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EL PRINCI´PIO DE IMPARCIALIDAD

I. MARCO LEGAL
- Declaración Americana de los Derechos Humanos
- Corte interamericana de Derechos humanos
- Constitución Política del Perú (implícito)
- Código Procesal Penal (Explicito)
- …

II. CONTENIDO

EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD EN EL DERECHO PERUANO

Es un PRINCIPIO fundamental que orienta teleológicamente el proceso penal


actual. La IMPARCIALIDAD, es la razón de ser y el fin màximo de la función del
Juez. Por ello deviene en fundamento y sustento de todos los demás principios,
los mismos que sólo pueden explicarse en función a la búsqueda de la
imparcialidad. Porque la Oralidad, la Publicidad, la Inmediación, la
Contradicción, la Igualdad de Armas, el Derecho a la Prueba y el principio de
Presunción de Inocencia, sólo pueden ser entendidos si se tiene en cuenta que
todos ellos, apuntan finalmente a lograr un debido proceso y dentro de éste
como cúspide del mismo, como objetivo final deseable del Estado democrático
social: lograr una decisión del Juez basada únicamente en el derecho y que no
sea arbitraria. (AARNIO Aulis: LA TESIS DE LA ÚNICA RESPUESTA CORRECTA Y EL
PRINCIPIO REGULATIVO DEL RAZONAMIENTO JURÍDICO. En: DOXA – CUADERNOS
DE FILOSOFIA DEL DERECHO, Publicaciones Periódicas, Universidad de Alicante, Nº 08,
1990, pp. 25-26) Y la única forma de lograr tal cosa, es a través de una decisión
imparcial, una decisión que se sujete estrictamente a lo que fluye de las
pruebas actuadas en el juicio oral, tras la puesta en práctica de todos los
principios que lo sustancian.
El ARTICULO I del Título Preliminar, del Código Procesal Penal peruano,
establece en su numeral 1, el Principio de Imparcialidad:

 1.- “La justicia penal es gratuita, salvo el pago de las costas procesales
establecidas conforme a este código. Se imparte con imparcialidad por
los órganos jurisdiccionales competentes y en un plazo razonable.”

EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD EN EL DERECHO INTERNACIONAL

 El artículo 8° de la Declaración Americana de los Derechos Humanos,


señala que “toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial establecido con anterioridad
por La ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formuladas
contra ella o para la determinación de sus derecho y obligaciones de
orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”.

 En este sentido, la Corte interamericana de Derechos humanos ha


señala que “la imparcialidad exige que el juez que interviene en una
contienda particular se aproxime a los hechos de la causa
careciendo, de manera subjetiva, de todo prejuicio y, asimismo,
ofreciendo garantías suficientes de índole objetiva que permitan
desterrar toda duda que el justiciable o la comunidad puedan
albergar respecto de la ausencia de imparcialidad” (Sentencia en el
caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo”) vs. Venezuela. F.j 56). Por ello, señala la Corte “el juez
debe aparecer como actuando sin estar sujeto a influencia,
aliciente, presión, amenaza o intromisión, directa o indirecta, sino
única y exclusivamente conforme a -y movido por- el Derecho”.

 Por otro lado, el Tribunal Europeo de Derecho Humanos, ha señalado


que “(…) debe recusarse todo juicio del que se pueda legítimamente
temer una falta de imparcialidad. Esto se deriva de la confianza que
los tribunales de una sociedad democrática deben inspirar a los
justiciables (…)” (Caso De Cubber contra Bélgica, del 26 de octubre de
1984.)

LA TEORIA DE LA APARIENCIA

Constituye un aporte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos[9],


desarrollada por el Tribunal Constitucional Español (Auto:026/2007 -
Caso0020Pérez Trempes: el Tribunal señala que “un modelo de Juez
rodeado de la apariencia de imparcialidad, no sólo en la realidad de su
desconexión con las partes y con el objeto del proceso, sino también en
su imagen, eliminando cualquier sombra al respecto cuando existan
elementos objetivos que puedan justificar una apariencia de
parcialidad”) y recogida por el Tribunal Constitucional peruano (STC
0512-2013-PHC/TC [¨Caso Jesús Giles Alipazaga y otros) que se
resume en el aforismo de que el “no basta que el juez sea imparcial,
sino que debe parecerlo”. De allí que se diga que el Juez debe
exteriorizar una postura de relación lo razonablemente equidistante de
ambas partes, de manera que el proceso judicial cumpla mínimamente
con las exigencias derivadas del derecho al juez imparcial, toda vez que,
como lo señala el Tribunal Constitucional Español “El Juez imparcial,
no es sólo un derecho fundamental de las partes de un litigio, es
también una garantía institucional de un Estado de Derecho
establecida en beneficio de todos los ciudadanos y de la imagen de
la Justicia, como pilar de la democracia

 Por ello, como lo sostiene el derecho internacional de los derechos


humanos, la apariencia de imparcialidad, constituye un presupuesto de
un juicio justo, toda vez que el juez será imparcial cuando sus actos
expliciten justamente esta posición dentro de un proceso, de manera
éste sea considerado como justo y equitativo.
DOBLE DIMENSION DE LA IMPARCIALIDAD

La Corte Suprema de la Republica ha señalado que respecto al Magistrado


que habrá de conocer y resolver un caso concreto, deben ventilarse dos tipos
de condiciones:

A. imparcialidad subjetiva
Que se refiere a su convicción personal de un magistrado se presume
hasta que se pruebe lo contrario, por tanto, para dar lugar al
apartamiento del juez del conocimiento del proceso en dicho caso,
tienen que haberse corroborado que éste adoptó posición a favor de
alguno de los interés en conflicto; y

B. imparcialidad objetiva
Referido a si el juzgador ofrece las garantías suficientes para excluir
cualquier duda razonable respecto a la corrección de su actuación;
siendo que para que el juez se aparte del conocimiento del proceso en
dicho caso, tendrá que determinarse si existen hechos ciertos que, por
fuera de la concreta conducta personal del juez permitan poner en duda
su imparcialidad, no exigiéndose la corroboración de que el juez haya
tomado partido por alguno de los intereses en conflicto, basta la
corroboración de algún hecho que haga dudar fundadamente de su
imparcialidad, dado que un juez cuya objetividad en un proceso
determinado está puesta en duda, no debe resolver en ese proceso,
tanto en interés de las partes, como para mantener la confianza en
la imparcialidad de la administración de justicia” (R N. N° 997-
2012. F.j. 3. Caso Martínez Salgado)

La imparcialidad como garantía jurisdiccional

Como se ha dicho en la parte introductoria la garantía de imparcialidad


del juez hace posible que quien se encarga de dirimir una controversia lo
haga sin ningún interés más que el de resolver el conflicto aplicando el
derecho y la justicia. Así, por ejemplo la Corte Suprema de la República
ha señalado que la imparcialidad “(…) en materia jurisdiccional, está
dirigida a evitar que en la resolución de los casos incidentales o de
fondo, quien ejerza la función jurisdiccional no se guíe por algún
interés distinto a la adecuada aplicación del Derecho –su conducta
debe ser la de un tercero ajeno a los específicos intereses de las
partes procesales-, lo cual tiene correspondencia con la razón de
ser de los Jueces y Tribunales, esto es la necesidad de que alguien
distinto a las partes a a sus intereses sea quien decida respecto al
conflicto social que se ha suscitado declarando la existencia de un
hecho e imponiendo la consecuencia jurídica que resulte adecuada
al Derecho, siendo en cada caso particular o concreto en donde se
tendrá que exigir, controlar y garantizar que quien imparte justicia
I(Juez o Tribunal) no se encuentre contaminado por intereses
ajenos a la legítima resolución del caso que ha sido puesto en su
conocimiento” (R.N N° 519-2012. F.J. 3. Caso Chacón de Vettori)

Así por ejemplo, si un juez adelanta opinión sobre aquello que debe
resolver, evidentemente ha quebrantado el principio de imparcialidad.
Cabe recordar lo que la Corte Suprema ha indicado (R. N. N° 519-2012-
Caso Cecilia Chacón de Vettori) que, si los jueces realizan valoración
respecto a la responsabilidad penal de aquel acusado antes de dictar
sentencia, significa adelanto de opinión y, por ende, la imparcialidad
objetiva no está garantizada para seguir conociendo el proceso . Por
tanto, cuando el Juez se identifica con alguno de los intereses en juego,
que entre otros supuestos, por ejemplo, si adelanta juicio de valor, el
Tribunal Constitucional ha precisado que dicho proceder inclina la
balanza de la justicia: “dicho proceder (…) inclina la balanza de la
justicia hacia una de las partes (agraviada) lo cual se traduce en una
grosera afectación del derecho de la recurrente a ser juzgada por un
órgano jurisdiccional imparcial, viciando de este modo la pulcritud
jurídica con la que se debe tramitar un proceso, más aún uno de
naturaleza penal en la que está en riesgo un bien jurídico tan
trascendental para el ser humano, esto es su libertad (…)” .
EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD Y OTROS DERECHOS
CONEXOS

EL DERECHO AL JUEZ IMPARCIAL

El derecho a ser juzgado por un juez imparcial forma parte esencial del debido proceso
y constituye un requisito indispensable de un Estado democrático de derecho. Por ello
decimos que esta relacionado al principio de Imparcialidad ya que si este
principio se ve vulnerado, también se afecta el derecho a un juez
independiente e imparcial y consecuentemente, la tutela jurisdiccional
"efectiva

Dentro de la esfera del derecho internacional de los derechos humanos


la imparcialidad del juez se manifiesta como una expresión del derecho
humano al debido proceso.

En efecto la Corte Interamericana de Derechos Humanos señala que “el


derecho a ser juzgado por un juez o tribunal imparcial es una garantía
fundamental del debido proceso. Es decir, se debe garantizar que el juez
o tribunal en el ejercicio de su función como juzgador cuente con la
mayor objetividad para enfrentar el juicio. Esto permite a su vez, que los
tribunales inspiren la confianza necesaria a las partes en el caso, así
como a los ciudadanos en una sociedad democrática” (Sentencia de 2 de
junio de 200(Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas) Caso
Herrera Ulloa Vs. Costa Rica. F.J. 171)

Dentro de esta misma perspectiva, pues no podría ser otra, el Tribunal


Constitucional peruano ha reconocido que, el derecho al juez imparcial
es un derecho fundamental implícito que se fundamenta a partir del
principio de dignidad humana y del modelo de estado democrático de
nuestro Estado.
Al respecto el TC sostiene que si bien es cierto que “el derecho a ser
juzgado por jueces imparciales no se encuentra reconocido
expresamente en la Constitución. Ello, sin embargo, no ha impedido a
este Tribunal reconocer en él a un derecho implícito que forma parte de
un derecho expreso. A saber, del derecho al debido proceso, reconocido
en el inciso 3) del artículo 139 de la Constitución” (STC N° 6149-2006-
AA/TC. F.j. 48.). Por tanto, señala el TC que “El status del derecho al juez
imparcial como uno que forma parte del debido proceso, se deriva de la
Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución, que exige que
las disposiciones constitucionales mediante las cuales se reconocen
derechos fundamentales se interpreten y apliquen de acuerdo a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados y
acuerdos internacionales sobre las materias que hayan sido ratificadas
por el El Juez imparcial, no es sólo un derecho fundamental de las
partes de un litigio, es también una garantía institucional de un Estado
de Derecho establecida en beneficio de todos los ciudadanos y de la
imagen de la Justicia, como pilar de la democracia. Estado peruano[3]

DERECHO A LA TUTELA JURISDICCIONAL EFECTIVA

El derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva, reconocido en


el artículo 139º, inciso 3) de la Constitución, es el que tiene toda persona
“a que se le haga justicia”, es decir, que cuando pretenda algo sea
atendida por un órgano jurisdiccional mediante un proceso dotado de un
conjunto de garantías mínimas.

Como tal, constituye un derecho por decirlo de algún modo "genérico"


que se descompone en un conjunto de derechos específicos
enumerados, principalmente, en el mencionado artículo, o deducidos
implícitamente de éste. Dentro de estos derechos cabe destacar, entre
otros, el derecho a un juez independiente e imparcial. La imparcialidad
del juez no sólo constituyen principio y garantía de la administración de
justicia, sino también una garantía de quienes acuden a los órganos
jurisdiccionales en busca de justicia.
Al respecto, el TC sostuvo en el fallo comentado: "Debe tomarse en
cuenta que si bien, prima facie, la imparcialidad e independencia son
garantías consustanciales y necesarias para una correcta administración
de justicia, éstas han de entenderse, a su vez, como garantías para los
imputados (garantía a ser juzgado por un tribunal independiente e
imparcial), configurándose, de este modo, su doble dimensión" Ello
resulta conforme con lo fijado en el artículo 8.1 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.

INSTRUMENTOS DE GARANTÍA

La constitucionalidad del derecho le posibilita al justiciable el acceso a los


procesos constitucionales para sostener su viabilidad: el proceso de amparo es
la vía natural por la que se ha de sostener su defensa. No obstante, pudiera
sostenerse, en casos excepcionales a través del habeas corpus, si de su
afectación pudiera derivarse riesgo o afectación a la libertad del justiciable.

En la vía procesal específica de los casos concretos, se especifican otras


modalidades institucionales que pretenden garantizar la imparcialidad
jurisdiccional, que se materializan –para el caso del nuevo modelo procesal
penal- en las figuras procesales de la inhibición y la recusación que aparecen a
partir del art. 53 del Código Procesal Penal del 2004. Si el derecho al juez
imparcial –en el proceso penal- garantiza que se juzgue al acusado sin
contaminación procesal –es decir, sin consideraciones personales,
sentimientos, pasiones, prejuicios o valoraciones previas- que ponga en riesgos
la serenidad del juicio, la objetividad y neutralidad, corresponde que el propio
derecho señale cuales son las condiciones para el apartamiento de quien no
las garantiza.

La inhibición y la recusación son mecanismos procesales que tienen como


objeto el apartamiento del conocimiento del proceso de un determinado juez
siempre concurran circunstancias que afecten su imparcialidad14. La diferencia
de una con otra institución se deriva del sujeto que las hace efectiva: mientras
la inhibición supone la actuación propia del juez que -reconociéndose parcial-
se aparta del proceso; la recusación es un derecho de las partes interesadas
que denuncia la arbitrariedad del magistrado. La norma procesal señala un
catálogo de causales para su atención, la pregunta es ¿es una lista cerrada?
¿Cuándo se puede hablar de interés indirecto? ¿Qué supone la intervención
previa como juez? ¿Qué se puede entender por “motivos graves que justifiquen
cualquier otra causa”? Aun cuando en este artículo no se pueda abarcar todas
las cuestiones planteadas, dada nuestra revelada intención de evaluar el
conocimiento o intervención previa del juez de modo particular, sí que conviene
definir si las causales de inhibición o recusación deban definirse de modo
exhaustivo o sí es que compete que los tribunales bajo una fórmula laxa
puedan introducir causales no previstas por el legislador.

Nuestro código procesal penal establece en el art. 53 inc. 1 , lit. e, que los
jueces se inhibirán (o podrán ser recusados, según el art. 54 inc. 1 de la ley
adjetiva) “Cuando exista cualquier otra causa, fundada en motivos graves, que
afecte su imparcialidad”. Ésta formulación nos indica que nuestro legislador ha
preferido un catálogo abierto de posibles causales de separación del juez al
exponer en el último inciso una fórmula que posibilita añadir aquellas otras que
se justifiquen en motivaciones de gravedad. Como dice, Cortes Nina, es una
cláusula abierta “condicionada a un motivo grave” (CORTEZ NINA, Edilberto
Jorge: El derecho a un juez imparcial. Alerta Informativa, en
file:///C:/Documents%20and%20Settings/Administrador.PODERAE9E6AE8C/Mi
s%20documentos/Downloads/Cortez%20Nina.pdf)

Esta última causal, como hemos indicado, nos revela que nos encontramos
ante una cláusula abierta, y dice Castillo Córdova, que dado que la
imparcialidad judicial se evalúa en cada caso concreto, tal como se reconoce
tanto en la jurisprudencia constitucional española como en la derivada del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, corresponde que, aun cuando es el
legislador quien define el catálogo de causales; a partir de la identificación de
supuestos distintos a los legislativos, el juez debe apartarse si es que estos de
derivan de la jurisprudencia o de la legislación supranacional (CASTILLO
CORDOVA, “El derecho fundamental…” p. 140.). Aún remitidos a cada caso, la
propuesta de apartamiento debe estar “objetivamente justificada”.

Sin perjuicio de la posición legislativa procesal de nuestro país y su justificación


doctrinal, no puede dejar de señalarse que, hay quienes sostiene la posición
contraria: la lista de causales es taxativa y no permite, ni siquiera,
interpretaciones analógicas para la intromisión de nuevos supuestos de
inhibición. Esta posición se encuentra anotada en la jurisprudencia española,
derivada de Tribunal Supremo en sentencias de 20 de mayo de 1997, 20 de
enero de 1996, así como en la sentencia 138/1994 de la Sala Primera del
Tribunal Constitucional y que son recogidas como modelos por Nataren
Nandayapa (NATAREN NANDAYAPA, Imparcialidad objetiva… o.c. p. 80)

Empero, regresemos a la adopción legislativa nacional. Se adecúa no sólo a


las justificaciones ya ofrecidas, sino que, además posibilita que el juez pueda
decidir en situaciones en las que derecho de rango constitucional se hagan
incompatibles, dígase: el derecho al juez imparcial y el derecho al juez
determinado por la ley. Picó i Junoy sostiene que una interpretación rigurosa no
garantiza la debida imparcialidad judicial, para cuyo efecto se requiere la
intencionalidad de asegurar la finalidad de la norma. No obstante, dicha
posibilidad siempre requiere aplicación responsable de la misma. De hecho, el
art. 40 inc. 11 de la Ley de la Carrera Judicial, expone una causal genérica de
impedimento judicial (que puede ser alegada como causal de inhibición o de
recusación) que hace referencia a las relaciones previas laborales, parentesco
con personas que laboran en instituciones demandadas, etc. que por su
amplitud ha motivado la necesidad de expedir lineamientos específicos para la
correcta aplicación de la indicada causal, exponiendo aquellos supuestos
fácticos que no podrán ser subsumidos en ninguno de las posibilidades que el
citado artículo permite. El objeto de la directiva es identificar “una serie de
supuestos que no pueden considerarse como causales de impedimento a
invocarse por los jueces para conocer o seguir conociendo un proceso”
(Directiva 007-2011-CEPJ, Lineamientos que desarrollan la aplicación del inciso 11 del artículo
40 de la Ley de la Carrera Judicial, aprobada con R.A 276-2011-CE-PJ del 07 de noviembre de
2011). La relación de tales supuestos, según la misma directiva, no tiene
carácter del numerus clausus.

CONCLUSION

las garantías constitucionales del debido proceso, en este caso la


imparcialidad, constituyen límites al eventual ejercicio arbitrario de
administración de justicia de nuestros tribunales, que se fortalece con la
obligación de los jueces de dictar sentencias motivadas, respetar el derecho a
la igualdad y el principio de legalidad.

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