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INTRODUCCION AL FEMINISMO

El feminismo es una herramienta que necesitamos para poder liberar nuestras mentes
humanas de todo el daño dogmático que ha generado un sistema social –el
patriarcado- que construimos, lo queramos o no, con nuestras prácticas, ideas y
relaciones, porque llevamos siglos siendo educados culturalmente en la defensa de
este sistema. Por tanto, conocer el feminismo, abrazarlo y defenderlo es el único
camino posible para alcanzar la libertad real de las personas.

Aunque el feminismo es un movimiento social y político que inicia formalmente su andadura a


finales del siglo XVIII, todavía hoy, más de 200 años después, existen personas –tanto hombres
como mujeres- que no conocen sus objetivos y que desvirtúan su lucha por desconocer hasta
los principios más básicos que persigue. El feminismo, en contra de quienes lo conciben como
la lucha de la mujer por anteponer sus principios a los del hombre, es una corriente de
pensamiento en constante evolución que persigue la defensa de la igualdad de derechos y
oportunidades entre ambos sexos. Constituye, por tanto, una forma diferente de entender el
mundo, las relaciones de poder, las estructuras sociales y las relaciones entre los sexos.

Aunque es cierto que existen múltiples definiciones de feminismo, se podría entender que este
movimiento político y social persigue la toma de conciencia de las mujeres -como colectivo
humano-, de la opresión, dominación y explotación a las que han sido y son sometidas por
parte del colectivo de los hombres a lo largo de la historia. Por tanto, el feminismo busca la
liberación de la mujer con todas las transformaciones de la sociedad que esta requiera. Por
tanto, el feminismo no se contrapone al machismo, es decir, no persigue alcanzar una “actitud
de prepotencia de las mujeres respecto a los varones”, en consonancia con la definición de
machismo que adopta la RAE.

Por eso, para empezar a entender el feminismo es importante tener claro algunos conceptos:

Patriarcado: En su sentido literal significa gobierno de los padres. Históricamente, el término


ha sido utilizado para designar un tipo de organización social en el que la autoridad la ejerce el
varón, jefe de familia, dueño del patrimonio, del que formaban parte los hijos, la esposa, los
esclavos y los bienes. La familia es, claro está, una de las instituciones básicas de este orden
social y que lo protege y lo reproduce hasta nuestros días. Gerda Lerner (1986) lo ha definido
en sentido amplio, como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre
las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la
sociedad en general”. Los estudios feministas sobre el patriarcado, y la constatación de que se
trata de una construcción histórica y social, señalan las posibilidades de cambiarlo por un
modelo social justo e igualitario.
Sexo: Es el conjunto de características físicas, biológicas, anatómicas y fisiológicas de los seres
humanos, que los definen como hombre o mujer. El sexo viene determinado por la naturaleza,
es una construcción natural, con la que se nace.

Género: Es el conjunto de características sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas y


económicas que la sociedad asigna a las personas de forma diferenciada como propias de
hombres y mujeres. Los géneros son construcciones socioculturales que varían a través de la
historia y se refieren a los rasgos psicológicos y culturales que la sociedad atribuye a lo que
considera "masculino" o "femenino" mediante la educación, el uso del lenguaje, la familia, las
instituciones o la religión. Ejemplos de esta adscripción de características en nuestra sociedad
es pensar que las mujeres son habladoras, cariñosas y organizadas y los hombres son activos,
fuertes y emprendedores. Podemos decir, usando las palabras de la doctora Victoria Sau, que
el género es la construcción psicosocial del sexo.

Androcentrismo: El androcentrismo es la visión del mundo que sitúa al hombre como centro
de todas las cosas. Esta concepción de la realidad parte de la idea de que la mirada masculina
es la única posible y universal, por lo que se generaliza para toda la humanidad, sean hombres
o mujeres. El androcentrismo conlleva la invisibilidad de las mujeres y de su mundo, la
negación de una mirada femenina y la ocultación de las aportaciones realizadas por las
mujeres.

Empoderamiento de las mujeres: Se trata de un término acuñado en la Conferencia Mundial


de las Mujeres en Beijing (Pekin) en 1995 para referirse al aumento de la participación de las
mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder. Actualmente esta expresión
conlleva también otra dimensión: la toma de conciencia del poder que individual y
colectivamente ostentan las mujeres y que tiene que ver con la recuperación de la propia
dignidad de las mujeres como personas.

Coeducación: Es el método de intervención educativo que va más allá de la educación mixta y


cuyas bases se asientan en el reconocimiento de las potencialidades e individualidades de
niñas y niños, independientemente de su sexo. Coeducar significa por tanto educar desde la
igualdad de valores de las personas.

Pero son muchos más los conceptos desvirtuados por el patriarcado y que se han asentado
como correctos a lo largo de los siglos. En este artículo de Mujeres en Red podéis encontrar la
definición de otras palabras y conceptos clave desde la óptica del feminismo. Porque,
parafraseando a la feminista Celia Amorós, quien tiene el poder es quien da nombres a las
cosas (y a las personas).

En definitiva, se puede entender el feminismo como una manera de observar la realidad desde
la perspectiva de las mujeres. Además, no cabe duda de que su lucha ha sido y es el motor que
está produciendo más cambios, en el presente siglo y en el pasado, en el sistema y los valores
sociales, consiguiendo que las instituciones modifiquen sus políticas sociales y económicas.
Por tanto, como indica la consultora de género e investigadora Coral Herrera, “el feminismo no
quiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el
patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus
genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere
matarlos por adulterio”.

Y continúa: “El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus madres y luego
de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría
desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con
cuerpos masculinos para el disfrute de los femeninos, ni desea que los niños varones estén
desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o
económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el
acceso a la sanidad y la Universidad. Comprendan que eso es una locura que no promueve el
feminismo”.

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