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UNIDAD II

A. Presupuestos geográficos, arqueológicos e históricos.


Geografía mínima del mundo antiguo perimediterráneo, de Europa y de la Península
Ibérica. Geografía, arqueología e historia de la expansión indoeuropea: migraciones
curgánicas antiguas en Europa y cultura de los campos de urnas. Migración de los
Pueblos del Mar. Migración de los Pueblos Célticos. Indoeuropeos antiguos, tartésicos y
celtas en la Península Ibérica. Griegos y colonias griegas en España.

B. Lenguas prerromanas INDOEUROPEAS de la Península Ibérica.


1) Indoeuropeo a e indoeuropeo a/o. El indoeuropeo antiguo o paleoeuropeo:
testimonios de la toponimia y de la hidronimia extrapeninsulares y peninsulares. Rasgos
fonéticos, morfológicos y morfosintácticos característicos del paleoeuropeo.
Paleoeuropeo, lígur, ilírico, para- o protogermánico, para- o protocéltico y el
denominado substrato mediterráneo occidental. 2) El lusitano antiguo y las
inscripciones de Lamas de Moledo, Cabeço das Fraguas y Arroyo del Puerco. Rasgos
fonéticos, morfológicos y léxicos no célticos de estas inscripciones. Sonorización vs.
lenición céltica. Controversia lusitanismo vs. celtismo de las inscripciones. 3) Las
lenguas célticas de la Península Ibérica: a) el céltico de tipo gaélico del noroeste; b) el
céltico de tipo gálico de Celtiberia. Orígenes, geografía, períodos de formación y
difusión de la cultura celtibérica. Las inscripciones de Botorrita (Contrebia Belaisca) I,
II y III. La epigrafía celtibérica: origen y valor fonético de la de forma ibérica. Rasgos
morfológicos notables del celtibérico. Sonorización vs. lenición céltica. 4) El tartésico:
orígenes, geografía y difusión hispánica, restos arqueológicos y epigráficos, el alfabeto
tartésico. El denominado influjo orientalizante. Controversia sobre el origen de la
lengua tartésica: indoeuropeísmo vs. no indoeuropeísmo. 5) Los griegos en la Península
Ibérica
A. Presupuestos geográficos, arqueológicos e históricos.

Respecto al Centro y Oeste de la Península, atestiguan inmigraciones


indoeuropeas que, procedentes de la Europa Central, comenzaron con el primer
milenio antes de nuestra era y se sucedieron durante varios siglos. Parece ser que las
primeras corresponden a la cultura de los campos de urnas funerarias (incineración de
difuntos), lo cual fue llamativo porque la cultura almeriense enterraba, no incineraba, y
los Urnenfelder tienen su foco en el centro de Europa. Las primeras invasiones, de los
kurganes (Kurgan = sepulcro) (demostrado por María Gimbutas) tuvieron lugar en
Europa centro-oriental hacia el 4.400 aC y de ahí se desparramaron por toda Europa.
Esta gente surge en las estepas ucranianas y rusas, al norte del Mar Negro, y desde ese
foco original se fueron expandiendo: Zona: este de Alemania, este de Austria, sur de
Polonia, norte de los Balcanes, Hungría. Su lengua se ha extinguido: de estas lenguas
NO ha llegado hasta nosotros ninguna lengua viviente, sólo quedan restos fósiles en la
toponimia e hidronimia. Las lenguas IE actuales no derivan de ésta sino de una segunda
migración indoeuropea, después del 3.400 aC.
En el 600-700 aC se da la primera gran invasión celta (originarios del
territorio alemán, desplazados por los germánicos). Entran por Roncesvalles y ocupan el
centro de la meseta. Multitudes de tribus distintas, independientes unas de otras.
Tratándose de una época en que las distintas etnias no estaban plenamente configuradas,
es muy difícil precisar si los invasores centroeuropeos que llegaron aquí en tiempos más
remotos eran preceltas, esto es pueblos anteriores a la existencia o venida de los celtas,
o eran protoceltas, es decir, celtas que todavía no se llamaban así y cuya lengua no se
había diferenciado marcadamente aún de las de sus vecinos ilirios o vénetos,
protogermanos, etc. Hay también quienes suponen que en las primeras migraciones
participaron junto a los protoceltas, pueblos afines (paraceltas), ya fuesen indoeuropeos,
ya de otro origen. Las tres teorías –precéltica, protocéltica y paracéltica– tratan de
explicar el hecho de que en las inscripciones peninsulares indoeuropeas hay algunos
rasgos lingüísticos ajenos al arquetipo celta.
En el 300-200 aC se da la segunda migración celta, al territorio en las fuentes
del río Ebro (Castilla la Vieja y Aragón). Se trata de los celtíberos.
Muchas ciudades fundadas por los celtas tienen nombres guerreros, compuesto
con -briga ´fortaleza`o sego, segi ´victoria`: Conimbrĭga > Coimbra, Mirobrĭga (Ciudad
Rodrigo), Mundobrĭga > Munébrega, Lacobrĭga (Carrión) Segontia > Sigüenza, Segŏvia
> Segovia y Sigüeya (León). Otros nombres célticos que contienen en vez de briga su
sinónimo dunum, se encuentran en el Pirineo central y oriental: Navardún (Zaragoza),
Berdún (Huesca).
En el 3000 aC llegan a España los galaico-lusitanos, que ocupan gran
parte del territorio portugués actual y parte de Galicia. Cultura difusa pero lengua clara;
aculturación con los celtas.
Alrededor del 1000 aC penetran los germanos o proto-germanos, los
celtas o para-celtas y los ambro-ilirios (testimonios en la toponimia, correspondencias
con rusos, balcanes, etc.)
La actual Baja Andalucía y el Sur de Portugal fueron asiento de la
civilización tartesia o turdetana (cultura andaluza o de Tartessos-Schulteng). Se ha
relacionado a los tartesios con los tirsenos de Lidia, en Asia Menor, de los cuales
proceden los tirrenos o etruscos de Italia. Incluso se ha dado como posible una
colonización etrusca en las costas españolas del Mediodía y Levante, ya que desde
Huelva al Pirineo hubo topónimos que reaparecen con forma igual o análoga en Etruria
o en otras zonas italianas. El florecimiento de la civilización tartesia fue largo. La Biblia
dice que Salomón enviaba sus naves a Tarsis –el nombre bíblico de Tartessos–, de
donde volvían cargadas de oro, plata y marfil. También los fenicios sostenían relaciones
comerciales con el Sur de España. Heródoto cuenta que Argantonio, rey de Tartessos,
proporcionó a los focenses plata bastante para construir un muro, con el que resistieron
algún tiempo los ataques de Ciro. La longevidad y riquezas de Argantonio se hicieron
proverbiales en la Hélade. Fenicios y griegos se disputaron el predominio de la región
tartesia.
En el 700-600 aC llegan también los griegos, que instalan colonias en el
sur de Italia y de Francia y de allí entran a España. La colonización helénica, desterrada
del Sur, prosiguió en Levante, donde se hallaban Lucentum (Alicante), Hemeroscopion
(Denia), Rhode (Rosas) y Emporion (Ampurias). Al contacto con las civilizaciones
oriental y griega se desarrolló el arte ibérico (la Dama de Elche).
B. Lenguas prerromanas INDOEUROPEAS de la Península Ibérica.

1) Indoeuropeo a e indoeuropeo a/o. El indoeuropeo antiguo o paleoeuropeo:


testimonios de la toponimia y de la hidronimia extrapeninsulares y peninsulares.
Rasgos fonéticos, morfológicos y morfosintácticos característicos del paleoeuropeo.
Paleoeuropeo, lígur, ilírico, para- o protogermánico, para- o protocéltico y el
denominado substrato mediterráneo occidental.

Primer estrato lingüístico indoeuropeo en la Península Ibérica.: El paleoeuropeo en


Europa y en España. [nos basamos en Francisco Villar]

Primera Europa indoeuropea


La arqueología ha detectado que las primeas invasiones kurgánicas de
Occidente procedentes de las estepas rusas y ucranianas del norte del mar Negro
tuvieron lugar en Europa centro-oriental entre los años 4.400 y 3.400 a. C. La lengua de
estos primeros inmigrantes indoeuropeos en Europa se ha extinguido. Las lenguas ide.
antiguas y actuales de Europa, en efecto, no derivan de la primera kurgánica o
indoeuropea, sino de otra también ide. llegada a Europa en una segunda migración
ocurrida hacia el año 3.400 a. C. Damos el nombre de paleoeuropeo a aquella primera
lengua kurgánica o indoeuropea no conservada y el de lenguas indoeuropeas históricas
a las derivadas de la -o las- de la segunda invasión.

Toponimia
Desconocida e inaccesible la lengua de la primera invasión kurgánica o ide.
por haberse extinguido sin dejar descendientes históricos, sólo podemos acceder a ella
indirectamente por medio de la toponimia, en especial la hidronimia. La hidronimia
antigua de Europa ha sido estudiada por primera vez con cierta exhaustividad y buenos
resultados por el indoeuropeísta alemán H. Krahe. En su investigación llegó a la
conclusión de que la hidronimia paleoeuropea era abundante en toda Europa, pero,
aunque existente, escasa en la Península Ibérica. El indoeuropeísta español actual F.
Villar, que también se ha ocupado de esta cuestión, demuestra en sus estudios al
respecto que, por el contrario, la hidronimia paleoeuropea es copiosa en España. De
donde se deduce además que la población paleoeuropea de la península Ibérica fue tan
intensa al menos como la del resto de Europa.

Algunas raíces paleoeuropeas hidronímicas características


Se enumeran a continuación algunas raíces de esta clase y algunos sufijos con
los cuales suelen aparecer derivadas:
a) raíces nominales sustantivas propiamente dichas:
*war- ‘agua’ ‘río’,
*pal- ‘agua estancada’,
*mar- ‘laguna’ ‘mar’,
b) raíces nominales adjetivas que pueden acompañar a las anteriores o aparecer
independientes:
*tar- ‘fuerte’,
*albho- ‘claro, blanco’,
*ais- ‘rápido’,
c) sufijos derivativos empleados en esta hidronimia:
*-o-, *-yo-, *-wo-, *-ro-, *-lo-, *-nto-, *-so-, *-to-, *-mo-, *-no-, *-ko-.

Hidrónimos europeos e hispánicos de origen paleoeuropeo


Se mencionan a continuación algunos hidrónimos europeos e hispánicos
portadores de estos elementos u otros del mismo origen:
de *al- ‘fluir, manar’: letón aluts ‘fuente’ (nombre apelativo), Alave (Letonia,
hidrónimo), Almè (Lituania, hidrónimo), Álava (Asturias, hidrónimo), Alence (Burgos,
hidrónimo), Alenza (Orense, Galicia, hidrónimo), Alantone (Navarra, hidrónimo),
Almar (Salamanca, hidrónimo), Almería (hidrónimo y topónimo derivado de él);
de *sar- ‘fluir, discurrir’: Sarre o Saar (nombres francés y alemán de un río afluente del
Rin), Sar (fuente de Burgos), Sarrión (arroyo de Asturias), Sarrón (arroyo de Asturias),
Sarave (arroyo de Navarra), Sara (arroyo de Galicia), Jarama (río de Madrid, con s- >
x- > j-, de acuerdo con un proceso bien conocido);
de *mar- ‘agua quieta, lago’ ‘mar’: irlandés muir ‘mar’, alemán Meer ‘mar’, lituano
mrè ‘mar’, latín mare ‘mar’, Morava (río de Serbia), Marne (río de Francia), Marantes
(hidrónimo de Galicia), Marata (hidrónimo de Cataluña);
de *war- ‘agua’ ‘río’: Varma (río de Noruega), Wohra (río de Alemania), topónimo
prerrománico hispánico Baria > Vera (Almería), Barantes y Barrantes (ríos de Galicia);
de *arg- ‘brillante, blanco’: como nombre sustantivo y adjetivo, sánscrito árjuna-
‘luminoso’, griego  ‘blanco’, latín argutus ‘brillante, claro’; griego  y
latín argentum ‘plata’; Argence (río de Aquitania, < Argantia), Arga (río de Navarra),
Arganda (río de Madrid), Argentona (río de Cataluña), Arganzo (río de Galicia),
Arganza (río de Asturias).

Conclusiones. 1) La existencia de la peculiar hidronimia -y toponimia relacionada con


ella- paleoeuropea ejemplificada se comprueba fehacientemente en la Península Ibérica.
Luego, ha habido inmigración paleoeuropea en España por lo menos tan intensa como
en el resto de Europa. 2) Hay diferencias fonéticas fundamentales entre el paleoeuropeo
de la primera invasión y el indoeuropeo de la segunda invasión, por las cuales se puede
afirmar la genuina identidad de aquel frente a éste (es decir, que son dos lenguas
diferentes). En consecuencia, en virtud de tales diferencias no se pueden atribuir al
indoeuropeo posterior hidrónimos, topónimos, etc. que en verdad pertenecen al
paleoeuropeo. Se trata de tales diferencias a continuación.

Rasgos fonéticos característicos fundamentales del paleoeuropeo


Se resumen de la siguiente manera:
1) presencia de a breve en raíces paleoeuropeas en vez de o breve de las
correspondientes raíces del indoeuropeo segundo. La presencia de sufijos con o breve
en palabras paleoeuropeas puede obedecer a muy diversos influjos perturbadores del
fonetismo original.
2) Ausencia de los efectos de la primera mutación consonántica germánica
(Lautverschiebung, cf. Ley de Grimm) en hidrónimos del dominio lingüístico
germánico contra la tendencia natural de sus lenguas a tal proceso con respecto al
patrimonio indoeuropeo segundo.
3) Ausencia de palatalización de *k > *k’ >  en los testimonios toponímicos e
hidronímicos del dominio lingüístico báltico contra la tendencia natural de sus lenguas a
tal proceso con respecto al patrimonio indoeuropeo segundo. [el eslavo también]
4) Presencia de a breve donde normalmente el céltico y el latín tienen o breve.

Propuestas de identificación del pueblo portador de la lengua paleoeuropea


Antes del descubrimiento de los rasgos fonéticos característicos del
paleoeuropeo se había vislumbrado vagamente la presencia de la gente portadora de tal
lengua y se propusieron diversas identificaciones de la misma. Algunos consideraron
que se trataba de lígures antiguos; H. Krahe sostuvo primero que se trataba de ilirios
antiguos (teoría del “panilirismo”), pero después, que en realidad era pueblo y lengua
Alteuropäisch; el indoeuropeísta alemán W. P. Schmid creyó que la lengua no era
paleoeuropeo, sino indoeuropeo común antiguo y que el pueblo portador era el
indoeuropeo ya conocido. En cuanto a los nombres que se han dado a este pueblo de
España antigua, ellos han sido el de lígures, ilirios, ambrones, ambro-ilirios,
protogermanos o paragermanos, protoceltas o paraceltas.

¿Un solo paleoeuropeo o varias lenguas paleoeuropeas?


El lingüista alemán J. Untermann, gran especialista en las lenguas antiguas
prerromanas de Hispania y actual editor de los testimonios conservados de las mismas,
ha observado, empero, que la forma y distribución de los hidrónimos antiguos no son
homogéneas en Europa, por lo cual los hidrónimos no pueden derivar de un solo pueblo
ni pueden pertenecer a una sola lengua -como el ide. común, etc.-. Por el contrario, la
heterogeneidad de las formas hidronímicas sugiere que en Europa antigua no hubo una
sola lengua paleoeuropea, sino muchas lenguas paleoeuropeas. Funda su afirmación en
casos divergentes como el siguiente, en el cual puede reconocerse sin dificultades la
presencia de la única raíz *ais- ‘rápido’: Aisa, Eisa, Isa, Eisia, Aisia, Isna, Aisena,
Isana, Isina, Eisra, Eisara, Isara, etc. La conclusión de F. Villar al respecto es: “la vieja
hidronimia europea no es tanto el legado de una lengua indoeuropea concreta, cuanto el
testimonio de toda una época perdida de la indoeuropeidad” (Los indoeuropeos y los
orígenes de Europa, p. 103).

Sobre el paleoeuropeo o antiguo europeo en España


De acuerdo con el estado actual de la investigación de las lenguas antiguas de
España, pueden ser identificados con certidumbre tres estratos o acaso tres lenguas de
origen indoeuropeo prerromano: antiguo europeo o paleoeuropeo, antiguo lusitano o
galaico-lusitano y antiguo celta. Los criterios fonéticos apropiados para la distinción de
las lenguas españolas prerromanas de origen indoeuropeo son los siguientes [método
comparativo]:
1) pérdida vs. conservación del fonema / p / inicial o intervocálico;
2) carácter / a / vs. carácter a / o de la lengua en cuestión.
Sabido que la pérdida o la conservación de / p / en las condiciones mencionadas define
la celticidad o no celticidad de la lengua considerada, y que el carácter de lengua / a / o
de lengua / a / + / o / ( esto es a / o) define el de paleoeuropeidad o no paleoeuropeidad,
es decir el de europeidad segunda, de la lengua estudiada, luego las lenguas españolas
indoeuropeas prerromanas se clasifican del siguiente modo:
a) lenguas célticas españolas: por causa de 1) pérdida de / p / inicial e intervocálico, 2)
carácter / a / + / o / (esto es a / o) de la lengua;
b) lusitano antiguo: por causa de 1) conservación de / p / inicial e intervocálico, 2)
carácter / a / + / o / (esto es a / o) de la lengua;
c) lengua (o lenguas) paleoeuropea (paleoeuropeas): por causa de 1) conservación de / p
/ inicial e intervocálico, 2) presencia de un único fonema / a / (es decir, carencia de la
oposición a / o por inexistencia de los dos fonemas vocálicos / a / + / o /.

Testimonios del paleoeuropeo (una o más lenguas) en España


Tenemos testimonios escritos de las lenguas célticas españolas y del lusitano
antiguo, pero no de la lengua (o lenguas) de la tercera clase, que denominamos
paleoeuropeo. Constatamos su presencia en la Península Ibérica indirectamente, como
queda dicho, por los topónimos e hidrónimos subsistentes de este estrato hipotético.
Demostración:
1) Cambeses, Cambil, Cambrón, Cambar, etc. son hidrónimos españoles cuyo radical
camb- tiene / a / y corresponde a la R. ide. *(s)kemb- ‘curvar, doblar’, como aparece en
el noruego hempa ‘asa’, en el griego  ‘nudo’; pero la R. ide. *(s)kemb- que da
hempa y  tiene / e /, mientras que en los hidrónimos españoles la vocal radical es
siempre / a /, no / e / ni / o / como en las otras lenguas; luego, la lengua de los
hidrónimos españoles es lengua / a / y no puede ser lengua céltica ni lusitana, puesto
que éstas son lenguas a / o. Luego, la lengua de los hidrónimos es, en principio,
paleoeuropeo.
2) Palantia (topónimo antiguo que hoy tiene la forma Palancia y Palencia), Páramo,
Pacina, Palari, Apinus, etc. son topónimos españoles genuinamente indoeuropeos
porque se corresponden con términos cognados de otras lenguas indoeuropeas segundas,
pero que, además de tener sus raíces con / a /, conservan / p / inicial e intervocálica.
Luego, se trata de topónimos indoeuropeos genuinos (sus raíces son indoeuropeas
genuinas), pero no son afines al lusitano (porque tienen solo / a / y el lusitano es lengua
a / o) ni al céltico (porque el céltico común pierde siempre / p / inicial e intervocálico).
Luego, la lengua de los topónimos citados es el paleoeuropeo.

Descripciones más precisas. H. Krahe registra unas treinta raíces productivas de


topónimos e hidrónimos antiguos. F. Villar afirma que deben ser más de treinta, y de
casi todas ellas tiene documentación hispánica. Este autor, que ha publicado más de una
docena de trabajos dedicados a la lengua de estos topónimos e hidrónimos, resume sus
rasgos en la lista siguiente:
1) es lengua indoeuropea / a /;
2) conserva / p / inicial e intervocálica;
3) la serie de las consonantes sonoras aspiradas aparece como sonora no aspirada;
4) no posee ninguna clase de rotación o mutación (Lautverschiebung) consonántica;
5) no palataliza las velares;
6) conserva labiovelar sorda (no hay indicios de las otras);
7) vocaliza en / u / las sonantes;
8) conserva libre la posición del acento;
9) posee el nombre sustantivo *akwa;
10) emplea *akwa ‘agua’ como estereotipo hidronímico ‘río’;
11) orden sintáctico nombre personal + nombre común.

Notas. Sobre el rasgo Nº 7: los tres grados vocálicos de la R. ide. *ter- ‘frotar, romper
por fricción, perforar’ son *ter- *tar- y *tur- (grado cero, con vocalización de la sonante
*tr- > *tur-). Sobre el rasgo Nº 9: el nombre *akwa- aparece sólo en latín y en
germánico. Sobre el punto Nº 11: este orden aparece, por ejemplo, en un hidrónimo
hispánico antiguo como Turaqua (Galicia) o en la correspondiente forma moderna
Turraguas (La Rioja) = ‘Río Tura’. Como estereotipo toponímico está solamente en
germánico. El orden de los elementos sintácticos de los hidrónimos hispánicos es como
en germánico (no como en latín).

Difusión de la onomástica paleoeuropea en la Península Ibérica.


Los nombres toponímicos e hidronímicos de forma característicamente
paleoeuropea están difundidos, con mayor o menor profusión, por todo el territorio
peninsular, incluida la zona levantina desde Almería hasta los Pirineos catalanes. Por el
contrario, en el territorio propio de la Hispania indoeuropea, que excluye las áreas
levantinas mencionadas, aparece sólo onomástica céltica y lusitana antigua.

Fecha de implantación del paleoeuropeo.


La arqueología detecta vestigios de hechos culturales indoeuropeos
procedentes del centro de Europa (campos de urnas y otros elementos materiales de la
misma cultura) en dos momentos distintos: el primero de hacia el 1.500 a. C. y el
segundo de hacia 1.300 a C. Sin embargo estos vestigios no son plenamente indicativos
de que las gentes paleoeuropeas hayan entrado en España sólo en las fechas
mencionadas ni de que no lo hayan hecho mucho antes de ellas. El propio F. Villar
supone que el ingreso pudo haberse producido hacia mediados del cuarto milenio a. C.
Lo cierto es que los vestigios centroeuropeos de hacia 1.500 y 1.300 a. C. prueban que
hubo entonces gente indoeuropea en España (la portadora de la cultura de los
Urnenfelder), pero no que no la hubo antes. Por mi parte, considero que establecer la
presencia de indoeuropeos kurgánicos en el centro de Europa hacia el 4.500 a. C. y
demorar la presencia de esta gente en la Península Ibérica hasta los años 1.500 y 1.300
a. C., en virtud de la identificación de la fecha de los restos arqueológicos del tipo de los
Urnenfelder con la fecha de los primeros ingresos indoeuropeos en España, no es
coherente con otro dato de capital importancia acerca de los hábitos bien comprobados
de esa gente: su perpetua movilidad. Dejar anclados e inmóviles a los primeros
indoeuropeos durante dos milenios en el centro de Europa me parece francamente
excesivo.

2) El lusitano antiguo y las inscripciones de Lamas de Moledo, Cabeço das


Fraguas y Arroyo del Puerco. Rasgos fonéticos, morfológicos y léxicos no célticos
de estas inscripciones. Sonorización vs. lenición céltica. Controversia lusitanismo
vs. celtismo de las inscripciones.

El lusitano antiguo en el marco de las migraciones indoeuropeas a España.


Al hablar de lusitano antiguo, también denominado galaico-lusitano antiguo,
nos referimos a una lengua q se habló en un territorio equivalente a la provincia romana:
Lusitana. Comprendió el territorio de Portugal más lo q pertenece a Extremadura,
occidente de España, hasta cerca de Madrid, y el sur-oeste de León. Por lo tanto, era un
territorio amplio.
Aunque subsiste la controversia acerca de la propia existencia de la lengua
lusitana antigua como entidad distinta y separada de las restantes lenguas indoeuropeas
antiguas de la Península Ibérica, damos de antemano por probado tal extremo, acerca
del cual hemos de volver más adelante para tratarlo como conviene. El lusitano antiguo,
pues es lengua indoeuropea que entró en la Península Ibérica en el segundo momento de
las inmigraciones de gentes de ese origen en España. La cronología de estas
migraciones es como sigue:
1) primera migración ide.: conjunto de las gentes paleoeuropeas con su lengua o sus
lenguas;
2) segunda migración ide.: conjunto de las gentes posteriores a los paleoeuropeos, pero
anteriores a los celtas más antiguos, entre tales gentes los lusitanos antiguos o galaico-
lusitanos;
3) tercera migración ide.: conjunto de las gentes célticas con su lengua o sus lenguas.

Fechas probables de los tres estratos.


Con el auxilio de la arqueología, los lingüistas, y en particular el
indoeuropeísta F. Villar, determinan que las fechas probables del asentamiento en
España de los estratos indoeuropeos prerromanos son:
1) estrato paleoeuropeo: hacia 1.500 a. C. o antes; (habría q corregirlo)
2) estrato lusitano: después de 1.500 o 1.300 a. C. y antes de 800 o 700 a. C.;
3) estrato céltico: desde 800 o 700 a. C. (hasta mediados del siglo I a. C.).
De este último momento tenemos nota documental, xq Julio Cesar, en su
Comentario de la Guerra Civil, dice q cuando estuvo en España, grupos celtas q
acababan de llegar con sus familias, se ofrecieron a él para incorporarse en su ejército.
Julio Cesar nos dice q siguieron llegando gente céltica a España unos cincuenta años
antes de Cristo. Los primeros celtas, en el 700 aC, nunca dejaron de arribar a España, en
grandes o pequeñas cantidades.
Es de saber que para la identificación fidedigna de la etnia y de la edad de un
pueblo antiguo prehistórico es necesaria la cooperación de la arqueología y de la
lingüística, porque aquella es capaz de aportar fechas más o menos ciertas, mientras que
ésta ultima puede aportar la identidad de las etnias involucradas. La lingüística, que no
puede aportar fechas, aporta, en cambio, etnias al conocimiento de los pueblos antiguos
prehistóricos.

Demostración de la identidad étnica y lingüística lusitana antigua.


Los antropónimos antiguos prerromanos Plendius, Pisirus, Paramecus,
Palarus, Paesica, etc., los gentilicios o etnónimos antiguos Pelendones, Paesici,
Praestamarci, etc, y los topónimos antiguos y modernos Paramus, Bletisama,
Poemana, Pisuerga, Palantia, etc., presentan algunos rasgos impropios de las lenguas
célticas. Por ejemplo: todos tienen / p /, procedente de *p indoeuropea, o / b /, también
procedente de *p ide. Ahora bien, es hecho bien conocido que ide. *p inicial o
intervocálico se pierde en las lenguas célticas. Cf. lat. pater : irl. athir; lat. porcus : irl.
orc; preposic. ide. *pro : lat. pro : irl. ro, etc. La pérdida del fonema / p / ide. inicial e
intervocálico es rasgo característico y exclusivo de las lenguas del grupo céltico, incluso
las de las ramas más antiguas (galo, galo lepóntico y celtibérico). Prueba de la
antigüedad y celticidad de esta pérdida de / p / ide. es que también falta en el celtibérico,
aunque esta lengua es más arcaica que las restantes del grupo y mantiene rasgos que han
perdido todas ellas. En céltico hay ciertamente / p /, pero este fonema derivó de la
labiovelar ide. / *qw /. De otro lado, la identificación definitiva del celtibérico como
lengua perteneciente al grupo céltico se produjo cuando en los textos epigráficos
atribuidos a esta lengua se hallaron casos seguros de pérdida de / p / ide. originaria.

La inscripción de Peñalba de Villastar. En la conocida inscripción rupestre celtibérica


de Peñalba de Villastar está el siguiente segmento textual: VIROS VERAMOS,
interpretado en latín como vir supremus. El término VERAMOS procede de una forma
precéltica como *uperomos, anterior a la caída de / p / ide. y afín a la latina supremus.
En conclusión, la inscripción es céltica xq todo lo q es / p / se perdió.

Cuestión geográfico-lingüística.
Está comprobado 1) que hay presencia del fonema / p / (< ide. */ p /) en toda la
Hispania indoeuropea, y 2) que esa presencia es menos densa en Celtiberia y Carpetania
que entre vacceos, vetones y lusitanos, pueblos situados al occidente de la región
propiamente celtibérica (Soria, este de Burgos, sur de La Rioja, oeste de Zaragoza), es
decir los vacceos en Palencia (su capital), Salamanca, Segovia, Valladolid y Zamora
(incluida por los romanos en la provincia Lusitania), los vetones en Ávila, Salamanca,
Segovia, norte de Extremadura (donde estaba Caurium, hoy Coria, su capital), los
lusitanos en Portugal y en la parte occidental del territorio de los vacceos y de los
vetones. Aunque vacceos y vetones suelen ser incluidos entre los celtas e incluso entre
los celtíberos, su pertenencia étnica y lingüística no ha sido definitivamente demostrada.

Inscripciones occidentales.
De muchos pueblos indoeuropeos de la Península Ibérica, tanto célticos como
no célticos, no poseemos ningún testimonio escrito en ningún sistema de escritura. Han
sido y permanecido pueblos ágrafos. Es lo que ocurre con los astures, cántabros,
galaicos, vetones, vacceos, carpetanos, pelendones, y muchos otros pueblos. Sin
embargo, en lugares como Lamas de Moledo (Portugal), Cabeço das Fraguas (Portugal),
Arroyo del Puerco (Cáceres, Extremadura) se han conservado inscripciones de un
pueblo del occidente de la Península Ibérica realizadas con caracteres del alfabeto
romano y en lengua no céltica o difícilmente céltica. Contienen descripciones de rituales
y ofrendas a diversos dioses, y consta en ellas el rito indoeuropeo arcaico de la
suovetaurilia (sacrificio de cerdos, carneros y toros). La distribución geográfica de tales
inscripciones coincide grosso modo con el territorio de la Lusitania antigua.
Rasgos lingüísticos notables de la lengua de las inscripciones.
Son rasgos notables de la lengua de estas inscripciones:
1) la conservación de / p / inicial e intervocálica indoeuropea: porcom, porgom (< ide.
*porko-m), praisom, trebopala, toudopalandaigae, contra la pérdida general en céltico;
2) forma de la conjunción copulativa indi (cf. alemán und, inglés and, sánscrito átha),
contra el céltico kue y uta (cf. latín –que y et);
3) paso de la oclusiva sonora aspirada ide. / bh / a fricativa aspirada sorda / f /, contra el
paso a oclusiva sonora / b / en céltico (cf. ifadem ‘semental’, aplicado a TAVROM).
Contra la presencia de este rasgo en la lengua de las inscripciones occidentales puede
objetarse que se trata del único caso registrado y que la onomástica sólo brinda casos
problemáticos. De otro lado, parece contradecirlo la presencia de una palabra como
angom, cuya derivación del ide. *angh- ¿’estrecho, angosto’? es favorable a la teoría del
celtismo de la lengua de las inscripciones, pero, de acuerdo con F. Villar, no verosímil ni
aceptable por razones semánticas y morfológicas.

Argumentos en favor del celtismo de la lengua.


En favor de la atribución de la lengua de las inscripciones occidentales al
dominio céltico se consideran los siguientes argumentos:
1) la presencia de topónimos inconfundiblemente célticos en –briga en Lusitania
antigua. En este sentido, la presencia del elemento toponímico céltico –briga registrada
en toda la Hispania indoeuropea ha llevado a la tesis extremada de identificar como
celtas todos los pueblos indoeuropeos peninsulares (J. Untermann).
2) La homogeneidad de la antroponimia ide. en toda la Península Ibérica (es decir, en
Celtiberia, Lusitania, etc.) ha llevado también a conclusión extremada semejante: que en
toda la España indoeuropea se habló una sola lengua ide.: el céltico.
3) Puesto que en las inscripciones occidentales -o lusitanas- el nominativo plural
temático masculino termina en –oi, que el vocabulario de las mismas puede leerse desde
el céltico, y que en céltico el nominativo plural temático masculino es también en –oi,
luego la lengua de las inscripciones lusitanas es céltica.

Refutación de los argumentos procélticos.


La argumentación aplicada por J. Untermann y otros lingüistas a la
demostración del celtismo de las inscripciones lusitanas puede resumirse en los
siguientes puntos:
1) la presencia de toponimia con –briga céltico en territorio lusitano no arguye unicidad
de celtismo, sino superposición y heterogeneidad humana y lingüística. Los celtas, gente
más numerosa y fuerte que los lusitanos, o de mayor prestigio cultural que ellos, se han
extendido al territorio de éstos y se han producido los consabidos efectos de adstrato o
contacto de lenguas y culturas (cf. cómo subsisten en toda América topónimos
aborígenes junto con los nuevos de origen europeo, y cómo no puede afirmarse en modo
alguno por ello que las gentes americanas hayan sido europeas o hayan hablado alguna
lengua europea).
2) La homogeneidad de la antroponimia no es argumento válido, porque es hecho
comprobado que los nombres propios personales se prestan con mucha facilidad (efecto
de adstrato o contacto de lenguas y culturas). Luego de la presencia de antroponimia
céltica en Lusitania antigua no puede inducirse la lengua de los pobladores lusitanos ni
atribuirles la de los antropónimos (cf., por ejemplo, el habitual uso de nombres hebreos
-María, Isabel, Juan, José, Manuel, etc.- por gentes no hebreas de muchas partes del
mundo).
3) a.- En la lengua indoeuropea había dos nominativos masculinos plurales temáticos:
uno en *-os y otro en *-oi. Luego, la opción *-oi del lusitano no es más que
coincidencia con la del céltico, supuesto que *-oi está en muchas otras lenguas
indoeuropeas: latín (*-oi < - ), griego (-), báltico, eslavo. b.- El vocabulario común
tampoco es prueba aceptable de celticidad del lusitano, porque es hecho notorio en la
investigación lingüística que el léxico se presta con extraordinaria facilidad entre
lenguas en contacto (cf. el caso notable del vasco, cuyo vocabulario está constituido por
un 80% de préstamos de diverso origen, a pesar de que es lengua de sistema gramatical
completamente diverso del de las que estuvieron y están en contacto con ella, como el
céltico, el latín, el castellano).

Conclusión. Aunque los materiales epigráficos occidentales -o lusitanos- son muy


escasos y demasiado breves para que se pueda arribar a conclusiones definitivamente
ciertas acerca de la clasificación de la lengua que representan, hay indicios suficientes
para afirmar que se trata de otra lengua indoeuropea antigua hasta ahora desconocida y
no clasificada, y que ella no pertenece al grupo de las lenguas célticas.

Epigrafía lusitana antigua


1.- Inscripción de Lamas de Moledo (Portugal).

RVFINVS ET TIRO SCRIPSERVNT


VEAMINICORI DOENTI ANGOM LAMATICOM CROVCEAI MACA
REAICOI PETRANIOI RADOM PORGOM IOVEAI
CAEILOBRIGOI

- doenti: como término latino o griego de 3º persona (verbo: dar)


- angom: se discute
- lamaticom: de un lugar (Lamas) o de genitivo plural
- Caeilobrigoi: nominativo plural: de la gente q ofreció el sacrificio. Lo sabemos por el
método combinatorio: las inscripciones se componían con casilleros fijos: al principio el
nombre de la divinidad, 2º la cosa q sacrifican, 3º la gente q ofrece.

2.- Inscripción de Cabeço das Fraguas (Portugal).


OILAM TREBOPALA INDI PORCOM LAEBO
COMMAIAM ICCONA LOIMINNA
OILAM VSSEAM TREBARVNE INDI TAVROM IFADEM REVE TRE[
- indi, porcom, oilam, taurum

3.- Inscripción de Arroyo del Puerco o de Malpartida (Cáceres, España).

AMBATVS / SCRIPSI / CARLAE PRAISOM /


SECIAS ERBA MVITIE / AS ARIMO PRAESO /
NDO SINGEIETO / INI AVA INDI VEA /
VN / INDI VEDAGA / ROM TEVCAECOM /
INDI NVRIM I[NDI] / VDE[V]EC RVRSE[N]CO /
AMPILVA / INDI // [L]OEMINA INDI ENV /
PETANIM INDI AR / IMOM SINTAMO / M INDI
TEVCOM / SINTAMO
- ambatus: singular: imperativo o superlativo con verbo (?)

Hay grandes problemas con la interpretación (no sabemos qué dicen).

3) Las lenguas célticas de la Península Ibérica: a) el céltico de tipo gaélico del


noroeste; b) el céltico de tipo gálico de Celtiberia. Orígenes, geografía, períodos de
formación y difusión de la cultura celtibérica. Las inscripciones de Botorrita
(Contrebia Belaisca) I, II y III. La epigrafía celtibérica: origen y valor fonético de
la de forma ibérica. Rasgos morfológicos notables del celtibérico. Sonorización vs.
lenición céltica.

[F. Villar en Los indoeuropeos y los orígenes de Europa]

Celtíberos = de acuerdo con los geógrafos antiguos ‘los habitantes célticos de Iberia.’
NO son “celtas mezclados con iberos”!!!
Celtiberia: emplazamiento más antiguo y sólido de celtas en la PI: Soria, occidente de
Zaragoza, La Rioja, oriente de Burgos (foco) y luego hay expansiones posteriores casi a
toda la Península.

Territorio celtibérico: estaba delimitado al Norte por el curso medio del río Ebro, al
Sur por los cursos altos del Tajo y del Júcar, al Este por los iberos de Levante y al Oeste
por la Carpetania antigua. Comprendía los territorios de las actuales Soria , Logroño,
Álava, Navarra hasta Pamplona, Sudoeste de Zaragoza, Cuenca, Guadalajara, parte de
Teruel, parte de Madrid, Segovia y Burgos.

Antroponimia celtibérica
En la antroponimia indoeuropea prerromana de la PI hay abundantes NP
(nombres propios) célticos (Uramus < *Uperamos), pero también hay otros NP
indoeuropeos y no indoeuropeos que no son celtibéricos. Es preciso tener presente la
gran difusión de la onomástica personal y geográfica celtibérica, causada sobre todo por
el carácter expansivo (y belicoso) de esta gente.
En la cara B del Bronce de Cotorrita hay una lista de nombres: Lubos (‘lobo’),
Tauro (‘toro’): nombres célticos genuinos.

Toponimia celtibérica
Los cinco componentes más característicos de los topónimos célticos
hispánicos son los siguientes:
seg- (Segovia, Segobriga, Segontia);
eburo- (Eburobriga, Ebura, Ebora);
-samo (Uxama, Ledesma, Segisama);
-briga (Nemetobriga, Segobriga, Conimbriga);
-dunum (Verdún).
El más frecuente de ellos es *-briga (< *bhrgh- ‘alto, elevado’), se extiende por todo el
territorio de la PI (con excepción del Algarve y del Levante ibérico), y aparece con
múltiples variantes:
-briga/-brega: en las regiones centrales (Alcóbriga, Longébriga, Sobrega);
-bra: en Portugal y Galicia (Cambra, Anobra, Coimbra);
-bre: en Galicia (Alobre, Cambre, Magobre).
Epigrafía celtibérica
La epigrafía celtibérica consta en las siguientes clases de soportes:
- leyendas monetales (Kontebakom = /kontrebakom/, adj. deriv. de Contrebia, nom.-
acus. neutro sg. = ‘contrebiense’);
- inscripciones sepulcrales (tirtanos abulokum letontunos ke belikios ‘Tirtano de los
Abulokos de Letondu hijo Beligio’, inscripc. de Ibiza. El nombre propio según la
onomástica de los celtas: nombre personal + nombre étnico (en genitivo) + nombre
paterno (genitivo plural));
- tesserae hospitales (Bronce de Luzaga, Tésera de Uxama, etc. Ejemplo de tésera
breve: libiaka kortika kar[uo] ‘de Libia tésera hospital’). “Tesera” es ‘documento’,
“hospitales” es de ‘hospitalidad’: la amistad de un huésped se documentaba por escrito
en una pieza metálica o de cerámica, en donde constaban estos nombres. Tenían
distintas utilidades.
- inscripciones rupestres (las de Peñalba de Villastar, etc.);
- Bronces de Botorrita I, II, III, IV, V. De gran extensión los dos primeros y de
extraordinaria importancia para el conocimiento del celtibérico y del céltico antiguo.
La edición moderna de los testimonios epigráficos celtibéricos ha sido
realizada por J. Untermann en Monumenta Linguarum Hispanicarum (3 tomos.
Wiesbaden, 1975-1990).

Escritura celtibérica
Los celtíberos adoptaron dos sistemas ibéricos alfabético-silábicos de escritura
para escribir su lengua, uno sudlevantino, en el cual no hay grafías distintas para
representar oclusivas sordas y oclusivas sonoras, y otro levantino evolucionado, en el
cual existen estas grafías distintas. Por lo tanto, tomaron su escritura de dos escrituras
ibéricas: 1) antigua, deficiente (porque no representa la diferencia), 2) evolucionado
(hay representación de la diferencia).
Los celtíberos no emplearon nunca el alfabeto latino ni el alfabeto griego para
representar su lengua.

Lengua celtibérica
En la lengua celtibérica se reconocen los siguientes procesos genuinamente
célticos:
1.- Caída de /p/ inic. e intervoc.: uer < *uper, ro < *pro, letaisama < *pletaisama.
2.- Vocal  >  en sílaba final: usamos > usamuz.
3.- Vocal  >  en sílaba tónica: kombalkez.
4.- Vocalización en /ri/ de /r/ sonante: ide. *bhrgh- > celtib. brig-.
5.- Paso de oclusivas sonoras aspiradas > oclusivas sonoras sin aspiración.
6.- Conservación de rasgos indoeuropeos arcaicos contra otras lenguas célticas (los
anteriores rasgos los comparte el celtíbero con todas las otras lenguas celtas, pero estos
son rasgos propios q la diferencian de las otras):
a.- no monoptongación de los diptongos vocálicos: tokoitei, boustomue;
b.- ausencia del cambio  >  ;
c.- conservación de la labiovelar sorda indoeuropea kw: kue, conjunción copulativa (=
conj. cop. lat. -que);
d.- conservación de posposiciones, además de preposiciones;
e.- conservación de genitivo temático en –o, no en - como las otras lenguas célticas
(tauro, turo, aualo);
f.- conservación de –m final; etc.

Celtíbero, céltico español y antiguo lusitano


Algunos de los rasgos característicos de la lengua celtibérica (como la pérdida
del fonema / p / inicial e intervocálico y el carácter a / o de su sistema vocálico)
certifican la independencia del lusitano antiguo con respecto a esta lengua y a las
restantes lenguas célticas de la PI.

Lenición y sonorización
Cuando se estudia a las lenguas célticas en sí y en relación con las lenguas
posteriores derivadas del latín situadas en los mismos territorios en los que se hablaba
antiguamente céltico, surge la cuestión de la lenición céltica: muchos lingüistas asocian
el fenómeno de la sonorización que ocurre en las lenguas neolatinas occidentales (norte
de Italia, Suiza, Bélgica, Francia y España: las oclusivas sordas latinas pasan a ser
fricativas sonoras) con la lenición céltica [refutación: la lengua de las glosas
emilianenses: su rasgo es la conservación de oclusivas sordas latinas: no dice luego sino
lueco, por el latín lueco].
Se ha atribuido persistentemente a la lenición céltica de substrato la
sonorización de las sordas oclusivas intervocálicas de las lenguas romances peninsulares
y extrapeninsulares, esto es de las lenguas románicas occidentales gallego-portugués,
castellano, catalán, occitano, francés, franco-provenzal y retorromano. Lo han hecho
grandes autores como A. Tovar en diversos estudios (The Ancient Languages of Spain
and Portugal, etc.), A. Martinet (La economía de los cambios fonéticos), R. Penny
(Gramática histórica del español), etc.
Refutación de la identificación de lenición céltica con sonorización románica
occidental.
Sin embargo, no todos los investigadores son favorables a esta identificación. Contra
ella utiliza F. Villar los siguientes argumentos:
1.- lenición y sonorización no son procesos idénticos.
a.- Porque lenición es debilitación articulatoria de las consonantes que, en las lenguas
célticas medievales, no produce necesariamente las sonoras respectivas. En efecto, por
lenición ocurren los cambios p > ph (= f), t > th (= ), c (= /k/) > ch (= ); pero no p >
b, t > d, k > g, que son los característicos de la sonorización. Por mi parte agrego que la
lenición céltica también puede afectar a otras consonantes, como en galés m > v, que no
ocurre en cambio en las lenguas hispánicas.
b.- Porque sonorización no es debilitación articulatoria de las consonantes, sino adición
de rasgo sonoridad: p (oclusiva sorda) > b (oclusiva sonora), t (o. sorda) > d (o. son.), k
(o. sor.) > g (o. son), de modo que la oclusiva sonora es tan oclusiva como la respectiva
sorda.
2.- No hay lenición ni sonorización en celtibérico (o céltico peninsular). Las
inscripciones celtibéricas en escritura ibérica no adaptada son ambiguas al respecto
(porque allí no hay signos diferentes para oclusivas sordas y sonoras), pero las
inscripciones en escritura ibérica modificada y adaptada al celtibérico son perfectamente
claras acerca de la inexistencia de estos procesos en celtibérico. Si la lenición fuese
céltica, debería haber lenición en las oclusivas sordas del celtibérico.
3.- La sonorización es frecuente en el occidente peninsular (porcom/porgom,
touto/toudo), pero, dado que el occidente peninsular no es céltico, este proceso ha de ser
ajeno al céltico y debe ser atribuido a lengua o lenguas distintas del céltico.
Conclusión.
La conclusión de F. Villar acerca de la fisonomía característica del celtibérico,
acerca de su relación con otras lenguas célticas no hispánicas y con otras lenguas
hipotéticamente célticas de la PI, y acerca de la fecha de su implantación y de las
circunstancias de su habitat en ella es la siguiente:
“Los rasgos que separan al celtibérico de otras lenguas célticas son generalmente
arcaísmos, por lo que más que una clasificación del celtibérico en términos tradicionales
de dialectos gaélicos o británicos, hay que limitarse a decir que se trata de una variedad
de celta señaladamente arcaica en comparación con cualquier otro celta conocido.
Introducidos en la Península, según se cree, en torno al s. VIII a. C. probablemente a
través de los pasos occidentales del Pirineo, a juzgar por su ubicación histórica,
buscaron asentamiento al sur de la alta montaña pirenaica y quedaron separados de los
celtas de las Galias por poblaciones no indoeuropeas de índole vasco-pirenaica,
convirtiéndose así en un área aislada, propicia para la conservación de estados
lingüísticos arcaicos” (pág. 497). [Villar no da respuestas, se lava las manos]
Nota suplementaria sobre lenición. Agrego, por mi parte, que, dados los argumentos
de F. Villar y otros lingüistas contra la identificación de lenición céltica y sonorización
románica occidental, es difícil sostener que en España como en el resto de la Romania
occidental haya habido tal efecto atribuido al substrato lingüístico céltico. Sin embargo,
hemos de reconocer la existencia de una circunstancia que no puede ser omitida en el
momento de considerar unos hechos tan complejos como los debatidos. Es de índole
geográfica o, mejor, geográfico-lingüística, se conoce desde antiguo y tiene innegable
peso en la argumentación: el fenómeno fonético de la sonorización románica occidental
(que no es sino el de la sonorización de las consonantes oclusivas sordas intervocálicas
o intersonoras del latín vulgar hablado en el dominio correspondiente) ocurre
precisamente en el territorio del Imperio Romano habitado por celtas, y no fuera de él, o
al menos no de la misma manera. En la pugna entre argumentación propiamente
lingüística y argumentación geográfico-lingüística se advierte la falta de otro que pueda
dar la razón a uno de ellos, a ambos en conjunto o a ninguno [lo explica Martinet:
Economía de los cambios fonéticos, 2º parte]

4) El tartésico: orígenes, geografía y difusión hispánica, restos arqueológicos y


epigráficos, el alfabeto tartésico. El denominado influjo orientalizante.
Controversia sobre el origen de la lengua tartésica: indoeuropeísmo vs. no
indoeuropeísmo.

La última de las lenguas antiguas de la Península Ibérica es el tartésico.


Todavía está en discusión, porque: 1) no podemos leer los testimonios escritos q dejó, 2)
porque no sabemos la clasificación de esta lengua.
INSCRIPCIONES SUBLUSITANAS O TARTESIAS: esta última denominación en
referencia al imperio de los tartessos, desborda el sur de Portugal y el río Guadalquivir.
Algunos autores prefieren “sublusitana” para no prejuzgar sobre la lengua.

Toponimia
En el área comprendida entre Lisboa, Ciudad Real, Málaga y el Algarve, con
especial profusión en el territorio delimitado por Cádiz, Sevilla, Córdoba, Granada y las
costas del Mediterráneo y el Atlántico hay una toponimia especial de tipo no
indoeuropeo ni ibérico. La caracterizan tres elementos compositivos distintos: 1) ip- /
-i(p)po (Olisipo, Colisippo, Baesippo, Ventipo, Orippo, Iptuci, relacionados por los
lingüistas con Hippo Regius e Hippo Diarrhytus del norte de África), 2) obu- / -uba
(Oba, Obulco, Corduba, Onoba, Ossonoba, Salduba, comparados con Obba también
del norte de África, cerca de Cartago) y 3) bae- (Baelo, Baetis, el río, Baesucci, etc.). F.
Villar ha estudiado en detalle la distribución geográfica de los topónimos de la primera
clase y demostrado que se extienden alrededor de los mares Mediterráneo y Negro, y,
más esporádicos, en Francia, Italia, la antigua Mesopotamia e Irán.

Estratificación de estos topónimos


Por causa de aparecer dos de los elementos mencionados compuestos en un
único topónimo (Iponuba, Baesippo) algunos lingüistas afirman que pertenecen a un
mismo estrato humano y lingüístico. Sin embargo, tal composición no es prueba
suficiente, porque abundan los topónimos compuestos con elementos procedentes de
estratos claramente distintos, como los romano-célticos Augustobriga, Iuliobriga, etc.
Por otra parte, la distribución geográfica de los topónimos compuestos con el primero y
el tercero de los elementos desborda ampliamente la de los compuestos con el segundo
en la Península Ibérica. En conclusión, no sabemos si los topónimos compuestos con
uno o dos de los tres elementos mencionados pertenecen a un solo estrato lingüístico y
humano o a tres estratos distintos.

Antroponimia
En lugares marginales de las áreas de difusión de los topónimos constituidos
con alguno de los elementos mencionados y en especial al E. de las mismas, en la parte
oriental de Andalucía, se han registrado antropónimos de forma no indoeuropea (por
comparación!) formados con la raíz sis-, siempre en posición inicial (Sisiren, Siseanba,
Sisen, Siseia, etc.). Aunque se ha relacionado la población portadora de estos
antropónimos con la portadora de los topónimos del primer tipo, no tenemos ninguna
seguridad de que en realidad se trate de un estrato lingüístico y humano distinto de los
anteriores.

Epigrafía
En el extremo suroccidental de estas áreas toponímicas y antroponímicas, es
decir en el Algarve, pero también en menor cantidad en Andalucía occidental y en
Extremadura, se halla una serie de inscripciones realizadas con una variedad de
escritura distinta de las ibéricas, aunque emparentada con ellas, denominada con
preferencia sudlusitana o suroccidental por unos autores, y tartesia o de ambos modos
por otros. El sistema de esta escritura parece haber sido el primero derivado de la
escritura paleohispánica de origen fenicio.

Esquema de la historia de las escrituras antiguas de la Península Ibérica:

Fenicia (origen)

Paleohispánico

Tartesia
Ibérica

Celtibérica

Interpretación de la epigrafía sudlusitana


La epigrafía sudlusitana consta en dos clases de soportes: monedas y lápidas
funerarias. Las inscripciones lapidarias, las más extensas, presentan dificultades de
interpretación fonética y de desciframiento no superadas hasta hoy. Dos son las causas
de ello: conocimiento parcial del valor fonético de los signos y dificultad de
segmentación de los textos. Los textos lapidarios sudlusitanos están formados por un
continuo circular o espiraloide de signos carentes de marcas de separación léxica o
sintáctica.

La lengua de las inscripciones sudlusitanas o tartesias


Pese a las enormes dificultades que presentan la interpretación fonética y el
desciframiento de estas inscripciones, los lingüistas que han intentado identificar su
lengua, supuesto que se trate de una sola y no de más de una, se dividen en dos clases:
los que la relacionan con las lenguas del grupo anatolio y los que la relacionan con
lenguas del grupo céltico.
1) Lengua sudlusitana o tartesia y lenguas anatólicas: esta tesis es la más antigua y
entre sus precursores hay que contar a A. Schulten (arqueólogo y lingüista de principios
del XX) y a A. Tovar, quienes, sobre todo el primero, establecía conexiones de
elementos lexicales tartesios con otros de la Estela de Lemnos, considerada como pieza
clave para la explicación de la migración anatólica lidia a Occidente representada por
los etruscos de Italia y los tirsenos y mastienos del sudeste de la Península Ibérica. J.
Wikander, trabajando sobre la fórmula bare nabe keenti (cuyo tercer elemento aparece
también como keeni), propuso identificar keenti/keeni con sijeni de inscripciones
funerarias licias, cuyo valor es ‘situs est’. Se trataría de la raíz ide. *kei- ‘yacer’,
presente en el gr. , scr. éte, provista del mismo sufijo que los verbos hetitas del
tipo ijannai. En las variantes keeni/keenti propuso ver una diferencia singular/plural de
acuerdo con la conjugación en -hi a la manera anatolia. Los rasgos ide. no se limitarían
para él a esta palabra. En nabe tendríamos la desinencia ide. de locativo *-bhi. La
fórmula, o parte de ella, podría interpretarse como ‘en este sepulcro yace’, o algo
similar. También creyó haber hallado Wikander una desinencia -el con valor de genitivo,
lo cual también nos remite a las lenguas anatólicas.
2) Lengua sudlusitana o tartesia y lenguas célticas: con posterioridad, J. A. Correa, si
bien confirma el elemento verbal de la fórmula de acuerdo con J. Wikander, discrepa en
cuanto a la interpretación de los restantes elementos. En cuanto a nabe, por ejemplo,
considera que no puede darse por segura la lectura -be y por tanto la comparación con
ide. *-bhi. En cambio cree haber identificado en otros segmentos la desinencia ide. *-
bho de dativo plural. Así, pues, en logobo niirabo podría estar el nombre del dios celta
Lugu en plural, como en otras inscripciones de la Península Ibérica. Además, logra
aislar e identificar otro posible verbo con desinencia -nt- (arenti). Con respecto a
segmentos como turaaio, poti, tala, tirtos, Correa considera que se los puede comparar
con los antropónimos ide. (célticos) peninsulares Turaius, Boutius, Talaus, Trita
(Tritius). Por todo ello, Correa propone identificar como céltica la lengua de las
inscripciones sudlusitanas o tartesias. Pero tenemos que advertir que su lectura está
condicionada por su lectura de los dioses celtas, de ahí q leyó y segmentó según eso.
F. Villar, sin descartar definitivamente esta identificación, llama la atención
sobre las dificultades que ella entraña: no sería una lengua céltica afín al celtibérico,
sino al galo. Lo cual es por lo menos desconcertante.
En conclusión, podemos decir que los lingüistas plantean esto en el vacío,
abstrayendo la lengua de las inscripciones. F. Villar es más cauto, por eso elabora estos
mapas, para ver que la cuestión no es tan sencilla, xq nunca hubo celtas en Irán, África,
etc. donde hay registros de esas lenguas.

Indoeuropeísmo vs. no indoeuropeísmo


Cualquiera de las dos teorías que resulte aceptable, la lengua de las
inscripciones sudlusitanas o tartesias sería indoeuropea. Este hecho implica, aunque no
haya sido advertido por los lingüistas, una nueva dificultad: si la toponimia y la
antroponimia características del área epigráfica sudlusitana no son, como hemos visto,
indoeuropeas, ¿qué significa que la lengua de la población de la misma región sea
indoeuropea? ¿Cómo la toponimia no es indoeuropea y la lengua sí?
La tradición griega recuerda a un legendario rey de Tartesos, Argantonios,
amigo de los griegos de Asia Menor hasta el punto de donarles cantidades de plata
suficientes como para amurallar sus ciudades para defenderse de los invasores persas. El
nombre Argantonios es claramente ide., puesto que contiene la raíz *arg- ‘blanco,
brillante’ con que en varias lenguas de esta familia se designa la pata (lat. argentum, gr.
), y tiene forma característicamente céltica. Por tanto, ¿son celtas los tartesios o
el nombre de su rey, si en verdad existió, es préstamo de vecinos celtas de los tartesios
no célticos?

Dispersión geográfica de los topónimos del tipo sudlusitano o tartésico


Para una comprensión profundizada del fenómeno sudlusitano o tartésico es
imprescindible la consulta de las cartas geográficas publicadas por F. Villar en las actas
del congreso internacional sobre lenguas y culturas prerromanas de la Península Ibérica
del año 1996, las cuales he puesto a disposición de los alumnos. Asimismo ha de tenerse
en cuenta el mapa de los yacimientos arqueológicos de tipo tartésico. En éste se advierte
cómo tales yacimientos se concentran en el territorio andaluz a lo largo del río
Guadalquivir, de sus afluentes y de otros menores de la misma región. Se advierte
también cómo estos yacimientos tartésicos están próximos a enclaves y colonias
fenicios cuya antigüedad se remonta hasta el año 1000 a. C. (Huelva, Sevilla, Córdoba,
Jaén, Granada, Málaga, Cádiz). En la primera de las cartas de F. Villar consta la
distribución geográfica de los topónimos tartésicos construidos con el elemento ipo /
ippo ‘ciudad’ (no ‘caballo’ como se venía sosteniendo). Este elemento toponímico se
construye de tres modos: 1) segundo elemento del compuesto (Acinippo); 2) primer
elemento del compuesto (Iponuba); 3) precedido de un aparente sufijo (Dipo). Se
comprueba que las tres variantes de topónimos con ipo / ippo se concentran al Este del
río Guadalquivir, pero aparecen más dispersos al Oeste del mismo y muy dispersos
hasta el centro de la Península y en la mitad sur del actual Portugal. En la segunda carta
se precisan la zona nuclear de la toponimia con ipo / ippo, las zonas nucleares de sus
variantes y la dispersión en la Península Ibérica. En la tercera carta se señala la zona
nuclear hispánica de ipo y la dispersión del mismo fuera de la Península Ibérica. Se
comprueba que 1) el gran ámbito de dispersión de ipo es el mar Mediterráneo (sur de
España, sur de Italia, Grecia, Anatolia, Siria, Fenicia, Palestina, Egipto, Túnez, Argelia);
2) la presencia es abundante en las costas y en el interior de Anatolia; 3) se extiende a
las costas septentrionales del Mar Negro; 4) se extiende también a la Mesopotamia hasta
Irán; 5) ha llegado al interior de Francia. La conclusión es que el fenómeno tartésico
peninsular se inscribe, desde el punto de vista de la toponimia, en otro mucho más
amplio perimediterráneo y minorasiático. Por mi parte, considero que tales fenómenos
perimediterráneo, minorasiático e hispánico no son independientes de la difusión del
neolitismo y en especial de dos de sus manifestaciones características: el megalitismo y
la metalurgia.

5) Los griegos en la Península Ibérica


Por lo que atañe a las lenguas producto de colonización en Hispania, su
presencia afectó a lugares muy concretos y estuvo motivada fundamentalmente por
razones de índole comercial; se trata de las lenguas habladas por los fenicios y
cartagineses, de una parte, que dejaron alguna huella en inscripciones monetales y otras
varias, y de los griegos, por otra, a quienes debemos monumentos importantes de época
prerromana, si bien no es presumible su efecto como sustrato de los romances
peninsulares, aunque formen parte de la Hispania prerromana.

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