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Nota de Cátedra elaborada por la Prof. Lic.

María Adriana Menéndez de Zumer

Nota de Catedra

SUJETO MODERNO Y POSMODERNO

Hemos señalado que el sujeto se construye merced a sus experiencias y éstas


dependen, entre otras variables, de la época en que vive.

A través de un paralelismo entre las características de la modernidad y la


posmodernidad, esta nota de cátedra tiene por finalidad brindar una breve síntesis sobre
las diferencias entre ambos contextos histórico- culturales, y su influencia en la
constitución de los sujetos.

En nuestro país, con cierto atraso en relación a los más avanzados, se están
observando muchas características propias de lo que se denomina cultura de la
posmodernidad. Ésta incide para que aparezcan ciertos rasgos en los sujetos, diferentes
de los que se detectaban años atrás cuando se estaba influido por la cultura de la
modernidad.

¿Qué características tienen estas dos épocas?


Ej: Venecia 1300
Modernidad

Se gesta en las ciudades comerciales de la baja Edad Media, en las que se


desarrolla el capitalismo y la burguesía como clase social.

La autoridad de los reyes, apoyados por la burguesía, se impone sobre la de los


señores feudales.

Comienza a surgir una concepción menos religiosa de la vida, más antropológica.

Se cuestionan las grandes autoridades de la Edad Media: la Biblia, la Iglesia,


Aristóteles.

La ciencia comienza a dar más importancia a la observación y la experimentación


sobre cualquier autoridad.

Se valoriza la posesión del conocimiento, el que adquiere un carácter liberador (a


mayor conocimiento, mayor progreso y felicidad).

La educación tiende a universalizarse (siglos XVII y XVIII).

En el siglo XIX se consolida el desarrollo industrial y surge un nuevo sector


social, el proletariado o la clase obrera, que trabaja en las minas o fábricas y libra
importantes luchas sociales. En esta época se observa también un significativo ascenso
de la burguesía.

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En este mismo siglo Comte funda el positivismo (según Comte lo positivo
significa lo real frente a lo quimérico, lo dado a la experiencia, lo útil). Para la ciencia
positiva los hechos sólo deben ser conocidos por la observación y la experimentación,
no acepta el conocimiento a priori; usa una metodología inductiva por la que a partir de
los casos individuales se llega a leyes generales, que no explican los fenómenos sino
que describen sus regularidades observables.

En esta sociedad se comienza a ver la infancia como una etapa con características
propias; se empieza a ver al niño no simplemente como un adulto en miniatura,
diferente sólo cuantitativamente de los mayores por tener menor edad, tamaño y fuerza.

También en esta cultura, aunque un poco después, comienza a aparecer la


adolescencia como período de la vida; esta etapa surge como resultado de la
prolongación de la escolaridad obligatoria y el atraso en la incorporación del joven al
mundo del trabajo.

El adolescente se caracteriza por vivir profundos “duelos”, surgidos al perder las


características físicas, psíquicas y sociales propias de la infancia y no poder asumir aún
los rasgos distintivos y muy valorados de la adultez. Generalmente se lo describe como
un sujeto que transita una época de tormenta y drama; es inseguro, introvertido,
idealista, rebelde dentro de lo que la sociedad le permite, pundonoroso, noble.

El adulto tiene como rasgos distintivos generales: una clara identificación sexual;
madurez afectiva evidenciada en la independencia de los padres y la capacidad de
establecer relaciones duraderas con el sexo opuesto (basadas en el conocimiento,
cuidado, respeto y responsabilidad por el otro); haber renunciado a los valores del “ yo
ideal” (propios de la infancia, caracterizados por la omnipotencia, el narcisismo, el
egocentrismo) y haber asumido los del “ideal del yo” (ser capaz de dar, de
comprometerse y respetar al otro, de establecer relaciones estables); haber adquirido un
nivel profesional o laboral estable, seguro, en el cual poder descansar; poder asumir el
rol de padres, lo que implica transmitir afecto, protección, contención, conocimientos,
valores, pero manteniendo la distancia propia de la brecha generacional.

Posmodernidad

Edad de la cultura que corresponde a las sociedades posindustriales. La sociedad


posindustrial se desarrolla en los países capitalistas avanzados luego de la 2º Guerra
Mundial.

La posmodernidad se caracteriza por un significativo desarrollo de las fuerzas


productivas que, a través de la automatización y la cibernética, producen una ingente
riqueza material y una modificación las relaciones sociales. Por ejemplo: cambia la
composición de clases porque disminuyen los obreros agrícolas e industriales y
aumentan los profesionales liberales, los técnicos, científicos, los empleados.

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Los objetos y artefactos se producen en serie y en grandes cantidades pues existe
gran consumo y mayor población; pero esas series son más cortas, se someten a una
constante innovación tecnológica, de modo que los artículos se tornan rápidamente
obsoletos.

Es la época del desencanto, del fin de las utopías. El desencanto se produce porque
se considera que los ideales de la modernidad no se cumplieron, con el progreso no se
alcanzó un futuro mejor.

La modernidad había dado un lugar preponderante a la ciencia, a través de ella se


buscaba la verdad, el progreso, la felicidad. La posmodernidad indica que la verdad no
puede alcanzarse, sólo se logra consenso.

Mientras que la modernidad exaltaba el ahorro y el esfuerzo para ser competente y


ganarse una situación social propia, la posmodernidad estimula el crédito (las tarjetas
plásticas permiten tener, ya, lo que se quiere) y una vida sin esfuerzo (adelgazar o dejar
de fumar sin sacrificio, lograr la felicidad en una playa soleada con bebidas exóticas y
jóvenes atractivas).

A nivel personal, mientras que la modernidad suponía la emancipación del hombre


del sometimiento familiar o social, la posmodernidad acentúa el individualismo hasta el
nivel del egoísmo.

Durante la modernidad se perdió la trascendencia religiosa, ahora se pierde


también la laica ya que no se consagra la vida a ningún ideal.

Para el hombre posmoderno sólo tiene valor el presente, la propia satisfacción, el


confort, el consumo.

La cultura posmoderna es una cultura de la imagen; los medios audiovisuales son


un instrumento hegemónico de comunicación masiva. Por ellos todo está presente, la
consigan es “muéstrelo, no lo diga”. La imagen no está destinada a perdurar, sino a
impactar y por tanto manejar la conducta.

Ser adulto hoy ya no es un ideal. Adulto pasó a ser sinónimo de viejo, obsoleto; la
consigna actual es mantenerse eternamente joven y para ello se recurre a dietas mágicas,
gimnasios con aparatos que hacen el trabajo, cirugías, evitando en general el esfuerzo.

El matrimonio ha perdido su valor y se lo suele ver como una formalidad


innecesaria.

La mujer pretende “realizarse”, lograr libertades que hasta ahora le habían sido
negadas: gozar de su sexualidad, circular sola y libremente, aspirar a todas las
formaciones y todos los trabajos, administrar su dinero, poseer bienes, controlar su
maternidad.

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Los hombres jóvenes comienzan a no sentirse menos varoniles por usar cabellos
largos o pantalones apretados, por aceptar que sus mujeres tengan las mismas
oportunidades, por cuidar a sus hijos.

Como padres se comportan de manera diferente, tratan de no criar a los hijos como
ellos fueron criados, el problema es que no siempre saben de qué manera deben hacerlo.

La adolescencia se prolonga cada vez más, constituyéndose en la etapa ideal de la


vida. Hay que llegar a la adolescencia e instalarse en ella para siempre. Ser adolescente
ya no es algo incómodo ni algo de paso; no es una crisis sino un estado en el que se
quiere permanecer cuanto se pueda y como se pueda.

Para el mercado de consumo es bueno que la adolescencia dure mucho tiempo; por
una parte, porque no hay mercado de trabajo para los jóvenes, por otra, porque los
jóvenes necesitan divertirse y gastar. Se postergan por tanto las responsabilidades y se
disfruta de las comodidades, de la libertad. ¿Para qué salir entonces de ese estado?
Algunas personas a los 30 años o más no han logrado independencia económica ni
estabilidad afectiva, características propias del inicio de la adultez.

En la posmodernidad las cosas parecen hacerse al revés de lo que se hacía en la


modernidad. En la modernidad el joven se apresuraba por estudiar y recibirse, lograr un
título que le permitiera tener trabajo, ahorrar, comprarse una propiedad para buscar una
novia, casarse y tener hijos. En la posmodernidad los jóvenes rápidamente forman
pareja muchas veces sin estabilidad; si tienen hijos no es difícil que vayan a convivir
con los padres que siguen sosteniéndolos económicamente. Tampoco es infrecuente que
la primera pareja se disuelva y se conformen otras nuevas.

Durante la modernidad los niños y adolescentes eran educados por los padres, los
docentes y la religión; en la posmodernidad se suma la “cultura adolescente”, con sus
ídolos y la fuerza creciente de los medios de comunicación. Ya no existe una voz adulta
hegemónica que influya sobre los adolescentes, ahora conviven diversas voces que van
disolviendo la fuerte autoridad de antaño.

La consigna es no reprimir a las nuevas generaciones para no crearles “traumas


psíquicos”. Estructurarles la vida como se había hecho en el pasado significa exponerlos
a perder creatividad, espontaneidad, el problema es cómo seguir educándolos.

Nota: la caracterización del niño, adolescente y adulto moderno y posmoderno se


profundizará en el Eje 2.

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Nuevo tiempo: hipermodernidad

Gilles Lipovetsky en su libro “Los tiempos hipermodernos”, plantea la existencia


de un nuevo período posterior a la posmodernidad: la hipermodernidad.

El hombre posmoderno fue caracterizado como: narcisista, cool, individualista y


consumista, un ser “optimista en su gozo”, un individuo que vivía el presente, olvidado
del pasado y sin preocupación por el futuro.

Veinte años después, esa euforia de los años postmodernos ya no es la misma. En


la hipermodernidad aparece el fin de la euforia, del hedonismo que caracterizó los años
ochenta.
placer inmediato = bien
Para Lipovetsky el desarrollo de la globalización y de la sociedad de mercado ha
producido en estos últimos años nuevas formas de pobreza, marginación, precariedad
del trabajo y un considerable aumento de temores e inquietudes de todo tipo, lo que ha
generado gran ansiedad individual y colectiva. Lo negativo de este período estaría,
entonces, en lo que Lipovetsky denomina una “inquietante fragilización y
desestabilización emocional” de los individuos. La debilidad de cada uno tendría su
origen en el hecho de que cada vez estamos menos pertrechados para soportar las
desgracias de la existencia, y ello no porque el culto al éxito o al consumo provoque esa
fragilidad, sino porque las grandes instituciones sociales han dejado de proporcionar la
sólida armazón estructuradora de antaño. De ahí vendría la ola de trastornos
psicosomáticos, depresiones y demás angustias con las que las distintas industrias que
producen psicofármacos se enriquecen actualmente.

Sin embargo, la sociedad hipermoderna no ha supuesto la aniquilación de los


valores. Al contrario, el hedonismo ya no estimula tanto, la extrema derecha no ha
tomado el poder y el conjunto de la sociedad no ha caído en desviaciones xenófobas y
nacionalistas. La dinámica de la individualización personal no ha supuesto que la
democracia pierda firmeza o se aleje de sus principios humanistas y plurales. Los
derechos humanos siguen constituyendo uno de los principios morales básicos de la
democracia. El culto al bienestar conduce, aunque parezca paradójico, a que los
individuos sean más sensibles al sufrimiento ajeno.

En síntesis, el prototipo del hombre posmoderno era el yuppie de los 80 y 90,


exitoso, despreocupado, desvinculado de la necesidad y el sufrimiento ajeno. El ejemplo
típico del hipermoderno es el individuo que vive angustiado, que consume grandes
cantidades de ansiolíticos sin necesidad de ocultarlo socialmente, que tienen cierto
compromiso social y político, pero que se siente desprotegido por las instituciones.

Diversos autores señalan que la hipermodernidad no es más que una exacerbación


de la modernidad. A lo largo de la asignatura Sujeto del Aprendizaje trabajaremos con
los conceptos de modernidad y posmodernidad.

Bibliografía

CARRETERO, M., PALACIOS, J., MARCHESI, A. (1985), Psicología evolutiva 3.


Adolescencia, madurez y senectud, Madrid, Ed. Alianza.

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Nota de Cátedra elaborada por la Prof. Lic. María Adriana Menéndez de Zumer
DARÓS, W. R. Posmodernidad, clima adolescente y educación, en
http://williamdaros.files.wordpress.com/2009/08/w-r-daros-posmodernidad-clima-adolescente-y-
educacion.pdf.
DI SEGNI OBIOLS, S.(2002), Adultos en crisis. Jóvenes a la deriva, Buenos Aires, Ed.
Novedades Educativas.
LIPOVETSKY, G. (2006), Los tiempos hipermodernos, Anagrama, Barcelona, en
http://es.scribd.com/doc/81824580/Lipovetsky-Los-Tiempos-Hipermodernos
PALACIOS, J., MARCHESI, A., y COLL, C.(1992), Desarrollo psicológico y educación, I,
Psicología Evolutiva, Madrid, Ed. Alianza.
OBIOLS, G., DI SEGNI de OBIOLS, S. (1995), Adolescencia posmodernidad y escuela
secundaria. La crisis de la enseñanza, Buenos Aires, Ed. Kapelusz.

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