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Toponimia
Desconocida e inaccesible la lengua de la primera invasión kurgánica o ide.
por haberse extinguido sin dejar descendientes históricos, sólo podemos acceder a ella
indirectamente por medio de la toponimia, en especial la hidronimia. La hidronimia
antigua de Europa ha sido estudiada por primera vez con cierta exhaustividad y buenos
resultados por el indoeuropeísta alemán H. Krahe. En su investigación llegó a la
conclusión de que la hidronimia paleoeuropea era abundante en toda Europa, pero,
aunque existente, escasa en la Península Ibérica. El indoeuropeísta español actual F.
Villar, que también se ha ocupado de esta cuestión, demuestra en sus estudios al
respecto que, por el contrario, la hidronimia paleoeuropea es copiosa en España. De
donde se deduce además que la población paleoeuropea de la península Ibérica fue tan
intensa al menos como la del resto de Europa.
Notas. Sobre el rasgo Nº 7: los tres grados vocálicos de la R. ide. *ter- ‘frotar, romper
por fricción, perforar’ son *ter- *tar- y *tur- (grado cero, con vocalización de la sonante
*tr- > *tur-). Sobre el rasgo Nº 9: el nombre *akwa- aparece sólo en latín y en
germánico. Sobre el punto Nº 11: este orden aparece, por ejemplo, en un hidrónimo
hispánico antiguo como Turaqua (Galicia) o en la correspondiente forma moderna
Turraguas (La Rioja) = ‘Río Tura’. Como estereotipo toponímico está solamente en
germánico. El orden de los elementos sintácticos de los hidrónimos hispánicos es como
en germánico (no como en latín).
Cuestión geográfico-lingüística.
Está comprobado 1) que hay presencia del fonema / p / (< ide. */ p /) en toda la
Hispania indoeuropea, y 2) que esa presencia es menos densa en Celtiberia y Carpetania
que entre vacceos, vetones y lusitanos, pueblos situados al occidente de la región
propiamente celtibérica (Soria, este de Burgos, sur de La Rioja, oeste de Zaragoza), es
decir los vacceos en Palencia (su capital), Salamanca, Segovia, Valladolid y Zamora
(incluida por los romanos en la provincia Lusitania), los vetones en Ávila, Salamanca,
Segovia, norte de Extremadura (donde estaba Caurium, hoy Coria, su capital), los
lusitanos en Portugal y en la parte occidental del territorio de los vacceos y de los
vetones. Aunque vacceos y vetones suelen ser incluidos entre los celtas e incluso entre
los celtíberos, su pertenencia étnica y lingüística no ha sido definitivamente demostrada.
Inscripciones occidentales.
De muchos pueblos indoeuropeos de la Península Ibérica, tanto célticos como
no célticos, no poseemos ningún testimonio escrito en ningún sistema de escritura. Han
sido y permanecido pueblos ágrafos. Es lo que ocurre con los astures, cántabros,
galaicos, vetones, vacceos, carpetanos, pelendones, y muchos otros pueblos. Sin
embargo, en lugares como Lamas de Moledo (Portugal), Cabeço das Fraguas (Portugal),
Arroyo del Puerco (Cáceres, Extremadura) se han conservado inscripciones de un
pueblo del occidente de la Península Ibérica realizadas con caracteres del alfabeto
romano y en lengua no céltica o difícilmente céltica. Contienen descripciones de rituales
y ofrendas a diversos dioses, y consta en ellas el rito indoeuropeo arcaico de la
suovetaurilia (sacrificio de cerdos, carneros y toros). La distribución geográfica de tales
inscripciones coincide grosso modo con el territorio de la Lusitania antigua.
Rasgos lingüísticos notables de la lengua de las inscripciones.
Son rasgos notables de la lengua de estas inscripciones:
1) la conservación de / p / inicial e intervocálica indoeuropea: porcom, porgom (< ide.
*porko-m), praisom, trebopala, toudopalandaigae, contra la pérdida general en céltico;
2) forma de la conjunción copulativa indi (cf. alemán und, inglés and, sánscrito átha),
contra el céltico kue y uta (cf. latín –que y et);
3) paso de la oclusiva sonora aspirada ide. / bh / a fricativa aspirada sorda / f /, contra el
paso a oclusiva sonora / b / en céltico (cf. ifadem ‘semental’, aplicado a TAVROM).
Contra la presencia de este rasgo en la lengua de las inscripciones occidentales puede
objetarse que se trata del único caso registrado y que la onomástica sólo brinda casos
problemáticos. De otro lado, parece contradecirlo la presencia de una palabra como
angom, cuya derivación del ide. *angh- ¿’estrecho, angosto’? es favorable a la teoría del
celtismo de la lengua de las inscripciones, pero, de acuerdo con F. Villar, no verosímil ni
aceptable por razones semánticas y morfológicas.
Celtíberos = de acuerdo con los geógrafos antiguos ‘los habitantes célticos de Iberia.’
NO son “celtas mezclados con iberos”!!!
Celtiberia: emplazamiento más antiguo y sólido de celtas en la PI: Soria, occidente de
Zaragoza, La Rioja, oriente de Burgos (foco) y luego hay expansiones posteriores casi a
toda la Península.
Territorio celtibérico: estaba delimitado al Norte por el curso medio del río Ebro, al
Sur por los cursos altos del Tajo y del Júcar, al Este por los iberos de Levante y al Oeste
por la Carpetania antigua. Comprendía los territorios de las actuales Soria , Logroño,
Álava, Navarra hasta Pamplona, Sudoeste de Zaragoza, Cuenca, Guadalajara, parte de
Teruel, parte de Madrid, Segovia y Burgos.
Antroponimia celtibérica
En la antroponimia indoeuropea prerromana de la PI hay abundantes NP
(nombres propios) célticos (Uramus < *Uperamos), pero también hay otros NP
indoeuropeos y no indoeuropeos que no son celtibéricos. Es preciso tener presente la
gran difusión de la onomástica personal y geográfica celtibérica, causada sobre todo por
el carácter expansivo (y belicoso) de esta gente.
En la cara B del Bronce de Cotorrita hay una lista de nombres: Lubos (‘lobo’),
Tauro (‘toro’): nombres célticos genuinos.
Toponimia celtibérica
Los cinco componentes más característicos de los topónimos célticos
hispánicos son los siguientes:
seg- (Segovia, Segobriga, Segontia);
eburo- (Eburobriga, Ebura, Ebora);
-samo (Uxama, Ledesma, Segisama);
-briga (Nemetobriga, Segobriga, Conimbriga);
-dunum (Verdún).
El más frecuente de ellos es *-briga (< *bhrgh- ‘alto, elevado’), se extiende por todo el
territorio de la PI (con excepción del Algarve y del Levante ibérico), y aparece con
múltiples variantes:
-briga/-brega: en las regiones centrales (Alcóbriga, Longébriga, Sobrega);
-bra: en Portugal y Galicia (Cambra, Anobra, Coimbra);
-bre: en Galicia (Alobre, Cambre, Magobre).
Epigrafía celtibérica
La epigrafía celtibérica consta en las siguientes clases de soportes:
- leyendas monetales (Kontebakom = /kontrebakom/, adj. deriv. de Contrebia, nom.-
acus. neutro sg. = ‘contrebiense’);
- inscripciones sepulcrales (tirtanos abulokum letontunos ke belikios ‘Tirtano de los
Abulokos de Letondu hijo Beligio’, inscripc. de Ibiza. El nombre propio según la
onomástica de los celtas: nombre personal + nombre étnico (en genitivo) + nombre
paterno (genitivo plural));
- tesserae hospitales (Bronce de Luzaga, Tésera de Uxama, etc. Ejemplo de tésera
breve: libiaka kortika kar[uo] ‘de Libia tésera hospital’). “Tesera” es ‘documento’,
“hospitales” es de ‘hospitalidad’: la amistad de un huésped se documentaba por escrito
en una pieza metálica o de cerámica, en donde constaban estos nombres. Tenían
distintas utilidades.
- inscripciones rupestres (las de Peñalba de Villastar, etc.);
- Bronces de Botorrita I, II, III, IV, V. De gran extensión los dos primeros y de
extraordinaria importancia para el conocimiento del celtibérico y del céltico antiguo.
La edición moderna de los testimonios epigráficos celtibéricos ha sido
realizada por J. Untermann en Monumenta Linguarum Hispanicarum (3 tomos.
Wiesbaden, 1975-1990).
Escritura celtibérica
Los celtíberos adoptaron dos sistemas ibéricos alfabético-silábicos de escritura
para escribir su lengua, uno sudlevantino, en el cual no hay grafías distintas para
representar oclusivas sordas y oclusivas sonoras, y otro levantino evolucionado, en el
cual existen estas grafías distintas. Por lo tanto, tomaron su escritura de dos escrituras
ibéricas: 1) antigua, deficiente (porque no representa la diferencia), 2) evolucionado
(hay representación de la diferencia).
Los celtíberos no emplearon nunca el alfabeto latino ni el alfabeto griego para
representar su lengua.
Lengua celtibérica
En la lengua celtibérica se reconocen los siguientes procesos genuinamente
célticos:
1.- Caída de /p/ inic. e intervoc.: uer < *uper, ro < *pro, letaisama < *pletaisama.
2.- Vocal > en sílaba final: usamos > usamuz.
3.- Vocal > en sílaba tónica: kombalkez.
4.- Vocalización en /ri/ de /r/ sonante: ide. *bhrgh- > celtib. brig-.
5.- Paso de oclusivas sonoras aspiradas > oclusivas sonoras sin aspiración.
6.- Conservación de rasgos indoeuropeos arcaicos contra otras lenguas célticas (los
anteriores rasgos los comparte el celtíbero con todas las otras lenguas celtas, pero estos
son rasgos propios q la diferencian de las otras):
a.- no monoptongación de los diptongos vocálicos: tokoitei, boustomue;
b.- ausencia del cambio > ;
c.- conservación de la labiovelar sorda indoeuropea kw: kue, conjunción copulativa (=
conj. cop. lat. -que);
d.- conservación de posposiciones, además de preposiciones;
e.- conservación de genitivo temático en –o, no en - como las otras lenguas célticas
(tauro, turo, aualo);
f.- conservación de –m final; etc.
Lenición y sonorización
Cuando se estudia a las lenguas célticas en sí y en relación con las lenguas
posteriores derivadas del latín situadas en los mismos territorios en los que se hablaba
antiguamente céltico, surge la cuestión de la lenición céltica: muchos lingüistas asocian
el fenómeno de la sonorización que ocurre en las lenguas neolatinas occidentales (norte
de Italia, Suiza, Bélgica, Francia y España: las oclusivas sordas latinas pasan a ser
fricativas sonoras) con la lenición céltica [refutación: la lengua de las glosas
emilianenses: su rasgo es la conservación de oclusivas sordas latinas: no dice luego sino
lueco, por el latín lueco].
Se ha atribuido persistentemente a la lenición céltica de substrato la
sonorización de las sordas oclusivas intervocálicas de las lenguas romances peninsulares
y extrapeninsulares, esto es de las lenguas románicas occidentales gallego-portugués,
castellano, catalán, occitano, francés, franco-provenzal y retorromano. Lo han hecho
grandes autores como A. Tovar en diversos estudios (The Ancient Languages of Spain
and Portugal, etc.), A. Martinet (La economía de los cambios fonéticos), R. Penny
(Gramática histórica del español), etc.
Refutación de la identificación de lenición céltica con sonorización románica
occidental.
Sin embargo, no todos los investigadores son favorables a esta identificación. Contra
ella utiliza F. Villar los siguientes argumentos:
1.- lenición y sonorización no son procesos idénticos.
a.- Porque lenición es debilitación articulatoria de las consonantes que, en las lenguas
célticas medievales, no produce necesariamente las sonoras respectivas. En efecto, por
lenición ocurren los cambios p > ph (= f), t > th (= ), c (= /k/) > ch (= ); pero no p >
b, t > d, k > g, que son los característicos de la sonorización. Por mi parte agrego que la
lenición céltica también puede afectar a otras consonantes, como en galés m > v, que no
ocurre en cambio en las lenguas hispánicas.
b.- Porque sonorización no es debilitación articulatoria de las consonantes, sino adición
de rasgo sonoridad: p (oclusiva sorda) > b (oclusiva sonora), t (o. sorda) > d (o. son.), k
(o. sor.) > g (o. son), de modo que la oclusiva sonora es tan oclusiva como la respectiva
sorda.
2.- No hay lenición ni sonorización en celtibérico (o céltico peninsular). Las
inscripciones celtibéricas en escritura ibérica no adaptada son ambiguas al respecto
(porque allí no hay signos diferentes para oclusivas sordas y sonoras), pero las
inscripciones en escritura ibérica modificada y adaptada al celtibérico son perfectamente
claras acerca de la inexistencia de estos procesos en celtibérico. Si la lenición fuese
céltica, debería haber lenición en las oclusivas sordas del celtibérico.
3.- La sonorización es frecuente en el occidente peninsular (porcom/porgom,
touto/toudo), pero, dado que el occidente peninsular no es céltico, este proceso ha de ser
ajeno al céltico y debe ser atribuido a lengua o lenguas distintas del céltico.
Conclusión.
La conclusión de F. Villar acerca de la fisonomía característica del celtibérico,
acerca de su relación con otras lenguas célticas no hispánicas y con otras lenguas
hipotéticamente célticas de la PI, y acerca de la fecha de su implantación y de las
circunstancias de su habitat en ella es la siguiente:
“Los rasgos que separan al celtibérico de otras lenguas célticas son generalmente
arcaísmos, por lo que más que una clasificación del celtibérico en términos tradicionales
de dialectos gaélicos o británicos, hay que limitarse a decir que se trata de una variedad
de celta señaladamente arcaica en comparación con cualquier otro celta conocido.
Introducidos en la Península, según se cree, en torno al s. VIII a. C. probablemente a
través de los pasos occidentales del Pirineo, a juzgar por su ubicación histórica,
buscaron asentamiento al sur de la alta montaña pirenaica y quedaron separados de los
celtas de las Galias por poblaciones no indoeuropeas de índole vasco-pirenaica,
convirtiéndose así en un área aislada, propicia para la conservación de estados
lingüísticos arcaicos” (pág. 497). [Villar no da respuestas, se lava las manos]
Nota suplementaria sobre lenición. Agrego, por mi parte, que, dados los argumentos
de F. Villar y otros lingüistas contra la identificación de lenición céltica y sonorización
románica occidental, es difícil sostener que en España como en el resto de la Romania
occidental haya habido tal efecto atribuido al substrato lingüístico céltico. Sin embargo,
hemos de reconocer la existencia de una circunstancia que no puede ser omitida en el
momento de considerar unos hechos tan complejos como los debatidos. Es de índole
geográfica o, mejor, geográfico-lingüística, se conoce desde antiguo y tiene innegable
peso en la argumentación: el fenómeno fonético de la sonorización románica occidental
(que no es sino el de la sonorización de las consonantes oclusivas sordas intervocálicas
o intersonoras del latín vulgar hablado en el dominio correspondiente) ocurre
precisamente en el territorio del Imperio Romano habitado por celtas, y no fuera de él, o
al menos no de la misma manera. En la pugna entre argumentación propiamente
lingüística y argumentación geográfico-lingüística se advierte la falta de otro que pueda
dar la razón a uno de ellos, a ambos en conjunto o a ninguno [lo explica Martinet:
Economía de los cambios fonéticos, 2º parte]
Toponimia
En el área comprendida entre Lisboa, Ciudad Real, Málaga y el Algarve, con
especial profusión en el territorio delimitado por Cádiz, Sevilla, Córdoba, Granada y las
costas del Mediterráneo y el Atlántico hay una toponimia especial de tipo no
indoeuropeo ni ibérico. La caracterizan tres elementos compositivos distintos: 1) ip- /
-i(p)po (Olisipo, Colisippo, Baesippo, Ventipo, Orippo, Iptuci, relacionados por los
lingüistas con Hippo Regius e Hippo Diarrhytus del norte de África), 2) obu- / -uba
(Oba, Obulco, Corduba, Onoba, Ossonoba, Salduba, comparados con Obba también
del norte de África, cerca de Cartago) y 3) bae- (Baelo, Baetis, el río, Baesucci, etc.). F.
Villar ha estudiado en detalle la distribución geográfica de los topónimos de la primera
clase y demostrado que se extienden alrededor de los mares Mediterráneo y Negro, y,
más esporádicos, en Francia, Italia, la antigua Mesopotamia e Irán.
Antroponimia
En lugares marginales de las áreas de difusión de los topónimos constituidos
con alguno de los elementos mencionados y en especial al E. de las mismas, en la parte
oriental de Andalucía, se han registrado antropónimos de forma no indoeuropea (por
comparación!) formados con la raíz sis-, siempre en posición inicial (Sisiren, Siseanba,
Sisen, Siseia, etc.). Aunque se ha relacionado la población portadora de estos
antropónimos con la portadora de los topónimos del primer tipo, no tenemos ninguna
seguridad de que en realidad se trate de un estrato lingüístico y humano distinto de los
anteriores.
Epigrafía
En el extremo suroccidental de estas áreas toponímicas y antroponímicas, es
decir en el Algarve, pero también en menor cantidad en Andalucía occidental y en
Extremadura, se halla una serie de inscripciones realizadas con una variedad de
escritura distinta de las ibéricas, aunque emparentada con ellas, denominada con
preferencia sudlusitana o suroccidental por unos autores, y tartesia o de ambos modos
por otros. El sistema de esta escritura parece haber sido el primero derivado de la
escritura paleohispánica de origen fenicio.
Fenicia (origen)
Paleohispánico
Tartesia
Ibérica
Celtibérica