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AUTONOMO Y COMPETENTE
Así, el hombre que vislumbramos para el siglo XXI toma una imagen mucho más
completa. Está constituido de sentimientos, inteligencia y pasión generadores de
poderosos impulsos que le permitirán avanzar en la ciencia y que favorecerán el
progreso de la humanidad.
Por ello, la universidad de hoy no puede limitarse sólo a preparar para una única
encrucijada profesional y menos para una exclusiva especialidad. A la universidad no
corresponde, en rigor de verdad, formar especialistas. Una universidad moderna debe
estar abierta a las posibilidades de una cultura general a fin de asegurar calidad, antes
que nada. Cada día se hace más claro que la universidad consiste en una vasta realidad
interdisciplinaria, una red de enseñanza cada día más integrada pero diferenciada. Toda
enseñanza superior debe aspirar como objetivo fundamental a asegurar al estudiante el
desarrollo más completo de «su persona» según sus aptitudes. La persona es el objetivo
esencial del trabajo universitario. Por eso el estudiante no puede ser un mero receptor
del conocimiento. El estudiante no es objeto de instrucción sino agente (y agente activo)
comprometido desde la hora inicial con la tarea por realizar y es a la vez responsable
de la implementación de las estrategias de aprendizaje. Así, los estudiantes son el
motor del trabajo universitario. No hay modo de que los docentes avancen por su cuenta
sin la ayuda de los alumnos; ya que el conocimiento científico supone la enseñanza y
aprendizaje simultáneos y recíprocos de ambos. La educación universitaria no impone
el conocimiento ni lo traslada de uno a otro individuo, sino que estimula la curiosidad
inicial y al avivarla en el estudiante va estimulando el aprendizaje para provocar de este
modo el riesgo y la aventura del conocimiento.
En este sentido, nos podemos preguntar ¿cómo debe ser el universitario de los tiempos
modernos?, ¿qué debe saber? Y, a medida que nos respondemos, vamos dibujando el
perfil de lo que se necesita para tener éxito en la vida bajo las nuevas condiciones que
plantea la educación del Siglo XXI:
Este perfil nos revela que el estudiante que quiere salir exitoso en la vida, debe mantener
el sentido de auto Eficacia que se centra en las creencias que tiene la persona sobre
sus capacidades para organizar y ejecutar caminos para la acción requeridos en
situaciones esperadas o niveles de rendimiento.
El perfil real del estudiante universitario
Además, otros estudios han hecho hincapié en las limitadas capacidades cognitivas
aplicadas en áreas específicas de rendimiento académico (Mayor y otros, 1993), como,
por ejemplo:
• En las ciencias positivas, no manejan vocabulario específico, carecen de
información fundamental y demuestran desconocimiento de conceptos
básicos.
• En las ciencias humanistas, poseen escasos hábitos de lectura, presentan
dificultades para diferenciar ideas principales de secundarias, manejo de
vocabulario exiguo e insuficiente; la cultura general a la que han accedido
es escasa y no contextualizada.
Para cumplir el conjunto de los misiones que le son propios, lo educación debe
estructurarse en torno o cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de lo
vida serán poro codo persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender
a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión¡ aprender a hacer, para
poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar
con los demás en todos los actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso
fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro
vías del saber convergen en uno sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de
contacto, coincidencia e intercambio.
Lectura
Las cinco mentes del futuro
Creo que sabemos lo suficiente para desarrollar una educación capaz de crear
personas como estas y con estas mentalidades.
La mente disciplinada. La mente del futuro debe ser disciplinada en dos sentidos.
En primer lugar, debe dominar las principales formas distintivas de pensar que
ha creado el ser humano: la ciencia, las matemáticas y la tecnología, como se
ha dicho antes, pero también el pensamiento histórico, artístico y filosófico. En
segundo lugar, debe dominar diversas maneras de ampliar la propia formación
durante toda la vida, de una forma regular y sistemática.
La mente sintética. Aunque la educación debe partir de las aptitudes básicas y
las disciplinas tradicionales, no puede acabar ahí. Cuando nos encontremos ante
una cantidad excesiva de información deberemos ser capaces de resumirla con
precisión, sintetizada de una forma productiva y hacer que nos sea útil. Este
objetivo supone un pensamiento de carácter interdisciplinario, una forma de
pensamiento poco comprendida pero cada vez más importante.
La mente creativa. 'En el futuro, prácticamente todo lo que esté regido por reglas
se hará con mayor rapidez y precisión mediante el uso de ordenadores (en
realidad, podría haber dicho «hoy» en lugar de «en el futuro"). Se tendrá en gran
estima a las personas que puedan ir más allá de la síntesis disciplinaria e
interdisciplinaria para descubrir nuevos fenómenos, nuevos problemas y nuevas
preguntas y puedan contribuir a su resolución… por lo menos hasta que se
presente el siguiente enigma.
La mente respetuosa. Siempre ha sido deseable educar a las personas para que
por lo menos sean tolerantes con quienes tienen un aspecto diferente, actúan de
una manera distinta y, quizá, son distintos a ellas. Puede que antes fuera posible
encerrarse en uno mismo o dentro de las propias fronteras. Pero ya no es así.
Si no podemos aprender a convivir con los demás, el planeta pronto quedará
despoblado.