El 14 de julio el ejército de El Salvador lanzó la invasión a Honduras y
ataques aéreos sobre suelo hondureño, un pelotón del ejército de El
Salvador capturó la guarnición fronteriza de Ocotepeque en Honduras, y otro contingente se desplazó a través del paso fronterizo de El Amatillo. Simultáneamente, su aviación bombardeó los aeropuertos de La Mesa y de Toncontin sin éxito.45 En respuesta, la aviación hondureña lanzó bombardeos. La Organización de Estados Americanos negoció un alto al fuego la noche del 18 de julio que entró en vigor el 20 de julio. El gobierno salvadoreño exigió que cesara la persecución de sus compatriotas, pero la OEA le exigió antes desalojar suelo hondureño. Las tropas salvadoreñas se retiraron a principios de agosto. Fue la última confrontación de la historia donde combatieron aeronaves de pistón y hélice. Ambos bandos tenían en servicio material de origen norteamericano que sirvió al final de la Segunda Guerra Mundial. Se enfrentaron dos de las mejores aeronaves de este tipo jamás construidas: por un lado, los F4U Corsair de la Fuerza Aérea Hondureña, por el otro, los P-51 Mustang de la Fuerza Aérea Salvadoreña,[cita requerida]. Ambos bandos utilizaron sus aviones C-47 Skytrain como bombarderos improvisados, cuando la Fuerza Aérea Salvadoreña bombardeó el Aeropuerto Internacional Toncontin en Honduras, en cambio cuando Honduras bombardeó el Aeropuerto de Ilopango en El Salvador. El Mayor Fernando Soto Henríquez al mando de su nave una Chance Vought F4U Corsair con registro FAH-609 de la Fuerza Aérea de Honduras, anotó tres derribos en combate: un Cavalier P-51D Mustang y dos Goodyear FG-1D Corsair S de la Fuerza Aérea Salvadoreña el 17 de julio de 1969, logrados así, el de un P-51 por la mañana y dos FG-1 por la tarde, con esto se convierte en el único piloto latinoamericano en obtener tres victorias en un conflicto bélico en suelo continental americano. Esto le logró varios reconocimientos a nivel mundial e invitado de honor al «Eagles Gathering». Al final de la guerra, los ejércitos de ambos países encontraron un pretexto para rearmarse y el Mercado Común Centroamericano quedó en ruinas. Bajo las reglas de dicho mercado, la economía salvadoreña (la más industrializada en Centroamérica en aquella época) estaba ganando mucho terreno en relación a la economía hondureña. Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima (Perú) el 30 de octubre de 1980, por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia: ello dio paso a la solución negociada del litigio fronterizo por el control de unos 450 kilómetros cuadrados, conocido como Los Bolsones, los cuales pasaron a formar parte del territorio hondureño, en detrimento del territorio salvadoreño. En meses previos a la denominada guerra surgió un escuadrón clandestino hondureño llamado la Mancha Brava, para aterrorizar a más de 300 000 salvadoreños que se habían afincado en los años 60 en Honduras para trabajar en plantaciones bananeras y establecer negocios en ese país. Estas formaciones paramilitares asesinaron y detuvieron a una gran cantidad de salvadoreños en la zona fronteriza, lo que agudizó aún más la situación entre los dos países. Los grandes hacendados controlaban la mayor parte de la tierra cultivable en El Salvador desde los años 1920, ya que los sucesivos gobiernos salvadoreños habían rechazado todo proyecto de distribución de tierras a campesinos pobres. Esto llevó a la emigración constante de campesinos salvadoreños a regiones de Honduras cercanas a la frontera con El Salvador, pues si bien la extensión territorial de El Salvador era igual (entonces como ahora) apenas al 20% del territorio hondureño, la población salvadoreña era bastante más numerosa que la de Honduras en el año 1969: 3 600 000 salvadoreños ante 2 600 000 hondureños. La sobrepoblación de El Salvador halló una válvula de escape en la emigración de campesinos salvadoreños a Honduras, país con menos población y con demanda de mano de obra no calificada, al punto que hacia 1969 había casi 300 000 jornaleros salvadoreños viviendo en Honduras, formando casi el 20% de los peones rurales de dicho país. Esto permitía a las élites de El Salvador reducir la alta densidad demográfica de su país sin sacrificar sus intereses financieros, evitando todo posible "reparto de tierras". En 1969 la situación cambió en Honduras. Los grandes terratenientes hondureños también experimentaban la presión social de tener grandes masas de jornaleros sin tierras que podían ser fuente de revueltas contra el gobierno. La solución del gobierno hondureño consistió en expropiar tierras a los campesinos salvadoreños que habían vivido ahí durante varias generaciones y los que se habían hecho propietarios a base de esfuerzo propio, además de expulsar a los jornaleros salvadoreños residentes en Honduras. Esto generó una persecución de salvadoreños en Honduras principalmente por el denominado grupo clandestino La Mancha Brava, que asesinó a una gran cantidad de salvadoreños y atemorizó a otros, lo cual produjo un "regreso" masivo a El Salvador.
Esta escalada de tensión fue aprovechada por los gobiernos de ambos
países para orientar la atención de sus poblaciones hacia afuera, en vez de los conflictos políticos internos de cada país. Los medios de comunicación de ambos países jugaron un papel importante, alentando el odio entre hondureños y salvadoreños. Los conservadores en el poder en El Salvador temían que la expulsión de salvadoreños de Honduras causase tensiones sociales: más campesinos implicarían más presiones socio-económicas en El Salvador (cosa que finalmente ocurrió). Finalmente, debido a la pasividad mostrada por el gobierno hondureño ante el genocidio que cometía La Mancha Brava sobre los salvadoreños en Honduras, las autoridades de El Salvador decidieron intervenir militarmente en Honduras.
Estos son los resultados de los partidos de fútbol entre las selecciones de ambos países:
El 8 de junio de 1969 Tegucigalpa: Honduras - El Salvador 1-0 (0-0 en
el descanso). El 15 de junio de 1969 San Salvador: El Salvador - Honduras 3-0 (3-0). El encuentro de desempate tuvo lugar el 27 de junio de 1969 - El Salvador - Honduras 3-2 (1-2 en el descanso, 2-2 en jornada completa), jugado en la Ciudad de México. Cabe destacar que en esas eliminatorias El Salvador consiguió su primer pase a una competición mundialista en México 1970. Mayor Jorge Colindres Reyes (derecha) participando en una ceremonia al finalizar la guerra.
La muerte de entre 4.000 y 6.000 civiles, y más de 15.000 heridos,
dependiendo de la fuente.3 Entre 60.000 y 130.000 de los 300.000 salvadoreños indocumentados que vivían en Honduras fueron forzados a regresar a su país.3 El fin del esfuerzo de integración regional conocido como Mercado Común Centroamericano (MCCA), diseñado por EE. UU. como una contraparte económica regional para contrarrestar los efectos de la revolución socialista en Cuba. El refuerzo del papel político de los militares en ambos países. En El Salvador, en las elecciones legislativas que siguieron, la mayoría de los candidatos del Partido de Conciliación Nacional (PCN) de El Salvador, en esa fecha en el gobierno, salidos del Ejército, hicieron una enorme apología de su papel en el conflicto y, por consiguiente, resultaron victoriosos en las elecciones de diputados y alcaldes. El agravamiento de la situación social en El Salvador, producto de las deportaciones desde Honduras, ya que el gobierno tuvo que facilitar a estas personas la reinserción económica, lo que no logró satisfacer adecuadamente (actualmente sigue siendo la zona más pobre de El Salvador). Aumentó la presión social que derivó en la guerra civil que viviría el país centroamericano.