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Química Suchomel era una empresa fabricante de productos químicos de la vieja guardia todavía
administrada y dirigida por su fundador, Jeff Suchomel, y su esposa Carol, en los puestos de
presidente y de químico investigador en jefe, respectivamente. Localizada en Savannah, Georgia,
fabricaba diversos productos para el hogar, entre los que se incluían ceras, ceras para muebles,
lechada y cemento para mosaicos, limpiadores en rocío para ventanas y otras superficies,
aerosoles aromatizantes e insecticidas. La compañía distribuía sus productos en forma regional y
su base de consumidores era particularmente fuerte en el norte de Florida y el sur de Georgia.
La empresa no solo se las había arreglado para mantener su participación de mercado, sino que la
había aumentado en varios de sus líneas clave durante los últimos seis años, a pesar de la
creciente competencia de las marcas de distribución nacional. Química Suchomel lo había logrado
principalmente mediante la innovación de productos, en vez del uso de nuevas tecnologías o
productos totalmente nuevos. Los Suchomel pensaban que la compañía debía limitarse a lo que
sabía hacer mejor, y no pretender convertirse en todo para todo mundo y, en el proceso, sufrir la
dispersión de recursos, particularmente en virtud de su naturaleza regional. Una innovación que se
estaba considerando era un nuevo aroma para su roció repelente de insectos, que se frotaba o
rociaba sobre el cuerpo. El nuevo aroma había sido sometido a extensas pruebas de laboratorio y
de campo, las cuales indicaron que repelía a los insectos, sobre todo los moquitos, en igual o
mayor grado que las dos principales marcas de distribución nacional. Un aspecto que preocupaba
especialmente al considerar la introducción de la nueva marca era su nombre.
El mercado de insecticidad
Durante los últimos años, el mercado de insecticidas se había vuelto difícil de descifrar. Aunque
había crecido la compra de insecticidas en general, en gran parte había correspondido al mercado
de insecticidas líquidos en tanques, mientras que el mercado de productos para el hogar había
disminuido un poco en el mismo intervalo. Sin embargo, Quimica Suchomel no había sufrido por
esa caída general de las ventas y hasta se las había arreglado para incrementar levemente sus
ventas de insecticidas durante los últimos tres años. La compañía esperaba que la formula con el
nuevo aroma le permitiera ganar incluso una mayor participación en el mercado.
Anteriores experiencias de la empresa en el ramo la hicieron considerar que el nombre del nuevo
producto es un elemento muy importante para su éxito, ya que, al parecer, existe alguna
interacción compleja entre la compra y las características de uso entre los usuarios de repelentes
para insectos. La mayor parte de las compras las hacen las mujeres casadas para su familia, pero
la compra repetida depende de que el esposo la respalde en el sentido de que el producto
funciona. Por tanto, el nombre debe ser atractivo para ambos: la compradora y el usuario final, si
bien es habitual que no estén juntos al momento de la compra. La situación se complica mas
porque investigaciones previas indicaban que un producto con un nombre llamativo para el
comprador y el usuario final era rechazado si su nombre y el aroma no concordaban. En concreto,
dar nombre a un producto como este, que se usa sobre el cuerpo, es una tarea compleja.
Alternativas de investigación
El personal del grupo de productos a cargo de la prueba del nombre consideraba dos alternativas
distintas para indagar cual era preferible. Ambas opciones incluían entrevistas personales en
centros comerciales; de manera mas especifica, el grupo planeaba realizar un conjunto de
entrevistas en un centro comercial determinado al azar de Atlanta, Savannah, Tallahassee y
Orlando. Cada conjunto de entrevistas incluiría a 100 participantes, los sujetos previstos eran
mujeres casadas de 21 a 54 años que habían comprado productos de la categoría durante el
ultimo año. Se haría contacto al azar con las mujeres que parecieran cumplir los requisitos y se les
preguntaría si habían usado repelente de insectos en rocio durante el ultimo año; luego, su edad. A
quienes satisficieran los requisitos se les pediría que llenaran un ejercicio de denominación de
insecticidas usando una de las dos alternativas consideradas.
La alternativa 2 también incluía varias etapas, en primer término, se pediría a las participantes que
calificaran cada uno de los 20 nombres en una escala diferencial semántica de siete puntos, cuyos
extremos eran “Nombre totalmente inapropiado para un repelente de insectos” y “Nombre
totalmente apropiado para un repelente de insectos”. Después, se les solicitaría que rocíen el
producto en el dorso de su mano o en el brazo y repitan la tarea de calificación con una escala
similar, pero en esta ocasión las descripciones externas corresponderían a la idoneidad del nombre
en relación con el aroma específico. A continuación, se les pediría que indicaran su interés en
comprar el producto, de nuevo al verificar una de las siete posiciones en una escala que iba desde
“Definitivamente no lo compraría” hasta “Definitivamente lo compraría”. Por último, se preguntaría a
cada una por que había seleccionado los nombres que eligió como los más apropiados para
repelentes de insectos, en general, y para el aroma especifico, en particular.
Preguntas
1. Evalué los métodos que se consideran para recopilar los datos. ¿Cuál recomendaría y
por qué?
2. ¿Cómo usaría los datos de cada método para decidir cuál debe ser el nombre de la
marca?
3. ¿piensa que las entrevistas personales en centros comerciales son una forma útil de
recopilar estos datos? De no ser así, ¿Cuál alternativa recomendaría?
DESARROLLO.