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Antonia Ronda Ortiz

Cátedra historia de las ideas


Profesor Diego Pérez
7/09/2018

Análisis de “¿Qué es la ilustración?” en la formación de la Idea Moderna:


Racionalismo y Empirismo.

“La única gran revolución no es otra que la del pensar”


Immanuel Kant

Uno de los pensadores más influyentes de la era moderna fue Immanuel Kant
(1724-1804), filósofo, profesor y geógrafo alemán. Nació y vivió en el
denominado siglo de las luces, cuando marchaba a toda máquina la ilustración
sobre la que escribe. La importancia del filósofo radica en la profundidad de sus
ideas y en la magnitud del cambio que introdujo en el pensamiento filosófico y
en el pensamiento humano en general.

La filosofía kantiana es la cúspide del pensamiento moderno ya que en ella se


interponen de un modo profundo y trascendente los tres principales
movimientos de la época (Siglo XVIII): el Racionalismo, el Empirismo y la
Ilustración.

De hecho, el pensamiento kantiano no puede ser comprendido adecuadamente


si no es desde la perspectiva de los intereses e ideales de la Ilustración, la cual
trata de una época histórica donde el eje central es el intelectualismo (usos de
la razón) que representa y modela la cultura. Es por esto, que puede decirse
con toda objetividad que el pensamiento kantiano representa la culminación de
la filosofía del siglo XVIII.

Para situarnos en contexto debemos tener claro que, para Kant, la razón es
distinta del entendimiento. Comprendiendo por razón o inteligencia, el
emergente biológico que hace posible el entendimiento, es decir, el sensor
lógico que da validez a la conexión entre un conocimiento y otro. Mientras que
el entendimiento es la conexión de todos nuestros conocimientos, la cual nos
permite interpretar la realidad de la forma en que la vemos.

En el siglo de la Ilustración predominaban en Europa estas teorías filosóficas


que estaban enfrentadas y que de alguna u otra forma luchaban por imponerse
la una sobre la otra, el Racionalismo y el Empirismo. Pero ¿Qué es la
ilustración?, este es el punto de partida del ensayo de Kant que responde a un
tema planteado por Johann Friedrich Zöllner, que hasta la actualidad es
relevante.

¡Sapere aude!, “Ten el valor de servirte de tu propio intelecto” o “atrévete a


pensar” Es el lema de la ilustración que, según el autor, es un proceso interno
de cada ser humano, el cual corresponde a la liberación del hombre de su auto
culpable incapacidad, incapacidad de servirse de su entendimiento sin verse
guiado por algún otro, esto es, la minoría de edad, o sea, la incapacidad de
pensar por sí mismo. Lo que Kant nos transmite es que el hombre debe tomar
las riendas de su uso de la razón y no estar a expensas de lo que diga el otro.

De esta manera, a quien le falta el entendimiento, es decir, el que no es


inteligente, resoluto, valiente, ni con iniciativa propia estará condenado a
permanecer permanentemente en la minoría de edad. Aunque la mayor parte
de la humanidad piensa que dejar la minoría de edad es peligroso y molesto,
sin embargo, no es nada más que por la propia comodidad.

¿Cuáles son los obstáculos a la ilustración? Si eres perezoso, si eres cobarde,


estarás condenado irremisiblemente a permanecer en la minoría de edad, lo
cual no es lo peor. Lo terrible es que habrá quienes se aprovecharán de tu
condición de menor de edad y querrán gobernarte. Dado claramente a que es
más sencillo permanecer en la pereza y que nos den todo pensado para que no
tengamos que hacerlo nosotros mismos.

(El paso que va de la explicación resolutiva planteada como respuesta por


Kant a la pregunta por la aufklärung, a sus alcances epistemológicos
-vinculados a su trilogía Crítica de la teoría del conocimiento-, debe ser más
precisa y clara. En este ensayo, esa claridad y precisión, pues, no existen.
Puntualmente, este es el punto, o el paso, más interesante de la obra estético-
política de Kant: verificar los universos y alcances de la utilidad de la razón, a
mano de la naturaleza de los individuos, para ser aplicados en una esfera
antropológica y simbólica, y no, estrictamente, en una dimensión metafísica)

Para una mejor comprensión de la teoría del conocimiento kantiano, la cual


intenta resolver la oposición entre el racionalismo y el empirismo criticándolas,
debemos tener en cuenta que Immanuel Kant se basa en los conocimientos
aportados por las dos ciencias ya existentes en ese entonces. Newton había
establecido los principios de la ciencia Física, y estudios Matemáticos
(geométricos y aritméticos) habían sido expresados a través de antiguos
teoremas.

Por una parte, nos encontramos con el racionalismo de la mano del francés
René Descartes, el cual argumenta que todo nuestro conocimiento tiene
su origen en la razón (res cogitans), confiando en la razón y en la capacidad de
la duda para conocer el mundo tal y como es, afirmando que las ideas son
innatas al hombre, y que no se necesita de los sentidos para aprender. Ésta
aplicando el método correcto puede aspirar a conocerlo todo.

Por el contrario, Kant distingue entre los usos de la razón y somete a crítica
tanto los usos como la capacidad de esta. Frente al francés que duda de todo
menos de la evidencia racional del ‘cogito’, nos encontramos con el alemán que
funda su teoría del conocimiento en la determinación de los límites de las
capacidades cognoscitivas del ser humano y en especial de la razón pura.

¿Cuáles son las condiciones de posibilidad y los límites de la ilustración? La


libertad de pensamiento y expresión. Libertad de pensamiento significa
liberarse de los prejuicios y de la autoridad, mientras que libertad de expresión
significa hacer un uso público de la razón. ¿Por qué el uso público de la razón
es la única condición de la ilustración? ¿Qué es el uso público? ¿En qué se
diferencia lo público de lo privado? El uso público es aquel uso de la razón que
está definido por un libre, ilimitado y restricto despliegue de los conocimientos
personales. Mientras que el uso privado de la razón es el ejercicio reflexivo que
uno posee, que es donado o bien es entregado a la esfera libre de la razón, la
cual es funcional al sentido común.

Estos usos posibles de la razón, mencionados con anterioridad son los que
provocan a la ilustración, generando así un progreso del conocimiento.

Contrario al “pienso, luego existo” de Descartes se posiciona el empirismo


encabezado por John Locke, sosteniendo que el origen y el limite del
conocimiento humano es la experiencia, ya que cuando nacemos nuestra
mente esta exenta de cuestiones anteriores. Es decir, solo es real y existe lo
que podemos conocer por los sentidos, percepciones e impresiones que luego
que se transformarán en ideas.

Afirmando que solo hay conocimiento cuando a los elementos racionales del
pensamiento se les suma la experiencia sensible. Kant despertó del «sueño
dogmático» tras leer las críticas de Hume al racionalismo, y se convenció de
que nuestro conocimiento no puede extenderse más allá de la experiencia.

Sin embargo, Kant menciona: “las razones por sí solas no valen, son vacías, y
las experiencias por sí solas tampoco valen, son ciegas. Las dos juntas se
complementan, los conocimientos empiezan con la experiencia, pero se
completan con la razón”. Lo que nos quiere decir es que la experiencia necesita
de ideas, las cuales nos abren camino a nuestro pensamiento y conciencia.

Según la teoría kantiana, el conocimiento comienza con la experiencia, pero no


todo conocimiento proviene de la experiencia, es decir que la experiencia pone
en ejercicio la capacidad de conocer, pero ella solo concede conocimientos a
posteriori, particulares y contingentes; los conocimientos a priori, universales y
necesarios, sólo pueden derivar de la misma mente y son independientes de
cualquier experiencia. Las ciencias se basan en los conocimientos a priori. El
conocimiento empírico es una mezcla entre lo que se recibe por medio de
impresiones sensoriales y lo que a ello añade la mente.

De esta manera Immanuel Kant pretende establecer una nueva filosofía, el


“idealismo transcendental” representando la síntesis entre estas dos grandes
corrientes del pensamiento moderno occidental, el Racionalismo y el
Empirismo, para superar el Dogmatismo, que pretende conocerlo todo, y el
Escepticismo, que niega el conocimiento objetivo, en donde no se encuentra
ninguna opinión segura.

¿Vivimos en una sociedad ilustrada? “La ilustración es un ejercicio libre de la


razón”, nos dice Kant. Pero, en realidad, solo es libre cuando no estamos
obligados por nuestros deberes sociales, como el trabajo, el colegio o la
universidad. Los cuales forman parte del uso privado de nuestra razón, usando
nuestra inteligencia de forma limitada o restringida en post de los fines de
nuestros deseos para de cierta manera mantener funcionando la sociedad.

¿Es posible prohibir toda ilustración de la humanidad? Es imposible desde una


modalidad voluntaria, porque siempre habrá quien quiera indagar más para su
propio conocimiento y así corregir de buena fe sus creencias. Sí existe una
condición o límite al libre pensamiento, esta es la libertad espiritual. Mientras
más libres para pensar seamos los humanos, más podemos entender y llegar
entre nosotros a consensos, los cuales obedeceremos con la mayor disposición
garantizando la paz y el bien estar de la sociedad.

Según Kant, un factor importante para que el proceso de ilustración se


complete es la libertad, más específicamente la libertad del uso público de la
razón, ya que el mismo permite y alienta el razonamiento de este. Sin embargo,
nuestra sociedad actual limita este factor. No deja que el hombre siga el
proceso de razonamiento con libertad, sino que lo llena de manuales,
instructivos y direcciones que lo vuelve sistemático y al mismo tiempo lo limita.

La frase “La ilustración es la salida del hombre de su culpable incapacidad”,


tiene un contenido crítico muy alto. Es una frase absolutamente actual, si bien
se escribió a finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX. Si nos
preguntáramos si la humanidad es crítica y capaz de pensar por sí misma,
pues la respuesta sería que muy poco.

Por lo tanto, ¿somos ilustrados? No, pero podemos estar en camino de serlo.
Por esto es una frase que vale la pena aprender de memoria, porque nos
conviene llevárnosla con nosotros para recordarnos que somos capaces, que
no debemos tener miedo, y no debemos ser perezosos al momento de pensar,
porque simplemente es un tesoro.

El tiempo del autor es el de la ilustración como movimiento cultural y no el de la


sociedad ilustrada, cuyo objetivo final es el de razonar libremente y sin
depender de otros para hacernos una idea del mundo, y sacar provecho de lo
aprendido para ajustar nuestras creencias y acciones, acercándonos de esta
manera a la felicidad.

Esta sociedad ilustrada a la que se aspira solo sobrevendrá una vez que los
ciudadanos estemos menos agobiados por nuestros deberes civiles, pero
básicamente cuando tengamos el valor de usar nuestra inteligencia y
abandonemos nuestra condición de menores de edad.

Lamentablemente el sueño de la ilustración es un proyecto inconcluso, porque


su lucha no era la de los “buenos contra los malos”, sino la de lograr que toda
la humanidad entendiera y trabajara junta para maximizar su felicidad.
El ensayo posee una amplia exposición conceptual, lo que permite recoger los
elementos necesarios para una nutrida dimensión reflexiva. No obstante, la redacción no
acompaña del desarrollo formativo del ensayo, que pretende vincular los elementos más
trascendentales de la filosofía kantiana con sus antecesores. Por ejemplo, la noción de
síntesis a priori, acaso tiene una sola mención; siendo que dicha conceptualización es el
eje medular de la teoría kantiana del conocimiento.

De todas formas, el ensayo cumple con las expectativas de adquisición de conocimiento


para esta tercera unidad; se hacen referencias precisas a autores revisados en cátedra,
además de concentrarse una alta dosis de referencias externas. En vista de este último
aspecto, se sugiere coordinar de mejor manera los sistemas de citas y referencias. Para
así evitar confusiones autorales y reflexivas al respecto.

CALIFICACIÓN FINAL: 5,0

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