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Salvatore

En el nacimiento de una nación moderna se debía crear la ilusión de la persistencia de "la


nación" en medio de situaciones donde la guerra civil y la fragmentación política todavía
amenazaban como quebrar la comunidad imaginaria. Entonces la guerra civil debía presentarse
como una anomalía temporal, pero necesaria para construir una nación. A su vez, se debía
mostrar una continuidad ideológica entre un pasado revolucionario y un presente estable y
ordenado a través de una arreglo híbrido de símbolos polisémicos y ambiguos al cual pudiese
relacionarse tanto los defensores del orden como los sostenedores de la libertad.

Durante la administración de Rosas (1829-1852) en Buenos Aires fueron las fiestas federales las
que crearon esta ilusión. En ellas se recreó una reinterpretación de, con ayuda de un lenguaje
religioso, la contienda principal que definía el presente y el futuro de la República (unitarios vs
federales): el enemigo unitario que poseía fuerzas diabólicas había traicionado a la nación, y a
la buena República (Santa Federación) se la presentó como un ente orgánico sin disensos
internos, que sólo podía ser amenazado por una guerra que sólo podía ser entendida en
relación a un pasado muy remoto (moros vs cristianos) pero librada en beneficio del estado
moderno.

La tesis del autor es que las fiestas pueden ser vistas como un intercambio comunicativo entre
gobernantes y gobernados acerca del significado de la Federación y de la guerra contra
unitarios. Estas mostraron una continuidad ideológica entre el rosismo y el radicalismo de la
post-independencia apelando a formas de entendimiento religiosas y festivas. Las interpreta
como una nueva pedagogía de gobierno.

La semiótica del federalismo rosista sirvió para replicar expresiones y valores imbricados en la
cultura popular de Buenos Aires (formas de actuar en política que combinaban republicanismo
con catolicismo). La organización de las fiestas federales indica que una parte importante de los
vecinos apoyó al régimen.

El Ensayo examina 4 eventos rituales del federalismo rosista:

- La quema de Judas: 1845 en Semana Santa se colgó en los lugares más visibles y concurridos
8 judas de trapo representando a los unitarios Rivera y Paz. Con la quema de estos judas el
regocijo de la resurrección de Jesús se transformaba en una algarabía republicana: lo que
renacía de la muerte del demonio unitario, del traidor comerciante, es el alma misma de la
república. Reemplaza lo católico por lo federal. El uso político de cuestiones religiosas servía
para legitimar los medios violentos de la política con recurso a una confrontación moral
trascendente. También la quema servía para reconocer al enemigo que amenazaba con
destruir la independencia y la tranquilidad de la república.

- Fiestas mayas y julianas: fiestas del 25 de mayo, duraban 3 días. Una fiesta de los ciudadanos
donde se aminoraban las diferencias sociales. Es un espectáculo donde los principales actores
son representantes y representados. Por otro lado se festejan hecho moderno (regeneración,
libertad política, orden y tranquilidad y la figura del Dictador). Sin embargo la República no es
festejada por todos, se excluyen transeúntes, vagos, mujeres, no se permite la disensión
ideológica. Se transporta el retrato de Rosas, haciendo que la celebración a la República se
convierta en un culto al gobernador. Se introducen elementos carnavalescos.

-Culto al dictador: 1839


- Homenaje

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