy interesante. El artículo se titula
Curar con la mente, escrito por Carlos Manuel Sánchez. Es un artículo extenso, pero resumo lo
más importante:
«Los científicos han descubierto que las emociones positivas pueden curarnos. Y creen haber
hallado la puerta misteriosa que le permite al cerebro actuar sobre nuestro organismo: el nervio
vago. Otra buena noticia: la alegría y la paz interior están clínicamente asociadas a la
longevidad. Sonría y lea...
...Se puede estimular el nervio vago recurriendo a métodos como la meditación, el Yoga y otras
sabidurías milenarias que se están ganando el respeto en facultades y hospitales...
...Los médicos empiezan a tomar en serio el pensamiento positivo. Cuando despierta confianza
en su paciente, el doctor le provoca incluso respuestas físicas que actúan como un
medicamento...
...Un estudio de la Universidad del Estado de California, en Los Ángeles, demostró que la
práctica del Yoga intensifica la densidad de los huesos vertebrales.
Su capacidad para bajar los niveles de la hormona del estrés y el cortisol ayuda a conservar
calcio en los huesos y contribuye a alcanzar la relajación muscular y bajar el ritmo respiratorio,
favoreciendo así entrar en estados mentales más serenos y tranquilos».
Fuente: XLSEMANAL 29 de septiembre de 2013

Pues sí, es muy positivo que se publiquen hechos científicos que avalen la eficacia del yoga y la
meditación. Esto no es nuevo, desde hace años se sabe que el yoga funciona, pero la mente
occidental necesita pruebas científicas, cuantas más mejor, de que algo es válido porque lo
dicen las eminencias. Hay muchos más estudios sobre esto, y si buscamos en la red hallaremos
muchas más evidencias contrastadas por diferentes universidades y hospitales. Espero que las
investigaciones continúen.
También habrá que seguir de cerca al nervio vago, que por lo visto tiene un papel relevante en
todo esto, así como animar a investigadores de diversas disciplinas, que mediante el método
científico demuestren lo que los yoguis de antaño descubrieron mediante el método intuitivo: que
la mente tiene poder sobre el cuerpo y que somos mucho más que huesos, músculos, tendones,
órganos y sangre.
¿POR QUÉ PRACTICAR YOGA Y NO OTRA COSA?

¿Por qué practicar yoga? ¿Qué nos puede ofrecer el yoga que no nos ofrezca otra cosa? En este
artículo me toca vender el yoga (ya lo venía haciendo desde el principio) más descaradamente.
Hoy en día existe un amplio mercado de actividades físicas o lúdicas al alcance de todos. En
cada ciudad y en cada pueblo tenemos donde elegir: gimnasios, polideportivos con mil
actividades dirigidas (spining, aerobic, pesas, cintas para correr, bicicletas estáticas...), piscinas
para nadar, canchas de tenis o padel, escuelas de yoga, de tai chi, de pilates, meditación, zen,
mindfulnes, artes marciales (aikido, karate, judo, taekwondo...), y más cosas que ahora no me
vienen a la cabeza. Todo esto lo podemos realizar pagando desde unas modestas cuotas si
realizamos la actividad en cuestión en una asociación de vecinos o algo más elevadas e incluso
hasta caras en un gimnasio o escuela de prestigio.
Vuelvo a la pregunta inicial, ¿por qué yoga?, ¿por qué elegir el yoga como nuestra actividad
entre todas las demás? De aquí sin duda surge la siguiente cuestión, que todo buen vendedor
haría: ¿Qué puede ofrecerte el yoga que no te ofrezca otra cosa? ¿En qué marca el yoga la
diferencia?
¿Forma física? Ayer fui al gimnasio a hacer pesas (hacía tiempo que no iba) y hoy tengo unas
agujetas como si me hubiera pasado un camión por encima; eso sí, si hago pesas durante dos
meses seguidos, dos días a la semana, consigo un cuerpo físico que no conseguiría ni haciendo
yoga cinco años seguidos.
¿Respiración y salud cardiovascular? Salir a correr, andar en bici o nadar produce más
beneficios y en menor tiempo que sesiones intensas de yoga.
¿Relajación? Sí, pero también me relajo bastante tumbado en el sofá viendo una película con
una cerveza en la mano (a lo Homer Simpson).
¿Concentración mental? Aquí sí que el yoga podría destacar, pero no más que el tai chi o el
zen.
¿Entonces, si el yoga no destaca en nada, por qué practicarlo? Tal vez porque el yoga trabaja
todas esas cosas a la vez, no destaca en nada pero tampoco se deja nada. Los yoguis suelen ser
personas con cualidades medias en todos los sentidos, y eso, a mi parecer, es más valioso que
destacar en algo y tener carencias en otra cosa.
Por cierto, este es mi artículo número 100 en el blog YOGA en CASA, y si le echáis un vistazo,
he escrito casi de todos los temas. El yoga me permite hacer esto, porque el yoga en cierta
medida trata de la vida en todos sus aspectos.
Pero, por si aún no os he convencido, hay más. Hay un tesoro escondido en cada uno de
nosotros. Un tesoro olvidado y remotamente inaccesible. Un tesoro fuente de dicha, prosperidad
y de sentido.
El yoga hace tres cosas:
1. Decirte que existe ese tesoro y hacerte consciente de la necesidad de encontrarlo. Eso es
deseo (Iccha).
2. Señalarte en el mapa dónde está ese tesoro. El mundo es muy grande, al igual que nuestro
interior, y sin la X que marque al centímetro la ubicación exacta de ese tesoro, nuestra
búsqueda sería en vano. Eso es conocimiento (jñana).
3. Ofrecerte las herramientas para poder desenterrar ese tesoro. Todas las técnicas de yoga
(asanas, pranayama, relajación, concentración) tienen esa finalidad, permitirnos de forma
óptima desenterrar ese tesoro. Eso es acción (kriya).
Conocimiento, deseo, acción y su síntesis (el yoga); eso es lo que ofrece el yoga, el trabajo
de esos aspectos de nuestro ser para llegar a ese tesoro.
Por todos estos motivos, me quedo con el yoga. Podría haber sido profesor de tai chi, pilates,
stretching, culturismo o zumba, pero me quedo con el yoga. ¡Pero ojo, no de cualquier yoga!
Hay yogas y yogas; hay profesores y profesores.
Y esto quiero recalcarlo en este artículo de venta. Soy comercial y no voy a favorecer a otros o
generar la falsa idea de que el yoga es bueno y necesario solo por el hecho de llamarse yoga. El
yoga que yo vendo es del que hablo. El yoga que trata de buscar el tesoro, el yoga que
fomenta el conocimiento, el deseo y la acción; el yoga que en una clase trata la teoría, la
respiración, el ejercicio físico, la relajación, la concentración y la meditación; el yoga que no
se va por los mundos de Yupi con el hinduismo y la New Age. Si no es así, mejor apúntate a
aerobic o a spining.
Mi recomendación personal es que, como propósito de este año, si no lo has hecho ya, te apuntes
a una escuela de yoga; pero antes haz una clase de prueba; entrevístate con el profesor y si no te
convence, busca a otro; puede haber un mundo de diferencia entre un profesor y otro. Si no,
siempre te queda la opción de practicar yoga conmigo en la distancia y a través de la fuerza de tu
voluntad. Insisto, hay yogas y yogas, y profesores y profesores.
¿Por qué soy profesor de yoga y no de otra cosa? Tal vez por amor.
«Tal vez el amor sea el proceso por el cual yo te conduzca delicadamente de regreso a ti
mismo».
Antoine de Saint-Exupéry
LA SALUD

La vida del ser humano dispone de cuatro pilares fundamentales: el pilar de la salud física, el de
las relaciones, el de la prosperidad material, y el de la felicidad. Hay afortunados cuyos cuatro
pilares están sólidos y enteros; pero en la gran mayoría de personas, alguno o algunos están
resquebrajados o rotos.
Muchos piensan que la felicidad depende de que los tres primeros pilares estén en buenas
condiciones, pero hay gente que tiene buena salud, relaciones plenas y mucho dinero; y aun así
son infelices, desdichados, amargados, deprimidos… Por lo tanto, esa tesis queda anulada. La
felicidad es una cuestión de actitud mental, una apreciación y contentamiento con lo que uno es y
tiene en cada momento, sea lo que sea. Al final, la felicidad es una cuestión de inteligencia, ya
que el «feliz», denota la suficiente inteligencia como para haber conducido el barco de su vida
hacia un puerto llamado «felicidad».
Ahora bien, de todos estos pilares, a mi parecer, el más importante y el sine qua non es la salud.
«La salud no lo es todo, pero sin ella, todo lo demás es nada», afirma un dicho popular. Si una
persona posee buena salud, puede superar las perdidas y el sufrimiento que produce el derrumbe
del pilar de las relaciones, y puede reconstruirlo en caso de estar derruido; puede espabilarse y
buscarse la vida como sea para mantener el pilar de la prosperidad material a salvo; y puede
cultivar su mente y su actitud para llegar a ser feliz, independientemente las circunstancias que le
rodeen. Pero si la salud falla, amigo…, todo lo demás pasa a segundo plano. Por eso es de vital
importancia dedicar tiempo para el mantenimiento de la salud.
Y de eso hablaremos hoy: del mantenimiento de la salud. Cuando uno la pierde tendrá que ir al
médico, o al profesional que corresponda, pero después de recuperarla, y antes de perderla, hay
que mantenerla. Cuestión difícil, ya que no solemos valorar lo que tenemos hasta que lo
perdemos, y es entonces cuando nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena… Pocos se
acuerdan de ella antes.
Un sabio yogui del siglo XX, Swami Vishnudevananda, propuso un sistema de cinco puntos para
mantener y conservar la salud, basados en parte en las ancestrales prácticas de yoga. No son
infalibles, pues a pesar de que uno se cuide mucho, no está libre de las garras de la enfermedad,
pero sí que pueden ayudarnos a reducir la incidencia de esas crueles garras, y a propiciar una
mayor calidad de vida. No obstante, estos cinco puntos me parecen muy interesantes y dignos de
ser seguidos.
Los cinco principios para la salud son los siguientes:
1. Alimentación adecuada: Las células de nuestro cuerpo físico se construyen con los alimentos
que ingerimos. Lo que en un primer momento ingerimos por la boca, a través del maravilloso
proceso de la digestión, se transforma en la materia prima que conforma nuestro cuerpo. Es por
ello importante comer alimentos de calidad, y en las proporciones adecuadas de hidratos de
carbono, proteínas, grasas y vitaminas y minerales, según la constitución de cada individuo.
Cada persona tendría que saber qué alimentos y en qué proporciones le van bien para él, o en
caso de no saberlo, ir donde un profesional que le oriente.
Breve decálogo basado en el sentido común:
- No te obsesiones con la comida. Conozco gente que se ha alimentado fatal durante
toda su vida y ha llegado a vivir más de 90 años.
- No abuses de la comida. Cuando tu estómago esté lleno te lo hará saber, hazle caso.

- Come variado, dando prioridad a lo que te gusta. El sentido del gusto está para algo,
y si un alimento particular nos gusta, es porque le sienta bien al cuerpo (a no ser que seas
alérgico a algo); eso sí, tampoco abuses de él ni seas monótono.
- Haz varias comidas fuertes al día y trata de no comer entre horas. Una cosa es
hambre, y otra ganas de comer. Picando entre horas lo que conseguimos es que el sistema
digestivo no descanse nunca.
- Mastica bien la comida. La digestión empieza en la boca. Al masticar bien, aparte de
saborear la comida y disfrutarla, la ensalivamos para que se haga mejor la posterior
digestión en el estómago.
- Trata de cocinar tú mismo tu propia comida, o si no, que lo haga alguien que te
quiera. La comida hecha con amor sabe mejor.
- De vez en cuando come en algún restaurante de dudosa calidad. De este modo,
mantendremos las defensas de nuestro cuerpo en forma. No es broma, una alimentación y
una vida muy pura dejan nuestras defensas débiles a la larga.
- Una oración antes de comer no va mal. No tiene por que tener connotaciones
religiosas o ser estrafalaria; una simple oración discreta de gratitud y de consideración a
los animales y vegetales que se han sacrificado por alimentarnos. Puede durar unos escasos
segundos sin que nadie se entere.
- Ayuna de vez en cuando. El ayuno es una de las técnicas más poderosas que existen
para purificar el cuerpo y templar la voluntad.
- Disfruta de la comida. Comer es uno de los mayores placeres que existen, y si es en
buena compañía mejor. ¡Disfrútalo!

2. Respiración adecuada: La respiración aporta oxígeno a las células, y expulsa el dióxido de


carbono sobrante del organismo. La respiración adecuada es vital para el correcto anabolismo y
catabolismo celular. Si hay oxigeno insuficiente sucede como cuando hacemos fuego con pobre
ventilación: el combustible no se quema bien y salen humo negro y gases nocivos. En el cuerpo
sucede algo parecido: se acumulan toxinas que no son del todo expulsadas y el cuerpo no rinde
todo lo bien que podría hacerlo. Además, la respiración tiene cierta influencia sobre el sistema
nervioso autónomo del cuerpo, que es en parte responsable de nuestros estados de ánimo. Una
respiración superficial y rápida propicia la activación del sistema simpático, con sus derivadas
consecuencias de estrés, dilatación de pupilas, segregación de adrenalina y aumento de la
frecuencia cardíaca, entre otras cosas. En cambio, una respiración amplia, profunda y lenta activa
el sistema parasimpático, que propicia el descanso y la buena digestión, así como la segregación
de endorfinas, hormonas que propician bienestar y felicidad.
Es muy importante, por estos motivos, aprender a respirar correctamente.

3. Ejercicio adecuado: El ser humano está hecho para moverse, y no para llevar una vida
sedentaria. Está hecho para correr, saltar, nadar, cazar..., y morir joven. Pero en una sociedad de
bienestar como la de hoy en día, si no hacemos ejercicio voluntariamente, el cuerpo se va
deteriorando y surgen complicaciones y enfermedades físicas. El ejercicio adecuado mantiene las
articulaciones, tendones, ligamentos y músculos en condiciones, así como el sistema circulatorio
y respiratorio activo y capilarizado. Pero ojo, tampoco hay que pasarse, que el exceso de
ejercicio también es perjudicial. Todo en su justa medida, sin forzar el cuerpo y tratándolo con
mucho cariño. El yoga posee técnicas excelentes para mantener el cuerpo físico en forma; no
obstante, todo ejercicio bien hecho y bien orientado puede dar grandes frutos. Desde mi punto de
vista, es necesario trabajar el corazón, la espalda, el abdomen, las piernas y los brazos, en ese
orden preferente.
Corazón: Cuando deje de latir, será nuestro fin, por tal motivo, un corazón sano ha de ser la
primera prioridad de todo deporte o entrenamiento físico.
¿Cómo se entrena el corazón para volverlo más saludable? Con el ejercicio aeróbico de
baja intensidad. Es decir, un ejercicio que ponga a latir el corazón en torno al 60% de su
frecuencia cardíaca máxima. Como orientación: que podamos hablar sin jadear mientras lo
hacemos. Andar, correr, bicicleta, nadar, una sesión intensa de yoga, jugar, hacer el amor...
Eso sí, para que el entrenamiento sea efectivo, ha de durar cada sesión un mínimo de 40
minutos.
¿Qué genera esto? Que las fibras del corazón (que es un músculo) se vuelvan más gruesas
y fuertes, logrando un bombeo más efectivo de la sangre así como una mayor
capilarización de los músculos.
No importa qué ejercicio hagas siempre y cuando el corazón se mantenga a esa frecuencia
durante ese tiempo, esa es la clave. Menos frecuencia cardíaca no lo desarrolla tan bien,
aunque estés horas entrenando; mayor frecuencia tampoco, aunque te lo parezca.
Hay otra técnica que fortalece el corazón: las emociones positivas, el amor y la compasión.
Cultívalas también en la medida de lo posible.
Espalda: La columna vertebral es el pilar central del cuerpo (lo que lo sostiene), así como el
canal sobre el cual viajan todos los nervios (médula espinal). Es por ello, sin duda, lo
siguiente en importancia a trabajar. Una espalda sana no tiene precio. ¿Cómo se entrena?
Mediante ejercicios de flexibilidad. De hecho, el yoga dedica a la espalda la mayoría de sus
técnicas físicas.
¿Qué es lo que nos duele a casi todos después de cierta edad? ¿Qué es lo que más
incapacidad e inmovilidad provoca? ¿Qué es lo que se les encorva a los ancianos? No
olvides tu espalda, trabájala adecuadamente.
Abdomen: ¿Cuál es la función del abdomen, cintura abdominal o core? ¿Lucir la «tableta de
chocolate»? No, sostener la espalda, proteger los órganos internos, intervenir en la
respiración, y sobre todo, permitir el movimiento del cuerpo al mantener el esqueleto
erguido. Casi nada. Un abdomen fuerte y plano no solo es necesario por estética, sino por
salud y fuente de acción locomotriz. Entrénalo con sabiduría y por estos motivos. No lo
descuides pero tampoco sobrevalores su importancia estética.
Piernas: Piernas fuertes, resistentes y con articulaciones (cadera, rodillas y tobillos)
flexibles, te llevarán donde quieras sin problemas. Entrénalas con tino, pues un exceso de
entrenamiento de las piernas, a la larga provoca desgastes que salen muy caros. Combina
ejercicios dinámicos y estáticos; de fuerza, de resistencia y de flexibilidad.
Brazos: Los brazos son importantes pues son el origen de nuestra capacidad de
manipulación. Las manos son sin duda lo más importante de nuestras extremidades
superiores. ¿Las entrenamos? Casi todos usamos las manos para trabajar; ¿tienen la fuerza
suficiente para desempeñar bien tu trabajo? No necesitas más entonces. ¿Tienen tus brazos
la suficiente fuerza como para cocinar, llevar las bolsas de la compra, sostener a tus hijos o
hacer tus tareas diarias? No necesitas más entonces. Pero tampoco los descuides, entrénalos,
ejercítalos, dales un punto extra de fuerza y resistencia pero sin hacer de tus bíceps
montañas.
Nada con exceso. Ni con exceso de mucho ni con exceso de poco... Ejercita tu cuerpo de
forma moderada e inteligente. No lo descuides.
«Ejercicio moderado y sin forzar el cuerpo», dicen los grandes maestros de yoga. «Mente
sana en cuerpo sano», decía Platón. «No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma», decía
Pitágoras.

4. Descanso adecuado: Hoy en día el enemigo público número uno es el estrés, con todos sus
derivados de ansiedad, depresión, insomnio, etc. Eso es tensión, tensión, tensión…, y la
relajación es su remedio. Es durante el descanso cuando el cuerpo físico se regenera y asimila los
alimentos ingeridos; también asimila e integra ciertas experiencias psíquicas, especialmente
durante el sueño con ensueños. Es por eso de vital importancia dormir un número adecuado de
horas (de 7 a 8), y durante el día tomar unos minutos para desconectar del mundo ajetreado en el
que vivimos y relajarnos un poco.
Relajarse no es perder el tiempo, aunque así pudiera parecerlo en una sociedad competitiva y
productiva como la nuestra. Dormir bien tampoco es desperdiciar la vida; es en cambio una
inversión para que el cuerpo y la mente estén en plenas condiciones. La falta de descanso lleva a
la decrepitud del cuerpo físico (envejecimiento prematuro) y al agotamiento de la mente.
A relajarse también se aprende, con la técnica adecuada y con la práctica constante.

5. Pensamiento positivo: He aquí la piedra angular de estos cinco principios. Ya podemos


alimentarnos correctamente, respirar bien, hacer mucho ejercicio y dormir ocho horas diarias,
que si nuestro pensamiento es negativo, caótico, desordenado e improductivo, muy sanos no
estaremos.
«Cuando se quemó mi casa, puede ver la luna con mayor claridad», dice un proverbio Zen. He
aquí un ejemplo claro de pensamiento positivo. El pensamiento positivo tal vez sea el ingrediente
más importante para disfrutar de una vida plena, feliz y creativa; amén de las circunstancias
externas que nos envuelvan.
Somos lo que pensamos y nos convertimos en el fruto de nuestros pensamientos. ¿Por qué?
Porque a nuestras acciones les preceden nuestros pensamientos. En la mayoría de las personas el
pensar va antes que el actuar. Nuestra vida es el resultado de nuestras acciones, de nuestros actos
(tanto pequeños como grandes); nuestros actos son el resultado de nuestros hábitos, y los hábitos
los conforman nuestros pensamientos y por lo tanto, el hombre se convierte en lo que piensa.
¿Crees que eres un desgraciado, que no vales nada, que no mereces nada? Pues probablemente
sea cierto y la vida reflejará eso en ti. Después tú dirás «¡Ves como tenía razón!» ¿Crees que eres
un triunfador, alguien que no ve obstáculos sino oportunidades, alguien que utiliza el mismo
suelo que lo tira para levantarse? Probablemente el éxito llame a tu puerta tarde o temprano.
¿Eres un punto intermedio (como la mayoría) con altibajos de pensamiento positivo y negativo?
Entonces tu vida tendrá picos y valles. «Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes,
en cualquier caso estás en lo cierto», decía Henry Ford, ya que nuestro pensamiento conforma
nuestra realidad.
El pensamiento positivo es un pensamiento realista, y esto ha de quedar claro. No todo en la vida
es de color de rosa, pero hay que ser agudos e inteligentes como para sacar jugo a todas las
experiencias, por muy negativas que sean, y así avanzar siempre hacia adelante.
¿Cómo decirle que sean positivos a las personas que acaban de perder su trabajo o que están
desempleados sin apenas esperanza de cambiar de situación? ¿Cómo hablar sobre la importancia
de ser positivos a las personas que pasan hambre, que están enfermas o que acaban de perder a
un ser querido? Con suavidad, con cautela y con ejemplos.
Se requiere de un gran adiestramiento para superar la dualidad de los opuestos (espejismo donde
los haya). La vida está cargada de estas experiencias, ora teñidas de dicha, ora de sufrimiento
extremo. Pero mientras sigamos vivos, mientras una chispa de vida anime nuestros vehículos
físicos, hay que mantener la mente afilada y positiva para aprender al máximo de las
experiencias, para así superarlas y transcenderlas.
La polaridad se transciende en el centro, después de haber vivido y aprehendido ambos polos. Si
hay algo en tu vida que te provoca tribulación, piensa que con la actitud adecuada cada día estás
más cerca de que llegue a su fin y pase al otro polo, para, igualmente superarla e integrarla en el
centro. Si te estancas en un polo, cada vez se irá cargando de más energía y más complicado
resultará salir de él.
Los fracasos nos catapultan hacia el éxito; la pobreza agudiza el ingenio; la enfermedad propicia
valorar mejor la salud postrera; el desamor templa nuestro corazón, lo desgarra y las cicatrices
que quedan de recuerdo hacen que a través de ellas se filtre mucho más amor.
Fe, esperanza y amor. Nada más hace falta. La fe es la máxima expresión del pensamiento
positivo: fe en la vida, en que todo tiene un propósito ordenado. Esperanza como sublimación
emocional que se convierte en escudo; escudo que nos protege de las adversidades y nos hace
resistir lo indecible porque sabemos que todo es transitorio. Y amor como máxima expresión de
la acción; el amor es la maestría de la acción.
El cuerpo físico es el chasis de nuestra nave; las emociones nuestro motor, lo que nos impulsa, lo
que nos mueve. La mente es la dirección, el timón... Por eso es tan importante el pensamiento
positivo, pues él nos permitirá llegar a buen puerto.
Pregunta típica donde las haya, ¿cómo ves el vaso, medio lleno o medio vacío? Yo lo veo
siempre lleno: lleno hasta la mitad de agua, y lleno hasta el borde de aire. Siempre lleno. Si está
completamente vacío de agua no te preocupes, fíjate cuánto potencial tiene para ser llenado de
nuevo. Si está completamente lleno de agua no te vanaglories, pues el agua estancada se pudre;
mi consejo es que te lo bebas y lo vacíes, para darle un mensaje a la vida: que te ofrezca nuevas
experiencias y que haya movimiento pues aún estás vivo...
Otra cosa importante, y que debemos tener siempre presentes es la siguiente: por muy bien que
nos cuidemos y aunque tengamos los mejores médicos, tarde o temprano vamos a morir.
Nuestros cuerpos físicos tienen fecha de caducidad; todos, inexorablemente. Por tal motivo, hay
que cuidarse, pero sin obsesionarse. La salud es un «medio», no un «fin».
El yoga, con su amplio repertorio de técnicas, nos enseña a cultivar estos 5 principios. Existen
técnicas de respiración, técnicas físicas para mantener el cuerpo en óptimas condiciones, técnicas
de relajación para liberar un poco el estrés, y como no, su ejercicio estrella: la meditación, que
nos sirve para cultivar y adiestrar la mente y el pensamiento positivo. Recomiendo ampliamente
su práctica.

*Este capítulo forma parte de mi libro El Uno sin segundo.


ESTRÉS: ENEMIGO PÚBLICO Nº 1

El estrés, o síndrome general de adaptación, parece que se está convirtiendo en el enemigo


público número uno del siglo XXI.
Todos padecemos estrés, en mayor o menor grado, y eso se va notando en nuestra salud física,
en nuestro equilibrio emocional, en nuestra agitación mental, y en nuestras relaciones personales.
Nuestro estilo de vida y la sociedad competitiva en la que vivimos propicia enormemente la
aparición y la evolución del estrés. Hasta los profesores de yoga están estresados, aunque parezca
irónico... Cuánto más no lo estarán las personas que no conocen técnicas para paliarlo.
¿Qué es el estrés? La Organización Mundial de la Salud lo define como «el conjunto de
reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción». Se podrían dar muchas más
definiciones, pero nosotros lo haremos de una forma sencilla: el estrés es una constante
tensión.
¿Cuál es el remedio para el estrés? Su opuesto, la relajación. Tenemos que aprender a relajarnos
de una forma u otra, para, a modo de válvula de escape, liberar el exceso de tensión que produce
el estrés dentro de nosotros.
¿Qué produce el estrés? Ante todo una disminución en nuestra calidad de vida, pero también
produce decrepitud física, cansancio, mal humor (con la consecuente debilitación de nuestras
relaciones personales); y si aumenta en cantidad y en el tiempo, puede derivar en insomnio,
ansiedad, depresión, úlceras gástricas y otro tipo de complicaciones.
Cabe decir que el pensamiento positivo y el optimismo ayudan enormemente a combatir el
estrés, si se combina con técnicas de relajación.
En una clase de yoga vamos a aprender, sin técnicas sofisticadas, a relajar el cuerpo, a soltar
tensiones emocionales y a serenar la mente. Todo ello encaminado a ir adquiriendo una mayor
calidad de vida.
¡Es muy fácil! Solo hay que aprender a respirar, estirar un poco el cuerpo, soltar tensiones, y ver
la vida desde otro ángulo más positivo y constructivo. En el blog de YOGA en CASA podrás
encontrar técnicas sencillas y efectivas que te ayudarán a relajarte, como por ejemplo esta
respiración antiestrés de urgencia.
Porque, al fin y al cabo, lo que nos produce el estrés no son las experiencias que vamos teniendo
en la vida, sino nuestra forma de reaccionar ante ellas.
¿SIRVE EL YOGA PARA ADELGAZAR?

Esta pregunta me la han hecho muchas veces, si se adelgaza con el yoga. La respuesta es que sí,
que puede ayudarnos a perder peso, aunque ese no sea el objetivo principal del yoga.
Adelgazar es muy «sencillo», y solo hay 2 formas de conseguirlo:

O se come menos de lo que se gasta.


O se gasta más de lo que se come.

¿Veis que fácil? No hay más secretos. Otra cosa es que uno tenga un sobrepeso excesivo,
obesidad mórbida, problemas hormonales o alguna enfermedad importante. En ese caso no es tan
fácil, y será necesario acudir donde un médico o un dietista especializado. Pero para los demás
casos, para esos kilos de más que a todos nos molestan estéticamente y que apenas influyen en
nuestra salud, el yoga sí que puede ser un buen aliado, si adoptamos unas cuantas
consideraciones.
¿Por qué mucha gente empieza todo tipo de dietas y no logra sus objetivos? Sencillo
también, porque por lo general nos polarizamos en una de las dos opciones antes descritas:
Un cambio importante en la dieta. Pasamos hambre, lo hacemos con desgana y como si
fuera un suplicio; o el cambio de dieta nos supone comprar en tiendas diferentes o cocinar
de forma diferente. Esto hace que rápido volvamos a nuestros antiguos hábitos alimenticios.
Resultados nulos.
Un cambio importante en los hábitos deportivos. Nos apuntamos a algún deporte o
actividad, nos damos unas buenas palizas físicas los primeros días, y tras el entusiasmo
inicial, por inercia volvemos a nuestros antiguos hábitos. O si no, si por fortuna
conseguimos consolidar el nuevo hábito, después de tanto ejercicio volvemos a casa con un
hambre atroz, vaciamos la nevera y equilibramos la ecuación: recuperamos las calorías que
tan duramente hemos gastado.

Solución:

Comer un poco menos y hacer un poco más de ejercicio. Sin esperar resultados milagrosos,
dejando que el tiempo, factor muy importante, vaya modelando nuestro cuerpo a nuestros nuevos
hábitos.
Hay que empezar por hacer cosas fáciles que no nos supongan demasiado esfuerzo. Por ejemplo:
Dieta:
En el desayuno no hace falta cambiar nada.
A partir del mediodía toma el café sin azúcar (ni sacarinas, ni endulzantes ni nada por el
estilo, eso es puro veneno). ¿Que está malo? Bueno, al sabor amargo se acostumbra uno, al
igual que a las «amarguras» de la vida, que luego nos hacen apreciar mejor los momentos
«dulces».
Si te entra hambre por la tarde y quieres «picar» algo, come fruta.
En la cena no comas pan.
Bebe más agua durante el día (a ser posible un poco fría, para acelerar el metabolismo).

Ejercicio:
No uses más el ascensor de tu casa (si vives en la planta número 20, pues te bajas en la 17 y
subes 3).
Aumenta las sesiones de yoga semanales (siempre descansando 1 día entre sesión y sesión).
Si no tienes mucho tiempo, echa un vistazo a nuestro curso de Hatha yoga para
principiantes, en él te enseñamos 3 sencillas rutinas de 5 a 10 minutos que todo el mundo
puede sacar tiempo para practicar.

Factor clave: Tiempo, tiempo, tiempo.... Constancia, constancia, constancia... Dejar que los
nuevos hábitos se implanten bien en nuestra mente y en nuestro cuerpo.
YOGA Y ENVEJECIMIENTO

Esta mañana cuando me he levantado y he mirado mi teléfono móvil, tenía varias noticias
destacadas sobre yoga. Todas decían así: «El yoga adormece el envejecimiento: Científicos
demuestran que las antiguas prácticas del yoga ayudan a prevenir las enfermedades
vinculadas con el estrés...». Noticias como esta no son infrecuentes, ya que cada vez más la
ciencia avala el yoga y sus beneficios.
Bien, a todo el mundo le gustaría retrasar el envejecimiento, encontrar el elixir de la eterna
juventud. Estos científicos han demostrado mediante sus estudios que el yoga tiene una base
real para frenar los efectos del envejecimiento. Yo que no soy científico, voy a dar mi propia
versión; una versión más mística si cabe.
En este universo, todos los seres y cosas están bajo el influjo de tres principios ecuménicos, la
«Trinidad primordial», que no es otra cosa que los procesos que intervienen en la creación, en la
plenitud o equilibrio y en la decadencia o destrucción.
Los antiguos hindúes los llamaban Brahma el creador, Vishnu el conservador y Shiva el
destructor. Esto a su vez está basado en la parábola solar, que describe el ascenso del Sol desde
el alba hasta el mediodía, y el descenso desde el mediodía al ocaso, pasando por la propia fase
del mediodía, que es el momento de plenitud y equilibrio.

A nivel biológico, a nivel celular, estas mismas leyes rigen, pero con otros nombres: son los
denominados procesos anabólicos y catabólicos. Así, durante nuestra infancia y juventud
temprana, tienen predominancia en nuestro cuerpo los proceso anabólicos, de crecimiento.
Durante un breve lapso de tiempo (10, 15 o 20 años), hay cierto equilibrio entre anabolismo y
catabolismo, durante la época de plenitud física, que va de los 20 a los 35 años
aproximadamente. A partir de ahí, toman el relevo los procesos catabólicos que se encargan de
destruir el cuerpo hasta su ocaso, en la muerte.
Esto sucede en todos los seres y cosas sin distinción. Las flores crecen, florecen y se marchitan.
Los imperios se crean, se expanden y se destruyen. Los modelos económicos se gestan, alcanzan
su cenit y caen para ser reemplazados. Las estrellas nacen, lucen y explotan. El ser humano..., no
iba a ser menos: crece, se mantiene en plenitud y después degenera. A ese proceso de
degeneración le llamamos envejecimiento.
Ahora bien, ¿cómo actúa el yoga contra el envejecimiento? Modificando la parábola solar,
frenando la caída, manteniendo a raya los procesos catabólicos.

¿Cuál es el mayor factor que acelera el envejecimiento? El estrés. El estrés produce


decrepitud física y envejecimiento prematuro; el estrés acelera el catabolismo del cuerpo.
¿Por qué hay gente que tiene 30 años y parece que tiene 50? ¿Por qué hay gente con 50 que
parece que haya hecho un pacto con el diablo? Aparte de la carga genética que pueda haber en la
persona (factor importante) está el factor «cuidarse». El tabaco acelera el envejecimiento, oxida
las células, al igual que el alcohol, las drogas, la prolongada exposición al Sol y la mala
alimentación; pero lo que más, sin duda, acelera la caída es el estrés. El Yoga mantiene a raya
el estrés, y por ende, mantiene a raya el envejecimiento prematuro. Esta es la clave de todo
este asunto.
¿Todos queremos ser jóvenes, verdad? Todos nos preocupamos por estar jóvenes y guapos, y
cuando llega cierta edad, o nos miramos en el espejo y cierta arruga nos amarga el día, nos
gastamos dinero en cremas anti-aging, en tratamientos, en remedios milagrosos, en parches y en
cirugía estética. Vale, de acuerdo, eso no está mal, pero recordad que la cuestión radica a nivel
celular, en la ralentización de los procesos catabólicos.
—Vale, me has convencido, me apuntaré a yoga cuando sea más viejo. Porque el yoga es un
deporte de viejos, ¿no?
—No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Empieza a practicar yoga hoy mismo, cuanto
antes empieces, antes frenarás la caída. Si te apuntas más tarde..., pues sí, el yoga será un deporte
para viejos.
Para terminar, decir que hay muchos artículos y opiniones que dicen que «el yoga rejuvenece», o
que «el yoga alarga la vida», o que «el yoga adormece el envejecimiento» (como dice el titular
de las últimas noticias, titular muy acertado, por cierto). Yo lo que puedo decir sobre esto es que
el yoga ralentiza el envejecimiento; esta es a mi parecer la definición más precisa.
Morir nos vamos a morir igual, y no viviremos ni un día más de lo que nuestro ADN tenga
dictado, a no ser que la muerte nos lleve antes, debido a una enfermedad, accidente u otro factor.
Pero sí que podremos ver aumentada nuestra calidad de vida y nuestra fase de plenitud. Es por
esto también que los yoguis adoran y se rinden ante Vishnu (el conservador), para poder alargar
ese proceso de plenitud física y mental lo máximo posible en el tiempo.
VIDA SEDENTARIA, ESTÉTICA, DEPORTE, SALUD... Y YOGA

El ser humano medio del siglo XXI tiene un problema: si no hace nada se vuelve sedentario.
¡Y es tan fácil volverse sedentario! ¡Y tan cómodo! Basta con no hacer nada.
¿Por qué sucede esto? Simplemente porque somos una especie relativamente joven cuya
tecnología ha avanzado mucho más rápido que su cuerpo físico. Y es que hace «cuatro días»
vivíamos en las cavernas... Si no corríamos no cazábamos y no comíamos; si no estábamos ágiles
para subirnos a los árboles, nos comía algún depredador; si no poseíamos fortaleza física no
durábamos muchos inviernos. Es decir, que si no estábamos en forma física no sobrevivíamos.
Hoy en día, ¿qué necesidad hay de correr, cazar, trepar o luchar? Para comer solo hay que ir al
supermercado de la esquina, bajar las escaleras (en ascensor), caminar un poco (algunos van en
coche) y regresar con la compra a casa (de nuevo en ascensor). ¿Para protegernos de las fieras
(de dos patas, porque las de cuatro están en extinción)? Nada mejor que una alarma de seguridad
o una cerradura de las gordas. ¿Qué hay que hacer para ser el macho alfa de la tribu y asegurar la
descendencia? Nada hombre, solo sacar a relucir la cartera y que se vea que está bien rechoncha.
En fin, ¿qué genera todo esto?: el sedentarismo. ¿Qué es el sedentarismo? Sobrepeso, colesterol,
triglicéridos, estar más rígido que el portero de un futbolín y tener menos fuerza física que la
Justicia española.
¿Cómo se soluciona esto? ¿Cómo se combate el sedentarismo? Hay cuatro opciones o vías:
1. Quedarme como estoy, pero cada vez peor claro, con el acuse de recibo de los años. Esta
es la opción más fácil de seguir, es como los surcos que dejan los torrentes o los ríos...
Cuando llueve el agua siempre va por el mismo camino porque es el que menos resistencia
ofrece.
2. Preocuparme por la estética sin sacar el cubo de la basura. Es decir, cirugía plástica, alguna
dieta milagrosa o ejercicios para bajar la barriga. También hay quien se machaca horas y
horas en el gimnasio todas las semanas haciendo pesas y corriendo como un pollo por
Etiopía para quedarse sin un gramo de grasa y que se le vea la «tableta de chocolate»; no
por salud claro, sino por estética. ¿Y para qué sirve la estética? Para ligar más; para nada
más, que quede bien claro. Es decir, invertimos años de nuestra vida para tener un «cuerpo
Danone» con el objetivo de que cuando llegue el veranito tengamos la oportunidad de
quitarnos la camiseta y ¡oh!, las féminas caigan a nuestros pies (o si se es mujer, que a los
hombres nos salga tortícolis por miraros de reojo). El problema es que si esa fachada no
tiene contenido..., mal asunto. Si ponemos merengue sobre la mierda, la mierda sigue
siendo lo que es: mierda.
3. Hacer deporte, que todo el mundo dice que es muy bueno, además queda muy pro y te da
puntos de cara a la sociedad. ¡Qué deportista que eres, eh! Te vas al Decathlon, te surtes
bien de ropas sintéticas transpirables, unas zapatillas para correr (¡pero no muy caras eh!,
que nuestras rodillas y caderas no se merecen tanto, solo es por dar el pego) y ala, a tirar
millas; a sudar como un cabrón y en medio del pueblo, o del polideportivo, parar
resoplando y detener el reloj (importante que la gente te vea haciendo este gesto). «¡Qué
deportista es Fulano! ¡Cómo se cuida!», dirá la gente. Cosa que bueno, vista desde una
perspectiva social no es tan mala. El problema vendrá cuando Fulano tenga cincuenta años,
las articulaciones destrozadas y el corazón ondeando una bandera blanca con la lengua
fuera.
Aviso para navegantes: deporte no es sinónimo de salud. El deporte está bien si te pagan por
hacerlo. Es decir, si eres un deportista de élite (futbolista es la mejor profesión deportiva que se
puede elegir, por la pasta que ganan) y tu salario mensual deriva de ello. En ese caso, si a los
cincuenta estás destrozado, miras tu cuenta corriente y dices: «Bueno, ha merecido la pena; gajes
del oficio, como cualquier otro». ¡Pero macho! Pegarte medias maratones y maratones cada
semana por hobby, me parece cuando menos masoquista. El deporte también se acaba volviendo
una obsesión, se vuelve adictivo, una droga; y realmente así es, ya que se liberan un montón de
hormonas con el ejercicio físico que con el tiempo te hacen sentirte mal si no logras generarlas.
Otro aviso para navegantes: por mucho deporte que hagamos, por mucho que corramos, por muy
poca grasa que tengamos y por mucho que nos cuidemos, nos vamos a morir igual. Te lo
recuerdo por si se te había olvidado.
4. ¡Santa Bárbara, Santa Bárbara...! ¡Qué malito que estoy! ¡Le he visto las orejas al lobo!
¡Me ha dicho el médico que o me cuido o...! Amigo, aquí es cuando uno se preocupa por su
salud y el objetivo es recuperarla.
—Sí sí, me he apuntado al gimnasio, pero tanto la estética como la finalidad deportiva me
traen sin cuidado, quiero estar sano.
—Vale, vale, non ti preocupare, vamos a diseñar una rutina de ejercicios y vienes dos o
tres veces por semana; ya verás que bien te va.
Y cierto es, que a los meses se encontrará mucho mejor; como se encuentra mejor ya no se
acordará de Santa Bárbara y ¿qué pasará? Volverá al punto nº 1 de esta lista.
La salud es como reparar una máquina que requiere de mantenimiento (de hecho el cuerpo
físico es una máquina); y hay dos tipos de mantenimiento: el correctivo y el preventivo.
La gente busca en el 90% de los casos el correctivo, es decir, que me cure, que se
solucione mi problema de salud y después..., me despreocupo hasta la próxima reparación,
que será cada vez peor. ¿Mantenimiento preventivo? Ufff, ¿qué sacrificio no? Mejor
esperamos a que se rompa otra vez y ya lo repararemos. Así nos va.
5. Practicar Yoga. Sin duda la opción más inteligente (palabra de vendedor). De un plumazo
nos anteponemos al problema del sedentarismo, al establecer nuestra rutina semanal.
Trabajamos el movimiento, la fuerza, la resistencia, la flexibilidad... y todo ello sin forzar ni
dañar el cuerpo físico. También trabajamos nuestro interior, es decir, aparte de cubrirnos de
merengue, depuramos la mierda y la transformamos; hacemos algo así como un proceso
alquímico en el que transmutamos el plomo en oro. Tal vez no nos salga tableta de
chocolate por hacer yoga, pero, ¿quién la necesita? El yoga es ante todo un ejercicio
preventivo, que nos ayudará a mantener la salud más tiempo y sobre todo poseer una
mayor calidad de vida, a pesar de que, por mucho yoga que hagamos, también moriremos
algún día. El yoga no es la panacea.

Por lo tanto, visto todo esto, sabiendo que todos moriremos tarde o temprano y que poseemos el
«Don del libre albedrío» (don sagrado donde los haya), que cada uno escoja una o varias de estas
cinco opciones, bien escogida estará si la escogemos libre, voluntaria y conscientemente. Ante
todo se libre, haz lo que te plazca y vive tu vida como quieras, pero no te engañes y
responsabilízate de las consecuencias de tus acciones.
EL HOMO AUTÓMATA

«De todas las cosas formidables que andan por el mundo, la más formidable sin duda es el
hombre», decía el gran dramaturgo griego Sófocles en Antígona, una de sus obras cumbres. Sin
duda comparto su opinión, pero, ¿qué es el hombre? ¿Un animal? ¿Un animal racional? ¿Un
Dios? ¿Un semidiós? ¿Un autómata programable? ¿El puente entre un animal y algo superior a
él? Creo que puede ser todas esas cosas. En este capítulo veremos la parte animal y autómata del
hombre.
De que somos animales no hay duda; no hay más que ir al zoo, a la selva o pasarse una tarde
viendo documentales para darse cuenta que a pesar de que el hombre es un ser «civilizado»,
comparte muchos rasgos animales, concretamente lo que denominamos instintos.
Hay tres instintos básicos inherentes a todo animal (incluido por supuesto a la raza humana):
1. El instinto de conservación de la vida: Ese mecanismo innato que nos alerta de peligros y
nos insta en fracciones de segundo a salvaguardar nuestra integridad física a toda costa.
Hasta la persona más deprimida y el mayor de los inválidos tratará de salvar su vida, sin
cuestionárselo siquiera, si se encuentra en un centro comercial y alguien grita: «¡Fuego!».
2. El instinto de preservación de la vida: ¿Qué diferencia hay con el anterior?, podréis
pensar muchos. Sencillo:
—¿Por qué coméis? (tres veces al día los más afortunados).
—¡Coño Aimar, qué pregunta! Porque tenemos hambre.
—Obvio che... ¿Pero qué es lo que te hace tener hambre? El instinto de preservación de la
vida.
La vida hay que preservarla y por eso nos alimentamos (y si es en abundancia mejor, no
sea que mañana nos falte alimento y haya que tirar de grasas); también hay que asegurar el
sueño nocturno así como las inclemencias del tiempo, para ello nos buscamos un cobijo
seguro, aunque nos hipotequemos.
Comida, ropa y cobijo... Eso es lo que nos insta a conseguir el instinto de preservación.
¿Hay algún animal que no coma? Aparte de los desdichados que no tienen qué llevarse a la
boca, hay uno: el Homo Idealista, aquel capaz de hacer una huelga de hambre,
anteponiendo sus instintos básicos a sus ideales.
—¿Y los que ayunan o hacen dieta?
—¿Qué pasa con esos?
—¿No se anteponen también a sus instintos?
—Teniendo en cuenta que el 90% de los ayunos son por índole religiosa (es decir, algo
impuesto; algo programado en la memoria del Homo Autómata) y que el 90% de los que
hacen dieta es por estar más guapos (aquí entra en acción el tercer instinto básico que
ahora veremos), me temo que solo unos pocos de ellos son también Homo Idealistas.
—¡Ah...!

3. El instinto de procreación: ¡Este si que es fuerte el cabrón! Este mueve el mundo. Este es
tan poderoso y sutil que no nos damos ni cuenta. Es tan determinante que nos empuja como
un motor de 8 cilindros en V por la vida. Perpetuar la especie es una de las máximas
prioridades, por no decir el objetivo fundamental de todos los animales. ¿No me creéis?
Ved más documentales. Así, todo lo que hacemos en la vida está guiado consciente o
inconscientemente por este instinto animal. La mayoría de las estrategias publicitarias van
dirigidas a este instinto. ¿Por qué vamos al gimnasio, nos cuidamos, tratamos de tener más
estatus, el coche más grande, y un largo etc.? Este instinto es responsable en gran parte.

Ahora bien, ¿somos humanos no? ¿Y que poseen los humanos que no poseen los animales?
¿Inteligencia no? Y emociones también. Más emociones que inteligencia diría yo.
—Bien, ¿de dónde salen las emociones básicas o primarias? (Si es que os lo pongo a huevo...).
—¿Del cerebro?
—¡Coño, de los instintos básicos!
¿Qué produce el instinto de conservación de la vida? El miedo. Más claro el agua (pura de las
montañas; no sea que algún gracioso me diga que la del grifo no es tan clara). El miedo es
nuestro mayor amigo, y el de todos los animales. Nadie ha salvado más vidas en toda la historia
que el miedo.
¿Qué produce el instinto de preservación de la vida? La ambición. ¿Qué hace falta para
conseguir alimento, ropas y cobijo? Dinero, cuanto más dinero mejor. ¿Os suena esto? ¿Qué
mueve el mundo? La ambición o el afán por ganar dinero.
—Yo no soy ambicioso... Me conformo con poco; además soy anticapitalista
—¡Zassss, en toda la boca! Por mentiroso.
¿Qué nos mueve a elegir unos estudios, una profesión, un oficio? ¿Por qué nos levantamos de la
cama cuando suena el despertador a las seis de la mañana para ir a trabajar? ¿Qué nos mueve a
hipotecarnos la vida, a comprar un coche más grande, a llenar el carro de la compra hasta las
trancas, a comprarnos la colección de ropa de primavera, verano, otoño, invierno... y primavera
(por cierto muy buena película, os la recomiendo si no la habéis visto) y a subirnos al tren del
consumismo enfermizo: Sí, la ambición; ¿y qué hay detrás de la ambición? El instinto de
preservación.
¿Qué produce el instinto de procreación? La sexualidad. Ese conjunto de emociones, deseos y
pasiones que prácticamente marcan el rumbo de nuestra vida. Casi todo lo que hacemos en la
vida tiene como objetivo satisfacer esa sexualidad (sexo, ternura, afecto, amor... Como se le
quiera llamar).
—¿Qué es lo que más desea un adolescente?
—Sin ninguna duda, follar a toda costa.
—¿Que es lo que más desea un adulto?
—Follar también, pero bueno, diremos que amor... Ser amado y amar... Si para ello tengo que
machacarme 8 horas semanales en el gimnasio, hacer una carrera y lograr un puesto de ejecutivo
o depilarme las cejas, lo hago sin duda, porque, ¿qué es la vida sin amor?
—¿Qué es lo que más desea un anciano?
—Afecto, ternura... Una vejez calmada y sin preocupaciones (follar no, porque ya no puede, pero
le gustaría).
Insisto, ¿qué mueve el mundo? El sexo. Esteee... quería decir los instintos básicos.
¿Por qué he titulado este capítulo con el nombre de Homo Autómata? Porque lo es. Así de
rotundo. El hombre es un robot, una máquina, un autómata programado con tres sencillas
instrucciones que generan tres emociones básicas y una mente condicionada y orientada al
logro de la consecución o apaciguamiento de tales instintos y emociones.
También he hablado de otra especie: del Homo Idealista. Ya hablaré más sobre él en otro
artículo; solo decir que hay pocos, muy pocos... Se los conoce como cabras fuera del rebaño.
—¿Y el yoga? ¿Qué tiene que ver el yoga en todo esto? ¿No es esto un libro de yoga? ¡Joder
Aimar, parece que hablas de todo menos de yoga!
—Yo siempre hablo de yoga, querido Saltamontes. El objetivo del yoga es desprogramar la
mente de los autómatas y hacerlos libres. Tenemos instintos, sí; emociones, sí; pero también
tenemos inteligencia y voluntad. El yoga es alquimia que transmuta lo animal en humano.
LAS CUALIDADES FÍSICAS BÁSICAS

El cuerpo físico del ser humano, que es una máquina si no perfecta, casi, posee cuatro cualidades
básicas:
- Resistencia
- Fuerza
- Velocidad
- Flexibilidad
Estas cualidades afectan al aparato locomotor del cuerpo, el encargado del movimiento. Este
aparato está compuesto por huesos, articulaciones y músculos, y es el responsable de
diferenciarnos de los vegetales. ¿En qué se diferencia un vegetal de un animal? En que el animal
puede moverse a voluntad. ¿Qué tiene de especial el aparato locomotor? Que si no se entrena se
atrofia y se degenera, y como consecuencia disminuye la capacidad de movimiento. ¿Sencillo
no? He aquí la importancia del ejercicio físico; es más, añado un adjetivo, del ejercicio físico
bien hecho.
El entrenamiento físico bien estructurado y con fines orientados a la salud, debería contemplar
estos cuatro aspectos y desarrollarlos armónicamente. ¿Qué sucede con la mayoría de los
deportes? Que trabajan uno o varios de estos aspectos, pero no todos. Por ejemplo: la carrera
continua, natación, ciclismo, desarrollan la resistencia. El culturismo y el lanzamiento de jabalina
la fuerza. Los cien metros libres la velocidad. El yoga y el stretching la flexibilidad. Raro es el
deporte que lo trabaja todo, por eso es importante un buen plan de entrenamiento.
No obstante, ¿cuál os parece que es la cualidad física más importante para el estilo de vida que
llevamos? ¿En qué porcentajes creéis que habría que dividir el entrenamiento? Lo analizaremos
en los siguientes capítulos.
LA RESISTENCIA

¿Qué es la resistencia? Es la capacidad de mantener un esfuerzo en el tiempo. Resistir significa


aguantar, soportar, superar una situación que requiere trabajo físico. Correr un sprint de 100
metros no es tener resistencia, correr 20 km sí, aunque sea a ritmo suave. Nadar en la piscina 2
largos a gran velocidad no implica gran resistencia, nadar 40 largos sin parar sí, aunque tardemos
una hora. Hacer un gran esfuerzo puntual descomunal no significa ser resistente, trabajar 8 horas
diarias cinco días a la semana durante 40 años sí. Para hacer una sesión de 20 minutos de yoga
no es necesaria mucha resistencia, para hacer una sesión de 90 minutos sí.
Hay dos tipos de resistencia, la aeróbica y la anaeróbica. La primera es la que nos interesa y la
que primero ha de entrenarse. La resistencia aeróbica trabaja además del aparato locomotor, el
circulatorio y el respiratorio. Sobre todo desarrolla el corazón y capilariza las fibras musculares,
con el gran beneficio que ello otorga.
Los que han entrenado bien la resistencia tienen seguramente menos pulsaciones cardíacas por
minuto (resultando en un trabajo más eficiente del corazón para bombear sangre), menos grasa
corporal y definición muscular. Todo esto aumenta considerablemente el estado de salud del
individuo.
¿Cómo trabajar la resistencia general del cuerpo? Haciendo sesiones que impliquen el
desarrollo progresivo de las diferentes partes implicadas en el esfuerzo. Sesiones de un mínimo
de 40 minutos a una frecuencia cardíaca del 60% aproximadamente. ¿Cómo se mide esto? Hasta
el punto que, por ejemplo si vas corriendo, puedas hablar sin llegar a jadear o al parar no morirte
exhausto como el primer maratoniano. El trote cochinero, caminar a buen ritmo, hacer
senderismo, natación suave o ciclismo a ritmo sirven para estos fines. Insisto, mínimo 40
minutos, no vale pegar un acelerón o ir al gimnasio a dar el pego y retirarse a la ducha a los 20
minutos. No digo que eso esté mal, pero en ese caso estaremos entrenando otra cosa, o a lo sumo
la resistencia anaeróbica, que es la capacidad de aguantar un esfuerzo muy intenso durante un
periodo breve de tiempo.
Otra cosa, el desarrollo de la resistencia es específico, si te entrenas para correr, con el tiempo
lograras un buen corazón y una gran resistencia en la musculatura implicada en dicha actividad,
pero no te confíes y te vayas a nadar pensando que como «ya estás entrenado» lo vas a poder
hacer, porque podrías ahogarte ya que la natación requiere que otros músculos estén entrenados.
Repito, es específica, por eso es interesante no anclarse sólo con un tipo de ejercicio, sino ir
variándolos. Por ejemplo, uno que implique las piernas (correr, andar, bici...), otro que implique
los brazos (remo) y otro que implique la mayor parte de los músculos (natación).
Tampoco hay que matarse haciendo deporte, a no ser que seas un deportista de élite y te paguen
bien por ello, o a no ser que sea tu gran pasión y que no te importen los efectos secundarios que
producen los excesos (desgastes de articulaciones, tendinitis, lesiones en la espalda, etc). El
ejercicio físico ha de estar bien hecho y de forma moderada.
Como dato curioso, la resistencia es la única cualidad que va mejorando con los años (si se
entrena, claro), hasta llegar a la vejez que empieza a decrecer como todo. Por eso, si habéis visto
alguna vez las Olimpiadas, los corredores de fondo suelen tener mucha más edad que los
corredores de 100 0 200 metros. También tienen un perfil específico: delgaduchos y fibrados,
debido a que el entrenamiento de la resistencia no genera masa muscular. Otro ejemplo claro es
el de los ciclistas profesionales.
¿Y el yoga, como trabaja la resistencia? Con sesiones largas, exigentes (que eleven un poco el
latido cardíaco de forma constante), que trabajen todos los músculos con diferentes posturas y
manteniendo las asanas durante varios minutos; eso genera resistencia. No obstante, tal vez no se
desarrolle una elevada capacidad cardiopulmonar, pero se puede compaginar perfectamente con
otro deporte.
Otro punto importante: hay que adecuar nuestro físico a nuestra vida. Es decir, no es lo mismo
trabajar sentados en una oficina que trabajar en la construcción. Nuestro cuerpo es nuestra
herramienta más útil, hay que acondicionarla y tenerla afilada acorde a nuestra actividad. Aquí
cada uno, mediante reflexión e introspección, ha de ser inteligente y saber qué le conviene.
La resistencia es muy importante, la física y la anímica, que se conoce con el nombre de
resiliencia. Hay que resistir los embates de la vida, para ello nada mejor que un cuerpo resistente
y un alma resiliente.
LA FUERZA

La fuerza muscular es la capacidad de vencer resistencias. No confundir con la magnitud


física ni con la «fuerza» de los Jedis. Sí, vencer resistencias o superar obstáculos, eso genera
fuerza, tanto en el cuerpo como en el carácter, con las vicisitudes de la vida. Dentro de las
cualidades físicas básicas del ser humano, la fuerza, también llamada a veces potencia, es una
cualidad importante para nuestra actividad del día a día.
Hay por naturaleza personas más fuertes y menos fuertes. Asimismo, en igualdad de condiciones
el hombre es más fuerte que la mujer, debido a su constitución física. La fuerza física la generan
los músculos al contraerse o al alargarse, y esta es la clave para entender el entrenamiento para
desarrollarla.
Hay un concepto importante con este tema: el entrenamiento de la fuerza genera desarrollo
muscular, volumen. El culturismo, que es el arte del desarrollo de los músculos, basa casi todo en
el entrenamiento de la fuerza, de esta forma van «engordando» los músculos y se va moldeando
el cuerpo. ¿Qué es levantar pesas sino vencer resistencias? Lo que decía al principio. Una vez
desarrollado cierto volumen, se aplican ejercicios de resistencia para definir el músculo y
afinarlo de grasa. Ahora bien, el culturismo tiene fines estéticos, y un cuerpo bonito no tiene por
que ser sinónimo de un cuerpo fuerte y sano.
La sociedad de hoy en día valora mucho estos atributos masculinos, y la mayoría de actores y
celebridades suelen estar «cachas» porque eso «gusta». Las mujeres por el contrario se ven más
atractivas con curvas generosas y no excesiva grasa corporal. Pero todo es pura fachada. Los
famosos «Vigilantes de la playa» (Baywatch en anglosajón) marcaron una tendencia, pero en la
realidad, los buenos socorristas pueden ser de todo menos «cachas»; es más las personas muy
musculadas tienen mayor densidad y flotan menos. Rambo también creó un mito erróneo, y es lo
más alejado a un verdadero veterano de guerra. Una vez me dijo un sargento que en los frentes
de batalla no hay muchos «cachitas»; lo que si hay son tíos duros que aguantan lo que les echen
encima. «Un chachas come mucho y eso no nos sirve, ya que en campaña la comida escasea y lo
primordial es la resistencia y la voluntad», decía. Eso es cierto, cuesta mucho conseguir un
cuerpo musculado, pero una vez conseguido requiere de mucho mantenimiento (calorías en
cantidades industriales y ejercicio regular), si no se pierde rápido el tono. El culturismo está muy
bien con fines estéticos o si se complementa adecuadamente con otros deportes y no se cae en la
enfermedad de la «vigorexia».
Ahora bien, ¿es necesaria la fuerza? Por supuesto que lo es. ¿En qué cantidad? En la justa para
hacer nuestro trabajo y nuestras tareas diarias. Es decir, si uno trabaja en una oficina
necesitará la fuerza necesaria para hacer sus tareas, más luego las rutinas comunes: hacer la
compra y cargar las bolsas, coger una cazuela del armario, coger a tus hijos en brazos (si los
tienes), subir escaleras (fuerza en las piernas) si se ha estropeado el ascensor, etc., etc. Si uno
trabaja en la construcción o en un puesto en el que se manipulan grandes cargas, necesitará más
fuerza adicional; y si trabaja como policía o guardia de seguridad, pues ahí sí que necesitará un
cuerpo más musculoso, aunque sea solo para «acojonar». Lo que es desproporcionado y absurdo
es tener el cuerpo de un neandertal, trabajar en una oficina, subir a casa en ascensor y hacer la
compra por encargo desde Internet. Eso sí, después en verano a lucir bronceado en la playa y con
un poco de suerte ligar algo más que si estuviese «tirillas». Bueno, no soy quien para juzgar, pero
tal vez solo por eso merezca la pena todo el esfuerzo que supone construir y mantener una
«coraza de músculos».
Un inconveniente del trabajo de la fuerza (y de la ganancia de masa muscular) es que los
músculos se acortan y consecuentemente pierden flexibilidad. Al mismo tiempo, los músculos
muy flexibles o laxos son poco fuertes, que es la otra cara de la moneda. Tampoco hay por que
ser excesivamente flexible, como veremos, sino tener equilibrio entre fuerza y flexibilidad. Un
cuerpo moderadamente musculado y moderadamente flexible sería lo ideal.
Hay que darle utilidad a todas nuestras herramientas. El Síndrome de Diógenes no es muy
saludable, tener por tener... No sé yo... ¿Pa qué tanto? Pero no obstante, algo de fuerza siempre
va bien tener. Para ello hay varios ejercicios notables.
Hay tres partes diferenciadas en el cuerpo: la baja, la media y la alta. En otras palabras, las
piernas, el abdomen («core» o centro de gravedad) y los brazos (con sus ayudantes: dorsales,
pectorales y hombros). Para una actividad diaria eficiente habría que tener cierta fuerza en estas
partes. Para generar fuerza verdadera y duradera, nada mejor que ejercitar con el propio peso del
cuerpo (bodyweights) y utilizar ejercicios multiarticulares.
Una última cosa: una cadena es tan fuerte como lo es el más débil de sus eslabones, no
olvides esto. Por lo que he podido observar en varios años dando clases de yoga a mucha gente,
en general hay bastante debilidad en las muñecas. Debido a que usamos las manos para casi todo,
y que el 90% de los trabajos y actividades hacen el uso de manos y brazos, las muñecas son de
gran importancia para transmitir toda esa fuerza y esa efectividad. Hay que entrenar las muñecas.
Esto es todo amigos, que la fuerza os acompañe.
LA VELOCIDAD

La velocidad puede que sea aparentemente la menos necesaria de las cualidades físicas básicas, a
menos que seamos atletas profesionales que se ganan la vida con ello. ¿Para que necesito
entrenar la velocidad? Te preguntarás, si ya no tienes veinte años y no deseas competir con
nadie. Cierto, pero la velocidad no es solo correr como el rayo; el entrenamiento de la velocidad
también desarrolla ciertas fibras musculares, así como la coordinación y el sistema nervioso.
No sólo los corredores de 100 metros tienen velocidad, también los pilotos de rally, los tenistas o
los trabajadores manuales que desarrollan una actividad precisa a gran velocidad; así, a la
velocidad física la llamaría destreza.
Evidentemente hay varios tipos de velocidad, y se clasifican científicamente como: de reacción,
de desplazamiento y gestual. Algunas de estas destrezas son innatas y otras se pueden entrenar.
A nosotros lo que nos interesa es, sobre todo aumentar esa capacidad de coordinación y ese
estímulo del sistema nervioso, ya que a mayor velocidad, más redes neuronales intervienen así
como una más eficaz red nerviosa entre el cerebro y las fibras musculares. Creo, y esto lo digo a
título personal, que desarrolla incluso la inteligencia.
¿Cómo podemos entrenar la velocidad? Sobre todo, intentando hacer más rápido las cosas que ya
sabemos hacer. Por ejemplo, escribir más rápido en el teclado del ordenador; si trabajamos con
las manos, realizando nuestra actividad más deprisa sin perder precisión; si tienes por costumbre
correr, hacer unos sprints de vez en cuando; y si practicamos yoga, hacer los saludos al sol más
rápido, por ejemplo. Un buen ejercicio para desarrollar la velocidad del cuerpo, tanto la de
desplazamiento, como la gestual y la de reacción, son los deportes de pelota (futbol, básquet,
tenis, squash, frontón...), ya que desarrollamos velocidad de movimiento (al realizar
movimientos breves pero rápidos con todo el cuerpo), gestuales (con la mano o pie al golpear la
pelota) y de reacción y coordinación (al adivinar la trayectoria de la pelota y golpearla en el
momento justo y con precisión).
En cualquier caso, recordad, el deporte, siempre moderado y bien hecho.
LA FLEXIBILIDAD

En último lugar analizaremos la flexibilidad, cualidad de suma importancia y algo olvidada.


—¿Qué es lo que la mayoría de la gente entiende por flexibilidad?
—Estirarse, ¿no? Llegar con los dedos a las puntas de los pies. No sé... Ser elástico, de goma,
doblarse mucho...
—¿Sueles entrenar la flexibilidad?
—¿Para qué, si no se ve? Suelo entrenar resistencia para quitar grasa y un poco de pesas para
definir los músculos. La tanda de abdominales que no falte, a ver si consigo este verano que se
vea la tableta de chocolate.
—Bueno, pues vamos, a través de este capítulo, a poner la flexibilidad en el pedestal que se
merece.
Flexibilidad física implica dos factores, movilidad articular y elasticidad muscular.
MOVILIDAD ARTICULAR:
Es la capacidad de movimiento que tienen las articulaciones. Hay 7 articulaciones
fundamentales en el cuerpo:
Columna vertebral: Sin duda la parte más importante del aparato locomotor. Es el pilar
central del cuerpo; una columna flexible es un ingrediente de salud y bienestar.
Hombros, codos y muñecas: Las que nos permiten mover los brazos.
Cadera, rodillas y tobillos: Las que nos permiten mover las piernas y desplazarnos.

ELASTICIDAD MUSCULAR:
Es la capacidad que tienen los músculos de estirarse y recuperar su forma.
De este modo, el entrenamiento de la flexibilidad implica estos dos aspectos, por lo que no es
sólo «estirarse».
¿Y con que está relacionado todo esto? Obvio, con el movimiento. La flexibilidad nos da
capacidad de movimiento y prevención de lesiones. ¿Por qué esto último? Porque los músculos
acortados y las articulaciones rígidas tienen más posibilidades de romperse ante un movimiento
brusco.
¿Cuánto hay que ser de flexible? Lo justo para movernos con libertad en nuestro día a día,
sin limitaciones, e importante, a lo largo de nuestra vida. La flexibilidad se pierde mucho con
el tiempo, y si queremos llegar a viejos con capacidad de movimiento, es importante trabajarla
desde jóvenes.
—¿Pero los yoguis no son extremadamente flexibles, hasta el punto del contorsionismo?
—Algunos sí, pero no es necesario. Yo personalmente no soy muy flexible, y si tuviera que
escribir un libro práctico sobre yoga contrataría a una modelo, pero el yoga me mantiene en la
forma justa para hacer todo tipo de movimientos con mi cuerpo y desempeñar bien mi trabajo así
como mis momentos de ocio.
La flexibilidad ha de ser la justa. ¿Qué pasa si es excesiva? Que los músculos se vuelven laxos y
pierden fuerza, además, se corre el riesgo de que haya desgaste articular. ¿Qué pasa si es nula?
Que tendremos los mismos movimientos que un robot, sin gracia. Fijaos en los felinos, no hay
animal con mayor agilidad, elegancia, sigilosidad y efectividad. De ahí el término «flexibilidad
felina», pero insisto, tampoco hay que pasarse, no vamos a ganar nada por hacer contorsionismo,
a menos que trabajemos en un circo.
¿Cuál es el mejor método para entrenar la flexibilidad? Aquí es donde el yoga gana de calle a
todas las demás disciplinas. Este es el terreno del yoga. Si quieres ganar resistencia, corre, anda
en bici o nada; si quieres ser fuerte haz pesas; pero si quieres ser flexible, el yoga es lo tuyo.
Tengo cierta sospecha de que lo que hacemos con nuestro cuerpo también lo hacemos con
nuestra mente. Si somos muy rígidos, probablemente lo seamos en todos los sentidos. Si
comenzamos a entrenar la flexibilidad del cuerpo, tal vez de forma indirecta nos volvamos más
flexibles en otros aspectos. Una mente abierta y tolerancia hacia los demás también son síntomas
de flexibilidad, aunque lamentablemente no hay ejercicios para entrenar eso.
Una cosa más, eso de que la flexibilidad no se ve en el cuerpo tanto como unos buenos
abdominales o unas curvas generosas no es cierto, la flexibilidad de una persona se nota en su
gracia al andar y en su porte erguido y esbelto. ¿No es eso atractivo? Pero ese no es el
objetivo principal; lo importante es llegar a viejos con cuerpos físicos útiles, no con cacharros,
con trastos, con zarrios que a partir de los 60 se convierten en cárceles en las que queda
aprisionada la psique.
«No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma». Entrena la flexibilidad, dale importancia al
movimiento, a la movilidad articular y a la elasticidad muscular. Si no lo haces por ti, hazlo por
el anciano que vive en ti y en el que te convertirás antes de que te des cuenta.
En oriente la edad de una persona no se mide por sus años, si no por la flexibilidad de su
columna vertebral.
EL EJERCICIO FÍSICO IDEAL

Después de varios capítulos sobre las cualidades físicas básicas del cuerpo humano, podemos
ahora deducir cuál es el ejercicio ideal, que no es otro que aquel que trabaje la fuerza, la
resistencia, la velocidad y la flexibilidad, sin generar demasiadas lesiones o desgaste físico.

—¿Cuáles son los deportes o actividades que trabajan estos puntos?


—Es difícil encontrar uno que trabaje todo de forma armónica, a no ser que el profesor sea
consciente de ello y planee sus rutinas a conciencia.
—¿Y el yoga?
—El yoga trabaja bien la flexibilidad y tiene ciertas carencias en otros aspectos, a no ser que el
profesor sea consciente de esto y de vez en cuando enfoque la clase hacia la fuerza o resistencia,
por ejemplo.
—¿Cuánto tiempo hay que entrenar a la semana?
—Según los expertos, para mantener la salud y el peso, un mínimo de 150 minutos semanales de
ejercicio moderado. Es decir, 2 sesiones de 90 minutos o 3 de 60.
—¿Cuál es la cualidad física más importante?
—Evidentemente todas de forma armónica, pero si habría que elegir una, diría que la
flexibilidad, ya que es la que más se cotiza con el paso de los años.
—¿Qué nos recomiendas?
—Practicar yoga, por supuesto. Estaría bien practicar 2 sesiones por semana y compaginarlo con
una sesión de resistencia aeróbica de baja intensidad (correr, bicicleta o nadar), pero en cualquier
caso, haz la actividad que más te guste y disfruta con ella.
—¿Consideras al yoga un deporte?
—No y sí. No, porque es mucho más que un deporte, y su finalidad no es deportiva ni de
competición. Sí, porque realizado correctamente es un ejercicio físico excelente, además aporta
el plus de trabajar la respiración, las emociones y la mente, cosa que le hace escalar peldaños
considerablemente frente a otras disciplinas.
LAS ASANAS

Las asanas son el corazón de las técnicas de yoga; tal vez la tarjeta de presentación del yoga en
occidente y lo que la gente más conoce sobre él.
Las asanas son lo que se conoce como «posturas», «ejercicios físicos» o «estiramientos» dentro
de la práctica del yoga. Sí, la postura de «la vela», «el pino», «el loto» y «el saltamontes» son
asanas de yoga.
Las asanas son el tercer peldaño del yoga de Patanjali o asthanga yoga, y me atrevo a afirmar
que es el escalón más conocido y más buscado por todos aquellos que se interesan en la práctica
del yoga. Es lo que se conoce como «voy a apuntarme al polideportivo a hacer yoga, a ver si me
estiro un poco la espalda que estoy muy duro».
Veamos qué dice Patanjali, el mayor maestro de yoga de todos los tiempos, autor de los Yoga
Sutras, sobre las asanas:
Libro II: Sadhana Pada
Sutra 46: Sthira sukham āsanam
La asana ha de ser firme y cómoda.
Sutra 47: Prayatna śaithilya ananta samāpattibhyām
La postura se domina eliminando la tensión y meditando en lo ilimitado.
Sutra 48: Tataḥ dvandvāḥ anabhighātaḥ
Conquistada la postura, los pares de opuestos no influyen.

Y esto es todo amigos, no hay más referencias a las asanas en el texto de yoga más importante de
la historia. ¿De dónde han surgido entonces las miríadas de posturas que pululan por la ingente
cantidad de libros y páginas web que pueblan nuestro mundo? ¿Por qué el gran Patanjali les
dedica tan poca tinta? No lo sé.
El primer texto que describe asanas es el Hatha Yoga Pradipika, escrito en el siglo XV por
Swatmarama, en el cual se describen vagamente algunas de las principales asanas, pranayamas,
kriyas y mudras, sin fotos sobre la técnica (evidente por ser el siglo XV) y cargado hasta las
trancas de misticismo y de promesas de poderes mágicos y larga vida. El siguiente texto es el
Geranda Samhita (siglo XVII), similar al primero pero quizás algo más extenso.
Después surgen más textos y es en el siglo XX cuando se produce la eclosión del yoga en
occidente con la irrupción de maestros de notable talla, tales como Vivekananda, Sivananda,
Vishnudevananda, Yogananda, etc, que son los pioneros y los que introducen en Europa y
América las técnicas de yoga celosamente guardas durante milenios en la cultura críptica de la
India.
Esto en cuanto a fuentes escritas, en cuanto a fuentes no escritas la cosa cambia, ya que el yoga
es una tradición eminentemente oral, transmitida mediante el sistema Guru-Kala (maestro-
discípulo) desde tiempos inmemoriales.
Dónde, cuándo y quién ideó o desarrolló las diferentes posturas de yoga que conocemos en la
actualidad, lo ignoro. Lo que sé de cierto es que las asanas funcionan, son universales y
producen notables beneficios en el organismo humano. No solo estiran los músculos, sino
que regulan el sistema hormonal, linfático, circulatorio, nervioso y dicen también que
energético. Su práctica resulta saludable y muy recomendable para cualquier individuo de
cualquier edad, etnia o condición social.
¿Por qué son buenas? ¿Por qué se inventaron? En primer lugar hay que tener claro que el yoga en
sus orígenes era un sistema filosófico (dharsana), cuya meta u objetivo era alcanzar la unión con
lo Absoluto. Su técnica primera y más importante era (y sigue siendo) la meditación, pero los
grandes maestros se dieron cuenta, al igual que Pitágoras y Platón, que para tener la mente en
forma era necesario también poseer un cuerpo en forma, y como seres inteligentes que eran,
comenzaron a desarrollar una disciplina formada por ejercicios psicofísicos. «No hagas de tu
cuerpo la tumba de tu alma», decía Pitágoras. «Domina la asana para equilibrar la energía y
que los pares de opuestos (dualidad) no obstaculicen la consecución de la Unidad», dice el
Yoga. «Haz un ejercicio moderado para mantener la salud», dice la medicina moderna.
En fin, que hacer ejercicio es bueno, y más aún las técnicas harto contrastadas por su eficacia que
ofrece el yoga, ya que trabajan de forma suave y progresiva el cuerpo, fortaleciéndolo y
manteniéndolo sano. Es más que evidente que el ser humano necesita del ejercicio físico, y más
aún si este propio ejercicio le ayuda a equilibrar su sistema nervioso tal como lo hacen las
asanas.
Existen cientos de asanas, pero se puede hacer una clase completa con una docena de ellas.
Lo ideal es aprender las asanas con un buen profesor, o a lo sumo con un buen vídeo, por eso no
explicaré técnicas en este libro. Una vez las aprendas, podrás hacerlas en tu casa sin problema. Si
no puedes acceder a una escuela de yoga una temporada y aprender las bases, puedes visitar mi
blog y mi canal de YouTube y aprender todo lo que puedas de mí. No será igual que con un
profesor presencial, pero trato en cada vídeo de poner mi mayor empeño docente.
DIFERENCIA ENTRE ESTIRAMIENTOS Y ASANAS

Un concepto normalmente arraigado sobre el yoga es que las asanas, o sus ejercicios
fundamentales, son «estiramientos».
—Me he apuntado a yoga.
—¿Y eso qué es? ¿Qué hacéis?
—Una especie de estiramientos, algo suavecito...
Las asanas de yoga, más que estiramientos, son posturas. Ahora veremos unas diferencias
fundamentales:
Los estiramientos, o el stretching, tienen como finalidad dar elasticidad a los músculos y
tendones del cuerpo, generalmente con una finalidad deportiva. Como cultura física son
excepcionales, ya que no solo mantienen la flexibilidad del cuerpo (una cualidad menospreciada)
sino que también sirven para prevenir lesiones y acelerar la recuperación en caso de estar
lesionados. Los estiramientos o el stretching deberían practicarse más a menudo y fomentarse
más su práctica, ya desde niños, por sus innumerables cualidades y beneficios. Además, su
ejecución es imprescindible antes y después de realizar alguna actividad física (atletismo,
ciclismo, natación, culturismo...).
En el stretching hay una finalidad: lograr algo, alcanzar algo... En este caso, estirar el cuerpo.
En las asanas de yoga en cambio, no es tan importante estirarse como relajarse.
A simple vista una técnica de yoga, una asana, puede parecer muy similar a un estiramiento
deportivo. Podemos ver a una persona estirándose y a otra haciendo yoga y nos puede parecer
que hacen lo mismo, pero no. En el stretching hay una finalidad deportiva, de competición, o de
lograr un objetivo: estirarse. En el yoga el objetivo es relajarse en la postura, dominar la postura,
meditar en la postura.
En el stretching habrá seguramente tensión excesiva, ligeros rebotes, demasiado esfuerzo, afán
por competir con el compañero de al lado y demostrar «lo flexible que soy y cuanto me estiro» si
estamos en una clase grupal. Si nos estiramos solos, será la parte más desagradable de nuestro
estiramiento, ya que a casi nadie le gusta estirarse. Habrá también cierto dolor porque
estiraremos demasiado pensando que así obtendremos más beneficios, y ansiaremos con ganas
que transcurran los escasos segundos que dure el estiramiento. Nuestros sentidos estarán
enfocados hacia afuera.
En la asana de Yoga hay una actitud de presencia consciente, una postura firme pero cómoda a
la vez, sin pasar nuestro límite de estiramiento. Todos nuestros sentidos están interiorizados y
enfocados en la postura, vivimos la postura, disfrutamos de la postura, la acompañamos además
con una respiración abdominal amplia, profunda y suave. Mantendremos la postura más tiempo,
del orden de uno, dos o más minutos, sin la ansiedad por finalizar el ejercicio, sumidos en el
presente.
Como se ve, la diferencia no es una cuestión de aptitud, sino de actitud.
¿Stretching? Mucho más que eso; en la asana estamos trabajando la elasticidad de músculos y
tendones, la movilidad articular, la flexibilidad de la columna vertebral, la respiración, la
circulación sanguínea al congestionar y descongestionar ciertas áreas del cuerpo; estamos
masajeando las vísceras al respirar de forma diafragmática unido a la presión que ejerce cada
postura determinada; estamos trabajando cualidades mentales tales como la concentración y la
paciencia, al mismo tiempo que mantenemos una actitud de consciencia corporal para relajar los
músculos superfluos que no actúan en el mantenimiento de la postura. Aprendemos a disfrutar
del presente en todas las posturas que adoptemos. Todo eso produce una asana de yoga.
¿Diferencias? A simple vista pocas o ninguna; a nivel interno, un mundo.

Nota: Mi intención no es, ni mucho menos, decir que el yoga es mejor que el stretching, simplemente hacer notar sus diferencias
y recomendar la práctica de ambas disciplinas, eso sí, añadiendo esa actitud de presencia consciente que marca la diferencia en el
caso de practicar yoga.
CÓMO HACER CORRECTAMENTE LAS ASANAS

Las asanas, o posturas de yoga, a pesar de ser similares aparentemente a los ejercicios o
estiramientos, son sustancialmente diferentes. Hay varias fases en su aprendizaje y
perfeccionamiento, como ahora veremos.
Definición de asana: Una postura firme y cómoda que se mantiene en la inmovilidad, largo
tiempo y con control de la respiración y de la mente.

Primera fase: Principiantes


En un primer contacto con el yoga y sus técnicas, hay que simplificar las cosas para no perdernos
en la profundidad de los significados.
Lo que hay que hacer es aprender bien la técnica; informarse bien, leer, ver vídeos, preguntar al
profesor o a alumnos avanzados. Tenemos que practicar las asanas y fijarnos en los detalles
externos, siempre tratando de no forzar. En estas fases iniciales mantendremos las asanas unos
segundos o pocos minutos.
Es también importante que en la práctica inicial logremos un mínimo de flexibilidad. Aquí hay
que matizar lo siguiente: si miramos fotos y vídeos en Internet nos vamos a desanimar, ya que el
99% de las fotos serán muy bonitas estéticamente y realizadas por personas muy flexibles, pero
que nosotros no podremos realizar. Eso no es yoga. Yoga es una experiencia subjetiva e
individual, y cada cuerpo tiene unas limitaciones. Las posturas perfectas son aquellas en las que
nuestro cuerpo puede permanecer sin lastimarse y con la mente serena. En yoga no hay que
competir, no hay que compararse con nadie; no hay que hacer alardes de nada. Podemos eso sí,
observar a otras personas y vídeos para inspirarnos o para animarnos en nuestra práctica.
Resumiendo: tenemos que aprender bien la técnica, practicar y lograr algo de flexibilidad, sin
obsesionarse por «estirarse» ni «doblarse» demasiado, pero notando cierta mejoría en nuestra
forma física.

Segunda fase: Intermedios


Una vez que dominamos la ejecución externa de la postura (aptitud), tenemos que aprender a
dominar la ejecución interna (actitud).
Lo primero que iremos haciendo poco a poco es alargar la permanencia en cada postura, de
forma gradual, hasta llegar a quedarnos por varios minutos en cada asana. Lo importante en yoga
no es «estirarse» mucho, sino permanecer cada vez más tiempo en cada postura.
Una vez hayamos adoptado la postura, haremos lo siguiente:
Relajarnos... Aflojar bien el cuerpo y las tensiones.
Prestar atención a los músculos que no intervienen en la postura, y relajarlos. Aplicar la
Ley del mínimo esfuerzo.
Mantenemos la respiración controlada, por la nariz, lenta... Cada asana, por las presiones
que ejerce en el cuerpo, nos produce una forma determinada de respirar (abdominal,
torácica, clavicular...). Lo que tenemos que hacer es mantener una respiración amplia y
profunda, y cada vez que espiramos, tratar de relajar más y más el cuerpo.
Concentrar la mente en la asana. Esto es lo más difícil, ya que la mente se va a ir a pensar
en otra cosa constantemente. Vamos a pensar en mil cosas, en lo que sea menos en
«saborear» la asana y vivir el presente. ¿Qué se puede hacer para concentrar la mente?
Sentir la asana. Sentir el estiramiento de los diferentes músculos, sentir las presiones a las
que nos somete la postura, sentir como se expande la caja torácica o el abdomen con cada
respiración, sentir lo que sentimos (valga la redundancia). Tenemos que mantener la mente
anclada en las sensaciones que produce la asana. ¿Y si la mente se distrae? Pues lo primero
es darnos cuenta de que nos hemos distraído, y después de eso, volver a tomar conciencia
de la asana. Una y otra vez, las veces que haga falta, sin enfadarse, sin perder la paciencia.
Si la mente se va 10 veces en un minuto, con la práctica se irá 7, y al cabo de unos años 5...
Y así hasta lograr el dominio del cuerpo y de la mente.

Tercera fase: Avanzados (Maestros)


Decía Patanjali, el padre del yoga: «Se alcanza el dominio de la asana cuando uno es capaz de
meditar en ella».
Bueno, no voy a decir mucho más sobre esto, ya que la mayoría de nosotros se pasará largos
años en la segunda fase, pero el día que logremos un estado meditativo en cada asana, habremos
logrado un nivel avanzado. Esa será la prueba de que dominamos la asana.
En cuanto a la flexibilidad, irá mejorando con la práctica, pero no es indispensable que
lleguemos con la frente a las rodillas o que nos volvamos de goma. Un buen yogui no es aquel
que se estira mucho, sino aquel que es capaz de meditar en la asana, aunque no posea mucha
flexibiliadad.
Pues ya sabes, fase a fase, paso a paso... Pero practica, si no hay práctica, no hay nada.
Como dice el lema del yoga y de esta escuela: Suavidad y perseverancia.
YOGA DINÁMICO Y YOGA ESTÁTICO

Hoy en día, a pesar de que existen cientos de estilos de yoga, básicamente se pueden diferenciar
dos grandes líneas: en las que predomina lo dinámico, y en las que predomina lo estático.
El yoga dinámico, de reciente invención, está ganando muchos adeptos en todo el mundo, y es el
que más gancho tiene para los occidentales, debido a su metodología y su ambiente. Gimnasios
repletos, chicas en yoga pants, hombres musculados y sudorosos, un trabajo físico vigoroso y
asana tras asana encadenada con la respiración en un ritmo fluido y dinámico.
El yoga estático por contra, que es el tradicional, queda relegado a unos cuantos adeptos o
escuelas sin tanto tirón como las multitudinarias. Ropas claras y holgadas, ambiente tranquilo,
quizá el saludo al Sol como único ejercicio dinámico y el resto de la clase compuesta por unas
cuantas asanas estáticas en las que se permanece de 3 a 5 minutos, con toda la atención puesta
hacia el interior.
Para que podáis entenderlo mejor, se pueden grabar videos de yoga dinámico de 15, 30 o 60
minutos y colgarlos en YouTube o hacer un DVD; si salen chicas atractivas marcando sus
generosas curvas, tendrá muchas más visitas. La gente podrá seguirlo desde sus casas, con un ojo
cerrado en la postura y el otro abierto mirando la pantalla, siguiendo más o menos las
instrucciones a través de la voz del instructor. Si se hiciera un video de yoga estático, sería un
fracaso de visitas, debido a que aparentemente sería muy aburrido, con pocas asanas y espacios
de minutos en silencio y en total concentración.
Ahora bien, ¿qué es lo mejor entonces? Creo que si has seguido el blog de YOGA en CASA y
me conoces un poco, sabrás lo que voy a decir: el punto medio. Combinar ambas cosas en una
clase, debido a que los dos métodos tienen grandes beneficios. La fase dinámica trabaja la fuerza,
la resistencia, la velocidad, la movilidad articular... La fase estática trabaja la flexibilidad
profunda, produce cambios fisiológicos a nivel de los órganos internos (debido a las presiones y
al tiempo), así como el fomento de la concentración y la atención plena. Pero esto no sucede con
permanecer 30 segundos en una postura, sucede a partir de los 2-3 minutos en adelante. De
hecho, se dice que se alcanza el dominio de la asana cuando se logra alcanzar un estado
meditativo en ella.
Lo dinámico y lo estático, el movimiento y la quietud, lo externo y lo interno, al igual que el Yin
y el Yang, se compenetran y se nutren. Enfocarse en solo un aspecto es un error. El chi kung (qi
gong) también posee ejercicios dinámicos y estáticos que combina sabiamente.
Todos los textos clásicos de yoga transmiten asanas puramente estáticas. Las tendencias actuales,
tal vez motivadas por la cultura occidental y por el impacto del ejercicio sobre la forma externa
(estética), se mueven hacia un yoga dinámico y vigoroso, orientado hacia la forma física o a la
pérdida de peso, como un ejercicio o deporte más. Si buscamos en Google «yoga para
adelgazar», «yoga para bajar de peso», «yoga para quemar grasa» o incluso «yoga para un
estómago plano», obtendremos numerosos resultados así como numerosos vídeos. Yo no digo
que esto esté mal, solo que los efectos profundos sobre los órganos internos y sobre el psiquismo
se dan en la fase estática de la asana, tras largo trabajo y dedicación; con inmovilidad y atención
plena.
Como decía André Van Lysebeth, uno de los más grandes divulgadores occidentales de yoga:
«una asana es una postura corporal que se mantiene en la inmovilidad, largo tiempo, sin
esfuerzo, con control respiratorio y con control mental».
Yo personalmente divido mis clases en aproximadamente un 35% de ejercicios dinámicos y un
65% de asanas estáticas. Para mí, un nivel avanzado de yoga no consiste en hacer cada vez
técnicas más complejas, sino en permanecer cada vez más tiempo en cada asana. Esa es la
diferencia entre un principiante y un alumno avanzado.
PRANAYAMA: LA RESPIRACIÓN

Pranayama en sánscrito significa «control del prana, aliento o energía vital». Esta energía
vital tiene su máxima expresión en la respiración, en el aliento vital.
El pranayama es el cuarto peldaño del asthanga yoga de Patanjali, y sus técnicas respiratorias
son bien conocidas por los adeptos del yoga. Aunque pranayama puede ser cualquier técnica de
control de la energía, nos enfocaremos en las técnicas respiratorias.
«Aprender a respirar» es una de las máximas que siempre les digo a mis alumnos en las clases
de yoga. «Pero si yo ya sé respirar, vaya frase de perogrullo que te has sacado», contestan. Sí,
supuestamente todos nacemos sabiendo respirar, o por lo menos lo aprendemos después de que
el médico nos da nuestra primera hostia en el culo, después, como casi todo, se nos va olvidando
o vamos adquiriendo malos hábitos. Tampoco nadie nos ha enseñado a pensar, porque
supuestamente eso es ciencia infusa y todos ya sabemos hacerlo... Ya, ya, no hay más que ver
cómo va el mundo para comprobar lo bien que pensamos todos.
Aprender a respirar correctamente, he aquí uno de los objetivos de las prácticas de yoga; y
eso no implica hacer respiraciones sofisticadas reteniendo el aire minutos o alcanzar poderes
mágicos mediante la práctica repetida de ciertas técnicas destinadas a despertar la kundalini. No,
aprender a respirar correctamente, simplemente a llenar los pulmones de aire y a soltarlos de
aire: inspirar y espirar aprovechando al máximo nuestra capacidad, movilizando la musculatura
designada para tal efecto; liberando el diafragma y con su consecuente movilización, liberando
numerosos estados psíquicos arraigados en el subconsciente. Simplemente coger aire y soltarlo;
dar y recibir; vaciarnos bien para llenarnos después; aprender de la abundancia y generosidad de
la vida, en su mayor expresión vitalizadora como es el oxígeno. Oxígeno que no se acaba por
mucho que inspiremos; que no nos empobrece por mucho que exhalemos; oxígeno como
combustible vital del ser humano. Coge con abundancia, suelta con generosidad. Oxigena tus
células, moviliza tu diafragma, activa tu sistema parasimpático... Respira correctamente.
Hay gente que parece que esté estreñida a nivel respiratorio, le cuesta sobremanera soltar el aire,
y por consiguiente coger aire nuevo y fresco. Hay gente que lleva la palabra «agarrotamiento» y
«racanería» tatuadas en la frente, y se refleja en su forma de respirar y en su vida. El universo es
abundante, respira sin miedo, llénate, ábrete a lo que la vida te ofrece; y después suéltalo, no lo
guardes pues nuevo aire vendrá, nuevas experiencias, nuevas oportunidades...
Aquí estamos de prestado, hombre, cuando seamos conscientes de que tenemos un tiempo baldío
por delante, no derrocharemos ni un segundo, ni una sola exhalación en medias tintas o en
racanerías. Da, con mayúsculas, llénate; y una vez lleno: da, suelta, libera, comparte. Esta es
la mayor técnica de respiración, la mayor técnica de pranayama: controlar la dualidad, la
inspiración y la espiración; la noche y el día; la luz y la oscuridad; lo lleno y lo vacío, para
comprender, al cabo, que somos algo que transciende esa dualidad, algo que la integra: la
Unidad.
Una vez propuse integrar una asignatura en las escuelas en la que se contemplase enseñar a los
chavales a respirar y a pensar adecuadamente. Mejor no os digo dónde me mandaron... «No hay
sitio en la apretada agenda de la educación para tales cuestiones, los chavales tienen que
aprender cosas de provecho», me dijeron. Sí claro, la lista de los Reyes Godos, la deriva
continental, raíces cúbicas y derivaciones (para no salirnos por la tangente en una curva cuando
vamos a mucha velocidad con el coche), lenguas extranjeras (cuando todos hablan como
auténticos chonis y chonas en su idioma materno), y que más..., a ver que piense un rato... La
cuestión es que uno sale del cole y la vida le empieza a dar hostias por todos lados (sí no antes),
como si aquella reminiscencia de cachete que nos dio el buen doctor al nacer marcara una tónica
general en el ser humano. Es entonces, cuando uno, hastiado y hostiado, llega a clase de yoga
como si de un taller de reparaciones se tratase.
—¿Qué te pasa?
—Estoy jodido, muy jodido...
—Bien, comencemos por aprender a respirar.
¿Por qué no me enseñaron en la escuela a respirar, a pensar, a afrontar las vicisitudes de la vida?
¿Por qué no me enseñaron cual es el intrincado juego de las emociones para no dar tanto tumbo
por el sendero de la vida? ¡Dios! ¡Cómo me hubiera gustado que me enseñasen a afrontar las
pérdidas, a superar los duelos, a desapegarme de lo que todavía quiero! Cuánto hubiera dado por
afrontar con madurez las pequeñas muertes de cada día, los sueños truncados y las heridas
incurables del corazón. Cómo hubiera deseado que alguien me enseñase a despertarme cada día
con energía, arrastrando las cenizas de mis pretéritos yoes, y construir sobre ruinas bellos
monumentos. Cuánto daría por poseer la técnica que me permitiese aprender a la primera todas
las lecciones, y no a la duodécima o a la decimotercera... ¿Cómo se domina el cuerpo? ¿Cómo
las harto sinuosas y escurridizas emociones? ¿Cómo la pérfida mente? ¿Cómo domar las
relaciones personales cual si de caballos salvajes se tratasen? ¿Cómo, me pregunto aprovechar al
máximo este tiempo de vida que se nos ha dado, este don maravilloso que es estar vivos?
Respirando, respirando... Llenando, soltando; asimilando lo inspirado, liberando lo pretérito...
RESPIRAR POR LA NARIZ

Una pregunta típica donde las haya en todo grupo nuevo de yoga es:
—¿Hay que respirar por la nariz o por la boca?
—Siempre por la nariz.
—¿Siempre? Si a mí me ha dicho el instructor de gimnasia sueca que hay que respirar por la
boca.
—Sí, a mí también me ha dicho eso mi profe de aerobic —dice otro.
—A mí la herborista, que cuando esté estresada coja aire y lo eche por la boca despacio —otra.
—Yo también tenía entendido —dice otra— desde pequeña que había que respirar por la boca,
sobre todo al espirar.
—Siempre por la nariz... —repito.

Bien, vamos a usar la lógica para confirmar este argumento, de por qué hay que respirar siempre
por la nariz.
Lo primero de todo es que el cuerpo humano dispone de varios sistemas y aparatos: Locomotor,
nervioso, circulatorio, digestivo, respiratorio, excretor, linfático... Cada uno tiene su función y
sus órganos asociados.

Vamos a analizar el que nos atañe ahora, el respiratorio. Así, el aparato respiratorio está
compuesto por: fosas nasales, faringe, laringe, tráquea, bronquios, bronquiolos, pulmones y
alvéolos. ¡Y la boca! ¿Dónde está la boca? No está. La boca forma parte del aparato
digestivo.
Cada aparato tiene su función y sus órganos correspondientes, y el órgano natural para
respirar es la nariz. No obstante, la boca tiene la valiosa función de ser un órgano auxiliar, en
caso de que la nariz se tapone bien sea por un resfriado o por un golpe. Si esto no fuera así
podríamos morir asfixiados por un simple resfriado. En este sentido sí está justificada la
respiración por la boca, al igual que cuando hacemos un gran esfuerzo físico y nuestras
pulsaciones cardíacas se elevan demasiado, el cuerpo requiere una gran cantidad de oxígeno en el
menor tiempo posible; en ese caso sí que se produce una respiración natural por la boca,
jadeante, ya que la boca es capaz de aportar mayor volumen de aire en menor tiempo que la
nariz. En esos casos de alto esfuerzo también está justificada la respiración por la boca. También
es recomendable respirar por la boca, sobre todo espirar, si estamos muy estresados y queremos
liberar un poco de tensión. En algunas técnicas muy concretas se recomienda también espirar por
la boca, durante un breve periodo de tiempo. En el resto de casos, siempre por la nariz.
La respiración requiere de un ciclo cerrado, y esto solo es posible al respirar por la nariz como
ahora veremos.
Lo primero de todo es que el interior de nuestros pulmones está a una temperatura de unos 36
grados y con elevada humedad. El aire exterior que respiramos, casi siempre, está a una
temperatura y humedad diferente y por lo tanto, hay que calentarlo y humedecerlo. Este
calentamiento y humedecimiento se produce en las fosas nasales, especialmente en el área
conformada por la pituitaria roja. ¿Cómo se cierra el ciclo? Al espirar por la nariz, se vuelve
a absorber ese calor y esa humedad perdidas y el aire sale relativamente frío y seco. ¿Qué
pasa si inspiramos por la nariz y espiramos por la boca? Que ya no hay ciclo cerrado y la nariz se
acabaría resecando, con los problemas que eso puede conllevar.
Otra función es la de filtro físico y biológico. Los pelos de la nariz sirven para retener las
partículas de polvo que se encuentran en el aire y las mucosas (mocos) hacen un filtrado fino y
antimicrobiano. Después son llevados hasta las coanas por los cilios vibrátiles, y se expulsan
definitivamente mediante el estornudo o mediante la segregación de mocos. ¿Qué pasa si
inspiramos por la boca? Que toda esa porquería pasa directa a nuestra boca, pulmones y
estómago, aumentando el riesgo de infecciones y resfriados. También al respirar por la boca
podemos introducir bacterias que pueden ser causantes del mal aliento. Lógico, ¿no? Pues aún
hay más motivos.
Otra propiedad, tal vez desconocida pero muy importante, es que en la parte alta de las fosas
nasales se halla el hueso esfenoides, que es el que contiene la glándula pituitaria o hipófisis.
Esta glándula produce muchas hormonas esenciales para el correcto funcionamiento del cuerpo.
Tiene dos partes, una formada por tejido nervioso y otra por tejido faríngeo; al respirar por la
nariz estimulamos ligeramente está glándula y la mantenemos activa. Respirar por la boca de
forma continuada puede ser motivo del no correcto funcionamiento de esta glándula, y el origen
de numerosos males.
Los textos clásicos dicen que a través de la respiración nos recargamos de prana o energía vital.
Tal vez este hecho esté ligado con la pituitaria, que a nivel sutil puede que sea la puerta de
entrada al ajna chakra, o tercer ojo. Esos conceptos superan mi dominio del tema, pero lo dejo
caer por si pudiera tener esto alguna base verídica. Lo que sí es cierto es que todas las técnicas
de pranayama se realizan por la nariz y sirven también para mantener el sistema nervioso
equilibrado; como si, una vez más, la glándula pituitaria tuviera algo que ver en todo esto.
Visto esto, respirar por la nariz está más que justificado, y desde mi punto de vista, toda persona
que no pueda hacerlo por motivos fisiológicos (desvío de tabique, lesiones, vegetaciones...)
debería solucionar ese problema aunque ello conlleve una intervención quirúrgica. Insisto,
respirar por la nariz de forma habitual es importantísimo, mucho más de lo que pueda parecer a
simple vista. Hay personas también que a pesar de no poseer ninguna lesión, respiran por la
boca por hábito; por hábitos erróneos adquiridos desde la niñez. En tales casos, hay que
empezar a cambiar esos hábitos, poco a poco, y acostumbrarse a hacerlo por la nariz.
LAS 4 FASES DE LA RESPIRACIÓN

La respiración normal del ser humano medio suele ser superficial, desorganizada, arrítmica y
poco eficaz.
Hoy vamos a hablar sobre las cuatro fases de la respiración: inspiración, retención con los
pulmones llenos, espiración y retención con los pulmones vacíos. El yoga tiene un nombre para
cada una de estas fases: puraka, kumbhaka, rechaka y suniaka, respectivamente.
Parece que en este mundo material casi todos los procesos físicos tienen cuatro fases: las 4
estaciones, las 4 fases de la Luna, las 4 edades del hombre (infancia, adolescencia, madurez y
vejez), las 4 fases de la vida (crecimiento, plenitud, decadencia y muerte), las 4 fases del
metabolismo (ingestión, digestión, absorción y excreción), las 4 fases de la materia (sólido,
líquido, gaseoso y plasma)... Seguro que me dejo más ejemplos, pero la respiración también
posee 4 fases, como antes hemos señalado.
Hay algo que me llama la atención: mucha gente no sabe ni cómo respira, ni para qué respira,
ni cómo funciona el proceso de la respiración. Afortunadamente la ignorancia no mata, ya que la
naturaleza ha previsto ese hecho y ella sigue funcionando igual. No obstante, el conocimiento
nos da el poder de mejorar.
Puraka:
Inspirar es lo que mejor conocemos y lo que mejor sabemos hacer, dentro de lo mal que
respiramos. Consiste en tensar la «musculatura inspiradora» (la llamaremos así para simplificar),
llenar un poco los pulmones de aire, y ya está.
La inspiración es la fase activa. Cogemos oxígeno, energía, vitalidad, nos llenamos, recibimos el
don de la vida.

Kumbhaka:
Una vez llenos, retenemos el aire para que, en esa plenitud, se pueda producir en los pulmones
el intercambio gaseoso. En los alvéolos pulmonares se produce la respiración interna, la más
importante. Respirar no solo es coger aire y soltarlo, respirar es un intercambio gaseoso. Al
retener el aire con los pulmones llenos, se produce el máximo intercambio, así como el mayor
nivel de energía y vitalidad. Inconscientemente, cuando vamos a hacer un gran esfuerzo, o
requerimos de gran concentración, mantenemos los pulmones llenos.
¿Qué hay que hacer para retener el aire? Simplemente mantener tensa la musculatura
respiratoria. En niveles avanzados se utilizan llaves o bhandas. Es importante no retener el aire
demasiado tiempo a no ser que estemos entrenados. 10 segundos es el tiempo máximo
recomendado para los principiantes.

Rechaka:
Espirar es más que soltar el aire. Espirar es dejar marchar aquello que ya ha cumplido su
función, aquello que ha pasado a lo pretérito. Espirar es una fase pasiva, pero que igualmente
requiere del trabajo de los músculos espiratorios. Lo que hacemos la mayoría de nosotros es
inspirar y soltar la tensión de la musculatura, de esta forma se produce una espiración corta. La
clave está en mantener tensa cierta musculatura para alargar y controlar la espiración.
En esta vida todo tiene su crecimiento, su madurez y su decadencia. Hay que aceptarlo. La
espiración corresponde a ese proceso catabólico en el que nos desprendemos de lo que sobra,
pero que a su vez da vida, ya que vaciar permite de nuevo volver a llenar. Si no soltamos el
aire, nos morimos de asfixia. Si no dejamos marchar aquello que sobra en nuestra vida, aquello
que fue, nos ahogaremos igualmente en nuestra aflicción; nos convertiremos en estatuas de sal.

Suniaka:
Esta es tal vez la fase más desconocida y la que menos se practica. Retener el aire con los
pulmones vacíos. ¿Qué produce esto? A nivel físico se sigue produciendo el intercambio gaseoso
con el aire residual. A nivel interno se produce el momento de mayor sensibilidad.
Inconscientemente, cuando necesitamos del máximo de nuestros sentidos, como por ejemplo
escuchar un sonido a bajo volumen o enterarnos de algo importante, o hacer algo de gran
precisión, lo hacemos con los pulmones vacíos. Es la fase vacía que precede lo lleno. Esta fase,
no obstante no debe alargarse demasiado.
El yoga posee técnicas específicas en las que intervienen alguna o varias de estas fases. Es
recomendable aprender estas técnicas bajo la supervisión de un profesor o con una buena guía
que explique al detalle cada punto del ejercicio.
Después de esta explicación te surgirá una pregunta: ¿hay que respirar todo el día con las 4
fases? No, solo cuando aplicamos algunas técnicas.
En el día a día reina la dualidad, no el cuaternario. Día y noche, luz y oscuridad, vida y muerte,
inspirar y espirar...
Dar y recibir constantemente es lo que hacemos al respirar. Llenarnos y vaciarnos.
¿Qué te cuesta más, dar o recibir? ¿Qué te cuesta más, inspirar o espirar? Ambas cosas están
relacionadas. ¿Qué es mejor? El equilibrio, inspirar bien y espirar bien. Llenar bien los
pulmones y vaciarlos bien.
LA RESPIRACIÓN ABDOMINALES

Sin duda una de las técnicas más importantes de respiración es la respiración abdominal o
diafragmática.
A grandes rasgos existen tres grupos de músculos que intervienen en la respiración:
La musculatura clavicular y de la parte superior del esternón (respiración alta).
La musculatura intercostal (respiración media).
El diafragma (respiración abdominal).
Respirar usando la parte alta y la media se conoce como respiración torácica.
La respiración torácica no llena los pulmones de una forma correcta e introduce muy poco
volumen de aire para el esfuerzo energético que hay que realizar. Este tipo de respiración es el
más común en la gran mayoría de personas. Produce respiraciones rápidas y superficiales, con
poco volumen de oxígeno inspirado y poco volumen de CO2 espirado.
El diafragma es uno de los músculos más importantes del cuerpo humano y a pesar de su
importancia, es uno de los grandes olvidados. Todo el mundo va al gimnasio a «machacarse»
para hacer crecer sus músculos y para que se les noten los abdominales, los bíceps o los
pectorales, pero casi nadie ejercita el diafragma.
El diafragma es un músculo enorme en forma de cúpula o de paracaídas; tiene dos agujeros
(uno para el esófago y otro para la arteria aorta). Al respirar con el diafragma, lo que
hacemos es tensarlo hacia abajo creando una diferencia de presión en los pulmones con
respecto al exterior, hecho que produce la entrada de aire y el llenado de los pulmones. Al
relajar el diafragma, vuelve a su posición normal y se produce la salida del aire; así de
sencillo. El diafragma se convierte entonces en un segundo corazón, ya que al producir esa
diferencia de presión en los pulmones, no solo absorbe el aire, sino que también hace que se
mueva la sangre de las extremidades hacia los pulmones, con lo que se mejora notablemente
la circulación sanguínea. Al bajar genera presión en las vísceras internas
descongestionándolas, y por ello también masajea el estómago (favoreciendo la digestión) y
el hígado (segregación de bilis y posiblemente también interviene en la circulación
linfática). Por si esto fuera poco, el movimiento del diafragma propicia que se active el
sistema nervioso parasimpático
con sus consecuentes segregaciones de endorfinas y sus consecuencias (relajación,
bienestar, disminución del dolor y la ansiedad...). Es de vital importancia, por todos estos
motivos, aprender a respirar correctamente con el diafragma.Respiración abdominal
occidental:
Tumbado boca arriba (o en decúbito supino que suena mejor), con las rodillas flexionadas y los
pies apoyados en el suelo (para que se aplane la zona lumbar y resulte más fácil mover el
diafragma), inspiramos por la nariz intentando mover únicamente el diafragma, procurando no
expandir la caja torácica y sintiendo como se hincha el abdomen. Al espirar relajamos el
diafragma y sentimos como se deshincha el abdomen. Podemos poner una mano relajada un
poco por debajo del ombligo para percibir con mayor claridad cómo se eleva y se hunde el
abdomen.
Esta respiración tan sencilla es increíblemente beneficiosa para liberar tensiones físicas y
emocionales y para aprender a mover y aislar el diafragma de los demás músculos respiratorios.
No obstante, no es del todo perfecta.
Respiración abdominal yóguica:
Es igual que la anterior pero manteniendo control sobre la cintura abdominal (la musculatura
abdominal que se halla en la parte inferior del abdomen). Espiramos el aire tensando esa
musculatura, y al inhalar no soltamos esa tensión, sino que mantenemos contraídos en cierta
medida los músculos abdominales que se hallan por debajo del ombligo, manteniendo con menos
tensión los que se hallan por encima de él. ¿Qué sucede con este detalle? Sucede que el
abdomen no se hincha tanto y la presión abdominal puede llegar a niveles más profundos,
ejerciendo un mayor masaje a las vísceras internas y evitando que a la larga se genere cierta
laxitud en el abdomen.
Esta respiración se puede practicar tumbado, sentado o de pie. Es recomendable aprender a
hacerla muy bien del modo occidental, y después adquirir control sobre la cintura abdominal
para hacerla de modo correcto.
Esta respiración es la llave que abre la puerta de entrada hacia el yoga, hacia el cuerpo físico,
hacia el interior de uno mismo.
Para aprender a hacerla correctamente, te recomiendo que veas los siguientes vídeos que tengo
colgados en mi canal de YouTube:
- https://youtu.be/TLJP8FdyT8I
- https://youtu.be/OLQUyri1bTE
LA RELAJACIÓN

Una de las técnicas más importantes del yoga, aparte de la meditación, sin duda es la relajación.
Relajarse es todo un arte, y para los ciudadanos estresados del siglo XXI que somos la mayoría
de nosotros, no resultará fácil lograrlo en un principio.
¿Por qué relajarse? Muy sencillo, tanto el cuerpo como la mente necesitan descansar. Durante
la actividad diaria el cuerpo se desgasta y la mente se agota. Únicamente durante el descanso
profundo se produce una regeneración tanto física como psíquica. Si no se duerme durante días
se produce un colapso nervioso, locura e incluso la muerte. Si no se descansa adecuadamente en
un periodo prolongado de tiempo, se produce decrepitud física, envejecimiento prematuro, la
merma de nuestras capacidades mentales y el tan conocido estrés. Por todos estos motivos, es de
vital importancia el descanso adecuado, la relajación.
—¿Pero relajarse no es perder el tiempo?
—En absoluto, es invertirlo en aras de nuestra salud.
—Ya, pero es que a mí, eso de estar tumbado sin hacer nada... No sé, no va conmigo, prefiero
irme a correr.
—Pues vete. Ya volverás ya...
He tenido alumnos, que cuando llegaba la relajación al final de la clase, comenzaban a recoger
sus cosas y se marchaban; para ellos ya había terminado el yoga, la relajación era perder el
tiempo. Craso error. Si hay algo que necesitamos con urgencia hoy en día, es la relajación.
Vivimos en una sociedad competitiva, en la que producir es lo que prima. «Cuánto más
produces, más vales». «Cuanto más hagas mejor». «El tiempo es oro». «Ya habrá tiempo para
descansar en la tumba»... ¿Os suenan estas frases? Pues bien, después llegan los problemas:
estrés, ansiedad, depresión, envejecimiento prematuro, desarreglos hormonales, enfermedades,
infelicidad. Está bien trabajar, está bien producir, está bien hacer, pero también está bien
relajarse, dejar de hacer.
Nos levantamos con un sonido estridente por las mañanas, a horas insalubres. Estamos
trabajando en nuestros puestos de trabajo a todo ritmo, y a eso hay que añadirle la psicosis de
poder perder nuestro empleo en estos tiempos turbulentos de crisis que corren, si no producimos
lo suficiente. Comemos rápido y mal para volver al trabajo, en jornadas laborales que parecen
condenas. Salimos del trabajo y vamos a hacer alguna otra actividad extra (gimnasio, pintura,
cursos, idiomas...). Llegamos a casa, cenamos rápido con la televisión puesta, y para terminar de
aprovechar bien el día nos ponemos a ver tele-basura o a navegar por Internet hasta horas
elevadas. Nos metemos en la cama, damos vueltas, nos despertamos varias veces. Vuelve a sonar
el despertador. ¿Os suena esto? Es el día a día de la mitad del país. La otra mitad está en el paro,
y en teoría tendrían que estar muy relajados pero no es así, su sensación de inutilidad sumada a la
incertidumbre y preocupación por su futuro, los deja física y mentalmente más agotados que si
trabajaran en las canteras de las pirámides de Egipto. Solución: aprender a relajarse.
Una relajación profunda bien hecha, de unos quince o veinte minutos equivale a horas de
descanso nocturno. ¿En serio? ¿Y cómo se hace eso? Con la técnica adecuada.

Técnica básica de relajación:


Postura de relajación: Savasana, postura del cadáver o del cuerpo muerto.
Tumbados en decúbito supino (boca arriba), con las piernas y los brazos ligeramente separados,
las palmas de las manos hacia arriba y la cabeza en el centro. Más fácil imposible, pues aun así,
hay gente que lo hace mal: cruza las piernas, gira la cabeza o pone las manos boca abajo. ¿Qué
sucede entonces? Que se duermen. Dormirse no es relajarse.
Extras: Conviene taparse con una manta aunque tengamos calor, ya que el cuerpo se enfría
notablemente al relajarse. También se puede poner música de fondo, con el volumen no
demasiado elevado, y preferiblemente música clásica o instrumental.
Duración: Entre 10 y 20 minutos.

—¿Y ya está?
—No amigo, no. Ahora comienza una de las aventuras más difíciles en las que podemos
embarcarnos, comienza el viaje al centro de la Tierra... Perdón, quería decir el viaje al centro de
uno mismo.
—¿Cómo es eso?
—Tenemos que ir atravesando diferentes substratos: el físico, el emocional y el mental, hasta
llegar a ese centro donde todo es silencio, paz y bienestar. Tenemos que ir, muy conscientes,
relajando nuestro cuerpo físico hasta que parezca que no está; calmando nuestras emociones
hasta que solo quede paz y serenando nuestra mente hasta que solo quede silencio.
—¿Casi nada, no?
—Casi nada...
—Yo creía que relajarse era tumbarse boca arriba y ya está.
—Ya...

Puedes aprender a relajarte en este curso de relajación que tengo colgado en YouTube de forma
gratuita:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLRtW50JBToVPtO64bOHE1Y1cogZzBRqkQ
Son 51 lecciones de más de 3 horas y media de duración total. Te recomiendo que lo veas entero
y practiques los ejercicios que se proponen. Puedo ser un poco pesado en este curso, lo admito, y
puede incluso ser algo aburrido, pero en él explico todo lo que sé sobre la relajación.
LA MEDITACIÓN

Para mí, la meditación es una técnica avanzada de yoga, y no suelo enseñarla a los
principiantes. Considero fundamental practicar asanas, pranayama y relajación durante varios
años antes de empezar a meditar; por tal motivo, en este libro hablaré muy poco sobre la
meditación. No obstante dejaré caer algunas pinceladas sobre esta técnica tan importante.
Hoy en día está muy de moda aprender a meditar, y numerosos medios hacen eco de los
beneficios de la meditación. La ciencia está avalando las técnicas meditativas, y hay evidencias
de que la meditación puede llegar incluso a cambiar la estructura del cerebro. Dicen los
académicos (tras varios estudios), que la meditación continuada puede llegar a cambiar la
plasticidad del cerebro y a mejorar la memoria, la autoestima, la empatía y ayudar a reducir el
estrés.
En los últimos años ha surgido la técnica del mindfulness, vinculada al ámbito académico y muy
acorde a la mentalidad occidental. Es, podría decirse, meditación budista libre de toda filosofía
y adoctrinamiento. Por este motivo, está ganando muchos adeptos. Además, cada vez son más
los científicos que afirman que son ciertos sus beneficios, así que, razones de peso no faltan para
comenzar su práctica.
Lo cierto es que las técnicas de meditación tienen varios miles de años de antigüedad y han sido
la piedra base del yoga, el budismo, el zen y otras disciplinas afines. El yoga concretamente,
considera a la meditación como la técnica suprema, y dentro del sistema de Patanjali, el asthanga
yoga, la meditación (dhyana) está situada en sus peldaños finales:
1. Yama.
2. Niyama.
3. Asana.
4. Pranayama.
5. Pratiahara.
6. Dharana.
7. Dhyana.
8. Samadhi.
Meditar no es nada fácil, que nadie se engañe. Aprender a meditar y lograr cierto dominio en el
arte, requiere de mucho tiempo y esfuerzo. Está muy bien eso que dicen los científicos, pero, por
muchos estudios que haya, por más que evidentes sean los beneficios de la meditación, eso no va
a hacer que la gente medite. Voy a poner un ejemplo: «Hacer deporte es bueno». Hay miles de
estudios que avalan esto; miles de científicos de todas las especialidades que lo corroboran. Es
más (cosa que aún no sucede con la meditación), está en la cultura popular el concepto de que el
deporte es bueno; todo el mundo sabe que el deporte es bueno, que hacer ejercicio es bueno...
Y ahora la pregunta del millón de dólares: ¿Cuánta gente hace ejercicio con regularidad?
Para meditar hace falta un requisito imprescindible: DESEAR MEDITAR. Si uno no desea
meditar, no importa que cada día salga en las noticias de algún que otro medio de comunicación
que meditar es bueno; no importa que se prediquen a los cuatro vientos sus beneficios.
¿Qué se puede hacer entonces? Bueno si estás leyendo este libro, puede que algo de deseo por
meditar tengas, al igual que deseo por practicar yoga, relajación, o hacer ejercicio para estar más
sano o más feliz. Si existe esa pizca de deseo, es posible que mediante buenos argumentos se
pueda potenciar ese deseo para que se vuelva lo suficientemente fuerte como para iniciarse en la
meditación.
Una vez que tu deseo sea fuerte, lo siguiente que necesitas es el CONOCIMIENTO.
Conocimiento sobre cómo meditar correctamente. Estoy preparando un curso completo de
introducción a la meditación, que en breve espero terminar.
Y por último quedaría pasar a la ACCIÓN, es decir, meditar... Sentarse a meditar y meditar.
Pero insisto, antes de meditar es bueno iniciarse en la práctica regular del yoga, para que poco
a poco vayamos entrenando y adquiriendo cierto control sobre nuestro cuerpo, nuestras
emociones y nuestra mente. Por hacer un símil: el yoga sería caminar y la meditación correr; el
yoga sería senderismo y la meditación alpinismo... Hay que construir una buena base y aprender
a «andar» antes de empezar a «correr».
EL OM

Muchos alumnos me preguntan en clase por el significado de la sílaba Om, al igual que mucha
gente asocia el yoga con alguien sentado en la postura del loto diciendo «oooommmmmm».
La sílaba Om, también llamado pranava, es el mantra más sagrado y el misterio más profundo
del yoga. En realidad son tres letras: AUM, pero se pronuncia «om»; y su yantra es la imagen
siguiente.

La vocal A, es el sonido más abierto que puede articular el ser humano, es el alfa, mientras que
la letra M es el sonido más cerrado que puede articular el ser humano, es el omega. La U es una
vocal intermedia, que al juntarla con la A, produce el sonido O; por eso se pronuncia OM; pero
en esencia siempre guarda las tres letras, la trinidad. Por tales motivos, AUM es el nombre del
ser, del espíritu, del supremo Atmán. El Om es lo que queda si quitamos todas las capas que nos
conforman; si quitamos el cuerpo físico, el emocional, el mental, y el causal, Om es lo que
queda, como substrato indivisible.
El Om guarda en sí mismo el misterio de la Trinidad y su síntesis, el cuarto aspecto. Es la
Tetraktys pitagórica: El Misterio de Misterios. A + U + M + OM = 10 = 1
La A es el aspecto Voluntad, es el Padre, la Vida. La M es el aspecto «inteligencia creadora», es
la Madre, la energía. La U es la conciencia, el Hijo, el aspecto Amor-Sabiduría. El Om es la
síntesis de los tres, el cuarto aspecto, el espíritu, la mónada, el atmán. Por eso, en todas las
tradiciones, «Dios es trino pero es uno». Y allí donde se halla uno, se hallan los tres.
3 es el número de la creación, pero 4 el de la manifestación. La letra M, o el aspecto
«inteligencia creadora», la shakti, se subdivide en cuatro aspectos más, que junto a los tres
principales, dan un total de siete. He aquí otro número clave, y he aquí el origen septenario del
universo. 7 planos de materia con 7 subplanos; 7 longitudes de onda (colores), 7 sonidos, 7 días,
7 planetas, 7 cuerpos, 7 chakras, 7 iglesias... Pero la búsqueda estriba en alcanzar el número 4, el
OM, que es la suma de los tres primeros, y cuya suma es 10, pero es uno: la unidad primordial.
El objetivo de todo este «Drama Cósmico», de esta gigantesca obra de ingeniería, no es otro que
el de responder a una pregunta: ¿Quién soy yo?
Así, la noche de los tiempos, el 1 en su aspecto voluntad se hizo 2; pero como no hay 2 sin 3, y
del 3 surge el 7, todo se puso en marcha, con un plan trazado, y con largos eones para
consumarse. Larga evolución material, para formar este escenario llamado universo, y larga
evolución para hacer surgir vida inteligente y la individualización de las almas grupales, para que
la mónada, el 1, pasando por todos los números, vuelva al 1, a través del 10, que es el 1
evolucionado. He aquí el alfa y el omega.
¿Quién soy yo? Yo soy el Om. Ahora ya lo sabes; mas no basta con solo saberlo, hay que
realizarlo. Este es el objetivo de las prácticas del yoga: ser conscientes de que somos Om...
Siempre lo hemos sido, pero no nos damos cuenta... Ese es todo el trabajo: ser conscientes. Por
tal motivo el camino de vuelta a casa es «el camino de la U», «el camino del Hijo».

A U M
Alfa Punto medio Omega
Positivo Neutro Negativo
Vida Conciencia Dicha
(Sat) (Chit) (Ananda)
Espíritu Materia Energía
Voluntad Amor-Sabiduría Inteligencia creadora
Padre Hijo Madre (o Esp. Santo)
An Enlil Ea
Sin Shamash Isthar
Osiris Horus Isis
Indra Surya Agni
Brahma Visnhu Shiva
OM = síntesis de A U M
Ya que nada escapa del dominio de la A, la U, y la M, por este motivo se dice que todo está en
el Om, y que el Om está en todo.
Sigue el camino del medio (como decía Buda), el camino del Hijo (como decía Cristo), el
camino de la U (como invita el yoga). Canta el Om, medita en Om, vibra en Om, vuelve al Uno...
En este capítulo me he puesto muy místico... No me hagas mucho caso si algo no te cuadra.
LA FUERZA DEL HÁBITO

Siempre que un año nuevo empieza, todos nos hacemos buenos propósitos, tales como
adelgazar, dejar de fumar, hacer deporte, practicar yoga, aprender un idioma, ser mejores
personas, etc., etc., blablabla, blablabla... ¿Qué suele pasar? Nada, todo queda en propósito, todo
queda en el aire, año tras año..., todos esos buenos propósitos se los lleva el viento.
He hablado varias veces de la importancia del hábito para generar acciones. El hábito es clave
para emprender algo, para hacer algo, para consolidar algo. Sin hábito no hay nada, aparte de
buenas intenciones y propósitos lanzados al viento.
¿Qué es un hábito? ¿Qué genera un hábito? Según el yoga, los hábitos generan samskaras, que
son surcos en la mente a través de los cuales los pensamientos pueden fluir. Según la ciencia
moderna y la neurología, los hábitos generan cadenas neuronales, provocando que las acciones
puedan efectuarse con mucha más precisión e incluso involuntariamente. Es como andar en
bicicleta, al principio nos resultará muy difícil mantener el equilibrio, tendremos que prestar
mucha atención a todo lo que nos rodea, pero una vez aprendido, una vez que se han formado las
cadenas neuronales en nuestro cerebro relativas al andar en bicicleta, apenas habremos de
esforzarnos.
Si ponemos el ejemplo de la tecnología, actualmente hay dos formas de grabar información, de
forma digital y de forma analógica. Podemos grabar una canción en un CD virgen, de forma
digital, codificando en la superficie del CD la canción entera en un código binario. Sí tuviéramos
un reproductor antiguo (cassete o disco de vinilo), lo grabaríamos de forma analógica creando
«surcos» en la superficie de la cinta. Pues bien, algo parecido sucede en nuestro cerebro. Para
que se quede grabada información y se generen cadenas neuronales fuertes, es imprescindible
que sea el hábito el que entre en acción.
Con decir «voy a hacer», o proponernos «sí, sí, esta vez lo hago», o apuntarnos a un gimnasio en
enero, no vamos a conseguir generar un hábito. Los hábitos se consolidan con una práctica
constante a lo largo del tiempo. Desear algo es fácil, proponerse algo es fácil, apuntarse a algo
es fácil... Lo que no es tan fácil es hacer un esfuerzo continuado en el tiempo. ¿Cuánto tiempo
hace falta? Según apuntan ciertos estudios, 21 días, aunque a veces hará falta más tiempo.
Pongamos para redondear que mínimo un mes de esfuerzo continuado.
Para generar hábitos hace falta fuerza de voluntad, unida a conocimiento, deseo y acción, pero
igualmente, hace falta mucha fuerza para romper un hábito que ya se ha adquirido... Es más, es
casi imposible romper un hábito. Sí, así es... Si uno tiene el hábito de fumar, no puede destruir
ese hábito. Lo que se puede hacer es sustituirlo por otro; esto es sumamente importante y la clave
de casi todo. Por ejemplo, si queremos dejar de fumar, cada vez que sintamos la necesidad de
fumar, tenemos que hacer otra cosa; comer pipas podría ser una opción, y a la larga, se generará
el hábito de comer pipas y el de fumar quedará en segundo plano. Entonces tendremos, a la larga,
que sustituir el hábito de comer pipas por otro más saludable, como el de comer mandarinas, por
ejemplo, que son más sanas. Pero si un buen día decidimos fumar un cigarrillo o dos, «que no
pasa nada», el hábito de fumar, que estaba en un segundo plano pero no destruido, se actualizará
y pasará a primer plano, y volveremos a estar como al principio. ¿Veis? Los hábitos no se
destruyen (o tardan mucho en destruirse), por eso hay que sustituirlos por otros más
saludables.
Decía Og Mandino es su libro El vendedor más grande del mundo: «Somos esclavos de nuestros
hábitos, por lo tanto, nos formaremos buenos hábitos y seremos esclavos de ellos». Esta es la
clave para el éxito.
Así que ya sabemos dos cosas:
1. No se generan hábitos sólo con buenos propósitos.
2. No se pueden destruir hábitos viejos con buenos propósitos.
Para crear nuevos hábitos es necesaria la disciplina y el trabajo continuado en el tiempo, y para
destruir hábitos viejos, lo que hay que hacer es sustituirlos por hábitos nuevos más saludables.
Lamento decir que no hay píldoras mágicas, ni fórmulas mágicas, ni alimentos milagrosos ni
nada por el estilo. Es la fuerza del hábito lo que transformará nuestra vida.
¿Quieres practicar yoga? Practica cada día durante un mes como mínimo, forja tu voluntad,
añade el hábito del yoga en tu vida. No dejes que se lleve el viento tus buenos propósitos;
cristalízalos, materialízalos, hazlos realidad.

Practica. La práctica es lo que transforma. La práctica, si hay hábito, es mucho más fácil
hacerla.
LA LECCIÓN DE LA NATA MONTADA

El otro día cogí una receta por Internet para hacer una tarta de queso. Conseguí todos los
ingredientes y me puse a hacerla; la dificultad llego en la parte en que tocaba montar la nata y
no había caído en la cuenta de que no tenía batidora eléctrica. Así que cogí un tenedor y me puse
a batirla a mano.
Pasaban los minutos y todo seguía igual: la nata líquida en el bol sin un pequeño indicio de
montarse. Seguí batiendo con fuerza, porque sabía de oídas que la nata se montaba así,
batiéndola, pero a medida que pasaban los minutos mis manos y antebrazos se iban cansando y la
duda comenzaba a fraguar en mí. «!Esto es imposible, la nata no se puede montar así!», pensé;
pero tenía que montarla porque si no tendría que tirar todos los demás ingredientes y quedarme
sin tarta de queso.
Pasaron más minutos, sentía dolor físico acuciado en manos y antebrazos, la duda, el pesimismo
y la desesperación ya campaban a sus anchas por todo mi ser. «Me han engañado, la nata no se
puede montar con un tenedor», pensaba, pero mi voluntad y mi fe en que lo lograría me hicieron
no desistir y seguir adelante, a pesar de no haber ni un solo indicio de que la nata se estuviera
montando.
Seguí y seguí... Pasados algo más de diez minutos, ¡oh, milagro!, la nata se empezó a montar y
apenas un minuto después de ese hecho ya estaba totalmente montada. Una sonrisa de
satisfacción borró el dolor de mi mano, continué haciendo la tarta y después me la comí.
Deliciosa.
Lección de la nata:
Si queremos que se transforme, de líquida a sólida (un cambio a mejor), tenemos que trabajarla
el tiempo necesario. No hay magia, solo ciencia. La nata se monta debido a que al batirla, las
moléculas de grasa se combinan con el aire en una reacción química y aumenta el volumen
varias veces, dándole ese aspecto y esa textura característica de la nata montada. Eso requiere
tiempo y trabajo; no hay más secretos. Si no la batimos con la suficiente intensidad o el
suficiente tiempo, no se monta.
Vamos a suponer que la nata necesita 12 minutos de batido ininterrumpido a unas revoluciones
moderadas:
Si estamos menos tiempo no se monta.
Si batimos a menos revoluciones no se monta.
Si batimos a las revoluciones adecuadas durante 10 minutos, nos cansamos, y al cabo de
otros diez minutos batimos 2 minutos más, no se monta.

¿Qué tiene que ver esto con el yoga? Pues lo mismo: el yoga nos transforma. El yoga
transforma nuestro cuerpo y nuestra psique (para bien) con una práctica constante y con tiempo.
Hay gente que comienza la práctica y se cansa pronto; hay gente que practica un tiempo pero no
con la suficiente intensidad; hay gente que desiste justo un poco antes de que «comience a
montarse la nata». Después, toda esta gente dice que el yoga no funciona, que sus beneficios son
una mentira o algo inventado. Lo mismo sucede con la meditación, nos sentamos durante días,
meses o años a meditar y nada pasa, todo sigue igual que siempre, la «nata sigue líquida en el
recipiente», entonces desistimos y decimos que no funciona. Hay que seguir siempre hasta el
final, pues cada ingrediente de la vida, tienen un punto diferente de «montado».
Hemos dicho que todo proceso de montado requiere de trabajo y de tiempo, de esfuerzo y de
paciencia, pero también hace falta otro ingrediente: fe. Fe en que se va a transformar, fe en que
va a suceder, fe en el éxito. Los cinco sentidos no nos dan ningún indicio, la lógica dice que nada
tiene por que pasar, pero sin embargo los sabios nos han dicho que sí que pasa, que la nata
líquida se transforma en sólida, dando un sabor mucho mayor a la materia. A veces les creemos,
a veces no.
Los cocineros, los chefs y los que alguna vez han montado la nata con un tenedor nos dicen que
es posible hacerlo. Los maestros nos dicen que la práctica del yoga transforma al hombre. Si
tenemos el conocimiento de esto, sólo nos falta incorporarle el deseo y la acción.
Primero se necesita el conocimiento, de que algo se puede hacer, después viene el deseo y la
voluntad de hacerlo; pero eso no se materializa hasta que la acción, aliada con otro ingrediente
fundamental, el tiempo, logran realizarlo.
Decía Vivekananda, un gran maestro de yoga, que «12 segundos de concentración llevan a la
meditación». Mantener 12 segundos la concentración es 12 veces más difícil que batir la nata 12
minutos seguidos con un tenedor, pero el proceso de transformación es el mismo.
Conocimiento, deseo, acción y tiempo, nada más necesitas para montar la nata...
PEDIR AYUDA

El otro día la batería del coche me dio una lección; lección que ya sabía, pero que se me olvida
con cierta frecuencia. Tenía aparcado el coche en el centro de Bilbao, y en hora y media tenía
que estar en San Sebastián para entrar a trabajar, y entre medio hacer unos recados. No hacía ni
un mes que había cambiado de coche, ya que mi antiguo vehículo, con más de 320.000
kilómetros sobre sus ruedas necesitaba un merecido descanso. Cuál fue mi sorpresa al accionar el
contacto y no poder arrancar el coche.
Un coche semi nuevo, en perfecto estado, con todo a punto... Volví a accionar la llave; el motor
mudo, sin ninguna intención de arrancar. Me quedé sentado unos segundos, paralizado. Volví a
intentarlo, nada; la batería estaba muerta. Sabía que era la batería por los síntomas. Salí del coche
maldiciendo.
Abrí el capó, miré el motor, revisé los bornes de la batería, le di cuatro golpes por si volvía a la
vida como si de una RCP se tratase. Nada. Cogí las herramientas que tengo en el maletero, apreté
dos tuercas. Nada. Clamé al cielo y le pedí ayuda a Dios. Nada. Estuve tentado hasta de hacerle
reiki a la batería, que en algún sitio había leído que se puede cargar una batería con reiki
(menuda estupidez). Nada. Volví a insistir; volví a accionar la llave de contacto. Nada.
Resignación absoluta.
No tenía ni un minuto más que perder, así que me decidí a pedir ayuda. Caí en la cuenta de que
nada podía hacer por mí mismo para arrancar el coche; ni con todo mi conocimiento, ni con todo
el poder de mi cuerpo físico, ni con todo el deseo por arrancarlo podría hacer nada más. Cogí el
teléfono y llamé a mi seguro. 20 minutos después apareció la grúa que había pedido. Nada más
bajarse el técnico le dije que casi con total seguridad no arrancaba porque (por algún motivo que
desconozco) se había descargado la batería. Le puso las pinzas a la batería y 30 segundos
después el coche estaba en marcha. Aquella mañana conseguí hacer los recados pendientes y
llegar puntual al trabajo.
¿Qué es pedir ayuda? ¿Cuándo hay que pedirla? ¿Por qué nos cuesta tanto pedirla? Pedir
ayuda significa que nosotros no somos capaces de hacer o de solucionar algo por nosotros
mismos, y ese hecho hiere a nuestro orgullo, a nuestro ego que se resiente por no ser infalible.
«Si yo no puedo, nadie puede», piensa; o «ya se arreglará solo, con el tiempo». Esas son las dos
frases favoritas del ego herido.
Primero hago todo lo que puedo, todo lo que está en mi mano. Tampoco hay que abusar a la hora
de pedir ayuda, ya que también hay gente que tiene mucha facilidad para pedirla, pues por
comodidad prefiere que los demás le solucionen los problemas; pero no, primero hacemos todo
lo que podemos, todo lo que está en nuestra mano. Si vemos que por nosotros mismos no
podemos solucionar el problema, es momento de tomar consciencia de este hecho y pedir ayuda.
Pedir ayuda no significa que seamos débiles o que seamos unos fracasados. Pedir ayuda forma
parte de la naturaleza humana, es más, es un acto de humildad que nos hace ser conscientes de
nuestras limitaciones y nos engrandece en cierta medida.
Si aquella mañana no hubiera pedido ayuda, jamás habría podido encender el coche por mí
mismo, y el tiempo no carga una batería por sí sola. De no haberlo hecho habría llegado tarde al
trabajo y quizá ese hecho pudiera bastar para perderlo. De igual manera, hay mucha gente que
está enferma y no es capaz de pedir ayuda. Hay gente que tiene problemas y no es capaz de pedir
ayuda. En algunos casos, uno puede perder más que un trabajo, puede perder la vida por no
dejarse ayudar.
Pedir ayuda tampoco significa delegar en otra persona nuestro problema, significa lo antes
dicho, poner todo de nuestra parte y que otra u otras personas añadan ese extra que permita que
la solución se dé.
¿Quién puede ayudar? No ayuda el que quiere, sino el que puede. Los profesionales en la
materia son los más adecuados para según qué tipo de ayuda. Si se estropea el coche no vamos a
llamar a un cirujano, llamaremos a un mecánico. Si estamos enfermos, habrá que contar con
algún profesional médico. Si necesitamos ayuda del orden emocional o mental, un buen
psicólogo o un buen amigo que nos escuche será lo que necesitemos.
A veces la ayuda puede ser ínfima pero suficiente para solucionar un problema; otras hará falta
mucha ayuda. Pero hay que pedirla explícitamente; esto es muy importante, pedirla. Muchas
veces damos por supuesto que los demás saben que necesitamos ayuda, y como no nos ayudan,
nos enfadamos con ellos. «Deberías haber sabido, deberías haberte dado cuenta que estaba
mal», les reprochamos. ¿Pero acaso les hemos pedido ayuda antes? El ser humano todavía no
dispone del don de la telepatía, y si no se pide explícitamente, el otro no tiene por qué enterarse.
Hay que pedir cuando uno lo necesita. Pedir y alguien os ayudará, ya sea un alma caritativa o
un buen profesional que os cobre por sus servicios. Pero lo que está clarísimo es que «no hacer
nada» no ayudará a nadie, a no ser que no hacer nada sea lo más conveniente en dicha
circunstancia (cosa rara pero posible, y que hay que saber discernir muy bien).
¿Y AHORA QUÉ HAGO?

Ya hemos llegado al final de este libro de introducción al yoga. ¿Qué puedes hacer ahora?
Si antes de leer este libro no practicabas yoga y su lectura te ha despertado interés y ganas en
practicarlo, lo mejor que puedes hacer es apuntarte a una escuela y aprender de forma
presencial con un buen profesor.
Si por algún motivo no puedes aprender de forma presencial, bien sea por que no tienes dinero
para pagar las clases o porque no encuentras un buen profesor en tu zona, puedes seguir mis
vídeos y artículos vía online. No será lo mismo que de forma presencial, pero menos es nada.
Recuerda suscribirte a al blog YOGA en CASA y a mi canal de YouTube para estar al día
con todas las actualizaciones y no perderte ninguna lección.
Si antes de leer el libro ya practicabas yoga, pues adelante, no lo dejes, sigue practicando.
Otra cosa que puedes hacer, si te ha gustado este libro, es compartirlo y ayudarme a
divulgarlo, para que mucha más gente pueda leerlo. Puedes hacerlo en tus redes sociales, darle a
«me gusta» o hacer alguna valoración positiva para que pueda ascender en los tan competidos
rankings y poder tener así mayor visibilidad. Pero solo si el contenido te ha parecido bueno; si el
libro te ha parecido malo o mediocre, pues no hagas nada, o valóralo negativamente, como tú
quieras.
Si quieres seguir indagando en el yoga y su filosofía, te recomiendo mi libro El Uno sin segundo,
o seguir leyendo y estudiando sobre el tema. El conocimiento nunca está de más.
Por último, recordarte que estoy abierto a cualquier duda o sugerencia que tengas sobre el yoga.
La mejor forma para que pueda responderte es que te expreses a través de comentarios en el blog
o en los vídeos de YouTube, intentaré responderte lo antes posible.
Gracias por haber llegado hasta aquí, y ánimo en la práctica del yoga.
¡Que seas muy feliz!
AIMAR ROLLÁN (GOPAL)

San Sebastián, 1981.


Divulgador y profesor de yoga con más de 15 años de experiencia en la práctica y
enseñanza del yoga.
Mi método es el yoga clásico, en la especialidad de hatha y raja yoga, adaptado a la
mentalidad y a las necesidades de los occidentales del siglo XXI. Las técnicas que
enseño son suaves y asequibles (no elitistas), orientadas al trabajo tanto del cuerpo
como de la mente, intentando compenetrar la sabiduría oriental con el conocimiento
occidental.
Comencé mi formación en yoga en el año 2000, en el ashram Sanatana Dharma de
Zestoa, y durante 4 años obtuve los títulos de:
-Profesor de yoga.
-Profesor superior de yoga.
-Profesor de suddha raja yoga (meditación).
Después, no he dejado de aprender ni de formarme con otros maestros y en otras
técnicas, tales como: ayurveda, tai chi, chi kung, reiki, coaching, PNL y otras
disciplinas relacionadas con el desarrollo personal. Tengo también estudios de
química y electrónica, y soy un gran amante de la ciencia y la filosofía occidental,
hecho que me permite ser crítico con ciertos asuntos «demasiado orientales».
A través del blog YOGA en CASA trato de fomentar la práctica del yoga, la vida
sana, el trabajo interior y el pensamiento crítico.
No pertenezco a ninguna organización gubernamental, ni no gubernamental, ni
religiosa, ni política, ni de yoga, ni de nada. Sigo mi propio camino y hago una
síntesis de lo que conozco.
También tengo la afición de escribir. Por el momento tengo tres obras acabadas: Un
día completo (narrativa), El Uno sin segundo (ensayo) y Anhelo de luz (poesía). Y
de seguro serán muchas más en el futuro, ya que me encanta escribir y es algo que
nunca dejaré de hacer.
Puedes visitar mi blog personal de escritor: aimarrollan.blogspot.com
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Twitter: @Aimarus
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