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A partir de tales reflexiones empujamos por la situación continental, diversos escritores comenzaron
a producir una literatura de renombre que por los años 60 se dan en llamar el BOOM
LATINOAMERICANO.
Esta literatura tiene varias características que los hermanan, aunque, cada uno de estos escritores
vale por sí solo convirtiéndose en verdaderos maestros de la literatura universal-
En este sentido, los escritores de calidad de este movimiento son múltiples: Carlos Fuentes, Julio
Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y muchos otros como: Juan Carlos Onetti,
José Donoso, Augusto Roa Bastos.
A partir del último postulado heredado del Boom (Hacer del texto literario un espacio para
presentar las cambiantes y diversas realidades humanas y sociales del continente
latinoamericano) y en el marco de la crisis económica y cambio de actores sociales de los 80s se
genera un cambio en la forma de concebir la noción de estado nacional que impacta la labor
literaria provocando un intento de reescritura de la historia a través de la actualización de un
género literario olvidad: la novela histórica.
En efecto, la relación entre la novela histórica y el cambio de agentes sociales llama la atención
pues guarda su correlato con la situación contextual que se dio en el nacimiento y apropiación
de la novela histórica del siglo XIX hispanoamericano. En efecto, al momento de la desaparición
del gobierno virreinal español en América surge la necesidad de constituir identidades
nacionales por parte de las élites criollas haciendo que la literatura se conciba como uno de los
mecanismos para llegar a tal fin: “En el siglo XIX, la literatura se concibió no sólo como un
instrumento de protesta social sino también como medio para modelar la conciencia nacional y
crear un sentimiento de tradición”. Franco, Jean. La cultura moderna en América Latina, México,
Joaquín Motriz, 1971. 17.
Alfred Devini: El protagonista debe de ser el líder (Napoleon, Bolivar, Porfirio Días)
Walter Sctott: Sistema de la cámara de los comunes británico. “Escojo al capitán en lugar del
general pero no al mendigo” (posición media alta para hablar de lo que hay abajo con
perspectiva de arriba).
En tal sentido, la escogencia de los géneros literarios cumplía con diversos objetivos que:
“No deben verse como resultado de las relaciones intertextuales desinteresadas, accidentales,
pasivas o meramente imitativas, sino al contrario, como el producto de relaciones utilitarias
(expropiación) que rinden beneficio (prestigio, autoridad poder) a la economía de la novela
nacional.”
Por lo anterior, se podría definir la novela histórica como una construcción ficcional que tiene
como intención proponer una reescritura del pasado para impactar el horizonte de la lectura del
público vía una actualización narrativa de un suceso o personaje presente en la documentación
historiográfica.
A partir de este enfoque se puede decir que la novela histórica contemporánea como parte, por
lo menos, un hecho fundamental con la novelística histórica
La nueva novela histórica nace, así, en un periodo de profunda crisis socio-histórica el cual está
unido a la caída de diversos paradigmas sociales que, hasta un par de décadas antes, eran
considerados como definitivos. Pero, para entender cabalmente la situación de la NNH, es el
momento de caracterizarla.
3 la presencia de un personaje histórico verificable pero a partir de una narración sui generis de
ellos.
4 la meta ficción o los propios comentarios del narrador sobre la creación de su propio texto.
5 La intertextualidad.
Fernando Aínsa presenta una serie de caracteres y procedimientos de la nueva novela histórica
de la siguiente manera:
1 La NNH se caracteriza por efvectuar una relectura del discurso historiográfico oficial, cuya
legitimidad cuestiona.
4 La historicidad del discurso ficcional puede ser textual y sus referentes documentarse con
minucia o, por el contrario, la textualidad revestirse de las modalidades expresivas del
historicismo a partir de una “pura invención” mimética de crónicas y relaciones
CLASICOS DE LA NNH
Producto de la aparición, como se comentó antes, de los diversos actores sociales en la arena
social y la creciente incorporación de mujeres a la vida universitaria se genera, en el marco de la
producción y comercialización de la literatura continental un grupo de escritoras y escritores que
reclaman como parte fundamental de su producción su identidad genérica-
Tal situación trajo consigo algunos cambios en temáticas y perfiles en los ejercicios narrativos
que evidenciaron universos literarios aún desconocidos dentro de la tradición continental. Sin
embargo, también es importante mencionarlo, en muchos casos cayó en procesos de marketing
que intentaron, más que desarrollos estéticos, la búsqueda de compradores.
Dentro de la tradición de escritores que tienen como centro poner en primer plano una temática
en torno a la homosexualidad se tiene:
(Yukio Mishima. Confesiones de una mascara (1949))
Argentina. Manuel Puig. El beso de la mujer araña (1976) Pubis angelical (1979)
Esdras Parra (Venezuela). Transexual Novela Juego Limpio (1968) y poesía Este suelo secreto
(1995)
Por su parte, dentro de la tradición de escritoras mujeres que se afirman o despuntan por
diversos motivos durante los años ochenta y noventa podemos mencionar.
Elena moniatovska (Mëxico) Hata no verte Jesús mio (1969). La noche de Tlatelolco (1971)
Nélida Piñón (Brasil). La república de los sueños (1984). La dulce canción de Cayetana (1987).
Albalucia Angel (Colombia) Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón (1975). Misia señora
(1982)
“Nuestro cuerpo es historia, nuestro cuerpo es sociedad” se refleja a la sociedad cultural en las
persona, por ejemplo: En la facultad de humanidades ninguna chica usa hipil.
Años noventa
(cine de denuncia)