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Tercera Unidad: Filosofía política

El surgimiento de la idea de Estado Moderno en Hobbes


Profesora María José López
Integrantes: Gabriel Bravo, Felipe Zegers, Rodrigo Barra, Nicole Rodríguez, Carlos Budnevich.

1. Cuáles son las partes que componen el libro El Leviathan, cómo se relacionan, y
colaboran en la unidad de la obra.
La obra de Hobbes, puede entenderse a grandes rasgos como una justificación del Estado
absoluto, bajo la propuesta teórica del contrato social, basada en una nueva institucionalidad,
como fundamento de las sociedades y de los gobiernos legítimos, en tiempos de transición entre lo
medieval y lo moderno.
En la primera parte, titulada: Del Hombre, encontramos una explicación y descripción
sobre la naturaleza y comportamiento del ser humano individual, para luego desde ahí estudiarlo
en sociedad. El Leviatán es una representación del hombre como hombre artificial. En la
introducción, Hobbes (2009) se refiere al dicho “nocse te ipsum” (p.14) apuntando al
conocimiento de uno mismo y las semejanzas de unos con otros que permiten comprender al ser
humano y su comportamiento en sociedad para, consiguientemente, crear el artífice Leviatán
como representación superior del ser humano: “Es éste de mayor estatura y fuerza que el natural,
para cuya protección y defensa fue concebido” (p. 13). De este modo, la primera parte se
constituye como punto de origen en la propuesta del Estado Hobbesiano en tanto demostración del
origen y necesidad de la soberanía del poder civil (necesidad dada de la comprensión del hombre
en su estado de naturaleza como un “todos contra todos”) y así mismo la base justificativa del
Leviatán mismo. En la segunda parte denominada Del Estado, Hobbes mostrará la construcción
del Estado desde los derechos de los soberanos y la imaginación de los mecanismos civiles y
legislativos del Estado. Podemos comprender una conexión de esta parte con la primera, en tanto
manifestación y proceso de erigir el Leviatán en la sociedad. La tercera parte del libro llamada Del
Estado Cristiano trata acerca del cristianismo de la época y de qué manera éste se manifiesta en el
Estado propuesto por Hobbes. Aquí podríamos hacer una distinción respecto a las dos partes
anteriores de la obra: si estas son la teoría y puesta en marcha de la propuesta de Hobbes, la
tercera parte es también una necesidad de su presente: Hobbes debe disputar su noción de Estado
como separación del poder civil de la religión, a los poderes religiosos de la época, que se oponen
fuertemente a la teoría política del Leviatán. Así, buscará mostrar de qué manera se hace
compatible el Estado como poder civil con una noción de Estado Cristiano que es representación
del reino de Dios en la tierra, pero siempre teniendo a la vista que el poder del soberano descansa
en la sociedad. La última parte del libro se denomina Del Reino de la Oscuridad, aquí Hobbes
trata respecto a las condiciones de un mundo donde persiste la confusión de poder entre civiles y
religiosos, además de desacreditar falsas creencias religiosas, argumentando que la
implementación política del Leviatán es necesaria para alcanzar un commonwealth que incluye al
cristianismo seguro. En esta parte podemos encontrar una preocupación respecto a “la
contaminación en la fe cristiana y sus apóstoles dada por las sectas Griegas de los imperios
Romanos y Helénicos” (Springborg, 2007 p. 1-2). Para Hobbes (2009), si bien la religión nos
puede dar importantes enseñanzas, ella tiene también importantes consecuencias que deben ser
consideradas: la supeditación del quehacer civil a supersticiones religiosas y con ella la pérdida de
la soberanía civil (p.106).
Así, podemos comprender las cuatro partes con cierta unidad explicativa: la primera es el
piso de fundamentación del Leviatán en tanto representación del hombre desde su comprensión
material y real. La segunda es propiamente la elaboración del Estado teniendo sus causas que
residen en la comprensión del ser humano mismo. La tercera y cuarta parte, a nuestro entender,
debe comprenderse con cierta noción histórica, pues El Leviatán no es un libro de teoría política
con fines meramente intelectuales, en él hay una interpelación directa a su presente histórico y a
las hegemonías religiosas de su época. Así, las dos últimas partes tienen también una noción
retórica de sí: para aceptar al el tipo de Estado propuesto por Hobbes, que no necesariamente,
implica una anulación del poder de la Iglesia, sino demostrar que ésta en su manifestación
histórica se contradice a una soberanía civil y, por tanto, debe ser reposicionada. Puesto que
examina las propiedades, fortalezas y debilidades de cada unidad social-nombradas anteriormente-
de ahí, que realiza un salto para proponer soluciones a los problemas de estas unidades sociales, en
el mundo material real.

2. De qué confusiones en nuestro acercamiento al objeto y al mundo surge la “religión de los


gentiles” y qué peligros entrañan estas confusiones.

Las nociones religiosas de los gentiles, como las de quienes siguen los mandamientos de la
sagrada escritura como mandamientos de dios, según Hobbes (2009) consisten en: creencia en los
espíritus, ignorancia de las causas segundas, devoción a lo que suscita el temor de los hombres y
tomar como presagio lo que es causal. Además, poderes invisibles, algo inanimado, inhabitado, o
poseído por tal o cual espíritu, Dios o diablo (p.104) y que “también divinizaron, y construyeron
templos en su honor, a meros accidentes y cualidades” (p.105). Podría decirse que esto es tomado
por Hobbes como una divinización del mundo material, y en ese sentido, se imposibilita el
conocimiento del mundo y de sus objetos bajo principios del entendimiento, en consecuencia los
hombres se encuentran menos preparados para crear y obedecer las reglas de la sociedad civil
(p.28). Las confusiones y supersticiones que entrañan las doctrinas religiosas, y cualquier tipo de
fanatismo que se funda nada más que en fantasías, ha engendrado que los hombres sientan más
miedo de cosas como: fantasmas, hadas, duendes, etc. que por el contrario de los fenómenos que
suceden “realmente” en la Naturaleza. (p.27) De modo que, podríamos entrever en ésta crítica a la
“religión de los gentiles”, que el poder que utilizan, toda aquella especie de “misticismo” para
someter a los hombres bajo su poder, resulta considerablemente peligrosa. Entre la invención de
figuras fantasmagóricas y la superstición, logran que exista cierta confusión al no saber distinguir
entre el sueño, y otras fuentes de fantasía, en contraste con la visión y el sentido. Así en el capítulo
XII sobre la Religión, considera como absurda la opinión de los gentiles: “Y en cuanto a esa parte
de la religión que consiste en opiniones concernientes a la naturaleza de poderes invisibles, no hay
nada que pueda nombrarse que no haya sido estimado entre los gentiles, en su lugar o en otro,
como un dios o un diablo; o imaginado por sus poetas como algo inanimado, inhabitado, o poseído
por tal o cual espíritu” (Hobbes, 2009, p. 105).
Así aquellas doctrinas religiosas, que con el pretexto que Dios puede hacer cualquier cosa
(Íbid, p.28), bajo un mandato divino (sea uno expresado por supuestos fenómenos anormales que
serían revelaciones, o los mandatos de la sagrada escritura) generan miedo y sometimiento de
aquellos que creen en éstas doctrinas.
En torno al análisis de la Religión, Hobbes aborda la psicología y la historia de la religión,
para analizar el por qué los hombres buscan las causas de aquello que desconocen y lo atribuyen a
eso desconocido y, por otro lado, para dar cuenta de las tensiones internas del discurso religioso
institucionalizado de la época. Hobbes crítica respecto a la idea de Dios el estatuto de ser la
condición de posibilidad de la investigación científica, toda vez que la investigación de las leyes
naturales parte necesariamente de su existencia. Pero al tiempo que sostiene la indispensabilidad
epistemológica de Dios, Hobbes (2009) enfatiza que los hombres no detentan una idea clara de
Dios en su mente, de suerte que hacen de Él "la creación de su propias fantasías”(p.32). Se sigue
por tanto, que la ignorancia de Dios, es decir, la ignorancia de las causas invisibles, y la
imposibilidad de prever lo que será el futuro es el origen de dioses y, en tal sentido, el caldo de
cultivo de la religión (Plata, O. 2006, Prax. filos. no.23). La obsesión de Hobbes por atacar las
falsas doctrinas religiosas, radica en que dichas doctrinas son utilizadas como instrumentos de
poder para someter a los hombres, lo cual considera incluso peligroso. Cabe destacar que Hobbes
no intenta anular el poder de la Religión, sino más bien, apunta a que la Iglesia, y todo el poder
eclesiástico, queden sometidos al poder del Soberano, representado por la figura del Leviatán. Por
esto mismo, Hobbes nos hace un llamado y explica que necesariamente debemos diferenciar la
verdadera religión, de la falsa, debido al abuso y manipulación que han hecho algunos “mal
intencionados” de la Sagrada escritura y la idea de Dios.

3. Que significa la guerra, según Hobbes cuál es su origen contenido y significado.


Hobbes, en el desarrollo de la primera parte de su obra Leviatán, comienza a describir un
supuesto estado de naturaleza (debe ser entendido como una hipótesis), siendo ésta la condición
natural en la que se encontrarían los hombres antes de la creación de un Estado civil. Comienza ya
en el capítulo XIII, a dilucidar cuáles son las condiciones del estado de naturaleza, y la noción de
guerra que de éste se deriva. El capítulo inicia con la siguiente frase: “La naturaleza ha hecho a
los hombres tan iguales en sus facultades de cuerpo y alma, [...] la diferencia entre hombre y
hombre no es tan apreciable como para justificar el que un individuo reclame para sí cualquier
beneficio que otro individuo no pueda reclamar con igual derecho” (Hobbes, 2009, p.113) De esto,
entendemos, que los hombres son iguales por naturaleza, y en esta condición natural, en tanto que
refiere a una igualdad de carácter material, todos tienen igualdad de facultades para lograr sus
fines. Esta condición de igualdad es dada ya que todos los hombres tienen experiencias más o
menos similares, podríamos llamarle “experiencia común”. Y ya que los hombres comparten más
o menos intereses similares, y son iguales en tanto sus facultades para conseguirlos, nace la
desconfianza entre ellos. Éste punto es central para la explicación del “estado de guerra”, pues de
ésta misma desconfianza, nace la guerra: “Si dos hombres desean una misma cosa que no puede
ser disfrutada por ambos, se convierten en enemigos...” (p. 114) Una de las condiciones del estado
de naturaleza es el tiempo permanente de guerra de cada hombre contra otro, pues los hombres
son iguales en cuanto a su fuerza, sus pasiones, sus necesidades, intereses, etc. y dado que habitan
el mismo territorio, se generará esta situación de conflicto, de aquí que Hobbes utilice la frase
Homo homini lupus est (“El hombre es un lobo para el hombre”) (Hobbes, 2000, p.33-34). En
tanto que el otro representa un enemigo, se generarán ataques entre unos y otros, en medida que lo
consideren necesario para preservar su propia seguridad, pues el modo razonable de protegerse de
tal desconfianza, es prever y controlar. Cada hombre compite con el otro, situación que además
no se limita a la mera actitud defensiva en pos de sobrevivir, sino que también puede ir más allá de
lo necesario, pues existen tres causas de disensión: 1) la competencia, 2) la desconfianza y 3) la
gloria. Estos tres tipos de conflictos nacen desde la necesidad de adueñarse de terrenos y conseguir
ganancias, por lograr seguridad, y por último para adquirir reputación. Todos los casos
mencionados conllevan el uso de la violencia, en menor o mayor grado. Es por esto que en este
estado de guerra, todos están expuestos a la amenaza de otro, fuera del “estado civil”, existirá
siempre la guerra de cada hombre contra otros hombres. En consecuencia tal situación, supone un
gran sufrimiento para los hombres, pues existe un constante miedo y un peligro de perder la vida
violentamente. Como bien describe Hobbes, en el estado de naturaleza: “La vida del hombre es
solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta” (p.115) La insistencia de Hobbes, en la tesis del
estado de naturaleza en donde los hombres conviven en un estado de guerra permanente, es el
desarrollo de una argumentación que vendrá a dar soporte a su explicación para la creación del
Estado absoluto, ya que el estado de guerra supone una disposición constante a batallar, de modo
que los hombres viven solamente bajo la seguridad que les procura su propia fuerza y habilidad.
Además, otras consecuencias del tiempo de guerra, se relacionan con el progreso, en tanto que en
el estado de naturaleza no hay sociedad, por tanto no hay lugar para el trabajo, ni el conocimiento,
para el cultivo de las tierras, la construcción, etc. Finalmente dadas todas las incomodidades que
supone el estado de guerra, es necesario, según la tesis de Hobbes (2009), crear un poder común
que los mantenga atemorizados a todos: “Las pasiones que inclinan a los hombres a buscar la paz
son el miedo a la muerte, el deseo de obtener las cosas necesarias para vivir cómodamente, y la
esperanza de que, con su trabajo, puedan conseguirlas” (p.117). Es así que gracias a las pasiones y
la razón de los seres humanos surge un acuerdo común, la creación del contrato social, el Estado
civil, que nace como respuesta al estado de naturaleza, debido a todas las consecuencias e
incomodidades que éste significa, y tiene como finalidad la seguridad de todos los individuos; ésta
dicotomía además será el camino argumentativo a la justificación del poder absoluto del Estado.

4. Cuáles son los derechos que no se pueden transferir y por qué razón no se pueden
transferir según Hobbes.
Hobbes comienza el capítulo XIV de la primera parte Del Hombre estableciendo lo que es
derecho natural y ley natural. Su diferencia radica en que el derecho “es la libertad que tiene cada
hombre de usar su propio poder según le plazca” (Hobbes, 2009, p. 119), mientras que la ley “es
un precepto o regla general, descubierta mediante la razón” (Ídem p. 119). Esta libertad de usar el
poder según le plazca es inherente a la naturaleza del ser humano, la cual se refleja en la condición
de guerra en que se encuentran los hombres previos al Estado civil. La ley natural, como bien
precisa, es descubierta por la razón- y un tanto las pasiones- lo cual es un establecimiento de
normas para la convivencia de los hombres, fuera del ámbito del derecho en donde todo vale.
“Porque mientras cada hombre se aferre al derecho de hacer todo lo que le plazca, todos los
hombres estarán en situación de guerra” (Íbid, p. 120). El hombre debe renunciar a su derecho de
hacer lo que tenga capacidad su poder, ya que de lo contrario seguirá en este estado de guerra en
medio de la inseguridad y la posibilidad de morir en cualquier momento.
“Siempre que un hombre transfiere su derecho o renuncia a él, lo hace en consideración a
que algún otro derecho le es transferido de manera recíproca, o porque espera de ello algún bien”
(Íbid, p. 121). Ningún hombre renuncia a algún derecho sin considerar un bien para sí mismo. La
renuncia es mutua entre los hombres, es un “bajar las armas” por medio de un contrato, el cual
responde a nuestra facultad racional. Para Hobbes, si bien se da y es necesaria entre los hombres
la renuncia mutua a ciertos derechos, puntualiza que no todos son renunciables ni transferibles. Es
así como un hombre no puede transferir ni renunciar al derecho de resistir a quienes pretenden
quitarle la vida, como tampoco a la resistencia al daño físico, las cadenas y el encarcelamiento.
Así, el Estado vendría a ser aquello que materializa el contrato entre los hombres,
primeramente, para mantener su seguridad e integridad, pero más importante aún para Representar
el poder del Soberano y preservar la unidad del Estado. De este contrato, y tomando atención en la
condición de guerra, se sigue que el individuo renuncia a un cúmulo de facultades dentro del
ámbito del derecho natural en proporción directa con su beneficio propio.

5. Es la fuerza de las palabras suficientemente fuerte para poder obligar a los hombres a
mantener los convenios.
La discusión acerca de si las palabras son suficientes para poder obligar a los hombres a
mantener los convenios, se enmarca dentro de varios aspectos, entre ellos, la problematización
respecto al derecho, su definición, su presentación en el contexto del estado de naturaleza, y las
implicancias que tiene para los individuos en lo que respecta a la consecución de sus fines
particulares.
En ese sentido, Hobbes (2009) establece que “la transferencia mutua de un derecho es lo que los
hombres llaman contrato” (p.122), donde cada parte renuncia y transfiere su derecho a
determinada cuestión con el objetivo de preservar su seguridad personal. Dentro de esta
transferencia mutua de derechos denominada contrato, es posible distinguir el pacto o convenio,
cuya característica central es que “uno de los contratantes entrega la cosa en un primer momento,
y deja que el otro lo haga en un momento posterior determinado fiándose así la primera persona de
la segunda” (p.122). En consecuencia, esta forma de contrato estaría basada fundamentalmente en
la confianza que tiene la persona que entrega primero la cosa, respecto a la segunda que lo hace
con posterioridad.
El mantenimiento del convenio por parte de los hombres, no puede estar garantizado por la fuerza
de las palabras puesto que en el contexto del estado de naturaleza “las palabras son demasiado
débiles como para refrenar la ambición, la avaricia, la ira y otras pasiones de los hombres, si éstos
no tienen miedo a alguna fuerza superior con poder coercitivo” (p.125), de forma que en ausencia
de un poder con “derecho y fuerzas suficientes para obligar a que el convenio se cumpla” (p.125),
el convenio contraído por dos sujetos será anulado producto del despliegue de los atributos de la
naturaleza humana descritos por Hobbes (ambición, avaricia, ira, y otras pasiones). En
consideración de lo anterior, el mecanismo a partir del cual se posibilita una validación del
convenio es la instalación de un poder coercitivo, que sea capaz de inspirar miedo a los hombres
(p.125), para así contener las pasiones propias de su naturaleza humana, que lo inclinan a decidir
arbitrariamente cuándo sus temores tienen justificación.
A modo de síntesis, en la medida que el convenio se sostiene en la confianza (recordemos que hay
una diferencia temporal en la transferencia de derechos), y que los individuos se caracterizan por
ser ambiciosos, avaros e irascibles, se hace necesario un poder central que sea capaz de obligar al
cumplimiento del convenio, siendo insuficiente las palabras dada su incapacidad de coaccionar u
obligar a los individuos a cumplir lo contraído.

6. Qué significa ser una persona y cuál es la relación de esta idea con la noción de
representación.
Hobbes, en el capítulo XVI del Leviatán, es bastante explícito en su definición de persona:
“Una persona es aquél cuyas palabras o acciones son consideradas, o bien como suyas, o bien
como representaciones de palabras o acciones de otro hombre o de cualquier otra cosa a la que son
verdadera o ficcionalmente” (Hobbes, 2009, pág. 145). Por tanto, distinguimos rápidamente dos
elementos a considerar para saber que significa persona. Lo primero es que el elemento a observar
son sus palabras y acciones, y lo segundo es fijarnos si estas le pertenecen a él mismo o son
representaciones de otro hombre o cosa. De lo segundo es que se puede distinguir a las personas
naturales de las personas artificiales. Las personas naturales son quienes actúan en su propio
nombre, es decir, son dueños de aquellas acciones que realizan, por lo tanto, aquello que realizan
les pertenece. En cambio, las personas artificiales refieren a aquellas que hablan y actúan como
representantes, es decir, a nombre de otro, sin que les pertenezcan aquellas palabras y acciones.
Hobbes, rastrea el significado de persona en su raíz griega y latina, luego de lo cual afirma que
entonces, persona es la faz, el disfraz, el aspecto externo del hombre. De ahí que también para el
filósofo “una persona es lo mismo que un actor” (Hobbes, 2009, pág. 145) y por tanto
“personificar es lo mismo que actuar o representarse a uno mismo o a otro” (Íbid, pág. 145). Pero
esto se ve con mayor claridad en el caso específico de las personas artificiales, las cuales actúan
las palabras y acciones de otros, quienes, en contraste, son llamados autores. Estos autores, al
darle autorización de hablar y actuar a nombre de ellos a los representantes, permiten que actúen
con autoridad.
Como vemos, la significación de persona y la noción de representación están
intrínsecamente relacionados en Hobbes, tal como lo dice Skinner (2007): “Hobbes’s basic
suggestion here is that persons can be defined essentially in terms of their capacity to represent
and be represented”1 (pág. 158). Tal que una persona será siempre o representante o representada.
Incluso podemos decir que siempre será al menos representante, aunque sea solo de sí misma. La
representación es siempre una apariencia, en tanto el representante toma la imagen de lo
representado. Pero la representatividad es un acuerdo entre representante y representado(s), por lo
que se necesita que ambas partes conozcan y permitan la representación para realizar el convenio.
Así que los objetos inanimados, quienes son irracionales (niños, locos, insensatos), y los falsos
dioses no pueden ser autores de acciones o palabras, por lo tanto, no pueden entregar autorización
de ser representados, y por tanto tampoco pueden ser considerados personas.

1
Traducción libre: “Aquí la indicación básica de Hobbes es que las personas pueden ser definidas de
manera esencial en términos de su capacidad de representar y se representadas”
7. Explique qué es la multitud y cómo, por qué mecanismo, puede ella devenir una sola
persona.
Una multitud, para Hobbes (2009), son muchos hombres. Pero “una multitud de hombres
deviene una persona cuando estos hombres son representados por un hombre o una persona; esto
puede hacerse con el consentimiento de todos y cada uno de los miembros de la multitud en
cuestión”. (pág. 147-148). Con ello, queda bastante claro que mediante el acuerdo que realiza cada
miembro de la multitud es posible que devengan una persona que sea considerado su representante
único. Considerando que el objetivo de Hobbes es la justificación de que una sola persona
soberana que pueda ser capaz de representar a muchas, entonces ¿Cómo es posible la unidad de
una multitud? En realidad, la unidad de la multitud de por sí no es relevante, sino más bien el
hecho de que puede ser representada de forma unitaria, y esto solo se puede lograr cuando todos y
cada uno de los individuos que componen la multitud, siendo a su vez muchos autores, autorizan a
una sola persona para que actúe como representante. Como afirma Skinner, hablando sobre
representación política en la figura del soberano, es que “A satisfactory ‘representer’, on this
analysis, will simply be someone who can stand as a representative person, a person representative
of each and every individual who is being represented”2 (Skinner, 2007, pág. 168) esto nos indica
que la persona artificial que actúa como representante, debe ser representante de cada individuo en
particular, no de un cuerpo común de varias personas.
Todo esto queda graficado correctamente cuando analizamos el grabado que mandó a
hacer Hobbes como portada del Leviatán. En este grabado se observa un hombre gigante, el
leviatán, cuyo cuerpo está compuesto por numerosas personas que, de espalda, miran en dirección
hacia el rostro del hombre gigante. Así se entiende que “The contradictory character of the body
politic being a product of men, who are then subordinate to him, is expressed in the interplay of
forms of eye contact between the citizens, Leviathan, and the viewer”3 (Bredekamp, 2007, pág.
40). La creación del Leviatán, aun siendo producto de los mismos hombres, los subordina en tanto
aceptan el contrato entre ellos. Incluso, al destapar la superficie del grabado, aparecen en su
cuerpo rostros de muchas personas, que en este caso se muestran mirando hacia afuera, tal como la
cabeza del gigante. Así es como este conjunto de personas, la multitud, componen al gigante, que,
siendo uno solo, mostraría unidad del representante. Nuevamente observamos cómo la multitud,
autorizando a un representante a que actúe en nombre de cada uno de ellos, puede devenir en una
sola persona. Aquí la noción de Representación es fundamental, pues es necesaria para la
conformación del Estado, así la multitud, renuncia a sus derechos, y entregan su poder a un
tercero, que vendría a ser esta persona artificial, que personificará el poder del Soberano, que
actúa y posee voluntad, y procurará la unidad del Estado.

2
Traducción libre: “Un ‘representante’ satisfactorio, en este análisis, simplemente será alguien que pueda
mantenerse como una persona representativa, una persona representativa de todos y cada uno de los
individuos que están siendo representados”
3
Traducción libre: “El carácter contradictorio del cuerpo político siendo un producto de los hombres,
quienes entonces están subordinados a él, se expresa en la interacción de formas de contacto visual entre
los ciudadanos, el leviatán, y el espectador”
8. Que quiere decir que la teoría de Hobbes es una forma de contractualismo.
Para afirmar que la teoría de Hobbes es una forma de contractualismo, es relevante
primero señalar, a modo general, qué significa el contractualismo como teoría política y social. A
grandes rasgos, el contractualismo se fundamenta en la idea de la legitimidad del poder político y
a su vez la legitimidad de las normas morales (Mulgan, 2018). El contractualismo considera el
pacto o contrato social entre los individuos como lo primigenio en el buen funcionamiento y orden
de la sociedad (Eftekhari, 2017). Así, se basa en concepciones filosóficas, epistemológicas y
antropológicas del Hombre, considerando así necesario el pacto para, en el caso de Hobbes, salir
del indeseable estado de guerra.
Para Hobbes, la legitimidad de la autoridad gubernamental tiene que derivarse del
consentimiento de los gobernados, donde el contenido de dicho consenso es consecuencia de un
acuerdo mutuo. En este sentido, Narveson argumenta que para Hobbes es razonable establecer un
pacto, en la medida que “somos vulnerables a las depredaciones de otros, y segundo, porque nos
podemos beneficiar todos por medio de la cooperación con otros” (Traducción libre, Narveson
1988, p.148). Lo anterior, descansa sobre los supuestos que Hobbes formula acerca de la
naturaleza humana. Pues, somos fundamentalmente individuos egoístas y racionales, siendo este
último elemento el que nos lleva a consentir la autoridad gubernamental en consideración de que
es conveniente (maximizando así las utilidades) participar de dicho pacto social.
Otro elemento crucial conectado con el punto anterior que permite caracterizar
adecuadamente el contractualismo de Hobbes, es la forma que asume el pacto (Companion: 2007,
p.282) que establecen los sujetos con el objetivo de edificar una sociedad en la cual el orden
político es posible. En ese sentido, la legitimidad del pacto que establecen los sujetos ya no
descansa en Dios o el poder eclesiástico, como sucedía anteriormente, sino más bien, el poder del
estado es legítimo en tanto los individuos, gracias a la racionalidad que por naturaleza tienen,
deciden salir de su estado de naturaleza, y asociarse voluntariamente bajo la forma de un contrato
social, que se materializa en un Estado (o poder central) que es depositario de la soberanía y
libertad absoluta que confiere el derecho natural, a cambio de concesiones igualitarias por parte de
otros, o dicho en otros términos, depositando en el soberano la responsabilidad de proteger a los
súbditos, de establecer leyes, de hacer la guerra, ser un “árbitro” para la comunidad, y juez
supremo en materia religiosa (Kenny, 2006, p.205).
En este contrato que asumen los hombres, como ya mencionamos, se ve implicada la
pérdida de derechos en pos de garantizar seguridad e integridad para todos los miembros de la
sociedad. Que el Estado cristalice este contrato, significa que adopta el rol de la representación, en
tanto el individuo adopta el rol de representado. El contractualismo de Hobbes, se entiende como
necesario, en tanto se asume la hipótesis de un estado de guerra del cual el hombre debe salir para
evitar agravios o en el peor caso, la muerte, contradiciendo el principio natural de la conservación
de la vida en el cual se fundamenta la teoría Hobbesiana.
Así, el contractualismo de Hobbes, plantea que es mediante el contrato social, la forma en
que progresa la sociedad civilizada y se garantiza el bienestar de los hombres, además dada la
naturaleza humana, es necesario un poder que restrinja a todos. La creación del contrato social
viene a crear una nueva especie de institucionalidad, que representa el acuerdo entre los
individuos particulares, que someten además sus intereses particulares al interés general,
entregando poder al Representante que será el soberano, expresado luego en el Estado.
Bibliografía
- Hobbes, T. (2009). Leviatán. Madrid: Alianza.
- Plata, O. (2006) Religión y política en el Leviatán de Thomas Hobbes. Praxis
filosófica, Scielo. no.23.
- Skinner, Q. (2007). Hobbes on Persons, Authors and Representatives. En P.
Springborg (Ed.), The Cambridge Companion to HOBBES’S LEVIATHAN (pp.
157-180). Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press
- Springborg, P. (2007). Introducción, The Cambridge Companion To Hobbe´s
Leviathan. Cambridge: Cambridge University Press.
- Bredekamp, H. (2007). Thomas Hobbes’s Visual Strategies. En P. Springborg
(Ed.), The Cambridge Companion to HOBBES’S LEVIATHAN (pp. 29-60).
Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press
- HOBBES, Thomas, (2000), De Cive, Madrid, Ed. Alianza.
- Mulgan, E. A. (2018). Standford Encyclopedia of Philosophy. Obtenido de
https://plato.stanford.edu/entries/contractualism/
- Eftekhari, A. C. (2017). Standford Encyclopedia Of Philosophy. Retrieved from
https://plato.stanford.edu/search/r?entry=/entries/contractarianism/&page=1&total_
hits=37&pagesize=10&archive=None&rank=0&query=contractarianism
- Kenny, A. (2006) A new history of western philosophy, Volume III The Rise of
Modern Philosophy. New York: Clarendon Press Oxford.

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