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MOVIMIENTO DE INTEGRACIÓN PARA EL DESARROLLO

REGIONAL

PLAN DE GOBIERNO REGIONAL-PUNO 2019-2022

PROPUESTA DE UNA EVALUACIÓN PRELIMINAR DESDE EL


PENSAMIENTO CRÍTICO

Luis F. Vilcatoma Salas

El Plan de Gobierno Regional-Puno con el que ha ganado las elecciones el


C.C. Walter Aduviri Calisaya está compuesto por siete aspectos que van
desde una propuesta de ideario y principios hasta las estrategias para
erradicar la pobreza, anemia, desnutrición crónica y mejoramiento de la
competitividad regional. Sin embargo en un esfuerzo de síntesis, para
efectos del análisis y la evaluación, el referido plan tiene dos grandes
dimensiones: la dimensión filosófica, propositiva utópica o estratégica,
como también la podríamos llamar; y la dimensión operativa de la propuesta
donde principalmente figuran los objetivos estratégicos, las políticas y las
acciones en términos de proyectos y programas.

La primera dimensión (filosófica, propositiva y estratégicas) es la dimensión


donde los autores del plan se esfuerzan por desarrollar un discurso étnico
histórico-andino “mediante el cual, podamos construir nuestro propio
modelo de transformación social sobre la base de nuestra historia ancestral,
y en coherencia con nuestra realidad multinacional” (p: 2). Una dimensión
discursiva utópica del Abya Yala quechua, aimara y “de otros pueblos
originarios” que declara afirmarse en el propósito de “la reconquista de
nuestra identidad cultural, a través del pensamiento Pacha, para poder
insertarnos en la gran lucha continental por la consolidación multinacional
de los Pueblos Originarios del Abya Yala” (p: 2). Un discurso muy
aproximado al discurso impulsado por los pueblos originarios del hermano
pueblo boliviano pero que, sin embargo, no toma en cuenta la realidad

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multicultural e intercultural fáctica que caracteriza a la Región Puno y todo el
trapecio andino del Perú, se podría decir, que no es igual a la realidad de
Bolivia. Una realidad con fuerte presencia de mestizos y criollos además de
pobladores originarios andinos en un proceso de “cholificación” (Quijano)
acentuado y de urbanización del campo como de ruralización de la ciudad,
así como de interculturalidad fáctica asimétrica con tendencia a la
integración subordinada a la modernidad capitalista y la globalización. Una
formación social sumamente variada y en proceso de transición a la
modernidad capitalista que el discurso del Abya Yala del Plan de Gobierno
no recoge e integra como un discurso sólido representacional de esta
complejidad social, y si no la integra se corre el riesgo de que la política
global impulsada próximamente por el gobernante Aduviri caiga en la
imposición, la intolerancia y en un etnicismo negador como el polo contrario
del etnicismo negador occidental que se intenta combatir. Al caerse en la
imposición no s ehace sino caer en la “razón instrumental” occidental que
subordina y aplasta al individuo en la multitud de clase o étnica; que
convierte al individuo en un simple instrumentos de fines que se le imponen
totalitariamente. Un individuo que sólo es útil por sus habilidades,
competencias y capacidades pero no por él mismo. Un individuo que debe
mimetizarse y arrastrase tras nuevos dioses engendrados por el capitalismo
como el mercado, el rendimiento, la productividad, las competencias, el
trabajo alienado y la cultura misma.

Entre el componente filosófico del Plan y su componente operativo se


presenta un problema estructural muy serio. El ideario filosófico no aparece
en la propuesta operativa del plan. Hay un divorcio entre la concepción
global estratégica y las propuestas concretas del plan que tienen un sentido,
más bien modernizador capitalista de la Región Puno. Da la impresión que la
filosofía del plan ha sido elaborada por una intelectualidad orgánica de la
otredad cultural, y la parte operativa del mismo por un conjunto de técnicos
modernizadores de Puno bajo una racionalidad capitalista occidental.

El diagnóstico del plan sigue gruesamente los lineamientos de los


diagnósticos tradicionales caracterizados por su sectorialización,
incomunicación y fragmentación que segmenta la realidad e invisibiliza las
relaciones sociales de producción que caracterizan históricamente la
formación social regional. No hay una visión sistémica y global de la realidad
sino componentes o partes que se amontonan unas tras otras; en
consecuencia es un diagnóstico abstracto y no concreto, porque la realidad
esencialmente objetiva no es así. Es una falsa realidad empírica porque no
enlaza holísticamente todos sus componentes. Para que se llegue a una

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realidad concreta ascendiendo “de lo abstracto a lo concreto”, como es el
método marxista, se precisa trascender, en el pensamiento, lo empírico
fracturado hasta llegar a la “síntesis de las múltiples determinaciones” que
es la realidad concreta sobre la cual recién las políticas podrían tener
efectividad integral y raigal.

La visión y objetivos estratégicos del plan de gobierno constituyen una


suerte de mediación conceptual entre el ideario, anteriormente referido, y la
dimensión operativa modernizante del plan.

La visión de Puno al 2022 es un nivel del plan donde la radicalidad


ideológica de la primera parte comienza a diluirse progresiva y
conservadoramente para transformarse, más bien, en un sentido de realismo
complaciente o pragmatismo desideologizado que desembocan
atropelladamente en la dimensión operativa del plan. Es el momento, se
podría decir, donde se inicia la negación conceptual e ideológica de la
filosofía del Abya Yala y su metamorfosis sin ninguna justificación en la
ideología de la modernización capitalista y el “proyectismo” tradicional. La
visión, en relación a ello, consigna el propósito de “desarrollo regional” sin
un atisbo siquiera de poner en tela de juicio este mitológico concepto en
crisis desde bastante tiempo atrás; “una sociedad justa y equilibrada en
base a nuestra cultura y tradiciones andinas” (conceptos abstractos y
errados en una sociedad marcada por contradicciones estructurales donde
el “equilibrio es imposible”); “educación de calidad” (reclamada también por
la derecha económica neoliberal); “salud integral” (repetido propósito del
MINSA); “autosostenibilidad” (¿es posible un Puno autosostenible al margen
del resto del país?); “economía diversificada” (planteamiento modernizante
con cierto aire cepaliano de los años 60, agitado en algún momento del
gobierno de Ollanta Humala) y “ambiente sostenible” (planteamiento de las
teorías capitalistas del “desarrollo” más recientes y en boga).

Las políticas tienen un rumbo modernizador semejante: “erradicar la


corrupción”; “erradicar la pobreza” (ni siquiera se dice “contribuir” a
erradicar la pobreza, sino “erradicar” la pobreza como como si el gobierno
regional tuviera todas las atribuciones y recursos para lograr ello);
“educación de calidad, innovación tecnológica, científica y productiva”
(modernización al más puro estilo desarrolista); “construcción de
hospitales…”salud integral y preventiva” (no es ninguna novedad. Varios de
los otros candidatos también lo dijeron repitiendo propósitos del MINSA);
“formalización y apoyo técnico a la pequeña minería…” (la historia de
siempre en las promesas de todos los gobernantes regionales anteriores);
“promoción y fomento de la micro y pequeña empresa” (también de fuerte

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raigambre del gobierno central); y “cierre de brechas en saneamiento básico
e integral” (dicho sea de paso en proceso ejecutorio de sucesivos gobierno
nacionales). ¿Dónde está la novedad?

Los objetivos estratégicos desagregan mejor todavía la concepción


modernizadora del plan:

El primer objetivo estratégico busca una “sociedad y comunidad regional


integrada, unida y con identidad cultural” (p: 31). ¿Es posible la
“integración” social, bajo qué términos, condiciones y características? ¿Es
posible la “integración” de lo multicultural? ¿Integración bajo el paradigma
dominante colonial y occidental”? El concepto de “integración” da la
sensación de estarse hablando de una “sociedad dual” (concepto arcaico de
las teorías burguesas) compuesta por un componente moderno y otro
atrasado que es necesario “integrar” bajo el dominio del componente
moderno (integración civilizatoria de los “atrasados” social y culturalmente
hacia los modernos civilizados). En este caso la “identidad cultural” aparece
como un término formalmente añadido, sin bases sustentatorias en la
sociedad realmente existente.

Los lineamientos de política y acciones estratégicas discurren por canales


más pragmáticos todavía aunque varios de ellos, hay que reconocerlo, son
muy importantes: documentar a los indocumentados (¡que va!); protección
de los niños y niñas en abandono; igualdad de oportunidades para personas
discapacitadas (muy importante); reducir la pobreza y pobreza extrema (creo
que excede a las posibilidades del gobierno regional); TICs para las
instituciones educativas (no es nada nuevo. Ya se está haciendo);
articulación de los proyectos y programas (importante, pero hay que discutir
cómo, más allá de la buena voluntad de los directivos institucionales);
recuperar la proyecto Curricular Regional (muy importante y aplausos);
atención educativa a la primera infancia (muy importante, más aplausos);
erradicar el analfabetismo; infraestructura educativa; desarrollo profesional
docente”; difusión de la producción intelectual; servicio de internet; más
hospitales y hospitales móviles; prácticas alimentarias saludables; combatir
la anemia y la desnutrición; saneamiento básico; enfoque de género;
interculturalidad; etc. Propuestas todas en la línea de la modernización
capitalista y la globalización. Nada malas en sí ciertamente de lo que
significa atención a necesidades concretas y urgentes de la gente
especialmente de la más necesitada, pero nada diferentes también de lo que
han venido proponiendo y haciendo los gobiernos sucesivos en el país en el
marco de lineamientos trazados por organismos internacionales (ONU,
UNESCO, BID, FMI, etc.). ¿Cuál es la relación de todas estas propuestas con

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la filosofía del Abya Yala? La primera impresión es que no hay relación. El
desafío de este nuevo gobierno regional, en consecuencia, no estará en la
realización de un ideario filosófico cosmológico porque no hay cómo, sino
en la concreción exitosa de su plataforma modernizadora y globalizadora.
Por allí es que vendrá la evaluación más que por sus referencias ideológicas.

El objetivo estratégico número dos tiene como componentes más


importantes: “economía regional andina diversificada competitiva y
solidaria”; “desarrollo humano sostenible”; producción agropecuaria
ecológica y orgánica” y “manejo responsable” de los recursos regionales”
que, en materia de políticas y acciones estratégicas, consigna temas como
los siguientes: desarrollo de la mediana y pequeña industria; productos
transformados y competitividad; infraestructura básica; mano de obra
calificada; polos de desarrollo (parques industriales como los parques que
tuvo Arequipa); gerencia empresarial y desarrollo de mercados;
industrialización; nichos de mercado; puesta en valor de los atractivos
turísticos (para el mercado nacional e internacional); zonas francas;
corredores turísticos; cadenas productivas y “soberanía alimentaria”;
sistemas de riego modernos; titulación de la propiedad rural; promoción de
la inversión privada; etc. Es decir todo un paquete grande de mixtura sin una
estrategia global (no se la encuentra) que le facilite sentido sintetizador a los
proyectos, cayéndose en el manoseado “proyectismo” de años anteriores.
Un proyectismo que sin una estrategia global de “desarrollo” permite que
cada proyecto se convierta en sí mismo en una estrategia ciega y en algún
momento de la historia, descartable. La síntesis de toda esta oferta mixtura
es que se busca la promoción en la Región Puno de un capitalismo pequeño
y mediano (¿capitalismo popular?), con proyección internacional
globalizante, concentrado en parques industriales y diversificado. Un
capitalismo cuya racionalidad habrá de subsumir y desmedular la cultura
originaria y el patrimonio cultural de Puno, puesto en valor para el consumo
turístico nacional e internacional. ¿Algo sustancialmente diferente a las
propuestas de los demás candidatos en las recientes justas electorales?
Todo indica que no.

El objetivo estratégico número 3, concierne a lo “ambientalmente


sostenible”, “ordenamiento y saneamiento territorial” y al “planeamiento y
gestión territorial”, con lineamientos de política y acciones estratégicas
donde destacan los componentes señalados a continuación: sistemas de
contingencia, normatividad ambiental, fortalecimiento de fronteras,
distritalización, descontaminación, formalización de los pequeños mineros,
y Gasoducto Sur Peruano; en una línea de continuidad también con los

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lineamientos de política nacionales y acciones estratégicas ya en curso
desde hacen varios años atrás.

El objetivo estratégico número 4 se orienta a la democracia directa y


participativa; a derechos y capacidades; a la ciudadanía y a la paz, justicia
social y libertad. En materia de lineamientos y acciones estratégicas
destacan los siguientes componentes: la cadena de valor público (¿?); lucha
contra la corrupción (el problema no es la lucha en sí sino el cómo luchar);
creación del Consejo Regional Contra la Corrupción; modernización de los
sistemas de gestión pública y “atención en lenguas maternas” (muy
importante); “gestión del talento humano”; y “transparencia y acceso a la
información pública”.

Todo absolutamente todo, como en los casos anteriores, en la perspectiva


modernizadora, tecnocrática y posiblemente burocrática, y en lo que se
conoce como “racionalidad instrumental” (Max Weber) que es la
racionalidad de un grupo hegemónico y elitario dominante con sus propios y
particulares fines; positivista que soslaya la idea de totalidad en el
conocimiento de la realidad regional y de un progreso dudoso y artificial;
que oculta las subestructuras económicas y sociales condicionantes de la
política regional y nacional; que sustituye la lucha y las contradicciones
sociales de los desposeídos, oprimidos y subordinados del campo y la
ciudad, por la contradicción entre culturas o de la cultura con la naturaleza;
y que sobrevalora el lenguaje instrumental por sobre el lenguaje de los
conceptos con el cual se otorga sentido a las cosas. Sin cuestionar el
irracionalismo y dominio destructor y opresivo de la industria y maquinaria
moderna como instrumentos de la modernización capitalista y, más bien,
reforzando mitos opresivos y alienantes como los del mercado, el progreso y
el desarrollo, hace mucho tiempo atrás puestos seriamente en
cuestionamiento. .

Todo lo que sigue en los acápites VI y VII no es sino un detallamiento


tecnocrático mayor de varios de los temas propuestos en los lineamientos
de política y acciones estratégicas. Un detallamiento y explicación donde se
desborda el tecnocratismo, el positivismo, el “proyectismo” y un supuesto
“objetivismo” que esconde el “pensamiento único” de la clase dominante.

CONCLUSIONES:

1. Formalmente el documento plan de la propuesta gubernamental del


Movimiento de Integración por el desarrollo Regional, tiene una
estructura fracturada entre el ideario filosófico andino y originario y la

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dimensión operativa del mismo. Mientras que la filosofía y orientación
estratégica tiene una filosofía étnica andina no concordante con la
naturaleza procesual variada y contradictoria de la formación social
regional puneña, la propuesta operativa es definidamente
modernizadora y globalizante en los términos de la racionalidad
instrumental capitalista y el neoliberalismo.

2. Formal o implícitamente este plan, en la medida de su implementación,


se traduciría en el impulso a un capitalismo “andino” de pequeña y
mediana burguesía regional que aceleraría la modernización capitalista
de Puno en materia de acumulación económica, valorización de
recursos productivos, cadenas productivas y corredores económicos.
El problema cardinal es que este propósito no es factible con sólo los
esfuerzos regionales. Se necesita tener un liderazgo con visión
sistémica y voluntad política amplia que tome en cuenta un conjunto de
factores extra-regionales y del Gobierno Central con quienes hay que
negociar y replantear las relaciones centralismo-regiones. El
oposicionismo absolutista y ciego no sirve en absoluto en esta tarea
grande y compleja, y la lucha contra la corrupción no sintetiza lo más
importante de la estrategia.

3. Se mantiene la seriamente cuestionada, en la teoría y en la práctica,


concepción del “proyectismo” denominada así porque se cree que la
solución a los problemas de la sociedad regional siempre tienen que
ser con proyectos y con proyectos mixtura sin integración entre sí y
desprovistos de una estrategia global que los amarre lógicamente y les
inyecte sentido estratégico.

4. Existen, sin embargo, propuestas interesantes e importantes que


destacan respecto a las ofertas electorales de los demás candidatos, y
que es deseable su concretización.

5. Lo más probable es que en la práctica gubernamental del gobierno de


Walter Aduviri la evaluación de la población y especialistas transite no
por su oferta filosófica andina desprovista de piernas y pies, sino por
sus promesas modernizadoras pragmáticas y positivistas.

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