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No hay barreras insalvables (Vivian sentada en la cama de la clínica, con la bata y una
gorra disimulando su falta de cabello, hablando directamente a los espectadores) Vivian
Tengo cáncer, un cáncer insidioso con graves efectos secundarios, perdón, con nocivos
efectos secundarios. Tengo un cáncer ovárico metastásico en fase cuatro. La verdad, es
que no hay fase cinco. Ah, y tengo que ser muy fuerte. Como se suele decir
normalmente, es una cuestión de vida o muerte. Y lo sé todo sobre eso. Al fin y al cabo,
soy profesora de poesía del siglo XVll, especializada en los Sonetos de John Donne, que
exploran la mortalidad mejor. Una profesora exigente e intransigente. Nunca rehuyo un
desafío. Por eso elegí estudiar a John Donne, como alumna de la gran E.M. Ashford.
(Cambio de plano, en flash-back. Entra Vivian, de joven, en el despacho de la profesora
Ashford) Ashford Ah, sí. Su ensayo sobre el sexto Soneto Sagrado, es un melodrama
pretencioso impropio de usted, y no digamos de Donne. Vuelva a hacerlo. (El
contraplano de Vivian es en el momento actual, en la clínica) Vivian Yo... Ashford
Comience por el texto, Srta. Bearing, no por una sensación. “Muerte, no te
enorgullezcas, (Volvemos al despacho) aunque algunos te llamen poderosa y terrible
puesto que nada de eso eres”. No ha entendido en absoluto el sentido del poema porque,
debo decir, que ha usado una edición del texto, incorrectamente puntuada. Y la edición
de Gardner del texto... Vivian La edición que usé fue revisada... Ashford ¿Srta.
Bearing...? Vivian Perdone. Ashford Se lo toma a la ligera. Esto es poesía metafísica, no
novela moderna. Los criterios de erudición y lectura crítica, que se aplicarían a
cualquier otro texto, aquí son insuficientes. Para que el resultado sea significativo, el
esfuerzo debe ser total. ¿Cree usted que la puntuación de la última línea de ese soneto es
un detalle insignificante? (Vivian dice que no con la cara) El soneto comienza con una
valerosa lucha con la muerte, convocando a todas las fuerzas del intelecto para vencer al
enemigo. Se trata, en última instancia, de la superación de las insalvables barreras que
separan la vida, la muerte... y la vida eterna. En la edición que usted eligió, ese
significado profundamente simple se ve sacrificado por una puntuación histérica. ''Y la
Muerte'', M mayúscula, ''dejará de existir'', punto y coma; '' ¡Muerte,'' M mayúscula,
coma, seguido de ''morirás!'', entre signos de admiración. Si eso es lo que busca, le
sugiero que se dedique a Shakespeare. (De nuevo en la clínica) La edición de Gardner de
los Sonetos Sagrados vuelve a las fuentes del Manuscrito Westmoreland de 1610. No por
razones sentimentales, se lo aseguro, sino por que Helen Gardner es una erudita. Ella
dice ''Y la muerte dejará de existir'', coma, ''muerte morirás''. Ni un suspiro, ni una
coma, que separe la vida de la vida eterna. Con la puntuación original, la muerte ya no
es algo (Volvemos al despacho) que se representa en un escenario entre signos de
admiración. Es una coma. Una pausa. De esta forma, una forma inflexible, uno aprende
algo del poema, ¿no cree? Vida, muerte, alma, Dios, pasado, presente. No hay barreras
insalvables. No hay puntos y comas. Sólo una coma. Vivian Vida, muerte, entiendo. Es
un concepto metafísico, ingenio. Volveré a la biblioteca y... Ashford Mire, no es ingenio,
Srta. Bearing, es verdad. La teoría no sirve de nada. (De nuevo en la clínica) Vivian ¿Ah
no? Ashford Vivian, es una joven brillante. Use su inteligencia. No vuelva a la biblioteca.
Salga por ahí. Diviértase con amigos.
Vivian: (escena en el hospital) y yo salí, era un día cálido, había estudiantes en los
jardines hablando tonterías y riendo… la simple verdad humana, los inflexibles
esquemas del erudito, están conectados, así que no pude (duda) regresé a la biblioteca…
Uno de los puntos que nos parece de relevancia es destacar como en la película estas
escenas muestran la conexión entre la vida anterior a la enfermedad de la paciente, su
estilo, personalidad, concepto de vida y muerte. En las escenas su antigua profesora se
podría asociar como representante del otro en la vida de Vivian, el otro que es un
académico, con quien se habla ese lenguaje (así como el médico, el residente, sus
alumnos, etc) se dejan las implicancias afectivas por fuera y donde ella es “una profesora
exigente e intransigente”, una mente que produce “significativos conocimientos”. Sin
embargo no podemos afirmar que esta manera de concebir al otro en Vivian sea referida
a este período de enfermedad, por el contrario pone en evidencia que el paciente que
tenemos al frente es alguien con una historia y con una manera única de contarla para sí
y para otros. La enfermedad es parte de la historia, es una coma, una pausa del devenir
cotidiano pero no por eso es ajeno al contexto y la historia global del paciente.
Reflexionar sobre eso modifica nuestra noción de la enfermedad y nos involucra porque
también nosotros como profesionales nos contamos nuestra historia, nuestra identidad
no queda ajena a nuestro ejercicio clínico, somos sujetos del vínculo con el paciente,
sujetos sujetados a ese encuentro con el otro que a la vez se encuentra con la
enfermedad o la salud propia y ajena. Entonces ¿no es cada contacto con el paciente una
pausa? Una que sirve para conectarse con otro, cada cual con su historia, sus saberes y
sus verdades, ¿no es entonces el acto médico una relación? Y si la respuesta es sí,
¿estamos dispuestos a reflexionar sobre quienes éramos y quienes somos antes de la
medicina? ¿antes que la tristeza y el dolor se transformaran en síntomas? ¿estamos
dispuestos a que el otro, no solo su enfermedad nos transforme en alguien diferente?...
Fases del duelo impregnadas por la identidad del paciente. No saturar de sentido la
negación.
Podríamos pensar que el paciente que se encuentra en la negación durante el duelo por
su enfermedad es un paciente que se niega a los tratamientos, que se rehúsa a aceptar la
condición que posee, que no se compromete en el vínculo con el equipo de salud. Por el
contrario las fases del duelo deben ser pensadas en el contexto de un paciente, su
identidad e historia... ¿cómo niega Vivian su enfermedad? Aceptar al máximo un
tratamiento experimental, pedir dosis completa, rehusarse al contacto con otros,
mantener diálogos estrictamente médicos con los profesionales, ¿serán maneras de
negar la enfermedad para Vivian? ¿serán maneras de negociar la enfermedad? ¿será su
forma de aceptarla?...
Cada paciente es único, la manera en que duela también lo será, entonces podemos
decir que para alguien como Vivian la vivencia del desafío por encima de la angustia de
la enfermedad es también una etapa del duelo, en cambio durante la escena donde
registra como la enfermera la cuida al lado de su cama podemos ver como ella la
“académica” necesita de otro, de un alguien que la cuide, de alguien que pueda contener
tanta angustia y no solo “curarla” o “tratarla” ¿será eso su manera de aceptar lo
irreversible, tolerar su angustia?...
“Asi como un arroyo corre sin remolino mientras no encuentra obstáculos ningunos,de igual modo,
en la naturaleza humana, como en la naturaleza animal, la vida se desliza inconsciente y distraída
cuando nada se opone a la voluntad. Si la atención está despierta,es que se han puesto trabas a la
voluntad y se ha producido algún choque. Todo lo que se alza frente a nuestra voluntad, todo lo que
atraviesa o se le resiste, es decir, todo lo que hay desagradable o doloroso, lo sentimos en seguida
con suma claridad.
No advertimos la salud general de nuestro cuerpo, sino tan sólo el ligero sitio donde nos hace duele
el calzado, no apreciamos el conjunto próspero de nuestros negocios, pues sólo nos preocupa alguna
insignificante pequeñez que nos apesadumbra. Así, pues, el bienestar y la dicha son enteramente
negativos, sólo el dolor es positivo.” Arthur Schopenhauer “Los dolores del mundo”
Cassell (1) escribía hace más de una década que si sólo diéramos crédito a las opiniones
de los pacientes y ciudadanos en general, y prescindiéramos del punto de vista de los
médicos y de los estudiantes de medicina, consideraríamos el alivio del sufrimiento
como uno de los principales objetivos de la medicina. Y aún terminaba su libro yendo un
poco más allá y afirmando que dicho objetivo no sólo constituye “uno de los principales
objetivos”, sino su finalidad fundamental.
Bibliografía:
Cassell, E. J. (1991): The nature of suffering and the goals of medicine, Oxford. Oxford
University Press.