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EL TEATRO DE SOR JUANA

INÉS DE LA CRUZ
Por Rodolfo USIGLI
El siguiente estudio «cerca del teatro de Sor
Juana Info de la Cruz figura, con el titulo de "Pau-
ta," en el libro "México en el Teatro," escrito con
sentido moderno en la exposición y en la critica, y
excelente acopio de datos,
F. M.

Para renuevo de la poesía lírica y del


teatro, nació Juana Inés de la Cruz en la
alquería de- San Miguel Ncpantla, Ameca-
meca, en 12 de noviembre de 1651.
Lo mismo que Juan Ruiz de Alarcón,
es figura de una singular soledad en su
tiempo, criatura perfecta de las letras, ni-
ña prodigio como la Jacqueline Pascal an-
terior a Port-Royat, y definible, ella sí, por
las frases de Federico Nietzsche.
Existe entre ella y su siglo" la diferen-
cia que hay entre los ojos abiertos y los
ojos cerrados. Toda ella gracia -activa, es
el primer producto florido de una lucha de
ciento treinta años entre dos razas total-
mente diversas, en la que las victorias son de tradición y las derrotas
de asimilación. Es hija de una fuerza externa' y sonora y de una
fuerza interior y silenciosa. Resalta sobre las literaturas claustra-
les de aquel medievo pleno con un fulgor de anticipo, y puede verse
en ella lo porvenir. Es su voz, a la vez que extraordinaria, extraña.
Caso notorio de orden y claridad mentales, no confunde sus vidas,,si-
no que dirige el ritmo de cada una con un dominio lúcido y un afán
de fecundidad. Es fecunda su existencia monástica, que Ermilo Abreu
Gómez, con ojo justo, ve puramente ritualista. E3 también fecundo
su contacto con el mundo cortesano que presencia, por primera vez,
tan fulgente fenómeno. Es fecunda la comunicación que desde su
celda de San Jerónimo establece —por mapas, textos, instrumentos de
ciencia y de música— con el pensamiento de un mundo que empieza a
penetrar en sí mismo y a descubrirse.
Poco tiene Juana de Asbaje de la terrible mujer de letras; poco
o nada de la irremediable mujer vulgar. Hay en ella una alternación
constante de sabiduría y travesura, algo siempre intacto, espontáneo
y fresco cerca de algo siempre cultivado. Tiene límites; pero no de
aquellos que no deben traspasarse, sino de los que es preciso alcan-
zar. Me aparece perfectamente equilibrada y llena hasta los bordes,
6¡n una gota de desbordamiento. No se la seguirá, como no se siguió
a Alarcón. Es difícil ser así. Las variaciones de su voz no son varia-
ciones de valor, sino de escala. Pura y convincente en villancicos, au-
tos y loas, es pura, grave, sencilla, dulce en los sonetos do amor;
pura y mesurada aunque sonora en las redondillas que han sido su
primer piloto por el mundo; es pura y juguetona al matizarse con los
dialectos titubeantes de indios y negros. Su voz, que en obras de cir-
cunstancias y de alabanza se juzga menor, es allí pura, galana y
cortés; y si es clara y segura en las prosas teológicas, nada de su
puridad ni de su entereza pierde en ellas. Su voz es, a través de to-
das las formas, fenómeno de pureza, instrumento mayor entre todos
los de la poética española, de su tiempo acá. Señorea con mano ligera
y hábil la forma, de tal suerte que, si se adelanta a su siglo en pen-
samiento, en visión y en teorías femeninas, no es por un momento
incomprensible ni sospechosa su expresión, aunquo hable "culto"' a ve-
ces, ya que "su gongorismo tenia algo de mera virtuosidad literaria''
y "no era una manifestación genuina y sincera de su espíritu, por
esencia cristalino y diáfano" (1).
El marqués de Mancera y Fr. Payo Enriques de Rivera —entre
otros más sabios y letrados y sin lastres oficiales— dan fe de un sen-
timiento que no se bastara siendo sólo respeto, pon, e es simpatía,
ni admiración únicamente, porque es estimación.
Los biógrafos de Sor Juana —numerosos en lo biógrafos y en lo
capaces cuando no en lo ilustres— se han ocupado con brillante ex-
tensión de los diversos actos de su vida y, en particular, de dos: el
motivo que tuvo para entrarse monja y el de su renuriación literaria
y su abstención del estudio, en el que —tiendo de huevo la mano a
Abreu Gómez— había seguramente llegado a Descartes. Poco podría
decir sobre el primero, salvo que el concepto amoroso es esencial en
Sor Juana y que un espíritu semejante no podía evadir el amor —abo-
no— en su desarrollo.
Sobre el segundo, creo que los .pensamientos y sentimientos que
la condujeron a la firma sangrienta de dos protestas de fe, no fueron
engranados y movidos solamente por la carta de Sor Filotea. Su sen-
sibilidad y su percepción eran tan grandes como su curiosidad y su
equilibrio. ¿Cómo no iba a recibir en sí la influencia impersonal y
ambiente del medievalismo quo regía a la Nueva España? Contra ella
encarnó la Edad Media en el obispo de Puebla, don Manuel Hernán-
dez de Santa Cruz, por mal nombre Sor Filotea, y en el limo. Sr. D.

(1) Cari» Gonznlrx Peña. —Hiitoria d« la Literatura Mexicana.

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Francisco Aguiar y Seijas, Arzobispo de México, sucesor y antípoda
del fray Payo tan amado por Sor Juana.
Ascético predicador, y áspero, para quien eran vehículos de pe-
cado las comedias, cuando Aguiar y Seijas peregrinaba arzobispal-
mente por su diócesi, predicaba, al decir biográfico de José Lezamis,
"con grande acrimonia contra ellas," género que Sor Juana cultivaba
con aplauso y complacencia virreinales. Aun en las fiestas de los san-
tos titulares ponía el Arzobispo la cruz a las comedias, y trocaba tra-
tados sob.-e la limosna ("Consuelo de Pobres"), contra los pecamino-
sos libros de comedias, que hacía quemar, catequizando para ese fin
a feligreses libreros y lectores.
Me permito pensar, contra distinguidas opiniones, que no pueden
incluirse dentro de la obra dramática de Sor Juana Inés sus villanci-
cos, y que su bello viaje por ese género se limita a su "Loa a la Con-
cepción," sus autos de "El Mártir del Sacramento, San Hermenegildo,"
"El Cetro de Josef" y "El Divino Narciso" (éste de 1G90, obra de pos-
trimerías), y sus comedias "Los Empeños de una Casa" y "Amor es
más Laberinto." Esto no obstante que sus villancicos, por su multi-
plicidad de voces y sus características de gran instrumento —órga-
no— son buen resumen del espíritu de la musa décima.
Se ha hablado de los toques culteranos y calderonianos que hay
en las comedias citadas. No creo que se haya dicho nada acerca de
la similitud de acción que "Los Empeños de una Casa" ofrece con "La
Discreta Enamorada" del monstruo Lope, cuya maestría debió de se-
guir y admirar Sor Juana sin duda. Similitud sólo de puntos de par-,
tida y de fases dinámicas, insisto; la forma es personal en cada una,
igual que el fondo, aunque ambas sean igualmente "discretas." Más
grata es para mí, por otra parte, la canción que se canta en la co-
media de Sor Juana que la cantada en la de Lope. De todas suer-
tes, en ambas una intriga de manufactura humana, tan pronto como
queda ideada y conectada al movimiento de la realidad por los perso-
najes, empieza a ser regida por mayores poderes. De continuo se ma-
nifiesta ch ambas la intervención de una adversidad y una confusión
buscadas sabiamente y luminosamente encontradas por los autores.
También me es muchísimo más simpático el Castaño de Sor Juana que
el Hernando de Lope de Vega, aunque los dos criados se disfracen de
mujer. Además, la paradoja axiomática es más brillante en "Los Em-
peños de una Casa," y la travesura más —¿puedo decir traviesa?— y
espontánea. Esta analogía general puede explicarse a satisfacción por
la escuela impuesta, a golpes de "mil y quinientas" comedias, por el
español.
El verso de Juana de Asbaje es limpio y lleno, macizo y un tanto
conceptuoso, "a la vez que recuerda por la castiza, pura y sentenciosa
forma de sus conceptos a don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza, quizá
algunas veces superándolo" (1). Podríamos decir, qur.ás, tiemrre, ya
que Sor Juana es más puramente poeta que Alarcón. Su facilidad, su

(1) ».••;':;••! A. Cbávn.—Sor Juina Iné» de !a Cmi.

ID
"conversación" lucen encantadoramente en esta comedia que, con to-
da verosimilitud, pretende don Ezequiel A. Chávez en cierto modo
autobiográfica.
El bachiller Juan de Guevara, primo de Sor Juana Inés de la
Cruz a dicho de Francisco Fernández del Castillo, colaboró con ella
en el segundo acto de "Amor es más Laberinto" (más laberinto que
el de Creta). Intervienen en esta acción griega Teseo, Ariadna y Fe-
dra, y puede considerársela como una teoria del héroe. "Héroe es pa-
ra Sor Juana el que, como para D. Juan Ruiz ue Alarcón y Mencio-
na, aun cuando tenga la más ilustre prosapia, no se concede más no-
bleza que la de sus propias proezas" (1).
Con respecto de los autos de Sor Juana, en ellos se manifiestan
por igual la tendencia mística y la nacionalista. Aquélla está enmar-
cada en una pureza, en una dulzura clásica tal que ilustres críticos
encuentran en sus versos el siglo XVI más que el XVII y piensan
por ellos en los discípulos de San Juan de la Cruz y de Fr. Luis de
León (D. Marcelino Menéndez y Pelayo). La segunda es una simpa-
tía constante por el indio, una protesta por su retraso social, por su
desnudez de valor humano para el plan de conquista vigente..
Antes de cerrar esta devota instantánea, cabe mencionar el don
de conversación presente en toda la obra dramática de Sor Juana.
Don teatral si los hay. Se recordaba no hace mucho el "fragante lo-
cutorio de San Jerónimo" donde "la melodiosa Sor Juana Inés de la
Cruz tenía todas las tardes, antes de vísperas, animadas reunio-
nes con las personas de más pro en la ciudad, damas y caballeros, y
con los mismos virreyes que con su joyante séquito de cortesanos, iban
a embelesarse con la palabra de esa monja <en toda ciencia superla-
tiva»" (2).
Murió Sor Juana a las cuatro de la mañana del día 17 de abril
de 1695.
Clausuro aquí esta pausa consagrada a la única isla lírica cuya
tierra puede besarse en el siglo XVII.

ALGUNOS LIBROS SOBRE EL TEATRO EN MÉXICO


Abreu Gomes. Brmile. Vida y Obra de Sor Juana. Revista Contemporáneo*. N*
40-41. México. Septiembre-Octubre. 1931.— Castañeda, C. E. Descripción d« las Obras da
Cristóbal Gutierre! de Luna. Revista. Meilcana de Estudio* Hii-tóricos. Tomo II. N'' 5.
México. 1931.—Castillo Lcdón. Lola. Loa .Mexicanos Autores de Operas. Anales del Museo
Nacional d* Arqueologia, Historia y EtnoloRia. Tomo II. México. 1910.—Chávex, Ese-
quiei A, Sor Juana Inés de la Crut. Editorial Araluce. Barcelona. 1931.—Gomales o* Es-
tará. Pbr*. Fernán. Coloquio* Espirituales y Sacramentales y Poesias Sagradas. Prólogo
de Joaquín Garda Icasbaleeta. México. 1900.—Gonsálet Peña, Carlos, Historia de la Lite-
ratura Mexicana. Publicación de la Secretaría de Educación Publica. México. 1928.—
Henriqoex l'rrña. Pedro. Seie Ensayos en Busca de Nuestra Expresión. Editorial B. A.
B. E. L. Buenos Aires.—Monterde, Francisco. Bibliografia del Teatro en México. (En
preparación. I—Olavarria y Ferrari. Enrique de. Reseña Histórica del Teatro en México.
México. 11495.—Psón y Contreras, José, Obraa dramáticas con una noticia biográfica,
por V. Agüeros. Biblioteca de Autores Mexicanos. Imprenta de V. Agüeros. México.
189Í.—Toussslnt, Manuel. Documentos para la Historia del Teatro en México. "Li-
bros," revista mensual bibliográfica. Tomo I. N* 4. México. Jupio d* 1931.—VsjIL Josa
María. Reseña Incompleta de la Literatura Mexicana.

(1) Ezequiel A. Chives.—Sor Juana Inés de la Crui.


(2) Artemlo da Valle-Arixp*.—"Don Victoriano Salado Alvaret y la Convenetcn
en México."

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