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La batalla de Waterloo

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La batalla de Waterloo fue la última batalla de las guerras napoleónicas en la


que se vio cómo las ambiciones del emperador francés eran aplastadas de
una vez. A pesar de su antigua genialidad en la campaña, Napoleón fue
incapaz de derrotar a los ejércitos aliados, y los prusianos acabaron de
determinar su suerte al acudir en ayuda de Wellington el 18 de junio, en lugar
de retroceder tras su revés en Ligny.

Datos de Waterloo
Quiénes: El emperador Napoleón (1769-1821) con 72.000 hombres de la
Armée du Nord francesa atacó a un ejército angloholandés de 60.000 hombres
bajo el mando del duque de Wellington (1769-1852), a quien se unió el
ejército prusiano del príncipe Gebhard von Blücher esa tarde.
Cómo: En una soberbia batalla defensiva, el ejército de Wellington fue capaz
de rechazar, con gran dificultad, los ataques inconexos de Napoleón hasta la
llegada del ejército prusiano.
Dónde: La cresta del Mont St. Jean, cerca del pueblo de Waterloo, 16 km al
sur de Bruselas (Bélgica).
Cuándo: 18 de junio de 1815.
Por qué: La huida de Napoleón de Elba y la restauración del imperio no
podían ser toleradas por los aliados, que intentaban aplastar esta amenaza
contra la paz europea.
Resultado: La derrota de Waterloo obligó a Napoleón a su segunda
abdicación, tras la cual fue finalmente exiliado en Sta. Elena, en el Atlántico
sur.
Revolucionaria y después napoleónica, Francia había estado combatiendo a
Gran Bretaña y a sus aliados durante 20 años cuando, finalmente, Napoleón
abdicó en abril de 1814 y fue exiliado a la isla de Elba. Sin embargo, el
descontento en Francia con el rey Borbón, Luis XVIII, dio lugar a que
Napoleón se arriesgara a realizar una travesía con 1.000 hombres
desde la isla hasta Francia, donde desembarcó el 1 de marzo de
1815. Luis se vio obligado a huir a Bélgica mientras los aliados empezaban a
movilizar a sus ejércitos. Napoleón deseaba sinceramente la paz, pero las
demás potencias europeas nunca le permitirían amenazarla de nuevo, y por
tanto se vio obligado a movilizar a ocho cuerpos. Los franceses estaban
cansados de la guerra y del derramamiento de sangre, al igual que los
soldados y los oficiales, e incluso los propios mariscales de Napoleón eran
reacios a pelear. Esto se aplicaba especialmente a Ney, quien detestaba a
Napoleón. Ney, quien había prometido primero a Luis traer a Napoleón de
regreso en una jaula de hierro antes de pasarse a su bando, sentía en lo más
profundo que Napoleón era una fuerza agotada y que Francia, enfrentada a
una coalición europea hostil, no podría prevalecer. Por desgracia para
Napoleón, su irreemplazable jefe del estado mayor de la vieja época,
el mariscal Berthier, había muerto en un accidente y su sustituto, el
mariscal Soult, no tenía tanto talento. La combinación del deterioro físico
y mental de Napoleón, unida a la torpeza de sus subordinados Soult y Ney, le
conducirían a la derrota en Waterloo.

Los ejércitos aliados


El 95 de fusilerosEn el bando opuesto,
Wellington tampoco lo tenía fácil. Sus veteranos peninsulares estaban
dispersos por todo el mundo o habían sido desmovilizados. En
consecuencia, Wellington se vio reducido a combatir a Napoleón con
un variopinto ejército de mercenarios holandeses, belgas y
alemanes (de Hess y Nassau) y con una pequeña fuerza de soldados
ingleses. Tenía 68.800 efectivos de infantería y 14.500 de caballería, lo cual,
con otras tropas, sumaba un total de 92.300 soldados divididos en tres
cuerpos de infantería bajo su mando, el del general Hill y el del príncipe
holandés de Orange. La caballería estaba bajo el mando del conde de
Uxbridge, que actuaba también como lugarteniente de Wellington. Las
relaciones entre los dos eran frías (Uxbridge se había fugado con la cuñada
de Wellington) y aquel había sido nombrado en contra de los deseos expresos
de Wellington.
Los aliados confiaban, por tanto, en los prusianos, con 130.000 hombres, para
contener a Napoleón. Su legendario comandante, el mariscal de campo y
príncipe Gebhard von Blücher (1742-1819), tal vez nunca hubiera sido el
mayor de los estrategas, pero se podía confiar en que combatiría a los
franceses y en que acudiría en ayuda de Wellington, quien esperaba que
Napoleón intentase introducir una cuña entre sus ejércitos separados.

Quatre bras y ligny


El 15 de junio Napoleón cruzó la frontera belga con 123.000 hombres
de su Armée du Nord por Charleroi, exactamente donde Wellington
no había esperado que atacara. Wellington se apresuró a socorrer a sus
soldados, que contenían al mariscal Ney en la encrucijada de Quatre Bras.
Ney había demostrado una inusitada apatía al dejar de ocupar esta posición
vital, agravando este error cuando no inició la batalla hasta la tarde, y
utilizando después a 4000 coraceros para cargar contra los cuadrados de
infantería ingleses. Evidentemente Ney perdió por completo la memoria
cuando repitió este error tres días después en Waterloo: cargar contra
formaciones intactas de infantería sin apoyo de su infantería.
Ese mismo día, el 16 de junio, tuvo lugar la batalla central en Ligny
entre el ejército principal de Napoleón de 71.000 hombres y los
84.000 prusianos de Blücher. Los prusianos habían decidido dispersarse
por un terreno pantanoso, pero Napoleón tampoco estaba en su mejor
momento táctico. Retrasó la batalla hasta la tarde, cuando se vio obligado a
limitarse a machacar las líneas prusianas para someterlas. Durante casi dos
horas, la salvaje lucha continuó, frecuentemente cuerpo a cuerpo, con
bayonetas y disparando a quemarropa. Las pérdidas prusianas alcanzaron los
19.000 efectivos, y, aunque Blücher abandonó el campo, Napoleón había
sufrido fuertes pérdidas (unos 14.000 hombres) que mal podía permitirse.
Napoleón envió al mariscal Grouchy en pos de los prusianos con 30.000
hombres, pero este no presionó estrechamente al enemigo y, lejos de
retirarse de regreso a Alemania, Blücher marchó hacia el oeste para respaldar
a Wellington, como había prometido.
Después de derrotar a los prusianos, Napoleón se dirigió a Quatre
Bras, donde halló que los ingleses, tras contener los ataques de Ney,
se retiraban del campo de batalla de forma ordenada, sin ningún
esfuerzo por parte de los franceses para perseguirlos o acosarlos. En
cambio, Ney y su estado mayor se sentaron para cenar. Napoleón no podía
creer lo que veían sus ojos, y echó a sus oficiales un violento rapapolvo que,
aunque merecido, no contribuyó a elevar la moral de Ney.

Mont st. jean


Al día siguiente hubo una pausa muy necesaria mientras el ejército de
Wellington, en número de 74.300 soldados, tomaba posiciones en torno a la
granja de Mont St. Jean y al pueblo de Waterloo, donde Wellington estableció
su cuartel general.** Wellington se enfrentaba a un ejército francés de 74.500
hombres que habían acampado al sur de la carretera de Bruselas, mientras
Napoleón había establecido su cuartel general en la posada de La Belle
Alliance**.
Los dos ejércitos estaban muy igualados numéricamente. Esto, no obstante,
no tenía en cuenta las diferencias cualitativas entre los dos ejércitos. Los
soldados de Napoleón eran veteranos curtidos, mientras que los efectivos de
Wellington habían sido reclutados recientemente, y solo 28.000 de ellos eran
ingleses. Además los franceses no solo tenían más caballería y artillería, sino
que estas poseían una calidad mucho mayor que las de Wellington. No solo
los cañones franceses de 12 libras tenían mayor alcance que los ingleses de
9 libras, sino que los servidores que los atendían tenían más experiencia y
mejores mandos.
Mapa de la
batalla de Waterloo

Disposiciones
Como campo de batalla, el de Waterloo, comparado con el de Borodino (1812)
en Rusia, era muy compacto y denso, y, en él se iba a desarrollar una intensa
acción en el curso de un solo día. Un día, el 18 de junio, que cambiaría
para siempre el curso de la historia europea.
Wellington había formado a su ejército basándose en divisiones distribuidas
en tres cuerpos. El extremo de su flanco izquierdo estaba defendido por la
división alemana del príncipe de Saxe-Weimar, apoyada por la caballería de
Uxbridge a su espalda. En el lado opuesto se hallaba la división holandesa y
belga del príncipe de Orange, después venía la división de Clinton (detrás de
la carretera de Braine l’Allend), la división de Cooke, en la confluencia de la
carretera de Bruselas la división de Alten (frente a la granja de La Haie) con
el cuerpo de reserva de Wellington y, finalmente, alineada a lo largo de la
carretera de Ohain, la división del general Picton. El ejército de Napoleón
estaba alineado a lo largo de una línea paralela a la de Wellington,
perpendicular a la carretera de Charleroi a Bruselas, con el flanco
izquierdo en la carretera de Nivelles.
La caballería de Piré estaba en el extremo izquierdo, con el Cuerpo de
Caballería III de Kellerman y la caballería de la guardia, bajo el mando de
Guyot, en la retaguardia, mientras que la infantería del príncipe Jerónimo
Bonaparte estaba frente a la finca amurallada de Hougoumont. El centro
estaba formado por las divisiones del Cuerpo de Ejército I del general y conde
J. B. d’Erlon, con la caballería de Milhaud detrás. El flanco derecho estaba
apoyado en la posición de La Haie.
Enfrentado a la posibilidad de que Blücher interviniera en cualquier momento,
Napoleón tenía que hacer el primer movimiento y lograr una rápida y decisiva
victoria sobre Wellington antes de tener que volverse y enfrentarse a los
prusianos. Si los dos ejércitos llegaran a reunirse, sería el fin, no solo para su
ejército, sino también para su imperio restaurado. Curiosamente, el plan de
Napoleón, como en Borodino en 1812, era poco imaginativo y dependía del
uso de la fuerza bruta en un ataque frontal en lugar de tratar de superar
tácticamente al ejército aliado. Napoleón pretendía simplemente romper la
línea de Wellington a través de la granja de La Haie Sainte en el centro y
ocupar la encrucijada que había detrás, continuar avanzando y ocupar la
granja de Mont St. Jean.

Comienza la batalla
Napoleón había preparado el ataque para las 10.30, pero cayó un
chaparrón durante la noche que dejó el suelo demasiado blando para
la caballería y para el fuego de artillería. Se pospuso el asalto principal,
con fatales consecuencias, hasta las 13.00, y los franceses iniciaron un
bombardeo preliminar de artillería a las 10.50 contra el castillo de
Hougoumont a la derecha de Wellington, defendido por los duros soldados
hannoverianos de la Legión Alemana del Rey y por un destacamento de tropas
de Nassau.
Para desviar la atención de Wellington de su flanco izquierdo, donde
se iba a lanzar el ataque principal de Napoleón, este ordenó que su
hermano, el príncipe Jerónimo, atacase Hougoumont, para atraer a
las reservas de Wellington. Sin embargo, el príncipe envió oleada tras
oleada de su infantería contra la finca, firmemente defendida, con escasos
resultados, sujetando a sus propias tropas mientras Wellington enviaba solo
unos refuerzos mínimos. Lanzó sus cuatro regimientos completos y la mitad
de la división de Foy por añadidura. Era vital para Wellington defender a toda
costa este crucial punto de inflexión en la línea de combate, así que envió a
sus soldados más aguerridos, los guardias de Coldstream y escoceses, para
respaldar a los defensores alemanes.
A la una de la tarde, mientras Napoleón se preparaba para atacar,
un mensajero trajo la mala noticia de que el cuerpo prusiano bajo el
mando del general Bülow (30.000 hombres) se aproximaba desde la
dirección de Wavre. Un hombre cauteloso se hubiera retirado; sin embargo,
Napoleón apostó que Grouchy, quien supuestamente venía de camino al
campo de batalla, tardaría una hora en llegar e interceptaría a los prusianos;
tardó cuatro, y para entonces los prusianos habían ayudado a Wellington a
derrotar a Napoleón. Como garantía adicional contra la aparición de los
prusianos, Napoleón situó al conde Lobau, con 20.000 hombres, en su flanco
derecho, de cara al este y a los prusianos. Aunque era una medida sensata,
también significó un considerable debilitamiento del ataque principal contra
Wellington.

Caballeria inglesa

El ataque de d’erlon
A las 13:30 unos 84 cañones situados en La Belle Alliance abrieron
fuego durante la media hora siguiente. Como el terreno estaba blando y
mojado, este fuego resultó ineficaz, porque las balas chocaban contra el suelo
y se hundían, en lugar de rebotar entre la infantería aliada. Aunque lo
hubieran hecho, Wellington había situado a la mayor parte de sus soldados
un poco por detrás de la cresta, en lugar de hacerlo sobre ella. Hasta las 14:00
Napoleón no lanzó al Cuerpo de Ejército I de D’Erlon. Este, esperando perforar
las líneas aliadas por el simple peso numérico, formó a sus divisiones en tres
enormes columnas de batallones desplegadas una tras otra. Aunque muy
vulnerable a la artillería y mosquetería aliadas en esta formación, la avalancha
de infantería vestida de azul resultó casi irresistible, una vez que el asalto del
Cuerpo I se puso en marcha, barriendo a un lado a la desprotegida Brigada
1.a de Holanda (holandesa y belga) de Van Biljandt.
La posición de centro izquierda de Wellington se plegó bajo esta
enorme ola de infantería atacante, obligándole a enviar a todos los
soldados de los que podía prescindir. Lo mejor que tenía era la División
de Infantería 5.a de sir Thomas Picton (6.745 hombres) formada por tropas
inglesas (Brigadas 8.a y 9.a) y hannoverianas (Brigada 5.a).
Los feroces contraataques de Picton, respaldados por la caballería de
Uxbridge, incluyendo la Brigada 2.a (Union) de sir William Ponsonby,
contuvieron a los franceses; aunque con dificultades, y con un coste enorme.
Tanto Picton como Ponsonby murieron, Uxbridge perdió una pierna de un
cañonazo, mientras aproximadamente el 40% de sus hombres quedaban
muertos, cautivos o heridos. Sin embargo, su sacrificio mereció la pena, ya
que el ataque francés se detuvo en seco. Empezaron a retirarse, huyendo
finalmente y dejando a unos 3.000 prisioneros en manos de los ingleses. Una
hora más tarde (hacia las 15:00) los ingleses habían derrotado el primer asalto
francés.

Los ataques de la caballería de ney


A las 15:30 Napoleón ordenó a su artillería que batiese La Haie Sainte y que
Ney preparase un nuevo asalto que él conduciría en persona. No obstante,
sin informar a Napoleón, Ney ordenó a 5.000 jinetes de su caballería
que atacasen lo que él creía que eran soldados enemigos en retirada;
mas Wellington estaba simplemente poniendo a algunas de sus unidades
fuera del alcance de la artillería y reorganizando al resto. Carente del respaldo
de la infantería y de la artillería, la caballería de Ney lanzó su asalto para
enfrentarse a una lluvia de artillería y nutrido fuego de mosquete a
quemarropa. Cientos de jinetes perecieron mientras los infantes ingleses
(formados en cuadrados para su defensa) repelían oleada tras oleada de
coraceros, dragones y lanceros que venían hacia ellos.
Ney se retiró, se reagrupó y cargó de nuevo, y volvió a fracasar en su intento
de quebrantar a los ingleses. A las 17:00 el general Francois Kellerman se
unió al ataque con su Cuerpo de Caballería III. Ni Ney ni Kellerman habían
pensado en pedir permiso a Napoleón antes de lanzarse tras las
tropas aliadas «en retirada». La intensidad de la lucha fue tal que Ney
perdió cuatro caballos, muertos bajo la silla, mientras que algunos de los
cuadrados ingleses estuvieron próximos al límite después de la incorporación
de Kellerman. Sin embargo, todo fue en vano y hacia las 18:00 incluso
Ney estaba harto y simplemente regresó caminando a las filas
francesas, tras haber sido herido su último caballo.
Napoleón no podía creer lo que Ney había hecho, ni que los soldados
«mestizos» de Wellington hubieran sido capaces de resistir esta arremetida.
Para expiar su temeraria acción, Ney tomó finalmente La Haie Sainte,
defendida hasta el fin por la KGL. Tras perder el Regimiento 2.° y a su
comandante, el barón Ompteda, no habían podido más y se retiraron con la
quebrantada Brigada 1.a hannoveriana. El centro de Wellington se hallaba en
un estado próximo al colapso, lo cual amenazaba con deshacer a todo su
ejército.

Batalla de Waterloo
El ataque final
Los prusianos habían empezado a aparecer en el borde del campo de batalla
(el Bois de París) hacia las 16:00, y una hora después Napoleón se vio obligado
a reforzar al Cuerpo de Ejército VI de Lobau (reducido ahora a 7.000 hombres)
enviando a 4.000 hombres de la Guardia Joven. Hacia las 19:00, el Cuerpo I
de Von Zeithen había llegado para respaldar a los hombres de Bülow. En un
último intento de perforar el centro de Wellington, Napoleón ordenó
a la Vieja Guardia, unos soldados que jamás habían sido derrotados,
que atacase en dos columnas de 75 hombres en fondo.
Una vez más, los soldados ingleses, ocultos detrás de la cresta, pudieron
sorprender a las columnas antes de que estas pudieran desplegarse en línea,
y las destrozaron con fuego de mosquete a quemarropa. Cuando la Vieja
Guardia se retiró, la moral del ejército francés se quebró finalmente, y los
soldados se desbandaron y huyeron, gritando «Sauve qui peut!»: «¡Sálvese
quien pueda!» y «Trahison!»: «¡Traición!». Napoleón huyó en una
diligencia y a las 20:30 Wellington se reunió con su salvador Blücher
en La Belle Alliance.

Secuelas
Los franceses habían perdido 30.000 hombres. Wellington había perdido
15.000 y los prusianos, 6.700. A las 5:00 del día siguiente, Napoleón
estaba de regreso en Charleroi, de camino a París. El 22 de junio
abdicó por segunda vez, huyó de París y el 15 de julio embarcó en el
HMS Bellerophon en Plymouth. Cuatro meses después desembarcó en la isla
de Sta. Elena, su «hogar» hasta su muerte.

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