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se vuelve y mira al agua peligrosa,

tal mi ánimo, huyendo todavía,


Dante Alighieri se volvió por mirar de nuevo el sitio
que a los que viven traspasar no deja.
Divina Comedia
Repuesto un poco el cuerpo fatigado,
seguí el camino por la yerma loma,
siempre afirmando el pie de más abajo.

************ Y vi, casi al principio de la cuesta,


una onza ligera y muy veloz,
que de una piel con pintas se cubría;

y de delante no se me apartaba,
mas de tal modo me cortaba el paso,
INFIERNO que muchas veces quise dar la vuelta.

CANTO I Entonces comenzaba un nuevo día,


y el sol se alzaba al par que las estrellas
A mitad del camino de la vida, que junto a él el gran amor divino
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado. sus bellezas movió por vez primera;
así es que no auguraba nada malo
¡Cuán dura cosa es decir cuál era de aquella fiera de la piel manchada
esta salvaje selva, áspera y fuerte
que me vuelve el temor al pensamiento! la hora del día y la dulce estación;
mas no tal que terror no produjese
Es tan amarga casi cual la muerte; la imagen de un león que luego vi.
mas por tratar del bien que allí encontré,
de otras cosas diré que me ocurrieron. Me pareció que contra mí venía,
con la cabeza erguida y hambre fiera,
Yo no sé repetir cómo entré en ella y hasta temerle parecia el aire.
pues tan dormido me hallaba en el punto
que abandoné la senda verdadera. Y una loba que todo el apetito
parecía cargar en su flaqueza,
Mas cuando hube llegado al pie de un monte, que ha hecho vivir a muchos en desgracia.
allí donde aquel valle terminaba
que el corazón habíame aterrado, Tantos pesares ésta me produjo,
con el pavor que verla me causaba
hacia lo alto miré, y vi que su cima que perdí la esperanza de la cumbre.
ya vestían los rayos del planeta
que lleva recto por cualquier camino. Y como aquel que alegre se hace rico
y llega luego un tiempo en que se arruina,
Entonces se calmó aquel miedo un poco, y en todo pensamiento sufre y llora:
que en el lago del alma había entrado
la noche que pasé con tanta angustia. tal la bestia me hacía sin dar tregua,
pues, viniendo hacia mí muy lentamente,
Y como quien con aliento anhelante, me empujaba hacia allí donde el sol calla.
ya salido del piélago a la orilla, Mientras que yo bajaba por la cuesta,
se me mostró delante de los ojos
alguien que, en su silencio, creí mudo. Con muchos animales se amanceba,
y serán muchos más hasta que venga
Cuando vi a aquel en ese gran desierto el Lebrel que la hará morir con duelo.
«Apiádate de mi -yo le grité-,
seas quien seas, sombra a hombre vivo.» Éste no comerá tierra ni peltre,
sino virtud, amor, sabiduría,
Me dijo: «Hombre no soy, mas hombre fui, y su cuna estará entre Fieltro y Fieltro.
y a mis padres dio cuna Lombardía
pues Mantua fue la patria de los dos. Ha de salvar a aquella humilde Italia
por quien murió Camila, la doncella,
Nací sub julio César, aunque tarde, Turno, Euríalo y Niso con heridas.
y viví en Roma bajo el buen Augusto:
tiempos de falsos dioses mentirosos. Éste la arrojará de pueblo en pueblo,
hasta que dé con ella en el abismo,
Poeta fui, y canté de aquel justo del que la hizo salir el Envidioso.
hijo de Anquises que vino de Troya,
cuando Ilión la soberbia fue abrasada. Por lo que, por tu bien, pienso y decido
que vengas tras de mí, y seré tu guía,
¿Por qué retornas a tan grande pena, y he de llevarte por lugar eterno,
y no subes al monte deleitoso
que es principio y razón de toda dicha?» donde oirás el aullar desesperado,
verás, dolientes, las antiguas sombras,
« ¿Eres Virgilio, pues, y aquella fuente gritando todas la segunda muerte;
de quien mana tal río de elocuencia?
-respondí yo con frente avergonzada-. y podrás ver a aquellas que contenta
el fuego, pues confían en llegar
Oh luz y honor de todos los poetas, a bienaventuras cualquier día;
válgame el gran amor y el gran trabajo
que me han hecho estudiar tu gran volumen. y si ascender deseas junto a éstas,
más digna que la mía allí hay un alma:
Eres tú mi modelo y mi maestro; te dejaré con ella cuando marche;
el único eres tú de quien tomé
el bello estilo que me ha dado honra. que aquel Emperador que arriba reina,
puesto que yo a sus leyes fui rebelde,
Mira la bestia por la cual me he vuelto: no quiere que por mí a su reino subas.
sabio famoso, de ella ponme a salvo,
pues hace que me tiemblen pulso y venas.» En toda parte impera y allí rige;
allí está su ciudad y su alto trono.
«Es menester que sigas otra ruta iCuán feliz es quien él allí destina!»
-me repuso después que vio mi llanto-,
si quieres irte del lugar salvaje; Yo contesté: «Poeta, te requiero
por aquel Dios que tú no conociste,
pues esta bestia, que gritar te hace, para huir de éste o de otro mal más grande,
no deja a nadie andar por su camino,
mas tanto se lo impide que los mata; que me lleves allí donde me has dicho,
y pueda ver la puerta de San Pedro
y es su instinto tan cruel y tan malvado, y aquellos infelices de que me hablas.»
que nunca sacia su ansia codiciosa Entonces se echó a andar, y yo tras él.
y después de comer más hambre aún tiene.
CANTO II
Y cual quien ya no quiere lo que quiso
El día se marchaba, el aire oscuro cambiando el parecer por otro nuevo,
a los seres que habitan en la tierra y deja a un lado aquello que ha empezado,
quitaba sus fatigas; y yo sólo
así hice yo en aquella cuesta oscura:
me disponía a sostener la guerra, porque, al pensarlo, abandoné la empresa
contra el camino y contra el sufrimiento que tan aprisa había comenzado.
que sin errar evocará mi mente.
«Si he comprendido bien lo que me has dicho
¡Oh musas! ¡Oh alto ingenio, sostenedme! -respondió del magnánimo la sombra
¡Memoria que escribiste lo que vi, la cobardía te ha atacado el alma;
aquí se advertirá tu gran nobleza!
la cual estorba al hombre muchas veces,
Yo comencé: «Poeta que me guías, y de empresas honradas le desvía,
mira si mi virtud es suficiente cual reses que ven cosas en la sombra.
antes de comenzar tan ardua empresa.
A fin de que te libres de este miedo,
Tú nos contaste que el padre de Silvio, te diré por qué vine y qué entendí
sin estar aún corrupto, al inmortal desde el punto en que lástima te tuve.
reino llegó, y lo hizo en cuerpo y alma.
Me hallaba entre las almas suspendidas
Pero si el adversario del pecado y me llamó una dama santa y bella,
le hizo el favor, pensando el gran efecto de forma que a sus órdenes me puse.
que de aquello saldría, el qué y el cuál,
Brillaban sus pupilas más que estrellas;
no le parece indigno al hombre sabio; y a hablarme comenzó, clara y suave,
pues fue de la alma Roma y de su imperio angélica voz, en este modo:
escogido por padre en el Empíreo.
"Alma cortés de Mantua, de la cual
La cual y el cual, a decir la verdad, aún en el mundo dura la memoria,
como el lugar sagrado fue elegida, y ha de durar a lo largo del tiempo:
que habita el sucesor del mayor Pedro.
mi amigo, pero no de la ventura,
En el viaje por el cual le alabas tal obstáculo encuentra en su camino
escuchó cosas que fueron motivo por la montaña, que asustado vuelve:
de su triunfo y del manto de los papas.
y temo que se encuentre tan perdido
Alli fue luego el Vaso de Elección, que tarde me haya dispuesto al socorro,
para llevar conforto a aquella fe según lo que escuché de él en el cielo.
que de la salvación es el principio.
Ve pues, y con palabras elocuentes,
Mas yo, ¿por qué he de ir? ¿quién me lo y cuanto en su remedio necesite,
otorga? ayúdale, y consuélame con ello.
Yo no soy Pablo ni tampoco Eneas:
y ni yo ni los otros me creen digno. Yo, Beatriz, soy quien te hace caminar;
vengo del sitio al que volver deseo;
Pues temo, si me entrego a ese viaje, amor me mueve, amor me lleva a hablarte.
que ese camino sea una locura;
eres sabio; ya entiendes lo que callo.» Cuando vuelva a presencia de mi Dueño
le hablaré bien de ti frecuentemente."
Entonces se calló y yo le repuse: "Acá bajé desde mi dulce escaño,
confiando en tu discurso virtuoso
"Oh dama de virtud por quien supera que te honra a ti y aquellos que lo oyeron."
tan sólo el hombre cuanto se contiene
con bajo el cielo de esfera más pequeña, Después de que dijera estas palabras
volvió llorando los lucientes ojos,
de tal modo me agrada lo que mandas, haciéndome venir aún más aprisa;
que obedecer, si fuera ya, es ya tarde;
no tienes más que abrirme tu deseo. y vine a ti como ella lo quería;
te aparté de delante de la fiera,
Mas dime la razón que no te impide que alcanzar te impedía el monte bello.
descender aquí abajo y a este centro,
desde el lugar al que volver ansías." ¿Qué pasa pues?, ¿por qué, por qué vacilas?
¿por qué tal cobardía hay en tu pecho?
" Lo que quieres saber tan por entero, ¿por qué no tienes audacia ni arrojo?
te diré brevemente --me repuso
por qué razón no temo haber bajado. Si en la corte del cielo te apadrinan
tres mujeres tan bienaventuradas,
Temer se debe sólo a aquellas cosas y mis palabras tanto bien prometen.»
que pueden causar algún tipo de daño;
mas a las otras no, pues mal no hacen. Cual florecillas, que el nocturno hielo
abate y cierra, luego se levantan,
Dios con su gracia me ha hecho de tal modo y se abren cuando el sol las ilumina,
que la miseria vuestra no me toca,
ni llama de este incendio me consume. así hice yo con mi valor cansado;
y tanto se encendió mi corazón,
Una dama gentil hay en el cielo que comencé como alguien valeroso:
que compadece a aquel a quien te envío,
mitigando allí arriba el duro juicio. «!Ah, cuán piadosa aquella que me ayuda!
y tú, cortés, que pronto obedeciste
Ésta llamó a Lucía a su presencia; a quien dijo palabras verdaderas.
y dijo: «necesita tu devoto
ahora de ti, y yo a ti te lo encomiendo». El corazón me has puesto tan ansioso
de echar a andar con eso que me has dicho
Lucía, que aborrece el sufrimiento, que he vuelto ya al propósito primero.
se alzó y vino hasta el sitio en que yo estaba,
sentada al par de la antigua Raquel. Vamos, que mi deseo es como el tuyo.
Sé mi guía, mi jefe, y mi maestro.»
Dijo: "Beatriz, de Dios vera alabanza, Asi le dije, y luego que echó a andar,
cómo no ayudas a quien te amó tanto, entré por el camino arduo y silvestre.
y por ti se apartó de los vulgares?
CANTO III
¿Es que no escuchas su llanto doliente?
¿no ves la muerte que ahora le amenaza POR MÍ SE VA HASTA LA CIUDAD
en el torrente al que el mar no supera?" DOLIENTE,
POR MÍ SE VA AL ETERNO
No hubo en el mundo nadie tan ligero, SUFRIMIENTO,
buscando el bien o huyendo del peligro, POR MÍ SE VA A LA GENTE
como yo al escuchar esas palabras. CONDENADA.
no por lealtad a Dios, sino a ellos mismos.
LA JUSTICIA MOVIÓ A MI ALTO
ARQUITECTO. Los echa el cielo, porque menos bello
HÍZOME LA DIVINA POTESTAD, no sea, y el infierno los rechaza,
EL SABER SUMO Y EL AMOR PRIMERO. pues podrían dar gloria a los caídos.»

ANTES DE MÍ NO FUE COSA CREADA Y yo: «Maestro, ¿qué les pesa tanto
SINO LO ETERNO Y DURO y provoca lamentos tan amargos?»
ETERNAMENTE. Respondió: «Brevemente he de decirlo.
DEJAD, LOS QUE AQUÍ ENTRÁIS, TODA
ESPERANZA. No tienen éstos de muerte esperanza,
y su vida obcecada es tan rastrera,
Estas palabras de color oscuro que envidiosos están de cualquier suerte.
vi escritas en lo alto de una puerta;
y yo: «Maestro, es grave su sentido.» Ya no tiene memoria el mundo de ellos,
compasión y justicia les desdeña;
Y, cual persona cauta, él me repuso: de ellos no hablemos, sino mira y pasa.»
«Debes aquí dejar todo recelo;
debes dar muerte aquí a tu cobardía. Y entonces pude ver un estandarte,
que corría girando tan ligero,
Hemos llegado al sitio que te he dicho que parecía indigno de reposo.
en que verás las gentes doloridas,
que perdieron el bien del intelecto.» Y venía detrás tan larga fila
de gente, que creído nunca hubiera
Luego tomó mi mano con la suya que hubiese a tantos la muerte deshecho.
con gesto alegre, que me confortó,
y en las cosas secretas me introdujo. Y tras haber reconocido a alguno,
vi y conocí la sombra del que hizo
Allí suspiros, llantos y altos ayes por cobardía aquella gran renuncia.
resonaban al aiire sin estrellas,
y yo me eché a llorar al escucharlo. Al punto comprendí, y estuve cierto,
que ésta era la secta de los reos
Diversas lenguas, hórridas blasfemias, a Dios y a sus contrarios displacientes.
palabras de dolor, acentos de ira,
roncos gritos al son de manotazos, Los desgraciados, que nunca vivieron,
iban desnudos y azuzados siempre
un tumulto formaban, el cual gira de moscones y avispas que allí había.
siempre en el aiire eternamente oscuro,
como arena al soplar el torbellino. Éstos de sangre el rostro les bañaban,
que, mezclada con llanto, repugnantes
Con el terror ciñendo mi cabeza gusanos a sus pies la recogían.
dije: «Maestro, qué es lo que yo escucho,
y quién son éstos que el dolor abate?» Y luego que a mirar me puse a otros,
vi gentes en la orilla de un gran río
Y él me repuso: «Esta mísera suerte y yo dije: «Maestro, te suplico
tienen las tristes almas de esas gentes
que vivieron sin gloria y sin infamia. que me digas quién son, y qué designio
les hace tan ansiosos de cruzar
Están mezcladas con el coro infame como discierno entre la luz escasa.»
de ángeles que no se rebelaron,
Y él repuso: «La cosa he de contarte ve ya en la tierra todos sus despojos,
cuando hayamos parado nuestros pasos
en la triste ribera de Aqueronte.» de este modo de Adán las malas siembras
se arrojan de la orilla de una en una,
Con los ojos ya bajos de vergüenza, a la señal, cual pájaro al reclamo.
temiendo molestarle con preguntas
dejé de hablar hasta llegar al río. Así se fueron por el agua oscura,
y aún antes de que hubieran descendido
Y he aquí que viene en bote hacia nosotros ya un nuevo grupo se había formado.
un viejo cano de cabello antiguo,
gritando: «¡Ay de vosotras, almas pravas! «Hijo mío -cortés dijo el maestro
los que en ira de Dios hallan la muerte
No esperéis nunca contemplar el cielo; llegan aquí de todos los países:
vengo a llevaros hasta la otra orilla,
a la eterna tiniebla, al hielo, al fuego. y están ansiosos de cruzar el río,
pues la justicia santa les empuja,
Y tú que aquí te encuentras, alma viva, y así el temor se transforma en deseo.
aparta de éstos otros ya difuntos.»
Pero viendo que yo no me marchaba, Aquí no cruza nunca un alma justa,
por lo cual si Carón de ti se enoja,
dijo: «Por otra via y otros puertos comprenderás qué cosa significa.»
a la playa has de ir, no por aquí;
más leve leño tendrá que llevarte». Y dicho esto, la región oscura
tembló con fuerza tal, que del espanto
Y el guía a él: «Caronte, no te irrites: la frente de sudor aún se me baña.
así se quiere allí donde se puede
lo que se quiere, y más no me preguntes.» La tierra lagrimosa lanzó un viento
que hizo brillar un relámpago rojo
Las peludas mejillas del barquero y, venciéndome todos los sentidos,
del lívido pantano, cuyos ojos me caí como el hombre que se duerme.
rodeaban las llamas, se calmaron.
CANTO IV
Mas las almas desnudas y contritas,
cambiaron el color y rechinaban, Rompió el profundo sueño de mi mente
cuando escucharon las palabras crudas. un gran trueno, de modo que cual hombre
que a la fuerza despierta, me repuse;
Blasfemaban de Dios y de sus padres,
del hombre, el sitio, el tiempo y la simiente la vista recobrada volví en torno
que los sembrara, y de su nacimiento. ya puesto en pie, mirando fijamente,
pues quería saber en dónde estaba.
Luego se recogieron todas juntas,
llorando fuerte en la orilla malvada En verdad que me hallaba justo al borde
que aguarda a todos los que a Dios no temen. del valle del abismo doloroso,
que atronaba con ayes infinitos.
Carón, demonio, con ojos de fuego,
llamándolos a todos recogía; Oscuro y hondo era y nebuloso,
da con el remo si alguno se atrasa. de modo que, aun mirando fijo al fondo,
no distinguía allí cosa ninguna.
Como en otoño se vuelan las hojas
unas tras otras, hasta que la rama «Descendamos ahora al ciego mundo
--dijo el poeta todo amortecido-:
yo iré primero y tú vendrás detrás.» respondió: «Yo era nuevo en este estado,
cuando vi aquí bajar a un poderoso,
Y al darme cuenta yo de su color, coronado con signos de victoria.
dije: « ¿Cómo he de ir si tú te asustas,
y tú a mis dudas sueles dar consuelo?» Sacó la sombra del padre primero,
y las de Abel, su hijo, y de Noé,
Y me dijo: «La angustia de las gentes del legista Moisés, el obediente;
que están aquí en el rostro me ha pintado
la lástima que tú piensas que es miedo. del patriarca Abraham, del rey David,
a Israel con sus hijos y su padre,
Vamos, que larga ruta nos espera.» y con Raquel, por la que tanto hizo,
Así me dijo, y así me hizo entrar
al primer cerco que el abismo ciñe. y de otros muchos; y les hizo santos;
y debes de saber que antes de eso,
Allí, según lo que escuchar yo pude, ni un esptritu humano se salvaba.»
llanto no había, mas suspiros sólo,
que al aire eterno le hacían temblar. No dejamos de andar porque él hablase,
mas aún por la selva caminábamos,
Lo causaba la pena sin tormento la selva, digo, de almas apiñadas
que sufría una grande muchedumbre
de mujeres, de niños y de hombres. No estábamos aún muy alejados
del sitio en que dormí, cuando vi un fuego,
El buen Maestro a mí: «¿No me preguntas que al fúnebre hemisferio derrotaba.
qué espíritus son estos que estás viendo?
Quiero que sepas, antes de seguir, Aún nos encontrábamos distantes,
mas no tanto que en parte yo no viese
que no pecaron: y aunque tengan méritos, cuán digna gente estaba en aquel sitio.
no basta, pues están sin el bautismo,
donde la fe en que crees principio tiene. «Oh tú que honoras toda ciencia y arte,
éstos ¿quién son, que tal grandeza tienen,
Al cristianismo fueron anteriores, que de todos los otros les separa?»
y a Dios debidamente no adoraron:
a éstos tales yo mismo pertenezco. Y respondió: «Su honrosa nombradía,
que allí en tu mundo sigue resonando
Por tal defecto, no por otra culpa, gracia adquiere del cielo y recompensa.»
perdidos somos, y es nuestra condena
vivir sin esperanza en el deseo.» Entre tanto una voz pude escuchar:
«Honremos al altísimo poeta;
Sentí en el corazón una gran pena, vuelve su sombra, que marchado había.»
puesto que gentes de mucho valor
vi que en el limbo estaba suspendidos. Cuando estuvo la voz quieta y callada,
vi cuatro grandes sombras que venían:
«Dime, maestro, dime, mi señor ni triste, ni feliz era su rostro.
-yo comencé por querer estar cierto
de aquella fe que vence la ignorancia-: El buen maestro comenzó a decirme:
«Fíjate en ése con la espada en mano,
¿salió alguno de aquí, que por sus méritos que como el jefe va delante de ellos:
o los de otro, se hiciera luego santo?»
Y éste, que comprendió mi hablar cubierto, Es Homero, el mayor de los poetas;
el satírico Horacio luego viene;
tercero, Ovidio; y último, Lucano. Vi a Bruto, aquel que destronó a Tarquino,
a Cornelia, a Lucrecia, a Julia, a Marcia;
Y aunque a todos igual que a mí les cuadra y a Saladino vi, que estaba solo;
el nombre que sonó en aquella voz,
me hacen honor, y con esto hacen bien.» y al levantar un poco más la vista,
vi al maestro de todos los que saben,
Así reunida vi a la escuela bella sentado en filosófica familia.
de aquel señor del altísimo canto,
que sobre el resto cual águila vuela. Todos le miran, todos le dan honra:
y a Sócrates, que al lado de Platón,
Después de haber hablado un rato entre ellos, están más cerca de él que los restantes;
con gesto favorable me miraron:
y mi maestro, en tanto, sonreía. Demócrito, que el mundo pone en duda,
Anaxágoras, Tales y Diógenes,
Y todavía aún más honor me hicieron Empédocles, Heráclito y Zenón;
porque me condujeron en su hilera,
siendo yo el sexto entre tan grandes sabios. y al que las plantas observó con tino,
Dioscórides, digo; y via Orfeo,
Así anduvimos hasta aquella luz, Tulio, Livio y al moralista Séneca;
hablando cosas que callar es bueno,
tal como era el hablarlas allí mismo. al geómetra Euclides, Tolomeo,
Hipócrates, Galeno y Avicena,
Al pie llegamos de un castillo noble, y a Averroes que hizo el «Comentario».
siete veces cercado de altos muros,
guardado entorno por un bello arroyo. No puedo detallar de todos ellos,
porque así me encadena el largo tema,
Lo cruzamos igual que tierra firme; que dicho y hecho no se corresponden.
crucé por siete puertas con los sabios:
hasta llegar a un prado fresco y verde. El grupo de los seis se partió en dos:
por otra senda me llevó mi guía,
Gente había con ojos graves, lentos, de la quietud al aire tembloroso
con gran autoridad en su semblante: y llegué a un sitio en donde nada luce.
hablaban poco, con voces suaves.
CANTO V
Nos apartamos a uno de los lados,
en un claro lugar alto y abierto, Así bajé del círculo primero
tal que ver se podían todos ellos. al segundo que menos lugar ciñe,
y tanto más dolor, que al llanto mueve.
Erguido allí sobre el esmalte verde,
las magnas sombras fuéronme mostradas, Allí el horrible Minos rechinaba.
que de placer me colma haberlas visto. A la entrada examina los pecados;
juzga y ordena según se relíe.
A Electra vi con muchos compañeros,
y entre ellos conocí a Héctor y a Eneas,
y armado a César, con ojos grifaños. Digo que cuando un alma mal nacida
llega delante, todo lo confiesa;
Vi a Pantasilea y a Camila, y aquel conocedor de los pecados
y al rey Latino vi por la otra parte,
que se sentaba con su hija Lavinia. ve el lugar del infierno que merece:
tantas veces se ciñe con la cola,
cuantos grados él quiere que sea echada. a las sombras llevadas por el viento.
Y yo dije: «Maestro, quién son esas
Siempre delante de él se encuentran muchos; gentes que el aire negro así castiga?»
van esperando cada uno su juicio,
hablan y escuchan, después las arrojan. «La primera de la que las noticias
quieres saber --me dijo aquel entonces-
«Oh tú que vienes al doloso albergue fue emperatriz sobre muchos idiomas.
-me dijo Minos en cuanto me vio,
dejando el acto de tan alto oficio-; Se inclinó tanto al vicio de lujuria,
que la lascivia licitó en sus leyes,
mira cómo entras y de quién te fías: para ocultar el asco al que era dada:
no te engañe la anchura de la entrada.»
Y mi guta: «¿Por qué le gritas tanto? Semíramis es ella, de quien dicen
que sucediera a Nino y fue su esposa:
No le entorpezcas su fatal camino; mandó en la tierra que el sultán gobierna.
así se quiso allí donde se puede
lo que se quiere, y más no me preguntes.» Se mató aquella otra, enamorada,
traicionando el recuerdo de Siqueo;
Ahora comienzan las dolientes notas la que sigue es Cleopatra lujuriosa.
a hacérseme sentir; y llego entonces
allí donde un gran llanto me golpea. A Elena ve, por la que tanta víctima
el tiempo se llevó, y ve al gran Aquiles
Llegué a un lugar de todas luces mudo, que por Amor al cabo combatiera;
que mugía cual mar en la tormenta,
si los vientos contrarios le combaten. ve a Paris, a Tristán.» Y a más de mil
sombras me señaló, y me nombró, a dedo,
La borrasca infernal, que nunca cesa, que Amor de nuestra vida les privara.
en su rapiña lleva a los espíritus;
volviendo y golpeando les acosa. Y después de escuchar a mi maestro
nombrar a antiguas damas y caudillos,
Cuando llegan delante de la ruina, les tuve pena, y casi me desmayo.
allí los gritos, el llanto, el lamento;
allí blasfeman del poder divino. Yo comencé: «Poeta, muy gustoso
hablaría a esos dos que vienen juntos
Comprendí que a tal clase de martirio y parecen al viento tan ligeros.»
los lujuriosos eran condenados,
que la razón someten al deseo. Y él a mí: «Los verás cuando ya estén
más cerca de nosotros; si les ruegas
Y cual los estorninos forman de alas en nombre de su amor, ellos vendrán.»
en invierno bandada larga y prieta,
así aquel viento a los malos espiritus: Tan pronto como el viento allí los trajo
alcé la voz: «Oh almas afanadas,
arriba, abajo, acá y allí les lleva; hablad, si no os lo impiden, con nosotros.»
y ninguna esperanza les conforta,
no de descanso, mas de menor pena. Tal palomas llamadas del deseo,
al dulce nido con el ala alzada,
Y cual las grullas cantando sus lays van por el viento del querer llevadas,
largas hileras hacen en el aire,
así las vi venir lanzando ayes, ambos dejaron el grupo de Dido
y en el aire malsano se acercaron,
tan fuerte fue mi grito afectuoso: Mas si saber la primera raíz
de nuestro amor deseas de tal modo,
«Oh criatura graciosa y compasiva hablaré como aquel que llora y habla:
que nos visitas por el aire perso
a nosotras que el mundo ensangrentamos; Leíamos un día por deleite,
cómo hería el amor a Lanzarote;
si el Rey del Mundo fuese nuestro amigo solos los dos y sin recelo alguno.
rogaríamos de él tu salvación,
ya que te apiada nuestro mal perverso. Muchas veces los ojos suspendieron
la lectura, y el rostro emblanquecía,
De lo que oír o lo que hablar os guste, pero tan sólo nos venció un pasaje.
nosotros oiremos y hablaremos
mientras que el viento, como ahora, calle. Al leer que la risa deseada
era besada por tan gran amante,
La tierra en que nací está situada éste, que de mí nunca ha de apartarse,
en la Marina donde el Po desciende
y con sus afluentes se reúne. la boca me besó, todo él temblando.
Galeotto fue el libro y quien lo hizo;
Amor, que al noble corazón se agarra, no seguimos leyendo ya ese día.»
a éste prendió de la bella persona
que me quitaron; aún me ofende el modo. Y mientras un espiritu así hablaba,
lloraba el otro, tal que de piedad
Amor, que a todo amado a amar le obliga, desfallecí como si me muriese;
prendió por éste en mí pasión tan fuerte y caí como un cuerpo muerto cae.
que, como ves, aún no me abandona.
CANTO VI
El Amor nos condujo a morir juntos,
y a aquel que nos mató Caína espera.» Cuando cobré el sentido que perdí
Estas palabras ellos nos dijeron. antes por la piedad de los cuñados,
que todo en la tristeza me sumieron,
Cuando escuché a las almas doloridas
bajé el rostro y tan bajo lo tenía, nuevas condenas, nuevos condenados
que el poeta me dijo al fin: «tQué piensas?» veía en cualquier sitio en que anduviera
y me volviese y a donde mirase.
Al responderle comencé: «Qué pena,
cuánto dulce pensar, cuánto deseo, Era el tercer recinto, el de la lluvia
a éstos condujo a paso tan dañoso.» eterna, maldecida, fría y densa:
de regla y calidad no cambia nunca.
Después me volví a ellos y les dije,
y comencé: «Francesca, tus pesares Grueso granizo, y agua sucia y nieve
llorar me hacen triste y compasivo; descienden por el aire tenebroso;
hiede la tierra cuando esto recibe.
dime, en la edad de los dulces suspiros
¿cómo o por qué el Amor os concedió Cerbero, fiera monstruosa y cruel,
que conocieses tan turbios deseos?» caninamente ladra con tres fauces
sobre la gente que aquí es sumergida.
Y repuso: «Ningún dolor más grande
que el de acordarse del tiempo dichoso Rojos los ojos, la barba unta y negra,
en la desgracia; y tu guía lo sabe. y ancho su vientre, y uñosas sus manos:
clava a las almas, desgarra y desuella. Mas yo, alma triste, no me encuentro sola,
que éstas se hallan en pena semejante
Los hace aullar la lluvia como a perros, por semejante culpa», y más no dijo.
de un lado hacen al otro su refugio,
los míseros profanos se revuelven. Yo le repuse: «Ciacco, tu tormento
tanto me pesa que a llorar me invita,
Al advertirnos Cerbero, el gusano, pero dime, si sabes, qué han de hacerse
la boca abrió y nos mostró los colmillos,
no había un miembro que tuviese quieto. de la ciudad partida los vecinos,
si alguno es justo; y dime la razón
Extendiendo las palmas de las manos, por la que tanta guerra la ha asolado.»
cogió tierra mi guía y a puñadas
la tiró dentro del bramante tubo. Y él a mí: «Tras de largas disensiones
ha de haber sangre, y el bando salvaje
Cual hace el perro que ladrando rabia, echará al otro con grandes ofensas;
y mordiendo comida se apacigua,
que ya sólo se afana en devorarla, después será preciso que éste caiga
y el otro ascienda, luego de tres soles,
de igual manera las bocas impuras con la fuerza de Aquel que tanto alaban.
del demonio Cerbero, que así atruena
las almas, que quisieran verse sordas. Alta tendrá largo tiempo la frente,
teniendo al otro bajo grandes pesos,
Íbamos sobre sombras que atería por más que de esto se avergüence y llore.
la densa lluvia, poniendo las plantas
en sus fantasmas que parecen cuerpos. Hay dos justos, mas nadie les escucha;
son avaricia, soberbia y envidia
En el suelo yacían todas ellas, las tres antorchas que arden en los pechos.»
salvo una que se alzó a sentarse al punto
que pudo vernos pasar por delante. Puso aquí fin al lagrimoso dicho.
Y yo le dije: «Aún quiero que me informes,
«Oh tú que a estos infiernos te han traído y que me hagas merced de más palabras;
-me dijo- reconóceme si puedes:
tú fuiste, antes que yo deshecho, hecho.» Farinatta y Tegghiaio, tan honrados,
Jacobo Rusticucci, Arrigo y Mosca,
«La angustia que tú sientes -yo le dije- y los otros que en bien obrar pensaron,
tal vez te haya sacado de mi mente,
y así creo que no te he visto nunca. dime en qué sitio están y hazme saber,
pues me aprieta el deseo, si el infierno
Dime quién eres pues que en tan penoso los amarga, o el cielo los endulza.»
lugar te han puesto, y a tan grandes males,
que si hay más grandes no serán tan tristes.» Y aquél: « Están entre las negras almas;
culpas varias al fondo los arrojan;
Y él a mfí «Tu ciudad, que tan repleta los podrás ver si sigues más abajo.
de envidia está que ya rebosa el saco,
en sí me tuvo en la vida serena. Pero cuando hayas vuelto al dulce mundo,
te pido que a otras mentes me recuerdes;
Los ciudadanos Ciacco me llamasteis; más no te digo y más no te respondo.»
por la dañosa culpa de la gula,
como estás viendo, en la lluvia me arrastro. Entonces desvió los ojos fijos,
me miró un poco, y agachó la cara;
y a la par que los otros cayó ciego. revueltas caen cuando se rompe el mástil,
tal cayó a tierra la fiera cruel.
Y el guía dijo: «Ya no se levanta
hasta que suene la angélica trompa, Así bajamos por la cuarta fosa,
y venga la enemiga autoridad. entrando más en el doliente valle
que traga todo el mal del universo.
Cada cual volverá a su triste tumba,
retomarán su carne y su apariencia, ¡Ah justicia de Dios!, ¿quién amontona
y oirán aquello que atruena por siempre.» nuevas penas y males cuales vi,
y por qué nuestra culpa así nos triza?
Así pasamos por la sucia mezcla
de sombras y de lluvia a paso lento, Como la ola que sobre Caribdis,
tratando sobre la vida futura. se destroza con la otra que se encuentra,
así viene a chocarse aquí la gente.
Y yo dije: «Maestro, estos tormentos
crecerán luego de la gran sentencia, Vi aquí más gente que en las otras partes,
serán menores o tan dolorosos?» y desde un lado al otro, con chillidos,
haciendo rodar pesos con el pecho.
Y él contestó: «Recurre a lo que sabes:
pues cuanto más perfecta es una cosa Entre ellos se golpean; y después
más siente el bien, y el dolor de igual modo, cada uno volvíase hacia atrás,
gritando «¿Por qué agarras?, ¿por qué tiras?»
Y por más que esta gente maldecida
la verdadera perfección no encuentre, Así giraban por el foso tétrico
entonces, más que ahora, esperan serlo.» de cada lado a la parte contraria,
siempre gritando el verso vergonzoso.
En redondo seguimos nuestra ruta,
hablando de otras cosas que no cuento; Al llegar luego todos se volvían
y al llegar a aquel sitio en que se baja para otra justa, a la mitad del círculo,
encontramos a Pluto: el enemigo. y yo, que estaba casi conmovido,

CANTO VII dije: «Maestro, quiero que me expliques


quienes son éstos, y si fueron clérigos
«¡Papé Satán, Papé Satán aleppe!» todos los tonsurados de la izquierda.»
dijo Pluto con voz enronquecida;
y aquel sabio gentil que todo sabe, Y él a mí. «Fueron todos tan escasos
de la razón en la vida primera,
me quiso confortar: «No te detenga que ningún gasto hicieron con mesura.
el miedo, que por mucho que pudiese
no impedirá que bajes esta roca.» Bastante claro ládranlo sus voces,
al llegar a los dos puntos del círculo
Luego volvióse a aquel hocico hinchado, donde culpa contraria los separa.
y dijo: «Cállate maldito lobo,
consúmete tú mismo con tu rabia. Clérigos fueron los que en la cabeza
no tienen pelo, papas, cardenales,
No sin razón por el infierno vamos: que están bajo el poder de la avaricia.»
se quiso en lo alto allá donde Miguel
tomó venganza del soberbio estupro.» Y yo: «Maestro, entre tales sujetos
debiera yo conocer bien a algunos,
Cual las velas hinchadas por el viento que inmundos fueron de tan grandes males.»
necesidad la obliga a ser ligera;
Y él repuso: «Es en vano lo que piensas: y aún hay algunos que el triunfo consiguen.
la vida torpe que los ha ensuciado,
a cualquier conocer los hace oscuros. Esta es aquella a la que ultrajan tanto,
aquellos que debieran alabarla,
Se han de chocar los dos eternamente; y sin razón la vejan y maldicen.
éstos han de surgir de sus sepulcros
con el puño cerrado, y éstos, mondos; Mas ella en su alegría nada escucha;
feliz con las primeras criaturas
mal dar y mal tener, el bello mundo mueve su esfera y alegre se goza.
les ha quitado y puesto en esta lucha:
no empleo mas palabras en contarlo. Ahora bajemos a mayor castigo;
caen las estrellas que salían cuando
Hijo, ya puedes ver el corto aliento, eché a andar, y han prohibido entretenerse.»
de los bienes fiados a Fortuna,
por los que así se enzarzan los humanos; Del círculo pasamos a otra orilla
sobre una fuente que hierve y rebosa
que todo el oro que hay bajo la luna, por un canal que en ella da comienzo.
y existió ya, a ninguna de estas almas
fatigadas podría dar reposo.» Aquel agua era negra más que persa;
y, siguiendo sus ondas tan oscuras,
«Maestro --dije yo-, dime ¿quién es esta por extraño camino descendimos.
Fortuna a la que te refieres
que el bien del mundo tiene entre sus garras?» Hasta un pantano va, llamado Estigia,
este arroyuelo triste, cuando baja
Y él me repuso: «Oh locas criaturas, al pie de la maligna cuesta gris.
qué grande es la ignorancia que os ofende;
quiero que tú mis palabras incorpores. Y yo, que por mirar estaba atento,
gente enfangada vi en aquel pantano
Aquel cuyo saber trasciendo todo, toda desnuda, con airado rostro.
los cielos hizo y les dio quien los mueve
tal que unas partes a otras se ilulninan, No sólo con las manos se pegaban,
mas con los pies, el pecho y la cabeza,
distribuyendo igualmente la luz; trozo a trozo arrancando con los dientes.
de igual modo en las glorias mundanales
dispuso una ministra que cambiase Y el buen maestro: «Hijo, mira ahora
las almas de esos que venció la cólera,
los bienes vanos cada cierto tiempo y también quiero que por cierto tengas
de gente en gente y de una a la otra sangre,
aunque el seso del hombre no Lo entienda; que bajo el agua hay gente que suspira,
y al agua hacen hervir la superficie,
por Lo que imperan unos y otros caen, como dice tu vista a donde mire.
siguiendo los dictámenes de aquella
que está oculta en la yerba tal serpiente. Desde el limo exclamaban: «Triste hicimos
el aire dulce que del sol se alegra,
Vuestro saber no puede conocerla; llevando dentro acidïoso humo:
y en su reino provee, juzga y dispone
cual las otras deidades en el suyo. tristes estamos en el negro cieno.»
Se atraviesa este himno en su gaznate,
No tienen tregua nunca sus mudanzas, y enteras no les salen las palabras.
«¿Quién eres tú que vienes a destiempo?»
Así dimos la vuelta al sucio pozo, .
entre la escarpa seca y lo de enmedio; Y le dije: « Si vengo, no me quedo;
mirando a quien del fango se atraganta: pero ¿quién eres tú que estás tan sucio?»
y al fin llegamos al pie de una torre. Dijo: «Ya ves que soy uno que llora.»

CANTO VIII Yo le dije: «Con lutos y con llanto,


puedes quedarte, espíritu maldito,
Digo, para seguir, que mucho antes pues aunque estés tan sucio te conozco.»
de llegar hasta el pie de la alta torre,
se encaminó a su cima nuestra vista, Entonces tendió al leño las dos manos;
mas el maestro lo evitó prudente,
porque vimos allí dos lucecitas, diciendo: «Vete con los otros perros.»
y otra que tan de lejos daba señas,
que apenas nuestros ojos la veían. Al cuello luego los brazos me echó,
besóme el rostro y dijo: «!Oh desdeñoso,
Y yo le dije al mar de todo seso: bendita la que estuvo de ti encinta!
«Esto ¿qué significa? y ¿qué responde
el otro foco, y quién es quien lo hace?» Aquel fue un orgulloso para el mundo;
y no hay bondad que su memoria honre:
Y él respondió: «Por estas ondas sucias por ello está su sombra aquí furiosa.
ya podrás divisar lo que se espera,
si no lo oculta el humo del pantano.» Cuantos por reyes tiénense allá arriba,
aquí estarán cual puercos en el cieno,
Cuerda no lanzó nunca una saeta dejando de ellos un desprecio horrible.»`
que tan ligera fuese por el aire,
como yo vi una nave pequeñita Y yo: «Maestro, mucho desearía
el verle zambullirse en este caldo,
por el agua venir hacia nosotros, antes que de este lago nos marchemos.»
al gobierno de un solo galeote,
gritando: «Al fin llegaste, alma alevosa.» Y él me repuso: «Aún antes que la orilla
de ti se deje ver, serás saciado:
«Flegias, Flegias, en vano estás gritando de tal deseo conviene que goces.»
díjole mi señor en este punto-;
tan sólo nos tendrás cruzando el lodo.» Al poco vi la gran carnicería
que de él hacían las fangosas gentes;
Cual es aquel que gran engaño escucha a Dios por ello alabo y doy las gracias.
que le hayan hecho, y luego se contiene,
así hizo Flegias consumido en ira. «¡A por Felipe Argenti!», se gritaban,
y el florentino espiritu altanero
Subió mi guía entonces a la barca, contra sí mismo volvía los dientes.
y luego me hizo entrar detrás de él;
y sólo entonces pareció cargada. Lo dejamos allí, y de él más no cuento.
Mas el oído golpeóme un llanto,
Cuando estuvimos ambos en el leño, y miré atentamente hacia adelante.
hendiendo se marchó la antigua proa
el agua más que suele con los otros. Exclamó el buen maestro: «Ahora, hijo,
se acerca la ciudad llamada Dite,
Mientras que el muerto cauce recorríamos de graves habitantes y mesnadas.»
uno, lleno de fango vino y dijo:
Y yo dije: «Maestro, sus mezquitas que no te dejaré en el bajo mundo.»
en el valle distingo claramente,
rojas cual si salido de una fragua Así se fue, y allí me abandonó
el dulce padre, y yo me quedé en duda
hubieran.» Y él me dijo: «El fuego eterno pues en mi mente el no y el sí luchaban.
que dentro arde, rojas nos las muestra,
como estás viendo en este bajo infierno.» No pude oír qué fue lo que les dijo:
mas no habló mucho tiempo con aquéllos,
Así llegamos a los hondos fosos pues hacia adentro todos se marcharon.
que ciñen esa tierra sin consuelo;
de hierro aquellos muros parecían. Cerráronle las puertas los demonios
en la cara a mi guía, y quedó afuera,
No sin dar antes un rodeo grande, y se vino hacia mí con pasos lentos.
llegamos a una parte en que el barquero
«Salid -gritó con fuerza- aquí es la entrada.» Gacha la vista y privado su rostro
de osadía ninguna, y suspiraba:
Yo vi a más de un millar sobre la puerta « ¡Quién las dolientes casa me ha cerrado!»
de llovidos del cielo, que con rabia
decían: «¿Quién es este que sin muerte Y él me dijo: «Tú, porque yo me irrite,
no te asustes, pues venceré la prueba,
va por el reino de la gente muerta?» por mucho que se empeñen en prohibirlo.
Y mi sabio maestro hizo una seña
de quererles hablar secretamente. No es nada nueva esta insolencia suya,
que ante menos secreta puerta usaron,
Contuvieron un poco el gran desprecio que hasta el momento se halla sin cerrojos.
y dijeron: « Ven solo y que se marche
quien tan osado entró por este reino; Sobre ella contemplaste el triste escrito:
y ya baja el camino desde aquélla,
que vuelva solo por la loca senda; pasando por los cercos sin escolta,
pruebe, si sabe, pues que tú te quedas, quien la ciudad al fin nos hará franca.
que le enseñaste tan oscura zona.»
CANTO IX
Piensa, lector, el miedo que me entró
al escuchar palabras tan malditas, El color que sacó a mi cara el miedo
que pensé que ya nunca volvería. cuando vi que mi guía se tornaba,
lo quitó de la suya con presteza.
«Guía querido, tú que más de siete
veces me has confortado y hecho libre Atento se paró como escuchando,
de los grandes peligros que he encontrado, pues no podía atravesar la vista
el aire negro y la neblina densa.
no me dejies -le dije- así perdido;
y si seguir mas lejos nos impiden, «Deberemos vencer en esta lucha
juntos volvamos hacia atrás los pasos.» -comenzó él- si no... Es la promesa.
¡Cuánto tarda en llegar quien esperamos.»
Y aquel señor que allí me condujera
«No temas -dijo- porque nuestro paso Y me di cuenta de que me ocultaba
nadie puede parar: tal nos lo otorga. lo del principio con lo que siguió,
pues palabras distintas fueron éstas;
Mas espérame aquí, y tu ánimo flaco
conforta y alimenta de esperanza, pero no menos miedo me causaron,
porque pensaba que su frase trunca
tal vez peor sentido contuviese. «Ah, que venga Medusa a hacerle piedra
-las tres decían mientras me miraban-
« ¿En este fondo de la triste hoya malo fue el no vengarnos de Teseo.»
bajó algún otro, desde el purgatorio
donde es pena la falta de esperanza?» «Date la vuelta y cierra bien los ojos;
si viniera Gorgona y la mirases
Esta pregunta le hice y: «Raramente nunca podrías regresar arriba.»
-él respondió- sucede que otro alguno
haga el camino por el que yo ando. Asf dijo el Maestro, y en persona
me volvió, sin fiarse de mis manos,
Verdad es que otra vez estuve aquí, que con las suyas aún no me tapase.
por la cruel Eritone conjurado,
que a sus cuerpos las almas reclamaba. Vosotros que tenéis la mente sana,
observad la doctrina que se esconde
De mí recién desnuda era mi sombrío, bajo el velo de versos enigmáticos.
cuando ella me hizo entrar tras de aquel muro,
a traer un alma del pozo de Judas. Mas ya venía por las turbias olas
el estruendo de un son de espanto lleno,
Aquel es el más bajo, el más sombrío, por lo que retemblaron ambas márgenes;
y el lugar de los cielos más lejano;
bien sé el camino, puedes ir sin miedo. hecho de forma semejante a un viento
que, impetuoso a causa de contrarios
Este pantano que gran peste exhala ardores, hiere el bosque y, sin descanso,
en torno ciñe la ciudad doliente,
donde entrar no podemos ya sin ira.» las ramas troncha, abate y lejos lleva;
delante polvoroso va soberbio,
Dijo algo más, pero no lo recuerdo, y hace escapar a fieras y a pastores.
porque mi vista se había fijado
en la alta torre de cima ardorosa, Me destapó los ojos: «Lleva el nervio
de la vista por esa espuma antigua,
donde al punto de pronto aparecieron hacia allí donde el humo es más acerbo.»
tres sanguinosas furias infernales
que cuerpo y porte de mujer tenían, Como las ranas ante la enemiga
bicha, en el agua se sumergen todas,
se ceñían con serpientes verdes; hasta que todas se juntan en tierra,
su pelo eran culebras y cerastas
con que peinaban sus horribles sienes: más de un millar de almas destruidas
vi que huían ante uno, que a su paso
Y él que bien conocía a las esclavas cruzaba Estigia con los pies enjutos.
de la reina del llanto sempiterno
Las Feroces Erinias -dijo- mira: Del rostro se apartaba el aire espeso
de vez en cuando con la mano izquierda;
Meguera es esa del izquierdo lado, y sólo esa molestia le cansaba.
esa que llora al derecho es Aleto;
Tesfone está en medio.» Y más no dijo. Bien noté que del cielo era enviado,
y me volví al maestro que hizo un signo
Con las uñas el pecho se rasgaban, de que estuviera quieto y me inclinase.
y se azotaban, gritando tan alto,
que me estreché al poeta, temeroso. ¡Cuán lleno de desdén me parecía!
Llegó a la puerta, y con una varita se hacen oír con dolientes suspiros?»
la abrió sin encontrar impedimento.
Y dijo: «Están aquí los heresiarcas,
«¡Oh, arrojados del cielo, despreciados! sus secuaces, de toda secta, y llenas
-gritóles él desde el umbral horrible-. están las tumbas más de lo que piensas.
¿Cómo es que aún conserváis esta
arrogancia? El igual con su igual está enterrado,
y los túmulos arden más o menos.»
¿Y por que os resistis a aquel deseo Y luego de volverse a la derecha,
cuyo fin nunca pueda detenerse, cruzamos entre fosas y altos muros.
y que más veces acreció el castigo?
CANTO X
¿De qué sirve al destino dar de coces?
Vuestro Cerbero, si bien recordáis, Siguió entonces por una oculta senda
aún hocico y mentón lleva pelados.» entre aquella muralla y los martirios
mi Maestro, y yo fui tras de sus pasos.
Luego tomó el camino cenagoso,
sin decirnos palabra, mas con cara
de a quien otro cuidado apremia y muerde, «Oh virtud suma, que en los infernales
circulos me conduces a tu gusto,
y no el de aquellos que tiene delante. háblame y satisface mis deseos:
A la ciudad los pasos dirigimos,
seguros ya tras sus palabras santas. a la gente que yace en los supulcros
¿la podré ver?, pues ya están levantadas
Dentro, sin guerra alguna, penetramos; todas las losas, y nadie vigila.»
y yo, que de mirar estaba ansioso
todas las cosas que el castillo encierra, Y él repuso: «Cerrados serán todos
cuando aquí vuelvan desde Josafat
al estar dentro miro en torno mío; con los cuerpos que allá arriba dejaron.
y veo en todas partes un gran campo,
lleno de pena y reo de tormentos. Su cementerio en esta parte tienen
con Epicuro todos sus secuaces
Como en Arlés donde se estanca el Ródano, que el alma, dicen, con el cuerpo muere.
o como el Pola cerca del Carnaro,
que Italia cierra y sus límites baña, Pero aquella pregunta que me hiciste
pronto será aquí mismo satisfecha,
todo el sitio ondulado hacen las tumbas, y también el deseo que me callas.»
de igual manera allí por todas partes,
salvo que de manera aún más amarga, Y yo: «Buen guía, no te oculta nada
mi corazón, si no es por hablar poco;
pues llamaradas hay entre las fosas; y tú me tienes a ello predispuesto.»
y tanto ardían que en ninguna fragua,
el hierro necesita tanto fuego. «Oh toscano que en la ciudad del fuego
caminas vivo, hablando tan humilde,
Sus lápidas estaban removidas, te plazca detenerte en este sitio,
y salían de allí tales lamentos,
que parecían de almas condenadas. porque tu acento demuestra que eres
natural de la noble patria aquella
Y yo: « Maestro, qué gentes son esas a la que fui, tal vez, harto dañoso.»
que, sepultadas dentro de esas tumbas,
Este son escapó súbitamente por eso fue tan clara mi respuesta.
desde una de las arcas; y temiendo,
me arrimé un poco más a mi maestro. Súbitamente alzado gritó: «¿Cómo
has dicho?, ¿Fue?, ¿Es que entonces ya no
Pero él me dijo: « Vuélvete, ¿qué haces? vive?
mira allí a Farinatta que se ha alzado; ¿La dulce luz no hiere ya sus ojos?»
le verás de cintura para arriba.»
Y al advertir que una cierta demora
Fijado en él había ya mi vista; antes de responderle yo mostraba,
y aquél se erguía con el pecho y frente cayó de espaldas sin volver a alzarse.
cual si al infierno mismo despreciase.
Mas el otro gran hombre, a cuyo ruego
Y las valientes manos de mi guía yo me detuve, no alteró su rostro,
me empujaron a él entre las tumbas, ni movió el cuello, ni inclinó su cuerpo.
diciendo: «Sé medido en tus palabras.»
Y así, continuando lo de antes,
Como al pie de su tumba yo estuviese, «Que aquel arte -me dijo- mal supieran,
me miró un poco, y como con desdén, eso, más que este lecho, me tortura.
me preguntó: «¿Quién fueron tus mayores?»
Pero antes que cincuenta veces arda
Yo, que de obedecer estaba ansioso, la faz de la señora que aquí reina,
no lo oculté, sino que se lo dije, tú has de saber lo que tal arte pesa.
y él levantó las cejas levemente.
Y así regreses a ese dulce mundo,
«Con fiereza me fueron adversarios dime, ¿por qué ese pueblo es tan impío
a mí y a mi partido y mis mayores, contra los míos en todas sus leyes?»
y así dos veces tuve que expulsarles.»
Y yo dije: «El estrago y la matanza
« Si les echaste -dije- regresaron que teñirse de rojo al Arbia hizo,
de todas partes, una y otra vez; obliga a tal decreto en nuestros templos.»
mas los vuestros tal arte no aprendieron.»
Me respondió moviendo la cabeza:
Surgió entonces al borde de su foso «No estuve solo álli, ni ciertamente
otra sombra, a su lado, hasta la barba: sin razón me movi con esos otros:
creo que estaba puesta de rodillas.
mas estuve yo solo, cuando todos
Miró a mi alrededor, cual si propósito en destruir Florencia consentían,
tuviese de encontrar conmigo a otro, defendiéndola a rostro descubierto.»
y cuando fue apagada su sospecha,
«Ah, que repose vuestra descendencia
llorando dijo: «Si por esta ciega -yo le rogué-, este nudo desatadme
cárcel vas tú por nobleza de ingenio, que ha enmarañado aquí mi pensamiento.
¿y mi hijo?, ¿por qué no está contigo?»
Parece que sabéis, por lo que escucho,
Y yo dije: «No vengo por mí mismo, lo que nos trae el tiempo de antemano,
el que allá aguarda por aquí me lleva mas usáis de otro modo en lo de ahora.»
a quien Guido, tal vez, fue indiferente.»
«Vemos, como quien tiene mala luz,
Sus palabras y el modo de su pena las cosas -dijo- que se encuentran lejos,
su nombre ya me habian revelado; gracias a lo que esplende el Sumo Guía.
llegamos a un gentío aún más doliente;
Cuando están cerca, o son, vano es del todo
nuestro intelecto; y si otros no nos cuentan, y allí, por el exceso tan horrible
nada sabemos del estado humano. de la peste que sale del abismo,
al abrigo detrás nos colocamos
Y comprender podrás que muerto quede
nuestro conocimiento en aquel punto de un gran sepulcro, donde vi un escrito
que se cierre la puerta del futuro.» «Aquí el papa Anastasio está encerrado
que Fotino apartó del buen camino.»
Arrepentido entonces de mi falta,
dije: «Diréis ahora a aquel yacente «Conviene que bajemos lentamente,
que su hijo aún se encuentra con los vivos; para que nuestro olfato se acostumbre
al triste aliento; y luego no moleste.»
y si antes mudo estuve en la respuesta,
hazle saber que fue porque pensaba Así el Maestro, y yo: «Compensación
ya en esa duda que me habéis resuelto.» -díjele- encuentra, pues que el tiempo en
balde
Y ya me reclamaba mi maestro; no pase.» Y él: «Ya ves que en eso pienso.
y yo rogué al espíritu que rápido
me refiriese quién con él estaba. Dentro, hijo mío, de estos pedregales
-luego empezó a decir- tres son los círculos
Díjome: «Aquí con más de mil me encuentro; que van bajando, como los que has visto.
dentro se halla el segundo Federico,
y el Cardenal, y de los otros callo.» Todos llenos están de condenados,
mas porque luego baste que los mires,
Entonces se ocultó; y yo hacia el antiguo oye cómo y por qué se les encierra:
poeta volví el paso, repensando
esas palabras que creí enemigas. Toda maldad, que el odio causa al cielo,
tiene por fin la injuria, y ese fin
Él echó a andar y luego, caminando, o con fuerza o con fraude a otros contrista;
me dijo: «¿Por qué estás tan abatido?»
Y yo le satisfice la pregunta. mas siendo el fraude un vicio sólo humano,
más lo odia Dios, por ello son al fondo
« Conserva en la memoria lo que oíste los fraudulentos aún más castigados.
contrario a ti -me aconsejó aquel sabio-
y atiende ahora -y levantó su dedo-: De los violentos es el primer círculo;
mas como se hace fuerza a tres personas,
cuando delante estés del dulce rayo en tres recintos está dividido;
de aquella cuyos ojos lo ven todo
de ella sabrás de tu vida el viaje. a Dios, y a sí, y al prójimo se puede
forzar; digo a ellos mismos y a sus cosas,
Luego volvió los pies a mano izquierda: como ya claramente he de explicarte.
dejando el muro, fuimos hacia el centro
por un sendero que conduce a un valle, Muerte por fuerza y dolientes heridas
cuyo hedor hasta allí desagradaba. al prójimo se dan, y a sus haberes
ruinas, incendios y robos dañosos;
CANTO XI
y así a homicidas y a los que mal hieren,
Por el extremo de un acantilado, ladrones e incendiarios, atormenta
que en circulo formaban peñas rotas, el recinto primero en varios grupos.
-dijo- tu ingenio de lo que acostumbra?,
Puede el hombre tener violenta mano ¿o es que tu mente mira hacia otra parte?
contra él mismo y sus cosas; y es preciso
que en el segundo recinto lo purgue ¿Ya no te acuerdas de aquellas palabras
que reflejan en tu ÉTICA las tres.
el que se priva a sí de vuestro mundo, inclinaciones que no quiere el cielo,
juega y derrocha aquello que posee,
y llora allí donde debió alegrarse. incontinencia, malicia y la loca
bestialidad? ¿y cómo incontinencia
Puede hacer fuerza contra la deidad, menos ofende y menos se castiga?
blasfemando, negándola en su alma,
despreciando el amor de la natura; Y si miras atento esta sentencia,
y a la mente preguntas quién son esos
y el recinto menor lleva la marca que allí fuera reciben su castigo,
del signo de Cahors y de Sodoma,
y del que habla de Dios con menosprecio. comprenderás por qué de estos felones
están aparte, y a menos crudeza
El fraude, que cualquier conciencia muerde, la divina venganza les somete.»
se puede hacer a quien de uno se fía,
o a aquel que la confianza no ha mostrado. «Oh sol que curas la vista turbada,
tú me contentas tanto resolviendo,
Se diría que de esta forma matan que no sólo el saber, dudar me gusta.
el vínculo de amor que hace natura;
y en el segundo círculo se esconden Un poco más atrás vuélvete ahora
-díjele--, allí donde que usura ofende
hipocresía, adulación, quien hace a Dios dijiste, y quítame el enredo.»
falsedad, latrocinio y simonía,
rufianes, barateros y otros tales. «A quien la entiende, la Filosofía
hace notar, no sólo en un pasaje
De la otra forma aquel amor se olvida cómo natura su carrera toma
de la naturaleza, y lo que crea,
de donde se genera la confianza; del divino intelecto y de su arte;
y si tu FÍSICA miras despacio,
y al Círculo menor, donde está el centro encontrarás, sin mucho que lo busques,
del universo, donde asienta Dite,
el que traiciona por siempre es llevado.» que el arte vuestro a aquélla, cuanto pueda,
sigue como al maestro su discípulo,
Y yo: «Maestro, muy clara procede tal que vuestro arte es como de Dios nieto.
tu razón, y bastante bien distingue
este lugar y el pueblo que lo ocupa: Con estas dos premisas, si recuerdas
el principio del Génesis, debemos
pero ahora dime: aquellos de la ciénaga, ganarnos el sustento con trabajo.
que lleva el viento, y que azota la lluvia,
y que chocan con voces tan acerbas, Y al seguir el avaro otro camino,
por éste, a la natura y a sus frutos,
¿por qué no dentro de la ciudad roja desprecia, y pone en lo otro su esperanza.
son castigados, si a Dios enojaron?
y si no, ¿por qué están en tal suplicio?» Mas sígueme, porque avanzar me place;
que Piscis ya remonta el horizonte
Y entonces él: «¿Por qué se aleja tanto y todo el Carro yace sobre el Coro,
y el barranco a otro sitio se despeña. esta roca no estaba aún desgarrada;

CANTO XII pero sí un poco antes, si bien juzgo,


de que viniese Aquel que la gran presa
Era el lugar por el que descendimos quitó a Dite del círculo primero,
alpestre y, por aquel que lo habitaba,
cualquier mirada hubiéralo esquivado. tembló el infecto valle de tal modo
que pensé que sintiese el universo
Como son esas ruinas que al costado amor, por el que alguno cree que el mundo
de acá de Trento azota el río Adigio,
por terremoto o sin tener cimientos, muchas veces en caos vuelve a trocarse;
y fue entonces cuando esta vieja roca
que de lo alto del monte, del que bajan se partió por aquí y por otros lados.
al llano, tan hendida está la roca
que ningún paso ofrece a quien la sube; Mas mira el valle, pues que se aproxima
aquel río sangriento, en el cual hierve
de aquel barranco igual era el descenso; aquel que con violencia al otro daña.»
y allí en el borde de la abierta sima,
el oprobio de Creta estaba echado ¡Oh tú, ciega codicia, oh loca furia,
que así nos mueves en la corta vida,
que concebido fue en la falsa vaca; y tan mal en la eterna nos sumerges!
cuando nos vio, a sí mismo se mordía,
tal como aquel que en ira se consume. Vi una amplia fosa que torcía en arco,
y que abrazaba toda la llanura,
Mi sabio entonces le gritó: «Por suerte según lo que mi guía había dicho.
piensas que viene aquí el duque de Atenas,
que allí en el mundo la muerte te trajo? Y por su pie corrían los centauros,
en hilera y armados de saetas,
Aparta, bestia, porque éste no viene como cazar solían en el mundo.
siguiendo los consejos de tu hermana,
sino por contemplar vuestros pesares.» Viéndonos descender, se detuvieron,
y de la fila tres se separaron
Y como el toro se deslaza cuando con los arcos y flechas preparadas.
ha recibido ya el golpe de muerte,
y huir no puede, mas de aquí a allí salta, Y uno gritó de lejos: «¿A qué pena
venís vosotros bajando la cuesta?
así yo vi que hacía el Minotauro; Decidlo desde allí, o si no disparo.»
y aquel prudente gritó: «Corre al paso;
bueno es que bajes mientras se enfurece.» «La respuesta -le dijo mi maestro-
daremos a Quirón cuando esté cerca:
Descendimos así por el derrumbe tu voluntad fue siempre impetuosa.»
de las piedras, que a veces se movían
bajo mis pies con esta nueva carga. Después me tocó, y dijo: «Aquel es Neso,
que murió por la bella Deyanira,
Iba pensando y díjome: «Tú piensas contra sí mismo tomó la venganza.
tal vez en esta ruina, que vigila
la ira bestial que ahora he derrotado. Y aquel del medio que al pecho se mira,
el gran Quirón, que fue el ayo de Aquiles;
Has de saber que en la otra ocasión y el otro es Folo, el que habló tan airado.
que descendí a lo hondo del infierno,
Van a millares rodeando el foso, es Opizzo de Este, que de veras
flechando a aquellas almas que abandonan
la sangre, más que su culpa permite.» fue muerto por su hijastro allá en el mundo.»
Me volví hacia el poeta y él me dijo:
Nos acercamos a las raudas fieras: «Ahora éste es el primero, y yo el segundo.»
Quirón cogió una flecha, y con la punta,
de la mejilla retiró la barba. Al poco rato se fijó el Centauro
en unas gentes, que hasta la garganta
Cuando hubo descubierto la gran boca, parecían, salir del hervidero.
dijo a sus compañeros; «¿No os dais cuenta
que el de detrás remueve lo que pisa? Díjonos de una sombra ya apartada:
«En la casa de Dios aquél hirió -
No lo suelen hacer los pies que han muerto.» el corazón que al Támesis chorrea.»
Y mi buen guía, llegándole al pecho,
donde sus dos naturas se entremezclan, Luego vi gentes que sacaban fuera
del río la cabeza, y hasta el pecho;
respondió: «Está bien vivo, y a él tan sólo y yo reconocí a bastantes de ellos.
debo enseñarle el tenebroso valle:
necesidad le trae, no complacencia. Asi iba descendiendo poco a poco
aquella sangre que los pies cocía,
Alguien cesó de cantar Aleluya, y por allí pasamos aquel foso.
y ésta nueva tarea me ha encargado:
él no es ladrón ni yo alma condenada. «Así como tú ves que de esta parte
el hervidero siempre va bajando,
Mas por esta virtud por la cual muevo -dijo el centauro- quiero que conozcas
los pasos por camino tan salvaje,
danos alguno que nos acompañe, que por la otra más y más aumenta
su fondo, hasta que al fin llega hasta el sitio
que nos muestre por dónde se vadea, en donde están gimiendo los tiranos.
y que a éste lleve encima de su grupa,
pues no es alma que viaje por el aire.» La diving justicia aquí castiga
a aquel Atila azote de la tierra
Quirón se volvió atrás a la derecha, y a Pirro y Sexto; y para siempre ordeña
y dijo a Neso: «Vuelve y dales guía,
y hazles pasar si otro grupo se encuentran.» las lágrimas, que arrancan los hervores,
a Rinier de Corneto, a Rinier Pazzo
Y nos marchamos con tan fiel escolta qué en los caminos tanta guerra hicieron.»
por la ribera del bullir rojizo, Volvióse luego y franqueó aquel vado.
donde mucho gritaban los que hervían.
CANTO XIII
Gente vi sumergida hasta las cejas,
y el gran centauro dijo: « Son tiranos Neso no había aún vuelto al otro lado,
que vivieron de sangre y de rapiña: cuando entramos nosotros por un bosque
al que ningún sendero señalaba.
lloran aquí sus daños despiadados;
está Alejandro, y el feroz Dionisio No era verde su fronda, sino oscura;
que a Sicilia causó tiempos penosos. ni sus ramas derechas, mas torcidas;
sin frutas, mas con púas venenosas.
Y aquella frente de tan negro pelo,
es Azolino; y aquel otro rubio, Tan tupidos, tan ásperos matojos
no conocen las fieras que aborrecen
entre Corneto y Cécina los campos. «Si él hubiese creído de antemano
-le respondió mi sabio-, ánima herida,
Hacen allí su nido las arpías, aquello que en mis rimas ha leído,
que de Estrófane echaron al Troyano
con triste anuncio de futuras cuitas. no hubiera puesto sobre ti la mano:
mas me ha llevado la increible cosa
Alas muy grandes, cuello y rostro humanos a inducirle a hacer algo que me pesa:
y garras tienen, y el vientre con plumas;
en árboles tan raros se lamentan. mas dile quién has sido, y de este modo
algún aumento renueve tu fama
Y el buen Maestro: «Antes de adentrarte, alli en el mundo, al que volver él puede.»
sabrás que este recinto es el segundo
-me comenzó a decir- y estarás hasta Y el tronco: «Son tan dulces tus lisonjas
que no puedo callar; y no os moleste
que puedas ver el horrible arenal; si en hablaros un poco me entretengo:
mas mira atentamente; así verás
cosas que si te digo no creerías.» Yo soy aquel que tuvo las dos llaves
que el corazón de Federico abrían
Yo escuchaba por todas partes ayes, y cerraban, de forma tan suave,
y no vela a nadie que los diese,
por lo que me detuve muy asustado. que a casi todos les negó el secreto;
tanta fidelidad puse en servirle
Yo creí que él creyó que yo creía que mis noches y días perdí en ello.
que tanta voz salía del follaje,
de gente que a nosotros se ocultaba. La meretriz que jamás del palacio
del César quita la mirada impúdica,
Y por ello me dijo: «Si tronchases muerte común y vicio de las cortes,
cualquier manojo de una de estas plantas,
tus pensamientos también romperias.» encendió a todos en mi contra; y tanto
encendieron a Augusto esos incendios
Entonces extendí un poco la mano, que el gozo y el honor trocóse en lutos;
y corté una ramita a un gran endrino;
y su tronco gritó: «¿Por qué me hieres? mi ánimo, al sentirse despreciado,
creyendo con morir huir del desprecio,
Y haciéndose después de sangre oscuro culpable me hizo contra mí inocente.
volvió a decir: «Por qué así me desgarras?
¿es que no tienes compasión alguna? Por las raras raíces de este leño,
os juro que jamás rompí la fe
Hombres fuimos, y ahora matorrales; a mi señor, que fue de honor tan digno.
más piadosa debiera ser tu mano,
aunque fuéramos almas de serpientes.» Y si uno de los dos regresa al mundo,
rehabilite el recuerdo que se duele
Como. una astilla verde que encendida aún de ese golpe que asesta la envidia.»
por un lado, gotea por el otro,
y chirría el vapor que sale de ella, Paró un poco, y después: «Ya que se calla,
no pierdas tiempo -dijome el poeta-
así del roto esqueje salen juntas habla y pregúntale si más deseas.»
sangre y palabras: y dejé la rama
caer y me quedé como quien teme. Yo respondí: «Pregúntale tú entonces
lo que tú pienses que pueda gustarme;
pues, con tanta aflicción, yo no podría.» en la batalla de Toppo tus piernas.»
Y cuando ya el aliento le faltaba,
Y así volvió a empezar: «Para que te haga de él mismo y de un arbusto formó un nudo.
de buena gana aquello que pediste,
encarcelado espíritu, aún te plazca La selva estaba llena detrás de ellos
de negros canes, corriendo y ladrando
decirnos cómo el alma se encadena cual lebreles soltados de traílla.
en estos troncos; dinos, si es que puedes,
si alguna se despega de estos miembros.» El diente echaron al que estaba oculto
y lo despedazaron trozo a trozo;
Sopló entonces el tronco fuememente luego llevaron los miembros dolientes.
trocándose aquel viento en estas voces:
«Brevemente yo quiero responderos; Cogióme entonces de la mano el guía,
y me llevó al arbusto que lloraba,
cuando un alma feroz ha abandonado por los sangrantes rotos, vanamente.
el cuerpo que ella misma ha desunido
Minos la manda a la séptima fosa. Decía: «Oh Giácomo de Sant' Andrea,
¿qué te ha valido de mí hacer refugio?
Cae a la selva en parte no elegida; ¿qué culpa tengo de tu mala vida?»
mas donde la fortuna la dispara,
como un grano de espelta allí germina; Cuando el maestro se paró a su lado,
dijo: «¿Quién fuiste, que por tantas puntas
surge en retoño y en planta silvestre: con sangre exhalas tu habla dolorosa?»
y al converse sus hojas las Arpías,
dolor le causan y al dolor ventana. Y él a nosotros: «Oh almas que llegadas
sois a mirar el vergonzoso estrago,
Como las otras, por nuestros despojos, que mis frondas así me ha desunido,
vendremos, sin que vistan a ninguna;
pues no es justo tener lo que se tira. recogedlas al pie del triste arbusto.
Yo fui de la ciudad que en el Bautista
A rastras los traeremos, y en la triste cambió el primer patrón: el cual, por esto
selva serán los cuerpos suspendidos,
del endrino en que sufre cada sombra.» con sus artes por siempre la hará triste;
y de no ser porque en el puente de Arno
Aún pendientes estábamos del tronco aún permanece de él algún vestigio,
creyendo que quisiera más contarnos,
cuando de un ruido fuimos sorprendidos, esas gentes que la reedificaron
sobre las ruinas que Atila dejó,
Igual que aquel que venir desde el puesto habrían trabajado vanamente.
escucha al jabalí y a la jauría Yo de mi casa hice mi cadalso.»
y oye a las bestias y un ruido de frondas;
CANTO XIV
Y miro a dos que vienen por la izquierda,
desnudos y arañados, que en la huida, Y como el gran amor del lugar patrio
de la selva rompían toda mata. me conmovió, reuní la rota fronda,
y se la devolví a quien ya callaba.
Y el de delante: «¡Acude, acude, muerte!»
Y el otro, que más lento parecía, Al límite llegamos que divide
gritaba: «Lano, no fueron tan raudas el segundo recinto del tercero,
y vi de la justicia horrible modo. Yo comencé: «Maestro, tú que vences
todas las cosas, salvo a los demonios
Por bien manifestar las nuevas cosas, que al entrar por la puerta nos salieron,
he de decir que a un páramo llegamos,
que de su seno cualquier planta ahuyenta. ¿Quién es el grande que no se preocupa
del fuego y yace despectivo y fiero,
La dolorosa selva es su guirnalda, cual si la lluvia no le madurase?»
como para ésta lo es el triste foso;
justo al borde los pasos detuvimos. Y él mismo, que se había dado cuenta
que preguntaba por él a mi guía,
Era el sitio una arena espesa y seca, gritó: « Como fui vivo, tal soy muerto.
hecha de igual manera que esa otra
que oprimiera Catón con su pisada. Aunque Jove cansara a su artesano
de quien, fiero, tomó el fulgor agudo
¡Oh venganza divina, cuánto debes con que me golpeó el último día,
ser temida de todo aquel que lea
cuanto a mis ojos fuera manifiesto! o a los demás cansase uno tras otro,
de Mongibelo en esa negra fragua,
De almas desnudas vi muchos rebaños, clamando: "Buen Vulcano, ayuda, ayuda"
todas llorando llenas de miseria,
y en diversas posturas colocadas: tal como él hizo en la lucha de Flegra,
y me asaeteara con sus fuerzas,
unas gentes yacían boca arriba; no podría vengarse alegremente.»
encogidas algunas se sentaban,
y otras andaban incesantemente. Mi guía entonces contestó con fuerza
tanta, que nunca le hube así escuchado:
Eran las más las que iban dando vueltas, «Oh Capaneo, mientras no se calme
menos las que yacían en tormento,
pero más se quejaban de sus males. tu soberbia, serás más afligido:
ningún martirio, aparte de tu rabia,
Por todo el arenal, muy lentamente, a tu furor dolor será adecuado.»
llueven copos de fuego dilatados,
como nieve en los Alpes si no hay viento. Después se volvió a mí con mejor tono,
«Éste fue de los siete que asediaron
Como Alejandro en la caliente zona a Tebas; tuvo a Dios, y me parece
de la India vio llamas que caían
hasta la tierra sobre sus ejércitos; que aún le tenga, desdén, y no le implora;
mas como yo le dije, sus despechos
por lo cual ordenó pisar el suelo son en su pecho galardón bastante.
a sus soldados, puesto que ese fuego
se apagaba mejor si estaba aislado, Sígueme ahora y cuida que tus pies
no pisen esta arena tan ardiente,
así bajaba aquel ardor eterno; mas camina pegado siempre al bosque.»
y encendía la arena, tal la yesca
bajo eslabón, y el tormento doblaba. En silencio llegamos donde corre
fuera ya de la selva un arroyuelo,
Nunca reposo hallaba el movimiento cuyo rojo color aún me horripila:
de las míseras manos, repeliendo
aquí o allá de sí las nuevas llamas. como del Bulicán sale el arroyo
que reparten después las pecadoras, t
al corrta a través de aquella arena. al fondo donde más no se desciende:
forma Cocito; y cuál sea ese pantano
El fondo de éste y ambas dos paredes ya lo verás; y no te lo describo.»
eran de piedra, igual que las orillas;
y por ello pensé que ése era el paso. Yo contesté: «Si el presente riachuelo
tiene así en nuestro mundo su principio,
«Entre todo lo que yo te he enseñado, ¿como puede encontrarse en este margen?»
desde que atravesamos esa puerta
cuyos umbrales a nadie se niegan, Respondió: «Sabes que es redondo el sitio,
y aunque hayas caminado un largo trecho
ninguna cosa has visto más notable hacia la izquierda descendiendo al fondo,
como el presente río que las llamas
apaga antes que lleguen a tocarle.» aún la vuelta completa no hemos dado;
por lo que si aparecen cosas nuevas,
Esto dijo mi guía, por lo cual no debes contemplarlas con asombro.»
yo le rogué que acrecentase el pasto,
del que acrecido me había el deseo. Y yo insistí «Maestro, ¿dónde se hallan
Flegetonte y Leteo?; a uno no nombras,
«Hay en medio del mar un devastado y el otro dices que lo hace esta lluvia.»
país -me dijo- que se llama Creta;
bajo su rey fue el mundo virtuoso. «Me agradan ciertamente tus preguntas
-dijo-, mas el bullir del agua roja
Hubo allí una montaña que alegraban debía resolverte la primera.
aguas y frondas, se llamaba Ida:
cual cosa vieja se halla ahora desierta. Fuera de aquí podrás ver el Leteo,
allí donde a lavarse van las almas,
La excelsa Rea la escogió por cuna cuando la culpa purgada se borra.»
para su hijo y, por mejor guardarlo,
cuando lloraba, mandaba dar gritos. Dijo después: «Ya es tiempo de apartarse
del bosque; ven caminando detrás:
Se alza un gran viejo dentro de aquel monte, dan paso las orillas, pues no queman,
que hacia Damiata vuelve las espaldas y sobre ellas se extingue cualquier fuego.»
y al igual que a un espejo a Roma mira.
CANTO XV
Está hecha su cabeza de oro fino,
y plata pura son brazos y pecho, Caminamos por uno de los bordes,
se hace luego de cobre hasta las ingles; y tan denso es el humo del arroyo,
que del fuego protege agua y orillas.
y del hierro mejor de aquí hasta abajo,
salvo el pie diestro que es barro cocido: Tal los flamencos entre Gante y Brujas,
y más en éste que en el otro apoya. temiendo el viento que en invierno sopla,
a fin de que huya el mar hacen sus diques;
Sus partes, salvo el oro, se hallan rotas
por una raja que gotea lágrimas, y como junto al Brenta los paduanos
que horadan, al juntarse, aquella gruta; por defender sus villas y castillos,
antes que Chiarentana el calor sienta;
su curso en este valle se derrama:
forma Aqueronte, Estigia y Flagetonte; de igual manera estaban hechos éstos,
corre después por esta estrecha espita sólo que ni tan altos ni tan gruesos,
fuese el que fuese quien los construyera.
-le respondí- me perdí por un valle,
Ya estábamos tan lejos de la selva antes de que mi edad fuese perfecta.
que no podría ver dónde me hallaba,
aunque hacia atrás yo me diera la vuelta, Lo dejé atrás ayer por la mañana;
éste se apareció cuando a él volvía,
cuando encontramos un tropel de almas y me lleva al hogar por esta ruta.»
que andaban junto al dique, y todas ellas
nos miraban cual suele por la noche Y él me repuso: «Si sigues tu estrella
glorioso puerto alcanzarás sin falta,
mirarse el uno al otro en luna nueva; si de la vida hermosa bien me acuerdo;
y para vernos fruncían las cejas
como hace el sastre viejo con la aguja. y si no hubiese muerto tan temprano,
viendo que el cielo te es tan favorable,
Examinado así por tal familia, dado te habría ayuda en la tarea.
de uno fui conocido, que agarró
mi túnica y gritó: «¡Qué maravilla!» Mas aquel pueblo ingrato y malicioso
que desciende de Fiesole de antiguo,
y yo, al verme cogido por su mano y aún tiene en él del monte y del peñasco,
fijé la vista en su quemado rostro,
para que, aun abrasado, no impidiera, si obras bien ha de hacerse tu contrario:
y es con razón, que entre ásperos serbales
su reconocimiento a mi memoria; no debe madurar el dulce higo.
e inclinando la mía hacia su cara
respondí: «¿Estáis aquí, señor Brunetto?» Vieja fama en el mundo llama ciegos,
gente es avara, envidiosa y soberbia:
«Hijo, no te disguste -me repuso- líbrate siempre tú de sus costumbres.
si Brunetto Latino deja un rato
a su grupo y contigo se detiene.» Tanto honor tu fortuna te reserva,
que la una parte y la otra tendrán hambre
Y yo le dije: «Os lo pido gustoso; de ti; mas lejos pon del chivo el pasto.
y si queréis que yo, con vos me pare,
lo haré si place a aquel con el que ando.» Las bestias fiesolanas se apacienten
de ellas mismas, y no toquen la planta,
«Hijo -repuso-, aquel de este rebaño si alguna surge aún entre su estiércol,
que se para, después cien años yace,
sin defenderse cuando el fuego quema. en que reviva la simiente santa
de los romanos que quedaron, cuando
Camina pues: yo marcharé a tu lado; hecho fue el nido de tan gran malicia.»
y alcanzaré más tarde a mi mesnada,
que va llorando sus eternos males.» «Si pudiera cumplirse mi deseo
aún no estaríais vos -le repliqué-
Yo no osaba bajarme del camino de la humana natura separado;
y andar con él; mas gacha la cabeza
tenía como el hombre reverente. que en mi mente está fija y aún me apena,
querida y buena, la paterna imagen
Él comenzó: «¿Qué fortuna o destino vuestra, cuando en el mundo hora tras hora
antes de postrer día aquí te trae?
¿y quién es éste que muestra el camino?» me enseñabais que el hombre se hace eterno;
y cuánto os lo agradezco, mientras viva,
Y yo: «Allá arriba, en la vida serena conviene que en mi lengua se proclame.
CANTO XVI
Lo que narráis de mi carrera escribo,
para hacerlo glosar, junto a otro texto, Ya estaba donde el resonar se oía
si hasta ella llego, a la mujer que sabe. del agua que caía al otro círculo,
como el que hace la abeja en la colmena;
Sólo quiero que os sea manifiesto
que, con estar tranquila mi conciencia, cuando tres sombras juntas se salieron,
me doy, sea cual sea, a la Fortuna. corriendo, de una turba que pasaba
bajo la lluvia de la áspera pena.
No es nuevo a mis oídos tal augurio:
mas la Fortuna hace girar su rueda Hacia nosotros gritando venían:
como gusta, y el labrador su azada.» «Detente quien parece por el traje
ser uno de la patria depravada.»
Entonces mi maestro la mejilla
derecha volvió atrás, y me miró; ¡Ah, cuántas llagas vi en aquellos miembros,
dijo después: «Bien oye el precavido.» viejas y nuevas, de la llama ardidas!
me siento aún dolorido al recordarlo.
Pero yo no dejé de hablar por eso
con ser Brunetto, y pregunto quién son A sus gritos mi guía se detuvo;
sus compañeros de más alta fama. volvió el rostro hacia mí, y me dijo: « Espera,
pues hay que ser cortés con esta gente.
Y él me dijo: «Saber de alguno es bueno;
de los demás será mejor que calle, Y si no fuese por el crudo fuego
que a tantos como son el tiempo es corto. que este sitio asaetea, te diría
que te apresures tú mejor que ellos.»
Sabe, en suma, que todos fueron clérigos
y literatos grandes y famosos, Ellos, al detenernos, reemprendieron
al mundo sucios de un igual pecado. su antiguo verso; y cuando ya llegaron,
hacen un corro de sí aquellos tres,
Prisciano va con esa turba mísera,
y Francesco D'Accorso; y ver con éste, cual desnudos y untados campeones,
si de tal tiña tuvieses deseo, acechando a su presa y su ventaja,
antes de que se enzarcen entre ellos;
podrás a quien el Siervo de los Siervos
hizo mudar del Arno al Bachiglión, y con la cara vuelta, cada uno
donde dejó los nervios mal usados. me miraba de modo que al contrario
iba el cuello del pie continuamente.
De otros diría, mas charla y camino
no pueden alargarse, pues ya veo «Si el horror de este suelo movedizo
surgir del arenal un nuevo humo. vuelve nuestras plegarias despreciables
-uno empezó- y la faz negra y quemada,
Gente viene con la que estar no debo:
mi "Tesoro" te dejo encomendado, nuestra fama a tu ánimo suplique
en el que vivo aún, y más no digo.» que nos digas quién eres, que los vivos
pies tan seguro en el infierno arrastras.
Luego se fue, y parecía de aquellos
que el verde lienzo corren en Verona Éste, de quien me ves pisar las huellas,
por el campo; y entre éstos parecía aunque desnudo y sin pellejo vaya,
de los que ganan, no de los que pierden. fue de un grado mayor de lo que piensas,
pues nieto fue de la bella Gualdrada; en ti, Florencia, y de ello te lamentas.»
se llamó Guido Guerra, y en su vida
mucho obró con su espada y con su juicio. Así grité levantando la cara;
y los tres, que esto oyeron por respuesta,
El otro, que tras mí la arena pisa, se miraron como ante las verdades.
es Tegghiaio Aldobrandi, cuya voz
en el mundo debiera agradecerse; «Si en otras ocasiones no te cuesta
satisfacer a otros -me dijeron-,
y yo, que en el suplicio voy con ellos, dichoso tú que dices lo que quieres.
Jacopo Rusticucci; y fiera esposa
más que otra cosa alguna me condena.» Pero si sales de este mundo ciego
y vuelves a mirar los bellos astros,
Si hubiera estado a cubierto del fuego, cuando decir "estuve allí" te plazca,
me hubiera ido detrás de ellos al punto,
y no creo que al guía le importase; háblale de nosotros a la gente.»
Rompieron luego el círculo y, huyendo,
mas me hubiera abrasado, y de ese modo alas sus raudas piernas parecían.
venció el miedo al deseo que tenía,
pues de abrazarles yo me hallaba ansioso. Un amén no podría haberse dicho
antes de que ellos se hubiesen perdido;
Luego empecé: «No desprecio, mas pena por lo que el guía quiso que partiésemos.
en mi interior me causa vuestro estado,
y es tanta que no puedo desprenderla, Yo iba detrás, y no avanzamos mucho
cuando el agua sonaba tan de cerca,
desde el momento en que mi guía dijo que apenas se escuchaban las palabras.
palabras, por las cuales yo pensaba
que, como sois, se acercaba tal gente. Como aquel río sigue su carrera
primero desde el Veso hacia el levante,
De vuestra tierra soy, y desde siempre a la vertiente izquierda de Apenino,
vuestras obras y nombres tan honrados,
con afecto he escuchado y retenido. que Acquaqueta se llama abajo, antes
de que en un hondo lecho se desplome,
Dejo la hiel y voy al dulce fruto y en Forlí ya ese nombre no conserva,
que mi guía veraz me ha prometido,
pero antes tengo que llegar al centro.» resuena allí sobre San Benedetto,
de la roca cayendo en la cascada
«Muy largamente el alma te conduzcan en donde mil debieran recibirle;
todavía -me dijo aquél- tus miembros,
y resplandezca luego tu memoria, así en lo hondo de un despeñadero,
oímos resonar el agua roja,
di si el valor y cortesía aún se hallan que el oído ofendía al poco tiempo.
en nuestra patria tal como solían,
o si del todo han sido ya expulsados; Yo llevaba una cuerda a la cintura
con la que alguna vez hube pensado
que Giuglielmo Borsiere, el cual se duele cazar la onza de la piel pintada.
desde hace poco en nuestro mismo grupo,
con sus palabras mucho nos aflige.» Luego de haberme toda desceñido,
como mi guía lo había mandado,
«Las nuevas gentes, las ganancias súbitas, se la entregué recogida en un rollo.
orgullo y desmesura han generado,
Entonces se volvió hacia la derecha
y, alejándose un trecho de la orilla, Garras peludas tiene en las axilas;
la arrojó al fondo de la escarpadura. y en la espalda y el pecho y ambos flancos
pintados tiene ruedas y lazadas.
«Alguna novedad ha de venirnos
-pensaba para mí- del nuevo signo, Con más color debajo y superpuesto
que el maestro así busca con los ojos.» no hacen tapices tártaros ni turcos,
ni fue tal tela hilada por Aracne.
iCuán cautos deberían ser los hombres
junto a aquellos que no sólo las obras, Como a veces hay lanchas en la orilla,
mas por dentro el pensar también conocen! que parte están en agua y parte en seco;
o allá entre los glotones alemanes
«Pronto -dijo- verás sobradamente
lo que espero, y en lo que estás pensando: el castor se dispone a hacer su caza,
pronto conviene que tú lo descubras.» se hallaba así la fiera detestable
al horde pétreo, que la arena ciñe.
La verdad que parece una mentira
debe el hombre callarse mientras pueda, Al aire toda su cola movía,
porque sin tener culpa se avergüence: cerrando arriba la horca venenosa,
que a guisa de escorpión la punta armaba.
pero callar no puedo; y por las notas,
lector, de esta Comedia, yo te juro, El guía dijo: «Es preciso torcer
así no estén de larga gracia llenas, nuestro camino un poco, junto a aquella
malvada bestia que está allí tendida.»
que vi por aquel oire oscuro y denso
venir nadando arriba una figura, Y descendimos al lado derecho,
que asustaría el alma más valiente, caminando diez pasos por su borde,
para evitar las llamas y la arena.
tal como vuelve aquel que va al fondo
a desprender el ancla que se agarra Y cuando ya estuvimos a su lado,
a escollos y otras cosas que el mar cela, sobre la arena vi, un poco más lejos,
que el cuerpo extiende y los pies se recoge. gente sentada al borde del abismo.

CANTO XVII Aquí el maestro: «Porque toda entera


de este recinto la experiencia lleves
«Mira la bestia con la cola aguda, -me dijo-, ve y contempla su castigo.
que pasa montes, rompe muros y armas;
mira aquella que apesta todo el mundo.» Allí sé breve en tus razonamientos:
mientras que vuelvas hablaré con ésta,
Así mi guía comenzó a decirme; que sus fuertes espaldas nos otorgue.»
y le ordenó que se acercase al borde
donde acababa el camino de piedra. Así pues por el borde de la cima
de aquel séptimo circulo yo solo
Y aquella sucia imagen del engaño anduve, hasta llegar a los penados.
se acercó, y sacó el busto y la cabeza,
mas a la orilla no trajo la cola. Ojos afuera estallaba su pena,
de aquí y de allí con la mano evitaban
Su cara era la cara de un buen hombre, tan pronto el fuego como el suelo ardiente:
tan benigno tenía lo de afuera,
y de serpiente todo lo restante. como los perros hacen en verano,
con el hocico, con el pie, mordidos
de pulgas o de moscas o de tábanos. me puse yo escuchando sus palabras;
pero me avergoncé con su advertencia,
Y después de mirar el rostro a algunos, que ante el buen amo el siervo se hace fuerte.
a los que el fuego doloroso azota,
a nadie conocí; pero me acuerdo Encima me senté de la espaldaza:
quise decir, mas la voz no me vino
que en el cuello tenía una bolsa como creí: «No dejes de abrazarme.»
con un cierto color y ciertos signos,
que parecían complacer su vista. Mas aquel que otras veces me ayudara
en otras dudas, luego que monté,
Y como yo anduviéralos mirando, me sujetó y sostuvo con sus brazos.
algo azulado vi en una amarilla,
que de un león tenía cara y porte. Y le dijo: «Gerión, muévete ahora:
las vueltas largas, y el bajar sea lento:
Luego, siguiendo de mi vista el curso, piensa en qué nueva carga estás llevando.»
otra advertí como la roja sangre,
y una oca blanca más que la manteca. Como la navecilla deja el puerto
detrás, detrás, así ésta se alejaba;
Y uno que de una cerda azul preñada y luego que ya a gusto se sentía,
señalado tenía el blanco saco,
dijo: «¿Qué andas haciendo en esta fosa? en donde el pecho, ponía la cola,
y tiesa, como anguila, la agitaba,
Vete de aquí; y puesto que estás vivo, y con los brazos recogía el aíire.
sabe que mi vecino Vitaliano
aquí se sentará a mi lado izquierdo; No creo que más grande fuese el miedo
cuando Faetón abandonó las riendas,
de Padua soy entre estos florentinos: por lo que el cielo ardió, como aún parece;
y las orejas me atruenan sin tasa
gritando: "¡Venga el noble caballero ni cuando la cintura el pobre Ícaro
sin alas se notó, ya derretidas,
que llenará la bolsa con tres chivos!"» gritando el padre: «¡Mal camino llevas!»;
Aquí torció la boca y se sacaba
la lengua, como el buey que el belfo lame. que el mío fue, cuando noté que estaba
rodeado de aire, y apagada
Y yo, temiendo importunar tardando cualquier visión que no fuese la fiera;
a quien de no tardar me había advertido,
atrás dejé las almas lastimadas. ella nadando va lenta, muy lenta;
gira y desciende, pero yo no noto
A mi guía encontré, que ya subido sino el viento en el rostro y por debajo.
sobre la grupa de la fiera estaba,
y me dijo: «Sé fuerte y arrojado. Oía a mi derecha la cascada
que hacía por encima un ruido horrible,
Ahora bajamos por tal escalera: y abajo miro y la cabeza asomo.
sube delante, quiero estar en medio,
porque su cola no vaya a dañarte.» Entonces temí aún más el precipicio,
pues fuego pude ver y escuchar llantos;
Como está aquel que tiene los temblores por lo que me encogí temblando entero.
de la cuartana, con las uñas pálidas,
y tiembla entero viendo ya el relente, Y vi después, que aún no lo había visto,
al bajar y girar los grandes males, Allí estaban desnudos los malvados;
que se acercaban de diversos lados. una mitad iba dando la espalda,
otra de frente, con pasos más grandes;
Como el halcón que asaz tiempo ha volado,
y que sin ver ni señuelo ni pájaro tal como en Roma la gran muchedumbre,
hace decir al halconero: «¡Ah, baja!», del año jubilar, alli en el puente
precisa de cruzar en doble vía,
lento desciende tras su grácil vuelo,
en cien vueltas, y a lo lejos se pone que por un lado todos van de cara
de su maestro, airado y desdeñoso, hacia el castillo y a San Pedro marchan;
y de otro lado marchan hacia el monte.
de tal modo Gerión se posó al fondo,
al mismo pie de la cortada roca, De aquí, de allí, sobre la oscura roca,
y descargadas nuestras dos personas, vi demonios cornudos con flagelos,
se disparó como de cuerda tensa. que azotaban cruelmente sus espaldas.

CANTO XVIII ¡Ay, cómo hacían levantar las piernas


a los primeros golpes!, pues ninguno
Hay un lugar llamado Malasbolsas el segundo esperaba ni el tercero.
en el infierno, pétreo y ferrugiento,
igual que el muro que le ciñe entorno. Mientras andaba, en uno mi mirada
vino a caer; y al punto yo me dije:
Justo en el medio del campo maligno «De haberle visto ya no estoy ayuno.»
se abre un pozo bastante largo y hondo,
del cual a tiempo contaré las partes. Y así paré mi paso para verlo:
y mi guía conmigo se detuvo,
Es redondo el espacio que se forma y consintió en que atrás retrocediera.
entre el pozo y el pie del duro abismo,
y en diez valles su fondo se divide. Y el condenado creía ocultarse
bajando el rostro; mas sirvió de poco,
Como donde, por guarda de los muros, pues yo le dije: «Oh tú que el rostro agachas,
más y más fosos ciñen los castillos,
el sitio en donde estoy tiene el aspecto; si los rasgos que llevas no son falsos,
Venedico eres tú Caccianemico;
tal imagen los valles aquí tienen. mas ¿qué te trae a salsas tan picantes?»
Y como del umbral de tales fuertes
a la orilla contraria hay puentecillos, Y repuso: «Lo digo de mal grado;
pero me fuerzan tus claras palabras,
así del borde de la roca, escollos que me hacen recordar el mundo antiguo.
conducen, dividiendo foso y márgenes,
hasta el pozo que les corta y les une. Fui yo mismo quien a Ghisolabella
indujo a hacer el gusto del marqués,
En este sitio, ya de las espaldas como relaten la sucia noticia.
de Gerión nos bajamos; y el poeta
tomó a la izquierda, y yo me fui tras él. Y boloñés no lloró aquí tan sólo,
mas tan repleto está este sitio de ellos,
A la derecha vi nuevos pesares, que ahora tantas lenguas no se escuchan
nuevos castigos y verdugos nuevos,
que la bolsa primera abarrotaban. que digan "Sipa" entre Savena y Reno;
y si fe o testimonio de esto quieres,
trae a tu mente nuestro seno avaro.»
Nos hallábamos ya donde el sendero
Hablando así le golpeó un demonio con el margen segundo se entrecruza,
con su zurriago, y dijo: « Lárgate que a otro arco le sirve como apoyo.
rufián, que aquí no hay hembras que se
vendan.» Aquí escuchamos gentes que ocupaban
la otra bolsa y soplaban por el morro,
Yo me reuní al momento con mi escolta; pegándose a sí mismas con las manos.
luego, con pocos pasos, alcanzamos
un escollo saliente de la escarpa. Las orillas estaban engrumadas
por el vapor que abajo se hace espeso,
Con mucha ligereza lo subimos y ofendía a la vista y al olfato.
y, vueltos a derecha por su dorso,
de aquel círculo eterno nos marchamos. Tan oscuro es el fondo, que no deja
ver nada si no subes hasta el dorso
Cuando estuvimos ya donde se ahueca del arco, en que la roca es más saliente.
debajo, por dar paso a los penados,
el guía dijo: « Espera, y haz que pongan Allí subimos; y de allá, en el foso
vi gente zambullida en el estiércol,
la vista en ti esos otros malnacidos, cual de humanas letrinas recogido.
a los que aún no les viste el semblante,
porque en nuestro sentido caminaban.» Y mientras yo miraba hacia allá abajo,
vi una cabeza tan de mierda llena,
Desde el puente mirábamos el grupo que no sabía si era laico o fraile.
que al otro lado hacia nosotros iba,
y que de igual manera azota el látigo. Él me gritó: « ¿Por qué te satisface
mirarme más a mí que a otros tan sucios?»
Y sin yo preguntarle el buen Maestro Le dije yo: « Porque, si bien recuerdo,
«Mira aquel que tan grande se aproxima,
que no le causa lágrimas el daño. con los cabellos secos ya te he visto,
y eres Alesio Interminei de Lucca:
¡Qué soberano aspecto aún conserva! por eso más que a todos te miraba.»
Es Jasón, que por ánimo y astucia
dejó privada del carnero a Cólquida. Y él dijo, golpeándose la chola:
«Aquí me han sumergido las lisonjas,
Éste pasó por la isla de Lemmos, de las que nunca se cansó mi lengua.»
luego que osadas hembras despiadadas
muerte dieran a todos sus varones: Luego de esto, mi guía: «Haz que penetre
-dijo- tu vista un poco más delante,
con tretas y palabras halagüeñas tal que tus ojos vean bien el rostro
a Isifile engañó, la muchachita
que antes había a todas engañado. de aquella sucia y desgreñada esclava,
que allí se rasca con uñas mierdosas,
Allí la dejó encinta, abandonada; y ahora se tumba y ahora en pie se pone:
tal culpa le condena a tal martirio;
también se hace venganza de Medea. es Thais, la prostituta, que repuso
a su amante, al decirle "¿Tengo prendas
Con él están los que en tal modo engañan: bastantes para ti?": "aún más, excelsas".
y del valle primero esto te baste Y sea aquí saciada nuestra vista.»
conocer, y de los que en él castiga.»
CANTO XIX Y yo: «Lo que tú quieras será bueno,
eres tú mi señor y no me aparto
¡Oh Simón Mago! Oh mfseros secuaces de tu querer: y lo que callo sabes.»
que las cosas de Dios, que de los buenos
esposas deben ser, como rapaces Caminábamos pues el cuarto margen:
volvimos y bajamos a la izquierda
por el oro y la plata adulteráis! al fondo estrecho y agujereado.
sonar debe la trompa por vosotros,
puesto que estáis en la tercera bolsa. Entonces el maestro de su lado
no me apartó, hasta vernos junto al hoyo
Ya estábamos en la siguiente tumba, de aquel que se dolía con las zancas.
subidos en la parte del escollo
que cae justo en el medio de aquel foso. «Oh tú que tienes lo de arriba abajo,
alma triste clavada cual madero,
¡Suma sabiduría! ¡Qué arte muestras -le dije yo-, contéstame si puedes.»
en el cielo, en la tierra y el mal mundo,
cuán justamente tu virtud repartes! Yo estaba como el fraile que confiesa
al pérfido asesino, que, ya hincado,
Yo vi, por las orillas y en el fondo, por retrasar su muerte le reclama.
llena la piedra livida de hoyos,
todos redondos y de igual tamaño. Y él me gritó: «¿Ya estás aquí plantado?,
¿ya estás aquí plantado, Bonifacio?
No los vi menos amplios ni mayores En pocos años me mintió lo escrito.
que esos que hay en mi bello San Juan,
y son el sitio para los bautismos; ¿Ya te cansaste de aquellas riquezas
por las que hacer engaño no temiste,
uno de los que no hace aún mucho tiempo y atormentar después a tu Señora?»
yo rompí porque en él uno se ahogaba:
sea esto seña que a todos convenza. Me quedé como aquellos que se encuentran,
por no entender lo que alguien les responde,
A todos les salían por la boca confundidos, y contestar no saben.
de un pecador los pies, y de las piernas
hasta el muslo, y el resto estaba dentro. Dijo entonces Virgilio: «Dile pronto:
"No soy aquel, no soy aquel que piensas."»
Ambas plantas a todos les ardían; Yo respondí como me fue indicado.
y tan fuerte agitaban las coyundas,
que habrían destrozado soga y cuerdas. Torció los pies entonces el espíritu,
luego gimiendo y con voces llorosas,
Cual suele el llamear en cosas grasas me dijo: «¿Entonces, para qué me buscas?
moverse por la extrema superficie,
así era allí del talón a la punta. si te interesa tanto el conocerme,
que has recorrido así toda la roca,
«Quién es, maestro, aquel que se enfurece sabe que fui investido del gran manto,
pataleando más que sus consortes
-dije- y a quien más roja llama quema?» y en verdad fui retoño de la Osa,
y tan ansioso de engordar oseznos,
Y él me dijo: «Si quieres que te lleve que allí el caudal, aquí yo, me he embolsado.
allí por la pendiente que desciende,
él te hablará de sí y de sus pecados.» Y bajo mi cabeza están los otros
que a mí, por simonía, precedieron,
y que lo estrecho de la piedra aplasta. Os habéis hecho un Dios de oro y de plata:
y qué os separa ya de los idólatras,
Allí habré yo de hundirme también cuando sino que a ciento honráis y ellos a uno?
venga aquel que creía que tú fueses,
al hacerte la súbita pregunta. Constantino, ¡de cuánto mal fue madre,
no que te convirtieses, mas la dote
Pero mis pies se abrasan ya más tiempo que por ti enriqueció al primer patriarca!»
y más estoy yo puesto boca abajo,
del que estarán plantados sus pies rojos, Y mientras yo cantaba tales notas,
mordido por la ira o la conciencia,
pues vendrá luego de él, aún más manchado, con fuerza las dos piernas sacudía.
desde el poniente, un pastor sin entrañas,
tal que conviene que a los dos recubra. Yo creo que a mi guía le gustaba,
pues con rostro contento había escuchado
Nuevo Jasón será, como nos muestra mis palabras sinceramente dichas.
MACABEOS, y como a aquel fue blando
su rey, así ha de hacer quien Francia rige.» Entonces me cogió con los dos brazos;
y luego de subirme hasta su pecho,
No sé si fui yo loco en demasía, volvió a ascender la senda que bajamos.
pues que le respondí con tales versos:
«Ah, dime ahora, qué tesoros quiso No se cansó llevándome agarrado,
hasta ponerme en la cima del puente
Nuestro Señor antes de que a San Pedro que del cuarto hasta el quinto margen cruza.
le pusiese las llaves a su cargo?
Únicamente dijo: "Ven conmigo"; Con suavidad aquí dejó la carga,
suave, en el escollo áspero y pino
ni Pedro ni los otros de Matías que a las cabras sería mala trocha.
oro ni plata, cuando sortearon Desde ese sitio descubrí otro valle.
el puesto que perdió el alma traidora.
CANTO XX
Quédate ahí, que estás bien castigado,
y guarda las riquezas mal cogidas, De nueva pena he de escribir los versos
que atrevido te hicieron contra Carlos. y dar materia al vigésimo canto
de la primer canción, que es de los reos.
Y si no fuera porque me lo veda
el respeto a las llaves soberanas Estaba yo dispuesto totalmente
que fueron tuyas en la alegre vida, a mirar en el fondo descubierto,
que me bañaba de angustioso llanto;
usaría palabras aún más duras;
porque vuestra avaricia daña al mundo, por el redondo valle vi a unas gentes
hundiendo al bueno y ensalzando al malo. venir, calladas y llorando, al paso
con que en el mundo van las procesiones.
Pastores, os citó el evangelista,
cuando aquella que asienta sobre el agua Cuando bajé mi vista aún más a ellas,
él vio prostituida con los reyes: vi que estaban torcidas por completo
desde el mentón al principio del pecho;
aquella que nació con siete testas,
y tuvo autoridad con sus diez cuernos, porque vuelto a la espalda estaba el rostro,
mientras que su virtud plació al marido. y tenían que andar hacia detrás,
pues no podían ver hacia delante.
que tú no ves, con trenzas desatadas,
Por la fuerza tal vez de perlesía y todo el cuerpo cubre con su pelo,
alguno habrá en tal forma retorcido,
mas no lo vi, ni creo esto que pase. fue Manto, que corrió por muchas tierras;
y luego se afincó donde naci,
Si Dios te deja, lector, coger fruto por lo que un poco quiero que me escuches:
de tu lectura, piensa por ti mismo
si podría tener el rostro seco, Después de que su padre hubiera muerto,
y la ciudad de Baco esclavizada,
cuando vi ya de cerca nuestra imagen ella gran tiempo anduvo por el mundo.
tan torcida, que el llanto de los ojos
les bañaba las nalgas por la raja. En el norte de Italia se halla un lago,
al pie del Alpe que ciñe Alemania
Lloraba yo, apoyado en una roca sobre el Tirol, que Benago se llama.
del duro escollo, tal que dijo el guía:
«¿Es que eres tú de aquellos insensatos?, Por mil fuentes, y aún más, el Apenino
ente Garda y Camónica se baña,
vive aquí la piedad cuando está muerta: por el agua estancada en dicho lago.
¿Quién es más criminal de lo que es ése
que al designio divino se adelanta? En su medio hay un sitio, en que el trentino
pastor y el de Verona, y el de Brescia,
Alza tu rostro y mira a quien la tierra si ese camino hiciese, bendijera.
a la vista de Tebas se tragó;
y de allí le gritaban: "Dónde caes Se halla Pesquiera, arnés hermoso y fuerte,
frontera a bergamescos y brescianos,
Anfiareo?, ¿por qué la guerra dejas?" en la ribera que en el sur le cerca.
Y no dejó de rodar por el valle
hasta Minos, que a todos los agarra. En ese sitio se desborda todo
lo que el Benago contener no puede,
Mira cómo hizo pecho de su espalda: y entre verdes praderas se hace un río.
pues mucho quiso ver hacia adelante,
mira hacia atrás y marcha reculando. Tan pronto como el agua aprisa corre,
no ya Benago, mas Mencio se llama
Mira a Tiresias, que mudó de aspecto hasta Governo, donde cae al Po.
al hacerse mujer siendo varón
cambiándose los miembros uno a uno; Tras no mucho correr, encuentra un valle,
en el cual se dilata y empantana;
y después, golpear debía antes y en el estio se vuelve insalubre.
las unidas serpientes, con la vara,
que sus viriles plumas recobrase. Pasando por allí la virgen fiera,
vio tierra en la mitad de aquel pantano,
Aronte es quien al vientre se le acerca, sin cultivo y desnuda de habitantes.
que en los montes de Luni, que cultiva
el carrarés que vive allí debajo, Allí, para escapar de los humanos,
con sus siervas quedóse a hacer sus artes,
tuvo entre blancos mármoles la cueva y vivió, y dejó allí su vano cuerpo.
como mansión; donde al mirar los astros
y el mar, nada la vista le impedía. Los hombres luego que vivían cerca,
se acogieron al sitio, que era fuerte,
Y aquella que las tetas se recubre, pues el pantano aquel lo rodeaba.
bien lo recordarás, que no fue estorbo
Fundaron la ciudad sobre sus huesos; alguna vez en esa selva oscura.»
y por quien escogió primero el sitio, Así me hablaba, y mientras caminábamos.
Mantua, sin otro augurio, la llamaron.
CANTO XXI
Sus moradores fueron abundantes,
antes que la torpeza de Casoldi, Así de puente en puente, conversando
de Pinamonte engaño recibiese. de lo que mi Comedia no se ocupa,
subimos, y al llegar hasta la cima
Esto te advierto por si acaso oyeras
que se fundó de otro modo mi patria, nos paramos a ver la otra hondonada
que a la verdad mentira alguna oculte.» de Malasbolsas y otros llantos vanos;
y la vi tenebrosamente oscura.
Y yo: «Maestro, tus razonamientos
me son tan ciertos y tan bien los creo, Como en los arsenales de Venecia
que apagados carbones son los otros. bulle pez pegajosa en el invierno
al reparar sus leños averiados,
Mas dime, de la gente que camina,
si ves alguna digna de noticia, que navegar no pueden; y a la vez
pues sólo en eso mi mente se ocupa.» quién hace un nuevo leño, y quién embrea
los costados a aquel que hizo más rutas;
Entonces dijo: «Aquel que desde el rostro
la barba ofrece por la espalda oscura, quién remacha la popa y quién la proa;
fue, cuando Grecia falta de varones hacen otros los remos y otros cuerdas;
quién repara mesanas y trinquetas;
tanto, que había apenas en las cunas
augur, y con Calcante dio la orden asi, sin fuego, por divinas artes,
de cortar en Aulide las amarras. bullía abajo una espesa resina,
que la orilla impregnaba en todos lados.
Se llamaba Euripilo, y así canta
algún pasaje de mi gran tragedia: La veía, mas no veía en ella
tú bien lo sabes pues la sabes toda. más que burbujas que el hervor alzaba,
todas hincharse y explotarse luego.
Aquel otro en los flancos tan escaso,
Miguel Escoto fue, quien en verdad Mientras allá miraba fijamente,
de los mágicos fraudes supo el juego. el poeta, diciendo: «¡Atento, atento!»
a él me atrajo del sitio en que yo estaba.
Mira a Guido Bonatti, mira a Asdente,
que haber tomado el cuero y el bramante Me volvi entonces como aquel que tarda
ahora querría, mas tarde se acuerda; en ver aquello de que huir conviene,
y a quien de pronto le acobarda el miedo,
Y a las tristes que el huso abandonaron,
las agujas y ruecas, por ser magas y, por mirar, no demora la marcha;
y hechiceras con hierbas y figuras. y un diablo negro vi tras de nosotros,
que por la roca corriendo venía.
Mas ahora ven, que llega ya al confín
de los dos hemisferios, y a las ondas ¡Ah, qué fiera tenía su apariencia,
bajo Sevilla, Caín con las zarzas, y parecían cuán amenazantes
sus pies ligeros, sus abiertas alas!
y la luna ayer noche estaba llena:
En su hombro, que era anguloso y soberbio, mas él gritó: «¡Que ninguno se atreva!
cargaba un pecador por ambas ancas,
agarrando los pies por los tendones. Antes de que me pinchen los tridentes,
que se adelante alguno para oírme,
«¡Oh Malasgarras --dijo desde el puente-, pensad bien si debéis arponearme.»
os mando a un regidor de Santa Zita!
Ponedlo abajo, que voy a por otro «¡Que vaya Malacola!» -se gritaron;
y uno salió de entre los otros quietos,
a esa tierra que tiene un buen surtido: y vino hasta él diciendo: «¿De qué sirve?»
salvo Bonturo todos son venales;
del "ita" allí hacen "no" por el dinero.» «Es que crees, Malacola, que me habrías
visto venir -le dijo mi maestro-
Abajo lo tiró, y por el escollo seguro ya de todas vuestras armas,
se volvió, y nunca fue un mastín soltado
persiguiendo a un ladrón con tanta prisa. sin el querer divino y diestro hado?
Déjame andar, que en el cielo se quiere
Aquél se hundió, y se salía de nuevo; que el camino salvaje enseñe a otros.»
mas los demonios que albergaba el puente
gritaron: «¡No está aquí la Santa Faz, Su orgullo entonces fue tan abatido
que el tridente dejó caer al suelo,
y no se nada aquí como en el Serquio! y a los otros les dijo: «No tocarlo.»
así que, si no quieres nuestros garfios,
no te aparezcas sobre la resina.» Y el guía a mí: «Oh tú que allí te encuentras
tras las rocas del puente agazapado,
Con más de cien arpones le pinchaban, puedes venir conmigo ya seguro.»
dicen: «Cubierto bailar aquí debes,
tal que, si puedes, a escondidas hurtes.» Por lo que yo avancé hasta él deprisa;
y los diablos se echaron adelante,
No de otro modo al pinche el cocinero tal que temí que el pacto no guardaran;
hace meter la carne en la caldera,
con los tridentes, para que no flote. así yo vi temer a los infantes
yéndose, tras rendirse, de Caprona,
Y el buen Maestro: «Para que no sepan al verse ya entre tantos enemigos.
que estás agua -me dijo- ve a esconderte
tras una roca que sirva de abrigo; Yo me arrimé con toda mi persona
a mi guía, y los ojos no apartaba
y por ninguna ofensa que me hagan, de sus caras que no eran nada buenas.
debes temer, que bien conozco esto,
y otras veces me he visto en tales líos.» Inclinaban los garfios: «¿Que le pinche
-decíanse- queréis, en el trasero?»
Después pasó del puente a la otra parte; Y respondían: «Sí, pínchale fuerte.»
y cuando ya alcanzó la sexta fosa;
le fue preciso un ánimo templado. Pero el demonio aquel que había hablado
con mi guía, volvióse raudamente,
Con la ferocidad y con la saña y dijo: «Para, para, Arrancapelos.»
que los perros atacan al mendigo,
que de pronto se para y limosnea, Luego nos dijo: « Más andar por este
escollo no se puede, pues que yace
del puentecillo aquéllos se arrojaron, todo despedazado el arco sexto;
y en contra de él volvieron los arpones;
y si queréis seguir más adelante
podéis andar aquí, por esta escarpa: ora con trompas, y ora con campanas,
hay otro escollo cerca, que es la ruta. con tambores, y hogueras en castillos,
con cosas propias y también ajenas;
Ayer, cinco horas más que en esta hora,
mil y doscientos y sesenta y seis mas nunca con tan rara cornamusa,
años hizo, que aquí se hundió el camino. moverse caballeros ni pendones,
ni nave al ver una estrella o la tierra.
Hacia allá mando a alguno de los míos
para ver si se escapa alguno de esos; Caminábamos con los diez demonios,
id con ellos, que no han de molestaros. ¡fiera compaña!, mas en la taberna
con borrachos, con santos en la iglesia.
¡Adelante Aligacho, Patasfrías,
-él comenzó a decir- y tú, Malchucho; Mas a la pez volvía la mirada,
y Barbatiesa guíe la decena. por ver lo que la bolsa contenía
y a la gente que adentro estaba ardiendo.
Vayan detrás Salido y Ponzoñoso,
jabalí Colmilludo, Arañaperros, Cual los delfines hacen sus señales
el Tartaja y el loco del Berrugas. con el arco del lomo al marinero,
que le preparan a que el leño salve,
Mirad en torno de la pez hirviente;
éstos a salvo lleguen al escollo por aliviar su pena, de este modo
que todo entero va sobre la fosa.» enseñaban la espalda algunos de ellos,
escondiéndose en menos que hace el rayo.
«¡Ay maestro, qué es esto que estoy viendo!
-dije- vayamos solos sin escolta, Y como al borde del agua de un charco
si sabes ir, pues no la necesito. hay renacuajos con el morro fuera,
con el tronco y las ancas escondidas,
Si eres tan avisado como sueles,
¿no ves cómo sus dientes les rechinan, se encontraban así los pecadores;
y su entrecejo males amenaza?» mas, como se acercaba Barbatiesa,
bajo el hervor volvieron a meterse.
Y él me dijo: «No quiero que te asustes;
déjalos que rechinen a su gusto, Yo vi, y el corazón se me acongoja,
pues hacen eso por los condenados.» que uno esperaba, así como sucede
que una rana se queda y otra salta;
Dieron la vuelta por la orilla izquierda,
mas primero la lengua se mordieron Y Arañaperros, que a su lado estaba,
hacia su jefe, a manera de seña, le agarró por el pelo empegotado
y él hizo una trompeta de su culo. y le sacó cual si fuese una nutria.

CANTO XXII Ya de todos el nombre conocía,


pues lo aprendí cuando fueron nombrados,
Caballeros he visto alzar el campo, y atento estuve cuando se llamaban.
comenzar el combate, o la revista,
y alguna vez huir para salvarse; «Ahora, Berrugas, puedes ya clavarle
los garfios en la espalda y desollarlo»
en vuestra tierra he visto exploradores, gritaban todos juntos los malditos.
¡Oh aretinos! y he visto las mesnadas,
hacer torneos y correr las justas, Y yo: «Maestro, intenta, si es que puedes,
saber quién es aquel desventurado,
llegado a manos de sus enemigos.» el de Gallura, vaso de mil fraudes;
que apresó a los rivales de su amo,
Y junto a él se aproximó mi guía; consiguiendo que todos lo alabasen.
preguntó de dónde era, y él repuso:
«Fui nacido en el reino de Navarra. Cogió el dinero, y soltóles de plano,
como dice; y fue en otros menesteres,
Criado de un señor me hizo mi madre, no chico, mas eximio baratero.
que me había engendrado de un bellaco,
destructor de si mismo y de sus cosas. Trata con él maese Miguel Zanque
de Logodoro; y hablan Cerdeña
Después fui de la corte de Teobaldo: sin que sus lenguas nunca se fatiguen.
allí me puse a hacer baratertas;
y en este caldo estoy rindiendo cuentas.» ¡Ay de mí! ved que aquél rechina el diente:
más te diría pero tengo miedo
Y Colmilludo a cuya boca asoman, que a rascarme la tiña se aparezcan.»
tal jabalí, un colmillo a cada lado,
le hizo sentir cómo uno descosía. Y vuelto hacia el Tartaja el gran preboste,
cuyos ojos herirle amenazaban,
Cayó el ratón entre malvados gatos; dijo: « Hazte a un lado, pájaro malvado.»
mas le agarró en sus brazos Barbatiesa,
y dijo: « Estaros quietos un momento.» «Si queréis conocerles o escucharles
-volvió a empezar el preso temeroso-
Y volviendo la cara a mi maestro haré venir toscanos o lombardos;
«Pregunta -dijo- aún, si más deseas
de él saber, antes que esos lo destrocen». pero quietos estén los Malasgarras
para que éstos no teman su venganza,
El guía entonces: «De los otros reos, y yo, siguiendo en este mismo sitio,
di ahora si de algún latino sabes
que esté bajo la pez.» Y él: «Hace poco por uno que soy yo, haré venir siete
cuando les silbe, como acostumbramos
a uno dejé que fue de allí vecino. hacer cuando del fondo sale alguno.»
¡Si estuviese con él aún recubierto
no temería tridentes ni garras!» Malchucho en ese instante alzó el hocico,
moviendo la cabeza, y dijo: «Ved
Y el Salido: «Esperamos ya bastante», qué malicia pensó para escaparse.»
dijo, y cogióle el brazo con el gancho,
tal que se llevó un trozo desgarrado. Mas él, que muchos trucos conocía
respondió: «¿Malicioso soy acaso,
También quiso agarrarle Ponzoñoso cuando busco a los míos más tristeza?»
piernas abajo; mas el decurión
miró a su alrededor con mala cara. No se aguantó Aligacho, y, al contrario
de los otros, le dijo: «Si te tiras,
Cuando estuvieron algo más calmados, yo no iré tras de ti con buen galope,
a aquel que aún contemplaba sus heridas
le preguntó mi guía sin tardanza: mas batiré sobre la pez las alas;
deja la orilla y corre tras la roca;
«¿Y quién es ése a quien enhoramala ya veremos si tú nos aventajas.»
dejaste, has dicho, por salir a flote?»
Y aquél repuso: «Fue el fraile Gomita, Oh tú que lees, oirás un nuevo juego:
todos al otro lado se volvieron, Vuelto había a la fábula de Esopo
y el primero aquel que era más contrario. mi pensamiento la presente riña,
donde él habló del ratón y la rana,
Aprovechó su tiempo el de Navarra;
fijó la planta en tierra, y en un punto porque igual que «enseguida» y «al instante»,
dio un salto y se escapó de su preboste. se parecen las dos si se compara
el principio y el fin atentamente.
Y por esto, culpables se sintieron,
más aquel que fue causa del desastre, Y, cual de un pensamiento el otro sale,
que se marchó gritando: «Ya te tengo.» así nació de aquel otro después,
que mi primer espanto redoblaba.
Mas de poco valió, pues que al miedoso
no alcanzaron las alas: se hundió éste, Yo así pensaba: «Si estos por nosotros
y aquél alzó volando arriba el pecho. quedan burlados con daño y con befa,
supongo que estarán muy resentidos.
No de otro modo el ánade de golpe,
cuando el halcón se acerca, se sumerge, Si sobre el mal la ira se acrecienta,
y éste, roto y cansado, se remonta. ellos vendrán detrás con más crueldad
que el can lleva una liebre con los dientes.»
Airado Patasfrías por la broma,
volando atrás, lo cogió, deseando Ya sentía erizados los cabellos
que aquél huyese para armar camorra; por el miedo y atrás atento estaba
cuando dije: «Maestro, si escondite
y al desaparecer el baratero,
volvió las garras a su camarada, no encuentras enseguida, me amedrentan
tal que con él se enzarzó sobre el foso. los Malasgarras: vienen tras nosotros:
tanto los imagino que los siento.»
Fue el otro gavilán bien amaestrado,
sujetándole bien, y ambos cayeron Y él: «Si yo fuese de azogado vidrio,
en la mitad de aquel pantano hirviente. tu imagen exterior no copiaría
tan pronto en mí, cual la de dentro veo;
Los separó el calor a toda prisa,
pero era muy difícil remontarse, tras mi pensar el tuyo ahora venía,
pues tenían las alas pegajosas. con igual acto y con la misma cara,
que un único consejo hago de entrambos.
Barbatiesa, enfadado cual los otros,
a cuatro hizo volar a la otra parte, Si hacia el lado derecho hay una cuesta,
todos con grafios y muy prestamente. para poder bajar a la otra bolsa,
huiremos de la caza imaginada.»
Por un lado y por otro descendieron:
echaron garfios a los atrapados, Este consejo apenas proferido,
que cocidos estaban en la costra, los vi venir con las alas extendidas,
y asi enredados los abandonamos. no muy de lejos, para capturarnos.

CANTO XXIII De súbito mi guía me cogió


cual la madre que al ruido se despierta
Callados, solos y sin compañía y ve cerca de sí la llama ardiente,
caminábamos uno tras del otro,
lo mismo que los frailes franciscanos. que coge al hijo y huye y no se para,
teniendo, más que de ella, de él cuidado,
aunque tan sólo vista una camisa. Tal vez tendrás de mí lo que buscabas.»
Y el guía se volvió y me dijo: «Espera,
Y desde lo alto de la dura margen, y luego anda conforme con sus pasos.»
de espaldas resbaló por la pendiente,
que cierra la otra bolsa por un lado. Me detuve, y vi a dos que una gran ansia
mostraban, en el rostro, de ir conmigo,
No corre por la aceña agua tan rauda, mas la carga pesaba y el sendero.
para mover la rueda del molino,
cuando más a los palos se aproxima, Cuando estuvieron cerca, torvamente,
me remiraron sin decir palabra;
cual mi maestro por aquel barranco, luego a sí se volvieron y decían:
sosteniéndome encima de su pecho,
como a su hijo, y no cual compañero. «Ése parece vivo en la garganta;
y, si están muertos ¿por qué privilegio
Y llegaron sus pies al lecho apenas van descubiertos de la gran estola?»
del fondo, cuando aquéllos a la cima
sobre nosotros; pero no temíamos, Dijéronme: «Oh Toscano, que al colegio
de los tristes hipócritas viniste,
pues la alta providencia que los quiere dinos quién eres sin tener reparo.»
hacer ministros de la quinta fosa,
poder salir de allí no les permite. «He nacido y crecido -les repuse-
en la gran villa sobre el Arno bello,
Allí encontramos a gente pintada y con el cuerpo estoy que siempre tuve.
que alrededor marchaba a lentos pasos,
llorando fatigados y abatidos. ¿Quién sois vosotros, que tanto os destila
el dolor, que así veo por el rostro,
Tenían capas con capuchas bajas y cuál es vuestra pena que reluce?»
hasta los ojos, hechas del tamaño
que se hacen en Cluní para los monjes: «Estas doradas capas -uno dijo-
son de plomo, tan gruesas, que los pesos
por fuera son de oro y deslumbrantes, hacen así chirriar a sus balanzas.
mas por dentro de plomo, y tan pesadas
que Federico de paja las puso. Frailes gozosos fuimos, boloñeses;
yo Catalano y éste Loderingo
¡Oh eternamente fatigoso manto! llamados, y elegidos en tu tierra,
Nosotros aún seguimos por la izquierda
a su lado, escuchando el triste lloro; como suele nombrarse a un imparcial
por conservar la paz; y fuimos tales
mas cansados aquéllos por el peso, que en torno del Gardingo aún puede verse.»
venían tan despacio, que con nuevos
compañeros a cada paso estábamos. Yo comencé: «Oh hermanos, vuestros males »
No dije más, porque vi por el suelo
Por lo que dije al guía: «Ve si encuentras a uno crucificado con tres palos.
a quien de nombre o de hechos se conozca,
y los ojos, andando, mueve entorno.» Al verme, por entero se agitaba,
soplándose en la barba con suspiros;
Uno entonces que oyó mi hablar toscano, y el fraile Catalán que lo advirtió,
de detrás nos gritó: « Parad los pasos,
los que corréis por entre el aire oscuro. me dijo: «El condenado que tú miras,
dijo a los fariseos que era justo
ajusticiar a un hombre por el pueblo. a aquella imagen de su blanca hermana,
mas poco dura el temple de su pluma;
Desnudo está y clavado en el camino
como ves, y que sienta es necesario el campesino falto de forraje,
el peso del que pasa por encima; se levanta y contempla la campiña
toda blanca, y el muslo se golpea,
y en tal modo se encuentra aquí su suegro
en este foso, y los de aquel concilio vuelve a casa, y aquí y allá se duele,
que a los judíos fue mala semilla.» tal mezquino que no sabe qué hacerse;
sale de nuevo, y cobra la esperanza,
Vi que Virgilio entonces se asombraba
por quien se hallaba allí crucificado, viendo que al monte ya le cambió el rostro
en el eterno exilio tan vilmente. en pocas horas, toma su cayado,
y a pacer fuera saca las ovejas.
Después dirigió al fraile estas palabras:
«No os desagrade, si podéis, decirnos De igual manera me asustó el maestro
si existe alguna trocha a la derecha, cuando vi que su frente se turbaba,
mas pronto al mal siguió la medicina;
por la cual ambos dos salir podamos,
sin obligar a los ángeles negros, pues, al llegar al derruido puente,
a que nos saquen de este triste foso.» el guía se volvió a mí con el rostro
dulce que vi al principio al pie del monte;
Repuso entonces: «Antes que lo esperes,
hay un peñasco, que de la gran roca abrió los brazos, tras de haber tomado
sale, y que cruza los terribles valles, una resolución, mirando antes
la ruina bien, y se acercó a empinarme.
salvo aquí que está roto y no lo salva.
Subir podréis arriba por la ruina Y como el que trabaja y que calcula,
que yace al lado y el fondo recubre.» que parece que todo lo prevea,
igual, encaramándome a la cima
El guía inclinó un poco la cabeza:
dijo después: « Contaba mal el caso de un peñasco, otra roca examinaba,
quien a los pecadores allí ensarta.» diciendo: «Agárrate luego de aquélla;
pero antes ve si puede sostenerte.»
Y el fraile: « Ya en Bolonia oí contar
muchos vicios del diablo, y entre otros No era un camino para alguien con capa,
que es mentiroso y padre del embuste.» pues apenas, él leve, yo sujeto,
podíamos subir de piedra en piedra.
Rápidamente el guía se marchó,
con el rostro turbado por la ira; Y si no fuese que en aquel recinto
y yo me separé de los cargados, más corto era el camino que en los otros,
detrás siguiendo las queridas plantas. no sé de él, pero yo vencido fuera.

CANTO XXIV Mas como hacia la boca Malasbolsas


del pozo más profundo toda pende,
En ese tiempo en el que el año es joven la situación de cada valle hace
y el sol sus crines bajo Acuario templa,
y las noches se igualan con los días, que se eleve un costado y otro baje;
y así llegamos a la punta extrema,
cuando la escarcha en tierra se asemeja donde la última piedra se destaca.
Tan ordeñado del pulmón estaba Desde lo alto del puente descendimos
mi aliento en la subida, que sin fuerzas donde se cruza con la octava orilla,
busqué un asiento en cuanto que llegamos. luego me fue la bolsa manifiesta;

«Ahora es preciso que te despereces y yo vi dentro terrible maleza


-dijo el maestro-, pues que andando en de serpientes, de especies tan distintas,
plumas que la sangre aún me hiela el recordarlo.
no se consigue fama, ni entre colchas;
Más no se ufane Libia con su arena;
el que la vida sin ella malgasta que si quelidras, yáculos y faras
tal vestigio en la tierra de sí deja, produce, y cancros con anfisibenas,
cual humo en aire o en agua la espuma.
ni tantas pestilencias, ni tan malas,
Así que arriba: vence la pereza mostró jamás con la Etiopía entera,
con ánimo que vence cualquier lucha, ni con aquel que está sobre el mar Rojo.
si con el cuerpo grave no lo impide.
Entre el montón tristísimo corrían
Hay que subir una escala aún más larga; gentes desnudas y aterrorizadas,
haber huido de éstos no es bastante: sin refugio esperar o heliotropía:
si me entiendes, procura que te sirva.»
esposados con sierpes a la espalda;
Alcé entonces, mostrándome provisto les hincaban la cola y la cabeza
de un ánimo mayor del que tenía, en los riñones, encima montadas.
« Vamos -dije-. Estoy fuerte y animoso.»
De pronto a uno que se hallaba cerca,
Por el derrumbe empezamos a andar, se lanzó una serpiente y le mordió
que era escarpado y rocoso y estrecho, donde el cuello se anuda con los hombros.
y mucho más pendiente que el de antes.
Ni la O tan pronto, ni la I, se escribe,
Hablando andaba para hacerme el fuerte; cual se encendió y ardió, y todo en cenizas
cuando una voz salió del otro foso, se convirtió cayendo todo entero;
que incomprensibles voces profería.
y luego estando así deshecho en tierra
No le entendí, por más que sobre el lomo amontonóse el polvo por si solo,
ya estuviese del arco que cruzaba: y en aquel mismo se tornó de súbito.
mas el que hablaba parecía airado.
Así los grandes sabios aseguran
Miraba al fondo, mas mis ojos vivos, que muere el Fénix y después renace,
por lo oscuro, hasta el fondo no llegaban, cuando a los cinco siglos ya se acerca:
por lo que yo: «Maestro alcanza el otro
no pace en vida cebada ni hierba,
recinto, y descendamos por el muro; sólo de incienso lágrimas y amomo,
pues, como escucho a alguno que no y nardo y mirra son su último nido.
entiendo,
miro así al fondo y nada reconozco. Y como aquel que cae sin saber cómo,
porque fuerza diabólica lo tira,
«Otra respuesta -dijo- no he de darte o de otra opilación que liga el ánimo,
más que hacerlo; pues que demanda justa
se ha de cumplir con obras, y callando.» que levantado mira alrededor,
muy conturbado por la gran angustia El ladrón al final de sus palabras,
que le ha ocurrido, y suspira al mirar: alzó las manos con un par de higas,
gritando: «Toma, Dios, te las dedico.»
igual el pecador al levantarse.
¡Oh divina potencia, cuán severa, Desde entonces me agradan las serpientes,
que tales golpes das en tu venganza! pues una le envolvió entonces el cuello,
cual si dijese: «No quiero que sigas»;
El guía preguntó luego quién era:
y él respondió: «Lloví de la Toscana, y otra a los brazos, y le sujetó
no ha mucho tiempo, en este fiero abismo. ciñéndose a sí misma por delante.
que no pudo con ella ni moverse.
Vida de bestia me plació, no de hombre,
como al mulo que fui: soy Vanni Fucci ¡Ah Pistoya, Pistoya, por qué niegas
bestia, y Pistoya me fue buena cuadra.» incinerarte, así que más no dures,
pues superas en mal a tus mayores!
Y yo a mi guía: «Dile que no huya,
y pregunta qué culpa aquí le arroja; En todas las regiones del infierno
que hombre le vi de maldad y de sangre.» no vi a Dios tan soberbio algún espíritu,
ni el que cayó de la muralla en Tebas.
Y el pecador, que oyó, no se escondía,
mas volvió contra mí el ánimo y rostro, Aquel huyó sin decir más palabra;
y de triste vergüenza enrojeció; y vi venir a un centauro rabioso,
llamando: «¿Dónde, dónde está el soberbio?»
y dijo: «Más me duele que me halles
en la miseria en la que me estás viendo, No creo que Maremma tantas tenga,
que cuando fui arrancado en la otra vida. cuantas bichas tenía por la grupa,
hasta donde comienzan nuestras formas.
Yo no puedo ocultar lo que preguntas:
aquí estoy porque fui en la sacristía Encima de los hombros, tras la nuca,
ladrón de los hermosos ornamentos, con las alas abiertas, un dragón
tenía; y éste quema cuanto toca.
y acusaron a otro hombre falsamente;
mas porque no disfrutes al mirarme, Mi maestro me dijo: « Aquel es Caco,
si del lugar oscuro tal vez sales, que, bajo el muro del monte Aventino,
hizo un lago de sangre muchas veces.
abre el oído y este anuncio escucha:
Pistoya de los negros enflaquece: No va con sus hermanos por la senda,
luego en Florencia cambian gente y modos. por el hurto que fraudulento hizo
del rebaño que fue de su vecino;
De Val de Magra Marte manda un rayo
rodeado de turbios nubarrones; hasta acabar sus obras tan inicuas
y en agria tempestad impetuosa, bajo la herculea maza, que tal vez
ciento le dio, mas no sintió el deceno.»
sobre el campo Piceno habrá un combate;
y de repente rasgará la niebla, Mientras que así me hablaba, se marchó,
de modo que herirá a todos los blancos. y a nuestros pies llegaron tres espíritus,
¡Esto te digo para hacerte daño!» sin que ni yo ni el guía lo advirtiésemos,

CANTO XXV hasta que nos gritaron: «¿Quiénes sois?»:


por lo cual dimos fin a nuestra charla,
y entonces nos volvimos hacia ellos. Ya no existian las antiguas formas:
dos y ninguna la perversa imagen
Yo no les conocí, pero ocurrió, parecía; y se fue con paso lento.
como suele ocurrir en ocasiones,
que tuvo el uno que llamar al otro, Como el lagarto bajo el gran azote
de la canícula, al cambiar de seto,
diciendo: «Cianfa, ¿dónde te has metido?» parece un rayo si cruza el camino;
Y yo, para que el guía se fijase,
del mentón puse el dedo a la nariz. tal parecía, yendo a las barrigas
de los restantes, una sierpe airada,
Si ahora fueras, lector, lento en creerte tal grano de pimienta negra y livida;
lo que diré, no será nada raro,
pues yo lo vi, y apenas me lo creo. y en aquel sitio que primero toma
nuestro alimento, a uno le golpea;
A ellos tenía alzada la mirada, luego al suelo cayó a sus pies tendida.
y una serpiente con seis pies a uno,
se le tira, y entera se le enrosca. El herido miró, mas nada dijo;
antes, con los pies quietos, bostezaba,
Los pies de en medio cogiéronle el vientre, como si fiebre o sueño le asaltase.
los de delante prendieron sus brazos,
y después le mordió las dos mejillas. Él a la sierpe, y ella a él miraba;
él por la llaga, la otra por la boca
Los delanteros lanzóle a los muslos humeaban, el humo confundiendo.
y le metió la cola entre los dos,
y la trabó detrás de los riñones. Calle Lucano ahora donde habla
del mísero Sabello y de Nasidio,
Hiedra tan arraigada no fue nunca y espere a oír aquello que describo.
a un árbol, como aquella horrible fiera
por otros miembros enroscó los suyos. Calle Ovidio de Cadmo y de Aretusa;
que si aquél en serpiente, en fuente a ésta
Se juntan luego, tal si cera ardiente convirtió, poetizando, no le envidio;
fueran, y mezclan así sus colores,
no parecían ya lo que antes eran, que frente a frente dos naturalezas
no trasmutó, de modo que ambas formas
como se extiende a causa del ardor, a cambiar dispusieran sus materias.
por el papel, ese color oscuro,
que aún no es negro y ya deja de ser blanco. Se respondieron juntos de tal modo,
que en dos partió su cola la serpiente,
Los otros dos miraban, cada cual y el herido juntaba las dos hormas.
gritando: «¡Agnel, ay, cómo estás cambiando!
¡mira que ya no sois ni dos ni uno! Las piernas con los muslos a sí mismos
tal se unieron, que a poco la juntura
Las dos cabezas eran ya una sola, de ninguna manera se veía.
y mezcladas se vieron dos figuras
en una cara, donde se perdían. Tomó la cola hendida la figura
que perdía aquel otro, y su pellejo
Cuatro miembros hiciéronse dos brazos; se hacía blando y el de aquélla, duro.
los muslos con las piernas, vientre y tronco
en miembros nunca vistos se tornaron. Vi los brazos entrar por las axilas,
y los pies de la fiera, que eran cortos,
tanto alargar como acortarse aquéllos.
CANTO XXVI
Luego los pies de atrás, torcidos juntos,
el miembro hicieron que se oculta el hombre, ¡Goza, Florencia, ya que eres tan grande,
y el misero del suyo hizo dos patas. que por mar y por tierra bate alas,
y en el infierno se expande tu nombre!
Mientras el humo al uno y otro empaña
de color nuevo, y pelo hace crecer Cinco nobles hallé entre los ladrones
por una parte y por la otra depila, de tus vecinos, de donde me vino
vergüenza, y para ti no mucha honra.
cayó el uno y el otro levantóse,
sin desviarse la mirada impía, Mas si el soñar al alba es verdadero,
bajo la cual cambiaban sus hocicos. conocerás, de aquí a no mucho tiempo,
lo que Prato, no ya otras, te aborrece.
El que era en pie lo trajo hacia las sienes,
y de mucha materia que allí había, No fuera prematuro, si ya fuese:
salió la oreja del carrillo liso; ¡Ojalá fuera ya, lo que ser debe!
que más me pesará, cuanto envejezco.
lo que no fue detrás y se retuvo
de aquel sobrante, a la nariz dio forma, Nos marchamos de allí, y por los peldaños
y engrosó los dos labios, cual conviene. que en la bajada nos sirvieron antes,
subió mi guía y tiraba de mí.
El que yacía, el morro adelantaba,
y escondió en la cabeza las orejas, Y siguiendo el camino solitario,
como del caracol hacen los cuernos. por los picos y rocas del escollo,
sin las manos, el pie no se valía.
Y la lengua, que estaba unida y presta
para hablar antes, se partió; y la otra Entonces me dolió, y me duele ahora,
partida, se cerró; y cesó ya el humo. cuando, el recuerdo a lo que vi dirijo,
y el ingenio refreno más que nunca,
El alma que era en fiera convertida,
se echó a correr silbando por el valle, porque sin guía de virtud no corra;
y la otra, en pos de ella, hablando escupe. tal que, si buena estrella, o mejor cosa,
me ha dado el bien, yo mismo no lo enturbie.
Luego volvióle las espaldas nuevas,
y dijo al otro: «Quiero que ande Buso Cuantas el campesino que descansa
como hice yo, reptando, su camino.» en la colina, cuando aquel que alumbra
el mundo, oculto menos tiene el rostro,
Así yo vi la séptima zahúrda
mutar y trasmutar; y aquí me excuse cuando a las moscas siguen los mosquitos,
la novedad, si oscura fue la pluma. luciérnagas contempla allá en el valle,
en el lugar tal vez que ara y vendimia;
Y sucedió que, aunque mi vista fuese
algo confusa, y encogido el ánimo, toda resplandecía en llamaradas
no pudieron huir, tan a escondidas la bolsa octava, tal como advirtiera
desde el sitio en que el fondo se veía.
que no les viese bien, Puccio Sciancato
-de los tres compañeros era el único Y como aquel que se vengó con osos,
que no cambió de aquellos que vinieron- vio de Elías el carro al remontarse,
era el otro a quien tú, Gaville, lloras, y erguidos los caballos a los cielos,
lo que quieres; ya que serán esquivos
que con los ojos seguir no podia, por ser griegos, tal vez, a tus palabras.»
ni alguna cosa ver salvo la llama,
como una nubecilla que subiese; Cuando la llama hubo llegado a donde
lugar y tiempo pareció a mi guía,
tal se mueven aquéllas por la boca yo le escuché decir de esta manera:
del foso, mas ninguna enseña el hurto,
y encierra un pecador cada centella. «¡Oh vosotros que sois dos en un fuego,
si os merecí, mientras que estaba vivo,
Yo estaba tan absorto sobre el puente, si os merecí, bien fuera poco o mucho,
que si una roca no hubiese agarrado,
sin empujarme hubiérame caído. cuando altos versos escribí en el mundo,
no os alejéis; mas que alguno me diga
Y viéndome mi guía tan atento dónde, por él perdido, halló la muerte.»
dijo: « Dentro del fuego están las almas,
todas se ocultan en donde se queman.» El mayor cuerno de la antigua llama
empezó a retorcerse murmurando,
«Maestro -le repuse-, al escucharte tal como aquella que el viento fatiga;
estoy más cierto, pero ya he notado
que así fuese, y decírtelo quería: luego la punta aquí y acá moviendo,
cual si fuese una lengua la que hablara,
¿quién viene en aquel fuego dividido, fuera sacó la voz, y dijo: «Cuando
que parece surgido de la pira
donde Eteocles fue puesto con su hermano?» me separé de Circe, que sustrajó-
me más de un año allí junto a Gaeta,
Me respondió: «Allí dentro se tortura antes de que así Eneas la llamase,
a Ulises y a Diomedes, y así juntos
en la venganza van como en la ira; ni la filial dulzura, ni el cariño
del viejo padre, ni el amor debido,
y dentro de su llama se lamenta que debiera alegrar a Penélope,
del caballo el ardid, que abrió la puerta
que fue gentil semilla a los romanos. vencer pudieron el ardor interno
que tuve yo de conocer el mundo,
Se llora la traición por la que, muerta, y el vicio y la virtud de los humanos;
aún Daidamia se duele por Aquiles,
y por el Paladión se halla el castigo.» mas me arrojé al profundo mar abierto,
con un leño tan sólo, y la pequeña
«Si pueden dentro de aquellas antorchas tripulación que nunca me dejaba.
hablar -le dije- pídote, maestro,
y te suplico, y valga mil mi súplica,
Un litoral y el otro vi hasta España,
que no me impidas que aguardar yo pueda y Marruecos, y la isla de los sardos,
a que la llama cornuda aquí llegue; y las otras que aquel mar baña en torno.
mira cómo a ellos lleva mi deseo.»
Viejos y tardos ya nos encontrábamos,
Y él me repuso: «Es digno lo que pides al arribar a aquella boca estrecha
de mucha loa, y yo te lo concedo; donde Hércules plantara sus columnas,
pero procura reprimir tu lengua.
para que el hombre más allá no fuera:
Déjame hablar a mí, pues que comprendo a mano diestra ya dejé Sevilla,
y la otra mano se quedaba Ceuta.» hizo volver los ojos a su punta,
porque salía de ella un son confuso.
«Oh hermanos -dije-, que tras de cien mil
peligros a occidente habéis llegado, Como mugía el toro siciliano
ahora que ya es tan breve la vigilia que primero mugió, y eso fue justo,
con el llanto de aquel que con su lima
de los pocos sentidos que aún nos quedan,
negaros no queráis a la experiencia, lo templó, con la voz del afligido,
siguiendo al sol, del mundo inhabitado. que, aunque estuviese forjado de bronce,
de dolor parecía traspasado;
Considerar cuál es vuestra progenie:
hechos no estáis a vivir como brutos, así, por no existir hueco ni vía
mas para conseguir virtud y ciencia.» para salir del fuego, en su lenguaje
las palabras amargas se tornaban.
A mis hombres les hice tan ansiosos
del camino con esta breve arenga, Mas luego al encontrar ya su camino
que no hubiera podido detenerlos; por el extremo, con el movimiento
que la lengua le diera con su paso,
y vuelta nuestra proa a la mañana,
alas locas hicimos de los remos, escuchamos: «Oh tú, a quien yo dirijo
inclinándose siempre hacia la izquierda. la voz y que has hablado cual lombardo,
diciendo: "Vete ya; más no te incito",
Del otro polo todas las estrellas
vio ya la noche, y el nuestro tan bajo aunque he llegado acaso un poco tarde,
que del suelo marino no surgía. no te pese el quedarte a hablar conmigo:
¡Mira que no me pesa a mí, que ardo!
Cinco veces ardiendo y apagada
era la luz debajo de la luna, Si tú también en este mundo ciego
desde que al alto paso penetramos, has oído de aquella dulce tierra
latina, en que yo fui culpable, dime
cuando vimos una montaña, oscura
por la distancia, y pareció tan alta si tiene la Romaña paz o guerra;
cual nunca hubiera visto monte alguno. pues yo naci en los montes entre Urbino
y el yugo del que el Tiber se desata.»
Nos alegramos, mas se volvió llanto:
pues de la nueva tierra un torbellino Inclinado y atento aún me encontraba,
nació, y le golpeó la proa al leño. cuando al costado me tocó mi guía,
diciéndome: «Habla tú, que éste es latino.»
Le hizo girar tres veces en las aguas;
a la cuarta la popa alzó a lo alto, Yo, que tenía la respuesta pronta,
bajó la proa -como Aquél lo quiso- comencé a hablarle sin demora alguna:
hasta que el mar cerró sobre nosotros. «Oh alma que te escondes allá abajo,

CANTO XXVII tu Romaña no está, no estuvo nunca,


sin guerra en el afán de sus tiranos;
Quieta estaba la llama ya y derecha mas palpable ninguna dejé ahora.
para no decir más, y se alejaba
con la licencia del dulce poeta, Rávena está como está ha muchos años:
le los Polenta el águila allí anida,
cuando otra, que detrás de ella venía, al que a Cervia recubre con sus alas.
de mi vida, en la que cualquiera debe
La tierra que sufrió la larga prueba arriar las velas y lanzar amarras,
hizo de francos un montón sangriento,
bajo las garras verdes permanece. lo que antes me plació, me pesó entonces,
y arrepentido me volví y confeso,
El mastín viejo y joven de Verruchio, ¡ah miserable!, y me hubiera salvado.
que mala guardia dieron a Montaña,
clavan, donde solían, sus colmillos. El príncipe de nuevos fariseos,
haciendo guerra cerca de Letrán,
Las villas del Santerno y del Camone y no con sarracenos ni judíos,
manda el leoncito que campea en blanco,
que de verano a invierno el bando muda; que su enemigo todo era cristiano,
y en la toma de Acre nadie estuvo
y aquella cuyo flanco el Savio baña, ni comerciando en tierras del Sultán;
como entre llano y monte se sitúa,
vive entre estado libre y tiranía. ni el sumo oficio ni las sacras órdenes
en sí guardó, ni en mí el cordón aquel
Ahora quién eres, pido que me cuentes: que suele hacer delgado a quien lo ciñe.
no seas más duro que lo fueron otros;
tu nombre así en el mundo tenga fama.» Pero, como a Silvestre Constantino,
allí en Sirati a curarle de lepra,
Después que el fuego crepitó un momento así como doctor me llamó éste
a su modo, movió la aguda punta
de aquí, de allí, y después lanzó este soplo: para curarle la soberbia fiebre:
pidióme mi consejo, y yo callaba,
«Si creyera que diese mi respuesta pues sus palabras ebrias parecían.
a persona que al mundo regresara,
dejaría esta llama de agitarse; Luego volvió a decir: «Tu alma no tema;
de antemano te absuelvo; enséñame
pero, como jamás desde este fondo la forma de abatir a Penestrino.
nadie vivo volvió, si bien escucho,
sin temer a la infamia, te contestó: El cielo puedo abrir y cerrar puedo,
porque son dos las llaves, como sabes,
Guerrero fui, y después fui cordelero, que mi predecesor no tuvo aprecio.»
creyendo, así ceñido, hacer enmienda,
y hubiera mi deseo realizado, Los graves argumentos me punzaron
y, pues callar peor me parecia,
si a las primeras culpas, el gran Preste, le dije: "Padre, ya que tú me lavas
que mal haya, tornado no me hubiese;
y el cómo y el porqué, quiero que escuches: de aquel pecado en el que caigo ahora,
larga promesa de cumplir escaso
Mientras que forma fui de carne y huesos hará que triunfes en el alto solio."
que mi madre me dio, fueron mis obras
no leoninas sino de vulpeja; Luego cuando morí, vino Francisco,
mas uno de los negros querubines
las acechanzas, las ocultas sendas le dijo: "No lo lleves: no me enfades.
todas las supe, y tal llevé su arte,
que iba su fama hasta el confín del mundo. Ha de venirse con mis condenados,
puesto que dio un consejo fraudulento,
Cuando vi que llegaba a aquella parte y le agarro del pelo desde entonces;
que venció desarmado el viejo Alardo,
que a quien no se arrepiente no se absuelve,
ni se puede querer y arrepentirse, y cuál cortado y cuál roto su miembro
pues la contradicción no lo consiente." mostrase, vanamente imitaría
de la novena bolsa el modo inmundo.
¡Oh miserable, cómo me aterraba
al agarrarme diciéndome: "¿Acaso Una cuba, que duela o fondo pierde,
no pensabas que lógico yo fuese?" como a uno yo vi, no se vacía,
de la barbilla abierto al bajo vientre;
A Minos me condujo, y ocho veces
al duro lomo se ciñó la cola, por las piernas las tripas le colgaban,
y después de morderse enfurecido, vela la asadura, el triste saco
que hace mierda de todo lo que engulle.
dijo: "Este es reo de rabiosa llama",
por lo cual donde ves estoy perdido Mientras que en verlo todo me ocupaba,
y, así vestido, andando me lamento.» me miró y con la mano se abrió el pecho
diciendo: «¡Mira cómo me desgarro!
Cuando hubo terminado su relato,
se retiró la llama dolorida, imira qué tan maltrecho está Mahoma!
torciendo y debatiendo el cuerno agudo. Delante de mí Alí llorando marcha,
rota la cara del cuello al copete.
A otro lado pasamos, yo y mi guía,
por cima del escollo al otro arco Todos los otros que tú ves aquí,
que cubre el foso, donde se castiga sembradores de escándalo y de cisma
a los que, discordiando, adquieren pena. vivos fueron, y así son desgarrados.

CANTO XXVIII Hay detrás un demonio que nos abre,


tan crudamente, al tajo de la espada,
Aun si en prosa lo hiciese, ¿quién podría cada cual de esta fila sometiendo,
de tanta sangre y plagas como vi
hablar, aunque contase mochas veces? cuando la vuelta damos al camino;
porque nuestras heridas se nos cierran
En verdad toda lengua fuera escasa antes que otros delante de él se pongan.
porque nuestro lenguaje y nuestra mente
no tienen juicio para abarcar tanto. Mas ¿quién eres, que husmeas en la roca,
tal vez por retrasar ir a la pena,
Aunque reuniesen a todo aquel gentío con que son castigadas tus acciones?»
que allí sobre la tierra infortunada
de Apulia, foe de su sangre doliente «Ni le alcanza aún la muerte, ni el castigo
-respondió mi maestro- le atormenta;
por los troyanos y la larga guerra mas, por darle conocimiento pleno,
que tan grande despojo hizo de anillos,
cual Livio escribe, y nunca se equivoca; yo, que estoy muerto, debo conducirlo
por el infierno abajo vuelta a vuelta:
y quien sufrió los daños de los golpes y esto es tan cierto como que te hablo.»
por oponerse a Roberto Guiscardo;
y la otra cuyos huesos aún se encuentran Mas de cien hubo que, cuando lo oyeron,
en el foso a mirarme se pararon
en Caperano, donde fue traidor llenos de asombro, olvidando el martirio.
todo el pullés; y la de Tegliacozzo,
« Pues bien, di a Fray Dolcín que se si quieres que yo lleve tus noticias,
abastezca, quién es el de visita tan amarga.»
tú que tal vez verás el sol en breve,
si es que no quiere aquí seguirme pronto, Puso entonces la mano en la mejilla
de un compañero, y abrióle la boca,
tanto, que, rodeado por la nieve, gritando: «Es éste, pero ya no habla;
no deje la victoria al de Novara,
que no sería fácil de otro modo.» éste, exiliado, sembraba la duda,
diciendo a César que el que está ya listo
Después de alzar un pie para girarse, siempre con daño el esperar soporta.»
estas palabras díjome Mahoma;
luego al marcharse lo fijó en la tierra. ¡Oh cuán acobardado parecía,
con la lengua cortada en la garganta,
Otro, con la garganta perforada, Curión que en el hablar fue tan osado!
cortada la nariz hasta las cejas,
que una oreja tenía solamente, Y uno, con una y otra mano mochas,
que alzaba al aire oscuro los muñones,
con los otros quedó, maravillado, tal que la sangre le ensuciaba el rostro,
y antes que los demás, abrió el gaznate,
que era por fuera rojo por completo; gritó: «Te acordarás también del Mosca,
que dijo: "Lo empezado fin requiere",
y dijo: «Oh tú a quien culpa no condena que fue mala simiente a los toscanos.»
y a quien yo he visto en la tierra latina,
si mucha semejanza no me engaña, Y yo le dije: «Y muerte de tu raza.»
Y él, dolor a dolor acumulado,
acuérdate de Pier de Medicina, se fue como persona triste y loca.
si es que vuelves a ver el dulce llano,
que de Vercelli a Marcabó desciende. Mas yo quedé para mirar el grupo,
y vi una cosa que me diera miedo,
Y haz saber a los dos grandes de Fano, sin más pruebas, contarla solamente,
a maese Guido y a maese Angiolello,
que, si no es vana aquí la profecía, si no me asegurase la conciencia,
esa amiga que al hombre fortifica
arrojados serán de su bajel, en la confianza de sentirse pura.
y agarrotados cerca de Cattolica,
por traición de tirano fementido. Yo vi de cierto, y parece que aún vea,
un busto sin cabeza andar lo mismo
Entre la isla de Chipre y de Mallorca que iban los otros del rebaño triste;
no vio nunca Neptuno tal engaño,
no de piratas, no de gente argólica. la testa trunca agarraba del pelo,
cual un farol llevándola en la mano;
Aquel traidor que ve con sólo uno, y nos miraba, y «¡Ay de mí!» decía.
y manda en el país que uno a mi lado
quisiera estar ayuno de haber visto, De sí se hacía a sí mismo lucerna,
y había dos en uno y uno en dos:
ha de hacerles venir a una entrevista; cómo es posible sabe Quien tal manda.
luego hará tal, que al viento de Focara
no necesitarán preces ni votos.» Cuando llegado hubo al pie del puente,
alzó el brazo con toda la cabeza,
Y yo le dije: «Muéstrame y declara, para decir de cerca sus palabras,
piensa otra cosa, y él allá se quede;
que fueron: «Mira mi pena tan cruda
tú que, inspirando vas viendo a los muertos; que yo le he visto al pie del puentecillo
mira si alguna hay grande como es ésta. señalarte, con dedo amenazante,
y llamarlo escuché Geri del Bello.
Y para que de mí noticia lleves
sabrás que soy Bertrand de Born, aquel Tan distraído tú estabas entonces
que diera al joven rey malos consejos. con el que tuvo Altaforte a su mando,
que se fue porque tú no le atendías.»
Yo hice al padre y al hijo enemistarse:
Aquitael no hizo más de Absalón «Oh guía mío, la violenta muerte
y de David con perversas punzadas: que aún no le ha vengado -yo repuse-
ninguno que comparta su vergüenza,
Y como gente unida así he partido,
partido llevo mi cerebro, ¡ay triste!, hácele desdeñoso; y sin hablarme
de su principio que está en este tronco. se ha marchado, del modo que imagino;
Y en mí se cumple la contrapartida.» con él por esto he sido más piadoso.»

CANTO XXIX Conversamos así hasta el primer sitio


que desde el risco el otro valle muestra,
La mucha gente y las diversas plagas, si hubiese allí más luz, todo hasta el fondo.
tanto habian mis ojos embriagado,
que quedarse llorando deseaban; Cuando estuvimos ya en el postrer claustro
de Malasbolsas, y que sus profesos
mas Virgilio me dijo: «¿En qué te fijas? a nuestra vista aparecer podían,
¿Por qué tu vista se detiene ahora
tras de las tristes sombras mutiladas? lamentos saeteáronme diversos,
que herrados de piedad dardos tenían;
Tú no lo hiciste así en las otras bolsas; y me tapé por ello los oídos.
piensa, si enumerarlas crees posible,
que millas veintidós el valle abarca. Como el dolor, si con los hospitales
de Valdiquiana entre junio y septiembre,
Y bajo nuestros pies ya está la luna: los males de Maremma y de Cerdeña,
Del tiempo concedido queda poco,
y aún nos falta por ver lo que no has visto.» en una fosa juntos estuvieran,
tal era aquí; y tal hedor desprendía,
«Si tú hubieras sabido -le repuse- como suele venir de miembros muertos.
la razón por la cual miraba, acaso
me hubieses permitido detenerme.» Descendimos por la última ribera
del largo escollo, a la siniestra mano;
Ya se marchaba, y yo detrás de él, y entonces pude ver más claramente
mi guía, respondiendo a su pregunta
y añadiéndole: «Dentro de la cueva, allí hacia el fondo, donde la ministra
del alto Sir, infafble justicia,
donde los ojos tan atento puse, castiga al falseador que aquí condena.
creo que un alma de mi sangre llora
la culpa que tan caro allí se paga.» Yo no creo que ver mayor tristeza
en Egina pudiera el pueblo enfermo,
Dijo el maestro entonces: «No entretengas cuando se llenó el aire de ponzoña,
de aquí adelante en ello el pensamiento:
pues, hasta el gusanillo, perecieron con otros que lo oyeron de pasada.
los animales; y la antigua gente,
según que los poeta aseguran, El buen maestro a mí se volvió entonces,
diciendo: «Diles todo lo que quieras»;
se engendró de la estirpe de la hormiga; y yo empecé, pues que él así quería:
como era viendo por el valle oscuro
languidecer las almas a montones. «Así vuestra memoria no se borre
de las humanas mentes en el mundo,
Cuál sobre el vientre y cuál sobre la espalda, mas que perviva bajo muchos soles,
yacía uno del otro, y como a gatas,
por el triste sendero caminaban. decidme quiénes sois y de qué gente:
vuestra asquerosa y fastidiosa pena
Muy lentamente, sin hablar, marchábamos, el confesarlo espanto no os produzca.»
mirando y escuchando a los enfermos,
que levantar sus cuerpos no podían. «Yo fui de Arezzo, y Albero el de Siena
-repuso uno- púsome en el fuego,
Vi sentados a dos que se apoyaban, pero no me condena aquella muerte.
como al cocer se apoyan teja y teja,
de la cabeza al pie llenos de pústulas. Verdad es que le dije bromeando:
"Yo sabré alzarme en vuelo por el aire"
Y nunca vi moviendo la almohaza y aquél, que era curioso a insensato,
a muchacho esperado por su amo,
ni a aquel que con desgana está aún en vela, quiso que le enseñase el arte; y sólo
porque no le hice Dédalo, me hizo
como éstos se mordían con las uñas arder así como lo hizo su hijo.
a ellos mismos a causa de la saña
del gran picor, que no tiene remedio; Mas en la última bolsa de las diez,
por la alquimia que yo en el mundo usaba,
y arrancaban la sarna con las uñas, me echó Minos, que nunca se equivoca.»
como escamas de meros el cuchillo,
o de otro pez que las tenga más grandes. Y yo dije al maestro: «tHa habido nunca
gente tan vana como la sienesa?
«Oh tú que con los dedos te desuellas cierto, ni la francesa llega a tanto.»
-se dirigió mi guía a uno de aquéllos-
y que a veces tenazas de ellos haces, Como el otro leproso me escuchara,
repuso a mis palabras: «Quita a Stricca,
dime si algún latino hay entre éstos que supo hacer tan moderados gastos;
que están aquí, así te duren las uñas
eternamente para esta tarea.» y a Niccolò, que el uso dispendioso
del clavo descubrió antes que ninguno,
«Latinos somos quienes tan gastados en el huerto en que tal simiento crece;
aquí nos ves -llorando uno repuso-;
¿y quién tú, que preguntas por nosotros?» y quita la pandilla en que ha gastado
Caccia d'Ascian la viña y el gran bosque,
Y el guía dijo: «Soy uno que baja y el Abbagliato ha perdido su juicio.
con este vivo aquí, de grada en grada,
y enseñarle el infierno yo pretendo.» Mas por que sepas quién es quien te sigue
contra el sienés, en mí la vista fija,
Entonces se rompió el común apoyo; que mi semblante habrá de responderte:
y temblando los dos a mí vinieron
verás que soy la sombra de Capoccio,
que falseé metales con la alquimia; «Oh -le dije- así el otro no te hinque
y debes recordar, si bien te miro, los dientes en la espalda, no te importe
que por naturaleza fui una mona.» el decirme quién es antes que escape.»

CANTO XXX Y él me repuso: «El alma antigua es ésa


de la perversa Mirra, que del padre
Cuando Juno por causa de Semele lejos del recto amor, se hizo querida.
odio tenia a la estirpe tebana,
como lo demostró en tantos momentos, El pecar con aquél consiguió ésta
falsificándose en forma de otra,
Atamante volvióse tan demente, igual que osó aquel otro que se marcha,
que, viendo a su mujer con los dos hijos
que en cada mano a uno conducía, por ganarse a la reina de las yeguas,
falsificar en sí a Buoso Donati,
gritó: «¡Tendamos redes, y atrapemos testando y dando norma al testamente.»
a la leona al pasar y a los leoncitos!»;
y luego con sus garras despiadadas. Y cuando ya se fueron los rabiosos,
sobre los cuales puse yo la vista,
agarró al que Learco se llamaba, la volví por mirar a otros malditos.
le volteó y le dio contra una piedra;
y ella se ahogó cargada con el otro. Vi a uno que un laúd parecería
si le hubieran cortado por las ingles
Y cuando la fortuna echó por tierra del sitio donde el hombre se bifurca.
la soberbia de Troya tan altiva,
tal que el rey junto al reino fue abatido, La grave hidropesía, que deforma
los miembros con humores retenidos,
Hécuba triste, mísera y cautiva, no casado la cara con el vientre,
luego de ver a Polixena muerta,
y a Polidoro allí, junto a la orilla le obliga a que los labios tenga abiertos,
tal como a causa de la sed el hético,
del mar, pudo advertir con tanta pena, que uno al mentón, y el otro lleva arriba.
desgarrada ladró tal como un perro;
tanto el dolor su mente trastornaba. «Ah vosotros que andáis sin pena alguna,
y yo no sé por qué, en el mundo bajo
Mas ni de Tebas furias ni troyanas -él nos dijo-, mirad y estad atentos
se vieron nunca en nadie tan crueles,
ni a las bestias hiriendo, ni a los hombres, a la miseria de maese Adamo:
mientras viví yo tuve cuanto quise,
cuanto en dos almas pálidas, desnudas, y una gota de agua, ¡ay triste!, ansío.
que mordiendo corrían, vi, del modo
que el cerdo cuando deja la pocilga. Los arroyuelos que en las verdes lomas
de Casentino bajan hasta el Arno,
Una cogió a Capocchio, y en el nudo y hacen sus cauces fríos y apacibles,
del cuello le mordió, y al empujarle,
le hizo arañar el suelo con el vientre. siempre tengo delante, y no es en vano;
porque su imagen aún más me reseca
Y el aretino, que quedó temblando, que el mal con que mi rostro se descarna.
me dijo: « El loco aquel es Gianni Schichi,
que rabioso a los otros así ataca.» La rígida justicia que me hiere
se sirve del lugar en que pequé
para que ponga en fuga más suspiros. Y aquél le respondió: « Al encaminarte
al fuego, tan veloz no lo tuviste:
Está Romena allí, donde hice falsa pero sí, y más, cuando falsificabas.»
la aleación sigilada del Bautista,
por lo que el cuerpo quemado dejé. Y el hidrópico dijo: «Eso es bien cierto;
mas tan veraz testimonio no diste
Pero si viese aquí el ánima triste al requerirte la verdad en Troya.»
de Guido o de Alejandro o de su hermano,
Fuente Branda, por verlos, no cambiase. «Si yo hablé en falso, el cuño falseaste
-dijo Sinón- y aquí estoy por un yerro,
Una ya dentro está, si las rabiosas y tú por más que algún otro demonio.»
sombras que van en torno no se engañan,
¿mas de qué sirve a mis miembros ligados? «Acuérdate, perjuro, del caballo
-repuso aquel de la barriga hinchada-;
Si acaso fuese al menos tan ligero y que el mundo lo sepa y lo castigue.»
que anduviese en un siglo una pulgada,
en el camino ya me habría puesto, «Y te castigue a ti la sed que agrieta
-dijo el griego- la lengua, el agua inmunda
buscándole entre aquella gente infame, que al vientre le hace valla ante tus ojos.»
aunque once millas abarque esta fosa,
y no menos de media de través. Y el monedero dilo: «Así se abra
la boca por tu mal, como acostumbra;
Por aquellos me encuentro en tal familia: que si sed tengo y me hincha el humor,
pues me indujeron a acuñar florines
con tres quilates de oro solamente.» te duele la cabeza y tienes fiebre;
y a lamer el espejo de Narciso,
Y yo dije: «¿Quién son los dos mezquinos te invitarían muy pocas palabras.»
que humean, cual las manos en invierno,
apretados yaciendo a tu derecha?» Yo me estaba muy quieto para oírles
cuando el maestro dijo: «¡Vamos, mira!
«Aquí los encontré, y no se han movido no comprendo qué te hace tanta gracia.»
-me repuso- al llover yo en este abismo
ni eternamente creo que se muevan. Al oír que me hablaba con enojo,
hacia él me volví con tal vergüenza,
Una es la falsa que acusó a José; que todavía gira en mi memoria.
otro el falso Sinón, griego de Troya:
por una fiebre aguda tanto hieden.» Como ocurre a quien sueña su desgracia,
que soñando aún desea que sea un sueño,
Y uno de aquéllos, lleno de fastidio tal como es, como si no lo fuese,
tal vez de ser nombrados con desprecio,
le dio en la dura panza con el puño. así yo estaba, sin poder hablar,
deseando escusarme, y escusábame
Ésta sonó cual si fuese un tambor; sin embargo, y no pensaba hacerlo.
y maese Adamo le pegó en la cara
con su brazo que no era menos duro, «Falta mayor menor vergüenza lava
-dijo el maestro-, que ha sido la tuya;
diciéndole: «Aunque no pueda moverme, así es que ya descarga tu tristeza.
porque pesados son mis miembros, suelto
para tal menester tengo mi brazo.» Y piensa que estaré siempre a tu lado,
si es que otra vez te lleva la fortuna Como al irse la niebla disipando,
donde haya gente en pleitos semejantes: la vista reconoce poco a poco
pues el querer oír eso es vil deseo.» lo que esconde el vapor que arrastra el aire,

CANTO XXXI así horadando el aura espesa y negra,


más y más acercándonos al borde,
La misma lengua me mordió primero, se iba el error y el miedo me crecía;
haciéndome teñir las dos mejillas,
y después me aplicó la medicina: pues como sobre la redonda cerca
Monterregión de torres se corona,
así escuché que solía la lanza así aquel margen que el pozo circunda
de Aquiles y su padre ser causante
primero de dolor, después de alivio, con la mitad del cuerpo torreaban
los horribles gigantes, que amenaza
Dimos la espalda a aquel mísero valle aún desde el cielo Júpiter tronando.
por la ribera que en torno le ciñe,
y sin ninguna charla lo cruzamos. Y yo miraba ya de alguno el rostro,
la espalda, el pecho y gran parte del vientre,
No era allí ni de día ni de noche, y los brazos cayendo a los costados.
y poco penetraba con la vista;
pero escuché sonar un alto cuerno, Cuando dejó de hacer Naturaleza
aquellos animales, muy bien hizo,
tanto que habría a los truenos callado, porque tales ayudas quitó a Marte;
y que hacia él su camino siguiendo,
me dirigió la vista sólo a un punto. Y si ella de elefantes y ballenas
no se arrepiente, quien atento mira,
Tras la derrota dolorosa, cuando más justa y más discreta ha de tenerla;
Carlomagno perdió la santa gesta,
Orlando no tocó con tanta furia. pues donde el argumento de la mente
al mal querer se junta y a la fuerza,
A poco de volver allí mi rostro, el hombre no podría defenderse.
muchas torres muy altas creí ver;
y yo: «Maestro, di, ¿qué muro es éste?» Su cara parecía larga y gruesa
como la Piña de San Pedro, en Roma,
Y él a mí: «Como cruzas las tinieblas y en esta proporción los otros huesos;
demasiado a lo lejos, te sucede
que en el imaginar estás errado. y así la orilla, que les ocultaba
del medio abajo, les mostraba tanto
Bien lo verás, si llegas a su vera, de arriba, que alcanzar su cabellera
cuánto el seso de lejos se confunde;
así que marcha un poco más aprisa.» tres frisones en vano pretendiesen;
pues treinta grandes palmos les veía
Y con cariño cogióme la mano, de abajo al sitio en que se anuda el manto.
y dijo: «Antes que hayamos avanzado,
para que menos raro te parezca, «Raphel may amech zabi almi»,
a gritar empezó la fiera boca,
sabe que no son torres, mas gigantes, a quien más dulces salmos no convienen.
y en el pozo al que cerca esta ribera
están metidos, del ombligo abajo.» Y mi guía hacia él: « ¡Alma insensata,
coge tu cuerno, y desfoga con él
cuanta ira o pasión así te agita! Más que nunca temí la muerte entonces,
y el miedo solamente bastaría
Mirate al cuello, y hallarás la soga aunque no hubiese visto las cadenas.
que amarrado lo tiene, alma turbada,
mira cómo tu enorme pecho aprieta.» Seguimos caminando hacia adelante
y llegamos a Anteo: cinco alas
Después me dijo: «A sí mismo se acusa. salían de la fosa, sin cabeza.
Este es Nembrot, por cuya mala idea
sólo un lenguaje no existe en el mundo. «Oh tú que en el afortunado valle
que heredero a Escipión de gloria hizo,
Dejémosle, y no hablemos vanamente, al escapar Aníbal con los suyos,
porque así es para él cualquier lenguaje,
cual para otros el suyo: nadie entiende.» mil leones cazaste por botín,
y que si hubieses ido a la alta lucha
Seguimos el viaje caminando de tus hermanos, hay quien ha pensado
a la izquierda, y a un tiro de ballesta,
otro encontramos más feroz y grande. que vencieran los hijos de la Tierra;
bájanos, sin por ello despreciarnos,
Para ceñirlo quién fuera el maestro, donde al Cocito encierra la friura.
decir no sé, pero tenía atados
delante el otro, atrás el brazo diestro, A Ticio y a Tifeo no nos mandes;
éste te puede dar lo que deseas;
una cadena que le rodeaba inclínate, y no tuerzas el semblante.
del cuello a abajo, y por lo descubierto
le daba vueltas hasta cinco veces. Aún puede darte fama allá en el mundo,
pues que está vivo y larga vida espera,
«Este soberbio quiso demostrar si la Gracia a destiempo no le llama.»
contra el supremo Jove su potencia
-dijo mi guía- y esto ha merecido. Así dijo el maestro; y él deprisa
tendió la mano, y agarró a mi guía,
Se llama Efialte; y su intentona hizo con la que a Hércules diera el fuerte abrazo.
al dar miedo a los dioses los gigantes:
los brazos que movió, ya más no mueve.» Virgilio, cuando se sintió cogido,
me dijo: «Ven aquí, que yo te coja»;
Y le dije: «Quisiera, si es posible, luego hizo tal que un haz éramos ambos.
que del desmesurado Briareo
puedan tener mis ojos experiencia.» Cual parece al mirar la Garisenda
donde se inclina, cuando va una nube
Y él me repuso: «A Anteo ya verás sobre ella, que se venga toda abajo;
cerca de aquí, que habla y está libre,
que nos pondrá en el fondo del infierno. tal parecióme Anteo al observarle
y ver que se inclinaba, y fue en tal hora
Aquel que quieres ver, está muy lejos, que hubiera preferido otro camino.
y está amarrado y puesto de igual modo,
salvo que aún más feroz el rostro tiene.» Mas levemente al fondo que se traga
a Lucifer con Judas, nos condujo;
No hubo nunca tan fuerte terremoto, y así inclinado no hizo más demora,
que moviese una torre con tal fuerza, y se alzó como el mástil en la nave.
como Efialte fue pronto en revolverse.
CANTO XXXII
el frío con la boca, y con los ojos
Si rimas broncas y ásperas tuviese, el triste corazón testimoniaban.
como merecerfa el agujero
sobre el que apoyan las restantes rocas Después de haber ya visto un poco en torno,
miré, a mis pies, a dos tan estrechados,
exprimiría el jugo de mi tema que mezclados tenían sus cabellos.
más plenamente; mas como no tengo,
no sin miedo a contarlo me dispongo; «Decidme, los que así apretáis los pechos
-les dije- ¿Quiénes sois?» Y el cuello
que no es empresa de tomar a juego irguieron;
de todo el orbe describir el fondo, y al alzar la cabeza, chorrearon
ni de lengua que diga «mama» o «papa».
sus ojos, que antes eran sólo blandos
Mas a mi verso ayuden las mujeres por dentro, hasta los labios, y ató el hielo
que a Anfión a cerrar Tebas ayudaron, las lágrimas entre ellos, encerrándolos.
y del hecho el decir no sea diverso.
Leño con leño grapa nunca une
¡Oh sobre todas mal creada plebe, tan fuerte; por lo que, como dos chivos,
que el sitio ocupas del que hablar es duro, los dos se golpearon iracundos.
mejor serla ser cabras u ovejas!
Y uno, que sin orejas se encontraba
Cuando estuvimos ya en el negro pozo, por la friura, con el rostro gacho,
de los pies del gigante aún más abajo, dijo: «¿Por qué nos miras de ese modo?
y yo miraba aún la alta muralla,
Si saber quieres quién son estos dos,
oí decirme: «Mira dónde pisas: el valle en que el Bisenzo se derrama
anda sin dar patadas a la triste fue de Alberto, su padre, y de estos hijos.
cabeza de mi hermano desdichado.»
De igual cuerpo salieron; y en Caína
Por lo cual me volví, y vi por delante podrás buscar, y no encontrarás sombra
y a mis plantas un lago que, del hielo, más digna de estar puesta en este hielo;
de vidrio, y no de agua, tiene el rostro.
no aquel a quien rompiera pecho y sombra,
A su corriente no hace tan espeso por la mano de Arturo, un solo golpe;
velo, en Austria, el Danubio en el invierno, no Focaccia; y no éste, que me tapa
ni bajo el frío cielo allá el Tanais,
con la cabeza y no me deja ver,
como era allí; porque si el Pietrapana y fue llamado Sassol Mascheroni:
o el Tambernic, encima le cayese, si eres toscano bien sabrás quién fue.
ni «crac» hubiese hecho por el golpe.
Y porque en más sermones no me metas,
Y tal como croando está la rana, sabe que fui Camincion dei Pazzi;
fuera del agua el morro, cuando sueña y espero que Carlino me haga bueno.»
con frecuencia espigar la campesina,
Luego yo vi mil rostros por el frío
lívidas, hasta el sitio en que aparece amoratados, y terror me viene,
la vergüenza, en el hielo había sombras, y siempre me vendrá de aquellos hielos.
castañeteando el diente cual cigüeñas.
Y mientras que hacia el centro caminábamos,
Hacia abajo sus rostros se volvían: en el que toda gravedad se aúna,
y yo en la eterna lobreguez temblaba, «Vete -repuso- y di lo que te plazca,
pero no calles, si de aquí salieras,
si el azar o el destino o Dios lo quiso, de quien tuvo la lengua tan ligera.
no sé; mas paseando entre cabezas,
golpeé con el pie el rostro de una. Él llora aquí el dinero del francés:
"Yo vi -podrás decir- a aquel de Duera,
Llorando me gritó: «¿Por qué me pisas? donde frescos están los pecadores."
Si a aumentar tú no vienes la venganza
de Monteaperti, ¿por qué me molestas?» Si fuera preguntado "¿y esos otros?",
tienes al lado a aquel de Beccaría,
Y yo: «Maestro mío, espera un poco del cual segó Florencia la garganta.
pues quiero que me saque éste de dudas;
y luego me darás, si quieres, prisa.» Gianni de Soldanier creo que está
allá con Ganelón y Teobaldelo,
El guía se detuvo y dije a aquel que abrió Faenza mientras que dormía.»
que blasfemaba aún muy duramente:
« ¿Quién eres tú que así reprendes a otros?» Nos habíamos de éstos alejado,
cuando vi a dos helados en un hoyo,
«Y tú ¿quién eres que por la Antenora y una cabeza de otra era sombrero;
vas golpeando -respondió- los rostros,
de tal forma que, aun vivo, mucho fuera?» y como el pan con hambre se devora,
así el de arriba le mordía al otro
«Yo estoy vivo, y acaso te convenga donde se juntan nuca con cerebro.
-fue mi respuesta-, si es que quieres fama,
que yo ponga tu nombre entre los otros.» No de otra forma Tideo roía
la sien a Menalipo por despecho,
Y él a mí: «Lo contrario desearía; que aquél el cráneo y las restantes cosas.
márchate ya de aquí y no me molestes,
que halagar sabes mal en esta gruta.» «Oh tú, que muestras por tan brutal signo
un odio tal por quien así devoras,
Entonces le cogí por el cogote, dime el porqué -le dije- de ese trato,
y dije: «Deberás decir tu nombre,
o quedarte sin pelo aquí debajo.» que si tú con razón te quejas de él,
sabiendo quiénes sois, y su pecado,
Por lo que dijo: «Aunque me descabelles, aún en el mundo pueda yo vengarte,
no te diré quién soy, ni he de decirlo, si no se seca aquella con la que hablo.»
aunque mil veces golpees mi cabeza.»
CANTO XXXIII
Ya enroscados tenía sus cabellos,
y ya más de un mechón le había arrancado, De la feroz comida alzó la boca
mientras ladraba con la vista gacha, el pecador, limpiándola en los pelos
de la cabeza que detrás roía.
cuando otro le gritó: «¿Qué tienes, Bocca?
¿No te basta sonar con las quijadas, Luego empezó: «Tú quieres que renueve
sino que ladras? ¿quién te da tormento?» el amargo dolor que me atenaza
sólo al pensarlo, antes que de ello hable.
«Ahora -le dije yo- no quiero oírte,
oh malvado traidor: que en tu deshonra, Mas si han de ser simiente mis palabras
he de llevar de ti veraces nuevas.» que dé frutos de infamia a este traidor
que muerdo, al par verás que lloro y hablo.
de la espantosa torre; y yo miraba
Ignoro yo quién seas y en qué forma la cara a mis hijitos sin moverme.
has llegado hasta aquí, mas de Florencia
de verdad me pareces al oírte. Yo no lloraba, tan de piedra era;
lloraban ellos; y Anselmuccio dijo:
Debes saber que fui el conde Ugolino «Cómo nos miras, padre, ¿qué te pasa?»
y este ha sido Ruggieri, el arzobispo;
por qué soy tal vecino he de contarte. Pero yo no lloré ni le repuse
en todo el día ni al llegar la noche,
Que a causa de sus malos pensamientos, hasta que un nuevo sol salía a mundo.
y fiándome de él fui puesto preso
y luego muerto, no hay que relatarlo; Como un pequeño rayo penetrase
en la penosa cárcel, y mirara
mas lo que haber oído no pudiste, en cuatro rostros mi apariencia misma,
quiero decir, lo cruel que fue mi muerte,
escucharás: sabrás si me ha ofendido. ambas manos de pena me mordía;
y al pensar que lo hacía yo por ganas
Un pequeño agujero de «la Muda» de comer, bruscamente levantaron,
que por mí ya se llama «La del Hambre»,
y que conviene que a otros aún encierre, diciendo: « Padre, menos nos doliera
si comes de nosotros; pues vestiste
enseñado me había por su hueco estas míseras carnes, las despoja.»
muchas lunas, cuando un mal sueño tuve
que me rasgó los velos del futuro. Por más no entristecerlos me calmaba;
ese día y al otro nada hablamos:
Éste me apareció señor y dueño, Ay, dura tierra, ¿por qué no te abriste?
a la caza del lobo y los lobeznos
en el monte que a Pisa oculta Lucca. Cuando hubieron pasado cuatro días,
Gaddo se me arrojó a los pies tendido,
Con perros flacos, sabios y amaestrados, diciendo: «Padre, ¿por qué no me ayudas?»
los Gualandis, Lanfrancos y Sismondis
al frente se encontraban bien dispuestos. Allí murió: y como me estás viendo,
vi morir a los tres uno por uno
Tras de corta carrera vi rendidos al quinto y sexto día; y yo me daba
a los hijos y al padre, y con colmillos
agudos vi morderles los costados. ya ciego, a andar a tientas sobre ellos.
Dos días les llamé aunque estaban muertos:
Cuando me desperté antes de la aurora, después más que el dolor pudo el ayuno.»
llorar sentí en el sueño a mis hijitos
que estaban junto a mí, pidiendo pan. Cuando esto dijo, con torcidos ojos
volvió a morder la mísera cabeza,
Muy cruel serás si no te dueles de esto, y los huesos tan fuerte como un perro.
pensando lo que en mi alma se anunciaba:
y si no lloras, ¿de qué llorar sueles? ¡Ah Pisa, vituperio de las gentes
del hermoso país donde el «sí» suena!,
Se despertaron, y llegó la hora pues tardos al castigo tus vecinos,
en que solían darnos la comida,
y por su sueño cada cual dudaba. muévanse la Gorgona y la Capraia,
y hagan presas allí en la hoz del Arno,
Y oí clavar la entrada desde abajo para anegar en ti a toda persona;
Y él repuso: «De cómo esté mi cuerpo
pues si al conde Ugolino se acusaba en el mundo, no tengo ciencia alguna.
por la traición que hizo a tus castillos,
no debiste a los hijos dar tormento. Tal ventaja tiene esta Tolomea,
que muchas veces caen aquí las almas
Inocentes hacía la edad nueva, antes de que sus dedos mueva Atropos;
nueva Tebas, a Uguiccion y al Brigada
y a los otros que el canto ya ha nombrado.» y para que de grado tú me quites
las lágrimas vidriadosas de mi rostro,
A otro lado pasamos, y a otra gente sabe que luego que el alma traiciona,
envolvía la helada con crudeza,
y no cabeza abajo sino arriba. como yo hiciera, el cuerpo le es quitado
por un demonio que después la rige,
El llanto mismo el lloro no permite, hasta que el tiempo suyo todo acabe.
y la pena que encuentra el ojo lleno,
vuelve hacia atras, la angustia acrecentando; Ella cae en cisterna semejante;
y es posible que arriba esté aún el cuerpo
pues hacen muro las primeras lágrimas, de la sombra que aquí detrás inverna.
y así como viseras cristalinas,
llenan bajo las cejas todo el vaso. Tú lo debes saber, si ahora has venido:
que es Branca Doria, y ya han pasado muchos
Y sucedió que, aun como encallecido años desde que fuera aquí encerrado.»
por el gran frío cualquier sentimiento
hubiera abandonado ya mi rostro, «Creo -le dije yo- que tú me engañas;
Branca Doria no ha muerto todavía,
me parecía ya sentir un viento, y come y bebe y duerme y paños viste.»
por lo que yo: «Maestro, ¿quién lo hace?,
¿No están extintos todos los vapores?» «Al pozo -él respondió- de Malasgarras,
donde la pez rebulle pegajosa,
Y él me repuso: «En breve será cuando aún no había caído Miguel Zanque,
a esto darán tus ojos la respuesta,
viendo la causa que este soplo envía.» cuando éste le dejó al diablo un sitio
en su cuerpo, y el de un pariente suyo
Y un triste de esos de la fría costra que la traición junto con él hiciera.
gritó: «Ah vosotras, almas tan crueles,
que el último lugar os ha tocado, Mas extiende por fin aquí la mano;
abre mis ojos.» Y no los abrí;
del rostro levantar mis duros velos, y cortesia fue el villano serle.
que el dolor que me oprime expulsar pueda,
un poco antes que el llanto se congele.» ¡Ah genoveses, hombres tan distantes
de todo bien, de toda lacra llenos!,
Y le dije: «Si quieres que te ayude, ¿por qué no sois del mundo desterrados?
dime quién eres, y si no te libro,
merezca yo ir al fondo de este hielo.» Porque con la peor alma de Romaña
hallé a uno de vosotros, por sus obras
Me respondió: «Yo soy fray Alberigo; su espiritu bañando en el Cocito,
soy aquel de la fruta del mal huerto, y aún en la tierra vivo con el cuerpo.
que por el higo el dátil he cambiado.»
CANTO XXXIV
«Oh, ¿ya estás muerto --díjele yo- entonces?
«Vexilla regis prodeunt inferni Una delante, que era toda roja:
contra nosotros, mira, pues, delante
-dijo el maestro- a ver si los distingues.» las otras eran dos, a aquella unidas
por encima del uno y otro hombro,
Como cuando una espesa niebla baja, y uníanse en el sitio de la cresta;
o se oscurece ya nuestro hemisferio,
girando lejos vemos un molino, entre amarilla y blanca la derecha
parecia; y la izquierda era tal los que
una máquina tal creí ver entonces; vienen de allí donde el Nilo discurre.
luego, por aquel viento, busqué abrigo
tras de mi guía, pues no hallé otra gruta. Bajo las tres salía un gran par de alas,
tal como convenía a tanto pájaro:
Ya estaba, y con terror lo pongo en verso, velas de barco no vi nunca iguales.
donde todas las sombras se cubrían,
traspareciendo como paja en vidrio: No eran plumosas, sino de murciélago
su aspecto; y de tal forma aleteaban,
Unas yacen; y están erguidas otras, que tres vientos de aquello se movían:
con la cabeza aquella o con las plantas;
otra, tal arco, el rostro a los pies vuelve. por éstos congelábase el Cocito;
con seis ojos lloraba, y por tres barbas
Cuando avanzamos ya lo suficiente, corría el llanto y baba sanguinosa.
que a mi maestro le plació mostrarme
la criatura que tuvo hermosa cara, En cada boca hería con los dientes
a un pecador, como una agramadera,
se me puso delante y me detuvo, tal que a los tres atormentaba a un tiempo.
«Mira a Dite -diciendo-, y mira el sitio
donde tendrás que armarte de valor.» Al de delante, el morder no era nada
comparado a la espalda, que a zarpazos
De cómo me quedé helado y atónito, toda la piel habíale arrancado.
no lo inquieras, lector, que no lo escribo,
porque cualquier hablar poco sería. «Aquella alma que allí más pena sufre
-dijo el maestro- es Judas Iscariote,
Yo no morí, mas vivo no quedé: con la cabeza dentro y piernas fuera.
piensa por ti, si algún ingenio tienes,
cual me puse, privado de ambas cosas. De los que la cabeza afuera tienen,
quien de las negras fauces cuelga es Bruto:
El monarca del doloroso reino, -¡mirale retorcerse! ¡y nada dice!-
del hielo aquel sacaba el pecho afuera;
y más con un gigante me comparo, Casio es el otro, de aspecto membrudo.
Mas retorna la noche, y ya es la hora
que los gigantes con sus brazos hacen: de partir, porque todo ya hemos visto.»
mira pues cuánto debe ser el todo
que a semejante parte corresponde. Como él lo quiso, al cuello le abracé;
y escogió el tiempo y el lugar preciso,
Si igual de bello fue como ahora es feo, y, al estar ya las alas bien abiertas,
y contra su hacedor alzó los ojos,
con razón de él nos viene cualquier luto. se sujetó de los peludos flancos:
y descendió después de pelo en pelo,
¡Qué asombro tan enorme me produjo entre pelambre hirsuta y costra helada.
cuando vi su cabeza con tres caras!
Cuando nos encontramos donde el muslo que es contrario de aquel que la gran seca
se ensancha y hace gruesas las caderas, recubre, en cuya cima consumido
el guía, con fatiga y con angustia,
fue el hombre que nació y vivió sin culpa;
la cabeza volvió hacia los zancajos, tienes los pies sobre la breve esfera
y al pelo se agarró como quien sube, que a la Judea forma la otra cara.
tal que al infierno yo creí volver.
Aquí es mañana, cuando allí es de noche:
«Cógete bien, ya que por esta escala y aquél, que fue escalera con su pelo,
-dijo el maestro exhausto y jadeante aún se encuentra plantado igual que antes.
es preciso escapar de tantos males.»
Del cielo se arrojó por esta parte;
Luego salió por el hueco de un risco, y la tierra que aquí antes se extendía,
y junto a éste me dejó sentado; por miedo a él, del mar hizo su velo,
y puso junto a mí su pie prudente.
y al hemisferio nuestro vino; y puede
Yo alcé los ojos, y pensé mirar que por huir dejara este vacío
a Lucifer igual que lo dejamos, eso que allí se ve, y arriba se alza.»
y le vi con las piernas para arriba;
Un lugar hay de Belcebú alejado
y si desconcertado me vi entonces, tanto cuanto la cárcava se alarga,
el vulgo es quien lo piensa, pues no entiende que el sonido denota, y no la vista,
cuál es el trago que pasado había.
de un arroyuelo que hasta allí desciende
«Ponte de pie -me dijo mi maestro-: por el hueco de un risco, al que perfora
la ruta es larga y el camino es malo, su curso retorcido y sin pendiente.
y el sol ya cae al medio de la tercia.»

No era el lugar donde nos encontrábamos Mi guía y yo por esa oculta senda
pasillo de palacio, mas caverna fuimos para volver al claro mundo;
que poca luz y mal suelo tenía. y sin preocupación de descansar,

«Antes que del abismo yo me aparte, subimos, él primero y yo después,


maestro -dije cuando estuve en pie-, hasta que nos dejó mirar el cielo
por sacarme de error háblame un poco: un agujero, por el cual salimos
a contemplar de nuevo las estrellas.
¿Dónde está el hielo?, ¿y cómo éste se
encuentra
tan boca abajo, y en tan poco tiempo,
de noche a día el sol ha caminado?» PURGATORIO

Y él me repuso: « Piensas todavía


que estás allí en el centro, en que agarré CANTO I
el pelo del gusano que perfora
Por surcar mejor agua alza las velas
el mundo: allí estuviste en la bajada; ahora la navecilla de mi ingenio,
cuando yo me volví, cruzaste el punto que un mar tan cruel detrás de sí abandona;
en que converge el peso de ambas partes:
y cantaré de aquel segundo reino
y has alcanzado ya el otro hemisferio donde el humano espíritu se purga
y de subir al cielo se hace digno. ¿Quién os condujo, o quién os alumbraba,
al salir de esa noche tan profunda,
Mas renazca la muerta poesía, que ennegrece los valles del infierno?
oh, santas musas, pues que vuestro soy; .
y Calíope un poco se levante, ¿Se han quebrado las leyes del abismo?
¿o el designio del cielo se ha mudado
mi canto acompañando con las voces y venís, condenados, a mis grutas?»
que a las urracas míseras tal golpe
dieron, que del perdón desesperaron. Entonces mi maestro me empujó,
y con palabras, señales y manos
Dulce color de un oriental zafiro, piernas y rostro me hizo reverentes.
que se expandía en el sereno aspecto
del aire, puro hasta la prima esfera, Después le respondió: «Por mí no vengo.
Bajó del cielo una mujer rogando
reapareció a mi vista deleitoso, que, acompañando a éste, le ayudara.
en cuanto que salí del aire muerto,
que vista y pecho contristado había. Mas como tu deseo es que te explique
más ampliamente nuestra condición,
El astro bello que al amor invita no puede ser el mío el ocultarlo.
hacía sonreir todo el oriente,
y los Peces velados lo escoltaban. Éste no ha visto aún la última noche;
mas estuvo tan cerca en su locura,
Me volví a la derecha atentamente, que le quedaba ya muy poco tiempo.
y vi en el otro polo cuatro estrellas
que sólo vieron las primeras gentes. Y a él, como te he dicho, fui enviado
para salvarle; y no había otra ruta
Parecía que el cielo se gozara más que esta por la cual le estoy llevando.
con sus luces: ¡Oh viudo septentrión,
ya que de su visión estás privado! Le he mostrado la gente condenada;
y ahora pretendo las almas mostrarle
Cuando por fin dejé de contemplarlos que están purgando bajo tu mandato.
dirigiéndome un poco al otro polo,
por donde el Carro desapareciera, Es largo de contar cómo lo traje;
bajó del Alto virtud que me ayuda
vi junto a mí a un anciano solitario, a conducirlo a que te escuche y vea.
digno al verle de tanta reverencia,
que más no debe a un padre su criatura. Dignate agradecer que haya venido:
busca la libertad, que es tan preciada,
Larga la barba y blancos mechones cual sabe quien a cambio da la vida.
llevaba, semejante a sus cabellos,
que al pecho en dos mechones le caían. Lo sabes, pues por ella no fue amarga
en Utica tu muerte; allí dejaste
Los rayos de las cuatro luces santas la veste que radiante será un día.
llenaban tanto su rostro de luz,
que le veía como al Sol de frente. No hemos quebrado las eternas leyes,
pues éste vive y Minos no me ata;
¿Quién sois vosotros que del ciego río soy de la zona de los castos ojos
habéis huido la prisión eterna?
-dijo moviendo sus honradas plumas. de tu Marcia, que sigue suplicando
que la tengas por tuya, oh santo pecho:
en nombre de su amor, senos benigno. Por la llanura sola caminábamos
como quien vuelve a la perdida senda,
Deja que andemos por tus siete reinos; y hasta encontrarla piensa que anda en vano.
le mostraré nuestro agradecimiento,
si quieres que te nombre allí debajo.» Cuando llegamos ya donde el rocío
resiste al sol, por estar en un sitio
«Tan placentera Marcia fue a mis ojos donde, a la sombra, poco se evapora,
mientras que estuve allí -dijo él entonces-
que cuanto me pidió le concedía. ambas manos abiertas en la hierba
suavemente puso mi maestro:
Ahora que vive tras el río amargo, y yo, que de su intento me di cuenta,
no puede ya moverme, por la ley
que cuando me sacaron fue dispuesta. volví hacia él mi rostro enlagrimado;
y aquí me descubrió completamente
Mas si te manda una mujer del cielo, aquel color que me escondió el infierno.
como has dicho, lisonjas no precisas:
basta en su nombre pedir lo que quieras. Llegamos luego a la desierta playa,
que nadie ha visto navegar sus aguas,
Puedes marchar, mas haz que éste se ciña que conserve experiencias del regreso.
con un delgado junco y lave el rostro,
y que se limpie toda la inmundicia; Me ciñó como el otro había dicho:
¡oh maravilla! pues cuando él cortó
porque no es conveniente que cubierto la humilde planta, volvió a nacer otra
de niebla alguna, vaya hasta el primero de donde la arrancó, súbitamente.
de los ministros ya del Paraíso.
CANTO II
En todo el derredor de aquella islita,
allí donde las olas la combaten, Ya había el sol llegado al horizonte
crecen los juncos sobre el blanco limo: que cubre con su cerco meridiano
Jerusalén en su más alto punto;
ninguna planta que tuviera fronda
o que dura se hiciera, viviría, y la noche, que a él opuesta gira,
pues no soportaría sus embates. del Ganges se salía con aquellas
balanzas, que le caen cuando ha triunfado;
Luego no regreséis por este sitio;
el sol os mostrará, que surge ahora, tal que la blanca y sonrosada cara,
del monte la subida más sencilla.» donde yo estaba, de la bella Aurora
mientras crecía se tornaba de oro.
Él desapareció; y me levanté
sin hablar, acercándome a mi guía, A la orilla del mar nos encontrábamos,
dirigiéndole entonces la mirada. como aquel que pensara su camino,
que va en corazón y en cuerpo se queda.
Él comenzó: «Sigue mis pasos, hijo:
volvamos hacia atrás, que esta llanura Y entonces, cual del alba sorprendido,
va declinando hasta su último margen.» por el denso vapor Marte enrojece
sobre el lecho del mar por el poniente,
Vencía el alba ya a la madrugada
que escapaba delante, y a lo lejos tal se me apareció, y así aún la viera,
divisé el tremolar de la marina. una luz que en el mar tan rauda iba,
que al suyo ningún vuelo se parece.
el sol, que había echado con sus flechas
Y separando de ella unos instantes de la mitad del cielo a Capricornio,
los ojos, a mi guía preguntando,
la vi de nuevo más luciente y grande. cuando la nueva gente alzó la cara
a nosotros, diciendo: «Si sabéis,
Apareció después a cada lado mostradnos el camino que va al monte.»
un no sabía qué blanco, y debajo
poco a poco otra cosa también blanca. Y respondió Virgilio: « Estáis pensando
que este sitio nosotros conocemos;
Nada el maestro aún había dicho, mas peregrinos somos de igual forma.
cuando vi que eran alas lo primero;
y cuando supo quién era el piloto, Llegamos poco antes que vosotros,
por camino tan áspero y tan fuerte,
me gritó: « Dobla, dobla las rodillas. que ahora el subir parece un simple juego.»
Mira el ángel de Dios: junta las manos,
verás a muchos de estos oficiales. Las almas que se dieron cuenta entonces
por mi respiración, de que vivía,
Ve que desdeña los humanos medios, maravilladas, empalidecieron.
y no quiere más remo ni más velas
entre orillas remotas, que sus alas. Y como al mensajero que el olivo
trae, va la gente para oír noticias,
Mira cómo las alza hacia los cielos y de apretarse esquivos no se muestran,
moviendo el aire con eternas plumas,
que cual mortal cabello no se mudan.» así a mi vista se agolparon todas
aquellas almas apesadumbradas,
Después al acercarse más y más casi olvidando el ir a hacerse bellas.
el pájaro divino, era más claro:
y pues de cerca no lo soportaban Y yo vi que una de ellas se acercaba
para abrazarme, con tan grande afecto,
los ojos, me incliné, y llegó a la orilla que me movió a que hiciese yo lo mismo.
con una barca tan ligera y ágil,
que parecía no cortar el.agua. ¡Ah vanas sombras, salvo la apariencia!
tres veces por detrás pasé mis brazos,
A popa estaba el celestial barquero, y tantas otras los volví a mi pecho.
cual si la beatitud llevara escrita;
y dentro había más de cien espíritus. Creo que enrojecí, maravillado,
y sonrió la sombra y se alejaba,
«In exitu Israel de Aegipto» y yo me fui detrás para seguirla.
cantaban todos juntos a una voz,
y todo lo que sigue de aquel salmo. Suavemente me dijo que parase;
supe entonces quién era, y le rogué
Después les hizo el signo de la cruz; que, para hablarme, allí se detuviera.
y todos se lanzaron a la playa:
y él se marchó tan veloz como vino. «Así -me respondió- como te amaba
en el cuerpo mortal, libre te amo:
La turba que quedó, muy sorprendida por eso me detengo; y tú ¿qué haces?»
pareció del lugar, mirando en torno
como aquel que contempla cosas nuevas. «Por volver otra vez, Cassella mío,
adonde estoy, viajo; mas ¿por qué
De todas partes asaeteaba al día -le dije- tantas horas te han quitado?»
dejar el canto y escapar al monte,
Y él a mí: «No me hicieron injusticia, como quien va y no sabe dónde acabe:
si aquel que lleva cuándo y a quien quiere, no fue nuestra partida menos presta.
me ha negado el pasaje muchas veces;
CANTO III
de justa voluntad sale la suya:
mas desde hace tres meses ha traído Por más que aquella huida repentina
a quien quisiera entrar, sin oponerse. por la llanura a todos dispersara,
hacia el monte en que aguija la justicia,
Por lo que yo, que estaba en la marina
donde el agua del Tíber sal se hace, a mi fiel compañero me arrimé:
benignamente fui por él llevado. ¿pues cómo habría yo sin él corrido?
¿Quién por el monte hubiérame llevado?
El vuelo a aquella desembocadura
dirigió, pues que siempre se congregan Le creí descontento de sí mismo:
allí los que a Aqueronte no descienden.» ¡Oh qué digna y qué pura concïencia
con qué amargor te muerde un leve fallo!
Y yo: «Si no te quitan nuevas leyes
la memoria o el uso de los cantos Cuando sus pies dejaron de ir aprisa,
de amor, que mis deseos aquietaban, que a cualquier acto quítale el decoro,
mi pensamiento, empecinado antes,
con ellos té suplico que consueles
mi alma que, viniendo con mi cuerpo reanudó su discurso, deseoso,
a este lugar, se encuentra muy angustiada.» y dirigí mis ojos hacia el monte
que al cielo más se eleva de las aguas.
El amor que en la mente me razona
entonces comenzó tan dulcemente, El sol, que atrás en rojo flameaba,
que en mis adentros oigo aún la dulzura. se rompia delante de mi cuerpo,
pues sus rayos en mí se detenían.
Mi maestro y yo y aquellas gentes
que estaban junto a él, tan complacidas Me volví hacia los lados temeroso
parecían, que en nada más pensaban. de estar abandonado, cuando vi
sólo ante mí la tierra oscurecida;
Todos pendientes y fijos estábamos
de sus notas; y el viejo venerable y: «¿Por qué desconfías? -mi consuelo
nos gritó: «¿Qué sucede, lentas almas? volviéndose hacia mí empezó a decirme-
¿no crees que te acompaño y que te guío?
¿qué negligencia, qué esperar es éste?
corred al monte a echar las impurezas Es ya la tarde donde sepultado
que no os permiten contemplar a Dios.» está aquel cuerpo en el que sombra hacía;
no en Brindis, sino en Nápoles se encuentra.
Como cuando al coger avena o mijo,
las palomas rodean el sustento, Por lo cual si ante mí nada se ensombra,
quietas y sin mostrar su usado orgullo, no debes extrañarte, igual que el cielo
no detiene el camino de los rayos.
si algo sucede que las amedrenta,
súbitamente dejan la comida, Por sufrir penas, frías y calientes,
pues un mayor cuidado las asalta; Dios ha dispuesto cuerpos semejantes,
de modo que no quiere revelarnos.
yo vi a aquella mesnada recién hecha
Loco es quien piense que nuestra razón cual caminante que dudoso mira.
pueda seguir por la infinita senda
que sigue una sustancia en tres personas. «Felices muertos, almas elegidas
-Virgilio dijo- por la paz aquella
Os baste con el quía, humana prole; que todos esperáis, según bien creo,
pues, si hubierais podido verlo todo,
ocioso fuese el parto de María; decidnos dónde baja la montaña,
para poder subir; pues más disgusta
y tú has visto sin frutos desearlo perder el tiempo a quien su precio sabe.»
a tales que aquietaran su deseo,
que eternamente ahora les enluta: Cual salen del redil las ovejillas
de una, de dos, de tres y temerosas
de Aristóteles hablo y de Platón están las otras, vista y morro en tierra;
y aun de otros más»; y aquí inclinó la frente,
y más no dijo y quedóse turbado. y lo que la primera hacen las otras,
acercándose a ella si se para,
Llegamos entretanto al pie del monte; simples y calmas, y el porqué no saben;
tan escarpadas estaban las rocas,
que en vano habrfa piernas bien dispuestas. así vi que venía la cabeza
de aquella grey afortunada entonces,
Entre Rurbia y Lerice el más desierto, con recatado andar y rostro honesto.
el más roto barranco, es escalera,
comparado con éste, abierta y fácil. Al ver los de delante interrumpida
la luz en tierra a mi derecho flanco
«¿Ahora quién sabe en donde la pendiente desde mí hasta la roca haciendo sombra,
-deteniéndose, dijo mi maestro-
pueda subir aquel que va sin alas?» se detuvieron, y hacia atrás se echaron,
y todos esos que detrás venían,
Y mientras meditaba con la vista no sabiendo por qué, lo mismo hicieron.
baja, sobre la suerte del camino,
y yo miraba arriba del peñasco, «Sin que lo preguntéis yo os comunico
que este cuerpo que veis es cuerpo humano;
a mano izquierda apareció una turba por lo que el sol ha interceptado en tierra.
de almas que venía hacia nosotros,
mas tan lentos que no lo parecía. No os debéis asombrar, pero creedme
que no sin que lo quieran en el cielo
«Alza -dije- maestro, la mirada: estas paredes escalar pretende.»
hay aquí quien podrá darnos consejo,
si no puedes tenerlo por ti mismo.» Así el maestro; y esas dignas gentes:
«Volved -dijeron- y seguid un poco»,
Entonces miró, y con el rostro sereno haciéndonos señales con la mano.
me dijo: «Vamos pues, que vienen lentos;
y afirma la esperanza, dulce hijo.» Y uno de aquéllos empezó: «Quien quiera
que seas, vuelve el rostro mientras andas:
Tan lejos aún estaba aquella gente, recuerda si me viste en la otra vida.»
luego de haber mil pasos caminado,
como un buen lanzador alcanzaria, Volví la vista a él muy fijamente
rubio era y bello y de gentil aspecto,
cuando a las duras peñas se arrimaron mas un tajo una ceja le partía.
de la alta sima, quietos y apretados,
Cuando con humildad hube negado
haberle visto nunca, él dijo: «Mira» Cuando algún sufrimiento o alegría
y mostróme una llaga sobre el pecho. de alguna facultad nuestra se adueña,
toda en ella se centra nuestra alma,
Luego sonriendo dijo: «Soy Manfredo:
la emperatriz Constanza fue mi abuela; y no atiende a ninguna otra potencia
y te suplico que, cuando regreses, y es esto contra aquel error que opina
que un alma sobre otra alma arda en nosotros.
le digas a mi hermosa hija, madre
del honor de Aragón y de Sicilia, Por eso, cuando se oye o se ve algo
la verdad, si es que cuentan de otro modo. que atraiga al alma fuertemente a ello,
el tiempo pasa y nada el hombre advierte;
Después de ser mi cuerpo atravesado
por dos golpes mortales, me volví porque es una potencia la que escucha,
llorando a quien perdona de buen grado. y otra la que retiene al alma entera:
una está casi presa, y la otra libre.
Abominables mis pecados fueron
mas tan gran brazo tiene la bondad Puede experimentar de veras esto,
infinita, que acoge a quien la implora. escuchando a aquel alma y admirando;
pues bien cincuenta grados ya subido
Si el pastor de Cosenza, que a mi caza
entonces fue enviado por Clemente, había el sol, sin darme cuenta, cuando
la página divina comprendiera, llegamos donde, a una, aquellas almas
gritaron: «Aquí está lo que buscáis.»
los huesos de mi cuerpo aún estarían
al pie del puente junto a Benevento, Mayor portillo muchas veces cierra
y por pesadas piedras custodiados. con un manojo apenas de zarzales
el campesino al madurar la uva,
Mas los baña la lluvia y mueve el viento,
fuera del reino, casi junto al Verde, de lo que era la senda que subimos,
donde él los trasladó sin luz alguna. yo detrás de mi guía, los dos solos
al partir de nosotros aquel grupo.
Mas por su maldición, nunca se pierde,
sin que pueda volver, el infinito Se va a Sanleo, a Noli se desciende,
amor, mientras florezca la esperanza. se sube a Bismantova hasta la cumbre
a pie, pero volar aquí es preciso;
Verdad es que quien muere contumaz,
con la Iglesia, aunque al fin arrepentido, digo con leves alas y con plumas
fuera debe de estar de esta montaña, del deseo, detrás de aquel llevado,
que me daba esperanza y me alumbraba.
treinta veces el tiempo que viviera
en esa presunción, si tal decreto Por un girón subimos de la roca,
no se acorta con buenas oraciones. cuyas paredes casi se juntaban,
y el suelo nos pedía pies y manos.
Piensa pues lo dichoso que me harías,
a mi buena Constanza revelando Cuando ya al borde superior llegamos
cómo me has visto, y esta prohibición: de la alta base, a un sitio descubierto
que aquí, por los de allá, mucho se avanza. «Maestro --dije- ¿qué camino haremos?»

CANTO IV Y él me dijo: «No tuerzas ningún paso;


únicamente sígueme hacia el monte,
hasta que llegue alguna escolta sabia.» «Cierto maestro -dije- que hasta ahora
no i claro, como lo discierno,
La cima, de tan alta, era invisible allí donde mi ingenio me faltaba,
y aún más pina la cuesta que la raya
que une el medio cuadrante con el centro. que la mitad del cielo que alto gira,
que se llama Ecuador en algún arte,
Estaba muy cansado y exclamé: y entre sol y entre invierno se halla siempre,
«Oh dulce padre, vuélvete y advierte
que solo quedaré, si no te paras.» por la causa que dices, dista tanto
respecto al Septentrión, cuanto en Judea
«Hijo --me contestó-- sube hasta allí», lo contemplaban en la parte cálida.
un repliegue más alto señalando
que por allí giraba todo el monte. Mas sabría gustoso, si quisieras,
cuánto habremos de andar; pues sube el
Tanto me espolearon sus palabras, monte
que me esforcé trepando tras de él más de lo que subir pueden mis ojos.»
hasta que puse pies en la cornisa.
Y él me dijo: «Este monte es de tal modo,
Nos sentamos los dos vueltos a oriente, que siempre pesa al comenzar abajo;
donde estaba el camino que subimos, y cuando más se sube, menos daña.
que siempre de mirar es agradable.
Y así cuando le sientas tan suave,
La vista dirigí primero abajo; que te haga caminar ya tan ligero
luego arriba, hacia el sol, y me admiraba como nave que empuja la corriente,
que nos hería por el lado izquierdo.
habrás llegado al fin de este sendero:
Bien comprendió el poeta que yo estaba reposar allí espera tu fatiga.
por el carro solar estupefacto, Más no respondo, y esto lo sé cierto.»
que entre nosotros y Aquilón nacía.
Y después de decir estas palabras,
Por lo cual me explicó: «Si los Gemelos oímos una voz cercana: «¡Acaso
fuesen en compañía de ese espejo necesites sentarte mucho antes!»
que lleva la luz arriba y abajo,
Los dos al escucharle nos volvimos,
verías al Zodiaco enrojecido y vimos a la izquierda un gran peñasco,
girar aún más cercano de las Osas, que antes ninguno habíamos notado.
si no saliera del camino usado.
Allí fuimos; y había allí personas
Cómo pueda ocurrir, pensarlo puedes que estaban a la sombra de la piedra
si atentamente observas que Sión como se pone el hombre por vagancia.
en la tierra se opone a esta montaña;
Y uno, que fatigado parecía,
un horizonte mismo tienen ambas se sentaba abrazando sus rodillas,
y hemisferios diversos; y el camino con el rostro inclinado puesto entre ellas.
que mal supiera recorrer Faetonte,
«Oh mi dulce señor -dije- contempla
podrás ver cómo en ésta va por uno, al que más negligente no verías
y por aquella por el otro lado, si la pereza fuese hermana suya.»
si lo ves claro con la inteligencia.»
Entonces se volvió, mirando atento,
levantando su rostro de los muslos: «¿Tú ánimo por qué se enreda tanto
«¡Sube tú, puesto que eres tan valiente!» -dijo el maestro- que el andar retardas?
¿qué te importa lo que esos cuchichean?
Supe quién era entonces, y el cansancio
que aún el aliento un poco me cortaba, Deja hablar a la gente y ven conmigo:
no me impidió acercarme a él; y cuando sé como aquella torre que no tiembla
nunca su cima aunque los vientos soplen;
estuve al lado, alzó la vista apenas
diciendo: « ¿Has entendido cómo el sol pues aquel en quien bulle un pensamiento
lleva su carro por el hombro izquierdo?» sobre otro pensamiento, se extravía,
porque el fuego del uno ablanda al otro.»
Sus gestos perezosos y sus breves
palabras me causaron leve risa; ¿Qué podía decir si no: « Ya voy»?
Después: «Belacqua -dije- no me duelo Díjelo, más cubriéndome el color
que digno de perdón al hombre vuelve.
ya de ti; pero di, ¿por qué te sientas
aquf precisamente? ¿escolta esperas, Mientras tanto a través de la ladera
o la antigua costumbre te domina?» una gente venía hacia nosotros,
cantando el «Miserere», verso a verso.
Y él: «De qué sirve, hermano, el ir a arriba,
pues no me dejaría ir al castigo Cuando notaron que ocasión no daba
el ángel del Señor que está en la puerta. de atravesar los rayos con mi cuerpo,
por un gran «Oh» cambiaron su cantiga;
Es necesario que antes gire el cielo
sobre mí tantas veces, cuanto en vida, y dos de ellos, en forma de emisarios,
pues que dejé para el final el llanto; corrieron hacia mí y me preguntaron:
«Haznos saber de vuestra condición»
si es que antes no me ayuda la oración
de un corazón surgida que esté en gracia: Y mi maestro: «Bien podéis marcharos
porque la otra en el cielo no se escucha.» y a aquellos que os mandaron referirles
que el cuerpo de éste es carne verdadera.
Y ya delante de mí iba el poeta,
diciendo: «Vamos ven, mira que toca Si al contemplar su sombra se pararon,
el sol el meridiano, y en la orilla como yo creo, baste la respuesta:
cubre el pie de la noche ya Marruecos.» hacedle honor, que acaso os aproveche.»

CANTO V Tan rápidos vapores encendidos


no vi rasgar el cielo en plena noche,
De esa sombra me había separado, ni las nubes de agosto en el ocaso,
y seguía los pasos de mi guía,
cuando detrás de mí, su dedo alzando, como aquellos a lo alto se volvieron,
y junto a los demás dieron la vuelta,
una gritó: «iMirad, que no iluminan como un tropel sin freno hacia nosotros.
los rayos a la izquierda del de abajo,
y cual vivo parece comportarse!» «Mucha es la gente que a nosotros viene,
y te quieren rogar --dijo el poeta-:
Volví los ojos al oír aquello, mas sigue andando, y caminando escucha.»
y los vi que miraban asombrados,
sólo a mí, y a la luz que interceptaba. «Oh alma que caminas con aquellos
miembros con que naciste, a ser dichoso, y vi mi sangre en tierra hacer un lago.»
-se acercaban gritando- aquieta el paso.
Luego otro dijo: «¡Ay, así el deseo
Mira si a alguno de nosotros viste, se cumpla que te trae a esta montaña,
para que de él allí noticias lleves: con piedad bondadosa ayuda al mío!
¡Ah!, ¿por qué sigues? ¡Ah!, ¿por qué no
paras? Yo nací en Montefeltro, soy Bonconte;
Giovanna y los demás no me recuerdan,
Todos muertos violentamente fuimos, y sigo a estos con la frente gacha.»
y hasta el último instante pecadores;
la luz del cielo entonces nos dio juicio Y le dije: «¿qué fuerza o qué aventura
de Campaldino te llevó tan lejos
y, arrepentidos, perdonando, fuera que tu sepulcro nunca se ha encontrado?»
salimos de la vida en paz con Dios,
y el deseo de verle nos aflige.» «Oh -me repuso-, al pie del Casentino
un agua corre que se llama Arquiano,
Y yo: «Por más que mire vuestros rostros nace en los Apeninos, sobre el Ermo.
no os reconozco: mas si deseáis
algo que pueda hacer, buenos espíritus, Donde su nombre ya no necesita,
llegué con una herida en la garganta,
decidmelo y lo haré, por esa paz huyendo a pie y ensangrentando el llano.
que, detrás de los pasos de mi guía,
de mundo en mundo buscar se me hace.» Allí perdí la vista, y mi palabra
terminó con el nombre de María,
Y uno repuso: «Todos nos fiamos y allí al caer mi carne quedó sola.
de tus bondades sin que nos lo jures,
si es que tu voluntad no es impedida. Te diré la verdad y tú a los vivos:
un ángel me cogió, y el del Infierno
Por lo que yo que hablé antes que los otros, gritaba: «Oh tú, el del Cielo, ¿por qué quieres
te ruego, que si ves esa comarca
que está entre la Romaña y la de Carlos, privarme de él, llevándote lo eterno,
porque una lagrimilla me lo quita?
que de tus ruegos me hagas cortesía mas yo tendré el gobierno de lo otro.»
en Fano, y que por mi bien se suplique,
y las graves ofensas purgar pueda. «Bien sabes que en el aire se recoge
el húmedo vapor que se hace agua,
Allí nací, mas los profundos huecos en cuanto sube donde encuentra el frío.
por los que huyó la sangre en que vivía,
en tierras de Antenor me fueron hechos, Llegó aquel mal querer, que males busca
con su sabiduría, y humo y viento
donde estar confiaba más seguro: movió con el poder de que es dotado.
que lo mandó el de Este, pues me odiaba
más de lo que el derecho lo permite. El valle entonces, cuando cayó el día,
se cubrió desde el monte a Protomagno
Pero si hacia la Mira hubiese huido, de niebla; y todo el cielo se nubló,
cuando fui sorprendido en Oriaco,
aun estaría donde se respira. y el aire denso convirtióse en agua;
cayó la lluvia, y vino a los barrancos
Corrí al pantano, donde cieno y cañas toda la que la tierra no absorbía;
estorbaron mi paso y me caí;
y como se juntara en torrenteras,
tan veloz en el rfo principal Pier de la Broccia digo; y que provea,
cayó, que nada pudo retenerla. mientras que aún está aquí, la de Brabante
si con peor rebaño andar no quiere.
Mi cuerpo helado, en donde desemboca
halló al soberbio Arquiano: y éste al Arno Cuando ya me libré de todas esas
lo arrastró, deshaciendo de mi pecho sombras que suplicaban otras súplicas,
porque su salvación les llegue antes,
la cruz que hiciera del dolor vencido;
me volteó en la orilla y en el fondo, yo comencé: « Parece que me niegas
y me cubrió y ciñó con sus botines.» expresamente, oh luz, en algún texto
que aplaque la oración leyes del cielo;
«Ay, cuando al mundo regresado hayas,
y descansado de la larga ruta y esta gente por ello sólo ruega:
-siguió un tercer espíritu al segundo- ¿es que vanas son pues sus esperanzas,
o es que no he comprendido bien tu texto?»
recuerdame, soy Pía, me hizo Siena,
Maremma me deshizo: bien lo sabe Y él me dijo: «Es sencilla mi escritura;
aquel que, luego de poner su anillo, y en esperar ninguno se equivoca,
con su gema me había desposado.» si con la mente clara bien se mira;

CANTO VI pues la cima del juicio no se allana


porque el fuego de amor cumpla en un punto
Cuando se acaba el juego de la zara, lo que satisfacer aquí se espera;
el perdedor se queda algo mohino
y triste aprende, repitiendo lances; y allí donde hice tal afirmación,
no se enmendaba, por rezar, la culpa,
con el otro se va toda la gente; pues la oración de Dios estaba lejos.
cuál va delante, cuál detrás le agarra,
cuál a su lado quiere darle coba; No te fijes en dudas tan profundas
sino tan sólo en lo que diga aquella
él no se para y los escucha a todos; que entre mente y la verdad alumbre.
a quien tiende la mano, al fin le suelta;
y así de aquel gentío se ve libre. No sé si entiendes: de Beatriz te hablo;
arriba la verás, sobre la cima
Tal entre aquella turba me encontraba, de este monte, dichosa y sonriendo.»
de aquí y de allá volviéndoles el rostro,
y prometiendo me soltaba de ellos. Y yo: «Señor, vayamos más aprisa,
que ya no estoy cansado como antes,
Estaba el Aretino, quien del brazo y ya veo que el monte arroja sombra.»
fiero de Ghin de Tacco halló la muerte,
y el otro que se ahogó yendo de caza. « Caminaremos mientras dure el día
-él me repuso- el tiempo que podamos;
Suplicaba, tendiéndome las manos, mas no es la cosa como la imaginas.
Federico Novello, y el de Pisa
que hiciera parecer fuerte a Marzucco. Antes de estar arriba, volverás
a ver aquel que oculta la ladera,
Vi al conde Orso y su alma separada de modo que sus rayos ya no rompes.
de su cuerpo por odio y por envidia,
como decia, y no por culpa alguna. Pero mira aquel alma que allá inmóvil,
completamente sola, nos contempla:
el camino más corto ha de mostrarnos. ¡Oh tú, tedesco Alberto, que la dejas
al verla tan salvaje y tan indómita,
Nos acercamos: ¡oh ánima lombarda y debiste apretarle los ijares,
qué altiva y desdeñosa aparecías,
qué noble y lenta en el mover los ojos! caiga de las estrellas justo juicio
sobre tu sangre, y sea nuevo y claro,
Ella no nos decía una palabra, tal que tu sucesor le tenga miedo!
mas nos dejaba andar, sólo mirando
a guisa de león cuando reposa. Pues habéis consentido tú y tu padre,
por la codicia de eso distraídos,
Mas Virgilio acercóse a él, pidiendo que el jardín del imperio esté desierto.
que nos mostrase la mejor subida;
pero a su ruego nada respondió, Ven y vé a Capuletos y Montescos,
Filipeschos, Monaldos, ah, indolente,
mas de nuestro país y nuestra vida esos ya tristes, y estos con recelos!
nos preguntó; y mi guía comenzaba
«Mantua...» y la sombra, toda en ella absorta, ¡Ven, cruel, ven y vé la tirania
de tus nobles, y cura sus desmanes;
vino hacia él del sitio en que se hallaba verás a Santaflora tan oscura!
diciendo: «¡Oh mantuano, soy Sordello,
soy de tu misma tierra!», y se abrazaron. Ven y contempla tu Roma llorando
viuda y sola, llamando noche y día:
¡Ah esclava Italia, albergue de dolores, « Oh mi César, por qué no me acompañas?»
nave sin timonel en la borrasca,
burdel, no soberana de provincias! ¡Verás lo mucho que se quieren todos!
y si a piedad ninguna te movemos,
Aquel alma gentil tan prestamente, ven y tendrás vergüenza de tu fama.
sólo al oír el nombre de su tierra,
comenzó a festejar a su paisano, Y si me es permitido, oh sumo Jove
que por nosotros en cruz te pusieron,
y en ti ahora sin guerras no se hallan ¿es que has vuelto los ojos a otra parte?
tus vivos, y se muerden unos a otros,
los que un foso y un muro mismo encierran. ¿o te estás preparando, en el abismo
de tus designios, para hacer un bien
Busca, mísera, en torno de tus costas que se escapa del todo a nuestra mente?
tus playas, y después mira en el centro,
si alguna parte en ti de paz disfruta. Pues llenas de tiranos las ciudades
están de Italia toda, y un Marcelo
¿De qué vale que el freno te pusiera, se vuelve cualquier ruin que entra en un
Justiniano, si nadie hay en la silla? bando.
Menor fuera sin ése la vergüenza.
Puedes estar contenta, ah, mi Florencia,
Ah gentes que debíais ser devotas, por esta digresión que no te alcanza,
y consentir al César en su trono, pues se las sabe solventar tu pueblo.
si aquello que Dios manda comprendieseis,
La justicia en su pecho muchos guardan,
esa fiera mirad cuán indomable, y, prudentes, disparan tarde el arco;
por no ser corregida por la espuela, mas tu pueblo la tiene en plena boca.
al poner en las riendas vuestras manos.
Muchos rechazan cargos oficiales,
mas tu pueblo solícito responde qué mérito o qué gracia a mí te muestra?
sin ser llamado, y grita: «iYo lo acepto!» Si de escuchar soy digno tus palabras,
dime si acaso vienes del infierno.»
¡Alégrate, porque motivos tienes:
tú rica, tú con paz, y tú prudente! «Por los recintos todos de aquel reino
De si digo verdad, están las muestras. doliente, aquí he llegado -respondió-
y, enviado del cielo, con él vengo.
Las Atenas y Espartas, que inventaron
las viejas leyes tan civilizadas Perdí, no por hacer, mas por no hacer,
del bien vivir, hicieron débil prueba el ver el alto sol que tú deseas,
pues que fue tarde por mí conocido.
comparadas contigo, pues que haces
tan sutiles decretos, que a noviembre No entristecen martirios aquel sitio
los que hiciste en octubre nunca llegan. sino tinieblas sólo; y los lamentos
no suenan como ayes, son suspiros.
Hasta donde recuerdo, ¿cuántas veces
leyes, monedas, hábitos y oficios, Allí estoy con los niños inocentes
has mudado, y cambiado de habitantes? del diente de la muerte antes mordidos
que de la humana culpa fueran libres.
Y si te acuerdas bien y lo ves claro,
te verás semejante a aquella enferma Con aquellos estoy que las tres santas
que no encuentra reposo sobre plumas, virtudes no vistieron, mas sin vicio
mas dando vueltas calma sus dolores. supieron y siguieron las restantes.

CANTO VII Mas si sabes y puedes, un indicio


danos, con que poder llegar más pronto
Los saludos corteses y dichosos a donde el purgatorio da comienzo.»
por tres y cuatro veces reiterados,
Sordello se apartó y dijo: «¿Quién sois?» Respondió: «Un lugar fijo no me han puesto;
y me es licito andar por todos lados;
«Antes de que llegaran a este monte te acompaño cual gu(a mientras pueda.
las almas dignas de subir a Dios,
Octavio dio a mis huesos sepultura. Pero contempla cómo cae el día,
y subir por la noche no se puede;
Yo soy Virgilio; y por culpa ninguna, será bueno pensar en un refugio.
salvo el no tener fe, perdí los cielos.»
Así repuso entonces mi maestro. A la derecha hay almas retiradas;
si lo permites, a ellas te conduzco,
Como queda quien ve súbitamente y te dará placer el conocerlas.
algo maravilloso frente a él,
que cree y que no, diciendo «Es..., o no es...», «¿Cómo es eso? -repuso- ¿quien quisiese
subir de noche, se lo impediría
aquel así; después bajó los ojos, alguno, o es que él mismo no pudiera?
y se volvió hacia él humildemente,
y le abrazó donde el menor se agarra. Y el buen Sordello en tierra pasó el dedo
diciendo: «¿Ves?, ni siquiera esta raya
«Gloria de los latinos, por el cual pasarías después de que anochezca:
mostró cuánto podia nuestra lengua,
oh prez eterna, del pueblo natal, no porque haya otra cosa que te impida
subir, sino las sombras de la noche;
que, de impotencia, quitan los deseos. Rodolfo fue, que pudo, con su imperio,
sanar las plagas que han matado a Italia,
Con ellas bien podrías descender y así tarde el remedio de otros llega.
y caminar en torno de la cuestra,
mientras que al día encierra el horizonte.» Aquel que le consuela con la vista,
rigió la tierra donde el agua nace
Entonces mi señor, casi admirado, que al Albia el Molda, el Albia al mar se
«llévanos -dijo- donde nos contaste, lleva.
pues podrá ser gozosa la demora».
Otocar se llamó, y desde la infancia
De allí poco alejados estuvimos, fue mejor que el barbudo Wenceslao,
cuando noté que el monte estaba hendido, su hijo que lujuria y ocio pace.
del modo como un valle aquí los hiende.
Y aquel chatito que charla muy junto
«Allí -dijo la sombra-, marcharemos con aquel de un aspecto tan benigno,
donde la cuesta hace de sí un regazo; murió escapando y desflorando el lirio:
y esperaremos allí el nuevo día.»
¡Ved allí cómo el pecho se golpea!
Entre llano y pendiente, un tortuoso Mirad al otro que ha hecho a su mano
camino nos condujo hasta la parte de su mejilla, suspirando, lecho.
del valle de laderas menos altas.
Del mal de Francia son el padre y suegro:
Oro, albayalde, grana y plata fina, saben su villa sucia y enviciada;
indigo, leño lúcido y sereno, de esto viene el dolor que les lancea.
fresca esmeralda al punto en que se quiebra,
Aquel tan corpulento que acompasa
por las hierbas y flores de aquel valle, su canto con aquel tan narigudo,
sus colores serían derrotados, de toda las virtudes ciñó cuerda;
como el mayor derrota al más pequeño.
y si rey después de él hubiera sido
No pintó solamente alll natura, el jovencito sentado detrás,
mas con la suavidad de mil olores, iría la virtud de vaso en vaso.
incógnito, indistinto, uno creaba.
No es lo mismo los otros herederos;
Salve Regina, sobre hierba y flores tienen el trono Jaime y Federico;
sentadas, vi a unas almas que cantaban, mas el lote mejor ninguno tiene.
que no vimos por fuera de aquel valle.
Raras veces renace por las ramas
«Antes que el poco sol vuelva a su nido la probidad humana; y esto quiere
-comenzó nuestro guta el Mantuano- quien la otorga, para que la pidamos.
no pretendáis que entre esos os conduzca.
También esto concierne al narigudo
Mejor desde esta loma las acciones y no menos que a Pedro, con quien canta,
y los rostros veréis de cada uno, de quien Pulla y Provenza se lamentan.
que mezclados con ellos allá abajo.
Tan inferior la planta es a su grano,
Quien más alto se sienta y que parece cuanto, más que Beatriz y Margarita,
desatender aquello que debiera, Constanza del marido se envanece.
y no mueve la boca con los otros,
Mirad al rey de la vida sencilla
sentado aparte, Enrique de Inglaterra: Uno se puso encima de nosotros,
el vástago mejor tiene en sus ramas. y bajó el otro por el lado opuesto,
tal que en medio las gentes se quedaron.
Aquel que está más bajo echado en tierra,
mirando arriba, es Guillermo el marqués, Bien distinguía su cabeza rubia;
por quien a Alejandría y sus batallas mas su rostro la vista me turbaba,
lloran el Canavés y Monferrato. cual facultad que a demasiado aspira.

CANTO VIII «Vinieron del regazo de María


-dijo Sordello- a vigilar el valle,
Era la hora en que quiere el deseo por la serpiente que vendrá muy pronto.»
enternecer el pecho al navegante,
cuando de sus amigos se despide; Y yo, que no sabía por qué sitio,
me volví alrededor y me estreché
y que de amor el nuevo peregrino a las fieles espaldas, todo helado.
sufre, si escucha lejos una esquila,
que parece llorar el día muerto; «Ahora bajemos -añadió Sordello-
entre las grandes sombras para hablarles;
cuando yo comencé a dejar de oír, pues el veros muy grato habrá de serles.»
y a mirar hacia un alma que se alzaba
pidiendo con la mano que la oyeran. Sólo tres pasos creo que había dado
y abajo estuve; y vi a uno que miraba
Juntó y alzó las palmas, dirigiendo hacia mí, pareciendo conocerme.
los ojos hacia oriente, de igual modo
que si dijese a Dios: «Sólo en ti pienso.» Tiempo era ya que el aire oscureciera,
mas no tal que sus ojos y los míos
Con tanta devoción Te lucis ante lo que antes se ocultaba no advirtiesen.
le salió de la boca en dulces notas,
que le hizo a mi mente enajenarse; Hacia mí vino, y yo me fui hacia él:
cuánto me complació, gentil juez Nino,
y las otras después dulces y pías cuando vi que no estabas con los reos.
seguir tras ella, completando el himno,
puestos los ojos en la extrema esfera. Ningún bello saludo nos callamos
luego me preguntó: « ¿Cuándo llegaste
A la verdad aguza bien los ojos, al pie del monte por lejanas aguas?»
lector, que el velo ahora es tan sutil,
que es fácil traspasarlo ciertamente. «Oh -dije- vine por los tristes reinos
esta mañana, en mi primera vida,
Yo aquel gentil ejército veía aunque la otra, andando así, pretendo.»
callado luego contemplar el suelo,
como esperando pálido y humilde; Y cuando fue escuchada mi respuesta,
Sordello y él se echaron hacia atrás
y vi salir de lo alto y descender como gente de súbito turbada.
dos ángeles con dos ardientes gladios
truncos y de la punta desprovistos. Volvióse uno a Virgilio, el otro a alguien
sentado allí y gritó: «¡Mira, Conrado!
Verdes como las hojas más tempranas ven a ver lo que Dios por gracia quiere.»
sus ropas eran, y las verdes plumas
por detrás las batfan y aventaban. Y vuelto a mí: « Por esa rara gracia
que debes al que de ese modo esconde
sus primeros porqués, que no se entienden, Al escuchar hendir las verdes alas,
escapó la serpiente, y regresaron
cuando hayas vuelto a atravesar las ondas a su lugar los ángeles a un tiempo.
di a mi Giovanna que en mi nombre implore,
en donde se responde a la inocencia. La sombra que acercado al juez se había
cuando este la llamó, mientras la lucha
No creo que su madre ya me ame no dejó ni un momento de mirarme.
luego que se cambió las blancas tocas,
que conviene que, aún, ¡pobre!, las quisiera. « Así la luz que a lo alto te conduce
encuentre en tu servicio tanta cera,
Por ella fácilmente se comprende cuanta hasta el sumo esmalte necesites,
cuánto en mujer el fuego de amor dura,
si la vista o el tacto no lo encienden. -comenzó- si noticia verdadera
de Val de Magra o de parte vecina
Tan bella sepultura no alzaría conoces, dímela, que allí fui grande.
la sierpe del emblema de Milán,
como lo haría el gallo de Gallura.» Me llamaba Corrado Malaspina;
no el antiguo, sino su descendiente;
Así dijo, y mostraba señalado a mis deudos amé, y he de purgarlo.
su aspecto por aquel amor honesto
que en el pecho se enciende con mesura. «Oh -yo le dije- por vuestras comarcas
no estuve nunca; pero no hay un sitio
Yo alzaba ansioso al cielo la mirada, en toda Europa que las desconozca.
adonde son más tardas las estrellas,
como la rueda más cercana al eje. La fama con que se honra vuestra casa,
celebra a los señores y a sus tierras,
Y mi guía: « ¿Qué miras, hijo, en lo alto?» tal que sin verlas todos las conocen.
Y yo le dije: «Aquellas tres antorchas
por las que el polo todo hasta aquí arde.» Y yo os juro que, así vuelva yo arriba,
vuestra estirpe honorable no desdora
Y él respondió: « Las cuatro estrellas claras el precio de la bolsa y de la espada.
que esta mañana vimos, han bajado
y éstas en su lugar han ascendido» Uso y natura así la privilegian,
que aunque el malvado jefe tuerza el mundo,
Mientras hablaba cogióle Sordello derecha va y desprecia el mal camino.»
diciendo: «Ved allá a nuestro adversario»;
y para que mirase alzó su dedo. y él: «Marcha pues, que el sol no ha de
ocupar
De aquella parte donde se abre el valle siete veces el lecho que el Carnero
había una serpiente, acaso aquella cubre y abarca con sus cuatro patas,
que le dio a Eva el alimento amargo.
sin que esta opinión tuya tan cortés
Entre flores y hierba iba el reptil, claven en tu cabeza con mayores
volviendo la cabeza, y sus espaldas clavos que las palabras de los otros,
lamiendo como bestia que se limpia. si el transcurrir dispuesto no se para.»

Yo no lo vi, y por eso no lo cuento, CANTO IX


qué hicieron los azores celestiales;
pero bien vi moverse a uno y a otro. Del anciano Titón la concubina
emblanquecía en el balcón de oriente,
fuera ya de los brazos de su amigo; cual yo me sorprendí, cuando del rostro
el sueño se me fue, y me puse pálido,
en su frente las gemas relucían como hace el hombre al que el espanto hiela.
puestas en forma del frío animal
que con la cola a la gente golpea; Sólo estaba a mi lado mi consuelo,
y el sol estaba ya dos horas alto,
la noche, de los pasos con que asciende, y yo la cara al mar tenía vuelta.
dos llevaba en el sitio en donde estábamos,
y el tercero inclinaba ya las alas; «No tengas miedo -mi señor me dijo-;
cálmate, que a buen puerto hemos llegado;
cuando yo, que de Adán algo conservo, no mengües, mas alarga tu entereza.
adormecido me tumbé en la hierba
donde los cinco estábamos sentados. Acabas de llegar al Purgatorio:
ve la pendiente que en redor le cierra;
Cuando a sus tristes layes da comienzo y ve la entrada en donde se interrumpe.
la golondrina al tiempo de alborada,
acaso recordando el primer llanto, Antes, al alba que precede al día,
cuando tu alma durmiendo se encontraba,
y nuestra mente, menos del pensar sobre las flores que aquel sitio adornan,
presa, y más de la carne separada,
casi divina se hace a sus visiones, vino una dama, y dijo: «Soy Lucía;
deja que tome a éste que ahora duerme;
creí ver, en un sueño, suspendida así le haré más fácil el camino.»
un águila en el cielo, de áureas plumas,
con las alas abiertas y dispuesta Sordello se quedó, y las otras formas;
Te cogió y cuando el día clareaba,
a descender, allí donde a los suyos vino hacia arriba y yo tras de tus pasos.
dejara abandonados Ganimedes,
arrebatado al sumo consistorio. Te dejó aquí, mas me mostraron antes
sus bellos ojos esa entrada; y luego
¡Acaso caza ésta por costumbre ella y tu sueño a una se marcharon.»
aquí -pensé-, y acaso de otro sitio
desdeña arrebatar ninguna presa! Como un hombre que sale de sus dudas
y que cambia en sosiego sus temores,
Luego me pareció que, tras dar vueltas, después que la verdad ha descubierto,
terrible como el rayo descendía,
y que arriba hasta el fuego me llevaba. cambié yo; y como sin preocupaciones
me vio mi guía, por la escarpadura
Allí me pareció que ambos ardíamos; anduvo, y yo tras él hacia lo alto.
y el incendio soñado me quemaba
tanto, que el sueño tuvo que romperse. Lector, observarás cómo realzo
mis argumentos, y aún con más arte
No de otro modo se inquietara Aquiles, si los refuerzo, no te maravilles.
volviendo en torno los despiertos ojos
y no sabiendo dónde se encontraba, Nos acercamos hasta el mismo sitio
que antes me había parecido roto,
cuando su madre de Quirón a Squira como una brecha que un muro partiera,
en sus brazos dormido le condujo,
donde después los griegos lo sacaron; vi una puerta, y tres gradas por debajo
para alcanzarla, de colores varios,
y un portero que aún nada había dicho. La ceniza o la tierra seca eran
del color mismo de sus vestiduras;
Y como yo aún los ojos más abriera, y de debajo se sacó dos llaves.
le vi sentado en la grada más alta,
con tal rostro que no pude mirarlo; Era de plata una y la otra de oro;
con la blanca y después con la amarilla
y una espada tenía entre las manos, algo que me alegró le hizo a la puerta.
que los rayos así nos reflejaba,
que en vano a ella dirigí mi vista. «Cuando cualquiera de estas llaves falla,
y no da vueltas en la cerradura
«Decidme desde allí: ¿Qué deseáis -dijo él- esta entrada no se abre.
-él comenzó a decir- ¿y vuestra escolta?
No os vaya a ser dañosa la venida.» Más rica es una; pero la otra, antes
de abrir, requiera más ingenio y arte,
«Una mujer del cielo, que esto sabe, porque es aquella que el nudo desata.
-le respondió el maestro- nos ha dicho
antes, id por allí, que está la puerta.» Me las dio Pedro; y díjome que errase
antes en el abrirla que en cerrarla,
«Y ella bien ha guiado vuestros pasos mientras la gente en tierra se prosterne.»
-cortésmente el portero nos repuso-:
venid pues y subid los escalones. Después empujó la puerta sagrada,
diciéndonos: «Entrad, pero os advierto
Allí subimos; y el primer peldaño que vuelve afuera aquel que atrás mirase.»
era de mármol blanco y tan pulido,
que en él me espejeé tal como era. Y al girar en sus goznes las esquinas
de aquellas sacras puertas, que de fuertes
Era el segundo oscuro más que el perso y sonoros metales están hechas,
hecho de piedra áspera y reseca,
agrietado a lo largo y a lo ancho. no rechinó ni se mostró tan dura
Tarpeya, cuando al bueno de Metelo
El tercero que encima descansaba, la arrebataron, y quedó arruinada.
me pareció tan llameante pórfido,
cual la sangre que escapa de las venas. Yo me volví con el sonar primero,
y Te Deum Laudamus parecía
Encima de éste colocaba el ángel escucharse en la voz y en dulces sones.
de Dios, sus plantas, al umbral sentado,
que piedra de diamante parecía. Tal imagen al punto me venía
de lo que oía, como la que suele
Por los tres escalones, de buen grado, cuando cantar con órgano se escucha;
el guía me llevó, diciendo: «Pide que ahora no, que ahora sí, se entiende el
humildemente que abran el cerrojo.» texto.

A los pies santos me arrojé devoto; CANTO X


y pedí que me abrieran compasivos,
mas antes di tres golpes en mi pecho. Y al cruzar el umbral de aquella puerta
que el mal amor del alma hace tan rara,
Siete P, con la punta de la espada, pues que finge derecho el mal camino,
en mi frente escribió: «Lavar procura
estas manchas -me dijo- cuando entres.» resonando sentí que la cerraban;
y si la vista hubiese vuelto a ella,
¿con qué excusara falta semejante? e impresas en su gesto estas palabras
"Ecce ancilla Dei", del modo
Ascendimos por una piedra hendida, con que en cera se imprime una figura.
que se movía de uno y de otro lado
como la ola que huye y se aleja. «En un lugar tan sólo no te fijes
-dijo el dulce maestro, que en el lado
«Aquí es preciso usar de la destreza donde se tiene el corazón me puso.
-dijo mi guía- y que nos acerquemos
aquí y allá del lado que se aparta.» Por lo que yo volví la vista, y vi
tras de María, por aquella parte
Y esto nos hizo retardar el paso, donde se hallaba quien me dirigía,
tanto que antes el resto de la luna
volvió a su lecho para cobijarse, otra historia en la roca figurada;
y me acerqué, cruzando ante Virgilio,
que aquel desfiladero abandonásemos; para verla mejor ante mis ojos.
mas al estar ya libres y a lo abierto,
donde el monte hacia atrás se replegaba, Allí en el mismo mármol esculpido
estaban carro y bueyes con el arca
cansado yo, y los dos sobre la ruta que hace temible el no mandado oficio.
inciertos, nos paramos en un sitio
más solo que un camino en el desierto. Delante había gente; y toda ella
en siete coros, que mis dos sentidos
Desde el borde que cae sobre el vacío, uno decía: «No», y otro: «Sí canta.»
al pie del alto farallón que asciende,
tres veces mediría el cuerpo humano; Y al igual con el humo del incienso
representado, la nariz y el ojo
y hasta donde alcanzaba con los ojos, entre el no y entre el sí tuvieron pugna.
por el derecho y el izquierdo lado,
esa cornisa igual me parecía. Ante el bendito vaso daba brincos
el humilde salmista arremangado,
Nuestros pies no se habían aún movido más y menos que rey en ese instante.
cuando noté que la pared aquella,
que no daba derecho de subida, Frente a él, figurada en la azotea,
de un gran palacio, Micol se asombraba
era de mármol blanco y adornado como mujer despreciativa y triste.
con relieves, que no ya a Policleto,
a la naturaleza vencerían. Moví los pies del sitio en donde estaba,
para ver otra historia más de cerca,
El ángel que a la tierra trajo anuncio que detrás de Micol resplandecía.
de aquella paz llorada tantos años,
que abrió los cielos tras veto tan largo, Aquí estaba historiada la alta gloria
del principe romano, a quien Gregorio
tan verdadero se nos presentaba hizo por sus virtudes victorioso;
aquí esculpido en gesto tan suave,
que imagen muda no nos parecía. hablo de aquel emperador Trajano;
y de una viuda que cogióle el freno,
Jurado habria que él decía: «¡Ave!» de dolor traspasada y de sollozos.
porque representada estaba aquella
que tiene llave del amor supremo; Había en torno a él gran muchedumbre
de caballeros, y las águilas áureas y aun mis ojos dudaron al principio.
sobre ellos se movían con el viento.
Mas mira fijamente, y desentraña
La pobrecilla entre todos aquellos quiénes vienen debajo de esas peñas:
parecía decir: «Dame venganza, podrás verlos a todos doblegados.»
señor, de mi hijo muerto, que me aflige.»
Oh soberbios cristianos, infelices,
Y él que le contestaba: «Aguarda ahora que enfermos de la vista de la mente,
a mi regreso»; y ella: « Señor mío la fe ponéis en pasos que atrás vuelven,
-como alguien del dolor impacientado-,
¿no comprendéis que somos los gusanos
¿y si no vuelves?» y él: «Quien en mi puesto de quien saldrá la mariposa angélica
esté, lo hará»; y ella: « El bien que otro haga que a la justicia sin reparos vuela?
¿qué te importa si el tuyo has olvidado?»
¿de qué se ensorberbecen vuestras almas,
Por lo cual él: «Consuélate; es preciso si cual insectos sois defectuosos,
que cumpla mi deber antes de irme: gusanos que no llegan a formarse?
la piedad y justicia me retienen.»
Como por sustentar suelo o tejado,
Aquel que nunca ha visto cosas nuevas por ménsulas a veces hay figuras
fue quien produjo aquel hablar visible, cuyas rodillas llegan hasta el pecho,
nuevo a nosotros pues que aquí no se halla.
que sin ser de verdad causan angustia
Mientras yo me gozaba contemplando verdadera en aquellos que las miran;
los simulacros de humildad tan grande, así los vi al mirarles más atento.
más gratos aún de ver por su artesano,
Cierto que más o menos contraídas,
«Por acá vienen, mas con lentos pasos según el peso que portando estaban;
-murmuraba el poeta- muchas gentes: y aún aquel más paciente parecía
éstas podrán llevamos más arriba.» decir llorando: «Ya no lo resisto.»

Mis ojos, que en mirar se complacían CANTO XI


por ver lá novedad que deseaban,
en volverse hacia él no fueron lentos. «Oh padre nuestro, que estás en los cielos,
no circunscrito, sino por más grande
Mas no quiero lector desanimarte amor que a tus primeras obras tienes,
de tus buenos propósitos si escuchas
cómo desea Dios cobrar las deudas. alabados tu nombre y tu potencia
sean de cualquier hombre, como es justo
No atiendas a la forma del martirio: darle gracias a tu dulce vapor.
piensa en lo que vendrá; y que en el peor
caso, De tu reino la paz venga a nosotros,
no irá más lejos de la gran sentencia. que nosotros a ella no alcanzarnos,
si no viene, con todo nuestro esfuerzo.
Yo comencé: «Maestro, lo que veo
venir aquí, personas no parecen, Como por gusto suyo hacen los ángeles,
y no sé qué es: turbada está mi vista.» cantando osanna, a ti los sacrificios,
hagan así gustosos los humanos.
Y aquel: «La condición abrumadora
de su martirio a tierra les inclina, El maná cotidiano danos hoy,
sin el cual por este áspero desierto
quien más quiere avanzar más retrocede. Y si no fuese un estorbo la piedra
que mi cerviz soberbia doma, y tengo
Y al igual que nosotros las ofensas por esto que llevar el rostro gacho,
perdonamos a todos, sin que mires
el mérito, perdónanos, benigno. a aquel que vive aún y no se nombra,
miraría por ver si lo conozco,
Nuestra virtud que cae tan prontamente para hacer que este peso compadezca.
no ponga a prueba el antiguo enemigo,
mas líbranos de aquel que así la hostiga. Latino fui, de un gran toscano hijo:
Giuglielrno Aldobrandeschi fue mi padre;
Esta última plegaria, amado Dueño. no sé si conocéis el nombre suyo.
no se hace por nosotros, ni hace falta,
mas por aquellos que detrás quedaron.» La sangre antigua y las gloriosas obras
de mis mayores, arrogancia tanta
Para ellas y nosotros buen camino me dieron, que ignorando a nuestra madre
pidiendo andaban esas sombras, bajo
un peso igual al que a veces se sueña, común, todos los hombres despreciaba
y por ello morí; sábenlo en Siena,
angustiadas en formas desiguales y en Campagnático todos los niños.
y en la primera cornisa cansadas,
purgando las calígines del mundo. Soy Omberto; y no sólo la soberbia
me dañó a mí-, que a todos mis parientes
Si allí bien piden siempre por nosotros, ha arrastrado consigo a la desgracia.
¿aquí qué hacer y qué pedir podrían
los que en Dios han echado sus raíces? Y aquí es preciso que este peso lleve
por ella, hasta que Dios se satisfaga:
Debemos ayudarles a lavarse Pues no lo hice de vivo, lo hago muerto.»
las manchas, tal que puros y ligeros
puedan ganar las estrelladas ruedas. Incliné al escucharle la cabeza;
y uno de ellos, no aquel que había hablado,
«Ah, la justicia y la Piedad os libren se volvió bajo el peso que llevaba,
pronto, tal que podáis mover las alas,
que os conduzcan según vuestros deseos: y me llamó al mirarme y conocerme,
con los ojos fijados con gran pena,
mostradnos por qué parte a la escalera pues andaba inclinado junto a ellos.
más rápido se va; y, si hay más caminos,
enseñadnos aquel menos pendiente; «Oh -yo le dije-- ¿No eres Oderisi,
honra de Gubbio, y honra de aquel arte
pues a quien me acompaña, por la carga que se llama en París iluminar?»
de la carne de Adán con que se viste,
contra su voluntad, subir le cuesta.» «Hermano --dijo--- ríen más las cartas
que ahora ilumina Franco, el de Bolonia;
Las palabras que respondieron a éstas suyo es todo el honor, y en parte, mío.
que había dicho aquel que yo seguía,
de quién vinieran no lo supe; pero No hubiera sido yo tan generoso
mientras vivía, por el gran deseo
dijeron: «Por la orilla a la derecha de superar a todos que albergaba.
veniros, y hallaremos algún paso
que lo pueda subir un hombre vivo. De tal soberbia pago aquí la pena;
y aun no estaría aquí de no haber sido
que, pudiendo pecar, volvíme a Dios. Y yo: «Si aquel espíritu que deja
arrepentirse al fin de su existencia,
¡Oh, vana gloria del poder humano! queda abajo y no sube sin la ayuda
¡qué poco dura el verde de la cumbre,
si no le sigue un tiempo decadente! de una buena oración, antes que pase
un tiempo semejante al que ha vivido,
Creisteis que en pintura Cimabue ¿Cómo le consintieron que viniese?»
tuviese el campo, y es de Giotto ahora,
y la fama de aquel ha oscurecido. «Cuando vivía más glorioso -dijo-,
en la plaza de Siena libremente
Igual un Guido al otro le arrebata vencida su vergüenza, se plantó
la gloria de la lengua; y nació acaso
el que arroje del nido a uno y a otro. y allí para salvar a cierto amigo,
en la prisión de Carlos condenado,
No es el ruido mundano más que un soplo de tal modo actuó que tembló entero.
de viento, ahora de un lado, ahora del otro,
y muda el nombre como cambia el rumbo. Más no diré y oscuro sé que hablo;
pero dentro de poco, tus vecinos
¿Qué fama has de tener, si viejo apartas harán de modo que glosarlo puedas.
de ti la carne, como si murieras Esta acción le sacó de esos confines.»
antes de abandonar el sonajero,
CANTO XII
cuando pasen mil años? Pues es corto
ese espacio en lo eterno, más que un guiño A la par, como bueyes en la yunta,
en el más tardo giro de los cielos. con el alma cargada caminaba,
mientras lo consintió mi pedagogo.
Aquel que va delante tan despacio
de mí, en Toscana entera era famoso; Mas cuando dijo: «Déjale y avanza;
y de él en Siena apenas cuchichean, que es menester que con alas y remos
empuje su navío cada uno»,
en donde era señor cuando abatieron
la rabia florentina, que soberbia enderecé, cual para andar conviene
fue en aquel tiempo tal como ahora es puta. el cuerpo todo, mas los pensamientos
se me quedaron sencillos y humildes.
Color de hierba es vuestra nombradía,
que viene y va, y el mismo la marchita Me puse a andar, y seguía con gusto
que la hace brotar verde de la tierra.» los pasos del maestro, y ambos dos
de ligereza hacíamos alarde;
Y yo le dije: «Tu verdad me empuja
a la humildad, y abate mi soberbia; y él dijo: «vuelve al suelo la mirada,
pero quién es aquel de quien hablabas?» pues para caminar seguro es bueno
ver el lugar donde las plantas pones».
«Es -respondió-- Provenzano Salviati:
y está aquí porque tuvo pretensiones Como, para dejar memoria de ellos,
de llevar Siena entera entre sus manos. sobre las tumbas en tierra excavadas
está escrito quién era cuando vivo,
Anduvo así y aún anda, sin descanso,
desde su muerte: tal moneda paga y de nuevo se llora muchas veces
aquel que en vida a demasiado aspira.» por el aguijoneo del recuerdo,
que tan sólo espolea a los piadosos; Mostraba cómo huyeron derrotados,
tras morir Holofernes, los asirios,
con mayor semejanza, pues tal era y también de su muerte los despojos.
el artificio, lleno de figuras
vi aquel camino que en el monte avanza. Veía a Troya en ruinas y en cenizas;
¡oh Ilión, cuán abatida y despreciable
Veía a aquél que noble fue creado mostrábate el relieve que veíal
más que criatura alguna, de los cielos
como un rayo caer, por una parte. ¿Qué pincel o buril allí trazara
las sombras y los rasgos, que admirarse
Veía a Briareo, que yacía harían a cualquier sutil ingenio?
en otra, de celeste flecha herido,
por su hielo mortal grave a la tierra. Muertos tal muertos, vivos como vivos:
no vio mejor que yo quien vio de veras,
Veía a Marte, a Palas y a Timbreo, cuanto pisaba, al ir mirando el suelo.
aún armados en tomo de su padre,
mirando a los Gigantes desmembrados. ¡Ah, caminad soberbios y altaneros,
hijos de Eva, y no inclinéis el rostro
Veía al pie, a Nemrot, de la gran obra para poder mirar el mal camino!
ya casi enloquecido, contemplando
los que en Senar con él fueron soberbios. Mas al monte la vuelta habíamos dado,
y su camino el sol más recorrido
¡Oh Niobe, con qué dolientes ojos de lo que mi alma absorta calculaba,
te veía grabada en el sendero,
entre tus muertos siete y siete hijos! cuando el que atento siempre caminaba
delante, dijo: «Alza la cabeza,
¡Oh Saúl, cómo con la propia espada ya no hay más tiempo para ir tan absorto.
en Gelboé ya muerto aparecías,
que no sentiste lluvia ni rocío! Mira un ángel allí que se apresura
por venir a nosotros; ve que vuelve
Oh loca Aracne, así pude mirarte la esclava sexta del diario oficio.
ya medio araña, triste entre los restos
de la obra que por tu mal hiciste. De reverencia adorna rostro y porte,
para que guste arriba conducirnos;
Oh Roboán, no parece que asuste piensa que ya este día nunca vuelve.»
aquí tu efigie; mas lleno de espanto
le lleva un carro, sin que le eche nadie. Acostumbrado estaba a sus mandatos
de no perder el tiempo, así que en esa
Mostraba aún el duro pavimento materia no me hablaba oscuramente.
como Alcmeón a su madre hizo caro
aquel adorno tan desventurado. El bello ser, de blanco, se acercaba,
con el rostro cual suele aparecer
Mostraba cómo se lanzaron sobre tremolando la estrella matutina.
Senaquerib sus hijos en el templo,
y cómo, muerto, allí lo abandonaron. Abrió los brazos, y después las alas;
dijo: «Venid, cercanos los peldaños
Mostraba el crudo ejemplo y la ruina están y ya se sube fácilmente.
que hizo Tamiris cuando dijo a Ciro:
«tuviste sed de sangre y te doy sangre». Muy pocos a esta invitación alcanzan:
oh humanos que nacisteis a altos vuelos,
¿cómo un poco de viento os echa a tierra?» extendiendo los dedos de la diestra,
sólo encontré seis letras, que en mi frente
A la roca cortada nos condujo; el de la llave habíame grabado:
allí batió las alas por mi frente, y viendo esto sonrió mi guía.
y prometió ya la marcha segura.
CANTO XIII
Como al subir al monte, a la derecha,
en donde está la iglesia que domina Llegarnos al final de la escalera,
la bien guiada sobre el Rubaconte, donde por vez segunda se recoge
el monte, que subiendo purifica.
del subir se interrumpe la fatiga
por escalones que se construyeron Allí del núsmo modo una cornisa,
cuando sumario y pesas eran ciertos; igual que la primera, lo rodea;
sólo que el giro se completa antes.
tal se suaviza aquella ladera
que cae a plomo del otro repecho; No había sombras ni señales de ellas:
mas rozando la piedra a un lado y otro. liso el camino y lisa la muralla,
del lívido color de los roquedos.
Al dirigirnos por ese camino
Beati pauperes spiritu, de un modo «Si, para preguntar, gente esperarnos
inefable cantaban unas voces. --me decía el poeta-- mucho temo
que se retrase nuestra decisión.»
Ah qué distintos eran estos pasos
de aquellos del infierno: aquí con cantos Luego en el sol clavó los ojos fijos;
se entra y allí con feroces lamentos. de su diestra hizo centro al movimiento,
y se volvió después hacia la izquierda.
Por los santos peldaños ya subíarnos
y bastante más leve me encontraba, «Oh dulce luz en quien confiado entro
de lo que en la llanura parecía. por el nuevo camino, llévanos
-decía- cual requiere este paraje.
Por lo que yo: «Maestro ¿qué pesada
carga me han levantado, que ninguna Tú calientas el mundo, y sobre él luces:
fatiga casi tengo caminando?» si otra razón lo contrario no manda,
serán siempre tus rayos nuestro guía.»
Él respondió: «Cuando las P que quedan
aún en tu rostro a punto de borrarse, Cuanto por una milla aquí se cuenta,
estén, como una de ellas, apagadas, tanto en aquella parte caminamos
al poco, pues las ganas acuciaban;
tan vencidos los pies de tus deseos
estarán, que no sólo sin fatiga, y sentimos volar hacia nosotros
sino con gozo arriba han de llevarte.» espíritus sin verlos, que invitaban
cortésmente a la mesa del amor.
Entonces hice como los que llevan
en la cabeza un algo que no saben, La voz primera que pasó volando
y sospechan por gestos de los otros; "Vinum non habent" dijo claramente,
y tras nosotros lo iba repitiendo.
y por lo cual se ayudan con la mano,
que busca y halla y cumple así el oficio Y aún antes de perderse por completo
que no pudiera hacerlo con la vista; al alejarse, otra: «Soy Orestes»
pasó gritando igual sin detenerse.
pues un alambre a todos les cosía
Yo dije: «Oh padre ¿qué voces son éstas?» y horadaba los párpados, del modo
Y escuché al preguntarlo una tercera que al gavilán que nunca se está quieto.
diciendo: «Amad a quien el mal os hizo.»
Al andar, parecía que ultrajaba
Y el buen maestro «Azota esta cornisa a aquellos que sin venne yo veía;
la culpa de la envidia, mas dirige por lo cual me volví al sabio maestro.
la caridad las cuerdas del flagelo.
Él sabía que, aun mudo, deseaba
Su freno quiere ser la voz contraria: hablarle; y no esperando mi pregunta,
y podrás escucharla, según creo, él me dijo: «Habla breve y claramente.»
antes que el paso del perdón alcances.
Virgilio caminaba por la parte
Mas con fijeza mira, y verás gente de la cornisa en que caer se puede,
que está sentada enfrente de nosotros, pues ninguna baranda la rodea;
apoyada a lo largo de la roca.»
por la otra parte estaban las devotas
Abrí entonces los ojos más que antes; sombras, que por su horrible cosedura
miré delante y sombras vi con mantos lloraban y mojaban sus mejillas.
del color de la piedra no distintos.
Me volví a ellas y: «Oh, gentes confiadas
Y al haber avanzado un poco más, -yo comencé-- de ver la luz suprema
oí gritar: «María, por nosotros que vuestro desear sólo procura,
ruega» y «Miguel» y «Pedro» y «Santos
todos». así pronto la gracia os vuelva limpia
vuestra conciencia, tal que claramente
No creo que ahora existe por la tierra por ella baje de la mente el río,
hombre tan duro, a quien no le moviese
a compasión lo que después yo vi; decidme, pues será grato y amable,
si hay un alma latina entre vosotros,
pues cuando estuve tan cercano de ellos que acaso útil le sea el conocerla.»
que sus gestos veía claramente,
grave dolor me vino por los ojos. «Oh hermano todos somos ciudadanos
de una Ciudad auténtica; tú dices
De cilicio cubiertos parecían que viviese en Italia peregrina.»
y uno aguantaba con la espalda al otro,
y el muro a todas ellas aguantaba. Esto creí escuchar como respuesta
un poco más allá de donde estaba,
Así los ciegos faltos de sustento, por lo que procuré seguir oyendo.
piden limosna en días de indulgencia,
y la cabeza inclina uno sobre otro, Entre otras vi a una sombra que en su aspecto
esperaba; y si alguno dice "¿Cómo?",
por despertar piedad más prontamente, alzaba la barbilla como un ciego.
no sólo por el son de las palabras,
mas por la vista que no menos pide. «Alma que por subir te estás domando,
si eres -le dije ~ me respondiste,
Y como el sol no llega hasta los ciegos, haz que conozca tu nombre o tu patria.»
lo mismo aquí a las sombras de las que hablo
no quería llegar la luz del cielo; «Yo fui Sienesa -repuso-- y con estos
otros enmiendo aquí la mala vida,
pidiendo a Aquél que nos conceda el verle. «Tan rara cosa de escuchar es ésta,
que es signo --dije,- de que Dios te ama;
No fui sabia, aunque Sapia me llamaron, con tus plegarias puedes ayudarme.
y fui con las desgracias de los otros
aún más feliz que con las dichas mías. Y te suplico, por lo que más quieras,
que si pisas la tierra de Toscana,
Y para que no creas que te miento, que a mis parientes mi fama devuelvas.
oye si fui, como te digo, loca,
ya descendiendo el arco de mis años. Están entre los necios que ahora esperan
en Talamón, y allí más esperanzas
Mis paisanos estaban junto a Colle perderán que en la busca de la Diana.
cerca del campo de sus enemigos, Pero más perderán los almirantes.
y yo pedía a Dios lo que El quería.
CANTO XIV
Vencidos y obligados a los pasos
amargos de la fuga, al yo saberlo, «¿Quién es éste que sube nuestro monte
gocé de una alegría incomparable, antes de que la muerte alas le diera,
y abre los ojos y los cierra a gusto?»
tanto que arriba alcé atrevido el rostro
gritando a Dios: «De ahora no te temo» «No sé quién es, mas sé que no está sólo;
como hace el mirlo con poca bonanza. interrógale tú que estás más cerca,
y recíbelo bien, para que hable.»
La paz quise con Dios ya en el extremo
de mi vivir; y por la penitencia Así dos, apoyado uno en el otro,
no estaría cumplida ya mi deuda, conversaban de mí a mano derecha;
luego los rostros, para hablar alzaron.
si no me hubiese Piero Pettinaio
recordado en sus santas oraciones, Y dijo uno: «Oh alma que ligada
quien se apiadó de mí caritativo. al cuerpo todavía, al cielo marchas,
por caridad consuélanos y dinos
¿Tú quién eres, que nuestra condición
vas preguntando, con los ojos libres, quién eres y de dónde, pues nos causas
como yo creo, y respirando hablas?» con tu gracia tan grande maravilla,
cuanto pide una cosa inusitada.»
«Los ojos ---dije acaso aquí me cierren,
mas poco tiempo, pues escasamente Y yo: «Se extiende en medio de Toscana
he pecado de haber tenido envidia. un riachuelo que nace en Falterona,
y no le sacian cien millas de curso.
Mucho es mayor el miedo que suspende
mi alma del tormento de allí abajo, junto a él este cuerpo me fue dado;
que ya parece pesarme esa carga.» decir quién soy sería hablar en balde,
pues mi nombre es aún poco conocido.»
Y ella me dijo: «¿Quién te ha conducido
entre nosotros, que volver esperas?» «Si he penetrado bien lo que me has dicho
Y yo: «Este que está aquí sin decir nada. con mi intelecto -me repuso entonces
el que dijo primero- hablas del Arno.»
Vivo estoy; por lo cual puedes pedirrne,
espíritu elegido, si es preciso Y el otro le repuso: «¿Por qué esconde
que allí mueva por ti mis pies mortales.» éste cuál es el nombre de aquel río,
cual hace el hombre con cosas horribles?»
y en tal modo la deja, que en mil años
y la sombra de aquello preguntada no tomará a su estado floreciente.»
así le replicó: «No sé, mas justo
es que perezca de tal valle el nombre; Como al anuncio de penosos males
se turba el rostro del que está escuchando
porque desde su cuna, en que el macizo de cualquier parte que venga el peligro,
del que es trunco el Peloro, tan preñado
está, que en pocos sitios le superan, así yo vi turbar y entristecerse
a la otra alma, que vuelta estaba oyendo,
hasta el lugar aquel donde devuelve cuando hubo comprendido las palabras.
lo que el sol ha secado en la marina,
de donde toman su caudal los ríos, A una al oírla y a la otra al mirarla,
me dieron ganas de saber sus nombres,
es la virtud enemiga de todos e híceles suplicante mi pregunta;
y la huyen cual la bicha, o por desgracia
del sitio, o por mal uso que los mueve: por lo que el alma que me habló primero
volvió a decir: «Que condescienda quieres
tanto han cambiado su naturaleza y haga por ti lo que por mí tú no haces.
los habitantes del mísero valle,
cual si hechizados por Circe estuvieran. Mas porque quiere Dios que en ti se muestre
tanto su gracia, no seré tacaño;
Entre cerdos, más dignos de bellotas y así sabrás que fui Guido del Duca.
que de ningún otro alimento humano,
su pobre curso primero endereza. Tan quemada de envidia fue mi sangre.
que si dichoso hubiese visto a alguno,
Chuchos encuentra luego, en la bajada, cubierto de livor me hubieras visto.
pero tienen más rabia que fiereza,
y desdeñosa de ellos tuerce el morro. De mi simiente recojo tal grano;
¡Oh humano corazón, ¿por qué te vuelcas
Va descendiendo; y cuanto más se acrece, en bienes que no admiten compañía?
halla que lobos se hicieron los perros,
esa maldita y desgraciada fosa. Este es Rinieri, prez y mayor honra
de la casa de Cálboli, y ninguno
Bajando luego en más profundos cauces, de sus virtudes es el heredero.
halla vulpejas llenas de artimañas,
que no temen las trampas que las cacen. Y no sólo su sangre se ha privado,
entre el monte y el Po y el mar y el Reno,
No callaré por más que éste me oiga; del bien pedido a la verdad y al gozo;
y será al otro útil, si recuerda
lo que un veraz espíritu me ha dicho. pues están estos límites tan llenos
de plantas venenosas, que muy tarde,
Yo veo a tu sobrino que se vuelve aun labrando, serían arrancadas.
cazador de los lobos en la orilla
del fiero río, y los espanta a todos. ¿Dónde están Lizio, y Arrigo Mainardi,
Pier Traversaro y Guido de Carpigna?
Vende su carne todavía viva; ¡Bastardos os hicisteis, romañoles!
luego los mata como antigua fiera;
la vida a muchos, y él la honra se quita. ¿Cuando renacerá un Fabbro en Bolonia?
¿cuando en Faenza un Bernardín de Fosco,
Sangriento sale de la triste selva; rama gentil aun de simiente humilde?
y por juntarme entonces al poeta,
No te asombres, toscano, si es que lloro un paso di hacia atrás, y no adelante.
cuando recuerdo, con Guido da Prata,
a Ugolin d'Azzo que vivió en Romagna, Quieto ya el aire estaba en todas partes;
y me dijo: «Aquel debe ser el freno
Federico Tignoso y sus amigos, que contenga en sus límites al hombre.
a los de Traversara y Anartagi
(sin descendientes unos y los otros), Pero mordéis el cebo, y el anzuelo
del antiguo adversario, y os atrapa;
a damas y a galanes, las hazañas, y poco vale el freno y el reclamo.
los afanes de amor y cortesía,
donde ya tan malvadas son las gentes. El cielo os llama y gira en torno vuestro,
mostrando sus bellezas inmortales,
¿Por qué no te esfumaste, oh Brettinoro, y poneis en la tierra la mirada;
cuando se hubo marchado tu familia, y así os castiga quien todo conoce.»
y mucha gente por no ser perversa?
CANTO XV
Bien hizo Bagnacaval, ya sin hijos;
e hizo mal Castrocaro, y peor Conio, Cuanto hay entre el final de la hora tercia
que tales condes en prohijar se empeña. y el principio de día en esa esfera,
que al igual que un chiquillo juega siempre
Bien harán los Pagan, cuando al fin pierdan
su demonio; si bien ya nunca puro tanto ya parecía que hacia el véspero
ha de quedar de aquellos el recuerdo. aún le faltaba al sol de su camino:
allí la tarde, aquí era medianoche.
Oh Ugolino dei Fantolín, seguro
está tu nombre y no se espera a nadie En plena cara heríannos los rayos,
que, corrompido, oscurecerlo pueda. pues giramos el monte de tal forma,
que al ocaso derechos caminábamos,
Y ahora vete, toscano, que deseo
más que hablarte, llorar; así la mente cuando sentí en mi frente pesadumbre
nuestra conversación me ha obnubilado.» de un resplandor mucho mayor que el de
antes,
Sabíamos que aquellas caras almas y me asombró tan extraño suceso;
nos oían andar, y así, callando,
hacían confiarnos del camino. por lo que alcé las manos por encima
de las cejas, haciéndome visera
Nada más avanzar, ya los dos solos, que del exceso de luz nos protege.
igual que un rayo que en el aire hiende,
se oyó una voz venir en contra nuestra: Como cuando del agua o del espejo
el rayo salta a la parte contraria,
«Que me mate el primero que me encuentre»; ascendiendo de un modo parecido
y huyó como hace un trueno que se escapa,
si la nube de súbito se parte. al que ha bajado, y es tan diferente
del caer de la piedra en igual caso,
Apenas tregua tuvo nuestro oído, como experiencia y arte lo demuestran;
y otra escuchamos con tan grande estrépito,
que pareció un tronar que al rayo sigue. así creí que la luz reflejada
por delante de mí me golpease;
«Yo soy Aglauro, que tornóse en piedra», y en apartarse fue rauda mi vista.
en muchos poseedores, aún más ricos
«¿Quién es, de quien no puedo, dulce padre, hacer de él, que si pocos lo tuvieran?»
la vista resguardar, por más que hago,
y parece venir hacia nosotros?» Y aquel me contestó: «Como no pones
la mente más que en cosas terrenales,
«Si celestial familia aún te deslumbra sacas tinieblas de luz verdadera.
-respondió-- no te asombres: mensajero
es que viene a invitar a que subamos. Ese bien inefable e infinito
que arriba está, al amor tal se apresura
Dentro de poco el mirar estas cosas corno a un lúcido cuerpo viene el rayo.
no será grave, mas será gozoso
cuanto natura dispuso que sientas.» Tanto se da cuanto encuentra de ardor;
y al aumentarse así la caridad,
Cuando cerca del ángel estuvimos sobre ella crece la eterna virtud.
«Entrad aquí -nos dijo dulcemente-
donde hay una escalera menos dura.» Y así cuanta más gente ama allá arriba,
hay allí más amor, y más se ama,
Subíamos, dejando el sitio aquel y unos y otros son como los espejos.
y cantar "Beati misericordes"
escuchamos, y "Goza tú que vences" Y si lo que te digo no te sacia,
verás a Beatriz que plenamente
Mi maestro y yo solos caminábamos este o cualquier deseo ha de quitarte.
hacia la altura; y yo al andar pensaba
sacar de su palabra algún provecho; Procura pues que pronto se te extingan,
como han sido ya dos, las cinco heridas
y a él me dirigí y le pregunté: que cicatrizan al estar contrito.»
«¿Qué ha querido decir el de Romaña.
con bienes que no admiten compañía?» Cuando decir quería: «Me aplacaste»,
me vi llegado al círculo de arriba,
Y él contestó: «De su mayor defecto y me hizo callar la vista ansiosa.
conoce el daño, así que no te admires
si es reprendido por que más no llore. Allí me pareció en una visión
estática de súbito estar puesto,
Porque si vuestro anhelo se dirige y ver muchas personas en un templo;
a lo que compartido disminuye,
hace la envidia que suspire el fuelle. y una mujer decía en los umbrales,
con dulce gesto maternal: «Oh hijo,
Mas si el amor de la esfera suprema ¿por qué has obrado esto con nosotros?
los deseos volviera hacia lo alto,
tal temor no tendría vuestro pecho; Tu padre y yo angustiados estuvimos
buscándote.» Y como ella se callara,
pues, cuanto más allí se dice "nuestro", se me borró lo que veía antes.
tanto del bien disfruta cada uno,
y más amor aún arde en ese claustro.» Después me vino otra, con el agua
que en sus mejillas el dolor destila,
«Estoy de estar contento más ayuno que un gran despecho hacia otros nos provoca
-dije- que si no hubiera preguntado,
y aún más dudas me asaltan en la mente. diciendo: «Si eres sir de la ciudad,
por cuyo nombre dioses contendieron,
¿Cómo puede algún bien, distribuido y donde toda ciencia resplandece,
tal conviene avivar al perezoso,
véngate de esos brazos atrevidos que tardo emplea al despertar su tiempo.»
que a mi hija abrazaron, Pisistrato.»
Y el Señor, que benigno parecía, Por el ocaso andábamos, mirando
hasta donde alcanzaba nuestra vista
le respondía con templado rostro: contra la luz radiante y vespertina.
«¿Qué haremos a quien males nos desea,
si a aquellos que nos aman condenarnos?» Y vimos poco a poco una humareda
venir hacia nosotros, cual la noche;
Luego vi gente ardiendo en fuego de ira, ni un sitio había para resguardarnos:
a pedradas matando a un jovencito, el aire puro nos quitó y la vista.
gritando: «Martiriza, martiriza»,
CANTO XVI
y al joven inclinarse, por la muerte
que le apesadumbraba, hacia la tierra, Negror de infierno y de noche privada
mas sus ojos alzaba siempre al cielo, de estrella alguna, bajo un pobre cielo,
hasta el sumo de nubes tenebroso,
pidiendo al alto Sir, en guerra tanta,
que perdonase a sus perseguidores, tan denso velo no tendió en mi rostro
con ese aspecto que a piedad nos mueve. como aquel humo que nos envolvió,
y nunca sentí tan áspero pelo.
Cuando volvió mi alma hacia las cosas
que son, fuera de ella, verdaderas, No podía siquiera abrir los ojos
supe que mis errores no eran falsos. por lo que, sabia y fiel, la escolta mía
vino hacia mí ofreciéndome su hombro.
Mi guía entonces, que me contemplaba
como a aquel que del sueño se despierta, Como el ciego que va tras de su guía
dijo: «¿Qué tienes que te tambaleas, para que no se pierda ni tropiece
en obstáculo alguno, o tal vez muera,
y has caminado más de media legua
con los ojos cerrados, dando tumbos, andaba por el aire amargo y sucio,
a guisa de quien turban sueño o vino?» escuchando a Virgilio aconsejarme:
«Ten cuidado y de mí no te separes».
«Oh dulce padre mío, si me escuchas
te contaré -le dije lo que he visto, Oía voces como que implorasen
cuando las piernas me fueron tan flojas.» la paz y la clemencia del Cordero
de Dios que borra todos los pecados.
Y él dijo: «Si cien máscaras tuvieses
sobre el rostro, cerrados no tendría Agnus Deí, era, pues, como empezaban
tus pensamientos, aun los más pequeños. todos a un tiempo y en el mismo modo,
y en completa concordia parecían.
Es lo que viste para que no excuses
al agua de la paz abrir el pecho, «Maestro, lo que oigo ¿son espíritus?»
que de la eterna fuente se derrama. le dije. Y él a mí: «Bien lo pensaste;
de la iracundia van soltando el nudo.»
No pregunté "qué tienes", como hiciera
quien mira, sin ver nada, con los ojos, «¿Quién eres tú que cortas nuestro humo,
cuando desanimado el cuerpo yace; y de nosotros hablas como si
aún midieses el tiempo por calendas?»
mas pregunté para animar tus pasos
Esto por una voz fue preguntado; el mundo es ciego, y tú de él has venido.
«Contéstale --me dijo mi maestro-
y si hay subida por aquí pregunta.» Cualquier causa achacáis los que estáis vivos
al cielo, igual que si moviese todas
«Oh, criatura -le dije que te limpias las cosas él obligatoriamente.
para volver hermosa a quien te hizo,
maravillas oirás si me acompañas.» Destruido sería así en vosotros
el libre arbitrio, y no sería justo
«Cuanto me es permitido he de seguirte; dar la alegría al bien, y al mal dar luto.
y si vernos el humo no nos deja,
nos mantendrá cercanos el oírnos.» El cielo inicia vuestros movimientos;
no digo todos, mas aunque lo diga,
Entonces comencé: «Con este rostro una luz para el bien o el mal os dieron,
que destruye la muerte, voy arriba,
y he llegado hasta aquí desde el infierno. Y libre voluntad; que si se cansa
en el primer combate contra el cielo,
Y si Dios en su gracia me ha tomado, luego lo vence si bien se sustenta.
tanto que quiere que su corte vea
de modo inusitado en estos tiempos, A mayor fuerza y a mejor natura
libres estáis sujetos; y ella cría
no me ocultes quién fuiste antes de muerto; vuestra mente, en que el cielo nada puede.
dímelo, y dime si el camino es éste;
y tus palabras sean nuestra escolta.» Y por esto, si el mundo os descamina,
la causa que buscáis está en vosotros:
«Yo fui lombardo y Marco me llamaban; y verdaderamente he de explicártelo:
del mundo supe, y amé esa virtud
a la que nadie tiende ya su arco. De la mano de Aquél que la acaricia,
aun antes de existir, cual la muchacha
Para subir camina siempre recto» que llorando y riendo juguetea,
Me respondió y dijo luego: «Te pido
que por mí implores cuando estés arriba.» sale sencilla el alma y nada sabe,
salvo que, obra de un gozoso artista,
«Por mi fe -yo le dije- te prometo gustosa vuelve a aquello que la alegra.
que haré lo que me pides; mas me estalla
dentro una duda, y tengo que aclararla. Primero saborea el bien pequeño;
aquí se engaña y corre detrás de él,
Era antes simple y ahora se ha hecho doble si no tuerce su amor freno ni guía.
con tus palabras, que me dan certeza
de lo otro, con la cual las relaciono. Y es necesario el freno de las leyes;
y es necesario un rey, que al menos vea
El mundo por completo está desierto de la ciudad auténtica la torre.
de cualquiera virtud, como tú dices,
y de maldad cubierto y agravado; Hay leyes, pero ¿quién las administra?
Nadie, pues su pastor acaso rumie,
mas la razón te pido que me digas, mas no tiene partida la pezuña;
tal que la vea y que la enserle a otros;
que a la tierra o al cielo lo atribuyen.» y la gente, que sabe que su guía
sólo tiende a aquel bien del que ella come,
Un gran suspiro que acabó en un ¡ay! pace de aquel, y no busca otra cosa.
lanzó primero; y luego dijo: «Herrnano,
Bien puedes ver que la mala conducta Quedad con Dios, pues más no os acompaño
es la razón que al mundo ha condenado,
y no vuestra natura corrompida. Ved el albor, que irradia por el humo
ya clareando; debo retirarme
Solía Roma, que hizo bueno el mundo, (allí está el ángel) antes que me vea.»
tener dos soles que una y otra senda, De este modo se fue y no quiso oírme.
la humana y la divina, les mostraban.
CANTO XVII
Uno a otro apagó; y está la espada
junto al báculo; y una y otro unidos Acuérdate, lector, si es que en los Alpes
forzosamente, marchan mal las cosas; te sorprendió la niebla, y no veías
sino como los topos por la piel,
porque juntos no temen uno al otro:
Si no me crees, recuerda las espigas, cómo, cuando los húmedos y espesos
pues distingue las hierbas la simiente. vapores se dispersan ya, la esfera
del sol por ellos entra débilmente;
En la tierra que riegan Po y Adige,
valor y cortesía se encontraban, y tu imaginación será ligera
antes de entrar en liza Federico. en alcanzar a ver cómo de nuevo
contemplé el sol, que estaba ya en su ocaso.
Ahora puede cruzar sin miedo alguno
cualquiera que dejase, por vergüenza, Mis pasos a los fieles del maestro
de acercarse a los buenos o de hablarlos. emparejando, fuera de tal nube
salí a los rayos muertos ya en lo bajo.
Tres viejos hay aún con quien reprende
a la nueva la antigua edad, y tardo Oh fantasía que le sacas tantas
Dios les parece en que con él les llame: veces de sí, que el hombre nada advierte,
aunque suenen en torno mil trompetas,
Corrado de Palazzo, el buen Gherardo,
y Guido de Castel, mejor llamado ¿si no son los sentidos, quién te mueve?
el sencillo lombardo, a la francesa. Una luz que en cielo se conforma,
por sí o por el Querer que aquí la empuja.
Puedes decir que la Iglesia de Roma,
por confundir en ella dos poderes De la impiedad de aquella que se hizo
ella y su carga en el fango se ensucian.» el ave que en cantar más nos deleita,
a mi imaginación vino la huella;
«Oh Marco mío -dije- bien hablaste;
y ahora discierno por qué de la herencia y entonces tanto se encerró mi mente
los hijos de Leví privados fueron. en si misma, que nada le llegaba
del exterior que recibir pudiese.
Más qué Gherardo es ése que, por sabio,
dices, quedó de aquella raza extinta Luego llovió en mi fantasía uno
corno reproche del siglo salvaje?» crucificado, fiero y desdeñoso
en su apariencia, y así se moría;
«Me engañan tus palabras o me tientan,
-me respondió- pues, hablando toscano, alrededor estaba el gran Asuero,
del buen Gherardo nunca hayas oído. Ester su esposa, Mardoqueo el justo,
tan íntegro en sus obras y palabras.
Por ningún otro nombre le conozco,
si de Gaya, su hija, no lo saco. Y como se rompiera aquella imagen
por ella misma, igual que una burbuja
a la que falta el agua que la hizo, Estaban ya tan altos los postreros
rayos de los que va detrás la noche,
surgió de mi visión una muchacha que en torno aparecían las estrellas.
llorando, y dijo: «Oh reina, ¿por qué airada
te quisiste matar? Ahora estás muerta «¡Oh, por qué me abandonas, valor mío!»
-decía para mí, porque sentía
por no querer perder a tu Lavinia; la fuerza de las piernas flaqueartne.
¡Y me has perdido! soy la que lamento
antes, madre, los tuyos, que otros males.» Ya donde más no subía llegamos
la escalera, y allí nos detuvimos,
Como se rompe el sueño de repente como la nave que ha llegado al puerto.
cuando hiere en los ojos la luz nueva,
que aún antes de morir roto se agita; Puse atención un poco, por si oía
alguna cosa en este nuevo círculo;
así mi imaginar cayó por tierra luego al maestro me volví y le dije:
en cuanto que una luz hirió en mis ojos,
mucho mayor de la que se acostumbra. «Mi dulce padre, dime, ¿qué pecado
se purga en este círculo? Si quedos
Yo me volví para mirar qué fuese, están los pies, no lo estén las palabras.»
cuando una voz me dijo: «Aquí se sube»,
que me apartó de otro cualquier intento; Y él me dijo: «El amor del bien, escaso
de sus deberes, aquí se repara;
y tan prestas las ganas se me hicieron aquí se arregla el remo perezoso.
para mirar quién era el que me hablaba,
que no cejara hasta no contemplarlo. Y para que lo entiendas aún más claro,
vuelve hacia mí la mente, y sacarás
Mas como al sol que ciega nuestra vista algún buen fruto de nuestra dernora.»
y por sobrado vela su figura,
me faltaban así mis facultades. Ni el Creador ni la criatura, nunca
sin amor estuvieron -él me dijo-
«Es un divino espíritu que muestra o natural o de ánimo; ya sabes.
el camino de arriba sin pedirlo,
y él a sí mismo con su luz esconde. El natural no se equivoca nunca,
mas puede el otro equivocar su objeto,
Nos hace igual que un hombre hace consigo; porque el vigor o poco o mucho sea.
que quien se hace rogar, viendo un deseo,
su negativa con maldad prepara. Mientras que se dirige al bien primero,
y en el segundo él mismo se controla,
A tal invitación el paso unamos; no puede ser razón de mal deleite;
procuremos subir antes que venga
la noche y hasta el alba no se pueda.» mas cuando al mal se tuerce, o con cuidado
más o menos al bien de lo que debe,
Así dijo mi guía, y yo con él contra el Autor se vuelven sus acciones.
nos dirigimos hacia la escalera;
y cuando estuve en el primer peldaño, Entenderás por ello que el amor
es semilla de todas las virtudes
sentí cerca de mí que un ala el rostro y de todos los actos condenables.
me abanicaba y escuché: «Beati
pacifici, que están sin mala ira.» Ahora bien, como nunca de la dicha
de su sujeto amor la vista aparta, y yo, a quien nueva sed atormentaba,
del propio odio las cosas están libres; callaba, mas por dentro me decía:
«mi preguntar acaso le molesta».
y como dividido no se entiende,
ni por sí mismo, a nadie del Principio, Mas el padre veraz, que se dio cuenta
odiar a aquel ninguno puede hacerlo. del medroso deseo que ocultaba
sin hablar, me alentó a que preguntase.
Resta, si bien divido, que se ama
el mal del prójimo; y que dicho amor Y yo: «Maestro, mi visión se aviva
de vuestro fango nace en tres maneras: tanto en tu luz, que ya distingo claro
lo que tu ciencia abarca o me describe:
Quién, suprimido su vecino, aguarda
elevarse, y por esto sólo quiere Y así te pido, caro y dulce padre,
que derriben a aquel de su grandeza; me expliques ese Amor al que reduces
cualquiera bien obrar o su contrario.»
quién que el poder, la gracia, honor y fama
teme perder porque otro le supere, «Dirige -dijo- a mí las claras luces
y se entristece y quiere lo contrario; del intelecto, y el error verás
de los ciegos que en guía se convierten.
y hay quien por las injurias se enfurece,
de la venganza se hace deseoso, El alma, que a amar presta fue creada,
y necesita urdir el mal ajeno. se mueve a cualquier cosa que le place,
tan pronto del placer es puesta en acto.
Este triforme amor aquí debajo
se llora; y ahora quiero que conozcas, La percepción, de seres verdaderos
el que corre hacia el bien corruptamente. saca la imagen que despliega dentro,
e impulsa al alma a que se vuelva a ésta;
Todos confusamente un bien seguimos
donde se aquiete el ánimo, y lo ansiamos; y si, vuelta hacia ella, se doblega,
y por lograrlo combatimos todos. Amor se llama ese doblegarniento,
que por gozar de nuevo entra en vosotros.
Si lento es ese amor en dirigirse
o en conquistar a Aquel, esta cornisa, Y, como el fuego a lo alto se dirige,
tras justo arrepentirse, le atormenta. porque su forma a subir fue creada
donde más se conserva en su materia,
Hay otro bien que hace infeliz al hombre;
no es la felicidad, la buena esencia, presa el alma se entrega así al deseo,
que es el fruto y raíz de todo bien. impulso espiritual, y no reposa
hasta que goza de la cosa amada.
El amor que a este bien se ha abandonado,
sobre nosotros se purga en tres círculos; Ahora comprenderás cuánto está oculta
mas cómo tripartito se organiza, esta verdad a la gente que dice
para que tú lo encuentres, me lo callo. que todo amor sea loable cosa;

CANTO XVIII porque acaso parece su materia


que es siempre buena, mas no todo sello
Había terminado sus razones es bueno aunque la cera sea buena.»
mi alto doctor, mirando atentamente
si en mis ojos mostraba mi contento; «Con tus palabras y mi ingenio atento
-le respondí- ya sé qué es el amor,
pero esto de otras dudas me ha llenado; corriendo por el cielo los caminos
que el sol inflama cuando los de Roma
pues si el amor se ofrece desde fuera, lo ven caer entre Corsos y Sardos.
y el alma no procede de otro modo,
no es mérito si va torcida o recta. » Y la sombra gentil, por quien a Piétola
más que a la propia Mantua se celebra
«Cuanto ve la razón puedo decirte me había liberado de mi peso;
-dijo-; si quieres más, aguarda entonces
a Beatriz, pues que de fe es materia. y yo, que la razón abierta y llana
tenía ya después de mis preguntas,
Cualquiera fortna sustancial, que aparte divagaba cual hombre adormilado;
de la materia está, y está a ella unida,
una específica virtud contiene, mas fue esta soñolencia interrumpida
súbitamente por gentes que a espaldas
la cual no es perceptible sino obrando, nuestras, hacia nosotros caminaban.
ni se demuestra más que por efectos,
cual la vida en las plantas por sus frondas Como el Ismeno y el Asopo vieron
furia y turbas de noche en sus orillas,
Mas de dónde nos vengan las primeras cuando a Baco imploraban los tebanos,
nociones a la mente, lo ignorarnos,
y del primer apetecer las causas, así por aquel círculo avanzaban,
por lo que pude ver, quienes venían
que en vosotros están, como en la abeja del buen querer y justo amor llevados.
el arte de hacer miel; y este deseo
no merece desprecio ni alabanza. Enseguida llegaron, pues corriendo
aquella magna turba se movía,
Mas porque a éste aún otros se añaden, y dos gritaban llorando delante:
innata os es la virtud que aconseja,
y el umbral guarda del consentimiento. «Corrió María apresurada al monte;
y para sojuzgar Lérida César,
Este es pues el principio del que parte tocó en Marsella y luego corrió a España.»
en vosotros el mérito, según
que buen o mal amor tome o desdeñe. «Raudo, raudo, que el tiempo no se pierda
por poco amor -gritaban los demás-;
Los que al fondo llegaron razonando, que el arte de obrar bien torne la gracia.»
se dieron cuenta de esta libertad;
y al mundo le dejaron sus morales. «Oh gente a quien fervor agudo ahora
compensa neglilgencia o dilaciones
Aun suponiendo que obligadamente que por tibieza en bien obrar pusisteis,
surja el amor que dentro se os encienda,
la potestad tenéis de refrenarlo. éste que vive, y cierto no os engaño,
en cuanto luzca el sol quiere ir arriba;
A esta noble virtud Beatriz la llama decidnos pues dónde hay una abertura.»
libre albedrío, y procurar debieras
recordarlo por si ella te habla de esto.» Estas palabras díjolas mi guía;
y uno de estos espíritus: «Seguidnos
La luna, casi a media noche tarda, detrás --nos dijo-- y hallaréis el paso.
más raras las estrellas nos hacía,
como un caldero ardiendo por completo; De movernos estamos tan ansiosos
que parar no podemos; tú perdona
si la justicia te es descortesía. bizca en los ojos, y en los pies torcida,
descolorida y con las manos mancas.
Yo fui abad de San Zeno de Verona
bajo el imperio del buen Barbarroja, Yo la miraba; y como el sol conforta
del cual doliente aún Milán se acuerda. los fríos miembros que la noche oprime,
así mi vista le volvía suelta
Y hay alguno con un pie ya en la fosa,
que pronto llorará aquel monasterio, la lengua, y bien derecha la ponía
y triste se hallará de haber mandado; al poco, y su semblante desmayado,
como quiere el amor, coloreaba.
porque a su hijo, mal del cuerpo entero,
y peor de la mente, y malnacido, Después de haberse en el hablar soltado,
ha puesto en vez de su pastor legal.» a cantar comenzó, tal que con pena
habría de ella apartado mi mente.
Ignoro si calló o si más nos dijo,
tan lejos se encontraba de nosotros; «Yo soy -cantaba- la dulce sirena,
esto escuché y me agrada el recordarlo. que en la mar enloquece a los marinos;
tan grande es el placer que da el oírme.
Y aquel que en todo trance me ayudaba
dijo: «Vuélvete aquí y mira esos dos Yo aparté a Ulises de su incierta ruta
que vienen dando muerdos a la acidia.» con mi cantar; y quien se me habitúa,
raramente me deja: ¡Así lo atraigo!»
Detrás todos decían: «Antes muerto
estuvo el pueblo a quien el mar se abriera, Aún no se había cerrado su boca,
de que el Jordán su descendencia viese. cuando yo vi una dama santa y presta
al lado de mí para confundirla.
Y aquellos que la suerte no sufrieron
del vástago de Anquises hasta el fin, «Oh, Virgilio, Virgilio, ¿quién es ésta?»
a una vida sin gloria se ofrecieron.» -fieramente decía,---; y él llegaba
en la honesta fijándose tan sólo.
Luego cuando esas sombras tan lejanas
estaban, que ya verse no podían, Cogió a la otra, y le abrió por delante,
se me introdujo un nuevo pensanmiento, rasgándole el traje, y mostrándole el vientre;
me despertó el hedor que desprendía.
del que nacieron otros y diversos;
y tanto de uno en otro divagaba, Miré, y el buen maestro: «¡Al menos tres
que por divagación cerré los ojos, voces te he dado! ---dijo-, ven, levanta;
y en sueño convertí mi pensamiento. hallaremos la entrada para que entres.»

CANTO XIX Me levanté, y estaban ya colmados


de pleno día el monte y sus recintos;
Cuando el calor diurno no consigue con sol nuevo a la espalda caminábamos.
hacer ya tibio el frío de la luna,
por la tierra vencido y por Saturno, Siguiéndole, llevaba la cabeza
tal quien de pensanúentos va cargado,
-que es cuando los geomantes la Fortuna que hace de sí un medio arco de puente;
Mayor ven en oriente antes del alba,
surgir por vía oscura poco tiempo- Cuando escuché «Venid, aquí se cruza»
dicho de un modo suave y benigno,
me llegó en sueños una tartamuda, que no se escucha en esta mortal marca.
fue así poco delante de nosotros; y yo
Con alas, que de cisne parecían, descubrí en el hablar a un escondido;
arriba nos condujo quien hablaba
entre dos caras del duro macizo. y a los de mi sefíor volví los ojos:
él asintió con ceño placentero,
Movió luego las plumas dando aire, a aquello que mi vista le pedía.
Qui lugent afirmando ser dichosos,
pues tendrán dueña el alma del consuelo. Luego que pude hacer lo que gustaba,
me puse sobre aquella criatura,
«¿Qué tienes que a la tierra sólo miras?» cuyas palabras mi atención movieron,
mi guía comenzó a decirme, apenas
sobrepasados fuimos por el ángel. «Alma ---diciendo-- en cuyo llanto eso
que no puede volver a Dios madura,
Y yo: «Me hace marchar con tantas dudas deja un poco por mí el mayor cuidado.
esa nueva visión, que a ella me inclina,
y no puedo apartar del pensamiento.» ¿Quién fuisteis, y por qué vuelta la espalda
tenéis arriba.P ¿Quieres que te pida
«Has visto --dijo- aquella antigua bruja algo de allí de donde vengo vivo?»
por quien se llora encima de nosotros;
y cómo de ella el hombre se libera. Y él me dijo: «El porqué nuestras espaldas
vuelve el cielo hacia sí, sabrás; mas antes
Bástete así, y camina más aprisa; scías quod ego fui succesor Petri
vuelve la vista al reclamo que mueve
el rey eterno con las grandes ruedas.» Entre Siestri y Chiavani va corriendo
un río hermoso, y en su nombre tiene
Cual primero el halcón sus patas mira, el título mi estirpe más preciado.
y luego vuelve al grito, y se apresura
por afán de la presa que le llama, Cómo pesa el gran manto a quien lo guarda
del fango, provee un mes y poco más;
así hice yo; y así, cuanto se parte plumas parecen todas otras cargas.
la roca por dar paso a aquel que sube,
anduve hasta llegar donde se cruza. Mi conversión tardía fue, ¡Ay de mí!;
pero cuando elegido fui romano
Cuando en el quinto círculo hube entrado, pastor, vi que la vida era mentira.
vi por aquel a gentes que lloraban,
tumbados en la tierra boca abajo. Vi que allí el corazón no se aquietaba,
ni subir más podía en esa vida;
Adhaesit pavimento anima mea' por lo cual me encendí de amor por ésta.
oí decir con tan altos suspiros,
que apenas se entendían las palabras. Hasta aquel punto, mísera, apartada
de Dios estuvo mi alma avariciosa;
«Oh elegidos de Dios, cuyos sufrires y, como ves, aquí estoy castigado.
justicia y esperanza hacen más blandos,
hacia la alta subida dirigirnos.» Lo que hace la avaricia, se declara
en la purga del alma convertida;
«Si venís de yacer aquí librados, no hay en el monte más amarga pena.
y queréis pronto hallar vuestro camino,
llevad siempre por fuera la derecha.» Y como nuestros ojos no pusimos
en alto, fijos sólo en lo terreno,
Así rogó el poeta, y contestado la justicia en la tierra aquí los clava.
a causa de tus hambres desmedidas!
Y como la avaricia a cualquier bien
apagó nuestro amor, y nuestras obras ¡Oh, cielo, que se cree que cuando gira
se perdieron, nos tiene la Justicia puede cambiar las leyes de aquí abajo!,
¿cuándo vendrá quien a ésta le haga huir?
de pies y manos presos y amarrados:
y cuanto le complazca al justo Sir A paso lento y corto caminábamos,
inmóviles, tumbados estaremos». atento yo a las sombras, que sentía
llorar piadosamente y lamentarse
Me había arrodillado y quise hablarle;
mas cuanto comencé, y él se dio cuenta, y por ventura oí. «¡Dulce María!»
de mi respeto, sólo al escucharle, clamar así en el llanto ante nosotros,
como hace una mujer que esté pariendo;
«¿Por qué te inclinas ---dijo- de ese modo?»
y le dije: «Por vuestra dignidad y que seguía- «Fuiste tú tan pobre
estar de pie me impide mi conciencia.» cuanto se puede ver por el cobijo
donte tu santa carga depusiste.»
«¡Endereza las piernas y levanta,
hermano! -respondió--, no te equivoques: Oí seguidamente: «Oh buen Fabricio,
de un poder mismo todos somos siervos. antes virtud quisiste en la pobreza,
que gran riqueza poseer vicioso.»
Y si aquel santo evangélico texto
que dice necque nubent, entendiste, Estas palabras tanto me placían,
comprenderás por qué hablo de este modo que avancé un poco más por conocer
a aquel que parecía proferirlas.
Ahora vete, no quiero que te pares
más, pues turbas mi llanto con tu estancia, Aquel hablaba aún del generoso
con el cual se madura lo que has dicho. trato de Nicolás con las doncellas
para guardar su juventud honesta.
Tan sólo una sobrina, Alagia, tengo,
buena de suyo, si es que nuestra casa «Oh espíritu que tanto bien proclamas,
no la haya hecho a su ejemplo malvada; dime quién fuiste --dije y por qué sólo
y ésta tan sólo de allí me ha quedado.» repites estas dignas alabanzas.

CANTO XX No quedarán tus palabras sin premio,


si vuelvo a completar la corta senda,
Contra un mejor querer otro no lucha; de aquella vida que al término vuela.»
y contra mi placer, por complacerle,
saqué del agua la esponja aún sedienta. Y aquél: «Te lo diré, no porque espere
consuelo en ello, sino porque tanta
Eché a andar y mi guía echó a andar por los gracia en ti luce aun antes de estar muerto.
lugares libres, siguiendo la roca,
cual pegados de un muro a las almenas; Yo fui raíz de aquella mala planta
que la tierra cristiana ha ensombrecido,
pues la gente que vierte gota a gota tal que buen fruto rara vez se coge.
por los ojos el mal que el mundo llena,
al borde se acercaba demasiado. Mas si Duay y Gante, Lila y Brujas
pudieran, su venganza encontrarían;
¡Maldita seas tú, oh antigua loba, yo la suplico a aquel que todo juzga.
que más que el resto de las bestias matas,
Hugo Capeto fui llamado abajo; y en su vicario hacer cautivo a Cristo.
de mí nacieron Felipes y Luises
por quien Francia regida fue de nuevo. Le veo nuevamente escarnecido;
hiel y vinagre renovar le veo,
De un carnicero de París fui hijo: y entre vivos ladrones darle muerte.
al extinguirse ya los viejos reyes,
salvo el que en paños grises envolvieron, Veo al nuevo Pilatos tan cruel,
que no le sacia esto, y sin decreto
me encontré entre las manos con las riendas lleva las velas avaras al Templo.
del gobierno, y con tanto poderío
adquirido, y con tantos partidarios, ¿Cuándo podré alegrarme, Señor mío,
mirando la venganza que, escondida,
que a la corona viuda promovida hace dulce el secreto de tu ira?
fue la cabeza de mi hijo, el cual
hizo nacer los consagrados huesos. Lo que decía de la única esposa
del Espíritu Santo, y que te hizo
Mientras que la gran dote de Provenza volverte a mí para que te explicara,
no quitó la vergüenza de mi estirpe,
valía poco, pero mal no hacía. la letanía es de nuestras preces
mientras el día dura; y cuando marcha
Allí empezó con fuerza y con mentira es un contrario son el que entonarnos.
su rapiña; mas luego, por enmienda,
Ponthieu tomó, Gascuña y Normandía. A Pigmalión recordarnos entonces,
a quien traidor, ladrón y parricida
Carlos a Italia vino y, por enmienda, hizo su desmedido afán de oro;
víctima hizo a Corradino; y luego
a Tomás, por enmienda, empujó al cielo. y del avaro Midas la miseria,
que siguió a su pedir desmesurado,
Un tiempo veo, no muy lejos de ese, que será bueno reírla por siempre;
en que saldrá de Francia aún otro Carlos,
para que sepan más de él y los suyos. al loco Acán después nos referimos,
cómo robó el botín, tal que la ira
Sale sin armas, con la lanza sólo de Josué parece que aún le muerda.
con la que judas contendió, y la clava
en Florencia, y el vientre le desgarra. A Safira acusamos y al marido;
de Eliodoro las coces alabamos;
Tierras no, mas pecados y deshonra, y gira en todo el monte por su infamia.
para él adquirirá, tanto más graves,
cuanto más leve el daño le parezca. Polinestor que mató a Polidoro;
y para terminar se grita: "Craso
A otro, que sale preso de una nave, di, ¿cómo sabe el oro, pues lo sabes?"
a su hija vender regateando
veo cual los corsarios las esclavas. Así habla en alto el uno, en bajo el otro;
según la fuerza que nos espolea
¡Oh avaricia! ¿qué más hacer puedes, a andar a paso lento o más ligero:
si de mi sangre así te has adueñado,
que no se cuida de su propia carne? Mas proclamando la virtud diurna
no era el único; sólo que aquí cerca
Por remediar lo hecho y lo futuro, la voz no levantaba ningún otro.»
veo en Anagi entrar la flor de lis,
Nos habíamos ya ido de su lado,
procurando avanzar en el camino apareció una sombra detrás de nosotros,
lo que nuestros recursos permitían, al pie mirando la turba yacente;
y antes de percatamos de él, nos dijo:
cuando escuché, como si algo se hundiera,
temblar el monte, y me asaltó tal frío «Oh hermanos míos, Dios os de la paz».
como le asalta a aquel que va a la muerte. Nos volvimos de súbito, y Virgilio
le devolvió el saludo que se debe.
De cierto no tembló tan fuerte Delos,
antes de que Latona hiciera el nido, Dijo después: «En la corte beata,
para alumbrar del cielo los dos ojos. en paz te ponga aquel veraz concilio,
que en el exilio eterno me relega.»
Luego un clamor se oyó por todas partes
tal, que el maestro se volvió hacia mí «¡Cómo! -nos dijo, caminando aprisa-:
«Mientras te guíe --dijo- no te asustes.» ¿si sombras sois que aquí Dios no destina,
quién os ha hecho subir por su escalera?»
Gloria in excelsis todos deo
decían, por lo que escuché, de cerca, Y mi doctor: «Si miras las señales
y pude comprender lo que gritaban. que éste lleva, y que un ángel ha marcado
verás que puede irse con los buenos.
Suspendidos e inmóviles estábamos,
igual que los pastores al oírlo, Mas como la que hila día y noche
hasta que terminó el temblor y el canto. no le había acabado aún la husada
que Cloto impone y a todos apresta,
Luego seguimos nuestra santa ruta,
viendo yacer las sombras por la tierra, su alma, que es hermana de las nuestras,
vueltas de nuevo al llanto acostumbrado. subiendo no podía venir sola,
porque no puede ver como nosotros.
Con tanta guerra nunca la ignorancia
de conocer me hizo deseoso, Y me sacaron de la gran garganta
si es que no se equivoca mi memoria, infernal, para guiarle, y guiarele
hasta donde mi escuela pueda hacerlo.
cuanta creí tener, pensando, entonces;
ni a preguntar osaba por la prisa, Mas, si lo sabes, dime, ¿por qué tales
ni comprendía nada por mí mismo: sacudidas dio el monte, y por qué a una
y marchaba asustado y pensativo. parecieron gritar hasta su base.?»

CANTO XXI Así dio, preguntando, en todo el blanco


de mi deseo, y con las esperanzas
Esa sed natural que no se aplaca aquella sed sentí más satisfecha.
sino con aquel agua que la joven
samaritana pidió como gracia, Y aquel dijo: «No hay cosa que sin orden
pase en la santidad de la montaña,
me apenaba, y punzábarne la prisa o que suceda fuera de costumbre.
por la difícil senda tras mi guía
doliéndome con la justa venganza. De toda alteración esto está libre:
uno que el cielo dio y que en él recibe
Y he aquí que, como escribe Lucas puede ser la razón, y no otra causa.
que a dos en el camino vino Cristo,
salido de la boca del sepulcro, Porque la lluvia, el granizo, la nieve,
el rocío y la escarcha más arriba
no caen de la escalera de tres gradas; con el nombre que más dura y más honra
vivía yo» -repuso aquel espíritu-
nubes espesas no hay ni enrarecidas, ya bastante famoso, mas sin fe.
ni rayos, ni la hija de Taumente,
que abajo cambia a menudo de sitio; Tan grande fue lo dulce de mi canto,
que, tolosano, a Roma me trajeron,
no sigue el viento seco más arriba y merecí con mirto honrar mis sienes.
que la más alta de las escaleras,
donde se sienta el vicario de Pedro. Por Estacio aún la gente me conoce:
canté de Tebas y del gran Aquiles;
Acaso tiemble abajo, poco o mucho, mas quedó en el camino la segunda.
mas por mucho que el viento allá se esconda,
no sé cómo, aquí arriba nunca tiembla. Semilla de mi ardor fueron las ascuas,
que me quemaron, de la llama santa
Tiembla cuando algún alma ya limpiada en que han sido encendidos más de miles;
se siente, y se levanta o se encamina
para subir; y tal grito la sigue. de la Eneida te hablo, la cual madre
me fue, y me fue nodriza en la poesía:
Da prueba ese deseo de estar limpia, sin ella no valdría ni un adarme.
que, libre ya para mudar de sitio,
toma al alma y la empuja con deseo. Y por haber vivido cuando allí
vivió Virgilio, un sol consentiría
Antes lo quiso, y lo impidió el talento más del debido aún antes de marcharme.»
pues contra ese deseo, la Justicia,
como fue en el pecar, pone al castigo. Se volvió a mí Virgilio a estas palabras
con rostro que, callando, dijo: «Calla»;
Y yo que en estas penas he yacido mas la virtud no puede cuanto quiere,
más de quinientos años, sólo ahora
anhelo libremente un mejor solio: que risa y llanto siguen tan de cerca
la pasión que genera a cada uno,
por eso el terremoto y los piadosos que al querer menos sigue en los sinceros.
espíritus oisteis, alabando
a aquel Señor, que pronto los reclame.» Así que sonreí como al secreto;
y se calló la sombra, y me miró
Así nos dijo; y tal como disfruta los ojos que revelan más el alma;
más del beber quien tiene sed más grande,
no podría explicar mi gran contento. y: «así tanto trabajo en bien acabe
-dijo- ¿por qué hace un rato tu semblante
Y el sabio guía: «Ya comprendo ahora me ha mostrado un relámpago de risa?»
la red que os prende y cómo deslazarla,
y por qué hay regocijos y temblores. Ahora estaba cogido por dos partes
una me hace callar, la otra me pide
Ahora quién fuiste plázcate contarme, que hable; y yo suspiro y me comprende
y por qué tantos siglos has yacido
aquí, muéstramelo con tus palabras.» mi maestro, y «No tengas ningún miedo
de hablar --me dice-; háblale y revela
«En la edad que el buen Tito, con la ayuda lo que con tanto afán ha preguntado»
del sumo rey, vengó los agujeros
de aquella sangre por Judas vendida, Por lo que yo: «Quizás te maravilles
de por qué me reí, oh antiguo espíritu, cómo pudo encontrar dentro de ti
pero aún quedarás más admirado. un sitio la avaricia, junto a tanto
saber que por estudios poseías?»
Este que arriba guía mi mirada,
es el mismo Virgilio, en quien las fuerzas A Estacio estas palabras le causaron
tomaste de cantar dioses y héroes. primero una sonrisa, luego dijo:
«Me prueba tu cariño lo que dices.
Si de otra causa pareció mi risa,
olvídala por falsa, y sólo vino En verdad muchas veces pasan cosas
de las palabras que le prodigaste.» que dan materia falsa a nuestras dudas,
porque la causa cierta está escondida.
Para abrazar los pies ya se inclinaba
a mi doctor, más él le dijo: «Hermano, Tu pregunta me muestra que pensabas
no lo hagas, porque somos los dos sombras.» que en la otra vida hubiera sido avaro,
acaso pues me viste en aquel círculo.
Y él alzando: «Ahora puedes comprender
la cantidad de amor en que me enciendes, Sabe pues que alejado de avaricia
cuando olvido que somos cosas vanas, fui demasiado; y esta desmesura
y trato como sólidas las sombras.» miles de lunas castigada ha sido.

CANTO XXII Y si el rumbo no hubiese enderezado,


al comprender allí donde escribías,
Ya el ángel se quedó tras de nosotros, casi irritado con el ser del hombre,
aquel que al sexto círculo nos trajo,
una señal quitando de mi frente; «¿Por dónde no conduces tú, maldita
hambre de oro, el afán de los mortales?»
y a los que tienen ansias de justicia en los tristes torneos diera vueltas.
llamó beatos, pero sus palabras
hasta el sitiunt, no más, lo proclamaron. Supe entonces que mucho abrir las alas
puede gastar las manos, y de esa
Y yo más leve que en los otros pasos falta me arrepentí cual de las otras.
caminaba, tal que sin pena alguna
seguía a los espíritus veloces; ¿Cuántos renacerán todos pelados
por ignorancia, pues quien peca en esto,
cuando Virgilio comenzó: «El Amor ni en vida, ni al extremo se arrepiente?
prendido en la virtud, siempre a otro prende
con tal de que su llama manifieste; Y sabrás que la culpa que replica,
y diametral se opone a algún pecado,
desde el punto en que vino con nosotros juntamente con él su verdor seca;
Juvenal hasta el limbo del infierno,
y cuánto te admiraba me dijera, por lo cual si con esa gente estuve
que llora la avaricia, por purgarme
yo fui contigo tan benevolente justo de lo contrario me encontraba.»
como nunca con alguien que no has visto,
y esta escalera me parece corta. «Cuando contaste las peleas crueles
de la doble tristeza de Yocasta
Pero dime, y perdona como amigo -dijo el cantor de bucólicos versos-
si excesiva confianza alarga el freno,
y como amigo explícame la causa: por aquello que te inspirara Clío,
no parece que fueses todavía
fiel a la fe sin la que el bien no basta. dónde está, dime, aquel Terencia antiguo,
Varrón, Plauto, Cecilio, si lo sabes:
Si esto es así, ¿qué sol, qué luminarias, y si están condenados y en qué círculo.»
disipando la sombra, enderezaron
detrás del pescador luego tus velas?» Esos y Persio, y yo, y bastantes otros
-le respondió- se encuentran con el Griego
Y aquél a éste: «Tú me dirigiste a quien las musas más amamantaron,
a beber en las grutas del Parnaso;
y luego junto a Dios me iluminaste. en el primer recinto de la cárcel;
y hablarnos muchas veces de aquel monte
Hiciste como aquél que va de noche donde nuestras nodrizas se hallan siempre.
con una luz detrás, que a él no le sirve,
mas hace tras de sí a la gente sabia, También están Simónides y Eurípides,
Antifonte, Agatón y muchos otros
cuando dijiste: «El siglo se renueva, griegos que de laureles se coronan.
y el primer tiempo y la justicia vuelven,
nueva progenie de los cielos baja.» Allí se ven aquellas gentes tuyas,
Antígona, Deífile y Argía
Por ti poeta fui, por ti cristiano: y así como lo fue de triste, a Ismene.
mas para ver mejor lo que dibujo,
para darle color la mano extiendo. Vemos a aquella que mostró Langía,
a Tetis y la hija de Tiresias,
Preñado estaba el mundo todo entero y a Deidamia con todos sus hermanos.»
de la fe verdadera, que sembraron
los mensajeros del eterno reino, Ya se callaban ambos dos poetas,
de nuevo atentos a mirar en torno,
y tus palabras que antes he citado ya libres de subir y de paredes;
con las prédicas nuevas concordaban;
y tomé por costumbre el visitarles. y habían cuatro siervas ya del día
atrás quedado, y al timón la quinta
Tan santos luego fueron pareciendo, enderezaba a lo alto el carro ardiente,
que en la persecución de Domiciano,
sin mis lágrimas ellos no lloraban; cuando mi guía: «Creo que hacia el borde
volver el hombro diestro nos conviene,
y mientras que en mi mano hacerlo estuvo dando la vuelta al monte cual solemos. »
les ayudaba, y con sus rectas vidas
me hicieron despreciar toda otra secta. Así fue nuestro guía la costumbre,
y emprendimos la ruta más tranquilos
Y antes de poetizar sobre los griegos pues lo aprobaba aquel alma tan digna.
y sobre Tebas, tuve mi bautismo;
pero por miedo fui un cristiano oculto, Ellos iban delante, y solitario
yo detrás, escuchando sus palabras,
mostrándome pagano mucho tiempo; que en poetizar me daban su intelecto.
y esa tibieza en el recinto cuarto
me recluyó por más de cuatro siglos. Mas pronto rompió las dulces razones
un árbol puesto en medio del camino,
Tú pues, que ya este velo has levantado con manzanas de olor bueno y suave;
que me escondía cuanto bien he dicho,
mientras que de subir nos ocupamos, y así corno el abeto se adelgaza
de rama en rama, aquel abajo hacía,
para que nadie, pienso, lo subiera. Como los pensativos peregrinos,
al encontrar extraños en su ruta,
Del lado en que el camino se cortaba, que se vuelven a ellos sin pararse,
caía de la roca un licor claro,
que se extendía por las hojas altas. así tras de nosotros, más aprisa,
al llegar y pasamos, se asombraba
Al árbol se acercaron los poetas; de ánimas turba tácita y devota.
y una voz desde dentro de la fronda
gritó: «Muy caro cuesta este alimento.» Todos de ojos hundidos y apagados,
de pálidos semblantes, y tan flacos
«Más pensaba María en que las bodas que del hueso la piel tomaba forma.
-siguió- fueran honradas, que en su boca,
esa que ahora intercede por vosotros. No creo que a pellejo tan extremo
seco, hubiese llegado Erisitone,
Las antiguas romanas sólo agua ni cuando fue su ayuno más severo.
bebían; y Daniel, que despreciaba
el alimento, conquistó la ciencia. Y pensando decíame: «¡Aquí viene
la gente que perdió Jerusalén,
La edad primera, bella como el oro, cuando María devoró a su hijo!
hizo con hambre gustar las bellotas,
y néctar con la sed cualquier arroyo. Parecían sus órbitas anillos
sin gemas: y quien lee en la cara "omo"
Miel y langostas fueron las viandas bien podría encontrar aquí la eme.
que en el yermo nutrieron al Bautista;
por lo cual es tan grande y tan glorioso ¿Quién pensaría que el olor de un fruto
como en el Evangelio se demuestra.» tal hiciese, el anhelo produciendo,
o el de una fuente, no sabiendo cómo?
CANTO XXIII
Maravillado estaba de tal hambre,
Mientras los ojos por la verde fronda pues la razón aún no conocía
fijaba de igual modo que quien suele de su piel escarnada y su flaqueza,
del pajarillo en pos perder la vida,
cuando de lo más hondo de su rostro
el más que padre me decía: «Hijo, fija su vista me volvió una sombra;
ven pronto, pues el tiempo que nos dieron luego fuerte exclamó: "¿Qué gracia es ésta?"
más útilmente aprovechar se debe.»
Nunca el rostro le hubiese conocido;
Volví el rostro y el paso sin tardarme, pero en la voz se me hizo manifiesto
junto a los sabios, que en tal forma hablaban, lo que el aspecto había deformado.
que me hicieron andar sin pena alguna.
Esta chispa encendió de aquel tan otro rostro
Y en esto se escuchó llorar y un canto del todo mi conocimiento,
labia mea domine, en tal modo, y conocí la cara de Forese.»
cual si pariera gozo y pesadumbre.
«Ah, no te fijes en la seca roña
«Oh dulce padre, ¿qué es lo que ahora que me destiñe -rogaba- la piel,
escucho?», ni por la falta de carne que tenga;
yo comencé; y él: «Sombras que caminan
de sus deudas el nudo desatando.» dime en verdad de ti, y de quién son esas
dos ánimas que allí te dan escolta;
¡no te quedes aquí sin que me hables!» Tanto más cara a Dios y más dilecta
es mi viudita, a la que tanto amaba,
«Tu cara, que lloré cuando moriste, cuanto en su bien obrar está más sola;
con no menos dolor ahora la lloro
-le respondí- al mirarla tan cambiada. puesto que la Barbagia de Sicilia
es más púdica ya con sus mujeres
Pero dime, por Dios que así os deshoja; que la Barbagia en donde la he dejado.
no pidas que hable, pues estoy atónito;
mal podrá hablar quien otra cosa quiere.» Dulce hermano ¿qué quieres que te diga?
Ya presiento unos tiempos venideros
Y él a mí- «Del querer eterno baja de que esta hora ya no está lejana,
un efecto en el agua y en el árbol
que dejasteis atrás, que así enflaquece. en que será en el púlpito vedado
el que las descaradas florentinas
Toda esta gente que llorando canta, vayan mostrando en público las tetas.
por seguir a la gula sin medida,
santa se vuelve aquí con sed y hambre ¿Qué bárbara hubo nunca o musulmanas
que precisaran para andar cubiertas
De comer y beber nos da el deseo disciplina en el alma o de las otras?
el olor de la fruta y del rocío
que se extiende por sobre la verdura. Mas si supieran esas sinvergüenzas
lo que veloz el cielo les depara,
Y ni un solo momento en este espacio ya para aullar sus bocas abrirían;
dando vueltas, mitiga nuestra pena:
pena digo y debiera decir gozo, pues si el vaticinar aquí no engaña,
sufrirán antes de que crezca el bozo
que aquel deseo al árbol nos conduce a los que ahora con nanas consuelan.
donde Cristo gozoso dijo 'Eli',
cuando nos redimió la sangre suya.» Ahora ya no te escondas más, oh hermano,
que no sólo yo, más toda esta gente,
Yo contesté: «Forese, desde el día mira el lugar donde la luz no pasa.»
que el mundo por mejor vida trocaste,
cinco años aún no han transcurrido. Por lo que yo le dije: «Si recuerdas
lo que fui para ti, y para mi fuiste,
Si antes se terminó el que tú pudieras aún será triste el recordar presente.
pecar aún más, de que llegase la hora
del buen dolor que a Dios volver nos hace, De aquella vida me sustrajo aquel
que va delante, el otro día, cuando
¿cómo es que estás arriba ya tan pronto? redonda se mostró la hermana de ese
Yo pensaba encontrarte allí debajo,
donde el tiempo con tiempo se repara.» --señalé el sol. Y aquél por la profunda
noche llevóme de los muertos ciertos
Y él respondió: «Tan pronto me ha logrado con esta carne cierta que le sigue.
que beba el dulce ajenjo del martirio
mi Nela con su llanto sin fatiga. De allí con sus auxilios me ha traído,
subiendo y rodeando la montaña,
Con devotas plegarias y suspiros que os endereza a los que el mundo tuerce.
me trajo de la playa en que se espera,
y me ha librado de los otros círculos. Dice que habrá de hacerme compañía
hasta que esté donde Beatriz se encuentra;
allí es preciso que sin él me quede. que apacentara a muchos con su torre.

Virgilio es quien tal cosa me ha contado Vi a Maese Marqués, que ocasión tuvo
-y se lo señalé-; y aquél la sombra de beber en Forlí sin sequedades,
por quien se ha conmovido cada cuesta y que nunca veíase saciado.
de vuestro reino del que ya se marcha.»
Mas como hace el que mira y luego aprecia
más a uno que otro, hice al luqués,
CANTO XXIV que de mí más curioso parecía.

Él murmuraba, y no sé que «Gentucca»


Ni hablar a andar, ni andar a aquel más lento sentía yo, donde él sentía la plaga
hacía, mas hablando a prisa íbamos de la justicia que así le roía.
cual nao que empuja un viento favorable;
«Alma -dije- que tal deseo muestras
y las sombras, más muertas pareciendo, de hablar conmigo, hazlo claramente,
admiración ponían en las cuencas y a los dos satisfaz con tus palabras.»
de los ojos, sabiendo que vivía.
«Hay nacida, aún sin velo, una mujer
Y yo, continuando mis palabras --él comenzó- que hará que mi ciudad
dije: «Y asciende acaso más despacio te plazca aunque otros muchos la desprecien.
de lo que en otro momento lo haría.
Tú marcharás con esta profecía:
Mas dime de Piccarda, si es que sabes; si en mi murmullo alguna duda tienes,
y dime si estoy viendo a alguien notable la realidad en claro ha de ponerlo.
entre esta gente que así me contempla.»
Pero dime si veo a quien compuso
«Mi hermana, que entre hermosa y entre aquellas nuevas rimas que empezaban:
buena «Mujeres que el Amor bien conocéis.»
no sé qué fuera más, alegre triunfa
en el Olimpo ya de su corona.» Y yo le dije: «Soy uno que cuando
Amor me inspira, anoto, y de esa forma
Dijo primero; y luego: «Aquí podemos voy expresando aquello que me dicta.»
a cualquiera nombrar pues tan mudado
nuestro semblante está por la abstinencia. «¡Ah hermano, ya comprendo ---dijo- el nudo
que al Notario, a Guiton y a mí separa
Ese -y le señaló- es Bonagiunta, del dulce estilo nuevo que te escucho!
Bonagiunta de Lucca; y esa cara
a su lado, cosida más que otras. Bien veo ahora cómo vuestras plumas
detrás de quien os dicta van pegadas,
tuvo la santa iglesia entre sus brazos: lo que no sucedía con las nuestras;
nació en Tours, y aquí purga con ayunos
el vino y las anguilas de Bolsena.» y quien se ponga a verlo de otro modo
no encontrará ninguna diferencia.»
Uno por uno a muchos me nombró; Y se calló bastante satisfecho.
y al nombrarles contentos parecían,
y no vi ningún gesto de tristeza. Cual las aves que invernan junto al Nilo,
a veces en el aire hacen bandadas,
Vi por el hambre en vano usar los dientes y luego aprisa vuelan en hilera,
a Ubaldín de la Pila y Bonifacio,
así toda la gente que allí estaba, por haber sólo entonces hecho el giro
volviendo el rostro apresuró su paso,
por su flaqueza y su deseo raudas. Vi gentes bajo aquel alzar las manos
y gritar no sé qué hacia la espesura,
Y como el hombre de correr cansado como en vano anhelantes chiquitines
deja andar a los otros, y pasea
hasta que calma el resollar del pecho, que piden, y a quien piden no responde,
mas por hacer sus ganas más agudas,
dejó que le pasara la grey santa les muestra su deseo puesto en alto.
y conmigo detrás vino Forese,
diciendo: «¿Cuándo te veré de nuevo?» Luego se fueron ya desengañadas;
y nos aproximamos al gran árbol,
«No sé -repuse-, cuánto viviré; que tanto llanto y súplicas desdeña.
mas no será mi vuelta tan temprano,
que antes no esté a la orilla mi deseo; «Seguid andando y no os aproximéis:
un leño hay más arriba que mordido
porque el lugar donde a vivir fui puesto, fue por Eva y es éste su retoño.»
del bien, de día en día, se despoja,
y parece dispuesto a triste ruina.» Entre las frondas no sé quién hablaba;
y así Virgilio, Estacio y yo, apretados
Y él: «Ánimo, pues veo al más culpable, seguimos caminando por la cuesta.
arrastrado a la cola de un caballo
hacia aquel valle donde no se purga. Decía: «Recordad a los malditos
nacidos de las nubes, que, borrachos,
La bestia a cada paso va más rauda, con dos pechos lucharon con Teseo;
siempre más, hasta que ella le golpea,
y deja el cuerpo vilmente deshecho. y a los hebreos, por beber tan flojos,
que Gedeón no quiso de su ayuda,
No mucho han de rodar aquellas ruedas cuando a Madián bajó de las colinas.»
-y miró al cielo- y claro habrá de serte
esto que más no puedo declararte. Así arrimados a uno de los bordes,
oyendo fuimos culpas de la gula
Ahora quédate aquí, que es caro el tiempo seguidas del castigo miserable.
en este reino, y ya perdí bastante
caminando contigo paso a paso.» Ya en la senda desierta, distanciados,
más de mil pasos nos llevaron lejos,
Como al galope sale algunas veces los tres mirando sin decir palabra.
un jinete del grupo que cabalga,
por ganar honra en los primeros golpes, «Solos así los tres ¿qué vais pensando?»,
dijo una voz de pronto; y me agité
con pasos aún mayores nos dejó; como un caballo joven y espantado.
y me quedé con esos dos que fueron
en el mundo tan grandes mariscales. Alcé mi rostro para ver quién era;
y jamás pude ver en ningún horno
Y cuando estuvo ya tan adelante, vidrio o metal tan rojo y tan luciente,
que mis ojos seguían tras de él,
como mi mente tras de sus palabras. como a quien vi diciendo: «Si os complace
subir, aquí debéis de dar la vuelta;
vi las ramas cargadas y frondosas quien marcha hacia la paz, por aquí pasa.»
de otro manzano, no mucho más lejos
Me deslumbró la vista con su aspecto;
por lo que me volví hacia mis doctores, y si pensaras cómo, si te mueves,
como el hombre a quien guía lo que escucha. también tu imagen dentro del espejo,
claro verás lo que parece oscuro.
Y como, del albor anunciadora,
sopla y aroma la brisa de mayo, Mas para que el deseo se te aquiete,
de hierba y flores toda perfumada; aquí está Estacio; y yo le llamo y pido
que sea el curador de tus heridas.»
yo así sentía un viento por en medio
de la frente, y sentí un mover de plumas, «Si la visión eterna le descubro
que hizo oler a ambrosía el aura toda. -repuso Estacio-, estando tú delante,
el no poder negarme me disculpe.»
Sentí decir: «Dichosos los que alumbra
tanto la gracia, que el amor del gusto Y después comenzó: «Si mis palabras,
en su pecho no alienta demasiado, hijo, en la mente guardas y recibes,
apeteciendo siempre cuanto es justo.» darán luz a aquel "cómo" que dijiste.

CANTO XXV La sangre pura que no es absorbida


por las venas sedientas, y se queda
Dilación no admitía la subida; cual alimento que en la mesa sobra,
puesto que el sol había ya dejado
la noche al Escorpión, el día al Toro: toma en el corazón a cualquier miembro
la virtud de dar forma, como aquella
y así como hace aquél que no se para, que a hacerse aquellos vase por las venas.
mas, como sea, sigue su camino,
por la necesidad aguijonado, Digerida, desciende, donde es bello
más callar que decir, y allí destila
así fuimos por el desfiladero, en vaso natural sobre otra sangre.
subiendo la escalera uno tras otro,
pues su estrechez separa a los que suben. Allí se mezclan una y otra juntas,
una a sufrir dispuesta, a hacer la otra,
Y como el cigoñino el ala extiende pues que procede de un lugar perfecto;
por ganas de volar, y no se atreve
a abandonar el nido, y las repliega; y una vez que ha llegado, a obrar comienza
coagulando primero, y avivando
tal mis ganas ardientes y apagadas lo que hizo consistente su materia.
de preguntar; haciendo al fin el gesto
que hacen aquellos que al hablar se aprestan. Alma ya hecha la virtud activa
cual de una planta, sólo diferente
Por ello no dejó de andar aprisa, que una en camino está y otra ha llegado,
sino dijo mi padre: «Suelta el arco
del decir, que hasta el hierro tienes tenso.» sigue obrando después, se mueve y siente,
como un hongo marino; y organiza
Ya entonces confiado abrí la boca, esas potencias de las que es semilla.
y dije: «Cómo puede adelgazarse
allí donde comer no es necesario.» Aquí se extiende, hijo, y se despliega
la virtud que salió del corazón
«Si recordaras cómo Meleagro del generante, y forma da a los miembros.
se extinguió al extinguirse el ascua aquella
-me dijo- de esto no te extrañarías; Mas cómo el animal se vuelve hablante
no puedes ver aún, y uno más sabio
que tú, se equivocaba en este punto, Y como aquí recibe su aparencia,
sombra se llama; y luego aquí organiza
y así con su doctrina separaba cualquier sentido, incluso el de la vista.
del alma la posible inteligencia,
por no encontrarle un órgano adecuado. Por esta causa hablamos y reímos;
y suspiros y lágrimas hacemos
A la verdad que viene abre tu pecho; que has podido sentir por la montaña.
y sabrás que, tan pronto se termina
de articularle al feto su cerebro, Según que nos afligen los deseos
y los otros afectos, toma forma
complacido el Primer Motor se vuelve la sombra, y es la causa que te admira.»
a esa obra de arte, en la que inspira
nuevo espíritu, lleno de virtudes, Y ya llegado al último tormento
habíamos, y vuelto a la derecha,
que lo que encuentra activo aquí reúne y estábamos atentos a otras cosas.
en su sustancia, y hace un alma sola,
que vive y siente y a sí misma mira. Aquí dispara el muro llamaradas,
y por el borde sopla un viento a lo alto
Y por que no te extrañen mis palabras que las rechaza y las aleja de él;
mira el calor del sol que se hace vino,
junto al humor que nace de las vidas. y por esto debíainos andar
por el lado de afuera de uno en uno;
Cuando más lino Laquesis no tiene, y yo temía el fuego o la caída.
se suelta de la carne, y virtualmente
lo divino y lo humano se lo lleva. «Por este sitio -guía iba diciendo-
a los ojos un freno hay que ponerles,
Ya enmudecidas sus otras potencias, pues errar se podría por muy poco.
inteligencia, voluntad, memoria
en acto quedan mucho más agudas. Summae Deus Clamentiae en el seno
del gran ardor oí cantar entonces,
Sin detenerse, por sí misma cae que no menos ardor dio de volverme;
maravillosamente en una u otra orilla;
y de antemano sabe su camino. y vi almas caminando por las llamas;
así que a ellas miraba y a mis pasos,
En cuanto ese lugar la circunscribe, repartiendo la vista por momentos.
la virtud formativa irradia en torno
del mismo modo que en los miembros vivos: Una vez que aquel himno terminaron
gritaron alto: «Virum no cognosco»;
y como el aire, cuanto está muy húmedo, y el himno repetían en voz baja.
por otro rayo que en él se refleja,
con diversos colores se engalana; Y al terminar gritaban: «En el bosque
Diana se quedó y arrojó a Elice
así el aire cercano se dispone, porque probó de Venus el veneno.»
y en esa misma forma que le imprime
virtualmente el alma allí parada; Luego a cantar volvían; y de esposas
y de maridos castos proclamaban,
Y después, a la llama semejante cual la virtud y el matrimonio imponen.
que sigue al fuego al sitio donde vaya,
la nueva forma al espíritu sigue. Y de esta forma creo que les baste
en todo el tiempo que el fuego les quema: así por medio de su hilera oscura
Con tal afán conviene y en tal forma una a la otra se hocican las hormigas,
que la postrera herida cicatrice. por saber de su suerte o su camino.

CANTO XXVI En cuanto dejan la acogida amiga,


antes de dar siquiera el primer paso,
Mientras que por la orilla uno tras otro en vocear se cansan todas ellas:
marchábamos y el buen maestro a veces
«Mira --decía- como te he advertido»; la nueva gente: «Sodoma y Gomorra»;
los otros: «En la vaca entra Pasifae,
sobre el hombro derecho el sol me hería, para que el toro corra a su lujuria.»
que ya, radiando, todo el occidente
el celeste cambiaba en blanco aspecto; Después como las grullas que hacia el Rif
vuelan en parte, y parte a las arenas,
y hacía con mi sombra más rojiza o del hielo o del sol haciendo ascos,
la llama parecer; y al darse cuenta
vi que, andando, miraban muchas sombras. una gente se va y otra se viene;
vuelven llorando a sus primeros cantos
Esta fue la ocasión que les dio pie y a gritar eso que más les atañe;
a que hablaran de mí-, y así empezaron
«Este cuerpo ficticio no parece»; y acercáronse a mí, como hace poco
esos otros habíanme rogado,
luego vueltos a mí cuanto podían, deseosos de oír en sus semblantes.
se cercioraron de ello, con cuidado
siempre de no salir de donde ardiesen. Yo que dos veces viera su deseo;
«Oh almas ya seguras --comencé-
«Oh tú que vas, no porque tardo seas, de conseguir la paz tras de algún tiempo,
mas tal vez reverente, tras los otros,
respóndeme, que en este fuego ardo. no han quedado ni verdes ni maduros
allí mis miembros, mas aquí los traigo
No sólo a mí aproveche tu respuesta; con su sangre y sus articulaciones.
pues mayor sed tenemos todos de ella
que de agua fría la India o la Etiopía. Subo para no estar ya nunca ciego;
una mujer me obtuvo la merced,
Dinos cómo es que formas de ti un muro de venir con el cuerpo a vuestro mundo.
al sol, de tal manera que no hubieses
aún entrado en las redes de la muerte.» Mas vuestro anhelo mayor satisfecho
sea pronto, y así os albergue el cielo
Así me hablaba uno; y yo me hubiera que lleno está de amor y más se espacia,
ya explicado, si no estuviese atento
a otra novedad que entonces vino; decidme, a fin de que escribirlo pueda,
quiénes seáis, y quién es esa turba
que por medio de aquel sendero ardiente que se marchó detrás a vuestra espalda.»
vino gente mirando hacia los otros,
lo cual, suspenso, me llevó a observarlo. No de otro modo estúpido se turba
el montañés, y mira y enmudece,
Apresurarse vi por todas partes cuando va a la ciudad , rudo y salvaje,
y besarse a las almas unas a otras
sin pararse, felices de tal fiesta; que en su apariencia todas esas sombras;
más ya de su estupor recuperadas,
que de las altas almas pronto sale, Mas si en verdad juraron tus palabras,
dirne por qué razones me demuestras
«¡Dichoso tú que de nuestras regiones al mira.rme y hablarme tanto aprecio.»
-volvió a decir aquel que habló primero-,
para mejor morir sapiencia adquieres! Y yo le dije: «Vuestros dulces versos,
que, mientras duren los modernos usos,
La gente que no viene con nosotros, harán preciada aun su misma tinta.»
pecó de aquello por lo que en el triunfo
César oyó que "reina" lo llamaban: «Oh hermano --dijo,-, ése que te indico
-y señaló un espíritu delante-
por eso vanse gritando "Sodoma", fue el mejor artesano de su lengua.
reprobándose a sí, como has oído,
con su vergüenza el fuego acrecentando. En los versos de amor o en narraciones
a todos superó; y deja a los tontos
Hermafrodita fue nuestro pecado; que creen que el Lemosín le aventajaba.
y pues que no observamos ley humana,
siguiendo el apetito como bestias, A las voces se vuelven, no a lo cierto,
y su opinión conforman de este modo
en nuestro oprobio, por nosotros se oye antes de oír a la razón o al arte.
cuando partimos el nombre de aquella
que en el leño bestial bestia se hizo. Así hicieron antaño con Guittone,
de voz en voz corriendo su alabanza,
Ya sabes nuestros actos, nuestras culpas: hasta que la verdad se ha impuesto a todos.
y si de nombre quieres conocemos,
decirlo no sabría, pues no hay tiempo. Ahora si tienes tanto privilegio,
que lícito te sea ir hasta el claustro
Apagaré de mí, al menos, tus ganas: del colegio del cual abad es Cristo,
Soy Guido Guinizzelli, y aquí peno
por bien antes del fin arrepentirme.» de un padre nuestro dile aquella parte,
que nos es necesaria en este mundo,
Igual que en la tristeza de Licurgo donde poder pecar ya no es lo nuestro.»
hicieron los dos hijos a su madre,
así hice yo, pero sin tanto ímpetu, Luego tal vez por dar cabida a otro
que cerca estaba, se perdió en el fuego,
cuando escuché nombrarse él mismo al padre como en el agua el pez que se va al fondo.
mío y de todos, el mejor que rimas
de amor usaron dulces y donosas; Yo me acerqué a quien antes me indicara,
y dije que a su nombre mi deseo
y pensativo, sin oír ni hablar, un sitio placentero disponía.
contemplándole anduve un largo rato,
mas, por el fuego, sin aproximarme. Y comenzó a decirrne cortésmente:
«Tan m'abelfis vostre cortes deman,
Luego ya de mirarle satisfecho, qu'ieu non me puesc ni voil a vos cobrire.
me ofrecí enteramente a su servicio
con juramentos que a otros aseguran. Ieu sui Arnaut, que plor e vau cantan;
consiros vei la passada folor,
y él me dijo: «Tú dejas tales huellas a vei jausen lo joi que'esper, denan.
en mí, por lo que escucho, y tan palpables,
que no puede borrarlas el Leteo. Ara voz prec, per aquella valor
que vos guida al som de l'escalina,
sovenha vos a temps de ma dolor.» dijo un poco turbado: «Mira, hijo:
Luego se hundió en el fuego que le salva. entre Beatriz y tú se alza este muro.»

CANTO XXVII Corno al nombre de Tisbe abrió los ojos


Píramo, y antes de morir la vio,
Igual que vibran los primeros rayos cuando el moral se convirtió en bermejo;
donde esparció la sangre su Creador,
cayendo el Ebro bajo la alta Libra, así, mi obstinación más ablandada,
me volví al sabio guía oyendo el nombre
y a nona se caldea el agua al Ganges, que en nú memoria siempre se renueva.
el sol estaba; y se marchaba el día,
cuando el ángel de Dios alegre vino. Y él movió la cabeza, y dijo: «¡Cómo!
¿quieres quedarte aquí?»; y me sonreía,
Fuera del fuego sobre el borde estaba como a un niño a quien vence una manzana.
y cantaba: «¡Beati mundi cordi!»
con voz mucho más viva que la nuestra. Luego delante de mí entró en el fuego,
pidiendo a Estacio que tras mi viniese,
Luego: «Más no se avanza, si no muerde que en el largo camino estuvo en medio.
almas santas, el fuego: entrad en él
y escuchad bien el canto de ese lado.» En el vidrio fundido, al estar dentro,
me hubiera echado para refrescarme,
Nos dijo así cuanto estuvimos cerca; pues tanto era el ardor desmesurado.
por lo que yo me puse, al escucharle,
igual que aquel que meten en la fosa. Y por reconfortarme el dulce padre,
me hablaba de Beatriz mientras andaba:
Por protegerme alcé las manos juntas «Ya me parece que sus ojos veo.»
en vivo imaginando, al ver el fuego,
humanos cuerpos que quemar he visto. Nos guiaba una voz que al otro lado
cantaba y, atendiendo sólo a ella,
Hacia mí se volvió mi buena escolta; llegamos fuera, adonde se subía.
y Virgilio me dijo entonces: «Hijo,
puede aquí haber tormento, mas no muerte. '¡ Venite, benedictis patris mei!'
se escuchó dentro de una luz que había,
¡Acuérdate, acuérdate! Y si yo que me venció y que no pude mirarla.
sobre Gerión a salvo te conduje,
¿ahora qué haría ya de Dios más cerca? «El sol se va --siguió- y la tarde viene;
no os detengáis, acelerad el paso,
Cree ciertamente que si en lo profundo mientras que el occidente no se adumbre.»
de esta llama aun mil años estuvieras,
no te podría ni quitar un pelo. Iba recto el camino entre la roca
hacia donde los rayos yo cortaba
Y si tal vez creyeras que te engaño delante, pues el Sol ya estaba bajo.
vete hacia ella, vete a hacer la prueba,
con tus manos al borde del vestido. Y poco trecho habíamos subido
cuando ponerse el sol, al extinguirse
Dejón, depón ahora cualquier miedo; mi sombra, por detrás los tres sentimos.
vuélvete y ven aquí. seguro entra.»
Y en contra yo de mi conciencia, inmóvil. Y antes que en todas sus inmensas partes
tomara el horizonte un mismo aspecto,
Al ver que estaba inmóvil y reacio, y adquiriese la noche su dominio,
que es tanto más preciado al peregrino,
de un escalón cada uno hizo su lecho; cuando al regreso duerme menos lejos,
que la natura del monte impedía
el poder subir más y nuestro anhelo. huían las tinieblas, y con ellas
mi sueño; por lo cual me levanté,
Como quedan rumiando mansamente viendo ya a los maestros levantados.
esas cabras, indómitas y hambrientas
antes de haber pastado, en sus picachos, «El dulce fruto que por tantas ramas
buscando va el afán de los mortales,
tácitas en la sombra, el sol hirviendo, hoy logrará saciar toda tu hambre.»
guardadas del pastor que en el cayado
se apoya y es de aquellas el vigía; Volviéndose hacia mí Virgilio, estas
palabras dijo; y nunca hubo regalo
y como el rabadán se alberga al raso, que me diera un placer igual a éste.
y pemocta junto al rebaño quieto,
guardando que las fieras no lo ataquen; Tantas ansias vinieron sobre el ansia
de estar arriba ya, que a cada paso
así los tres estábamos entonces, plumas para volar crecer sentía.
yo como cabra y ellos cual pastores,
aquí y allí guardados de alta gruta. Cuando debajo toda la escalera
quedó, y llegarnos al peldaño sumo,
Poco podía ver de lo de afuera; en mi clavó Virgilio su mirada,
mas, de lo poco, las estrellas vi
mayores y más claras que acostumbran. «El fuego temporal, el fuego eterno
has visto hijo; y has llegado a un sitio
De este modo rumiando y contemplándolas, en que yo, por mí m. ismo, ya no entiendo.
me tomó el sueño; el sueño que a menudo,
antes que el hecho, sabe su noticia. Te he conducido con arte y destreza;
tu voluntad ahora es ya tu guía:
A la hora, creo, que desde el oriente fuera estás de camino estrecho o pino.
irradiaba en el monte Citerea,
en el fuego de amor siempre encendida, Mira el sol que en tu frente resplandece;
las hierbas, los arbustos y las flores
joven y hermosa aparecióme en sueños que la tierra produce por sí sola.
una mujer que andaba por el campo
que recogía flores; y cantaba: Hasta que alegres lleguen esos ojos
que llorando me hicieron ir a ti,
«Sepan los que preguntan por mi nombre puedes sentarte, o puedes ir tras ellas.
que soy Lía, y que voy moviendo en torno
las manos para hacerme una guirnalda. No esperes mis palabras, ni consejos
ya; libre, sano y recto es tu albedrío,
Por gustarme al espejo me engalano; y fuera error no obrar lo que él te diga:
Mas mi hermana Raquel nunca se aleja y por esto te mitro y te corono.»
del suyo, y todo el día está sentada.
CANTO XXVIII
Ella de ver sus bellos ojos goza
como yo de adornarme con las manos; Deseoso de ver por dentro y fuera
a ella el mirar, a mí el hacer complace.» la divina floresta espesa y viva,
que a los ojos ternplaba el día nuevo,
Y ya en el esplendor de la alborada,
sin esperar ya más, dejé su margen, de que pintado estaba su camino.
andando, por el campo a paso lento
por el suelo aromado en todas partes. «Oh, hermosa dama, que amorosos rayos
te encienden, si creer debo al semblante
Un aura dulce que jamás mudanza que dar suele del pecho testimonio,
tenía en sí, me hería por la frente
con no más golpe que un suave viento; tengas a bien adelantarte ahora
-díjele- lo bastante hacia la orilla,
con el cual tremolando los frondajes para que pueda escuchar lo que cantas.
todos se doblegaban hacia el lado
en que el monte la sombra proyectaba; Tú me recuerdas dónde y cómo estaba
Proserpina, perdida por su madre,
mas no de su estar firme tan lejanos, cuando perdió la dulce primavera.»
que por sus copas unas avecillas
dejaran todas de ejercer su arte; Como se vuelve con las plantas firmes
en tierra y juntas, la mujer que baila,
mas con toda alegría en la hora prima, y un pie pone delante de otro apenas,
la esperaban cantando entre las hojas,
que bordón a sus rimas ofrecían, volvió sobre las rojas y amarillas
florecillas a mí, no de otro modo
como de rama en rama se acrecienta que una virgen su honesto rostro inclina;
en la pineda junto al mar de Classe,
cuando Eolo al Siroco desencierra. y así mis ruegos fueron complacidos,
pues tanto se acercó, que el dulce canto
Lentos pasos habíanme llevado llegaba a mí, entendiendo sus palabras.
ya tan adentro de la antigua selva,
que no podía ver por dónde entrara; Cuando llegó donde la hierba estaba
bañada de las ondas del riachuelo,
y vi que un río el avanzar vedaba, de alzar sus ojos hízome regalo.
que hacia la izquierda con menudas ondas
doblegaba la hierba a sus orillas. Tanta luz yo no creo que esplendiera
Venus bajo sus cejas, traspasada,
Toda el agua que fuera aquí más límpida, fuera de su costumbre, por su hijo.
arrastrar impurezas pareciera,
a ésta que nada oculta comparada, Ella reía en pie en la orilla opuesta,
más color disponiendo con sus manos,
por más que ésta discurra oscurecida que esa elevada tierra sin semillas.
bajo perpetuas sombras, que no dejan
nunca paso a la luz del sol ni luna. Me apartaban tres pasos del arroyo;
y el Helesponto que Jerjes cruzó
Me detuve y crucé con la mirada, aún freno a toda la soberbia humana,
por ver al otro lado del arroyo
aquella variedad de frescos mayos; no soportó más odio de Leandro
cuando nadaba entre Sesto y Abido,
y allí me apareció, como aparece que aquel de mí, pues no me daba paso.
algo súbitamente que nos quita
cualquier otro pensar, maravillados, «Sois nuevos y tal vez porque sonrío
en el sitio elegido --dijo ella-
una mujer que sola caminaba, como nido de la natura humana,
cantando y escogiendo entre las flores
asombrados os tiene alguna duda; crezca allí sin semilla manifiesta.
mas luz el salmo Delestasti otorga,
que puede disipar vuestro intelecto. Y sabrás que este campo en que te hallas,
repleto está de todas las simientes,
Y tú que estás delante y me rogaste, y tiene frutos que allí no se encuentran.
dime si quieres más oír; pues presta
a resolver tus dudas he venido. El agua que aquí ves no es de venero
que restaure el vapor que el hielo funde,
«El son de la floresta -dije , el agua, como un río que adquiere o pierde cauce;
me hacen pensar en una cosa nueva,
de otra cosa distinta que he escuchado.» mas surge de fontana estable y cierta,
que tanto del querer de Dios recibe,
Y ella: «Te explicaré cómo deriva cuando vierte en dos partes separada.
de su causa este hecho que te asombra,
despejando la niebla que te ofende. Por este lado con el don desciende
de quitar la memoria del pecado;
El sumo bien que sólo en Él se goza, por el otro de todo el bien la otorga;
hizo bueno y al bien al hombre en este
lugar que le otorgó de paz eterna. Aquí Leteo; igual del otro lado
Eünoé se llama, y no hace efecto
Pero aquí poco estuvo por su falta; si en un sitio y en otro no es bebida:
por su falta en gemidos y en afanes
cambió la honesta risa, el dulce juego. este supera a todos los sabores.
Y aunque bastante pueda estar saciada
Y para que el turbar que abajo forman tu sed para que más no te descubra,
los vapores del agua y de la tierra,
que cuanto pueden van tras del calor, un corolario te daré por gracia;
no creo que te sea menos caro
al hombre no le hiciese guerra alguna, mi decir, si te da más que prometo.
subió tanto hacia el cielo esta montaña,
y libre está de él, donde se cierra. Tal vez los que de antiguo poetizaron
sobre la Edad de oro y sus delicias,
Mas como dando vueltas por entero en el Parnaso este lugar soñaban.
con la primera esfera el aire gira,
si el círculo no es roto en algún punto, Fue aquí inocente la humana raíz;
aquí la primavera y fruto eterno;
en esta altura libre, el aire vivo este es el néctar del que todos hablan.»
tal movimiento repercute y hace,
que resuene la selva en su espesura; Me dirigí yo entonces hacia atrás
y a mis poetas vi que sonrientes
tanto puede la planta golpeada, escucharon las últimas razones;
que su virtud impregna el aura toda, luego a la bella dama torné el rostro.
y ella luego la esparce dando vueltas;
CANTO XXIX
y según la otra tierra sea digna,
por su cielo y por sí, concibe y cría Cantando cual mujer enamorada,
de diversa virtud diversas plantas. al terminar de hablar continuó:
'Beati quorum tacta sunt peccata.'
Luego no te parezca maravilla,
oído esto, cuando alguna planta Y cual las ninfas que marchaban solas
por las sombras selváticas, buscando
cuál evitar el sol, cuál recibirlo, Más adelante, siete árboles áureos
falseaba en la mente el largo trecho
se dirigió hacia el río, caminando del espacio que había entre nosotros;
por la ribera; y yo al compás de ella,
siguiendo lentamente el lento paso. pero cuando ya estaba tan cercano
que el objeto que engaña los sentidos
Y ciento ya no había entre nosotros, ya no perdía forma en la distancia,
cuando las dos orillas dieron vuelta,
y me quedé mirando hacia levante. la virtud que prepara el intelecto,
me hizo ver que eran siete candelabros,
Tampoco fue muy largo así el camino, y Hosanna era el cantar de aquellas voces.
cuando a mí la mujer se dirigió,
diciendo: «Hermano mío, escucha y mira.» Por encima el conjunto flameaba
más claro que la luna en la serena
Y se vio un resplandor súbitamente medianoche en el medio de su mes.
por todas partes de la gran floresta,
que acaso yo pensé fuera un relámpago. Yo me volví de admiración colmado
al bueno de Virgilio, que repuso
Pero como éste igual que viene, pasa, con ojos llenos de estupor no menos.
y aquel, durando, más y más lucía,
decía para mí. «¿Qué cosa es ésta;?» Volví la vista a aquellas maravillas
que tan lentas venían a nosotros,
Resonaba una dulce melodía que una recién casada las venciera.
por el aire esplendente; y con gran celo
yo a Eva reprochaba de su audacia, La mujer me gritó: «¿Por qué contemplas
con tanto ardor las vivas luminarias,
pues donde obedecían cielo y tierra, y lo que viene por detrás no miras?»
tan sólo una mujer, recién creada,
no consintió vivir con velo alguno; Y tras los candelabros vi unas gentes
venir despacio, de blanco vestidas;
bajo el cual si sumisa hubiera estado, y tanta albura aquí nunca la vimos.
habría yo gozado esas delicias
inefables, aún antes y más tiempo. Brillaba el agua a nuestro lado izquierdo,
el izquierdo costado devolviéndome,
Mientras yo caminaba tan absorto si se miraba en ella cual espejo.
entre tantas primicias del eterno
placer, y deseando aún más deleite, Cuando estuve en un sitio de mi orilla,
que sólo el río de ellos me apartaba,
cual un fuego encendido, ante nosotros para verles mejor detuve el paso,
el aire se volvió bajo el ramaje;
y el dulce son cual canto se entendía. y vi las llamas que iban por delante
dejando tras de sí el aire pintado,
Oh sacrosantas vírgenes, si fríos como si fueran trazos de pinceles;
por vosotras sufrí, vigilias y hambres,
razón me urge que a favor os mueva. de modo que en lo alto se veían
siete franjas, de todos los colores
El manar de Helicona necesito, con que hace el arco el Sol y Delia el cinto.
y que Urania me inspire con su coro
poner en verso cosas tan abstrusas. Los pendones de atrás eran más grandes
que mi vista; y diez pasos separaban,
en mi opinión, a los de los extremos aquel del sol que ardiera, extraviado,
por petición de la tierra devota,
Bajo tan bello cielo como cuento, cuando fue Jove arcanarnente justo.
coronados de lirios, veinticuatro
ancianos avanzaban por parejas. Tres mujeres en círculo danzaban
en el lado derecho; una de rojo,
Cantaban: «Entre todas Benedicta que en el fuego sería confundida;
las nacidas de Adán, y eternamente
benditas sean las bellezas tuyas.» otra cual si los huesos y la carne
hubieran sido de esmeraldas hechos;
Después de que las flores y la hierba, cual purísima nieve la tercera;
que desde el otro lado contemplaba,
se vieron libres de esos elegidos, y tan pronto guiaba la de blanco,
tan pronto la de rojo; y a su acento
como luz a otra luz sigue en el cielo, caminaban las otras, raudas, lentas.
cuatro animales por detrás venían,
de verde fronda todos coronados. Otras cuatro a la izquierda solazaban,
de púrpura vestidas, con el ritmo
Seis alas cada uno poseía; de una de ellas que tenía tres ojos.
con ojos en las plumas; los de Argos
tales serían, si vivo estuviese. Detrás de todo el nudo que he descrito
vi dos viejos de trajes desiguales,
A describir su forma no dedico mas igual su ademán grave y honesto.
lector, más rimas, pues que me urge otra
tarea, y no podría aquí alargarme; Uno se parecía a los discípulos
de Hipócrates, a quien natura hiciera
pero léete a Ezequiel, que te lo pinta para sus animales más queridos;
como él los vio venir desde la fría
zona, con viento, con nubes, con fuego; contrario afán el otro demostraba
con una espada aguda y reluciente,
y como lo verás en sus escritos, tal que me amedrentó desde mi orilla.
tales eran aquí, salvo en las plumas;
Juan se aparta de aquel y está conmigo. Luego vi cuatro de apariencia humilde;
y de todos detrás un viejo solo,
En el espacio entre los cuatro había, que venía durmiendo, iluminado.
sobre dos ruedas, un carro triunfal,
que de un grifo venía conducido. Y estaban estos siete como el grupo
primero ataviados, mas con lirios
Hacia arriba tendía las dos alas no adornaban en torno sus cabezas,
entre la franja que había en el centro
y las tres y otras tres, mas sin tocarlas. sino con rosas y bermejas flores;
se juraría, aun vistas no muy lejos,
Subían tanto que no se veían; que ardían por encima de los ojos.
de oro tenía todo lo de pájaro,
y blanco lo demás con manchas rojas. Y cuando el carro tuve ya delante,
un trueno se escuchó, y las dignas gentes
No sólo Roma en carro tan hermoso parecieron tener su andar vedado,
no honrase al Africano, ni aun a Augusto, y se pararon junto a las enseñas.
mas el del sol mezquino le sería;
CANTO XXX antes de conocerla con los ojos,
por oculta virtud de ella emanada,
Y cuando el septentrión del primer cielo, sentió del viejo amor el poderío.
que no sabe de ocaso ni de orto;
ni otra niebla que el velo de la culpa, Nada más que en mi vista golpeó
la alta virtud que ya me traspasara
y que a todos hacía sabedores antes de haber dejado de ser niño,
de su deber, como hace aquí el de abajo
al que gira el timón llegando a puerto, me volví hacia la izquierda como corre
confiado el chiquillo hacia su madre
inmóvil se quedó: la gente santa cuando está triste o cuando tiene miedo,
que entre el grito y aquel primero
vino, como a su paz se dirigió hacia el carro; por decir a Virgilio: «Ni un adarme
de sangre me ha quedado que no tiemble:
y uno de ellos, del cielo mensajero, conozco el signo de la antigua llama.»
'Veni sponsa de Libano', cantando
gritó tres veces, y después los otros. Mas Virgilio privado nos había
de sí, Virgilio, dulcísimo padre,
Cual los salvados al último bando Virgilio, a quien me dieran por salvarme;
prestamente alzarán de su caverna,
aleluyando en voces revestidas, todo lo que perdió la madre antigua,
no sirvió a mis mejillas que, ya limpias,
sobre el divino carro de tal forma no se volvieran negras por el llanto.
cien se alzaron, ad vocem tanti senis,
ministros y enviados del Eterno. «Dante, porque Virgilio se haya ido
tú no llores, no llores todavía;
'¡Benedictus qui venis!' entonaban, pues deberás llorar por otra espada.»
tirando flores por todos los lados
'¡Manibus, oh, date ilia plenis' Cual almirante que en popa y en proa
pasa revista a sus subordinados
Yo he visto cuando comenzaba el día en otras naves y al deber les llama;
rosada toda la región de oriente,
bellamente sereno el demás cielo; por encima del carro, hacia la izquierda,
al volverme escuchando el nombre mío,
y aún la cara del sol nacer en sombras, que por necesidad aquí se escribe,
tal que, en la tibiedad de los vapores,
el ojo le miraba un largo rato: vi a la mujer que antes contemplara
oculta bajo el angélico halago,
lo mismo dentro de un turbión de flores volver la vista a mí de allá del río.
que de manos angélicas salía,
cayendo dentro y fuera: coronada, Aunque el velo cayendo por el rostro,
ceñido por la fronda de Minerva,
sobre un velo blanquísimo, de olivo, no me dejase verla claramente,
contemplé una mujer de manto verde
vestida del color de ardiente llama. con regio gesto todavía altivo
continuó lo mismo que quien habla
Y el espíritu mío, que ya tanto y al final lo más cálido reserva:
tiempo había pasado que sin verla
no estaba de estupor, temblando, herido, «¡Mírame bien!, soy yo, sí, soy Beatriz,
¿cómo pudiste llegar a la cima?
¿no sabías que el hombre aquí es dichoso?» mas por largueza de gracia divina,
que en tan altos vapores hace lluvia,
Los ojos incliné a la clara fuente; que no pueden mirarlos nuestros ojos,
mas me volvía a la yerba al reflejarme,
pues me abatió la cara tal vergüenza. ese fue tal en su vida temprana
potencialmente, que cualquier virtud
Tan severa cree el niño que es su madre, maravilloso efecto en él hiciera.
así me pareció; puesto que amargo
siente el sabor de la piedad acerba. Mas tanto más maligno y más silvestre,
inculto y mal sembrado se hace el campo,
Ella calló; y los ángeles cantaron cuanto más vigorosa tierra sea.
de súbito: 'in te, Domine, speravi';
pero del 'pedes meos' no siguieron. Le sostuve algún tiempo con mi rostro:
mostrándole mis ojos juveniles,
Como la nieve entre los vivos troncos junto a mí le llevaba al buen camino.
en el dorso de Italia se congela,
azotada por vientos boreales, Tan pronto como estuve en los umbrales
de mi segunda edad y cambié de vida,
luego, licuada, en sí misma rezuma, de mí se separó y se entregó a otra.
cuando la tierra sin sombra respira,
y es como el fuego que funde una vela; Cuando de carne a espíritu subí,
y virtud y belleza me crecieron,
mis suspiros y lágrimas cesaron fui para él menos querida y grata;
antes de aquel cantar de los que cantan
tras de las notas del girar eterno; y por errada senda volvió el paso,
imágenes de un bien siguiendo falsas,
mas luego que entendí que el dulce canto que ninguna promesa entera cumplen.
se apiadaba de mí, más que si dicho
hubiese: «Mujer, por qué lo avergüenzas», No me valió impetrar inspiración,
con la cual en un sueño o de otros modos
el hielo que en mi pecho se apretaba, lo llamase: ¡tan poco le importaron!
se hizo vapor y agua, y con angustia
se salió por la boca y por los ojos. Tanto cayó que todas las razones
para su salvación no le bastaban,
Ella, parada encima del costado salvo enseñarle el pueblo condenado.
dicho del carro, a las sustancias pías
dirigió sus palabras de este modo: Fui por ello a la entrada de los muertos,
y a aquel que le ha traído hasta aquí arriba,
«Veláis vosotros el eterno día, le dirigí mis súplicas llorando.
sin que os roben ni el sueño ni la noche
ningún paso del siglo en su camino; Una alta ley de Dios se habría roto,
si el Leteo pasase y tal banquete
así pues más cuidado en mi respuesta fuese gustado sin ninguna paga
pondré para que entienda aquel que llora, del arrepentimiento que se llora.»
e igual medida culpa y duelo tengan.
CANTO XXXI
No sólo por efecto de las ruedas
que a cada ser a algún final dirigen «Oh tú que estás de allá del sacro río,
según les acompañen sus estrellas, -dirigiéndome en punta sus palabras,
que aun de filo tan duras parecieron,
confesar el pecado, en nuestra corte
volvió a decir sin pausa prosiguiendo- hace volver contra el filo la piedra.
di si es esto verdad, pues de tan seria
acusación debieras confesarte.» Sin embargo, para que te avergüences
ahora de tu error, y ya otras veces
Estaba mi valor tan confundido, seas fuerte, escuchando a las sirenas,
que mi voz se movía, y se apagaba
antes que de sus órganos saliera. deja ya la raíz del llanto y oye:
y escucharás cómo a un lugar contrario
Esperó un poco, y me dijo: «¿En qué piensas? debió llevarte mi enterrada carne.
respóndeme, pues las memorias tristes
en ti aún no están borradas por el agua.» Arte o natura nunca te mostraron
mayor placer, cuanto en los miembros donde
La confusión y el miedo entremezclados me encerraron, en tierra ahora esparcidos;
como un «sí» me arrancaron de la boca,
que fue preciso ver para entenderlo. y si el placer supremo te faltaba
al estar muerta, ¿qué cosa mortal
Cual quebrada ballesta se dispara, te podría arrastrar en su deseo?
por demasiado tensos cuerda y arco,
y sin fuerzas la flecha al blanco llega, A las primeras flechas de las cosas
falaces, bien debiste alzar la vista
así estallé abrumado de tal carga, tras de mí, pues yo no era de tal modo.
lágrimas y suspiros despidiendo,
y se murió mi voz por el camino. No te debían abatir las alas,
esperando más golpes, ni mocitas,
«Por entre mis deseos --dijo ella- ni cualquier novedad de breve uso.
que al amor por el bien te conducían,
que cosa no hay de aspiración más digna, El avecilla dos o tres aguarda;
que ante los ojos de los bien plumados
¿qué fosos se cruzaron, qué cadenas la red se extiende en vano o la saeta.»
hallaste tales que del avanzar
perdiste de tal forma la esperanza? Cual los chiquillos por vergüenza, mudos
están con ojos gachos, escuchando,
¿Y cuál ventaja o qué facilidades conociendo su falta arrepentidos,
en el semblante de los otros viste,
para que de ese modo los rondaras?» así yo estaba; y ella dijo: «Cuando
te duela el escuchar, alza la barba
Luego de suspirar amargamente, y aún más dolor tendrás si me contemplas.»
apenas tuve voz que respondiera,
formada a duras penas por los labios. Con menos resistencia se desgaja
robusta encina, con el viento norte
Llorando dije: «Lo que yo veía o con aquel de la tierra de Jarba,
con su falso placer me extraviaba
tan pronto se escondió vuestro semblante.» como el mentón alcé con su mandato;
pues cuando dijo «barba» en vez de «rostro»
Y dijo: «Si callaras o negases de sus palabras conocí el veneno;
lo que confiesas, igual se sabría
tu culpa: ¡es tal el juez que la conoce! y pude ver al levantar la cara
que las criaturas que llegaron antes
Mas cuando sale de la propia boca en su aspersión habían ya cesado;
ante las esmeraldas te hemos puesto
y mis ojos, aún poco seguros, desde donde el Amor lanzó sus flechas.»
a Beatriz vieron vuelta hacia la fiera
que era una sola en dos naturalezas. Mil deseos ardientes más que llamas
mis ojos empujaron a sus ojos
Bajo su velo y desde el otro margen relucientes, aún puestos en el grifo.
a sí misma vencerse parecía,
vencer a la que fue cuando aquí estaba. Lo mismo que hace el sol en el espejo,
la doble fiera dentro se copiaba,
Me picó tanto el arrepentimiento con una o con la otra de sus formas.
con sus ortigas, que enemigas me hizo
esas cosas que más había amado. Imagina, lector, mi maravilla
al ver estarse quieta aquella cosa,
Y tal reconocer mordióme el pecho, y en el ídolo suyo transmutarse.
y vencido caí; y lo que pasara
lo sabe aquella que la culpa tuvo, Mientras que llena de estupor y alegre
mi alma ese alimento degustaba
Y vi a aquella mujer, al recobrarme, que, saciando de sí, aún de sí da ganas,
que había visto sola, puesta encima
«¡cógete a mí, cógete a mí!» diciendo. demostrando que de otro rango eran
en su actitud, las tres se adelantaron,
Hasta el cuello en el río me había puesto, danzando con su angélica cantiga.
y tirando de mí detrás venía,
como esquife ligera sobre el agua. «¡Torna, torna, Beatriz, tus santos ojos
-decía su canción- a tu devoto
Al acercarme a la dichosa orilla, que para verte ha dado tantos pasos!
«Asperges me» escuché tan dulcemente,
que recordar no puedo, ni escribirlo. Por gracia haznos la gracia que desvele
a él tu boca, y que vea de este modo
Abrió sus brazos la mujer hermosa; la segunda belleza que le ocultas.»
y hundióme la cabeza con su abrazo
para que yo gustase de aquel agua.
Oh resplandor de viva luz eterna,
Me sacó luego, y mojado me puso ¿quién que bajo las sombras del Parnaso
en medio de la danza de las cuatro palideciera o bebiera en su fuente,
hermosas; cuyos brazos me cubrieron.
no estuviera ofuscado, si tratara
«Somos ninfas aquí, en el cielo estrellas; de describirte cual te apareciste
antes de que Beatriz bajara al mundo, donde el cielo te copia armonizando,
como sus siervas fuimos destinadas. cuando en el aire abierto te mostraste?

Te hemos de conducir ante sus ojos; CANTO XXXII


mas a su luz gozosa han de aguzarte
las tres de allí, que miran más profundo.» Mi vista estaba tan atenta y fija
por quitarme la sed de aquel decenio,
Así empezaron a cantar; y luego que mis demás sentidos se apagaron.
hasta el pecho del grifo me llevaron,
donde estaba Beatriz vuelta a nosotros. Y topaban en todas partes muros
para no distraerse -¡así la santa
Me dijeron: «No ahorres tus miradas; sonrisa con la antigua red prendía!-;
picoteas del árbol dulce al gusto,
cuando a la fuerza me hicieron girar porque mal se separa de aquí el vientre.»
aquellas diosas hacia el lado izquierdo,
pues las oí decir: «¡Miras muy fijo!»; Así en tomo al robusto árbol gritaron
todos ellos; y el animal biforme:
y la disposición que hay en los ojos «Así de la virtud se guarda el germen.»
que el sol ha deslumbrado con sus rayos,
sin vista me dejó por algún tiempo. Y volviendo al timón del que tiraba,
junto a la planta viuda lo condujo,
Cuando pude volver a ver lo poco y arrimado dejó el leño a su leño.
(digo «lo poco» con respecto al mucho
de la luz cuya fuerza me cegara), Y como nuestras plantas, cuando baja
la hermosa luz, mezclada con aquella
vi que se retiraba a la derecha que irradia tras de los celestes Peces,
el glorioso ejército, llevando
el sol y las antorchas en el rostro. túrgidas se hacen, y después renuevan
su color una a una, antes que el sol
Cual bajo los escudos por salvarse sus corceles dirija hacia otra estrella;
con su estandarte el escuadrón se gira,
hasta poder del todo dar la vuelta; menos que rosa y más que violeta
color tomando, se hizo nuevo el árbol,
esa milicia del celeste reino que antes tan sólo tuvo la enramada.
que iba delante, desfiló del todo
antes que el carro torciera su lanza. Yo no entendí, porque aquí no usa
el himno que cantaron esas gentes,
A las ruedas volvieron las mujeres, ni pude oír la melodía entera.
y la bendita carga llevó el grifo
sin que moviese una pluma siquiera. Si pudiera contar cómo durmieron,
oyendo de Siringa, los cien ojos
La hermosa dama que cruzar me hizo, a quien tanto costó su vigilancia;
Estacio y yo, seguíamos la rueda
que al dar la vuelta hizo un menor arco. como un pintor que pinte con modelo,
cómo me adormecí dibujaría;
Así cruzando la desierta selva, mas otro sea quien el sueño finja.
culpa de quien creyera a la serpiente,
ritmaba el paso un angélico canto. Por eso paso a cuando desperté,
y digo que una luz me rasgó el velo
Anduvimos acaso lo que vuela del dormir, y una voz: «¿Qué haces?,
una flecha tres veces disparada, levanta.»
cuando del carro descendió Beatriz.
Como por ver las flores del manzano
Yo escuché murmurar: «Adán» a todos; que hace ansiar a los ángeles su fruto,
y un árbol rodearon, despojado y esponsales perpetuos en el cielo,
de flores y follajes en sus ramas.
Pedro, Juan y jacob fueron llevados
Su copa, que en tal forma se extendía y vencidos, tornóles la palabra
cuanto más sube, fuera por los indios que sueños aún más grandes ha quebrado,
aun con sus grandes bosques, admirada.
y se encontraron sin la compañía
«Bendito seas, grifo, porque nada tanto de Elías como de Moisés,
y al maestro la túnica cambiada; Y luego vi que dentro se arrojaba
de aquel carro triunfal una vulpeja,
así me recobré, y vi sobre mí que parecía ayuna de buen pasto;
aquella que, piadosa conductora
fue de mis pasos antes junto al río. mas, sus feos pecados reprobando,
mi dama la hizo huir de tal manera,
Y «¿dónde está Beatriz.?», dije con miedo. cuanto huesos sin carne permitían.
Respondió: «Véla allí, bajo la fronda
nueva, sentada sobre las raíces. Y luego por el sitio que viniera,
vi descender al águila en el arca
Mira la compañía que la cerca; del carro y la cubría con sus plumas;
detrás del grifo los demás se marchan
con más dulce canción y más profunda.» y cual sale de un pecho que se queja,
tal voz salió del cielo que decía
Y si fueron más largas sus palabras, «¡Oh navecilla mía, qué mal cargas!»
no lo sé, porque estaba ante mis ojos
la que otra cualquier cosa me impedía. Luego creí que la tierra se abriera
entre ambas ruedas, y salió un dragón
Sola sobre la tierra se sentaba, que por cima del carro hincó la cola;
como dejada en guardia de aquel carro
que vi ligado a la biforme fiera. y cual retira el aguijón la avispa,
así volviendo la cola maligna,
En torno suyo un círculo formaban arrancó el fondo, y se marchó contento.
las siete ninfas, con las siete antorchas
que de Austro y de Aquilón están seguras Aquello que quedó, como de grama
la tierra, de las plumas, ofrecidas
«Silvano aquí tú serás poco tiempo; tal vez con intención benigna y santa,
habitarás conmigo para siempre
esa Roma donde Cristo es romano. se recubrió, y también se recubrieron
las ruedas y el timón, en menos tiempo
Por eso, en pro del mundo que mal vive, que un suspiro la boca tiene abierta.
pon la vista en el carro, y lo que veas
escríbelo cuando hayas retornado.» Al edificio santo, así mudado
le salieron cabezas; tres salieron
Así Beatríz; y yo que a pie juntillas en el timón, y en cada esquina una.
me encontraba sumiso a sus mandatos,
mente y ojos donde ella quiso puse. Las primeras cornudas como bueyes,
las otras en la frente un cuerno sólo:
De un modo tan veloz no bajó nunca nunca fue visto un monstruo semejante.
de espesa nube el rayo, cuando llueve
de aquel confín del cielo más remoto, Segura, cual castillo sobre un monte,
sentada una ramera desceñida,
cual vi calar al pájaro de Júpiter, sobre él apareció, mirando en torno;
rompiendo, árbol abajo, la corteza,
las florecillas y las nuevas hojas; y como si estuviera protegiéndola,
vi un gigante de pie, puesto a su lado;
e hirió en el carro con toda su saña; con el cual a menudo se besaba.
y él se escoró como nave en tormenta,
a babor o a estribor de olas vencida. Mas al volver los ojos licenciosos
y errantes hacia mí, el feroz amante
la azotó de los pies a la cabeza. quiero que en adelante te despojes,
y que no me hables como aquel que sueña.
Crudo de ira y de recelos lleno,
desató al monstruo, y lo llevó a la selva, Sabe que el vaso que rompió la sierpe
hasta que de mis ojos se perdieron fue y ya no es; mas crean los culpables
la ramera y la fiera inusitada. que el castigo de Dios no teme sopas.

CANTO XXXIII No estará sin alguno que la herede


mucho tiempo aquel águila que plumas
'Deus venerunt Gentes', alternando dejó en el carro, monstruo y presa hecho.
ya las tres, ya las cuatro, su salmodia,
llorando comenzaron las mujeres; Que ciertamente veo, y lo relato,
las estrellas cercanas a ese tiempo,
y Beatriz, piadosa y suspirando, de impedimento y trabas ya seguro,
lo escuchaba de forma que no mucho
más se mudara ante la cruz María. en que un diez, en que un cinco, en que un
quinientos
Mas cuando las doncellas la dejaron enviado de Dios, a la ramera
lugar para que hablase, puesta en pie, matará y al gigante con quien peca.
respondió, colorada como el fuego:
Tal vez estas palabras tan oscuras,
«Modicum, et non videbitis me mis cual de Esfinge o de Temis, no comprendas,
queridas hermanas, et iterum , pues a su modo el intelecto ofuscan;
modicum, et vos videbitis me.»
Mas Náyades serán pronto los hechos,
Luego se puso al frente de las siete, que han de explicar enigma tan oscuro
y me hizo andar tras de ella con un gesto, sin daño de rebaños ni cosechas.
y a la mujer y al sabio que quedaba.
Toma nota; y lo mismo que las digo,
Así marchaba; y no creo que hubiera lleva así mis palabras a quien vive
dado apenas diez pasos en el suelo, el vivir que es carrera hacia la muerte.
cuando me hirió los ojos con sus ojos;
Y ten cuidado, cuando lo relates,
y con tranquilo gesto: «Ven deprisa y no olvides que has visto cómo el árbol
para que, si quisiera hablar, conigo, ha sido despojado por dos veces.
estés para escucharme bien dispuesto.»
Cualquiera que le robe o que le expolie,
Y al ir, como debía, junto a ella, con blasfemias ofende a Dios, pues santo
díjome: «Hermano, ¿por qué no te atreves, sólo para su uso lo ha creado.
ya que vienes conmigo, a preguntarme?»
Por morder de él, en penas y en deseos
Como aquellos que tanta reverencia el primer ser más de cinco mil años
muestran si están hablando a sus mayores, anheló a quien en sí purgó el mordisco.
que la voz no les sale de los dientes,
Tu ingenio está dormido, si no aprecia
a mí me sucedió y, balbuceando, por qué extraña razón se eleva tanto,
dije: «Señora lo que necesito y tanto se dilata por su cima.
vos sabéis, y qué es bueno para ello.»
Y si no hubieran sido agua del Elsa
Y dijo: «De temor y de vergüenza los vanos pensamientos por tu mente,
y el placer como a Píramo la mora, cuando se detuvieron, como aquellos
que van a la vanguardia de una tropa,
solamente por estas circunstancias si encuentran novedades o vestigios,
la justicia de Dios conocerías,
moralmerite, al hacer prohibido el árbol. las mujeres, junto a un lugar sombrío,
cual bajo fronda verde y negras ramas
Mas como veo que tu inteligencia se ve en los Alpes sobre sus riachuelos.
se ha hecho de piedra, y empedrada, oscura,
y te ciega la luz de mis palabras, Delante de él al Éufrates y al Tigris
creí ver brotando de una misma fuente,
quiero que, si no escritas, sí pintadas, y, casi amigos, lentos separarse.
dentro de ti las lleves por lo mismo
que las palmas se traen en los bordones.» «Oh luz, oh gloria de la estirpe humana,
¿qué agua es ésta que mana en este sitio
Y yo: «Como la cera de los sellos, de un principio, y que a sí de sí se aleja?»
donde no cambia la figura impresa,
por vos ya mi cerebro está sellado. A tal pregunta me dijeron: «Pide
que te explique Matelda»; y respondió,
¿Pero por qué tan fuera de mi alcance como hace quien de culpa se libera,
vuestra palabra deseada vuela,
que más la pierde cuanto más se obstinad» la hermosa dama: «Esta y otras cosas
le dije, y de seguro que las aguas
«Por que conozcas -dijo- aquella escuela del Leteo escondidas no le tienen.»
que has seguido, y que veas cómo puede
seguir a mis palabras su doctrina; Y Beatriz: «Acaso otros cuidados,
que muchas veces privan de memoria,
y veas cuánto dista vuestra senda los ojos de su mente oscurecieron.
de la divina, cuanto se separa
el cielo más lejano de la tierra.» Pero allí va fluyendo el Eunoé:
condúcele hasta él, y como sueles,
Por lo que yo le dije: «No recuerdo reaviva su virtud amortecida.»
que alguna vez de vos yo me alejase,
ni me remuerde nada la conciencia.» Como un alma gentil, que no se excusa,
sino su gusto al gusto de otro pliega,
«Si acordarte no puedes de esas cosas tan pronto una señal se lo sugiere;
acuérdate -repuso sonriente-
que hoy bebiste las aguas del Leteo; de igual forma, al llegarme junto a ella,
echó a andar la mujer, y dijo a Estacio
Y si del humo el fuego se deduce, con femenina gracia: «Ve con él.»
concluye esta olvidanza claramente
que era culpable tu querer errado. Si tuviese lector, más largo espacio
para escribir, en parte cantaría
Estarán desde ahora ya desnudas de aquel dulce beber que nunca sacia;
mis palabras, cuanto lo necesite
tu ruda mente para comprenderlas.» mas como están completos ya los pliegos
que al cántico segundo destinaba,
Fulgiendo más y con más lentos pasos no me deja seguir del arte el freno.
el sol atravesaba el mediodía,
que allá y aquí, como lo miran, cambia, De aquel agua santísima volví
transformado como una planta nueva
con un nuevo follaje renovada, penea, cuando alguno a aquélla aspira.
puro y dispuesto a alzarme a las estrellas.
Gran llama enciende una chispa pequeña:
quizá después de mí con voz más digna
PARAÍSO se ruegue a fin que Cirra le responda.

CANTO I La lámpara del mundo a los mortales


por muchos huecos viene; pero de ése
La gloria de quien mueve todo el mundo que con tres cruces une cuatro círculos,
el universo llena, y resplandece
en unas partes más y en otras menos. con mejor curso y con mejor estrella
sale a la par, y la mundana cera
En el cielo que más su luz recibe sella y calienta más al modo suyo.
estuve, y vi unas cosas que no puede
ni sabe repetir quien de allí baja; Allí mañana y noche aquí había hecho
tal hueco, y casi todo allí era blanco
porque mientras se acerca a su deseo, el hemisferio aquel, y el otro negro,
nuestro intelecto tanto profundiza,
que no puede seguirle la memoria. cuando Beatriz hacia el costado izquierdo
vi que volvía y que hacia el sol miraba:
En verdad cuanto yo del santo reino nunca con tal fijeza lo hizo un águila.
atesorar he podido en mi mente
será materia ahora de mi canto. Y así como un segundo rayo suele
del primero salir volviendo arriba,
¡Oh buen Apolo, en la última tarea cual peregrino que tomar desea,
hazme de tu poder vaso tan lleno,
como exiges al dar tu amado lauro! este acto suyo, infuso por los ojos
en mi imaginación, produjo el mío,
Una cima hasta ahora del Parnaso y miré fijo al sol cual nunca hacemos.
me fue bastante; pero ya de ambas
ha menester la carrera que falta. Allí están permitidas muchas cosas
que no lo son aquí, pues ese sitio
Entra en mi pecho, y habla por mi boca para la especie humana fue creado.
igual que cuando a Marsias de la vaina
de sus núembros aún vivos arrancaste. Mucho no lo aguanté, mas no tan poco
que alrededor no viera sus destellos,
¡Oh divina virtud!, si me ayudaras cual un hierro candente el fuego deja;
tanto que las imágenes del cielo
en mi mente grabadas manifieste, y de súbito fue como si un día
se juntara a otro día, y Quien lo puede
me verás junto al árbol que prefieres con otro sol el cielo engalanara.
llegar, y coronarme con las hojas
que merecer me harán tú y mi argumento. En las eternas ruedas por completo
fija estaba Beatriz: y yo mis ojos
Tan raras veces, padre, eso se logra, fijaba en ella, lejos de la altura.
triunfando como césar o poeta,
culpa y vergüenza del querer humano, Por dentro me volví, al mirarla, como
Glauco al probar la hierba que consorte
que debiera ser causa de alegría en el mar de los otros dioses le hizo.
en el délfico dios feliz la fronda
Trashumanarse referir per verba a la cual esa norma se dispone.
no se puede; así pues baste este ejemplo
a quien tal experiencia dé la gracia. Al orden que te he dicho tiende toda
naturaleza, de diversos modos,
Si estaba sólo con lo que primero de su principio más o menos cerca;
de mí creaste, amor que el cielo riges,
lo sabes tú, pues con tu luz me alzaste. y a puertos diferentes se dirigen
por el gran mar del ser, y a cada una
Cuando la rueda que tú haces eterna les fue dado un instinto que las guía.
al desearte, mi atención llamó
con el canto que afinas y repartes, Éste conduce al fuego hacia la luna;
y mueve los mortales corazones;
tanta parte del cielo vi encenderse y ata en una las partes de la tierra;
por la llama del sol, que lluvia o río
nunca hicieron un lago tan extenso. y no sólo a los seres que carecen
de razón lanza flechas este arco,
La novedad del son y el gran destello también a aquellas que quieren y piensan.
de su causa, un anhelo me inflamaron
nunca sentido tan agudamente. La Providencia, que ha dispuesto todo,
con su luz pone en calma siempre al cielo,
Y entonces ella, al verme cual yo mismo, en el cual gira aquel que va más raudo;
para aquietarme el ánimo turbado,
sin que yo preguntase, abrió la boca, ahora hacia allí, como a un sitio ordenado,
nos lleva la virtud de aquella cuerda
y comenzó: «Tú mismo te entorpeces que en feliz blanco su disparo clava.
con una falsa idea, y no comprendes
lo que podrías ver si la desechas. Cierto es que, cual la forma no se pliega
a menudo a la idea del artista,
Ya no estás en la tierra, como piensas; pues la materia es sorda a responderle,
mas un rayo que cae desde su altura
no corre como tú volviendo a ella.» así de este camino se separa
a veces la criatura, porque puede
Si fui de aquella duda desvestido, torcer, así impulsada, hacia otra parte;
con sus breves palabras sonrientes,
envuelto me encontré por una nueva, y cual fuego que cae desde una nube,
así el primer impulso, que desvían
y dije: «Ya contento requïevi falsos placeres, la abate por tierra.
de un asombro tan grande; mas me asombro
cómo estos leves cuerpos atravieso.» Más no debe admirarte, si bien juzgo,
tu subida, que un río que bajara
Y ella, tras suspirar piadosamente, de la cumbre del monte a la llanura.
me dirigió la vista con el gesto
que a un hijo enfermo dirige su madre, Asombroso sería en ti si, a salvo
de impedimento, abajo te sentaras,
y dijo: «Existe un orden entre todas como en el fuego el aquietarse en tierra.»
las cosas, y esto es causa de que sea Volvió su rostro entonces hacia el cielo.
a Dios el universo semejante.
CANTO II
Aquí las nobles almas ven la huella
del eterno saber, y éste es la meta Oh vosotros que en una barquichuela
deseosos de oír, seguís mi leño
que cantando navega hacia otras playas, más debiera encendernos el deseo
de ver aquella esencia en que se observa
volved a contemplar vuestras riberas: cómo nuestra natura y Dios se unieron.
no os echéis al océano que acaso
si me perdéis, estaríais perdidos. Podremos ver allí lo que creemos,
no demostrado, mas por sí evidente,
No fue surcada el agua que atravieso; cual la verdad primera en que cree el hombre.
Minerva sopla, y condúceme Apolo
y nueve musas la Osa me señalan. Yo respondí. «Señora, tan devoto
cual me sea posible, os agradezco
Vosotros, los que, pocos, os alzasteis que del mundo mortal me hayáis sacado.
al angélico pan tempranamente
del cual aquí se vive sin saciarse, Mas decidme: ¿qué son las manchas negras
de este cuerpo, que a algunos en la tierra
podéis hacer entrar vuestro navío hacen contar patrañas de Caín?»
en alto mar, si seguís tras mi estela
antes de que otra vez se calme el agua. Rió ligeramente, y «Si no acierta
-me dijo- la opinión de los mortales
Los gloriosos que a Colcos arribaron donde no abre la llave del sentido,
no se asombraron como haréis vosotros,
viendo a Jasón convertido en boyero. punzarte no debieran ya las flechas
del asombro, pues sabes la torpeza
La innata sed perpetua que tenía con que va la razón tras los sentidos.
de aquel reino deiforme, nos llevaba
tan veloces cual puede verse el cielo. Mas dime lo que opinas por ti mismo.»
Y yo: «Lo que aparece diferente,
Beatriz arriba, y yo hacia ella miraba; cuerpos densos y raros lo producen.»
y acaso en tanto en cuanto un dardo es puesto
y vuela disparándose del arco, Y ella: «En verdad verás que lo que piensas
se apoya en el error, si bien escuchas
me vi llegado a donde una admirable el argumento que diré en su contra.
cosa atrajo mi vista; entonces ella
que conocía todos mis cuidados, La esfera octava os muestra muchas luces,
las cuales en el cómo y en el cuánto
vuelta hacia mí tan dulce como hermosa, pueden verse de aspectos diferentes.
«Dirige a Dios la mente agradecida
-dijo- que al primer astro nos condujo.» Si lo raro y lo denso hicieran esto,
un poder semejante habría en todas,
Pareció que una nube nos cubriera, en desiguales formas repartido.
brillante, espesa, sólida y pulida,
como un diamante al cual el sol hiriese. Deben ser fruto las distintas fuerzas
de principios formales diferentes,
Dentro de sí la perla sempiterna que, salvo uno, en tu opinión destruyes.
nos recibió, como el agua recibe
los rayos de la luz quedando unida. Aún más, si fuera causa de la sombra
la menor densidad, o tan ayuno
Si yo era cuerpo, y es inconcebible fuera de su materia en la otra parte
cómo una dimensión abarque a otra,
cual si penetra un cuerpo en otro ocurre, este planeta, o, tal como comparte
grueso y delgado un cuerpo, igual tendría
de éste el volumen hojas diferentes. El siguiente, que tiene tantas luces,
parte el ser en esencias diferentes,
Si fuera lo primero, se vería contenidas en él, mas de él distintas.
al eclipsarse el sol y atravesarla
la luz como a los cuerpos poco densos. Los círculos restantes de otras formas
la distinción que tienen dentro de ellos
Y no sucede así. por ello lo otro disponen a sus fines y simientes.
examinemos; y si lo otro rompo,
verás tu parecer equivocado. Así van estos órganos del mundo
como ya puedes ver, de grado en grado,
Si no traspasa el trozo poco denso, que dan abajo lo que arriba toman.
debe tener un límite del cual
no le deje pasar más su contrario; Observa atento ahora cómo paso
de aquí hacia la verdad que deseabas,
y de allí el otro rayo se refleja para que sepas luego seguir solo.
como el color regresa del cristal
que por el lado opuesto esconde plomo. Los giros e influencias de los cielos,
cual del herrero el arte del martillo,
Dirás que se aparece más oscuro deben venir de los motores santos;
el rayo más aquí que en otras partes,
porque de más atrás viene el reflejo. y el cielo al que embellecen tantas luces,
de la mente profunda que lo mueve
De esta objeción pudiera liberarte toma la imagen y la imprime en ellas.
la experiencia, si alguna vez lo pruebas,
que es la fuente en que manan vuestras artes. Y como el alma llena vuestro polvo
por diferentes miembros, conformados
Coloca tres espejos; dos que disten al ejercicio de potencias varias,
de ti lo mismo, y otro, más lejano,
que entre los dos encuentre tu mirada. así la inteligencia en las estrellas
despliega su bondad multiplicada,
Vuelto hacia ellos, haz que tras tu espalda y sobre su unidad va dando vueltas.
te pongan una luz que los alumbre
y vuelva a ti de todos reflejada. Cada virtud se liga a su manera
con el precioso cuerpo al que da el ser,
Aunque el tamaño de las más distantes y en él se anuda, igual que vuestra vida.
pueda ser más pequeño, notarás
que de la misma forma resplandece. Por la feliz natura de que brota,
mezclada con los cuerpos la virtud
Ahora, como a los golpes de los rayos brilla cual la alegría en las pupilas.
se desnuda la tierra de la nieve
y del color y del frío de antes, Esto produce aquellas diferencias
de la luz, no lo raro ni lo denso:
al quedar de igual forma tu intelecto, y es el formal principio que produce,
de una luz tan vivaz quiero llenarle, conforme a su bondad, lo turbio o claro.»
que en ti relumbrará cuando la veas.
CANTO III
Dentro del cielo de la paz divina
un cuerpo gira en cuyo poderío El sol primero que me ardió en el pecho,
se halla el ser de las cosas que contiene. de la verdad habíame mostrado,
probando y refutando, el dulce rostro; feliz me harías si me revelaras
cuál es tu nombre y cuál es vuestra suerte.»
y yo por confesarme corregido Y ella, al momento y con ojos risueños:
y convencido, cuanto convenía,
para hablar claramente alcé la vista; «Puerta ninguna cierra nuestro amor
a un justo anhelo, como el de quien quiere
mas vino una visión que, al contemplarla, que se parezca a sí toda su corte.
tan fuertemente a ella fui ligado,
que aquella confesión puse en olvido. Fui virgen religiosa en vuestro mundo;
y si hace algún esfuerzo tu memoria,
Como en vidrios diáfanos y tersos, no ha de ocultarme a ti el ser aún más bella,
o en las límpidas aguas remansadas,
no tan profundas que el fondo se oculte, mas reconocerás que soy Piccarda,
que, puesta aquí con estos otros santos
se vuelven de los rostros los reflejos santa soy en la esfera que es más lenta.
tan débiles, que perla en blanca frente
no más clara los ojos la verían; Nuestros afectos, que sólo se inflaman
con el placer del Espíritu Santo,
vi así rostros dispuestos para hablarme; gozan del orden que él nos ha dispuesto.
por lo que yo sufrí el contrario engaño
de quien ardió en amor de fuente y hombre. Y nos ha sido dado este destino
que tan bajo parece, pues quebramos
En cuanto me hube dado cuenta de ellos, nuestros votos, que en parte fueron vanos.»
creyendo que eran rostros reflejados,
para ver de quién eran me volví; Y dije: «En vuestros rostros admirables
un no sé qué divino resplandece
y nada vi, y miré otra vez delante, que vuestra imagen primera transmuta:
fijo en la luz de aquella dulce guía
que, sonriendo, ardía en su mirada. por ello en recordar no estuve pronto;
pero ahora me ayuda lo que has dicho,
«No te asombre -me dijo-- que sonría y ya te reconozco fácilmente.
de tu infantil creencia, pues tus plantas
en la verdad aún no has asentado, Mas dime: los que estáis aquí gozosos
¿deseáis un lugar que esté más alto
mas vuelves a lo vano, como sueles: y ver más y ser más de Dios amigos?»
lo que ves son sustancias verdaderas,
puestas aquí pues rompieron sus votos. Sonrió un poco con las otras sombras;
y luego me repuso tan alegre,
Mas háblales y créete lo que escuches; cual si de amor ardiera al primer fuego:
porque la cierta luz que las aplaca
no deja que sus pies se aparten de ella.» «Aquieta, hermano, nuestra voluntad
la caridad, haciendo que queramos
Y a la que parecía más dispuesta sin más ansiar, aquello que tenemos.
para hablar, me volví, y comencé casi
como aquel a quien turba un gran deseo: Si estar más elevadas deseásemos,
este deseo sería contrario
«Oh bien creado espíritu, que sientes a lo que quiere quien aquí nos puso;
de los eternos rayos la dulzura
que, no gustada, nunca se comprende, lo cual, como verás, es imposible,
si estar en caridad aquí es necesse
y consideras su naturaleza. Mas cuando fue devuelta luego al mundo
contra su voluntad y buena usanza,
Esencial es al bienaventurado nunca el velo del alma le quitaron.
con el querer divino conformarse,
para que se hagan unos los quereres; Esta es la luz de aquella gran Constanza
que engendró del segundo al ya tercero
y así el estar en uno u otro grado y último de los vientos de Suabia.»
en este reino, a todo el reino place
como al Rey que nos forma en sus deseos. Así me dijo, y luego: «Ave María»
cantó y cantando se desvaneció
Y en su querer se encuentra nuestra paz: como en el agua honda algo pesado.
y es el mar al que todo se dirige
lo que él crea o lo que hace la natura.» Mi vista que siguió detrás de ella
cuanto le fue posible, ya perdida,
Vi claramente entonces cómo el cielo se dirigió al objeto más querido,
es todo paraíso, etsi la gracia
del sumo bien no llueva de igual modo. y por entero se volvió a Beatriz;
pero ella fulgió tanto ante mis ojos,
Mas como cuando sacia un alimento que al principio no pude soportarlo,
y aún tenemos más ganas de algún otro, y por esto fui tardo en preguntarle.
que uno pedimos y otro agradecemos,
CANTO IV
hice yo así con gestos y palabras,
para saber cuál fuese aquel tejido Entre dos platos, igualmente ricos
que hasta el fin no labró su lanzadera. y distantes, por hambre moriría
un hombre libre sin probar bocado;
«Perfecta vida y méritos encumbran
-me dijo-- a una mujer por cuya regla así un cordero en medio de la gula
se visten velo y hábito en el mundo, de fieros lobos, por igual temiendo;
y así estaría un perro entre dos gamos:
para que hasta el morir se vele y duerma
con esposo que acepta cualquier voto No me reprocho, pues, si me callaba,
que a su placer la caridad conforma. de igual modo suspenso entre dos dudas,
porque era necesario, ni me alabo.
Del mundo, por seguirla, jovencita
me escapé, refugiándome en sus hábitos, Callé, pero pintado mi deseo
y prometí seguir por su camino. en la cara tenía, y mi pregunta,
era así más intensa que si hablase.
Hombres no al bien, al mal, acostumbrados,
luego del dulce claustro me raptaron. Hizo Beatriz lo mismo que Daniel
Dios sabe cómo fue mi vida luego. cuando aplacó a Nabucodonosor
la ira que le hizo cruel injustamente;
Y aquel otro esplendor que se te muestra
a mi derecha y a quien ilumina Y dijo: «Bien conozco que te atraen
toda la luz que brilla en nuestra esfera, uno y otro deseo, y preocupado
tú mismo no los dejas que se muestren.
lo que dije de mí, también lo digo;
fue monja, y de igual forma le quitaron Te dices: "Si perdura el buen deseo,
de la frente la sombra de las tocas. la violencia de otros, ¿por qué causa
del mérito recorta la medida?"
de su influjo el desprecio o la alabanza,
También te causa dudas el que el alma quizá a alguna verdad el arco acierte.
parece que se vuelva a las estrellas,
siguiendo la doctrina de Platón. Torció, mal comprendido, este principio
a casi todo el mundo, y así Jove,
Estas son las cuestiones que en tu velle Mercurio y Marte fueron invocados.
igualmente te pesan; pero antes
la que tiene mas hiel he de explicarte. Menos veneno encierra la otra duda
que te conmueve, porque su malicia
El serafín que a Dios más se aproxima, no podría apartarte de mi lado.
Moisés, Samuel, y aquel de los dos Juanes
que tú prefieras, y también María, El que nuestra justicia injusta sea
a los ojos mortales, argumento
no tienen su acomodo en otro cielo es de fe, no de herética perfidia.
que estas almas que ahora se mostraron,
ni más o menos años lo disfrutan; Mas como puede vuestra inteligencia
penetrar fácilmente esta verdad,
mas todos hacen bello el primer círculo, como deseas, he de darte gusto.
y gozan de manera diferente
sintiendo el Soplo Eterno más o menos. Aun cuando aquel que la violencia sufre
a quien la fuerza nada le concede,
Si aquí los viste no es porque esta esfera no están por ello estas almas sin culpa:
les corresponda, mas como indicando
que en la celeste ocupan lo más bajo. pues, sin querer, la voluntad no cede,
mas hace como el fuego, si le tuerce,
Así se debe hablar a vuestro ingenio, aunque sea mil veces, la violencia.
pues sólo aprende lo que luego es digno
de intelecto, a través de los sentidos. Si se doblega, pues, o mucho o poco,
sigue la fuerza; y así hicieron éstos,
Por esto condesciende la Escritura que al lugar santo regresar pudieron.
a vuestra facultad, y pies y manos
le otorga a Dios, mas piensa de otro modo; Si su deseo firme hubiera sido,
como fue el de Lorenzo en su parrilla,
y nuestra Iglesia con figura humana o con su mano a Mucio hizo severo,
a Gabriel y a Miguel os representa,
y de igual modo al que sanó a Tobías. a su camino habrían regresado
del que sacados fueron, al ser libres;
Lo que el Timeo dice de las almas mas voluntad tan sólida es extraña.
no es similar a lo que aquí se muestra,
mas parece que diga lo que siente. Y por esta razón, si como debes
la comprendes, se rompe el argumento
Él dice que a su estrella vuelve el alma, que te habría estorbado aún muchas veces.
pues desde allí supone que ha bajado
cuando natura su forma le diera; Mas ahora se atraviesa ante tus ojos
otro obstáculo, tal que por ti mismo
y acaso lo que piensa es diferente no salvarías, sin cansarte antes.
del modo que lo dice, y ser pudiera
que su intención no sea desdeñable. Yo te he enseñado como cosa cierta
que no puede mentir un alma santa,
Si él entiende que vuelve a estas esferas pues cerca está de la verdad primera;
Esto me invita y esto me da fuerzas
y después escuchaste de Piccarda a preguntar, señora, reverente,
que Constanza guardó el amor del velo; aún por otra verdad que me es oscura.
y así parece que me contradice.
Quiero saber si pueden repararse
Muchas veces, hermano, ha acontecido los votos truncos con acciones buenas,
que, huyendo de un peligro, de mal grado que no pesaran poco en la balanza.»
se hacen cosas que hacerse no debieran;
Y Beatriz me miró, llenos sus ojos
como Almeón, que, al suplicar su padre de amorosas centellas tan divinas,
que lo hiciera, mató a su propia madre, que, vencida, mi fuerza dio la espalda,
y por piedad se hizo despiadado. casi perdido con la vista en tierra.

En este punto quiero que conozcas CANTO V


que la fuerza al querer se mezcla, haciendo
que no tengan disculpa las ofensas. «Si te deslumbro en el fuego de amor
más que del modo que veis en la tierra,
La Voluntad absoluta no consiente tal que venzo la fuerza de tus ojos,
el daño; mas consiente cuando teme
que en más penas caerá si lo rehúsa. no debes asombrarte; pues procede
de un ver perfecto, que, como comprende,
Así, cuando Piccarda dijo aquello así en pos de aquel bien mueve los pasos.
de la primera hablaba, y yo de la otra;
y las dos te dijimos la verdad.» Bien veo de qué forma resplandece
la sempiterna luz en tu intelecto,
Fluyó así el santo río que salía que, una vez vista, amor por siempre
de la fuente en que toda verdad mana; enciende;
así mis dos deseos se aplacaron.
y si otra cosa vuestro amor seduce,
«Oh amada del primer Amante, oh diosa, de aquella luz tan sólo es un vestigio,
cuyas palabras --dije así me inundan, mal conocido, que allí se refleja.
y enardecen, que más y más me avivan,
Quieres saber si con otras ofrendas,
no son mis facultades tan profundas halla reparo quien rompe su voto,
que a devolverte don por don bastasen; tal que en el juicio su alma esté segura.»
mas responda por mí Quien ve y Quien
puede. Así Beatriz principio dio a este canto;
y como el que el discurso no interrumpe,
Bien veo que jamás se satisface prosiguió así sus santas enseñanzas:
sino con la verdad nuestro intelecto,
sin la cual no hay ninguna certidumbre. «El don mayor que Dios en su largueza
hizo al crearnos, y el que más conforme
Cual fiera en su cubil, reposa en ella está con su bondad, y él más lo estima,
en cuanto que la alcanza; y puede hacerlo;
si no, frustra sería los deseos. tal fue la libertad del albedrío;
del cual, a los que dio la inteligencia,
Por ello nacen dudas, cual retoños, fueron y son dotados solamente.
al pie de la verdad; y a lo más alto,
cima a cima, nos lleva de este modo. Ahora verás, si tú deduces de esto,
el gran valor del voto, si se hace
cuando consiente Dios lo que consientes: No bromeen con el voto los mortales;
sed fieles; mas no hacerlos ciegamente,
porque al cerrar el pacto Dios y el hombre como Jefté ofreciendo lo primero;
se hace holocausto de aquel gran tesoro,
que antes te dije; y lo hace un acto suyo. quien hubiera mejor dicho "Mal hice",
que hacer peor cumpliéndolo; y tan necio
¿Así pues qué reparo se hallaría? podrás llamar al jefe de los griegos,
Si piensas que usas bien lo que ofreciste,
con latrocinios quieres dar limosna. por quien lloró Ifigenia su belleza,
y con ella las necios y los sabios
Ya lo más importante te he explicado; que han escuchado de tal sacrificio.
mas puesto que la Iglesia los dispensa
y esto a lo que te digo contradice, Sed, cristianos, más firmes al moveros:
no seáis como pluma a cualquier soplo,
en la mesa es preciso que aún te sientes, y no penséis que os lave cualquier agua.
pues el seco alimento que comiste,
para su digestión requiere ayuda. Tenéis el viejo y nuevo Testamento,
y el pastor de la Iglesia que os conduce;
Abre tu mente a lo que te revelo y esto es bastante ya para salvaros.
y guárdalo bien dentro; pues no hay ciencia
si lo que has aprendido no retienes. Si otras cosas os grita la codicia,
¡sed hombres, y no ovejas insensatas,
Dos cosas intervienen en la esencia para que no se burlen los judíos!
de este gran sacrificio: una es la cosa
que se ofrece; y la otra el pacto mismo. ¡No hagáis como el cordero que abandona
la leche de su madre, y por simpleza,
Esta segunda nunca se cancela consigo mismo a su placer combate!»
si no es cumplida; y con respecto a ella
antes te hablé con toda precisión: Así me habló Beatriz tal como escribo;
luego se dirigió toda anhelante
por ello los hebreos precisaron a aquella parte en que el mundo más brilla.
el seguir ofreciendo, aunque la ofrenda
se pudiera cambiar, como ya sabes. Su callar y el mudar de su semblante
a mi espíritu ansioso silenciaron,
La otra, que te mostré como materia, que ya nuevas preguntas preparaba;
bien puede ser de un modo que no hay yerro
si por otra materia se permuta. y así como la flecha da en el blanco
antes de que la cuerda quede inmóvil,
Mas la carga no debe transmutarse así corrimos al segundo reino.
libremente, y precisa de la vuelta
de la llave amarilla y de la blanca; Allí vi tan alegre a mi señora,
al encontrarse en la luz de aquel cielo,
y sabrás que los cambios nada valen, que se volvió el planeta aún más luciente.
si la cosa dejada en la cogida
como el cuatro en el seis no se contiene. Y si la estrella se mudó riendo,
¡yo qué no haría que de mil maneras
Y por ello a las cosas tan pesadas soy por naturaleza transmutable!
que la balanza inclinan por sí mismas,
satisfacer no puede otra ninguna Igual que en la tranquila y pura balsa
a lo que se les echa van los peces
y piensan que es aquello su alimento,
CANTOVI
así yo vi que mil y aún más fulgores
venían a nosotros, y escuchamos: «Después que Constantino volvió el águila
«ved quién acrecerá nuestros amores». contra el curso del cielo, que ella antes
siguió tras el esposo de Lavinia,
Y así como venían a nosotros
se veía el placer que las colmaba más de cien y cien años se detuvo
en el claro fulgor que desprendían. en el confín de Europa aquel divino
pájaro, junto al monte en que naciera;
Piensa, lector, si lo que aquí comienza
no siguiese, en qué forma sentirías a la sombra de las sagradas plumas
de saber más un anhelo angustioso; gobernó el mundo allí de mano en mano,
y así cambiando vino hasta las mías.
y verás por ti mismo qué deseo
tenía de saber quién eran éstas, César fui, soy el mismo Justiniano
cuando las vi delante de mis ojos. que quitó, inspirado del Espíritu,
lo excesivo y superfluo de las leyes.
«Oh bien nacido a quien el ver los tronos
del triunfo eternal fue concedido, Y antes de que a esta obra me entregara,
antes de que dejase la milicia. una naturaleza en Cristo sólo
creía, y esta fe me era bastante;
de la luz que se extiende en todo el cielo
nos encendemos; por lo cual, si quieres mas aquel santo Agapito, que fue
de nosotros saber, sáciate a gusto.» sumo pastor, a la fe verdadera
me encaminó con sus palabras santas.
De este modo una de esas almas pías
me dijo; y Beatriz: «Habla sin miedo, Yo le creí; y claramente veo
y cree todas las cosas que te diga.» lo que había en su fe, como tu ves
en la contradicción lo falso y cierto.
«Bien puedo ver que anidas en tu propia
luz, y que la desprendes por los ojos, Y en cuanto que eché andar ya con la Iglesia,
porque cuando te ríes resplandecen; por gracia a Dios le plugo el inspirarme
la gran tarea y me entregué de lleno;
mas no quien eres, ni por qué te encuentras
alma digna, en el grado de la esfera y a Belisario encomendé las tropas,
que a los hombres ocultan otros rayos.» quien gozó tanto del favor del cielo,
que fue señal de que en él reposara.
Esto dije mirando a aquella lumbre
que primero me habló; y entonces ella Ahora ya he contestado a tu primera
se hizo más luminosa que al principio. pregunta: mas me obliga a que te añada
su condición algunas otras cosas,
Y como el sol que se oculta a sí mismo
por la excesiva luz, cuando disipa para que veas con cuánta injusticia se
el calor los vapores más templados, mueve contra el signo sacrosanto
quien de él se apropia o quien a él se opone.
al aumentar su gozo, se ocultó
en su propio fulgor la santa imagen; Mira cuánta virtud digno le hizo
y así me respondió, toda encerrada de reverencia; ya desde la hora
del modo en que el siguiente canto canta. en que murió Palante por su reino.
Por lo que obró en las manos del siguiente,
Sabes que en Alba tuvo su morada en el infierno ladran Bruto y Casio,
más de trescientos años, hasta el día y se dolieron Módena y Perugia.
que por él combatieron tres y tres
Aún lo llora la triste de Cleopatra,
Y sabes lo que obró en siete reinados, que, escapando de aquél, con la culebra
del mal de las Sabinas a Lucrecia, se dio la muerte atroz e inesperada.
venciendo en torno a los pueblos vecinos.
Con él llegó a la orilla del mar Rojo,
Y lo que obró llevado contra Breno con él en tanta paz al mundo puso,
por los magnos romanos, contra Pirro, que las puertas de Jano se cerraron.
y las otras repúblicas y príncipes;
Mas lo que el signo del que estoy hablando,
donde Torcuato y Quincio, a quien dio hizo primeramente y luego haría,
nombre por el reino mortal al que subyuga,
su pelo descuidado, Fabios, Decios
ganaron fama que con gusto incienso. se vuelve en apariencia oscuro y poco,
si en manos del tercer César la vemos
Luego humilló el orgullo de los árabes con vista clara y con afecto puro;
que tras Aníbal las alpestres rocas
de las que bajas tú, Po, atravesaron. pues la viva justicia que me inspira,
le concedió, en las manos del que digo,
Bajo aquél, siendo aún jóvenes, triunfaron la gloria de vengar su santa cólera.
Escipión y Pompeyo; y a ese monte
a cuyo pie naciste, le fue amargo. Y asómbrate de lo que digo ahora:
corrió después con Tito a hacer venganza
Luego, cercano el tiempo en el que el cielo de la venganza del pecado antiguo.
quiso ordenar el mundo a su manera,
César por gusto de Roma lo obtuvo. Y al morder los lombardos a la Santa
Iglesia con sus dientes, Carlomagno
Y lo que obró desde el Varo hasta el Rin, la socorrió, venciendo, con sus alas.
lo vio el Isara, el Era y lo vio el Sena
y los ríos que al Ródano engrandecen. Ahora puedes juzgar a esos que antes
me escuchaste acusar, y sus pecados,
Lo que obró luego al marcharse de Rávena que son causa de todas vuestras penas.
y cruzó el Rubicón, fue tan aprisa
que ni pluma ni lengua alcanzarían. Uno al signo común los amarillos
lirios opone, y otro se lo apropia,
Luego marchó con sus tropas a España, y es difícil saber quién más se engaña.
luego a Durazzo, y tal golpe en Farsalia
dio, que hasta el Nilo se dolió del daño. Urdan los gibelinos, urdan tretas
bajo otro signo, que mal sigue a éste
A Antandro y al Simoes, patria suya, aquel que de él aparta la justicia;
vio otra vez, y el lugar que a Héctor sepulta;
y partió para mal de Tolomeo. y que este nuevo Carlos no lo abata
con sus güelfos, mas tema de sus garras
De allí fue como un rayo contra Juba; que a leones más fuertes han vencido.
y desde allí se volvió al occidente
donde escuchó la trompa pompeyana. ¡Muchas veces los hijos han llorado
por las culpas del padre, y no se crea
que Dios cambie su emblema por las lises! escuché que cantaba esa sustancia,
sobre la cual doble luz se enduaba;
Esta pequeña estrella se engalana
de los buenos espíritus activos y reemprendió su danza con las otras,
para que fama y honra les alcance; y como velocísimas centellas
las ocultó la súbita distancia.
y cuando a esto dirigen sus deseos,
desviándose así, más apagados Dudoso estaba y me decía: «¡Dile!
del verdadero amor los rayos sienten. Dile, dile -decía- a mi señora
que mi sed sacie con su dulce estilo.»
Mas comparar los méritos y el premio
de nuestra dicha también forma parte, Mas el respeto que de mí se adueña
no viéndolos mayores ni menores. tan sólo con la B o con el IZ,
como el sueño la frente me inclinaba.
Tal nos endulza la viva justicia
el afecto, y por ello no se puede Poco tiempo Beatriz consintió esto,
ya a la malicia nunca desviarlo. y empezó, iluminándome su risa,
que aun en el fuego me haría dichoso:
Diversas voces cantan dulces notas;
tal los diversos grados de esta vida «Según mi parecer siempre infalible,
dulce armonía en estas ruedas forman. cómo justa venganza justamente
ha sido castigada, estás pensando;
Y dentro de esta perla en la que estamos
luce la luz de Romeo, de quien mas yo desataré pronto tu mente;
fue su gran obra mal agradecida. y escúchame, porque lo que te diga
te hará el regalo de una gran certeza.
Pero sus enemigos provenzales
no ríen; pues camina erradamente Por no poner a la virtud que quiere
el que se duele del bien de los otros. un freno por su bien, el no nacido,
se condenó a sí mismo y su progenie;
Cuatro hijas tuvo, y las cuatro reinaron,
Raimundo Berenguer, y esto lo hizo por lo cual los humanos muchos siglos
Romeo, un hombre humilde y peregrino en el error yacieron como enfermos,
hasta que al Verbo descender le plugo,
Y luego las calumnias le movieron a
pedirle las cuentas a este justo, y la naturaleza extraviada
quien devolvió siete y cinco por diez, de su creador, añadió a su persona,
sólo por obra de su amor eterno
tras de lo cual partió, viejo y mendigo;
y si el mundo supiera su coraje Ahora atiende a lo que ahora se razona:
mendigando su vida hogaza a hogaza a su hacedor unida esta natura,
mucho lo alaba, y más lo alabaría. cual fue creada fue sincera y buena;

CANTO VII mas desterrada fue del Paraíso


estando sola, pues torció el camino
«Ossanna, sanctus Deus sabaoth, de la verdad y de su propia vida.
superilunstrans claritate tua
felices ignes borum malacth!» Y así la pena de la cruz, medida
con la naturaleza que asumiera,
De este modo, volviéndose a sus notas, aplicóse más justa que ninguna;
del sumo bien haciéndola distinta,
y así ninguna fue tan injuriosa, por lo que con su luz poco se adorna;
si a la persona que sufrió atendemos,
a la que se juntara esa natura. y a aquella dignidad ya nunca vuelve
si no llena el vacío de la culpa
Mas tuvo un acto efectos diferentes: con justas penas contra el mal deleite.
plació una muerte a Dios y a los judíos;
hizo temblar la tierra y abrió el cielo. Vuestra naturaleza, al pecar tota
en su simiente, de estas dignidades,
Ya no te debe parecer extraño, como del paraíso, fue apartada;
al escuchar que una justa venganza
castigó luego un justo tribunal. sin poder recobrarla, si lo piensas
bien sutilmente, por ningún camino
Mas ahora veo oprimida tu mente que por estos dos vados no atraviese:
de un pensamiento en otro por un nudo,
que ardientemente desatar esperas. o que Dios solo generosamente
perdonara, o el hombre por sí mismo
Te dices: "Bien comprendo lo que escucho; diese satisfacción de su locura.
mas porque Dios quisiera, se me esconde,
de redimirnos esta forma sólo." Ahora clava la vista en el abismo
del eterno saber, a mis palabras
Sepultado está, hermano, este decreto cuanto puedas atentamente fijo.
a los ojos de aquellos cuyo ingenio
en la llama de amor no ha madurado. No podría en sus límites el hombre
satisfacer, pues no puede ir abajo
Y en verdad, como en este punto mucho luego con humildad obedeciendo,
se considera y poco se comprende,
diré por qué este modo fue el más digno. cuanto desobediente quiso alzarse;
y es esta la razón que incapacita
La divina bondad, que de sí aparta a reparar al hombre por sí mismo.
cualquier rencor, ardiendo en sí, destella
las eternas bellezas desplegando. A Dios, pues, convenía con sus medios
al hombre devolver la vida entera,
Lo que sin mediación de ella destila con uno digo, o con los dos acaso.
luego no tiene fin, porque su impronta
nunca se borra en donde pone el sello. Mas pues la obra es tanto más querida
por quien la hace, cuanto más nos muestra
Lo que sin mediación llueve de ella el pecho bondadoso del que sale,
del todo es libre porque no depende
de la influencia de las nuevas cosas. la divina bondad que el mundo sella,
de proceder por todos sus caminos
Más le placen, pues más se le asemejan; gustó para volvernos a lo alto.
que el santo amor que toda cosa irradia,
es más brillante en la más parecida. Y entre la última noche y el primero
de los días, un hecho tan sublime
Tiene ventaja en todos estos dones por uno y otro, ni hubo ni lo habrá:
la humana criatura, y si uno falta,
privada debe ser de su nobleza. pues fue más generoso al darse él mismo,
para hacer digno al hombre de elevarse,
Sólo el pecado es el que la encadena Dios, que si hubiera sólo perdonado;
en su antiguo extravío los antiguos;
y ningún otro modo le bastaba
a la justicia, si el Divino Hijo mas a Dione honraban y a Cupido,
no se hubiese humillado al encarnarse. por madre a una, al otro como hijo,
y en el seno de Dido lo creían;
Ahora para calmar cualquier deseo,
vuelvo para aclararte sólo un punto y por la que he citado en el comienzo,
para que puedas, como yo, entenderlo. le pusieron el nombre a aquella estrella
que al sol recrea de nuca o de frente.
Tú dices: "Veo el fuego, y veo el agua,
la tierra, el aire y sus combinaciones Hasta ella ascendí sin darme cuenta;
que se corrompen y que duran poco; pero me confirmó que en ella estaba
el ver aún más hermosa a mi señora.
y creadas han sido sin embargo;
por lo que, si es verdad lo que me has dicho Y cual la chispa se observa en la llama,
de corrupción debieran verse libres." y una voz se distingue entre las voces,
si una se para y otra el canto sigue,
Los ángeles, hermano, y este puro
país en el que estamos, fueron hechos en esa luz vi yo otras luminarias
tal como son, en su entera existencia; dar vuelta más o menos velozmente,
acordes, pienso, a su visión interna.
pero los elementos que has nombrado
y aquellas cosas que proceden de ellos De fría nube vientos no descienden,
de creada potencia toman forma. tan raudos, ya visibles, ya invisibles,
que ni lentos ni torpes pareciesen
Creada fue la materia que tienen;
creada fue la potencia formante a quien hubiese esas luces divinas
en los astros que en torno suyo giran. visto venir, dejando aquella danza
que empezaba en los altos serafines;
Las luces santas sacan con su rayo
de su virtualidad y con sus giros y en los primeros que se aparecieron
el alma de las plantas y los brutos; tal hosanna se oía, que las ansias
de escucharlo otra vez nunca he perdido.
pero sin mediación la vuestra exhala
la suprema bondad, y la enamora Entonces uno se acercó a nosotros
de sí, tal que por siempre la desea. y dijo: «Estamos todos preparados
para darte placer y recrearte.
Y deducir aún puedes de este punto
vuestra resurrección, si otra vez piensas Girarnos con los príncipes celestes
cómo la humana carne fue creada con un mismo girar y una sed misma,
al ser creados los primeros padres.» de la cual tú en el mundo ya cantaste:

CANTO VIII «Los que moveis pensando el tercer áeio»;


y tal amor nos colma, que no menos
Solía creer el mundo erradamente dulce, por complacerte, es el pararnos.»
que la bella Cipriña el amor loco
desde el tercer epiciclo irradiaba; Luego de haber mis ojos reverentes
puesto en mi dama, y que ella les hubiera
y por esto no honraban sólo a ella satisfecho mostrando su aquiescencia,
con sacrificios y votivos ruegos
volviéronse a la luz que una tan grande cargada, aún otra carga no se agregue.
promesa había hecho, y: «Quiénes sois»
dijo mi voz de gran afecto llena. Y su carácter que de largo a parco
bajó, precisaría capitanes
¡Y cuánto y cómo vi que se crecía no preocupados de amasar dinero.»
con esta dicha nueva que aumentaba
su dicha, al dirigirle mi pregunta! «Puesto que creo que la alta alegría
que tu hablar, señor mío, me ha causado,
Dijo, así transformada: «Poco tiempo donde se inicia y cesa todo bien
del mundo fui; y si más hubiera sido,
muchos males que habrá, no los habría. la ves del mismo modo que la veo,
me es más grata; y también me causa gozo
Mi contento no deja que me veas pues contemplando a Dios la has advertido.
porque brillando alrededor me oculta
como animal en su seda encerrado. Gusto me diste, ponme en claro ahora,
pues me han causado dudas tus palabras,
Mucho me amaste, y tuviste motivos; cómo dulce semilla da amargura.»
pues si hubiese vivido, hubieras visto
de mi cariño más que sólo hojas. Esto le dije; y él a mi «Si puedo
mostrarte una verdad, a tu pregunta
Aquella orilla izquierda que al mezclarse el rostro le darás y no la espalda.
bañan el río Ródano y el Sorga,
por señor a su hora me esperaba, El bien que todo el reino que tú asciendes
alegra y mueve, con su providencia
Y aquel cuerno de Ausonia limitado hace que influyan estos grandes cuerpos.
por Catona, por Baria, por Gaeta,
donde el Verde y el Tronto desembocan. Y no sólo provistas las naturas
son en la mente que por sí es perfecta,
Ya lucía en mi frente la corona mas su conservación a un tiempo mismo:
de aquella tierra que el Danubio riega
cuando abandona la margen tedesca. por lo que todo aquello que dispara
este arco a su fin previsto llega,
Y la hermosa Trinacria, que se anubla cual se clava la flecha en su diana.
entre Peloro y Pachino, en el golfo
que el ímpetu del Euro más recibe, Si así no fuese, el cielo que recorres
tendría de este modo efectos tales
no por Tifeo sino del azufre, que no serían arte, sino ruinas;
aún hubiera esperado sus monarcas,
de Carlos y Rodolfo en mí nacidos, y esto no puede ser, si los ingenios
que las estrellas mueven no son torpes,
si el mal gobierno, que atormenta siempre y torpe aquel que las creó imperfectas.
a los pueblos sujetos no forzase
a gritar a Palermo: "Muerte, muerte." ¿Quieres que esta verdad te aclare un poco?»
Y yo: «No; pues ya sé que es imposible
Y si mi hermano hubiese esto previsto, que a lo que es necesario Dios faltase.»
de Cataluña la pobreza avara
evitaría que daño le hiciese; Y él: «Dime, ¿no sería para el hombre
peor si no viviese en sociedad?»
pues proveer debieran ciertamente, «Sí -respondí- y la causa no preguntó.»
él u otros, a fin de que a su barca
«¿Y puede ser así, si no se tienen
diversamente oficios diferentes? Y ya el alma de aquel santo lucero
No, si bien lo escribió vuestro maestro.» se había vuelto al sol que le llenaba
como aquel bien que colma cualquier cosa.
Fue hasta aquí de este modo deduciendo;
y luego concluyó: «Luego diversas ¡Ah criaturas impías, necias almas,
serán de vuestros hechos las raíces: que el corazón torcéis de un bien tan grande,
hacia la vanidad volviendo el rostro!
por lo que uno es Solón y el otro es Jerjes,
y otro Melchisedec, y el otro aquel Y entonces otro de los esplendores
que, volando en el aire, perdió al hijo. vino a mí, y que quería complacerme
el brillo que esparcía me mostraba
La circular natura, que es el sello
de la cera mortal, obra con tino, Los ojos de Beatriz, que estaban fijos
mas no distingue de uno al otro albergue. sobre mí, igual que antes, asintieron
dando consentimiento a mi deseo.
Por eso ya en el vientre se apartaron
Esaú de Jacob; y de un vil padre «Dale compensación pronto a mis ansias,
nació Quirino, a Marte atribuido. santo espíritu y muéstrame -le dije-
que lo que pienso pueda en ti copiarse.»
La natura engendrada haría siempre
su camino al igual que la engendrante, Y aquella luz a quien no conocía,
si el divino poder no la venciese. desde el profundo seno en que cantaba,
dijo como quien goza el bien haciendo:
Ahora tienes delante lo de atrás:
mas por que sepas que de ti me gozo, «En esa parte de la depravada
quiero añadirte aún un corolario. Italia que se encuentra entre Rialto
y las fuentes del Brenta y del Piave,
Si la naturaleza encuentra un hado
adverso, como todas las simientes un monte se levanta, no muy alto,
fuera de su región, da malos frutos. desde el cual descendió una mala antorcha
que infligió un gran estrago a la comarca.
Y si el mundo de abajo se atuviera
al fundamento que natura pone, De una misma raíz nacimos ambos:
siguiendo a éste habría gente buena. Cunizza fui llamada, y aquí brillo
pues me venció la lumbre de esta estrella.
Mas vosotros hacéis un religioso
de quien nació para ceñir espada, Mas alegre a mí misma me perdono
y hacéis rey del que gusta de sermones; la causa de mi suerte, y no me duelo;
y así pues vuestra ruta se extravía.» y esto tal vez el vulgo no lo entienda.

CANTO IX De la resplandeciente y cara joya


de este cielo que tengo más cercana
Después, Bella Clemencia, que tu Carlos quedó gran fama; y antes de extinguirse,
las dudas me aclaró, contó los fraudes
que debiera sufrir su descendencia; se quintuplicará este mismo año:
mira si excelso debe hacerse el hombre,
mas dijo: «Calla y deja andar los años»; tal que otra vida a la vida suceda.
nada pues os diré, sólo que un justo
duelo vendrá detrás de vuestros males. Y esto no piensa la turba presente
que el Tagliamento y Adigio rodean:
ni aun siendo golpeada se arrepiente; «El mayor valle en que el agua se vierte
-sus palabras entonces me dijeron-
mas pronto ocurrirá que Padua cambie fuera del mar que a la tierra enguirnalda,
el agua del pantano de Vincenza,
porque son al deber gentes rebeldes; entre enemigas playas contra el curso
del sol tanto se extiende, que ya hace
y donde el Silo y el Cagnano se unen, meridiano donde antes horizonte.
alguien aún señorea con orgullo,
y ya se hace la red para atraparle. Ribereño fui yo de aquellas costas
entre el Ebro y el Magra, que divide
Llorará también Feltre la traición en corto trecho Génova y Toscana.
de su impío pastor, y tan enorme
será, que en Malta no hubo semejante. Casi en un orto mismo y un ocaso
están Bugía y mi ciudad natal,
Muy grande debería ser la cuba que enrojeció su puerto con su sangre.
que llenase la sangre ferraresa,
cansando a quien pesara onza por onza, Era llamado Folco por la gente
que sabía mi nombre; y a este cielo,
la que dará tan cortés sacerdote como él me iluminó, yo ahora ilumino;
por mostrar su partido; y dones tales
al vivir del país se corresponden. que más no ardiera la hija de Belo,
a Siqueo y a Creusa dando enojos,
Hay espejos arriba que vosotros que yo, hasta que mi edad lo permitía;
llamáis Tronos, y Dios por medio de ellos
nos alumbra, y mis dichos certifican.» ni aquella Rodopea que engañada
fue por Demofoonte, ni Alcides
Aquí dejó de hablar; y me hizo un gesto cuando encerró en su corazón a Iole.
de volverse a otra cosa, pues se puso
una vez más en la rueda en la que estaba. Pero aquí no se llora, mas se ríe,
no la culpa, que aquí no se recuerda,
El otro gozo a quien ya conocía sino el poder que ordenó y que provino.
como preciada cosa, ante mis ojos
era cual un rubí que el sol hiriese. Aquí se admira el arte que se adorna
de tanto afecto, y se comprende el bien
Arriba aumenta el resplandor gozando, que hace que influya abajo lo de arriba.
como la risa aquí; y la sombra crece
abajo, al par que aumenta la tristeza. Y a fin de que colmados tus deseos
lleves que en esta esfera te han surgido,
«Dios lo ve todo, y tu mirar se enela debiera referirte aún otras cosas.
-le dije santo espíritu, y no puede
para ti estar oculto algún deseo. Quieres saber quién hay en esa hoguera
que aquí cerca de mí lanza destellos
Por lo tanto tu voz, que alegra el cielo como el rayo de sol en aguas limpias.
con el cantar de aquellos fuegos píos
que con seis alas hacen su casulla, Sabrás que en su interior se regocija
Raab; y en compañía de este coro,
¿por qué no satisface mis deseos? en su más sumo grado resplandece.
No esperaría yo a que preguntaras
si me intuara yo cual tú te enmías.» A nuestro cielo, en que la sombra acaba
de vuestro mundo, aún antes que alma alguna Mira cómo de allí se aparta el círculo
por el triunfo de Cristo, fue subida. oblicuo que conduce los planetas,
satisfaciendo al mundo que los llama.
Convenía ponerla por trofeo
en algún cielo, de la alta victoria Pues no siendo inclinado su camino,
obtenida con una y otra palma, vano sería el influir del cielo
y casi muerta aquí cualquier potencia;
pues ella el primer triunfo de Josué
favoreció en la Tierra Prometida, y si más o si menos se alejara
que poco tiene el Papa en la memoria. girando, de la perpendicular,
se rompería el orden de los mundos.
Tu ciudad, que es retoño del primero
que a su creador volviera las espaldas, Quédate ahora, lector, sobre tu banco,
cuya envidia ha causado tantos males, meditando en aquello que sugiero,
si quieres disfrutar y no cansarte.
crea y propaga las malditas flores
que han descarriado a ovejas y a corderos, Te lo he mostrado: come tú ahora de ello;
pues al pastor en lobo han convertido. que a ella reclama todos mis cuidados
esa materia de que soy escriba.
Por esto el Evangelio y los Doctores
se olvida, y nada más las Decretales De la naturaleza el gran ministro,
se estudian, cual sus márgenes indican. que la virtud del cielo imprime al mundo
y es la medida, con su luz, del tiempo,
De esto el Papa y la curia se preocupa;
y a Nazaret no van sus pensamientos, a aquella parte arriba mencionada
allí donde Gabriel abrió las alas. junto, giraba por las espirales
que le traen cada día más temprano;
Mas pronto el Vaticano y otros sitios
elegidos de Roma, cementerios y yo estaba con él; mas del subir
de la milicia que a Pedro siguiera, no me di cuenta, como aquel que nota,
del adulterio habrán de verse libres.» tras la idea, de dónde le ha venido.

CANTO X Era Beatriz aquella que guiaba


de un bien a otro mejor, tan raudamente
Con el Amor que eternamente mana que el tiempo no medía sus acciones.
del uno al otro, contemplando al Hijo
la Potencia primera e inefable ¡Cuán luminosa debería ser
por sí, la que en el sol donde yo entraba
cuanto en espacio o mente se concibe no por color, por luz era visible!
con tanto orden creó, que estar no puede
sin gustar de ello aquel que vuelve a verlo. Aunque costumbre, ingenio y arte invoque
no diría lo nunca imaginado;
Alza, lector, hacia las altas ruedas mas puede ser creído y desear verlo.
con la mía tu vista, hacia aquel sitio
donde dos movimientos se entrecruzan; Y si son bajas nuestras fantasías
a tanta altura, no hay por qué extrañarse;
y allí comienza a disfrutar del Arte que más que el Sol no hay ojos que hayan
de aquel maestro que tanto lo ama visto.
en sí, que nunca de él quita la vista.
Tal se mostraba la cuarta familia
del Alto Padre, que siempre la sacia,
mostrando cómo espira y cómo engendra. quien te negase el vino de su bota
para tu sed, más libre no sería
Y comenzó Beatriz: «Dale las gracias que el agua de correr hacia los mares.
al angélico sol, puesto que a éste
sensible te ha traído a gusto suyo.» Quieres saber qué flores engalanan
esta guirnalda con que se embellece
Nunca hubo un corazón tan entregado la hermosa dama que al cielo te empuja.
a devoción y a someterse a Dios
prestamente con toda gratitud, Yo fui cordero del rebaño santo
que conduce Domingo por la senda
como yo al escuchar esas palabras; que hace avanzar a quien no se extravía.
y tanto todo en él mi amor se puso,
que a Beatriz, eclipsó en el olvido. Este que a mi derecha está más cerca
fue mi hermano y maestro, él es Alberto
No se enfadó; mas se rió en tal forma, de Colonia, y yo soy Tomás de Aquino.
que el esplendor de sus risueños ojos
mi mente unida dividió en más cosas. Y si quieres saber de los demás
sigue con tu mirada mis palabras
Muchos fulgores vivos y triunfantes dando la vuelta en este santo círculo.
vi en torno nuestro como una corona,
en voz más dulce que en rostro lucientes: Sale aquel resplandor de la sonrisa
de Graziano, que al uno y otro fuero
ceñida así la hija de Latona dio su ayuda, ganando el paraíso.
vemos a veces, cuando el aire es denso,
y retiene los restos de su halo. Quien cerca de él adorna nuestro coro
fue el Pedro que al igual que aquella viuda,
En la corte celeste que he dejado, su tesoro ofreció a la Santa Iglesia.
bellas y ricas se hallan muchas joyas
que no pueden sacarse de aquel reino; La quinta luz, de todas la más bella,
respira tanto amor, que todo el mundo
y de éstas era el canto de las luces; saber aquí desea sus noticias;
quien no tiende sus plumas a lo alto,
como de un mudo espera las noticias. dentro está la alta mente, en la que tanto
saber latió, que si lo cierto es cierto,
Luego, cantando así, los rojos soles a tanto ver no surgió aún un segundo.
a nuestro alrededor tres vueltas dieron,
cual astros cerca de los polos fijos, Ve la luz de aquel cirio, junto a ella
que aun en carne mortal por dentro supo
pareciendo mujeres que no rompen la angélica natura y sus oficios.
su danza, más calladas se detienen
para escuchar la nueva melodía; En la luz pequeñita está riendo
el abogado de tiempos cristianos
y escuché dentro de una de ellas: «Cuando cuyos latines a Agustín sirvieron.
el rayo de la gracia, en que se enciende
un verdadero amor que amando aumenta, Ahora si el ojo de la mente llevas
de luz en luz tras de mis alabanzas,
tanto ilumina en ti multiplicado, ya de la octava te encuentras sediento.
que por esa escalera te conduce
que nadie baja sin subir de nuevo; Viendo todos los bienes dentro goza
el alma santa que el mundo falaz
de manifiesto pone a quien le escucha: Después que cada uno volvió al punto
del círculo en el que antes se encontraba,
el cuerpo del que fue arrojada yace se detuvo, cual vela en candelero.
allá abajo en Cieldauro; y a esta calma
vino desde el martirio y el destierro Y yo escuché dentro de esa lumbrera
que antes me había hablado, sonriendo,
ve más allá las llamas del espíritu palabras que le daban aún más lustre:
de Isidoro, de Beda y de Ricardo,
que en su contemplación fue más que un «Igual que yo con sus rayos me enciendo,
hombre. así, mirando en esa luz eterna,
adivino el porqué de lo que piensas.
Esa de la cual pasa a mí tu vista,
es la luz de un espíritu que tarde Tú dudas y deseas que te aclare
meditando, pensaba que moría: con un lenguaje claro y manifiesto,
para entender aquello que te digo,
esa es la luz eterna de Sigiero
que, enseñando en el barrio de la Paja, donde antes dije: «Por donde se avanza»,
silogismo verdades envidiadas.» o donde dije: «No nació un segundo»;
y es necesario distinguir en esto.
En fin, lo mismo que un reloj que llama
cuando la esposa del Señor despierta La Providencia que gobierna el mundo
a que cante maitines a su amado, de modo que derrota a cualquier mente
creada, antes que llegue a ver el fondo,
que una pieza a la otra empuja y urge,
tintineando con tan dulces notas, para que caminase a su deleite
que el alma bien dispuesta de amor llenan; la esposa de quien quiso desposarla
con su bendita sangre a grandes voces,
así vi yo la rueda gloriosa
moverse, voz a voz dando respuesta sintiéndose más fiel y más segura,
tan suave y templada, que tan sólo dos príncipes mandó para ayudarla,
se escucha donde el gozo se eterniza. y en una cosa y otra la guiasen.

CANTO XI Todo en fuego seráfico uno ardía;


por su saber el otro fue en la tierra
¡Oh cuán vano el afán de los mortales, de querúbica luz un resplandor.
qué mezquinos son esos silogismos
que las alas te arrastran por el suelo! De uno hablaré, si bien de ambos se habla
alabando a cualquiera de los dos,
Tras de los aforismos o los Iura puesto que a un mismo fin se encaminaron.
iban unos, o tras del sacerdocio
o del mandar por fuerza o por sofismas. Entre Tupino y el agua que baja
de la cima escogida por Ubaldo,
tras negocios civiles o robando, fértil ladera pende de alto monte,
o envueltos en el gozo de la carne
se fatigaban, o en la vida ociosa, que el frío y el calor manda a Perugia
por la Puerta del Sol; y detrás lloran
cuando, de todas estas cosas libre, Nocera y Gualdo su pesado yugo.
con Beatriz por el cielo caminaba
de forma tan gloriosa recibido. Por donde esta ladera disminuye
su pendiente, nacióle un sol al mundo,
como hace a veces éste sobre el Ganges. No le inclinó la frente la vergüenza
de ser hijo de Pietro Bernardone,
Y así pues quien a aquel lugar nombrara ni porque pareciera despreciable;
que no le llama Asís, pues esto es poco,
sino Oriente, si quiere ser exacto. mas dignamente su dura intención
a Inocencio le abrió, y de aquél obtuvo
No se hallaba del orto muy distante, el permiso primero de su orden.
cuando a la tierra por su gran virtud
logró hacer que sintiese algún consuelo; Después creciendo ya los pobrecillos
detrás de aquél, cuya admirable vida
que por tal dama, aún jovencito, en guerra mejor gloriando al cielo se cantara,
con su padre incurrió, a la cual las puertas
del gozo, cual a muerte, no abre nadie; de segunda corona el Santo Espíritu
ciñó, por mediación de Honorio, aquel
y ante toda su corte espiritual Honorio II aprobó
et coram patrem a ella quiso unirse; definitivamente la Orden en .
luego la amó más fuerte cada día. santo deseo de este archimandrita.

Ésta, privada del primer marido, Y después que, sediento de martirio,


mil cien años y más vivió olvidada en la presencia del Sultán soberbia
sin que nadie, hasta aquél, la convidase; predicó a Cristo y quienes le siguieron,

no valió oír que al lado de Amiclates y encontrando a esas gentes demasiado


segura la encontró, al oír sus voces, reacias, para no estar inactivo,
aquel que fue el terror del mundo entero; volvióse al fruto del huerto de Italia,

ni le valió haber sido tan constante en el áspero monte entre Arno y Tiber
y firme, que al quedar María abajo, de Cristo recibió el último sello,
ella sobre la cruz lloró con Cristo. que sus miembros llevaron por dos años.

Pero para no hablarte tan oscuro, Cuando el que a tanto bien le destinara
Francisco y la Pobreza estos amantes quiso hacerle subir al galardón
has de saber que son de los que te hablo. que él mereció por hacerse pequeño,

Su concordia y sus rostros tan felices, a sus hermanos, como justa herencia,
amor y maravilla y gestos dulces, recomendó su dama más querida,
inspiraban muy santos pensamientos; y les mandó que fielmente la amasen;

tanto que aquel Bernardo venerable y de su seno el ánima preclara


se descalzó, y detrás de tanta paz quiso salir y volver a su reino,
corrió, y corriendo tardo se creía. y para el cuerpo otra caja no quiso.

¡Oh secreta riqueza! ¡Oh bien fecundo! Ahora piensa en quien fuese aquel colega
Egidio se descalza, el buen Silvestre, digno con él de mantener la barca
tras del esposo, así a la esposa place de Pedro en alta mar derechamente;

De allí se fue aquel padre, aquel maestro y este segundo fue nuestro patriarca;
con su mujer y su demás familia por lo cual, quien le sigue, como él manda,
que el humilde cordón ya se ceñía. sabe que carga buenas mercancías.
giraba, respondiendo una a la otra.
Mas su rebaño, de nuevas viandas
se encuentra tan ansioso, que es difícil Cuando la danza y otro gran festejo
que por pastos errados no se pierda; del cántico y del mutuo centelleo,
luz con luz jubilosa y reposada,
y cuanto sus ovejas más se apartan
y más lejos de aquél vagabundean, a un mismo tiempo y voluntad cesaron,
más tornan al redil faltas de leche. como los ojos se abren y se cierran
juntamente al placer que les conmueve;
Aún hay algunos que temen el daño
y a su pastor se estrechan; mas tan pocas del corazón de una de aquellas luces
que a sus capas les basta poca tela. se alzó una voz, que como aguja al polo
me hizo volverme al sitio en que se hallaba;
Ahora, si te han bastado mis palabras
y si me has escuchado atentamente, y comenzó: «El amor que me hace bella
si recuerdas aquello que te he dicho, me obliga a que del otro jefe trate
por quien del mío aquí tan bien se ha hablado.
en parte habrás tus ganas satisfecho
al ver por qué la planta se marchita, Justo es que, donde esté el uno, esté el otro:
y verás por qué causa yo te dije y así pues como a una combatieron,
"Que hace avanzar a quien no se extravía". así luzca su gloria juntamente.

CANTO XII La milicia de Cristo, que tan caro


costó rearmar, detrás de sus banderas
Tan pronto como la última palabra marchaba escasa, lenta y recelosa,
la bienaventurada llama dijo,
a girar comenzó la santa rueda; cuando el Emperador que siempre reina
ayudó a su legión en el peligro,
y aún su vuelta no había completado, por gracia sólo, no por merecerlo.
cuando otra rueda giró en su redor,
uniendo canto a canto y giro a giro; Y, ya se ha dicho, socorrió a su esposa
con dos caudillos, a cuyas palabras
canto que tanto vence a nuestras musas y obras reunióse el pueblo descarriado.
y sirenas en esas dulces trompas,
como la luz primera a sus reflejos. Allí donde se alza y donde abre
Céfiro dulce los follajes nuevos,
Como se ven tras la nube ligera de los que luego Europa se reviste,
dos arcos paralelos y de un mismo
color, cuando a su sierva envía Juno, no lejos del batir del oleaje
tras el cual, por su larga caminata,
que aquel de fuera nace del de dentro, el sol se oculta a todos ciertos días,
al modo del hablar de aquella hermosa
que agostó Amor cual sol a los vapores, está la afortunada Caleruega
bajo la protección del gran escudo
haciendo que la gente esté segura, del león subyugado que subyuga:
por el pacto que Dios hizo a Noé,
que al mundo nunca más anegaría: allí nació el amante infatigable
de la cristiana fe, el atleta santo
así de aquellas rosas sempiternas fiero al contrario y bueno con los suyos;
las dos guirnaldas cerca de nosotros
y en cuanto fue creada, fue repleta donde estas veinticuatro plantas brotan.
tanto su mente de activa virtud
que, aún en la madre, la hizo profetisa. Después, con voluntad y con doctrina,
emprendió su apostólica tarea
Al celebrarse ya en la santa fuente cual torrente que baja de alta cumbre;
los esponsales entre él y la Fe,
la mutua salvación dándose en dote, y en el retoño herético su fuerza
golpeó, con más saña en aquel sitio
la mujer que por él dio asentimiento, donde la resistencia era más dura.
vio en un sueño ese fruto prodigioso
que saldría de aquél y su progenie; De él se hicieron después diversos ríos
donde el huerto católico se riega,
y porque fuese cual era, aun de nombre, y más vivos se encuentran sus arbustos.
un espíritu vino a señalarlo
del posesivo de quien era entero. Si fue tal una rueda de la biga
con que se defendió la Santa Iglesia
Fue llamado Domingo; y hablo de él y su guerra civil venció en el campo.
como del labrador que eligió Cristo
para que le ayudase con su huerto. bien debería serte manifiesta
la excelencia de la otra, que Tomás
Bien se mostró de Cristo mensajero; antes de venir yo te alabó tanto.
pues el primer amor del que dio prueba
fue al consejo primero que dio Cristo. Mas la órbita trazada por la parte
superior de su rueda, está olvidada;
Muchas veces despierto y en silencio y ahora es vinagre lo que era antes vino.
lo encontró su nodriza echado en tierra
cual diciendo: «He venido para esto.» Su familia que recta caminaba
tras de sus huellas, ha cambiado tanto,
¡Oh en verdad padre suyo venturoso! que el de delante al de detrás empuja;
¡Oh madre suya Juana verdadera,
si se interpreta tal como se dice! y pronto podrá verse la cosecha
de tan mal fruto, cuando la cizaña
No por el mundo, por el cual se afanan lamente que le cierren el granero
hoy detrás del Ostiense y de Tadeo,
mas por amor del maná sin mentira, Bien sé que quien leyese hoja por hoja
nuestro Ebro, un pasaje aún hallaría
en poco tiempo gran doctor se hizo; donde leyese: "Soy el que fui siempre."
por vigilar la viña, que marchita
pronto, si el viñador es perezoso. Pero no de Casal ni de Acquasparta,
de donde tales vienen a la regla,
Y a la sede que fue más bienhechora que uno la huye y otro la endurece.
antes de los humildes, no por ella,
por aquel que la ocupa y la mancilla, Yo soy el alma de Buenaventura
de Bagnoregio, que en los altos cargos
no dispensas de dos o tres por seis, los errados afanes puse aparte.
no el primer cargo que libre quedara,
no decimas, quae sunt pauperum Dei, Aquí están Agustín e Iluminado,
los primeros descalzos pobrecillos
sino pidió contra la gente errada con el cordón amigos del Señor.
licencia de luchar por la semilla
Está con ellos Hugo de San Víctor,
y Pedro Mangiadore y Pedro Hispano, Allí cantaron no a Pean ni a Baco,
que con sus doce libros resplandece; a tres personas de naturaleza
divina, y una de ellas con la Humana.
el profeta Natán, y el arzobispo
Crisóstomo y Anselmo, y el Donato Las vueltas y el cantar se terminaron;
que puso mano en el arte primera. y atentas nos miraron esas luces,
alegres de pasar a otro cuidado.
Está Rabano aquí, y luce a mi lado
el abad de Calabria Joaquín Rompió el silencio de concordes númenes
dotado del espíritu profético. luego la luz que la admirable vida
del pobrecillo del Señor narrara,
A celebrar a paladín tan grande
me movió la inflamada cortesía dijo: «Cuando trillada está una paja,
de fray Tomás y su agudo discurso; cuando su grano ha sido ya guardado,
y conmigo movió a quien me acompaña.» a trillar otra un dulce amor me invita.

CANTO XIII Crees que en el pecho del que la costilla


se sacó para hacer la hermosa boca
Imagine quien quiera comprender y un paladar al mundo tan costoso,
lo que yo vi -y que la imagen retenga
mientras lo digo, como firme roca- y en aquel que, pasado por la lanza
antes y luego tanto satisfizo,
quince estrellas que en zonas diferentes que venció la balanza de la culpa,
el cielo encienden con tanta viveza
que cualquier densidad del aire vencen; cuanto al género humano se permite
tener de luz, del todo fue infundido
imagine aquel carro a quien el seno por el Poder que hiciera a uno y a otro;
basta de nuestro cielo noche y día
y al dar vuelta el timón no se nos marcha; por eso miras a lo que antes dije,
cuando conté que no tuvo segundo
imagine la boca de aquel cuerno quien en la quinta luz está escondido.
que al extremo del eje se origina,
al que da vueltas la primera esfera, Abre los ojos a lo que respondo,
y verás lo que crees y lo que digo
haciéndose dos signos en el cielo, como el centro y el círculo en lo cierto.
como hiciera la hija del rey Minos
sintiendo el frío hielo de la muerte; Lo que no muere y lo que morirá
no es más que un resplandor de aquella idea
y uno poner sus rayos en el otro, que hace nacer, amando, nuestro Sir;
y dar vueltas los dos de tal manera
que uno fuera detrás y otro delante; que aquella viva luz que se desprende
del astro del que no se desaúna,
y tendrá casi sombra de la cierta ni del amor que tres hace con ellos,
constelación y de la doble danza
que giraba en el punto en que me hallaba: por su bondad su iluminar transmite,
como un espejo, a nueve subcriaturas,
pues tan distante está de nuestros usos, conservándose en uno eternamente.
cuanto está del fluir del río Chiana
del cielo más veloz el movimiento. De aquí desciende a la última potencia
bajando de acto en acto, hasta tal punto, con contingentes hacen un necesse;
que no hace más que contingencias breves;
no si est dare primum motum esse,
y entiendo que son estas contingencias o si de un semicírculo se hacen
las cosas engendradas, que produce triángulos que un recto no tuviesen.
con simiente o sin ella el cielo móvil.
Y así, si lo que dije y esto adviertes,
No es siempre igual la cera y quien la es real prudencia aquel saber sin par
imprime; donde la flecha de mi hablar clavaba;
y por ello allá abajo más o menos
se traslucen los signos ideales. y si al "surgió" la vista clara tiendes,
la verás sólo a reyes referida,
Por lo que ocurre que de un mismo árbol, que muchos hay, y pocos son los buenos.
salgan frutos mejores o peores;
y nacéis con distinta inteligencia. Con esta distinción oye mis dichos;
y así casan con eso que supones
si perfecta la cera se encontrase, de nuestro Gozo y del padre primero.
e igual el cielo en su virtud suprema,
la luz del sello toda brillaría; Plomo a tus pies te sea este consejo,
para que andes despacio, como el hombre
mas la natura siempre es imperfecta, cansado, al sí y al no de lo que ignoras:
obrando de igual modo que el artista
que sabe el arte mas su mano tiembla. pues es de los idiotas el más torpe,
el que sin distinguir niega o afirma
Y si el ardiente amor la clara vista en el uno o el otro de los casos;
del supremo poder dispone y sella,
toda la perfección aquí se adquiere. puesto que encuentra que ocurre a menudo
que sea falsa la opinión ligera,
Tal fue creada ya la tierra digna y la pasión ofusca el intelecto.
de toda perfección animalesca;
y la Virgen preñada de este modo; Más que en vano se aparta de la orilla,
porque no vuelve como se ha marchado,
de tal forma yo apruebo lo que opinas, el que sin redes la verdad buscase.
pues la humana natura nunca fue
ni será como en esas dos personas. Y de esto son al mundo claras muestras
Parménides, Meliso, Briso, y muchos,
Ahora si no siguiese mis razones, que caminaban sin saber adónde;
"¿pues cómo aquél no tuvo par alguno?"
me dirían entonces tus palabras. Y Arrio y Sabelio y todos esos necios,
que deforman, igual que las espadas,
Mas porque veas claro lo confuso, la recta imagen de las Escrituras.
piensa quién era y la razón que tuvo,
al pedir cuando "pide" le dijeron. No se aventure el hombre demasiado
en juzgar, como aquel que aprecia el trigo
No te he hablado de forma que aún ignores sembrado antes de que haya madurado;
que rey fue, y que pidió sabiduría
a fin de ser un rey capacitado; que las zarzas he visto en el invierno
cuán ásperas, cuán rígidas mostrarse;
no por saber el número en que fuesen y engalanarse luego con las rosas;
arriba los motores, si necesse
y vi derecha ya y veloz la nave
correr el mar en todo su camino, tres veces le cantaba cada una
y perecer cuando llegaba a puerto. de esas almas con una melodía,
justo precio de mérito cualquiera.
No crean seor Martino y Doña Berta,
viendo robar a uno y dar a otro, Y escuché dentro de la luz más santa
verlos igual en el juicio divino; del menor círculo una voz modesta,
que uno puede caer y otro subir.» quizá cual la del Ángel a María,

CANTO XIV responder: «Cuanto más dure la dicha


del paraíso, tanto nuestro amor
Del centro al borde, y desde el borde al centro ha de esplender en tomo a estos vestidos.
se mueve el agua en un redondo vaso,
según se le golpea dentro o fuera: De nuestro ardor la claridad procede;
por la visión ardemos, y esa es tanta,
de igual manera sucedió en mi mente cuanta gracia a su mérito se otorga.
esto que digo, al callarse de pronto
el alma gloriosa de Tomás, Cuando la carne gloriosa y santa
vuelva a vestirnos, estando completas
por la gran semejanza que nacía nuestras personas, aún serán más gratas;
de sus palabras con las de Beatriz,
a quien hablar, después de aquél, le plugo: pues se acrecentará lo que nos dona
de luz gratuitamente el bien supremo,
«Le es necesario a éste, y no lo dice, y es una luz que verlo nos permite;
ni con la voz ni aun con el pensamiento,
indagar la raíz de otra certeza. por lo que la visión más se acrecienta,
crece el ardor que en ella se ha encendido,
Decidle si la luz con que se adorna y crece el rayo que procede de éste.
vuestra sustancia, durará en vosotros
igual que ahora se halla, eternamente; Pero como el carbón que da una llama,
y sobrepasa a aquella por su brillo,
y si es así, decidle cómo, luego de forma que es visible su apariencia;
de que seáis de nuevo hechos visibles,
podréis estar sin que la vista os dañe.» así este resplandor que nos circunda
vencerá la apariencia de la carne
Cual, por más grande júbilo empujados, que aún está recubierta por la tierra;
a veces los que danzan en la rueda
alzan la voz con gestos de alegría, y no podrá cegarnos luz tan grande:
porque ha de resistir nuestro organismo
de igual manera, a aquel devoto ruego a todo aquello que cause deleite.»
las santas ruedas mostraron más gozo
en sus giros y notas admirables. Tan acordes y prontos parecieron
diciendo «Amén» el uno y otro coro,
Quien se lamenta de que aquí se muera cual si sus cuerpos muertos añoraran:
para vivir arriba, es que no ha visto
el refrigerio de la eterna lluvia. y no sólo por ellos, por sus madres,
por sus padres y seres más queridos,
Que al uno y dos y tres que siempre vive y que fuesen también eternas llamas.
y reina siempre en tres y en dos y en uno,
nunca abarcado y abarcando todo, De claridad pareja entorno entonces,
nació un fulgor encima del que estaba,
igual que un horizonte se ilumina. mas quien toma su cruz y a Cristo sigue,
podrá excusarme de eso que no cuento
Y como a la caída de la noche viendo en aquel albor radiar a Cristo.
nuevos fulgores surgen en el cielo,
ciertos e inciertos ante nuestra vista, De un lado al otro y desde arriba a abajo
se movían las luces y brillaban
me pareció que en círculo dispuestas aún más al encontrarse y separarse:
unas nuevas sustancias contemplaba
por fuera de las dos circunferencias. así aquí vemos, rectos o torcidos,
lentos o raudos renovar su aspecto
¡Oh resplandor veraz del Santo Espíritu! los corpusculos, cortos y más largos,
¡qué incandescente apareció de pronto
a mis ojos que no lo soportaron! moviéndose en el rayo que atraviesa
la sombra a veces que, por protegerse,
Mas Beatriz tan sonriente y bella dispone el hombre con ingenio y arte.
se me mostró, que entre aquellas visiones
que no recuerdo tengo que dejarla. Y cual arpa y laúd, con tantas cuerdas
afinadas, resuenan dulcemente
Recobraron mis ojos la potencia aun para quien las notas no distingue,
de levantarse; y nos vi trasladados
solos mi dama y yo a gloria más alta. tal de las luzes que allí aparecieron
a aquella cruz un canto se adhería,
Bien advertí que estaba más arriba, que arrebatóme, aun no entendiendo el
por el ígneo esplendor de aquella estrella, himno.
mucho más rojo de lo acostumbrado.
Bien me di cuenta que era de altas loas,
De todo corazón, con la palabra pues llegaba hasta mi «Resurgi» y «Vinci»
común, hícele a Dios un holocausto, como a aquel que no entiende, pero escucha.
como a la nueva gracia convenía.
Y me sentía tan enamorado,
Y apagado en mi pecho aún no se hallaba que hasta ese entonces no hubo cosa alguna
del sacrificio el fuego, cuando supe que me atrapase en tan dulces cadenas.
que era mi ofrenda fausta y recibida;
Tal vez son muy atrevidas mis palabras,
que con tan grande brillo y tanto fuego al posponer el gozo de los ojos,
un resplandor salía de sus rayos que si los miro, cesan mis deseos;
que dije: «¡Oh Helios, cómo los adornas!»
mas el que sepa que los cielos vivos
Cual con mayores y menores luces más altos más acrecen la belleza,
blanquea la Galaxia entre los polos y que yo aún no me había vuelto a aquéllos,
del mundo, y a los sabios pone en duda;
podrá excusarme de lo que me acuso
así formados hacían los rayos por excusarme, y saber que no miento:
en el profundo Marte el santo signo que aquí el santo placer no está excluido,
que del círculo forman los cuadrantes. pues más sincero se hace mientra sube.

Aquí vence al ingenio la memoria; CANTO XV


que aquella Cruz resplandecía a Cristo,
y no encuentro un ejemplo digno de ello; La buena voluntad donde se licúa
siempre el amor que inspira lo que es recto,
como en la inicua la pasión insana, Y no es que por su gusto lo escondiera,
mas por necesidad, pues su concepto
silencio impuso a aquella dulce lira, al ingenio mortal se superpone.
aquietando las cuerdas que la diestra
del cielo pulsa y luego las acalla. Y cuando el arco del afecto ardiente
se calmó, y se abajaron sus palabras
¿Cómo estarán a justas preces sordas a la diana de nuestro intelecto,
esas sustancias que, por darme aliento
para que hablase, a una se callaron? la cosa que escuché primeramente
«¡Bendito seas -fue tú, el uno y trino,
Bien está que sin término se duela que tan cortés has sido con mi estirpe!»
quien, por amor de cosas que no duran,
de ese amor se despoja eternamente. Y siguió: «Un grato y lejano deseo,
tomado de leer el gran volumen
Cual por los cielos puros y tranquilos del cual el blanco y negro no se mudan,
de cuando en cuando cruza un raudo fuego,
y atrae la vista que está distraída, has satisfecho, hijo, en esa luz
desde la cual te hablo, gracias a ésa
y es como un astro que de sitio mude, que alas te dio para tan alto vuelo.
sino que en el lugar donde se enciende
no se pierde ninguno, y dura poco: Tú crees que a mí llegó tu pensamiento
de aquel que es el primero, como sale
tal desde el brazo que a diestra se extiende del uno, al conocerlo, el seis y el cinco;
hasta el pie de la cruz, corrió una estrella
de la constelación que allí relumbra; y por ello quién soy, y por qué causa
más alegre me ves, no me preguntas,
no se apartó la gema de su cinta, que algunos otros de este alegre grupo.
mas pasó por la línea radial
cual fuego por detrás del alabastro. Crees bien; pues los menores y mayores
de esta vida se miran al espejo
Fue tan piadosa la sombra de Anquises, que muestra el pensamiento antes que
si a la más alta musa damos fe, pienses;
reconociendo a su hijo en el Elíseo.
mas por que el sacro amor en que yo veo
«O sanguis meus, o superinfusa con perpetua vista, y que me llena
gratia Dei, sicut tibi cui de un dulce desear, mejor se calme,
bis unquam celi ianüa reclusa?»
¡segura ya tu voz, alegre y firme
Dijo esa luz llamando mi atención; suene tu voluntad, suene tu anhelo,
luego volví la vista a mi señora, al que ya decretada es mi respuesta!»
y una y otra dejáronme asombrado;
Me volví hacia Beatriz, que antes que hablara
pues ardía en sus ojos tal sonrisa, me escuchó, y sonrió con un semblante
que pensé que los míos tocarían que hizo crecer las alas del deseo.
el fondo de n-ú gloria y paraíso.
Dije después: «El juicio y el afecto,
Luego gozoso en vista y en palabras, pues que gozáis de la unidad primera,
el espíritu dijo aún otras cosas en vosotros operan de igual modo,
que no las entendí, de tan profundas;
porque el sol que os prendió y en el que con piel de oso, y volver del espejo
ardisteis, a su mujer sin la cara pintada;
en su calor y luz es tan igual,
que otro símil sería inoportuno. y vi a los Nerli alegres y a los Vechio
de vestir simples pieles, y a la rueca
Mas querer y razón, en los mortales, atendiendo y al huso sus esposas.
por causas de vosotros conocidas,
tienen las alas de diversas plumas; ¡Oh afortunadas! estaban seguras
del sepulcro, y ninguna aún se encontraba
y yo, que soy mortal, me siento en esta abandonada por Francia en el lecho.
desigualdad, y por ello agradezco
sólo de corazón esta acogida. Una cuidaba atenta de la cuna,
y, por consuelo, usaba el idioma
Te imploro con fervor, vivo topacio, que divierte a los padres y a las madres;
precioso engaste de esta joya pura,
que me quede saciado de tu nombre.» otra, tirando a la rueca del pelo,
charloteaba con sus familiares
«¡Oh fronda mía, que eras mi delicia de Fiésole, de Roma, o los troyanos.
aguardándote, yo fui tu raíz!»:
comenzó de este modo a responderme. Entonces por milagro se tendrían
una Cianghella, un Lapo Saltarello,
Luego me dijo: «Aquel de quien se toma como ahora Cornelia o Cincinato.
tu apellido, y cien años ha girado
y más el monte en la primera cornisa, A un tan hermoso, a un tan apacible
vivir de ciudadano, a una tan fiel
fue mi hijo, y fue tu bisabuelo: ciudadanía, y a un tan dulce albergue,
y es conveniente que tú con tus obras
a su larga fatiga des alivio. me dio María, a gritos invocada;
y en el antiguo bautisterio vuestro
Florencia dentro de su antiguo muro, fui cristiano a la par que Cacciaguida.
donde ella toca aún a tercia y nona,
en paz estaba, sobria y pudorosa. Moronto fue mi hermano y Eliseo;
desde el valle del Po vino mi esposa,
No tenía coronas ni pulseras, de la cual se origina tu apellido.
ni faldas recamadas, ni cintillos
que gustara ver más que a las personas. Luego seguí al emperador Conrado;
y él me armó caballero en su milicia,
Aún no le daba miedo si nacía tan de su agrado fueron mis hazañas.
la hija al padre, pues la edad y dote
ni una ni otra excedían la medida. Marché tras él contra la iniquidad
de aquella secta cuyo pueblo usurpa,
No había casas faltas de familia; por culpa del pastor, vuestra justicia.
aún no había enseñado Sardanápalo
lo que se puede hacer en una alcoba. Allí fui yo por esas torpes gentes,
ya desligado del mundo falaz,
Aún no estaba vencido Montemalo cuyo amor muchas almas envilece;
por vuestro Uccelatoio, que cayendo y vine hasta esta paz desde el martirio.
lo vencerá al igual que en la subida.
CANTO XVI
Vi andar ceñido a Belincione Berti
Oh pequeña nobleza de la sangre, a inflamarse otra vez bajo sus plantas.
que de ti se gloríen aquí abajo
las gentes donde es débil nuestro afecto, Mis mayores y yo nacimos donde
primero encuentra el último distrito
nunca habrá de admirarme: porque donde quien corre en vuestros juegcos anuales.
el apetito nuestro no se tuerce,
digo en el cielo, yo me glorié. De mis mayores basta escucha-- esto:
quiénes fueran y cuál su procedencia,
Eres un manto que pronto se acorta: más conviene callar que declararlo.
tal que, si no se agranda día a día,
el tiempo va en redor con las tijeras. Todos los que podían aquel tiempo
entre el Bautista y Marte llevar armas,
Con el «vos» que primero sufrió Roma, eran el quinto de los que hay ahora.
y que sus descendientes no conservan,
comenzaron de nuevo mis palabras; Mas la ciudadanía, ahora mezclada
de Campi, de Certaldo y de Fegghine,
por lo cual Beatriz, que estaba aparte pura se hallaba hasta en los artesanos.
la que tosió, al reírse parecía,
al primer fallo escrito de Ginebra. ¡Oh cuánto mejor fuera ser vecino
de esas gentes que digo, y a Galluzzo
Yo le dije: «Vos sois el padre mío; y a Trespiano tener como confines,
vos infundís aliento a mis palabras;
vos me eleváis, y soy más que yo mismo. que tener dentro y aguantar la peste
de ese ruin de Aguglión, y del de Signa,
Por tantos cauces llena la alegría de tan aguda vista para el fraude!
mi mente, y de sí misma se recrea
pues soportarlo puede sin fatiga. Si la gente que al mundo más corrompe
no hubiera sido madrastra del César,
Habladme pues, mi caro antecesor, mas cual benigna madre para el hijo,
de los mayores vuestros y los años
que dejaron su huella en vuestra infancia; quien es ya florentino y cambia y merca,
a Simifonte habría regresado,
decidme cómo era en aquel tiempo donde pidiendo su abuelo vivía;
el redil de san Juan, y quiénes eran
los dignos de los puestos elevados.» de los Conti sería aún Montemurlo;
los Cerchi habitarían en Acona,
Como se aviva cuando el viento sopla los Buondelmonti acaso en Valdigrieve.
el carbón encendido, así vi a aquella
luz brillar con mi hablar respetuoso; Siempre la confusión de las personas
principio fue del mal de las ciudades,
y haciéndose más bella ante mis ojos, cual del vuestro el comer más de la cuenta;
así con voz más dulce y más suave,
mas no con este lenguaje moderno, y más deprisa cae si ciega el toro
que el cordero; y mejor que cinco espadas
me dijo: «Desde el día en que fue dicho y más corta una sola muchas veces.
"Ave", hasta el parto en que mi santa madre,
se vio libre de mí, que la gravaba, Si piensas cómo Luni y Orbisaglia
han desaparecido, y cómo van
a su León quinientas y cincuenta Sinagaglia y Chiusi tras de aquéllas,
y treinta veces este fuego vino
oír cómo se pierden las estirpes Así hacían los padres de esos que,
no te parecerá nuevo ni fuerte, cuando queda vacante vuestra iglesia,
ya que también se acaban las ciudades. engordan acudiendo al consistorio.

Tienen su muerte todas vuestras cosas, Esa insolente estirpe que se endraga
como vosotros; mas se oculta alguna tras los que huyen, y a quien muestra el diente
que dura mucho, y son cortas las vidas. o la bolsa, se amansa cual cordero,

Y cual girando el ciclo de la luna iba ascendiendo, mas de humilde origen;


las playas sin cesar cubre y descubre, y a Ubertino Donati no placía
así hace la Fortuna con Florencia: que luego el suegro con ella le uniese.

por lo cual lo que diga de los grandes Ya hasta el mercado había el Caponsacco
florentinos no debe sorprenderte, de Fiésole venido, y ciudadanos
que ya su fama en el tiempo se esconde. eran ya buenos Guida e Infangato.

Yo vi a los Ughi y a los Catellini, Diré una cosa cierta e increíble:


Filippi, Creci, Orrnanni y Alberichi, daba la entrada al recinto una puerta
ya en decadencia, ilustres ciudadanos; que de los Pera su nombre tomaba.

y vi tan grandes como los antiguos, Los que hoy ostentan esa bella insignia
con el de la Sanella, a aquel del Arca, del gran barón con cuya prez y nombre
y a Soldanieri y Ardinghi y Bostichi. la fiesta de Tomás se reconforta,

junto a la puerta, que se carga ahora de él recibieron mando y privilegio;


de nueva felonía tan pesada aunque se ponga hoy junto a la plebe
que hará que vuestra barca se hunda pronto, quien la rodea con franja de oro.

los Ravignani estban, de los cuales Ya estaban Gualterotti e Importuni;


descendió el conde Guido, y los que el y aún estaría el Burgo más tranquilo,
nombre ayuno de estas nuevas vecindades.
del alto Bellinción después tomaron.
La casa en que naciera vuestro llanto,
Los de la Pressa sabía ya cómo por el justo rencor que os ha matado,
gobernar, y tenía Galigaio y puso fin a vuestra alegre vida,
ya en su casa dorados pomo y funda.
era honrada, con todos sus secuaces:
Era ya grande la columna oscura, ¡Oh Buondelmonti, mal de aquellas bodas
Sachetti, Giuochi, Fifanti y Barucci, huiste, y el consuelo nos quitaste!
Galli y a quien las pesas avergüenzan.
Alegres muchos tristes estarían,
La cepa que dio vida a los Calfucci si al Ema Dios te hubiese concedido,
era ya grande, y ya fueron llamados cuando llegaste allí por vez primera.
los Sizzi y Arrigucci a las curules.
Mas convenía que en la piedra rota
¡Cuán altos vi a los que ahora están que el puente guarda, hiciera un sacrificio
deshechos Florencia al terminarse ya su paz.
por su soberbia! y las bolas de oro
con sus gestas Florencia florecían. Con estas gentes, y otras con aquéllas,
vi yo a Florencia con tan gran sosiego,
que no había motivos para el llanto. la gente loca, antes de que muriera
el Cordero que quita los pecados,
Con esas gentes yo vi glorioso
y justo al pueblo, tanto que su lirio mas con palabras claras y preciso
nunca al revés pusieron en el asta, latín, me respondió el amor paterno,
ni fue hecho rojo por las disensiones.» manifiesto y oculto en su sonrisa:

CANTO XVII «Los hechos contingentes, que no salen


de los cuadernos de vuestra materia,
Como acudió a Climene, a consultarle en la mirada eterna se dibujan;
de aquello que escuchara en contra suya,
quien remiso hace al padre aún con el hijo; Mas esto no los hace necesarios,
igual que la mirada que refleja
tal me encontraba, y tal lo comprendían el barco al que se lleva la corriente.
Beatriz y aquella luz santa que antes
por causa mía se cambió de sitio. De allí, lo mismo que viene al oído
el dulce son del órgano, me viene
Por lo cual mi señora «Expulsa el fuego hasta mi vista el tiempo que te aguarda.
de tu deseo -dijo- y que éste salga
por tu imagen interna bien sellado: Como se marchó Hipólito de Atenas
por la malvada y pérfida madrastra,
no para acrecentar lo que sabemos así tendrás que salir de Florencia.
al decirlo: mas para acostumbrarte
a que hables de tu sed, y otros te ayuden». Esto se quiere y esto ya se busca,
y pronto lo han de ver los que esto piensan
«Cara planta que te alzas de tal modo donde se vende a Cristo cada día.
que, cual saben los hombres que no caben
dos ángulos obtusos en un triángulo, Se atribuirá la culpa a los vencidos,
como se suele hacer; mas el castigo
igual sabes las cosas contingentes testimonio será de la verdad.
antes de que sucedan, viendo el punto
en quien todos los tiempos son presentes; Tú dejarás cualquier cosa que quieras
más fuertemente; y. esto es esa flecha
mientras que junto a Virgilio subía que antes dispara el arco del exilio.
por la montaña que cura las almas,
o por el reino difunto bajando, Probarás cuán amargamente sabe
el pan ajeno y cuán duro es subir
dichas me fueron respecto al futuro y bajar las ajenas escaleras.
palabras graves, y aunque yo me sienta
a los golpes de azar como el tetrágono; Y lo que más te pesará en los hombros,
será la ruin y necia compañía
mi deseo estaría satisfecho con la que has de caer en ese valle;
sabiendo la fortuna que me aguarda:
pues la flecha prevista daña menos.» que ingrata, impía y loca contra ti
ha de volverse; mas al poco tiempo
Así le dije a aquella misma luz ella, no tú, tendrá las sienes rojas.
que antes me había hablado; y como quiso
Beatriz, fue mi deseo confesado. De su bestialidad dará la prueba
su proceder; y grato habrá de serte
No con enigmas, donde se enviscaba haber hecho un partido de ti mismo.
contra mí el el tiempo, para darme un golpe
El refugio primero que te albergue tal, que es más grave a quien más se descuida;
será la cortesía del Lombardo
que en la escalera tiene el ave santa; de previsión por ello debo armarme,
y si el lugar más amado me quitan,
que te dará tan benigna acogida, yo no pierda los otros por mis versos.
que de hacer y pedir, entre vosotros,
antes irá el que entre otros el postrero. Por el amargo mundo sempiterno,
y por el monte desde cuya altura
Con él verás a aquel que fue signado, me elevaron los ojos de mi dama,
tanto, al nacer, por esta fuerte estrella,
que hará notables todas sus acciones. y en el cielo después, de fuego en fuego,
aprendí muchas cosas, que un agriado
En él nadie repara todavía sabor daría a muchos si las cuento;
por su temprana edad, pues nueve años
sólo esta rueda gira en torno suya; mas si amo la verdad tímidamente,
temo perder mi fama entre esos hombres
mas antes que el Gascón engañe a Enrique, que a nuestro tiempo han de llamar antiguo.»
de su virtud veremos los fulgores,
despreciando la playa y las fatigas. La luz donde reía mi tesoro,
que allí encontré, centelleó primero,
Y sus magnificencias tan famosas como al rayo de sol un áureo espejo;
serán entonces, que sus enemigos
no podrán evitar el referirlas. después me replicó: «Sólo a una mente,
por la propia vergüenza o por la ajena
Pon la esperanza en él y en sus mercedes; turbada, será brusco lo que digas.
por él será cambiada mucha gente,
mudando condición rico y mendigo; No obstante, aparta toda la mentira
y pon de manifiesto lo que has visto;
y llevarás escrito sin decirlo y deja que se rasquen los sarnosos.
en tu memoria de él»; y dijo cosas
que no creyese aun quien las escuchara. Porque si con tu voz causas molestia
al probarte, alimento nutritivo
Dijo después: «La explicación es esto dejará luego cuando lo digieran.
de lo que te fue dicho; ve las trampas
que se esconden detrás de pocos años. Este clamor tuyo hará como el viento,
que las más altas cumbres más golpea;
Mas no quiero que envidies a tu gente, y esto no poco honor ha de traerte.
pues sabrás que tu vida se enfutura
más allá que el castigo de su infamia.» Por ello se han mostrado a ti en los cielos,
en el monte y el valle doloroso
Cuando al callar mostró que concluido sólo las almas de notoria fama,
ya había el alma santa el entramado
de la tela en que yo puse la urdimbre, pues fe no guarda el ánimo que escucha
ni observa los ejemplos que escondidas
yo comencé lo mismo que el que anhela, o incógnitas tuvieran las raíces,
en la duda, el consejo de personas ni razones que no son evidentes.»
que ven y quieren rectamente y aman:
CANTO XVIII
«Bien veo padre mío, cómo aguija
Se recreaba ya en sus reflexiones no sé si fue primero el ver que el nombre.
aquel beato espejo, y yo en las mías,
temperando lo amargo con lo dulce; Y al nombre de aquel grande Macabeo
vi que otro se movía dando vueltas,
y la mujer que a Dios me conducía y era cuerda del trompo la alegría.
dijo: «Cambia de idea; porque estoy
cerca de aquel que lo injusto repara.» Así con Carlo Magno y con Oriando
siguió dos luces mi mirar atento
Yo entonces me volví al son amoroso como a su halcón volando sigue el ojo.
de mi consuelo; y no he de referiros
el mucho amor que vi en sus santos ojos: Después vi a Rinoardo y a Guillermo
y al duque Godofredo con la vista
no sólo es que no fíe en mis palabras, por esa cruz, y a Roberto Guiscardo.
sino que la memoria no repite,
sin una gracia, lo que la supera. Yendo a mezclarse luego con los otros,
me mostró el alma que me había hablado
Sólo puedo decir de aquel instante, qué clase de cantor era en el cielo.
que, volviendo a mirarla, estuvo libre
mi afecto de cualquier otro deseo, Me volví entonces hacia la derecha
para ver si Beatriz, o por su gesto
mientras el gozo eterno, que directo o sus palabras, mi deber mostraba.
irradiaba en Beatriz, desde sus ojos
con su segundo aspecto me alegraba. Y contemplé sus luces tan serenas,
tan gozosas, que a los demás vencía
Vencido con la luz de su sonrisa, su semblante y al último que tuvo.
ella me dijo: «Vuélvete y escucha;
no está en mis ojos sólo el Paraíso.» Y como por sentir mayor deleite
obrando bien, el hombre día a día
Como se ve en la tierra algunas veces se da cuenta que aumenta su virtud,
el afecto en la vista, si es tan grande,
que por él todo el alma es poseída, así yo me di cuenta que girando
junto al cielo mi círculo crecía,
así en el flamear del fulgor santo viendo aún más luminoso aquel milagro.
al que yo me volví, supe el deseo
que tenía aún de hablarme un poco más, Y como se transmuta en poco rato
en blanca la mujer, cuando su rostro
y él comenzó: «En este quinto grado de la vergüenza el peso se descarga,
del árbol de la cima, que da fruta
siempre y que nunca pierde su follaje, tal fue en mis ojos, cuando me volví,
por su blancura la templada estrella
hay almas santas, que en la tierra, antes sexta, que en ella habíame acogido.
que vinieran al cielo, tan famosas
fueron que harían rica a cualquier musa. Yo vi en aquella jovial antorcha
el destellar del amor que allí estaba
Contempla pues los brazos de la cruz: signando el alfabeto ante nosotros.
los que te nombraré aparecerán
como el rayo veloz hace en la nube.» Y cual aves que se alzan de la orilla,
casi alabando ya el haber comido,
Por la cruz vi un fulgor que se movía hacen bandadas largas o redondas,
al nombre de Josué, nada más dicho;
así en las luces las santas criaturas moviéndose siguieron la figura.
al revolotear iban cantando,
haciéndose una D, una I, una L. ¡Oh dulce estrella, cuáles, cuántas gemas
me demostraron que nuestra justicia
Al compás de su canto se movían; es efecto del cielo que tú enjoyas!
y al formar luego uno de aquellos signos,
callaban deteniéndose un momento. Y yo pido a la mente en que comienza
tu virtud y tu obrar, que vuelva a ver
¡Oh pegasea diosa, que a los sabios de dónde sale el humo que te nubla;
los haces gloriosos y longevos,
y ellos contigo a reinos y a ciudades, tal que se encolerice nuevamente
del comprar y el vender dentro del templo
ilústreme tu ayuda, y haz que muestre murado con milagros y martirios.
tal como aparecieron sus figuras:
y en breves versos tu poder demuestra! ¡O milicia de cielo que ahora miro,
ruega por los que se hallan en la tierra
Se me mostraron cinco veces siete detrás del mal ejemplo desviados!
unas vocales y otras consonantes;
y en cuanto se formaban las leía. Antes se hacía con armas la guerra;
y ahora se hace quitando a unos y a otros
«DILIGITE IUSTITIAM», verbo y nombre el pan que a nadie niega el santo Padre.
fueron los que primero se formaron;
«QUI IUDICATIS TERRAM», las postreras. Pero tú que borrando sólo escribes,
piensa que aún viven Pedro y Pablo, muertos
Luego en la eme del vocablo quinto por la viña que ahora tú devastas.
ordenadas quedaron; y tal plata
bañada en oro Júpiter lucía. Puedes decir: «Tan fijo está mi amor
en quien quiso vivir en el desierto
Y vi otras luces que a la parte alta y fue martirizado por un baile,
bajaban de la eme, y se quedaban que al Pescador y a Pablo desconozco.»
cantando, creo, el bien que las traía.
CANTO XIX
Luego, como al chocar de los tizones
ardientes, surgen chispas a millares, Apareció ante mí la bella imagen
donde los necios suelen ver augurios, con las alas abiertas, que formaban
las almas agrupadas en su dicha;
pareció que de allí surgían miles
de luces que subían, mucho o poco, un rubí parecía cada una
tal como el sol que las prendió dispuso; donde un rayo de sol ardiera tanto,
que en mis ojos pudiera reflejarse.
y en su lugar ya quietas cada una,
vi de un águila el cuello y la cabeza Y lo que debo de tratar ahora
representada en el fulgor distinto. ni referido nunca fue, ni escrito,
ni concebido por la fantasía;
Quien pinta allí no tiene quien le guíe,
sino que guía, y de aquél se origina pues vi y también oí que hablaba el pico,
la virtud que a los nidos da su forma. y que la voz decía «mío» y «yo»
y debía decir «nuestro» y «nosotros».
Las otras beatitudes, que dichosas
de enliliarse en la ema parecieron, Y comenzó: «Por ser justo y piadoso
estoy aquí exaltado a aquella gloria
que vencer no se deja del deseo; Por lo cual nuestra vista, que tan sólo
ha salido de un rayo de la mente
y dejé tan completa mi memoria de que todas las cosas están llenas,
en la tierra, que abajo los malvados
aun sin seguir su ejemplo, la veneran.» no puede valer tanto por sí misma,
que no sepa que está mucho más lejos
Como un solo calor de muchas brasas, su principio de lo que se le muestra.
de entre muchos amores, de igual modo,
salía un solo son de aquella imagen. Por eso en la justicia sempiterna
la vista que recibe vuestro mundo,
Y entonces respondí. «Oh perpetuas flores igual que el ojo por el mar, se adentra;
de la alegría eterna, que uno sólo
me hacéis aparecer vuestros aromas, que, aunque en la orilla puede ver el fondo,
no lo ve en alta mar; y no está menos
aclaradme, espirando, el gran ayuno allí, pero lo esconde el ser profundo.
que largamente en hambre me ha tenido,
pues ningún alimento hallé en la tierra. No hay luz, si no procede de la calma
imperturbable; y fuera es la tiniebla,
Bien sé que si en el cielo de otro reino o sombra de la carne, o su veneno.
la justicia divina hace su espejo
veladamente el vuestro no la mira. Bastante ya te he abierto el escondrijo
que te escondía la justicia viva,
Sabéis que atentamente me: dispongo que con tanta frecuencia cuestionaste;
a escucharos; sabéis cuál es la duda
que en ayunas me tuvo tanto tiempo.» diciendo: "Un hombre nace en la ribera
del Indo, y no hay allí nadie que hable
Como halcón al que quitan la capucha, de Cristo ni leyendo ni escribiendo;
que mueve la cabeza y bate alas
ganas mostrando y haciéndose hermoso, y todos sus deseos y actos buenos,
por lo que entiende la razón del hombre,
contemplé a aquella imagen, que con loas están sin culpa en vida y en palabras.
a la divina gracia era formada,
con cantos que conoce el que lo goza. Y muere sin la fe y sin el bautismo:
¿Dónde está la justicia al condenarle?
Dijo después: «El que volvió el compás ¿y dónde está su culpa si él no cree?"
hasta el confín del mundo, y dentro de éste
guardó lo manifiesto y lo secreto, ¿Quién eres tú para querer sentarte
a juzgar a mil millas de distancia
no podía imprimir su poderío con tu vista que sólo alcanza un palmo?
en todo el universo, de tal modo
que su verbo no fuese aún infinito. Cierto que quien conmigo sutiliza,
si sobre él no estuviera la Escritura,
Y esto confirma que el primer soberbio, su dudar llegaría hasta el asombro.
que de toda criatura fue la suma,
por no esperar la luz cayó inmaduro; ¡Oh animales terrenos! ¡Mentes zafias!
La voluntad primera, por sí buena,
mostrando que cualquier naturaleza de sí, que es sumo bien, nunca se mueve.
menor, es sólo un corto receptáculo
del bien que no se acaba y no se mide. Sólo es justo lo que a ella se conforma:
ningún creado bien puede atraerla,
pero aquella, espiendiendo, los produce.» Veráse al cojo de Jerusalén
su bondad señalada con la I,
Igual que sobre el nido vuela en círculos y con la M el contrario señalado.
tras cebar a sus hijos la cigüeña,
y como la contempla el ya cebado; Veráse la avaricia y la vileza
de quien guardando está la isla del fuego,
hizo así, y yo los ojos levanté, donde Anquises su larga edad dejara;
esa bendita imagen, que las alas
movió impulsada por tantos espíritus. en abreviadas letras su escritura
para dar a entender cuán poco vale,
Dando vueltas cantaba, y me decía: que mucho anotarán en poco espacio.
«Lo mismo que mis notas, que no entiendes,
tal es el juicio eterno a los mortales.» Enseñará las obras indecentes
de su tío y su hermano, que una estirpe
Al aquietarse las lucientes llamas tan egregia y dos tronos ensuciaron.
del Espíritu Santo, aún en el signo
que a Roma hizo temible en todo el mundo, El que está en Portugal y el de Noruega
allí se encontrarán, y aquel de Rascia
volvió a decir aquél: «No sube a este que mal ha visto el cuño de Venecia.
reino, quien no creyera en Cristo, antes
o después de clavarle en el madero. ¡Dichosa Hungría, si es que no se deja
mal conducir! ¡y dichosa Navarra,
Mas sabe: muchos gritan "¡Cristo, Cristo!" si se armase del monte que la cerca!
y estarán en el juicio menos prope
de aquel, que otros que a Cristo no conocen; Y creer se debiera como muestra
de esto, que Nicosia y Famagusta
serán por el etíope afrentados se reprueban y duelen de su bestia,
cuando los dos colegios se separen, que del lado de aquéllas no se aparta.
los para siempre ricos y los pobres.
CANTO XX
¿A vuestros reyes qué dirán los persas
al contemplar abierto el libro donde Cuando aquel que da luz al mundo entero
escritos se hallan todos sus pecados? del hemisferio nuestro así desciende
que el día en todas partes se consuma,
La que muy pronto moverá las plumas
y que devastará el reino de Praga, el cielo, que aquél solo iluminaba,
de Alberto podrá verse entre las obras. súbitamente vuelve a hacerse claro,
con muchas luces, que a una reflejan.
La pena podrá verse que en el Sena
causará, la moneda falseando, Recordé este fenómeno celeste,
quien por un jabalí hallará la muerte. cuando calló aquel símbolo del mundo
y de sus jefes su bendito pico;
La insaciable soberbia podrá verse,
que al de Inglaterra y al de Escocia ciega, pues que todas aquellas vivas luces
sin poder aguantarse en sus fronteras. entonaron, luciendo aún más, cantigas
que se han borrado ya de mi memoria.
Veráse la lujuria y vida muelle
de aquel de España y del de la Bohemia, ¡Oh dulce amor que de risa te envuelves,
que ni supo ni quiso del valor. qué ardiente en esos sistros te mostrabas,
de santos pensamientos inspirados! ahora sabe que el juicio sempiterno
no cambia, aun cuando dignas oraciones
Cuando las caras y lucientes piedras de lo de hoy abajo hace mañana.
de las que vi enjoyado el sexto cielo
sus angélicos sones terminaron, El que sigue, conmigo y con las leyes,
bajo buena intención que dio mal fruto,
creí escuchar el murmurar de un río por ceder al pastor se tornó griego:
que claro baja de una roca en otra,
mostrando la abundancia de su fuente. ahora sabe que el mal que ha derivado
de aquel buen proceder, no le es dañoso
Y como el son del cuello de la cítara aunque por ello el mundo se destruya.
toma forma, y así del orificio
de la zampoña por donde entra el viento, Y aquel que está donde el arco desciende,
fue Guillermo, a quien llora aquella tierra
de igual manera, sin tardanza alguna, que a Federico y Carlos ahora sufre:
por el cuello del águila el murmullo
subió, cual si estuviese perforado. ahora sabe en qué modo se enamora
de un justo rey el cielo, y en el brillo
Allí se tornó voz, y por el pico de su semblante así lo manifiesta.
salió en palabras, como lo esperaba
mi corazón, en donde las retuve. ¿Quién creería en el mundo en que se yerra
que el troyano Rifeo en este arco
«La parte en mí que ve y que al sol resiste fuese la quinta de las santas luces?
siendo águila mortal -me dijo entonces-
ahora debes mirar atentamente, Ahora ya sabe más de eso que el mundo
no puede ver de la divina gracia,
pues de los fuegos que hacen mi figura, aunque su vista el fondo no discierna.»
esos por los que brillan mis pupilas,
son los más excelentes de entre todos. Como la alondra que vuela en el aire
cantando, y luego calla satisfecha
Ese que en medio luce como el iris, de la última dulzura que la sacia,
fue el gran cantor del Espíritu Santo,
que el arca trasladó de pueblo en pueblo: tal pareció la imagen del emblema
del eterno poder, a cuyo gusto
ahora sabe ya el mérito del canto, todas las cosas adquieren su ser.
en cuanto efecto fue de su deseo,
por el pago que le ha correspondido. Y aunque yo con mis dudas casi fuese
cristal con el color que le recubre,
De los cinco del arco de mis cejas, no pude estar callado mucho tiempo,
quien del pico se encuentra más cercano,
consoló a aquella viuda por su hijo: mas por la boca: «¿Qué cosas son éstas?»
me impulsó a echar la fuerza de su peso:
ahora sabe lo caro que resulta por lo cual vi destellos de alegría.
el no seguir a Cristo, conociendo
esta vida tan dulce y su contraria. Y luego, con la vista más ardiente,
aquel bendito signo me repuso
Y aquel que sigue en la circunferencia para que yo saliera de mi asombro:
que te digo, en lo más alto del arco,
con penitencias aplazó su muerte: «Ya veo que estas cosas has creído
pues yo lo digo, mas no ves las causas;
y te están, aun creyéndolas, ocultas. Las tres mujeres que viste en la rueda
derecha le sirvieron de bautismo,
Haces como ése que sabe de nombre antes del bautizar más de un milenio.
las cosas, pero si otros no le explican
su sustancia, él no puede conocerla. ¡Oh predestinación, cuán alejada
se encuentra tu raíz de aquellos ojos
Regnum caelorum sufre la violencia que la causa primera no ven tota!
de ardiente amor y de viva esperanza,
que vencen la divina voluntad: Y vosotros mortales, sed prudentes
juzgando: pues nosotros, que a Dios vemos,
no como el hombre al hombre sobrepuja, aún no sabemos todos los que elige;
mas la vencen pues quiere ser vencida,
y con su amor, así vencida, vence. y nos es dulce ignorar estas cosas,
y nuestro bien en este bien se afina,
La primer alma y quinta de las cejas pues lo que Dios desea, deseamos.»
ha causado tu asombro, pues las ves
pintando las angélicas regiones. Por la divina imagen de este modo,
para aclarar mi vista tan escasa,
No dejaron sus cuerpos, como piensas, me fue dada suave medicina.
gentiles, mas cristianos, con fe firme
en los pies por clavar o ya clavados. Y como a un buen cantor buen citarista
hace seguir el pulso de las cuerdas,
Pues una del infierno, donde nunca por lo que aún más placer adquiere el canto,
se vuelve al buen querer, tornó a los huesos;
y esto fue en premio de esperanza viva: así, mientras hablaba, yo recuerdo
que vi a los dos benditos resplandores,
de una viva esperanza que dio fuerzas igual que el parpadeo se concuerda,
a la súplica a Dios de revivirle, llamear al compás de las palabras.
para poder corregir su deseo.
CANTO XXI
El alma gloriosa de que hablo,
vuelta a la carne, en la que estuvo un poco, Volví a fijar mis ojos en el rostro
creyó en aquel que podía ayudarla; de mi dama, y mi espíritu con ellos,
de cualquier otro asunto retirado.
y creyendo encendióse en tanto fuego
de verdadero amor, que en su segunda No se reía; mas «Si me riese
muerte, fue digna de estas alegrías. -dijo- te ocurriría como cuando
fue Semele en cenizas convertida:
La otra, por gracia que de tan profunda
fuente destila, que nadie ha podido pues mi belleza, que en los escalones
ver su vena primera con los ojos, del eterno palacio más se acrece,
como has podido ver, cuanto más sube,
puso todo su amor en la justicia:
y así, pues, Dios le abrió, de gracia en gracia si no la templo, tanto brillaría
la vista a la futura redención; que tu fuerza mortal, a sus fulgores,
rama sería que el rayo desgaja.
y él en ella creyó, y no toleraba
la peste de su antiguo paganismo; Al séptimo esplendor hemos subido,
y reprendía a las gentes perversas. que bajo el pecho del León ardiente
con él irradia abajo su potencia.
de tu respuesta digno no me hacen;
Fija tu mente en pos de tu mirada, mas por aquella que hablar me permite,
y haz de aquélla un espejo a la figura
que te ha de aparecer en este espejo.» alma santa que te hallas escondida
dentro de tu alegría, haz que yo sepa
Quien supiese cuál era la delicia por qué de mí te has puesto tan cercana;
de mi vista mirando el santo rostro,
al poner mi atención en otro asunto, y por qué en esta rueda se ha callado
la dulce sinfonía de los cielos,
sabría de qué forma me era grato que tan piadosa en las de abajo suena.»
obedecer a rrú celeste escolta,
si un placer con el otro parangono. «Mortal tienes la vista y el oído,
por eso no se canta aquí -repuso-
En el cristal que tiene como nombre, al igual que Beatriz no tiene risa.
rodeando el mundo, el de su rey querido
bajo el que estuvo muerta la malicia, Por la santa escalera he descendido
únicamente para recrearte
de color de oro que el rayo refleja con la voz y la luz que me rodea;
contemplé una escalera que subía
tanto, que no alcanzaba con la vista. mayor amor más presta no me hizo,
que tanto o más amor hierve allá arriba,
Vi también que bajaba los peldaños tal como el flamear te manifiesta.
tanto fulgor, que pensé que la luz
toda del cielo allí se difundiera. Mas la alta caridad, que nos convierte
en siervas de aquel que el mundo gobierna
Y como, por su natural costumbre, aquí nos destinó, como estás viendo.»
juntos los grajos, al romper del día,
se mueven calentando su plumaje; «Bien veo, sacra lámpara, que un libre
amor -le dije basta en esta corte
después unos se van y ya no vuelven; para seguir la eterna providencia;
otros toman al sitio que dejaron,
y los demás se quedan dando vueltas; mas no puedo entender tan fácilmente
por qué predestinada sola fuiste
me parecio que igual aconteciese tú a este encargo entre todas las restantes.»
en aquel destellar que junto vino,
al llegar y pararse en cierto tramo. Aun antes de acabar estas palabras,
hizo la luz un eje de su centro,
Y aquel que más cercano se detuvo, dando vueltas veloz como una rueda;
era tan luminoso, que me dije:
«Bien conozco el amor que me demuestras. luego dijo el amor que estaba dentro:
«Desciende sobre mí la luz divina,
Mas aquella en que espero el cómo y cuándo en ésta en que me envientro penetrando,
callar o hablar, estáse quieta; y yo
bien hago y, aunque quiero, no pregunto.» la cual virtud, unida a mi intelecto,
tanto me eleva sobre mí, que veo
Por lo cual ella, viendo en mi silencio, la suma esencia de la cual procede.
con el ver de quien puede verlo todo,
me dijo: «Aplaca tu ardiente deseo.» De allí viene esta dicha en la que ardo;
puesto que a mi visión, que es ya tan clara,
Y yo comencé así. «Mis propios méritos la claridad de la llama se añade.
del Espíritu, flacos y descalzos,
Pero el alma en el cielo más radiante, tomando en cualquier sitio la comida.
el serafín que más a Dios contempla,
no podrá responder a tu pregunta, Los modernos pastores ahora quieren
que les alcen la cola y que les lleven,
porque se oculta tanto en el abismo tan gordos son, sujetos a los lados.
del eterno decreto lo que quieres,
que al creado intelecto se le esconde. Con mantos cubren sus cabalgaduras,
tal que bajo una piel marchan dos bestias:
Y al mundo de los hombres, cuando vuelvas, ¡Oh paciencia que tanto soportas!
contarás esto, a fin que no pretenda
a una tan alta meta dirigirse. Al decir esto vi de grada en grada
muchas llamas bajando y dando vueltas,
La mente, que aquí luce, en tierra humea; y a cada giro estaban más hermosas.
así que piensa cómo allí podrá
lo que no puede aun quien acoge el cielo.» Se detuvieron al lado de ésta,
y prorrumpieron en clamor tan alto,
Tan terminantes fueron sus palabras que aquí nada podría asemejarse;
que dejé aquel asunto, y solamente ni yo lo oí; tan grande fue aquel trueno.
humilde pregunté por su persona.
CANTO XXII
«Álzanse entre las costas italianas
montes no muy lejanos de tu tierra, Presa del estupor, hacia mi guía
tanto que el trueno suena más abajo, me volví, como el niño que se acoge
siempre en aquella en que más se confía;
y un alto forman que se llama Catria,
bajo el cual hay un yermo consagrado y aquélla, como madre que socorre
para adorar dispuesto únicamente.» rápido al hijo pálido y ansioso
con esa voz que suele confortarlo,
Por vez tercera dijo de este modo;
y, siguiendo, después me dijo: «Allí dijo: «¿No sabes que estás en el cielo?
tan firme servidor de Dios me hice, y ¿no sabes que el cielo es todo él santo,
y de buen celo viene lo que hacemos?
que sólo con verduras aliñadas
soportaba los fríos y calores, Cómo te habría el canto trastornado,
alegre en el pensar contemplativo. y mi sonrisa, puedes ver ahora,
puesto que tanto el gritar te conmueve;
Dar solía a estos cielos aquel claustro
muchos frutos; mas ahora está vacío, y si hubieses su ruego comprendido,
y pronto se pondrá de manifiesto. en él conocerías la venganza
que podrás ver aún antes de que mueras.
Yo fui Pedro Damián en aquel sitio,
y Pedro Pecador en la morada La espada de aquí arriba ni deprisa
de nuestra Reina junto al mar Adriático. ni tarde corta, y sólo lo parece
a quien teme o desea su llegada.
Cuando ya me quedaba poca vida,
a la fuerza me dieron el capelo, Mas dirígete ahora hacia otro lado;
que de malo a peor ya se transmite. que verás muchas almas excelentes,
si vuelves la mirada como digo.»
Vino Cefas y vino el Santo Vaso
Como ella me indicó, volví los ojos, si merezco gracia semejante,
y vi cien esferitas, que se hacían que pueda ver tu imagen descubierta.»
aún más hermosas con sus mutuos rayos.
Y aquél: «Hermano, tu alto deseo
Yo estaba como aquel que se reprime ha de cumplirse allí en la última esfera,
la punta del deseo, y no se atreve donde se cumplirán todos y el mío.
a preguntar, porque teme excederse;
Allí perfectos, maduros y enteros
y la mayor y la más encendida son los deseos todos; sólo en ella
de aquellas perlas vino hacia adelante, cada parte está siempre donde estaba,
para dejar satisfechas mis ganas.
pues no tiene lugar, ni tiene polos,
Dentro de ella escuché luego: «Si vieses y hasta aquella conduce esta escalera,
la caridad que entre nosotras arde, por lo cual se te borra de la vista.
lo que piensas habrías expresado.
Hasta allá arriba contempló el patriarca
Mas para que, esperando, no demores Jacob que ella alcanzaba con su extremo,
el alto fin, habré de responderte cuando la vio de ángeles colmada.
al pensamiento sólo que así guardas.
Mas, por subirla, nadie aparta ahora
El monte en cuya falda está Cassino de la tierra los pies, y se ha quedado
estuvo ya en su cima frecuentado mi regla para gasto de papel.
por la gente engañada y mal dispuesta;
Los muros que eran antes abadías
y yo soy quien primero llevó arriba espeluncas se han hecho, y las cogullas
el nombre de quien trajo hasta la tierra de mala harina son talegos llenos.
esta verdad que tanto nos ensalza;
Pero la usura tanto no se alza
y brilló tanta gracia sobre mí, contra el placer de Dios, cuanto aquel fruto
que retraje a los pueblos circundantes que hace tan loco el pecho de los monjes;
del culto impío que sedujo al mundo.
que aquello que la Iglesia guarda, todo
Los otros fuegos fueron todos hombres es de la gente que por Dios lo pierde;
contemplativos, de ese ardor quemados no de parientes ni otros más indignos.
del que flores y frutos santos nacen.
Es tan blanda la carne en los mortales,
Está Macario aquí, y está Romualdo, que allá abajo no basta un buen principio
y aquí están mis hermanos que en los para que den bellotas las encinas.
claustros
detuvieron sus almas sosegadas. Sin el oro y la plata empezó Pedro,
y con ayunos yo y con oraciones,
Y yo a él: «El afecto que al hablarme y su orden Francisco humildemente;
demuestras y el benévolo semblante
que en todos vuestros fuegos veo y noto, y si el principio ves de cada uno,
y miras luego el sitio al que han llegado,
de igual modo acrecientan mi confianza, podrás ver que del blanco han hecho negro.
como hace al sol la rosa cuando se abre
tanto como permite su potencia. En verdad el Jordán retrocediendo,
más fue, y el mar huyendo, al Dios mandarlo,
Te ruego pues, y tú, padre, concédeme admirable de ver, que aquí el remedio.»
esferas, y este globo vi en tal forma
Así me dijo, y luego fue a reunirse que su vil apariencia me dio risa;
con su grupo, y el grupo se juntó;
después, como un turbión, voló hacia arriba. y por mejor el parecer apruebo
que lo tiene por menos; y el que piensa
Mi dulce dama me impulsó tras ellos en el otro, de cierto es virtuoso.
por la escalera sólo con un gesto,
venciendo su virtud a mi natura; Vi encendida a la hija de Latona
sin esa sombra que me dio motivo
y nunca aquí donde se baja y sube de que rara o que densa la creyera.
por medios naturales, hubo un vuelo
tan raudo que a mis alas se igualase. El rostro de tu hijo, Hiperïón,
aquí afronté, y vi cómo se mueven,
Así vuelva, lector, a aquel devoto cerca y en su redor Maya y Dïone.
triunfo por el cual lloro con frecuencia
mis pecados y el pecho me golpeo, Y se me apareció el templar de Júpiter
entre el padre y el hijo: y vi allí claro
puesto y quitado en tanto tú no habrías las variaciones que hacen de lugares;
del fuego el dedo, en cuanto vi aquel signo
que al Toro sigue y dentro de él estuve. y de todos los siete puede ver
cuán grandes son, y cuánto son veloces,
Oh gloriosas estrellas, luz preñada y la distancia que existe entre ellos.
de gran poder, al cual yo reconozco
todo, cual sea, que mi ingenio debo, La era que nos hace tan feroces,
mientras con los Gemelos yo giraba,
nacía y se escondía con vosotras vi con sus montes y sus mares; luego
de la vida mortal el padre, cuando volví mis ojos a los ojos bellos.
sentí primero el aire de Toscana;
CANTO XXIII
y luego, al otorgarme la merced
de entrar en la alta esfera en que girais, Igual que el ave, entre la amada fronda,
vuestra misma region me cupo en suerte. que reposa en el nido entre sus dulces
hijos, la noche que las cosas vela,
Con devoción mi alma ahora os suspira,
para adquirir la fuerza suficiente que, por ver los objetos deseados
en este fuerte paso que la espera. y encontrar alimento que les nutra
-una dura labor que no disgusta-,
«Ya de la salvación están tan cerca
-me dijo Beatriz-- que deberías al tiempo se adelanta en el follaje,
tener los ojos claros y aguzados; y con ardiente afecto al sol espera,
mirando fijo a donde nace el alba;
por lo tanto, antes que tú más te enelles,
vuelve hacia abajo, y mira cuántos mundos así erguida se hallaba mi señora
debajo de tus pies ya he colocado; y atenta, dirigiéndose hacia el sitio
bajo el que el sol camina más despacio:
tal que tu corazón, gozoso cuanto
pueda, ante las legiones se presente y viéndola suspensa, ensimismada,
que alegres van por el redondo éter.» me puse como aquel que deseando
algo que quiere, se calma en la espera.
Recorrí con la vista aquellas siete
Mas poco fue del uno al otro instante del libro en que el pasado se consigna.
de que esperara, digo, y de que viera
que el cielo más y más resplandecía; Si ahora sonasen todas esas lenguas
que hicieron Polimnía y sus hermanas
Y Beatriz dijo: «¡Mira las legiones de su leche dulcísima más llenas,
del tyiunfo de Cristo y todo el fruto
que recoge el girar de estas esferas!» en mi ayuda, ni un ápice dirían
de la verdad, cantando la sonrisa
Pareció que le ardiera todo el rostro, santa y cuánto alumbraba al santo rostro.
y tanta dicha llenaba sus ojos,
que es mejor que prosiga sin decirlo. Y así al representar el Paraíso,
debe saltar el sagrado poema,
Igual que en los serenos plenilunios como el que halla cortado su camino.
con las eternas ninfas Trivia ríe
que coloran el cielo en todas partes, Mas quien considerase el arduo tema
y los humanos hombros que lo cargan,
vi sobre innumerables luminarias que no censure si tiembla debajo:
un sol que a todas ellas encendía,
igual que el nuestro a las altas estrellas; no es derrotero de barca pequeña
el que surca la proa temeraria,
y por la viva luz transparecía ni para un timonel que no se exponga.
la luciente sustancia, tan radiante
a mi vista, que no la soportaba. «¿Por qué mi rostro te enamora tanto,
que al hermoso jardín no te diriges
¡Oh Beatriz, mi guía dulce y cara! que se enflorece a los rayos de Cristo?
Ella me dijo: «Aquello que te vence
es virtud que ninguno la resiste. Este es la rosa en que el verbo divino
carne se hizo, están aquí los lirios
Allí están el poder y la sapiencia con cuyo olor se sigue el buen sendero.»
que abrieron el camino entre la tierra
y el cielo, tanto tiempo deseado.» Así Beatriz; y yo, que a sus consejos
estaba pronto, me entregué de nuevo
Cual fuego de la nube se desprende a la batalla de mis pobres ojos.
por tanto dilatarse que no cabe,
y contra su natura cae a tierra, Como a un rayo de sol, que puro escapa
desgarrando una nube, ya un florido
mi mente así, después de aquel manjar, prado mis ojos, en la sombra, vieron;
hecha más grande salió de sí misma,
y recordar no sabe qué se hizo. vi así una muchedumbre de esplendores,
desde arriba encendidos por ardientes
«Los ojos abre y mira cómo soy; rayos, sin ver de dónde procedían.
has contemplado cosas, que te han hecho
capaz de sostenerme la sonrisa.» ¡Oh, benigna virtud que así los colmas,
para darme ocasión a que te viesen
Yo estaba como aquel que se resiente mis impotentes ojos, te elevaste!
de una visión que olvida y que se ingenia
en vano a que le vuelva a la memoria, El nombre de la flor que siempre invoco
mañana y noche, me empujó del todo
cuando escuché esta invitación, tan digna a la contemplación del mayor fuego;
de gratitud, que nunca ha de borrarse
y cuando reflejaron mis dos ojos que el deleite de mí no se partía.
el cuál y el cuánto de la viva estrella
que vence arriba como vence abajo, ¡Ah, cuánta es la abundancia que se encierra
en las arcas riquísimas que fueron
por entre el cielo descendió una llama tan buenas sembradoras aquí abajo!
que en círculo formaba una corona
y la ciñó y dio vueltas sobre ella. Allí se vive y goza del tesoro
conseguido llorando en el destierro
Cualquier canción que tenga más dulzura babilonio, en que el oro desdeñaron.
aquí abajo y que más atraiga al alma,
semeja rota nube que tronase, Allí trïunfa, bajo el alto Hijo
de María y de Dios, de su victoria,
si al son de aquella lira lo comparo con el antiguo y el nuevo concilio
que al hermoso zafiro coronaba el que las llaves de esa gloria guarda.
del que el más claro cielo se enzafira.
CANTO XXIV
«Soy el amor angélico, que esparzo
la alta alegría que nace del vientre «Oh compañía electa a la gran cena
que fue el albergue de nuestro deseo; del bendito Cordero, el cual os nutre
de modo que dais siempre saciadas,
y así lo haré, reina del cielo, mientras
sigas tras de tu hijo, y hagas santa si por gracia de Dios éste disfruta
la esfera soberana en donde habitas.» de aquello que se cae de vuestra mesa,
antes de que la muerte el tiempo agote,
Así la melodía circular
decía, y las restantes luminarias estar atentos a su gran deseo
repetían el nombre de María. y refrescarle un poco: pues bebéis
de la fuente en que mana lo que él piensa.»
El real manto de todas las esferas
del mundo, que más hierve y más se aviva Así Beatriz; y las gozosas almas
al aliento de Dios y a sus mandatos, se hicieron una esfera en polos fijos,
llameando, al igual que los cometas.
tan encima tenía de nosotros
el interno confín, que su apariencia Y cual giran las ruedas de un reloj
desde el sitio en que estaba aún no veía: así que, a quien lo mira, la primera
parece quieta, y la última que vuela;
y por ello mis ojos no pudieron
seguir tras de esa llama coronada así aquellas coronas, diferente-
que se elevó a la par que su simiente. mente danzando, lentas o veloces,
me hacían apreciar sus excelencias.
Y como el chiquitín hacia la madre
alarga, luego de mamar, los brazos De aquella que noté más apreciada
por el amor que afuera se le inflama, vi que salía un fuego tan dichoso,
que de más claridad no hubo ninguno;
los fulgc>res arriba se extendieron
con sus penachos, tal que el alto afecto y tres veces en torno de Beatriz
que a María tenían me mostraron. dio vueltas con un canto tan divino,
que mi imaginación no lo repite.
Permanecieron luego ante mis ojos
Regina caeli, cantando tan dulce Y así salta mi pluma y no lo escribo:
pues la imaginativa, a tales pliegues,
no ya el lenguaje, tiene un color burdo. fe es la sustancia de lo que esperamos,
y el argumento de las invisibles;
«¡Oh Santa hermana mía que nos ruegas pienso que ésta es su esencia verdadera.»
devota, por tu afecto tan ardiente
me he separado de esa hermosa esfera.» Entonces escuché: «Bien lo has pensado,
si comprendes por qué entre las sustancias,
Tras detenerse, aquel bendito fuego, luego en los argumentos la coloca.»
dirigió a mi señora sus palabras,
que hablaron en la forma que ya he dicho. Y respondí: «Las cosas tan profundas
que aquí me han ofrecido su apariencia,
Y ella: «Oh luz sempiterna del gran hombre están a los de abajo tan ocultas,
a quien Nuestro Señor dejó las llaves,
que él llevó abajo, de esta ingente dicha, que sólo está su ser en la creencia,
sobre la cual se funda la esperanza;
sobre cuestiones serias o menudas, y por ello sustancia la llamamos.
a éste examina en torno de esa fe,
por lo cual sobre el mar tú caminaste. Y de esto que creemos es preciso
silogizar, sin más pruebas visibles:
Si él ama bien, y bien cree y bien espera, por ello la llamamos argumento.»
no se te oculta, pues la vista tienes
donde se ve cualquier cosa pintada, Escuché entonces: «Si cuanto se adquiere
por la doctrina abajo, así entendierais,
pero como este reino ha hecho vasallos no cabría el ingenio del sofista.»
por la fe verdadera, es oportuno
que la gloríe más, hablando de ella.» Así me dijo aquel amor ardiente;
luego añadió: «Muy bien has sopesado
Tal como el bachiller se arma y no habla el peso y la aleación de esta moneda;
hasta que hace el maestro la pregunta,
argumentando, mas sin definirla, mas dime si la llevas en la bolsa.»
«Sí -dije , y tan brillante y tan redonda,
yo me armaba con todas mis razones, que en su cuño no cabe duda alguna.»
mientras ella le hablaba, preparado
a tal cuestionador y a tal examen. Luego salió de la luz tan profunda
que allí brillaba: «Esta preciosa gema
«Di, buen cristiano, y hazlo sin rodeos: que de toda virtud es fundamento,
¿qué es la fe?» Por lo cual alcé la frente
hacia la luz que dijo estas palabras; ¿de dónde te ha venido?» Y yo: «Es la lluvia
del Espíritu Santo, difundida
luego volví a Beatriz, y aquella un presto sobre viejos y nuevos pergaminos,
signo me hizo de que derramase
afuera el agua de mi fuente interna. el silogismo que esto me confirma
con agudeza tal, que frente a ella
«La gracia que me otorga el confesarme cualquier demostración parece obtusa.»
-le dije con el alto primopilo,
haga que bien exprese mis conceptos.» Y después escuché: «¿La antigua y nueva
proposición que así te han convencido
Y luego: «Cual la pluma verdadera por qué las tienes por habla divina?»
lo escribió, padre, de tu caro hermano
que contigo fue guía para Roma, Y yo: «Me lo confirman esas obras
que las siguieron, a las que natura que con ardiente espíritu escribisteis;
ni bate el yunque ni calienta el hierro.»
y creo en tres personas sempiternas,
«Dime -me respondió- ¿quién te confirma y en una esencia que es tan una y trina,
que hubiera aquellas obras? Pues el mismo que el "son" y el "es" admite a un mismo
que lo quiere probar, sin más, lo jura.» tiempo.

Si el mundo al cristianismo se ha inclinado, Con la profunda condición divina


-le dije sin milagros, esto es uno que ahora toco, la mente me ha sellado
aún cien veces más grande que los otros: la doctrina evangélica a menudo.

pues tú empezaste pobre y en ayunas Aquí comienza todo, esta es la chispa


en el campo a sembrar la planta buena que en vivaz llama luego se dilata,
que fue antes vid y que ahora se ha hecho y brilla en mí cual en el cielo estrella.»
zarza.»
Como el señor que escucha algo agradable,
Esto acabado, la alta y santa corte después abraza al siervo, complacido
cantó por las esferas: «Dio Laudamo» por la noticia, cuando aquél se calla;
con esas notas que arriba se cantan.
de este modo, cantando, me bendijo,
Y aquel varón que así de rama en rama, ciñéndome tres veces al callarme,
examinando, me había llevado, la apostólica luz, que me hizo hablar:
cerca ya de los últimos frondajes, ¡tanto le complacieron mis palabras!

volvió a decir: «La Gracia que enamora CANTO XXV


tu mente, ha hecho que abrieras la boca
hasta aquí como abrirse convenía, Si sucediera que el sacro poema
en quien pusieron mano tierra y cielo,
de tal forma que apruebo lo que has dicho; y me ha hecho enflaquecer por muchos años,
mas explicar qué crees debes ahora,
y de dónde te vino la creencia.» venciera la crueldad que me ha exiliado
del bello aprisco en el que fui cordero,
«Santo padre, y espíritu que ves de los hostiles lobos enemigo;
aquello en que creíste, de tal modo,
que al más joven venciste hacia el sepulcro, con otra voz entonces y cabellos,
poeta volveré, y sobre la fuente
tú quieres --comencé- que manifieste de mi bautismo habrán de coronarme;
aquí la forma de mi fe tan presta,
y también su motivo preguntaste. porque en la fe, que hace que conozcan
a Dios las almas, aquí vine, y luego
Y te respondo: creo en un Dios solo Pedro mi frente rodeó por ella.
y eterno, que los cielos todos mueve
inmóvil, con amor y con deseo; Después vino una luz hacia nosotros
de aquella esfera de la que salió
y a tal creer no tengo sólo prueba el primer sucesor que dejó Cristo;
física o metafísica, también
me la da la verdad, que aquí nos llueve y mi Señora llena de alegría
me dijo: «Mira, mira ahí al barón
por Moisés, por profetas y por salmos, por quien abajo visitan Galicia.»
y por el Evangelio y por vosotros
Tal como cuando el palomo se pone antes de concluir en su milicia.
junto al amigo, y uno y otro muestra
su amistad, al girar y al arrullarse; Los otros puntos, que no por saber
le preguntaste, mas para que muestre
así yo vi que el uno al otro grande lo mucho que te place esta virtud,
príncipe glorïoso recibía,
loando el pasto que allí se apacienta. a él se los dejo, pues que son sencillos
y no se jactará; que él os responda,
Mas concluyendo ya los parabienes, y esto merezca la divina gracia.»
callados coram me se detuvieron,
tan ígneos que la vista me vencían. Como el alumno que al doctor secunda
pronto y con gusto en eso que es experto,
Entonces dijo Beatriz riendo: para que se demuestre su valía.
«Oh ínclita alma por quien se escribiera
la generosidad de esta basílica, «La esperanza -repuse es cierta espera
de la gloria futura, que produce
haz que resuene en lo alto la esperanza: la gracia con el mérito adquirido.
puedes, pues tantas veces la has mostrado,
cuantas jesús os prefirió a los tres.» Muchas estrellas me han dado esta luz;
mas quien primero la infundió en mi pecho
«Alza el rostro y sosiega, pues quien viene fue el supremo cantor del rey supremo.
desde el mundo mortal hasta aquí arriba,
en nuestros rayos debe madurarse.» "Que esperen en ti --dice en su divino
cántico- los que saben de tu nombre":
Este consuelo del fuego segundo ¿quién que tenga mi fe no lo conoce?
me vino; y yo miré a aquellos dos montes
que me abatieron antes con su peso. Y con su inspiración tú me inspiraste
con tu carta después; y ahora estoy lleno,
«Pues nuestro emperador te ha concedido y en los otros revierto vuestra lluvia.»
que antes de muerto puedas con sus condes
avistarte en la sala más secreta, Dentro del vivo seno, cuando hablaba,
de aquel incendio tremolaba un fuego
y viendo la verdad de este palacio, raudo y súbito a modo de relámpago.
la esperanza, que abajo os enamora,
a ti y a otros pueda consolaros, Luego dijo: «El amor en que me inflamo
aún por la virtud que me ha seguido
dime qué es, y di cómo florece hasta el fin del combate y el martirio,
en tu mente: y de dónde te ha venido.»
Así continuó la luz segunda. aún quiere que te hable, pues te gozas
con ella, y me complace que me digas
Y la piadosa que guió las plumas qué es lo que la esperanza te promete.»
de mis alas a vuelo tan cimero,
previno de este modo mi respuesta: Y yo: «Los nuevos y los viejos textos
fijan la meta, y esto me lo indica,
«La iglesia militante hijo ninguno de quien desea ser de Dios amigo.
tiene que más espere, como escrito
está en el sol que alumbra nuestro ejército: Dice Isaías que todos vestidos
en su patria estarán con dobles vestes:
por eso le otorgaron que de Egipto ¿y es que esta dulce vida no es su patria?
venga a Jerusalén para que vea,
Y tu hermano de forma aún más patente, que se formaba del sonido triple,
al hablar de las blancas vestiduras,
esta revelación nos manifiesta. como para evitar riesgo o fatiga,
los remos que en el agua golpeaban,
Y primero, después de estas palabras, todos se aquietan al sonar de un silbo.
«Sperent in te» se oyó sobre nosotros;
y replicaron todos los benditos. ¡Qué grande fue mi turbación entonces,
al volverme a Beatriz para mirarla,
Luego tras esto se encendió una luz y no la pude ver, aunque estuviese
tal que, si en Cáncer tal fulgor hubiese, en el mundo feliz, y junto a ella!
sólo un día sería el mes de invierno.
CANTO XXVI
Y como se alza y va y entra en el baile
una cándida virgen, para honrar Mientras yo deslumbrado vacilaba,
a la novicia, y no por vanagloria, de la fúlgida llama deslumbrante
salió una voz a la que me hice atento.
así vi yo al encendido esplendor
acercarse a los dos que daban vueltas «En tanto que retorna a ti la vista
al ritmo que su ardiente amor marcaba. que por mirarme -dijo,--- has consumido,
bueno será que hablando la compenses.
Se ajustó allí a su canto y a su rueda;
y atenta los miraba mi señora, Empieza pues; y di a dónde diriges
como una esposa inmóvil y callada. tu alma, y date cuenta que tu vista
está en ti desmayada y no difunta:
«Es éste quien yaciera sobre el pecho
de nuestro pelicano, y éste fue porque la dama que por la sagrada
desde la cruz propuesto al gran oficio.» región te lleva, en la mirada tiene
la virtud de la mano de Ananías.»
Dijo así mi señora; mas por esto
su vista no dejó de estar atenta «A su gusto -repuse pronto o tarde
despues como antes de que hubiera hablado. venga el remedio, pues que fueron puertas
que ella cruzó con fuego en que ardo siempre
Como es aquel que mira y que pretende
ver eclipsarse el sol por un momento, El bien que hace la dicha de esta corte,
y que, por ver, no vidente se vuelve es Alfa y es O de cuanta escritura
lee en mí el Amor o fuerte o levemente.»
con el último fuego hice lo mismo
hasta que se me dijo: «¿Por qué ciegas Aquella misma voz que los temores
para ver una cosa que no existe? del súbito cegar me hubo quitado,
a que siguiese hablando me animaba;
Mi cuerpo es tierra en tierra, y lo será
con todos los demás, hasta que el número y dijo: «Por aún más angosta criba
al eterno propósito se iguale. te conviene cerner; decirnos debes
quién a tal blanco dirigió tu arco.»
Con las dos vestes en el santo claustro
sólo están las dos luces que ascendieron; Y yo: «Por filosóficas razones
y esto habrás de decir en vuestro mundo.» y por la autoridad que de ellas baja
tal amor ha debido en mí imprimirse:
Con esta voz el inflamado giro
se detuvo y con él la mezcolanza que el bien en cuanto bien, al conocerse,
nos enciende el amor, tanto más grande
cuanta mayor bondad en sí retiene. Cuando callé, un dulcísimo canto
resonó por el cielo, y mi señora
Y así a una esencia que es tan ventajosa, «Santo, santo», decía con los otros.
que todo bien que esté fuera de ella
no es nada más que un brillo de su rayo, Y como ahuyenta el sueño una luz viva,
pues la vista se acerca al resplandor
más que a otra es preciso que se mueva que atraviesa membrana tras membrana,
la mente, amando, de los que conocen
la verdad que esta prueba fundamenta. y al despertado aturde lo que mira,
pues tan torpe es la súbita vigilia
Tal verdad demostró a mi entendimiento mientras la estimativa no le ayuda;
aquel que me enseñó el amor primero
de todas las sustancias sempiternas. lo mismo de mis ojos cualquier mota
me quitaron los ojos de Beatriz,
Lo demostró la voz del Creador con rayos que mil millas refulgían:
que a Moisés dijo hablando de sí mismo:
«Yo haré que veas el poder supremo.» y vi después mucho mejor que antes;
y casi estupefacto pregunté
Y tú lo demostraste, al comenzar por una cuarta luz tras de nosotros.
el alto pregón que grita el arcano
de aquí allá abajo más que cualquier otro. Y mi señora: «Dentro de ese rayo
goza de su hacedor la primer alma
Y escuché: «Por la humana inteligencia que hubo creado la primer potencia.»
y por la autoridad con él concorde,
de tu amor tiende a Dios lo soberano. Como la fronda que inclina su copa
del viento atravesada, y la levanta
Mas dime aún si sientes otras cuerdas por la misma virtud que la endereza,
que a él te atraigan, de modo que me digas
con cuántos dientes este amor te muerde.» hice yo mientras ella estaba hablando,
asombrado, y después me recobré
No estaba oculta la santa intención con las ganas de hablar en las que ardía.
del Águila de Cristo, y me di cuenta
a qué tema quería conducirme. «Oh fruto que maduro únicamente
fuiste creado --dije , antiguo padre
Por eso repliqué: «Cuantos mordiscos de quien cualquier esposa es hija y nuera,
pueden volver a Dios un corazón,
juntos mi caridad han fomentado: con la más grande devoción te pido
que me hables: advierte mi deseo,
que el que yo exista y el que exista el mundo, que no lo expreso para oírte antes.»
la muerte que Él sufrió y por la que vivo,
y lo que esperan como yo los fieles, Un animal a veces en un saco
se revuelve de modo que sus ansias
con el conocimiento que antes dije, se advierten al mirar lo que le cubre;
me han sacado del mar del falso amor,
y del derecho me han puesto en la orilla. y de igual forma el ánima primera
escondida en su luz manifestaba
Las frondas que enfrondecen todo el huerto cuán gustosa quería complacerme.
del eterno hortelano, yo amo tanto,
cuanto es el bien que de Él desciende a ellas.» Y dijo: «Sin que lo hayas proferido,
mejor he comprendido tu deseo a la sexta en que el sol cambia el cuadrante.»
que tú cualquiera cosa verdadera;
CANTO XXVII
porque la veo en el veraz espejo
que hace de sí reflejo en otras cosas, «.Al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo
mas las otras en él no se reflejan. -empezó- Gloria» -todo el Paraíso,
de tal modo que el canto me embriagaba.
Quieres oír cuánto hace que me puso
Dios en el bello Edén, desde donde ésta Lo que vi parecía una sonrisa
a tan larga subida te dispuso, del universo; y mi embriaguez por esto
me entraba por la vista y el oído.
y cuánto fue el deleite de mis ojos,
y la cierta razón de la gran ira, ¡Oh inefable alegría! ¡Oh dulce gozo!
y el idioma que usé y que inventé. ¡Oh de amor y de paz vida completa!
¡Oh sin deseo riqueza segura!
Ahora, hijo mío, no el probar del árbol
fue en sí misma ocasión de tanto exilio, Delante de mis ojos encendidas
mas sólo el que infringiese lo ordenado. las cuatro antorchas vi, y la que primero
vino, empezó a avivarse de repente,
Donde tu dama sacara a Virgilio,
cuatro mil y tres cientas y dos vueltas y su aspecto cambió de tal manera,
de sol tuve deseos de este sitio; cual cambiaría jove si él y Marte
cambiaran su plumaje siendo pájaros.
y le vi que volvía novecientas
treinta veces a todas las estrellas La providencia, que allí distribuye
de su camino, cuando en tierra estaba. cargas y oficios, al dichoso coro
puesto había silencio en todas partes,
La lengua que yo hablaba se extingió
aun antes que a la obra inconsumable cuando escuché: «Si mudo de color
la gente de Nembrot se dedicara: no debes asombrarte, pues a todos
éstos verás cambiarlo mientras hablo.
que nunca los efectos racionales,
por el placer humano que los muda Quien en la tierra mi lugar usurpa,
siguiendo al cielo, duran para siempre. mi lugar, mi lugar que está vacante
en la presencia del Hijo de Dios,
Es obra natural que el hombre hable;
pero en el cómo la naturaleza en cloaca mi tumba ha convertido
os deja que sigáis el gusto propio. de sangre y podredumbre; así el perverso
que cayó desde aquí, se goza abajo.»
Antes que yo bajase a los infiernos,
I se llamaba en tierra el bien supremo Del color con que el sol contrario pinta
de quien viene la dicha que me embarga; por la mañana y la tarde las nubes,
entonces vi cubrirse todo el cielo.
Y Él después se llamó: y así conviene,
que es el humano uso como fronda Y cual mujer honrada que está siempre
en la rama, que cae y que otra brota. segura de sí misma, y culpas de otras,
sólo con escucharlas, ruborizan,
En el monte que más del mar se alza,
con vida pura y deshonesta estuve, así cambió el semblante de Beatriz;
desde la hora primera a la que sigue y así creo que el cielo se eclipsara
cuando sufrió la suprema potencia. Con mis ojos seguia sus semblantes,
hasta que la distancia, al ser ya mucha,
Luego continuaron sus palabras les impidió seguir detrás de ellos.
con una voz cambiada de tal forma,
que más no había cambiado el semblante: Por ello mi señora, al verme libre
de mirar hacia arriba, dijo: «Baja
«No fue nutrida la Esposa de Cristo la vista y mira cuánta vuelta has dado.»
con mi sangre, de Lino, o la de Cleto,
para ser en el logro de oro usada; Desde el momento en que mire primero
vi que había corrido todo el arco
mas por lograr este vivir gozoso que hace del medio al fin el primer clima;
Sixto y Urbano y Pío y Calixto
tras muchos sufrimientos la vertieron. viendo, pasado Cádiz, la insensata
ruta de Ulises, y la playa donde
No fue nuestra intención que a la derecha fue dulce carga Europa al otro lado.
de nuestros sucesores, se sentara
parte del pueblo, y parte al otro lado; Y hubiera descubierto aún más lugares
de aquella terrezuela, pero el sol
ni que las llaves que me confiaron, bajo mis pies distaba más de un signo.
se volvieran escudo en los pendones
que combatieran contra bautizados; La mente enamorada, que requiebra
siempre a mi dama, más que nunca ardía
ni que yo fuera imagen en los sellos, por dirigir de nuevo a ella mis ojos;
de privilegios vendidos y falsos,
que tanto me avergüenzan y me irritan. y si es el cebo el arte o la natura
que atrae los ojos, y la mente atrapan
En traje de pastor lobos rapaces ya con la carne viva o ya pintada,
desde aquí pueden verse prado a prado:
Oh protección divina, ¿por qué duerme? juntas nada serían comparadas
al divino placer que me alumbró,
Cahorsinos y Gascones se apresuran al dirigirme a sus ojos rientes.
a beber nuestra sangre: ¡oh buen principio,
a qué vil fin has venido a parar! Y el vigor que me dio aquella mirada,
me dio impulso hasta el cielo más veloz
Pero la providencia, que de Roma al separarme del nido de Leda.
con Escipión guardar la gloria pudo,
pronto nos salvará, según lo pienso; Sus partes mas cercanas o distantes
son tan iguales, que decir no puedo
y tú, hijo mío, que a la tierra vuelves la que escogió Beatriz para mi entrada.
por tu peso mortal, abre la boca,
y tú no escondas lo que yo no escondo.» Mas ella que veía mis deseos,
empezó con sonrisa tan alegre,
Cual vapores helados nos envía cual si Dios en su rostro se gozase:
abajo el aire nuestro, cuando el cuerno
de la cabra del cielo el sol tropieza, «El ser del mundo, que detiene el centro
y hace girar en torno a lo restante,
así yo vi que el éter adornado tiene aquí su principio como meta;
subía despidiendo los vapores
triunfantes, que estuvieron con nosotros. y este cielo no tiene más comienzo
que la mente divina, donde prende
la influencia y amor que él llueve y gira.
CANTO XXVIII
El amor y la luz, a éste rodean
como a los otros éste; y solamente Luego que contra la vida presente
a este círculo entiende quien lo ciñe. de los ruines mortales, me mostró
la verdad quien mi mente emparaísa,
Su movimiento no mide con otro,
pero los otros se miden con éste, cual la llama de un hacha en un espejo
cual se divide el diez por dos o cinco; ve quien con ella por detrás se alumbra,
antes de que la vea o la imagine,
y cómo el tiempo tenga en este vaso
su raíz y en los otros la enramada, y atrás se vuelve para ver si el vidrio
ahora podrás saberlo claramente. le dice la verdad, y ve que casa
con ella cual la música y su texto;
¡Oh tú, concupiscencia que en tu seno
los mortales ahogas, sin que puedan de igual forma recuerda mi memoria
sacar los ojos fuera de tus ondas! que hice mirando a los hermosos ojos
donde hizo Amor su cuerda para herirme.
La voluntad florece en los humanos;
mas la lluvia constante hace volverse Y al volverme y al golpear los míos
endrinas las ciruelas verdaderas. lo que en aquellos cielos aparece,
cada vez que en sus giros se repara,
La inocencia y la fe sólo en los niños
se encuentran repartidas; luego escapan vi un punto que irradiaba tan aguda
antes de que se cubran las mejillas. luz, que la vista que enfocaba en ella
por tan grande agudeza se cerraba;
Tal, aún balbuciente, guarda ayuno,
y luego traga, con la lengua suelta, y la estrella que aquí menor parece,
cualquier comida bajo cualquier luna; luna parecería junto a ella,
si se pusieran una junto a otra.
y tal, aún balbuciente, ama y escucha
a su madre, y teniendo el habla entera, Acaso tanto cuanto cerca vemos
verla en la sepultura desearía. de su halo la luz que lo desprende
cuando son más espesos sus vapores,
Así se vuelve negra la piel blanca
en el rostro de aquella hermosa hija distante de ese punto un círculo ígneo
de quien lleva la noche y trae el día. giraba tan veloz, que vencería
el curso que más raudo el mundo ciñe;
Y tú, para que de esto no te asombres,
piensa que no hay quien en la tierra mande; y aquél era por otro rodeado,
y así se pierde la humana familia. y de un tercero aquél, y éste de un cuarto,
de un quinto el cuarto, y por un sexto el
Mas antes de que enero desinvierne, quinto.
por la centésima parte olvidada,
de tal manera rugirán los cielos, El séptimo seguía tan extenso
sobre ellos, que de Juno el emisario
que la tormenta que tanto se espera, abarcarlo del todo no podría.
donde la popa está pondrá la proa,
y así la flota marchará derecha; Y el octavo, y el nono; y cada uno
y tras las flores vendrán buenos frutos. más lento se movía, cuanto estaba
en número del uno más distante; y si aplicaras pues a la virtud
tus medidas, y no a las apariencias
y una más clara llama desprendía de los seres que en círculo se muestran,
el más cercano de la lumbre pura,
pues más, yo creo, de ella participa. la proporción perfecta admirarías
de más con más, y de menor con menos,
Al verme preocupado mi señora cada cielo, con cada inteligencia.»
y sorprendido, dijo: «De ese punto
depende el cielo y toda la natura. Como se queda espléndido y sereno
el aéreo hemisferio cuando sopla
Ve el círculo que está de él más cercano; Bóreas con su mejilla más suave,
y sabrás que tan rápido se mueve
por el amor ardiente que le impulsa.» y se disuelven y limpian las brumas
que le turbaban, y sonríe el cielo
«Si estuviera dispuesto --dije el mundo con las bellezas todas de su corte;
con el orden que veo en estas ruedas,
satisfecho me habría lo que dices; así hice yo, después que mi señora
tan claro respondió, y como en el cielo
mas el mundo sensible nos enseña brilla una estrella supe la verdad.
que las vueltas son tanto más veloces,
cuanto del centro se hallan más lejanas. Y cuando terminaron sus palabras,
no de otro modo el hierro centellea
Por lo cual, si debiera terminarse candente, cual los círculos hicieron.
mi desear en este templo angélico
que sólo amor y luz lo delimitan, Su incendio cada chispa propagaba;
y tantas eran, que el número de ellas
aún debiera escuchar cómo el ejemplo más que el doblar del ajedrez subía.
y su copia no marchan de igual modo,
que en vano por mí mismo pienso en ello.» Yo escuchaba hosanar de coro en coro
al punto fijo que los tiene ubi
«Si tus dedos no son para tal nudo y siempre los tendrá, en que siempre fueron.
suficientes, no debes extrañarte,
¡tan difícil lo ha hecho el no intentarlo!» Y aquella que las dudas de mi mente
sabía, dijo: «Los primeros círculos
Dijo así mi señora; y luego: «Atiende te muestran Serafines y Querubes.
si es que quieres saciarte, a lo que digo;
y sobre estas cuestiones sutiliza. Tras sus vínculos siguen tan aprisa
por parecerse al punto cuanto puedan;
Las esferas corpóreas son más amplias y tanto pueden cuanto están más altos.
o estrechas según sea la virtud
que se difunde por todas sus partes. Esos amores que en torno se encuentran,
llámanse Tronos del poder divino,
Da una bondad mayor mayores bienes; y acaba en ellos el primer ternario;
y a un bien mayor contiene un mayor cuerpo,
siendo sus partes igual de perfectas. y deberás saber que todos gozan
cuando se profundiza su mirada
Así pues este círculo que arrastra en la verdad que aquieta el intelecto.
todo el otro universo, corresponde
con aquel que más ama y que más sabe: De aquí se puede ver cómo se funda
la beatitud en el acto de ver,
no en el de amar, que detrás de aquél viene; muda estuvo Beatriz mirando fijo
el punto que me había derrotado.
y del ver son los méritos medida,
que genera la gracia y buen deseo: Dijo después: «Diré, sin que preguntes,
así es como sucede grado a grado. lo que quieres oír, porque lo he visto
donde convergen todo quando y ubi.
El siguiente ternario que florece
en esta sempiterna primavera No por acrecentar sus propios bienes,
que nocturno carnero no despoja, que es imposible, mas porque su luz
pudiese, en su esplendor decir "Subsisto",
perpetuamente «Hosanna» jubilea
en triple melodía, por los tres allí en su eternidad, fuera de toda
órdenes de alegría en que se enterna. comprensión y de tiempo, libremente,
se abrió en nuevos amores el eterno.
En esa jerarquía hay otras diosas:
Dominaciones, y después Virtudes; No es porque antes ocioso estuviera;
de Potestades es el tercer orden. pues ni después ni antes precedió
el discurrir de Dios sobre estas aguas.
Luego en los dos penúltimos festejos
Principados y Arcángeles dan vueltas; Forma y materia, ya puras o juntas,
todo el último de ángeles dichosos. salieron a existir sin fallo alguno,
como de arco tricorde tres saetas.
Estos órdenes miran a lo alto,
y abajo tanto influyen, que hacia Dios Y como en vidrio, en ámbar o en cristales
son arrastrados y de todo arrastran. el rayo resplandece, de tal modo
que el llegar y el lucir es todo en uno,
Y Dionisio con tanto deseo
a contemplar se dedicó estos órdenes de igual forma irradió el triforme efecto
que como yo, los nombra y los distingue. de su Sir a su ser a un tiempo mismo
sin que hubiese ninguna diferencia.
Pero de él se apartó luego Gregorio;
y en cuanto abrió los ojos en el cielo Concreado fue el orden y dispuesto
de sí mismo por esto se reía. a las sustancias; y del mundo cima
fueron aquellas hechas acto puro;
Y si mostrado fue tanto secreto
por un mortal, no quiero que te admires: a la potencia pura puso abajo;
porque se lo enseñó quien vio aquí arriba, la potencia y el acto, en medio, atadas
y otras muchas verdades de este mundo!» tal nudo que jamás se desanuda.

CANTO XXIX Jerónimo escribió que muchos siglos


antes fueron los ángeles creados
Cuando uno y otro hijo de Latona, de que el resto del mundo fuera hecho;
por debajo de Libra y del Carnero,
son límites los dos de un horizonte, mas en muchos parajes que escribieron
los inspirados, se halla esta verdad;
cuanto hay desde el momento de equilibrio y si bien juzgas te avendrás a ello;
hasta que el uno u otro de aquel cinto,
cambiando de hemisferio, se desata, y en parte la razón también lo prueba,
pues no admite motores que estuviesen
tanto, la risa pintada en su rostro, sin su perfecto estado mucho tiempo.
creyendo y no creyendo en lo que dicen;
Ya sabes dónde y cuándo estos amores pero éstos tienen más vergüenza y culpa.
y cómo fueron hechos: ya apagados
tres ardores ya están en tu deseo. Vais por distintas rutas los que abajo
filosofáis: pues que os empuja tanto
Hasta veinte, contando, no se llega el afán de que os tengan como sabios.
tan pronto, como parte de los ángeles
turbó el más bajo de los elementos. Y aún esto es admitido aquí en lo alto
con un rigor menor que si se olvida
La otra quedóse, y dio comienzo el arte la sagrada escritura o se confunde.
que puedes ver, y con tanto deleite,
que de sus giros nunca se ha apartado. No meditáis en cuánta sangre cuesta
sembrarla allá en el mundo, y cuánto agrada
La ocasión de caer fue la maldita el que con ella humilde se conforma.
soberbia de quien viste que oprimían
las pesadumbres todas de este mundo. Por la apariencia pruebas dan de ingenio
y de imaginación; y quien predica
Esos que ves aquí fueron humildes, dase a esto y se calla el Evangelio.
admitiendo existir por la bondad
que a tanto conocer hizo capaces: Que se volvió la luna, dice el uno,
en la pasión de Cristo, y se interpuso
por lo que fue su vista acrecentada para ocultar la luz del sol abajo;
por méritos y gracia iluminante,
y tienen voluntad constante y plena; y otro que por sí misma se escondió
la luz, y que en la India y en España
y no quiero que dudes, mas que sepas, hubo eclipse lo mismo que en Judea.
que recibir la gracia es meritorio
según como el afecto la recibe. No hay en Florencia tantos Lapi y Bindi
cuantas fábulas tales en un año,
Por lo que a este colegio se refiere aquí y allá en los púlpitos se gritan:
ya comprendes bastante, si entendiste
lo que te dije, ya sin otra ayuda. y así las ovejuelas, que no saben,
vuelven del prado pacidas de viento,
Mas como en las escuelas de la tierra y que el daño no vean no es excusa.
se enseña que la angélica natura
es tal que entiende, que recuerda y quiere, No dijo a su primer convento Cristo:
"Id y patrañas predicad al mundo";
aún te diré, para que pura sepas sino les dio cimientos de certeza;
la verdad, que allí abajo se confunde,
porque equivocan los significados. y ésta sonó en sus bocas solamente,
de modo que luchando por la fe
Estas sustancias, desde que gozaron del Evangelio escudo y lanza hicieron.
de la cara de Dios, no apartan de ella
la mirada, a quien nada está escondido: Y ahora con bufonadas y con trampas
se predica, y con tal que cause risa,
Así pues no interceptan su mirada la capucha se hincha y más no pide.
nuevos objetos, y no necesitan
recordar con conceptos divididos;
Mas tal pájaro anida en el capuz,
y así allá abajo, sin dormir, se sueña, que si lo viese el vulgo, allí vería
qué indulgencias tendrá confiando en ése: en torno al punto que antes me cegara,
creyéndolo incluido en lo que incluye,
que en la tierra acrecientan la estulticia,
de tal manera que, sin prueba alguna se apagó poco a poco de mi vista;
de su certeza, corren tras de ellas. por lo cual el amor y el no ver nada
me hicieron que a Beatriz volviera el rostro.
Esto engorda al cebón de San Antonio,
y a otros muchos más cerdos todavía, Si cuanto de ella he dicho hasta el presente
que pagan con monedas no acuñadas. fuese encerrado todo en una loa,
poco sería a conseguir mi intento.
Mas como es larga ya la digresión,
vuelve los ojos a la recta vía, La belleza que vi no sobrepasa
y se abrevien el tiempo y el camino. solamente a nosotros, mas yo creo
que sólo su creador la goce entera.
Esta naturaleza tanto aumenta
en número al subir, que no hay palabras Vencido me confieso en este paso
ni conceptos mortales que las sigan; más que nunca en un punto de su obra
fue superado el trágico o el cómico:
y si recuerdas lo que se revela
en Danïel, verás que en sus millares pues, como el sol la vista menos firme,
y millares su número se esconde. así el recuerdo de su dulce risa
a mí mismo me priva de mi mente.
La luz primera que toda la alumbra,
de tantas formas ella en sí recibe, Desde el día primero que su rostro
cual son las llamas a las que se une. en esta vida vi, hasta esta visión,
he podido seguirla con mi canto;
Y así, al igual que al acto que concibe
sigue el afecto, de amor la dulzura mas es forzoso que desista ahora
ardiente o tibio en ella es diferente. de seguir su belleza, poetizando,
cual todo artista que a su extremo llega.
Ve pues la excelsitud y la grandeza
del eterno poder, puesto que tantos Y ella, cual yo la dejo a voz más digna
espejos hizo en que multiplicarse, que la de mi trompeta, que se acerca
permaneciendo en sí uno como antes. a dar fin a materia tan difícil,

CANTO XXX con ademán y voz de guía experto


«Hemos salido ya -volvió a decirme-
Acaso a seis mil millas de distancia del mayor cuerpo al cielo que es luz pura:
hierve aquí la hora sexta, y este mundo
horizontal reclina ya la sombra, luz intelectüal, plena de amor;
amor del cierto bien, pleno de dicha;
cuando el centro del cielo, tan profundo, dicha que es más que todas las dulzuras.
se pone de tal forma, que en el fondo
van desapareciendo las estrellas; Aquí verás a una y otra milicia
del paraíso, y una de igual modo
y cuando se adelanta la sirviente que en el juicio final habrás de verla.»
clarísima del sol, apaga el cielo
una por una hasta la más hermosa. Como un súbito rayo que nos ciega
los visivos espíritus, e impide
No de otro modo el triunfo que se goza que vea el ojo aun cosas muy brillantes,
mis ojos, agachándome a las ondas,
así circumbrillóme una luz viva, que para enmejorarnos van fluyendo;
y cubrióme la cara con tal velo
de su fulgor, que nada pude ver. y en el momento que bebió de aquellas
el borde de mis párpados, creí
«El amor que este cielo tiene inmóvil que redonda se hacía su largura.
siempre recibe en él de igual manera,
por disponer una vela a su llama.» Después, como la gente enmascarada,
que otra que antes parece, si se quita
Apenas penetraron dentro de mí el semblante no suyo que la esconde,
estas breves palabras, comprendí
que sobre mi virtud estaba alzado; así en mayores gozos se trocaron
las chispas, y las flores, y ver pude
y de una vista nueva disfrutaba las dos cortes del cielo manifiestas.
tal, que ninguna luz es tan brillante,
que con mis ojos no la resistiera; ¡Oh divino esplendor por quien yo vi
el alto triunfo del reino veraz,
y vi una luz que un río semejaba ayúdame a decir cómo lo vi!
fulgiendo fuego, entre sus dos orillas
pintadas de admirable primavera. Hay arriba una luz que hace visible
el Creador a aquellas crïaturas
Salían del torrente chispas vivas, que en su visión tan sólo paz encuentran.
que entre las flores se desparramaban,
cual rubíes que el oro circunscribe; Y en circular figura se derrama,
tanto que al sol sería demasiado
después, como embriagadas del aroma, cinturón con su gran circunferencia.
al raudal asombroso se arrojaban
de nuevo, y si una entraba otra salía. De un rayo reflejado en lo más alto
del Primer Móvil viene su apariencia,
«El gran deseo que ahora te urge y quema, que de él recibe su poder y vida.
de que te diga qué es esto que ves,
más me complace cuanto más intento; Y cual loma en el agua de su base
se espejea cual viéndose adornada,
mas de este agua es preciso que bebas cuando de hierba y flores es más rica,
antes que tanta sed en ti se sacie.»
De este modo me habló el sol de mis ojos. superando a la luz en torno suyo,
vi espejearse en más de mil peldaños
Y después: «Son el río y los topacios cuanto arriba volvió de entre nosotros.
que entran y salen, y el prado riente,
sólo de su verdad velados prólogos. Y si el último grado luz tan grande
abarca, ¡cuál la anchura no sería
No que de suyo estén aún inmaduros; de esta rosa en las hojas más lejanas!
más el defecto está de parte tuya,
que aún no tienes visión tan elevada.» Mi vista ni en lo ancho ni en lo alto
desfallecía, comprendiendo todo
No hay un chiquillo que corra tan raudo el cuánto y cómo de aquella alegría.
con la vista a la leche, si despierta
mucho más tarde de lo que acostumbra, Allí el cerca ni el lejos quita o pone:
que donde Dios sin ministros gobierna,
como yo, para hacer mejor espejo las leyes naturales nada pueden.
donde su amor habita eternamente.
A lo amarillo de la rosa eterna,
que se degrada y se extiende y transmina Sus caras eran todas llama viva,
loas al sol que siempre es primavera, de oro las alas, y tan blanco el resto,
que no es por nieve alguna superado.
como a aquel que se calla y quiere hablar
me llevó Beatriz y dijo: «¡Mira Al bajar a la flor de grada en grada,
el gran convento de las vestes blancas! hablaban de la paz y del ardor
que agitando las alas adquirían.
Ve cómo abre su círculo este reino,
mira nuestros escaños tan repletos, El que se interpusiera entre la altura
que poca gente más aquí se espera. y la flor tanta alada muchedumbre
ni el ver nos impedía ni el fulgor:
Y en el gran trono en que pones los ojos,
por la corona que está sobre él puesta, pues la divina luz el universo
antes de que a estas bodas te conviden, penetra, según éste lo merece,
de tal modo que nada se lo impide.
vendrá a sentarse el alma, abajo augusta,
del gran Enrique, que a guiar a Italia Este seguro y jubiloso reino,
vendrá sin que a ésta encuentre preparada. que pueblan gentes antiguas y nuevas,
vista y amor a un punto dirigía.
Esa ciega codicia que os enferma
os ha vuelto lo mismo que al chiquillo ¡Oh llama trina que en sólo una estrella
que muere de hambre y echa a la nodriza. brillando ante sus ojos, las alegras!
¡Mira esta gran tempestad en que estamos!
Y habrá un prefecto en el foro divino
entonces tal, que oculto o manifiesto, Si viniendo los bárbaros de donde
no seguirá con él la misma ruta. todos los días de Hélice se cubre,
girando con su hijo, en quien se goza,
Mas Dios lo aguantará por poco tiempo
en la santa tarea, y será echado viendo Roma y sus arduos edificios,
donde Simón el mago el premio tiene, estupefactos se quedaban cuando
y hará al de Anagni hundirse más abajo. superaba Letrán toda obra humana;

CANTO XXXI yo, que desde lo humano a lo divino,


desde el tiempo a lo eterno había llegado,
En forma pues de una cándida rosa y de Florencia a un pueblo sano y justo,
se me mostraba la milicia santa
desposada por Cristo con su sangre; ¡lleno de qué estupor no me hallaría!
En verdad que entre el gozo y el asombro
mas la otra que volando ve y celebra prefería no oír ni decir nada.
la gloria del señor que la enamora
y la bondad que tan alta la hizo, Y como el peregrino que se goza
viendo ya el templo al cual un voto hiciera,
cual bandada de abejas que en las flores y espera referir lo que haya visto,
tan pronto liban y tan pronto vuelven
donde extraen el sabor de su trabajo, yo paseaba por la luz tan viva,
llevando por las gradas mi mirada
bajaba a la gran flor que está adornada ahora abajo, ahora arriba, ahora en redor,
de tantas hojas, y de aquí subía
veía rostros que el amor pintaba, que estaba permitido que siguieras.
con su risa y la luz de otro encendidos,
y de decoro adornados sus gestos. En mí conserva tu magnificencia
y así mi alma, que por ti ha sanado,
La forma general del Paraíso te sea grata cuando deje el cuerpo.»
abarcaba mi vista enteramente,
sin haberse fijado en parte alguna; Así recé; y aquélla, tan lejana
como la vi, me sonrió mirándome;
y me volví con ganas redobladas luego volvió hacia la fuente incesante.
de poder preguntar a mi señora
las cosas que a mi mente sorprendían. Y el santo anciano: «A fin de que concluyas
perfectamente -dijo,- tu camino,
Una cosa quería y otra vino: al que un ruego y un santo amor me envían,
creí ver a Beatriz y vi a un anciano
vestido cual las gentes glorïosas. vuelven tus ojos por estos jardines;
que al mirarlos tu vista se prepara
Por su cara y sus ojos difundía más a subir por el rayo divino.
una benigna dicha, y su semblante
era como el de un padre bondadoso. Y la reina del cielo, en el cual ardo
por completo de amor, dará su gracia,
«¿Dónde está ella?» Dije yo de pronto. pues soy Bernardo, de ella tan devoto.»
Y él: «Para que se acabe tu deseo
me ha movido Beatriz desde mi Puesto: Igual que aquel que acaso de Croacia,
viene por ver el paño de Verónica,
y si miras el círculo tercero a quien no sacia un hambre tan antigua,
del sumo grado, volverás a verla
en el trono que en suerte le ha cabido.» mas va pensando mientras se la enseñan:
«Mi señor Jesucristo, Dios veraz,
Sin responderle levanté los ojos, ¿de esta manera fue vuestro semblante?»;
y vi que ella formaba una corona
con el reflejo de la luz eterna. estaba yo mirando la ferviente
caridad del que aquí en el bajo mundo,
De la región aquella en que más truena de aquella paz gustó con sus visiones.
el ojo del mortal no dista tanto
en lo más hondo de la mar hundido, «Oh hijo de la gracia, el ser gozoso
-empezó- no es posible que percibas,
como allí de Beatriz la vista mía; si no te fijas más que en lo de abajo;
mas nada me importaba, pues su efigie
sin intermedio alguno me llegaba. pero mira hasta el último los círculos,
hasta que veas sentada a la reina
«Oh mujer que das fuerza a mi esperanza, de quien el reino es súbdito y devoto.»
y por mi salvación has soportado
tu pisada dejar en el infierno, Alcé los ojos; y cual de mañana
la porción oriental del horizonte,
de tantas cosas cuantas aquí he visto, está más encendida que la otra,
de tu poder y tu misericordia
la virtud y la gracia reconozco. así, cual quien del monte al valle observa,
vi al extremo una parte que vencía
La libertad me has dado siendo siervo en claridad a todas las restantes.
por todas esas vías, y esos medios
Y como allí donde el timón se espera separando las hojas de la rosa;
que mal guió Faetonte, más se enciende,
y allá y aquí su luz se debilita, porque, según la mirada pusiera
su fe en Cristo, son esas la muralla
así aquella pacífica oriflama que divide los santos escalones.
se encendía en el medio, y lo restante
de igual manera su llama extinguía; En esa parte donde está colmada
por completo de hojas, se acomodan
y en aquel centro, con abiertas alas, los que creyeron que Cristo vendría;
la celebraban más de un millar de ángeles,
distintos arte y luz de cada uno. por la otra parte por donde interrumpen
huecos los semicírculos, se encuentran
Vi con sus juegos y con sus canciones los que en Cristo venido fe tuvieron.
reír a una belleza, que era el gozo
en las pupilas de los otros santos; Y como allí el escaño glorioso
de la reina del cielo y los restantes
y aunque si para hablar tan apto fuese tan gran muralla forman por debajo,
cual soy imaginando, no osaría
lo mínimo a expresar de su deleite. de igual manera enfrente está el de Juan
que, santo siempre, desierto y martirio
Cuando Bernardo vio mis ojos fijos sufrió, y luego el infierno por dos años;
y atentos en lo ardiente de su fuego,
a ella con tanto amor volvió los suyos, y bajo él separando de igual modo
que los míos ansiaron ver de nuevo. mira a Benito, a Agustín y a Francisco
y a otros de grada en grada hasta aquí abajo.
CANTO XXXII
Ahora conoce el sabio obrar divino:
pues uno y otro aspecto de la fe
Absorto en su delicia, libremente llenarán de igual modo estos jardines.
hizo de guía aquel contemplativo,
y comenzaron sus palabras santas: Y desde el grado que divide al medio
las dos separaciones, hasta abajo,
«La herida que cerró y sanó María, nadie por propios méritos se sienta,
quien tan bella a sus plantas se prosterna
de abrirla y enconarla es la culpable. sino por los de otro, en ciertos casos:
porque son todas almas desatadas
En el orden tercero de los puestos, antes de que eligieran libremente.
Raquel está sentada bajo ésa,
como bien puedes ver, junto a Beatriz. Bien puedes darte cuenta por sus rostros
y también por sus voces infantiles,
Judit y Sara, Rebeca y aquella si los miras atento y los escuchas.
del cantor bisabuela que expiando
su culpa dijo: "Miserere mei", Dudas ahora y en tu duda callas;
mas yo desataré tan fuerte nudo
de puesto en puesto pueden contemplarse que te atan los sutiles pensamientos.
ir degradando, mientras que al nombrarlas
voy la rosa bajando de hoja en hoja. Dentro de la grandeza de este reino
no puede haber casualidad alguna,
Y del séptimo grado a abajo, como como no existen sed, hambre o tristeza:
hasta aquél, se suceden las hebreas,
y por eterna ley se ha establecido ni de Dios me mostró tanto semblante;
tan justamente todo cuanto miras,
que corresponde como anillo al dedo; y aquel amor que allí bajara antes
cantando: «Ave María, gratia plena»
y así esta gente que vino con prisa ante ella sus alas desplegaba.
a la vida inmortal no sine causa
está aquí en excelencias desiguales. Respondió a la divina cancioncilla
por todas partes la beata corte,
El rey por quien reposan estos reinos y todos parecieron más radiantes.
en tanto amor y en tan grande deleite,
que más no puede osar la voluntad, «Oh santo padre que por mí consientes
estar aquí, dejando el dulce puesto
todas las almas con su hermoso aspecto que ocupas disfrutando eterna suerte,
creando, a su placer de gracia dota
diversamente; y bástete el efecto. ¿quién es el ángel que con tanto gozo
a nuestra reina le mira los ojos,
Y esto claro y expreso se consigna y que fuego parece, enamorado?»
en la Escritura santa, en los gemelos
movidos por la ira ya en la madre. A la enseñanza recurrí de nuevo
de aquel a quien María hermoseaba,
Mas según el color de los cabellos, como el sol a la estrella matutina.
de tanta gracia, la altísima luz
dignamente conviene que les cubra. Y aquél: «Cuanta confianza y gallardía
puede existir en ángeles o en almas,
Así es que sin de suyo merecerlo toda está en él; y así es nuestro deseo,
puestos están en grados diferentes,
distintos sólo en su mirar primero. porque es aquel que le llevó la palma
a María allá abajo, cuando el Hijo
Era bastante en los primeros siglos de Dios quiso cargar con nuestro cuerpo.
ser inocente para estar salvado,
con la fe únicamente de los padres; Mas sigue con la vista mientras yo
te voy hablando, y mira los patricios
al completarse los primeros tiempos, de este imperio justísimo y piadoso.
para adquirir virtud, circuncidarse
a más de la inocencia era preciso; Los dos que están arriba, más felices
por sentarse tan cerca de la Augusta
pero llegado el tiempo de la gracia, son casi dos raíces de esta rosa:
sin el perfecto bautismo de Cristo,
tal inocencia allá abajo se guarda. quien cerca de ella está del lado izquierdo
es el padre por cuyo osado gusto
Ahora contempla el rostro que al de Cristo tanta amargura gustan los humanos.
más se parece, pues su brillo sólo
a ver a Cristo puede disponerte.» Contempla al otro lado al viejo padre
de la Iglesia, a quien Cristo las dos llaves
Yo vi que tanto gozo le llovía, de esta venusta flor ha confiado.
llevada por aquellas santas mentes
creadas a volar por esa altura, Y aquel que vio los tiempos dolorosos
antes de muerto, de la bella esposa
que todo lo que había contemplado, con lanzada y con clavos conquistada,
no me colmó de tanta admiración,
a su lado se sienta y junto al otro
el guía bajo el cual comió el maná Mas tu benignidad no sólo ayuda
la gente ingrata, necia y obstinada. a quien lo pide, y muchas ocasiones
se adelanta al pedirlo generosa.
Mira a Ana sentada frente a Pedro,
contemplando a su hija tan dichosa, En ti misericordia, en ti bondad,
que la vista no mueve en sus hosannas; en ti magnificencia, en ti se encuentra
todo cuanto hay de bueno en las criaturas.
y frente al mayor padre de familia,
Lucía, que moviera a tu Señora Ahora éste, que de la ínfima laguna
cuando a la ruina, por no ver, corrías. del universo, ha visto paso a paso
las formas de vivir espirituales,
Mas como escapa el tiempo que te aduerme
pararemos aquí, como el buen sastre solicita, por gracia, tal virtud,
que hace el traje según que sea el paño; que pueda con los ojos elevarse,
más alto a la divina salvación.
y alzaremos los ojos al primer
amor, tal que, mirándole, penetres Y yo que nunca ver he deseado
en su fulgor cuanto posible sea. más de lo que a él deseo, mis plegarias
te dirijo, y te pido que te basten,
Mas para que al volar no retrocedas,
creyendo adelantarte, con tus alas para que tú le quites cualquier nube
la gracia orando es preciso que pidas: de su mortalidad con tus plegarias,
tal que el sumo placer se le descubra.
gracia de aquella que puede ayudarte;
y tú me has de seguir con el afecto, También reina, te pido, tú que puedes
y el corazón no apartes de mis ruegos.» lo que deseas, que conserves sanos,
Y entonces dio comienzo a esta plegaria. sus impulsos, después de lo que ha visto.

CANTO XXXIII Venza al impulso humano tu custodia:


ve que Beatriz con tantos elegidos
«¡Oh Virgen Madre, oh Hija de tu hijo, por mi plegaria te junta las manos!»
alta y humilde más que otra criatura,
término fijo de eterno decreto, Los ojos que venera y ama Dios,
fijos en el que hablaba, demostraron
Tú eres quien hizo a la humana natura cuánto el devoto ruego le placía;
tan noble, que su autor no desdeñara
convertirse a sí mismo en su creación. luego a la eterna luz se dirigieron,
en la que es impensable que penetre
Dentro del viento tuyo ardió el amor, tan claramente el ojo de ninguno.
cuyo calor en esta paz eterna
hizo que germinaran estas flores. Y yo que al final de todas mis ansias
me aproximaba, tal como debía,
Aquí nos eres rostro meridiano puse fin al ardor de mi deseo.
de caridad, y abajo, a los mortales,
de la esperanza eres fuente vivaz. Bernardo me animaba, sonriendo
a que mirara abajo, mas yo estaba
Mujer, eres tan grande y vales tanto, ya por mí mismo como aquél quería:
que quien desea gracia y no te ruega
quiere su desear volar sin alas. pues mi mirada, volviéndose pura,
más y más penetraba por el rayo
de la alta luz que es cierta por sí misma. Creo que vi la forma universal
de este nudo, pues siento, mientras hablo,
Fue mi visión mayor en adelante que más largo se me hace mi deleite.
de lo que puede el habla, que a tal vista,
cede y a tanto exceso la memoria. Me causa un solo instante más olvido
que veinticinco siglos a la hazaña
Como aquel que en el sueño ha visto algo, que hizo a Neptuno de Argos asombrarse.
que tras el sueño la pasión impresa
permanece, y el resto no recuerda, Así mi mente, toda suspendida,
miraba fijamente, atenta, inmóvil,
así estoy yo, que casi se ha extinguido y siempre de mirar sentía anhelo.
mi visión, mas destila todavía
en mi pecho el dulzor que nace de ella. Quien ve esa luz de tal modo se vuelve,
que por ver otra cosa es imposible
Así la nieve con el sol se funde; que de ella le dejara separarse;
así al viento en las hojas tan livianas
se perdía el saber de la Sibila. Pues el bien, al que va la voluntad,
en ella todo está, y fuera de ella
¡Oh suma luz que tanto sobrepasas lo que es perfecto allí, es defectuoso.
los conceptos mortales, a mi mente
di otro poco, de cómo apareciste, Han de ser mis palabras desde ahora,
más cortas, y esto sólo a mi recuerdo,
y haz que mi lengua sea tan potente, que las de un niño que aún la leche mama.
que una chispa tan sólo de tu gloria
legar pueda a los hombres del futuro; No porque más que un solo aspecto hubiera
en la radiante luz que yo veía,
pues, si devuelves algo a mi memoria que es siempre igual que como era primero;
y resuenas un poco en estos versos,
tu victoria mejor será entendida. mas por mi vista que se enriquecía
cuando miraba su sola apariencia,
Creo, por la agudeza que sufrí cambiando yo, ante mí se transformaba.
del rayo, que si hubiera retirado
la vista de él, hubiéseme perdido. En la profunda y clara subsistencia
de la alta luz tres círculos veía
Y esto, recuerdo, me hizo más osado de una misma medida y tres colores;
sosteniéndola, tanto que junté
con el valor infinito mi vista. Y reflejo del uno el otro era,
como el iris del iris, y otro un fuego
¡Oh gracia tan copiosa, que me dio que de éste y de ése igualmente viniera.
valor para mirar la luz eterna,
tanto como la vista consentía! ¡Cuán corto es el hablar, y cuán mezquino
a mi concepto! y éste a lo que vi,
En su profundidad vi que se ahonda, lo es tanto que no basta el decir «poco».
atado con amor en un volumen,
lo que en el mundo se desencuaderna: ¡Oh luz eterna que sola en ti existes,
sola te entiendes, y por ti entendida
sustancias y accidentes casi atados y entendiente, te amas y recreas!
junto a sus cualidades, de tal modo
que es sólo débil luz esto que digo. El círculo que había aparecido
en ti como una luz que se refleja, La onza, o leopardo, es una alegoría de la
examinado un poco por mis ojos, lujuria.
Se creía que el mundo había sido creado en
en su interior, de igual color pintada, primavera, al igual que en primavera tuvo
me pareció que estaba nuestra efigie: lugar su redención con la muerte de Cristo.
y por ello mi vista en él ponía. El león representa la soberbia.
La loba alegoriza la codicia en la mayor
Cual el geómetra todo entregado amplitud de su significado.
al cuadrado del círculo, y no encuentra, Virgilio nació en el a.C. y murió en el a.C.
pensando, ese principio que precisa, Nació, por tanto, en tiempos de Julio César (-
a.C.), pero no fue del todo
estaba yo con esta visión nueva: contemporáneo.
quería ver el modo en que se unía Virgilio fue conocido en la Edad Media sobre
al círculo la imagen y en qué sitio; todo como autor de la Eneida, poema en que a
través de la historia de Eneas se
pero mis alas no eran para ello: glorificaba a la ciudad de Roma y al
si en mi mente no hubiera golpeado emperador Augusto. Como sabemos, Eneas
un fulgor que sus ansias satisfizo. fue un principe troyano que huyó de la ciudad
destruida llevando a sus dioses tutelares y tras
Faltan fuerzas a la alta fantasía; de un largo viaje por el Mediterráneo (en
mas ya mi voluntad y mi deseo cuyo relato Virgilio imita la Odisea), llegó a
giraban como ruedas que impulsaba la peninsula Itálica, donde tras largas guerras
Aquel que mueve el sol y las estrellas. con los habitantes de la misma, descritos
según el modelo de la Ilíada, desposó con
Dante nació en y se consideraban los treinta Lavinia (Infierno, III), dando así origen a la
y cinco años como la mitad de una vida estirpe fundadora de Roma. La Eneida es una
normal. La acción de la Comedia tiene exaltación de la idea imperial, que con tanta
lugar en la Semana Santa de , dando fuerza abrazó el Dante de sus años últimos.
comienzo, según la mayor parte de los El lector que lea estas notas se podrá dar
intérpretes el Viernes Santo, de abril, y cuenta de cuánta verdad encierran las
acabará palabras humildes de Dante.
siete días después. Muchas son las teorías acerca de la
La selva oscura es la vida viciosa, el pecado; identificación de este Lebrel que conseguirá
pero también la confusión de su expulsar a la loba, pero se tiende a pensar que
pensamiento; e incluso la turbulencia política. Dante se refiera, en sentido genérico, a la
No debemos tal vez excluir, como en otras restauración del poder civil representada por
discutidas alegorías dantescas, la pluralidad la figura del emperador, que vendría a
de significados. acabar con las discordias que asolaban Italia y
De hecho, superación moral, superación del con la corrupción de la misma Iglesia.
error doctrinal y evocación de la actualidad Se ha pensado también en Cangrande Della
política son tres constantes de este viaje de Scala, Señor de Verona, amigo y protector de
ultratumba. Dante; e incluso en un futuro papa que
El monte alegoriza la vida virtuosa que tanto restaurara la pureza evangélica y que tuviese
esfuerzo requiere para ser alcanzada por el una humilde procedencia. «Entre Feltro y
poeta. Notar la antítesis «oscuridad»/«luz» Feltro», en el v. , se interpretaría como
con que se acentúa el contraste «nacido entre paños humildes», en vez de
«vicio»/«virtud», «error»/«verdad» aquí darle una interpretación geográfica. Feltre, en
alegorizado. el Friuli y Montefeltro, en la Romana, lo que
El sol. significaría que el Lebrel procedería de la
Italia septentrional.
Son todos personajes de la segunda parte de forma de su suplicio. En la Comedia
la Eneida: Camila fue una doncella guerrera representa la gracia iluminante.
muerta en combate contra los troyanos; Raquel, mujer de Jacob, representa la vida
Niso y Euríalo, amigos proverbiales, contemplativa, por oposición a su hermana
murieron juntos combatiendo contra los Lía, por ello está sentada junto a Beatriz.
volscos; Turno, rey de los rútulos, principales Por el amor a Beatriz, Dante se apartó de los
rivales de poetas vulgares, dedicándose a cantar a su
los troyanos, fue muerto por el propio Eneas, amada con poemas excelsos.
dando así fin a la epopeya. El poder, la sabiduría y el amor, son las tres
La codicia ha sido directamente enviada por personas de la Trinidad cristiana.
Lucifer, el Envidioso por antonomasía. Se trata de los indiferentes, y de los ángeles
Virgilio será el guía de Dante en el Infiemo y que en la lucha suscitada por Lucifer,
el Purgatorio, pero en el cielo necesitará la permanecieron neutrales. Se comprende que
guía más digna de lo misma Beatriz. Dante que vivió toda su vida en la necesidad
El padre de Silvio es Eneas, y su bajada a los de tomar partido en una Italia desgarrada,
infiemos, a imitación de la que narra de condene en el Infierno a los que no se
Ulises la Odisea, ocupa el libro VI de La comprometen con causa alguna. ¿Qué
Eneida. Roma, la ciudad fundada por los pensaría, por ejemplo, de los florentinos que
descendientes de este héroe, fue elegida como intentaron permanecer ajenos a la lucha entre
sede de los papas y cabeza del mundo gi-
cristiano. belinos y güelfos, o entre güelfos negros y
El «Vaso de Elección» es San Pablo. La blancos, corno única manera de encontrarla
imaginación medieval daba crédito al rapto paz?
celeste que San Pablo narró en su segunda Es posible que se trate del papa Celestino V,
carta a los corintios, y que fue el comienzo de llamado en la vida Pietro da Morrone.
su conversión, pero la fantasía popular le Fue este un eremita con gran fama de santo,
adjudicó a partir de esto, un viaje al Infiemo. que fue elegido papa a los setenta y nueve
Virgilio se hallaba en el Purgatorio, entre años de edad y que abdicó seis meses más
aquellos que se encuentran suspendidos entre tarde por considerarse indigno de la tarea,
el deseo de ver a Dios y su falta de dando así lugar a la elección del cardenal
esperanza de lograrlo. Caetani -a quien las malas lenguas hacían
Se trata de Beatriz, a quien por vez primera se culpable de haber provocado la renuncia del
alude en el poema. anciano, asustándole con voces nocturnas-
La histórica Beatriz, amada por Dante en la que tomaría el nombre de Bonifacio VIII, y
tierra, era hija de Folco Portinari, noble que tan fatal había de ser para el poeta.
florentino. El poeta la vio por vez primera en Un fragmento del verso original «Chi fece... il
, cuando aún era un niño, y se enamoró de gran rifiutto» sirve de título a un célebre
ella en . Alrededor de se casó con Simone dei poema de Cavafis.
Bardi y murió en Más que la de los indiferentes se trata ahora
Su dueño, en el original «il signor mio», es de los pusilánimes.
Dios mismo. El Aqueronte es el primero y más grande de
El cielo de esfera más pequeña es el de la los rios infernales; nace, como el resto de
luna, bajo el cual se halla la tierra; es decir. ellos, en la estatua del viejo de Creta
Beatriz excede a todos los mortales. (Infíerno, XIV) y desemboca en la Estigia
La Virgen María, de la que Dante fue un (Infierno, VII).
ferviente devoto. Caronte, hijo de Erebo y de la Noche, estaba
Santa Lucía de Siracusa, a quien Dante según la mitologla encargado de cruzar las
atribuyó la curación de una enfer medad de la almas de los muertos a través de la
vista que a ella estaba encomendada por la laguna Estigia, que separaba la vida de la
muerte.
Cuando muera Dante no vendrá a montar en Julia es la hija de César y mujer de Pompeyo,
la barca de Caronte que le lleve al Infierno, cuya muerte no pudo evitar la guerra entre los
sino en otra que le llevará desde la dos caudillos; Marcia es la mujer de
desembocadura del Tiber hasta el Purgatorio Catón de Utica, como veremos en Purgatorio,
(Purgatorio, II). I; Cornelia es la hija de Escipión el Africano y
El primer círculo del Infierno es el Limbo, madre de los Gracos; fue también
donde se encuentran aquellos que no han considerada como el modelo de virtudes de la
recibido el bautismo, bien por haber nacido matrona de la Roma republicana.
antes de Cristo, haber vivido sin conocer la Salah-ed-din, sultán de Egipto, considerado
Revelación, o haber muerto antes del tiempo. como modelo de caballero musulmán,
Más adelante encontraremos, sin embargo, comparable a los caballeros cristianos
bastantes excepciones a esta regla. (ll-ll). Como veremos, no es el único
Virgiilo murió en el a.C.; llevaba sólo musulmán de que da cuenta este pasaje.
cincuenta y dos años cuando vio llegar a Después de los personajes heroicos, Dante
Cristo redentor, bajando a los infiemos nos muestra a los filósofos y científicos,
gloriosamente después de su crucifixión. empezando por Aristóteles.
Jacob sirvió catorce años a su suegro Labán, - Tulio es Marco Tulio Cicerón. Dioscórides
antes de poder desposar a Raquel. observó las cualidades medicinales de las
Se trata, en efecto, de los grandes modelos de plantas. Orfeo y Lino son músicos
Dante: Homero con sus dos grandes poemas y poetas de la mitología griega.
Ilíada y Odisea; Ovidio, autor de Las Se trata del `Comentario' a las obras de
Metamorfosis y Las Heroidas; Horacio, de las Aristóteles.
Sátiras, y Lucano, autor de La Farsalia, a los Al círculo donde se castiga el pecado de la
que se van a añadir Virgilio, autor de La lujuria.
Eneida y, completando el sexteto, el propio Minos, según la antigua mitología, después de
Dante, que añade así su Comedia a la Lista de haber reinado prudentemente en Creta, fue
los grandes poemas épicos precedentes. considerado como uno de los jueces
Anoto sucintamente los personajes del infernales, junto con Radamante y Eaco
engorroso catálogo con que, a la manera de la (Eneida, VI, -), pero aquí Dante lo transforma
época, Dante va a ilustrar este pasaje. Como en una fiera un tanto grotesca.
apunta el maestro Borges, sólo en el episodio Semíramis, nombre griego de una reina asiria
de Francesca del canto siguiente Dante famoso entre los medievales por su vida
superará estas frías enumeraciones, dando la licenciosa y violenta. Para algunos
voz representa en la Comedia el amor vicioso.
a personajes concretos y humanizándolos. Dido, reina de Cartago, rompió por su amor
- Electra es la hermana de Orestes; Héctor y hacia Eneas la fidelidad debida a su antiguo
Eneas, príncipes troyanos; César es el marido Siqueo. Representaría el amor
dictador romano, a quien Dante considera apasionado.
el primer emperador. Cleopatra, reina de Egipto (- a.C.),
- Camila ya apareció en Infierno, I; Pantasilea representaría el amor interesado, dadas sus
es la reina de las Amazonas, muerta por relaciones con César y Marco Antonio.
Aquiles. El rey Latino y Lavinia Elena, hija de Júpiter y Leda, causante de la
son personajes importantes de la Eneida, pues guerra de Troya, representaría el amor
ésta se desposó finalmente con Eneas. ambicioso.
Lucio Junio Bruto, que expulsó a Tarquino el Aquiles, el más célebre griego de la guerra de
Soberbio de Roma, para vengar la violación Troya, cuyo sitio en el Infiemo, como amante
que su hijo había hecho a Lucrecia, de Polixena, no es tal vez el que más
esposa de Tarquino Colatino, y modelo de convendría a su figura heroica.
mujer virtuosa, que se dio muerte para huir de
la deshonra.
Paris, príncipe troyano, hijo de Príamo y guardián del tercer círculo, el de los glotones.
raptor de Elena. Tristán, sobrino del rey Ciacco, el primer florentino que Dante
Marcos de Comualles y amante de Iseo, la encuentra en el Infiemo, debió ser un
mujer de éste último. Su historia fue conocido parásito de la ciudad, amigo de ser
celebérrima en la Edad Media. invitado
Francesca, hija de Guido da Polenta, señor de a los festines de sus paisanos. Hay quien le
Rávena, y amigo de Dante; y Paolo Malatesta, identifica con el poeta Ciacco
hermano del marido de ésta, el feroz dell'Anguilliaia.
Gianciotto Malatesta, señor de Rímini, con La ciudad partida es, por supuesto, la
quien Francesca había sido casada por Florencia dividida en bandos políticos.
motivos políticos alrededor de . Como El bando salvaje o de los blancos, dirigido por
veremos, la propia Francesca narrará a Dante la familia Cerchi, derrotará en a los negros,
el amor desdichado que les ha condenado, en capitaneados por los Donati; pero
uno de los pasajes más bellos y conocidos en serán éstos quien logren expulsar a los
de toda la Comedia. Toda la historia parece blancos, con la ayuda de Bonifacio VIII, lo
ser un ejemplo vivo de la teoría amorosa del que provocará el exilio del poeta.
«Dolce stil novo». No es del todo convincente el que Dante
Es decir, como apuntamos antes, del grupo de aluda a sí mismo y a Guido Cavalcanti.
pecadores arrastrados por la pasión amorosa, En efecto, nos los iremos encontrando a lo
no por la sensualidad a otras razones. largo de nuestro viaje por la Comedia.
El perso es un color mezcla de púrpura y No encontrarán la verdadera perfección, pero
negro (Convivixm, IV, XX, ). su castigo será más perfecto después del
Eco del verso de Guido Guinizzelfi: «Al cor Juicio Final, en que se reunirán las almas
gentil rimpaira sempre amore.» que ahora penan con los cuerpos que aún se
A Paolo. hallan en la tierra.
Descubierta, en efecto, su pasión amorosa, los Se trata del dios romano de la riqueza, hijo de
amantes fueron muertos alrededor de por el Démeter y de Casón, que preside el próximo
marido burlado, que será círculo, el de los pródigos y los
condenado en la Caína, zona del círculo avaros.
noveno donde se castiga a los asesinos de Renunciamos a escoger una entre las
consanguíneos (Infierno, XXXII). numerosísimas explicaciones dadas a las
Pues fue un famosísimo poeta en el mundo, y palabras de Pluto, que podemos resumir en
ahora una sombra más en el Limbo, sin una
esperanza de salvación. exclamación de rabia ante la presencia de los
Se trata de una de las novelas escritas en viajeros.
francés que tan famosas fueron en toda Cuando el arcángel Miguel derrotó a los
Europa a partir del siglo XII. demonios rebeldes.
Junto con la de Tristán e Iseo, la de Lancelot El estrecho de Mesina, donde se hallaban las
y la reina Ginebra, es la historia de amor más mitológicas rocas de Scila y el torbellino de
conocida del ciclo artúrico Caribdis.
popularizada por la novela. El pasaje aquí Porque creen que la Fortuna es la señora de
aludido es aquel en que el caballero los bienes terrenos, cuando únicamente su
Gallehault, o Galeotto, sin saber su secreto distribuidora.
amor, Descienden al quinto círculo, que es el de los
condujo a uno a la presencia del otro, e indujo iracundos, acidiosos, soberbios y envidiosos,
a la reina a que besara al caballero. sumergidos en las fangosas aguas de la
Cerbero es el perro de tres cabezas que Estigia.
guardaba las puertas del Infierno, una vez No era permitido estar en el Infierno más que
atravesada la laguna Estigia. Dante lo hace una noche (Eneida, VI).
sólo
También es una referencia virgiliana. Según Son las Erinias, hijas de Aqueronte y de la
la antigua mitología, Estigia era una laguna noche, servidoras de Proserpina.
que separaba el mundo de los vivos del De la cabeza de Medusa, una de las tres
reino de los muertos. Gorgonas muertas por Perseo, ya conocemos
La acidia es el vicio que entristece el ánimo su virtud de petrificar a aquellos que
sin motivo. miraba, incluso después de ser cortada por el
Según algunos antiguos comentaristas, Dante héroe.
habría escrito los siete primeros cantos en Las furias han hecho mal en no tomar
Florencia, antes de partir al exilio, y allí venganza de los humanos que intentaron
habrían quedado dentro de un cofrecillo, que entrar vivos en el Infiemo, como Teseo, que
volvió a su poder en continuando de este junto
modo la obra. No parece ser una hipótesis con Piritoo intentó rescatar a Proserpina
demasiado fiable, pero no deja de ser siendo hecho prisionero y posteriormente
atractiva. rescatado por Hércules (Eneida, VI).
Flegias era un hijo de Marte, que vengó una Muchas son las interpretaciones a las que se
afrenta hecha por Apolo a su hija Coronide, ha prestado la alegoría de la cabeza de
incendiando su templo de Delfos. Su Medusa: la herejía, la desesperación, el
nombre significa «El incendiario» miedo,
Filipo Argenti dei Adimari fue o los bienes terrenos, que endurecen el
contemporáneo de Dante. El sobrenombre de corazón del hombre. Dada la oscuridad que
«Argenti» se debe a que en alguna ocasión Dante mismo confiere al pasaje, no han
hizo faltado
herrar a su caballo con herraduras de plata. interpretaciones relacionadas con el
Era famoso por su carácter soberbio, pero no ocultismo. Pero es posible que, en el fondo, la
olvidemos que fueron los Adimari quienes se cuestión, de tan ambigua, carezca de interés.
quedaron con la casa de los Alighieri al partir A raíz de ser encadenado por Hércules, al que
Dante al exilio. intentó impedir su entrada en el Hades
Dite es un nombre latino de Hades, dios de (Eneida, VI, -).
los infiemos. Dante llama así a Lucifer y a la En Arlés y en Pola, ciudad del norte de Italia,
ciudad donde se castiga a los pecadores junto al golfo de Carnaro, existían gran
por malicia, no por incontinencia. número de sepulturas de la época romana.
Mezquitas en oposición a iglesias, como el - En cada sepulcro se encuentra el jefe de una
mal se opone al bien. recta herética y sus seguidores, sometidos a
Los demonios intentaron oponerse a la mayor o menor castigo en razón
entrada de Cristo en los infiernos, cerrándole de la gravedad de sus doctrinas. En efecto,
la puerta que desde entonces quedó sin como bien sabemos, el castigo de los herejes
cerrojos. en el mundo, no sólo en el Infierno, era el ser
- Virgilio, al ver a Dante empalidecer de quemados en la hoguera.
miedo, procura disimular su turbación para Es decir, después del Juicio Final.
reconfortar al poeta. Epicuro (- a.C.) es el jefe de la escuela
- Eritone es una hechicera mencionada por epicúrea, tan mal entendida por la posteridad,
Lucano en Farsalia, VI. Dante se vale de esta y que, en efecto, proclamaba la
supuesta bajada de Virgilio a los mortalidad del alma. Esta última fue seguida
infiemos, conjurado por la maga, y de la que en la Edad Media por muchas sectas y estuvo
no existen fuentes literarias, para justificar así particularmente extendida entre los
la experiencia de Virgilio como guía del gibelinos, o al menos eso afirmaba la
viaje. Los comentaristas no se ponen de propaganda güelfa. Esto explica los
acuerdo en qué alma fue a buscar Virgilio al personajes que escoge Dante para ilustrar este
pozo de los traidores. círculo.
El de saber si en aquel lugar había paisanos La batalla de Monteaperti, a la que ya hemos
suyos. aludido, el de septiembre de entre sieneses y
Farinata degli Uberti, por quien Dante ya gibelinos florentinos contra
preguntó a Ciacco (Infierno, VI), fue uno de güelfos que resultaron derrotados por
los más importantes personajes de la completo.
Florencia del siglo XII. Fue uno de los jefes - En efecto, Farinata conoce el futuro de
de la facción gibelina y expulsó a los güelfos Dante, pero Cavalcante ignora la suerte de su
en , fue expulsado por éstos en , y hijo Guido.
tras el triunfo gibelino de Monteaperti volvió Es decir, tardó en contestarles porque se
a expulsar a sus rivales en , oponiéndose a la extrañó de que no conociese que Guido aún
destrucción de la ciudad que vivía.
proponían otros jefes gibefinos. Murió en . Federico II tuvo, en efecto, una gran fama de
Dante hace de él una figura inolvidable y epicúreo entre los cronistas de la época y al
grandiosa en medio de su tormento. parecer afirmaba que el hombre nada
Cavalcante dei Cavalcanti, padre de Guido es después de exhalar el último aliento. Fue
Cavalcanti, el gran poeta amigo de Dante y también amigo de musulmanes, y
jefe de filas del dólce stil novo, pertenció a excomulgado por Roma.
los güelfos y era bien conocida su confesión Ottaviano degli Ubaldini, obispo de Bolonia a
epicúrea. los años, desde a , y posteriormente
Es posible que Guido no hubiese tenido gran cardenal, murió en , aunque
admiración por Virgilio, pero algún combatió a Federico II y a Manfredo, debió
comentarista piensa que a quien Guido ser gibelino en el fondo. Fue notable por su
desprecia fue a Beatriz, es decir, a la teología, riqueza y su cultura y muy odiado por los
pues sostuvo ideas cercanas al ateísmo. Esta güelfos de Florencia.
es la versión que hemos elegido; si, en Naturalmente, Beatriz.
cambio, optáramos por la primera, podría El papa Anastasio II (-), según una tradición
leerse: «quien allá aguarda por aquí me no comprobada, aceptó las doctrinas de
lleva; / vuestro Guido, tal vez, desdén le Fotino de Tesalónica, que negaba el
tuvo». La nacimiento divino de Cristo.
versión original dice: «colui ch' attende là, per Aquí comienza la descripción de la geografía
qui mi mena / forse cui Guido vostro ebbe a y la estructura moral del Infiemo
disdegno». Como vemos, la interpretación dantesco. Espero que el lector no encuentre
depende del valor que demos a «cui» demasiadas dificultades para hacerse una idea
Guido murió pocos meses después del del mismo. Tres son los círculos infernales
supuesto viaje infernal, en el otoño de . Esto que restan: el séptimo está dividido a su vez
explica las palabras de Farinata en v. en tres recintos: el primero castiga a los
. violentos contra el prójimo; el segundo, a los
No pasarán cincuenta meses lunares, de abril violentos contra sí mismos; y el tercero, los
de a junio de , sin que sepa Dante lo duro que violentos contra Dios y sus designios:
es para un exiliado intentar blasfemos, homosexuales y usureros.
el regreso a su patria. En efecto, Dante, Como veremos, el octavo círculo llamado
desterrado en , intentó regresar a Florencia Malasbolsas es donde se castigan las muy
por la fuerza inútilmente, antes del verano de diversas formas de fraude. En el noveno, por
. fin,
Los Uberti fueron excluidos de la paz firmada se condenan las diversas formas de traición.
en entre las facciones florentinas. En el solar La bíblica Sodoma, destruida a causa de sus
de sus torres abatidas por pecados (ver XVIII-XIX) da nombre a la
güelfos, surgirá la actual Piazza del Popolo, homosexualidad; Cahors, ciudad francesa
símbolo del bando popular. famosa por los usureros.
La Ética de Aristóteles.
Los pecados que se castigan en los primeros Virgilio creyó que aquel terremoto pudiera ser
círculos son aquellos causados por la la vuelta a
incontinencia, no por la maldad. Tienen un dicho caos.
alcance individual y no colectivo y por ello Se trata del río Flegetonte, que ya había
merecen un castigo más leve, aunque no por descrito Virgilio en la Eneida.
ello menos eterno. Los centauros, con su doble naturaleza
En efecto, las palabras de Aristóteles en las humana y equina, representan las fuerzas de
que se basa este pasaje se encuentran al la violencia ciega, al igual que Minotauro.
comienzo de su Física. Neso se enamoró de Deyanira, esposa de
La naturaleza actúa imitando a Dios y el Hércules, a la que ayudaba a vadear un río
hombre siguiendo a la naturaleza. sobre su grupa, a intentó violarla, por lo cual
Traducido libremente, pero conservando la Hércules lo mató con sus flechas.
idea que Dante quiere expresar, siguiendo las Quirón no era hermano del resto de los
palabras de Génesis, III, : «Comerás centauros y fue maestro y educador de
el pan con el sudor de tu frente.» El verso Aquiles y otros héroes griegos. Destacaba
original es «... convene / prender sua vita ed entre
avanzar la gente». los otros por su sabiduría y prudencia.
El usurero, en efecto, busca su sustento en el Folo fue uno de los centauros que intentaron
préstamo de dinero, lo que contradice el violar a las mujeres de los lapitas en las bodas
mandato divino. de Piritoo a Hipodamia.
Nos hallamos en el amanecer del nuevo abril, Alejandro de Macedonia, o acaso Alejandro,
cuando la constelación de Piscis surge sobre tirano de Fero, en Tesalia (siglo IV a.C). El
el horizonte, y la Osa Mayor se otro tirano es Dionisio el Viejo, tirano
encuentra en la dirección del Coro o viento de Siracusa (- a.C.)
del nordeste. Ezzelino III da Romano (ll-), señor de
Dante parece referirse a una región entre Verona, Padua y Vicenza, fue durante muchos
Verona y Trento llamada Slavini di Marco, años tirano en la Marca de Treviso
para describir la pendiente entre el sexto y y fue el principal sostenedor de la causa
el séptimo círculo. gibelina en el norte de Italia.
El Minotauro, que concibió Pasifae, mujer de Obiao II de Este, señor de Ferrara, fue muerto
Minos, rey de Creta, de un toro del que se al parecer por su hijo bastardo Azo VII.
había enamorado por instigación de En este círculo Virgilio aconseja a Dante que
Neptuno, para lo cual hizo que el arquitecto escuche las palabras del
Dédalo le fabricase una vaca artificial. centauro que le serán de más provecho que
El Duque de Atenas es Teseo, que mató al las suyas.
Minotauro encerrado en el laberinto, gracias a Guido de Monforte mató en una iglesia de
la ayuda de la princesa Ariadna, Viterbo a Enrique, sobrino que dio
poniendo así fin al tributo humano que los del rey Eduardo I de Inglaterra, para vengar la
atenienses debían pagar al rey de Creta. muerte injusta que este último fue
Esta ruina se produjo cuando Cristo murió y, había dado a su padre. El corazón del príncipe
según Mateo, XXVII, , tembló la tierra. La fue trasladado a su patria y colo- cado en una
gran presa alude a la posterior bajada copa que sostenía una estatua en la abadía
de Cristo a los infiernos ya comentada en de Westminster. El hecho ocurrió en y Guido
Infierno, IV. Virgilio, en efecto, en su primer murió prisionero en Sicilia dieciséis años
viaje, pudo ver aún intacto este lugar. después.
Virgilio sigue aquí la doctrina de Empédocles Atila es, por supuesto, «El Azote de Dios»;
que sostenía que el cosmos se mantenía por la jefe de los hunos, muerto en .
discordia de los cuatro elementos, y Pirro es acaso un hijo de Aquiles de quien
que el amor entre ellos los llevaría a habla VirgiLo en Eneida, II que dió muerte a
mezclarse y regresar al caos primigenio. Polixena, hija de Hécuba, sobre la tumba
de su padre. Sexto hijo de Pompeyo, que antigüedad bajo el patronato de Marte, a
manchó con su crueldad la memoria respetada quien
de su padre. estaba dedicado el templo que luego sería
Raniero de Cornetto y Ranier Paso fueron dos transformado en el Baptisterio de San Juan,
nobles de baja condición que se dedicaron al que pasaría a ser el nuevo patrono de la
bandidaje en la Toscana. ciudad.
Confines de la Maremma toscana. En venganza de ello, Marte no deja de enviar
Las arpías, hijas de Taumante y Electra, castigos a la ciudad, y aún más enviaría de no
tenían cuerpo de pájaro y rostro de mujer. ser porque en el Ponte Vecchio aún
Virgilio en Eneida, III, las colocaba en la isla quedaban vestigios de una estatua suya
de Estrófade, de donde echaron a los troyanos rescatada del fondo del río. Dicha estatua al
de Eneas, ensuciando la mesa en que comían. parecer, estaba dedicada en realidad al rey
Este juego de palabras parece inspirado en el ostrogodo Teodorico (Paraíso, XVI, ).
estilo cancilleresco, o diplomático, en el que Según la leyenda, Atila habría destruido
fue muy experto el personaje que Florencia para reconstruir Fiesole y vengar
conoceremos a continuación y debe tener, por así al romano Catilina. Pero al parecer se
ello, un carácter paródico. confundía a Atila con el ostrogodo Totila, que
Escondida detrás de los árboles, naturalmente, asedió la ciudad en .
y no que fuesen los árboles mismos. Nos encontramos ahora, y en los dos
Para este episodio, Dante se inspira de nuevo siguientes cantos, en el segundo recinto del
en Virgilio, Eneida, III. De igual manera lo círculo séptimo, donde se castiga a los
recogerá T. Tasso en su Gerusalemme violentos
Liberata. contra Dios en un arenal ardiente sobre el que
Pier della Vigna, nacido en ll, poeta y cae una incesante lluvia de fuego: blasfemos,
protonotario de Federico II. Fue el más íntimo que yacen boca arriba; homosexuales,
de sus mensajeros reordenando toda la caminando sin tregua; y usureros, sentados.
legislación del estado en . En perdió la gracia Lo cuenta Lucano en Farsalia X, y ss.
del emperador y fue encarcelado acusado de Dante unifica aquí dos hechos que cuenta la
traición dándose la muerte en apócrifa Epístola de Alejandro a Aristóteles:
, rompiéndose la cabeza contra el muro. una nieve copiosísima, que los
La envidia de los cortesanos fue, según el soldados debían pisar para fundirla; y una
diplomático, la causante de su desgracia junco lluvia de fuego.
al emperador. Se trata de Capaneo, uno de los siete reyes
Aparecen ahora otros dos condenados, no que lucharon contra Tebas en ayuda de
como suicidas, sino como dilapidadores de Eteocles. Blasfemando contra Júpiter y el
sus bienes (ver Infierno, XII). Se trata de resto de los dioses nos lo presenta Estacio en
Ercolano Maconi de Siena miembro de la Tebaida, X, y ss.; y ss.
cofradía de dilapidadores de la que Dante - Los Gigantes habían intentado expugnar la
hablará en Infierno, XXIX que murió en la morada de los dioses, dándose una gran
batalla batalla entre unos y otros hasta ser
de Toppo contra los aretinos en ; y de precipitados, por los rayos que Vulcano
Giacomo de Sant Andrea, riquísimo noble de fabricaba para Júpiter, al valle de Flegra, en
Padua que gastó su fortuna de una manera Tesalia. Volveremos a ello en Infierno, XXXI.
escandalosa, llegándose a contar que arrojaba Se trata nuevamente del Flagetonte.
monedas a los peces. Fuente termal cercana a Viterbo, donde según
El suicida cuya alma se ha transformado en la costumbre se bañaban las prostitutas.
este arbusto es un florentino de difícil Las puertas del Infiemo.
localización; acaso un tal Rocco dei Mozzi. Alude a Satumo, bajo cuyo reinado tuvo lugar
Florencia, según cuenta Dante en varias la paradisiaca Edad de Oro.
ocasiones, había estado puesta en la
Rea o Cibeles, mujer de Saturno, escondió de ellos el de embajador ante Alfonso X de
éste a su hijo Júpiter, para que no lo devorase Castilla, aparte de su dedicación a la tarea
como había hecho con el resto de sus filosófica. Exilado en Francia tras la batalla
hermanos, en la isla de Creta. Allí ordenó que de
cuando el niño llorase, los habitantes Monteaperti, escribió allí su libro Tresor en
prorrumpieran en gritos, para que Saturno no francés. Regresó a Florencia donde debió
se mantener relaciones cordiales con el joven
diera cuenta de la presencia de quien Dante y murió en , rodeado de prestigio entre
posteriormente habría de derrotarle. sus contemporáneos. Con Bruneto se abre en
Es muy posible el recuerdo de la visión de Florencia la gloriosa sucesión de
Nabucodonosor en Daniel, III. En este pasaje, políticos humanistas, que supieron conciliar
como en aquél, la estatua del Viejo la vida de acción con la especulación
debe representar la historia de la humanidad: intelectual, contribuyendo así a dar gloria a la
la estatua vuelve la espalda a Damiata, en el ciudad. Como vemos por el pasaje, Dante
Oriente, de donde vino la civilización; y conservaba por él una enorme admiración y
mira a Roma, que es la meta espiritual del cariño. El colocarle a pesar de ello en este
hombre. El pie de barro es el poder espiritual círculo de condenados, da cuenta del rígido
y el otro el temporal. El oro señala una época sistema moral con el que Dante concibe su
de inocencia primigenia; la plata y el cobre no Comedia.
señalan ninguna época concreta, sino dos El pueblo de Florencia, que parecía conservar
sucesivas etapas de corrupción. Existen, de sus legendarios orígenes fiesolanos la
como el lector podrá suponerse, muchas otras dureza del monte en que esta ciudad está
interpretaciones. colocada.
Las culpas del hombre tras la pérdida de la Güelfos y gibelinos, que se disputarán el
pureza originaria dan forma a los ríos apoyo del poeta.
infemales, de los que ya conocemos tres: Se refiere a las palabras de Ciacco en
Aqueronte, Estigia y Flegetonte. Infierno, VI, cuya explicación espera obtener
Es, como veremos, el río del noveno círculo. de Beatriz.
Dante no ha caído en la cuenta de que el Prisciano de Cesarea fue un gramático latino
Flegetonte fuera el río de sangre que ha que enseñó en Constantinopla a comienzos
contemplado en los cantos precedentes: el del siglo VI, y tuvo una gran influencia
Leteo en el Medioevo, pero es posible que Dante lo
nos lo encontraremos en la cima del confunda con el hereje Prisciliano, a cuya
Purgatorio (Purgatorio, XXVIII). secta, como a tantas otras, se acusaba de
El Brenta es el río que riega Padua. sodomía, o a un Prisciano que enseñó en
Al parecer, territorio del ducado de Carintia, Bolonia en el siglo XIII, lo cual parece más
en Austria. probable, dado que Dante sólo cita aquí
Se trata de un grupo de pecadores contra la perso-
naturaleza, es decir, de homosexuales que no najes contemporáneos.
siguen las leyes naturales de la Francesco D'Accorso fue profesor en la
procreación. Este primer grupo, en el que universidad de Bolonia y posteriormente en
Dante encontrará a Bruneto Latino, está Oxford, donde fue llamado por Eduardo I,
formado por gente de Iglesia y de letras; en el murió en , con una gran fama de
canto jurisconsulto.
siguiente encontrará un segundo grupo de Andrea dei Mozzi fue obispo de Florencia, de
hombres dedicados a la polltica. donde fue trasladado por el papa a la sede de
Bruneto Latino nació en Florencia alrededor Vicenza, sobre el río Bachiglión,
de . Perteneció al partido güelfo y ocupó donde murió en . Aparte de sodomita, no
importantes cargos políticos, entre debió ser un hombre de mucho juicio a juzgar
por los antiguos comentaristas.
«Il Tessoretto» es un poema didáctico escrito Cacciaguida en Paraíso, XVI).
en lengua vulgar, elogiado por Dante; los Dante compara la caída del río infemal
Livres du tresor; escrito en francés, es Flegetonte del séptimo al octavo círculo con
una gran enciclopedia de saber medieval. la cascada del Montone, río de Romagna,
Era una carrera pedestre típica de las fiestas que cae desde el Apenino antes de unirse con
de las ciudades italianas. El «Lienzo verde» el Po, cerca de un gran monasterio
era la bandera con que se premiaba al benedictino donde debería ser recibido por
ganador, mientras que el que llegaba el último mil
era premiado con un gallo y un guante. monjes, pero que ahora se encuentra
Para algunos comentaristas Dante alude a los despoblado.
luchadores grecorromanos, mas para otros, a Esta cuerda que Dante lleva ceñida y con la
las prácticas de los juicios de Dios de que pensó vencer a la onza, símbolo de la
la Edad Media En todo caso, la imagen de lujuria, es el cordón que se ceñían los
estos tres nobles florentinos, desnudos y miembros de la orden tercera franciscana, es
agarrados dando vueltas, no puede ser más decir, los laicos que, como Dante debió hacer,
humillante para su dignidad. seguían la regla de San Francisco. Tras
- Guido VI Guerra fue un nobilísimo capitán haber dejado atrás todos los círculos donde se
de los güelfos florentinos, famoso por su purga la lujuria, Dante ya no necesita este
valor y sus hechos de armas; en símbolo de la castidad, y Virgilio la usa para
fue el general de los güelfos que derrotaron a llamar con ella a Gerión, como veremos más
los gibelinos de Arezzo, después de haber adelante.
sido nombrado benefactor de la Iglesia por el «Comedia» no como título de la obra, sino
pontffice Inocencio IV. Exiliado tras como descripción genérica en oposición a
Monteaperti, volvió a Florencia en y murió «Tragedia», pues, como Dante escribe,
en . Fue, en efecto, nieto de Gualdrada dei empieza mal y concluye bien.
Ravignani, mujer considerada un modelo de Gerión, monstruo con cuerpo de serpiente y
virtudes domésticas, pues en ll se había rostro humano, es el símbolo del fraude según
negado a dar un beso de bienvenida al Virgilio (Eneida, VIII, ) y otros
emperador Otón IV. Gualdrada era a su vez, antiguos, Gerión es un rey famoso por su
lejana parienta de los Alighieri, pues una crueldad, que Hércules mató en uno de sus
hermana suya casó con Alighiero, hijo de doce trabajos.
Cacciaguida y fue, por tanto, bisabuela de Aracne, a quien ya veremos en Purgatorio,
Dante. XII, es la famosa princesa que desafió a
Tegghiaio Aldobrandi degli Adimari, podestá Atenea a medir su arte como tejedoras, y
de Arezzo, y ya muerto en , aconsejó a los convertida en araña por la diosa ganadora
florentinos que no atacasen a los (Metamorfosis, VI).
sieneses, con lo que hubieran evitado la - Se trata de los condenados por el pecado de
derrota de Monteaperti. la avaricia, a quienes describe por medio de
Jacoppo Rusticucci, también güelfo y sus escudos de armas. El poeta
contemporáneo de los anteriores, debió estar nos presenta en primer lugar . un miembro de
desposado con una mujer de muy mal la familia Cianfigliacci, güelfos de Florencia;
carácter, que justificaría sus prácticas y de los Obriachi, ambién florentinos.
homosexuales. Tal vez Reginaldo Scrovegni, de Padua, cuyo
También Bocaccio habla en el Decamerón hijo encargó a Giotto los frescos de la capilla
(I, ) de este noble y virtuoso florentino muerto de la Arena, levantada en
cerca de , y por tanto acabado de satisfacción de la avaricia de su padre.
llegar al Infierno. Vitaliano del Bente, paduano, podestá de
La gente de los alrededores de Florencia ha Vicenza en .
invadido la antigua ciudad, donde se
enriquece súbitamente (ver las palabras de
Giovanni dei Buiamonti, florentino, como los Nada sabemos de este noble luqués, salvo que
primeros, murió en , es decir, que aún lo vivía en .
esperan en el Infierno. En el original «zucca».
- Faetón a Ícaro, como bien sabemos, son dos Tais, cortesana ateniense, es un personaje de
ejemplos, consagrados por la tradición, de la comedia de Terencio Eunuco, pero aquí
caídas trágicas, el uno del carro Dante parece confundir dos pasajes
del sol, que conducía, y el otro al deshacerse distintos de la misma comedia a través de un
sus alas de cera. texto que cita Cicerón.
A partir de este canto Dante va a narrar su Simón es, según Hechos de los Apóstoles,
viaje por el círculo octavo, el más extenso de VIII, el mago de Samaria que, una vez
todos, que recibe el nombre de bautizado, quiso comprar a Pedro y Juan el
Malasbolsas (en el original «Malebolge»), don
que está dividido en diez bolsas o valles de transmitir el Espíritu Santo, con la
circulares, concéntricos, donde se castigan los imposición de las manos, como ellos hacían.
diferentes tipos de fraude, y tan separado del Por él se llama «simonía» a la compra de
círculo de los violentos que se precisa de cargos
Gerión para pasar de uno al otro. Los eclesiásticos u otras cosas sagradas.
diferentes El baptisterio de Florencia estaba provisto de
valles están unidos por escollos a manera de unos pozos donde se efectuaba antiguamente
puentes. El lector no se debe extraviar por el bautismo por inmersión.
este pasaje, que Dante se esfuerza en - El hecho acaeció siendo Dante prior de
describimos tan detalladamente. Florencia, y acaso levantó algunos malévolos
Es el círculo noveno. comentarios entre sus enemigos,
El primer valle de Malasbolsas es el que acusándole de sacrilegio.
castiga a los seductores. Era el suplicio llamado «propagginazione»,
En efecto, tal ordenación del tráfico de que consistía en introducir al condenado en
pergrinos fue adoptada en Roma en el jubileo un hoyo que se recubría de tierra, a fin
de . de asfixiarle; cuando se llegaba a la altura de
Venedico Caccianemico dell' Orso, violento la boca se detenían un momento para la
noble de Bolonia, parece que favoreció los confesión del reo.
amores de su hermana Ghisolabella con - Quien habla es Nicolás III Orsini, papa
Azzo VIII de Este, señor de Ferrara, para desde a , que está esperando a Bonifacio
ganar su amistad. VIII, con el cual confunde a
En dialecto boloñés -ciudad situada entre los Dante y que no llegará a empujarle más al
ríos Savena y Reno- «sipa» equivale al verbo fondo hasta , siendo a su vez hundido por el
«sia», que sirve como afirmación. francés Clemente V en . La fama de
Jasón, jefe de los Argonautas en busca del simoniaco de este último fue proverbial en la
vellocino de oro, sedujo a la princesa época, y con él comenzó la residencia de los
Hipsipila o Isifile, en la isla de Lemmos, papas en Avignon y tuvo lugar la horrible
donde persecución de los templarios por deseo de
las mujeres habían dado muerte a todos los Felipe IV el Hermoso.
varones, menos al rey Toante, gracias a la A sus relaciones con este rey aluden los
astucia de su hija. Posteriormente Jasón siguientes versos, cuando compara al papa
abandonó a la muchacha. Lo relata Estacio en con Jasón, sumo sacerdote de los hebreos, y
Teaida, V. al rey
Jasón había seducido primeramente a Medea, francés con el Antioco de Siria, que según
hija del rey de la Cólquide, a quien abandonó Macabeos (IV, -) ofreció a aquél su cargo de
para casarse con Creusa, hija del rey sacerdote a cambio de dinero.
de Corinto.
Matías fue elegido tras la muerte de Jesús serpientes que copulaban, fue convertido en
para completar el número de doce apóstoles mujer durante siete años, hasta que volvió a
que había dejado libre la traición y muerte encontrar a la misma pareja de serpientes y
de Judas (Hechos, I). las volvió a separar.
Se decía que Nicolás III había conspirado por Aronte fue un arúspice etrusco llamado a
dinero contra Carlos de Anjou, dando lugar a Roma durante la guerra civil, y según Lucano
las famosas «Vísperas sicilianas». (Farsalia, I) predijo la victoria de César.
Se refiere al pasaje de Apocalipsis, XVII, en Manto fue hija de Tiresias. Tras la caída de
que San Juan ataca a la Roma pagana y a Tebas, para huir de Creonte, llevó una vida
Dante le sirve para aludir a la Iglesia errante hasta aposentarse, como leemos,
corrompida de su tiempo. en el lugar sobre el que más tarde sería
De nuevo la Iglesia, pero esta vez armada con fundada Mantua, llamada así en honor suyo.
los cuernos de los Mandamientos y los siete Los obispos de Trento, Verona y Brescia,
sacramentos. cuyas sedes confluían en dicho sitio, sobre
Alude Dante a la supuesta cesión que del cuya exacta localización no se ponen de
dominio de Roma hizo Constantino al papa acuerdo los comentaristas.
Silvestre tras su conversión, y que se tenía Peschiera, fortaleza de Verona contra
como el fundamento real del poder temporal Bérgamo y Brescia en la orilla sur del lago de
del papa. Hasta el siglo XV esta cesión fue Garda, y junto a dicha ciudad nace el río
tenida por histórica, hasta que Lorenzo Valla Mincio.
demostró científicamente que carecía de todo Sin hacer ningún tipo de rito mágico, como
fundamento. era costumbre en la remota antigüedad. Según
«Perlesía» es parálisis. Virgilio (Eneida, X), su ciudad natal
- En el original: «chi a piu scellerato the fue fundada por Ocno, hip del río Tiber y de
collui, / che al giudicio divin passion porta?». la propia Manto.
Algunos comentaristas refieren estos - Piamonte dei Bonacolsi arrebató con
versos no a los condenados, por adivinos, sino engaños la señoría de Mantua a Alberto da
a los que, como Dante, se apenan de sus Casoldi y gobernó la ciudad de a
cuitas, con lo que podríamos traducir. .
«¿Quién Euripilo fue un adivino griego en la época en
es más criminal que fuera ése / que del juicio que todos los varones partieron a la guerra de
divino se apenara?» Troya, y junto con Calcante aconsejó
Anfiareo, uno de los siete reyes que el momento propicio para que partiera la flota
combatieron contra Tebas, había huido congregada en Aulide. El pasaje al que alude
anteriormente de la lucha, pues sus dotes Virgilio es Eneida, II, ll-.
adivinatorias le hablan predicho que moriría ll-ll Miguel Escotto fue astrólogo de Federico
en II, al igual que Guido Bonati. Asdente de
ella, hasta que se vio obligado a combatir de Parma era zapatero y adivino, y ya lo
nuevo por la traición de su esposa Erifile cita Dante con ironía en Cornvivium, IV-XVI,
(Purgatorio, XII). Fue entonces cuando la .
tierra se tragó su carro, provocando la burla Dante alude genéricamente a las brujas, muy
de perseguidas en su tiempo.
los tebanos (lo cuenta Estacio en Tebaida, Todavía hay quien ve en las manchas de la
VII). luna la figura de un hombre cargado con un
Tiresias es el más conocido de los adivinos de haz de leña. Hemos de suponer que nos
la antigüedad, sobre todo por su participación encontramos a las seis de la mañana del
en los episodios del ciclo tebano nueve de abril.
correspondiente a la historia de Edipo. Ovidio En el original «Malebranche».
cuenta en Metamorfosis (III, -) que habiendo
separado con su vara a dos
Santa Zita es la patrona de Lucca, de donde Cuando algún condenado sale a la superficie
este condenado era magistrado («anziano»). y ve que no hay demonios cerca avisa a los
Bonturo Dati, jefe de la facción popular de otros para que salgan.
Lucca a comienzos del siglo XIV, fue Dante parece aludir a una fábula que puede
considerado como el mayor de los resumirse de este modo: una rana quería
estafadores, ahogar a un ratón fingiendo ayudarle a pasar
especialmente amañando elecciones políticas. un río; en el momento en que está tirando del
Como veremos, los demonios nunca hablan roedor aparece un halcón que se lo lleva por
en serio. los aires, y a la rana con él, pues se
«Ita» es «sí» en latín. encuentra agarrada a éste.
- Una antigua talla de Cristo, supuestamente Pintada por sus ropas, pues los hipócritas
obra de Nicodemo, se veneraba en la iglesia tienen una apariencia por fuera y otra por
de San Martín de Lucca, cerca de dentro, como veremos por su castigo. La
la cual cruza el río Serquio. etimologia griega de Hipócrita es «Bajo el
- En efecto, Dante estuvo presente en la oro» (Ypocrisis).
rendición de los pisanos de la plaza de ¿Hay una velada alusión a la hipocresía de los
Caprona en , asediada durante ocho cluniacenses?
días por los güelfos de Florencia y de Lucca. Los comentaristas apuntan que Federico II
En el original «Scarmiglione». usaba unas capas de plomo con las que
Se refiere a la bajada de Cristo a los infiemos, recubría a los traidores de lesa majestad y
como ya hemos visto en otros pasajes. luego les sometía al fuego, pero ningún dato
Los nombres originales de estos demonios nos dan los documentos ni los cronistas de la
que envía Malacola (Malacoda) son: época.
Alichino, Calcabrina, Cagnazzo, Barbariccia, En Florencia.
Libicocco, Draghignazzo, Ciriatto,
Graffiacana, Farfarello y Rubicante. - Los Frailes Gozosos o Caballeros de la
En efecto, Dante participó en las correrías Gozosa Virgen María, fue una Orden militar y
militares de los florentinos por tierras de religiosa fundada en ,
Arezzo, tras la batalla de Campaldino en constituida para evitar las disensiones civiles
. en la Italia de la época. A esta Orden
Se trata de un dicho popular. «In chiesa coi pertenecieron los boloñeses Catalano dei
santi e in taverna coi ghiottoni», que invita a Catalani,
adaptarse a todo tipo de circunstancias, güelfo, y Loderingo degli Andalo, gibelino,
como ahora a la compañía de los demonios. que tras ejercer muchos cargos públicos en
Era creencia vulgar de la época que los diversas ciudades, fueron llamados a ocupar
delfines avisaban a los marineros de la juntos el cargo de podestá en Florencia en
cercanía de una borrasca. con la misión de pacificar las discordias entre
Ciampolo de Navarra, de quien apenas los bandos. Al poco tiempo la facción
sabemos más que lo que el mismo Dante güelfa se levantó contra los gibelinos,
relata. destruyendo las casas de los Uberti en el
El rey Teobaldo de Navarra reinó de a . barrio del Gardingo. Luego ambos
Fray Gomita de Cerdeña, vicario de Ugolino abandonaron la
Visconti, fue juez de la ciudad sarda de ciudad en medio de las sospechas, no
Gallura de a , donde se dejó comprobadas, pero que Dante confirma, de
corromper por los enemigos pisanos del haber favorecido secretamente a los güelfos.
Visconti, a los que había puesto en prisión. ll-ll Caifás, sumo sacerdote de los judíos,
Miguel Zanque, también sardo, casó con una aconsejó en el Sanedrín la crucifixión de
hija de Branca Doria, el cual le mató a Cristo con estas palabras.
traición (Infierno, XXXIII, ). - Anás y todos los que participaron en aquella
reunión del Sanedrín.
Tal vez porque en su anterior bajada no se - Se pensaba que Pistoia había sido fundada
encontraba allí, o simplemente por la por los supervivientes de la rebelión de
naturaleza del castigo. Catilina, por lo cual sus descendientes
Malacola le había asegurado que encontrarían se caracterizaban por su carácter cruel y
un paso, cuando en realidad se encuentra roto, pendenciero. Así lo pensaban al menos los
y tienen que subir trepando. florentinos, sus vecinos.
- Entre el de enero y el de febrero el sol Capaneo (Infierno, XIV).
entra en la constelación de Acuario y los días Caco era hijo de Vulcano, y es Virgilio quien
comienzan a alargarse. le da naturaleza de medio hombre y medio
Se refiere a la pluma con que escribe el animal (Eneida, VIII, -) que
copista, pues la escarcha copia la nieve, pero Dante transforma en centauro, separado de los
por poco tiempo, pues pronto se derrite. otros debido a sus hurtos. En efecto, Caco
El monte del Purgatorio. robó fraudulentamente un rebaño a Hércules,
No es muy seguro que sea este el Vanni Fucci cambiando las herraduras a las reses, para que
que pronto conoceremos. pareciese que caminaban en dirección
Todo este pasaje está tomado de Lucano, contraria. Hércules le dio la muerte, en
Farsalia, IX. venganza.
El desierto de Arabia. Como sabernos, su nombre ha quedado en
Hierba y piedra preciosa que según los castellano para denominar a los ladrones.
antiguos tenía el poder de curar las picaduras Cinco son los ladrones florentinos que nos va
de serpientes, y de hacer invisible. a presentar Dante en esta bolsa infernal:
Ver nota a Infierno, XXV, primeramente Agnello dei Brunelleschi,
El mito del Ave Fénix aquí aludido es uno de Buoso dei Donati, Pucio dei Caligai; después,
los más conocidos y divulgados de la antigua en figura de serpiente, Cianfa dei Donati, que
mitología a través de la Edad Media. se abalanza contra Agnello; y Francesco
Sirvió también de alegoría de la Resurrección. dei Cavalcanti, que se trasmuta con Buoso.
Epilepsia. Los cinco vivieron a finales del slglo XIII.
Vanni Fucci fue hijo bastardo del pistoiés Las muertes de estos dos soldados del ejército
Fucci dei Lauari y fue, en efecto, un hombre de Catón, mordidos por serpientes en la
violento, que perteneció al bando de los campaña de Libia, la cuenta Lucano en
güelfos negros, y cometió un robo sacrílego Farsalia, IX, -: uno cayó convertido en
en la sacristía de la catedral de Pistoia, siendo cenizas; el otro se hinchó hasta hacer estallar
castigada por ello gente inocente. Las la coraza.
últimas noticias que de él tenemos son de , en Ovidio cuenta la tranformación de Cadmo en
que combatió duramente a los blancos de serpiente en Metamorfosis, IV, y ss., y la de
Pistoia. Aretusa en fuente en
- En los negros de Pistoia fueron expulsados Metamorfosis, V, -.
de la ciudad, con la ayuda de los Cerchi de Francesco dei Cavalcanti fue muerto por
Florencia; y en los gente de Gaville, y cruelm vengada su muerte
blancos lo fueron de Florencia (Dante entre en sus habitantes.
ellos, como ya sabemos). Marte, como vimos Creencia común de los antiguos.
en Infierno, XIII, , fue el primer patrón Prato, pequeña ciudad cercana a Florencia, no
de Florencia, a la que no deja de combatir, se contaba entre los peores enemigos de la
ahora en la persona de Moroello Malaspina, ciudad del Amo, y sin embargo
jefe de los luqueses aliados de los negros. también, como ellos, desearía su ruina.
Antiguo nombre de Pistoia. - El profeta Eliseo, que se vengó, haciendo
Es un conocido signo de burla, que consiste que los devoraran unos osos salvajes, de unos
en poner el dedo pulgar entre el índice y el muchachos que se burlaban de él
corazón, dirigiendo así la mano hacia el
escarnecido.
llamándole calvo ( Reyes, II, -), vio a su astuto y sagaz hombre de guerra de su tiempo.
maestro, el profeta Elías, ascender al cielo Después de una larga vida guerrera,
arrebatado por un carro de fuego ( Reyes, siguiendo la facción gibelina, y en la que
II, ll-). llegó a ser excomulgado se hizo franciscano
Según cuenta Estacio en su Tebaida, al ser ya
quemados en una pira los cuerpos de Eteocles en y murió dos años después.
y Polinice, los dos hermanos rivales,
las llamas, se separaron en dos, demostrando En los tiranos de Romaña habían firmado
así su odio, aun en la muerte. una paz que puso aparentemente fin a sus
Ulises y Diomedes llevaron a cabo muchas crueles disensiones, por mediación de
empresas juntos; Dante aquí nos recuerda la Bonifacio VIII.
astucia del caballo de madera; el haber En Rávena estaba regida por Guido da
inducido a Aquiles a que dejara a su mujer Polenta, padre de Francesca. Su escudo era un
Daidamia en Seiro y les acompañase a la águila roja en campo amarillo, y
guerra troyana, por lo cual la muchacha se dio dominaba la pequeña ciudad de Cervia.
la La ciudad de Forlí se encuentra bajo el
muerte; y el robo del Paladión, estatua de dominio de los Ordelaffi, cuyo escudo era una
Palas Atenea que veneraban los troyanos, y garra de León verde sobre campo amarillo.
cuya pérdida ocasionaría, como así ocurrió, la Entre y la ciudad sostuvo el fuerte asedio de
caída de la ciudad. los güelfos italianos y franceses, enviados por
Se trata de uno de los pasajes más bellos de la Martín IV.
Cantiga. Dante cuenta, de una manera Malatesta y Malatestino de Verruchio eran los
bastante original, el fin del héroe homérico, tiranos de Rímini, y aprisionaron y dieron
por boca de éste. muerte a Montaña di Parcitade, jefe de
La maga Circe residía en el monte Cirgello, los gibelinos de la ciudad.
cerca de la ciudad napolitana de Gaeta, así Faenza a Imola, regidas por Maghinardo
llamada, según Virgilio, en memoria de Pagani da Susinana, cuyo emblema es un león
la nodriza de Eneas (Eneida, VII). azul en campo blanco, que cambiaba de
El Mediterráneo, más amplio que el mar bando entre güelfos gibelinos con mucha
Jónico. frecuencia.
- Ulises se atreve a sobrepasar la barrera del Casena, que pasa de ser posesión de los
estrecho de Gibraltar, el límite permitido por Montefeltro, a ser república libre.
el propio Hércules, cuando Bonifacio VIII, que sosteniendo en una dura
levantó las columnas con la divisa de NON lucha contra la familia Colonna, cuya casa se
PLUS ULTRA, y se interna en la inmensidad encontraba junto a la basílica de
del océano Atlántico, donde, tras cinco San Juan de Letrán, mandó asediar el castillo
meses de navegación y habiendo llegado a las que dicha familia tenía en Palestrina, junto a
Antípodas, se encuentra con la montaña del Roma; y no pudiendo tomarla por la fuerza,
Purgatorio. lo hizo mediante el engaño. No está probada
Perilo, fundidor griego, ofreció a Falaris de la intervención del conde Guido en semejante
Siracusa un toro hueco de bronce, para hecho, aunque algunos cronistas lo
atormentar a los condenados introduciéndolos seguran.
en él y encendiendo fuego bajo el horrendo La última posesión cristiana en Tierra Santa,
aparato de tortura. Para probarlo, el tirano conquistada por los sarracenos en .
mandó que el primer atormentado fuera el Se trata de una leyenda muy difundida en la
mismo Perilo (Ovidio, Tristia, III). Edad Media. Constantino, atacado por la
Quien habla, como veremos, es el conde lepra, hizo buscar al papa Silvestre que se
Guido de Montefeltro, que requiere a Dante encontraba refugiado en el monte Siratti,
noticias de su patria, La Romaña. Gido nació junto a Roma, para huir de la persecución.
en torno a y fue tenido como el más Silvestre bautizó al emperador y éste quedó
curado. Sembrador de discordias políticas en Bolonia
Referencia a la abdicación de Celestino V y la Romagna, de quien poco dicen los
(Infierno, III, ). antiguos comentaristas.
Promesa de perdón a quien se entregara y La llanura del norte de Italia; Vercelli está en
castigar luego a quien se rindiera confiado en el Piamonte y Marcabó en la desembocadura
sus palabras. del Po.
San Francisco, fundador de la Orden a la que Angiolello da Carignano y Guido dal Cassero
perteneció el conde Guido. fueron traicionados por Malatestino
Dante se va a referir en los siguientes versos a Malatesta, señor de Rímini, que les convocó a
las terribles guerras que tuvieron como una conferencia en Católica, lugar en la costa
escenario el sur de Italia las guerras del Adriático, entre Rímini y Pésaro. El cabo
samníticas y la segunda guerra púnica (el de Focara cercano a Católica, era de difícil
botín de anillos hace referencia a la batalla de navegación, a causa de los vientos, pero los
Cannas) y posteriormente la lucha entre el dos nobles de Fano no necesitarán pedir una
normando Roberto Guiscardo y los árabes, o buena travesía de regreso, porque serán
bien los bizantinos, en el siglo XI; y por asesinados antes. El hecho debió de acaecer
último, ya contemporáneas a él, la guerra sobre .
entre Curión, según cuenta Lucano en Farsalia, I, y
Carlos de Anjou y la dinastía suaba. ss., fue un tribuno que aconsejó a César que
Tito Livio, XXIII. atravesara el Rubicón, dando así
El puente de Ceperano, sobre el río Liri, era la lugar a la sangrienta guerra civil contra
puerta del reino de Nápoles: se dice que en Pompeyo.
esta ocasión los nobles napolitanos Alude ahora a los sucesos florentinos que
traicionaron a Manfredo, dejando el paso dieron lugar a la guerra ente güelfos y
franco a Carlos de Anjou. Según los gibelinos. Mosca dei Lamberti aconsejó a la
comentaristas, Dante alude a la batalla de familia de los Amidei que mataran a
Benevento. Buondelmonte Buondelmonti (), para vengar
Se trata de Erardo de Valery, que aconsejó a la ofensa que éste les había hecho al no
Carlos de Anjou fingirse derrotado y luego desposar a una muchacha de la familia (ver
cayó sobre las tropas de Corradino de Paraíso, XVI, y ss.). Murió en Reggio en .
Suabia cuando éstas se hallaban Los Lamberti fueron exiliados de Florencia
desprevenidas. con el resto de los gibelinos en .
Mahoma es el fundador del islamismo (-) a Bertrand de Born, el famoso trovador
quien Dante considera más como un provenzal, señor de Altaforte, vivió en la
cismático del cristianismo que como el segunda mitad del siglo XII y sembró la
fundador de una nueva religión. discordia entre Enrique II de Inglaterra y su
Alí, pariente y discípulo de Mahoma (-), es el hijo primogénito, Enrique, conocido por el
fundador de una corriente cismática dentro nombre de «El joven rey» y que murió en ll.
del propio islamismo. Aquitofel, consejero del rey David, azuzó a
Dolcino da Romagnano, de Novara, fue el Absalón a que se rebelara contra su padre (II
jefe de una famosa secta milenarista: los Reyes, XV-XVI).
hermanos apostólicos, que dieron lugar a una Geri del Beelo, primo carnal del padre de
fuerte rebelión contra la que el papa lanzó una Dante, hombre de carácter violento e
cruzada a comienzos del siglo XIV. Hechos incordiador, fue asesinado por un miembro de
fuertes los rebeldes en el monte Zibello se la
vio obligado a rendirse en , y posteriomente familia Sachetti, o bien por haber dado
quemado por hereje. muerte a su vez a otro miembro de dicha
El obispo de Novara, que dirigía la cruzada familia, o bien a causa de las discordias que
contra Dolcino. sembró
en ella. Ambas familias permanecieron Hécuba, reina de Troya, hecha esclava por los
enemistadas hasta , en que Francesco, griegos tras la caída de la ciudad enloqueció
hermano de Dante, firmó la paz con los de dolor tras la muerte de sus hijos
Sacchetti. Polixena y Polidoro y, según Ovidio, se
Bertrand de Born. convirtió en perra (Metamorfosis, XIII, -).
Dante cita tres lugares famosos por su Gianni Schichi dei Cavalcanti, florentino,
condición pantanosa, y por el: propensos a muerto antes de , al que se debe la fechoría
enfermedades como la malaria y el más adelante relatada.
paludismo: Mirra, hija de Cinira, rey de Chipre, tomó la
Val di Chiana es una región cercana a Arezzo; figura de otra muchacha para gozar de su
la Maremma es el litoral toscano. padre, de quien estaba enamorada;
Lo cuenta Ovidio en Metamorfosis, VII, -. huyendo de éste una vez descubierta, fue
Juno, celosa de la hija de Eaco, rey de Egina, convertida en planta olorosa de Arabia
mandó una peste que asoló toda (Metamorfosis, X, y siguientes).
la isla, por lo que el rey, único superviviente, Este Buoso Donati fue tío del que hemos
rogó a Zeus que la repoblara convirtiendo en encontrado en Infierno, XXV,.
hombre a las hormigas, a lo que éste Algunos estudiosos modemos le identifican
accedió. con un Adam inglés, que vivía en Bolonia en
Como veremos, se trata de Griffolino de y que se dedicó a falsificar
Trezzo y de Capoccio de Siena, dos florines florentinos en el castillo de Romena,
alquimistas célebres en la época de Dante. en el Casentino. Los florines tenían la imagen
Albero de Siena, fue al parecer hijo secreto, o del Bautista, patrón de la ciudad. Una vez
protegido, del obispo de Siena e hizo descubierto, fue quemado en Florencia en .
condenar por herético al alquimista. Los hijos del conde Guido, señor de Romena
Cuatro ejemplos de la vanidad y el amor (lnfierno, XVI, ), Guido Alessandro,
desenfrenado por el lujo de los sieneses. Aghinolfo a Ildebrandino.
Stricca y Niccoló dei Salimbeni eran Tal vez una fuente cerca de Casentino.
hermanos La mujer de Putifar, que según Génesis
y fundaron, en efecto una pandilla de jóvenes (XXXIX, -) acusó a José de haberla querido
y ricos dilapidadores, a la que también forzar.
perteneció Caccia D'Ascian. Bartolomeo dei El griego Sinón, fingiendo ser perseguido por
Faolcacchieri, llamado el Abbagliato sus compañeros, convenció con sus falsas
(«Alucinado»), fue hombre público de cierta palabras a los troyanos de que
importancia, y en multado por habérsele introdujesen en la ciudad el caballo de madera
hallado borracho en una taberna. (Eneida, II, -).
Capoccio fue amigo personal de Dante, y era El espejo donde Narciso se rniraba es el agua.
famoso tanto por sus prácticas alquímicas Las propiedades de la lanza de Peleo y de
cuanto por sus habilidades como Aquiles son muy conocidas en la literatura
imitador de personas. clásica y medieval, siendo muchas veces
Juno, a causa de los celos que le causaban los comparada al beso o la mirada de la mujer
amores de Júpiter y Semele, hija del rey amada.
Cadmo, rey de Tebas, causó muchas Alude al conocido episodio de Roncesvalles
desgracias a sus habitantes (Metamorfosis, del cantar de Roldán.
III, -). Los gigantes están colocados alrededor de las
Atamante, rey de Orcomene, desposado con paredes del pozo infernal, en la línea que
Ino, hija de Cadmo, enloquecido por Juno, separa el círculo de Malasbolsas, por el
mató así a su hijo Learco. Ino se arrojó que sobresalen, del de Cocito, en cuyo hielo
con la otra, Melicerta, al mar (Metamorfosis, tienen los pies. Aunque Dante nombra a seis
IV, -). debe imaginarse acaso nueve, uno por cada
puente de Malasbolsas.
Castillo sienés levantado en contra Florencia, En el original, las rimas de los dos primeros
coronado por catorce impresionantes torres. tercetos intentan dar una sensación de rudeza
Los gigantes que se levantaron contra Júpiter (chiocce, buco, rocce, suco, abbo,
fueron derrotados en la batalla de Flegra conduco).
(Infierno, XIV, ) con los rayos Al llegar la hora de describir la región más
fabricados por Vulcano. profunda del Infierno, donde se castiga en el
La Piña de San Pedro, que al parecer había hielo a los traidores, Dante invoca a las
coronado el Mausoleo de Adriano, o el musas para que le ayuden en su empresa,
Panteón, se encontraba en tiempos de Dante como a Anfión, que levantó las murallas de
ante la antigua basílica. Sus dimensiones eran Tebas haciendo venirlas piedras con su canto.
de cuatro metros. En la actualidad se Los viajeros se encuentran en el primer
encuentra en un patio de los palacios recinto del último círculo, denominado Caína,
Vaticanos donde se castigan los traidores a sus
que lleva su nombre. familiares (como Caín mató a Abel a
Unos veinte metros. traición).
Nembrot habla una lengua producto de la El Tanais es el río Don para los latinos.
confusión de Babel, pues este personaje es Monte incierto, acaso de Escandinavia o de
quien mandó construir dicha torre, según la Rusia.
tradición patrística. Se ha buscado, sin Pietrapana es un monte de los Alpes.
provecho, alguna interpretación a estas Al comienzo del verano.
palabras, que acaso nada signifiquen. Hasta la cabeza, pues la vergüenza se
Efialte, hijo de Neptuno, intervino en la manifiesta en la cara; para otros, los genitales.
famosa batalla contra el Olimpo poniendo el Alejandro y Napoleón, hijos de Alberto de
monte Osa sobre el Pelión. Mangona, que se mataron el uno al otro en
Briareo, hijo de Urano y de la Tierra, fue uno por cuestiones políticas.
de los centimanos, según los clásicos, detalle Mordec, sobrino o hijo del rey Arturo, intentó
que Dante prefiere suprimir en este matar a éste, pero el rey lo atravesó de parte a
pasaje. parte de un lanzazo, dejando pasar
Anteo, asimismo hijo de Neptuno y de la un rayo de sol a través de la herida.
Tierra, es famoso por su combate contra Sobrenombre de Vanni dei Cancellieri, de
Hércules, quien debía sujetarle en el aire para Pistoia, que asesinó a su primo Detto y fue un
vencerle, pues al contacto con su madre hombre cruel. Vivió en el último cuarto
recuperaba las fuerzas. del siglo XIII.
Anteo vivía cerca de Zama, donde fue Sassolo Mascheroni de Florencia dio muerte a
derrotado Aníbal por Escipión, y no estuvo en un joven sobrino para apoderarse de su
la batalla de Flegra, por no haber nacido herencia. Descubierto el hecho, fue
todavía (Lucano, Farsalia, IV). ajusticiado dentro de un tonel lleno de
Ticio fue muerto por Apolo; Tifeo, como cuchillas al que se dio vueltas, y luego
Góngora recuerda, está sepultado bajo el decapitado. En efecto, Dante no podia olvidar
Etna. semejante
Dante puede hablar bien de ellos a su regreso castigo.
a la Tierra. Camincione di Pazzi mató a su pariente
La Garisenda es una torre de Bolonia, Ubertino de una puñalada, mientras paseaban
levantada en ll por Oddo dei Garisendi, y que a caballo.
aún se halla junto a la Asinelli en el «Carlino hará menor mi culpa con la suya.»
centro de la ciudad. Tiene una altura de , En efecto, este Carlino traicionó a los blancos
metros y una inclinación de ,. vendiendo a los negros el castillo de
Al último circulo. Piantra Vigui.
El segundo recinto es Antenora, llamada así gibelinos, consiguieron arrebatarle a traición
por Antenor, príncipe troyano, donde se el poder, bajo la dirección del arzobispo
castigan las traiciones a la patria, pues a Ruggieri. Ugolino, junto con dos hijos y dos
dicho personaje se atribuía el haber entregado nietos, fue encerrado en una torre, en la que
el palacio a los griegos, aunque Homero en la los cinco murieron de hambre en junio de .
Ilíada le presenta como a un hombre sabio Tal vez esté condenado en el Infierno por
que recomienda la devolución de Helena. la traición hecha a su yerno.
Se trata, como veremos, de Bocca degli Abati, Ruggieri degli Ubaldini, de familia gibelina,
que en la famosa batalla de Monteaparti fue arzobispo de Pisa des-de , y tras la muerte
traicionó a los güelfos de Florencia, que de Ugolino dirigió los destinos
fueron derrotados, al cortar la mano de quien de Pisa de manera que suscitó la condena del
llevaba el estandarte de éstos. papa Nicolás IV. Murió en Viterbo en . Está
Buoso di Dovera, señor de Cremona, al condenado por traicionar a Ugolino.
contrario que el anterior, traicionó al partido El primitivo nombre de la antigua torre que se
gibelino en , cuando encargado por alzaba en la actual plaza de los Caballeros,
Manfredo de detener a Carlos de Anjou se aludía a la muda de los pájaros.
dejó comprar por éste y no le combatió. El monte de San Julián.
Tesauro dei Beccheria, legado pontificio en Tres familias gibelinas aliadas contra
Toscana fue acusado de conspirar a favor de Ugolino.
los gibelinos florentinos, tras el Anselmuccio, el más joven de los cuatro, era
destierro de éstos en , y decapitado por los hijo de Guelfo, hijo de Ugolino.
güelfos. Gaddo sí era realmente hijo del conde, y era
Gianni dei Soldanier, gibelino florentino, en , ya un hombre maduro.
durante el gobiemo de Catalano y Loderingo Como propone Borges comentando el pasaje,
(Infierno, XXII), se pasó a este verso tan debatido no alude a que el
dirigir la facción güelfa. Aún vivía en . conde comiera los cadáveres de sus hijos,
Ganelón o Gano es el traidor en la historia de como, al contrario de los antiguos pensaron
Roldán. bis Toebaldello Zambriasi, abrió los comentaristas románticos, pero crea en el
Faenza a los güelfos de Bolonia, en la lector una turbia sospecha, aunque sólo
madrugada del de noviembre de , por su pretenda decir que el conde murió de hambre,
enemistad con la familia gibelina de los ya que no había muerto de dolor.
Lambertazza. Islas del mar Tirreno, posesiones de Pisa.
El episodio lo cuenta Estacio en la Tebaida, Llama a Pisa nueva Tebas a causa de la
VIII, -: Tideo, uno de los siete reyes que crueldad proverbial de sus moradores
atacaron la ciudad, fue herido (Infierno, XXVI, XXX, etc.). Uguiccione era
mortalmente por Menalipo, y dando muerte a hijo
su vez a éste, mandó que trajeran la cabeza de del conde; el brigada, por nombre Ugolino,
su enemigo, que mordió rabiosamente era hijo de Guelfo y hermano de
mientras agonizaba. Anselmuccio.
Ugolino della Gherardesca, de nobilísima Los condenados de la Tolomea (así llamada
famifia gibelina de Pisa, se pasó al bando por el Tolomeo que asesinó a los Macabeos a
güelfo junto con su yerno Giovanni Visconti. traición), aquellos que traicionaron a
Posteriormente, y tras la derrota naval de sus propios amigos.
Meloria () ante genoveses, tomó el poder en Alberigo dei Manfredi, fraile gozoso, hizo
Pisa, que ejerció de manera tiránica, asesinar a su pariente Manfredo, a quien
cediendo a Lucca y a Florencia una serie de había invitado a comer, en el momento de
castillos. Vueltos a Pisa los prisioneros de la traer la fruta a la mesa. Ahora ha cambiado
batalla Meloria en , en su mayoría higo por dátil, es decir, pecado por castigo.
Atropos es una de las parcas.
Branca Doria, de Génova, asesinó a su suegro ha levantado en forma de la montaña del
Miguel Zanque (Infierno, XXII, ), también Purgatorio, justo en las antípodas del
durante un festín, para arrebatarle su Calvario.
posesión de Logodoro. Branca Doria murió Como veremos en Purgatorio, XXVIII, se
sobre , ya aparecida esta parte de la Comedia. trata del río Leteo, que lleva hasta el Infiemo
Personaje no localizado por los comentaristas. las penas olvidadas de los que se
Dante respeta la condena divina, y falta así a purguen en la montaña.
la palabra dada al traidor, traicionándole a su Las tres cantigas de la Comedia concluyen
vez. con esta misma palabra: «estrellas»
La de fray Alberigo, que era de Faenza, y aún Calíope es la musa de la poesía épica, de
vivía en abril de . quien Dante espera una ayuda para su canto.
Palabras de un himno religioso debido a En el Paraíso la musa deberá ayudarle aún
Venanzio Fortunato (siglo IV), aquí aplicadas más. Por ello «un poco».
a las alas de Lucifer. Las Piérides, hijas del rey Pierio de Tesalia,
Se trata de la Judea, región infernal en la que desafiaron a las musas a un certamen, en que
se castiga a los traidores supremos. fueron derrotadas por Calíope y
Dite es, siguiendo a Virgilio, el demonio convertidas luego en urracas por su osadía. La
(Infierno, VIII). leyenda está en Ovidio, Metamorfosis , vv. y
Los comentaristas le calculan unos mil metros ss.
(Infierno, XXXI). El planeta Venus, que con su luz oculta a la
Nótese el parentesco de la figura infernal que constelación de Piscis. Estamos entre las
pinta Dante, con las representaciones cuatro y las cinco de la madrugada del ll de
plásticas de la época. Las tres cabezas (roja, abril de .
amarilla y negra) pueden considerarse como Se trata de la Cruz del Sur, que alegoriza las
una parodia de la Trinidad. cuatro virtudes cardinales.
Los tres supremos traidores son Judas Los hombres de la Edad de Oro, o Adán y
Iscariote, que vendió a Cristo y sufre por ello Eva.
mayor castigo; Bruto y Casio, los asesinos La Osa Mayor
de César, por lo que de nuevo encontramos la Se trata de Catón de Utica, que tiene
alusión a los supremos poderes, espiritual y encomendada la vigilancia del Purgatorio.
temporal: la Iglesia y el Imperio. Catón, enemigo de la polltica de César contra
Como veremos, es este el momento en que la
pasan del hemisferio norte al hemisferio sur, constitución republicana, se suicidó en el
pues Lucifer ocupa el centro de la tierra, a.C. antes que caer en manos de éste. Dante le
y al llegar aproximadamente a su mitad, elige a pesar de ello y de ser pagano por
bajando, comienza a subir desde lo más sus altas virtudes morales. En todo lo que se
profundo del otro hemisferio. refiere a este personaje, Dante se inspira en
Sobre las siete y media de la mañana. Lucano.
La gran seca es la tierra, cuyo punto Así en Farsalia, II, -
culminante es el Calvario. Es decir, «me hizo que me arrodillara ante
En una esfera que se corresponde con la él».
región infernal de la Judea. «Yo vengo del mismo lugar -el primer círculo
Lucifer fue arrojado del cielo por el infernal donde se encuentran los no
hemisferio austral y las tierras que allí se bautizados- que tu esposa Marcia.»
encontraban, por miedo a él, se retiraron hacia El Aqueronte.
el El junco simboliza la humildad y acaso se
boreal (donde según el pensamiento de la encuentre en conexión con la cuerda que
época, se hallaban todas). Todo el hueco que aparece en Infierno, XVI, y acaso con el
sirvió para formar el embudo del Infiemo, se cordón de los franciscanos.
Como veremos en el canto IX, se refiere al su penitencia. Cassella, como veremos, no
ángel portero de la montaña del Purgatorio. llega a expplicar claramente el porqué.
Es decir, «me lavó la cara de toda la suciedad Los muertos destinados al Purgatorio se
acumulada durante el viaje infemal». congregan en la desembocadura del Tíber; y
Alusión al último viaje de Odiseo, que vimos allí deben aguardar el tiempo que Dios
en Inferno, XXVI. decida para cada caso, antes de emprender el
Recordad que, según la cosmología de Dante, viaje. Cassella, sin embargo, ha podido
la montaña del Purgatorio en el hemisferio aprovecharse del jubileo que comenzó en la
Austral que ocupan las aguas es la Navidad anterior, tras haberle sido negado el
antípoda exacta del monte Calvario, en pasaje en varias ocasiones.
Jerusalén, por lo que ambas se hallan en el Comienzo de una canción del propio Dante,
mismo meridiano. En el hemisferio Boreal, el que él mismo comentó en Canvivium, III. Fue
de la compuesta no mucho después de
tierra firme, Jerusalén ocupa el centro y y puesta en música por Cassella.
España y la India los extremos occidental y Reaparece Catón, como vigilante del
oriental, respectivamente. La noche, pues, Purgatorio. Su cruda reconvención a las almas
per- distraídas nos pone sobre aviso de los
sonificada, sale del Ganges --es decir, está peligros de los deleites sensuales en el camino
anocheciendo en la India- con el signo de de la salvación.
Libra, como es propio del equinoccio de Virgilio parece disgustado por haber merecido
primavera en el que nos encontramos. Cuando él también el reproche de Catón por
la noche «ha triunfado», es decir, en el entretenerse en cosas banales. Recordad el
equinoccio de otoño, «le caen» porque esta episodio en Infierno, XXX, en que es el latino
constelación no se descubre entonces por la quien reprocha a Dante el entretenerse con
noche. naderías.
Comienzo del Salmo CXIII, en el que se La prisa, al igual que el reírse o cualquier otra
celebra la liberación de la esclavitud de desmesura, va contra el decoro que deben
Egipto. guardar las personas nobles y sabias.
La sorpresa de encontrar a Dante vivo en el En el recuerdo de su amigo Cassella o en el
Purgatorio hace que las almas llegadas a reproche de Catón.
purgar sus culpas se entretengan El Purgatorio es la montaña más alta de la
indebidamente para saciar su curiosidad. tierra. Dante utiliza aquí un neologismo, «si
Como veremos en el v. , se trata de la sombra dislaga».
de Cassella, compositor de discutido origen En efecto, si en el Purgatorio son
toscano, que puso música a alguna aproximadamente las seis de la mañana, hora
de las composiciones juveniles de Dante. del amanecer, en Jerusalén son las seis de la
No olvidemos que habla un alma, libre ahora tarde, y en Nápoles algo después del
del cuerpo tras la muerte. Con respecto a la mediodía.
corporalidad de las almas (antes del Virgilio, muerto en Brindisi, fue sepultado en
juicio final, en el que se reunirán con sus Nápoles por orden de Augusto (Purgatorio,
cuerpos verdaderos), Dante muestra muchas VII).
contradicciones a lo largo de la obra, pues si La razón no puede alcanzar el porqué de los
bien, como en este caso, son totalmente designios de Dios uno y Trino, y tiene que
inmateriales, no sucede de igual manera en conformarse con el «quia» (el qué) sin
otras muchísimas ocasiones. (Cfr. Purgutorio, preguntarse por otras cuestiones inalcanzables
XXV, vv. y ss.) para las fuerzas humanas sin el concurso de la
Dante pregunta a su amigo por qué si ha fe.
muerto hace mucho ha tardado tanto tiempo - «Tú mismo has visto desear el saber aún
en venir al Purgatorio para dar comienzo a más, sin resultado alguno, a algunos hombres
de tanta altura intelectual que
hubieran podido conseguirlo. Mas por haber grandes piedras que arrojaron sus barones,
carecido del auxilio de la fe, ahora este deseo hasta que el obispo mandó trasladarlo fuera
insatisfecho les atormenta. de
Se refiere ahora a sí mismo, que comparte con su territorio, por ser éste de jurisdicción
los filósofos de la antigüedad el lugar de los eclesiástica, y lo mandó enterrar cerca del río
no bautizados, y la imposibilidad de Verde, en el confín de la comarca.
ver a Dios y satisfacer sus ansias de Manfredo quiere decir que si el obispo
conocimiento. hubiese leído atentamente el pasaje
Lerice es un castillo, y Rurbia un pueblecillo, evangélico (Juan, VI, ) sobre el
ambos en la costa de Li- arrepentimiento, no
guria. hubiese obrado de esta manera.
se trata de un grupo de almas de aquellos que, Por haber sido excomulgado.
a pesar de haberse arrepentido de sus culpas Manfredo, y Dante por su boca, pide las
antes de morir, se encontraban bajo la oraciones de los vivos para acortar las penas
excomunión, y tienen que dar vueltas en torno de las almas del Purgatorio. Esta idea es
a la montaña antes de iniciar su penitencia, constante en esta etapa del viaje.
durante un tiempo treinta veces mayor que Constanza, hija de Manfredo, vivió hasta .
aquel que duró la excomunión. Contra las doctrinas platónicas o maniqueas.
Se trata de Manfredo, hijo natural de Federico El sol, que recorre quince grados en una hora,
II y de Blanca Lancia. Debió nacer en torno a había subido cincuenta grados; es decir,
y murió cerca de Benevento habían pasado tres horas y veinte minutos
en , tras haber intentado asumir la herencia de desde el amanecer. Cuando Dante temió que
su padre y haber luchado encarnizadamente Virgilio le hubiese abandonado había pasado
contra el papado (Inocencio IV, que le una, otras dos mientras andaba hasta la
excomulgó, Alejandro IV y Urbano IV) y montaña y se encontraron el grupo de los
contra Carlos de Anjou, el hermano de Luis excomulgados y hablaban con Manfredo.
IX, bajo cuyas tropas sucumbió el joven En este terceto Dante compara la subida a la
caudillo gibelino. La historiografía de la que se ven obligados en el Purgatorio con tres
época trató su figura con comprensible de los lugares más abruptos de la
disparidad según sus opiniones políticas, pero geografía italiana. Sanleo está cerca de
casi Urbino, Noli en la Liguria, Bismantova es una
todos coinciden en su atractivo y su nobleza. montaña de los Apeninos en la región de
Dante, obviamente, se muestra muy favorable Reggio. Otros leen en lugar de «cacume»:
al personaje, al que atribuye un "cumbre", Cacume, monte del Lacio cerca de
arrepentimiento salvador antes de la muerte, Frosinone, con lo que, aceptada esta lectura,
cosa que no hace, en cambio, con su padre, la traducción del verso sería «se sube a
Federico II. Bismantova y a Cacume».
Esposa de Enrique VI de Alemania (hijo de De Virgilio.
Federico Barbarroja); fue la madre de La ladera del monte tenía una inclinación
Federico II. mayor de °.
Su hija, también llamada Constanza, fue Para mirar con satisfacción el camino
esposa de Pedro III de Aragón, de quien tuvo recorrido o tal vez porque es de buen augurio
a Federico, rey de Sicilia, y a Jaime II, mirar a oriente para orar. Dante se vuelve
que le sucedió en la corona peninsular. hacia la playa, a oriente, y ve que el sol se
Bartolomé Pignatelli, obispo de Cosenza. alza por su izquierda, pero recordemos que se
Clemente IV, papa desde hasta . encuentran en el hemisferio austral.
Manfredo va a referirse en los siguientes «El sol salía entre nosotros y el Aquilón, es
versos a la no comprobada leyenda acerca decir, el norte, al contrario que en el otro
de su muerte. Según ésta, su cuerpo enterrado hemisferio, que sale entre nosotros y el
fuera de lugar sagrado fue cubierto de Austro, o viento sur.»
En el original «Cástor a Poluce». Si el sol violentamente y se arrepintieron de sus
estuviese en Géminis se vería la rueda del pecados
Zodiaco girar más al norte, pero ahora el sol en el último momento, perdonando incluso a
se encuentra en Aries. sus verdugos.
Los fenómenos del hemisferio austral y Virgilio le insta para que no se detenga a
boreal son totalmente contrarios. El camino pesar de los ruegos de aquellos que vienen a
que mal supo seguir Faetón con su carro es implorarle que lleve al mundo noticias de
la eclíptica que lleva los signos del Zodiaco. sus penas, ya que aún sigue con vida.
El círculo que divide en dos el cielo cristalino Arrepentidos de sus pecados, y perdonando a
es llamado en astronomía Ecuador y está sus asesinos.
siempre entre el sol y el invierno, porque Se trata de Jacobo del Cassaro, de una noble
cuando el sol está en Capriconuo es inviemo familia de Fano perteneciente a la facción
en el hemisferio norte, y cuando está en güelfa. Enemigo acérrimo de los Este de
Cáncer lo es en el hemisferio sur. Ferrara, fue muerto a traición por sicarios de
Antes de la diáspora. Azzo VIII, con la posible intervención de
Dante y Virgilio han llegado al Malatestine de Rímini (Infierno, XXVII).
antepurgatorio, donde se encuentran las almas La Marca de Ancona está situada, en efecto,
de aquellos que fueron tardos en el entre la Romaña y Nápoles.
arrepentimiento. En Padua, que se creía había sido fundada por
Se trata, como veremos, de Belacqua, llamado Antenor, príncipe troyano (Eneida I, -).
acaso Duccio di Banavia. El citado Azzo VIII de Este, que al parecer
El perezoso habla irónicamente a Dante por tenía buenas razones en su rivalidad con
esforzarse tanto en una estéril disquisición Jacobo.
astronómica. La Mira es un pueblecito entre Padua y
Belacqua fue tal vez un fabricante de Oriaco. Dante, en este pasaje, se ajusta muy
instrumentos florentino contemporáneo de estrechamente a la geografía de la zona,
Dante, de quien debió ser conocido en su hasta en el pequeño detalle del pantano.
juventud de poeta trovadoresco. Se cuenta Bonconte de Montefeltro era hijo de Guido
que reprochándole Dante su pereza, el (Infierno, XXVII). Perteneció al partido
indolente le contestó con palabras de gibelino y luchó al servicio de Arezzo contra
Aristóteles que Florencia, muriendo en la batalla de
«sentado se adquiere la sabidurla» a lo que Campaldino, que tuvo lugar el ll de junio de
Dante replicó que entonces no habría hombre y en la que tomó parte el propio Dante.
tan sabio como él. Según algún documento Su esposa Giovanna y «los demás», su hija
de la época, aún debía estar vivo en . Manentessa (esposa luego de Guido
Tiene que aguardar el comienzo de su Selvatica, que acogió a Dante en ) y su
auténtica purgación en el antepurgatorio hermano Federico.
como todos los tardos en arrepentirse, el Se trata del valle superior del Arno que ya
mismo hemos visto en Infierno, XXX. El Arquiano
tiempo que estuvo con vida. No nos dice nada es un afluente del Arno que nace cerca
Dante de en qué círculo debía terminar luego del famoso convento de Camaldoli fundado
su purificación. por San Romualdo, a quien encontramos en
Es ya el mediodía. Marruecos equivale al Paraíso, XXII.
norte de Africa, donde ahora es medianoche. Porque desemboca en el Arno.
Es un eco de la Eneida, VI, , «Stat ferrea Irritado el diablo por no haberse podido llevar
turris ad auras». el alma de Bonconte, a causa de su postrer
Obviamente, ruborizándose. arrepentimiento, decide apoderarse de
El salmo L. El nuevo grupo que se acerca es su cuerpo.
uno de aquellos que fueron muertos El propio diablo.
Se trata de una altísima cordillera del Apenino Su fortaleza consistió en hacer las paces con
que separa el Val d'Arno casentinense del Val el temible Ugolino, tras la muerte de su hijo,
d'Arno superior. para facilitar la reconciliación entre las
Es decir, con todo lo que el río llevaba en facciones rivales.
aluvión. Orso degli Alberti, hijo del conde Napoleón
Aunque apenas nos dice nada de ella, salvo su que vimos en Infierno, XXXII, fue muerto
nombre y los lugares de su muerte y su por su primo Alberto en . La familia
nacimiento, lo que ha dado pie a infinitas de los Alberti di Mangona, a la que ambos
conjeturas y controversias, debe tratarse de pertenecían, padeció un verdadero destino
Pia dei Tolomei, belllsima muchacha sienesa, trágico durante varias generaciones.
desposada con el despótico Paganello Pier da la Braccia, o Pierre de la Brosse, fue
Panochieschi, señor del castillo della Pietra en un famoso médico francés de los reyes Luis
la Maremma sienesa, partidario de los IX y Felipe III. En acusó a la
güelfos, y podestá de Volterra y de Lucca. segunda esposa de éste, Maria de Brabante,
Este de la muerte del primogénito, que Felipe
cruel Nello había ya estado casado en dos habia tenido de su primera mujer, para
ocasiones, y al parecer, deseando desposarse asegurar
con Margarita Aldobrandeschi, a cuyo padre la sucesión de su hijo, luego Felipe el
conoceremos en Purgatorio, XV, y viuda a su Hermoso. A su vez la reina acusó a Pierre de
vez de Guido de Monforte (Infiemo, XII) y de estar en tratos con el rey Alfonso X de
Orsello Orsini, decidió deshacerse de ella Castilla, y
arrojándola por una ventana del apartado Felípe III le mandó ahorcar por traición, pues
castillo de la Pietra (). No es admisible la Castilla y Francia se encontraban en guerra ().
opinión de algunos de que Pia muriese de Otros comentadores aseguran que la
fiebres palúdicas, ni que la causa de su muerte reina denunció al médico por haber atentado
fuera su infidefdad o los celos de su marido. contra su castidad.
El propio Nello. Que se arrepienta de su falsa acusación antes
Es decir, repitiendo las jugadas para ver en de morir (no lo hizo hasta ) si no quiere ir a
qué ha consistido su fallo. parar a un lugar peor que éste
Benincasa da Laterina, jurisconsulto del siglo donde se encuentra su víctima, es decir, en las
XIII, fue muerto, en efecto, por Ghin de Malasbolsas donde se codean los falsos
Tacoo (caballero sienés dedicado al acusadores.
bandidaje y citado por Boccaccio en el En Eneida, VI, , escribe Virgilio «Desine fata
Decamarón), en venganza por haber aquel deum flecti sprerare precando», donde parece
condenado a muerte a un hermano y a un tío negar la posibilidad de cambiar
de éste. el designio divino mediante la oración.
Se trata de Guccio dei Tarlati, señor de Porque eran paganos.
Pietramala, en la comarca de Arezzo, que se Se trata, como veremos, del alma del trovador
ahogó en el Arno, luchando contra los Sordello de Goito, mantuano
güelfos. Otros comentarios le prefieren nacido a comienzos del siglo XIII. La vida de
muerto en , tras la batalla de Campaldino. Sordello es digna de la mejor
Federico Novello, muerto en ó , por uno de novela de aventuras. Al parecer, raptó a la
los Bostoli, güelfos de Arezzo. El de Pisa bella Cunizza da Romano, a quien
debe ser Gano Scomigniani, veremos más adelante, hermana de Ezzelino
muerto a instancias del conde Ugolino della III, y esposa de Ricardo di S.
Ghererdesca en . Fue hijo del a continuación Bonitafio, a cuyo servicio se encontraba el
citado Marzucco Scornigniani, hombre poeta. Huyendo luego de la venganza
de gran reputación muerto en tras haber del noble anduvo errante por las principales
profesado como franciscano en Santa Croce cortes de la época, siendo muy
de Florencia donde Dante debió conocerlo.
apreciado como hombre de armas y como Dante le reprocha su desinterés y su abandono
poeta por Carlos de Anjou. En se de las cosas de Italia en manos de Bonifacio
encontraba prisionero en Navarra y fue VIII. Dante amenaza con el castigo divino
liberado poco después por intercesión del a su descendencia, en este caso el citado
papa Clemente IV. En , ya liberado, obtuvo Enrique VII.
cinco castillos en recompensa a Tanto Rodolfo como Alberto se dedicaron a
sus servicios, muriendo poco después. los asuntos de Alemania, despreocupándose
Escribió su brillante obra poética en de Italia, el jardín del imperio.
provenzal, y aparte de numerosos poemas de Dante ahora pasa revista a una serie de
carácter amoroso, compuso una célebre obra familias italianas célebres por sus opiniones
titulada contrarias, bien fueran de ciudades
Ensanhament d'onor en la que pasaba revista diferentes, bien de la misma ciudad. La
a la mayor parte de los soberanos de su identificación de estas familias ha sido
tiempo. Esta es al parecer una de las bastante discutida por los comentaristas. Los
principales Capuletos
razones que le movieron a Dante a y Montescos no está claro que sean los
encomendarle papel tan preeminente en su mismos que recoge la leyenda de Romeo y
obra, pues como veremos en el siguiente Julieta, de Verona. Los Monaldos y
canto es Filispescos
Sordello quien guía a los otros dos poetas al eran de Orvieto.
valle de los reyes. Dante lo cita en «De Posesión de la antigua familia gibelina de los
vulgare eloquentia» como poeta y orador Aldobrandeschi, ahora en decadencia, que
político. había pasado al poder de Siena.
Virgilio iba a comenzar su respuesta a Roma invoca la presencia del emperador
Sordello con algo así corno «Mantua me vio como garantía del poder civil.
nacer...» cuando es rápidamente Dios, o mejor, el propio Cristo
interrumpido por el trovador. Dante debe aludir al romano Claudio Marcelo
La invectiva de Dante contra las discordias (cónsul en el a.C.), acérrimo enemigo de la
políticas de Italia parece estar inspirada en el política de César, y aquí tomado
propio Sordello. como ejemplo de oposición a la política
Los paisanos de una misma ciudad, imperial.
desgarrados entre las facciones politicas de su En efecto Florencia había cambiado de
tiempo. constitución política en , , , , y a partir de este
«¿De qué vale que Justiniano te hubiera dado año la política
prudentes leyes si ahora no hay nadie para florentina está como sabemos marcada por las
aplicarlas?» discordias entre güelfos blancos y negros, y
Los italianos deberían consentir la autoridad posteriormente de a , por las
imperial que unificaría la multiplicidad de distintas facciones de negros hasta la muerte
estados siempre en discordia. de Corso Donati. También hace referencia a
Se refiere al precepto evangélico (Mateo, los continuos exilios.
XXII-): «Dad al César lo que es del César y a Según los usos del tiempo, los mayores en
Dios lo que es de Dios.» dignidad abrazaban a los menores por el
Probablemente se refiere a los religiosos cuello; los que tenían una pareja condición se
ávidos de riqueza y poder. abrazaban estrechándose la espalda; los
Alberto I de Austria, hijo del emperador menores abrazaban a los mayores en los
Rodolfo. Fue elegido para la dignidad muslos o en las rodillas. Los primeros abrazos
imperial en y muerto en por Juan de que se
Suabia. Nunca estuvo en Italia, donde el cruzan Sordello y Virgilio son los de dos
imperio se consideró vacante desde la muerte simples paisanos que se encuentran. Al
de Federico II hasta la llegada de Enrique VII.
conocer ahora Sordello al autor de la Eneida, Wenceslao IV, nacido en , rey de Bohemia a
le la muerte de su padre. Murió en , dejando una
demuestra toda su reverencia. fama, acaso injusta, de vida
«Me encuentro en el infierno no por haber corrupta.
cometido falta alguna, sino por no haber Felipe III de Francis, el Atrevido que
conocido la doctrina de Cristo.» conversa con Enrique I de Navarra. Nació en
No está del todo claro por qué razón se y sucedió a su padre Luis IX en .
encuentra Sordello en el antepurgatorio. Fue padre de Carlos de Anjou y de Felipe IV,
Algunos opinan que se encuentra entre los murió en , derrotado por Roger de Lauria en
muertos de muerte violenta, pero no es su lucha contra los aragoneses. El
probable que Sordello muriese asesinado. detalle de su nariz chata lo confirma la
Se refiere, como veremos, al pequeño valle en iconografía de la época.
que descansan los grandes monarcas. Enrique I de Navarra, el Gordo, sucedió a su
Nótese el carácter alegórico de las palabras de hermano Tebaldo (Infierno, XXII) en y murió
Sordello. Sólo con la luz de la gracia es en . Su hija Juana fue
posible el progreso hacia la perfección esposa de Felipe IV el Hermoso.
espiritual. Sin esta luz bien se puede bajar, y El mal de Francis es el citado Felipe IV.
caer de nuevo en el pecado, o dar vueltas sin Pedro III de Aragón, llamado el Grande. Fue
emprender el camino de la purificación. hijo de Jaime I al que sucedió en . Casado con
Porque Virgilio no conoce las leyes del Constanza, hija de Manfredo
Purgartorio. (Purgatorio, III), fue rey de Sicilia tras la
La elección del «Salve Regina» puede estar rebelión de las Vísperas Sicilianas en . Murió
justificada porque son reyes o grandes de la en . Fue un rey muy afamado por su
tierra quienes la entonan. virtud, fortaleza y sabiduría.
Comienza ahora un largo repaso a los El narigudo es Carlos I de Anjou, hermano de
principales monarcas que reinaron en la Luis IX, nacido en . Lo conocemos ya como
segunda mitad del siglo XIII. El trovador rival de Manfredo al que derrotó
Sordello en la batalla de Benevento. Coronado rey de
había compuesto un planto a la muerte del Nápoles por el papa, murió en . La postura de
caballero Blacatz, en el que afirmaba que con Dante con respecto al personaje es
la muerte de éste se acababan las virtudes bastante ambigua (Purgatorio, XX, Paraíso,
caballerescas, a invitaba a los reyes europeos VIII).
de la anterior generación a comerse su El sucesor de Pedro III fue su hijo Alfonso
corazón para que heredasen su valentía. III, que murió a los veintisiete años en
Rodolfo de Austria, a quien ya había aludido dejando tras sí mala fama, tras seis años
en el canto anterior por desatender los asuntos de reinado. Es posible que Dante aluda aquí al
italianos. Fue emperador de hijo menor, Pedro, muerto muy joven, antes
Alemania entre y , habiendo derrotado su que su padre.
candidatura las pretensiones imperiales de Jaime II de Aragón y Federico II de Sicilia
Alfonso X de Castilla. comparten el desprecio de Dante por sus
De su sucesor Enrique VII. figuras como gobemantes.
Otokar II Bohemia, que había sido en el Dios mismo
mundo enemigo del anterior. El Molda es el Lo dicho sobre la sucesión de Pedro III vale
río Moldava, el Albia es el Elba. Fue rey para la de Carlos de Anjou, Carlos II que
desde y murió en . Valiente en la guerra y gobemó indignamente Apulia y la
tirano como gobernante, se le atribuye el Provenza, región que Carlos I había heredado
haber aconsejado a Carlos de Anjou el por su matrimonio con Beatriz, hija del
asesinato de Corradino (Purgatorio, XX). último duque.
Dame afirma que ya de joven era mejor que
su hijo en edad adulta.
Quiere decir Dante que tanto menor es Carlos güelfos y gibelinos en Toscana. Murió en .
II de Anjou en relación a su padre Carlos I, Fue gobemador de Gallura, en Cerdeña.
como éste lo es respecto a Pedro III; o Acaso Dante lo conociera en el cerco de
literalmente: cuanto Constanza, su esposa, Caprona en (Infierno, XXI) o acaso en la
tiene mayor razón de envanecerse de su misma Florencia. Ambos compartían las
marido, que la citada Beatriz y Margarita de mismas ideas güelfas.
Borgoña, segunda mujer del de Anjou, la ¿No había advertido Sordello hasta ese
tienen para hacerlo del suyo. momento que Dante estaba vivo? Su sorpresa
Enrique III de Inglaterra, muerto en , príncipe y el no haber preguntado nada al
inepto y débil a quien sucedió Eduardo I, encontrarse así lo hace suponer.
Ilamado el Justiniano inglés. En el Sordello se vuelve a Virgilio, como pidiendo
planto de Blancatz Sordello, recomendaba a una explicación; Nino Visconti a Conrado
Enrique que comiese grandes cantidades de Malaspina, de quien hablaremos más
corazón del héroe, para que le infundiese adelante.
valor. Su hija Juana había nacido en torno a de su
Guillermo VII Sapalunga, marqués de mujer Beatriz de Este y tuvo a la muerte de su
Monferrato, que ocupa una posición más baja padre una vida llena de
que los monarcas. Murió en tras una sinsabores, muriendo alrededor de .
rebelión popular, encerrado en una jaula. Para La mujer de Nino, Beatriz de Este hija de
vengarle su hijo hizo la guerra de la ciudad de Obizzo II, casó tras la muerte de aquél con
Alejandría, en la Liguria, perdiendo Galeazzo, hijo de Mateo Visconti, señor de
algunas tierras en su posesión de Monferrato Milán, en . Las «Blancas tocas» eran la
y Canaves. indumentaria propia de las viudas.
«Te lucis ante terminum, rerum Creaton», La víbora del escudo de los Visconti de
himno compuesto por San Ambrosio y que se Milán, gibelinos, honrará menos la
canta a la hora de completas para tumba de Beatriz que el gallo del escudo de
implorar protección frente a las tentaciones los Visconti de Pisa, güelfos (re-
nocturnas. cordemos que Nino había sido gobemador de
- La necesidad de aguzar bien los ojos viene Gallura, en Cerdeña). Víbora y
dada por el peligro de interpretar de una gallo se oponen también como simbolos
forma errónea una alegoría en negativo y positivo, respectivamente.
apariencia muy simple. En realidad, las almas Las virtudes teologales. Las otras cuatro,
del Purgatorio ya no necesitan pedir la ayuda como ya sabemos, son las cardinales.
divina para vencer la tentación; pero con Conrado Malaspina fue hijo de Federico I,
ello se quiere alegorizar la necesidad de la marqués de Villafranca, que vivió hasta .
oración para las almas que en la tierra Villafranca se encontraba en el centro
emprenden el camino de la penitencia. de Val de Magra, en la comarca de
Representación de la justicia y la misericordia Lumiguiana.
divinas. Las espadas truncas son la defensa Conrado Malaspina el Viejo vivió en la
contra la tentación, de la que el primera mitad del siglo XIII.
hombre puede defenderse, pero a la que no Se preocupó tanto de favorecer a los suyos
puede atacar. que no se preocupó de salvar su alma.
Ugolino Visconti, hijo de Giovanni Visconti y En efecto, Dante no visitó las posesiones de
de una hija de Ugolino della Gherardesca, los Malaspina hasta .
¡unto al que ocupó el gobierno de Pisa La casa de los Malaspina, en efecto, fue
en . De las discordias entre ambos se conocidísima en toda Europa, tanto por su
aprovehó el arzobispo Ruggieri. Tuvo un valor como por su liberalidad con los
papel de suma importancia en las discordias trovadores.
entre La inclinación natural y la educación.
¿De nuevo un ataque al papado?
Conrado predice a Dante que no pasarán siete realmente transportado hasta la puerta del
años sin que conozca personalmente la virtud Purgatorio.
de los Malaspina. En , en Ya que todo este pasaje alegoriza el
efecto, Dante fue huésped de dicha familia, sacramento de la penitencia, el ángel guardián
con la que, como hemos visto, se muestra acaso represente al sacerdote. La espada
especialmente generoso en sus alabanzas. puede significar la justicia o las palabras del
La Aurora estaba desposada con Titón, que sacerdote que mueven a la penitencia.
alcanzó de los dioses el don de la El primer peldaño alegoriza el examen de
inmortalidad, pero no de la juventud, conciencia; el segundo, la confesión
convirtiéndose en un eterno anciano. propiamente dicha; el tercero, la satisfacción
Dante nos dice que en Italia está amaneciendo de la
en estos momentos, alzándose con la penitencia.
constelación de Piscis, o de Escorpión según La firmeza de la autoridad eclesiástica.
otros comentaristas, mientras aquí en el Una por cada uno de los pecados capitales
Purgatorio son alrededor de las tres de la que se purgan en las siete cornisas del
mañana. Purgatorio. Como veremos, Dante se verá
«Me venció el sueño porque aún me pesaba el libre
cuerpo con sus necesidades materiales.» de ellas, una por una, a medida que vaya
Recordemos que los cinco son Virgilio, completando su ascensión.
Sordello, Nino, Conrado y el propio Dante. El color del hábito simboliza la humildad del
Recordemos ya la citada fábula ovidiana de sacerdote.
Progne y Filomena. De las dos llaves, la de oro simboliza la
El águila del sueño le recuerda a Dante la que autoridad derivada de Dios para perdonar los
Zeus enviara al monte Ida -acaso él mismo pecados; la de plata la ciencia y prudencia
metaforseado- a raptar al bello del sacerdote para examinar y juzgar las
Ganimedes para que le sirviera de copero en faltas.
el Olimpo. Que fuese más incliado a la indulgencia que
La esfera del fuego se suponía colocada entre al rigor.
la del aire y el cielo de la luna. Quien aún tuviese nostalgia del pecado.
Dante se refiere a la leyenda según la cual, La historia la cuenta Lucano (Farsalia, III, -).
profetizada la muerte del joven Aquiles si César quiso apoderarse del tesoro público
marchaba a la guerra de Troya, Tetis, su custodiado en la roca Tarpeya al
madre, le condujo mientras dormía de la cuidado de Cecilio Metelo. Expulsado de allí
custodia del centauro Quirón a la ciudad de éste y poniendo César las manos en el tesoro,
Squira, donde fue disfrazado de muchacha y la roca resonó en señal de protesta ante el
educado como tal, hasta que Ulises vino a atropello.
buscarle y supo astutamente reconocerlo, El famoso Te Deum, himno de acción de
ofreciendo a las muchachas ricos presentes gracias, se atribuye a San Ambrosio y a San
entre Agustín.
los cuales había deslizado un puñal, que el Recordemos la prohibición angélica de
joven héroe se apresuró a recoger, sin poder volverse hacia atrás que vimos en el canto
ocultar su instinto bélico. anterior.
Es decir, al verdadero Purgatorio, pues hasta Tienen que caminar procurando no chocar
el momento Dante y Virgilio han estado con las estrechas paredes, ambiando de lado
recorriendo el Antepurgatorio. según los vericuetos del camino.
Eran las ocho de la mañana del de abril. Sobre las diez y media de la mañana. Han
Lucía, símbolo de la gracia iluminante pasado dos horas desde el despertar del poeta
(Infierno, II, ) que mientras él soñaba con el a la puerta del Purgatorio, hasta la
vuelo en las garras del águila le había llegada al primer círculo.
De tan escarpada como era no podía ser pecho. Como veremos, esta actitud se
escalada. contradice con el propio castigo al que están
y ss. Escultor griego del siglo V a.C., famoso sometidos.
por su canon dórico. Estos relieves, ya en el El canto comienza con una paráfrasis del
suelo, ya en las paredes del círculo, Padrenuestro, puesta en boca de los
lo superan con creces, pues su escultor es, soberbios, casi como una cura de humildad.
obviamente, el propio Dios. En ellos «No que estés dentro de los cielos, pues estás
encontramos ejemplos de mansedumbre, y el en todas partes, sino porque aquí demuestras
primero más tu poder y tu amor hacia los
de ellos está, como siempre en el Purgatorio, ángeles.»
referido a María; en este caso se trata de la La caridad divina.
Anunciación. Las almas del Purgatorio ya no pueden pecar,
- La segunda historia esculpida es la de David pero de igual manera que tas reciben las
bailando ante el arca de la Alianza (Samuel, plegarias de los vivos, ruegan a su vez
II, VI, -) cuyo contacto para que éstos no caigan en tentación.
indebido podía causar la muerte del infractor La oscuridad del pecado.
(v. ). La escena representa también a Micol, Virgilio.
esposa de David, avergonzada ante la Está hablando Omberto Aldobrandeschi, hijo
conducta de su esposo que considera de Gughelmo, famoso gibefino muerto a
impropia de un rey. mediados del siglo XIII. Omberto, señor
El oído decía «no», pues no se escuchaba de Campagnatico, castillo cercano a Siena, se
nada; pero la vista decía «sí», tal era la dedicó al bandidaje y fue muerto por los
perfección de la escultura. sieneses en , o bien defendiendo su
La tercera historia, que Dante sigue paso a castillo, o según otros ahogado en su lecho.
paso, fue atribuida a Trajano por Dion Casio Los Aldobrandeschi fueron, en efecto, una
(XIX, ). Fue muy difundida en la Edad antiquísima y soberbia familia feudal.
Media. Dante, que se sabe de carácter altivo y
El papa Gregogio Magno, según se pensaba soberbio, reconoce en el círculo de los
en tiempos de Dante, consiguió que Dios soberbios su propio lugar en el Purgatorio
sacase a Trajano del Infierno, que como no (Purgatorio, XIII).
bautizado le estaba destinado, y lo llevase al Oderissi da Gubbio, miniaturista de la
Paraíso, donde le encontraremos (Paraiso, segunda mitad del siglo XIII muerto en y
XX), lo que hace suponer en él afinidades con conocido de Dante. Trabajó para los papas
el cristianismo de todo punto improbables. y fue muy celebrado en su tiempo.
En el original, «giustizia vuole a pietà mi Nada sabemos apenas de este Franco de
ritene». Bolonia, acaso fuera un alumno de Oderisi, lo
Dios, que ha existido antes que cosa alguna. que pondría aún más de manifiesto la
Las almas de los soberbios, aplastados por el aprendida humildad de éste.
peso de las piedras que les humillan. Estaría en el Antepurgatorio.
La fama del artista dura poco, a menos que le
Es decir, en la superación de la pena, tras siga una época de decadencia, con lo cual su
cumplir el castigo. nombre queda preservado más largo
Las penas del Purgatorio, por duras que éstas tiempo.
sean, no seguirán tras el Juicio Final. Para ejemplificar lo dicho anteriormente,
En el original: «già scorger puoi come Dante se vale, por boca de Oderisi, de dos
ciascun si picchia», que algunos explican ejemplos, tomados uno de la pintura y otro
como si los condenados fueran golpeándose de la literatura. El pintor florentino Cimabue,
el representante aún de la influencia bizantina,
fue superado totalmente por las nuevas
formas plásticas de Giotto, por quien Dante Marte, Palas Atenea y Apolo, luchando contra
mostró gran admiración. Guido Cavalcanti los gigantes.
superó a su maestro Guido Guinizzelli, y a su La torre de Babel.
vez será superado por otro poeta, acaso el Niobe, que se ensoberbeci ante Latona por
propio Dante. tener siete hijos y siete hijas, mientras que
El original «anzi che tu lasciassi il 'pappo' e' ésta sólo tenía a Apolo y Diana, que
'dindi'» hace referencia al lenguaje infantil. exterminaron a los nióbidas, fue convertida en
El de las estrellas fijas, que según Convivium, piedra.
II, XIV, II, tarda siglos en completar su Saúl se suicidó tras su derrota en Gelboé a
vuelta. manos de los filisteos. David maldijo aquel
Provenzano SaJviati, de Siena, jefe de los valle con la sequía ( Samuel, ).
gibelinos toscanos, vencedor en Montaperti. Aracne, que desafió a Atenea a tejer y fue
Muerto en la batalla de Colle di Valdelsa convertida en araña por la diosa.
(). Fue decapitado por los florentinos. Dice la Roboán, hijo de Salomón, tuvo que huir del
leyenda que el diablo había profetizado a pueblo, sublevado contra él por no haber
Salviati que su cabeza sería la más alta de querido, en su arrogancia, disminuir los
los sieneses. Él creyó asegurada la victoria, impuestos ( Reyes, XII, -).
pero su cabeza entró en Siena en lo alto de Erifile fue muerta por su hijo Alcmeón en
una pica. Vueltos al poder los güelfos, venganza por haber traicionado ésta a su
borraron esposo Anfiarao, que dada su condición de
toda la fama que de él quedaba en la ciudad. adivino (Infiemo, XX, -), sabía que moriría en
Porque se vende por dinero. caso de acudir a luchar contra Tebas. Argia,
El Sol. mujer de Polinice, ofreció a Erifile un
- Carlos de Anjou había, en efecto, hecho collar si conseguía que su esposo acudiera a
Prisionero a un amigo suyo, por cuyo rescate la batalla, como en efecto hizo, provocando la
exigía una suma desorbitada. presagiada muerte del esposo (Esta cio,
Salviati, no disponiendo de esa cantidad, se Tebaida, II, ss.; IV, y ss. También en
puso a mendigar públicamente en la Plaza de Metamorfosis y en Eneida).
Siena. El rey asirio Senaquerib se había burlado de
- Oderisi profetiza tal vez la necesidad que la confianza del rey Ezequía en el Dios de los
tendrá Dante de mendigar en el exilio. hebreos. Un ángel exterminó su
- Se abre aquí una larga serie de estrofas ejército y sus hijos le asesinaron ( Reyes,
acrósticas; las cuatro siguientes comienzan XIX; Isaías, XXXVII).
con V; las cuatro siguientes con ; las Tamiris, reina de los masegetas o escitas, a
cuatro siguientes con M, dando como quien el persa Ciro había matado a su hijo, se
resultado Vom, es decir, «hombre». En los vengó de éste, una vez derrotado,
versos - aparecen las tres variantes. En toda la cortándole la cabeza. Dante lo cita de Orosio
serie se recogen los ejemplos de soberbia (Historia,II, -), que debe inspirarse en un
castigada que, esculpidos en el suelo de la pasaje de Herodoto.
comisa, aleccionan a los soberbios. Según Holofernes, decapitado por Judit en el cerco
algunos de Betulia.
comentaristas, los cuatro primeros son los El último ejemplo es el de la soberbia Troya
soberbios contra Dios, castigados por él incendiada y arrasada por los griegos. Este
mismo. El segundo grupo los que causaron su terceto resume no sólo el acróstico, sino
ruina los tres tipos de soberbia a los que hemos
con su propia vanagloria. El tercero es el aludido anteriormente.
grupo de los soberbios contra el prójimo, El ángel guardián del primer círculo, que
castigados por sus propias víctimas. borrará a Dante la primera P de su frente.
Briareo, que se sublevó contra los dioses
olímpicos.
Han pasado seis horas del día. Ha pasado, sobrino. Murió en .
pues, la hora del mediodía cuando los dos La batalla de Colle tuvo lugar en , como
viajeros se aprestan a subir a la segunda hemos visto, entre los florentinos güelfos y
cornisa. sieneses gibelinos, con la derrota de
Eco de Mateo, XXII, : «Muchos son los estos últimos.
llamados y pocos los elegidos.» La derrota de los sieneses, que ya estaba
La iglesia de San Miniato domina la ciudad predestinada por Dios.
de Florencia (la irónicamente llamada «bien Según la fábula, el mirlo viendo un buen día
guiada») al otro lado del Arno, que es ya a finales de enero canta «ya no te temo,
preciso cruzar por el puente llamado Dios, pues salí del inviemo», cuando lo
Rubaconte, por el podestá que comenzó su peor está aún por pasar.
construcción. El sumario y las pesas hacen Piero da Campi, llamado Pettinaio a causa de
referencia su profesión de vendedor de peines. Al
a dos grandes escándalos que entre la parecer, murió a los ciento nueve años en
magistratura y los comerciantes con una extraña fama de santidad. Compraba
respectivamente tuvieron lugar en Florencia, peines en Pisa y en Siena y tiraba los de mala
ambos en . calidad, pues decía que podía ser
Principio de la primera bienaventuranza del engañado, pero no engañar a su vez.
Sermón de la Montaña (Mateo, V, ). A pesar De nuevo los temores de Dante de ser
del plural en el original «voci», debe condenado a purgar su soberbia al parecer con
ser entonada por un solo ángel, como en el razón, según algunos contemporáneos
resto de las cornisas. suyos.
Los viajeros han llegado al repecho donde se En estos últimos versos alude Sapia a dos
purga el pecado de la envidia Éste es empresas descabelladas de lo sieneses, que
lógicamente menor que el primero, porque al acabaron en fracaso estrepitoso. La una es
tener la montaña forma cónica va la construcción de un puerto -Siena,
disminuyendo hacia la cumbre. recuérdese, es una ciudad del interior- en
A continuación tres casos de amor al prójimo, Telamón, localidad muy insalubre. La otra era
como ejemplos en contra de la envidia. El la
primero referido a María, hace búsqueda infructuosa de un río subterráneo
referencia a las bodas de Caná. llamado Diana, que abasteciera de agua a la
El siguiente ejemplo hace referencia a la ciudad.
proverbial amistad entre Orestes Pílades, «Los almirantes», acaso los encargados de la
que se hizo pasar por su amigo para salvarle construcción del puerto que, junto al dinero,
la vida. el tiempo y las esperanzas, perdieron
El tercer ejemplo son palabras del propio la vida a causa de la malaria tan frecuente en
Jesús en el Sermón de la Montaña (Mateo, ): Telamón.
«Amad al que os ofende.» Los que hablan son: primero (v. ), Guido del
Se trata de una práctica común en cetrería Duca, de la familia de los Onesti, de Rávena,
para amansar a las aves de presa. Da cuenta que dejó una gran fama de hombre
de ello Federico II en «De arte envidioso y murió en ; el otro (v. ) es Riniero
Venendibus cum avibus». dei Paolucci, señor de Calboli, güelfo de la
Para evitar que Dante corra peligro de caerse. región de Romaña. Murió en una
De la Ciudad de Dios, o Jerusalén Celeste. batalla en .
Sapía dei Salvani, era tía del Provenzán ya Monte del Apenino en que nace el Arno.
conocido por nosotros (Purgatorio, XI), Nótese el tono de humildad que, tras la visita
esposa de Ghinibaldo di Saracino (Infierno, al círculo de los soberbios, adopta Dante para
XXXI). Envidiosa de la prosperidad de éste referirse a su, por el momento
en Siena, al parecer mostró su satisfacción (), corta carrera literaria.
ante la derrota y vergonzosa muerte del
- El Arno nace en la región más abrupta e Federico II.
intrincada de los Apeninos (macizo Guido da Prata vivió entre los siglos XII y
del que los antiguos pensaban que Sicilia se XIII.
había desgajado por un Ugolino de Azzo era toscano, de la familia
terremoto). El Peloro es el cabo de Faro, en Ubaldino; murió en .
dicha isla. Personaje casi desconocido.
El sol evapora el agua del mar formando las Dos principales familias de la Romaña,
nubes, que luego van a originar las lluvias de famosas, como dice Dante, por su forma de
las que se generan los ríos. vivir los ideales caballerescos.
Porque el lugar impulse naturalmente al mal a Pequeña ciudad cerca de Forlí, famosa por la
sus habitantes, o por la costumbre arraigada liberalidad de sus caballeros. Su familia acaso
en éstos. aluda a los Mainardi (v. ) o a una
Circe es la famosa hechicera que convertía en antigua familia extinguida en .
bestias a los hombres d Ulises. La estirpe de los Malvicini, condes de
Beguacavallo se había reducido en a tres
Se refiere ahora a la ciudad de Arezzo. hijas, una de ellas esposa de Guido Novello
Los lobos son ahora los florentinos, más da Polenta. Los herederos de las otras dos
malignos aún que los perros aretinos. ciudades son indignos de sus antecesores.
Ahora se refiere a Pisa. Señores gibelinos de Faenza, que mejorarán
El propio Rinier, que debe escuchar la maldad de condición cuando haya muerto su
de su sobrino. demonio, Maghinardo (Infierno, XXVII,
Ahora se refiere a Dante. -).
El sobrino de Rinier es Fulcieri da Calboli, Ugolino dei Fantolín, güelfo de Faenza, a
podestá en varias ciudades italianas que quien los hijos no podrán deshonrar, pues no
gobernó con gran crueldad Florencia en tuvo descendencia.
, en nombre de los negros y dirigiendo una Una vez terminado el discurso de Guido y
feroz represión contra blancos y gibelinos. dejados atrás este grupo de envidiosos, los
Recuérdese que Dante no ha contestado aún a viajeros escuchan en el aire unas voces que
la pregunta de Guido al principio del canto. amonestan contra la envidia. La primera es la
En el original, «là "v" é mestier di consorte de Caín, cuyo estigma en la frente impide que
divieto». Es decir, bienes que quien los le mate nadie (Génesis, IV, ).
obtiene no quiere compartir con nadie. Aglauro, hija de Cécrope, rey de Atenas, fue
Veremos esta cuestión en el próximo canto. convertida en piedra por oponerse a los
En la Rornaña. Ahora es esta comarca la que amores de su hermana, a quien envidiaba,
va a sufrir la repulsa de Dante por medio de con el dios Hermes (Metamorfosís, II, -).
Guido, que lamentará la decadencia de La del Sol, que parece oscilar entre los
las grandes familias feudales. trópicos.
Lizio da Valbona vivió en la segunda mitad Comienza la tarde en el Purgatorio. En Italia
del siglo XIII y fue amigo de Riniero. Arrigo era la medianoche.
Mainardi vivió en los primeros años Que el del Sol.
del siglo, y fue amigo de Guido. El rayo se refleja con un ángulo igual al
Pier Traversaro, de Rávena, gibelino muerto ángulo de incidencia, mientras la piedra cae
en . Guido di Carpigna, e Montefeltro, güelfo verticalmente.
muerto hacia . El ángel guardián de la segunda cornisa, que
Fabbro del Lamberza, gibelino, podestá de les mostrará el paso a la tercera. Notar cómo
varias ciudades, murió en y tuvo gran fama en este paso Dante ya no advierte la
de hombre sabio. desaparición de la P correspondiente.
Bernardino di Fosco, era de origen humilde, y Beati misericordis, «bienaventurados los
llegó también a ser podestá en varias misericordiosos», es el comienzo de la quinta
ciudades. En defendió Faenza contra bienaventuranza (Mateo, V, ). Goza tú
que vences se refiere a la victoria sobre la
envidia. Ambas frases son cantadas por el Sin la libertad no habría ocasión para el
ángel. castigo o la recompensa a las acciones
Dante aprovecha la subida para aclarar una humanas.
duda surgida de las palabras de Guido del Los astros únicamente influyen en los
Duca (Purgatorio, XIV). Lo que da pie a impulsos iniciales de una acción, nunca la
una obvia disquisición dantesca sobre la determinan.
diferencia de los bienes materiales, que Al principio el alma encuentra ciertas
disminuyen al compartirse, y dan motivo a la dificultades para vencer el influjo de los
envidia; cielos, pero luego consigue obrar libremente.
y los bienes espirituales, como el amor divino Los hombres están sujetos a Dios, sin perder
que se acrecienta al repartirse. por eso su libertad.
Al llegar a la tercera comisa, las de los La ciudad auténtica es la Civitas Dei
iracundos, Dante es sorprendido por tres agustiniana. El poder público debe orientar a
visiones que ejemplifican la mansedumbre. los hombres hacia el bien.
La Dante mezcla aquí un eco de la escritura, XI,
primera es la de Jesús niño, perdido en el -) con una explicación de Santo Tomás a una
templo de Jerusalén (Lucas, II, ). alegoría que contiene dicho pasaje.
«Otra» es otra mujer. En efecto, para el de Aquino, «rumiar»
La segunda visión corresponde a una significa conocer bien la doctrina; y la pezuña
anécdota de Pisistrato, tirano de Atenas por partida representa la distinción entre el bien y
cuyo patronato lucharon Atenea y Poseidón, el
que mal, entre lo espiritual y lo temporal,
relata Valerio Maximo (V, I, ext. ). distinción que los papas han olvidado.
La tercera escena es el martirio del A los bienes terrenales.
protomártir San Esteban que éste acepta Marco Lombardo, gibelino, condena la
perdonando a sus asesinos (Hechos, VII, -). confusión del poder espiritual y político que
La ha llevado a cabo el papado de su época.
cualidad de joven atribuida al santo no Dante había escrito sobre el tema en su obra
procede de la escritura, sino de la iconografia. «De Monarchia». Frente a los «dos soles»
Las visiones eran verdaderas, pero aquí citados, Bonifacio VIII hablaba del Sol y
únicamente en su interior. la Luna, para referirse al papado y al imperio,
El humo simboliza que la ira ofusca el cuyo poder venía como un reflejo del poder
entendimiento de no puede discernir el bien de Roma.
del mal. En Lombardía. Marco va a ejemplificar sus
Habla, como veremos, Marco de Lombardía. palabras con las discordias entre Federico II y
Este personaje fue, según los antiguos Gregorio IX, por quien fue
comentaristas, un sabio cortesano, político y excomulgado en , dando lugar a innumerables
diplomático que frecuentó a los soberanos del desórdenes, que acaso hubieran podido
norte de Italia, y vivió en la segunda mitad evitarse.
del siglo XIII. De él se conservan algunas Es decir, cualquier malvado.
anécdotas que demuestran su rectitud. Corrado III da Palazzo, señor de Brescia.
La observación de Marco de que la gente no Sabemos de él que fue capitán de la facción
se inclina a la virtud, a la imprecación güelfa y hombre muy admirado por sus
de Guido del Duca contra la Romaña, por lo virtudes. El Buen Gerardo es Gherardo Da
que Dante pide al cortesano que le explique Camino, que Dante alaba en Convivium IV,
la causa de que el mal se enseñoree de la XIV, -. Murió en Treviso en .
tierra una inclinación forzada por los astros, o Guido da Castel, también mencionado
más bien se debe al propio carácter de los laudatoriamente en Convivium, IV, XVI, ,
hombres. murió en torno a ; Dante posiblemente lo
conoció en Verona, donde se refugió al ser Filomena en ruiseñor, Progne en golondrina y
expulsado de Reggio por ser gibelino. Para Terco en
los franceses el término «lombardo» era igual abubilla. Dante debe confundir en este pasaje
a a las dos hermanas, pues no fue Filomena la
italiano, y tenía connotaciones muy negativas, impía, sino Progne.
de las que se salva este personaje: en el Se trata ahora de Amán, ministro del rey
original, «semplice» equivale tal vez a «leal». Asuero (Ester, III-VII), que intentó perder a
Los levitas no podían poseer bienes Mardoqueo, el tío de Ester, y a la
terrenales, pues estaban encargados del culto población judía, siendo al fin condenado a
hebreo. Así debían hacer los sacerdotes muerte.
cristianos (Números, XVIII). El tercer ejemplo procede del propio Virgilio
Sorprendido Marco de que Dante no conozca (Eneida, XII, -). Amata, mujer del rey Latino
al buen Gherardo da Camino, muy amigo de y madre de Lavinia, se
los Donati florentinos, piensa que o le suicidó al conocer la muer:e del rey Turno, a
engaña o es un ardid para que le cuente cosas quien su hija estaba prometida, temiendo que
de él. ésta, como realmente sucedió, pasara a las
Si no «El Buen Gherardo», sólo podría manos de Eneas.
llamarle «El padre de Gaia». La hija de este Llora más la muerte de su madre que la de
noble, muerta en , no dejó muy buena Turno.
fama entre sus contemporáneos. Es la voz del ángel del tercer círculo que les
El ángel que guarda la tercera cornisa y muestra la subida del cuarto.
muestra el camino de la cuarta. Al pasar al circulo cuarto Dante se encuentra
El topo tiene los ojos cubiertos por una libre del peso de otra de las P que el ángel
pielecilla, en la que los naturalistas de la portero había marcado en su frente.
antigüedad no advirtieron una pequeña La Bienaventuranza de Jesús está en Mateo V,
abertura . Dante, como los escolásticos, distingue una
que les permite la visión. ira mala y otra buena.
Sobre las seis de la tarde del de abril. Los rayos del sol poniente ya sólo alumbran
Cuando no son los sentidos los que mueven a la cima de la montaña
la facultad imaginativa (aquí «la fantasía») es Esta larga digresión en tomo al amor y a su
una fuerza («una luz») que procede mal uso como causa de todo pecado posible,
del cielo, bien sea por sí misma, en forma de se corresponde en cierto modo con el
influencia astral, bien sea directamente canto XI del Infierno, donde se describe la
inspirada por el Querer divino. conformación del mismo. Dante sigue, como
Comienza ahora una serie de visiones que es habitual en él, las doctrinas escolásticas.
Dante debe compartir segura- Dante, en el Convivium, III, trata, en efecto,
mente con los condenados a purgarse en este el amor natural.
círculo, a modo de ejemplo de los Las cosas deben amarse forzosamente a ellas
daños causados por la ira. mismas.
La primera es la historia de las hermanas No puede entenderse a ninguna criatura que
Progne y Filomena, que relata Ovidio se valga por sí misma, o que se encuentre
(Metamofosis, VI) y que gozó de amplísima separada de su prircipio, es decir, de Dios;
fama. y como nadie puede desear su propio mal,
Según la leyenda, Filomena fue violada por nadie puede odiar a Dios.
su cuñado Terco, y Progne, en venganza, Estas tres formas de amor desviado de su
sirvió de comer a éste el cuerpo de su hijo. objeto, soberbia, envidia y afán de venganza,
Los o ira, se purgan en los tres primeros
tres personajes de la historia fueron círculos que ya conocemos. Existe aquí cierta
posteriormente convertidos en pájaros: correspondencia con los condenados en la
laguna Estigia del Infierno.
Es decir, el llamado pecado de acidia que se se pone en dirección a Córcega y a Cerdeña
purga en este cuarto círculo. durante el invierno.
Los bienes mundanos. Virgilio nació en el pequeño pueblecillo de
La avaricia, la gula y la lujuria, como Pietola, junto a Mantua.
veremos más adelante, en los círculos quinto, Se trata de una turba de los que purgan el
sexto y séptimo de la montaña. pecado de acidia, corriendo noche y día por el
Se inicia aquí una larga digresión virgiliana cuarto círculo de la montaña, gritando
acerca de la naturaleza de amor. ejemplos de solicitud y pereza.
El alma ha sido creada con la potencia de Los tebanos celebraban a Dionisos, su patrón,
amar, y cualquier imagen de bien hace que corriendo de noche con grandes antorchas
esa potencia se convierta en acto, para encendidas a las orillas de los ríos
disfrutar de dicho bien. Ismeno y Asopo.
Los sentidos forman en nuestro interior la María, que marchó diligente a visitar a su
imagen de bienes apetecido en el exterior, y el cuñada Isabel al saber que ése encontraba
alma se dirige a dicha imagen, encinta de San Juan
deseando gozar de ella. Ya hemos visto cómo César mandó a Bruto
El fuego por naturaleza tiende hacia lo alto, incendiar el puerto de Marsella al dirigirse
donde se encuentra la propia esfera ígnea. De hacia España. Para atacar a Afranio y
igual manera el alma tiende a aquello Petreyo, partidarios de Pompeyo (De bello
que considera un bien. civili, XX, l).
Opinión de los filósofos epicúreos. Pero la «Perdona si nuestro deseo de reparar nuestra
bondad del amor depende del objeto al que se acidia nos hace ser descorteses contigo, y no
dirija. nos detenemos para indicaros el
Es decir, si va hacia la cosa amada sin poder camino.»
evitarlo, como ya hemos visto que hace el Tal vez Gherardo II, que murió en . Nada
fuego dirigiéndose a lo alto sabemos de este personaje. Milán fue arrasada
necesariamente. por oponerse a Federico Barbarroja
Virgilio sólo puede explicarle lo que ve la en .
razón. El resto tendrá que aguardar a que Alberto della Scala, señor de Verona, cercano
se lo explique Beatriz, pues ya es materia de ya de la muerte en , pues murió en . Llorará el
fe. Intentaré explicar brevemente su haber impuesto a su
argumento: toda alma, unida al cuerpo pero bastardo como abad de San Zenón.
diferente de éste, posee una virtud que Giuseppe, hijo bastardo del anterior, y abad
únicamente se pone de manifiesto mediante de San Zenón desde a . Era contrahecho y de
sus efectos. Nada sabemos de la procedencia escasas luces intelectuales.
de la conciencia o de los apetitos, pues éstos Sin embargo, Dante no culpa al hijo, sino al
son instintivos, y no merecen alabanza ni padre. Notad la independencia de criterio del
desprecio. Pero en el hombre también es poeta mostrándose tan crítico con el padre
innata la razón, que le hace discernir el bien de sus protectores y admirados Cangrande y
del Bartolomé della Scala, de cuya hospitafidad
mal; y la voluntad, que debe tender hacia el gozó Dante en el exilio.
primero y rechazar el segundo. La razón es Al final de la comitiva dos ejemplos de los
quien termina por dar el consentimiento o no males que acarrea la acidia, El Primero el de
a una acción que se presenta al alma, y este los hebreos que murieron sin ver la
es el fundamento de toda la rnoralidad. tierra prometida por haber sido remisos a
obeceder a Moisés.
La luna tardó en salir casi hasta la media El segundo ejemplo se refiere a los
noche, moviéndose de occidente a oriente, en compañeros de Eneas, que decidieron
sentido contrario al del Sol, que en Roma permanecer en Sicilia y no participaron con él
en la
gloria de la conquista de Italia (Eneida, V, y las Ordenes mendicantes. Al parecer, su
ss.). conversión fue tardía, pero sincera.
Dante, ya caída la noche, e imaginamos que El condado de Lavagna, en Liguria, posesión
agotado por la caminata de todo el día, se de los Fieschi.
duerme. Es su segunda noche en el monte El texto está en Mateo, XXII, -, y se refiere a
del Purgatorio. un problema que plantearon los saduceos a
Poco antes del amanecer, cuando el calor del Jesús, sobre a qué marido
día anterior, ya agotado no puede combatir pertenecería tras el juicio Final una mujer que
con el frío que viene de la luna. se hubiera casado con siete hermanos muertos
La Fortuna Mayor es una constelación entre consecutivamente. Jesús contestó que ni
Acuario y Piscis. Los geomantes son los ellas se casarían tras el juicio (Neque nubent
astrólogos. neque nubentur), sino que todos serían como
Símbolo de los vicios de la avaricia, gula y los ángeles de Dios. Así pues, en el más allá
lujuria, que se purgan en los tres círculos se borran todas las diferencias entre los
restantes. mortales.
O bien como al estar enamorada una persona Vv. -.
parece embellecerse, o como la mirada del Alagia, hija de Niccoló dei Fieschi, hermano
amante embellece a la persona amada. de Ottobuene, casó con Moroello Malaspina,
Recordar la fábula recogida en la Odísea. de quien quedó viuda en , tras lo
Es la templanza que viene a proteger a Dante cual volvió a Génova con los suyos, por lo
contra el vicio y que reprocha a Virgilio el que Ottobuone teme no vaya a contaminarse
que no la haya expulsado él mismo (v. de su avaricia. Dante debió ser huésped del
). Es curioso que Dante se valga de un sueño matrimonio en Lunigiana.
para dejar a su maestro en posición bastante De saber algo más acerca de Adriano V.
desairada. Cfr. Infierno, I, .
Como en el sueño de la noche anterior le Alusión al Lebrel de Infierno, I, que expulsará
había despertado el fuego donde parecieron a la loba de la codicia.
arder él y el águila. Como en los restantes círculos de la montaña,
La mañana del de abril. aquí escuchamos ejemplos que exaltan la
Es la voz de un nuevo ángel que les conduce pobreza. El primero alude al parto de
al quinto círculo María en el establo de Belén (Lucas, II, ).
Bienaventurados los que lloran porque serán El segundo alude a Fabricio Luscinio, cónsul
consolados (Mateo, V, S). de la época republicana que rechazó el
Las bellezas del cielo. soborno de los samnitas, según Valerio
- La comparación viene dada por la palabra Máximo.
«reclamo» del v. . Según una leyenda muy extendida en el
La quinta cornisa es la de aquellos que purgan medievo, San Nicolás, obispo de Mira entre
el pecado de la avaricia. los siglos III-IV, y patrón de Bari, salvó de
Salmo CXVIII: «Mi alma se ha postrado en el la prostitución, siendo aún joven, a las tres
suelo. Vivifícame según tu palabra.» hijas de un hombre pobre, ofreciéndoles a
Es decir, dando la derecha al precipicio y no a escondidas una considerable suma de dinero
la pared rocosa, o de otro modo, que rodeen para
hacia la derecha su dote.
«Sabe que yo fui sucesor de Pedro.» El personaje que está hablando con Dante
Ottobuene dei Fieschi, perteneciente a una ahora es Hugo Capeto, primer monarca de la
riquísima familia genovesa, fue elegido papa dinastía reinante en Francia tras haber
con puesto fin al gobierno carolingio en . Pero el
el nombre de Adriano V en y muerto en poeta confunde a este Hugo, llamado Capeto
Viterbo aquel mismo año, sin recibir siquiera por la capa que vestía por ser abad laico
la tiara, dejando sus bienes a la Iglesia y a
de S. Martín, con su padre, Hugo I el Grande, naval, y casó a su hija Beatriz con Azzo VIII
conde de París y de Orleáns, que sin ser rey de Este, señor de Ferrara en a cambio de una
gobernó, de hecho, bajo los carolingios Luis grandísima dote. Es citado por Dante
IV y Lotario y murió en , habiendo hecho en otros lugares de la Comedia: Purgatorio,
coronar aún en vida a su hijo Roberto II «El VII, -; Paraíso, VI, -; XIX, -.
Piadoso». Muy duro es el juicio de Dante Alude a uno de los hechos más vergonzosos
sobre la familia Valois, que junto a reyes de la historia de la época, cual fue la
crueles o codiciosos había dado también otros cautividad de Bonifacio VIII en , a manos
santos -Luis IX- y prudentes, pero en cuyo de Guillerrno Nogaret, enviado de Felipe el
origen está la usurpación de la corona, por un Hermoso, que puso fin a una antigua rivalidad
personaje de baja extracción, movido por la llena de excomuniones por una parte y de
codicia; y cuya política siempre había sido intentos de revocar al pontífice por la otra.
fuertemente antiimperial. Bonifacio murió pocos meses después. Dante
Ciudades flamencas sublevadas contra Felipe odiaba personalmente sin disimulo a
el Hermoso, a quien derrotaron en Coltray Bonifacio VIII, pero no puede justificar la
en . vejación de la que es objeto la figura del
Este dato pertenece por completo a la vicario de Cristo. Por otra parte, su odio
leyenda, a la que Dante se acoge o bien contra
dándole crédito, o como una prueba más del Felipe IV, como vernos, es aún mayor y sin
triunfo de la humildad. condiciones.
El último carolingio vivo a la muerte de Luis El propio Felipe el Hermoso. Así fue llamado,
V era su tío Carlos, obligado a la profesión en un discurso que Dante pudo haber
monástica por Hugo Capeto. conocido, por el papa Benedicto XI en .
Recuérdese que Carlos de Anjou, hermano de En el rey francés disolvió el Temple, tras
Luis IX, estaba desposado con Beatriz, hijo quemar a sus dos maestres, para adueñarse de
del último conde de Provenza, Ramón sus muy cuantiosas posesiones, con
Berenguer IV, por lo que esta riquísima la ayuda del papa francés Clemente V a quien
comarca pasó a la familia real francesa. conocimos en el Infierno.
Porque la boda había sido realizada mediante - Acabada la diatriba contra los Valois, Hugo
la coacción y el engaño. Ahora se abre un Capeto contesta a la segunda pregunta de
pasaje lleno de sarcasmo donde se da Dante, es decir, por qué repite las
cuenta de las rapiñas y latrocinios cometidos alabanzas de la pobreza con las que ha
por los últimos Valois. comenzado el canto. Por la noche estas
Corradino, hijo de Corrado IV y nieto de alabanzas se vuelven excecraciones contra la
Manfredo fue hecho decapitar por Carlos de codicia.
Anjou en , a los años, tras la Pigmalión --no confundir con el escultor de la
batalla de Tagliacozzo, dando fin a la dinastía leyenda- es un rey de Tiro que mató a sus
suaba. parientes para adueñarse de sus bienes
La leyenda de que Carlos de Anjou hizo (Eneída, I, -).
envenenar a Tomás de Aquino carece de El conocido Midas, que pidió a los dioses que
fundamento. lo que tocase se convirtiera en oro, y murió de
Carlos de Valois, hermano de Felipe IV, inanición (Metamorfosis, XI,
llamado a Italia por Bonifacio VIII, llegó a -).
Florencia en , siendo la principal causa El hecho es citado en Josué, VI, -, y VII, -.
de la ruina de los güelfos blancos y del propio Safira y su marido quisieron estafar a San
Dante. Pablo en la venta de un campo (Hechos, V, -
La traición y la mentira. ll ).
Carlos II de Anjou, hijo de Carlos I, muerto Heliodoro intentó adueñarse de los tesoros del
en . Estuvo prisionero de los aragoneses templo de Jerusalén, cuando fue derribado por
desde a , tras una batalla un ángel montado a caballo (
Macabos, III, -). que Virgilio, por sus poemas épicos la
Otro personaje de la Eneída. Polinéstor era Tebaida
rey de Tracia, mató por codicia a su tío y la Aquileida que quedó inconcluso. Hasta el
Siqueo, esposo de Dido (Eneída, III, -). siglo XV no fue conocida su obra Selvas,
Polidoro, hijo de Príamo y Hécuba (Infierno, descubierta en un monasterio suizo por el
XXX, -). humanista Poggio Bracciolini, y hasta ese
Se trata de M. Licinio Craso, que compartió mismo siglo era confundido con Lucio
el triunvirato con César y Pompeyo, Estacio Ursolo, retórico de los tiempos de
famosísimo por sus riquezas-, murió en el Nerón,
a.C. luchando contra los partos que le nacido en Tolosa. Tito destruyo Jerusalén
hicieron beber oro derretido (Cicerón, De durante el reinado de su padre Vespasiano en
officiis, I, ). el año .
Latona, madre de Apolo (el sol) y Diana (la El nombre de poeta.
luna) se refugió en Delos para huir de los La Tebaida trataba de la rivalidad entre
celos de Hera (Metamorfosis, VI, y Eteocles y Polinice, hijos de Edipo; la
ss.). Aquileida pretendía narrar todo el ciclo de
Son las palabras que en Lucas II, , dirige el leyendas sobre este héroe griego, pero no
ángel a los pastores de Belén. pudo concluirla. Como vemos en estas notas,
El innato deseo humano de saber sólo se sacia el primer poema es una de las fuentes
con la revelación divina. El episodio de la principales de la Comedia No así el segundo.
samaritana está en Juan, IV, -. Es decir, «el ejemplo de la Eneída fue lo que
Porque se encuentra llena de las almas me impulsó en mi labor de poeta épico, al
tendidas de los avariciosos. igual que la de gran cantidad de
El episodio de la aparición de Cristo imitadores».
resucitado a unos discípulos en el camino de Por haber conocido a Virgilio, Estacio
Emaús está, en efecto, en Lucas, XXXV, hubiese consentido permanecer un año solar,
-. o un cielo solar, que consta de veintiocho
Se trata de la sombra de Estacio, como años, más de lo debido, en el Purgatorio.
veremos más adelante. La gente de natural sincero, como Dante, no
El designio infalible de Dios. puede disimular sus sentimientos.
Virgilio está condenado a permanecer en el Alusión a una nueva bienaventuranza:
limbo. «Bienaventurados los que tienen sed y
De las tres parcas que rigen la vida de los hambre de justicia, porque ellos serán
mortales, Cloro prepara la lana, Láquesis la saciados»
hila, y Atropos se encarga de cortar el hilo (Mateo, V, ). El ángel sólo llega al «tienen
cuando el hombre muere. sed».
Un alma que, creada en el ciclo, al cielo Cualquier amor nacido de la virtud, sólo con
retorna después de haberse purificado. manifestarse externamente suscita otro.
Es decir, la puerta del Purgatorio. Décimo Junio Juvenal, contemporáneo de
Se refiere a Iris. Estacio y admirador de la Tebaida, fue el
Cuando un alma se siente del todo purificada famoso poeta de las Sátiras.
siente un deseo irrefrenable de ascender. Corta para estar más tiempo con Estacio, pues
Antes también lo deseaba, pero el talento, cuando acabe tendrán que separarse.
es decir, su voluntad condicionada de espiar Virgilio ha pensado, lógicamente, que el
la culpa, se lo impedia. pecado de Estacio fuese la avaricia, vicio
Publio Papinio Estacio nació en Nápoles impropio de un hombre sabio, pues no sabe
hacia el año y murió en la misma ciudad en -ni nosotros lo sabíamos hasta ahora- que en
torno al . Fue uno de los principales las cornisas del Purgatorio se purifica un vicio
representantes de la llamada edad de plata y el exceso contrario; el pecado de
romana, y en la Edad Media estimado al par Estacio, pues, fue la prodigalidad.
El verso de Virgilio (Eneida, I, -) dice: «Quid Homero. Todos están, pues, en el limbo.
non mortalia pectora cogis / auri sacra Del Parnaso, en donde están las musas.
fames», donde «sacra» tiene el Cita ahora Virgilio a varios autores griegos y
significado de «execrable». a diversos personajes del poema la Tebaída de
En el círculo de los avaros y los pródigos, Estacio, que para la época,
Infierno, VII. recordémoslo, tenían todas las garantías de
Por prodigalidad, que es considerada pecado haber sido personajes reales, corno los de la
pocas veces. Eneída o el resto de las leyendas mitológicas.
Es la primera noticia (y el único caso) que La única hija de Tiresias, el adivino tebano,
conocemos de esta particularidad del que cita Estacio en la Tebaida es Manto, a la
Purgatorio. que Dante ha colocado junto a su padre
La doble tristeza de Yocasta son los gemelos en el círculo octavo (Infierno, XX). Su
Eteocles y Polinices, protagonistas de la mención aquí ha provocado una larga disputa
Tebaída de Estacio, como ya hemos visto entre los comentaristas. Tetis y Deidamia son
Dante alude ahora a Virgilio como poeta personajes de la Aquileida
bucólico, contraponiéndole a Estacio poeta Eran sobre las once de la mañana.
épico, porque el pasaje que encaminó a Tenía la forma de cono invertido.
Estacio a la salvación fue la famosa supuesta Varios ejemplos de templanza: María, que en
profecía mesiánica de la égloga IV (ver más las bodas de Caná no pensaba en comer, sino
abajo) en la que Virgilio debía aludir al en la verguenza de los novios; las
nacimiento de un vástago de la familia matronas romanas de la república, el eco de
imperial, o de rico Polión protector del poeta, cuya virtud llega hasta el propio Quevedo; el
y posteriormente se tomó como anuncio de la profeta Daniel, que no quiso comer en la
venida de Cristo, lo que contribuyó a mesa de Nabucodonosor para evitar
sacralizar la figura de Virgilio y ponerla la par contaminarse (Daniel, I, -), los moradores de
de los profetas bíblicos, atravesando de esta la edad de oro, que sólo se alimentaban de
forma toda la Edad Media. bellotas (recuérdese la alabanza de Don
De San Pedro, es decir, de la Iglesia. Quijote) y finalmente Juan el Bautista, del
«Por ejemplo, de tu Eneida, y las palabras de que hablan Marcos (, ) y Mateo (III, ).
la citada égloga» (vv. -). El cazador.
Domiciano, hijo de Vespasiano, fue Se trata de un verso del famoso Miserere, es
emperador del al . Su persecución contra los decir el salmo L : «Abre,
cristianos, comúnmente admitida desde el Señor, mis labios, y mi boca cantará sus
siglo II, es hoy en día puesta en entredicho alabanzas.»
por los modernos historiadores. Son las almas de los glotones.
En el original, «E pria ch'io conducessi i Erisitone, hijo del rey de Tesalia, habiendo
Greci a'fiumi / di Tebe poetando». Es decir, cortado una encina consagrada a Ceres fue
no sólo antes de comenzar el poema (como se condenado por ésta a padecer un hambre
desprendería de la traducción), sino, en insaciable, hasta el punto de devorar a una
concreto, el libro IX. Apunto otra posible hijita suya y a sí mismo. Lo cuenta Ovidio en
traducción, igualmente incompleta: «Y antes Metamorfosis, VIII, -.
de Referencia a los padecimientos de los judíos
que a los griegos condujera / a los ríos de en el cerco de Jerusalén por Tito, al que
Tebas, bauticeme.» aludió en Purgatorio, XXI, . María es la
Acabada la historia de su vida, Estacio pide a hebrea María de Eleazar Lo cuenta Flavio
Virgilio noticias de algunos de los principales Josefo, Bell. ivd., VI, .
poetas latinos: los comediógrafos Opinión difundida entre predicadores
Terencio, Plauto y Cecilio; Vario Rufo fue medievales.
amigo de Horacio y Virgilio.
Persio, el autor de las célebres sátiras (- d.C.)
Forese Donati, hermano del cruel Corso y de El poeta y notario de Lucca, Bonagiunta
la joven Piccarda que encontraremos en el Orbiciani, aún vivo en pertenecía a la
Paraíso (Paraiso, III, y ss.), fue corriente poética contraria al dolce stil
amigo de la juventud florentina del poeta, que nuovo, que seguía la convenciones de la
estaba casado con su prima Gemma. Era escuela siciliana y provenzal. Fue atacado por
llamado Bicci Novello, es decir, Bicci el Dante en «De Vulgari elocuentia».
joven, y murió en . Se conserva una tensón de El papa francés Simon de Bries, llamado
seis sonetos satíricos que ambos se Martín IV (-). Favoreció la política
intercambiaron en , llenos de burlas no proangevina en Italia. En efecto, dicen que
siempre inocentes. Su gula debía ser remojaba las anguilas en vino para que
probervial, pues ya alude a ella Dante en resultaran más sabrosas.
dicha tensón juvenil. Porque así puede llevar noticias de ellos a la
Dante quiere que antes de contarle a Forese tierra.
su vida, ésta le explique cuál es la forma de su Ubaldino degli Ubaldini, hermano de
castigo. Ottaviano (Infierno, X, ) y de Ugolino de
Porque la purgación les conducirá al Paraíso. Azzo (Purgatorio, XIV, ) y padre del
Recordad las palabras de Cristo en la cruz-. cardenal Ruggieri que vimos en Infierno,
«Dios mío, Dios mío, por qué me has XXXIII. Bonifacio dei Fieschi fue sobrino del
abandonado» (Mateo, XXVII, ; Marcos, papa Inocencio IV y llegó a ser arzobispo de
XVI, ). Rávena en , cuyo báculo estaba rematado por
En el Antepurgatorio de los tardos en una torre. Murió en .
arrepentirse. Marchese degli Arglioso, de Forlí, fue
Apenas sabemos nada de la mujer de Forese, podestá de Faenza en . Se cuenta que al
sólo que Dante en el primer soneto cruzado preguntar qué opinión tenía de él el pueblo le
con su amigo le había presentado sola y respondieron que se hablaba de lo mucho que
abandonada por éste en su lecho. Las palabras bebía, a lo que él contestó: «¿Por qué no
de Forese contradicen aquel viejo ataque, y le dicen que siempre tengo sed?»
dan pie a una invectiva contra la Gentucca Morla, que aún era una niña en , fue
corrupción de las florentinas. una mujer amada por Dante que la conoció en
Región semisalvaje de Sicilia, comparada Lucca en . Estaba casada
aquí con la misma Florencia. con Buaccorso Fondora. Este amor
El castigo del látigo. reconciliará a Dante con una ciudad con la
Es decir, dentro de unos quince años. En , en que siempre había sido renuente (Infierno
que tuvo lugar la batalla de XXI, -).
Montecatini, donde fueron derrotados los El primer verso de la primera canción de La
negros florentinos, pero la profecía de Forese Vita Nuova «Donne ch'avate inteletto
acaso tenga un valor genérico, como tantos d'amore», una de sus composiciones juveniles
otros pasajes de la Comedía preferidas por el propio Dante. Lo que
ll La sombra que proyecta Dante. diferenciaba la nueva poesía de la antigua era
Dante tenía al parecer muchos motivos para la espontanceidad y la sinceridad, frente a lo
reprocharse el tipo de vida que llevaba en los artificioso y retórico de la vieja escuela de
años de su amistad con Forese. Buonagiunta o de Guittone de Arezzo
La luna. (Purgatorio, XXVI, -), que representa la
Estacio sube más despacio de lo que lo poesía toscana, o del notario Jacobo Lentini,
hubiera hecho si no se hubiese encontrado secretario de Federico II, que representa la
con su admirado Virgilio. siciliana.
Encontraremos a Piccarda en Paraíso, III, y De este verso ha salido el nombre de la
ss. escuela poética a la que perteneció el propio
Dante, junto con Guido Gunizzelli, Guido
Cavalcanti y Lapo Gianni.
A Corso Donati, hermano de Forese, el cristiano a diferencia de Virgilio, va a intentar
principal enemigo de Dante y causante de su ahora una explicación convincente. Para el
ruina. Murió en en una escaramuza comienzo de este pasaje recuérdese que en
contra los propios negros, o contra los la Florencia democrática Dante se había
catalanes. Su muerte es narrada de diversas inscrito, no sin razón, en el gremio de los
maneras. Dante cruelmente, por boca de un médicos.
impávido Forese, lo pinta arrastrado hasta el y ss. La sangre que no es necesaria para el
Infierno atado a la cola del caballo, que era la alimento de los órganos adquiere en el
muerte propia de los traidores. corazón del padre la virtud de crear
Es decir, dado el giro a la curva del monte, miembros nuevos, y al descender a los
que antes impedía ver el árbol. testículos se convierte en semen que se une
Ejemplos de intemperancia puestos tal vez en con otra sangre perfecta en la matriz de la
la boca de un ángel. Los centauros, mujer,
embriagados en las bodas de Piritoo e dando lugar al proceso de la generación. En
Hipodemia, intentaron raptar y violar a las este proceso la sangre femenina es el
mujeres de los lapitas, siendo vencidos por principio pasivo y la masculina, que procede
Tesco. Los centauros habían nacido de una de
nube corazón, el activo.
a la que Zeus dio la forma de Juno, y de Ixión En el semen del hombre está ya el germen de
(Metamorfosis, XV, , ). la vida vegetativa. Pero mientras en las
El segundo ejemplo está tomado de Jueces, plantas es su estado perfecto, en el hombre
VI. Gedeón sólo llevó al combate contra los es el comienzo de una larga evolución que
madianitas a trescientos de sus hombres describe seguidamente: vegetativa, sensitiva y
que tomaron el agua con las manos, dejando racional.
al resto que había bebido inmoderadamente Averroes (Infierno, IV, ) negaba la doctrina
(Jueces, VI, ; VII, ) aristotélica recogida por los escolásticos de
El ángel que les indica el paso al séptimo que nuestra razón fuera doble, el
recinto, que con sus alas perfumadas borra la intelecto agente, que dirige el conocimiento
P de la gula de la frente de Dante. sensible, y el intelecto posible, que da el
Siguiendo el son de la voz que ha escuchado. intelectivo. Este segundo era, para el filósofo
Paráfrasis de Mateo, V, : el hambre y la sed de musulmán, un principio intemporal, abstracto
justicia se oponen a la gula. y común para todos, separado de un alma
Son alrededor de las dos de la tarde únicamente sensitiva y particular (vv. -).
«Tienes tensada la cuerda del arco hasta tocar Esta doctrina, pues, anulaba la idea de la vida
el hierro de la flecha.» ultraterrena del alma invidual.
«Cómo pueden adelgazar los que ya son sólo La creación de la inteligencia racional
espíritus.» humana es obra directamente de Dios, a
La leyenda contaba que un oráculo había diferencia del estadio vegetativo y sensitivo,
profetizado la muerte de Meleagro, príncipe que evolucionan espontáneamente desde el
de Caledon, el día que se extinguiese un principio de la concepción.
tizón que su madre había guardado. Airada la La razón recién formada integra ahora los dos
reina contra su hijo por haber matado a dos estadios anteriores.
hermanos de aquélla, arrojó al fuego el tizón El ya citado intelecto posible.
que se consumió rápidamente y con él la vida Recuérdese que Laquesis es la Parca que teje
de su hijo (Metamorfosis, VII, -). el hilo de nuestra vida.
El problema de la relación entre el cuerpo y el Una vez muerto el cuerpo, la vida vegetativa
alma era central en la filosofía de la época. y la sensible («lo humano») quedan mudas
Dante, por boca de Estacio, que es porque carecen de órganos para
sustentarse, dejando al alma completamente Guido Guinizzelli nació en torno a , en
pura, con sus tres facultades superiores («lo Bolonia, y perteneció al bando obelino.
divino»). Fue autor de un breve cancionero amoroso,
En la del Aqueronte si está condenada; en la renovó la escuela poética doctrina del norte
desembocadura del Tiber si es digna del de Italia y se acerca al nuevo estilo florentino
Purgatorio. (ver Purgatorio, XXIV).
El alma entra ahora en acción irradiando en
torno suyo como una especie de cuerpo aéreo, Se refiere Dante a un pasaje de la Tebaída de
o de ectoplasma, en el cual la vida Estacio. Isifile (Purgatorio,
vegetativa y la sensible pueden volver a XXII, ), esclava del rey Licurgo, abandonó al
encontrar una especie de acomodo. hijito de éste mientras iba a enseñar a los
Los viajeros han llegado ya al séptimo griegos la fuente Langía, y el niño murió
círculo, el de los lujuriosos. picado por una serpiente. Condenada a muerte
El viento que sopla desde el exterior hace que la esclava, fue rescatada de la hoguera por sus
las llamas se plieguen contra la pared, hijos (Tebaída, V, -).
dejando un estrecho camino a los viajeros. Guido Guinizzelli señala a Arnaut Daniel, el
Summao, Deus clementiae, es un himno famoso poeta provenzal del
propio de la mañana del sábado, muy Trovar clus, que floreció entre y en la corte
apropiado para los lujuriosos. de Ricardo Corazón de
Como ya estamos acostumbrados, aparecen León. Fue especialmente admirado por Dante,
ejemplos de castidad. El primero son las como se demuestra en De Vulgari
palabras de María poniendo de manifiesto Eloquientia. De él se nos ha conservado sólo
su virginidad al ángel que le anuncia su un pequeño cancionero.
próximo parto (Lucas, I, ). En el original «parlar materno», o lengua
Las ninfas que acompañaban a Diana debían vulgar, se opone a la «gramática» o latín.
guardar, como ella misma la castidad, pero Recuérdese que este apelativo, «il miglior
Elice fue seducida por Zeus fabbro»,
(Metamorfosís, II, -). fue aplicado por T. S Eliot a Ezra Pound,
Deben ser las cuatro o cinco de la tarde. ferviente admirador de la poesía provenzal y
Para no dejar de purificarse, que es el único stilnuovista.
deseo de estas almas. El Limosín es Giraut de Bornelh, conocido
Es el ama de Guido Guinizzelli, como ya entre y . lntrodujo en la poesía provenzal
veremos. formas más populares y cultivó
Las almas que han aparecido antes van en la gran variedad de géneros. Dante debe
misma dirección que los viajeros -de reprocharle la simpleza de su estilo.
izquierda a derecha- y éstas vienen de frente. Guirtone de Areno nació en tomo a , vivió en
Esto alude, como veremos, a su condición de Florencia y murió en . Fue un escritor
pecadores contra natura. fecundísimo, y la cabeza de la
Unos son los lujuriosos que pecaron de escuela doctrinal (Purgatorio, XIV, ). Dante
homosexualidad; el pecado de los otros es, no le fue muy favorable en sus juicios, por las
como se verá más adelante, hermafrodita, es misma razones que respecto a Giraut
decir, entre hombre y mujer. Bornelh.
Lo cuenta Suetonio en su vida de César. La Es decir, salvo el final: «No nos dejes caer en
voz popular aludía a las relaciones que el la tentación ... »
joven César había mantenido con El trovador provenzal habla, como sería
Nicomedes, rey de Bitinia. Años después sus natural, en su propia lengua. «Tanto me
legionarios le cantaban: «César sometió las complace vuestra cortés pregunta / que no
Galias y Nicomedes a César.» puedo ni quiero esconderme de vosotros / Soy
Arnaldo que llora y va cantando / pensativo
veo la pasada locura / y alegre veo el gozo
que espero, delante / Ahora os pido por aquel Se trata de Lía, hermana de Raquel y esposas
Valor / que os guía hasta lo alto de la ambas de Jacob (Génesís, XXIX), la una, fea
escalera / que os acordéis a tiempo de mi y fecunda; la segunda, bella pero
dolor.» estéril, que alegorizan la vida activa y la
Está anocheciendo en la montaña del contemplativa, respectivamente, como las
Purgatorio, mientras amanece en Jerusalén. evangélicas Marta y María.
En España era medianoche, y en la India, El espejo de Raquel es Dios mismo.
mediodía. Es el amanecer del de abril.
Comienzo de la sexta bienaventuranza La Felicidad, representada en el Paraíso
«Bienaventurados los limpios de corazón Terrenal.
porque ellos verán a Dios» (Mateo, V, ). Es Como Raquel o como Lía.
una exhortación a la castidad. Bellísimas estas palabras de Virgilio, que
Al que escucharán mientras estén cruzando el anticipan su próxima despedida.
fuego en señal de purificación. Dentro de las Hacia occidente.
pruebas iniciáticas que Dante está El pinar de Classe se encuentra muy cerca de
atravesando a lo largo de este viaje, la del Rávena. Eolo es el dios que gobernaba los
fuego va a ser la que le cueste un mayor vientos, guardándolos en una caverna.
esfuerzo para vencer su miedo, pero una vez Si en la selva salvaje del canto I del Infierno
vivida, le impedían el camino tres fieras, en esta
ya dejará atrás todo sufrimiento. selva antigua lo hace un manso arroyo. Se
Cfr. Infierno, XIX, -. trata del Leteo.
No olvidemos que Dante había sido La aparición de esta muchacha ha sido
condenado a morir en la hoguera por los anticipada por el sueño del canto anterior. Se
negros, cosa que tal vez hubiese ocurrido de trata de Matelda, personaje sobre cuya
haber formación mucho se ha discutido, pero que
caído el poeta exiliado en manos de sus junto con Beatriz puede formar la pareja
perseguidores. dantesca equivalente a Lía y Raquel que
Cfr. Infierno, XVII. vimos
Porque el vestido no se quemará. antes. O tal vez, mejor, representar la santa
La leyenda está en Metamorfosis, IV, -. felicidad terrena. Como vemos, para Dante, el
Habiéndose citado a las afueras de Babilonia antiguo poeta del dulce estilo nuevo, las fi-
los amantes Píramo y Tisbe, ésta, guras femeninas son de una importancia
que había llegado primero, se vio forzada a capital en su gran poema épico cristiano.
huir de una leona, dejando detrás su velo Proserpina fue raptada por Hades, dios de los
desgarrado. Al llegar el joven pensó que su infiernos, cuando recogía flores con sus
amada había muerto, se suicidó, y a su compañeras, en Sicilia.
regreso, también Tisbe, tiñendo de rojo un Herida Venus casualmente por una flecha de
moral que había allí cerca. su hijo Cupido, se enamoró perdidamente de
Estacio, que había caminado entre Virgilio y Adonis, muerto trágicamente
Dante, se coloca ahora detrás de éste para (Metamorfosis, XX, -).
darle protección. El Helesponto, que Leandro atravesaba todas
Las palabras que atribuye Mateo a Cristo las noches a nado para reunirse con su amada
(Mateo, XXV, ), dirigiéndose a sus elegidos Hero, hasta su trágica muerte en una
en el juicio. Quien las entona es el ángel tempestad (Ovidio, Heroidas, XVIII, y ss.).
que guarda el último círculo y que debe haber Jedes pasó el estrecho en un puente de barcas
quitado la última P de la frente de Dante. después de haber mandado azotar al
Por tercera vez duerme Dante en el Purgatorio mar, pero luego fue derrotado por los griegos.
y por tercera vez tiene un sueño premonitorio, Salmo XCI: «Señor, me has alegrado el
siempre a la hora antes del alba. corazón con tus obras, yo me gozo en las
Citerca (v. ) es el planeta Venus. obras de tus manos.»
De lo que Estacio había dicho acerca de la El arco Iris y el halo de la luna, llamada Delia
ausencia de fenómenos meteorológicos en el por la isla de su nacimiento.
Purgatorio. ¿Los diez mandamientos?
Bueno e inclinado al bien.
Para que las perturbaciones meteorológicas Los ancianos del Antiguo Testamento, que
no molestaran al hombre en el Paraíso anuncian la Iglesia, y van alabando a María.
terrenal, colocó éste en un lugar tan alto que Los cuatro animales de la visión de Ezequiel
no le alcanzaban. (Ezequiel, I, ), y del Apocalipsis de Juan
En la puerta del Purgatorio. (Apocalipsis, IV, ), con quien Dante
El Aire gira junto al Primer Móvil, pero se concuerda en el número de alas, frente a las
encuentra con el obstáculo de la selva del cuatro que le atribula el profeta. No debe
Edén, y da lugar al suave viento del que allí tratarse de cuatro animales distintos (águila,
se goza. toro, león, hombre), sino de cuatro animales
Las plantas movidas por el aire, lo impregnan iguales, con cuádruple rostro y compuestos
de sus semillas, y éste luego las esparce. con distintos elementos. Representan los
El hemisferio de los vivos. cuatro Evangelios.
Porque procede de las semillas que el viento La propia Iglesia, arrastrada por un grifo
trae desde el Paraíso terrenal. -mitad león, mitad águila-, que simboliza a
El agua del Leteo no procede de la lluvia, Cristo con su doble naturaleza. Las dos
sino del propio Dios. ruedas del carro vuelven a aludir al viejo y
Los griegos consideraban al Leteo como un nuevo testamento; o los dos mandamientos
río infernal, cuyas aguas hacían olvidar la que resumen todo el decálogo: el amor a Dios
vida pasada a los muertos. Dante lo coloca y
en el Edén y sólo le hace quitar la memoria el amor al prójimo.
del pecado. El otro río, el Eunoé («Buena Para algunos comentaristas, las alas del grifo
mente»), de invención dantesca, devuelve la tienen en medio el don de la fortaleza y el
memoria de las buenas acciones. Sacramento de la Eucaristía.
Advertir cómo Dante se complace en hacer La parte de águila es de oro, pues simboliza la
concordar la cultura clásica con la concepción naturaleza divina; la de león roja y blanca,
bíblico-cristiana. Para la Edad de Oro símbolo de la humana que sufrió el
Dante se inspira en el Libro I de las tormento de la cruz siendo inocente.
Metamorfosis. Alusión a los triunfos de Augusto o de
Salmo XXXI, : «Bienaventurados aquellos a Escipión el Africano, como ejemplos de
los que se han perdonado sus pecados.» fastuosos carros humanos: y al carro del sol
Dante invoca a las musas, sobre todo a que
Urania, musa de la astronomía habitadoras del condujo Faetón antes de ser fulminado por
monte Helicón del cual manaban las Júpiter a causa de los daños causados por su
fuentes Aganipe e Hipocrene, cuyas aguas inexperiencia (Metammfosis, II, -).
tenían virtudes de inspiración poética. Las tres virtudes teologales: la caridad, de
Se va a abrir ahora una larga y compleja rojo; la esperanza, de verde; la fe, de blanco.
alegoría de la iglesia representada en la larga Quién de las tres guía la danza, y con el
procesión cuya descripción ocupa el resto canto de cuál de ellas se acompasan, tienen
del canto. «La distancia me hacía creer que también un valor alegórico. Los dominicos
veía siete árboles de oro. Luego me di cuenta pensaban en la primacía de la fe sobre la
de que eran candelabros.» Acaso alegorizan caridad, y los franciscanos sostenían una
los siete dones del Espíritu Santo o/y los Siete opinión contraria.
Sacramentos. Las cuatro virtudes cardinales: prudencia,
La percepción sensible. justicia, fortaleza y templanza. La primera
En la luna llena. posee tres ojos para ver el futuro, el
presente y el porvenir y poder juzgar y obrar Es posible que el tono que emplea aquí
por ello rectamente. Beatriz en las primeras palabras que dirige a
San Lucas, que era médico, autor de los su antiguo enamorado no sean de dulzura, si
Hechos de los Apóstoles. Los «animales más no más bien de severidad y aspereza. Es la
queridos» por la naturaleza son los única vez que se escucha el nombre del poeta
hombres. en toda la Comedia, y lo escucha en un
San Pablo, autor del mayor número de momento de reproche. De otra manera
epístolas, con la espada de su elocuencia, que hubiese sido síntoma de orgullo.
hiere, en lugar de curar, como el anterior. El olivo, que simboliza la paz.
San Pedro, Santiago el Menor, San Juan y San «Cómo has podido venir a este lugar
Judas Tadeo, autores del resto de las destinado a los virtuosos, cuando conozco la
Epístolas. vida extraviada que has llevado después de mi
San Juan, como autor del Apocalipsis. muerte», parece ser el sentido del nuevo
Símbolo de la caridad cristiana y del martirio. reproche de esta rigurosa Beatriz que Dante
- Dante habla de los siete candelabros como si encuentra.
fuesen la constelación de la Osa Mayor del Salmo XXX (-), que las angélicas voces no
cielo empíreo. Dicha constelación concluyen,
en el cielo terrestre guía siempre a los Los ángeles cantan siempre en conformidad
marineros, porque siempre señala el con las esferas celestes.
septentrión, el norte. A los ángeles que habían entonado el salmo
Los veinticuatro ancianos simbolizan los apiadándose de Dante.
veinticuatro libros del Antiguo Testamento; Por la influencia natal de los astros y por
aquel de ellos que ahora canta es el especial favor de la divinidad.
correspondiente al Cantar de los Cantares. Se En el original, «La sua vita nova». Beatriz, en
trata de una invitación dirigida a Beatriz para efecto, va a hacer ahora referencia a hechos
que aparezca. relatados por Dante en dicha obra.
En el juicio Final. «La otra» puede referirse a una real anécdota
«A la voz de tan importante anciano.» El amorosa de Dante, pero también si Beatriz
Cantar de los Cantares estaba atribuido a simboliza la teología, puede indicar la
Salomón. inchnación, peligrosa, de Dante por el saber
Canto entonado por los habitantes de filosófico.
Jerusalén a la entrada de Jesús el Domingo de Lo cuenta el propio Dante en Vita Nuova,
Ramos (Mateo, XXI). XXIX y XLII.
«Dad lirios a manos llenas», verso de la «Dirigiendo directamente a mí sus palabras,
Eneída, VI, , con el que Anquises, padre de que cuando hablaba con los ángeles me
Eneas, recibía a un sobrino de Augusto habían parecido tan duras.»
en los Campos Elíseos. Por el río Leteo, que quita la memoria del
Habían pasado diez años desde la muerte de pecado, y del cual Dante no ha bebido aún.
Beatriz. De los otros bienes, es decir, los mundanos.
Dante había conocido a Beatriz cuando ésta No para afilar la espada, sino al contrario,
tenía nueve años y él no era mucho mayor. De para atemperar su rigor.
esta pasión infantil ya nos había «Si cuando yo vivía era tu sumo placer, al
hablado en la Vita Nova. faltar yo qué otra cosa podía satisfacerte.»
Virgilio ha desaparecido sin decir ni una sola - El pajarillo inexperto no sabe huir a tiempo,
palabra, justo en el momento en que Beatriz contrariamente a lo que hacen los pájaros
hace su aparición. maduros y experimentados.
Todas las bellezas del Edén, perdidas por «Porque va no eres un niño » La iconografía
culpa de Eva, no bastaron consolarme de la de Dante nos lo presenta siempre afeitado, al
pérdida de Virgilio. uso florentino que seguía la moda de
la Roma republicana. En el resto de Italia la La labor redentora de Cristo hace que el árbol
barba era distintivo de autoridad, con lo que vuelva a florecer, pero sus flores tienen el
es posible que el poeta se la dejara crecer color de la pasión.
posteriormente para dar mayor relieve a su A diferencia de otros muchos himnos que ha
figura de hombre sabio. escuchado durante su viaje por el Purgatorio.
Jarba era rey de Libia, por tanto la perífrasis Hermes adormeció a Argos antes de matarle
significa el viento del sur. (Purgatorio, XIX, ) contándole la historia de
Hacia el grifo, es decir, Cristo. la ninfa Siringa (así en
Dante se desmaya, por lo que no puede contar Metamorfosis, I, -).
lo ocurrido mientras duró su pérdida de Dante compara la sorpresa de despertar con la
conocimiento. que experimentaron los tres apóstoles cuando
Matelda. cesó la transfiguración de Cristo (el
«Rocíame con el hisopo y quedaré limpio», manzano) en el monte Tabor. Los apóstoles
salmo I, . volvieron de su desmayo por la palabra del
Las virtudes cardinales que formaban la Cruz propio Cristo, que también ha sido capaz de
del Sur (Purgatorio, I) resucitar a los muertos, como Lázaro.
Las tres virtudes teologales. Es oscuro el valor simbólico de esta escena.
El grifo no cambiaba, sino tan sólo su reflejo Acaso como custodia del vínculo entre Cristo
en los ojos de Beatriz. y la Iglesia.
Las virtudes teologales son superiores a las No pude seguir escuchándola al ver allí cerca
cardinales. a Beatriz.
La primera belleza son los ojos; la segunda, la En el cielo
sonrisa, de la que ha sido hasta ahora bastante La visión que ahora sigue es una alegoría de
avara para con Dante. la historia de la Iglesia.
Cualquier poeta que bebiera de la fuente En primer lugar el águila, símbolo de Roma,
Castafia que mana del monte Parnaso. representa las primeras persecuciones.
Porque Beatriz se levanta el velo que hasta el La vulpeja simboliza las herejías de los
momento la cubría. primeros siglos del cristianismo, ahuyentadas
Los diez años que desde a ha estado sin ver por la revelación divina.
a su amada tras la muerte de ésta (cfr. XXX, ). Ahora el águila de Roma no persigue a la
La luz de los candelabros, que es «poco» en Iglesia, sino que la colma de sus riquezas. Se
cornparacion con la vision de refiere quizás a la apócrifa donación de
Beatriz. Constantino, origen del poder temporal de
Caminando hacia oriente. Roma y con él de todas sus actuales
La rueda derecha. desgracias.
Desierta porque no la habita ningtín ser Mahoma, cuya nueva religión apartó a tantos
humano por culpa del pecado de Eva. pueblos del cristianismo, o acaso mejor, el
El árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. cisma de Oriente.
Cristo, con su naturaleza humana, fue, Los dones ofrecidos por Constantino acaso
naturalmente, concebido sin pecado original. fueran ofrecidos con buena intención, y ahora
Según una vieja leyenda ilustrada por Piero cubren todo el carro, es decir, se
della Francesca en Arezzo, el árbol con el que acrecentó el poder y la riqueza de la Iglesia.
se fabricó la cruz procedía del árbol Así enriquecida la iglesia se convirtió en un
de la Ciencia. Así es posible que el timón del monstruo, víctima de los siete pecados
carro simbolice la cruz de Cristo, eje de la capitales.
Iglesia misma. Los pecados más graves (soberbia, envidia,
La de Aries, es decir, cuando llega la ira) se representan con dos cuernos, los más
primavera, tras la constelación de Piscis. leves, sólo con uno.
La Curia romana de la época de Dante,
dispuesta a entregarse al mejor postor.
Felipe IV de Francia, con el que Bonifacio mitología griega ordenó a Deucalión y Pirra
VIII había estado primeramente aliado. que arrojasen huesos de su madre para que
Dante representaba el partido antifrancés. Al nacieran nuevos hombres. El enigma fue
mirarle la ramera es castigada por el gigante, resuelto por Prometeo, pues la madre de
lo que puede sirnbolizar el suceso de Deucalión era la tierra, y por tanto sus huesos
Anagni. eran las piedras.
El traslado de la corte papal a Aviñón en es el Para entender este pasaje tenemos que
último suceso importante acaecido a la Iglesia comprender un poco el problema de
en la época que Dante la transmisión de los textos en el medievo. En
escribe el Purgatorio. Metamorfosís, VII, se lee «Carmina
Se trata del salmo LXXXVIII, : «Oh señor, Laiades non intellecta priorum / solverat
han venido ¡os gentiles.» Aquí sirve para ingeniis». Refiriéndose a que Edipo, hijo
lamentar la suerte de la Iglesia. de Layo, resolvió con su ingenio el enigma.
Un grupo de virtudes cantaba un verso y el Pero el texto de Ovidio que Dante
otro grupo, otro. debió manejar debía estar corrompido,
El llanto de Beatriz por la Iglesia se compara leyéndose «nayades» por «laiades», y
al de María por Cristo en la cruz. pensé que las náyades resolvieron el enigma
Las palabras de Cristo a los discípulos: de la Esfinge, dando lugar a la
«Dentro de un poco no me veréis y luego de destrucción de los ganados y las cosechas de
otro poco me veréis» (Juan, XVI, ). Aquí Tebas.
puestas en boca de Beatriz como Dante dice que los hechos futuros serán como
representación de la teología, que volverá a las náyades, es decir, sabrán resolver lo
ayudar a la reforma de la Iglesia. oscuro de las palabras de Beatriz. Pero lo
Por primera vez desde su aparición Beatriz cierto
aparece tranquila y calmada, y habla con es que los hechos -sobre todo la muerte
Dante con indulgencia. prematura de Enrique VII- no dieron
La Iglesia era libre y ahora ya no lo es, pero demasiada razón al augurio.
los culpables de esto deben temer la venganza Una por el pecado de Adán, sobre la otra no
divina, pues ésta es irremisible. se ponen de acuerdo los comentaristas.
Según una tradición supersticiosa de la época, Cinco mil años aguardó Adán en el limbo la
aquel asesino que lograba comer una sopa bajada de Cristo a los infiernos tras la
nueve noches seguidas sobre la tumba crucifixión.
de su víctima, se veía libre de la venganza La justicia de Dios es inaccesible e inviolable.
que pudieran buscar los parientes del muerto. El Elsa es un afluente del Arno, de aguas muy
El imperio no estará vacante por mucho calcáreas. Beatriz dice, pues, que si Dante no
tiempo. De hecho, la corona imperial llevaba la entiende es como si tuviese la
sin ser ceñida oficialmente desde la mente petrificada por el error o bien
muerte de Federico II hasta la coronación de oscurecida, como la mora con la sangre de
Enrique VII. Píramo (Purgatorio, XXVII). Las palabras de
La cifra en números latinos nos da la palabra Beatriz
DVX, «jefe», que puede hacer de nuevo son deliberadamente oscuras.
referencia a Enrique VII, o a un Los peregrinos que volvían de Tierra Santa
hipotético caudillo mesiánico. Como es colocaban como testimonio de su viaje hojas
habitual, existen otras muchas de palmera en el bordón.
interpretaciones a este enigma. Para que Dante se dé cuenta de que la
La Esfinge que proponía el enigma que sólo filosofía únicamente es insuficiente para
Edipo fue capaz de resolver. Temis, diosa de conocer los misterios de la fe, y cuán lejanos
la justicia, que tras el diluvio de la son
los caminos de Dios y los de los hombres.
Dante, al haber perdido la memoria de sus coinciden el horizonte, el ecuador, la eclíptica
pecados bebiendo el agua del Leteo y el círculo equinoccial. También puede
(Purgatorio, XXXI, ), no se acuerda de su suponerse un valor alegórico de las virtudes
dedicación a la filosofía humana en teologales y cardinales.
detrimento del saber teológico. Con la primavera y el signo de Aries.
Mediodía del de abril. Allí, en la montaña del Purgatorio; aquí, en la
Leteo y Eunoé surgen de una misma fuente y tierra. El hemisferio austral es «todo blanco»
se separan al igual que el Tigris y el Éufrates. y el boreal «negro».
Dante, con tantas emociones En el hemisferio austral el sol sale por la
vividas, parece haberse olvidado de las izquierda.
palabras de Matelda en Purgatorio, XXVIII, -. Se trata del halcón peregrino.
Hasta aquí no se conocía el nombre de la Antes del pecado de Eva.
hermosa muchacha. Otro caso de metamorfosis contada por
En el Empíreo, o cielo de pura luz. Ovidio (Metamorfosis, XIII, , ). Glauco era
Para relatar lo que Dante vio en el cielo no un pescador que, observando que
necesita sólo ayuda de las musas, Calíope o unos peces volvían a la vida al contacto de
Urania, sino del mismo Apolo. unas hierbas, las probó y se convirtió en una
Las dos cumbres del Parnaso son Nisa y deidad marina.
Cirra. La primera dedicada a las musas y la
segunda a Apolo. Acaso con ellas se «Si mi ascensión era sólo en alma, o también
alegorizan las ciencias humana y divina. con el cuerpo.»
Recuérdese que el sátiro Marsias retó a un La esfera del fuego, que está situada entre la
certamen musical a Apolo tañendo una flauta tierra y el cielo de la luna, La idea de la
que Minerva había arrojado al ver música celeste es pitagórica, y fue refutada
cómo le deformaba el rostro al tocarla. Apolo por Aristóteles y sus discipulos medievales.
tocaba la lira y las musas le dieron la victoria- Dante debe tomarla de Boccio.
El dios terminó desollando al sátiro aún Un rayo que cae desde lo alto hacia la tierra,
vivo. no lo hace con tanta rapidez como tú
El laurel, que corona a los poetas y a los asciendes ahora hacia los cielos.
generales victoriosos. En latín, «decansé».
Apolo, como es sabido, tenía en Delfos su Los ángeles.
oráculo y principal santuario. Toda la naturaleza, es decir, todo lo creado,
Por Dafne, hija de Peneo, la desdeñosa amada tiende hacia su creador, aunque lo haga de
de Apolo, convertida en laurel. Dante dice formas diferentes.
que Apolo debería alegrarse cuando La voluntad divina.
alguien aspira a la gloria poética. El Ciclo Empíreo es inmóvil y contiene la
Acabada la invocación, Dante va a especificar esfera del Primer Móvil, que es la más veloz
la hora en que comenzó su ascensión a los de las nueve.
cielos. Los comentaristas no terminan La libertad puede llevar a los hombres al mal.
de ponerse de acuerdo al interpretar las «Tú tiendes por naturaleza, como el fuego, a
palabras del poeta, pues mientras unos elevarte hacia Dios, por tanto no te debes
piensan que enlaza directamente con el final maravillar de tu ascensión más que de
del que un río descienda de la montaña al llano.»
Purgatorio (mediodía del de abril) para otros Antes de entrar en materia, Dante dirige una
no comenzaría hasta el alba del . Seguimos admonición a sus lectores, advirtiéndoles de
esta interpretación. la solemnidad y complejidad de su
La lámpara del mundo es el sol, que en cada nueva materia no tratada antes por ninguno, y
época del año sale por una parte del reservada sólo a los iniciados en sutilezas
horizonte. En primavera lo hace por un punto teológicas.
en que Leño, metonimia común por «barco».
El Norte, es decir, la meta de mi Canto. atravesada por las partes menos densas de
Cuenta Ovidio en Metamorfosis (VII, y ss.) lado a lado, o que partes densas y raras se
la sorpresa de los argonautas en la Cólquida, alternasen como lo grueso y delgado en el
viendo a Jasón (Infierno, XVIII, hombre.»
-) arando un campo con una yunta de bueyes - «La primera se demuestra errónea en los
que expulsaban fuego por la nariz. eclipses, pues entonces los agujeros dejarían
El ansia de llegar al Empíreo. Según los pasar la luz, cosa que no ocurre.»
cálculos de la antigua astronomía, a unas . - «Si la zona poco densa no agujerea la luna,
millas por minuto. debe estar limitada por otra zona densa.»
Al ciclo de la luna. No «sobre» la luna, sino - «Desde este límite debe reflejarse el rayo,
dentro de ella, pues ésta es como una nube como sucede con el espejo que es un cristal
que los cubre. Para Dante (Monarchia, (que equivale a la zona poco densa
III, IV, -), la luna está dotada de luz propia. de la luna) con una cara recubierta de plomo
La maravillosa unión, inexplicable en (equivalente a la zona de mayor densidad).»
cualquier otro caso, del cuerpo de Dante con - «Tú acaso pienses que el rayo que se refleja
el de la luna, nos debe hacer pensar en la no desde este límite entre lo raro y lo denso, es
menos inexplicable, pero no menos real más débil, pues viene desde más
tampoco, unión de la naturaleza divina con la lejos, es decir, no de la superficie de la luna,
humana en Cristo. sino de una especie de cavidad.»
Según la leyenda ya aludida en Infíerno, XX-, - El experimento de los espejos que propone
en las manchas de la luna ahora Beatriz es de fácil comprensión. De su
puede verse a Caín llevando unas zarzas, capacidad de convicción y
condenado por Dios por haberse éste clandad, debe juzgar el lector.
excusado de la muerte de Abel. y ss. Comienza ahora la explicación de
Va a comenzar ahora una larga y acaso ociosa Beatriz, aunque mucho me temo que, tras la
digresión (la primera de las muchas con las refutación de la creencia de Dante, la
que de ahora en adelante vamos a verdad que Beatriz le propone, acaso
encontrarnos) a causa de las manchas lunares. convenza al sumiso poeta, pero nos deje a
Dante las atribuye equivocadamente, nosotros un tanto ayunos.
siguiendo a Averroes, a la mayor o menor De nuevo el Primer Móvil, girando dentro del
densidad (no olvidemos que «ralo» significa Empíreo.
«poco denso») de sus partes. Beatriz El de las Estrellas fijas.
comenzará refutando el error del poeta y - Las sucesivas esferas van disminuyendo
posterior- jerárquicamente respecto a la primera y
mente dará una explicación convincente. difunden abajo el poder que adquieren
Intentaré anotar paso a paso su razonamiento. de arriba.
- «En la esfera de las estrellas fijas vemos El martillo no obra por sí mismo, sino por el
que éstas son diversas en cantidad y en herrero que lo maneja.
cualidad.» De nuevo el de las Estrellas fijas, que toman
- «Si esto fuera causado por mayor o menor su poder del poder divino.
densidad supondría la existencia de un solo - Igual que el alma se une al cuerpo, cuyos
poder o principio desigualmente distintos órganos están al servicio de distintas
repartido, como creía Averroes.» actividades, la inteligencia
- «Pero al producir influjos diferentes, quiere divina se diversifica y cada estrella tiene
esto decir que cada una de ellas tiene un encomendada una distinta misión que ejercita
principio cualitativamente mediante sus diversas influencias.
diferente.» Las manchas de la luna proceden, por tanto,
- «Más aún. Si la mayor o menor densidad de los diversos grados de influencia que
fuera la causa de las manchas podrían ocurrir reciben de las estrellas.
dos cosas: que la luna estuviera
Acaso la razón de esta probia y enojosa Los tres vientos de Suabia son los tres
disertación de Beatriz tenga la misión, en el emperadores ya citados: Federico Barbarroja,
ánimo de Dante, de mostrar, a partir de un Enrique V y Federico II.
hecho un tanto banal, lo inútil de la ciencia Este problema está planteado por Tomás de
humana (Averroes) para comprender las cosas Aquino, aunque él niegue que puedan existir
divinas (de las que bien se encargaría dos cosas perfectamente iguales e
Tomás de Aquino, inspirador, como de tantos igualmente atrayentes.
otros de este pasaje). Daniel aclaró a Nabucodonosor el sentido de
Beatriz. un sueño que el propio rey había olvidado, y
Narciso creía que su reflejo en el agua era un calmó el enojo de éste que le había
rostro verdadero. Por el contrario, Dante llevado a condenar a muerte a los sabios del
piensa que son reflejos las almas que se reino incapaces de descifrarlo (Daniel, II, -).
dirigen ahora hacia él. Beatriz, como Daniel, es capaz de ver el
Aquellos que faltaron a algún voto, interior de las personas.
particularmente a un voto religioso. En el «Timeo» Platón coloca las almas,
Dante, como veremos, se dirige a la sombra creadas antes que los cuerpos, en las diversas
de Piccarda Donati (Purgatorio, XXIV, - ), estrellas, a las que después de la muerte
hermana de su amigo Forese y de habrán de retornar. Dante conocía esta
Corso, Piccarda, muchacha de gran belleza, doctrina platónica a través de San Agustín y
ingresó en un monasterio de Santa Clara, de Santo Tomás.
donde fue sacada a la fuerza por su hermano Velle es un término escolástico que significa
Corso para ser dada en matrimonio al querer, voluntad.
despótico Rossellino della Tosa. De las dos dudas, aquella que es la más
«Nuestro amor que refleja el amor divino.» peligrosa para la fe, pues con su idea de la
La esfera de la luna es la que gira más trasmigración de las almas contradecía el
lentamente y la que está más alejada de Dios. dogma de un alma individual creada por Dios
Dios. en cada momento de la concepción
Neasse es una fórmula escolástica y expresa (Purgatorio, XXV, y ss.)
la consecuencia de un proceso lógico. - Todos los bienaventurados se encuentran de
Etsi conjunción latina de carácter concesivo: igual forma en el Empíreo, como veremos
«aunque». más adelante. El que Dante se los
Se refiere Piccarda a Santa Clara, a cuya vaya encontrando en las diversas esferas que
Orden perteneció. Santa Clara, compañera de constituyen las etapas de su viaje celeste es
San Francisco, nació en Asís en y sólo para que con su pobre mente humana
murió en . entienda mejor la disposición del paraíso.
Constanza (Purgatorio, III, ) fue hija del rey Las almas se aparecen en la luna, pero no
Ruggero II de Sicilia. Nació en y casó en están allí.
con Enrique VI de Suabia, La otra duda no contiene el peligro de la
hijo de Federico Barbarroja. Fue madre de herejía.
Federico II, en cuya minoría ejerció el poder - El que parezca iniusto al hombre con su
en Italia. Murió en . La leyenda güelfa de estrecho conocimiento, la
la época le atribuyó una falsa profesión justicia divina, nos debe hacer creer más aún
religiosa, quizás debida a la fama de Federico en los secretos designios del incanzable orden
II como Anticristo, personaje al que se le divino, no apartamos del camino de la fe.
atribuía el ser concebido por una monja. - El fuego siempre tiende a recuperar su
Según dicha leyenda, Constanza habría natural tendencia hacia lo alto, a pesar de la
dejado los hábitos después de los años y fuerza que se haga por mantenerlo a
habría ras del suelo.
dado a luz a Federico II a los . En realidad, San Lorenzo aguantó el tormento de la
Constanza casó con Enrique VI a los . parrilla sin quebrantar su fe.
Mucio Scevola, joven romano de los primeros Para contentar a la diosa Artemisa que
tiempos de la ciudad, se quemó la mano por mantenía paralizada la escuadra griega en
haber fallado en su intento de Aulide, Agamenón prometió sacrificarle,
asesinar al rey etrusco Porsena. Lo cuenta según la versión de Cicerón que Dante debe
Tito Livio (Ab uerbe ondita, II, y ss.) y es manejar, el ser más hermoso que hubiese
una figura muy conocida de esta legendaria nacido ese año, que resultó ser su hija
etapa romana. lfigenia.
Aicmeón, hijo de Anfiarao (Purgatorio, XII, Dante sigue aquí a Cicerón que condenaba el
-), mató a su madre Erifile a instancias de su proceder del caudillo aqueo (De officiis, III, ).
propio padre. Hay otras versiones del sacrificio de la
Existe una voluntad absoluta que siempre princesa micénica.
quiere el bien y rechaza el mal, y otra relativa Algunos religiosos desligaban de los votos de
que escoge un mal menor para evitar difícil cumplimiento a cambio de dinero.
uno mayor. Los hebreos practicaban una religión más
Dios. austera que los cristianos.
La ciencia divina. Hacia el Ecuador, o el propio Empíreo.
Frustra, término escolástico que equivale a en El cielo de Mercurio, donde se encuentran los
vano. espíritus activos. Su actividad se encaminaba
La duda es el camino que lleva a la certeza. a dejar mayor memoria de sí
De la visión de Dios. mismos y esto los coloca en un lugar inferior
Únicamente el hombre y los ángeles son del Paraíso.
libres. «Ved a Dante, que acrecentará nuestro amor
El consentimiento del hombre al hacer el voto cuando gustosamente resolvamos las dudas
debe ir acompañado del consentimiento que nos plantee.»
divino. La vida. Dante pertenece a la iglesia
De la misma libertad, que se sacrifica al hacer militante.
el voto libremente. Como veremos, se trata del emperador
En el voto hay dos elementos: uno material y Justiniano.
otro formal «Para ejercitar hacia mí su caridad.»
Levítico, XXVII, . Constantino trasladó la capital a oriente, de
De la autoridad eclesiástica (Purgatorio, IX, ). donde muchos siglos atrás había salido Eneas
La nueva materia del voto no puede ser de para dar lugar a la fundación de
menos valor que la primera. Roma.
Por ejemplo, la ofrenda de la virginidad, que Constantinopla, la nueva capital del imperio,
no encuentra substitución por otro voto. se encontraba cerca de la región de la Tróada,
Recuérdese la historia narrada en Jueces, XI, en el Asia Menor, donde se
-. El caudillo hebreo Jefté ofreció como encontraba la ciudad de Troya, antecedente de
prenda de la ayuda divina en la lucha Roma.
contra los ammonitas el sacrificio del primer Justiniano, nacido en , fue elegido emperador
ser que saliera a su encuentro al regresar a de oriente en y murió en . Más que por sus
casa, tal vez pensando en su fiel perro. En intentos de reconstruir el
lugar de éste fue su hija, aún doncella, quien imperio de sus mayores, Dante nos lo
salió a recibirle. Antes de ser sacrificada, presenta como legislador, cuya tarea de
obtuvo de su padre el plazo de un mes para recopilar y depurar todas las leyes romanas se
gozar de los últimos días de su vida en atribuye a
compañía de sus amigas. Los Padres de la una inspiración divina.
Iglesia condenaron este voto y su La herejía monofisita, extendidisima en las
cumplimiento. provincias de Siria y de Egipto, que negaba la
unión hipostática.
Agapito I, papa desde a , enviado por por Roma en su proceso de expansión por la
Teodato, rey ostrogrodo, a Constantinopla península Itálica.
para pedir la paz a Justiniano, y aunque Algunos grandes hombres de la etapa heroica
no pudo conseguirla, al parecer sí logró de Roma: Tito Manlio Torcuato, vencedor de
convertir a Justiniano, los galos; Cincinato, así llamado
Es decir, ahora cree en la doble naturaleza de por su pelo rizado, fue dictador contra los
Cristo con la misma claridad que en un juicio samnitas, y acabada la guerra regresó
contradictorio si uno de los términos pacíficamente a sus tareas agrícolas. Son
es verdadero el otro es necesariamente falso. muchos los
A su dedicación legislativa. Fabios y los Decios que merecieron las
Belisario (-) fue el más importante de los alabanzas de Justiniano.
generales de Justiniano. Combatió Es decir, africanos: los cartagineses.
gloriosamente en el frente persa, en el norte - Publio Cornelio Escipión Africano obtuvo a
de África y en Italia. Parece que Dante no edad muy temprana sus principales triunfos
conociese las desavenencias entre el en España contra Cartago. Cneo
emperador y su general, al que llama «mío» Pompeyo luchó también muy joven en el
en el partido de Sila contra Mario y obtuvo el
original. Los éxitos de Belisario permitieron triunfo a los años; el cónsul Fiorino destruyó
que él se dedicara a su tarea de recopilar el la
«Corpus luris civilis». ciudad etrusca de Fiésole, junto a Florencia
Dante, por boca de Justiniano, va a dedicar (Infierno, XV, -; Paraíso, XV, -).
una larga digresión a la historia de Roma, y César se hizo con el poder algunos años antes
posteriormente a la del imperio del nacimiento de Cristo.
germánico, legítimo sucesor de las glorias de Alusión a la conquista de las Galias,
aquélla, simbolizados ambos por el águila delimitada por esos ríos, que llevó a cabo
emblemática. Dante se complace en unir la César.
historia del Imperio con la redención y la Ahora se refiere a la guerra civil entre César y
Iglesia. Anotaré brevemente las etapas del Pompeyo.
relato. Batalla en que César derrotó a Pompeyo, el
Los gibelinos y los güelfos. cual huyó a Egipto, donde fue asesinado por
Personaje de la Eneida, hijo del rey del Lacio, orden de Tolomeo, para congraciarse
Evandro, que murió en la lucha contra Turno, con el triunfador.
rey de los rútulos, apoyando la - El águila, en manos de César, volvió a
causa de Eneas. Esta digresión enlaza, pues, visitar los lugares de Asia Menor, de donde
con el final del poema de Virgilio. había partido, la ciudad de Antandro y
Alba Longa, mítica ciudad a la que Roma el río Simoes. De aquí César marchó a Egipto
estuvo sometida en los primeros años de su y puso -a Cleopatra como reina, en lugar de
historia, hasta el combate de los Horacios su hermano Tolomeo.
contra los Curiacios, en que los primeros, - César venció a Juba de Mauritania, y
romanos, vencieron a los segundos, de Alba, posteriormente al resto de los partidarios de
pasando a Roma la supremacía imperial. Pompeyo en Munda, España.
Durante la época de los siete reyes, desde el - Alusión a la batalla de Filipos, en la que
rapto de las Sabinas hasta la caída de los Octavio, sucesor de César, venció a Bruto y
Tarquinos, tras la violación de Lucrecia, Casio, los asesinos de su tío
que dio lugar al comienzo de la etapa (Infierno, XXXIII, -). Posteriormente venció
republicana. a Marco Antonio en Módena y asedió
Breno, jefe de los galos que invadieron Italia Perugia.
en el siglo IV a.C. Pirro, rey de Epiro, - Cleopatra se suicidó tras la derrota naval en
defensor de las ciudades griegas atacadas Accio, para burlar la prisión que Octavio le
había impuesto.
- Con la conquista de Egipto se inició la paz la época, y acaso, en su posterior caída en
octaviana. Recuérdese que en tiempos de paz desgracia, se identifique con esta víctima de
las puertas del templo de Jano las ajenas calumnias.
permanecían cerradas. Margarita, esposa de Luis IX de Francia;
- Va a aludir ahora a la muerte de Cristo en la Leonor, casada con Enrique III de Inglaterra;
época de Tiberio, tercer emperador si Sancha, esposa de Ricardo, elegido Rey
contamos, impropiamente, a César. de Romanos; y la citada Beatriz, heredera de
Roma, por medio de Poncio Pilatos, colaboró Provenza y esposa de Carlos I de Aujou.
en la empresa de la Redención. «Salve a ti, señor de los ejércitos, que
- Tito destruyó Jerusalén en el año , vengando iluminas desde lo alto con tu luz a los felices
así la muerte de Cristo. Esta contradicción esplendores de este reino.»
entre apoyo a la crucifixión y En el original, «s'addua», del verbo neológico
venganza de la misma, se explicará en el «adduarsi», hacerse dos.
siguiente canto. Con cualquier parte del nombre de Beatriz.
- Como vemos, la idea del imperio, aunque Adán, que no nació, sino que fue
esté hablando Justiniano, legítimo sucesor de directamente creado por Dios, se condenó por
las glorias de Roma, no va a no poner freno a su voluntad.
pasar al imperio bizantino, sino al imperio A su persona divina añadió la naturaleza
Romano Germánico, a través de Carlo humana.
Magno. Dante necesita llevar el agua al Al haberse extraviado en el pecado la
molino de naturaleza humana, con la que el Verbo se
sus nuevas opiniones políticas. Como vemos, unió, se hizo merecedora de la muerte en la
Justiniano pasa de la crónica de la antigúedad cruz.
a la actualidad palpitante. Si atendemos, en cambio, a la naturaleza
Los que se apropian del signo imperial para divina, la cruz fue una monstruosa injusticia.
sus intereses particulares, y los que se oponen La crucifixión satisfizo a los judíos, pero
a él favorecen la política francesa de también a Dios, pues así se cumplían sus
los Valois, es decir, los güelfos negros. planes de redención.
- Carlos II de Anjou (Purgatorio, VII, -; XX, Va a comenzar ahora Beatriz un largo
-), líder del partido güelfo, cuyo emblema era discurso acerca del misterio de la encarnación
un león, aquí de Cristo, que creo de fácil comprension
vencido por las garras del águila. para el lector y por ello no anoto.
Tal vez alusión a la muerte de Carlos Martel - Las cosas que crea Dios directamente son
(Paraíso, VIII, y ss.), hijo de Carlos II de eternas y libres.
Anjou, que encontraremos Eternidad, libertad y conformidad con Dios.
próximamente. Aquí acaba la digresión de Por misericordia, por justicia, o por ambas a
Justiniano sobre el imperio. un tiempo.
Es decir, que la casa de Anjou triunfe sobre el Desde el principio del mundo al día del juicio
Imperio. Final.
Como ya anotamos, de los espíritus que Cfr. v. .
emplearon su actividad en obtener gloria y - Los elementos no fueron, a diferencia del
fama, por lo que ocupan un lugar más bajo hombre, los ángeles o el ciclo, directamente
en la jerarquía celeste. creados por Dios, como
Romieu de Villeneuve, nacido en torno a , tampoco el alma de las plantas y lo animales
ministro de Ramón Berenguer IV de - El alma humana, y su propio cuerpo, en el
Provenza, y posteriormente regente de su cuerpo de los primeros padres, fue creada
hija Beatriz (Purgatorio, VII, , y XX, ), casada directamente por Dios, por lo cual
luego con Carlos I de Anjou. Murió en . tanto el alma como el cuerpo son inmortales,
Dante se apoya en una leyenda de lo que permite la idea de la resurrección.
Venus, así llamada por haber nacido en contra la tiranía angevina, ofreciendo Sicilia a
Chipre. Estamos en el tercer cielo, el de los la casa de Aragón.
espíritus amantes. Roberto de Anjou, hermano pequeño de
Dione, hija de Tetis y el Océano, madre de Carlos Martel, estuvo como rehén de los
Venus según algunos mitógrafos. Cuenta aragoneses de a . Durante este
Virgilio en Eneída, I, -, que Cupido periodo conoció a muchos catalanes que al
tomó la figura de Ascanio, hijo de Eneas, aún parecer llevaría posteriormente a Nápoles,
de corta edad, para que Dido, reina de donde dejaron una mala memoria de avaricia.
Cartago, lo tomara entre sus brazos, El gobierno de Roberto de Anjou en Nápoles
aprovechando esta ocasión para infundirle el se caracterizó por las grandes cargas
trágico amor por el héroe troyano. impuestas al pueblo.
Venus precede al sol por la mañana y lo sigue Su padre, Carlos II, fue un rey generoso. Esto
en el ocaso. va a llevar a Dante a preguntar por qué de un
Se trata del ya citado Carlos Martel, hijo de padre bueno puede salir un mal hijo.
Carlos II de Anjou y de María, hermana de Dios.
Ladislao IV, rey de Hungría. Nació en Los planetas.
, y a los dieciseis años casó con Clemencia, Dios no sólo da el ser a las cosas, sino que
hija de Rodolfo de Habsburgo. Fue coronado también crea la manera desenvolverse hacia
rey de Hungría a la muerte de su tío, un fin determinado, diferente para cada
pero esta coronación no se llevó nunca a uno.
efecto. Estuvo en Florencia en , donde debió Los ángeles.
conocer y estimar a nuestro poeta. Murió Aristóteles, en Política, I.
en . - Estadista como Solón, general como Jerjes,
«Voi chè intendendo il terzo ciel movete» es sacerdote como Melquisedec, o sabio como
el comienzo de una canción de Dante escrita Dédalo.
en , comentada por él en Quirino es Rómulo, que pese a haber nacido
Convivium, II. de un padre humilde, su paternidad fue
Si no hubiese muerto joven hubiese evitado atribuida a Marte.
muchos males que acaecieron. La naturaleza de los hijos seguiría a la de los
Recuérdese que los dos jóvenes se habían padres si no fuese por la providencia divina
conocido en Florencia. que actúa mediante la influencia de los
- Provenza. astros.
- El reino de Nápoles. Se debería permitir que el hombre siguiera
- Ya había sido coronado rey de Hungría. sus inclinaciones naturales a la hora de ejercer
- También debería haber sido rey de Sicilia, alguna actividad.
llamada Trinacria por su forma triangular. - Acaso Carlos Martel alude aquí a sus
Pachino y Peloro (Hoy Passaro y propios hermanos: Luis, hecho obispo de
Faro) son dos cabos sicilianos uno al norte y Tolosa en ; y a Roberto, hecho rey
otro al sur, en la costa oriental. de Nápoles en , y cuya ciencia teológica
Las nubes que oscurecen Sicilia se deben, no alaban Petrarca y Boccaccio. También este
como cuenta la leyenda, al gigante Tifeo, último puede ser el Roberto aludido en vv.
rebelde contra Júpiter, que se encuentra -, del que se nos han conservado
enterrado bajo el Etna -recuérdese el innumerables textos religiosos.
comienzo del Poliferno gongorino-, sino a las Se trata de su hija, nacida alrededor de ,
emanaciones de azufre. casada con Luis X de Francia en y muerta
- «Mis hijos, que serían nietos de Carlos II de en . Para otros, el poeta alude
Anjou y de Rodolfo de Habsburgo.» a la esposa, la ya citada Clemencia de
- El grito de los palermitanos en la jornada de Habsburgo. Pero no olvidemos que la primera
las Vísperas sicilianas «Muerte a los aún vivía, lo que hace preferible su
franceses» con el que se sublevaron identificación.
Carlos Martel pide al poeta que guarde en había mostrado como hombre soberbio. Fue
secreto su revelación. muerto por una conjetura en .
Se trata, como veremos, de Cunizza da Alude a la traición del obispo de Feltre,
Romano, hija de Ezzelino II y hermana del Alessandro Novello, que en entregó al obispo
cruel Ezzelino II, nacida en torno a . Ya de Ferrara algunos ferrarenses
casada con el señor de Verona fue raptada por gibelinos que se habían exiliado de su ciudad
el trovador Sordello, ya conocido por y que fueron posteriormente decapitados.
nosotros (Purgatorio, VI), y tras llevar una Malta es el nombre de una prisión destinada a
vida los condenados por causas notoriamente
sentimental bastante escandalosa y contraer graves.
dos nuevas nupcias se recluyó en Toscana, Su partido era, naturalmente, el partido
donde murió a una muy avanzada edad, güelfo.
después de , dedicada a la caridad, es decir, Los tronos angélicos certifican la veracidad
trocó el influjo de Venus del amor mundano de la profecía de Cunizza.
por el espiritual. De nuevo Foico de Marsella.
«Que puedes ver en mi interior sin que yo «Arriba», en el cielo; «aquí» y «abajo», en la
necesite hablarte.» tierra.
En la marca de Treviso, que se extiende entre «Enela», en el original «inluia», neologismo
Venecia y los Alpes de Trentino y de Cadore, dantesco con el sentido de «hacerse él».
de donde procedían los Ezzelini. Los serafines, según Isaías, poseen seis alas.
Rialto es una de las islitas sobre las que En el original «intuassi», «inmi»,
surgió Venecia. respectivamente. Como en v. , hacerse tú,
El monte Ramano, entre Vicenza y Treviso. hacerse yo.
Ezzelino III da Romano, tirano de dicha El «Mayor valle» es el mar Mediterráneo, el
comarca. más grande de los mares si exceptuamos el
El planeta Venus, recordémoslo, es el planeta Océano que abarca toda la tierra y
que rige la pasión amorosa, a la que Cunizza ocupa todo el hemisferio austral. Se extiende
fue al parecer tan inclinada. entre enemigas playas, es decir, las cristianas
La «resplandeciente y cara joya» que se y la sarracenas; hay cierta inexactitud en
encuentra más próxima a Cunizza es la los cálculos cartográficos de Dante en este
sombra de Folco de Marsella, de quien pasaje, pues Dante le supone una extensión de
hablaremos más adelante. Cunizza afirma que º cuando en realidad no tiene más de º.
la fama de éste se extenderá aún quinientos Es decir, nació en Marsella, a medio camino
años más. entre Italia y España, y en la misma longitud
Los habitantes de la marca de Treviso, cuyos que Bugía, ciudad de la costa
ríos son el Adige y el Tagliamento. Cunizza argelina. Folco o Folchetto, nació poco
va a profetizar a continuación una después de la segunda mitad del siglo XII.
serie de desgracias que ocurrirán Entre - compuso gran cantidad de canciones
próximamente en dicha marca. trovadorescas, y tras la muerte de su amada
Se refiere a la derrota de los paduanos en a Adalasia di Roquemartine, mujer del conde
manos de Cangrande della Scala, señor de de Marsella, se hizo cisterciense, siendo
Verona, que Dante ve como un elegido abad en y obispo de Tolosa en , cargo
castigo a sus errores. El agua se cambiará en en el que se ocupó en la persecución de los
sangre a causa de la derrota. albigenses, con ayuda de la recién
El Silo y el Cagnano se unen en Treviso. El creada Inquisición. Murió en .
que aún señorea del v. siguiente es Rizzardo El río Marra separa la Toscana de la Liguria.
da Camino, hijo del buen Gherardo Bruto conquistó Marsella por orden de César
(Purgatorio, XVI, ) y marido de Giovanna (Purgatorio, XVIII, ).
Visconti (Purgatorio, VIII, ). Sucedió a su
padre en , pero ya desde antes se
Tres ejemplos de pasión amorosa: la hija de - La potencia primera es el Padre; el Amor, el
Belo es Dido, esposa de Siqueo. Creusa es la Espíritu Santo; el Hijo es el Verbo.
esposa de Eneas, antes de la reina Dante invita al lector a levantar la vista a las
fenicia. esferas superiores donde se encuentran dos
Filide, hija de Sitón, que vivía junto al monte movimientos celestes contrarios: el
Rodope, murió creyéndose abandonada por diurno ecuatorial, de oriente a occidente, y el
Demofoonte, hijo de Tesco y Fedra de los signos zodiacales, anual, que va de
(Ovidio, Heroid., II occidente a oriente. Ambos giros coinciden en
Alcides es Heracies o Hércules, que se los puntos equinocciales.
enamoró de Yole, suscitando así los celos de El maestro es Dios.
su esposa Deyanira, que provocaron su - El círculo zodiacal es oblicuo con respecto
muerte con la tunica envenenada (Ovidio, al ecuador terrestre. Si así no fuese no
Hiroid., IX). existiría la rotación de las estaciones, se
Prostituta de Jericó que ayudó a escapar a los anularían las influencias astrales y la vida en
espías que Josué había enviado a dicha ciudad la tierra sería difícil.
(Josué, III-, VI -). Los Dante no quiere insistir más en
comentaristas ponen de manifiesto la consideraciones astronómicas, que deja al
similitud entre la toma de Jericó al son de las cuidado del lector, y avanza en su materia.
trompetas y la conquista de la ciudad El sol.
albigense de La constelación de Aries. Recuérdese que nos
Lavour en , dirigida entre cánticos religiosos encontramos en el equinoccio primaveral.
por el obispo de Tolosa sucesor de Folquetto. «Yo me encontraba, sin saber cómo había
La «alta victoria» más que la toma de Jericó llegado, en el mismo sol. Como quien tras
es la propia Redención, conseguida «con una tener una idea advierte de dónde procede
y otra palma», es decir, con las ésta.»
manos de Cristo clavadas al madero. La cuarta familia es la de los espíritus sabios,
Folquetto reprocha ahora el desinterés del que se encuentra en la esfera del sol, que rige
papado por la recuperacion de los Santos la sabiduría.
Lugares. Recordemos de nuevo su celo El Padre genera al Hijo y de ambos procede el
antiherético. Espíritu Santo.
Florencia es el retoño de Lucifer, el ángel El «angélico sol» es el propio Dios.
rebelde a Dios. «Mi mente, unida, sólo ocupada en Dios, se
Las malditas flores son la moneda de dividió interesándose por los moradores de la
Florencia, el florín, acuñado con una flor de esfera solar.»
lis. La avaricia ha desviado al papado de su La luna.
tarea de cruzada. Habla Tomás de Aquino que, recordemos,
Por la avaricia los estudiosos abandonan el perteneció a la Orden de los dominicos o
Evangelio y los Santos Padres y sólo se predicadores. Nació de noble familia en
preocupan del estudio más lucrativo de las . Entró en la Orden dominica en y
Decretales, es decir, del derecho canónico, posteriormente estudió en París y Colonia,
como lo muestran las anotaciones en los con San Alberto Magno. Fue teólogo de la
márgenes de estos tratados. corte pontificia y posteriormente profesor de
De acumular riqueza. nuevo en París. Invitado al Concibo de Lyon
Se refiere a la muerte de Bonifacio VIII o al por el Papa murió mientras se dirigía a
traslado de la Curia a Aviñon. O mejor, como dicha ciudad, se dice que acaso envenenado
muchas profecías de Dante, a un (Purgatorío, XX). Fue el más grande filosofo
futuro hipotético en que la Iglesia recupere su y teólogo de su siglo. Su influencia en la
primitiva pureza. Comedia es enorme.
Los mártires. San Alberto Magno (-). También dominico y
maestro del Aquinate.
Graciano fue un célebre canonista del siglo por su secretario loco. Fue contradictor de los
XII, autor del Decretum sive concordia postulados escolásticos y atacado por Santo
discordantíum canonum en torno a . El Tomás, y por ello se discute el porqué de
«uno y otro fuero» son el derecho civil y el haberlo Dante elegido entre los santos del
canónico. saber teológico. Su obra ha sido
Pedro Lombardo (m. en ), autor de recientemente descubierta y revalorizada por
Sententíarum liber IV, libro teológico de los estudiosos
enorme difusión e influjo en su tiempo. En el de la filosofía medieval a causa de su valor
prólogo de dicha obra P. L. afirma que ofrece precursor del pensamiento moderno
su tarea a la Iglesia, como la viuda que relata (negación de la inmortalidad del alma, de la
Lucas, XXI, -, ofreció a Cristo toda su libertad,
hacienda. de la creación ex nihilo, etc.). Acaso Dante
La quinta luz es Salomón. premie con el cielo la honesta y perseguida
Se trata de Dionisio Aeropagita, convertido tarea filosófica, sin tener en cuenta sus
por San Pablo (Hechos, XVII, ), a quien se conclusiones heterodoxas.
atribuyen tratados apócrifos sobre la La Iglesia, representada como una comunidad
organización de los ángeles, como veremos monástica.
más adelante. Los «aforismos» hacen referencia al estudio
Se trata del español Pablo Orosio, antecesor de la medicina, por los aforismos de
del Cívítas Dei agustiniano, con su obra Hipócrates; los «iura» representan el estudio
Historiarum adversus paganos, muy del Derecho.
conocida por Dante, que apreciaba su estilo ¿Alusión a sus enemigos florentinos?
latino. También se ha pensado en San Tomás de Aquino.
Ambrosio de Milán, que tuvo una enorme - Paraíso, X, y .
influencia - La Iglesia, desposada con Cristo mediante
en la conversión del santo de Hipona. su agonía en la cruz.
El alma de Boecio, senador romano nacido En caridad y en sabiduría.
alrededor de ; elevado a los más altos cargos - San Francisco, llamado querúbico por la
del reino y luego condenado por fuerza de su caridad. Santo Domingo,
Teodorico a muerte en . Su obra más famosa llamado seráfico por su sabiduría.
es De consolatione filosophíae, escrita en la Comienza ahora la biografía y panegírico de
cárcel en una mezcla de prosa y verso, San Francisco, puesta en boca del dominico
donde intenta hacer un primer compromiso Tomás de Aquino, y en primer lugar
entre el paganismo y la doctrina cristiana, nos localiza la ciudad de Asís, en la Umbría,
cuyo espíritu debió compartir, aunque no es lugar de nacimiento del santo. San Ubaldo,
seguro que llegase a estar bautizado. El luego obispo de Gubbio, fue ermitaño en el
medioevo lo consideró como uno de los monte Inzino.
mártires de la fe, y su obra ejerció una Una puerta de Perugia de donde salía el
enorme camino de Asís, por donde entran los vientos
influencia. fríos y calientes que bajan del monte
Isidoro de Sevilla (-), autor de Ethymologíae. Subasio.
Beda el venerable, normando No porque estuviesen bajo el dominio de
(-), autor de Hístoria eclesíastíca gentis Perugia, sino porque se encuentran en una
Anlgiorum. desventajosa situación geográfica. La
Ricardo de San Víctor (m. ), místico escocés primera interpretación ha sido también
llamado «Magnus contemplator». sostenida por algún comentarista
Sigiero de Brabante, filósofo seguidor de San Francisco es comparado en todo este
Averroes y por ello perseguido. Fue profesor pasaje con el sol en el que se encuentran
en París y murió asesinado en Orvieto ahora los viajeros.
Porque el nombre de Asís se emparenta con Como la ninfa Eco, consumida por el amor
«scesi» del verbo «scendere»: «subir» imposible de Narciso. Fue condenada por la
Muy joven aún, Francisco tenía años cuando celosa Juno a repetir únicamente la
comenzó su vida de santidad en . última sílaba de las palabras de los otros.
- La dama a la que todos cierran las puertas Recuérdese Génesis, IX, -.
como a la muerte, es la pobreza, a la que Se trata de San Buenaventura, de quien
Francisco se entregó desde muy hablaremos más adelante, a quien
joven, enfrentándose con su padre, al corresponde hacer el panegírico de Santo
quedarse desnudo delante de una enorme Domingo de
concurrencia y del propio obispo, cuando Guzmán, luego que un dominico ha hecho la
aquél le alabanza de San Francisco.
pidió que renunciase a los bienes que le Dante compara la atracción que sobre él
correspondían por herencia. Ocurrió este ejerce la voz del santo con la que ejerce
hecho en . siempre el polo norte sobre la aguja imantada
El primer marido de la pobreza es Cristo. de la brújula.
San Francisco nació en . Las desavenencias históricas o la simple
Amiclates es un ejemplo de la virtud de la competencia de dominicos y franciscanos
pobreza. Se trataba, según Lucano, de un (piénsese en las iglesias de Santa María
pobre pescador en cuya cabaña entró un día Novella o Santa Croce en Florencia, o la de
César, al encontrar la puerta abierta, sin los Frari y santos Giovanni y Paolo en
ningún miedo. (Farsalia, V, - l.) Venecia) que llenaron la historia de ambas en
- El primer seguidor de San Francisco, la
Bernardo da Quintavalle. época de su desarrollo e implantación en
Otros seguidores de la primera hora. Europa, quedan totalmente superadas en el
El padre de San Francisco era un rico cielo.
comerciante, acaso de lana. Dios, o Cristo.
Inocencio III se mostró primeramente reacio a En España, lugar de Europa en que primero
aprobar la Orden, hasta que tuvo un sueño en comienza la primavera.
el que la basílica de San Juan de Tras el golfo de León donde ciertos días -los
Letrán, amenazada de ruina, era salvada por de solsticio de verano--se oculta el sol.
el pobre de Asís. Después de esto el Papa dio El escudo de Castilla está formado por cuatro
su aprobación verbal. cuarteles. A un lado, uno ocupado por un león
San Francisco viajó a Palestina con algunos rampante se encuentra bajo otro
de los suyos en , siendo hecho prisionero en donde figura un castillo, y a la inversa en la
San Juan de Acre. Como Dante parte contraria.
dice, intentó en vano convertir al sultán. Santo Domingo de Guzmán nació en
En el monte Verna, donde el santo se había Caleruega en . En fundó la Orden de los
retirado a hacer penitencia en , recibió los predicadores, destinada a la lucha
estigmas de la pasión de Cristo. contra los albigenses y murió en . Dante sigue
Del seno de la pobreza el alma de San a los antiguos biógrafos.
Francisco marchó al cielo, mientras el cuerpo Según la leyenda, estando la madre del santo
fue depositado, por deseo del mismo, en el encinta de éste como reflejo de la sabiduría de
suelo antes de morir. su hijo soñó que daba a luz un perro
Santo Domingo. blanco y negro. Recuérdese que el hábito
Acabado el panegírico de San Francisco, dominico es blanco con manto negro, y los
Santo Tomás se vuelve contra la corrupción predicadores gustaban llamarse «Domini
de su Orden. Canes»
La mensajera de Juno es, claro está, Iris, que o perros del Señor (así aparecen
se muestra en el cielo con su arco. representados en los frescos de Santa María
Novella.)
Al igual que San Francisco desposa a la partidarios de la línea rígida, y los
pobreza, Santo Domingo lo hace con la fe. conventuales, o relajados, respectivamente.
Su madrina tuvo un sueño profético sobre la Dante reprueba, por boca de San
suerte del santo y sus herederos los Buenaventura, una y
dominicos. otra interpretación.
Domingo (Dominicus) significa «Del Señor». San Buenaventura, llamado Giovanni di
El amor a la pobreza. Fidanza, nació en . En entró en la Orden
El nombre del padre de Domingo acaso fuera franciscana en la que ocupó altos
Félix; el de la madre, Juana, que significa, cargos, llegando a ser obispo de York. Murió
aproximadamente, «agraciada de en Lyon en . Fue llamado «Doctor
Dios». Seraphicus». Su obra sigue la línea mística de
Domingo no siguió los estudios de Derecho Hugo y Ricardo de San Víctor.
(como los alumnos de Eurico de Susa llamado Agustín de Asís, uno de los primeros
el Ostiense) ni de Medicina (como seguidores de San Francisco, y dicen que
los de Tadeo Alderoto), los más lucrativos de murió el mismo día y hora que el santo.
la época, sino que puso todo su talento al Iluminado de Rieti acompañó al santo en su
servicio de la causa de Dios: es decir, se hizo viaje a Oriente.
teólogo. Hugo de San Víctor (-), escritor de
Alusión al Papa. orientación mística.
A la sede pontificia, donde Domingo se Pedro Mangiadore («comestor» en latín, es
dirigió en , comenzando en su predicación decir «comilón») fue un teólogo francés del
contra los albigenses. siglo XII. Pedro Hispano, lisboeta,
El papado era antes protector de los humildes, nacido en torno a . Fue elegido Papa en con
pero ahora, por la malicia de aquellos que lo el nombre de Juan XX. Murió al año siguiente
ocupan, les han vuelto la espalda. en un accidente del palacio papal
Dante hace hincapié en la pobreza de en Viterbo
Domingo y Francisco frente a las otras Natán es el profeta que reprochó a David el
riquísimas órdenes y frente al mismo papado. adulterio con Betsabé (II Samuel).
Domingo no se dirigió al Papa en busca de San Juan Crisósotomo (Boca de Oro),
prebendas o cargos, como tantos otros, sino patriarca de Constantinopla entre los siglos
permiso para luchar contra la herejía. IV y V. Representa una de las cimas de la
Domingo solicitó la aprobación de la Orden a iglesia griega. Anselmo de Aosta, obispo de
Inocencio III, mas no la obtuvo hasta de Canterbury a finales del siglo XI a quien se
Honorio III. debe el famoso argumento ontológico, como
Los bienaventurados que forman las dos prueba de la existencia de Dios. Elio Donato
coronas que rodean al poeta. enseñó en Roma a mediados del siglo IV.
En Provenza, donde, como se sabe, los En la gramática, primera de las disciplinas de
albigenses o cátaros se habían hecho más la enseñanza medieval.
fuertes. Rabano Mauro de Magonza, benedictino del
Los dominicos (Purgatorío, XI, -). siglo VIII, fue llamado «Preceptor
Acabado el panegírico de Santo Domingo, Germaniae».
San Buenaventura vuelve su vista a la Joaquín da Celico nació en torno a y murió
degradación de su propia Orden franciscana. en . Es el escritor apocalíptico, más conocido
Pero estos buenos observadores de la regla como Joaquín de Fiore, que
que aún quedan no serán los seguidores de ejerció una enorme influencia en todos los
Ubertino de Casale, ni de Mateo de movimientos milenaristas medievales, con su
Acquasperta. Uno y otro representan las dos interpretación de los textos bíblicos sobre la
posturas extremas en la interpretación de la venida del Anticristo. Sus escritos fueron muy
regla franciscana: los espirituales, o criticados por la Iglesia por su potencialidad
revolucionaria, como de hecho ocurrió.
Dante, como en el caso de Sigiero de - Según cuenta el libro de los Reyes, III, -,
Brabante (Paraíso, IX), demuestra su libertad siendo Salomón aún muy pequeño recibió la
de juicio con respecto a las opiniones visita de Dios, quien le
oficiales de prometió otorgarle el don que el muchacho
su tiempo. pidiese. Éste no pidió, dice Dante, sabiduría
En el original «ad inveggiar»: «envidiar»; para resolver vanos problemas metafísicos o
«tan gran paladín» es, claro lógicos, sino prudencia para regir a su pueblo
está, Santo Domingo. derechamente y poder así seguir el camino
- Terminadas las palabras de San trazado por su padre, David. Esta petición
Buenaventura, las veinticuatro almas de la fue muy apreciada por Dios.
doble corona reemprenden su danza, y para - Las palabras de Tomás de Aquino sobre que
hacemos imaginar este prodigio alude Dante a no surgió nadie equiparable a Salomón
las quince estrellas de mayor grandeza según (Paraíso, X-), que han dado
Tolomeo (vv. -), junto con las siete de motivo a la duda del poeta y a su aclaración,
la Osa Mayor (-) y las dos más brillantes de la sólo se referían a aquél en cuanto rey, con lo
menor (- l), en total, que girasen en círculos cual no está en contradicción con que Cristo
como la corona que Dionisio ciñó y Adán sean los seres humanos más perfectos.
a Ariadna y que, una vez muerta ésta, fue Ejemplos de filósofos errados en el camino
transformada en constelación. hacia la verdad, porque no contaban con la
El río Chiana, en la región de Arezzo, tenía un asistencia divina.
curso lentísimo a causa de los pantanos que Arrio (-) negaba el carácter divino de Cristo.
atravesaba. Esta herejía, extendidísima en los tres siglos
- Los santos no cantaron a Apolo ni a Baco, siguientes, fue condenada en
sino a La Trinidad. el concilio de Nicea, donde se definió el
De nuevo Santo Tomás, que una vez dogma de la Trinidad (). Sabelio, medio siglo
solucionada una duda de Dante (el camino antes, también había negado dicho misterio
que hace avanzar al que no se extravía), va a y fue condenado en el concilio de Alejandría
resolver la segunda, acerca del rey Salomón en .
(Paraíso, X, -). La hoja de la espada deforma la imagen de
- Adán, de cuyo pecho salió Eva, y Cristo en quien se refleja en ella.
cuanto hombre, cuyo pecho fue traspasado Seor Martino y Doña Berta valen como
por la lanza, son los más perfectos nombres genéricos que representan la opinión
seres humanos creados por Dios. del vulgo iletrado y presuntuoso, y
Salomón. presuntamente bien pensante.
- La luz que sin hacerse diferente se - No olvidemos que Dante y Beatriz se
desprende del astro, es el Hijo que procede encuentran en el centro de la doble corona,
del Padre, y el amor que hace tres con desde la que ha hablado Tomás de
ellos, es el Espíritu Santo. Aquino. Ahora Beatriz habla desde el centro
Las nueve jerarquías angélicas. al borde, como antes del borde al centro.
La cera, es decir, la materia de las cosas, y - La duda que Dante no necesita expresar es si
quien la imprime, es decir, las influencias este resplandor de los bienaventurados durará
celestes. tras la resurrección de la
Si la materia fuese elaborada hasta la carne, con lo cual los sentidos corporales
perfección y el cielo obrase con toda la fuerza restituidos podrían darlarse con semejante
de su influjo sobre ella. luz.
- En ciertos casos puede alcanzarse la total Como siempre, por la alegría que les produce
perfección como en el de Adán, hecho de aclarar alguna duda al poeta.
tierra, y el propio Cristo. - De nuevo alaban a la Trinidad.
- Quien habla con la misma dulzura que la de - «Oh sangre mía, oh sangre divina infusa de
Gabriel anunciando el parto de María ha sido tal manera, ¿a quién como a ti fue abierta
identificado como el propio alguna vez dos veces la puerta del
Salomón. La respuesta del rey Sabio es, cielo?» Lo dice el propio Anquises,
lógicamente, sí. Espero que su razonamiento refiriéndose a César en Eneída, II, .
sea suficientemente claro y no necesite de Dios es como un libro inmutable para los
anotación. bienaventurados.
- El cuerpo resucitado poseerá órganos La sabiduría y el amor.
superiores a los de la vida terrena, aptos para Pues mi sabiduría escasa no logra
los nuevos gozos que les ofrece el comunicarlo con palabras.
Paraíso. Cacciaguida era el más lejano pariente del
Cual si descaran resucitar ya en el juicio, para que Dante conservaba noticias. Fue el padre
resplandecer y gozar más aún. de Alighiero I, que dio nombre a la
Al cielo quinto, regido por Marte, planeta familia, el cual lo fue de Bellincione, padre a
rojo. Aquí nos encontramos con los espíritus su vez de Alighiero II, el padre de Dante.
militantes que lucharon por la gloria de Alighiero I debió morir poco después de ,
Dios y de la Iglesia. lleva por tanto casi un siglo en la cornisa de
Dios mismo, identificado con la divinidad los soberbios.
solar de los griegos. Va a comenzar ahora Cacciaguida una
Se refiere a la Vía Láctea, sobre cuyo origen y alabanza de las viejas virtudes florentinas,
naturaleza se produjeron en la ciencia antigua cuando aún era una ciudad de pequeños
muchas controversias. Dante límites dentro del antiguo muro sustituido en
mismo trató del tema en Convivium, II, XIV, por un segundo y en por un tercero. Las
-, siguiendo a su otro gran maestro, San campanas que suenan aún a tercia y a
Alberto Magno. nona son las de la vieja Badía.
Porque la edad de la novia al desposarse no
No que Cristo resplandezca en la Cruz, sino era excesivamente corta, ni la dote
que la Cruz producía un resplandor que era el excesivamente cuantiosa.
propio Cristo; fenómeno para cuya No había palacios desmesurados para las
explicación Dante no encuentra ejemplo necesidades reales de sus moradores.
ninguno. Sardanápalo (el histórico Asurbanipal) era el
- Las partículas de polvo que se ven en un ejemplo de la vida disoluta, entregada al lujo
rayo de luz que penetra por un toldo o una y a los placeres sensuales.
persiana. - Aún el esplendor de los edificios florentinos,
- La contemplación de la maravillosa cruz le contemplados desde el monte Uccilatoio, no
produce un placer mayor de lo que hasta el superaban a la Roma
momento había sentido, divisada desde monte Mario (Montemalo).
incluido los ojos de Beatriz tal como hasta allí Pero Florencia superará aún más a Roma en
los había visto. Pero al ascender a una esfera su caída.
superior la belleza de la muchacha se ha Belincione Berti fue uno de los grandes
acrecentado, cosa que Dante no había señores florentinos del siglo XII, padre de la
advertido por no haberla mirado aún. Bella Gualdrada (Infierno, XVI, ).
- Igual que vemos una estrella fugaz, que nos Dos antiguas familias güelfas.
hace pensar que algún astro haya cambiado de - Porque estaban seguras que morirían en el
sitio si no fuese porque todos mismo lugar en que habitaban y porque
siguen en su lugar. Francia aún no era la meta de los
El encuentro de Anquises y Eneas lo cuenta comerciantes florentinos.
Virgilio en Eneida, VI, -. Quien ahora viene a Tres ciclos legendarios muy queridos de los
recibir a nuestro poeta es su florentinos, pues se relacionaban con la
tatarabuelo Cacciaguida, como ya veremos. fundación de la ciudad.
- Cianghella della Tosa, mujer célebre por su La vanidad de Dante provoca la risa de
vida disipada, al contrario que la romana Beatriz, al igual que la dama de Malehaut en
Cornelia, madre de los Gracos, la novela de Lanzarote del Lago -la misma
ejemplo de las virtudes republicanas. Lapo que leían Paolo y Francesca- tosió
Saltarello, a pesar de ser correligionario de discretamente al advertir el amor de la reina
Dante, merece su desprecio por corrupto y Ginebra por el famoso caballero, para
deshonesto en los asuntos públicos, frente al indicarles que
ya conocido Cincinto, el dictador romano les estaba escuchando.
célebre por su integridad. La capacidad de dicha es limitada en el
María, invocada en el parto por mi propia hombre, pero ahora Dante se ha superado a sí
madre. mismo.
De Cacciaguida apenas sabemos más de lo Como ya sabemos, Florencia, puesta bajo el
que el propio Dante nos dice. Debió patronazgo del Bautista.
pertenecer a la familia Elisei, de supuesto Porque habla un dialecto florentino más
origen romano, y nació en torno a , casó con arcaico que el del tiempo de Dante.
una mujer del valle del Po, que dio nombre a - «Desde el día de la Anunciación hasta mi
su hijo Alighiero; combatió acaso en la nacimiento, Marte volvió veces al signo
segunda cruzada junto al emperador Conrado Leo.» Según los cálculos
III, en la que murió cerca de , si es que Dante pertinentes, siguiendo --como hace siempre el
no confunde una serie de datos poeta en sus cálculos astronómicos- a
históricos relativos a otro emperador, Contado Alfagrani, nos da la fecha del de marzo de
II, que luchó en Calabria contra los , fiesta de la Anunciación y primer día del año
sarracenos, sólo que un siglo antes. civil.
Su hermano Moronto, del que nada sabemos, A la entrada del distrito sexto de Florencia
conservó el nombre de los Elisei (o acaso dentro de la antigua muralla, el último al que
Eliseo se refiera a un hermano diferente, llegaban los corredores del palio anual
como quieren otros comentarios), mientras celebrado en honor del santo patrón.
que de él salió la rama de los Alighieri. O por su insignificancia o por su grandeza,
Porque el Pontífice no hace nada para según las diversas opiniones. En realidad, el
recuperar los Santos Lugares. poeta poco más sabía de sus
Dante, aún en el cielo, se sintió envanecido de antepasados.
su noble ascendencia. Dante no busca la exactitud del dato, pero
La nobleza de la sangre tiene que ser dice que entre Pontevecchio -donde se
acrecentada por las sucesivas generaciones. encontraba la ya citada estatua atribuida a
Dante sólo trata con el «vos» («voi» en el Marte- y la también conocida iglesia de San
original) de respeto a Bruneto Latino, Juan, límites de la vieja ciudad, la población
Farinata, Cavalcante Cavalcanti y Beatriz. A era de unos seis u ocho mil habitantes, y
Cacciaguida primeramente le trató de «tú», aptos para las armas -de a años- alrededor de
pero ahora, mezcla de respeto y vanidad, le dos mil.
trata de «vos». El uso del «vos» que Dante Toda la población, ahora mezclada de pueblos
atribuye acaso dirigido primeramente a Julio vecinos, era de pura casta florentina, de las
César -que era simplemente un hombre- no se grandes familias hasta el último
regularizó en Roma hasta el siglo III. En la humilde artesano. De los citados pueblos,
época de Dante el tuteo estaba más insignificantes en la época de Cacciaguida,
generalizado en Roma que en otras ciudades vinieron a Florencia algunos personajes que
italianas: «hasta a los emperadores y a los contribuyeron a su ruina.
papas», Galluzzo, un pueblo en el camino de Siena;
dice un cronista de la época. Trespiano en el camino de Bolonia, ambos
muy cerca de la ciudad, con lo cual los
pueblos citados en el terceto anterior serían Dos familias güelfas.
afortunadamente sólo vecinos de Florencia. Los Uberti, familia gibelina, considerados
Otros dos enemigos de Dante pertenecientes a casi como los padres de la ciudad (Infierno,
familias de origen campesino. Baldo de X, -).
Aguglión, jurista, autor de la ley de El escudo de los Lanberti (Infierno,
amnistía de de la que Dante fue excluido; XXVIII, ), familia gibelina.
Fazio de Signa, gúelfo blanco que se pasó a - Los Visdornini y los Tosinghi, familias
los negros posteriormente. güelfas negras, que administraban los bienes
Dante ve en las luchas del papado contra el del obispado cuando éste se
Imperio una de las causas de ese encontraba vacante.
extralimitarse de Florencia que ha terminado - Los Adimari, familia güelfa de humilde
por origen alemán, entroncada con las familias
corromper sus antiguas virtudes. En estas más importantes de la ciudad, de
luchas la Iglesia empujó al pueblo llano carácter violento. «Se endraga» (en el original
contra los señores feudales partidarios del «s'indraca»), es decir, se hacen fieros como
Imperio. dragones.
Dante debe aludir a la familia de los Velluti, A Ubertino Donati, marido de una
famosos comerciantes procedentes de Ravigniani, no le satisfacía que su suegro,
Simifonte, a la que perteneció un tal Lippo, Bellincione Berti, casase con un Adimari a
de la facción negra. otra de
- Tres grandes familias feudales que, vencidas sus hijas.
por la causa popular, promovida por Los Caponsacco, familia luego gibelina,
Florencia, terminaron emigrando a vivían junto al Mercado Viejo.
dicha ciudad, contribuyendo a su Otras dos familias que posteriormente
engrandecimiento territorial y a su seguirían el partido feudal.
degradación moral. Los Conti abandonaron La llamada porta Peruzza, por la familia que
Montemurlo en ; vivía junto a ella, desaparecida ya en tiempos
los Cerchi emigraron a mitad del siglo XII; de Dante.
los Buondelmonti fueron despojados de su Alude ahora Cacciaguida a las familias a las
castillo de Val di Greve en . que Ugo de Brandeburgo, marqués de
- Cuatro antiguas y ricas ciudades etruscas ya Toscana, otorgó su escudo a finales del siglo
desaparecidas y en completa decadencia. X. Este noble murió en en la festividad de
- Todas ellas antiguas grandes familias ya en Santo Tomás y fue enterrado en la Badía de
extinción o desaparecidas del todo. Florencia, donde en el aniversario de su
- En el barrio de San Pedro, junto a la puerta muerte se celebraban grandes fiestas.
vieja, donde vivían los Ravignani, familia a la Gianno della Bella había tomado el partido
que pertenecía el citado popular en , pero al pertenecer a una familia
Belincione Berti (Paraíso, XV, ) y Guido noble, el pueblo no confió en él y
Guerra VI (Infierno, XVI, -), viven ahora los lo expulsó de la ciudad.
advenedizos Cerchi que en sus luchas Estas dos familias habitaban en el Burgo de
con los Donati ensangrentaron la ciudad. los Santos Apóstoles donde luego vivieron los
Algún miembro de la familia gibelina de la Buondelmonti, que dieron lugar a
Pressa había obtenido ya cargos públicos. numerosas luchas ciudadanas.
Otra familia gibelina que ya había obtenido el La familia de los Amidei, que dio origen a la
orden de la caballería. división entre güelfos y gibelinos.
Alude al escudo de la familia Pigli: una barra Buondelmonte Buondelmonti estaba
oscura sobre campo rojo. prometido a una Amidei, a la cual abandonó
Los que se avergüenzan de las pesas falseadas en para desposar a una Donati (Infierno,
por uno de los suyos son los Chiaramontesi.
(Purgatorio, XV, .)
XXVIII, ). Los Amidei, junto con otras nobles Fedra, segunda esposa de Teseo, acusó a su
familias, lo asesinaron el domingo de Pascua, hijastro Hipólito de haberla intentado seducir,
dando lugar a que estallasen las en venganza de haber éste rechazado
sangrientas luchas entre guelfos y gibelinos, su insano amor: el muchacho fue desterrado
aunque su origen fuera más antiguo. por su padre y posteriormente muerto a causa
- «Si Dios te hubiera hecho ahogar en el río de un monstruo marino que hizo volcar el
Emma, antes de venir a Florencia, se habrían carro en el que marchaba (Metamorfosis, XV,
ahorrado muchas desgracias.» y ss.).
- De nuevo la estatua de Marte (Infierno, Los antecedentes del exilio de Dante podían
XIII, ) a la que se le atribuía un influjo ya rastrearse tiempo antes, debido a la política
maligno sobre la ciudad. El final de del Papa Bonifacio VIII.
la tranquilidad florentina está marcado, por La culpa de las desgracias de Florencia será
ello, por el sacrificio de una víctima humana, atribuida a los blancos vencidos, pero el mal
pues, según los cronistas, Buondelmonte fue gobierno que posteriormente harán los
asesinado al pie de dicha estatua. negros pondrá en evidencia la inocencia de
- El lirio blanco sobre fondo rojo era el los primeros. O mejor, las muertes de Corso
emblema de Florencia. En las batallas los Donati (Purgatorio, XX, -) y del Papa
vencedores acostumbraban a pasear el Bonifacio (Purgatorio, XXIV, -).
estandarte enemigo puesto al revés, cosa que - La mezquindad de sus principios
a los florentinos les ocurrió en ocasiones. Los correligionarios del exilio, de los que
guelfos triunfantes en cambiaron el terminará apartándose tras la derrota de
emblema por un lirio rojo sobre campo Lastra en
blanco, como quedó para la posterioridad. (Infíerno, XV, -).
- Dante se parangona al joven Faeton (ya Bartolomé della Scala, señor de Verona y
citado en otros lugares de la Comedia), quien caudillo gibelino (lo que explica la figura del
acusado por su rival Epafo de no ser águila en su escudo) dio albergue a
hijo de Apolo, dios del Sol, corrió a interrogar Dante desde mediados de hasta su muerte en
a su madre, Climene, acerca de su verdadero marzo de . Los años siguientes Dante gozó de
origen, dando lugar al trágico episodio del la hospitalidad de otras grandes
carro, con cuyo ejemplo los padres deben familias como los da Camino, los Malaspina,
mostrarse cincunspectos a la hora de etc. Posteriormente, en regresará a Verona
consentir en las peticiones de sus hijos donde residirá seis años bajo la tutela
(Metamorfosis, del hermano de Bartolomé, Cangrande.
I, y ss.) Para la demás gente suele ser primero el pedir
Como siempre, la visión de los que el recibir lo que se pide; no asi con la
bienaventurados halla su origen en Dios munificencia de los Escalígeros, que
mismo. otorgarán a Dante sus mercedes antes de que
El tetrágono es el cubo, que aquí eiemplifica éste las solicite.
la firmeza ante cualquier adversidad. Junto a Bartolomé Dante conocerá a
No con lenguaje ambiguo como el que Cangrande, nacido en bajo el signo de Aries,
confundía a los paganos, que consultaban los al que rige Marte. Fue señor de Verona
oráculos, cuyas respuestas eran siempre de a y representaba para Dante la posibilidad
enigmáticas. de restaurar el poder gibelino en Italia.
- De nuevo la presencia divina no supone una Antes de que el Papa gascón Clemente V
cortapisa a la libertad, de igual manera que el (Bertrand del Got de verdadero nombre)
que mira un barco arrastrado engañe al joven emperador Enrique VII
por la corriente no es el causante de dicho fingiendo apoyarle y traicionándole después,
movimiento. es decir, antes de .
Dante, como vernos por su silencio, obedece La gloria de los sabios inmortaliza también a
la indicación de no referir el resto de la sus ciudades (Virgilio a Mantua; Dante a
revelación sobre el destino de Cangrande. Florencia).
- «Si pierdo un hogar, no vaya a perder otros - «DILIGITE IUSTITIAM QUI IUDICATIS
posibles a causa de mis versos TERRAM», «Amad la justicia los que
demasiado duros para alguna de las grandes gobernáis la tierra», versículo con el
familias italianas, a muchos de cuyos que comienza el libro biiblíco de la Sabiduría.
miembros he visto en mi viaje de ultratumba, Pensar que la M en cuyo dibujo se detienen
y que por lo que de ellos refiero podrían los espíritus, ya forma el esquema del águila
molestarse los vivos.» con las alas desplegadas, pero aún sin
Es siempre de admirar la conciencia de la cabeza; la cual formarán los bienaventurados
posteridad que tiene Dante, y de la dimensión posteriormente llegados, antes de unirse con
ética y testimonial del poeta, que prefiere, el resto.
antes que el favor de sus a De nuevo alusión al Papa Bonifacio VIII, o
contemporáneos, la gloria que le ofrecerán los más generalmente al papado de su tiempo.
hombres futuros. Con la excomunión, terrible arma en manos
Por una parte la amargura del exilio, por otra del pontífice, que la utilizó en muchas
la gloria literaria y el favor divino. ocasiones, aunque de poco le valió contra
- La luz divina irradiaba por los ojos de Felipe el Hermoso.
Beatriz, como la imagen (el segundo aspecto) Ahora se dirige al Papa directamente, en esta
en un espejo. ocasión al cahorsino Juan XXII, al que achaca
Cacciaguida. un desmesurado afán por los
Los espíritus militantes del cielo de Marte florines, moneda que tenía impresa la figura
darían ocasión para una gran cantidad de de San Juan Bautista. Otros comentaristas
poemas épicos que narrasen sus hazañas. A siguen viendo a Bonifacio VIII.
continuación se harán presentes al ser Habla en singular, como si fuera un solo ser, y
nombrados por el viejo florentino. tendría que hacerlo en plural, al estar
- Guillermo de Orange, personaje histórico compuesta de innumerables almas.
que dio lugar a un amplio ciclo de la épica El espejo de la justicia divina es el reino de
francesa, centrado en sus luchas los Tronos (Paraíso, IX, -).
contra los sarracenos. A este mismo ciclo, La duda que Dante no necesitaba expresar es
pero ya totalmente ficticio, pertenece el que si no hay salvación fuera de la fe
gigante Ricardo. Godofredo de Bouillon cristiana, todos los hombres deberían estar
condujo la en condiciones de conocerla y de bautizarse.
primera cruzada que conquistó Jerusalén. El Si esto no es así, no se comprende por qué
normando Roberto Guiscardo liberó el sur de hayan de ser condenados los gentiles que, sin
Italia y Sicilia de los sarracenos y luchó culpa alguna, no conocieron la verdadera
contra Enrique IV de Alemania en defensa del doctrina. Así, pues, la justicia divina parece
Papa. Murió en . una injusticia.
Cacciaguida, al ir a reunirse con los héroes Aunque Dios difundiera todo su saber entre
citados, pone de manifiesto que comparte con los hombres seguiría siendo inalcanzable para
ellos su condición de tal. ellos.
Está aún más hermosa de lo que estaba antes, Como hemos podido ver, la respuesta del
lo cual prueba que han ascendido a otro cielo. águila sobre tan arduo problema sólo puede
- Del rojo de Marte al blanco de Júpiter. convencer a los ya previamente
- Invocación a una musa, tal vez Euterpe, convencidos.
llamada aquí Pegasca porque la fuente Aún formando la imagen del águila.
Helicona, asociada como ya sabemos a su En latín, «cerca».
culto, brotó de una patada del caballo Pegaso. Los condenados y los bienaventurados.
- El águila va a pasar revista ahora a los Del lado de los otros injustos monarcas.
gobernadores inicuos -casi todos, por lo que - Al caer la noche es cuando pueden verse las
vamos a ver- de su época. En este estrellas que iluminan el cielo difundiendo la
pasaje Dante va a utilizar de nuevo el artificio luz que reciben del mismo sol.
del acróstico. Tres tercetos comienzan con I, El águila es el signo del mundo, cuyo poder
(en el original «Lí si vedrá»); otros tres civil representa el imperio; y al mismo tiempo
con V (en el original «Vedrasi», que he es símbolo de los grandes caudillos.
podido conservar); los tres siguientes por E Los ojos. Según creencia muy común, el
(en el original la conjunción copulativa «e»). águila podía mirar al sol directamente.
Las - David (Purgatorio, X, ).
tres forman la palabra LVE, es decir, «peste» - Trajano. Recuérdese todo lo que dijimos
Entre las hazañas de Alberto I, ya citado en acerca de este emperador «cristiano» en
Purgatorio, VI, y ss., se encontrará injusta la Purgatorio, X, -.
invasión de Bohemia en . - El rey de Judá, Ezequías, que obtuvo por
De nuevo Felipe IV el Hermoso y el dudoso mediación de Isaías el don de vivir quince
episodio de la falsificación de la moneda; el años más.
rey murió en en una cacería. - Constantino, que trasladó la capital a
Eduardo II de Inglaterra, rey desde a ; y Constantinopla, para dejar Roma al Papa.
Roberto Bruce, rey de Escocia de a . (Infierno, XIX, -; Purgatorio,
Fernando IV, llamado «El Emplazado», rey XXXII, -.)
de Castilla desde a ; Wencestao IV - Guillermo II el Bueno, nacido en , rey de
(Purgatorio, VII, -). Sicilia en y muerto en . Su muerte dejó
Carlos II de Anjou, rey de Nápoles y de desconsolados a sus
Jerusalén. Sus buenas obras se anotan con el I vasallos, los cuales tiempo más tarde padecen
(la unidad) y las malas con M (mil). a Carlos II de Anjou y a Federico de Aragón,
Federico II de Aragón, rey de Sicilia, en la en Nápoles y Sicilia respectivamente
que según Virgilio murió Anquises, padre de (Paraíso, XIX, -.)
Eneas. - Rifeo es un personaje de la Eneida (II, , , -),
- Dionís, rey de Portugal de a , cuñado de los en la que aparece como un hombre
anteriores, Acon VII de Noruega, rey desde a «justísimo», en palabras de
, y del Virgilio. La presencia de éste, aún más que la
que Dante, por lo demás, debía saber bastante de Trajano en el cielo, motivará las lógicas
poco; el de Regusa (en el original Rascia) es dudas de Dante y las consiguientes
Esteban II de Serbia occidental, que acuñó explicaciones del Aguila Santa. Al haberse
astutamente una moneda muy parecida a la de salvado, Rifeo sabe algo más de la insondable
Venecia. voluntad divina, aunque no la comprenda
Su tío es Jaime de Mallorca, rey desde a ; el tampoco él del todo.
hermano es Jaime II (Purgatorio, VII, -), que El reino de los cielos se deja por su propio
ensucian el gusto vencer por el amor y la esperanza de los
recuerdo de Pedro III el Grande. hombres, y sus designios, como
Finalmente Dante, el político, anima a veremos enseguida, son por completo
Hungría y a Navarra que no caigan en la inexcrutables (Mateo, XI, ; Lucas, XVI, ).
órbita francesa, una vez extinguidas sus - Rifeo, que tuvo fe en el Cristo por venir;
dinastías originarias. Una y otra cayeron en Trajano, que tuvo fe en Cristo ya venido. El
manos de la casa de Anjou, tan odiada por primero fue milagrosamente
nuestro poeta. instruido por Dios en los misterios de la fe; el
- El mal gobierno de Enrique II de Lusignan segundo vuelto a la vida por intercesión del
en Chipre (-) es buena muestra de lo que Papa Gregorio Magno, para que su alma
podría ocurrir en esos
dos países si cayeran en la órbita francesa.
recibiera la enseñanza del cristiano, y muerto En realidad el uso del capelo como símbolo
por segunda vez ya salvado (Purgatorio, de la dignidad cardenalicia no se prescribió
XXIV, ). hasta la mitad del siglo XIII con
Las virtudes teologales que Dante encontró en Inocencio IV.
el Paraíso Terrenal. San Pedro y San Pablo, que predicaron el
La risa de Beatriz, tan hermosa ya en este evangelio con suma pobreza.
punto del viaje, produciría en Dante los - Divertida y llena de plasticidad esta
mismos efectos devastadores, como produjo caricatura que Dante nos presenta de los
en Sernele la aparición de su amante Zeus en lustrosos personajes de la curia papal.
todo su esplendor (Metamorfósís, III, , ). - Cfr. Paraíso, XXI, -.
Al cielo de Saturno, donde se encuentran los Es decir, lo que aquel grito pedía.
espíritus contemplativos, que ahora se halla La venganza divina sólo parece que tarde en
en conjunción con la constelación de venir o que llega demasiado pronto a quien la
Leo. espera o la teme.
Saturno, que da nombre a la séptima esfera Es uno de los frutos de la caridad mutua que
(«cristal») fue el dios que rigió la mítica edad existe en el Paraíso.
de oro, aludida ya en varias ocasiones Habla ahora el alma de San Benito de Nursia
(Infierno, XIV, ; Purgatorio, XXVIII, ). el gran fundador del movimiento monástico
Tantas almas de bienaventurados. de la Iglesia de occidente (-).
Como veremos, es la voz de San Pedro El monte Cairo, en cuya cima se encontraba
Damián. un templo de Apolo y donde el santo
«Porque tus sentidos mortales no podrían comenzó su labor evangelizadora.
soportar ni la risa de Beatriz, ni el son de San Macario de Alejandría, discípulo de San
nuestros cantos.» Antonio, fue el promotor del monaquismo en
«No he descendido más cerca porque sienta oriente. San Romualdo de Rávena
mayor amor por ti que las otras.» (-), que fundó la Orden de los camaldulenses.
Nuevamente se plantea el problema de la Los benedictinos.
predestinación. «Podrás verme enteramente en el cielo
«La inteligencia que aquí es luz, es sombra Empíreo, donde todos los deseos, el tuyo de
allá abajo: así que piensa cómo podríais verme y el mío de ver a Dios se ven
entender los hombres lo que ni siquiera cumplidos.»
entienden por completo los elegidos.» El Empíreo es inmutable, pues representa la
San Pedro Damián nació en de una familia perfección divina.
muy humilde de Rávena. A los treinta años - Como los franciscanos y los dominicos, a
ingresó en el convento pesar de ser órdenes recientes, la vieja Orden
camaldulense de Fonte Avellana, cercano a benedictina ha degenerado con el
Gubbio, en el monte Catria, que según la tiempo, mereciendo la reprobación de su
tradición visitó el propio Dante. Fue prior y fundador, en términos a los que ya Dante nos
posteriormente obispo y cardenal, cargos a los tiene acostumbrados.
que renunció tras haber mostrado un gran celo - La usura no es tan grave pecado como la
contra la simonía y la corrupción codicia de los sacerdotes.
eclesiástica (vv. -), volviendo de nuevo a su - El Jordán volvió su curso para permitir el
monasterio, famoso éste por la severidad de la paso de Josué, de modo parecido a como
regla. Solía firmar como Pedro antes se había abierto el mar Rojo.
Pecador y representa la figura del Estos milagros son menos asombrosos, dice el
antihumanismo. Murió en Faenza en . poeta, que el remedio de la corrupción.
Tal vez se refiere a la transformación del Por dicha escala ascienden al octavo cielo, el
monasterio en abadía en la época de Juan de las estrellas fijas.
XXII. «Así pueda yo volver a ver el Paraíso.»
En la abadía de Santa María de Rávena.
La constelación de Géminis, bajo la cual Los bienaventurados que creyeron en Cristo
nació Dante, aunque no conozca aún el día por venir; y los que creyeron en Cristo ya
exacto. venido.
Al entrar en la esfera de las estrellas fijas, lo San Pedro.
hacen por el lado en que se encuentra dicha La corona más bella de todas es la que
constelación. pertenece a los apóstoles, de la que van a salir
La tierra. San Pedro, y luego Santiago y San Juan,
-«Mi parecer está con el de aquellos que la que interrogarán a Dante acerca de la fe, la
menosprecian y piensan sólo en el cielo.» esperanza y la caridad, respectivamente.
La luna, despojada de las manchas. No ya el lenguaje, sino la propia imaginación
El hijo de Hiperión es el sol. es insuficiente para representar lo que vi,
Mercurio era hijo de la ninfa Maya. Ya hemos como un color burdo es inadecuado para
visto que Dione era la madre de Venus. representar los matices que presentan los
Entre Saturno, su padre, y Marte, su hijo. pliegues de una vestidura. (Recordad la
Júpiter mitiga el frío del uno y el calor del admiración de Dante por Giotto, el cual, en
otro. los
En el original «aiuola», diminutivo de «aia»: frescos de la Capilla de la Arena de Padua, se
«era» (de trillar). había esforzado en estas sutilezas.)
Sale antes del amanecer para encontrar - Se trata de una práctica común en las
presas. escuelas de teología y filosofía medievales. El
Trivia es la luna, y las ninfas las estrellas. maestro proponía una cuestión que
Jesucristo, «potencia de Dios y sabiduría de era discutida por los alumnos con diversos
Dios», según San Pablo. argumentos («approvare» en el original) y
Todas las lenguas de los poetas alimentados otro día el maestro la resolvía dando su
por las musas, de las que Polimnia formaba dictamen
parte. (en el original «terminare»).
La Virgen María. Los primopilos eran en el ejército romano los
Los apóstoles. centuriones de la primera escuadra de triarios.
«A contemplar el divino espectáculo con mis Los que iniciaban el combate,
débiles ojos.» como los apóstoles en su lucha por la fe.
Es la luz de Cristo la que ilumina desde lo Como escribió San Pablo en la Epístola a los
alto, como un rayo las flores de un prado, a la Hebreos, XI, .
muchedumbre de los bienaventurados. - Según Tomás de Aquino, «sustancia» es el
La palabra «rosa» que Dante ha dado a la fundamento de las cosas que se esperan y
Virgen. «argumento» es la adhesión del
Se trata del Arcángel San Gabriel. intelecto a la verdad que no se comprende sin
El primer Móvil, o noveno cielo, que contiene pruebas.
todos los restantes, y está más cerca del - Después de preguntarle qué es la fe y de
Empíreo. haber sido respondido por Dante, San Pedro
Estaba aún tan lejano de Dante y Beatriz, aún le pregunta si él la tiene, y luego de
en el cielo octavo, que no podía verlo. El dónde le ha venido.
«Interno confín», en el original «interna El Viejo y Nuevo Testamento.
riva» es la parte cóncava del cielo, por la que Los milagros y el resto de obras maravillosas
lógicamente llegan los viajeros que proceden son la garantía del origen divino de las
de la tierra. Escrituras, pues no son obras de la
La Virgen se eleva tras de Cristo. naturaleza.
La Vida terrena es como el exilio judío en «¿Quién te garantiza que esos milagros
Babilonia, comparada con el Cielo. existieran? Porque lo cuentan aquellos
mismos que quieren convencernos, sin ningún
otro testimonio ajeno, luego nos encontrarnos Isaías había hablado de que los elegidos
en un peligroso círculo vicioso.» poseerían «el doble» de lo que antes
- El mayor milagro, aunque otro no hubiera poseyeran (LXI, ). Dante explica que en su
habido, es para Dante la patria
propia difusión del, cristianismo, y como ese verdadera, en el cielo, estarán con doble
hecho es evidente, no necesita mayores vestidura, es decir, en cuerpo y alma.
pruebas de que los libros en que se basa su fe San Juan, hermano de Santiago, en el
están inspirados por Dios. Como vernos, el Apocalipsis, VII, , presenta a los
argumento dantesco no es excesivamente bienaventurados vestidos de blanco.
sutil. Cfr. San Agustín, Civítas Dei, XXII, . Comienzo del salmo IX ya citado.
San Pedro, según Juan, XX, -, llegó al Es la luz de San Juan Evangelista, que se une
sepulcro de Cristo antes que el propio a los otros dos apóstoles preferidos de Cristo.
evangelista, que debía ser más joven, según - El signo de Cáncer es el opuesto al de
normalmente se admite. Capricornio, que se extiende entre el de
- No sólo las pruebas de la razón, sino sobre diciembre y el de enero. Durante
todo las fuentes de la sabiduría revelada. este mes, en cualquier punto del horizonte se
- Dante siempre conservó las esperanzas de encuentra o bien el sol, o bien alguna estrella
volver triunfante y rehabilita- de Cáncer. Así pues, si alguna de ellas
do a su Florencia natal, gracias al éxito de su brillara tanto corno Santiago, durante ese mes
Comedia. habría siempre luz, es decir, sería sólo un día.
Santiago el Mayor, patrón de Galicia. Para festejar a la novia, no para lucirse ella.
«Frente a mí.» De este animal se pensaba que se desgarraba
En la llamada Epístola Católica, atribuida el pecho para dar de comer a sus crías, y por
ahora a Santiago el Menor, se contenía un ello es símbolo de Cristo, San Juan se
pasaje que hablaba de la misericordia de apoya en el pecho de Cristo en la última
Dios y de su generosidad a la hora de salvar a Cena; y recibe el encargo de cuidar de María
los hombres. La basílica es el ciclo en el Calvario.
- «Puedes hacerlo, pues todas las veces que - Como aquel que mira al sol durante un
Jesús te eligió a ti, a Juan y a Pedro de eclipse parcial y por ello queda ciego, así
manera especial -resurrección de la hija miraba yo a San Juan. (Dante quiere
de Jairo, transfiguración, la oración en el ver si el evangelista está en el cielo con su
huerto-, tú representabas la esperanza.» cuerpo, pues se pensaba que San Juan había
A San Pedro y a Santiago, que antes me sido arrebatado en Patmos por un águila y
habían hecho inclinar la cabeza. llevado al cielo antes de morir. Dante
Beatriz alude ahora al propio Dante. desmiente esta leyenda.)
Como está escrito en la propia sabiduría Jesús y la Virgen, a los que hemos visto
divina. ascender en el canto anterior.
Como antes a Babilonia, la vida terrena es Porque se ha quedado ciego por mirar a San
ahora comparada a la permanencia de los Juan tan fijamente.
hebreos en Egipto. Jerusalén es el cielo, Mientras Dante está ciego San Juan le
que Dante puede ver antes de morir. interroga sobre la caridad.
La gracia divina y las buenas obras que Ananías, cristiano de Damasco, devolvió la
aseguran la salvación. vista a San Pablo (Hechos, XI, -) despues de
- Por muchas autoridades sagradas conozco haberle cegado Cristo en el
qué es la esperanza, pero sobre todo por los camino hacia dicha ciudad.
salmos de David, cantor del «Mis ojos fueron puertas por donde me entró
Espíritu Santo. el amor de Beatriz.»
Paráfrasis del salmo IX, . «Dios, principio y fin de todas las cosas, es la
La citada epístola de Santiago. meta de mi amor.»
La meta es el propio Paraíso.
- Dante tiene ahora que explicarse más - Los tres apóstoles y Adán. San Pedro se
claramente, o mejor, pasar una prueba más toma más encendido, como si el blanco
difícil y contestar quién dirigió su amor planeta Júpiter se volviera rojo como
hacia Dios. Marte (Paraíso, XIV, -).
- Advierta el lector el carácter silogístico que Se va a abrir ahora una dura invectiva del
tienen los siguientes tercetos: primera primer vicario de Cristo contra el papado de
premisa: el bien enciende el amor tanto su tiempo. Ahora sabemos que su color
más intensamente cuanto mayor es; segunda rojo es producido por la santa cólera.
premisa: Dios es la esencia misma de la El Diablo se goza de la corrupción de Roma.
bondad y supera a cualquier otro bien; Cuando Cristo fue crucificado el cielo se
conclusión, la mente debe moverse, amando, volvió como de sangre.
hacia Dios. Lino (Papa del al ) y Cleto (del al ) son los
Según la mayoría de los comentaristas, se sucesores de San Pedro en el obispado de
refiere a Aristóteles, que demostró Roma y ambos fueron
racionalmente cómo Dios es la causa eficiente martirizados.
y De nuevo cuatro pontífices mártires de los
final del universo, por tanto el bien supremo primeros tiempos en diferentes persecuciones.
al que tienden todas las criaturas Que el Papa favoreciera a una parte de los
amorosamente. cristianos y despreciara a la otra.
La voz de Dios que habló a Moisés en Éxodo, Así, en los pendones del Papa en la lucha
XXXIII, . contra Federico II.
Son varios los pasajes del Acocalípsís a los El sello pontificio que convalidaba las bulas o
que Dante quiere aludir, pero sobre todo al las ventas de cargos eclesiásticos.
versículo I, : «Yo soy el alfa y la El cahorsino Juan XXII y el gascón Clemente
omega, principio y fin, dice el Señor ... » V, ya de sobra conocidos.
- De nuevo la razón y la revelación. Escipión obligó a Aníbal a retirarse a África y
- La creación del mundo, la creación del le venció en Zama.
hombre, y la redención. En pleno invierno, bajo el signo de
Hasta que cobra del todo el conocimiento Capricomio.
después de despertar. Dante miró la tierra al final del canto XXII.
Mientras duró su ceguera se ha añadido una Desde entonces ha recorrido en el octavo
cuarta luz a las tres anteriores, la de Adán. cielo un cuarto de su circunferencia, es
Adán señala a Beatriz. decir, ° , y si antes estaba sobre el meridiano
«Cuánto tiempo estuve en el Paraíso, y cuánto de Jerusalén ahora lo está sobre el de Cádiz, y
tiempo hace de ello, y por qué fui expulsado y ve a un lado el océano Atlántico que
qué lengua hablaba.» navegó Ulises (Infierno, XXVI) y al otro lado
- Adán pasó años en el limbo, hasta el día de las costas de Fenicia en que Europa fue
la muerte de Cristo y vivió . raptada por Zeus transformado en Toro. Los
Antes aún de que comenzase la construcción climas eran siete zonas en que los geógrafos
de la torre de Babel, que dio origen a la dividían la tierra.
confusión de las lenguas (Purgatorio, XII, Dante está en el signo de Géminis, y el Sol en
-; Infierno, XXX, -). Aries. En medio está Tauro. Por tanto, el sol
Es un invento de Dante, I es el número no ilumina más allá de la costa de
romano que designa la unidad. fenicia, impidiendo ver más a Dante.
Elí en hebreo. - La belleza de Beatriz, mayor que cualquier
Desde el amanecer hasta poco después del otra, aun sumada la belleza natural con la que
mediodía. Entre las varias opiniones dadas en el arte produce, impulsa a
la época sobre esta cuestión, Dante se Dante a dejar el signo de Géminis (Cástor y
atiene a la más estricta. Pólux eran hijos de Leda, y nacieron de un
huevo, pues Zeus para poseerla se convirtió El Primer Móvil, el más alejado de la Tierra,
en se corresponde con el coro de los serafines,
cisne) y ascender al cielo cristalino o Primer más próximo a Dios.
Móvil, que es tan perfecto que carece de Recuérdese la vieja leyenda de la progresión
partes diferenciadas. geométrica, según la cual el inventor del
El centro es la Tierra, en torno a la que giran ajedrez pidió como recompensa,
todos los demás planetas, hasta llegar a la aparentemente insignificante, el trigo que
novena esfera que es la que imprime el resultara de poner un grano en la primera
movimiento a todas las restantes, por el poder casilla, dos en la segunda, cuatro en la tercera,
que recibe directamente de Dios. dieciséis en la cuarta y seguir así poniendo en
Este Primer Móvil esta redeado por el cada una el cuadrado del anterior, con lo que
Empíreo, o verdadero Paraíso. se llegaba a una cifra astronómica de trigo,
Para heredar sus bienes. imposible de pagar. Quiere decir Dante,
Muy discutidos por los comentaristas son naturalmente, que el número de ángeles es
estos versos, pues no se ponen de acuerdo en incalculable.
quién sea «La hermosa hija de quien En latín: «donde».
lleva la noche y trae el día», aunque está claro Beatriz ahora va a enumerar las jerarquías
que éste sea el Sol. ¿La naturaleza humana? angélicas.
¿La luna? ¿Circe, la hechicera? En Dante sigue a Tomás de Aquino, en que es la
cualquier caso, el sentido de los versos es visión de Dios lo que produce la beatitud, no
muy claro. el amor de Dios, como pensaba Duns
- En el calendario Juliano, vigente en la Escoto.
época, el año constaba de días y seis horas, Los méritos adquiridos son la medida de la
con una diferencia aproximada visión de Dios que es concedida a cada
de una centésima de día. Sumadas estas bienaventurado.
centésimas de cada año, llegaría un momento Es decir, la primavera está siempre en su
muy lejano en que estando oficialmente en primer mes, cuando el sol está en Aries, pues
enero, habría dejado de ser invierno. los once restantes, Aries está bajo el
Este punto, junto al que la estrella más dominio de la noche.
pequeña parecería la luna, es Dios mismo en - Dionisio Aeropagita ya citado en Paraíso, X,
torno al cual gira un nuevo sistema de -, que describió estas jerarquías, y cuyo
círculos concéntricos: los nueve coros tratado no fue creído por el
angélicos, que tienen una correspondencia Papa Gregorio Magno, de modo que cuando
inversa con las nueve esferas, como ya éste llegó al cielo y vio que Dionisio tenía
veremos. razón, no pudo por menos de reírse por su
El arco iris. error. Dante en Convivium, II, v. , había
Iban girando con más lentitud seguido la opinión del Papa Gregorio.
progresivamente. San Pablo reveló la verdad sobre los ángeles a
En efecto, con respecto a la tierra, las esferas Dionisio, al volver del cielo al que había sido
celestes son tanto más rápidas cuanto más se arrebatado (Infíerno, II, -).
alejan de ella. La Luna y el Sol, situados en Libra y Aries
Por qué no sucede lo mismo en el Cielo y en --signos opuestos-- coinciden en un momento
la Tierra. de equilibrio en que ambos asoman,
- «No es extraño que tu ingenio sea torpe para uno para salir y otro para ponerse a un lado y
comprender esto, pues aún nadie ha tratado al otro del horizonte. Este momento es apenas
este tema.» un instante, pues enseguida uno sube y el
Según vayan a recibir un mayor o menor otro baja; ese breve momento duró la mirada
poder para influir en la Tierra. de Beatriz hacia el punto divino, lo cual acaso
sea mucho para la intensidad de su luz.
Ahora explicará Beatriz el origen de los Estas falsas doctrinas hacen que el rebaño de
ángeles. Lógicamente Tomás de Aquino y su los fieles no sepa a qué carta quedarse y se
terminología están en la base de su extravíe.
exposición. Alusión a la capa de los dominicos o
- Antes de la creación no existía el tiempo. predicadores, muy dados a inútiles
y ss. Es decir, ya forma o acto puro, los disquisiciones teológicas, que se hincha de
ángeles a los que puso en el cielo; ya materia vanidad.
o potencia pura, es decir, el mundo Ahora Beatriz, trayéndolo un poco por los
material que quedó abajo; ya forma y materia pelos, va a aludir a las indulgencias, con las
unidas, es decir, el hombre que quedó entre que el clero engaña al pueblo sencillo y
uno y otro. Estos tres rangos fueron creados crédulo, sin saber ellos mismos si en realidad
simultáneamente. sirven para algo, El pájaro que anida en el
Al mismo tiempo que las sustancias fue capuz es el propio diablo.
creado el orden que las regía. Los monjes antonianos. Recordad que el
- San Jerónimo estaba equivocado, según famoso eremita San Antonio era representado
Santo Tomás, porque si los ángeles son acto con un cerdo, y aún hoy es el patrón de
puro, y su misión es mover los los animales.
cielos, no podían estar inactivos si hubieran Daniel VII, , «diez mil millares le servían, y
sido creados antes que el resto del universo, diez mil decenas de millares estaban ante él».
pues entonces estarían sólo en potencia. Así - Cada uno de los ángeles recibe la luz divina
es que la razón confirma la autoridad de la con un diferente grado de intensidad. El
doctrina. antecedente de «la» es «esta
Enseguida se produjo la rebelión de Lucifer y naturaleza» del v. .
sus secuaces, que turbaron la paz de la tierra. - Cuando es mediodía a seis mil millas de
Que su existencia dependía de la voluntad de distancia, donde nos encontramos nosotros es
Dios. una hora antes del alba, y la tierra
¿Tienen memoria los ángeles? Ardua cuestión proyecta un cono de sombra horizontal en
ésta para los teólogos medievales, para cuya dirección opuesta al sol; en ese momento el
resolución hay que distinguir el ciclo comienza a esclarecer y algunas de las
doble significado de la palabra «memoria». Si estrellas van desapareciendo; luego, con la
ésta significa la facultad de conservar en la llegada de la aurora, terminan por desaparecer
mente una cognición, está claro que la todas ellas. De igual manera desapareció de
tienen, pues las conservan todas; si se trata en su vista el coro de los ángeles que rodeaban a
cambio de traer a la mente una cognicion Dios.
pasada, carecen de ella, pues para esto «Los autores de tragedias o los de comedias
deberían haber primero olvidado, cosa que en nunca tuvieron que superar un escollo tan
los ángeles es imposible. insalvable en algún pasaje de sus obras
Los que enseñan aquello en lo que ellos como el que yo debo atravesar ahora, al
mismos no creen. describir la belleza de Beatriz», ahora que van
Beatriz equipara el afán de saber con el a pasar del Primer Móvil al cielo Empíreo,
orgullo de los ángeles rebeldes. meta de su viaje.
- Ejemplos de discusiones inútiles que hacen »Los ángeles y los bienaventurados, que se te
olvidar las simples enseñanzas evangélicas. mostrarán tal como son, y no como hasta
Unos dicen que la luna eclipsó ahora, que sólo los has visto en forma
al sol cuando murió Cristo. Otros que la luz de luces diversas.»
se apagó por sí misma, por lo que el cielo se Brilló alrededor mío.
oscureció por igual en todas partes, y no sólo Es el río de la gracia divina. El significado
en Jerusalén. alegórico de esta visión casi entorpece su
Nombres muy comunes en la Florencia de la belleza, pero digamos que las dos orillas
época.
suelen ser interpretadas como los dos Un supuesto paño de la Verónica se guarda en
testamentos, las chispas son los ángeles y las San Pedro de Roma; allí acudían
flores los bienaventurados, que luego se innumerables peregrinos hasta de los más
convertirán en una inmensa rosa que remotos lugares, por ejemplo de Croacia, para
imaginaremos mejor como un anfiteatro. reverenciarlo.
En la superficie convexa del Primer Móvil. Por donde sale el sol.
Los bienaventurados. La belleza de la propia María.
Al mismo centro de la rosa. Eva, culpable de la muerte de Cristo por su
Enrique VII, tantas veces aludido ya en estas pecado, se sienta a los pies de la Virgen.
notas, que morirá .n , siete años antes que La hermana de Lía (Purgatorio, XXVII), que
Dante. representa la vida contemplativa.
Y de nuevo una alusión a Clemente V, que Se trata de Ruth, bisabuela de David, el cual
fingía ayudar a Enrique cuando en realidad lo compuso el famoso salmo conocido como
estaba traicionando (Paraíso, XVII, «Miserere» para expiar la muerte de
). Urias.
Clemente V murió en . Sobre su suerte en los y ss. Esta serie de santas mujeres bíblicas
infiernos recuérdese el canto XIX, -, de la sirve de separación entre aquellos que
primera cantiga. creyeron en Cristo antes de su llegada -el
Lo mismo para Bonifacio VIII. Viejo Testamento-- y los que creyeron
- Una milicia es la de los mortales que han después y pudieron ser bautizados.
alcazado la salvación; la otra que vuela en Porque aún quedan bienaventurados por
torno a la rosa que aquéllos forman venir, pues o bien no han muerto aún o están
igual que las abejas, son los ángeles. en el Purgatorio.
«Aun colocada entre la rosa y el trono divino, San Juan Bautista, cuyo escaño hace pareja
no nos impedía verla a nosotros ni al mismo con el de la Virgen y bajo el cual hay una
Dios derramar su luz sobre la rosa.» línea de santos varones que separan
Del norte, donde siempre brillan Helice y también una de otra zona de la rosa.
Bootes, es decir, la Osa Mayor. No por sus méritos, sino por los de sus
Letrán era el palacio imperial y padres.
posteriormente el de los Papas. La diferencia puesta por Dios entre los
Una vez haya vuelto de su peregrinación. hombres se ejemplifica en el caso de Esaú y
Con la luz de Dios. Jacob.
Como antes Virgilio, ahora también Beatriz Es decir, como Dios quiere, al igual que hace
abandona al poeta peregrino sin despedirse y a unos rubios y a otros morenos.
viene a su encuentro San Bernardo de - Son las condiciones aludidas en el v. Desde
Claraval (-), promotor de la segunda cruzada Adán hasta Abraham bastaba con la fe de los
e impulsor del culto mariano en la Edad padres, desde Abraham a
Media. Fue una de las más grandes Cristo era menester la circuncisión; desde
lumbreras de la espiritualidad medieval. Cristo hasta ahora se necesita el bautismo, y
De la más alta región de la atmósfera hasta lo los que mueren sin él deben permanecer en el
más profundo del océano. Limbo (Infíerno, IV).
Cfr. Infierno, II. La Virgen nuevamente celebrada por el
«Mi libertad.» arcángel Gabriel.,
Es la última sonrisa que Beatriz dirige a su San Bernardo enumeró a bienaventurados ya
antiguo enamorado. Borges, el viejo dantista, conocidos por nosotros, pero ahora ocupando
glosa esta sonrisa en una página el verdadero lugar que les
memorable, y supone que toda la ingente obra corresponde en el Empíreo: Adán, San Pedro,
de la Comedia sea sólo un pretexto para San Juan Evangelista, Moisés.
alcanzar este brevísimo momento. Ana, madre de la Virgen.
Santa Lucia (Infierno, II; Purgatorio, IX) se
encuentra frente a Adán.
Pues se está acabando el tiempo concedido a
tu contemplación, que es casi como un sueño.
«Para que atiendas mis plegarias.»
Que sólo conserva una vaga impresión del
sueño, pero sin poder recordar los detalles.
Cuenta Virgilio que La Sibila de Cumas
escribía sus oráculos en hojas de árboles, que
el viento no tardaba en llevarse (Eneida,
III).
Al contrario que las otras luces que se ha
encontrado en el Paraíso que le han obhgado
a cerrar los ojos, la luz divina acrecienta
la capacidad de ver en aquel que la contempla
y ciega si se apartan los ojos de ella.
«El breve instante que pude contemplar la luz
divina ha causado en mí más olvido que
veinticinco siglos a la hazaña de los
Argonautas, que fue admiración del propio
Neptuno, por ser el primer navío que surcaba
los mares.» De todas maneras, es un terceto
que ha suscitado muchas controversias.
- Dios es inmutable y también su luz, pero al
ir transformándose Dante, haciéndose más
perfecto, parece que la luz
también cambiase.
No para decir lo que vi, sino sólo lo que
puedo recordar.
- Las tres personas de la Trinidad; el Hijo es
reflejo del Padre, y el Espíritu Santo es el
vínculo que une a la Primera con
la Segunda persona.
En el círculo que corresponde a la persona del
Hijo encarnado, Dante cree ver una figura
humana.
Cómo se unía la naturaleza divina de Cristo
-el círculo- con la humana -la imagen del
hombre. Como se ve, la imagen está en
correspondencia con la del geómetra
empecinado en cuadrar el círculo.
Un nuevo rayo de la sabiduría divina, que por
un momento colmó todos los anhelos de saber
de Dante, aunque luego lo haya
olvidado.

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