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cole
leccturaspr
turas prá
áctica
cticas
sobre
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pro
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blemas
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L ectur
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imer a: ¿Utop
¿Utopía o r ealid
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Prim
ri mero: pong
pongám
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quées decidir
decidir..
Deci
Decidir
dir es,
es, a los efectos
efectos de estas
estas lectu
lecturas
ras,, reali
realiza
zarr un proce
proceso
so mental
ental,, delib
delibera
erado,
do,
voluntario, sistemático, a través del ejercicio del raciocinio, con la finalidad de elegir
incurso de acción (y solo uno) entre un conjunto de cursos de acción alternativos.
Usted me dirá
Usted dirá que no siem
siempre
pre se decid
decidee así (por
(por ejem
ejempl
plo,
o, en forma
orma sistem
sistemáti
ática,
ca,
“raciocinando”, etc.). Es cierto. Si la decisión no es deliberada ni voluntaria entonces no
tengo nada que decir: no es objeto de estas lecturas, se trata de reacciones, impulsos u
obediencias ineludibles. Si la decisión es deliberada y voluntaria pero no cumple con los
demás requisitos, entonces es trivial y no interesa mucho a lectores de su talla.
Seg
Segundo
undo:: ¿se
¿se pue
puedea
de aprend
prende
er a dec
decidir?
idir? ¿Vale
¿Valela
la pena
penaha
haccerlo
rlo? ¿Es
¿Es nec
necesario?
No existe un vademécum que concentre todas las soluciones a las variadas situaciones
de decisión que el mundo nos presenta. Existe en prim pri mer lugar
ugar, una forma de ser y de
ver el mundo de cada decididor que debe ser por lo menos analizable y a lo máximo
coheren te; en segu
coherente; segund
ndoo lugar,
ugar, una
una forma
orma metód
metódic
icaa y sistem
sistemáti
ática
ca de pensa
pensarr que es
aplicable a todas las situaciones; en ter
tercer
cer lugar
ugar existen métodos particulares que se
adaptan alas distintas situaciones, métodos que van desde el algoritmo matemático más
sofisticado
sofisticado hasta la estimación
estimación educada.
Los genios y los idiotas no necesitan aprender a decidir ni nunca sentirán la necesidad.
Los que no somos ni genios ni idiotas nos enfrentamos a situaciones en las cuales se nos
ocurre que deberíamos tener cierto entrenamiento. Lo que la enseñanza de la decisión
puede ofrecer no es la garantía
g arantía del éxito, es la garantía
gar antía de haber hecho lo mejor posible.
En el mejor de los casos, tenemos recetas como las de cocina, en las cuales podemos –y
generalmente lo hacemos- introducir variaciones adaptativas.
*
Contador Público. Profesor titular de Teoría de la Decisión en la Facultad de Ciencias Económicas
(UBA). Ex director general de la DGI. Ex subsecretario de Política y Administración Tributaria.
Consultor
Consultor de empresas.
1
En el peor de los casos, tenemos metáforas,
táforas, prove
proverbios y anal
analog
ogíías que no sólo nos
ayudan a construir una situación que nos facilite la decisión, como lo veremos en una
próxima lectura.
L ectura segunda
unda:: ¿En
¿E n qué
qué mundo
undoeestam
tamos?
Prim
ri mero: ¿qué
¿qué es el mundo
undo??
El uso de la palabra “mundo” (o “universo” que consideraremos como sinónimo) parece
quizás ampuloso. Por “mundo” entiendo todos los elementos que influyen sobre-y que
están influidos por- esa decisión.
decisión. Se incluye también, por lo tanto, el mismo
mismo decididor.
Esto
Esto últim
último
o no es trivi
trivial
al.. Se acostu
acostumb
mbra
ra dividi
dividirr el sujeto
sujeto cognos
cognosci
citiv
tivo
o del objeto
objeto
conocido pero el mundo está constituido por los dos, simultáneamente, en permanente
interacción,
interacción, interdependencia
interdependencia y retroalimentación.
retroalimentación. La visión del mun
mundo
do condiciona
condiciona el –y
–y
depen
depende
de del-
del- sujeto
sujeto,, de modo que la separ
separaci
ación
ón es cómoda
cómoda pero
pero puede
puede conduc
conduciir a
importantes
importantes errores.
Defin
Definiiremos
remos el mu mundndoo como
como un conj unto de variables. Una
conjunto Una varia
variabl
blee es cualq
cualquie
uier
r
elemento o aspecto percibido por el decididor susceptibles de adoptar nive niveles, val
valores,
ores,
grados a través del tiempo. La variable es una expresión verbal: “toneladas/kilómetros
transportadas en 1990”, “la felicidad”, “la temperatura en Buenos Aires tal día”, “el
amor de mi mujer”, “horas/hombre”, etc.
Estas variables las selecciona el decididor de acuerdo con sus necesidades.
Distintas técnicas, modelos, teorías o ciencias pueden ayudarlo en esa tarea pero en
muchas circunstancias tienen que arreglarse como pueda, en base a su experiencia o a su
intuición. Un experto en un campo determinado tendrá mayor habilidad para definir las
variables que un neófito.
La sele
selecc
cciión de vari
variab
able
less relev
relevan
ante
tess para
para cons
constru
truiir la situa
situaci
ción
ón de deci
decisi
sión
ón es
fundam
fundamenental trata de la estructuración, de la formulación del probl
tal:: se trata problem
ema,
a, de la
representación del mundo y sobre este tema hay tanto para decir que no nos cabe aquí.
Las variables y sus niveles, valores, grados, deben ser definidas de forma tal que una
variable sólo puede exhibir uno solo en un momento determinado.
La sucesión de niveles, valores, grados de una variable a través del tiempo se llama el
compor
portam
tamiento
nto de la variab
ari ablle. El conjun
conjunto
to de valores
valores,, nivel
niveles
es,, grados
grados de vari
varias
as
2
variables en un momento dado es el estadodel universo (piense en un balance que es un
estado contable). Por facilidad de expresión también se acostumbra llamar estado a un
nivel, valor, grado de una sola variable. El comportamiento del universo es el conjunto
de estados a través del tiempo de un conjunto dado de variables (el conjunto de balances
pasados o proyectados es el comportamiento de una empresa definida contablemente).
Claro está que esta definición de “mundo” es arbitraria pero resulta sumamente práctica
y está originada no solamente en la conocida definición de “sistema” sino también en
distintos métodos de simulación o representación de situaciones.
Segundo: Losmundosdóciles
Algunos mundos encarados por el decididor son dóciles, ordenados, obedientes,
estables. Son mundos cerrados en el sentido que sus comportamientos son únicos o a lo
sumo poco variados y se conocen de antemano. Normalmente, no ofrecen sorpresas.
Si bien puede suceder que de repente se subleven, ello es improbable. La máquina de
tejer produce un tejido determinado a razón de 20 kilos por hora. Pueden ser 19 o 21
pero el rango de comportamiento es sumamente acotado. Rompe en promedio 7 agujas
por kilo si bien en ese caso el rango de variación puede ser mucho mayor. El
desperdicio es del 2% en un rango de +/- 0,5%.
Mi computadora imprime cada vez que aprieto las teclas apropiadas. El otro día se
rehusó a imprimir y luego de varias horas de búsqueda y consultas descubrí que
invirtiendo un enchufe volvía a obedecer.
Esta rebeldía histérica no cambia la situación: es un caso extraordinario en un mundo
confiable.
Estos mundos dóciles son en general los mundos operativos. Sus rangos de libertad son
nulos o reducidos. Son los mundos de la certeza o de la cuasi-certeza otorgada por
probabilidades objetivas confiables. Son mundos amigables y colaboradores: cuando
algo anda mal, avisan desviándose notablemente y en forma sostenida de su
comportamiento habitual (recuerden los gráficos de control de calidad). Insisto: a veces
se desvían en forma extraordinaria e intempestiva pero ello es poco frecuente. Hasta sus
desvíos son ordenados.
Toda la tecnología moderna y el avance de las ciencias duras (física, química, etc.), se
producen en estos mundos. Estamos tan acostumbrados a ellos que, consciente o
inconscientemente, nos parecen que son la “verdad”, lo que “tiene que ser”, que son el
paradigma de la realidad “buena” y que todo lo que se desvía de estos mundos está
malo, siendo generosos, es imperfecto. Nos esforzamos en convertir todos los mundos
que nos interesan en mundos dóciles, predecibles y obedientes y es así como
inventamos los organigramas, los manuales, las instrucciones, las leyes, los
presupuestos y aun los seguros para tratar de obtener más y más mundos dóciles.
3
estos casos es estúpido y suicida. La investigación operativa, el cálculo de
probabilidades, la matemática financiera, la estadística, son instrumentos irremplazables
para decidir en esos mundos, para intervenir en ellos con la finalidad de modificar su
comportamiento si se lo considera necesario.
Esto mundos son esencialmente “objetivos”. No dependen del decididor, no dan lugar
(o dan escaso lugar) a la divergencia de opiniones, se prestan a la experimentación y a la
aplicación del método científico, en general se llega rápidamente a un acuerdo sobre
ellos, no son conflictivos por sí. Si hay conflicto, es sobre los mundos a los cuales
sirven o contribuyen (objetivos) o de los cuales son sólo una parte.
Tercero: losmundosesquivos
Pero las situaciones de decisión que usted enfrenta, no siempre pertenecen a los mundos
dóciles. Apostaría a que corresponden a otras clases de mundos, los esquivos y los
rebeldes.
Los mundos esquivos, intermedios entre los dóciles y los rebeldes, son los mundos más
comunes en los niveles intermedios y gerenciales de las empresas. Su característica
básica es que no son matematizables, esquivan los números. Esto está muy claro en
cuanto a la incertidumbre: en los mundos dóciles teníamos probabilidades “objetivas”,
frecuencias confiables. Aquí ya no aparecen los números y utilizamos las palabras: “es
muy probable que…”, “no me parece posible…”, “podría ser…”, son los mundos
verbales. Ya no son cerrados como los dóciles, son semi-abiertos: pueden aparecer
acontecimientos o comportamientos totalmente imprevistos y si son previstos, tenemos
una apreciación vaga sobre su propensión a suceder. Son mundos donde campea una
alta proporción de subjetividad, de percepciones contradictorias; son mundos ambiguos
que mezclan variables cuantificables con variables que no lo son.
Los órdenes (“es mejor que”, “me gusta más que”, “me parece más seguro”) son
comunes así como los rangos (en lugar de lo puntual de los mundos dóciles): “no puedo
ganar menos de”, “no sé cuál me gusta pero sí sé cual no me gusta”, “lo más probable es
que llegue entre tanto y tanto”.
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Son los mundos de la búsqueda: búsqueda de más información, de nuevos
comportamientos, de más alternativas. Son los mundos del planeamiento y de los
escenarios: al no disponer de un solo comportamiento obligado, representamos los tres o
cuatro más probables.
En estos mundos se opera, por una parte, tratando de transformarlos en dóciles. A veces
se lo hace burdamente: en lugar de decir “es probable que el dólar suba” se afirma
abruptamente “el dólar subirá”. A veces se trata de transformar las estimaciones, los
grados de creencia, los pálpitos en probabilidades subjetivas (existen métodos
ingeniosos para ello) y de allí se las mete en el cálculo de probabilidades que nos
devuelve a los mundos matemáticos. A veces se requiere mayor información en la
esperanza –no siempre cumplida- de que la carencia de estructura de la situación
analizada es causada por nuestra ignorancia y no por las características esenciales del
mundo analizado.
En estos mundos verbales existe, aún bastantes estructuras, capturable por el lenguaje.
Generalmente los objetivos en conflicto son intrapersonales, la negociación es con uno
mismo o un tercero sobre temas operativos y aparecen zonas parcialmente
matematizables que deben aprovecharse debidamente.
Estos mundos intermedios abarcan un ancho espectro. Por una punta acceden a veces a
ser matematizados, por la otra entran en los niveles estratégicos.
Son mundos abiertos en los que siempre pueden aparecer elementos nuevos e
insospechados. La incertidumbre es alta, la duda es total. Para poder adquirir algún
conocimiento, debemos inventar esos mundos y luego probar si nuestro invento sirve o
no: en el proceso, iremos fortaleciendo nuestra posición. Son los mundos de la
maniobra, de la finta, de las danzas rituales y de la prueba y error, que nos permitirán ir
adivinando cuáles son las restricciones existentes a fin de reducir su variabilidad y
aumentar nuestro conocimiento.
Son los mundos de la política en los cuales a través de la negociación, tratamos de
conciliar posiciones opuestas, acordar sobre objetivos, fijar límites que siempre pueden
ser traicionados u olvidados. Pero también son los mundos de la estrategia. Todos los
métodos son buenos para lograr estructurarlos: la negociación, el ocultamiento, el bluff,
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la mentira y aún la traición, pero la toma de información y la maniobra son los métodos
principales.
En ciertas condiciones, los mundos físicos y químicos y aun biológicos muestran cómo
situaciones caóticas de estructura mínima adoptan espontáneamente estructuras
llamativas (autopoiesis, fractales, procesos disipativos). Pero cuidado con las analogías:
no hay ninguna seguridad de que al eliminar restricciones en el comportamiento
humano, al crear el caos social, por ejemplo, un nuevo orden vaya a aparecer
espontáneamente y, si así fuera, que sea deseable.
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tener en cuenta otro factor relevante: la probabilidad de esos comportamientos. Si dos
estados pueden suceder y ambos son igualmente probables, para ese número de estados,
la estructura es mínima y la incertidumbre es máxima.
Pero se convendrá que si un estado tiene probabilidad 0,99 de suceder y el otro 0,01, la
estructura es alta, casi total.
Es fácil darse cuenta de que el primer concepto de estructura es un caso extremo del
segundo. En realidad, la estructura está dada por las restricciones sobre la probabilidad
que un universo dado adopte un comportamiento dado: cuando la probabilidad es cero,
ese comportamiento queda eliminado. Cuando la probabilidad es superior a cero, el
comportamiento no queda eliminado pero su probabilidad puede ser tan pequeña que su
peso, en el concepto de estructura del universo, es muy bajo.
En el caso de los mundos dóciles, la estructura está dada por la fórmula de la entropía
negativa de la segunda ley de la termodinámica. ¿Casualidad? ¿Misma fórmula para
cosas distintas o cosas iguales con misma fórmula? No es un asunto fácil de resolver y
todos los intentos de explicar esta igualdad tienden a ser fallidos.
Pero lo importante es que existe una correlación evidente entre importantes conceptos y
la estructura como puede verse en el siguiente cuadro:
Altaestructura Bajaestructura
Orden Desorden
Organización Caos
Dictadura Libertad
Información Entropía
Certeza Incertidumbre
Determinismo Indeterminismo
De este modo, todos estos conceptos que aparecen aislados y autónomos, pueden ser
considerados personajes independientes de esta obra de teatro que es el mundo.
Pero frente a esa similitud de todos ellos, cabe preguntarse si no se trata del mismo
personaje (la estructura) con diferentes disfraces.
De este modo no tiene mucho sentido decir que hay incertidumbre cuando hay poca
estructura porque “incertidumbre” y “poca estructura” son lo mismo.
7
Esta búsqueda de una ciencia de la estructura, una ciencia del orden no es nueva. Se
puede encontrar en Llull (1232-1315), en Descartes (1596-1650), en Leibnitz (1646-
1716) y en las modernas concepciones estructuralistas.
Para terminar esta larga lectura, resumiremos las principales características de nuestros
tres mundos en el cuadro 1.
Cuadro 1
En primer lugar, siempre hay una situaciónde decisión definida como una brecha entre
el mundo que se desea (objetivo) y el mundo que se obtendría si no se hiciera nada
(statuquo), en el futuro (el futuro puede ser mañana, dentro de un mes, un año, un siglo
o un minuto: generalmente tiende a ser muy próximo).
Esto implica la existencia de dos elementos: 1) el statu quo y 2) los objetivos que
obligan a definir cuáles serán las variables a tener en cuenta y que constituirán el
universo, la situación de decisión sobre el cual operará el decididor.
Los otros elementos básicos son: 3) los cursos de acción alternativos, 4) los estados
inciertos debido a la naturaleza, al oponente o al accionar de otros actores no
especialmente dirigidos contra el decididor, 5) la propensión a suceder de los estados
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inciertos, sea ella medida con probabilidad o evaluada verbalmente y 6) los resultados
previstos que son las consecuencias de los cursos de acción y de los estados inciertos y
que constituyen grados de obtención de los objetivos.
A estos seis elementos básicos hay que agregarle otros dos que pueden tener distinta
preponderancia, de acuerdo a los niveles de decisión: 7) una función de utilidad que
trata de medir la fuerza de las preferencias en función de la importancia de los
resultados y 8) un criterio de decisión que indica la alternativa preferida una vez
definidos los elementos anteriores.
Siempre existen estos ocho elementos en cualquier situación de decisión a través del
continuo estructural señalado por los tres mundos descriptos anteriormente. Pueden
estar diluidos en algunos casos, difíciles de establecer en otros o aun deliberadamente
omitidos. Pero constituyen los elementos fundamentales de toda decisión. El saber
distinguirlos inequívocamente, el definirlos con acierto, el construir con ellos una
situación de decisión simple y comprensible constituye –no cabe la menor duda- más de
la mitad del éxito de una decisión.
En los mundos superiores, la situación puede ser muy compleja pero se resuelve
destacando los elementos más relevantes, armando la situación de decisión en forma
quizá grosera pero ordenadora y luego entrando en más detalle. Yo sobrevivo ayudando
empresarios a decidir y no podría sobrevivir si no lo hiciera bien. Pero, ¿qué es lo que
hago bien?, justamente el ordenar, el estructurar una situación de decisión compleja, el
encontrar cuáles son las principales variables y el armarlas para configurar los
elementos mencionados.
En una reunión de trabajo, el primero que presenta una matriz de 2 (alternativas) por 2
(estados inciertos) con 4 resultados (simplemente verbalizados) basados sobre objetivos
claros y una buena comprensión de la situación, es el líder de la discusión.
9
concentra sobre las preguntas equivocadas. No quiero decir que, finalmente, la solución
propuesta no resulte la mejor, pero en caso de decisión en los mundos esquivos y
rebeldes, aún en los dóciles, no debe aceptarse nunca una solución como buena a priori.
Todo el mundo tiene ideas y las quiere imponer desde un comienzo. La tendencia es a la
acción sin reflexión.
La primera pregunta debe ser: “¿de que se trata?”, cómo llegamos a esto, cuáles son los
antecedentes, cuales eran los objetivos, cuáles fueron variando, cuáles son ahora, cuáles
son las restricciones, como juegan los distintos factores, qué piensan los demás, etc.
Es asombroso, la propensión de muchos participantes a mezclar situaciones distintas,
hechos con deseos, problemas importantes con intrascendencia y sobre todo, su deseo
de imponer analogías del pasado y soluciones preconcebidas, muchas veces
prejuiciados, condicionadas por intereses o experiencias personales.
Para que la primera pregunta sea realmente eficaz, es necesario separar la información
en tres clases de hechos: los bien conocidos, los poco claros y los supuestos. En efecto,
se tiende a mezclarlos y, asombrosamente, los hechos supuestos, el “wishful thinking”,
toman espontáneamente gran preponderancia. Tómese el trabajo de clasificar y listar
esos hechos. A veces resulta penoso pero siempre es útil.
Es a partir de allí que se van elaborando los elementos mencionados anteriormente pero
téngase en cuenta que hasta el final del proceso, todos esos elementos son provisorios:
se van realimentando y modificando mutuamente. No debe vacilarse en rechazar un
elemento aceptado si nos damos cuenta que fue erróneamente concebido.
Una segunda regla de oro es preguntarse “cómo podemos obtener información”, que
lleva obligatoriamente a pensar en ensayar una solución antes de aplicarla
definitivamente: indagaciones, ensayos, simulaciones, corridas en paralelo, prototipos y
pruebas piloto son recursos que no pueden faltar nunca en ningún análisis serio aun
cuando se resuelva finalmente no utilizar ninguno de ellos.
En tercer lugar vendrá entonces el “qué tenemos que hacer”, pensando siempre –y
dejándolo bien establecido- para que lo hacemos.
Muchos han escrito sobre lo que debería ser el proceso de decisión pero no se insiste
suficientemente sobre la interacción entre los distintos pasos y la necesidad de volver
hacia atrás para modificar una definición o rescatar un dato abandonado.
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La secuencia era la siguiente:
1. El enunciado.
2. El planteo.
3. La solución.
4. El resultado.
5. La prueba.
Esto sigue siendo válido. Adáptelo a sus circunstancias y no olvide que un buen planteo
es la mitad o más de la solución.
Utilizar la teoría de los juegos para situaciones estratégicas no tiene sentido. Se trata de
un desarrollo matemático, cerrado y de alta estructuración, inadaptable a la apertura y
riqueza de configuraciones de ese nivel: no se admite patear el tablero y se adopta un
enfoque versallesco de la guerra absolutamente inaplicable en este campo. El modelo
procesador (teoría de los juegos) tiene menos variedad que las situaciones a las cuales
debe aplicarse. Le sobra estructura y las sutilezas y ambigüedades se le escapan porque
viola la ley de la variedad requerida por Ashby. En el otro extremo, utilizar un
razonamiento verbal para solucionar un problema de programación lineal es un
desperdicio: el procesador tiene mucha más variedad –por lo tanto menos estructura-
que el procesado y no logra capturar el detalle y la complejidad de las relaciones entre
elementos.
Es común oír críticas a métodos construidos para el mundo dócil porque no se adaptan
al mundo rebelde. Esto es tan absurdo como la crítica contraria. Por consiguiente, es
necesario ubicarnos claramente en qué nivel de decisión nos encontramos, estructurar
nuestra situación de decisión y luego elegir el procesador que nos promete lamedor
solución.
Simon sostiene que muchos de los métodos de la teoría de la decisión sólo son
aplicables a situaciones triviales y eso puede ser verdad pero de todos modos
apliquémoslos allí donde son aplicables.
La situación actual es que los investigadores tratan de empujar la frontera de los mundos
dóciles a fin de extender los métodos matemáticos lo más allá posible. A veces logran
éxitos durables, a veces fracasan estrepitosamente. El problema hoy es, entonces, dónde
se ubica la frontera definitiva de nuestros tres niveles.
11
asignaban números de acuerdo a reglas flojas y amplias (como números de orden o
simplemente distintivos).
El intento fue admirable y dio lugar al nacimiento de la estadística no paramétrica y a la
medición en psicología y ciencias humanas.
Pero el problema es que los mundos de la decisión no son puros: en una misma
situación se presentan variables estructuradas y otras no estructuradas: ¿cómo agregar,
integrarlas mediciones efectuadas con distintas reglas? Por otra parte, la medición en los
mundos no estructurados es tan débil que es a menudo superada por el lenguaje natural
que tiene bastante estructura y permite agregados poderosos.
Pero hoy nos preguntamos qué sentido puede tener esa sofisticación extrema basada
sobre un número palpitado que indica un grado dudoso de pertenencia, sin ninguna
regla estricta de determinación.
Se trata de una historia que no ha terminado. Desde los años ’50 hasta los ’80 la
conquista matemática, siguiendo el proyecto de Galileo y de Descartes de matematizar
el mundo a través de ramas matemáticas de variado grado de estructura, ha extendido
fuertemente la frontera de los mundos dóciles, invadiendo los mundos esquivos y aún
los rebeldes.
Asistimos a sólidos avances pero también a disparates insostenibles. Desde los ’80 la
filosofía de los mundos dóciles está retrocediendo pero se está buscando siempre nuevas
formas de imponer estructuras al mundo, de construir mundos más estructurados para
poder manipularlos e influenciarlos mejor.
La guerra se libra en la frontera de los mundos dóciles. Fuera de allí, no hay dudas: la
frase sanmartiniana adquiere sentido. Es absurdo hacer estrategia con modelos
numéricos de simulación o aún hablar de planeamiento estratégico y también los es
resolver mirando el techo la mejor asignación de tareas a distintas máquinas.
12
cuáles serán sus comportamientos reales o cuáles deberían ser sus comportamientos
deseados. Siempre se decide sobre mundos percibidos por un decididor o un grupo de
actores. No importa cómo es el mundo realmente o si realmente es. La decisión se basa
sobre cierta percepción del mundo que varía de sujeto en sujeto. El que vende dólares
hoy porque cree que van a bajar se los vende a alguien que los compra porque cree que
van a subir y ambos tienen razón.
Pero lo importante es que el elemento subjetivo está omnipresente, aun en las ciencias
exactas, atenuado por el proceso gregario cultural.
Las diferencias de percepción sobre el comportamiento del mundo han sido bien
estudiadas. Vale la pena recordar aquí un muy divulgado experimento. Se presenta a un
grupo de personas la siguiente situación: un batallón de 600 personas se encuentra
atrapado en una emboscada. Sólo hay dos caminos para salvarse. En la opción A sólo
200 personas pueden escapar con vida. En la opción B, las 600 personas pueden
escaparse con una probabilidad de 1/3 de salvarse todas y 2/3 de morir todas. Un 75%
de los sujetos expuestos al experimento elige la opción A.
Ahora se presentan otras opciones a otro grupo de personas. La opción C implica que
400 personas morirán en tanto que la opción D implica que hay 1/3 de probabilidad que
nadie muera y 2/3 que no se salva nadie. Alrededor de un 80% de los sujetos elige la
opción D.
Es fácil darse cuenta que ambas situaciones son idénticas y que las alternativas más
elegidas son contradictorias. Pero lo importante es que este fenómeno se da aun en
13
personas ilustradas y aun en un mismo grupo, con cierta diferencia de tiempo. Más aun
muchas persisten en su decisión aún luego de una discusión donde se demuestra que e l
problema es el mismo.
Estos son experimentos que se repiten en laboratorio pero en la vida diaria asistimos
frecuentemente al manipuleo de la presentación de una situación determinada para
influenciar la percepción del decididor: desde fijar precios no redondeados ($2.999 en
lugar de $3.000) hasta el recargo por uso de tarjeta de crédito: hay cierta tendencia a
pagar con tarjeta cuando se ofrece una rebaja del 20% por pago al contado y a pagar al
contado cuando se recarga el 25% por pagar con tarjeta.
Aparecen así dos tipos de errores de percepción; los originados en las circunstancias
particulares, subjetivas de cada decididor y los originados en pautas generales de
conducta humana. Esta últimas han sido denominadas “efecto-marco” (framing effect) y
es opinión generalizada que no hay influencia que no pueda ejercerse sobre la decisión a
través de la manipulación de la percepción.
Pero ¿cuán confiable es el pasado como predictor o representación del futuro, aun en los
mundos operativos? Planteado de otra forma: ¿la historia se repite? Nietzsche y
Spengler, para citar solamente dos nombres famosos, y una gran cantidad de gente, lo
creen así.
Popper y mucha otra gente, entre los cuales Vargas Llosa, Borges y yo, no creemos que
la historia obligatoriamente se repita. La analogía histórica es una de las fuentes más
fecunda de errores, algunos garrafales.
Obsérvese, por ejemplo, que la guerra de Corea, la de Vietnam con la “teoría del
domino” y ahora la situación en el Medio Oriente se desencadenan porque se cree que la
historia de la preguerra –en cuanto a la actitud de los aliados frente a Hitler- se estaba
repitiendo. Decenas de miles de muertos, pérdidas inconmensurables, condicionamiento
de generaciones fueron desencadenadas por la simple aplicación de analogías: Hussein
es Hitler, si no paramos a los coreanos del Norte y a los Vietcongs ocuparán todo el
continente extremo oriental, etc. ¿Son válidas estas analogías? Nunca lo son per se: es
14
necesario estudiar detenidamente el problema y aun cuando existen similitudes debe
tenerse en cuenta que:
1) La historia es una entelequia, sólo existe la historia escrita por historiadores que
analizan hechos pasados insertos en un contexto que no conocen y sólo imaginan,
seleccionados en base a creencias, prejuicios o teorías previas.
2) El mundo y los hombres cambian continuamente y es mucho más probable que la
historia no se repita que lo contrario.
Un libro de Neustadt y May (ver referencias) analiza casos concretos de usos acertados
y equivocados de la historia en decisiones recientes de los Estados Unidos.
Cuando nos sentimos inclinados a utilizar la analogía, histórica o no, para construir el
futuro es conveniente hacer (por escrito) el siguiente ejercicio: anotar las semejanzas y
las diferencias entre la situación actual y la tomada como ejemplo.
Claro que todo este análisis estará teñido por nuestra visión subjetiva del mundo pero
nos ayudará a ordenar mejor nuestra situación de decisión.
¿En qué se funda nuestro derecho a sostener que debería hacerse lo que decimos?
Hoy está claro que partimos de ciertos principios, postulados o axiomas que nos parecen
razonables (media literatura se empeña absurdamente en calificarlos de “racionales”) y
aceptables y de allí derivar métodos viables.
Por ejemplo, si bien no está dicho claramente, casi todos los métodos parten de la
posición cartesiana de análisis (dividir el problema en mínimos componentes fácilmente
tratables) y síntesis (y agregara después las conclusiones obtenidas en cada parte), o de
principios que parecen evidentes: sólo pueden buscarse alternativas si sabemos cuáles
son nuestros objetivos; o de axiomas que también parecen naturales, como por ejemplo,
la transitividad de las preferencias. Se trata en general de reglas de raciocinio
generalmente aceptadas y que no deberían requerir muchas explicaciones.
Pero, además, confiamos en algo muy importante: en que, siguiendo esos principios y
los criterios de decisión que se derivan de ellos, se obtendrán mejores resultados. Pero,
¿qué quiere decir eso?
Tenemos dos decididotes, con las mismas preferencias y con la misma visión del
mundo, enfrentados a las mismas situaciones de decisión que son únicas o casi, es decir,
que no son repetitivas (es el caso más común).
El jugador A aplica estrictamente nuestros criterios de elección de alternativas.
El jugador B aplica otros cualesquiera, basado en su intuición, en lo que hacen los
demás, en el azar, etc.
15
Lo que sostenemos es que en el largo plazo, A habrá obtenido una mejor performance
que B.
En la vida real la situación es más difícil aún porque la misma situación de decisión es
interpretada por forma diferente por los decididotes A y B de modo tal que la
comparación de los métodos está interferida por la comparación de la percepción de los
decididores.
El análisis de las decisiones comparada nos muestra que: 1) por lo menos nuestros
métodos no son peores que los “espontáneos” (para llamarlos de alguna forma) y 2) las
empresas exitosas los utilizan y son adoptados por grandes organizaciones dedicadas a
la acción como las fuerzas armadas o los grandes consorcios internacionales.
Pero por otra parte, no tenemos castigo para quien no cumple. Si alguien me dice “lo
siento, no seguiré lo que su método me indica porque mis preferencias son intransitivas
o porque no me gusta su cara”, podré protestar entre dientes pero deberé inclinarme y
contestarle: “Usted es libre, señor” y respetamos seriamente esa libertad, es un rasgo
esencial de nuestra disciplina.
Pero no tenemos fuerza ni en el castigo, ni en la recompensa. Para ser franco, no
podemos demostrar la conveniencia de seguirnos, sólo la razonabilidad.
Lo importante es que esto les pasa a todos quienes quieran prescribir un curso de acción.
Alguien podrá decidir, eligiendo con una perinola, pero apenas quiera entregar a la
humanidad su descubrimiento para que otros también lo hagan se encontrarán con el
mismo problema (para decisiones no repetitivas).
Segundo: … y lo quesehace
Resulta evidente que la gente no hace siempre lo que decimos que hay que hacer. No
hablamos aquí de los casos en que se aplica mal un método o se lo aplica a un mundo
que no corresponde. Estamos hablando de ciertos casos ñeque es evidente que debe
aplicarse uno de nuestros criterios y entre un 50% y un 80% de la gente no los aplica.
Existen innumerables experimentos con ese resultado. Pero también es cierto que
nuestros métodos son aplicados sin vacilación en numerosos e importantes campos
como la decisión financiera, el control de la producción, etc.
Estos desvíos entre los que se debería hacer (de acuerdo a nuestras recomendaciones) y
lo que realmente se hace, son de gran interés-y algunos son casi cómicos- pero no tengo
espacio para contar algunos de los más llamativos. Sólo diré de qué se trata:
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2) Los métodos reestimación de probabilidades dan lugar a sesgos típicos y
representativos.
3) Un mismo incremento o reducción de probabilidades no tiene el mismo valor
para el decididor de acuerdo a la ubicación de la probabilidad con respecto a la
certeza: pasar de 0,1 a 0,2 tiene menos valor que pasar de 0,8 a 0,9.
4) La evaluación de las consecuencias no se hace con respecto a todo el patrimonio
del decididor, sino con respectos a los incrementos o decrementos del mismo.
5) Cierta cantidad de personas exhibe preferencias intransitivas.
6) Entre dos alternativas idénticas, siendo una presentada en forma simple y la otra
en forma compleja, se prefiere la más simple y ello sucede aún si la más
compleja es más conveniente.
7) El sumar o restar una misma cantidad a dos alternativas modifica el orden de las
preferencias en ambas.
8) Se está dispuesto a pagar una suma reducida para salvarse de una situación con
cierto riesgo bajo pero se exige una suma enorme para entrar en esa situación.
9) La estimación de los resultados de una alternativa dado cierto acontecimiento no
controlable por el decididor no es independiente de la variación de la
probabilidad asignada a esa alternativa.
Hay varios más desvíos revelados por los psicólogos de la decisión. Obsérvese que los
relatados no pueden explicarse por ningún método normativo existente. Peor aún, violan
expresamente reglas de decisión.
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La lista es extendida y no la proseguiré. Pueden verse numerosos trabajos al respecto.
Aconsejo Steinbrunner y Nisbett y Ross, entre otros (ver referencias).
Todo rasgo cultural es modificable por otro rasgo cultural. ¿Pero de qué forma y en
cuánto tiempo? Que son pautas culturales de conducta lo que indica que si bien son muy
extendidos, no todo el mundo las exhibe. Que pueden ser modificados, lo indica el
hecho que expertos y personas entrenadas los superan en todo o en parte.
La selección natural no elige la mejor especie: lo que hace es eliminar las que no se
adaptan. Las que quedan pueden ser –y generalmente son- muchas, pero la selección
natural no nos dice cuál es la mejor: sólo nos informa que son las que quedan.
Lo mismo se aplica a los criterios de decisión: mientras sirven, son buenos. Todos los
criterios que sobreviven son buenos, no importa cuál es el mejor. Quizás nunca
lleguemos a conocerlo.
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No solamente no hay razón alguna para creer que nuestros métodos no se mantendrán
sino que hay razones para creer queso lo harán: su desarrollo formal, la bondad de sus
axiomas, los innumerables y fantásticos éxitos alcanzados por la aplicación de la razón,
la coherencia de esos métodos, su solidez lógica, no sólo garantizan que son buenos (es
decir, que sobrevivirán) sino también que son mejores.
Es cierto que muchos decididotes han tomado decisiones alocadas y tuvieron buen
éxito. Pero, en primer lugar, alocadas no quiere decir “irracionales”, sino puede decir
“arriesgadas” y eso no es contradictorio con nuestros métodos. Y en segundo lugar, sólo
los que tienen éxito aparecen contando el cuento. Los que fracasaron han desaparecido y
son muchos ¿no cree usted?
No le garantizo que la teoría de la decisión es la única que sobrevivirá o que es la mejor
de las que sobreviven. Si le garantizo que es altamente improbable que no sobreviva.
L a lectura resumen
Hay muchas cosas dichas (espero que bien) y muchas cosas no dichas en este trabajo.
Hagamos un breve resumen del mismo:
a) Los mundos dóciles, estructurados, cerrados, operativos que dan fácilmente lugar
a su representación matemática y en los cuales se utiliza el cálculo y las decisiones
programadas;
b) Los mundos esquivos, semi-estructurados, semi-abiertos, representables
verbalmente, que dan lugar a métodos heurísticos (búsqueda). Son los mundos del
planeamiento y de la administración;
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c) Los mundos rebeldes, no estructurados, abiertos, que se construyen y se inventan
con una interacción total con el decididor. Son los mundos de la política y la
estrategia.
9) Aún así, existe una alta proporción de personas que no decide tal como
prescriben dichos métodos o no muestran las características que recogen sus
axiomas. Se han aislado pautas regulares de conductas atribuidas a programas
culturales desarrollados para la supervivencia de la especie.
10) Estos métodos sirven mientras sirven, es decir mientras no se haya muerto los
que los sostienen, pero nuestros métodos también sobreviven. Más aún
reencuentran en permanente desarrollo. No puedo garantizar que sean mejores
(si bien lo creo firmemente) pero sí difícilmente sean barridos por la selección
natural.
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