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Historia

DE UN ASTEROIDE
C
Texto y foto: Yoe Suárez uando triunfa la Revolución me convertí en
el primer maestro voluntario que fue a la
Sierra a enseñar. Luego paso a administrar
El cineasta Enrique Pineda el ingenio de la familia Lobo, de cuya hija menor
yo era amigo en la infancia (me ablandaron por
Barnet, Premio Coral ahí y me fastidiaron la vida en verdad), cuenta
Enrique Pineda Barnet (EPB) con cierto cansancio
honorífico en el 38 Festival en los ojos.
La vorágine creadora, el romanticismo
Internacional del Nuevo Cine esperanzador y el éxodo de personal calificado
se unieron para transformar a aquel publicista pe-
Latinoamericano, rememora queño burgués, ex-playboy del Instituto de La Ví-
bora, en un verdadero salvaje, de barba pluvial,
su participación en la llegada revólver y todo.
—Como premio a mi buena gestión me pasan
al Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX)
a Cuba de El Principito, de en 1961 —rememora con desgano.
El Canciller Raúl Roa lo recibe con los brazos
Antoine de Saint-Exupery, abiertos, encantado con el muchachito que había
Por Yosvel
ganado el Premio Hernández
Hernández Catá deAlén
literatura.
en 1962… —Tenía referencias del intelectualito que le aca-
baban de regalar.
El MINREX lo designa Encargado de Negocios
del gobierno revolucionario en Uruguay. "Ya para
aquel entonces parece que ese país quería rom-
per con Cuba, y había declarado persona non grata
a Mario García Incháustegui, importante diplomá-
tico, embajador allá en ese momento".
Uruguay, Ecuador, Chile, Bolivia, México y Ar-
gentina se oponían con distinta intensidad a san-
cionar a la Revolución, defendiendo la
autodeterminación.
El grupo negociador de Buenos Aires temía
que aquella expulsión radicalizara la izquierda en
la región y, lo que era menos previsible pero peor,
la de la derecha. En apenas un quinquenio las pie-
zas de ese mosaico estaban en su sitio: Crisis Nu-
02 clear, aumento de focos guerrilleros, golpes de
Estado, Operación Cóndor, ad infinitum.
EL CAIMÁN BARBUDO—noviembre-diciembre—2016

Por otra parte, capitaneados por Washington,


trece gobiernos del área aprobaban que se casti-
gara a La Habana. En cambio, Brasil manifestaba
su disposición a la convivencia: que Estados Uni-
dos coexistiera con Cuba como Finlandia con la
URSS.
Un cronista de la Agencia EFE escribía a inicios
del 62: "La Organización de Estados
Americanos(OEA), que hasta hace poco se enor-
gullecía de que todas sus decisiones habían sido
tomadas siempre por unanimidad, ha tenido di-
ferencias en relación con la cuestión cubana".
En ese caldo espeso se convoca y celebra la
octava Reunión de ministros de Relaciones Exte-
riores, que tenía en la mira al recién declarado
régimen marxista-leninista.
—Montevideo me niega el agreement, el Che
se entera; y yo, que siempre creí que era un com-
pleto desconocido para los altos mandos, me sor-
prendo —cuenta Pineda Barnet, socarrón—.
Ignoraba si ellos me ignoraban, todavía lo ignoro y
quiero ignorarlo.
—Así que no te dejaron entrar… pues ahora tú
vas a ir conmigo a Uruguay —le dijo el inistro de
hacienda, y lo nombró uno de los secretarios de
la delegación. Con esos arranques típicos de la
época, la Revolución decidía que Enrique, de to-
das todas, iría a Punta del Este.

***
A LA HABANA

03
A LA HABANA
Luego del 59 la condición de asediada, puso —Bueno, para mí eso no era una disculpa, era Al llegar al MINREX encuentra a la señora que
en boca de esta isla una retórica espartana. Así, simplemente un mandado, y yo salí a cumplirlo lo le había hecho el encargo. Saca uno del maletín y
aunque se fuera a comprar tomates, usted no mejor que pude— subraya Pineda Barnet, 54 años toma un taxi a la casa. Muchos días después, lue-
estaba en un simple viaje de negocios, sino en después. go de actualizar a amigos y familia sobre el show
una misión. —Y por curiosidad, ¿qué le compró a Aleida? montevideano, el libro lo llama.
Lo que EPB no sabía era que iría al Sur a —Una cartera de piel, creo que de cocodrilo. Lo busca y lo hojea, tropieza con frases dis-
misionar doblemente: una por la diplomacia, y persas: "La autoridad se apoya antes que nada en
otra por la cultura. *** la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al
—Antes de salir se me acercó una señora que mar, el pueblo hará la revolución"; "Para los vani-
representaba una entidad parecida a lo que es "El actual gobierno de Cuba que oficialmente dosos todos los demás hombres son admirado-
hoy el Instituto Cubano del Libro. Era una de esas se ha identificado como un gobierno marxista- res"; "Ése es el drama, que la consigna no ha
damas demasiado cercanas al trono, sin definirse leninista, es incompatible con los propósitos y prin- cambiado. El planeta gira cada vez más deprisa
muy bien las funciones que tiene. “Como usted es cipios del sistema interamericano. Esta de año en año y la consigna sigue siendo la
un intelectual, el Comandante en Jefe quiere en- incompatibilidad excluye al actual gobierno de misma"…Y entonces, la dedicatoria para el Coman-
comendarle esto”, ahí me explicó, y yo me quedé Cuba de su participación en el sistema dante en Jefe en la página primera…
lelo.Cuando voy para el aeropuerto, el Che me interamericano. El consejo de la OEA y los otros ¡Fue un error! Cae en la cuenta y sonríe: Fidel
dice: “Vaya a afeitarse, que aquí el único que va órganos y organismos del sistema interamericano seguramente ha leído Pineda Barnet o Enrique
con barba soy yo” —recuerda EPB frunciendo el adoptarán sin demoras las providencias para cum- donde esperaba su nombre.
entrecejo donde no le cabe una arruga más. plir esta resolución". —Aún lo tengo —afirma sonriente señalando a
Un copioso pelambre como el de Camilo Contrario a lo que el 22 de enero del 62 podía un cuarto lleno de estantes que ha estado eva-
Cienfuegos enmarcaba su rostro.Después de aque- significar, con sus duras palabras hacia la Revolu- cuando durante semanas—, pero debo buscarlo.
llo nunca más lo dejó crecer. El colmo de la calma ción, el avión, alegre por el retorno, se llenaba de Antes de llegar él con esos ejemplares a La
fue cuando le pidió la pistola que portaba. cánticos políticos de la época. Los delegados sen- Habana, no se había impreso El Principito. Poco
—Llego a Uruguay y me presentan a un joven tían que la batalla no se perdía, que la OEA no tiempo después, las muchas ediciones cubanas
encantador que dirigía la revista que el Partido expulsaba a Cuba, sino que la Isla se distanciaba tendríanlos mismos dibujos que aquella de Mon-
Comunista Uruguayo dedicaba a los niños: El hacia otro futuro...incierto. tevideo.
Churrinche. Se llamaba Rubén Acassuso, y apro- Acomodado en su asiento, Enrique pasa una a Y así el pequeño príncipe aterrizó en la isla
vechando su condición comienzo las averiguacio- una las páginas de El Principito. Lo bebe mientras que cada día más se iba haciendo asteroide.
nes para mi encomienda. surca las nubes de Suramérica. Y queda fascina-
—¿Usted conoce El Principito, de Antoine de do. Se pregunta cómo él, que tanto se las daba
Saint-Exupery? de culto y afrancesado, desconocía tal maravilla.
—Claro —contesta el porteño. Inclina su ego; se siente más humilde.
—Yo tengo un encargo, de parte de Fidel Cas-
tro, de llevar ese libro conmigo para Cuba.
Al día siguiente se aparece con dos ejempla-
res. Misma portada, misma edición; uno dedica-
do para Fidel y otro para EPB. Los guarda y no
los saca hasta que va de vuelta a La Habana.
Se apresura a volver al hotel en que está
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EL CAIMÁN BARBUDO—septiembre-octubre—2016
acuartelada la delegación. La caldera está a todo
vapor.
—Recuerdo que destruimos muchos papeles —
dice—. Primero se queman y luego se meten bajo
el agua y entre la ceniza se mueren las palabras.
—¿Qué destruían?
—Ni yo sé de qué eran. A veces mejor ni saber.
Ya se comentaba que en la reunión de la OEA
los iban a expulsar.
—Llevaba dos días sin dormir en estos meneste-
res. Salí al pasillo que nos pertenecía y vi un cuarto
abierto, una cama vacía. No tenía nada inmediato
para hacer antes del almuerzo así que me tiré un
rato. Y cuando estoy en el primer sueño, siento
que me dan unos buenos manotazos en la planta
del pie: “¿¡Estas son horas de dormir, compañe-
ro!?”.
Era el Che.
—Me sentí terriblemente mal: humillado, repren-
dido, castigado. Bajé al almuerzo con el moco
caído. Se lo cometo a una amiga y me dice que
no me ocupe, que eso ya se le olvidó.
Cuando termina de comer, EPB nota que el
Che se le acerca:
—Como usted es el intelectual del grupo,
quiero que me compre un souvenir para mi es-
posa— y extendió sus diez pesos, los mismos que
habían dado a cada integrante de la delegación
para todo el viaje.
Enseguida vino la amiga:
—¿Viste?, fue para pasarte la mano, para pe-
dirte disculpas…

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