Sie sind auf Seite 1von 3

EVA PERÓN: El MITO

“Evita” Marysa Navarro


1) La característica más saliente y excepcional del Peronismo, cuando se lo compara con otros
movimientos políticos, es su liderazgo carismático doble. El liderazgo del General Juan
Domingo Perón ya estaba claramente establecido cuando asumió la presidencia de la nación
y el de Evita se fue desarrollando posteriormente a esa fecha. Pero desde el año 1948 hasta
que ella murió, la Argentina contó con dos líderes que se complementaron, aunque los
orígenes y la naturaleza de sus liderazgos fueran muy diferentes. La relación carismática de
Perón y de Evita con los sectores de clase obrera que lo llevaron por primera vez al gobierno
en 1946 ha sido un factor importante en la política Argentina ya que sobrevivió la muerte de
Evita, el derrocamiento de Perón y sus dieciocho años de exilio. Sin embargo, es un tema que
ha recibido poca atención.

2) Durante muchos años, los mecanismos de propaganda del gobierno peronista, legisladores,
políticos, sindicalistas, revistas como Mundo Peronista y diarios como Democracia habían
ensalzado su figura como un ser movido solamente por el amor. Era la Primera Samaritana,
el Consuelo de los Humildes, la Dama de la Esperanza, el Hada Maravillosa, la Jefa Espiritual
de la Nación, alabada y loada hasta alturas siderales en los meses previos a su muerte. De
1952 a 1955, la exaltación de Evita había continuado sin interrupciones, ritualizada en
procesiones de antorchas los 26 de cada mes y todas las noches en el anuncio de los
informativos: "Son las veinte y veinticinco, hora en que Eva Perón pasó a la inmortalidad". En
la escuela primaria, los niños aprendían a leer en libros de lectura que incluían por ejemplo el
siguiente texto:

"Madrecita nuestra, que estás en los cielos... "Hada buena que ríes entre los ángeles...
"Evita: yo te prometo ser bueno como tú lo quieres, respetando a Dios; amando a mi Patria;
queriendo al General Perón; estudiando y siendo para todos el niño que soñaste: sano, alegre,
educado y limpio de corazón".574 En el secundario su texto era La razón de mi vida y la foto
de Evita, siempre con flores frescas, presidía todas las aulas. Bustos, placas, sellos, postales,
ciudades, escuelas, estaciones de subterráneo, plantas, etc., llevaban su nombre y recordaban
su figura. Privada casi de su contexto humano, se había convertido en Santa Evita, madre y
mediadora, y de hecho, cuando murió, el Sindicato de Obreros de la Alimentación llegó a
proponer su canonización. Si bien la maquinaria de propaganda peronista la repetía
incansablemente, Evita había contribuido también a configurarla por su lenguaje, por sus
actos y la había definido ella misma en su autobiografía.

3) En cierto sentido, la figura de Evita adquirió en este período una proyección todavía mayor
que la que había tenido en vida. Muerta en plena juventud, cuando su radiante belleza no
había comenzado a marchitarse, llena de vida y de pasión, había desaparecido en momentos
en que el peronismo iniciaba su declinación. Por lo tanto, su imagen quedaba identificada con
los mejores años del peronismo, una época de bonanza, de cambios, de bienestar y alegría
para el pueblo, que no se podía menos que añorar en contraste con la persecución, la cárcel
y la miseria del presente. Era lo más puro del peronismo, había entregado su vida por él, era
la mártir que no podía encontrar reposo ni siquiera después de muerta y la prueba la daban
sus enemigos, que se ensañaban con su cuerpo.

4) En esta época apareció por primera vez en la Argentina una serie de obras sobre Evita, algunas
de las cuales habían sido publicadas con anterioridad en el exterior: en los Estados Unidos, La
mujer del látigo, de Mary Main, bajo el seudónimo de María Flores, y Bloody Precedent, de
Fleur Cowles, y en el Uruguay, El mito de Eva Duarte, de Américo Ghioldi. En la Argentina, la
lista incluye: Eva Perón. Su verdadera vida, de Benigno Acossano; Eva, la predestinada.
Alucinante historia de éxitos y frustraciones, de Román J. Lombille; Esa noche de Perón, de
Ricardo Boizard; ¿Qué es esto?, de Ezequiel Martínez Estrada, y Biografía patria, de Luis
Franco, contienen capítulos dedicados a Evita.
5) Tanto las obras publicadas hasta 1955 como las que aparecieron a partir de esa fecha son
ensayos imbuidos de espíritu revanchista que tienen un propósito común: atacar todo cuanto
el peronismo representó y exhibir sus lacras para así poder destruirlo. Buscan desmitificarlo,
revelar "la verdadera" personalidad de sus líderes para que el pueblo pueda entender que ha
sido engañado. La imagen que surge de estas obras es la de una actriz de segunda categoría,
una "partiquina" de vida muy dudosa (la terminología que se usa es por lo general muy vulgar
y hasta soez), cuyos actos después de su unión con Perón tienen un solo objetivo: satisfacer
su insaciable sed de venganza, su profundo resentimiento debido a su bajo origen social y a
los desprecios que le infligió la oligarquía. Es una mujer que odia a los hombres desde sus
años de artista —Mary Main va más lejos y dice que aprendió a odiarlos desde su niñez— y
una vez que se siente fuerte y poderosa los castiga despiadadamente. Según Franco, había en
Evita dos resentimientos: "Uno muy sombrío que le venía de su pobreza vergonzante, de su
condición de hija adulterina y de la turbia moral de su familia, y otro, no menos sombrío, que
le venía del fracaso de su aspiración a ser una gran actriz557. Guiada por su ambición, su
egoísmo y su resentimiento, busca consistentemente el camino más corto y más fácil que
pueda hacerle alcanzar su meta, acumular poder para hacer pagar a la sociedad el mal que le
ha hecho y lo consigue por medio de la influencia sobre los hombres, tanto civiles como
militares.

6) La restitución del cuerpo de Evita ya formaba parte en este período de la estrategia política
del peronismo. Pero el surgimiento de Montoneros y de otras "formaciones especiales",
nombre que le dio el peronismo a sus grupos guerrilleros, marcó también la aparición de otro
nuevo mito de Evita. Se entronca con la Evita combativa y militante que había predominado
en los sectores gremiales del peronismo durante La Resistencia, pero ahora se extiende a
sectores de clase media. Con el trasfondo de luchas populares como la del Cordobazo, se va
forjando poco a poco el mito de Evita militante, la mujer que ha nacido para la Revolución, la
enemiga de la oligarquía, que no se deja doblegar ante nada pues está dispuesta a "que la
justicia social se cumpla cueste lo que cueste y caiga quien caiga" y a "dar la vida por Perón".
Se rescatan así sus frases más combativas, las de sus últimos discursos, en los que pide al
pueblo que cuide a Perón, que lo defienda de sus enemigos, que luche por él y por su causa,
y se convierten en consignas que se adecuan a la estrategia del peronismo para obtener el
retorno de Perón a la Argentina y volver al poder. Esta nueva Evita, violenta, apasionada y
revolucionaria, no desplaza el mito de la Evita Santa, sino que coexiste con él. Es una Evita
perseguida con saña por la oligarquía, por sus ideas y por sus actos aun después de muerta,
pues representa "el ala izquierda del peronismo". Este mito se extiende sobre todo en
sectores jóvenes de clase media, una generación que no conoció el peronismo en el poder,
que no entiende el odio que sienten sus mayores por él o las proscripciones y persecuciones
que ha sufrido a partir de 1955, pero que sabe que no quiere estar "en la vereda de enfrente
del pueblo" como lo estuvo la izquierda en 1946 y 1955, y que por identificar a Evita con "el
ala izquierda del peronismo" puede aceptarla con buena conciencia y convertirla en su
bandera.

Das könnte Ihnen auch gefallen