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PRINCPIO RESTITUCIÓN

Octubre

Versículo a Memorizar
2 Samuel 9:7
Y le dijo David: no tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por
amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás
siempre a mi mesa.

Restitución es el acto de devolver lo que ha sido tomado equivocadamente o reemplazar lo


que ha sido dañado o perdido; es la restauración divina de todas las cosas a su orden
original.

En la ley se requería que se hiciesen ofrendas por la trasgresión por pecados en contra del
prójimo (robo, engaño, deshonestidad, extorsión, o dañar una propiedad). Tales delitos
conllevaban una “infidelidad” para con Dios y la interrupción de la comunión y la paz entre
el pueblo. Debían ser expiados mediante una ofrenda a Dios por la culpa y la “restitución”
al prójimo afectado. La expiación y el perdón del pecado tenían lugar después que se había
hecho la restitución a la víctima. Esta misma ley del A.T. establecía un principio de un
“castigo adecuado al delito” (vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, herida por
herida). La restitución era congruente con este concepto de equidad. Las pautas para hacer
restitución completa incluían también una provisión para daños punibles (hasta cinco veces
lo que se había perdido), una medida que iba más allá del “ojo por ojo”. Por ejemplo leamos
Éxodo 22:2-3 que dice: Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuese herido y muriere,
el que lo hirió no será culpado de su muerte. Pero si fuere de día, el autor de la muerte será
reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; sino tuviere con qué, será vendido por
su hurto.

También cabe destacar en los pasajes del A.T., que la restitución se hizo para el dueño de la
propiedad (no para el gobierno o cualquier otro tercero), y la indemnización debía ir
acompañada por una ofrenda al Señor para la expiación de la culpa. La ley mosaica,
entonces, protegía a las víctimas de robo, extorsión, fraude y negligencia, exigiendo la
restitución por parte del infractor. La cuantía de la remuneración oscilaba entre el 100 al
500 por ciento de la pérdida. La restitución se debía hacer el mismo día que el culpable traía
su sacrificio ante el Señor, lo que implica que hacer las paces con el prójimo es tan
importante como hacer la paz con Dios (véase también Mateo 5:23-24).

Los bienes de la sunamita devueltos, el poder de la restitución. 2 Reyes 8:1-6

Esta es una hermosa historia de restitución. La mujer sunamita es la misma que atendió
espléndidamente a Eliseo y le mandó a construir una habitación para que la usara en sus
viajes. Recordemos que el profeta Eliseo preguntó que le hacía falta a la mujer que le
atendía tan bien, y aunque ella no pidió nada, él supo que la mujer no había podido tener
hijos, así que le profetizó que tendría su propio heredero. Después de un tiempo, este niño
producto del milagro de Dios enfermó y murió. En su angustia la mujer busca a Eliseo, quien
al llegar a su casa, ora al cielo y el niño resucita.

Al cabo de un tiempo sucedió que llegó una gran sequía sobre aquella tierra por siete años.
La mujer, por recomendación del mismo Eliseo se va a vivir a otro lugar. Pasado el tiempo
de la hambruna, la mujer regresó a su tierra y pensó en ir ante el rey para que le devolvieran
las tierras y propiedades que le pertenecían. Preciso en ese momento, el rey estaba
escuchando acerca de las maravillas del ministerio del profeta y le relataban sobre la
resurrección de un niño. Las palabras del rey establecieron de parte de un gobierno terrenal
un acto de justicia con esta mujer que había sembrado en buena tierra.

En el versículo seis leemos la respuesta del rey: “Hazle devolver todas las cosas que eran
suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora”.

La restitución en el acto de justicia del nuevo Zaqueo. Lucas 19:1-10

En el N.T. también encontramos historias y enseñanzas de restitución, una de las más


impactantes es la que se nos enseña en la historia de un pequeño hombre llamado Zaqueo.

En este pasaje del evangelio de Lucas tenemos el maravilloso ejemplo de Zaqueo. Jesús está
de visita en la casa de Zaqueo, y las personas que conocen el jefe de los publicanos como
un hombre perverso y tirano, están comenzando a murmurar acerca de la relación de Jesús
con un pecador (versículo 7). "Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor,
la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo
cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también
es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido" (versículos 8-10). De las palabras de Zaqueo, deducimos:

1. Había sido culpable de estafar a la gente,


2. Estaba arrepentido por sus acciones pasadas, y
3. Se había comprometido a hacer restitución.

De las palabras de Jesús, entendemos:

1. Zaqueo fue salvo ese día y su pecado fue perdonado; y


2. La evidencia de su salvación fue tanto su confesión pública (ver Romanos 10:10)
como su renuncia a todos los bienes mal habidos.

Zaqueo se arrepintió, y su sinceridad fue evidente en su deseo de hacer la restitución


inmediatamente. Aquí había un hombre que estaba arrepentido y compungido, y la prueba
de su conversión a Cristo fue su determinación para reparar, hasta donde fuera posible, por
sus pecados pasados.
Unción de Restitución

Jesús enseñó a sus discípulos acerca de la restitución de manera especial en Marcos 10:28-
30 “Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos
seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa,
o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos. o tierras, por causa de mí y del
evangelio que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas,
madres, hijos y tierras, con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna”

Para entender lo que Jesús estaba diciendo debemos en primer lugar recordar que restituir
significa “devolver una cosa a su dueño; restablecer una cosa en su estado anterior; volver
al lugar de donde había salido.” Restituir significa, devolver, restaurar, reivindicar.

Si somos detallistas en la lectura de este pasaje de Marcos notaremos que Jesús dijo que
nadie que haya dejado todo por el Señor y la causa del evangelio se quedará sin recibir la
unción de restitución. La promesa de restitución de Jesús es del ciento por uno, o sea, ¡Un
interés del 10,000 por ciento!

Ahora bien, todo esto no ha venido fácil o en forma gratuita. Hubo un precio que pagar,
porque para que se me devuelva algo, primero tuve que haber perdido algo injustamente;
para que se me restituya algo, primero tuve que haber sido dañado injustamente; para que
se me reivindique, primero tuve que ser eliminado, desplazado, rechazado, quitado de
algún lugar o posición injustamente. Todo este proceso de despojo produce heridas, dolor,
angustia, frustración, vergüenza, lágrimas, tristeza, debido a que las pérdidas no fueron
voluntarias, como un acto de renuncia, sino involuntarias donde se perdió lo que no se
quería perder. La angustia interior y muchas veces la confusión crecen debido a que todo
eso nos ha pasado precisamente por ser fieles al Señor.

La Palabra de Dios nos dice que el causante de semejante pérdida es el mismo Diablo. En
Juan 10:10a se lo describe como ladrón que viene para hurtar, matar y destruir. El Diablo
quiere robarle al cristiano fiel, quiere matarlo lentamente y destruirlo totalmente. El
enemigo utiliza algunas veces a personas incrédulas para cumplir su plan pero muchas otras
veces utiliza aún a aquellos que se dicen cristianos.

Cada acto de las vidas de aquellos hombres y mujeres fieles que aman a Dios está en manos
del Señor y todo lo que les pasa es para bien (Ro. 8:28), pero muchas veces el Señor
permitirá, con un propósito especial, que podamos experimentar perdidas injustas
temporales, para posteriormente glorificar su Nombre y enviar la Unción de restitución.

Existen muchas cosas que podemos perder por nuestra fidelidad a Cristo. En 2 Timoteo 1:15
leemos a Pablo abandonado por sus hermanos y amigos. Nosotros también por la causa de
Cristo podemos perder amistades y hermanos en la fe. La santidad para muchos es
detestable. Podemos perder también nuestro buen nombre, testimonio y reputación. En
Hechos 25:7 de menciona la frase “falsas acusaciones” que podemos recibir por cumplir
fielmente nuestro ministerio; en 1 Cor. 4:10-21 nos muestra como los siervos de Dios
pueden sufrir injustas calumnias, acusaciones sobre sus propias vidas y ministerios.

Todo este aparente “triunfo” del mal sobre el bien, no escapa a la vista del Señor. Aquel
que todo lo ve y procede con justicia tiene una salida para todo aquel que ha padecido y
sido despojado injustamente por ser fiel al Señor y a la causa del Evangelio. La recompensa
de Dios para todos ellos es la Unción de restitución.

El alcance de la restitución es doble: a) Aquí en la tierra y b) en el cielo (v.30). Aquí en la


tierra es dónde se nos asegura la restitución del mil por ciento de interés. En el cielo no
necesitaremos nada pues allí estaremos completes de todo pero aun así existe una
restitución celestial.

PROYECTO
Entrega para Octubre 29 y 30

Recoge algunos testimonios de restitución de la siguiente manera:


1. Pregunta entre tu familia o familiares sobre un testimonio de restitución y escríbelo
tal cual te lo contaron indicando tu propia reflexión sobre lo sucedido.
2. Averigua en tu congregación o grupo de oración otro testimonio más de restitución,
escríbelo, y luego también escribe tu propia reflexión.
3. Busca en tu Biblia o una buena concordancia textos que hablen sobre la restitución
diferente a los que encuentras en este material y escríbelos.

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