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DIFAMACION

1. EL CODIGO PENAL

Nuestro Código Penal establece en el artículo 132:

“El que ante varias personas reunidas o separadas, pero de


manera que pueda difundirse la noticia, atribuye a una
persona, un hecho, una cualidad o una conducta que pueda
perjudicar su honor o reputación, será reprimido con pena
privativa de libertad no mayor de dos años y con treinta a
ciento veinte días-multa.

Si el delito se comete por medio del libro, la prensa u otro


medio de comunicación social, la pena será privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de tres años y de ciento
veinte a trescientos sesenticinco días-multa.

2. GENERALIDADES

Los delitos contra el honor corresponde al mundo de los


sentimientos y opiniones: en los primeros, es decir, en las
infracciones que afectan al honor, son sus atributos
morales, jurídicos, sociales o profesionales los que en
verdad se protegen.

El ingrediente espiritual básico de la personalidad humana


está constituido por el honor. Su importancia, corre
paralela con la que se le asigna a la vida misma y a la
libertad, alcanzando preeminencia en algunas
circunstancias propias de ciertas actividades profesionales.
Por tales motivos la ley penal, en cumplimiento de las
exigencias planteadas por el congregado social, necesita
proteger al hombre frente a la agresión que significa la
comisión de aquellos delitos que lo ofenden de manera
directa e inmediata en su personalidad; es decir, que
ofrenden al hombre nada menos que en el meollo de las
cualidades apreciadas como valiosas por la comunidad y
que no se concretan en las que tienen exclusivamente una
dimensión moral.

Señala Etcheberry que:

“Resulta particularmente ardua la tarea de precisar el


sentido y alcance de este bien jurídico en el mundo de habla
hispana, ya que en español la voz honor tiene una matiz
particular, diferente del significado que concierne a las
voces equivalentes en otros idiomas. La auténtica
valoración de la persona aparece sobrecargada con dosis de
orgullo y amor propio exagerado”. (1)

Soler afirma que la noción del honor apunta hacia una


genérica referencia a la valoración integral de una persona
en sus relaciones ético-sociales, valoración que asume un
aspecto subjetivo y otro objetivo, entre algunos posibles.

1
ETCHEBERRY, Alfredo. Derecho Penal. Tomo III. Pág. 109.
Carrara, por su parte, señala que la idea del honor pueden
vincularse tres conceptos secundarios: a. el sentimiento de
la propia dignidad; b. la estima o buena opinión que los
demás tienen de nosotros; y c. el poder que tiene una buena
reputación para procurar ciertas ventajas materiales”. (2)

Por su parte Nuñez dice que: “el honor es un bien jurídico


protegido.

Es la personalidad o suma de cualidades morales, jurídicas,


sociales y profesionales valiosas para la comunidad,
atribuibles a las personas. (3)

Como podemos apreciar, esta definición comprende, por un


lado, el honor subjetivo entendido como las cualidades que
cada uno se pueda auto-atribuir; y por otro, también el
honor objetivo interpretado como las cualidades que los
terceros nos puedan asignar

Ahora al referirnos de manera concreta de la difamación


podemos decir que viene del griego y significa: “quitar la
fama”. Como se puede apreciar etimológicamente enuncia
lo que se quiere proteger. Las legislaciones modernas dejan
entrever que hay varios sistemas para conceptuar esta
figura. Así tenemos que el Código Suizo, enuncia así: “es
atribuir a alguien una conducta contraria al honor, o
cualquier hecho o acto para desprestigiarlo”. La
2
CARRARA, Francesco. Programa de Derecho Criminal. Parte
Especial. Tomo III. Pág. 1703.
3
NUÑEZ, Ricardo. Derecho Penal Argentino. Tomo IV. Pág. 19.
legislación francesa, también tiene su criterio y lo concibe
de la forma siguiente: “Toda alegación o imputación de un
hecho que ofende al honor, a la consideración de la persona
o cuerpo al que se imputa el hecho”. Por su parte el
Código Penal italiano define al delito de difamación, así:
“es cometida por él que poniéndose en comunicación con
varias personas ofende la reputación de quien está ausente,
agravándose la figura si se atribuye un hecho determinado.

Como se puede apreciar, no hay unidad, por cuanto cada


legislación concibe a esta figura en concordancia a lo que
cada país considere lo que es el honor y en que grado hay
que protegerlo. Pero de una u otra manera, el delito de
difamación, tiene como común denominador, que el hecho
imputado consiste en atribuir a alguien aseveraciones en
presencia de varias personas con el objeto de
desprestigiarlo, o también valiéndose de otros medios, por
ejemplo: caricaturas, panfletos, etc.

Doctrinariamente no ha sido pacífica la puna de los


tratadistas para precisar el concepto jurídico de la
difamación. Así, Carrara nos brinda las bases para
diferenciar a la difamación de la contumelia -injuria en
presencia del ofendido- diciendo: “el criterio primero que
distingue la contumelia d ella difamación, según el
lenguaje más corriente aceptado por las escuelas, es el que
deriva de la presencia del injuriado.
Cuando las palabras ofensivas fueran dichas en presencia
de la persona contra la cual iban dirigidas, la injuria se
distingue con el nombre de contumelia. En cambio, cuando
son proferidas estando el injuriado ausente, puede asumir el
nombre de difamación. Tal es el significado de los
vocablos en la rigurosa exactitud del lenguaje científico.

Sin embargo, afirma Garrido Montt, con el criterio


carrariano pueden vadearse varios problemas, como el que
se suscita cuando en presencia de la víctima se atenta en
público contra su patrimonio moral, pues, según lo dicho,
este hecho sería contumelia, injuria en el concepto simple,
y no difamación.

Es Enrique Altavilla, quien frente a la circunstancia de no


radicar solamente en el hecho de encontrarse ausente o
presenta la persona ofendida, establece que la diferencia
entre la difamación y la contumelia, puede establecerse así:
la injuria simple (contumelia) es la ofensa al decoro y al
honor de una persona presente, y la difamación es la ofensa
a la reputación en ausencia del ofendido.

3. RESEÑA HISTORICA

En Roma el derecho se ocupaba ya de la difamación, la


cual consistía en una injuria escrita; sancionaba a este
delito con rara severidad, ya que daba derecho a la víctima
para entablar tanto acción civil como criminal.
El alcance de esta infracción era amplio, el escrito
difamatorio comprendía también cualquiera otra
composición, pudiendo tratarse de un poema o una comedia
por ejemplo.

La Ley de las Doce Tablas no permitió la exención de


responsabilidad, tampoco la tramitación de la misma,
mediante la prueba de la verdad de la imputación,
guardando silencio absoluto al respecto.

La legislación española reglamentó ampliamente a este


delito, sin darle este nombre, haciéndolo erradamente bajo
los nombres de calumnia o de injuria, tal sucedió por
ejemplo en el Código penal de 1822 (artículos 699º-703º);
tal orientación tuvo sus antecedentes en el Fuero Juzgo,
cuando definió a la injuria diciendo que consiste en
denostar a otro dando voces ante muchos. Principio
semejante se mantuvo en el Fuero Real.

4. LA DIFAMACION EN LA DOCTRINA

Las expresiones y acciones lesivas al honor en su concepto


lato deben ser castigadas bajo una triple forma; la
calumnia, la difamación y la injuria. Las dos infracciones
primeras reprimirían los atentados a la reputación o fama y
la tercera al honor propiamente tal.

La calumnia sancionaría las ofensas ocasionadas en


ausencia del ofendido por comunicación a terceros, siempre
que consisten en un hecho cuya falsedad es conocida por el
culpable.

La difamación se perpetra en la misma forma, pero la


naturaleza intencional de la ofensa es otra. Aquí se ofende
a la ligera, sin otro ánimo preconcebido que causar un daño
a la víctima, y no se exige que el responsable conozca la
falsedad del hecho ofensivo.

La injuria queda circunscrita a las ofensas de cualquier


naturaleza, siempre que sean perpetradas en presencia del
ofendido.

Según estos principios, el que difama o calumnia, atenta a


la reputación de un tercero, y debe hacerlo a espaldas de la
víctima; el que injuria atenta al honor y actúa en presencia
del sujeto pasivo.

La difamación es cualquier ofensa divulgada, sin distingo


en cuanto a su naturaleza misma, basta la difusión para que
el delito exista.

Los atentados contra el honor son la injuria y la


difamación. Es elemento para separar a ambas la mayor o
menor determinación de la expresión o acción deshonrosa
en que consiste la ofensa. Si ella carece de precisión en
cuanto a lo atribuido, si se trata de un simple vilipendio,
impreciso, se sanciona como injuria; si reviste caracteres de
determinación y engloba una conducta más o menos
específica, constituye difamación.

5. SUJETOS

El sujeto activo puede ser cualquier persona.

El sujeto pasivo puede ser una persona natural.

6. ACCION
La difamación es la divulgación de juicios ofensivos,
delictuosos o inmorales, ante varias personas separadas o
reunidas, que causan un menoscabo en el honor de las
personas.

Este delito sólo es posible de realizarse en forma comisiva,


no hay difamación por omisión. En este delito deben
distinguirse los siguientes aspectos:

Primero: La ofensa consiste en atribuir a una persona una


cualidad, una conducta o un hecho que pueda ocasionar un
deterioro sensible en su honor. Pensamos que el empleo del
concepto hecho por la ley es inapropiado si es que partimos
de la consideración que el Derecho únicamente regula
conductas humanas que se dan en sociedad. Los hechos de
la naturaleza carecen de validez para el Derecho.

El empleo de los términos cualidad y conducta, permiten


deducir que para la conducta realizada sea típica, basta la
simple atribución ante varias personas de un ilícito penal o
de una determinada cualidad. Por ende, la difamación
puede alcanzar ofensas morales y no exclusivamente
delictuosas.

Segundo: Comunicación a varias personas: Se entiende,


desde luego, que la difusión verbal o escrita, se realice ante
un mínimo de dos personas. La naturaleza de los medios
empleados justifica la mayor escala penal que contiene esta
figura, en relación a la injuria, ya que el ofendido se
encuentra imposibilitado materialmente para responder en
forma eficaz a la noticia infamante (en el caso que la
ofensa sea hecha a través de la prensa, por ejemplo) y,
además porque en este delito el honor del ofendido ha sido
lesionado delante de un indeterminado grupo de personas,
comprometiéndose seriamente su reputación al haberse
suscitado la posibilidad de que el agravio sea públicamente
difundido.

De todos modos nos dice Maggiore:

“El culpable tiene que ser causa inmediata o mediata de la


comunicación, bien se comunique directamente con varias
personas, bien se sirva de intermediarios”. (4)

Los intermediarios de los cuales se sirva el difamador


pueden ser niños o enfermos mentales.

4
MAGGIORE, Giuseppe. Derecho Penal. Parte Especial. Tomo
IV. Pág. 413.
La relación existente entre difamador e intermediario puede
venir desde antes o darse en el momento previo a la
comisión delictiva.

Cuando la noticia difamatoria es depositada en persona


vinculada con el secreto profesional como el médico o el
abogado, y a su vez éste la difunde, el delito se le atribuirá
a ellos.

La comunicación a varias personas, necesariamente, no


debe verificarse en el mismo momento, puede producirse
sucesivamente. Por último, es necesario precisar que la
diferencia entre difamación e injuria radica en el número
de sujetos receptores del agravio. La difamación siempre
tiene que ser realizada ante más de dos personas reunidas o
separadas; la injuria siempre es personal.

7. CONSUMACION

La infracción se consuma cuando la imputación ofensiva


llega a conocimiento del ofendido o de las otras personas
que estén reunidas o separadas.

Si el medio utilizado para la comisión del delito fuere la


radio, la televisión, los periódicos, revistas, etc., la
infracción se consumará en el lugar en donde se propale la
información denigrante.
Si la ofensa se efectuara por medio de un documento
público, el delito se consumará en el lugar donde éste se
extiende. Documento público son las escrituras públicas,
los documentos extendidos por notarios conforme a las
leyes; igualmente pueden ser extendidos o autorizados por
funcionarios y empleados públicos en el ejercicio de sus
funciones.

También son comprendidas las partidas de nacimiento,


matrimonio y defunción extendidas en los registros de
estado civil o en los libros parroquiales, lo mismo que las
escrituras extendidas ante el juez de paz en los casos de
ausencia de notario, pero siempre y cuando se hayan
protocolizado.

La tentativa es factible en este delito, sobre todo cuando se


trate de difamaciones realizadas por medio de escritos o
impresiones gráficas.

8. LA EXCEPTIO VERITATIS

La Ley penal establece en principio la improcedencia de la


prueba de la verdad (exceptio veritatis) en el caso de la
difamación, pero tratándose de esta modalidad delictiva,
donde es posible el juego del interés colectivo, la ley en
forma prudente admite la procedencia de la exceptio
veritatis, en los casos previstos en el Código Penal.
La exceptio veritatis puede ser definida como el
sometimiento de la imputación a un juicio de certeza cuya
consecuencia buscada sea la comprobación de un disvalor
en la personalidad del ofendido. Precede la exceptio
veritatis en las siguientes hipótesis:

Inciso 1º.- Caso del desempeño de funciones públicas.

El funcionario público en el ejercicio de sus funciones debe


ser intachable. Es evidente que existe un interés general en
depurar la administración pública de sus elementos ineptos
o corruptos.

La procedencia de la prueba de la verdad exige aquí una


relación inescindible entre la calidad del funcionario
público y el hecho, cualidad o conducta atribuida con
motivo del desempeño de tal función.

Difundir la noticia de que un juez es prevaricador daría


derecho al presunto difamador a probar en juicio la verdad
de su afirmación; más no podría alegar el ejercicio de tal
facultad si le imputare, en las mismas circunstancias, que
dicho juez mantiene relaciones adulterinas con su
secretaria.

Inciso 2º.- Caso de pre-existencia de un proceso penal.

La procedencia de la prueba de la verdad se encuentra aquí


condicionada a que, con relación a los hechos atribuidos,
pre-exista un proceso penal que se encuentra todavía
abierto y sustanciándose contra la persona difama, ya sea
que figure como única encausada o conjuntamente con
otros procesados.

Es comprensible que si el hecho imputado ha dado lugar a


un proceso penal, no exista ya interés social en que se
guarde reserva acerca de la verdad o notoriedad de las
circunstancias de la materia atribuida. Existiendo, pues, un
interés colectivo superior al resguardo del honor particular,
la manifiesta primacía del primero hace que proceda la
exceptio veritatis.

La ley nada dice con respecto a si el procedimiento penal


en sustentación debe ser por un delito, pudiendo también
ser por una falta. La misma incertidumbre existe en cuanto
al hecho imputado que constituye la esencia de la
difamación.

Consideramos que la interpretación más correcta debe


excluir la falta, pues su imputación no tiene estatura para
constituir una difamación.

En cuanto al delito atribuido, puede ser de cualquier


naturaleza. Lo que interesa es que el proceso abierto por el
hecho delictuoso preceda temporalmente a su imputación
difamatoria.

Inciso 3º.- Caso de un interés público o defensa propia.


Actuar en interés de la causa pública significa obrar en
provecho de la colectividad, en beneficio de lo que la
mayoría de un determinado espacio considera importante
en un determinado tiempo.

El motivo de la imputación difamatoria debe ser ajena a


toda inspiración individualista. El interés público es un
hecho notorio y, por tanto, no necesita ser probado.
Corresponde al Juez apreciar su vigencia y precisar su
verdadera dimensión colectiva para decidir si admite o no
la exceptio veritatis.

Pero la ley también se pone en el caso de que el difamador


haya actuado en defensa propia, con lo que excluye
expresamente la defensa de un tercero, pariente o extraño.

Inciso 4º.- Caso del querellante que renuncia al amparo


legal.

La ley faculta al ofendido que se considera ajeno a la


imputación a convertir el proceso por difamación en un
juicio de honor capaz de demostrar, alternativamente, la
razón del querellado a la incolumidad real del honor del
querellante en el caso concreto.

El querellante, muy seguro de la falsedad de la imputación,


nada tiene que temer con la renuncia a su derecho a que se
prohiba la verificación del hecho, conducta o cualidad que
se le atribuye.

Se asegura en esta forma una doble victoria; por un lado, la


sentencia que condena al difamador; y, por otro, la
cimentación del bien jurídico de su honor, sobre una sólida
base.

El profesor Soler sostiene que la prueba del hecho


imputado que puede pedir el ofendido y que en la causa de
puede producir es la referente a un hecho de él,
personalísimo.

No se puede dar consentimiento válido para producir


pruebas que vayan a refluir desfavorablemente sobre el
honor de terceros, cuya vida privada viniese a ser
alcanzada, si estas personas son extrañas al proceso.

9. ELEMENTOS

Se considera los siguientes:

a) Atribuir a una persona un hecho, una cualidad o una


conducta que pueda perjudicar su honor o
reputación

El hecho o conducta atribuidos pueden significar la


imputación de una infracción penal o de un suceso
que no tenga tal carácter. La víctima de la
difamación puede estar presente o ausente en el
momento de ocurrir el agravio.

Con la expresión cualidad el texto legal se refiere a


una condición personal que puede ser de carácter
intelectual, moral o física, la misma que el agente
supone existente como un defecto en al víctima, no
conformándose con tener su propio juicio al respecto
en secreto, sino, que lo propala sin necesidad o
justificación alguna.

El artículo 132 del Código Penal dice: “que pueda


perjudicar el honor o la reputación”, frase que
significa que para el perfeccionamiento de este
delito no es necesario que se produzca un daño
concreto, siendo suficiente la probabilidad de su
materialización.

Apunta Maggiore, con acierto, que: “La difamación


es típicamente un delito de peligro, bastante para su
consumación con el peligro corrido por el bien
jurídico del honor, sin tener en cuenta la verificación
de un daño efectivo”. (5)

Por otro lado, advertimos que el vocablo reputación


es usado para indicar el aspecto objetivo del honor.
Escribe Maggiore que reputación es estimación que
se goza en sociedad a causa del ingenio, o de la

5
MAGGIORE. Ob. Cit. Tomo Iv. Pág. 406.
habilidad en un arte, profesión o disciplina; es algo
más que la consideración, y menos que el renombre
y la fama.

Con relación al concepto del honor, analizado por el


citado penalista al comentar el mencionado
dispositivo legal, observamos que es explicado como
la estimación debida a las cualidades éticas,
esenciales del individuo, y se refiere más a la virtud
que a la inteligencia. Por tanto, agrega Maggiore
que el honor es algo más que la reputación, y la
compromete en sí mismo, pero no siempre, pues uno
puede ser hombre de honor sin ser una persona
reputada. (6)

b) Que la atribución deshonrosa se difunda o pueda


difundirse, o alcance publicidad.

El agente tiene que hacer del conocimiento de otras


personas, distintas a la víctima, la atribución
desdorosa. Los medios empleados con tal finalidad
pueden ser: verbales, o gráficos (caricaturas, dibujos,
etc.), o tipográficos (impresos, diarios, revistas,
etc.).
La ley supone, especialmente en el caso de
emplearse el medio verbal, que varias personas
deben estar reunidas. Si se encontraran separadas,

6
Ibidem. Pág. 402
constituirá difamación sólo en la hipótesis que la
noticia verbal pueda difundirse.

Consideramos que la frase documento público se


refiere hipotéticamente la comisión del delito de
difamación a través de la escritura pública o por
medio de documentos extendidos o autorizados por
los funcionarios públicos en el ejercicio de sus
facultades.

Maggiore, expresando su opinión respecto a la


dogmática italiana, en un sentido que resulta
contrario al de Manzini, escribe que sería excesivo
considerar la caricatura como un delito contra el
honor, pues forma parte del arte figurativo que
acentúa o exagera humorísticamente los defectos
físicos o morales de una persona, sin fines ofensivos.
(7)

Nuestro punto de vista es que la caricatura, en sí


misma, no es un vehículo para la difamación, pero
nada impide que pueda ser utilizada real y
efectivamente con tal objeto. Todo depende, en
consecuencia, de su poder concreto para expresar
una ofensa a la dignidad de las personas.
c) Dolo

7
Ibidem. Pág. 392.
Consiste en la conciencia y voluntad de lesionar el
honor a la reputación de las personas mediante la
propalación de la noticia o información desdorosa.
No es concebible la forma culposa.

10. PENA

Se reprime con pena privativa de libertad no mayor de dos


años y con treinta a ciento veinte días-multa cuando se
difama ante varias personas reunidas o separadas.

Se reprime con pena privativa de libertad no menor de uno


ni mayor de tres años y de ciento veinte a trescientos
sesenticinco días-multa cuando el delito se comete por
medio de libro, la prensa u otro medio de comunicación
social.

11. REGIMEN DE LA ACCION

De acuerdo a nuestro ordenamiento penal el procedimiento


solo se efectúa a instancia del ofendido. Es decir, la acción
es privada. La persona afectada puede iniciar el proceso o
sentenciar el hecho.

La protección depende solo de la voluntad del titular solo


de la voluntad del titular de aquel bien jurídico.

12. DIFAMACION ENCUBIERTA O EQUIVOCA


Consideramos que se encuentra encubierto lo que, dando
signos de existencia, todavía no se ha explicitado, revelado
o manifestado. Aplicado el concepto a la hipótesis legal
que nos ocupa resulta que ni el animus iniuriandi, ni el
animus difamandi, se habrían exteriorizado en una
dimensión clara y precisa, aunque hay que reconocen que el
agente tiene que haber dejado entrever ciertos indicios de
su existencia. Tales elementos indiciarios, unidos a
determinadas circunstancias precedentes o concomitantes
al hecho supuestamente ofensivo, permiten fundadamente
creer en la posibilidad de que el actor haya querido agravar
el honor empleando expresiones que, aun cundo su texto no
es directamente atributivo de un deshonor, sin embargo se
puede llegar a tal conclusión por la vía de una deducción
particular necesitada de confirmación judicial para recién
constituir un hecho punible.

Al respecto Muñoz afirma que:

“La ofensa encubierta, debe distinguirse de la equívoca,


pues, a diferencia de ésta, no se refiere a la conducta que
puede entenderse en varios sentidos, sino, al
comportamiento del agente que oculta dolosamente la
ofensa mediante una expresión que no es imputativa
directamente en su texto, pero que resulta como tal en
razón de las circunstancias; o que la oculta mediante una
expresión en sí inocente, pero que adquiere carácter
ofensivo, por esa misma razón”. (8)

8
NUÑEZ, Ricardo. Ob. Cit. Tomo IV. Pág. 152.
La persona que se considera aludida en una difamación o
injuria encubiertas debe recurrir al Poder Judicial a fin de
obtener deslinde y precisión en los alcances que
verdaderamente se propuso lograr el agente con sus
expresiones. Si el presunto difamador o injuriante no ha
tenido, en realidad, intención alguna de ofender al
querellante, es lógico que tampoco tenga inconveniente en
dar explicaciones satisfactorias al respecto, con mayor
razón si le son demandadas por quien se siente apuntado.
De proceder así el querellado, la cuestión quedaría
esclarecida y el asunto judicial terminado.

En caso contrario, la conducta del querellado estaría


poniendo en evidencia que, en realidad, sí tuvo el propósito
de agraviar la honorabilidad del querellante. La ley
presume fundamentalmente que la negativa del agente a
explicarse satisfactoriamente ante el Juzgado constituye
una objetivación del animus iniuriandi o animus
difamandi, según el caso.

El concepto de equívoco es contrario al de unívoco. La


difamación y la injuria equívocas dadas sus características
dudosas, se prestan a ser interpretadas, aun desde una
perspectiva objetiva, tanto en un sentido agraviante como
también inofensivo. Se presentan cuando el agente usa
palabras ambiguas, o de doble sentido; o cuando se
emplean frases con las que, pretextando negarse una
cualidad ofensiva, indirectamente se está atribuyendo dicha
cualidad a la persona referida.

La ofensa puede ser dudosa por presentarse equívoca en su


dirección al no estar claramente dirigida a quien puede
considerarse alcanzado por ella. Lo esencial es que la
imputación delictiva o injuriosa proporcione bases por sí
misma, atendiendo a su texto o estructura, para que un
tercero pueda presumir que en su destinatario.
INTRODUCCION

Consideramos importante estudiar la


injuria porque se tiene por objeto garantizar bienes jurídicos
inmateriales, referidos a la esfera de la personalidad propiamente
dicha: el honor.

A nuestro modesto entender consideramos


al honor como dignidad humana. Es un bien de la persona y por lo
tanto existe el derecho de las personas exigir la protección del
estado, no importante su posición social u otro aspecto.

El objeto de la tutela jurídica en los


delitos contra el honor es la pretensión a que se respete la propia
personalidad.

En el caso concreto de la difamación se


aprecia que el imputado atribuye a alguien aseveraciones en
presencia de varias personas con propósito de desprestigiar su
honor, o también se vale de otros medios como libro, prensa u otro
medio de comunicación.

Este trabajo es una humilde contribución


para el mejor conocimiento del delito de difamación y que
indudablemente nos ayudará en nuestra futura profesión.
CONCLUSIONES

PRIMERA: La persona que difama atenta contra la reputación


de un tercero y lo hace a espaldas de la víctima.
La difamación es cualquier ofensa divulgada, sin
distingo en cuanto a su naturaleza misma, basta la
difusión para que el delito exista.

SEGUNDA: La acción típica de la difamación se da a través de


la divulgación de juicios ofensivos, delictuosos o
inmorales, ante varias personas separadas o
reunidas, que generan menoscabo en el honor de
las personas.

TERCERA: La exceptio veritatis o prueba de la verdad es el


sometimiento de la imputación a un juicio de
certeza cuya consecuencia buscada sea la
comprobación de un disvalor en la personalidad
del agraviado.

CUARTA: Los elementos de la difamación son: a) atribuir a


una persona un hecho, una casualidad o una
conducta que pueda perjudicar su honor o
reputación; b) que la atribución deshonrosa se
difunda o pueda difundirse y c) dolo.
INDICE

INTRODUCCION PAG.

DIFAMACION

1. EL CODIGO PENAL _________________________ 01


2. GENERALIDADES __________________________ 01
3. RESEÑA HISTORICA ________________________ 06
4. LA DIFAMACION EN LA DOCTRINA ___________ 07
5. SUJETOS _________________________________ 08
6. ACCION __________________________________ 08
7. CONSUMACION ___________________________ 11
8. LA EXCEPTIO VERITATIS ____________________ 12
9. ELEMENTOS ______________________________ 16
10. PENA ____________________________________ 20
11. REGIMEN DE LA ACCION ___________________ 20
12. DIFAMACION ENCUBIERTA O EQUIVOCA ______ 21

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
DIFAMACION O INJURIA ENCUBIERTA
O EQUIVOCA

1. CODIGO PENAL

El artículo 136 del Código Penal prevé esta figura en los


siguientes términos:

“El acusado de difamación o injuria encubierta o equívoca que


rehusa dar en juicio explicaciones satisfactorias, será
considerado como agente de difamación o injuria manifiesta”.

2. CONCEPTO

Se considera difamación o injuria encubierta o equívoca


cuando el acusado de efectuar este delito se niega a dar en
juicio explicaciones satisfactorias que aclaren que no hubo
tales ofensas.

3. TIPO OBJETIVO

a) Sujeto activo: puede ser cualquier persona física.

b) Sujeto pasivo: puede ser también cualquier persona.

c) Acción: La difamación o injuria encubierta o equívoca se


da a través de negarse en pleno juicio a dar explicaciones
que aclaren lo dicho por el acusado. Se tiene que aclarar
que si hubo o no divulgación de juicios ofensivos,
delictuosos o inmorales, ante varias personas separadas o
reunidas, que causan un menoscabo en el honor de las
personas.

4. EL BIEN JURIDICO PROTEGIDO : EL HONOR

Lo que cabe ahora es llevar este primer análisis al aspecto


conceptual -que es lo que interesa de manera más directa a la
dogmática en lo que para ésta signifique estrictamente el honor
noción social y jurídica. Se echa de ver que en lo práctico el
honor responde a una opinión a través de cierta conducta
ajustada a los cánones morales y legales; esta opinión es la
propia de uno, como fundamentalmente se vino a ver en el
parágrafo anterior, y en la aquiescencia de los otros respecto de
ella.

De acuerdo a lo leído podemos decir que es común en la


literatura acentuar uno u otro de los aspectos de la dualidad
para dilucidar los problemas de aplicación legal. Y es, por
tanto, de acuerdo a tal criterio unilateral, que se habla de
enfoque subjetivo u objetivo del honor, queriendo dar a
entender que éste puede vincularse preferentemente al
sentimiento interno o personal, o al consenso social y exterior
con que el honor se da como valor objetivo; es intuitivo,
empero, que la protección legal viene a brindarse en ambas
formas del concepto, porque la lesión moral del vituperio y la
imputación producen tanto un dolor moral en el primer
aspecto, cuanto un menoscabo o disminución en el segundo.
A nuestro criterio, de todas maneras, las consecuencias
prácticas de la distinción se hacen sentir en la estructura de la
ley, porque si lo preferentemente tenido en cuenta son los
sentimientos de delicadeza persona, los delitos contra el honor
tendrá una característica más ajustada a esta ofensa íntima, lo
que involucra el prescindir de la publicidad o trascendencia a
terceros del acto en sí, cuya sola comunicación al sujeto pasivo,
se constituye en daño, mientras que la ley más propicia al
aspecto exterior del honor, pone su protección al servicio, más
bien, de lo que en aquél deviene nombre, fama, apreciación
exterior de la honradez moral, exigiendo, por esto, recargo en
los elementos objetivos y normativos de las respectivas figuras.

Carrara, desde sus preferentes hipótesis metodológicas de tipo


escolástico, entiende que la definición acabada del bien
jurídico que “para la ley debe de representar el honor, alcanza
varias expresiones, que principalmente convergen desde tres
coordenadas concretas; como estimación propia, como buena
opinión y como ventajas materiales, procuradas, estas últimas,
desde la segunda forma.” (9) Carrara, en una construcción
amplia y casuística -como muchas de las suyas-, quiso eliminar
en la dogmática el conjunto de dificultades que brotaban de
concepciones parciales de la cuestión; pero él se muestra en
favor del concepto ampliamente subjetivo del instituto que
comienza por ser tutelado en cuanto derecho a la propia
dignidad, hasta llegar, por vía de agravantes objetivas, al
detrimento patrimonial.

De todas maneras, esta dualidad conceptual, que se puso en


tela de juicio, al decir de Rocco, ha hecho fortuna, no sólo en
9
CARRARA, Francesco. Programa de Derecho Criminal. Pág. 165.
la doctrina más autorizada, sino que en la propia norma
jurídica positiva ha inspirado tratamiento diverso en cuanto a
la injuria y a la difamación.

Podemos afirmar que según lo leído que por lo general, en la


legislación comparada, la ley ha querido brindar protección y
tutela a las diversas manifestaciones morales con que el honor
se proyecta sobre la vida de los hombres. Va sin decirlo que
dicha salvaguardia jurídica se debe en cierto modo y en
puridad de principios a un ajuste respecto de su contrapartida
que constituye el interés público, en cuanto que este último
reclama la individualización y el castigo de quienes sean
verdaderamente susceptibles de censura o acusación. Y sobre
esta necesidad de orden público se asienta el instituto de la
exceptio veritatis, que excepciona al delito y lo transforma en
verdad pública.

Dentro de las líneas doctrinales comunes, y a los efectos de


otorgar elasticidad a la ley, se ha llegado a graduar, en tipos
excluyentes entre sí, diversas fórmulas de intensidad en los
delitos contra el honor, utilizando una terminología de
distinción dentro de la cual se distribuyen: la injuria como
atribución de algo a alguno, la difamación como propalación
de la primera y el ultraje o injuria genérica; y la calumnia.
Esto, por cierto, que no ha trascendido a nuestro ordenamiento
positivo, en tanto que él involucra todos los primeros supuestos
en la mención general de injuria, dejando para la calumnia el
aspecto especial de la imputación de delitos.

Para no pocos autores del pasado y aun del presente, existen


dos conceptos del honor; subjetivo y objetivo. Subjetivamente
significa: a) la representación o concepto que una persona
tiene de su propio valer o valor (conciencia del honor); y b) la
voluntad para la conservación o mantenimiento de dicho valer
o valor (sentimiento del honor.

En sentido objetivo; el honor puede ser considerado: : a) como


el valor que una persona tiene (honor interno); y b) como el
concepto de los demás tienen sobre el valor o valer de una
persona (honor externo, fama, consideración).

Conforme a esta distinción, no faltan opiniones que se inclinan


a considerar que la injuria es un delito contra le honor
subjetivo, mientras que la difamación y la calumnia lo son
contra el objetivo. Aunque aparentemente satisfactoria, esta
división difícilmente puede ser mantenida.

Al igual que acontece con todo bien jurídico penalmente


protegido, no todos los aspectos del honor son tenidos en
cuenta por el Código Penal. Lo que éste protege es una
determinada extensión del concepto del honor contra ciertos
ataques y no contra todo ataque. Esa extensión del honor
penalmente protegida es cada vez más de índole objetiva, más
22y más el resultado de una convivencia social regida por un
sistema de valores, a su vez, resultado de una complejidad de
apreciaciones. Estas no son más que expresión de la
interacción de una serie de factores de muy diversa naturaleza
que afectan tanto al individuo como a la sociedad y en los que,
a su vez, ésta y aquél juegan un papel que no es siempre fácil
deslindar. Así, por ejemplo, el factor económico influye en el
individuo y en la sociedad, pero su actuación puede ser
modificada por la acción respectiva de ambos.
Cuando la sociedad se hallaba más o menos claramente
deslindada en clases sociales: nobleza, clero, burguesía,
pueblo, etc., cada grupo social, aunque participando en la
formación del sistema general de valores, tenía a su vez dentro
de si propio, un diferente concepto respecto a un mismo valor.
“Así, con respecto al honor, aunque éste era patrimonio de
todos, la nobleza no sólo tenía un concepto propio un tanto
distinto del honor en general, sino también con respecto al
honor sentido y mantenido por los otros grupos sociales.” ( 10)

Esta diversidad explica cómo el concepto de honor de un grupo


se hallaba más bien representado por la conciencia y
sentimiento del honor de dicho grupo, como una clase que, por
el valer atribuido al grupo mismo. También , como defendido
celosamente ese honor de grupo, y miembro del mismo podía
cometer ataques contra el honor de un miembro de otro grupo
inferior sin ser por ello siempre considerado como reo de una
injuria. El ofendido, sin embargo, era respecto a su propio
grupo, injuriado.

A medida que la sociedad se transforma, estos conceptos


grupales del honor de índole subjetiva tienden a desvanecerse y
en ciertos países a desaparecer completamente. Hoy día, en no
pocos países, el ofender el decoro de una mujer se halla
igualmente penado, cualquier que sea su condición social. Por
otra parte, difícilmente se consideraría hoy como injuria el no
observar ciertas reglas de precedencia o el no usar el debido
tratamiento o título al dirigirse a determinadas personas. Poco
a poco, el individuo ha ido perdiendo la protección penal de un
10
GARRIDO MONTT, Mario. Los Delitos contra el Honor. Pág. 104
sentimiento subjetivo del honor referido a su grupo o a sí
mismo. Por otra parte ha ido adquiriendo un sentido
valorativo del honor de índole social. Tal evolución, no
significa que un sentimiento y conciencia individual del honor
hayan desaparecido, sino solamente que el honor penalmente
protegido es más el derivado de un concepto social:
apreciaciones y valoraciones de terceros que auto-
apreciaciones o valoraciones del individuo mismo.

Una tal evolución es visible en los códigos penales y ello pese a


que en no pocos de éstos, subsisten aún conceptos subjetivos
del honor como reflejo de una clase social. Esa objetivación
del honor a efectos penales es todavía más visible en los países
anglosajones, donde la injuria ha sido relegada al campo civil
en no pocos casos o su importancia penal considerablemente
reducida cuan comparada con la difamación.

Esa necesidad de tener en cuenta lo que por unos se llama


honor externo u honor en sentido objetivo y que nosotros
preferimos considerar como concepto penal del honor, es
también visible en otros códigos penales.

5. DOCTRINA

Sobre la difamación o injuria encubierta legislativamente se


han perfilado tres posiciones: no se dispone nada sobre ellas y,
en consecuencia, la penalidad de éstas sería asimilada al rubro
de las ofensas manifiestas; se les contempla legislativamente
eximiéndolas de pena en el caso que su autor dé explicaciones
satisfactorias respecto a su proceder, puesto que de lo contrario
serían consideradas como ofensas manifiestas; regularla
legislativamente de modo que si el agente brinda una
explicación satisfactoria se le exima de penal.

“Se sostiene que para que pueda hablarse de que el querellado


rehusa dar explicaciones, debe de habérsele solicitado
previamente. Dichas explicaciones deben ir dirigidas al juez y
no al querellante.” (11)

No obstante las dispares posiciones, es preciso indicar que la


justificación de la existencia de tales tipos penales en nuestra
legislación obedece a dos razones: reviste un efecto práctico en
la administración de justicia al permitir soluciones
conciliatorias cuando el acusado decida dar una satisfactoria
explicación de su conducta que al ser aceptada lo eximirá de
pena.

De otro lado, “el sometimiento de esta conducta a una menor


escala penal obedece a la menor difundibilidad del daño por la
falta de claridad de la ofensa.” (12)

Difamación o injuria equívoca son aquellas ofensas vertidas en


un lenguaje alegórico, de doble sentido que permite la duda
sobre su carácter ofensivo o inocente.

A diferencia de la ofensa equívoca, la encubierta es la actitud


maliciosa mediante la cual se oculta la ofensa; esto sucede con
expresiones inocentes, pero que revisten ofensividad por las
circunstancias.

11
Ob. Cit. Pág. 108.
12
NUÑEZ, Ricardo. Derecho Penal Argentino. Pág.148.
La ley permite y hace propicia la ocasión para que el autor
aclare el sentido real de las expresiones vertidas. El
esclarecimiento está destinado a establecer que las palabras
proferidas carecen de propósito ofensivo.

Si a juicio de la presunta víctima hay ofensa, ésta de acuerdo


con el texto legal, puede pedir las explicaciones debidas con
relación a las expresiones indirectas. Las explicaciones deben
ser satisfactorias. Esto sucede cuando se demuestra que no hay
ofensa. Si el querellante está satisfecho, el delito se descarta.

Ahora bien, si el autor rehusare dar explicaciones sobre su


acción conceptuada como ofensiva, evidentemente se
comprende que la ratifica, en consecuencia, es responsable de
difamación e injuria.

Respecto a la oportunidad de las explicaciones, es justo que


deban darse hasta el comparendo de conciliación. Pues, como
afirma Soler, “sería contradictorio que en cualquier estado de
juicio, el imputado, después de no haber dado explicaciones ni
de haberse retractado, fuese autorizado a liberarse plenamente
por medio de una explicación que transformaría todo el trámite
anterior a una farsa.” (13)

Todo aquello expresado en forma no categórica, no


terminantemente afirmativa, con rodeos o disfraces, pueden sin
embargo, interpretarse como manifestación bastante de la
voluntad de dañar el honor, la dignidad o el decoro de una
persona. Si ésta, sintiéndose aludida, exige una explicación, y
le es negada, aquella voluntad se confirma. En verdad, no se
13
SOLER, Sebastián. Derecho Penal Argentino. Tomo III. Pág. 259.
comprende por qué motivo haya de atenuarse, en tal caso, la
sanción como la atenúa nuestro código.

Pero, si la explicación es dada, espontáneamente o a


requerimiento del querellante, el delito no puede juzgarse
cometido. Las explicaciones, naturalmente, han de ser
satisfactorias, y que así sean exige la ley. Huelga decir, que no
es el presunto ofendido el árbitro del carácter de las
satisfacciones que se dieran, y que, por tanto, no le
corresponde a él su admisión o rechazo. El juez es el único que
puede pronunciarse al respecto, de la propia manera que es el
único facultado para decidir si existe o no una calumnia o una
injuria manifiesta.

Si bien no se dice en qué oportunidad del proceso hayan de


darse las explicaciones; y toda vez que, al estatuir sobre la
retractación, no la admite sino cuando es ofrecida antes de
contestar la querella o en el acto de hacerlo, podría sostenerse,
sin lugar a réplica, que las satisfacciones pueden ofrecerse en
cualquier estado del proceso. De otra manera, se habría
señalado, en la ley, la oportunidad para hacerlo. Exponer
semejante solución -que es perfectamente lógica- tanto importa
como señalar su inconveniencia.

En la doctrina se considera que la ley ha ofrecido un medio


para terminar la cuestión y transigir la inminente diferencia: el
de una explicación satisfactoria. Si el presunto ofensor no
quiso de hecho injuriar, o no quiso injuriar a la persona que se
cree agraviada, no puede tener inconveniente en dar la
explicación de que hablamos; esto en nada le compromete ni le
deshonra. Si, por el contrario, no la quisiere dar, de presumir
es, la ley lo admite como averiguado, que quiso en efecto
difamar, injuriar a la persona que se querella.

En el presente delito se aprecia que es difícil definir su


concepto en una formula dotada de la idoneidad suficiente para
precisarla. Solo en concreto es posible determinar el carácter
equívoco de una imputación de delito acusable por el Misterio
Público. Cuando el que la formula ofrece las explicaciones
satisfactorias de que habla el texto legal, la querella termina,
pues tales explicaciones, haciendo desaparecer el equívoco,
demuestran que no medió delito.

El hecho de rehusar dar las explicaciones satisfactorias -dice-


no produce el efecto de alterar la forma de la acción, no
cambia la estructura especial del delito que estamos
estudiando. La negación afecta a la intención del agente, a la
fuerza moral del hecho. Si las explicaciones se dan, falto de
elemento moral del hecho. Si las explicaciones se dan, falto de
elemento moral, el delito deja de existir; pero si las
explicaciones se niegan, se completa por la concurrencia de los
dos necesarios elementos: el externo, que lo constituyen las
palabras equívocas, y el interno, la intención de ofender con
ellas.

Ahora bien: existiendo en uno y en otro caso, en el de las


injurias o calumnia manifiestas, y en el de las equívocas,
cuando se rehusan las explicaciones satisfactorias, un mismo
dolo, no existe sin embargo, una misma fuerza física; y aquí
que la difamación o injuria encubierta trae aparejada, como
consecuencia lógica una disminución de la penalidad para sus
autores, en relación con la que corresponde a los reos de
injuria o calumnia manifiesta. En aquella clase de
difamaciones es, además, menor el daño mediato que en estas
otras, porque la intención de deshonrar y desacreditar no
produce tan penosa impresión ni alarma en el público como la
que origina el espectáculo repugnante de una desnuda, soez y
procaz expresión ultrajante.

En suma, las ofensas encubiertas o equívocas no explicadas


hasta el comparendo de conciliación, será apreciadas como
delictivas.

6. LEGISLACION COMPARADA

6.1. CODIGO PENAL DE BRASIL

Conforme al Código penal Brasileño, en su artículo 139, la


difamación consiste en imputar a alguien un hecho ofensivo a
su reputación. La pena es detención de tres meses a un año y
multa de quinientos mil reis a tres contos de reis.

6.2. CODIGO PENAL DE HAITI

El Código Penal de Haití considera en su artículo 313 como


culpable de difamación el que, sea en los lugares o reuniones
públicos, sea en un acto auténtico y público, sea en un escrito
impreso o no, que haya sido fijado, vendido o distribuido, haya
imputado a un individuo cualquiera hechos que atenten a su
honor y a su consideración.

6.3. CODIGO PENAL DE MEXICO


En el Código Penal mexicano, artículo 350 de difamación
consiste en comunicar dolosamente a una o más personas, la
imputación que se hace en los casos previstos por la ley, de un
hecho cierto o falto, determinado o indeterminado que pueda
causarle deshonra, descrédito, perjuicio o exponerle al
desprecio de alguien.

6.4. CODIGO PENAL DE URUGUAY

El artículo 333 del Código Penal de Uruguay dice: El que ante


varias personas reunidas o separadas, pero de tal manera que
pueda difundirse la versión, le atribuyere a una persona un
hecho determinado, que si fuera cierto, pudiera dar lugar
contra ella a un procedimiento penal o disciplinario, o
exponerla al odio o al desprecio público, será castigado con
pena de cuatro meses de prisión a tres años de penitenciaría o
multa de 400 pesos a 4.000.

6.5. CODIGO PENAL DE VENEZUELA

En Venezuela, el artículo 444 de su Código Penal establece: El


que comunicándose con varias personas reunidas o separadas,
hubiere imputado a algún individuo un hecho determinado
capaz de exponerlo al desprecio o al odio público, u ofensivo a
su honor o reputación, será castigado con prisión de tres a
dieciocho meses.

Si el delito se cometiere en documento público o con escritos,


dibujos divulgados o expuestos al público, o con otros medios
de publicidad, la pena será de seis a treinta meses de prisión.
BIBLIOGRAFIA

1. CARRARA, Francesco. Programa de Derecho Criminal.


Parte Especial. Vol. III. Editorial Temis. Bogotá. 1959.

2. GARRIDO MONTT, Mario. Los Delitos Contra el Honor.


Editor Carlos E. GIBBS S.A. Santiago de Chile. 1963.

3. NUÑEZ, C. Ricardo. Derecho Penal Argentino. Editorial


Bibliográfica Omeba. Tomo IV. Buenos Aires. 1964.

4. NUÑEZ, Ricardo. Derecho Penal Argentino. Tomo I. Editorial

Tipográfica. Buenos Aires. 1959.

5. SOLER, Sebastián. Derecho Penal Argentino. Tomo III. De.


Tipográfica Argentina. Buenos Aires. 1976.

6. SOMAMARUGA, Alberto. Apuntes de Derecho Penal. Editorial

UNMS. Lima. 1957.


Con afecto para nuestros
padres por su dedicación en nuestra
formación profesional.
Los abogados no se hacen
con el titulo profesional, ni con la
lucidez del ingenio, sino con la
rectitud de la conciencia.

RAFAEL BIELSA
INTRODUCCION

El presente trabajo esta referido a la


difamación o injuria encubierta o equivoca donde se aprecian los
aspectos más importantes de este delito que esta consagrado en el
artículo 176 de nuestro Código Penal.

Nuestro ordenamiento penal señala que todo


acusado de difamación o injuria encubierta o equivoca que rehusa dar
en juicio explicaciones satisfactorias será considerado como agente de
difamación o injuria manifiesta.

En la doctrina se señala que para que pueda


hablarse de que el querellado rehusa dar explicaciones, debe de haberse
solicitado con anterioridad. Se entiende que dichas explicaciones deben
ir dirigidas al Juez y no al querellante.

En la ofensa en cubierta existe una actitud


maliciosa a través de la cual se oculta la ofensa, y que puede darse a
través de términos inocentes, pero que en el fondo revisten ofensa.

En la doctrina se señala que la ley debe


permitir y propiciar la acción para que el sujeto activo, es decir el autor
aclare el sentido real de los términos vertidos. El esclarecimiento tiene
el propósito de establecer que las expresiones dichas no tienen una
finalidad de ofender.
CONCLUSIONES

PRIMERA: Nuestro Código Penal establece en el artículo 136 que


el acusado de difamación o injuria en cubierta o
equívoca que rehusa a dar en juicio explicaciones
satisfactorias, será considerado como agente de
difamación o injuria manifiesta.

SEGUNDA: El sujeto activo es cualquier persona física. Mientras


que el sujeto pasivo puede ser cualquier persona.

TERCERA: La doctrina establece que para que pueda hablarse de


que el querellado se niega a dar explicaciones, debe de
habérsele solicitado con anterioridad. Dichas
explicaciones deben ir dirigidas al juez y no al
querellante.

CUARTA: La difamación o injuria equívoca consiste en ofensas


vertidas en un lenguaje alegórico, que tiene doble
sentido que posibilita la duda sobre la ofensa o la
inocencia.

QUINTA: La ofensa encubierta es la actitud que se efectúa con


malicia a través de la cual se oculta la ofensa. Esto
sucede por lo general con términos inocentes, que sin
embargo revisten ofensas por las circunstancias.

SEXTA: La legislación posibilita y hace propicia la ocasión


para que el autor aclare el sentido de las expresiones
vertidas. Dicho esclarecimiento tiene por finalidad
establecer que términos expresados carecen de
propósito de ofensa.

SEPTIMA: En caso que el autor se niegue a dar explicaciones


sobre su acción señalada como ofensiva, se deduce y
se comprende que la ratifica, por lo tanto es
responsable entonces del delito.
INDICE

INTRODUCCION
PAG.

DIFAMACION O INJURIA ENCUBIERTA


O EQUIVOCA

1. CODIGO PENAL 01
2. CONCEPTO 01
3. TIPO OBJETIVO 01
4. EL BIEN JURIDICO PROTEGIDO : EL HONOR 02
5. DOCTRINA 08
6. LEGISLACION COMPARADA 13
6.1. CODIGO PENAL DE BRASIL 13
6.2. CODIGO PENAL DE HAITI 13
6.3. CODIGO PENAL DE MEXICO 14
6.4. CODIGO PENAL DE URUGUAY 14
6.5. CODIGO PENAL DE VENEZUELA 14

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
**********
DIFAMACION

1. CODIGO PENAL

El artículo 132 del Còdigo Penal


describe este delito en los siguientes
términos:

“El que ante varias personas


reunidas o separadas, pero de manera que
pueda difundirse la notica, atribuye a
una persona, un hecho, una cualidad o
una conducta que pueda perjudicar su
honor o reputaciòn, será reprimido con
pena privativa de libertad no mayor de
dos años y con treinta a ciento veinte
días-multa.

1. TIPO OBJETIVO

a) Sujeto activo: puede ser


cualquier persona física.
b) Sujeto pasivo: puede ser tambièn
cualquier persona.

c) Acción: La difamación es la
divulgación de juicios
ofensivos, delictuosos o
inmorales, ante varias
personas separadas o reunidas,
que causan un menoscabo en el
honor de las personas.

El delito sólo es posible de


realizarse en forma comisiva,
no hay difamación por omisión.
En este delito deben
distinguirse los siguientes
aspectos:

c.1 La ofensa consiste en


atribuir a una persona una
cualidad, una conducta o un
hecho que pueda ocasionar
un deterioro sensible en su
honor. Pensamos que el
empleo del concepto “hecho”
por la ley es inapropiado
si es que partimos de la
consideración que el
Derecho únicamente regula
conductas humanas que se
dan en sociedad. Los
hechos de la naturaleza
carecen de validez para el
Derecho.

c.2 Comunicación a varias


personas: Se entiende,
desde luego, que la
difusión verbal o escrita,
ser realice ante un mínimo
de dos personas. La
naturaleza de los medios
empleados justifica la
mayor escala penal que
contiene esta figura, en
relaciòn al a injuria, ya
que el ofendido se
encuentra imposibilitado
materialmente para
responder en forma eficaz a
la noticia infamante (en el
caso que la ofensa sea
hecha a través de la
prensa, por ejemplo) y,
ademàs, porque en este
delito el honor del
ofendido ha sido lesionado
delante de un indeterminado
grupo de personas,
comprometièndose seriamente
su reputaciòn al haberse
suscitado la posibilidad de
que el agravio sea
pùblicamente difundido.

De todos modos nos dice


Maggiore, el culpable tiene que ser
causa inmediata o mediata de la
comunicación, bien se comunique
directamente con varias personas,
bien se comunique directamente con
varias personas, bien se sirva de
intermediarios. Los intermediarios
de los cuales se sirva el difamador
pueden ser niños o enfermos
mentales.

La relación existente entre


difamador e intermediario puede
venir desde antes o darse en el
momento previo a la comisiòn
delictiva.

Cuando la noticia difamatoria


es depositada en persona vinculada
con el secreto profesional comoe l
médico o el abogado, y a su vez
éste la difunde, el delito se la
atribuirá a ellos.

La comunicación a varias
personas, necesariamente, no debe
verificarse en el mismo momento,
puede producirse sucesivamente.
Por último, es necesario precisar
que la diferencia entre difamaciòn
e injuria radica en el numero de
sujetos receptores del agravio. La
difamación siempre tiene que ser
realizada ante más de dos personas
reunidas o separadas; la injuria
siempre es personal.

2. CONSUMACION

La infracciòn se consuma
cuando la imputaciòn ofensiva llega
a conocimiento del ofendido o de
las otras personas que estèn
reunidas o separadas.

Si el medio utilizado para la


comisión del delito fuera la radio,
la televisión, los periódicos,
revistas, etc., la infraccion
dnigrante.

Si la ofensa se efectuara por


medio de un documento público, el
delito se consumará en el lugar
donde éste se extiende. Documento
público son las escrituras
públicas, los documentos extendidos
por notarios conforme a las leyes;
igualmente pueden ser extendidos o
autorizados por funcionarios y
empleados públicos en el ejercicio
de sus funciones mayor de dos años
y con treinta a ciento veinte días-
multa.

CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES

Constituyen circunstancias
agravantes ene l delito de
difamación en dos casos:

a) Si la difamación se refiere al
hecho previsto en el articulo
131, la pena será privativa de
libertad no menor de uno ni
mayor de dos años y con
noventa a ciento veinte días-
multa.

b) Si el delito se comete por medio


del libro, la prensa y otro medio
de comunicación social, la pena
será privativa de libertad no
menor de uno ni mayor de tres
años y de ciento veinte a
trescientos sesenticinco días-
multa.

Es arbitrio del juez aplicar


las penas en forma paralela o
alternativamente.

CONCEPTO JURIDICO DEL HONOR

Lo que cabe ahora es llevar este


primer análisis al aspecto
conceptual -que es lo que interesa
de manera más directa a la
dogmática en lo que para ésta
signifique estrictamente el honor
noción social y jurídica. Se echa
de ver que en lo práctico el honor
responde a una opinión a través de
cierta conducta ajustada a los
cánones morales y legales; esta
opinión es la propia de uno, como
fundamentalmente se vino a ver en
el parágrafo anterior, y en la
aquiescencia de los otros respecto
de ella.

Es común en la literatura acentuar


uno u otro de los aspectos de la
dualidad para dilucidar los
problemas de aplicación legal. Y
es, por tanto, de acuerdo a tal
criterio unilateral, que se habla
de enfoque subjetivo u objetivo del
honor, queriendo dar a entender que
éste puede vincularse
preferentemente al sentimiento
interno o personal, o al consenso
social y exterior con que el honor
se da como valor objetivo; es
intuitivo, empero, que la
protección legal viene a brindarse
en ambas formas del concepto,
porque la lesión moral del
vituperio y la imputación producen
tanto un dolor moral en el primer
aspecto, cuanto un menoscabo o
disminución en el segundo.

De todas maneras, las consecuencias


prácticas de la distinción se hacen
sentir en la estructura de la ley,
porque si lo preferentemente tenido
en cuenta son los sentimientos de
delicadeza persona, los delitos
contra el honor tendrá una
característica más ajustada a esta
ofensa íntima, lo que involucra el
prescindir de la publicidad o
trascendencia a terceros del acto
en sí, cuya sola comunicación al
sujeto pasivo, se constituye en
daño, mientras que la ley más
propicia al aspecto exterior del
honor, pone su protección al
servicio, más bien, de lo que en
aquél deviene nombre, fama,
apreciación exterior de la honradez
moral, exigiendo, por esto, recargo
en los elementos objetivos y
normativos de las respectivas
figuras.

Carrara, desde sus preferentes


hipótesis metodológicas de tipo
escolástico, entiende que la
definición acaba del bien jurídico
que para la ley debe de representar
el honor, alcanza varias
expresiones, que principalmente
convergen desde tres coordenadas
concretas; como estimación propia,
como buena opinión y como ventajas
materiales, procuradas, estas
últimas, desde la segunda forma.
Carrara, en una construcción amplia
y casuística -como muchas de las
suyas-, quiso eliminar en la
dogmática el conjunto de
dificultades que brotaban de
concepciones parciales de la
cuestión; pero él se muestra en
favor del concepto ampliamente
subjetivo del instituto que
comienza por ser tutelado en cuanto
derecho a la propia dignidad, hasta
llegar, por vía de agravantes
objetivas, al detrimento
patrimonial.

De todas maneras, esta dualidad


conceptual, que se puso en tela de
juicio, al decir de Rocco, ha hecho
fortuna, no sólo en la doctrina más
autorizada, sino que en la propia
norma jurídica positiva ha
inspirado tratamiento diverso en
cuanto a la injuria y a la
difamación.

Por lo muy general, en la


legislación comparada, la ley ha
querido brindar protección y tutela
a las diversas manifestaciones
morales con que el honor se
proyecta sobre la vida de los
hombres. Va sin decirlo que dicha
salvaguardia jurídica se debe en
cierto modo y en puridad de
principios a un ajuste respecto de
su contrapartida que constituye el
interés público, en cuanto que este
último reclama la individualización
y el castigo de quienes sean
verdaderamente susceptibles de
censura o acusación. Y sobre esta
necesidad de orden público se
asienta el instituto de la exceptio
veritatis, que excepciona al delito
y lo transforma en verdad pública.

Dentro de las líneas doctrinales


comunes, y a los efectos de otorgar
elasticidad a la ley, se ha llegado
a graduar, en tipos excluyentes
entre sí, diversas fórmulas de
intensidad en los delitos contra el
honor, utilizando una terminología
de distinción dentro de la cual se
distribuyen: la injuria como
atribución de algo a alguno, la
difamación como propalación de la
primera y el ultraje o injuria
genérica; y la calumnia (así en el
Proyecto de 1917 y en Rivarola).
Esto, por cierto, que no ha
trascendido a nuestro ordenamiento
positivo, en tanto que él involucra
todos los primeros supuestos en la
mención general de injuria, dejando
para la calumnia el aspecto
especial de la imputación de
delitos.

Para no pocos autores del pasado y


aun del presente, existen dos
conceptos del honor; subjetivo y
objetivo. Subjetivamente significa:
a) la representación o concepto que
una persona tiene de su propio
valer o valor (conciencia del
honor); y b) la voluntad para la
conservación o mantenimiento de
dicho valer o valor (sentimiento
del honor.

En sentido objetivo; el honor puede


ser considerado: : a) como el valor
que una persona tiene (honor
interno); y b) como el concepto de
los demás tienen sobre el valor o
valer de una persona (honor
externo, fama, consideración).

Conforme a esta distinción, no


faltan opiniones que se inclinan a
considerar que la injuria es un
delito contra le honor subjetivo,
mientras que la difamación y la
calumnia lo son contra el objetivo.
Aunque aparentemente satisfactoria,
esta división difícilmente puede
ser mantenida.

Al igual que acontece con todo bien


jurídico penalmente protegido, no
todos los aspectos del honor son
tenidos en cuenta por el Código
Penal. Lo que éste protege es una
determinada extensión del concepto
del honor contra ciertos ataques y
no contra todo ataque. Esa
extensión del honor penalmente
protegida es cada vez más de índole
objetiva, más y más el resultado de
una convivencia social regida por
un sistema de valores, a su vez,
resultado de una complejidad de
apreciaciones. Estas no son más que
expresión de la interacción de una
serie de factores de muy diversa
naturaleza que afectan tanto al
individuo como a la sociedad y en
los que, a su vez, ésta y aquél
juegan un papel que no es siempre
fácil deslindar. Así, por ejemplo,
el factor económico influye en el
individuo y en la sociedad, pero su
actuación puede ser modificada por
la acción respectiva de ambos.

Cuando la sociedad se hallaba más o


menos claramente deslindada en
clases sociales: nobleza, clero,
burguesía, pueblo, etc., cada grupo
social, aunque participando en la
formación del sistema general de
valores, tenía a su vez dentro de
si propio, un diferente concepto
respecto a un mismo valor. Así,
con respecto al honor, aunque éste
era patrimonio de todos, la nobleza
no sólo tenía un concepto propio un
tanto distinto del honor en
general, sino también con respecto
al honor sentido y mantenido por
los otros grupos sociales. Esta
diversidad explica cómo el concepto
de honor de un grupo se hallaba más
bien representado por la conciencia
y sentimiento del honor de dicho
grupo, como una clase que, por el
valer atribuído al grupo mismo.
También , como defendido
celosamente ese honor de grupo, y
miembro del mismo podía cometer
ataques contra el honor de un
miembro de otro grupo inferior sin
ser por ello siempre considerado
como reo de una injuria. El
ofendido, sin embargo, era respecto
a su propio grupo, injuriado.

A medida que la sociedad se


transforma, estos conceptos
grupales del honor de índole
subjetiva tienden a desvanecerse y
en ciertos países a desaparecer
completamente. Hoy día, en no
pocos países, el ofender el decoro
de una mujer se halla igualmente
penado, cualquier que sea su
condición social. Por otra parte,
difícilmente se consideraría hoy
como injuria el no observar ciertas
reglas de precedencia o el no usar
el debido tratamiento o título al
dirigirse a determinadas personas.
Poco a poco, el individuo ha ido
perdiendo la protección penal de un
sentimiento subjetivo del honor
referido a su grupo o a sí mismo.
Por otra parte ha ido adquiriendo
un sentido valorativo del honor de
índole social. Tal evolución, no
significa que un sentimiento y
conciencia individual del honor
hayan desaparecido, sino solamente
que el honor penalmente protegido
es más el derivado de un concepto
social: apreciaciones y
valoraciones de terceros que auto-
apreciacionees o valoraciones del
individuo mismo.

Una tal evolución es visible en los


códigos penales y ello pese a que
en no pocos de éstos, subsisten aún
conceptos subjetivos del honor como
reflejo de una clase social. Esa
objetivación del honor a efectos
penales es todavía más visible en
los paises anglosajones, donde la
injuria ha sido relegada al campo
civil en no pocos casos o su
importancia penal considerablemente
reducida cuan comparada con la
difamación.

Esa necesidad de tener en cuenta lo


que por unos se llama honor externo
u honor en sentido objetivo y que
nosotros preferimos considerar como
concepto penal del honor, es
también visible en otros códigos
penales.
DIFAMACION O INJURIA ENCUBIERTA O
EQUIVOCA

El artículo 136 del Código Penal


prevé esta figura en los siguientes
términos:

“El acusado de difamación o injuria


encubierta o equívoca que rehusa
dar en juicio explicaciones
satisfactorias, será considerado
como agente de difamación o injuria
manifiesta”.

TIPO OBJETIVO

Sobre la difamación o injuria


encuebierta legislativamente se han
perfilado tres posiciones: no se
dispone nada sobre ellas y, en
consecuencia, la penalidad de éstas
sería asimilada al rubro de las
ofensas manifiestas; se les
contempla legislativamente
eximiéndolas de pena en el caso que
su autor dé explicaciones
satisfactorias respecto a su
proceder, puesto que de lo
contrario serían consideradas como
ofensas manifiestas; regularla
legislativamente de modo que si el
agente brinda una explicación
satisfactoria se le exima de penal.

Se sostiene que para que pueda


hablarse de que el querellado
rehusa dar explicaciones, debe de
habérsele solicitado previamente.
Dichas explicaciones deben ir
dirigidas al juez y no al
querellante.

No obstante las dispares


posiciones, es preciso indicar que
la justificación de la existencia
de tales tipos penales en nuestra
legislación obedece a dos razones:
reviste un efecto práctico en la
administración de justicia al
permitir soluciones conciliatorias
cuando el acusado decida dar una
satisfactoria explicación de su
conducta que al ser aceptada lo
eximirá de pena.

De otro lado, “el sometimiento de


esta conducta a una menor escala
penal obedece a la menor
difundibilidad del daño por la
falta de claridad de la ofensa.”
(14)

Difamación o injuria equívoca son


aquellas ofensas vertidas en un
lenguaje alegórico, de doble
sentido que permite la duda sobre
su carácter ofensivo o inocente.

14
NUÑEZ, Ricardo. Derecho Penal Argentino. Pág.148.
A diferencia de la ofensa equívoca,
la encubierta es la actitud
maliciosa mediante la cual se
oculta la ofensa; esto sucede con
expresiones inocentes, pero que
revisten ofensividad por las
circunstancias.

La ley permite y hace propicia la


ocasión para que el autor aclare el
sentido real de las expresiones
vertidas. El esclarecimiento está
destinado a establecer que las
palabras proferidas carecen de
propósito ofensivo.

Si a juicio de la presunta víctima


hay ofensa, ésta de aucerdo con el
texto legal, puede pedir las
explicaciones debidas con relación
a las expresiones indirectas. Las
explicaciones deben ser
satisfactorias. ESto sucede cuando
se demuestra que no hay ofensa. Si
el querellante está satisfecho, el
delito se descarta.

Ahora bien, si el autor rehusare


dar explicaciones sobre su acción
conceptuada como ofensiva,
evidentemente se comprende que la
ratifica, en consecuencia, es
responsable de difamación e
injuria.

Respecto a la oportunidad de las


explicaciones, es justo que deban
darse hasta el comparendo de
conciliarión. Pues, como afirma
Soler, “sería contradictorio que en
cualquier estado de juicio, el
imputado, después de no haber dado
explicaciones ni de haberse
retractado, fuese autorizado a
liberarse plenamente por medio de
una explicación que transformaría
todo el trámite anterior a una
farsa.” (15)
15
SOLER, Sebastián. Derecho Penal Argentino. Tomo III. Pág. 259.
Todo aquello expresado en forma no
categórica, no terminantemente
afirmativa, con rodeos o disfraces,
pueden sin embargo, interpretarse
como manifestación bastante de la
voluntad de dañar el honor, la
dignidad o el decoro de una
persona. Si ésta, sintiéndose
aludida, exige una explicación, y
le es negada, aquella voluntad se
confirma. En verdad, no se
comprende por qué motivo haya de
atenuarse, en tal caso, la sanción
como la atenúa nuestro código.

Pero, si la explicación es dada,


espontáneamente o a requerimiento
del querellante, el delito no puede
juzgarse cometido. Las
explicaciones, naturalmente, han de
ser satisfactorias, y que así sean
exige la ley. Huelga decir, que no
es el presunto ofendido el árbitro
del carácter de las satisfacciones
que se dieran, y que, por tanto, no
le corresponde a él su admisión o
rechazo. El juez es elúnico que
puede pronunciarse al respecto, de
la propia manera que es el único
facultado para decidir si existe o
no una calumnia o una injuria
manifiesta.

Si bien no se dice en qué


oportunidad del proceso hayan de
darse las explicaciones; y toda vez
que, al estatuir sobre la
retractación, no la admite sino
cuando es ofrecida antes de
contestar la querella o en el acto
de hacerlo, podría sostenerse, sin
lugar a réplica, que las
satisfacciones pueden ofrecerse en
cualquier estado del proceso. De
otra manera, se habría señalado, en
la ley, la oportunidad para
hacerlo. Exponer semejante
solución -que es perfectamente
lógica- tanto importa como señalar
su inconveniencia.
En la doctrina se considera que la
ley ha ofrecido un medio para
terminar la cuestión y transigir la
inminente diferencia: el de una
explicación satisfactoria. Si el
presunto ofensor no quiso de hecho
injuriar, o no quiso injuriar a la
persna que se cree agraviada, no
puede tener inconveniente en dar la
explicación de que hablamos; esto
en nada le compromete ni le
deshonra. Si, por el contrario, no
la quisiere dar, de presumir es, la
ley lo admite como averiguado, que
quiso en efecto difamar, injuriar a
la persona que se querella.

En el presente delito se aprecia


que es difícil definir su concepto
en una formula dotada de la
idoneidad suficiente para
precisarla. Solo en concreto es
posible determinar el carácter
equívoco de una imputación de
delito acusable por el Misterio
Público. Cuando el que la formula
ofrece las explicaciones
satisfactorias de que habla el
texto legal, la querella termina,
pues tales explicaciones, haciendo
desaparecer el equívoco, demuestran
que no medió delito.

El hecho de rehusar dar las


explicaciones satisfactorias -dice-
no produce el efecto de alterar la
forma de la acción, no cambia la
estructura especial del delito que
estamos estudiando. La negación
afecta a la intención del agente, a
la fuerza moral del hecho. Si las
explicaciones se dan, falto de
elemento moral del hecho. Si las
explicaciones se dan, falto de
elemento moral, el delito deja de
existir; pero si las explicaciones
se niegan, se completa por la
concurrencia de los dos necesarios
elementos: el externo, que lo
constituyen las palabras equívocas,
y el inerno, la intención de
ofender con ellas. Ahora bien:
existiendo en uno y en otro caso,
en el de las injurias o calumnia
manifiestas, y en el de las
equívocas, cuando se rehusan las
explicaciones satisfactorias, un
mismo dolo, no existe sin embargo,
una misma fuerza física; y aquí que
la difamación o injuria encubierta
trae aparejada, como consecuencia
lógica una disminución de la
penalidad para sus autores, en
relación con la que corresponde a
los reos de injuria o calumnia
manifiesta. En aquella clase de
difamaciones es, además, menor el
daño mediato que en estas otras,
porque la intención de deshonrar y
desacreditar no produce tan penosa
impresión ni alarma en el público
como la que origina el espectáculo
repugnante de una desnuda, soez y
procaz expresión ultrajante.
En suma, las ofensas encubiertas o
equívocas no explicadas hasta el
comparendo de conciliación, será
apreciadas como delictivas.

LA EXCEPTIO VERITATIS

La conducta delictuosa casi siempre


se lleva a cabo en ámbito privado,
en tanto no sea descubierto o
denunciado el hecho delictuoso la
privacidad de la persona lo
envuelve y el Derecho la protege.
La presunción de inocencia como
garantía constitucional lo
cohonesta. No interesa que haya
asistido buena fe para imputar el
hecho ilícito, pues nadie tiene
amplias facultades para hacer de
conocimiento público hechos que
lesionan el honor y la intimidad,
salvo que la persona denunciante se
encuentre bajo juramento. Claro
está que cuando las investigaciones
sobre el hecho atribuido se
encuentren en las instancias
judiciales la protección jurídica
del ámbito privado queda atrás.

No se discute que el delito objeto


del Derecho Penal posea una
naturaleza de orden público y como
bien escribe -Edgar Saavedra-, “y
si bien en principio admitimos la
fuerza lógica de la argumentación,
debemos recordar que todos los
ciudadanos son inocentes hasta
tanto no se les demuestra lo
contrario y que por tanto a nadie
le está permitido hacer
imputaciones sobre hechos
delictivos, si no es bajo la
gravedad de juramento y siempre que
se tenga la íntima convicción de
que lo que se afirma es cierto, so
pena de incurrir en el delito de
falsas imputaciones consagrado en
los artículos 130 y siguientes del
Código Penal. (16)

Admitir jurídicamente los


beneficios que la “exceptio
veritatis” le reporta al autor del
delito, significa permitir
colisionar con la obligación de no
ofender la integridad ético social
y la propia intimidad; contrariarlo
es cometer un delito
independientemente de la certeza de
la imputación.

Ahora bien, la exceptio veritatis o


prueba de la verdad que nos trae el
artículo 134 del Código Penal es
una reiteración de lo que contenía
en este aspecto del Código
abrogado, de modo que consideramos
a esta figura realmente injnsta,
pues acentúa la desigualdad,

16
SAAVEDRA ROJAS, Edgar. Estudios Penales, en
homenaje al Dr. Luis Carlos Perez. Pág. 245.
vulnera los derechos humanos, sobre
todo, se trata de una institución
inconstitucional, ya que contradice
lo preceptuado en el artículon 2
inc. 5 de la Constitución Política,
asimismo el artículo 12 de la
Declaración de los Derechos Humanos
y del artículo 11 inc. 2 de la
Convención Americana de los
Derechos Humanos.

Hubiera sido preferible que el


legislador solamente se hubiera
dedicado a conservar y ampliar el
espíritu del artículo 135 del
Código Penal . Nuestra tesis,
entonces, es que no debe damitirse
en ningún caso la prueba, la
demostración judicial a la cual se
le faculta al ofensor por el
artículo 134 carece de efectos
jurídicos que le favorezcan, la
situación de que exista verdad en
la imputación ofensiva no le releva
de responsabilidad penal al
agraviante.

La defensa del acusado, o sea la


denominda exceptio veritatis, “no
tiene efecto alguno si se trata de
los atentados contra la vida
privada.” (17)

Es el derecho de probar la verdad,


un tanto limitada en este delito.
El titular de este delito no tiene
el derecho de probar, en su
disculpa, la verdad ni siquiera la
notoriedad de los hechos o de la
cualidad o conducta atribuída a la
persona ofendida. Empero, la ley
autoriza la comprobación de lo
alegado (artículo 134) en los
siguientes casos:

1. Cuando la persona ofendida es un


funcionario público y los
17
NOVOA MONREAL, Eduardo. Derecho a la vida
privada y libertad de información: Un conflicto
de intereses. Pág. 63.
hechos, cualidades o conductas
que se le hubieran atribuído,
se refieren al ejercicio de
sus funciones.

2. Cuando por los hechos imputados


está aún abierto un proceso
penal contra la persona
ofendida.

3. Cuando es evidente que el autor


del delito ha actuado en
interés de la causa pública o
en defensa propia.

4. Cuando el querellante pide


formalmente que el proceso se
siga hasta establecer la verdad o
la falsedad de los hechos o de la
cualidad o conducta que se le
haya atribuído.

Si la verdad de los hechos,


cualidad o conducta resulta
probada, el autor de la imputación
estará exento de pena.

**************
LEGISLACION COMPARADA

CODIGO PENAL DE BRASIL

Conforme al Código penal Brasileño,


en su artículo 139, la difamación
consiste en imputar a alguien un
hecho ofensivo a su reputación. La
pena es detención de tres meses a
un año y multa de quinientos mil
reis a tres contos de reis.

CODIGO PENAL DE HAITI

El Código Penal de Haití considera


en su artículo 313 como culpable de
difamación el que, sea en los
lugares o reuniones públicos, sea
en un acto auténtico y público, sea
en un escrito impreso o no, que
haya sido fijado, vendido o
distribuido, haya imputado a un
individuo cualquiera hechos que
atenten a su honor y a su
consideración.
CODIGO PENAL DE MEXICO

En el Código Penal mexicano,


artículo 350 de difamación consiste
en comunicar dolosamente a una o
más personas, la imputación que se
hace en los casos previstos por la
ley, de un hecho cierto o falto,
determinado o indeterminado que
pueda causarle deshonra,
descrédito, perjuicio o exponerle
al desprecio de alguien.

CODIGO PENAL DE URUGUAY

El artículo 333 del Código Penal de


Uruguay dice: El que ane varias
personas reunidas o separadas, pero
de tal manera que pueda difundirse
la versión, le atribuyere a una
persona un hecho determinado, que
si fuera cierto, pudiera dar lugar
contra ella a un procedimiento
penal o disciplinario, o exponerla
al odio o al desprecio público,
será castigado con pena de cuatro
meses de prisión a tres años de
penitenciaría o multa de 400 pesos
a 4.000.

CODIGO PENAL DE VENEZUELA

En Venezuela, el artículo 444 de su


Código Penal establece: El que
comunicándose con varias personas
reunidas o separadas, hubiere
imputado a algún individuo un hecho
determinado capaz de exponerlo al
desprecio o al odio público, u
ofensivo a su honor o reputación,
será castigado con prisión de tres
a dieciocho meses. Si el delito se
cometiere en documento público o
con escritos, dibujos divulgados o
expuestos al público, o con otros
medios de publicidad, la pena será
de seis a treinta meses de prisión.
BIBLIOGRAFIA

1. CARRARA, Francesco. Programa de Derecho Criminal.


Parte Especial. Vol. III. Editorial Temis. Bogotá. 1959.

2. GARRIDO MONTT, Mario. Los Delitos Contra el Honor.


Editor Carlos E. GIBBS S.A. Santiago de Chile. 1963.

3. NUÑEZ, C. Ricardo. Derecho Penal Argentino. Editorial


Bibliográfica Omeba. Tomo IV. Buenos Aires. 1964.

4. NUÑEZ, Ricardo. Derecho Penal Argentino. Tomo I. Editorial

Tipográfica. Buenos Aires. 1959.

5. SOLER, Sebastián. Derecho Penal Argentino. Tomo III. De.


Tipográfica Argentina. Buenos Aires. 1976.

6. SOMAMARUGA, Alberto. Apuntes de Derecho Penal. Editorial

UNMS. Lima. 1957.


Con afecto para nuestros
padres por su dedicación en nuestra
formación profesional.
Los abogados no se hacen
con el titulo profesional, ni con la
lucidez del ingenio, sino con la
rectitud de la conciencia.

RAFAEL BIELSA
INTRODUCCION

El presente trabajo esta referido a la


difamación o injuria encubierta o equivoca donde se aprecian los
aspectos más importantes de este delito que esta consagrado en el
artículo 176 de nuestro Código Penal.

Nuestro ordenamiento penal señala que todo


acusado de difamación o injuria encubierta o equivoca que rehusa dar
en juicio explicaciones satisfactorias será considerado como agente de
difamación o injuria manifiesta.

En la doctrina se señala que para que pueda


hablarse de que el querellado rehusa dar explicaciones, debe de haberse
solicitado con anterioridad. Se entiende que dichas explicaciones deben
ir dirigidas al Juez y no al querellante.

En la ofensa en cubierta existe una actitud


maliciosa a través de la cual se oculta la ofensa, y que puede darse a
través de términos inocentes, pero que en el fondo revisten ofensa.

En la doctrina se señala que la ley debe


permitir y propiciar la acción para que el sujeto activo, es decir el autor
aclare el sentido real de los términos vertidos. El esclarecimiento tiene
el propósito de establecer que las expresiones dichas no tienen una
finalidad de ofender.
CONCLUSIONES

PRIMERA: Nuestro Código Penal establece en el artículo 136 que


el acusado de difamación o injuria en cubierta o
equívoca que rehusa a dar en juicio explicaciones
satisfactorias, será considerado como agente de
difamación o injuria manifiesta.

SEGUNDA: El sujeto activo es cualquier persona física. Mientras


que el sujeto pasivo puede ser cualquier persona.

TERCERA: La doctrina establece que para que pueda hablarse de


que el querellado se niega a dar explicaciones, debe de
habérsele solicitado con anterioridad. Dichas
explicaciones deben ir dirigidas al juez y no al
querellante.

CUARTA: La difamación o injuria equívoca consiste en ofensas


vertidas en un lenguaje alegórico, que tiene doble
sentido que posibilita la duda sobre la ofensa o la
inocencia.

QUINTA: La ofensa encubierta es la actitud que se efectúa con


malicia a través de la cual se oculta la ofensa. Esto
sucede por lo general con términos inocentes, que sin
embargo revisten ofensas por las circunstancias.

SEXTA: La legislación posibilita y hace propicia la ocasión


para que el autor aclare el sentido de las expresiones
vertidas. Dicho esclarecimiento tiene por finalidad
establecer que términos expresados carecen de
propósito de ofensa.

SEPTIMA: En caso que el autor se niegue a dar explicaciones


sobre su acción señalada como ofensiva, se deduce y
se comprende que la ratifica, por lo tanto es
responsable entonces del delito.

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