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OTTO: Se propone estudiar la religión no desde un punto moral o racional, como hasta

ese entonces venía haciéndolo la filosofía, sino tomando en cuenta principalmente los
elementos irracionales que existen en cualquier idea de divinidad. Considera que los
atributos con los cuales el racionalismo filosófico intenta dar cuenta de la existencia
divina (como sabiduría, omnipotencia, amor, etc.), son analogías humanas que no
completan la idea que la sustancia sobrenatural supone para el creyente. La divinidad
implica un extra de significado, una plusvalía de sentido que se extiende más allá de
todo pensamiento racional. Este elemento irracional constitutivo es para Otto un dato
primario en sí mismo, sensible más que explicable. La única forma de explicarlo es por
diferencias o contrastes más que por semejanzas. Así examina la noción religiosa de
“santo” y propone extraer de ella toda característica moral o conceptual (perfecto, puro,
benigno, etc.) designando a “lo que queda” con una nueva palabra: numinoso. Lo
numinoso constituye la raíz de toda religión. Es un poco el sentimiento de la absoluta
otredad, de la absoluta diferencia, del aviso cognitivo que tienen ciertas experiencias.
Estos sentimientos se dan en un grado de intensidad tal que rompen con la frontera de
esos mismos sentimientos experimentados en condiciones comunes. Lo numinoso es el
terror, pero es más que el terror, es aquella predisposición trascendental que sirve de
base a lo santo, (santificar una cosa es distinguirla por un sentimiento de pavor
particularismo) en el que tendríamos que ver la condensación institucional realizable de
la institución de la creencia religiosa. El objeto numinoso provoca un reflejo
sentimental en el animo, y solo se puede dar una idea de él por este sentimiento, hay
que definirlo con la doble característica del ser: - un misterio (es irreductible a
cualquier experiencia conocida, lo totalmente heterogéneo lo sobrenatural), los espíritus
y las almas no son mas que formas de racionalizar este sentimiento; - un misterio
tremendo (porque rompe todos los límites, no se deja asir de ninguna forma).
TREMENDUM es entonces una energía que aterra, es irracional, se representa o
racionaliza como la cólera de dios y el que la experimenta quiere huir. Se siente
dependiente de ese ser en el sentido de que se siente infinitamente inferior a él. Pero
existe otro aspecto dialécticamente complementario llamado
FASCINANS es el sentimiento de adhesión, de fascinación de la imposibilidad de
escapar que despierta esta experiencia.
Estos dos son las fuerzas fundamentales que componen lo numinoso. La realización
institucional de lo numinoso es lo santo.
Los instrumentos del lenguaje religioso son fundamentalmente: la paradoja y la
antinomia.
PARADOJA lo misterioso por ser totalmente heterogéneo a lo humano es
incomprensible. Escapa a nuestros conceptos porque trasciende todas las categorías de
nuestro pensamiento y lo hace ineficaz. Es paradójico porque no sólo supera nuestro
pensamiento sino que parece ir en contra de la razón.
LA ANTINOMIA es radical, extrema de lo anterior porque no sólo se contradicen las
reglas de la lógica y la razón sino que además no conciertan entre sí y con su objeto.
Hay atributos del sujeto que se contradicen.
El lenguaje religioso entonces, es la paradoja, la antinomia, la parábola
Entonces: La característica principal de lo numinoso es para el autor el misterio. Como
es una realidad fuera de toda concepción humana, inclasificable, es heterogéneo de toda
experiencia y por lo tanto inaprensible, inconmensurable, sobrenatural. Este misterio
descomunal origina como contrapartida en los individuos un sentimiento de estupor
porque implica sorpresa, paradoja y antinomia ya que está más allá de cualquier regla
comprendida. Además lo numinoso determina, a partir de cuatro aspectos secundarios,
un segundo sentimiento, en este caso de dependencia o entrega, que Otto denomina
“sentimiento de criatura”. Estos cuatro aspectos son: el aspecto tremendo, relacionado
con la cólera divina, que infunde pavor, terror supremo; el aspecto majestuoso,
relacionado con el poder y la omnipresencia que produce un abatimiento del sujeto, una
sensación de nada frente al todo; el aspecto enérgico relacionado con la vida, el origen,
el movimiento, la fuerza; y el aspecto fascinante que, como contrapartida del aspecto
tremendo (que provoca rechazo), atrae, seduce y deslumbra y genera ansia de poseer y
hermanarse con la divinidad. En ese juego entre el ingrediente tremendo y el fascinante
de lo numinoso está para Otto el origen de la religión. Los hombres primitivos se
habrían dejado atemorizar inicialmente por el aspecto tremendo del numen y a lo largo
del tiempo y a través de diferentes prácticas, como las chamánicas, se habrían propuesto
alcanzarlo atraídos por el aspecto fascinante. Con la mística y el desarrollo de las
religiones se exalta el elemento irracional de la divinidad para identificarse con él hasta
alcanzar la salvación extrema, el éxtasis, el nirvana.
Los hombres tenemos, por sobre nuestra esencia racional, un fondo del alma.

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