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Pensar “teóricamente” la práctica de la enseñanza de la

Historia.

A los efectos de este artículo pues, historia en el contexto de la expresión práctica de la


enseñanza de la historia remite a la versión que el profesor da a otros de su saber, un saber
proveniente en su mayoría de su lectura de los libros de historia, pero también de la escucha
de profesores o historiadores. No coincide necesariamente con todo lo que ha leído o
escuchado, alguna parte de lo cual con seguridad ha olvidado, y tampoco coincide en el
volumen informativo o en la jerarquización de eventos mencionados en la clase o en los
materiales usados a los efectos. (Zavala (2015) Pág.177)

Lo que se expresa en este párrafo, es que los docentes de historia muchas veces le brindan al

alumno la versión que ellos tienen de la historia, impidiéndoles en clase, poder conocer otros

autores o versiones distintas acerca del mismo tema.

Esto no siempre puede deberse a que el docente no quiera por voluntad propia expresar

distintas visiones que se plantean en torno a un mismo tema, sino que en muchas ocasiones,

esto se debe a que en el momento en el que comienza a dar la clase se olvida de plantear

lecturas, o visiones alternativas.

De hecho, no disponemos en el espacio público de teorías acerca de la práctica de investigar


acerca de cómo los profesores dan clases de historia (incluyendo lo que piensan acerca de
ello); de lo que sí disponemos es del fruto de esa actividad que no nos da acceso a las teorías
que guiaron el trabajo de investigación. (Zavala (2015) Pág. 178)

Los docentes cuando recién egresan no disponen del material necesario como para poder

saber o conocer otras modalidades distintas a las que el aplica en sus clases.

Lo que si pueden llegar a conocer (si es que el otro docente se los permite) es el material que

ellos utilizan en sus clases, así como las libretas y distintas planificaciones.
Esto lo podría relacionar con lo que se conocen como “Docentes Noveles” que son quienes

recién egresan, cuando entran a un centro educativo nuevo se encuentran solos, pudiéndose

apoyar en otros docentes, con más experiencia y años de trabajo, que le brindaran la ayuda

necesaria para poder desarrollar de forma adecuada su labor.

Queda entonces claro que se trata de una práctica (la de la investigación) que toma como
objeto de estudio a otra práctica (la de la enseñanza de la historia), teniendo por resultado (un
artículo, un libro, una ponencia, es decir, un texto) que teoriza su objeto en diversos modos,
llegando en algunos casos a asumir que teoriza también la teoría práctica que ha guiado la
práctica de la enseñanza (que es su objeto principal de estudio). (Zavala (2015) Pág. 180)

Cuando se investiga, observa una clase de historia, lo que se está analizando es la práctica de

la historia, acerca de la cual se teorizara, obteniendo como resultado un texto. No es posible

que después de realizar dicha investigación, el investigador, que puede ser tanto el mismo

docente como otro docente que vaya a observar la clase, no realice un artículo, libro, un texto.

Este texto (producto de una observación hacia una clase, de un docente de historia “x”)

servirá de ayuda, no solo para los docentes que recién están ingresando a las distintas

instituciones, sino también para aquellos que trabajan hace muchísimos años en el mismo

lugar y quieren conocer, aplicar, cambiar hacia otras formas – métodos de enseñanza.

Estas investigaciones también pueden ayudar a los docentes a tomar conciencia de las “malas

prácticas” o modalidades que se implementan en el aula, como por ejemplo, reducir a el

alumno a un número o trabajar con aquellos alumnos que “siguen” su clase.

Más bien estoy pensando en las maneras en que el discurso de la clase (incluyendo las partes
expositivas, los dispositivos auxiliares como pizarrón, fichas de trabajo, propuestas de
ejercitación, etc.) reconfigura necesariamente el discurso la historiografía de base en el
recorte de la información, en la configuración conceptual y en los entrelazamientos causales.
(Zavala (2015) Pág. 187)
El docente adecua el discurso brindado por la historiografía seleccionando la información, los

conceptos más relevantes, para ir construyendo un discurso que se adecue a la dinámica de

sus grupos, la forma de ser de sus alumnos, y el nivel de conocimientos que estos posean.

Esta adecuación, se apoya en los “dispositivos auxiliares”, conocidos también como recursos

didácticos que le brindan a los docentes una “ayuda” para enseñar los distintos contenidos.

En resumen, lo que se plantea en el texto de Ana Zavala, es que los docentes de historia

disponen de muy poca, por no decir ninguna, información acerca de la teoría de la práctica.

Esto se convierte en un obstáculo debido a que no le permite al docente conocer otras

realidades distintas a la suya.

Debería apostarse hoy en día, a que cada docente teorice su misma práctica, escriba un

artículo acerca de su forma de enseñar, como se desenvuelve él en el aula, lo que le servirá a

otros colegas para cambiar o no sus distintas prácticas.

Los docentes (no solo de historia) deberían escribir, escribir y escribir acerca de sus distintas

experiencias, pero esto se hace difícil, debido a la falta de tiempo que se tiene, porque

muchas veces se pasan todo el día moviéndose de un centro educativo al otro y cuando llegan

a su casa tienen que planificar, realizar la corrección de actividades, escritos, pruebas que le

ha puesto a sus alumnos, por lo cual no tiene ningún tiempo libre para sentarse a escribir,

acerca de sus experiencias en las distintas aulas.

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