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El feminismo es una herramienta que necesitamos para poder liberar nuestras mentes
humanas de todo el daño dogmático que ha generado un sistema social –el
patriarcado- que construimos, lo queramos o no, con nuestras prácticas, ideas y
relaciones, porque llevamos siglos siendo educados culturalmente en la defensa de
este sistema. Por tanto, conocer el feminismo, abrazarlo y defenderlo es el único
camino posible para alcanzar la libertad real de las personas.
Aunque es cierto que existen múltiples definiciones de feminismo, se podría entender que este
movimiento político y social persigue la toma de conciencia de las mujeres -como colectivo
humano-, de la opresión, dominación y explotación a las que han sido y son sometidas por
parte del colectivo de los hombres a lo largo de la historia. Por tanto, el feminismo busca la
liberación de la mujer con todas las transformaciones de la sociedad que esta requiera. Por
tanto, el feminismo no se contrapone al machismo, es decir, no persigue alcanzar una “actitud
de prepotencia de las mujeres respecto a los varones”, en consonancia con la definición de
machismo que adopta la RAE.
Por eso, para empezar a entender el feminismo es importante tener claro algunos conceptos:
Androcentrismo: El androcentrismo es la visión del mundo que sitúa al hombre como centro
de todas las cosas. Esta concepción de la realidad parte de la idea de que la mirada masculina
es la única posible y universal, por lo que se generaliza para toda la humanidad, sean hombres
o mujeres. El androcentrismo conlleva la invisibilidad de las mujeres y de su mundo, la
negación de una mirada femenina y la ocultación de las aportaciones realizadas por las
mujeres.
Pero son muchos más los conceptos desvirtuados por el patriarcado y que se han asentado
como correctos a lo largo de los siglos. En este artículo de Mujeres en Red podéis encontrar la
definición de otras palabras y conceptos clave desde la óptica del feminismo. Porque,
parafraseando a la feminista Celia Amorós, quien tiene el poder es quien da nombres a las
cosas (y a las personas).
En definitiva, se puede entender el feminismo como una manera de observar la realidad desde
la perspectiva de las mujeres. Además, no cabe duda de que su lucha ha sido y es el motor que
está produciendo más cambios, en el presente siglo y en el pasado, en el sistema y los valores
sociales, consiguiendo que las instituciones modifiquen sus políticas sociales y económicas.
Por tanto, como indica la consultora de género e investigadora Coral Herrera, “el feminismo no
quiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el
patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus
genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere
matarlos por adulterio”.
Y continúa: “El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus madres y luego
de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría
desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con
cuerpos masculinos para el disfrute de los femeninos, ni desea que los niños varones estén
desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o
económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el
acceso a la sanidad y la Universidad. Comprendan que eso es una locura que no promueve el
feminismo”.