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LEONARDO ACOSTA:

Figuras

LA MEMORIA OTRA

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EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017

Esta entrevista forma parte Por Yoe Suárez

E
stá a punto de cumplir sus 82 años. Me dice Se habla poco de esto, pero usted fue
del libro Los hijos del diluvio, que una conversación no produce tanto fundador de la Agencia Latinoamericana
como escribir y, además, es peligrosa. Prensa Latina…
presentado en la 26 Feria Leonardo Acosta recibe a pocos periodistas en —Ahí conocí a Rodolfo Walsh, que escribía muy
su casa. Responde por e-mail mayormente; de bien pero que era un pesado. Trabajamos juntos
Internacional del Libro de La modo que me siento privilegiado. en el Departamento de Servicios Especiales. Nos
También me siento tentado a hablar de música hicimos amigos en uno de los aniversarios de la
Habana, y que incluye conver- con uno de los estudiosos más importantes del agencia cuando llevé un grupito musical en el que
tema en la región. Sus libros, controversiales, le toqué también. Pero un día le dejé un papel en la
saciones con autores de la dieron el empuje necesario para alcanzar en 2006 oficina pidiéndole que organizara unos libros por
el Premio Nacional de Literatura. mí. Se molestó y me dijo que yo no era nadie
llamada Generación del 50. Pero prefiero escarbar en la vida menos cono- para darle órdenes.
cida del saxofonista, policía y reportero. Únicamen- Estuve un año en México como corresponsal
te cedo al preguntarle por la pervivencia y alta de Prensa Latina (PL). Allá teníamos un equipo
difusión del reggaetón en Cuba. Me explica lla- de mexicanos mucho mayores que yo que nos
namente que causas fundamentales hay tres: apoyaban. Fui nombrado por Masetti tomando
influencia de las disqueras latinas asentadas en el whisky.
sur de los Estados Unidos, la poca divulgación de Después estuve un año en Praga junto con
otros géneros por parte de los medios de comu- Leoncio Fernández, y eso me sirvió para viajar a
nicación cubanos, y la conversión de la música en Alemania. El trabajo que hacíamos era más bien
una rama del comercio. de ayudar a los cubanos que pasaban por Europa
Le gusta ordenar las cosas; hace listas. Lista de del Este. La capital checoslovaca era el peldaño
colegas de Prensa Latina, listas de Premios Na- para seguir rumbo a Moscú, adonde iba la ma-
cionales de Literatura, lista de cubanos que re- yoría de los cubanos que pasaba por allá.
gresaron a la isla con el 59. Él los ha sobrevivido. En esos rumbos me encontré con Heberto
¡Ah!, y añade una más: la de los comemierdas Padilla que iba a la URSS, y me lo llevé a pasear
que producen música en Cuba. por la ciudad. Me decía: ¿Cómo tú resolviste este
cargo tan bueno?
¿Y no tuvo problemas con el asunto del bonos del 26 por un peso. Era riesgoso, la gente
saxo? Cabrera Infante escribió que a ini- me decía “te lo pago pero no me lo des”; y yo
cios de la Revolución se consideraba un ins- “tienen que cogerlo, porque si no queda como
trumento imperialista… que me estoy robando el dinero, vendiéndolos
—Esa es una jodedera de Guillermito. Incluso, dos veces. Ustedes lo cogen y lo queman o lo
en el mismo 1959, junto con algunos amigos inicié tiran por el inodoro”.
un club cubano de jazz en La Rampa. A Virgilio Perera lo conocí por ese tiempo. Él
Yo le eché con el rayo, pero fue amigo mío. tenía escondido a Masetti en su casa, un aparta-
Cuando desde Lunes de Revolución empezaron mento cercano a la Universidad de La Habana,
a echarle a Lezama Lima y a la gente de Oríge- cuando la dictadura lo perseguía. Recuerdo que
nes yo hice un trabajo defendiéndolos porque Masetti quería que le llevaran información sobre
eran personas respetables. Se lo mandé a Cuba, pero publicado por medios extranjeros. Eso
Guillermo para el semanario, pero él me dijo lo vendían por toda La Habana, pero la gente de
que era demasiado largo. Y tenía toda la ra- Batista recogían todo lo que informara sobre a
zón, se me fue la mano… entonces empezaba a Sierra y esas cosas.
Entonces, la oficina de PL en ese país escribir. Mi padre que estuvo entre los comunistas funda-
era estratégica, y funcionaba como una Y se lo mandé a la gente del periódico El Mun- dores del partido aquí, y trabajó junto a Juan Marinello,
extensión de la embajada… do. Salió en un dominical, y verdad que era un Mella, Rubén Martínez Villena, era fotógrafo. Él había
—Así es. A veces salíamos en recorridos por masacote. Nadie se metió conmigo. Habrán di- vivido en Estados Unidos, y era fanático a las revistas
todo el país a visitar a los estudiantes cubanos. cho: “Este no es Lezama que se queda callado. americanas, tenía dicho al revistero que siempre le
Todo lo que PL mandaba lo hacía a través de
la CTK, que era la agencia checoslovaca de infor-
mación. Nos ayudaban también dos españoles,
Este sí nos manda pa’l carajo”.
La mayoría de los que escribían eso pensaban
guardara un ejemplar. Me mandaba a buscarle el New
York Times y otras publicaciones en el Carmelo de
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EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017
que podían joderle la vida a uno así como así. Calzada o en el de 23. Yo compraba dos, uno para mi
excombatientes de la Guerra Civil Española. Muchos de ellos venían de Nueva York, porque padre y otro para mí. Ese para mí, era en verdad para
Allá leí en los diarios, y escuchaba dondequie- estaban “exilados”. No habían tirado un tiro aquí, Masetti, a quien conocí personalmente unos días des-
ra sobre una inminente invasión a la isla. “Esto no le tenían miedo a la situación; además, no había pués del triunfo de la Revolución.
me puede coger lejos de Cuba”, me dije, y llegué nada para los intelectuales. Y en cuanto triunfó la El primero de enero de 1959, yo había salido
a La Habana antes de Octubre de 1962. Revolución vinieron para acá corriendo a coger del Hotel Saint John en el Vedado. Acababa de
¿Qué hace cuando llega? los cargos de la prensa. tocar con un quinteto, y me fui con Cachaíto
—Me metí en las milicias enseguida, y pasé a ¿Había otras personas que compartían Hernández a tomar un trago, ahí nos enteramos
trabajar con la Policía Nacional Revolucionaria. esta visión suya sobre los exiliados que que Batista había caído.
Dejé temporalmente PL, donde trabajé nueve retornaron a la isla con el 59? Sé que su casa se convirtió a inicios de los
años. Aquello estaba malo, y aparte, yo quería —Mira, ahí vino gente que servía, como Pablo Ar- 60 en un sitio muy visitado por los amigos…
estar donde más dura estuviera la cosa. mando Fernández, Humberto Arenal. Eran otra cosa. —Yo trabajaba cuando aquello en hoteles y
Estuve un año aproximadamente en la motori- Da la sensación de que la cultura en los cabarets como músico. Y cuando acababa el es-
zada de Atarés. Acuartelados, durmiendo en el 60 se vivía desde capillas: Lunes de Revolu- pectáculo comprábamos una botella y seguía-
piso, cubríamos una zona grande de la ciudad, ción, El Puente, El Caimán Barbudo. Sin em- mos bebiendo en mi apartamento que tenía tres
que iba desde Regla hasta El Vedado. Llegó un bargo, usted no puede inscribirse en cuartos, Sergio Vitier, Eduardo Galeano y mil
punto en que me aprendí las chapas de los carros ninguno de esos grupos. ¿Cuáles son los gentes más.
que estaban circulados. riesgos de vivir al margen? Aquí Roque Dalton cantaba sus famosas co-
En las patrullas éramos tres: el chofer, otro —Vivir de ese modo es una decisión personal, plas. Era un jodedor tremendo, chévere. Yo siem-
adelante, y atrás el artillero por la cosa de los porque eso es algo que me molesta: los grupitos pre le dije que no se fuera para El Salvador, que
sabotajes. con poder. A muchos escritores cubanos los cono- esperara que tumbaran al gobierno. Pero bueno,
Una vez nos bajamos en Malecón con las me- cía desde los años 50. Por ejemplo, a Antón Arrufat él decidió otra cosa.
tralletas checas preparadas para intervenir un lo conocí en la librería que tenían Orlando Álvarez De las coplas que te decía: no están escritas
auto en que habían encontrado armas. Había un (un productor de agencia publicitaria) y su mujer en ningún sitio, sino que han quedado en la me-
molote de gente tremendo. Eloísa, hermana de Lezama, cuando yo era estu- moria de quienes las escuchamos. Aquí una que
Imagino que eso supuso un cambio tre- diante de Arquitectura en la Universidad de La he anotado:
mendo en su vida. De saxofonista en clu- Habana. Te hablo de 1953 aproximadamente. Vasco de Gama,
bes de Estados Unidos y La Habana a Usted formó parte del Movimiento 26 navegante oscuro,
policía… de Julio. ¿Cómo vivía esos momentos? introdujo en Europa
—Sí, pero aprendí mucho. Yo seguía tocando —Cuando aquello también trabajaba en la mú- el chancro duro.
el saxofón en mi casa. Hubo un tiempo en que si sica. En el Cabaret Tropicana hice por mucho Pues ya desde tiempos de Brando
no tenía trabajo me iba a tocar en algún club. tiempo la suplencia a otros músicos. Allí vendía existía en Europa el chancro blando.
Eventos

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EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017

POR UN
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CUBANO
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Por Joaquín Borges-Triana

L
a XXXII emisión del Festival Jazz Plaza, cele-
brada entre el 15 y el 18 de diciembre de
2016, sin la menor duda puede catalogarse
como una de las mejores ediciones de este even-
to, surgido en febrero de 1980 gracias a la inicia-
tiva de Bobby Carcassés y Armando Rojas. Por
más de tres décadas, la fiesta de los jazzistas cu-
banos ha devenido recurrente espacio de
interacción entre los músicos cultores del primer
gran lenguaje sonoro de la anterior centuria y el Hace poco, un investigador foráneo de visita
público amante del género entre nosotros. en Cuba me preguntaba acerca del porqué, en mi
En un texto del investigador español Julián opinión, los actuales músicos cubanos que de con-
Ruesga Bono titulado “Una inmersión en el nue- junto más habían penetrado el mercado interna-
vo, y no solo joven, jazz cubano” y publicado en cional eran los jazzistas (a pesar de que en la isla
la revista Tomajazz, que aborda el desarrollo del no haya conservatorios donde estudiar jazz y las
jazz hecho por nuestros compatriotas —sobre todo posibilidades de tocar no son lo suficiente que
el realizado en los últimos años; obviamente, el deberían ser), ejemplificado con el prestigio de
más desconocido a escala internacional—, se ex- nuestros compatriotas en países como España,
presa una idea fundamental para comprender el Canadá y Estados Unidos o en certámenes como
proceso de continuidad que ha vivido esta mani- el Grammy y otros de corte competitivo.
festación sonora entre nosotros. Por su interés, En el puñado de razones a las que eché mano
reproduzco un fragmento del aludido artículo: Todo ello representa un mérito, pero a la vez
para responder la interrogante, una de las que un reto para los organizadores, porque conlleva
“El imaginario público forjado en torno al jazz más argumenté fue justo lo que ha significado el
cubano está muy determinado por el pasado del tener mucho tino a la hora de concebir la progra-
Jazz Plaza para el desarrollo del género entre mación, para que no ocurran pifias como la de no
propio jazz, sobre todo por el peso histórico del nosotros, en particular durante el decenio de los
llamado Latin Jazz. La particular y potente mito- reservar alguno de los mejores espacios para ar-
80, momento en que el festival vivió una impronta tistas de primer nivel y que en ocasiones solo ac-
logía que se ha ido construyendo a lo largo de los particular, dada la intervención en él tanto de
años, en torno a sus grandes músicos, condiciona túan en las sedes colaterales, como sucedió esta
instrumentistas profesionales como de numerosos vez con la TK Band, proyecto integrado por afa-
su recepción y percepción pública. Chano Pozo, estudiantes de las escuelas de música. Esta atmós-
Mario Bauzá, Mongo Santamaría, Bebo Valdés, mados jazzistas estadounidenses que únicamente
fera cambió de tónica entrados los 90; pero, se presentó en Fábrica de Arte Cubano.
Cachao, Irakere parecen formar un todo orgáni- a fortunadamente, de un tiempo a acá se ha recu-
co en el imaginario del aficionado. Sin embargo, Igualmente, en el camino de la rica mixtura
perado en las ediciones del concurso Jo-Jazz, even- entre lo cubano y el jazz, como novedad en esta
existe un presente del jazz cubano que, más allá to competitivo creado por iniciativa de Alexis
de su historia, es tan rico y poliédrico como su ocasión se incorporaron los espacios de concier-
Vázquez a fines del decenio de los 90 para jóve- tos y descargas en la provincia de Santiago de Cuba,
glorioso pasado —y tan potente como él. Un pre- nes jazzistas, que optan por los galardones tanto
sente formado por un elevado número de exce- en acción simultánea a lo acontecido en La Haba-
en la categoría de Interpretación como en la de na, y como continuidad lógica de los encuentros
lentes músicos que hacen una música de gran Composición.
calidad.” realizados en aquella ciudad oriental bajo el nom-
Considero fundamental poner énfasis en la idea bre de “Amigos del jazz”. Por ello, el lema de esta
Por mucho tiempo he seguido, primero como de que, en la actualidad, los caminos por los que
aficionado al género y luego como periodista, el edición fue “De La Habana a Santiago”.
apuestan nuestros jazzistas se están diversificando Cuando somos testigos de la interacción entre
devenir jazzístico entre los cubanos, tanto dentro de manera ostensible. A mi parecer, existen dos
como fuera de Cuba. Gracias a mi madre, fervo- instrumentistas locales y foráneos, como sucedie-
grandes grupos: los que parten de lo cubano para ra en este festival y donde pudimos apreciar a
rosa amante del jazz y que durante años no se llegar al jazz, y los que actúan en un sentido inver-
perdía ni un solo concierto del género que tuvie- figuras como Terence Blanchard y Christian
so. En ambas tendencias uno puede encontrar di- McBride unidos a Chucho Valdés, o a Orlando
se lugar en La Habana, desde niño estuve en con- versas ramificaciones, de lo cual fue testigo quien
tacto con grabaciones discográficas del que es el “Maraca” Valle y Eliades Ochoa junto al grupo
entre el jueves 15 y el domingo 18 de diciembre
primer gran lenguaje sonoro del pasado siglo XX.
Nadie que sea un estudioso del acontecer mu-
asistió al último Festival Jazz Plaza.
La XXXII edición volvió a corroborar algo de
Snarky Puppy, verificamos que en el presente,
como nos ha enseñado la investigadora Ana Ma-
ría Ochoa, saberes, territorios y relatos se
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EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017
sical cubano de los últimos años, podría ignorar lo que tengo la impresión en Cuba no somos cons-
el buen momento que en el presente vive el jazz rearticulan generando una coexistencia difícil en-
cientes: entre los muchos festivales del género tre los modos históricos y contemporáneos de vi-
hecho por nuestros compatriotas, tanto en el país celebrados en el mundo, pocos (por no decir nin-
como en el seno de la diáspora. A lo cual ha con- vir tales saberes.
guno) se dan el lujo de tener una programación En semejante resignificación de saberes y terri-
tribuido de modo especial la celebración del fes- tan intensa como la desplegada en el nuestro.
tival Jazz Plaza, evento organizado inicialmente torios es justo donde la autenticidad de un traba-
Tanto la calidad como la cantidad de músicos que, jo como el de los jazzistas cubanos se encuentra
por una modesta institución cultural de un muni- de manera gratuita, intervienen en el evento, así
cipio de La Habana; y más recientemente, del con lo más auténtico y genuino de nuestra música,
como el número de conciertos que se llevan a refrendado por (y en) la hibridación de lo global
concurso Jo-Jazz. cabo, es algo sencillamente asombroso e impen- y lo nacional. De ese modo, desde la creación mu-
sable en otros sitios del mundo. sical como expresión de la cultura cubana, contri-
A lo anterior se añade que, además del hecho buyen al doble movimiento de diferenciación y
musical, no falta la reflexión académica, efectua- universalización de la cultura, de búsqueda y afir-
da en un coloquio que ya se ha celebrado en doce mación de la propia identidad y asimilación origi-
oportunidades. nal de la identidad otra. Son iconoclastas que,
desde los márgenes, empujan la cultura oficial hacia
los bordes de otras narrativas y cuestionan la au-
toridad de las tradiciones sin negarlas (no se trata
de entidades inmóviles sino que están en perpe-
tuo cambio), porque las reelaboran para construir
un nuevo esquema de jerarquías.
Así, la obra de los actuales jazzistas de nuestro
país, ya sea en Cuba o en el extranjero, pone de
manifiesto que una auténtica visión cultural tiene
que ir más allá de constreñirse tanto a un estre-
cho nacionalismo como a los efluvios imperiales.
Son veleidades de las que hay que huir por igual,
en pro de metabolizar las más disímiles tradicio-
nes y, con ello, producir un tipo de creación musi-
cal que siga siendo cubana pero concebida desde
un lenguaje universal.
UN HUMILDE

SUSPIRO

22 Por Amilkar Feria Flores

E
n más de una oportunidad he pretendido Solo sabía que el morro vivía su imponente y una tempestuosa lluvia, que parecía advertirnos
colocar en mi currículo la cantidad de mon- fresca monumentalidad en la provincia de de los rigores de nuestro objetivo. Cuando lle-
tañas que he subido en mi vida. Pero esta Huambo, en las proximidades de la localidad de gamos a la aldea de Cadjonde, el fenómeno
pretensión, también, me ha parecido un ridículo, Usoke, fronterizo con Benguela, y que su estatu- climático persistía. Los vecinos explicaron que
toda vez que estropearía un acontecimiento de ra se alzaba hasta los 2620 metros sobre el nivel la lluvia era una residente habitual durante esta
indescifrable trascendencia espiritual. En todo del mar. Por suerte, para las impacientes neuronas estación, así que nos acostumbramos rápidamen-
caso debería aclarar, al menos para mí mismo, de una espera que ya duraba tres años, mi novia te a la húmeda circunstancia. Con la mayor inme-
que subir una montaña no es propiamente un Marcela se convirtió en la mejor cómplice de un diatez posible, fuimos conducidos ante el Soba
deporte, en términos estrictamente técnicos, así propósito que pasó a ser común. Todo ese cúmu- local, a quien Edulo Batalha entregó unos presen-
como un evento cultural, tampoco me atrevería lo de energía mental, que atraía la posibilidad de tes de cortesía (vino, jabón de lavar, fósforos, sal
a calificarlo meramente de turismo. acercarnos al Sol sin que derritiera la cera de nues- y cierta cantidad de dinero). Según la tradición,
En Cuba he subido todas las montañas que he tras expectativas, pasó por una interminable fila el Soba debe autorizar y dar sus buenos augurios
podido, intentando con ello escalar las que he de propuestas a amigos, para visitar ese abrupto para que la incursión corra con la mejor suerte, al
imaginado; incluso el monte Olimpo, en el vecino y enigmático paradigma de la orografía africana. tiempo que asignaba un guía para facilitar las
planeta Marte. Muchas veces, para calmar esa Lamentablemente la iniciativa no rindió fruto en- complejidades de la escalada. Para nuestra sor-
extraña propensión a las alturas, he llegado a tre las decenas de convidados, pero no dejamos presa, muy buena, por cierto, muy pocos residen-
pensar que un cuerpo celeste, como la Tierra, de sembrar la idea. tes de la aldea hablaban el portugués con fluidez.
pudiera ser, en sí mismo, una montaña orbitando Gretel y Edulo dijeron que sí con una pronti- Solo algunos jóvenes, que habían estado tempo-
alrededor del Sol. Pero nunca ha sido suficiente. tud tan asombrosa, que Marcela y yo no podía- ralmente fuera del restringido ámbito rural, se
Siempre quedan algunos salientes que rompen la mos dar crédito a la resolución de nuestros expresaban en el idioma oficial del país; el resto,
norma de la superficie, aquellos que quedan, de amigos. Luego elucubramos que anduvieran tras principalmente los mayores, hablaban una varian-
modo engañosamente insignificante, más cerca de el mismo propósito desde hacía mucho tiem- te regional del Umbundo, un hermoso idioma que
otros cuerpos celestes. po. Después de tanto buscar, era lógico ver se aferra a la vida en estos apartados lugares.
Ya antes de viajar a Angola conocía la existen- aquello con cierta sospecha, pero, al cabo de Ante la pluviosa coyuntura, y por sugestión de
cia de un lugar prominente llamado Morro do nuestro asombro, no quedó más que aceptar- nuestros anfitriones, no nos quedó otra alternati-
Moco, un sitio que sobrepasaba en altura a todo lo: teníamos compañeros de viaje. Nos encon- va que esperar, en tiendas de campaña, hasta el
lo que había subido con anterioridad en mi hu- tramos con ellos en Benguela, dos días antes día siguiente para subir. Marcela y yo, en el apre-
milde experiencia de montañista amateur. Una vez del ascenso, desde donde viajamos hasta las tado recinto de nylon que nos facilitaron Gretel y
en África, lo tenía tan localizado en el mapa inmediaciones de Huambo en el todoterreno Edulo, caímos en la cuenta de nuestra improvisa-
y en mi mente, que hubiese resultado casi una de Edulo, quien resultó ser un experimentado da experiencia, pues nuestros compañeros de viaje
aberración irme de Angola sin confrontar- conductor. Al día siguiente partimos a la base nos proveyeron de todos los recursos para aco-
me físicamente con una idea tan elevada. del morro por caminos de difícil acceso y bajo meter el acto poético que estábamos viviendo.
Crónica

UN HUMILDE

SUSPIRO

22 Por Amilkar Feria Flores


EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017

E
n más de una oportunidad he pretendido Solo sabía que el morro vivía su imponente y una tempestuosa lluvia, que parecía advertirnos
colocar en mi currículo la cantidad de mon- fresca monumentalidad en la provincia de de los rigores de nuestro objetivo. Cuando lle-
tañas que he subido en mi vida. Pero esta Huambo, en las proximidades de la localidad de gamos a la aldea de Cadjonde, el fenómeno
pretensión, también, me ha parecido un ridículo, Usoke, fronterizo con Benguela, y que su estatu- climático persistía. Los vecinos explicaron que
toda vez que estropearía un acontecimiento de ra se alzaba hasta los 2620 metros sobre el nivel la lluvia era una residente habitual durante esta
indescifrable trascendencia espiritual. En todo del mar. Por suerte, para las impacientes neuronas estación, así que nos acostumbramos rápidamen-
caso debería aclarar, al menos para mí mismo, de una espera que ya duraba tres años, mi novia te a la húmeda circunstancia. Con la mayor inme-
que subir una montaña no es propiamente un Marcela se convirtió en la mejor cómplice de un diatez posible, fuimos conducidos ante el Soba
deporte, en términos estrictamente técnicos, así propósito que pasó a ser común. Todo ese cúmu- local, a quien Edulo Batalha entregó unos presen-
como un evento cultural, tampoco me atrevería lo de energía mental, que atraía la posibilidad de tes de cortesía (vino, jabón de lavar, fósforos, sal
a calificarlo meramente de turismo. acercarnos al Sol sin que derritiera la cera de nues- y cierta cantidad de dinero). Según la tradición,
En Cuba he subido todas las montañas que he tras expectativas, pasó por una interminable fila el Soba debe autorizar y dar sus buenos augurios
podido, intentando con ello escalar las que he de propuestas a amigos, para visitar ese abrupto para que la incursión corra con la mejor suerte, al
imaginado; incluso el monte Olimpo, en el vecino y enigmático paradigma de la orografía africana. tiempo que asignaba un guía para facilitar las
planeta Marte. Muchas veces, para calmar esa Lamentablemente la iniciativa no rindió fruto en- complejidades de la escalada. Para nuestra sor-
extraña propensión a las alturas, he llegado a tre las decenas de convidados, pero no dejamos presa, muy buena, por cierto, muy pocos residen-
pensar que un cuerpo celeste, como la Tierra, de sembrar la idea. tes de la aldea hablaban el portugués con fluidez.
pudiera ser, en sí mismo, una montaña orbitando Gretel y Edulo dijeron que sí con una pronti- Solo algunos jóvenes, que habían estado tempo-
alrededor del Sol. Pero nunca ha sido suficiente. tud tan asombrosa, que Marcela y yo no podía- ralmente fuera del restringido ámbito rural, se
Siempre quedan algunos salientes que rompen la mos dar crédito a la resolución de nuestros expresaban en el idioma oficial del país; el resto,
norma de la superficie, aquellos que quedan, de amigos. Luego elucubramos que anduvieran tras principalmente los mayores, hablaban una varian-
modo engañosamente insignificante, más cerca de el mismo propósito desde hacía mucho tiem- te regional del Umbundo, un hermoso idioma que
otros cuerpos celestes. po. Después de tanto buscar, era lógico ver se aferra a la vida en estos apartados lugares.
Ya antes de viajar a Angola conocía la existen- aquello con cierta sospecha, pero, al cabo de Ante la pluviosa coyuntura, y por sugestión de
cia de un lugar prominente llamado Morro do nuestro asombro, no quedó más que aceptar- nuestros anfitriones, no nos quedó otra alternati-
Moco, un sitio que sobrepasaba en altura a todo lo: teníamos compañeros de viaje. Nos encon- va que esperar, en tiendas de campaña, hasta el
lo que había subido con anterioridad en mi hu- tramos con ellos en Benguela, dos días antes día siguiente para subir. Marcela y yo, en el apre-
milde experiencia de montañista amateur. Una vez del ascenso, desde donde viajamos hasta las tado recinto de nylon que nos facilitaron Gretel y
en África, lo tenía tan localizado en el mapa inmediaciones de Huambo en el todoterreno Edulo, caímos en la cuenta de nuestra improvisa-
y en mi mente, que hubiese resultado casi una de Edulo, quien resultó ser un experimentado da experiencia, pues nuestros compañeros de viaje
aberración irme de Angola sin confrontar- conductor. Al día siguiente partimos a la base nos proveyeron de todos los recursos para aco-
me físicamente con una idea tan elevada. del morro por caminos de difícil acceso y bajo meter el acto poético que estábamos viviendo.
La noche del 31 de diciembre fue una delirante Hay un refrán que dice: “Para abajo, todos los
prueba de resistencia. El frio y la llovizna, que se santos ayudan”, algo que cuestionas críticamente
filtraban por las paredes y suelo de la tienda, ubi- cuando estas bajando una montaña. Es probable
cada en el terreno de fútbol de la aldea, hicieron que los santos ayuden, de tal modo, que la leve-
casi imposible que pudiéramos dormir. Según nues- dad del cuerpo lo interpreta de otra manera. Ca-
tro guía, segundo al mando del Soba, deberíamos tegóricamente, aseveraría que descender una
partir a las cuatro de la mañana del primer día del montaña es tan complicado como subirla. Luego
año; pero nuestra brújula no apareció hasta las de salir de las entrañas de la nube, cuesta abajo,
siete en punto. Luego de un frugal desayuno, ape- los niños subían y bajaban a nuestro alrededor como
nas un sorbo de café y unas cucharadas de avena, ángeles guardianes, hasta que se perdieron entre

AFRICANO
partimos. El guía se empeñaba una y otra vez en la bruma de una llovizna que comenzó a dificultar
conducirnos hasta el “Morro Pequeño”, de unos el descenso. Solo escuchábamos sus risas y llama-
2400 metros. Con igual insistencia, y casi como si dos, lejos, abajo. Para nosotros, los tropezones y
no escuchara sus palabras, yo le repetía que que- resbalones estaban a la orden del día en la empi-
ríamos ir al “Grande”, al verdadero. Semejante nada pendiente. Aunque vuelvas sobre tus pisadas,
fraude, después de tanto tiempo de espera, no el regreso es un camino diferente, créanme. Qui-
valían doscientos metros menos. Súbitamente, el zás por el entusiasmo de alcanzar la cúspide, casi
guía llamó a otro muchacho, llamado Simão, para nunca se calcula lo que se derrocha para llegar
que nos condujera hasta el morro verdadero. Con hasta ella; únicamente lo sabes cuando estás de
diligente investidura, “el falso guía” se despojó vuelta. A pesar de ello, Gretel Marín sacaba, a in-
de su abrigo, capa, bufanda y botas de agua, para tervalos, su Canon para hacer fotos. Con la cautela
entregárselas formalmente al otro. Viendo aquel que exigía el sofisticado equipo, apuntaba aquí,
traspaso de poderes, se me heló la sangre, pues al extremo de un tubo, con la inscripción: “IGREJA allá, obturaba, y lo guardaba rápidamente en su
lo único que llevaba encima era un suéter, no muy Adv. 7: DIA // CENTRAL- BENGUELA // 25/09- estuche. El verde intenso y húmedo de las hierbas
tupido, y un gorro de estambre ajustado a la ca- se extendía por las laderas. Era imposible no dete-
2016”. Hacia un lado había otra, más baja, en la
beza. Marcela estaba otro tanto desprovista, y que ya no podía leerse nada. El pequeño espacio nerse a contemplar la relación de colores de la
ambos calzábamos zapatos nada adecuados para de la cúspide estaba colmado de desechos, bol- montaña y su contraste con los grises del cielo.
la epopeya vertical, mojados desde el día ante- Teníamos los dedos y las manos engarrotadas, y
sas y botellas plásticas, restos de comida y huellas
rior. Luego de caminar unos cuarenta minutos, de fogatas. Es obvio que no todos le rinden igual resultaba muy complicado realizar cualquier ope-
hasta donde comenzaba la auténtica ascensión, culto al benemérito Moco, o, intentando verlo ración manual, desde subir un zipper hasta aga-
ya no sentía que estuviera tan ensopado como rrarse de una rama. Al llegar hasta una labra, a
desde un ángulo antropológico, sería ese el modo
había amanecido. Como salidos de la nada, dos más sublime en que otros visitantes han manifes- poco más de la mitad de camino hacia la aldea,
niños de once o doce años comenzaron a acom- tado su satisfacción de haber llegado al extremo los niños habían asado mazorcas de maíz para no-
pañarnos con la destreza de cabritos montañe- sotros. Nadie puede imaginar lo infinitamente re-
vertical de Angola. Todos nos dispersamos, qui-
ses. Simão los interpeló en su idioma, a lo que zás queriendo encontrar el mejor sitio donde re- parador que esto puede resultar para alguien que
ellos respondieron, al parecer, con suma y rápida gistrar, individualmente, el más amplio espectro acaba de pasar por una vivencia tan extenuante.
elocuencia, convirtiéndose en nuestros escoltas Otras veces me ha sucedido, al pasar por una
de aquella calma cósmica. En silencio, los niños
inseparables. El guía nos mostraba la dirección en deambulaban de un lado a otro, jugando seria- experiencia, literalmente, tan elevada, que sus re-
la que quedaba el Moco, pero allí solo había nu- mente, para sus adentros, con la eterna solemni- percusiones, sin contemplar las osteomusculares,
bes. Solo cuando estábamos a mitad de la cues- dad de aquella plataforma suspendida en las comienzan a destilar desde el momento en que
ta, durante el “síndrome de la blasfemia”, en el nubes. Tal vez fueran ellos, en su ingenuo desco- llegas a casa, descansas, y amaneces al siguiente
que te juras que nunca más te meterás en seme- día. De ahí en adelante hay pequeños cambios
nocimiento, o en su infinita sabiduría, quienes
jante aprieto, se podía apreciar la completa mag- mejor conectados estaban con este ámbito, que que, con el tiempo, terminan por operar modifi-
nitud de la cima durante breves intervalos. para nada les resultaba desconocido. Simão, que caciones sustanciales en la percepción de las co-
Al mucho tiempo de una fría y brumosa quie- sas. No imagino que pudiera haber ganado la
en algún momento debió pasar por la misma for-
tud, en la que solo escuchaba los golpes agitados mación de los pequeños, se centraba más en su montaña con nuestra presencia. Para ella, tal vez,
de mi corazón y el roce de nuestros pies contra la encomienda, observando distraídamente la abier- fuimos un pensamiento más, de esos que pasan
hierba mojada, pues habíamos perforado una nube fugazmente por la cabeza. En cambio, nosotros
ta configuración del grupo. Relajado del esfuer-
desde su base, llegamos al punto en que ya no
había más que subir. Estábamos exhaustos. Al tér-
zo físico, ni mi respiración sentía: solo el leve silbido
del viento, tamizado entre las hojas y ramas de
tenemos grabada en la memoria cada pisada para
llegar hasta su extremo, desde donde emitir, cada 23
mino se erigía una pequeña tarja metálica, fijada vez que la evocamos, un humilde suspiro.
los arbustos.
La noche del 31 de diciembre fue una delirante Relato Hay un refrán que dice: “Para abajo, todos los
santos ayudan”, algo que cuestionas críticamente
prueba de resistencia. El frio y la llovizna, que se
filtraban por las paredes y suelo de la tienda, ubi- de un ascenso cuando estas bajando una montaña. Es probable
cada en el terreno de fútbol de la aldea, hicieron que los santos ayuden, de tal modo, que la leve-
casi imposible que pudiéramos dormir. Según nues- al Morro do Moco, dad del cuerpo lo interpreta de otra manera. Ca-
tro guía, segundo al mando del Soba, deberíamos tegóricamente, aseveraría que descender una
partir a las cuatro de la mañana del primer día del el punto más alto de montaña es tan complicado como subirla. Luego
año; pero nuestra brújula no apareció hasta las de salir de las entrañas de la nube, cuesta abajo,
siete en punto. Luego de un frugal desayuno, ape- Angola, en el continente los niños subían y bajaban a nuestro alrededor como
nas un sorbo de café y unas cucharadas de avena, ángeles guardianes, hasta que se perdieron entre

AFRICANO
partimos. El guía se empeñaba una y otra vez en la bruma de una llovizna que comenzó a dificultar
conducirnos hasta el “Morro Pequeño”, de unos el descenso. Solo escuchábamos sus risas y llama-
2400 metros. Con igual insistencia, y casi como si dos, lejos, abajo. Para nosotros, los tropezones y
no escuchara sus palabras, yo le repetía que que- resbalones estaban a la orden del día en la empi-
ríamos ir al “Grande”, al verdadero. Semejante nada pendiente. Aunque vuelvas sobre tus pisadas,
fraude, después de tanto tiempo de espera, no el regreso es un camino diferente, créanme. Qui-
valían doscientos metros menos. Súbitamente, el zás por el entusiasmo de alcanzar la cúspide, casi
guía llamó a otro muchacho, llamado Simão, para nunca se calcula lo que se derrocha para llegar
que nos condujera hasta el morro verdadero. Con hasta ella; únicamente lo sabes cuando estás de
diligente investidura, “el falso guía” se despojó vuelta. A pesar de ello, Gretel Marín sacaba, a in-
de su abrigo, capa, bufanda y botas de agua, para tervalos, su Canon para hacer fotos. Con la cautela
entregárselas formalmente al otro. Viendo aquel que exigía el sofisticado equipo, apuntaba aquí,
traspaso de poderes, se me heló la sangre, pues al extremo de un tubo, con la inscripción: “IGREJA allá, obturaba, y lo guardaba rápidamente en su
lo único que llevaba encima era un suéter, no muy Adv. 7: DIA // CENTRAL- BENGUELA // 25/09- estuche. El verde intenso y húmedo de las hierbas
tupido, y un gorro de estambre ajustado a la ca- se extendía por las laderas. Era imposible no dete-
2016”. Hacia un lado había otra, más baja, en la
beza. Marcela estaba otro tanto desprovista, y que ya no podía leerse nada. El pequeño espacio nerse a contemplar la relación de colores de la
ambos calzábamos zapatos nada adecuados para de la cúspide estaba colmado de desechos, bol- montaña y su contraste con los grises del cielo.
la epopeya vertical, mojados desde el día ante- Teníamos los dedos y las manos engarrotadas, y
sas y botellas plásticas, restos de comida y huellas
rior. Luego de caminar unos cuarenta minutos, de fogatas. Es obvio que no todos le rinden igual resultaba muy complicado realizar cualquier ope-
hasta donde comenzaba la auténtica ascensión, culto al benemérito Moco, o, intentando verlo ración manual, desde subir un zipper hasta aga-
ya no sentía que estuviera tan ensopado como rrarse de una rama. Al llegar hasta una labra, a
desde un ángulo antropológico, sería ese el modo
había amanecido. Como salidos de la nada, dos más sublime en que otros visitantes han manifes- poco más de la mitad de camino hacia la aldea,
niños de once o doce años comenzaron a acom- tado su satisfacción de haber llegado al extremo los niños habían asado mazorcas de maíz para no-
pañarnos con la destreza de cabritos montañe- sotros. Nadie puede imaginar lo infinitamente re-
vertical de Angola. Todos nos dispersamos, qui-
ses. Simão los interpeló en su idioma, a lo que zás queriendo encontrar el mejor sitio donde re- parador que esto puede resultar para alguien que
ellos respondieron, al parecer, con suma y rápida gistrar, individualmente, el más amplio espectro acaba de pasar por una vivencia tan extenuante.
elocuencia, convirtiéndose en nuestros escoltas Otras veces me ha sucedido, al pasar por una
de aquella calma cósmica. En silencio, los niños
inseparables. El guía nos mostraba la dirección en deambulaban de un lado a otro, jugando seria- experiencia, literalmente, tan elevada, que sus re-
la que quedaba el Moco, pero allí solo había nu- mente, para sus adentros, con la eterna solemni- percusiones, sin contemplar las osteomusculares,
bes. Solo cuando estábamos a mitad de la cues- dad de aquella plataforma suspendida en las comienzan a destilar desde el momento en que
ta, durante el “síndrome de la blasfemia”, en el nubes. Tal vez fueran ellos, en su ingenuo desco- llegas a casa, descansas, y amaneces al siguiente
que te juras que nunca más te meterás en seme- día. De ahí en adelante hay pequeños cambios
nocimiento, o en su infinita sabiduría, quienes
jante aprieto, se podía apreciar la completa mag- mejor conectados estaban con este ámbito, que que, con el tiempo, terminan por operar modifi-
nitud de la cima durante breves intervalos. para nada les resultaba desconocido. Simão, que caciones sustanciales en la percepción de las co-
Al mucho tiempo de una fría y brumosa quie- sas. No imagino que pudiera haber ganado la
en algún momento debió pasar por la misma for-
tud, en la que solo escuchaba los golpes agitados mación de los pequeños, se centraba más en su montaña con nuestra presencia. Para ella, tal vez,
de mi corazón y el roce de nuestros pies contra la encomienda, observando distraídamente la abier- fuimos un pensamiento más, de esos que pasan
hierba mojada, pues habíamos perforado una nube fugazmente por la cabeza. En cambio, nosotros
ta configuración del grupo. Relajado del esfuer-
desde su base, llegamos al punto en que ya no
había más que subir. Estábamos exhaustos. Al tér-
zo físico, ni mi respiración sentía: solo el leve silbido
del viento, tamizado entre las hojas y ramas de
tenemos grabada en la memoria cada pisada para
llegar hasta su extremo, desde donde emitir, cada 23

EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017
mino se erigía una pequeña tarja metálica, fijada vez que la evocamos, un humilde suspiro.
los arbustos.
Por J.R.Fragela

Ferdinand
Von Schirach

24
Por J.R.Fragela

Ferdinand
Von Schirach
No me gusta referirme a algún li-
bro o escritor con los términos de
"mejor", "lo máximo" y cosas así. De-
testo a la gente que dice "Este es el
mejor libro que he leído", o "Esta pe-
lícula es lo máximo". No entiendo a
la gente así. Yo nunca jamás lo he
hecho ni lo haré. Pero, como me es-
toy refiriendo al pasado y al futuro,
puedo darme el lujo de utilizar el pre-
sente y afirmar sin ninguna duda que
Ferdinand Von Schirach es el mejor
escritor de la historia, el que más me
ha gustado, y que es lo máximo.
Cervantes, Joyce, Hemingway, Onetti
y a todos los que siempre uso como
ejemplos, son malísimos si comparo.
Hasta Goethe dice que Ferdinand es
lo máximo. Y como tengo la patente
de lo que es bueno y malo, puedo
decir todas estas cosas y repetir que
el escritor alemán Ferdinand Von
Schirach (Múnich, Alemania, 1964),
autor del libro Crímenes, es lo máxi-
mo, el mejor. El lector podrá pensar
que el nieto del líder de las Juventu-
des Hitlerianas, Baldur Von Schirach,
solo podría escribir sobre el nazis-
mo, los arios, o quizá algún método
de supremacía; pero el abogado de
24 profesión ni siquiera ronda el tema,
sus intereses se van al lado inverso
SUERTE (FRAGMENTO)

Su cliente llevaba veinticinco años


iba muy maquillada. Al gordo eso le
gustaba. Sacó setenta euros de su bi-
EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017

lletera y se sentó en la cama. Había


de la deshumanización. De hecho, en política. Mientras se desnudaba, dejado sus cosas cuidadosamente do-
cuando lo leemos, sentimos que es- le contó cómo se las había arreglado bladas sobre el respaldo de la silla; era
tamos bastante cerca de lo que sig- para llegar tan alto. Había pegado importante que la raya del pantalón
nifica "ser humanos". Sus historias, carteles, pronunciado discursos en la no se arrugara. La chica le quitó los
tomadas de sus propias vivencias trastienda de locales pequeños, cons- calzoncillos y le apartó hacia arriba
como abogado, se centran en con- truido su propio distrito electoral y los michelines; él no le veía a ella más
flictos de hombres y mujeres comu- superado su tercera legislatura como que el cabello, y sabía que iba a ne-
nes, pero los narra con tanto afecto diputado en una posición intermedia cesitar mucho tiempo. “Al fin y al cabo
y sinceridad que los transforma en en las listas. Dijo que tenía muchos es su trabajo”, pensó, y se recostó en
conflictos extraordinarios y trascen- amigos y que incluso estaba al frente la cama. Lo último que el gordo sin-
dentes. Su visión de jurista devenido de una comisión de investigación. No tió fue una punzada en el pecho; qui-
escritor le da una interpretación es que fuera una comisión muy im- so levantar las manos y decirle a la
transversal a los hechos; y nos ayuda portante, pero él era el presidente. Y chica que parara, pero sólo fue ca-
a visualizar claramente que no exis- ahí estaba frente a ella, en ropa paz de gruñir.
ten culpables ni inocentes y que juz- interior. Irina no sabía qué era una Irina interpretó los gruñidos como
gar es solo un vicio más de la vida en comisión de investigación. un signo de beneplácito y continuó
sociedad. No por casualidad su libro El hombre, que era grueso, encon- unos minutos más, hasta que advirtió
Crímenes permaneció más de cincuen- traba la habitación demasiado estre- que el hombre se había quedado
ta semanas en la lista de libros más cha. Sudaba. Aquel día debía hacerlo mudo. Alzó la mirada. Su cliente tenía
vendidos. No fue ni es casualidad, por la mañana, a las diez tenía una la cabeza vuelta a un lado, con un re-
todos deberíamos tener un libro así sesión. La chica le había dicho que no guero de saliva en la almohada y los
en casa, que nos ayude no a enten- había problema. La cama parecía lim- ojos en blanco, en dirección al techo.
der, pero al menos hacer las paces pia y ella era guapa. No tendría más Le gritó y, como él seguía sin moverse,
con nuestros miedos, dudas y toda de veinte años, pechos bonitos, labios fue a la cocina a buscar un vaso de
esa irracionalidad que nos rodea. Un turgentes, por lo menos un metro se- agua y se lo echó en la cara. El hom-
gran libro, con grandes historias de tenta y cinco de estatura. Como casi bre no reaccionó. Aún llevaba pues-
hombres y mujeres comunes. todas las chicas de la Europa del Este, tos los calcetines. Estaba muerto.
Narrativa
NOCHE DE GRADUACIÓN
hora, amordazada y tirada en un rincón En el pasillo siempre veía a Mark conversando

A
Por Ariel Fonseca Rivero
de la habitación, sólo piensa en la primera con una muchacha. Se acercaba caminando con
vez que vio a Mark. Cada detalle, los más rapidez. Al llegar lo encontraba solo. ¿Quién era?
Relato incluido en mínimos, vuelven a su cabeza. El cabello
desaliñado, las gafas redondas y arcaicas;
Pero siempre era alguien que buscaba el salón de
clases, o quería saber sobre una palabra o algo.
la antología Isla detrás, los ojos del azul más puro que alguna vez
haya visto.
¿Era Donna, verdad? Él siempre negaba. ¿De qué
hablas? ¡Era Donna, no lo niegues!
Recuerda la zancadilla de Tommy, las risas de
en rosa. Historias Donna, Anna y las demás porristas. Todo martilla
en su cabeza. Una porrista no debe interesarse en Vendría la graduación. Quería que esa noche
cubanas del amor un nerd, la voz de Donna le inunda los oídos, la
cabeza. ¿De qué hablas, Donna? Eso no tiene lu-
fuera inolvidable. Decidió que quería entregar a
Mark su virginidad. Alquiló una habitación en un
gar. Te aconsejo que mires a tu alrededor, por ejem- motel en las afueras de la ciudad. Tenía que ser
y sus desdichas, plo, Tommy; él está interesado. Eso es lo que te
conviene. Unas lágrimas le corren por las mejillas.
magnífica esa noche. Pero estaba Donna, ella
jodería su noche, era seguro. También jodería el
publicado por Esto no tenía que pasar, masculla. No así.
Acercarse a Mark no fue tan fácil. Ya sé lo que
futuro con Mark. Debía garantizar que Mark nun-
ca la dejara. Entonces se le ocurrió una idea. Eso
te propones, le dijo. Las chicas populares no se in- tenía que funcionar. Llamó a Tommy. Haría cual-
Casa Editora teresan en los de mi tipo; ella rió. Sólo estás bus-
cando entretenerte y burlarte; conmigo no lo vas a
quier cosa por ti, le dijo él. Entonces demuéstralo.
La madre le compró el vestido más caro de la
Abril, 2017. lograr.
Se apuntó en casi todos los clubes que él esta-
tienda. Pareces una princesa. Le obsequió la gar-
gantilla de brillantes. Hoy va a ser el día más im-
ba, incluso en el de Historia del Álgebra. Dejó de portante de tu vida.
frecuentar la heladería, faltaba a los ensayos. Las Mark alquiló una limosina; traía puesto un
chicas se están preocupando, le decía Donna. Co- esmoquin y en las manos en ramo de rosas. Pensó
mentan que estás evitándonos. Que no te interesa que en verdad su noche iba a ser magnífica.
ya ser nuestra amiga. ¿Te has preguntado si ese Antes de irse fingió tener que utilizar el baño y
chico lo vale? La voz de Donna. ¡Oh, Dios santo! La llamó a Tommy. Lo siento. Olvida lo que hablamos.
tiene encerrada en su cabeza. Si sólo encontrara En la fiesta tuvo que ser objeto de envidia, traía
una manera de eliminarla. el vestido más caro; la acompañaba el chico más
Intenta arrastrarse a tientas, pero las amarras guapo de la escuela. Pero estaba Donna, la sentía
están demasiado ajustadas. Si sólo supiera qué ha- mirarlos, acecharlos; sentía sus ojos a cada paso,
bía pasado con Mark, estaría un poco más calma- cerca, bien cerca.
da. Pero desde dónde está no puede oírlo, verlo. Fue por ponche; entonces Donna abordó a
Minutos antes sólo escuchaba los golpes que Tommy Mark. Desde lejos lo veía sonreírle a Donna; ella lo
estaba dándole a Mark, las patadas, y los gemidos tomó por el brazo y le susurró algo al oído, o le
que Mark dejaba escapar. El pobre. ¡Oh Dios san- lamió la oreja; no estaba segura. Pero él reía, y le
to! Luego un silencio, después un portazo; ahora, miraba a los ojos como si compartieran cierta com-
más silencio. Por primera vez lamenta haber cono- plicidad.
cido a Mark, enamorarse. Le hizo señas a Tommy para que la encontrara
a la salida del baño. Me dijiste que harías cualquier

Algo no le queda claro: cuándo y por qué Mark


comenzó a interesarse por ella. Había creído que
cosa por mí. Él asintió.
25

EL CAIMÁN BARBUDO—enero-febrero—2017
él sólo descubrió que entre sus intenciones no es- Vuelve a arrastrarse, apenas avanza, las ama-
taba burlarse de él y mucho menos dañarlo. Pero rras están demasiado ajustadas; le duele la cabeza.
algo no encaja. Si no tuviera la boca tapada gritaría, clamando por
Recuerda las flores, los mensajes en la taquilla y ayuda; o llamaría a Mark, para saber si estaba bien,
los chocolates. Pensó que era Tommy su admira- eso la calmaría un poco.
dor secreto. Entonces botaba las flores, rompía las ¿Por qué Tommy se habrá comportado de esa
notas y regalaba los chocolates. Hasta que un día forma? Dijo que por ella haría cualquier cosa. No
sorprendió a Mark dejándole una nota. Menuda entendía. Donna dijo que estaba interesado, un
sorpresa me has dado, sólo alcanzó a decirle. hombre celoso podía hacer cualquier cosa. ¿Donna?
Lo llevó al salón de belleza. Un corte de cabello ¡Oh Dios santo! ¿Y si ella lo convenció para ello?
no te vendría mal. Le pidió cambiar las gafas por Maldita seas tú, Donna, zorra de mierda.
lentes. Ese azul debe verse libre. Le compró ropa Lo que más le molesta es el silencio, no saber
nueva y moderna qué ha pasado con Mark, si está muerto o solo
Después comenzaron a ir juntos a la heladería. inconsciente. Vuelve a forzar el cuerpo, intenta
Desde otra mesa Donna los miraba. A veces se arrastrarse pero avanzar es inútil. Un sollozo la in-
acercaba: en el baño, en la barra. Soy tu amiga, vade; comienza a sentir frío. Piensa en Mark, por
¿has pensado si en verdad ese chico es lo que dentro grita su nombre. Piensa lo linda que hubie-
necesitas? ra sido su noche si todo hubiera ocurrido como
Una tarde los sorprendió conversando. Mark realmente lo pensó.
estaba inquieto. Al verla, Donna agitó la mano, Se queda quieta, bien quieta. Sólo le queda es-
despidiéndose y se alejó. ¿Qué quería? Nada, me perar que la noche termine.
preguntó si podía ser su tutor de Ciencias. ¿Y qué Lentamente las rosas del empapelado van mar-
tú le dijiste? Que no estaba interesado. chitándose, desojándose… quebrándose. De entre
Pero Donna no dejó de acechar, de acercarse, las paredes, una sombra comienza a emerger.
de importunar. La verdad, amiga, no me puedo
creer que hayas caído en su trampa. Despierta. Ese
chico no vale nada.

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