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Fuente:https://www.abc.es/media/familia/2017/01/13/acoso-escolar-
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ASIGNATURA:
PSICOLOGÍA DE LA SALUD
MURCIA ..........................................................................................................................10
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1. INTRODUCCIÓN: EL BULLYING O ACOSO ESCOLAR
Las estadísticas muestran cómo en España hace falta prevenir e intervenir en los
centros, con la finalidad de concienciar a profesores y alumnos de las graves
consecuencias en las que pueden derivar las acciones de los agresores sobre las
víctimas llegando, incluso, al suicidio en algunos casos.
¿Qué entendemos por “Bullying o acoso escolar”? destacaremos, entre varios autores
que hablan sobre el tema y que expresan lo que es para ellos el acoso escolar, las
siguientes definiciones:
Sostiene Ortega 2010 (citado en Informe Cisneros X, 2006) que no existe en España
una palabra que logre identificar con exactitud el significado del término bullying. Esta
situación ha llevado a usar distintos nombres en castellano para referirse al término:
o Así, el termino bullying se sustituye por lo que conocemos como acoso escolar
o maltrato.
De acuerdo con Cerezo (2009) podemos definir “el acoso escolar” como una forma de
maltrato, persistente e intencionado de uno o varios estudiantes hacia otro igual, y
cuyas características podrían estar definidas como de carácter más débil o quebradizo,
llevándole a la indefensión y obstaculizando las posibilidades de salir airoso de dicha
situación.
Considera Barri, (2006) que “Se trata de un acoso sistemático que se produce
reiteradamente en el tiempo por parte de uno o varios acosadores a una o varias
víctimas”
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Tal y como da a conocer “El Informe Cisneros X” (2006) todo indica que nos
encontramos ante una realidad “cruel” pues la repetición de estas conductas de
intimidación y maltrato acaban produciendo una espiral de victimización que dificulta
que los niños víctimas del acoso, puedan salir del problema debido al miedo y la
indefensión que les produce la impunidad de las conductas de maltrato junto con la
indiferencia mostrada por algunos adultos que tienden a mirar para otro lado. Esta
postura ayuda a que los agresores adopten una conducta más altanera y crecida,
envalentonándose por sus acciones, en contraposición a la de las víctimas que se
sienten cada vez más dañados e incapaces de defenderse ya que van interiorizando
poco a poco la incapacidad de hacerlo (Seligman, 1984).
Según estudios realizados existen datos muy asimétricos, fluctuando entre el 5,4% y el
23,3% y de población infantil de edades comprendidas entre los 6 y los 18 años. De
acuerdo con los datos emitidos por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la
población en estas edades es de:
Los profesores/as y padres de los alumnos también son considerados como personas
afectadas:
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616.623, entre la estadística de profesores (“Curso 2015-2016”, datos extraídos
en su totalidad de la Revista de estudios de juventud, marzo 17, nº 115 de la
Fundación ANAR).
Por tanto, el total de personas afectadas, ya sea de forma directa o indirecta asciende
a 10.464.354.
Fuente: https://www.anar.org/wp-content/uploads/2017/04/INFORME-II-
ESTUDIO-CIBERBULLYING.pdf pág. 34
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Gráfico 2. Edad de las víctimas
Fuente: https://www.anar.org/wp-content/uploads/2017/04/INFORME-II-ESTUDIO-
CIBERBULLYING.pdf pág. 35
Fuente: https://www.anar.org/wp-content/uploads/2017/04/INFORME-II-
ESTUDIO-CIBERBULLYING.pdf pág. 34
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Gráfico 5. Satisfacción en la escuela
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Gráfico 8. Procedencia de las familias
Respecto a la procedencia de las familias, casi todos los casos
de acoso suceden en familias españolas, siendo solo un 4,3%
los que proceden de familias de inmigrantes.
Fuente: https://www.anar.org/wp-content/uploads/2017/04/INFORME-II-ESTUDIO-
CIBERBULLYING.pdf pág. 37
A continuación se exponen los resultados de los estudios llevados a cabo en España con
muestras globales o parciales de provincias y comunidades autónomas:
En España los estudios manifiestan que la edad en la que se produce una mayor
incidencia de acoso se sitúa sobre los 10-12 años evidenciándose especialmente
a través de la agresión verbal (Garagordobil y Oñederra, 2008).
En este sentido los datos actuales señalan que un 14% de estudiantes de primero
de primaria son rechazados por sus compañeros, y que aproximadamente la mitad
de esos alumnos soportan ese rechazo de un modo crónico en su etapa escolar
(Marande, 2011).
Es de destacar que un 3,2% de las víctimas de acoso y un 4,2% de las que han
sufrido ciberacoso consideran que han sido víctimas debido a su orientación
sexual (Nocito 2017).
Un 5,1% declaran que el motivo fue su color de piel, cultura o religión (Save the
Children, 2016).
10-12 años
14%
10,60%
8,00%
5,10%
3,20%
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2.4 Datos Socioeconómicos
Factores familiares
De todos es sabido que los padres ejercen un papel socializador de primer grado con
un peso crucial en el desarrollo psicosocial de sus hijos, por tanto, distintos
situaciones de la familia podrían ser determinantes en la protección y riesgo de acoso
escolar. Existen hechos, comportamientos y valores en el hogar familiar que
incrementan la probabilidad de que los hijos tengan un mayor riesgo de violencia, ya
que, la familia parece ser un factor esencial de riesgo en el origen de conductas de
acoso escolar, pues, se ha planteado que los agresores y las víctimas se caracterizan
por recibir rechazo y críticas por parte del padre y por tener poco afecto y
comunicación con sus madres (León, Felipe, Polo, y Fajardo, 2015).
Los estudios indican que los estilos de crianza son considerados un factor
concluyente de riesgo y protección de la victimización. Y ello es así porque cuando
el niño goza de un buen cuidado, afecto y comunicación se encuentra protegido ante
cualquier muestra de conducta agresiva, por el contrario, si los niveles de apoyo,
comunicación y afecto de los padres hacia sus hijos no son los adecuados, existirá
mayor probabilidad de que los niños sufran problemas de agresividad y delincuencia
(Tur, Mestre, Samper y Malonda, 2012).
Factores escolares
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individuales debido a que los factores del contexto, ayudan a regulan notablemente
la interacción entre la personalidad y la perpetración del bullying (Machado, 2015).
A nivel estadístico, los resultados de una encuesta de la ONG Save the Children,
realizada a 21.487 estudiantes de todo el país entre 12 y 16 años de primero a cuarto
de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), alumnos pertenecientes a centros
públicos, arrojan los siguientes datos (extraídos del Servicio de Psicología Aplicada
(SEPA) de la Universidad de Murcia) que a continuación se exponen en orden de
importancia:
Gráfico 1. Acoso escolar en CCAA Murcia
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Son más infrecuentes Las conductas de tipo tecnológico (inferiores al 2,5%).
El perfil emocional de los alumnos que sienten maltratados por sus compañeros es
de humillación, soledad o aislamiento, inseguridad y tristeza.
4,50%
4,00%
3,50% Un poco más del 3% de los alumnos
3,00% reconocen haber maltratado a
2,50% compañeros, incrementándose este
2,00%
1,50% dato entre chicos (4,09%) y en
1,00% Educación Secundaria (3,42%).
0,50%
0,00%
Alumnos que Dato más Dato en
reconocen elevado en Educación
maltratar a sus Chicos Secundaria
compañeros
En este apartado trataremos de dar una visión global a nivel micro estudiando el
fenómeno del “Bullying o acoso escolar” en un contexto más específico, circunscrito al
ámbito de la familia y la escuela, concretamente se analizará una muestra de escolares
del Instituto de Educación Secundaria (IES) de la localidad de Molina de Segura
(Murcia).
Antes de nada, abordaremos la temática desde un enfoque teórico tratando de dar
respuesta a lo que entendemos por realidad micro o escala de micro-sistema, es decir,
a lo referido dentro del contexto próximo en el que se desenvuelven los niños o
adolescentes en el grupo de clase, que es dónde comienza a originarse el acoso
escolar. Así, los factores que influyen en la relaciones de convivencias de la comunidad
educativa de cada colegio están directamente relacionados con el sistema familiar de
cada alumno (Nocito, 2017).
A su vez este tipo de sistema recibe influencias de flujos sociales y actitudes del sistema
social que se encuentra supeditado a ideologías, movimientos sociales y fuentes de
información tales como las series de televisión, videojuegos etc. No obstante, si
queremos entender la violencia escolar desde el punto de vista ecológico habría que
considerar el contexto en el que se producen las relaciones interpersonales, apoyadas
a su vez, por las características personales de sus componentes (Nocito, 2017).
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Por medio de la familia se obtienen los primeros modelos de comportamiento, que
adquirirán un gran poder en las demás relaciones creadas con el entorno. El hecho de
que los niños crezcan expuestos a un ambiente de violencia familiar, hace que aprendan
y entiendan el mundo desde dos perspectivas: la de agresor y la de agredido.
Por ello, las situaciones de maltrato que recibe un niño en su entorno más cercano
intervienen en el deterioro de la interacción familiar así como en la conducta del niño en
otros entornos, limitando la posibilidad de establecer relaciones más positivas y seguras.
En el entorno escolar muchas veces los alumnos se quejan porque dicen tener un trato
diferente al de sus compañeros. Conviene prestar atención a estas señales pues,
quizás, tras las mismas, puedan esconderse necesidades de mayor atención por parte
de profesores y padres (Nocito, 2017).
Los estudios evidencian que, con frecuencia, los profesores generan expectativas
positivas o negativas hacia sus alumnos inclinándose por los estudiantes de
expectativas más positivas. Esto ocasiona que se den dos clases de grupos: el de los
alumnos “brillantes” que participan casi siempre y les hacen más fácil y gratificante la
tarea al profesor y el otro grupo de alumnos definido como más dificultoso o “lento” que
además de no intervenir casi nunca, provocan desmotivación o poco interés en los
profesores ya que deben esforzarse más para desempeñar su tarea. Si a esto le
añadimos que los “buenos estudiantes” suelen recibir muchos elogios y, los “malos” o
más flojos muchas críticas, la desmotivación de éstos últimos disminuye sintiéndose al
mismo tiempo discriminados respecto al resto de compañeros de la clase (Nocito, 2017).
A pesar de que parezca inevitable entablar este tipo de relaciones con los alumnos
debido a nuestra naturaleza humana, pues los profesores son personas, hay que hacer
un esfuerzo de profesionalidad y empatía hacia los alumnos más desfavorecidos ya que
no parten de las mismas condiciones de igualdad respecto al resto de compañeros de
la clase. Como consecuencia de lo antedicho, se podría establecer una mala relación
entre profesor y alumno ocasionando en éste último una situación de indefensión por su
condición de inferioridad respecto al primero lo que podría derivar en ansiedad y
depresión de los alumnos que se encuentran en estas circunstancias así como en un
descenso de su rendimiento escolar (Nocito, 2017).
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El estudio se realizó con una muestra de 75 estudiantes pertenecientes a varios niveles
de la ESO, nosotros nos vamos a centrar en los alumnos de 4º de la ESO para explicar
a escala micro el problema del acoso escolar en el municipio de la localidad señalada.
Con una muestra de 43 alumnos se procede a iniciar la investigación utilizándose el
cuestionario de Violencia Escolar (CUVE-R) compuesto por 31 items y elegido con el
propósito de detectar la existencia de acoso escolar (Maquilón y Orcajada, 2014).
Gráfico 1.
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Gráfico 2. Violencia del alumnado hacia el profesorado
En cuanto a los resultados referidos a los tipos de violencia y actitudes de los escolares
hacia los profesores, se resaltan los siguientes:
El 70% responde que en la mayoría de las ocasiones (39,7%) obstaculizan las
explicaciones del profesor impidiendo que se produzca el aprendizaje y siempre
(30,7%). Se puede incrementar al 90% si incluimos a los alumnos que señalan que
esta circunstancia se da con frecuencia (17,30%).
Los insultos al profesor y grabaciones para burlarse y reírse, los resultados arrojan
que un 6,7% responden que ocurre siempre.
Relativo a las faltas de respeto cometidas hacia los profesores, los alumnos
responden que suceden en el 44% (pocas veces) y en el 24% (algunas veces).
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5. PROBLEMAS DERIVADOS DEL BULLYING O ACOSO ESCOLAR
Estudios recientes demuestran que los niños que han aprendido en su entorno familiar
conductas violentas y de acoso escolar tendrán muchas probabilidades de ser
acosadores en otros ámbitos cuando sean adultos así como sus futuros hijos tenderán
también a emplear conductas de maltrato contra sus iguales. De la misma forma, los
niños víctimas de acoso escolar tenderán a tener hijos que también serán victimas del
mencionado problema. (Olweus, 2003 y Farrington, 1993 citado en Informe Cisneros X,
2006).
A través de estudios de análisis del Bullying se ha podido comprobar que existe una
estrecha vinculación entre las distintas formas de violencia en nuestra sociedad y el
modelo de comportamiento. Partiendo de esta base, se ha constatado que estos
patrones de conducta violenta aprendidos en las etapas infantiles se consolidan
convirtiéndose en muy persistentes y difíciles de modificar (Piñuel, 2006).
Otra de las consecuencias negativas para las víctimas del bullying es el estrés
postraumático encontrado tras las reiteradas experiencias de acoso a las que se ven
sometidos los niños con este perfil. Estos cuadros de estrés se identifican mal,
produciendo modelos de conducta errónea que terminan por incrementar el riesgo de
consumir alcohol y otras sustancias, así como otro tipo de problemas de integración
social. También presentan, muy a menudo, problemas de ansiedad, disminución
importante de la autoestima con el consiguiente deterioro de su autoconcepto derivando
en una autoimagen mucho más negativa que el resto de niños que no han sido
maltratados, así como una tendencia suicida y dificultad para relacionarse socialmente
(Piñuel, 2006).
De acuerdo con el estudio realizado por Olweus, (1987) los niños que habían sido
acosados a edades tempranas también lo serían en edades posteriores. Por otro lado,
las investigaciones indican que los infantes que observan conductas agresivas contra
otros niños causan un daño psicológico constatado.
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6. NECESIDADES DETECTADAS EN LA POBLACIÓN
A tenor de los datos expuestos podríamos considerar una serie de necesidades que a
continuación detallamos:
Sería necesario implantar pautas comunes así como protocolos de actuación que
soporten la toma de decisiones apoyadas por datos empíricos que avalen y respalden
la realidad de nuestro sistema educativo (Nocito 2017).
En la misma línea, se hace necesario fomentar un alto grado de empatía entre los niños
con el objetivo de que puedan adquirir un alto grado de competencia socioemocional
que les ayude a establecer lazos afectivos con sus iguales facilitándoles la adaptación
lo que derivará en un menor riesgo de sufrir rechazo social (Mateu-Martínez Mateu-
Martínez, Piqueras, Rivera-Riquelme, Espada y Orgilés 2014).
7. CONCLUSIONES
Los datos están ahí, resulta evidente que el bullying o acoso escolar es un problema
social que se da en todo el mundo preocupando a familias, docentes y al propio
alumnado. Lo cierto es que cada vez ocurre con más frecuencia. La Fundación ANAR
y la Mutua Madrileña afirman, tras un estudio realizado sobre el acoso escolar en
España, que las denuncias y demandas pidiendo ayuda por acoso escolar han
aumentado en un 75 % en el último año.
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Los profesionales consideran el acoso como un problema de violencia psicológica.
Agregan que el papel que juegan las nuevas tecnologías en el incremento de los casos
de acoso es crucial debido a que nos encontramos ante instrumentos que facilitan el
anonimato de los agresores, fomentando con ello el acceso a la marginación y acoso
de las víctimas.
Atendiendo a los datos expuestos en este trabajo, podemos deducir que el acoso en
las aulas lo sufren prácticamente por igual niños y niñas (existe una ligera variación que
podemos considerar inapreciable) siendo la edad más habitual de inicio a partir de los
12 o 13 años. El perfil no viene diseñado, no existe un modelo de victima estandarizado
aunque los casos más habituales se dan en niños introvertidos, diferentes al resto, con
discapacidades y defectos físicos.
Los estudios demuestran que las víctimas de acoso no cuentan a su familia ni a los
profesores las agresiones sufridas. Al parecer el miedo y la vergüenza a enfrentarse
nuevamente con la experiencia los paraliza. Por tanto, sería importante abordar este
conflicto proponiendo medidas de apoyo psicológico para estos niños maltratados.
Es una realidad patente que el acoso escolar o bullying afecta y daña gravemente a las
personas que lo padecen marcándolos de por vida y dejando en los niños secuelas
importantes. Los adultos no podemos mirar para otro lado ante este problema y
considerarlo como si de juegos entre niños/as se tratase. Las víctimas necesitan
protección ante las experiencias de acoso y para ello, es necesario que empecemos a
tomar medidas por anticipado, a edades tempranas, con el fin de poder evitar que se
instauren funcionamientos de relaciones basadas en el desequilibrio de poder.
A pesar del papel tan importante que juegan los adultos en la vida de los niños/as,
cuando las victimas están siendo objeto de burlas o humillaciones, no suelen acudir a
sus padres o profesores en búsqueda de ayuda y protección. Probablemente no lo
hacen por vergüenza y por miedo a que el acosador se entere y se vuelvan a repetir
las agresiones con más fuerza (SAVE THE CHILDREN).
El papel de la escuela es fundamental en cuanto a protección de los escolares frente a
cualquier forma de violencia. Por ello, se hace necesario crear un sistema protector que
facilite a las víctimas del bullying hablar sin miedo a posibles represarías sobre las
situaciones de violencia que sufren así como denunciarlas si son testigos de las
mismas. De esta forma, los docentes y la comunidad educativa en general, podrán
actuar rápida y adecuadamente aplicando las medidas necesarias para eliminar dicho
problema.
Por tanto, se haría necesaria la implantación de mecanismos tales como:
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Fomentar la implicación de las familias frente al problema junto con la necesaria
coordinación y participación de todos los agentes del ámbito escolar y de otros
ámbitos como servicios sociales, salud, agentes tutores, organizaciones no
gubernamentales, etc.
Igual de necesario sería realizar campañas de prevención en centros escolares y en
redes sociales concienciando a toda la sociedad acerca del problema.
En definitiva, podríamos concluir diciendo que todos y cada uno de nosotros, profesionales
de la enseñanza, familias y sociedad en general debemos concienciarnos y poner remedio
a este problema tan acuciante. Cada uno en el desempeño de su rol, debe actuar con suma
responsabilidad. Los maestros, vigilando y observando constantemente a sus alumnos con
el fin de detectar y subsanar perfiles violentos y agresivos que puedan mostrarse en las
aulas a edades tempranas y las familias contribuyendo a una educación basada en valores
de confianza, empatía, amor y respeto. Todos absolutamente, tenemos la obligación de
interrumpir este modelo de comportamiento, se trata de una cuestión de vital importancia
que implica tanto a las autoridades educativas como a las familias. Por tanto, debemos
denunciar cualquier situación que menoscabe la dignidad, protección y los derechos de los
niños.
Por último, dejar constancia de que este tipo de investigaciones proporcionan el
conocimiento y la comprensión necesaria para eliminar o por lo menos reducir este tipo de
problema. Por tanto, deberían ser utilizadas para ofrecer políticas sociales e intervenciones
eficaces frente a éste.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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víctimas de acoso escolar. Psychosocial Intervention, 20(2), 183-192.
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19
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Piñero, E., Arense, G., Julián, J., López, J. J., y Torres, A. M. (2014).
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http://www.academia.edu/33762860/AGRESI%C3%93N_ESCOLAR_Y_ACTITUD
ES_NEGATIVAS_EN_EDUCACI%C3%93N_UN_ESTUDIO_DE_CASO_EN_LA_
REGI%C3%93N_DE_MURCIA
https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/acoso_escolar_y_cib
eracoso_informe_vok_-_05.14.pdf
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