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Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje Némero 17-18, enero-diciembre de 1998, p4gs. 7-21. Introduccién: La argumentacién entre enunciacién e interaccién' Christian Plantin Ademds de una breve presentacién de los articulos incluidos en este numero de Escritos dedicado a la argumentaci6n, el editor invitado nos ofrece una revision historico-critica de las reflexiones en torno a la argumen- tacién realizadas durante el iltimo siglo, diferenciando conceptos tales como argumento, argumentacion, nego- ciacion, interaccion, conflicto, etcétera. “RENACIMIENTO” O RELEGITIMACION DE LA RETORICA. ARGUMENTATIVA? Los estudios sobre la argumentacién emergen de un proceso * dramatico en el que los fugares comunes sobre la “restriccién”, el “fin”, la “desaparicién” de la retérica sirven de estimulo para anunciar su “revitalizaci6n” y su “renacimiento” o su “refunda- cién”. Esta presentaci6n corre el riesgo de ocultar una realidad histérica m4s compleja, cuya exposicién adn est4 por hacerse. En Francia, en este siglo, tres puntos han sido observados en el desarrollo de las reflexiones sobre la argumentaci6n. En primer lugar, al finalizar el siglo XIx la argumentacién 1 Mis més amplios agradecimientos para Clara Lorda, profesora de la Universidad Pompeu Fabbra de Barcelona, por su ayuda en la traducci6n. 8 Christian Plantin vinculada con la retérica no estaba olvidada sino deslegitimada. Esto respondia a varios aspectos. La argumentaci6n es la primera que puede relacionar las transformaciones de la \égica corres- pondientes a su misma época, en la que deja de ser “arte del pensamiento”, para matematizarse y devenir en una “escritura del concepto” -el Begriffschrift de G. Frege, fechado en 1879. Desde entonces, en opinidn de los ldgicos relevantes, la argu- mentaci6n no sera mas que el nombre de wna forma caduca de la l6gica. En efecto, a principios del siglo Xx, como diria Blanché, la légica clasica es superada por el “creptisculo de las evidencias”: “se pasa de la légica a las l6gicas que se construyen a voluntad. Asu vez, esta pluralidad de las ldgicas quita privilegios a la légica clasica, que no es ms que un sistema entre otros, como en la simple arquitectura formal, donde la validacién sdlo depende de su coherencia interna” (1970: 70, 71-72). En este proceso se presenta un cambio que puede observarse, por lo menos desde Ramus (Ong, 1958), en el cual juicio, légica y método deben ser pensados fuera de la retérica. El cambio se evidencia al comparar la Logica como arte del pensamiento que contiene, ademés de las reglas comunes, varias observaciones nuevas, propias para formar el juicio (titulo completo) de Ar- nauld y Nicole (1662) con el Tratado del arte de razonar (1796) de Condillac. En esta ultima obra “el arte del razonamiento”, completamente geometrizado, esta situado fuera de toda ldgica lingiiistica (asi, de la analogia sdlo se ha retenido la proporcién) (1796/1981: 130). En su axiomatizacién, la Idgica renuncia tanto asu funci6n rectora del pensamiento como a su funcién critica. Ya no proporciona la base del discurso racionalmente argumen- tado. Estos novedosos mundos cientificos han roto todo contacto con el Organon, sus practicas no tuvieron que ver mas con las de la argumentacién discursiva. Sin embargo -siempre en Francia-, el instrumento retérico- argumentativo se reencuentra, bien ubicado, utilizado y teoriza- do, dentro del campo de la reflexi6n y de la polémica religiosa. Habria que profundizar en sus lazos con la filosofia neotomista. Se sabe que en la enciclica Aeterni patris (1879, icoincidencia!) La argumentaci6n entre enunciaci6n e interaccién 9 Le6n XII hizo del aristotelismo, reinterpretado por Tomas de Aquino, la filosofia oficial de la Iglesia, promoviendo asi una visi6n de la légica como fundamento del pensamiento, en un momento preciso en el que esta orientacién estaba cientifica- mente desplazada. Es la época durante la cual florecen las Apologias que movi- lizan todos los recursos de la argumentaci6n para confrontar las aportaciones y las investigaciones de las ciencias naturales y filolégicas.? De manera complementaria, se constata sin sorpresa que la argumentacidn ocupa un buen lugar, junto con todas sus implicaciones metodolégicas y consideraciones sobre los sotis- mas, en los manuales de filosofia de inspiraci6n neotomista -estos manuales, a los que cambia de rumbo, se levantan en contra de las concepciones formalistas de la ldgica. Es particu- larmente interesante encarar o analizar en esta perspectiva? la Pequeria légica de Maritain, en la cual la exposicién procede ain de la base de un “marco de operaciones del espiritu” (1966: 5). En fin, en el seno de los estudios literarios, la retérica es igualmente rechazada por los modernistas, partidarios de la ciencia; es decir, de la “historia literaria”, contra la retérica jesuita y las humanidades.‘ Tradicionalmente ligada a la retérica, la argumentacién se encuentra entonces, una vez mas, en “mal lugar”, excluida de la universidad republicana francesa. Si esta hipétesis esta més o menos fundamentada, permite entrever las razones profundas del “eclipse” de la argumenta- cidn, que no tiene que ver con la negligencia y el olvido. Separada 2 Ver por ejemplo, J. B. Jaugey, Diccionario apologético de la fe catélica, Paris, s/f (Prefacio fechado en 1889). 3 La l6gica clasica continia siendo objeto de exposicién sistemética. Otra obra de F. Maritain, citada por F. Chenique, 1975, Elementos de logica clasica: T. 1: El arte de pensar y de juzgar, T.2: El arte de razonar. Parfs: Dunod (“Légica e informacién”); J. Dopp, 1967, Nociones de légica formal, Louvain/Paris: Publicaciones Universitarias de Louvain/Béatrice-Nauwelaerts; J. Tricot, 1973, Tratado de légica formal, Parfs: Vrin (3a. ed.) Las relaciones entre la légica clasica y la argumentaci6n deberfan ser continuadas. 4 Compagnon, A. 1983: La tercer repiblica de las letras, Parts: Le Seuil, p. 94, etc.

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