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LOS ANTECEDENTES HISTORICOS DEL COGITO CARTESIANO

Beatriz von Bilderling

Basado en:
HAMELIN, OCTAVE. [1911]. El sistema de Descartes. [Le système de Descartes, 1911]. Trad. de A. H. Raggio.
Buenos Aires, Losada, 1949.
COPLESTON, FREDERICK. [1958] Historia de la filosofía. [A History of Philosophy, 1958]. Vol. IV: De

Descartes a Leibniz. Trad. de Juan Carlos García-Borrón. Barcelona/Caracas/México, Ariel, 51982.

Merece hacerse una aclaración de orden histórico: Arnauld le señaló a Descartes un


antecedente del cogito en San Agustín. El señalamiento de Arnauld se encuentra en las
4as Objeciones y dice así:

"Lo que primero hallo digno de nota es que el señor Descartes establezca, como

fundamento y primer principio de toda su filosofía, aquello mismo que San

Agustín, hombre de grandísimo ingenio y singular doctrina, había tomado, no

sólo en materia de teología, sino también por lo que toca a la humana

filosofía, como basamento y sostén de la suya. Pues en el libro segundo del

libre arbitrio, capítulo 3, disputando Alipio con Evodio, y queriendo probar

que hay un Dios, dice: Os pregunto primero, a fin de comenzar por lo más

manifiesto, si existís; y si acaso teméis equivocaros al responder a mi


pregunta, ¿cómo podríais equivocaros si no existierais? A cuyas palabras se

asemejan mucho las de nuestro autor, cuando dice: Cierto que hay no sé qué

engañador todo poderoso y astutísimo, que emplea toda su industria en burlarme.


Pero entonces no cabe duda de que, si me engaña, es que yo soy." [en DESCARTES,

RENÉ, Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas. Trad. de Vidal Peña, Alfaguara, 1977, p.
162]

Al parecer ya otros se habían adelantado a Arnauld. En efecto, en carta de Descartes a


Mersenne de diciembre 1640 [III, 261], el primero le recuerda al segundo que éste mismo
[Mersenne] le ha indicado hace algún tiempo el pasaje de De Civitate Dei, XI, 26. Y a un
amigo cuyo nombre se ignora, y que al parecer residía en Holanda, le dirige una carta en
noviembre de 1640 donde le agradece el haberle señalado el pasaje de la Ciudad de Dios
(III, 247):

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"Usted me ha obligado a que advierta el pasaje de San Agustín con el que mi

Pienso, luego existo, tiene alguna relación [De Civitate Dei, Lib. XI, cap.

26]; [AT, III, 247. En Descartes, Obras escogidas. Traducción de E. de Olaso y T. Zwanck.

Buenos Aires; Sudamericana, 11967: p. 378]

Por fin, es posible que ese mismo pasaje le haya sido indicado a Descartes no bien publicado
el Discurso, porque el 25 de mayo de 1637 (I, 376) escribe a Mersenne:

"[...] no os he escrito nada del pasaje de San Agustín porque no me parece que

lo emplee con el mismo fin que yo".

Sea quien fuere el que por primera vez notó esa coincidencia, lo cierto es que:
Primero, aun cuando Descartes hubiera concebido una primera idea del cogito por influjo
de San Agustín, su originalidad no se vería comprometida en nada, como muy bien observa
Pascal (Esprit géometr. hacia el final).

Segundo, con toda seguridad no ha habido allí influencias externas.


Así lo declara Descartes al mostrar cuál es el sentido y alcance del cogito, defendiendo con
toda justicia sus derechos de innovador.

[...] hoy lo he leído [al pasaje de San Agustín] en la biblioteca de esta ciudad y

verdaderamente encuentro que se sirve de él para probar la certeza de nuestro

ser y en seguida para hacer ver que en nosotros hay alguna imagen de la

Trinidad, porque somos, sabemos que somos, y amamos este ser y esta ciencia que
hay en nosotros, mientras que yo me sirvo de él para hacer conocer que este yo

que piensa es una sustancia inmaterial y que no tiene nada de corporal, lo

que son dos / cosas muy diferentes. Y es una cosa de suyo tan simple y tan

natural inferir que uno es, de que uno duda, que hubiera podido caer bajo la

pluma de cualquiera; pero no deja de agradarme el haberlo encontrado con San

Agustín, aun cuando esto sólo sirviera para cerrar la boca a los pequeños

espíritus que han tratado de embarullar con este principio" [A un amigo cuyo

nombre se ignora, noviembre de 1640. AT, III, 247-248. En Descartes, Obras escogidas.

Traducción de E. de Olaso y T. Zwanck. Buenos Aires; Sudamericana, 11967: p. 378.

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El cogito es pues un auténtico descubrimiento cartesiano y a Descartes corresponde el
mérito indiscutible de haber inaugurado así la filosofía moderna.

Hasta aquí llega la referencia de Hamelin1. Ahora, nosotros podríamos agregar que quizá
hubiera sido mejor que Descartes defendiera la originalidad de su descubrimiento tomando
en consideración cómo se llega a él, es decir, por método. Como señala Copleston, Descartes
no pretende en su tarea de refundación de la filosofía sobre bases sólidas sustituir toda
opinión anterior por otras completamente nuevas2. Descartes contempla la posibilidad de
que afirmaciones anteriores resulten ser, en definitiva, verdaderas3. Lo único que cuestiona
es que, halladas sin método, su descubrimiento es azaroso y casual4, y el criterio de su
aceptación, la mera autoridad de quien así las haya encontrado5. Por tanto, también en el
caso del cogito, podríamos tener una de esas verdades ya sabidas, por ej. la sabida por
Agustín, pero que sólo ahora Descartes permite incorporar a la filosofía de modo justificado,
sobre la base de haber aplicado las correspondientes reglas del método 6.

Beatriz von Bilderling

1 Cf. OCTAVE HAMELIN; [1911] El sistema de Descartes, Trad. de A. H. Raggio. Buenos Aires, Losada, 1949, pp. 131-132.
2 Cf. FREDERICK COPLESTON,
[1958] Historia de la filosofía. Vol. IV: De Descartes a Leibniz. Trad. de Juan Carlos García-Borrón.
Barcelona/Caracas/México, Ariel, 51982, p. 70 y p. 90 nota 1.
3 "[...] por lo que toca a las opiniones a que hasta entonces había dado mi crédito, no
podía yo hacer nada mejor que emprender de una vez la labor de suprimirlas, para
sustituirlas luego por otras mejores o por las mismas, cuando las hubiere ajustado
al nivel de la razón." (Descartes, Discurso del método, Segunda Parte, AT. VI, 13-14. Trad. Manuel García
13
Morente. Madrid, Espasa-Calpe, 1975, p. 37. El subrayado es nuestro.)
4 "Los mortales están poseídos de una curiosidad tan ciega, que frecuentemente dirigen
su espíritu por vías desconocidas sin que nada justifique sus esperanzas sino
únicamente por ver si allí se encuentra lo que buscan, a semejanza del que, ardiendo
en deseos insensatos de descubrir un tesoro, recorriera sin cesar los caminos
buscando uno, que algún viajero pudiera haber perdido. Así estudian casi todos los
químicos, la mayor parte de los geómetras y no pocos filósofos, y no niego que
vengan a veces a errar tan felizmente que encuentren alguna verdad; pero no por esto
reconozco que son más hábiles, sino sólo más afortunados." Descartes, Reglas para la dirección del
espíritu, Regla IV, AT. X, 371 (En Descartes, Obras escogidas. Traducción de E. de Olaso y T. Zwanck. Buenos Aires,
Sudamericana, p. 45).
5 "[...] jamás llegaremos a ser filósofos, aunque hayamos leído todos los razonamientos
de Platón y Aristóteles, si no podemos dar un juicio sólido acerca de las cuestiones
propuestas, pues, en tal caso, parecería que hemos aprendido historias pero no
ciencia." (Descartes, Reglas para la dirección del espíritu, Regla III, AT. X, 367. (En Descartes, Obras escogidas.
Traducción de E. de Olaso y T. Zwanck. Buenos Aires, Sudamericana, pp. 41-42.)
6 Descartes reconoce expresamente que tal pueda ser el caso del cogito agustiniano en Carta a Mesland del 2 de mayo de
1644: "Le estoy muy reconocido por haberme mostrado los pasajes de San Agustín que
pueden servir para autorizar mis opiniones; algunos otros de mis amigos ya habían
hecho lo mismo; y tengo una muy grande satisfacción de que mis pensamientos
concuerden con los de un hombre tan santo y tan excelente. Pues de ningún modo soy
de aquellos que desean que sus opiniones parezcan nuevas; por el contrario, acomodo
las mías a las de los otros tanto como me lo permite la verdad.” (En Descartes, Obras
escogidas. Traducción de E. de Olaso y T. Zwanck. Buenos Aires, Sudamericana, pp. 421-422)
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