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Buenos Aires:
Atuel/ Anáfora, 1994.
En este juego del anillo que se toma o bien demasiado pronto o demasiado tarde, se
encuentra el deseo, que es metonímico porque se desplaza por contigüidad de significantes que
llamamos el Otro. El Otro no es sujeto, sino otro lugar, lugar del Otro (5), donde el deseo se
articula y origina. Pero existe una pérdida de ser en ese lugar del Otro, cuya huella borrada es el
sujeto, de donde el deseo se constituye como deseo de ser, metonimia, una parte por el todo, de
ser en el sujeto o ser falta de ser” 9
“Con estos elementos que sólo son, more geométrico, nuestras coordenadas, consideramos el yo
pienso de Descartes como una palabra que no basta para sostener el yo soy. Esta es la dificultad
clásica del cogito (10). Ocurre que el sujeto se sustrae incluso, o más bien sobre todo, en el
momento en que articula el yo pienso, que por más claro y distinto que sea nos lleva a un punto de
desvanecimiento del sujeto. Por eso Lacan retoma el je pensé, je suis bajo la forma de pienso y no
soy. En el punto de desvanecimiento del sujeto, Descartes responde con una intuición (11) (no con
una conclusión): pienso, luego soy. (12) Al sinsentido del yo pienso en su valor puramente
fonemático de significante asocia el significado yo soy.” 10
“Al contrario, apunta a reconocerlo como la falta cuya afirmación la lógica reclama, la posición del
inconsciente. Lo que Lacan escribe S/ (sujeto barrado del deseo) indica la no identidad, la
imposible identificación del sujeto” 27