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DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS DEL CURSO DE DERECHO PENITENCIARIO

1. PRESENTACIÓN DE LA ASIGNATURA. DERECHO PENITENCIARIO. SISTEMA PENITENCIARIO

DERECHO PENITENCIARIO.
CONCEPTO DE DERECHO PENITENCIARIO
Conjunto de normas que regulan la readaptación de los individuos sujetos a una sentencia privativa
de la libertad.
La penología, se dice que el penitenciario nace paralelamente al derecho penal surgiendo la
penología cuando se convierte en la prisión en una pena formalmente, y se sigue utilizando hasta
nuestros días como un medio para obtener un cambio de conducta personal y mental de los
delincuentes teniendo como base la sanción correctiva de su privación de libertad.
LA CIENCIA PENITENCIARIA
El autor Luis Garrido Guzmán considera que la ciencia penitenciaria es una parte de la penología
que se ocupa del estudio de las penas privativas de la libertad de su organización y aplicación, con
la finalidad de reintegrar profesional y socialmente a los condenados, y le atribute a la penología la
responsabilidad de estudiar las restantes penas como son las restrictivas de libertad o de derecho,
pecuniarias, capital o así como las de asistencia pos carcelaria, en la actualidad se habla de la ciencia
penitenciaria como un conjunto de normas que auxilian la readaptación del delincuente allegándose
de otras ciencias como: es la medicina, la psicología la educación física etc.
El autor Sánchez Galindo define al penitenciarista como un profesional que reúne conocimientos
teóricos y experiencia para alcanzar en forma congruente los fines de la ejecución penal, dentro de
los establecimientos penales en cualquiera de sus niveles sea máxima o mínima de seguridad
DERECHO PENITENCIARIO O EJECUTIVO PENAL
Así como el derecho penal sustantivo está dividido en parte especial y en parte general, la teoría del
derecho penitenciario o derecho ejecutivo penal a su vez debe estar dividido en dos aspectos el
estudio de la pena como tal y la sanción que deberá sufrir el delincuente durante el cumplimiento
de dicha pena asimismo el derecho penitenciario debe determinarse a la normatividad y doctrinas
relativas a la ejecución de prisión así como a su interpretación dejando el aspecto de las demás
sanciones que no sean privativas de la libertad, aspectos filosóficos y análisis que no sean científicos.
PROYECCIÓN DEL DERECHO PENITENCIARIO
El Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni considera que toda ciencia es el conjunto de conocimientos parciales
delimita los entes de que se ocupa definiéndolos como el objeto de la ciencia, es decir ya no se
encuentra una ciencia que se ocupe el estudio de todo. La delimitación de los entes de que se ocupa
tal ciencia constituye el horizonte de proyección de dicha ciencia.
Es así que deben establecerse estos horizontes antes del derecho penitenciario dice Zaffaroni que
las sanciones penales tienen un carácter reeducador y que dicho carácter debe desarrollarse en el
tiempo establecido en las penas privativas de la libertad porque la ciencia penitenciaria debe ser
considerada como tal y no como una rama accesoria de la ciencia penal ya que su ente es la re
educación y readaptación y ejecución de la pena impuesta a un criminal.
Para el Dr. Gustavo Malo, el objeto de estudio del derecho penitenciario lo debemos entender como
el conjunto de normas relativas a la aplicación de las penas y de las medidas de seguridad que serán
los entes legales en esta materia y además agregan que el fin de la ciencia penitenciaria en nuestro
país es expresamente limitada a lo establecido en el art. 18 de la constitución política mexicana y
que su ente primordial es la readaptación social del individuo, que deberá alcanzarse por medio de
la educación y el trabajo así como la capacitación para el mismo.
Así mismo el Dr. Gustavo Malo Camacho considera al derecho penitenciario se le deben incorporar
las propuestas y estudios realizados por la organización de la ONU respecto al tratado de los presos,
así como su readaptación e instrucción y formación sin prescindir de su carácter correctivo.
FINES DEL DERECHO PENITENCIARIO
El fin del derecho penal es la preservación y protección de los bienes jurídicos que implican los más
altos valores del hombre, para permitir una convivencia social- armónica y pacifica lo cual puede
traducirse, en un aspecto pragmático de prevención del delito, asimismo el fin del derecho
penitenciario es la ejecución de la pena y todo lo que tiene señalada en la ley, visto desde un
enfoque formal, aun cuando la doctrina nos refiera que la pena contempla fines más amplios.
MEZGER.- Afirma que toda acción humana tiene un fin y que la pena como acción humana y estatal
en el ámbito del derecho tiene como fin la prevención del delito, asimismo dicha prevención del
delito se puede realizar en el mundo jurídico por dos caminos actuando sobre la colectividad, estos
es, la comunidad jurídica o actuando sobre el individuo que tiende a delinquir o ha cometido un
delito.
En el primer caso se habla se prevención general que intenta actuar sobre la colectividad y en el
segundo caso se dice que es prevención especial que intenta actuar sobre el individuo que a
cometido un delito y es sujeto de una pena respecto a la cual señala que abarca tres momentos; la
conminación. La imposición, y la ejecución de la pena.

NATURALEZA.- Para los penalistas es una parte del Derecho Penal que se ocupa de la ejecución de las
penas privativas de libertad. Completaría el cuadro de normas reguladoras del Derecho punitivo:
delitos, penas y medidas privativas de libertad y ejecución de éstas completarían el contenido del
Derecho Penal.
- Para algunos tratadistas de Derecho Administrativo, la actividad de la Administración Penitenciaria
forma parte de la actividad de la Administración Pública y, por tanto, las normas que regulan esta
actividad deben de ser consideradas como pertenecientes al Derecho Administrativo.
- Paulatinamente va abriéndose paso la tesis de la autonomía del Derecho Penitenciario por tres
razones fundamentales:
1. Por razón de las fuentes. Las normas que regulan la relación jurídica penitenciaria constituyen un
cuerpo de normas independientes de las que establecen los delitos y las penas (Derecho Penal
Sustantivo) y de las que regulan el procedimiento (Derecho Procesal).
2. Por razón de la materia. La relación jurídica-penitenciaria, en cuanto supone la permanencia de
una serie de derechos, el nacimiento de otros frente a la Administración Penitenciaria, la aparición
de deberes y el recorte o limitación de otros derechos, constituye una materia específica que exige
tratamiento normativo y doctrinal autónomo.
3. Por razón de la jurisdicción. Se atribuye a un órgano específico, el Juez de Vigilancia Penitenciario
o Juez de ejecución de penas, el velar por el estricto cumplimiento de las normas y la protección de
la parte más débil de la relación jurídica (el recluido).

CONTENIDO.- La realidad carcelaria constituye hoy, como lo ha sido siempre, uno de los más graves
problemas de la organización social y, dada su complejidad y magnitud, ha promovido múltiples
estudios y diversos enfoques acerca del verdadero rol que debe cumplir el sistema en la sociedad
moderna.
Con relación a esta problemática debe precisarse que el marco referencial fundamental en que se
sitúa el sistema carcelario en el Perú, está dado por tres factores concomitantes: una población
excesiva, falta de infraestructura adecuada y el exiguo presupuesto destinado para esta área.
La prisionización fue estudiada inicialmente por el sociólogo Donald Clemmer y presentado en su
libro The prisión conmunity, en el año 1940, como adaptación a una cultura particular de la cárcel.
Posteriormente, resultan importantes los estudios de G. Sykes (The Society of Cautives, 1958); de D.
Cressey (The prisión: studies in institucional organisation and change, 1961); de D. Glaser (The
effectivenes of a prisión and parole system, 1963) entre otros.
Atendiendo a los problemas que agobian la situación penitenciaria, se debe precisar que el
tratamiento y la rehabilitación del interno no pueden definirse fácilmente como un concepto
aritmético, sino que estos conllevan una serie de factores o elementos interrelacionados que, se
convierten en los tres pilares fundamentales del tratamiento penitenciario, siendo necesario e
indispensable, para lograr este propósito, la participación plena del interno, pues, si éste no
interviene real y efectivamente en todas y cada una de las acciones de rehabilitación y tratamiento
programadas en el establecimiento penitenciario, de nada servirán los esfuerzos que la
administración penitenciaria realice.
Los fenómenos que aquejan a la prisión no están desligados de la cuestión penal relativa a la
punición: por esta razón, la finalidad asignada a la pena, dentro del marco legal, determina la
orientación penitenciaria entre el castigo y expiación del delincuente o la adaptación para favorecer
su reinserción social. En este sentido, la tendencia mayoritaria, que guía los fines generales de la
penología, tiene como fuentes inspiradoras al humanismo y la modificabilidad del hombre; por ello,
particularmente, la ciencia penitenciaria debe determinar claramente sus fines y principios rectores,
que son los que le dan al sistema penitenciario su sello característico.
Visualizando los principios filosóficos del sistema penitenciario peruano, al margen de que el
término empleado por la Constitución Política hable de "régimen", esta norma precisa dos grandes
lineamientos:
Uno relativo al principio humanista, al reconocer los derechos inherentes al interno, cuando afirma.
"El derecho de los reclusos a ocupar establecimientos sanos y convenientes".
Otro, referido al propósito de readaptar al recluso, cuando sostiene: "El régimen penitenciario tiene
por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.
Naciones Unidas ha sostenido siempre que en los establecimientos penitenciarios, para un manejo
adecuado donde pueda efectuarse clasificación generando disposición al trabajo y a la educación la
población no puede exceder un número mayor de 500 internos; en nuestro medio debemos aceptar
la imposibilidad de tener tantos centros como internos tenga el país, por lo que, siendo referencial,
esto sería lo ideal. Frente a esa imposibilidad se hace imperioso contar con centros penitenciarios
diferenciados, que aún cuando puedan albergar a una población de 1000 internos, con una
adecuada asignación de recursos, personal auxiliar y técnico se hagan manejables dentro de los
límites medios: sin embargo, en algunos casos, observamos una sobrecarga poblacional que ha
desplazado los ambientes destinados a trabajo, educación y recreación, para convertirlos en lugares
de alojamiento, haciéndolos ingobernables como el caso del penal de Lurigancho, cuya capacidad
mínima de 1800 internos y máxima de 2400 se ha rebasado ampliamente en su capacidad de
albergue, donde no es factible llevar a cabo ninguna acción planificada de rehabilitación, sino
realizar actos aislados de tratamiento que llegan a pequeños grupos, por estar centrada la
preocupación de la administración en la seguridad. Este hecho, de inversión del tratamiento por la
seguridad, no promueve realmente la efectivización de los planes que se programan para
rehabilitación y recuperación del interno, que constituyen la finalidad de la privación de la libertad.
Como se ha indicado precedentemente, el problema penitenciario tiene una serie de aristas dada
su complejidad que aunada al propio problema, que es el interno como ser humano, requiere no
sólo soluciones temporales, sino una planificación adecuada y real de cómo se puede afrontar para
evitar que el establecimiento penal siga siendo, como hasta ahora es el lugar de encierro, donde no
es factible alcanzar siquiera medianamente la recuperación del interno, pues, éste vive en un mundo
de desorden, sordidez y promiscuidad.
La empresa es difícil, sabemos que ningún país del mundo, por más economía y desarrollo del
sistema que tenga, ha superado íntegramente estas dificultades, aún cuando han logrado
estándares relativamente aceptables de estancia y convivencia, no han conseguido la total
rehabilitación del interno; antes bien, en estos últimos años, se ha generalizado la violencia en
diversos establecimientos penales del mundo, no siendo ajenos a ello los de la república así como
los de América Latina, en sus casos debido fundamentalmente, a la sobrepoblación y a la falta de
una adecuada y científica administración, pues se tiende más a la seguridad y militarización que al
tratamiento.
Los beneficios penitenciarios tienen como finalidad facilitar la gradual reincorporación del interno
en la comunidad, mediante los mecanismos de prelibertad como la semilibertad y la liberación
condicional que independientemente a probar las acciones de tratamiento y rehabilitación recibidos
en el establecimiento penitenciario, permiten que el retorno a la sociedad no se produzca en forma
brusca evitando el resquebrajamiento del núcleo familiar a causa de la ausencia prolongada, que es
producto de la reclusión, y por la que llega a veces, a no identificarse plenamente con la familia,
dificultando la reinserción adecuada.
Este objetivo guarda estrecha relación con los fines que debe cumplir la pena: reeducación
rehabilitación y reincorporación. La Constitución Política del Perú, vigente en su Art. 139. 22 los
señala como objetivos del régimen penitenciario. De otro lado, el Art. IX del Título Preliminar Código
Penal, establece que la pena tiene función preventiva protectora y resocializadora. Fines que a lo
largo de la historia, no se han cristalizado, convirtiendo así la pena en un fin en sí misma, debido
fundamentalmente a las múltiples dificultades que aquejan a la prisión, que hacen de ella un lugar
sórdido donde no solamente la convivencia se hace difícil sino que no es factible desarrollar
adecuadamente acciones rehabilitadoras que conduzcan a la modificación de la conducta del
penado para efectos de reinserción social, por ello, muchas veces, el interno se convierte en un ser
duro y recalcitrante a cualquier acción de tratamiento, lo que dificulta su rehabilitación.
La corriente moderna propugna el fin "resocializador" de la pena, para lo cual se sirve,
prioritariamente, de la pena privativa de la libertad, sin entender que la sola carcelería no
resocializa, entonces ¿cómo pretender reincorporar al penado dentro de la sociedad, alejándolo por
completo de ella?
"La prisión cerrada, concepción clásica de la pena de privación de libertad, no resocializa; J. Y.
Dautricourt (1980) ha señalado que este modelo de prisión «corrompe completamente a los que
estaban sólo medio corrompidos, desocializa a los que se integran en la artificial comunidad
carcelaria¨, de la misma manera que Roxin (1973) afirmó que la prisión cerrada opera como estímulo
de la asocialidad, ya que el encierro produce en el sujeto más idoneidad social que la poseída al
entrar en él. A nadie se le puede mantener apartado de la misma dice Roxin- y «sólo se puede uno
socializar en la sociedad de los hombres libres», recalca Dautricourt. "... justa o no justa que sea la
ideología del tratamiento en la dirección de una eficaz prevención especial, el problema de hallar el
sentido, el valor y la función de la pena, permanece en cada caso siempre abierto. Se puede curar o
reeducar, no obstante la pena, y durante la ejecución de la pena, pero no se podrá jamás decir, que
la pena, de por sí misma, sirva o pueda servir para curar o a reeducar al condenado. En modo más
o menos consciente, la doctrina moderna y penetrante, ha terminado por comprender tan grave
incongruencia de fondo".
Lo único que se logra con la sola reclusión es 1.
Que conlleva la reclusión: por eso el Tratamiento Penitenciario no debe ser solamente al individuo
aislado, sino también a sus proyecciones sociales, al complejo de relaciones creadas en torno a su

1
Morselli, Elio; "La función de la pena a la luz de la moderna criminología"; en: Revista Peruana de Ciencias
Penales; N° 3; Lima: 1994. pág. 338.3.
vida que se entiende como actualidad durante su reclusión, al medio social, afectivo y económico
de donde procede y como posibilidad futura después de su egreso en el trámite de su eventual
adaptación al seno social; por lo tanto, al plantearse su problemática, no puede tratarse tan sólo de
la conformación física, psíquica y cultural, del interno sino también del ámbito de sus relaciones
sociales2.

CONCEPTO.- En primer lugar, debemos considerar a esta rama o ciencia del derecho como parte
integrante de la penología, que fue definida por Francis Lieber en 1838 como rama de la ciencia
penal que se ocupa del castigo del delincuente.
Así el derecho penitenciario podría definirse como el conjunto de normas jurídicas que regulan la
ejecución de las penas y medidas privativas de libertad y otras medidas penales privativas de
libertad.
Dicho de otra forma, se trata del conjunto de normas reguladoras de la actividad penitenciaria
dirigida a la ejecución de penas y medidas privativas de libertad con la finalidad de conseguir la
reeducación y reinserción social de los sentenciados, así como de la relación jurídica que surge como
consecuencia del internamiento de detenidos y presos.

PRINCIPIOS GENERALES.
En España:
1. Principio de legalidad.
En la Constitución Española (CE) se establece que “Tampoco podrá ejecutarse pena ni medida de
seguridad en otra forma que la prescrita por la Ley y los reglamentos que la desarrollan, ni con otras
circunstancias o accidentes que los expresados en su texto”. Y en su Ley General Penitenciaria (LGP)
que “la actividad penitenciaria se desarrollará con las garantías y dentro de los límites establecidos
por la Ley Orgánica (LO), los reglamentos y las sentencias judiciales”.
Existen una buena parte de materias penitenciarias que se ajustan perfectamente al principio de
legalidad, como el reconocimiento de los derechos fundamentales de los internos o la regulación de
las sanciones por la comisión de infracciones disciplinarias. Pero en otras materias no se respeta el
principio de estricta legalidad. Ejemplos significativos han sido tradicionalmente la regulación de las
redenciones extraordinarias de penas o la actual ausencia de regulación de las infracciones
disciplinarias en la LGP.
2. Principio de resocialización.
El Art. 25.2 de la CE, en su primer apartado establece que “las penas privativas de libertad y las
medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán
consistir en trabajos forzados”.
Nuestro legislador opta por utilizar la expresión “reeducación y reinserción social”, en lugar de la
expresión “prevención especial”. Es un tratamiento, algo voluntario, que trata de orientar hacia la
reeducación y reinserción social. Se intenta que cuando el recluso salga de prisión no vuelva a
cometer delitos. Para Mapelli la palabra reeducación consiste en compensar las carencias del
recluso frente al hombre libre ofreciéndole posibilidades para que tenga un acceso a la cultura y un
desarrollo integral de su personalidad. La palabra reinserción es un proceso de introducción del
individuo en la sociedad, favoreciendo directamente el contacto activo recluso-comunidad.
La previsión que nuestra Carta Magna hace de la “reeducación y reinserción social” de los
condenados a penas y medidas penales privativas de libertad merece alguna matización. Así el TC
afirma que, ni la reeducación y reinserción es el único fin de las penas y medidas penales privativas

2
Lopez-Rey y Arroyo, Manuel; "Compendio de Criminología y Política Criminal"; Ed. Tecnos; Salamanca-
España: 1985; pág. 140.5.
de libertad ni constituye un derecho subjetivo de la persona y menos aún de carácter fundamental
susceptible de amparo.
En nuestra legislación se considera que el tratamiento penitenciario es “el conjunto de actividades
directamente dirigidas a la consecución de la reeducación y reinserción social de los penados”, (art.
59 LGP), es decir, el tratamiento es el medio con el que se pretenden conseguir los fines
resocializadores.
Las críticas fundamentales a la finalidad de reeducación y reinserción social de las penas y medidas
penales privativas de libertad, se pueden agrupar en los siguientes apartados:
a. Por un lado, para que las actividades resocializadoras se ajusten a la previsión Constitucional, no
se deben imponer coactivamente al penado.
Este carácter garantista supone que el tratamiento tiene que ser voluntario, no obligatorio. El
tratamiento es un derecho del penado y por consiguiente puede rechazarlo.
b. Otro elemento problemático de la resocialización es la necesariedad. Si el único fin de las penas
privativas de libertad fuera la resocialización del delincuente, llegaríamos a la conclusión de que no
en todos los supuestos resulta necesario ese postulado. Hay delincuentes (ocasionales, pasionales,
económicos…) para lo que no es necesaria la resocialización ya que aparecen plenamente integrados
en la sociedad.
c. La mayoría de la doctrina cuestiona la cárcel como instrumento resocializador para el delincuente,
ya que es un medio hostil, desocializante y estigmatizador. Es, desde luego, muy difícil educar para
la libertad en condiciones de no libertad.
d. La Criminología Crítica ha puesto objeciones a la resocialización, al estimar que en el delito la
culpabilidad no es del delincuente sino de la sociedad, pues la delincuencia es producto de la
sociedad. Para estos autores se han de modificar las actuales estructuras sociales. Después de todo
esto creemos que, en la ejecución penitenciaria y para que la pena cumpla su función de acuerdo a
los principios de un Estado social y democrático de derecho, el Estado no puede reducir su misión a
la de mero gendarme, custodio del delincuente y desinteresado de su destino.
Esto se traduce, por una parte, en la construcción de un sistema de ejecución de la pena que ofrezca
al condenado medios y oportunidades para su reinserción, y por otra, cuando menos, en la exigencia
de institutos jurídicos que puedan facilitar la resocialización sin lesionar los objetivos de prevención
general, como es el sistema vigente de progresión de grados.
Para finalizar al afirmar que el fin de la reeducación y reinserción social debe ser compatible con el
reconocimiento de los derechos fundamentales de los reclusos que proclaman los artículos 25.2 de
la CE y 3 de la LGP, lo que obliga, entre otras cosas, a considerar la dignidad humana, los derechos
que le son inherentes y el libre desarrollo de la personalidad como límite infranqueable de la
ejecución penitenciaria y la intervención reeducadora.
3. Principio de judicialización.
Indudablemente, las competencias del Poder Judicial abarcan, no sólo a juzgar sino también a hacer
ejecutar lo juzgado (art. 117 CE). Y aunque las leyes procesales siempre han hecho referencia a que
las autoridades judiciales fiscalizarán la actividad penitenciaria es la LGP, la que por primera vez
recoge la figura específica de un Juez de Ejecución de Penas, que en el Derecho Español se denomina
Juez de Vigilancia Penitenciaria. Resulta de vital importancia en nuestro derecho penitenciario. Sus
resoluciones contribuyen decisivamente a que la actividad penitenciaria se ejerza con el escrupuloso
respeto a los derechos de los internos y su intervención está presente en todas las vicisitudes de la
vida del interno dentro de la Institución Penitenciaria, tanto de régimen como de tratamiento.
4. Principio de presunción de inocencia.
Es uno de los principios procesales más importantes. Por el mismo, toda persona no es culpable
hasta que no se demuestre lo contrario. Reconocido ampliamente en el Art. 24 de la CE. Nuestro
derecho penitenciario tiene en cuenta esa específica consideración y la LGP (Art. 5.2) establece que
“el principio de la presunción de inocencia presidirá el régimen penitenciario de los preventivos”. El
único fin de la prisión preventiva, por tanto, será retener al interno a disposición de la autoridad
judicial que ha decretado su internamiento.
Pero no implica que al preventivo se le prohíban realizar actividades laborales, ocupacionales,
deportivas, educativas o recreativas que se desarrollen en los Centros Penitenciarios. Esas
actividades forman parte de los derechos de los internos y por el mero hecho de la situación procesal
no debe existir discriminación entre penados y preventivos.

Principios Rectores de la Ejecución Penal peruana


De la lectura de distintos convenios internacionales existentes en la comunidad internacional,
nacionales y locales podemos advertir la existencia de diferentes principios, garantías y fines que
deben orientar y perseguir la ejecución de las penas privativas de la libertad, cuestiones que muchas
veces suelen confundirse terminológicamente, ya sea que se los utilice como sinónimos o bien
otorgándoles un significado no adecuado a su real extensión. La Constitución Política de 1993 ha
prescrito determinadas finalidades al régimen penitenciario que son: reeducar, rehabilitar y
reincorporar socialmente al penado . No parece lógico que tales términos hayan sido utilizados
como sinónimos por lo que es fundamental entenderlos bajo su real dimensión y en concordancia
con los preceptos constitucionales. Así, cuando hablamos de Principios de la Ejecución Penal
aludimos a los postulados generales que sirven de base y orientan la actividad del Estado en la
regulación y ejecución de la sanción penal impuesta por un órgano jurisdiccional en pro de su
correcto desenvolvimiento administrativo y judicial. También les cabe a estos principios la relevante
función de servir como guía de interpretación y aplicación de la ley penal en cuestiones
penitenciarias. Es necesario precisar que las normas rectoras son principios reconocidos
expresamente por la ley y convertidos por ésta en derecho positivo. Es decir, estamos en presencia
de principios elevados al rango de normas jurídicas, la Ley misma, con todas las consecuencias que
ello importa, empezando por su carácter de obligatoriedad general y su primacía sobre las demás
leyes inferiores al momento de resolver cualquier conflicto en materia de interpretación o aplicación
de la ley. Y decimos “primacía sobre las demás”, ya que se trata de normas jurídicas que por
concretar postulados inspiradores de todo el ordenamiento jurídico-penal tienen rango superior a
las demás. Así, aquellos Principios Rectores de la Ejecución Penal son las pautas o directrices que
debe respetar el legislador al momento de redactar las normas penales y que en la práctica se
cristalizan en los textos legales a modo de principios de los que se derivan garantías y normas
penales programáticas u operativas, según sus consecuencias.

Principios en el Código de Ejecución Penal Peruano – Decreto Ley Nº 654


1.- Principio de Resocialización
En la exposición de Motivos del código de Ejecución Penal de 1991, se establece que uno de los
pilares fundamentales del ordenamiento jurídico penitenciario es el principio de resocialización del
penado a través de un tratamiento científico .Recoge las reglas mínimas para el tratamiento de los
reclusos aprobadas por el I Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente y sus Modificatorias, así como las Reglas Mínimas adoptadas por el
Consejo de Europa del 19 de enero de 1973. Algunos tratadistas han manifestado que el principio
de Resocialización comprende tanto el proceso reeducativo como al resultado, la reincorporación
social, sin que se descuide tampoco la comprensión jurídica de este resultado y que es determinada
por la rehabilitación. En otras palabras, este principio establece que la finalidad de la ejecución penal
será lograr que el condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar la ley procurando su
adecuada reinserción social, estableciéndose así cuáles son los objetivos que debe perseguir el
Estado durante la ejecución de la pena privativa de la libertad y a los que deben estar orientados la
actividad de los operadores penitenciarios y judiciales. Por otra Parte y dentro de éste contexto
axiológico, la reinserción representa un proceso de introducción del individuo en la sociedad, es
favorecer directamente el contacto activo recluso-comunidad, lo que significa que los operadores
penitenciarios deben iniciar con la condena un proceso de rehabilitación de los contactos sociales
del recluso y procurar atenuar los efectos negativos de la pena, permitiendo que la interacción del
interno en el establecimiento penal se asemeje lo más posible a la vida en libertad y, en la medida
de la ubicación del penado dentro del régimen y tratamiento penitenciario, promover y estimular
las actividades compatibles con dicha finalidad. Allí cobran especial relevancia aquellos institutos
penitenciarios o llamados en nuestro ordenamiento jurídico como beneficios que promueven el
restablecimiento de vínculos con la misma sociedad que dispuso separarlos provisoriamente a causa
del perjuicio ocasionado a bienes jurídicos protegidos por la legislación penal. De las normas
receptoras del Principio se trasluce que con la ejecución de la pena privativa de la libertad se
persigue fines de prevención especial, postura asumida por la moderna doctrina penitenciaria que
considera que el objetivo fundamental de la resocialización del penado se circunscribe a que este
respete la ley penal y que se abstenga de cometer delitos en el futuro. Es dable mencionar que el
ideal resocializado se vincula con la finalidad de la ejecución de las penas privativas de la libertad,
ya que con la ejecución de las medidas de seguridad se persiguen otros objetivos vinculados con la
rehabilitación, mientras que en las penas de multa e inhabilitación prevalecen aspectos retributivos.
Más allá del ideal resocializador, no podemos dejar pasar por inadvertido el inacabado debate
acerca de si la prisión y el medio carcelario son los instrumentos aptos para alcanzar tal finalidad. Al
respecto no hacen falta profundas investigaciones científicas para observar los daños que deja la
cárcel en quien la vivió, por ello es que creemos que le corresponde al Estado, en primer lugar,
arbitrar los medios para evitar la
de socialización del condenado y luego ofrecer un sistema de ejecución de la pena privativa de la
libertad que contenga medios y oportunidades que permitan su reinserción social dentro de un
ambiente que respete su dignidad humana y el libre desarrollo de su personalidad.

2.- Principio de Legalidad Ejecutiva


Dentro de las notas características de un Estado Democrático de Derecho se encuentra en primer
lugar el Principio de Legalidad. Precisamente, este principio, que nace con el Estado de Derecho, fue
fruto de un largo proceso que se cristaliza con la Revolución Francesa de 1789 a consecuencia del
relevante influjo que significaron las ideas de la Ilustración, representando el principal límite
impuesto contra el ejercicio de la potestad punitiva estatal e incluye una serie de garantías a sus
habitantes que imposibilitan –en líneas generales- que el Estado intervenga penalmente más allá de
lo que la ley permite. Este principio tiene un doble fundamento, uno político, propio del Estado
liberal de Derecho caracterizado por el imperio de la ley, y otro jurídico, resumido en el clásico
aforismo de Feuerbach: “nullum crimen, nulla poena sine lege”, del cual se derivan una serie de
garantías en el campo penal: la criminal, que establece la legalidad de los delitos; la penal, que
establece la legalidad de las penas y medidas de seguridad; la jurisdiccional, que exige el respeto del
debido proceso; y la ejecutiva, que asegura la ejecución de las penas y medidas de seguridad con
arreglo a las normas legales. Así, el Principio de Legalidad recepcionado en nuestra Carta Magna y
en los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional, tales como la Declaración Universal de
Derechos Humanos, Art. 9 Convención Americana sobre Derechos Humanos. Pacto de San José de
Costa Rica y Art. 15 ap. 1 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, resulta extensivo a la
ejecución penal o penitenciaria, lo que significa que toda pena o medida de seguridad debe
ejecutarse en la forma prescripta por la ley, la cual debe ser anterior al hecho que motiva la condena
impuesta. Ello significa que es la Ley la que debe regular de antemano las características cualitativas
de la pena y de qué manera se va a desarrollar su ejecución. Como vemos, el Principio de Legalidad
Ejecutiva establece claramente cuáles son las “reglas de juego” que deben regir en la relación
jurídica penitenciaría, y a ellas deben atenerse los operadores penitenciarios, más allá de
desacuerdos personales con la sentencia del juzgado o Tribunal sentenciador o de las características
del incidente de ejecución de condena. Consecuencias directas de tal Principio resultan la
irretroactividad de la ley penal salvo en el supuesto de la ley penal más benigna y la vigencia de la
ley como límite a la facultad reglamentaria de la Administración Pública. También derivan del
Principio de Legalidad Ejecutiva a modo de sub-principios o consecuencias lógicas del mismo, los
siguientes:

Sub-Principio de Reserva
Mediante este principio se pone de manifiesto que el penado puede gozar de todos aquellos
derechos que no se encuentren afectados por el ordenamiento jurídico o por la sentencia
condenatoria, reafirmando así su condición de sujeto de derecho a pesar de la creencia popular en
contrario.

3.- Principio de Humanidad


Los Tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional incorporados a nuestro
ordenamiento constitucional (Art. 5 Inc. 1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Pacto de San José de Costa Rica) ponen de resalto la obligación erga omnes de respetar
la dignidad humana del penado y promover una política penitenciaria humanista que tenga como
centro de atención a la persona, a quien se le debe garantizar que la ejecución de la pena impuesta
estará exenta de tratos crueles, inhumanos o degradantes, estableciéndose la responsabilidad penal
del funcionario público o particular que tuviera participación en supuestos de tales características.

4.- Principio de Igualdad ante la Ley


Este Principio prohíbe cualquier tipo de discriminación durante la ejecución de la pena por
cuestiones de raza, sexo, idioma, religión, ideología, condición social o cualquier otra circunstancia
excepto de aquellas que resultaren a consecuencia del tratamiento penitenciario individualizado
observado por el interno de acuerdo a sus condiciones personales.

5.- Principio de Progresividad del Régimen Penitenciario


Este principio establece que en pro de la reinserción social, el Estado deberá utilizar dentro del
régimen penitenciario todos los medios necesarios y adecuados a dicha finalidad (entre ellos, el
ofrecimiento al penado de un tratamiento interdisciplinario), y que dicho régimen se basará en la
progresividad, esto es, que la duración de la condena impuesta resultará dividida en fases o grados
con modalidades de ejecución de distinta intensidad en cuanto a sus efectos restrictivos, etapas a
las que el condenado irá accediendo gradualmente de acuerdo a su evolución en el régimen (y en
su caso, en el tratamiento voluntariamente asumido) y procurando la incorporación del interno a
establecimientos penales abiertos basados en el principio de autodisciplina y, en su momento, su
egreso anticipado al medio libre a través de los institutos penitenciarios previstos (beneficios
penitenciarios). Significará una amenaza a la operatividad del Principio de Legalidad Ejecutiva
aquellas circunstancias que representan la vaguedad de las definiciones legales-penitenciarias y la
excesiva remisión a determinaciones reglamentarias, posibilitando que la facultad administrativa
reglamentaria pueda cercenar derechos reconocidos normativamente.

6.- Principio de Inmediación de la Ejecución Penal


Este Principio debe ser considerado de suma relevancia en el ámbito de la ejecución penal, ya que
su observancia permitirá arribar a resoluciones más justas al evitar la intromisión de factores ajenos
a la valoración o la incorporación de informes técnico-criminológicos no ajustados a la realidad, que
devienen en la mayoría de los casos puestos en consideración judicial, en decisiones de mérito que
vulneran derechos penitenciarios y atentan contra el objetivo primero de las normas de la ejecución
penal. Su base legal la encontramos al momento de sentar nuestra forma de gobierno, la de un
Estado Democrático, que exige dentro de sus notas particulares, que previo a una resolución judicial
se observen una serie de pasos que se sintetizan en un proceso oral y público. La inmediación como
principio propio del procedimiento penal, derivado del principio de oralidad, exige que los actos
procesales se practiquen en presencia directa del Tribunal de mérito ya que sólo así se podrá
obtener un adecuado conocimiento en busca que las probanzas lleguen al ánimo del juzgador sin
sufrir alteración alguna por influjo que sea extraño a su naturaleza, o sea que, los elementos de
convicción lleguen directamente al espíritu del sujeto que ha de valorarlos, sin que se interpongan
otras personas, porque éstas pueden tergiversar, falsificar, desdibujar consciente o
inconscientemente la verdad, quitando o limitando la eficacia de tales elementos . En suma, estos
principios cumplen la función de orientar al legislador al redactar la ley penal; orientación que regirá
la actividad de los operadores penitenciarios con la población privada de libertad; orientar al poder
administrativo al momento de establecer políticas penitenciarias progresistas y respetuosas de los
derechos humanos; servir de guía de interpretación al juez a fin de desentrañar el sentido y alcance
de las normas penales y establecer la primacía de éstas, declarando la inconstitucionalidad de los
reglamentos y de las normas inferiores que se le opusieran.

FUENTES.- Fuentes del Derecho Penitenciario son aquellas normas o actos a través de los cuales el
Derecho Penitenciario se manifiesta en su vigencia, y podemos distinguir:
Fuentes directas:
1. Fuentes escritas. La ley en sentido amplio.
2. Fuentes no escritas. La costumbre y los principios generales del Derecho.
Fuentes indirectas:
1. Los tratados internacionales.
2. Las recomendaciones y reglas emanadas de organismos internacionales.
3. La jurisprudencia. Destacando en ésta la importancia de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional.

SISTEMA PENITENCIARIO.
1. EN LOS PUEBLOS PRIMITIVOS.
Para tratar este punto, hemos recopilado información histórica, la misma que nos permitirá
comprender el actual sistema penitenciario, teniendo conocimiento previo de su evolución; así
tenemos que:
En épocas primitivas la pena tomaba la forma de venganza, de violencia por violencia, y como no
existía una organización política que concentrase el poder y fijase los límites de esa reacción, la
venganza se convertía en una reacción directa, desproporcionada, inhumana, ilimitada y que
trascendía al autor de la conducta lesiva.
Luego tenemos a la Venganza Divina, donde es posible que existan ya las primeras cárceles,
entendidas éstas como lugares donde esperaban los delincuentes para ser sentenciados, o sea, sólo
servían de lugares de resguardo o contención para evitar posibles fugas. En esta época existía
autoridad y esta persona dotada de facultades políticas y religiosas, era el que administraba justicia,
siendo el fin de la pena "aplacar la ira que sienten los dioses cuando la majestad de los mismos es
lesionando con actos delictivos". La Pena Privativa de Libertad entendida como pena (tal como se
concibe hoy) fue desconocida, por eso es que las penas eran severas, existiendo gran desproporción
entre el daño causado y la sanción.
En la Cultura China, la cárcel era el lugar donde se infligía penas torturantes mientras esperaban la
pena de muerte.
En la Cultura Egipcia, existió la misma connotación religiosa de las penas, pero además, se
sentenciaba a los delincuentes a trabajos pesados.
En conclusión, desde los orígenes del hombre hasta las formas incipientes de organización social,
no existió la cárcel entendida como el lugar donde se ejecutaban las sanciones. En la segunda etapa,
cuando existe una organización sobre la base de la primacía del elemento religioso, es posible la
existencia "de la cárcel" en forma incipiente.
2. EN GRECIA Y ROMA.
El gran aporte de la cultura helénica es el separar el fundamento religioso y darle un contenido
político a la pena. Evidentemente, que la cultura Griega hizo un gran aporte a la Humanidad. Platón
en sus obras propone las dos ideas históricas de la institución carcelaria: la prisión como pena y la
prisión como medida preventiva. Aquí se encuentra el germen de lo que más adelante será el
fundamento de las penas privativas de la libertad.
De modo que es en la Cultura Griega donde encontramos dos aspectos importantes: primero, que
haya sido ésta la que separó el fundamento religioso de la pena para darle un contenido político y,
segundo, haber aportado las dos ideas históricas de la prisión como pena y como medida preventiva.
La Cultura Romana, al igual que la helénica, también pasó por los diferentes procesos evolutivos del
Derecho Penal; sin embargo, la grandeza de la Cultura Romana radica en haber logrado un alto grado
de perfección en las cuestiones referentes a las leyes y a la administración de justicia.
En una primera etapa (Monarquía) el Rey era el jefe supremo y el que administraba justicia, además
de ser el Jefe Religioso. Uno de los actos Legislativos de trascendencia fue la dación de la "Ley de las
Doce Tablas" (451 a.c) que era el conjunto de leyes que consagraban la igualdad casi plena de los
romanos ante la justicia.
En la siguiente etapa de su historia (República)se puede encontrar procedimientos penales tales
como las "Tres Viri Capitales" y las "Quastiones de Ordinaria". Lo trascendental del avance legislativo
romano radica en que la pena o sanción ya no tenía un fundamento religioso, sino que a partir de
tal época se nota una separación clara entre lo que es la religión y el ámbito del derecho.
El Derecho alcanzó su más alto grado de desarrollo en la última etapa de la historia de Roma
(imperio). La Cultura Romana significó el resumen de todas las culturas de la antigüedad; fue la que
sintetizó los aportes de las anteriores culturas. Ya anteriormente, hubo códigos importantes tales
como el "Código de Hamurabi" en Babilonia, las leyes egipcias, el "Código de Manú", las leyes de las
ciudades estado griegas, lo mismo que la "Ley de las Doce Tablas". Pero en todas ellas se encuentra
rasgos de la Ley del Talión con su máxima "ojo por ojo, diente por diente".
En lo que respecta al sistema de cárceles habidas en Roma, ésta fue una institución que existió con
fines coactivos, para hacer efectivo obligaciones de carácter civil y delitos, constituyéndose así en
un lugar de aseguramiento preventivo, eran un medio de mantener seguros a los acusados mientras
se instruía el proceso y una condición jurídica indispensable para la ejecución de la pena. En este
punto podemos afirmar que, tanto en Grecia como en Roma, la cárcel no tenía como finalidad la de
recluir al delincuente como consecuencia de la aplicación de una pena o sanción; sino que, su
finalidad era únicamente asegurativa.
3. EN EUROPA.
En los diferentes países de Europa, se aprecia una marcada evolución en lo que respecta a la
aplicación de sanciones, ubicándonos a finales de la edad media y moderna. Así tenemos, con
aparición de la Iglesia (Cristianismo) se introducen cambios sustantivos en la sanción de los delitos;
por ejemplo: se universalizan las celdas como medio en donde se debe cumplir la pena, siendo los
monasterios los que cumplen - en una primera etapa - esta función de enclaustramiento.
En España el rol de las cárceles fue definido en las leyes de las Siete Partidas dadas por Alfonso X "El
Sabio" en 1256. Así en la séptima partida decía que: "La cárcel debe ser para guardar los presos, e
non para facerles enemiga, nin otro mal, nin darles pena en ella". Más adelante se dice que: "La
cárcel no es dada para escarmentar los yerros, más para guardar los presos tan solamente en ella,
hasta que sean juzgados."
Como se puede apreciar, en España tampoco se tiene un concepto de la cárcel como medio de
ejecución de las penas privativas de la libertad. En este sentido, es entendida como un escarmiento,
con penas que iban desde la aplicación de la pena de muerte, mutilación, trabajos forzados en las
minas o deportación a una isla con costificación o sin ella.
Por estas razones es que se le atribuye a la Iglesia la iniciación de la Ciencia Penitenciaria, ya que
sustituyó las crueles penas corporales por la privación de la libertad en celdas.
En casi todos los países de Europa a partir del siglo XV y XVI se empieza a abandonar paulatinamente
las penas corporales para aplicar, nuevos métodos en la corrección de los delincuentes, vagabundos
y mendigos.
A partir del siglo XVII se encuentran tratamientos para los delincuentes tales como: separación por
sexos, tratamiento en base al trabajo para los vagabundos, así como locales especiales para los
menores. Ejemplo de esto lo constituye la cárcel de Spinhuiz en Amsterdam.
Este método se extendió rápidamente en toda Europa Central como consecuencia de la creciente
aversión a las penas corporales, los jueces enviaban cada vez mayor número de delincuentes,
mendigos y vagabundos a las diversas fundaciones creadas para éstos fines.
En consecuencia, tenemos que los primeros métodos que se aplicaban en las prisiones de Europa
hasta bien entrado el siglo XVIII se basaban en los principios de retribución y disuasión, siendo este
último factor el que cobró mayor importancia y que se traducía en la generalizada práctica de infligir
feroces castigos en grandes proporciones con respecto a los delitos punidos.
El movimiento surgido a principios del siglo XIX como reacción a los peores excesos del sistema penal
imperante, dio como resultado el surgimiento de un espíritu más humanitario, y en mayor grado se
llegó a la comprensión de que la certidumbre de la detención, procesamiento y riesgo de condena
lleva en sí mayor eficacia preventiva que la simple severidad del castigo.
Finalmente, hacia la segunda década del presente siglo, se llevó a cabo el establecimiento de
organizados cuerpos policiales para la represión de la delincuencia y sobre todo, sistemas y métodos
que irían reemplazando a las sanciones más bárbaras.

EL SISTEMA PENITENCIARIO PERUANO


1. ANTECEDENTES HISTORICOS.
1.1. EN EL IMPERIO INCAICO.
Cuando hablamos de los centros de reclusión en el Perú, tenemos que referirnos, en primer lugar,
al problema del Derecho Incaico; luego, y como consecuencia de la primera, la posibilidad de la
existencia de las cárceles en el incario.
En lo que respecta al primer punto, existen muchos estudiosos nacionales y extranjeros que abordan
este tema; unos afirman que no podemos hablar propiamente de un Derecho Incaico con
rigurosidad científica, tal como lo expresa J.H. Wigmore en su obra "Panorama of the World Legal
Systems"; otros por el contrario, como es el caso de Jorge Basadre, que refuta la anterior tesis, opina
que sí es posible hablar de un Derecho Incaico porque "Cierto es que los incas carecieron de
escritura en el sentido que la cultura occidental da a esta palabra; pero tampoco quedan leyes
escritas de otros pueblos cuyo sistema jurídico se estudia científicamente. Sabemos acerca de ellos
no sólo por testimonios españoles directos, sino también por crónicas escritas por indios (Guzmán
Poma), mestizos (Garcilaso) y aún españoles "aindiados" (Betanzos)".
Somos conscientes que sí existió un Derecho incaico; si bien no existieron normas escritas es porque
no se conoció ésta, pero nadie dudará que su transmisión se hacía por vía oral
Podría decirse que todos los delitos en el Imperio eran de carácter público porque atentaban contra
el Inca, que era el representante del Sol en la Tierra y porque él era el Estado.
Bramont Arias en su libro Derecho Penal, comenta que existieron diversas penas que se aplicaban
en el incanato, desde la pena de muerte (que presentaba diversas modalidades de ejecución de la
pena capital), hasta la prisión perpetua, el encarcelamiento, los tormentos y la flagelación.
Una característica que resalta de esta época fue que en ella no existió el menor sentido humanitario
de las penas; en los centros de reclusión incaicos, si así se pueden llamar a estos lugares de
tormento, imperaba el maltrato físico y moral. La cárcel de Aquira en el Cuzco constituye un ejemplo
de la barbarie imperante en aquellos tiempos, justificado en la necesidad del Imperio por mantener
el sistema que había implantado en un vasto territorio de dominación. Rescatando su grandeza en
haber hecho de las normas penales, máximas morales que se transmitían en forma oral de
generación en generación.
1.2. EN LA COLONIA.
Hablamos de una época colonial a partir de la conquista del Imperio del Tahuantinsuyo por los
españoles. (1532). Desde entonces, es posible hablar de un nuevo derecho especial para estas
tierras conquistadas: el Derecho Indiano, que es el "conjunto de disposiciones legales que emanaron
de la Metrópoli y de los Virreyes, que pretendieron regular normalmente las relaciones económicas
y sociales de criollos, mestizos e indígenas durante la Colonia".
En esta nueva etapa de nuestra historia, inmersos en el espíritu cerrado de los viejos tiempos
medioevales que seguían vigentes, a pesar de estar en plena Edad Moderna, estamos ante un nuevo
concepto de la defensa social que esgrimía el derecho de castigar para salvaguardar el orden y la
tranquilidad pública. En razón de estos principios, las cárceles eran los lugares en donde se torturaba
a los delincuentes.
Este Derecho Indiano se componía de diversas leyes vigentes a lo largo de la conquista, éstas fueron:
Las Siete Partidas, la Recopilación de Leyes de Indias de 1680, la Nueva Recopilación, las Ordenanzas
de Toledo, las Leyes Municipales, la Novísima Recopilación, Las Leyes de Toro, entre otras.
Evidentemente, que este período refleja un nuevo concepto sobre penalización, con un aparato
represivo que se justificaba en leyes "foráneas". Pero aquí es necesario detenernos para explicar
que si bien existió una diferencia entre ambas etapas de nuestra historia, nos atreveríamos a decir
que tuvieron mucho en común, y lo común radica en que, tanto en el apogeo del Imperio, como en
los comienzos de la Colonia, las penas fueron aplicadas con una dosis de crueldad, con la mentalidad
de servir de escarmiento para el resto de la población que presenciaba la ejecución de la pena. Sin
embargo, en la primera (período incaico) la aplicación de una pena conllevaba la sanción de un delito
cometido, sin importar la diferenciación social; en cambio, en la segunda etapa histórica, el aborigen
peruano resultó siempre perjudicado por naturaleza de raza; se dice que en la colonia había "una
legislación penal severa, arbitraria, desigual, demostrando claramente que las leyes sólo fueron
cumplidas precisamente cuando ellas reportaban algún perjuicio al indio; las leyes que lo
beneficiaban quedaron, por el contrario, sin aplicación"
Si bien muchos historiadores coinciden en que la dominación española significó para nosotros la
introducción de la cultura de occidente, y con él, todo el avance cultural de aquellos tiempos,
aparentemente ésta debía ser cualitativamente superior en todos los niveles. En el aspecto de la
penalización, que es materia del presente estudio, creemos que no lo fue y por una sencilla razón:
los avances de una cultura se miden por sus resultados, en este caso, los resultados fueron atroces.
Las penas aplicadas a los delincuentes, las torturas a que eran sometidos - los indios - rebasan toda
imaginación posible. En este campo nos trajeron la ignorancia y la barbarie.
En el período colonial se conocieron hasta cuatro tipos de prisiones: una destinada a los nobles
caballeros, otra eclesiástica de la Santa Inquisición y, por último, la cárcel común.
La cárcel común u ordinaria se estableció en el Perú y América colonial para el común de las gentes
que lo constituían los indígenas. En todas las ciudades y villas se tenía que construir estos centros
de reclusión, la finalidad era que estas prisiones debían servir para la custodia y guarda de los
delincuentes. El sistema carcelario que se implantó en la Colonia, se caracterizó por inhumano y
cruel, sin un propósito de reeducación, rehabilitación y menos de reincorporación del delincuente
a la sociedad.
Nos trajeron un sistema represivo; basado en reglas de juego injustas para la mayoría de la
población que la constituían los indígenas. Para los conquistadores, estas gentes no tenían derechos,
por eso es que mandaban reprimir para proteger sus particulares intereses económicos y creencias
ético–religiosas; es decir, a partir de la Colonia es posible hablar de la privación de la libertad como
pena.
Sin embargo, para resaltar mejor, a modo de resumen, vamos a enumerar las principales
características de las prisiones en la Colonia:
1. Se licitaban al mejor postor.
2. El licitador o alcaide que ganaba la subasta obtenía a cambio el derecho de cobrar a los reclusos
su condición de tal, y este cobro siempre se efectuaba con exceso.
3. Los internos pagaban el derecho de carcelaje.
4. Cada interno tenía que velar por su subsistencia, de otro modo corría el riesgo de morir como fue
el destino de muchos.
Este sistema de horror perduró hasta bien entrada la República. Con razón Bramont Arias expresa
que "La orientación tutelar del Derecho Indiano fue ineficaz para conseguir soluciones adecuadas
por el contrario aumentó el caudal de problemas que las generaciones posteriores heredaron y que,
aún hoy paradójicamente, no han sido resueltas en su totalidad"
1.3. EN LA REPÚBLICA.
A partir de 1821, es posible hablar de otro período de nuestra historia, que comienza precisamente
con la independencia nacional. Independencia más que nada política, porque en el fondo, el estado
de las cosas siguió igual. En el aspecto carcelario, no se produjo ningún cambio sustancial, si hubo
avances, éstos fueron sobre todo a nivel de normas que de una organización penitenciaria concreta.
El Derecho Indiano siguió vigente en el Perú hasta el siglo XIX, por eso es que "La crisis se hace
manifiesta cuando el Perú, no obstante haber conseguido su emancipación política, no pudo
independizarse jurídicamente. El Derecho Castellano, de facto, continuó rigiendo en el campo civil,
penal y otros. Sólo cambió de manos la potestad de hacer cumplir las leyes, constituyéndose en
rezagos vivientes de una etapa de nuestra historia que se creía cancelada para siempre.
Razones de política criminal y de carácter técnico - jurídico obligaban a una pronta estructuración
de nuestras propias leyes penales"
Con estas premisas, haremos un breve recuento histórico sobre el avance normativo penitenciario
nacional a partir de 1821, hasta la actualidad. Si bien en esta etapa encontramos no a un adelanto
cualitativo de la problemática penitenciaria, al menos, en el plano de la normatividad hay un intento
de cambiar las cosas.
En este sentido, se puede mencionar el Proyecto Vidaurre de 1828, el Código Penal de Santa Cruz
de 1838, el Código Penal de 1863, los Proyectos de reforma de 1874, 1878, 1900, 1902 y 1916, el
código penal de 1924 y finalmente, el Código Penal de 1991 que rige actualmente. En cada una de
estas disposiciones es posible encontrar normas que se refieren al tratamiento del delincuente.
Sin embargo, en lo que respecta concretamente a normas penitenciarias no existe, al menos en los
inicios de la República, intentos de plasmar en un sólo cuerpo orgánico, normas relativas al
tratamiento penitenciario y a las medidas de seguridad, haciéndolo de manera aislada los códigos
penales.
Con estas premisas, nos abocaremos a describir el avance organizacional penitenciario, y para ello,
es preciso descomponer el período republicano - sólo por cuestiones didácticas - en fases o etapas
tal como lo hace Solís Espinoza o Altmann Smythe, pero en este caso, referido sólo al avance
penitenciario nacional.
1.3.1. ETAPA INICAL. ( 1821 - 1855 )
Lo característico de esta etapa es, sin lugar a dudas, la falta de una organización integral con
respecto al tratamiento delicuencial. En esta etapa, además, no existió una política penitenciaria;
sólo se dieron paliativos legales, pero en forma aislada, sin un principio regulador y de contenido
incipiente.
Es en el gobierno del Mariscal José Bernardo Torre Tagle, que se dio la primera norma de contenido
penitenciario, aunque sólo se tratase de un reglamento que disponía algunos avances normativos
que para la época significaban todo un cambio sustantivo.
Este reglamento tuvo la virtud de introducir cambios en pro del interno; por ejemplo: el que disponía
que los internos fueran sacados de sus celdas dos veces al día(una hora en la mañana y otra por la
tarde) con el propósito no sólo de respirar aire libre, sino también, de hacer sus necesidades
fisiológicas. la disposición de que las internas fuera separadas de los varones, así como de menores
y adultos.
Aún así se venían cometiendo abusos por parte de los alcaides, quiénes cobraban a los internos el
derecho de permanecer en las cárceles. Por estas razones es que en este mismo gobierno se dio el
Decreto Supremo del 10 de abril de 1822 en el que se disponía que los alcaides no debían de impedir
la salida de los internos que recobraran su libertad, bajo el pretexto de adeudar sus pagos de
encarcelamiento.
Este Decreto tuvo la virtud de "corregir" estas injusticias, pero permitió la vigencia del pago por el
derecho de carcelaje que se mantenía desde la colonia.
Luego de la dación del primer reglamento carcelario y del Decreto de 1822, constituye indicio de
una serie de propósitos de dotar al Perú de una propia legislación penal, el "Proyecto de Vidaurre"
de 1828, y que en su concepto apunta no sólo a la represión del delincuente sino también, a la
prevención.
Salvo este proyecto, fueron diez años de completo olvido -diríamos mejor desinterés- de la
problemática penitenciaria. Mientras tanto los abusos crecían. Es por esta razón que a fines del
gobierno del General Agustín Gamarra (1829 - 1833), estando encargado del mando don Manuel
Tellera, se dio el Decreto Supremo del 4 de octubre de 1832. En este Decreto se disponía la
eliminación del pago por el derecho de carcelaje que estaba vigente desde la Colonia. En su
reemplazo se dictaminó la manutención de los internos por las municipalidades.
Poco tiempo hubo de pasar para que se diera el Reglamento de Tribunales en 1836, siendo
Presidente de la Confederación Perú - Boliviana el General Andrés Santa Cruz, y presidente del
Estado Nor Peruano era el General José Luis Orbegozo, que en su parte concerniente a las prisiones
se declara que los internos debían tener un mejor trato, pero que se aceptaba el cobro por el
derecho de carcelaje a excepción de los indígenas. Este mismo gobierno, mediante Decreto
Supremo del 22 de octubre de 1837, prescribió la eliminación definitiva del cobro del derecho de
carcelaje, eliminándose así este rezago de la Colonia.
En vista que la naciente República atravesaba por un período de inestabilidad política, debido a los
sucesivos cambios de gobierno, todas las normas que se dictaban imbuidas de buena intención, en
la práctica fueron letra muerta.
Durante el primer gobierno del Mariscal Ramón Castilla (1845 - 1851). Se dictó un Reglamento de
Prisiones el 1ro. de julio de 1850, pero sólo referido a la prisión del Cuzco. Este Reglamento contenía
un tratamiento más sistemático de la problemática penitenciaria por cuanto disponía por ejemplo:
el trabajo de los internos con carácter obligatorio, el tratamiento de los menores que hayan
delinquido, internos mayores de 60 años y los enfermos; así como, la clasificación de los internos.
Como podemos apreciar aquí se introduce un nuevo elemento: el trabajo como medio de
rehabilitación, significando un avance sustantivo en la rehabilitación de los internos.
Finalmente, y para concluir esta etapa sistemática o inicial, se dictó durante el gobierno del General
José Rufino Echenique (1851 - 1855) un Reglamento de Prisiones con carácter más general (20 de
mayo de 1854).
Esta etapa, por los bruscos cambios con que se sucedía en nuestra vida política, en los albores de la
República, poco aportó al desarrollo de una organización penitenciaria nacional.
1.3.2. ETAPA DE ORGANIZACIÓN. (1855-1824)
A fines de la etapa anterior notamos una cierta preocupación por parte de los gobiernos por intentar
organizar un sistema penitenciario nacional. Esto refleja, aunque en forma tímida, una toma de
conciencia de la necesidad penitenciaria. Por esta razón es que durante el gobierno del Gral. José
Rufino Echenique, se encomendó a don Mariano Felipe Paz Soldán para que se efectúe un estudio
sobre la problemática carcelaria del Perú. Estudio que lo llevó a los Estados Unidos de Norteamérica
en el año de 1853, estando en la Presidencia de los Estados de la Unión Franklin Pierce.
Efectivamente, en las primeras décadas del siglo XIX se había iniciado toda una revolución
penitenciaria en los Estados Unidos, motivo que llevó a todos los estudiosos de la materia a visitar
éste país para conocer de cerca este proceso.
Mariano Felipe Paz Soldán había estudiado todo este proceso de organización carcelaria, pues había
visto de cerca cómo era y cómo funcionaba la cárcel norteamericana; conocía, además, la realidad
carcelaria nacional de Lima y provincias, donde las prisiones estaban en un completo abandono, con
problemas de manutención debido a que las Municipalidades no contaban con los recursos
suficientes, etc.
En base a estos datos que disponía presentó su informe el 24 de noviembre de 1853, recomendando
la construcción de dos penitenciarías para el país: una en Lima y la otra en el Cuzco. Para tal efecto,
recomendaba la aplicación del régimen auburniano de prisiones de moda en esa época en
Norteamérica.
Es recién a partir del segundo gobierno del Mariscal Ramón Castilla mediante Decreto Supremo del
20 de octubre de 1855 se autorizaba la construcción de la penitenciaría de Lima. Esta prisión se
inauguró el 23 de julio de 1862 siendo Presidente del Perú el General Miguel San Román; su régimen
era el progresivo, que no es otra cosa que la mezcla de los regímenes filadélfico y auburniano. Su
reglamento se dicto ese mismo año.
Otra nota característica de esta etapa es que, si bien encontramos algunas construcciones
carcelarias, estos no reflejan el avance en materia penitenciaria porque no existe un plan nacional
de política carcelaria, ni un avance en materia de normatividad.
El Código Penal de 1863 dedicó cinco artículos (del 71º al 75º) que hablan sobre el régimen de
prisiones. El 9 de abril de 1892, durante el gobierno del Coronel Remigio Morales Bermudez, se
inauguró la Penitenciaría Central. Este mismo año y a instancias de Sor Hermelinda Carrera, quien
había planteado su creación, se inauguró la cárcel Departamental de Mujeres que funcionó en el
local antiguo del Convento de Santo Tomás, siendo su primera Directora la citada religiosa.
Cuatro años más tarde, en 1896 en el gobierno de Nicolás de Piérola, se creó a instancias de Sor
Hermelinda Carrera Pastor el primer Reformatorio del Perú destinado exclusivamente para niñas.
Posteriormente, en el gobierno de Eduardo López de Romaña (1899-1903) se creó el Instituto
Correccional o Escuela Correccional de Menores Varones a iniciativa del Ministro de Justicia don
Lizardo Alzamora.
Esta etapa se caracteriza, por la carencia de organización carcelaria a pesar de los intentos por
mejorar esta situación. Sin embargo, ya existe discusión académica entre los expertos, sobre todo
en materia penal con ocasión de reformarse el Código Penal de 1868.
1.3.3. ETAPA DE CONSOLIDACION Y DESARROLLO.
Se inicia propiamente con la aparición del nuevo Código Penal de 1924, año éste en que se inicia
una tendencia hacia la organización carcelaria de manera más integral, quizá por los mismos
principios que enarbola el nuevo Código Penal y por la nueva concientización de la realidad penal
de nuestro país, hasta 1969, fecha en que se da el Decreto Ley Nº 17581. El nuevo Código Penal de
1924, introdujo notables cambios no sólo en el aspecto penal, sino también, en el aspecto
penitenciario ya que se inició una tendencia hacia la organización penitenciaria de manera más
integral y orgánica y a nivel nacional.
Hurtado Pozo, al referirse al enjuiciamiento de la obra del legislador de 1924, dice que: "El afán de
nuestro legislador tendiente a tener presente la realidad nacional es notorio cuando toma en
cuenta, aunque imperfectamente, las diferencias existentes entre los habitantes del país. Lo hace,
en primer lugar, estableciendo una medida de seguridad para los salvajes (pobladores primitivos de
la Amazonía) y para los indígenas semicivilizados o degradados por la servidumbre y el alcoholismo.
Se trata de la colocación de una colonia penal agrícola en sustitución de la pena privativa de la
libertad que se les hubiera impuesto".
Efectivamente, la aplicación del Código Penal en materia penitenciaria, fue un saludo a la bandera,
pues no pasó de ser nada más que bellos principios que no tenían vigencia real en el Perú. La realidad
carcelaria del país, en este tiempo, se encontraba en un lamentable estado y era lógico que los
nuevos principios no produjeran sus efectos inmediatos.

CONCEPTO.
Instituciones penitenciarias o sistema penitenciario es el término con el que se designan a las
instituciones o al sistema establecido para el cumplimiento de las penas previstas en las sentencias
judiciales; especialmente las penas de reclusión, cuyo propósito, en el derecho penal
contemporáneo y el derecho penitenciario, es la reinserción social del condenado. Otro tipo de
penas, como la pena de muerte, el trabajo social, la libertad vigilada, etc., tienen una relación más
o menos indirecta con las instituciones penitenciarias, aunque también forman parte del sistema
penal. Menos relación tienen otras penas, como las denominadas penas pecuniarias (multas) o la
pena de privación de ciertos derechos (especialmente el derecho de sufragio).
Habitualmente la institución penitenciaria es la cárcel o prisión, pero la denominación puede ser
diferente, así como su organización administrativa y sus métodos y características: centros
penitenciarios abiertos o cerrados, de mínima seguridad o máxima seguridad, hospitales o centros
psiquiátricos penitenciarios (hospital penitenciario, hospital psiquiátrico penitenciario), etc.
La reforma penal ha sido, desde el siglo XIX, una constante de los filántropos y reformistas sociales.

OBJETO.
Una pena en prisión constituye una medida sociojurídica cuya finalidad es conseguir uno de los
siguientes objetivos: la prevención, la reintegración, la retribución, la defensa social, la protección
de la sociedad, etc. Sin embargo, su "objetivo esencial", reconocido y aceptado por la comunidad
de las naciones es la reintegración de los delincuentes en la sociedad de forma que se les induzca a
ganarse la vida y obedecer la ley, como se estipula el la Regla 56 para el Tratamiento de los Reclusos
y en el artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
En consecuencia, la cuestión fundamental consistirá en saber si la pena de prisión cumple o no ese
"objetivo esencial" y la finalidad buscada. Ha quedado establecida la dificultad que entraña la
preparación de una persona para la libertad cuando se encuentra en cautiverio, es decir, integrar
nuevamente a una sociedad abierta a una persona que proviene de una comunidad "anormal y
cerrada", o preparar a una persona para una existencia responsable sin asignarle responsabilidad
alguna en el proceso. La prisión y la sociedad son entidades diferentes en casi todos los aspectos y
es poco realista esperar que un producto de la primera sobreviva con éxito en la segunda.
En prisión se niegan, frustran y reprimen todos los atributos que una persona ha de desarrollar para
convertirse en un ciudadano. Se le niega un mínimo sentido de responsabilidad, indicándole
horarios, actividades, rutinas y formas de actuación. Mientras en la sociedad exterior la solidaridad
y el sentido de comunidad contribuyen al desarrollo personal, en la cárcel ambos sentimientos se
desalientan para que los numerosos reclusos no se impongan sobre los escasos guardias. En la
sociedad exterior el liderazgo, la autoafirmación, la confianza en sí mismo, el orgullo son virtudes
por excelencia, mientras en la prisión se degradan hasta convertirlas en aislamiento, vacilación y
abulia.
Todo ello indica que es preciso llevar a cabo determinadas reformas en lo que al sistema
penitenciario se refiere, pero en primera instancia, se necesita preestablecer las deficiencias que
este posee.
El Derecho Penitenciario tiene por objeto el cumplimiento de las normas legales y disposiciones
jurídicas que regulan la ejecución de la pena en un determinado Estado. Es por esto que tal caudal
debe estar constituido para la reunión material, en el derecho penal, favorable al Estado y al sujeto
infractor y tomado este como objeto de derecho de aquel para obligarle a cumplir la pena de reo,
reconocido y sentenciado judicialmente, el derecho penitenciario solo regula la ejecución de las
penas y medidas de seguridad o en otros términos, de la defensa social, en la etapa en que
interviene el Poder Ejecutivo para realizar la ejecución legal en cumplimiento de la sentencia
expedida.

EL INTERNO Y SUS DERECHOS Y OBLIGACIONES.


DERECHOS Y DEBERES DE LOS INTERNOS
1. DERECHOS DE LOS INTERNOS
Desde que una persona se integra al seno penitenciario cualquiera sea el motivo, ésta no pierde los
derechos que como persona le asisten, sino solamente aquellos que están explicitados en la
sentencia, en tal sentido en la relación existente entre administración penitenciaria - interno, genera
derechos y deberes de ambas partes, expresamente señalados en las normas de ejecución penal,
así como en la misma Constitución Política del Estado. Como lo corrobora el artículo uno del CEP,
ahí se señala "... El interno goza de los mismos derechos que el ciudadano en libertad sin más
limitaciones que las impuestas por la ley y la sentencia respectiva."
El Profesor español TAMARIT SUMALLA, así como el maestro SOLIS ESPINOZA, son claros al tratar
esta materia, al diferenciar los derechos que le asisten como persona y como interno, dividiéndolo
en derechos fundamentales y derechos penitenciarios.
Monografias.com TAMARIT SUMALLA, " Curso de derecho penitenciario
1.1. DERECHOS FUNDAMENTALES
En íntima relación con los derechos establecidos en el artículo 2° de la Constitución Política del
Estado Peruano, que le corresponde a toda persona, en relación con las normas y tratados
internacionales sobre derechos fundamentales de los cuales el Perú es parte, así tenemos por citar
algunos:
a) Derecho a la Vida y a la integridad física (art. 2° inc.1 Constitución Política)
b) A la igualdad; es decir, que aún privados de la libertad, no puede existir ningún tipo de
discriminación por cualquier razón.
c) Derecho a la salud.
d) Derecho a la alimentación balanceada.
e) Al honor y a la buena reputación.
f) A la libertad de creación intelectual, artística, técnica y científica.
g) Al secreto y a la inviolabilidad de las comunicaciones.
h) Derecho al trabajo
i) A la libertad y seguridad personales. Entre otros
1.2. DERECHOS PENITENCIARIOS.
a) A recibir información de acuerdo a las comodidades del establecimiento penitenciario,
espacialmente escrita.
b) Derecho a ser clasificado de acuerdo a las normas internas del Instituto Penitenciario.
c) A un debido proceso ante una falta disciplinaria.
d) El ingreso por mandato judicial; como garantía y derecho del interno, de ingresar al un recinto
penitenciario por mandato expreso y motivado del Juez, al que deberá regirse la autoridad
penitenciaria.
e) Ocupar ambientes adecuados, entendiéndose como aquellos donde exista comodidad para el
desarrollo integral de sus necesidades básicas.
f) A ser llamado por su nombre.
g) A formular quejas y peticiones. Entre otros
2. DEBERES DE LOS INTERNOS.
a) Someterse y acatar las normas internas de un establecimiento penitenciario.
b) Mantener una actitud de respeto y consideración hacia los operadores penitenciarios, sea cual
fuere el rango o línea de autoridad.
c) Mantener una actitud de respeto y consideración hacia sus compañeros internos.
d) Contribuir a mantener la presencia y mantenimiento de las instalaciones y equipos.
e) Contribuir con el desarrollo del tratamiento penitenciario.
f) Contribuir con las revisiones y registros programados, así como los inopinados.

2. LA INTERDISCIPLINARIEDAD Y EL APORTE DE LAS CIENCIAS SOCIALES

Un concepto de ciencia Penitenciaria acorde con las actuales tendencias de la misma, puede ser el
siguiente: “Es una ciencia interdisciplinaria que estudia todo lo relativo a la ejecución de las
sanciones privativas y restrictivas de la libertad, tanto en medios cerrados, abiertos y libres, así como
de la orientación post-carcelaria, con el fin de lograr la readaptación del delincuente”.
El hecho de considerar a la ciencia Penitenciaria como disciplina de orientación enmendativa que se
basa en diversas ciencias que estudian al hombre, nos hace ver que no en una ciencia estrictamente
jurídica, sino más bien una integración interdisciplinaria los conocimientos, método, y técnicas de
un conjunto de áreas científicas vinculadas con el tratamiento del delincuente.

CONSIDERACIONES GENERALES:
LA IMPORTANCIA DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINOLÓGICA.
Actualmente la mayoría de gobiernos “democráticos” de Latinoamérica y del Mundo no orientan
sus esfuerzos en procurar obtener los estudios necesarios para reconocer realmente lo que significa
en todo su magnitud la cuestión criminal, todo vez que esta puede desenmascarar una política
criminal que se inhibe de remover las barreras sociales, económicas y culturales, que inciden en la
criminalidad, que no hacen sino tener en vigencia plena y absoluto el llamado mito de la
resocialización del delincuente.
Es así que, el papel de los abogados y criminólogos, principalmente, se hace tan fuerte como una
roca, en razón de que la opinión y actividad de éstos, desde la creación, aplicación o
cuestionamientos de los dispositivos legales, pueden hacer cambiar el éxito, cualitativamente, de
alguna política criminal represiva. De forma tal que la interrelación entre abogados y criminólogos,
se hace importante y significativos en estas circunstancias.
Por ejemplo, en el caso de los compañeros, una vez graduados, quisieran ejercer la rama del derecho
penal, los conocimientos criminológicos se hacen imprescindibles. ¿Cómo demostrar al Juez las
innumerables circunstancias del delito, del los hechos que la producen, los estados de animo, las
causas sociales, económicas y culturales, familiares, etc, que inciden en el descendimiento de los
mismos? Más aun ¿cómo realizar una crítica certera y realista, a la legislación penal, a los
procedimientos judiciales, al sistema imitativo y destructor, como lo nombre un criminólogo, que
es la maquinaria carcelaria; si no se tiene una formación criminológica? Es menester entonces hacer
entender a nuestra Sistema Judicial Penal que son, precisamente, los estudios criminológicos los
que ayudan a encontrar la verdad para así fundamentar objetivamente una sentencia justa y
humana.
Aun así, es alentador para nuestra ciencia, una opinión autorizada como la de compañero
criminólogo Antonio Beristain: “La investigación criminológica introduce una cosmovisión del
mundo, de las transformaciones sociales, de las relaciones personales que avoca a programar
políticas criminales que sometan al derecho penal a una suerte de revisión total o parcial.”
Enseguida, advierte este mismo autor, que tenemos que superar la absurda creencia que tiene
tantas personas para los cuales “el Código Penal significa conservar las costumbres y los valores
tradicionales”.
Evidentemente, esta creencia encierra una trasfondo ideológico – consciente e inconsciente- de
observar conductas normales como “anomarles” o peor aun como típicas – en el sentido de estas
tipificadas en alguna normal penal-, y por lo tanto susceptibles de ser vilmente reprimidas con la
máxima sanción que otorga el sistema jurídico a lo que se enfrentan a él: La Pena. Evidentemente,
son personas que le temen a lo nuevo, que les desagrada todo lo que no signifique la tradición o lo
que ellos estipulan como normal; son pues, personas que se opone al riesgo, a la novedad, a la
discrepancia, y que por ende se oponen, a la libertad entendida en su máximo esplendor y grandeza
humana, a la creatividad e incluso al arte. Vallejo alguna vez fue blanco de las más burdas y
mediocres acusaciones por enfrentarse a la tradición conservadora literaria de su tiempo todo por
traer a este rincón del mundo, una nueva prosa, un nuevo tipo de arte literario, un nueva visión,
real y cruel, de lo que era – y es – la vida de los que algunos llaman los nadies.
Ahora bien, la investigación criminológica nos hace ver cuán arbitraria e interesada puede ser una
norma de derecho penal. Por ejemplo, tenemos que en la mayoría de Estado, los que promulgan las
leyes – o sea, formalmente el Congreso- son en su casi totalidad provenientes de la clase dominante.
Las leyes preparadas por esas personas buscan generalmente mantener el statu quo dominante; es
decir, perennizar la situación de privilegio y comunitaria que les beneficia a ellos a y a sus intereses
de clase. Lamentablemente, en nuestra país, esta realidad es evidente y descarada, o sino
preguntémosle al señor Presidente de la Republica qué pensaba y soñaba realizar cuando
promulgada esos Decretos Legislativos (982, 983, etc) criminalizando la protesta social.
Se trata así, de buscar que el Código Penal, realice la labor -junto a los otros controles sociales
formales e informales- de guardián sin sensibilidad del sistema social y no del desarrollo progresivo
de la persona y de la Humanidad, en general. De ahí pues, que se pronuncien muy pocas sentencias
condenatorias contra miembros de la Policía, cuando abusan de su autoridad - y más bien los
premian con normales legales que lo inmunizan frente a que cualquier intento de responsabilizarlo
penalmente por algún crimen-; ni contra miembros cercanos de las cúpulas de poder de algún
régimen nefasto (por ejemplo, hasta ahora la gente se pregunta por qué no recibió ninguna sanción
el señor Romero cuando se descubrió que era un asiduo visitante de la famosa salita del SIN, bueno
pues, no es cualquier persona, es el dueño del BCP y de medio Perú).
La criminología, como se podrá observar, ofrece una seria de posibilidades y alternativas de objetos
de su estudio, claro está, podría decirse que existe una especial atención, en su vertiente critica
porque a decir de Antonio Beristain: “la mayoría de figuras delictivas describen pequeños conflictos
interpersonales pero prescinden de las injusticias graves y estructurales de una sociedad
determinada.” De manera que la comparación en importancia es abismal entre estudiar alguna
normal penal y su eficacia en la sociedad, como lo hace la criminología clínica y la etiológica,
tratando de buscar las causas del delito, cual si la criminología fuera una ciencia natural o positiva,
dándole una realidad ontológica al delito, cuanto este es un concepto construido normativamente
por el legislador y el Sistema Penal; o estudiar los procesos de creación de las normales penales, las
conductas desviadas y en fin de los fundamentos del Sistema Penal, al fiel estilo de la Criminología
Critica.
Quisiera recoger algunas palabras que dijera Elías Neuman, en su libro Criminología y Dignidad
Humana, sobre la importancia de estudiar la Criminología en las Facultades de Derecho, como la
nuestra:
“Las teorizaciones normativas colonizan la gimnasia mental del estudiante del estudiante a quien
de esa manera se lo convierte en un técnico del derecho penal, y consecuentemente,
deshumanizado en cuanto a la cabal interpretación de ese hecho social que es el delito; ese
hecho…que suele recoger todo el contexto político, histórico, económico de una sociedad en un
tiempo dado.
Estudiar la ley, y no la realidad donde aquella habrá de ser aplicada, es quedarse en los parámetros
de lo fantástico, de lo surreal…
Se trataría de no abrir los cauces del conocimiento para mantener el sistema clasista establecido. Es
desconocer la problemática por la cual se producen los desajustes sociales…es hacer ciudadanos
con graves y circunspectas anteojeras para con sus semejantes, pero a la vez, mantiene estructuras
de un sistema social dado”
De seguro, para algunos compañeros, este sea un intento más de los marxistas sobre la caducidad
de la sociedad capitalista y de su superestructura jurídica y política; empero, lo cierto es que esto
no lo afirma algún marxista, sino un estudioso de la criminología, y no precisamente marxista, sino
tan solo realista con puntos de vistas fuera de débiles prejuicios, o como el mismo dice sin
circunspectas anteojeras para con sus semejantes.
Me causa impresión y decepción, de que a estas alturas de nuestra carrera profesional, todavía
existan compañero que todavía crean, tal vez ingenuamente, que los controles sociales formales
como el Sistema Penal, sean imparciales -como así lo dice la constitución política del Perú y el
mismísimo código penal- y que surgen únicamente –y exclusivamente- porque la desviación y las
conductas criminales así lo exigen; es decir, son el resultado de la desviación y de la delincuencia,
de manera que la actividad de esos controles sociales es una reacción natural y “neutral” contra el
crimen y el desorden nocivo al “bien común”. Como si las normas las crearan un grupo de robots,
que no tienen intereses de clase o de cualquier índole en función a su posición socioeconómica, que
piensan en el bien común. Vaya ni Platón, hubiera ida tan lejos, como si lo hacen algunos
compañeros, que tal vez, bienintencionados, pero eso sí, faltos de dosis urgentes de realidad social.
Así pues, en estas circunstancias de creencias y mitos, el profesor antes citado, advierte
oportunamente, que “la ley es transmitida al alumno sin posibilidad de crítica, y por tanto de manera
ahistórica.”
En tal sentido posibilitar lo estudios de criminología en las Facultades de Derecho, pero de forma
seria y antidogmático, es decir no enclaustrada bajo el análisis médico-forense y psiquiátrico del
estudio del crimen, como se acostumbra a hacer, sino mas bien abrir y conocer nuevas rutas y
caminos para conocer la génesis del crimen; cuestionar la supuesta realidad ontológica del crimen,
de forma tal que la Criminología con su visión sociopolítica, estilo Alessandro Baratta, haga su
ingreso en nuestra Facultad sin algún “boicot” alguno u obstáculo tardío, es verdaderamente querer
estudiar científico ese hecho complejo que es el delito, para poder vencerlo, atacándolo en sus
fundamentos básicos y reales, desmantelando los intereses políticos y sociales que se esconden
detrás de las normas penales y que se acomodan generosamente en alguna Política Criminal
represiva e injusta . Solo así, y en esta parte soy parte del optimismo de muchos criminólogos
críticos, se podrá democratizar y humanizar al máximo, dentro de las actuales circunstancias
históricas y sociales, los Controles Sociales como el Penal, dejando de la lado voces corrosivas y
dañinas provenientes de las canteras de dogmáticos y normativitas a ultranza – y no hablo, de los
normativitas que idearon el concepto actual mas autorizado y coherente de la Culpabilidad- o peor
aun provenientes de sentimientos represivos obsesivos, como los de la octogenaria congresista
Martha Hildebrandt.
De manera que la importancia de la criminología está garantizada, más aun, como anticipe arriba
todo este campo de acción y de visión crítica hacia las Normales Penales y el Sistema Penal, nos
ofrece la criminología. Tal vez el dilema sea ahora, que versión de la criminología acoger, peri sin
duda alguna, prefiero yo la crítica, y no solo se trata de algún capricho intelectual o algo por el estilo
sino que es en razón de las investigaciones hechas por estos tipos de criminólogos – aquí, unos de
los motivos de mi elección de estudio- que la ciencia penal actualmente se ha dado cuenta de
muchas de sus limitaciones, incluso ahora sufre graves desestabilizaciones en sus mismísimas bases
dogmáticas, tan es así que actualmente el principio Societas delinquere non potest, se encuentra en
grave crisis, toda vez que existen nuevos crímenes, como el de las grandes transnacionales y
corporaciones financieras, que escapan al papel disuasivo de derecho administrativo sancionador,
con todo su poder destructivo contaminante del medio ambiente, uno; y el otro, con toda su
potencia desvastadota y ruin de alguna economía nacional.
De manera que algunos penalistas, de una vez por todas, deben quitarse ese sentimiento de
superioridad sobre la criminología, ya que en razón de la situación descrita, ya no es un rumor el
que la necesite, y más que de lo se imaginan ellos. Para autorizar esta opinión cito al profesor
Jeschek, quien resaltara, atinadamente, la necesidad para el derecho penal de fomentar el estudio
y la investigación de la criminología en sentido meta y extrajurídico, en las Facultades de Derecho.
Quisiera terminar con este articulo, que como su nombre lo especifica, constituye una introducción
critica a la criminología, toda vez que evidencia diversos campos de estudio y sobre todos las
posibilidades de apertura gnoseológica que trae la criminología para un estudiante o abogado que
se digne en tener una visión crítica del derecho penal, y en general del derecho y sus fundamentos
teóricos e ideológicos; asimismo para todo quienes aspiramos a un sistema penal que respete la
dignidad humana y la democracia con todas sus implicancias en esta sociedad descaradamente
injusta, ya que sería poco humano rendirnos sin lucha ante la abrumadora congruencia de este
mundo que nos toco vivir.
Así, termino, con unas palabras hondas y profundas que dijera Víctor Hugo, en su prólogo a su genial
obra Los Miserables, que sin duda alguna erigen un exordio para el relato de la vida de algún
“desgraciado” de esta parte del mundo:
“Mientras a consecuencia de las leyes y las costumbres –dijo Víctor Hugo- exista exclusión social,
creando artificialmente infiernos en plena civilización y complicando con una humana fatalidad el
destino, que es divino; mientras los tres problemas del siglo – la degradación del hombre por el
proletariado, la prostitución de la mujer por el hambre, y la atrofia de la niñez por la ignorancia – no
fueren resueltos; mientras en ciertas regiones sea posible la asfixia social; en otros términos, y bajo
un punto de vista más amplio, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros como
este no serán inútiles”.

3. RÉGIMEN DISCIPLINARIO
CONSIDERACIONES PRELIMINARES.
El Primer Código de Ejecución Penal puesto en vigencia mediante el Decreto Legislativo N° 330 en
marzo de 1985, tiene su característica e importancia propia que es necesario resaltar por cuanto fue
el primer código en el campo penal que estableció no solamente un título preliminar con principios
y fundamentos que debían regir su normativa, sino que incorporó un capítulo referido a la disciplina
penitenciaria, que constituye un avance significativo en el control de la conducta del interno, que
establecía no solo la sanción que pueda imponerse por acto de indisciplina al interno, sino que
impide la participación de otro interno en la función disciplinaria. En este aspecto se determinó
también que la función disciplinaria ya no radicaba en manos de una persona como el Director o
quien haga sus veces, que podía actuar arbitrariamente y con abuso de autoridad en perjuicio del
interno, por esta razón, se encargó la función de investigar y sancionar a un cuerpo colegiado como
el Consejo Técnico Penitenciario, que conforme a las normas del debido proceso podía absolver o
sancionar al interno bajo los principios de igualdad y proporcionalidad dentro del marco de la
legalidad y la inmediación, permitiendo inclusive la participación del abogado que el interno designe
para este fin, como mecanismo que tutele sus derechos; en este marco, la sanción que imponga el
Consejo Técnico Penitenciario es factible de apelación, para ser revisado por el nivel superior que
puede confirmar o revocar la medida impuesta. Este mecanismo garantiza definitivamente la
imparcialidad del acto administrativo, considerando el efecto que implica su determinación
fundamentalmente en lo atinente a la concesión de los beneficios penitenciarios, que por esta razón
pueden verse denegados en las fechas que conforme a la normativa les pudiera corresponder.

CONCEPTO.
Conjunto de normas básicas que persiguen el mantenimiento de una pacífica y ordenada
convivencia en un centro penitenciario y cuya transgresión implica --salvo excepciones--, la
imposición de una sanción disciplinaria, con la repercusión que ello supone en la concesión de
beneficios penitenciarios, libertad condicional, progresión en grado y permisos de salida.

NATURALEZA Y FIN.
Según nuestra Constitución, el fin de la pena es la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
penado a la sociedad. En tal sentido, los centros penitenciarios están obligados a desarrollar
acciones que conlleven la realización de tales fines. El conjunto de estas labores es denominado
“tratamiento penitenciario”.
Según el propio Código de Ejecución Penal, el tratamiento penitenciario comprende la utilización de
“métodos médicos, biológicos, psicológicos, psiquiátricos, pedagógicos, sociales, laborales y todos
aquellos que permitan obtener el objetivo del tratamiento”.
Aunque hoy se formulan diversas críticas contra el concepto de “tratamiento penitenciario”, pues
se considera poco probable que una persona pueda readaptarse a la vida en sociedad excluida de
ella, la experiencia recogida en el trabajo en prisiones revela que uno de los principales vehículos de
readaptación social es la actividad laboral que cultive o desarrolle el penado durante su estadía en
un centro penal.
Las posibilidades de desarrollo del tratamiento penitenciario dependen, en su totalidad, de la
disciplina que se guarde al interior del establecimiento penitenciario.
El régimen disciplinario, según nuestra legislación, tiene por objeto la preservación de la convivencia
pacífica entre internos y el mantenimiento del orden en el penal. Aunque por principio, el régimen
disciplinario debe tender hacia la autodisciplina de la persona privada de libertad, no existen
actualmente mecanismos ni prácticas institucionalizadas que permitan alcanzar esta meta, pues, se
han priorizado los medios sancionadores como único medio para preservar la disciplina en cárceles.
La potestad sancionadora de la administración penitenciaria encontraría fundamento en la “relación
de sujeción especial que vincula al interno con la administración penitenciaria”, vinculación que sin
embargo, no desconoce a la persona interna como sujeto de derechos fundamentales. El fin último
de esta atribución se encontraría en la necesidad de mantener la convivencia pacífica y corregir las
conductas que no respeten esta meta.

PRINCIPIOS INFORMADORES DE LA POTESTAD DISCIPLINARIA.


PRINCIPIOS DEL REGIMEN DISCIPLINARIO
Si bien la ejecución penal tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
interno la sociedad, y que ésta debe llevarse a cabo sin que exista trato inhumano o tortura, así
como debe estar exenta de cualquier acto o procedimiento que atente contra la dignidad del
interno, la naturaleza humana violenta, hace que en ciertas ocasiones la normal convivencia se vea
afectada por actitudes negativas para la administración penitenciaria y para los demás internos,
ante lo cual se tiene que actuar rigurosamente para evitar el desván y la pérdida del principio de
autoridad, básico en un establecimiento donde se corrigen conductas negativas.
En tal sentido, la legislación penitenciaria ha establecido un catálogo de faltas, a las que por
antonomasia les corresponde una sanción disciplinaria correctiva, todo este procedimiento
inspirado en los principios penales básicos de observancia obligatoria, los que en omisión puede
devenir en responsabilidad administrativa y penal.
Dentro de los principios que se pueden aplicar al régimen disciplinario penitenciario son: el Principio
de legalidad, presunción de inocencia, culpabilidad, necesidad y subsidiaridad, oportunidad, non bis
in ídem, proporcionalidad y dignidad.
1. PRINCIPIO DE LEGALIDAD
"... El principio de legalidad, clave y ancilar, de todo sistema punitivo sea cual fuere su naturaleza –
penal o administrativa - contiene una serie de garantías que en
sustancia se resumen en la exigencia de predeterminación normativa de las conductas infractoras y
de las sanciones correspondientes; es decir, de preceptos jurídicos (lex previa) que permitan
predecir con suficiente grado de certeza (lex certa), las conductas objeto de sanción y atenerse a la
eventual responsabilidad dimanante de estas..."
En este sentido, la administración penitenciaria, debe someterse a lo que establece la ley de
ejecución penal y su reglamento, dando su fiel y estricto cumplimiento. Es decir, se debe observar
lo prescrito en los artículos 21° al 36° del CEP, así como los principios generales de la ejecución penal.
2. PRINCIPO DE DEBIDO PROCESO.
Constituye un medio tendente a respaldar a la administración penitenciaria, al garantizar el principio
constitucional de defensa en juicio, debiendo entenderse en sentido amplio donde se garanticen los
principios procesales básicos, de tal forma que dicho proceso sea legal y justo.
3. PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA.
Constituye uno de los pilares básicos de todo proceso penal, aplicable también al ámbito
penitenciario disciplinario. En síntesis hay que decir que la culpabilidad no se presume si no que
debe ser probada; presumiendo la inocencia del imputado.
En el caso de las sanciones disciplinarias queda excluida la posibilidad de imponerlas cuando no haya
sido constatada plenamente la culpabilidad exigiendo demostrar el error en que hubiera incurrido
el interno.
4. PRINCIPIO DE NECESIDAD Y SUBSIDIARIDAD.
Por este principio debe entenderse la doble función que cumplen las medidas disciplinarias en el
ámbito penitenciario: Por un lado, como lo señala en artículo 21° del CEP, mantener el orden en los
Establecimientos Penitenciarios; es decir, conseguir en el interno una aceptación del régimen, y por
el otro, una función pedagógica – preventiva, orientada a enseñar a los demás internos a inhibirse
de cometer actos reprobados por el régimen y por el contrario contribuyan a la convivencia pacífica
en los establecimientos penitenciarios.
5. PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD.
Muy de moda en nuestra legislación procesal penal que muy bien se puede aplicar en ámbito
penitenciario dada su naturaleza preventivo – especial, teniéndose en consideración que una
sanción disciplinaria solamente debe imponerse cuando sea necesaria, recurriendo a mecanismos
de componenda para solucionar conflictos de gravedad poco relevante para el régimen, a cambio
de un compromiso de modificación de conducta.
6. PRINCIPIO DE NON BIS IN IDEM.
El cual impide la imposición de doble sanción por un mismo hecho, siempre y cuando exista
identidad de sujeto, hecho y fundamento.
7. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD.
El CEP, en el artículo 27° establece las clases de sanciones disciplinarias, las que van de una simple
amonestación hasta el "aislamiento29" por un máximo de 30 días prorrogables por 15 días más
cuando se comete otra falta dentro de la vigencia de una sanción anterior de aislamiento.
Por este principio se debe entender que dichas sanciones deben ser fijadas atendiendo al grado de
culpabilidad en la comisión de actos considerados faltas.
8. PRINCIPIO DE DIGNIDAD.
Si bien la persona interna está privada de libertad, ésta tiene intacto su condición de ser humano
con honor, libertad y dignidad; en tal sentido, el proceso y la sanción deben atender a este principio
consagrado en el artículo 3° del Título Preliminar del CEP.

FALTAS DISCIPLINARIAS
El Decreto Legislativo N° 654, Código de Ejecución Penal en el artículo 23° establece: "incurre en
falta disciplinaria el interno que infringe las disposiciones establecidas en este capítulo", así como
en su Reglamento en los artículos 76º a 81º.
Referente a la medida disciplinaria de aislamiento habría que tener en consideración lo siguiente:
¿todos los internos estarán en condiciones psicobiológicas de resistir una sanción de esta
naturaleza?. Entonces se hace imperativo, aunque la norma no lo establece, un examen médico
previo que determine que la persona se encuentra en condiciones de resistir tal medida.
FALTAS GRAVES.
Se consideran faltas graves:
1. Impedir o entorpecer el tratamiento de los demás internos.
2. Poner en peligro su propia seguridad, la de los otros internos o la del Establecimiento
Penitenciario.
3. Interferir o desobedecer las disposiciones de seguridad.
4. Poseer o consumir drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o bebidas alcohólicas.
5. Poseer armas, explosivos o cualquier objeto de uso prohibido en el Establecimiento Penitenciario.
6. Realizar actos contrarios a la moral.
7. Instigar o participar en motines, huelgas o desórdenes colectivos.
8. Intentar evadirse del Establecimiento Penitenciario.
9. Agredir a cualquier persona que se encuentre en el Establecimiento Penitenciario.
FALTAS LEVES.
Son faltas disciplinarias leves:
1. Negarse a trabajar o a asistir a las actividades educativas, sin justificación.
2. Transmitir o permanecer en zonas prohibidas del Establecimiento Penitenciario, sin autorización.
3. Emplear palabras soeces o injuriosas en el trato con las demás personas.
4. Dañar o dar mal uso a las instalaciones del Establecimiento Penitenciario.
5. Incumplir las disposiciones sobre alojamiento, higiene, aseo, horario, visitas, comunicaciones,
traslados y registros.
6. No presentarse cuando sea requerido por las autoridades del Establecimiento Penitenciario.
7. Incumplir las demás disposiciones sobre el Régimen
Penitenciario que establece el Reglamento.
PRESCRIPCION DE FALTAS DICIPLINARIAS
El Reglamento del CEP, establece en el artículo 81º que las faltas disciplinarias leves prescriben a los
cuatro meses y las faltas disciplinarias graves a los ocho meses. Consideramos que dada la micro
jurisdicción en que se desenvuelven los hechos, es exagerado el plazo de prescripción estipulado
por los legisladores, atendiendo a que la sanción a imponerse por la comisión de una falta
disciplinaria al transcurrir el tiempo establecido diluye el sentido de la sanción. Valga la oportunidad
mencionar que a diferencia del Reglamento actual, el Reglamento del CEP de 1985, establecía plazos
menores; así preveía en su artículo 4° que las faltas leves prescriben al mes, y las faltas graves a los
seis meses.
RECURSOS IMPUGNATORIOS
A diferencia del Reglamento del CEP de 1985, este actual reglamento establece como medio
impugnatorio e sanciones el recurso de reconsideración, que es procedente interponerlo ante la
misma autoridad que emitió el fallo sancionador; es decir, el Consejo Técnico Penitenciario, en el
término tres días, el que debe ser resuelto en dos días.
De igual forma y en el plazo de un día hábil luego de notificada la resolución de sanción puede
interponer recurso de apelación ante el mismo Consejo técnico Penitenciario, quien en un plazo de
cinco días elevara el expediente a la Dirección regional del Instituto nacional Penitenciario, quien
resolverá en un plazo de cinco días hábiles.

SANCIONES.
SANCIONES DISCIPLINARIAS
De conformidad al artículo 27°, sólo pueden imponerse las siguientes sanciones disciplinarias:
1. Amonestación.
2. Privación de paseos o actos recreativos comunes, cuando corresponda, hasta un máximo de 30
días.
3. Limitación de las comunicaciones con el exterior hasta un máximo de 30 días.
4. Privación de permisos de salida hasta un máximo de 60 días.
5. Aislamiento hasta un máximo de 30 días, siempre y cuando durante su aislamiento no cometa
otra falta disciplinaria, donde puede ser prorrogada por 15 días más, no siendo mayor de 45 días en
total.
Este aislamiento es de aplicación en los casos en que el interno manifieste agresividad o violencia y
cuando reiteradamente o gravemente altere la normal convivencia en el establecimiento
penitenciario.
La presente sanción se cumple previo informe médico, el que puede suspender o modificar la
sanción de acuerdo al estado de salud del interno. Este informe médico debe entenderse no sólo
para garantizar el estado de salud en el momento a aplicar la sanción, sino que debe pronosticar si
al imponerse aislamiento por cierto tiempo no va afectar la salud del interno.
El aislamiento no es aplicable en los siguientes casos:
- A la mujer gestante.
- A la madre que tuviera hijos consigo.
- Al interno mayor de sesenta años.
El lugar de aislamiento puede ser el que ocupa habitualmente el interno o el que determine la
administración penitenciaria, generalmente es práctica común separar a los internos de sus
compañeros y ubicarlo en ambientes diferentes, los que cuentan con los servicios necesarios que
no atenten contra la dignidad del interno sancionado.
PROCEDIMIENTO
El novísimo Reglamento del Código de Ejecución Penal, en los artículos 82º 89º establece el
procedimiento para imponer sanciones a los internos, proceso que en poco difiere del establecido
por D. S. N° 012-85-JUS (artículos 35° al 57°), Reglamento del Código de Ejecución Penal de 1985,
Decreto legislativo No. 330.
Entre las características más saltantes se puede anotar:
- Escrito
- Sumario
- Se inicia a instancia de la Administración Penitenciaria o por denuncia.
- El interno denunciado puede presentar escritos de descargo ante el Consejo Técnico, puede buscar
defensor de su elección.
- El encargado de las investigaciones es el Jefe de seguridad.
- La investigación no puede durar más de quince días.
- Elevará un Informe final al Consejo Técnico.
- El Consejo Técnico, previa deliberación, impondrá la sanción pertinente en proporción a la falta
cometida, la que debe constar en acta de consejo debidamente motivada y notificada al interno.

4. VISITAS Y COMUNICACIONES

ASPECTOS GENERALES
Reglamento del Código de Ejecución Penal.
Artículo 19.- El interno tiene derecho a recibir visita personal y a comunicarse con sus familiares y
amigos en forma oral y escrita, en los ambientes acondicionados en los Establecimientos
Penitenciarios, de acuerdo con el horario y medidas de seguridad establecidas por el Consejo
Técnico Penitenciario, salvo orden judicial de incomunicación.
Artículo 20.- El Consejo Técnico Penitenciario de cada Establecimiento Penal determinará el número
máximo de visitantes a que tiene derecho cada interno, de acuerdo con la capacidad y seguridad
del penal.
Artículo 21.- Las visitas no deben interferir en las actividades del régimen interno de cada
Establecimiento Penitenciario. Los visitantes respetarán el orden y la disciplina, y deben
comportarse correctamente.
Artículo 22.- El visitante deberá identificarse e indicará el nombre del interno que visita. La
Administración Penitenciaria llevará un registro de visitantes. Cada Establecimiento Penitenciario
establecerá los métodos y mecanismos para el control del ingreso y salida de los visitantes y de sus
pertenencias.
El Director del Establecimiento Penitenciario adoptará las medidas pertinentes a fin de garantizar el
respeto a la dignidad de los visitantes.
Artículo 23.- Los visitantes quedan sujetos a revisión personal y corporal previo a su contacto con
los internos. La revisión íntima se hará únicamente cuando existan indicios razonables de intento de
introducción de objetos prohibidos que atenten contra el régimen Reglamento del Código de
Ejecución Penal penitenciario.
La revisión se realizará en ambientes cerrados en forma separada para varones y mujeres, por el
personal de seguridad del mismo sexo que el visitante. Está prohibido, bajo responsabilidad filmar
o tomar fotografías durante revisiones íntimas.
La revisión corporal deberá efectuarse respetando la dignidad de las personas, en condiciones de
salubridad.
Artículo 24.- Cuando exista indicio razonable de que se pretende introducir algún tipo de objeto,
bebida, droga, medicina o cualquier otro elemento prohibido, el personal de seguridad solicitará el
apoyo del personal médico o paramédico, si lo hubiera; en su defecto actuará bajo su
responsabilidad. De estos hechos deberá darse cuenta inmediatamente al representante del
Ministerio Público y al Director del Establecimiento Penal, para proceder a la revisión corporal en
zonas íntimas.
Artículo 25.- La revisión corporal de un menor de 18 años de edad, además deberá ser realizada en
presencia de su padre, madre o persona mayor que lo acompañe.
Para la revisión corporal en zonas íntimas, se procederá de acuerdo con lo establecido en el Artículo
23 y en el Artículo 24 del Reglamento. Se dará cuenta al Representante del Ministerio Público, en
aquellos supuestos en que deba ser convocado.
Artículo 26.- Los envases u otros objetos que pretendan ingresarse al Establecimiento Penitenciario,
no podrán ser de vidrio ni de metal, salvo autorización por motivos excepcionales. Éstos se abrirán
y revisarán cuidadosamente, en condiciones de rigurosa higiene.
Cuando el visitante lleve consigo algún objeto cuyo ingreso no esté autorizado, será retenido por la
Administración Penitenciaria previo recibo y le será devuelto a la salida, bajo responsabilidad.
Si la posesión del objeto constituye delito, se pondrá en conocimiento el hecho y el objeto a
disposición de la autoridad competente, de forma inmediata.
Artículo 27.- Las visitas se realizarán en los lugares señalados para tal efecto. Si la infraestructura
del establecimiento penitenciario no lo permite, la visita podrá efectuarse en los patios o en los
ambientes que ocupan los internos.
Artículo 28.- Las visitas en los establecimientos penitenciarios se realizarán en forma ordinaria y
extraordinaria.
Artículo 29.- Las visitas ordinarias se realizan tres veces por semana. Los días de visita de varones y
mujeres serán establecidos por el Consejo Técnico Penitenciario de cada establecimiento
penitenciario. El horario de visita será de ocho horas cada día, salvo lo establecido en los regímenes
cerrados especiales.
El Consejo Técnico Penitenciario podrá autorizar el carácter mixto de las visitas en ocasiones festivas
extraordinarias y como estímulo al buen comportamiento y siempre que se disponga de las
condiciones necesarias de seguridad.
Artículo 30.- Las mujeres embarazadas, las madres con niños menores de tres años, las personas
adultas mayores de sesenta años y las personas con discapacidad que vengan de visita, deberán ser
atendidas preferentemente. En tal situación, tendrán prioridad en el ingreso y egreso a todo
establecimiento penitenciario.
Artículo 31.- Son visitas extraordinarias las que concede el Director del Establecimiento
Penitenciario fuera de los días y horas de visita ordinaria. La visita extraordinaria tendrá una
duración máxima de 2 horas y terminará obligatoriamente antes de la hora de encierro. El
interesado deberá presentar una solicitud que contendrá los datos del visitante y del visitado, así
como las razones que fundamenten su pedido.
Artículo 32.- Se concederá visita extraordinaria en los siguientes casos:
32.1 Cuando el visitante proceda de otra localidad o país.
32.2 Por enfermedad del interno, si está hospitalizado en el servicio de salud del establecimiento
penitenciario o en un centro sanitario público o privado.
32.3 Por fallecimiento o grave enfermedad de un familiar del interno dentro del tercer grado de
consanguinidad o segundo por afinidad debidamente probados.
32.4 Por trámites urgentes que garanticen su derecho de defensa.
32.5 Por cumpleaños del interno, siempre y cuando acredite buena conducta, certificada por el
Consejo Técnico Penitenciario.
32.6 En casos especiales debidamente acreditados.
Excepcionalmente, en los casos de los incisos 32.2 y 32.3, el Director del Establecimiento
Penitenciario podrá autorizar la visita extraordinaria fuera del horario establecido en el Artículo 31
del Reglamento.
Artículo 33.- El Presidente de la República, los Congresistas y Ministros de Estado, los Magistrados
del Ministerio Público y del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo y los miembros del Consejo
Nacional Penitenciario, en el ejercicio de sus funciones, podrán ingresar a los establecimientos
penitenciarios, previa identificación, en cualquier día y hora de la semana.
Los representantes del Cuerpo Diplomático acreditados en el país, representantes del Comité
Internacional de la Cruz Roja u otros Organismos No Gubernamentales, podrán ingresar a los
Establecimientos Penitenciarios, previa autorización del Director del Establecimiento Penal, Director
Regional o cualquier miembro del Consejo Nacional Penitenciario, para lo cual dirigirán su pedido
por escrito a la autoridad penitenciaria respectiva, especificando los motivos de su visita.
Artículo 34.- La visita de menores de edad se efectuará cada 15 días los sábados y domingos. Los
menores deberán estar acompañados del padre, madre, tutor, o en su defecto por una persona
adulta, debidamente identificada.
Los niños y las niñas menores de doce años podrán ingresar acompañados de la persona mayor a
que se refiere el párrafo anterior, en los días en que a ésta le corresponda. Se salvaguardará,
empero, la periodicidad a que se refiere el primer párrafo de este artículo.
Artículo 35.- Cuando el interno tenga a su cónyuge o conviviente, padre, madre, hermanos o hijos
recluidos en un Establecimiento Penitenciario, la Administración Penitenciaria, autorizará la visita
familiar periódica de acuerdo a los siguientes criterios:
35.1 En caso de internos recluidos en ambientes distintos de un mismo establecimiento
penitenciario, y que no tengan un contacto permanente, el director autorizará una visita familiar
cada quince días.
35.2 En caso de internos recluidos en establecimientos penitenciarios adyacentes, la visita será
autorizada por el director del establecimiento penitenciario del interno visitado, cada quince días.
35.3 Cuando los internos se encuentren recluidos en establecimientos penitenciarios de una misma
localidad o provincia cercana, la visita será autorizada por el director del establecimiento
penitenciario del interno visitado, con una periodicidad de sesenta días.
Artículo 36.- Los internos extranjeros podrán comunicarse y ser visitados por los representantes
diplomáticos o consulares de su país de origen o con las personas que ellos designen.
Los internos extranjeros cuyos países no tengan Representantes Diplomáticos o Consulares
acreditados ante el Estado Peruano, podrán comunicarse con el Representante Diplomático del
Estado que se haya hecho cargo de sus intereses o en su defecto con representantes de Organismos
Internacionales.
Artículo 37.- La Administración Penitenciaria promoverá el acceso a la información de los internos,
facilitando el ingreso de periódicos, revistas y libros, con la autorización del Consejo Técnico
Penitenciario, previa solicitud del interno. Asimismo facilitará el ingreso de aparatos de radio y
televisores, que se instalarán en las áreas comunes de los pabellones para el acceso de todos los
internos; el horario de su utilización será fijado por el Consejo Técnico Penitenciario.
Además, incentivará la instalación de teléfonos públicos en cabinas que se instalaran en los
establecimientos penitenciarios, a excepto en los de Régimen Cerrado Especial de máxima
seguridad. El Consejo Técnico Penitenciario establecerá el horario de uso, cuyo control estará a
cargo del personal de seguridad.
En consecuencia, se encuentra prohibido por parte de los internos el uso de cualquier otro servicio
de telecomunicaciones que permita la transmisión de voz y/o datos, distinto a los teléfonos públicos
y locutorios instalados para tal efecto.
Artículo 37.- La Administración Penitenciaria promoverá el acceso a la información de los internos,
facilitando el ingreso de periódicos, revistas y libros, con la autorización del Consejo Técnico
Penitenciario, previa solicitud del interno.
Asimismo facilitará el ingreso de aparatos de radio y televisores, que se instalarán en las áreas
comunes de los pabellones para el acceso de todos los internos; el horario de su utilización será
fijado por el Consejo Técnico Penitenciario.
Además, incentivará la instalación de teléfonos públicos en cabinas que se instalaran en los
establecimientos penitenciarios, a excepto en los de Régimen Cerrado Especial de máxima
seguridad. El Consejo Técnico Penitenciario establecerá el horario de uso, cuyo control estará a
cargo del personal de seguridad.
En consecuencia, se encuentra prohibido por parte de los internos el uso de cualquier otro servicio
de telecomunicaciones que permita la transmisión de voz y/o datos, distinto a los teléfonos públicos
y locutorios instalados para tal efecto.
Las comunicaciones que se efectúen utilizando los servicios de telecomunicaciones, transgrediendo
este artículo, constituyen comunicaciones ilegales no amparadas por el marco legal vigente.
Está prohibido el ingreso a los establecimientos penitenciarios de equipos terminales, y sus
componentes, correspondientes a los servicios de telecomunicaciones, tales como equipos
celulares, satelitales, radios transceptores, y cualquier otro que permita la transmisión de voz y/o
datos.
Artículo 38.- Para el ingreso o salida de la correspondencia, el portador o el remitente deberá exhibir
al personal de seguridad el contenido de la misma, debiendo asegurarse que el contenido no sea
perjudicial para la seguridad.
En caso de Régimen Cerrado Especial toda la correspondencia será revisada en presencia del interno
o el portador, por el personal de seguridad.
Artículo 39.- La incomunicación dispuesta por una autoridad judicial o por medida disciplinaria, se
cumplirá en los términos en que se haya dispuesto. Durante su vigencia, el interno no tendrá
comunicación o visita, salvo bajo los alcances previstos en el ordenamiento jurídico.

5. BENEFICIOS PENITENCIARIOS

CONCEPTO.
Según, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su 23º edición, la palabra
beneficio aparece (Del lat. beneficium). Y, el terminó penitenciario se refiere a las medidas que,
articuladas como derechos en el marco penitenciario y con el fin de facilitar la reeducación y la
reinserción social del recluso, permiten la reducción de la duración de la condena o el
adelantamiento de la libertad condicional.
Los beneficios penitenciarios son incentivos, estímulos y recompensas, que de una parte permiten
la reducción de la condena, es decir, aminorar el tiempo de la pena privativa de libertad, que le ha
sido fijada al interno en la sentencia condenatoria, y de otro lado, mejora las condiciones de
detención del interno.
Este tipo de recompensas son fijadas y concedidas en la actualidad de una parte por el Instituto
Nacional Penitenciario, tal es el caso de (Visita Intima, Redención de pena por Trabajo y Educación,
Permiso de Salida y otros beneficios penitenciarios,) y, por los Órganos jurisdiccionales en el caso
de (Semilibertad y Liberación Condicional), teniendo en cuenta el cumplimiento de los requisitos
exigidos por el Código de Ejecución Penal Peruano y el comportamiento, convivencia social,
tratamiento penitenciario y desempeño del interno en el establecimiento Penal.
La concesión o denegación de los beneficios penitenciarios de (Semilibertad y Liberación
Condicional), debe sustentarse en la existencia o no de la confianza en que el magistrado que una
vez puesto en libertad, el interno o interna no volverá a delinquir.
Ello en correlación, con el Acuerdo Plenario 9/97 Artículo Primero.- "El Juez para conceder o denegar
los beneficios penitenciarios de Semilibertad o Liberación Condicional, puede sustentar su decisión
en todos los elementos técnico– penitenciarios, en los aportados por el peticionante y los referidos
a las condiciones personales del interno, los que deben ser objeto de una apreciación lógica - Critica
e Integral, en base a los principios rectores que orientan el sistema y tratamiento penitenciario".
Asimismo; respecto al concepto de beneficios penitenciarios.
El Articulo Nº 165 del Reglamento del Código de Ejecución Penal Peruano, refiere: "Los beneficios
penitenciarios son estímulos que forman parte del tratamiento progresivo y responden a las
exigencias de individualización de la pena, considerando la concurrencia de factores positivos en la
evaluación coadyuvantes a su reeducación y reinserción social.

NATURALEZA Y CLASES O MODALIDADES


Naturaleza Jurídica de los Beneficios Penitenciarios
Un «beneficio» es una gracia, un favor que se le otorga a una persona, es decir, tiene una génesis
premial, en cambio, cuando nosotros hablamos de «derecho» nos referimos a una facultad de exigir
todo lo establecido en nuestro favor por la Ley.
Si tenemos en cuenta esto, es fácil percibir la gran importancia que tienen los mecanismos que
permiten el acortamiento de la pena impuesta en el régimen penitenciario, ya que de su acertada
concepción dependerá su real aplicación.
En España, la opinión de la doctrina dominante es que la redención de penas por el trabajo o la
educación son, sin ningún género, de dudas derechos de los internos a pesar de no estar
explícitamente reconocidos como tal, tampoco es un obstáculo el hecho de que para que se
concedan sea preciso que concurran ciertos requisitos de carácter subjetivo, como es un pronóstico
resocializador positivo. Ni siquiera el nomen iuris beneficio es un argumento sólido ya que un
derecho también puede ser beneficioso para quien lo disfruta.[10] Pero, sin lugar a dudas, los
argumentos a favor de concebir estos beneficios como derechos están, por una parte, en que su
concesión corresponde a los jueces y el interesado puede recurrir en apelación cuando se le niega,
es decir, puede reclamar frente a terceros su legítimo derecho a ejercer aquellos. Por otra parte, se
conceptúan como derechos por el papel que juegan dentro de un sistema penitenciario
resocializador, va que forman parte de un modelo de ejecución, son los límites externos del ius
puniendi en su fase de ejecución.
Siguiendo esta línea de opinión, la naturaleza jurídica de los permisos de salida y la visita íntima
puede suscitar más dudas que los otros beneficios, ya que no concurren en ellos alguna de sus
circunstancias. A pesar de lo cual, la doctrina española se inclina a favor de considerarlos como
derechos de los internos. En primer lugar, por su estrecha relación con determinados derechos
fundamentales de las personas reconocidos por la Constitución. Tanto la salida al exterior,
normalmente para asistir a un evento familiar, o la visita intima, que permite mantener relaciones
afectivas y sexuales con la pareja, son manifestaciones del derecho de toda persona a la familia.
Para Mapelli Caffarena, Catedrático de la Universidad de Sevilla, «reconocer que nos encontramos
ante derechos de la persona derivados de su condición de privado de libertad en un sistema
resocializador, no es una cuestión baladí, sino que tiene un alcance muy considerable. De acuerdo
al principio de legalidad, al que esta sometido la ejecución de las penas, los derechos solo pueden
limitarse bajo la cobertura de una ley, no bastando para ello una disposición reglamentaria.»
En cuanto a la concepción generalizada en nuestra comunidad, desgraciadamente ésta percibe los
mecanismos de egreso anticipado de la pena (semilibertad, liberación condicional, redención de
pena por el trabajo y educación), así como los referidos al régimen penitenciario (permiso de salida,
visita íntima, concesiones especiales para recibir visitas y comunicaciones) como derechos
otorgados por el Juez Penal y por la Administración Penitenciaria, cuando se cumplen ciertos
requisitos, por lo que aparentemente parecería que si un interno cumple con los mismos se le
debería conceder automáticamente el beneficio; sin embargo, bajo el amparo de la «seguridad», es
posible su no concesión, si este puede afectar a la sociedad, cuando el interno no está apto para
convivir en comunidad dentro de un respeto mutuo.
Nuestra legislación los considera como derechos subjetivos de los internos ciertamente
condicionados, porque su aplicación no procede automáticamente por el sólo hecho de que quien
lo solicita se encuentre privado de su libertad, sino que está supeditado a presupuestos establecidos
en la norma, que, en ocasiones, exige un juicio de valor sobre las circunstancias subjetivas
(situaciones difíciles o arriesgadas), que no implican que la actividad técnica requerida sea arbitraria
ni condicionada, pues su aplicación y desarrollo es de naturaleza científica, de lo contrario, su
existencia sería lírica.
Particularmente, considero que los beneficios penitenciarios son verdaderos incentivos, concebidos
como derechos espectaticios del interno que le permitirán observar las normas de conducta en el
campo penitenciario, tendientes a lograr una menor permanencia en el establecimiento penal
mediante los mecanismos de la redención de pena por el trabajo y la educación, para luego alcanzar
la semilibertad y la liberación condicional, accediendo paulatinamente a la libertad, por ello es que
los beneficios penitenciarios no pueden concebirse como un derecho ni como una gracia; pues si así
fuera, en el primer caso, habría simplemente una exigencia de carácter obligatorio de cumplir los
requisitos determinados para su concesión, que le harían perder su concepción dentro del
tratamiento penitenciario y el sistema progresivo, más aún cuando el penado sigue siendo uno más
del establecimiento penal, en tanto no alcance su libertad definitiva, siendo esto así, la semilibertad
así como la liberación condicional, requieren de una calificación individualizada, en el segundo caso
considerar a los beneficios penitenciarios como una gracia no resulta adecuado porque no es un
acto de condonación o perdón como el indulto y la amnistía, que ponen fin a la condena.
Los beneficios penitenciarios requieren de una evaluación particularizada, como lo es el propio
tratamiento penitenciario, pues, una vez concedidos están sujetos a reglas de conducta cuyo
incumplimiento provoca la revocatoria, que no opera en la gracia; de allí su diferencia y su
calificación como incentivos pues permiten a la administración penitenciará mejor control y
programación de las acciones de tratamiento al interno, promoviendo durante su permanencia en
el centro penal, buena conducta, manteniendo actitudes positivas para convivir adecuadamente en
la comunidad social; en tal virtud, los beneficios penitenciarios, como incentivos que ofrece el
régimen penitenciario, permite la ejecución de diversas acciones de terapia, educación y trabajo
basados en la autodisciplina y autocontrol del interno, que lo obligará a su retorno a la comunidad
a conducirse adecuadamente, respetando las normas de convivencia social. En base a estos
fundamentos consideramos que los beneficios son incentivos, que no pueden estar en la categoría
de derechos ni gracias, pues están sujetos además del cumplimiento de los requisitos a la evaluación
del órgano técnico del establecimiento penitenciario, en cuanto al proceso de rehabilitación, y a la
del propio Juez, en los casos de pre-libertad en los que califica lo positivo y la oportunidad de su
concesión en función del interno y de la sociedad misma, es decir, en su decisión deberá considerar
que la excarcelación anticipada será favorable para el interno, en tanto que su comportamiento no
afectará a la comunidad.
Desgraciadamente la concepción generalizada en nuestra comunidad percibe los mecanismos de
acortamiento de la pena (semi-libertad, liberación condicional, redención de pena por el trabajo y
educación), así como los referidos al régimen penitenciario (permiso especial de salida, visita íntima,
concesiones especiales para recibir visitas y comunicaciones) como derechos otorgados por el Juez
Penal y por la administración penitenciaria, cuando se cumplen ciertos requisitos, por lo que
aparentemente parecería que si un interno cumple con los mismos se le debería conceder
automáticamente el beneficio: sin embargo, bajo el amparo de la "seguridad" es posible su no
concesión, si este puede afectar a la sociedad, cuando el interno no está apto para convivir en
comunidad dentro de un respeto mutuo. Nuestra legislación los considera como derechos
subjetivos de los internos. Ciertamente condicionados, porque su aplicación no procede
automáticamente por el sólo hecho de quien lo solicita se encuentra privado de su libertad, sino
que está supeditado a presupuestos establecidos en la norma que, en ocasiones, exige un juicio de
valor sobre las circunstancias subjetivas, (situaciones difíciles o arriesgadas) que no implican que la
actividad técnica se requiera sea arbitraria, ni condicionada, pues, su aplicación y desarrollo es de
naturaleza científica, de lo contrario su existencia sería lírica.
Particularmente, considero que los beneficios penitenciarios son verdaderos incentivos que
permitirán al interno observar las normas de conducta en el campo penitenciario, tendentes a lograr
el acortamiento de la pena impuesta mediante los mecanismos de la redención de la pena por el
trabajo y la educación para luego alcanzar la semi-libertad y la liberación condicional, accediendo
paulatinamente a la libertad, por ello es que los beneficios penitenciarios no se pueden concebir
como un derecho ni como una gracia: pues si así fuera en el primer caso, habría una exigencia al
cumplirse los requisitos que le harían perder su concepción dentro del tratamiento, pues el penado
seguiría siendo uno más del establecimiento penal, en tanto no alcance su libertad definitiva y en el
segundo caso, porque no es un acto de condonación o perdón como el indulto y la amnistía que
ponen fin a la condena, dado que los beneficios penitenciarios requieren de una evaluación
particularizada, pues, una vez concedidas están sujetas a reglas de conducta cuyo cumplimiento
provoca la revocatoria que no opera en la gracia, de allí su diferencia y su calificación como
incentivos que permiten, a la administración penitenciaria, mejor control y programación de las
acciones de tratamiento al interno, manteniendo durante su permanencia en el centro penal, buena
conducta y promoviendo actitudes positivas para convivir adecuadamente en la comunidad social.
Son incentivos que permiten al interno descontar de la pena impuesta, una parte significativa de la
privación de la libertad o tener acceso a otros beneficios que consolidan el proceso de reeducación,
rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.
Son incentivos que el Estado, concede a efectos de dar bienestar al interno para lograr su
readaptación social, mediante la ejecución de diversas acciones de terapia, educación y disciplina,
basados en el autocontrol que lo obligara a su reingreso a conducirse, respetando las normas de
convivencia social.

Antecedentes y evolución histórica de los beneficios penitenciarios


Si nos dirigimos a los orígenes históricos de la expresión beneficios, de marcado carácter en el
Derecho privado, desde una óptica jurídica pueden considerarse como privilegios que ostentan
determinadas personas que se encuentran en una situación jurídica especial para que puedan
contrarrestar los perjuicios que se derivan de una situación determinada. En el lenguaje común, al
contrario de lo que sucede en el mundo del Derecho, la expresión beneficio no se refiere al status
de la persona, sino a la propia acción con la que mejora la situación de una persona o una cosa. El
uso que la Ciencia Penitenciaria da a esta palabra se aproxima más a las acciones favorecedoras.
Ni en las primeras legislaciones penitenciarias ni tampoco en los trabajos doctrinales de los
penitenciaristas más importantes, hallaremos la expresión beneficios de un modo generalizado,
pese a que esta expresión se encuentra ocasionalmente en algunos textos legales, su utilización
como epígrafe abarcando un grupo de instituciones jurídico-penitenciarias no la vamos a encontrar
hasta épocas muy recientes. Así, por ejemplo, Cadalso en su obra Instituciones Penitenciarias y
similares en España prefiere calificar a la libertad condicional, que hoy es considerada como un
beneficio, como recompensa. En el mismo sentido, Bentham, a quien se reconoce el mérito de haber
ideado la libertad condicional, la da a conocer en una publicación bajo el título de Theorie des peines
et des recompenses (Cap. XII).
Mucho más distantes de la expresión beneficios penitenciarios se encuentran los defensores del
correccionalismo radical, quienes -como en el caso de Dorado Montero- preferían utilizar para estos
nuevos institutos, que se alejaban de un modelo absoluto y monolítico de prisión, expresiones como
tratamiento o asistencia. Tampoco se refiere a ellos Viterbo Arias en su Comentario al Código Penal
Peruano de 1863. Finalmente no los menciona Carlos A. Bambaren, Catedrático de la universidad
de San Marcos en el proyecto del Código de Ejecución Penal elaborado en la mitad de los años
cuarenta.
Como la ciencia penitenciara es reciente, también lo son los beneficios penitenciarios, los esfuerzos
por editar un Código de Ejecución Penal así lo demuestran; según García Basalo se puede apreciar
que en muchos países la ciencia penitenciaria no alcanza autonomía, regulándose las normas
penitenciarias en reglamentos y normas de menor rango.
Lo señalado líneas arriba se comprueba en muchos países como España, México, Argentina,
Colombia y otros, en los cuales la mayoría de los beneficios penitenciarios son normados en
reglamentos. En el Perú, a comienzos del siglo pasado no se contaba con un Código de Ejecución
Penal; lo relativo al tratamiento penitenciario se encontraba en el D.S. N° 97 del 17 de agosto de
1937, que aprobaba el Reglamento de la Penitenciaría Central de Lima, que establecía el trato
humanitario y científico para los reclusos. Esta normatividad también reconocía y acogía el sistema
progresivo.
El Decreto Ley N° 17381 «Unidad de Normas para la Ejecución de Sentencias Condenatorias», marca
el inicio de la etapa normativa en el campo penitenciario peruano, pues introduce una serie de
innovaciones, entre ellas la implantación del sistema progresivo que tiene como base y objetivo al
interno, así como nuevos mecanismos de prelibertad como la semilibertad, permiso especial de
salida y la redención de las penas por el trabajo como elemento coadyuvante al tratamiento, qué
fortalecen los mecanismos de rehabilitación mediante el trabajo, la educación y la disciplina. Este
dispositivo recoge, al mismo tiempo, las recomendaciones de Naciones Unidas sobre prevención y
tratamiento del delincuente.
Junto al precedente nacional del Decreto Ley N° 17581, se han tenido como fuentes legislativas a la
Ley Orgánica Penitenciaria de España de 1979, a la Ley Penitenciaria Alemana del 16 de marzo de
1976 y a la Ley Penitenciaria Sueca de 1974. También se han considerado los avances de las
investigaciones criminológicas v de la Ciencia Penitenciaria.
Sin embargo, se debe resaltar que el Decreto Legislativo N° 17581 marcó una etapa importante en
el campo normativo penitenciario porque, por primera vez. se daba en el Perú una norma que era
de aplicación general y, al mismo tiempo, también consolidaba como un mecanismo de tratamiento
el sistema progresivo que incorporaba nuevos institutos como la semilibertad, el permiso de salida
y la redención de pena por el trabajo, beneficios estos que han adquirido posteriormente mejor
adecuación y estabilidad, tal como se analizará en los capítulos pertinentes referidos a cada uno de
ellos, donde se indican sus antecedentes, concepto, naturaleza jurídica, requisitos, tramitación y
procedencia e improcedencia en leyes especiales.
En base al Decreto Ley N° 17581 se emitió la Resolución Directoral N° 0445-71-INPE del 05 de
noviembre de 1971, que establecía los mecanismos de concesión de los beneficios penitenciarios a
sentenciados, promovidos previamente al período de prueba, fase en la que podían acogerse a
traslados, permisos especiales de salida, redención de pena por el trabajo, semilibertad y liberación
condicional, estos beneficios los concedía la administración penitenciaria, a diferencia de la
liberación condicional, cuyo otorgamiento correspondía al órgano jurisdiccional, para tal efecto se
expidió la Resolución Directoral N° 0086-73 del 21 de febrero de 1973, que nombró a la Junta
Calificadora de Promoción al período de prueba, unidad integrada por representantes de los
órganos técnicos del establecimiento penal como el servicio legal, salud mental, salud corporal,
educación, trabajo v asistencia social, que evalúan al interno en cuanto corresponde al proceso de
rehabilitación y califican lo positivo y negativo que puede ser la concesión del beneficio en relación
con él mismo y la sociedad.
Frente a la limitación de que solamente podían acceder a la redención de pena por el trabajo los
sentenciados primarios, tal como establecía el Decreto Ley N° 17581, en 1980, durante el gobierno
del General Remigio Morales Bermúdez, se expidió el Decreto Ley N° 23164 mediante el cual se
amplía el alcance de la redención de pena por el trabajo a procesados y sentenciados surgiendo
recién en el Perú, a partir de este dispositivo, la redención de pena por el estudio con la misma
modalidad y mecanismos que la establecida para la redención de pena por el trabajo, el dos por
uno. Este hecho consolidó el trabajo y la educación como mecanismos de tratamiento.
Se debe precisar que la puesta en vigencia de nuevos beneficios penitenciarios en el Perú, tuvo
muchos obstáculos aun para su ejecución, debido fundamentalmente a la falta de un adecuado
conocimiento de los fines y fundamentos de cada uno de ellos y a la falta de experiencia y
capacitación del personal, que poco a poco se fue superando en el tiempo, aun cuando se debe
indicar que, hasta la fecha, no existe en el Instituto Nacional Penitenciario a nivel de unidades
operativas, personal adecuadamente especializado, lo que dificulta la aplicación idónea y oportuna
de los beneficios penitenciarios, tal situación demuestra la necesidad de formación y capacitación
de personal técnico que permita la adecuada aplicación de las normas de ejecución penal.
Cabe recordar que, la Constitución Política del Perú de 1979, en el segundo párrafo del artículo 234s,
establecía que «El régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad, de acuerdo con el Código de Ejecución Penal"', sin que se
contara en ese momento con un Código de Ejecución Penal por lo que para dar cumplimiento a este
mandato constitucional, el Congreso de la República, mediante las Leyes N° 23860 y N° 24068,
delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de dictar, mediante Decreto Legislativo, el Código de
Ejecución Penal. Por Resolución Suprema N° 285-84-JUS de fecha 03 de julio de 1984, se nombró
una comisión integrada por los doctores Jorge Muñiz Ziches, quien la presidió, Guillermo Bettochi
Ibarra, Víctor Pérez Liendo y Pedro Salas ligarte, encargada de elaborar el Proyecto del Código de
Ejecución Penal, que fue promulgado mediante Decreto Legislativo N° 330 de fecha 06 de marzo de
1985.
Este Código diseñó un sistema que teniendo como premisa el reconocimiento jurídico y el respeto
a la persona del interno, persiguió como objetivo fundamental la resocialización del penado a través
de un tratamiento científico. Recoge las Regias Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos,
aprobadas por el I Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente v sus modificaciones, así como las regias mínimas adoptadas por el Consejo de Europa
el 19 de enero de 1973.
El Primer Código de Ejecución Penal puesto en vigencia mediante el Decreto Legislativo N° 330 en
marzo de 1985, tiene su característica e importancia propia que es necesario resaltar por cuanto fue
el primer código en el campo penal que estableció un título preliminar con principios y fundamentos
que debían regir su normativa, así como un capítulo dedicado a la disciplina penitenciaria.
Este Código de Ejecución Penal incorporó a la liberación condicional, que hasta ese momento
formaba parte del Código Penal de 1924, al campo penitenciario lo que continua hasta la actualidad.
El Código de Ejecución Penal de 1985, determinó en su normativa los Beneficios Penitenciarios que
a continuación se indican y que nos permitirá, posteriormente, establecer las diferencias con el
Código de Ejecución Penal actual.
El permiso de salida, se concedía tanto a procesados como sentenciados por el Director del
Establecimiento Penal, en casos de emergencia o urgencia, tales como (fallecimiento o enfermedad
grave del pariente más cercano, nacimiento de hijos, gestiones personalísimas y búsqueda de
alojamiento frente a la proximidad de la libertad). hasta un máximo de 48 horas y bajo el control
permanente del personal asignado para su custodia y el cumplimiento de las reglas de conducta
establecidas en la Resolución Directoral de concesión.
La redención de la pena por el trabajo y el estudio como Beneficio Penitenciario permitía al interno
redimir su pena en la modalidad del 2x1, bajo el control de la autoridad penitenciaria; siendo esto
así, por cada 2 días efectivos de labor el interno gana un día de pena y, en el caso de la redención
de la pena por el estudio, también era procedente cuando el interno aprobaba el bimestre, para los
efectos de la libertad definitiva o acceso a libertades intermedias.
La semilibertad como beneficio penitenciario era procedente cuando el sentenciado cumplía el 50%
de la pena impuesta y era concedido por el Juez de Ejecución Penal del Establecimiento Penal donde
se encontraba alojado el interno, previo Dictamen del Ministerio Público.
La liberación condicional, como beneficio para el sentenciado era procedente al cumplir las 2/3
partes de la pena impuesta y lo concedía el Juez de Ejecución Penal con el Dictamen del Fiscal
Provincial.
La visita íntima, como beneficio penitenciario, permitía dentro de la profilaxia y la planificación
familiar la relación sexual del interno con su cónyuge o conviviente.
Debemos precisar, también, que el Código de Ejecución Penal de 1985 fue el medio a través del cual
se creó el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), como organismo público descentralizado
dependiente del sector justicia y, como ente rector del sistema penitenciario nacional,
correspondiéndole todo el quehacer en materia de tratamiento y rehabilitación del penado. De igual
forma, con este primer Código de Ejecución Penal, surgió en el Perú la figura del Juez de Ejecución
Penal, integrante del aparato jurisdiccional que ejercía sus funciones en el propio establecimiento
penal y, por lo tanto, resolvía con mayor inmediación las solicitudes de los internos referidos
fundamentalmente a beneficios penitenciarios.
A la promulgación del Código Penal de 1991, que contenía nuevas modalidades de pena, fue
necesario que la legislación penitenciaria en este caso el Código de Ejecución Penal, mantuviera
actualidad y concordancia, por lo que habiendo transcurrido cerca de siete años de vigencia del
Decreto Legislativo N° 330 y atendiendo a la necesidad de su adecuación, el Congreso de la
República, mediante Ley N° 25297, delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de dictar dentro del
término de 210 días el nuevo Código de Ejecución Penal. De acuerdo a dicha ley, se designó una
comisión integrada por los Senadores. Doctores Javier Alva Orlandini, Absalón Alarcón Bravo de
Rueda y Luis Gazzolo Miani, los Diputados Doctores Genaro Vélez Castro, Jorge Donaire Lozano; un
Representante del Poder Judicial, Doctor Roger H. Salas Gamboa, un Representante del Ministerio
Público, Doctor Ángel Fernández Hernani; un Representante del Ministerio de Justicia, Doctor
Germán Small Arana; un Representante de la Federación del Colegio de Abogados del Perú, Doctor
Arsenio Oré Guardia y un Representante del Colegio de Abogados de Lima, Doctora Lucía Otárola
Medina, quienes se encargaron de formular el anteproyecto que luego se consolidó con el Decreto
Legislativo N° 654, que constituye el Código de Ejecución Penal vigente a la fecha.
Nuestro actual Código de Ejecución Penal, Decreto Legislativo N° 654, promulgado el 31 de julio de
1991, mantiene los mismos Beneficios Penitenciarios que los contenidos en el Decreto Legislativo
N° 330; pero modifica sustancialmente el trámite, requisitos y mecanismos de concesión, siendo
necesario resaltar la supresión del Juez de Ejecución Penal así como de las casas de semilibertad
aprobada pese a la oposición del autor, pues, el desarrollo que se pudo alcanzar con el anterior
código quedó atrás, aunque no se puede explicar la eliminación ni de los jueces de ejecución penal,
ni de las casas de semilibertad que eran centros que albergaban a internos que obtenían ese
beneficio, y que en ellas recibían protección y apoyo en esa etapa de adecuación en la reinserción a
la sociedad, el caso de los jueces de Ejecución Penal, figura no contemplada en la actualidad, implica
en nuestra consideración un retroceso y una desatención para el interno, toda vez que este Juez era
el operador de justicia que se encargaba a dedicación exclusiva de velar no sólo por la oportuna
tramitación y concesión de los beneficios, sino que con su presencia en el establecimiento penal
garantizaba la ejecución misma de la pena.
En cuanto a los beneficios penitenciarios, el código vigente introduce modificaciones sustanciales al
código anterior al considerar que los internos en menor o mayor tiempo, pueden alcanzar los
beneficios de pre-libertad o la libertad definitiva, en este aspecto determina, por ejemplo, para la
Redención de la Pena por el Trabajo y la Educación el mecanismo del 2x1 y el 5x 1: de igual manera,
para el caso de la semilibertad el 1/3 ó 2/3 de la pena y para la Liberación Condicional el 1/2 ó 3/4
partes de la pena impuesta. La determinación de dos modalidades para la obtención de los
beneficios, es a efectos de que la población penal acceda a los mismos en tiempos distintos, es decir,
en función de la gravedad del delito materia de sentencia, pues en base a ello puede solicitarlo con
menor o mayor permanencia en el establecimiento penal; de esta manera, se diferencia el grado de
lesividad causado con el delito y evita al misino tiempo que la sociedad reaccione
desfavorablemente contra el sistema penitenciario v judicial. Esta determinación permite que los
beneficios penitenciarios alcancen a toda la población penal, pero en tiempos distintos en base al
delito cometido, como se ha reconocido posteriormente en leves especiales como en los casos de
Tráfico Ilícito de Drogas y en algunos delitos contra la Administración Pública.
Los beneficios penitenciarios y su influencia en el tratamiento penitenciario

PERMISO DE SALIDA.
PERMISO DE SALIDA.
La regulación del permiso de salida no es muy antigua. Podemos encontrar entre sus antecedentes
al Decreto Ley Nº 175881 de 1969 contemplado en su artículo 22º, posteriormente el Decreto
Legislativo Nº 330 de 1985 en su artículo 51º otorgaba el permiso de salida para los internos por un
término de hasta 48 horas; en la actualidad nuestro Código de Ejecución Penal, Decreto Legislativo
Nº 654, que en su artículo 43º otorga el permiso de salida por un plazo de 72 horas.
Es una institución del Derecho de Ejecución Penal, por el cual se autoriza al interno a salir del centro
de reclusión por un breve período de horas o días.
Para ELÍAS NEUMANN el permiso de salida es "un avance penológico considerable y sus resultados
son provechosos, siempre que se otorguen con tino mediante una adecuada fiscalización. Consiste
en permitir por distintos motivos a uno o más reclusos, el abandono temporal del establecimiento
donde se alojan, para trabajar durante el día en oficinas, talleres e incluso organismos ministeriales
o municipales sin que nada denote su procedencia; en segundo lugar pro razones de humanidad a
fin de calmar la ansiedad del condenado derivada de circunstancias familiares (enfermedades graves
o muertes); en tercer lugar, para armonizar las necesidades sexuales; etc."
Esta interacción ayuda al interno a no sentirse prisionero y lejano de la sociedad, de tal forma que
al momento de egresar del establecimiento penitenciario los lazos con la sociedad no se vean
afectados y que su comportamiento en su nueva vida de libertad no se vean perturbados por el
hecho de verse privado de su libertad o el recuerdo de su reclusión penitenciaria.
La concesión del permiso de salida no es una decisión tomada a la deriva por la autoridad
penitenciaria, es necesario que concurran en ella ciertos requisitos y causales de procedencia;
debido a que, lo que se busca no es poner en riesgo a la sociedad con la presencia de un recluso
peligroso y lejano de ser rehabilitado, sino, que esta medida contribuya a su tratamiento y le dé
cierto avance en su rehabilitación.
IMPORTANCIA.- El proceso de reinserción del interno a la sociedad encuentra un apoyo importante
en este beneficio. El tratamiento penitenciario, se encuentra complementado con la interacción
efectuada por el interno con su familia o con la sociedad a través de las salidas transitorias del
establecimiento penitenciario motivadas por el deseo de trabajar como una persona en libertad, o
por nacimiento de un hijo, enfermedad, entre otros.
MODALIDADES.- En la doctrina penitenciaria se distinguen dos modalidades:
Salidas Transitorias o Permisos de Salida Ordinarios; por los que se autoriza a los internos a salir del
centro de reclusión, cada cierto tiempo y por un número de horas determinado, para visitar a sus
familiares, generalmente en determinada fase del régimen progresivo, siempre que no constituya
un riesgo para la sociedad y sea provechoso para su rehabilitación. Puede ser salidas cada fin de
semana que se conceden en la última etapa o el tercer grado del régimen abierto.
Permisos de Salidas Extraordinarios; permiten la salida del interno por causas humanitarias y en
forma excepcional, en cualquier etapa de la ejecución de la pena, de acuerdo al criterio del Director
del establecimiento.
En nuestra legislación, en la mayoría de los casos se trata de permisos de salida extraordinarios para
salir del centro penitenciario hasta por un lapso de 72 horas.
CASOS EN QUE SE CONCEDE PERMISOS DE SALIDA EN EL CEP. PERUANO.- Estos permisos se
conceden al interno procesado o sentenciado, por el Director del establecimiento penitenciario, en
los siguientes casos:
Enfermedad grave, debidamente comprobado con certificado médico oficial, o muerte del cónyuge
o concubino, padres, hijos o hermanos internos.
Evidentemente que los fundamentos de este permiso para salir del establecimiento penitenciario
son de carácter humanitario, y debe ser autorizado por un plazo perentorio, siempre que se cumpla
los requisitos exigidos. Además hay que anotar que se trata de un permiso especial o extraordinario,
que no está basado en hechos o necesidades frecuentes, permiso al que probablemente muchos no
se podrían acoger al no darse las condiciones que la justifiquen.
De las condiciones, la relativa a la enfermedad grave puede ser materia de duda, ya que en este
caso interpretamos que el propósito del texto legal es facultad tal permiso cuando se halle en riesgo
la vida del familiar, aun cuando este estado sea consecuencia por ejemplo de un accidente laboral,
automotriz o de cualquier índole. Mientras que puede darse el caso de enfermedad grave como un
cáncer, un TBC, entre otras, pero que dada la evolución del mal en dicho momento no está en peligro
inmediato la vida del paciente, porque el mal está controlado.
Otro aspecto problemático es el concerniente al vínculo familiar de tipo conyugal. En el caso de
estar conformado por las formalidades legales del matrimonio no habría mayor dificultad para
acreditarse, pero en los casos de "concubinato", reconocidos tardíamente a partir de nuestra
constitución del 79, pero que no fue considerado por el CEP. De 1985 y si por el vigente, su
acreditación puede ser materia de discusión.
Nacimiento de hijos del interno; la razón para concederse este permiso es también comprensible,
sin embargo existe algunas situaciones de conflicto. En una interpretación extensiva se entiende
que se trata de hijos producto de un matrimonio o de un "unión de hecho", o de alguna otra forma
de relación no estable que da lugar al nacimiento de un vástago, y que por tanto el interno padre se
acoge a este permiso. Nosotros consideramos que las dos primeras situaciones de paternidad avalan
claramente la posibilidad de este permiso, y que en el tercer se tendría que acreditar
fehacientemente en cada situación, para evitar simulaciones.
Para realizar gestiones personales de carácter extraordinario que demanden la presencia del interno
en el lugar de la gestión. Esta es una condición probablemente sujeta a interpretaciones más
diversas y factible de ser aplicada irregularmente, como ha ocurrido en diversos casos, dada la no
precisión de que es gestión personalísima de carácter extraordinario.
Para realizar gestiones con el propósito de la obtención de trabajo y alojamiento ante la proximidad
de su liberación. Debemos precisar en ese caso el tiempo que supone "la proximidad de su
liberación" que podría ser entre uno o dos meses antes y no periodos más lejanos por razones
compresibles.
Este es el único caso en que prácticamente casi todos los reclusos podrían solicitar estos permisos
de salida, excepto los condenados a cadena perpetua. Sin embargo en la práctica es relativamente
poco requerido, probablemente debido a que un número importante de internos sale del
establecimiento carcelario, meses o años antes de cumplir su condena, mediante los beneficios
penitenciarios de semilibertad o liberación condicional, lo que da lugar a que muchos internos no
recurran a este permiso.
Los tres primeros casos son realmente extraordinarios o excepcionales, y sobre todo los dos
primeros son aleatorios. El cuarto no es un permiso extraordinario sino que puede ser considerado
ordinario. Sin embargo, tales permisos regulados por el CEP., son para casos excepcionales y debería
ampliarse o incluirse el permiso de salida ordinario o salida transitoria, de tal forma que sea factible
su accesibilidad para un mayor número de internos y en forma más periódica.
Al respecto ALEJANDRO SOLIS ESPINOZA; "propone un inciso adicional "5"que estipule lo siguiente;
"para visitar a sus familiares, siempre que tenga domicilio u hogar conocido, cada treinta o setenta
días, de conformidad con su conducta y el tiempo de pena cumplido que no debe ser inferior al
exigido para la liberación condicional".
AUTORIDAD QUE LA OTORGA.- La autoridad encargada de otorgar estos permisos de salida es el
Directo del establecimiento penitenciario, pero dando cuanta al Ministerio Público y en su caso al
Juez que conoce del proceso. El CEP. De 1985 estableció dicha potestad al Juez de Ejecución Penal,
pero la vigente ley al eliminar dicho magistrado y probablemente con la esperanza de alcanzar
mayor celeridad en el trámite de este beneficio, que por razones obvias requería una resolución
rápida, encargó al Director del establecimiento carcelario, que se halla en contacto más cercano y
permanente con el interno, la decisión de resolver este pedido.
El Director puede conceder el permiso solicitado o bien denegarlo. En el primer caso debe señalar
ciertas reglas o recomendaciones, y sobre todo adoptar las medidas necesarias de custodia durante
la salida del interno, bajo responsabilidad.
Generalmente el interno sale bajo vigilancia de dos miembros del INPE o policías. Además es
importante que se le otorgue una constancia que justifique, ante cualquier autoridad que los
requiera, su permanencia fuera del establecimiento.
En caso que se le deniegue el permiso de salida, el interno puede plantear un Recurso de
reconsideración ante el mismo Director quien debe resolver en un término perentorio.

REDENCIÓN DE LA PENA POR EL TRABAJO Y LA EDUCACIÓN.


La redención de la pena por el trabajo y la educación
1- CONCEPTO Y FINALIDAD:
Se constituye como uno de los medios a través de los cuales el tratamiento penitenciario puede
lograr efectividad, ofreciendo al recluso, una mejor permanencia en prisión se recogen de este
modo las ideas reivindicativas propugnadas en el campo penitenciario por Howard, Becaria y
Montesinos.
Dentro de la ejecución penal, el beneficio de la redención de la pena por el trabajo ocupa el lugar
más importante, y esta importancia podemos clasificarla desde diferentes puntos de vista:
Punto de vista moral
Punto de vista social
Punto de vista económico y
Punto de vista eminentemente penitenciario.
A) PUNTO DE VISTA MORAL
El trabajo penitenciario constituye en el campo de la ejecución penal una actividad destinada no
sólo ha desterrar la ociosidad reinante en los centros penitenciarios por falta de implementación
.de talleres sino que se reconoce como uno de los elementos fundamentales c indispensables para
la rehabilitación del interno v por lo tanto se convierte en la base del tratamiento penitenciario.
"El trabajo en el campo penitenciario se convierte en un elemento capaz de transformar la conducta
del interno hacia una relación que motive y valore la actividad tendente a lograr no sólo el
sostenimiento del recluso sino que este pueda mantener a la familia, haciendo del encierro una
permanencia útil para él mismo y los suyos.
El trabajo contribuye a la mejora espiritual y física del interno, evitando la serie de actos contrarios
al tratamiento que se dan en la prisión como consecuencia de la prisionización.
B) PUNTO DE VISTA SOCIAL
Así como hay una relación entre el trabajo de los reclusos y el régimen penitenciario, también existe
relación entre éste y la política social, como consecuencia de la necesidad de reincorporar en un
futuro al delincuente a la sociedad, en condiciones tales, que permita prever que no delinquirá y
que más bien se desempeñará como elemento positivo y útil a la misma. Pues hay que tener
presente que son las condiciones físicas y sociales las que determinan la delincuencia en cada país.
Es necesario por ello establecer una lucha de carácter social contra la delincuencia, una verdadera
labor de previsión y profilaxia del delito, además de un régimen carcelario adecuado y de
readaptación social de los reclusos".
C) PUNTO DE VISTA ECONÓMICO:
Los establecimientos penitenciarios no deben emplear los trabajos de los penados como una mera
actividad para apartarlos de la ociosidad; deben considerar el resultado de su esfuerzo, asignándoles
un valor económico.
El trabajo penitenciario desde este punto de vista, debe ser integrante de la economía de los pueblos
tal ha sido el criterio que ha primado en el segundo Congreso de las Naciones Unidas sobre
prevención del delito y tratamiento al delincuente, celebrado en 1960 en cuya tercera declaración
se establece textualmente:
"Que el trabajo penitenciario, cuyo valor moral y social es indudable, debe ser considerado de la
misma manera que la actividad normal y regular del hombre libre".
Este trabajo es parte integrante de la organización general del trabajo existente en el país, lo cual
significa que para que el trabajo penitenciario sea integrante de la economía nacional, se debe tener
en cuenta el marco de la legislación de cada país que regula el trabajo en general, dentro del "cual
hay que incorporar al trabajo en los establecimientos de represión, de modo que pueda participar
de las mismas condiciones y ventajas, salvo por supuesto, las que resulten incompatibles con la
privación de libertad en que se hallan los reclusos".
D) PUNTO DE VISTA EMINENTEMENTE PENITENCIARIO
En el campo penitenciario, la importancia que se le asigna al trabajo, es inconmensurable por ser
una forma de rehabilitación y reeducación del interno dentro del proceso de ejecución penal, por lo
que se le considera como un poderoso medio de lucha contra el mal y un eficiente medio de
rehabilitación del delincuente durante el cumplimiento de su condena.
Otro de los aspectos transcendentes del trabajo dentro del régimen penitenciario, es que ayuda a
conservar la disciplina: ya que al realizar el penado actos serios, es muy difícil que atente contra el
orden, lo que sí ocurriría si se le mantiene ocioso.
Antes de las influencias de la ciencia penal y penitenciaria las formas de ejecución penal ,se
caracterizaban por ser crueles e indignas y por lo tanto contrarias a los fines de readaptación del
delincuente: pues, se inspiraban fundamentalmente en la explotación y aprovechamiento de las
utilidades que su obra generaba. A partir del siglo pasado, se inicia un período moralizador,
surgiendo reformas, por ejemplo, en Norteamérica con el lema: "Reforma a los reformables",
iniciándose estas prácticas en Broadway en 1876. año en el que también Concepción Arenal publica
su obra "Estudios Penitenciarios", en la que manifiesta que la tendencia de nuestro siglo es hacer
de la pena un instrumento de educación, haciendo del delincuente un ser que estando caído, puede
levantarse.
Es en 1870. en el Congreso Penitenciario de Cincinnati se formularon los principios básicos del
tratamiento del interno mediante el trabajo, posteriormente, ya en el presente siglo, se continúan
celebrando congresos, como el Congreso Internacional Penal y Penitenciario de la Haya, de 1950 el
primer Congreso de las Naciones Unidas, sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente
de 1960, lo que ha dado un gran impulso a la materia penitenciaria en general y el trabajo
penitenciario en particular.
D.1. EN CUANTO A LOS INTERNOS:
La importancia del beneficio de redención por el trabajo y el estudio radica fundamentalmente en
una acelerada readaptación del interno, ya que él mismo, aprendiendo a ser productivo y útil a la
sociedad, consigue reingresar a ella no sólo por el buen camino, sino más rápidamente.
La redención de la pena por el trabajo es un beneficio penitenciario que se otorga atendiendo al
criterio de individualización de la pena de los diversos tipos de delincuentes. Aquí reside la
naturaleza y fin de tal beneficio, es por ello que la redención de la pena por el trabajo es el beneficio
al cual se puede acoger el recluso', siempre que demuestre buena conducta y se encuentre
laborando según el régimen de trabajo establecido para el efecto, permitiéndole hacerse acreedor
a la reducción de su condena a razón de un día por dos de trabajo como lo establece el artículo 44
del Código de Ejecución Penal con excepción de lo establecido en el artículo 46 de este mismo código
que determina el mecanismo del cinco por uno para algunas figuras delictivas como sedición,
rebelión, motín y narcotráfico.
Tratándose de aquellos reclusos que trabajen v estudien al mismo tiempo, el artículo 47 del Código
de Ejecución Penal contempla esta posibilidad como un mecanismo contribuyente al tratamiento y
rehabilitación del interno pero, hace la salvedad de que cuando estos se realizan simultáneamente
no es factible su computo acumulativo, pues, ello daría origen a un mecanismo que la Legislación
Penitenciaria jamás a contemplado esto es el uno por uno. Es por esta razón que el trabajo
penitenciario debe ser entendido como uno de los aspectos de la rehabilitación y no como una
integración de la pena.
2. ANTECEDENTES
Como mecanismo que coadyuva al proceso de rehabilitación y tratamiento del interno, la redención
de pena por el trabajo se incluye por primera vez en la Legislación Penitenciaria Peruana, como se
lia indicado mediante el Decreto Ley 17581 del 15 de abril de 1969 conocido como "Unidad de
Normas para la Ejecución de Sentencias Condenatorias". Este dispositivo legal recogiendo los
postulados del tratamiento penitenciario moderno y las recomendaciones de las Naciones Unidas,
sobre la materia y en base a los avances logrados en otros países, lo genera en el Perú como un
instituto de carácter penitenciario que, constituye un medio de rehabilitación y enmienda para el
interno, la redención de pena por el trabajo frente a los problemas de hacinamiento existentes en
los establecimientos penitenciarios del país juega un rol importante como incentivo a la población
penal, a fin de que un mayor número de internos puedan dedicarse al trabajo que le permita no sólo
el aprendizaje de un oficio, si no un ingreso para el autosostenimiento y, de ser factible, de ayuda a
la familia, además de evitar el ocio reinante en los establecimientos penales; desde este punto de
vista, la redención de la pena por trabajo no se circunscribe sólo dentro del concepto mismo del
trabajo penitenciario, si no que tiene sus propias reglas, mecanismos y modalidades; en tanto que
el beneficio penitenciario es un estímulo al interno que lo incentiva a tener una ocupación en el
establecimiento penitenciario que como premio, le otorga una rebaja al tiempo de permanencia en
el establecimiento penal.
La redención de pena por el trabajo se concibe como un incentivo que coadyuva plenamente al
proceso de rehabilitación del interno, pues el trabajo, a no dudar, constituye el mejor medio de
realización del ser humano.
Cuando, en 1969, surge la redención de pena por el trabajo en el Perú, ésta nace en forma muy
limitada tal como se ha expresado precedentemente pues sólo alcanzaba conforme al artículo 27
del Decreto Ley 17581: a "los condenados a más de 2 años, abonándose un día de su pena por cada
dos de trabajo a efectos de su liberación definitiva, siendo de aplicación al beneficio de la liberación
condicional cuando, por el tiempo redimido, reúna los requisitos legales para su concesión"; de esta
norma se desprende, que sólo podrían acceder a la redención de pena por el trabajo:
Los condenados a más de 2 años y que tuvieran la condición de primarios.
Los que hubieran observado buena conducta.
Se debe precisar que conforme a esta norma, la redención de la pena por el trabajo no es un
beneficio automático, sino que ésta era procedente sólo en la etapa de la prueba dentro del sistema
progresivo penitenciario; tal como se establecía en el Art. 22. que consideraba que el interno
sentenciado para acceder a este beneficio tenía que previamente ser promovido al período de
prueba.
Siendo esto así. y considerando que la población penal nacional se divide en dos grandes categorías:
procesados y sentenciados, el porcentaje de internos sin condena siempre ha estado por encima del
80° o del total de la población penitenciaria nacional y. tomando en cuenta las reglas que establecía
la norma en comento, este beneficio, excluyente para los sentenciados reincidentes y para los
sentenciados a penas de internamiento y relegación así como para los inculpados, permitía el acceso
a este incentivo de apenas un 5% de la población penal, convirtiéndolo en un beneficio limitado a
un pequeño sector de la población penitenciaria; por lo que era necesario e indispensable buscar la
modificatoria de este dispositivo legal con el objeto de ampliar su cobertura a toda la población
penal, como en efecto sucedió con la dación del Decreto Ley 23164.
Habiendo demostrado la práctica en el campo penitenciario lo positivo de este beneficio, como
factor coadyuvante fundamental para la rehabilitación el Decreto Ley 23164 amplía la concesión de
la redención de pena por el trabajo, a procesados y sentenciados primarios o reincidentes,
permitiendo el acceso prácticamente de toda la población encarcelada, constituyéndose de esta
forma en uno de los medios más eficaces de ayuda para el tratamiento readaptativo por que la
participación de la población penal, en las acciones laborales, evita que los factores negativos de la
prisionalización afecten fácilmente al interno, por lo que la conveniencia de estimular a los internos
inculpados y sentenciados, en igualdad de condiciones, determinó que mediante esta norma, se
modificara el artículo 27 del Decreto Ley 17581 con el texto siguiente:
"Los reclusos podrán reducir su pena por el trabajo. Al condenado se le abonará un día de su pena
por cada dos de trabajo, a efectos de su liberación definitiva. Igualmente, le serán de aplicación los
beneficios de la liberación condicional, cuando por el tiempo redimido reúna los requisitos legales
para la concesión. El inculpado gozará idéntico beneficio y reducirá de la pena que pudiera
imponérsele."
La única excepción que el Decreto Ley 23164 establecía, era la contenida en la modificatoria del Art.
28 del Decreto Ley 17581, y se debe en los siguientes casos:
Los reincidentes específicos incursos en el Decreto Ley 22095 (tráfico ilícito de drogas).
Los que intentaron quebrantar la sentencia realizando intentos de evasión, lograran o no su
propósito.
Los que no hubieran observado buena conducta durante la reclusión.
Con las limitaciones antes descritas, la población penitenciaria podía acceder a la redención de pena
por el trabajo, como un incentivo que le permitía disminuir el tiempo de permanencia en el
establecimiento penal.
Cabe indicar que con el Decreto Ley 23164 surge, por primera vez. en el Perú la redención de pena
por el estudio (ahora educación) con las mismas características, modalidades y limitaciones
establecidas para la redención de pena por el trabajo; por lo que, si bien ambos beneficios tienen
las mismas características, la redención de pena por el trabajo es la que dio origen a la redención de
pena por el estudio como un complemento básico al tratamiento penitenciario, teniendo en cuenta
que el trabajo y la educación son los dos pilares fundamentales en los que descansa el tratamiento
y la rehabilitación del interno.
El acceso a la redención de pena por el trabajo se puede dar en el establecimiento penitenciario
participando en cualquiera de las actividades laborales que la administración programe; pero esto
debe conllevar un control estricto del trabajo que permita posteriormente, el cómputo de la
redención; de igual forma, la redención de pena por el estudio se concede en todas las formas y
modalidades educativas que establece el centro penal, pudiendo ser ésta de alfabetización,
educación básica regular y calificación profesional extraordinaria así como los estudios por
correspondencia, conforme a la Ley General de Educación.
Este beneficio penitenciario permite al interno, no solamente crear en él hábitos de laboriosidad
para el trabajo, sino también para el estudio, de esta forma contribuye este beneficio penitenciario
al mantenimiento de la buena conducta del interno y. por lo tanto, al acatamiento de las reglas
internas para el tratamiento penitenciario. Independientemente de ello, la redención de la pena por
el trabajo y la educación, permite acortar el tiempo de permanencia del interno en el centro penal,
posibilitando la obtención anticipada de los beneficios de pre-libertad como la semilibertad y la
liberación condicional así como la libertad definitiva; sin embargo, estando a que este beneficio
abarca tanto al interno procesado y sentenciado, el procesado podrá acceder con anticipación a la
libertad bajo vigilancia, es decir, en audiencia extraordinaria, pudiendo llegar a la pena solicitada en
la acusación fiscal, sumando la reclusión efectiva y la redención de la pena por el trabajo y/o
educación.
3.- EFECTOS DE LA REDENCIÓN DE PENA POR EL TRABAJO V LA EDUCACIÓN
Debemos indicar que la Redención de Pena por el Trabajo y la Educación permite:
a) Obtener la libertad bajo vigilancia, esto es, en audiencia extraordinaria cuando el tiempo de
detención, sumada a la redención de la pena por el trabajo o la educación es igual a la pena solicitada
en la acusación fiscal. Este mecanismo también impide una permanencia indebida del interno en el
establecimiento penitenciario.
b) Obtener la semi-libertad con anticipación al cumplimiento de tercera parte de la condena o dos
terceras partes del mismo según corresponda a cada tipo penal, adicionando a la reclusión efectiva
el correspondiente cómputo laboral o educativo.
c) Alcanzar la liberación condicional con anticipación al 50% o tres cuartas partes de la condena
impuesta, adicionando a la exclusión efectiva el correspondiente computo laboral o educativo.
d) Para obtener la libertad definitiva con anticipación a la fecha fijada en la sentencia, esto será
procedente si el interno no obtuvo las libertades intermedias como la semi-libertad o liberación
condicional, por lo que, la redención de pena por el trabajo y el estudio le permitirá restar a la fecha
del vencimiento de la condena el tiempo redimido y obtener así la libertad definitiva.
4.- IMPOSIBILIDAD DE ACUMULACIÓN DE REDENCIÓN DE PENAS POR EL TRABAJO Y EDUCACIÓN
El Código de Ejecución Penal vigente mantiene, en cuanto concierne a estos beneficios, la
imposibilidad de acumulación de la redención de pena por el trabajo y la educación cuando estos se
efectúan simultáneamente o en tiempos iguales, con el objeto de evitar que. en algún momento, se
pudiera utilizar acumulativamente, creando un mecanismo no establecido en la ley que sería el uno
por uno; en este sentido el artículo 47 del Código de Ejecución Penal establece: "El beneficio de la
redención de pena por el trabajo y la educación no es acumulable cuando éstos se realizan
simultáneamente".
Ejemplo: Un interno puede, en el mes de marzo o cualquiera del año trabajar de 8:00 de la mañana
a 4:00 de la tarde y, en ese mismo mes, estudiar en la escuela que funciona en el establecimiento
penal en el rumo vespertino de 5:00 a 10:00 de la noche; en este caso, por el mismo mes, tendría
redención de pena por el trabajo y la educación. Es cierto, al interno se le permite trabajar y estudiar
al mismo tiempo; lo que no es permisible es que él pueda utilizar ambos beneficios en un sólo mes
para efectos de redención, utilizando un mecanismo que no considera la legislación (1x1), que
desnaturalizaría la finalidad de este beneficio; lo que tendrá que hacer el interno es utilizar un sólo
cómputo y el otro emplearlo como mejor fundamento de su petición de semi-libertad, liberación
condicional o libertad definitiva para efectos de mejor resolución del beneficio.
Resulta, por tanto, indispensable ratificar que como hemos indicado en ningún momento la
legislación sobre esta materia ha regulado el 1 x 1. lo que se daría al considerar por cada 30 días
laborados la concesión de 30 días, situación ésta que no permite la norma, al establecer actualmente
sólo el 2 x 1 y el 5 x 1.

6. BENEFICIOS PENITENCIARIOS
LA SEMI-LIBERTAD:
Convencida la humanidad, por los hombres abocados al problema penitenciario que el trabajo es
un elemento de rehabilitación, apareció, primero en la mente de los penitenciaristas. y luego en la
propia realidad la necesidad de implementar el trabajo como elemento rehabilitador para la
persona privada de la libertad, posteriormente de acuerdo a la progresión y al cumplimiento de las
normas del tratamiento, se concibió que una parte de la pena impuesta se cumpliera en la
comunidad libre, esto como elemento resocialización. De allí surgió lo que hoy llamamos el beneficio
de la semilibertad.
Con la transformación del fin de la pena se transforma de igual manera los períodos carcelarios en
más humanista y reivindicadora, con este objetivo aparecen para eso una serie de instituciones,
primero a cargo de la Iglesia, luego de particulares y, finalmente, del Estado. Los más importantes
lo constituyen los institutos con regímenes progresivos, ya sea del coronel Montesinos, la de la
servidumbre penal inglesa y el progresivo propiamente dicho que tiene como su penúltima fase la
semilibertad.
En nuestro medio, hasta comienzos del presente siglo, no teníamos el concepto cabal de la
implementación de dichos métodos en el tratamiento penitenciario.
"No se tenia el menor concepto de reformabilidad ni adaptabilidad del penado. El caer al presidio
significaba la muerte para la sociedad. Las generosas protestas de Beccaria no eran conocidas sino
por uno o dos hombres de estudio" (Mariano Felipe Paz Soldán).
Recién en 1901 se nombra una comisión para que reforme el reglamento de la penitenciaría. Fue
una ocasión excelente para introducir postulados científicos en nuestro sistema penitenciario.
Con la dación del Código Penal en 1924 se da un gran paso, abordando la reforma penitenciaria;
pero el concepto de semilibertad recién se pone de manifiesto mediante la Ley 10129 de 1945,
adoptándose la libertad progresiva.
La semilibertad como se concibe ahora surge por primera vez en la legislación penitenciaria peruana
en 1969 con el Decreto Ley 17581, "Unidad de normas para la ejecución de sentencias
condenatorias": siendo, por lo tanto, esta normatividad la que consolida el sistema progresivo
penitenciario y dentro de ello al beneficio de la semilibertad cuya concesión estaba referida
teniendo en cuenta el Código Penal Vigente en ese entonces, de 1924. a las formas o modalidades
de pena impuesta: así por ejemplo: Un sentenciado a pena de prisión o penitenciaría, podía acceder
a este beneficio al cumplir el 50% de la pena impuesta y en los casos de relegación, con un mínimo
y máximo al cumplir la mitad del extremo máximo, y en lo consecuente a la pena de internamiento
era procedente al cumplir 15 años. De esto se colige que el otorgamiento de la semilibertad en sus
inicios, dependía de la modalidad de pena impuesta al sentenciado. Independientemente al
cumplimiento de una parte de la pena, esta norma exigía como lo es a la fecha, el no tener proceso
pendiente con mandato de detención y haber observado buena conducta durante su permanencia
en el establecimiento penal > contar con el contrato de trabajo en la comunidad libre.
El beneficiado con la semilibertad según el Decreto Ley 17581 egresaba del establecimiento penal,
para trabajar en la comunidad, en condiciones similares a las de la vida libre, obligándose, al final
de la jornada laboral, a retomar al establecimiento penal para efectos de control y pernoctar en él.
La situación descrita precedentemente determinó la inconveniencia que conllevaba el retorno
nocturno del interno, luego de la jornada laboral del beneficiado al establecimiento penal de origen;
que en el caso de Lima se centralizaba en el establecimiento penal del "Sexto", por cuanto los
internos que se acogían a este beneficio, proveniente de los penales de Lurigancho y Frontón, tenían
que concurrir por las noches al establecimiento penal de sentenciados "El Sexto", ubicado en el
corazón de la ciudad con sobrepoblación, de alrededor de 1 200 internos, siendo su capacidad para
sólo 300 lo que determinaba un lugar no adecuado para los internos que gozaban de este beneficio,
quienes, encontrándose durante el día sin custodia en la comunidad, tenían la obligación de regresar
a este centro penal, con el consiguiente peligro que para su seguridad personal conllevaba.
Siendo la semilibertad un beneficio que se basa en el autocontrol y autodisciplina, la inconveniencia
de su reclusión nocturna en un establecimiento penal cerrado, determinó que durante la gestión
del Ministro de Justicia Enrique Elias La Rosa, se dispusiera que los internos en semilibertad de los
penales de Lima metropolitana pasaran a ocupar lo que en ese momento se calificó como la "Casa
de Semilibertad" esto ocurrió en octubre de 1 981 donde gracias a un convenio entre el Ministerio
de Justicia y el Ministerio de Guerra éste último cedió en uso al Instituto Nacional Penitenciario un
local ubicado en el Distrito de San Miguel de Lima donde inicio sus funciones la referida "Casa de
Semilibertad" para los varones, con resultados positivos y favorables, pues, de 23 internos que
existían en ese momento con el goce de este beneficio, a 1 991 año en que se promulga el Código
de Ejecución Penal vigente y cierran las casas de semilibertad tanto la casa de San Miguel para
varones cómo la de Surquillo para mujeres, se superaba los 600 internos acogidos a este beneficio,
cifra que demostró, a todas luces el desarrollo de ese régimen.
La imposibilidad económica del INPE de contar con ambientes, en los conos norte, sur, centro y este
de Lima, que pudieran albergar a los internos en semilibertad y el desconocimiento de la verdadera
finalidad de este beneficio determinaron el cierre de las casas de semilibertad, constituyendo este
hecho un retroceso en el avance de la concepción y función de este beneficio, por lo que se hace
imperativa la reapertura de las casas de semilibertad, en las que jamás se dio un hecho de sangre,
a pesar de que los internos que en ella se albergaban eran tanto de mínima, mediana y máxima
peligrosidad, ello debido fundamentalmente a que la casa de semilibertad funcionaba con un
mecanismo distinto al de un establecimiento penal, en el que ya no era factible la presencia de
personal policial, sino de personal penitenciario con varios años de experiencia que le daba al mismo
tiempo, solvencia para entender la real dimensión de este beneficio y comprender los problemas
de cada interno.
Independientemente, a significar lo positivo de las casas de semilibertad, en cuanto al número de
internos que albergaban, debe mencionarse la solidaridad existente entre los beneficiados, basados
en la cooperación y ayuda mutua. Estos factores positivos determinaron, posteriormente, la
apertura de casas de semilibertad en diferentes puntos del país, fundamentalmente en las capitales
de departamentos, con resultados igualmente favorables.
El Código de Ejecución Penal, promulgado mediante Decreto Legislativo 330, trajo una novedad en
el campo de los beneficios penitenciarios de pre-libertad, al crear la figura del Juez de Ejecución
Penal, que como miembro del órgano jurisdiccional con rango de un Juez de Primera Instancia era
el encargado de conceder la semilibertad, previo dictamen del Fiscal Provincial: este magistrado
tenía la sede de su juzgado en el propio establecimiento penal y conforme a las atribuciones y
funciones que este Código le concedía en los artículos 147 y 148 intervenía no sólo en la concesión
de los beneficios penitenciarios sino en el funcionamiento, trato, alojamiento, seguridad y respeto
a los derechos humanos del interno al interior del penal. Sin embargo, a pesar de la importancia que
revestía este magistrado en el campo penitenciario y a las funciones que se le habían asignado, a la
vigencia del nuevo Código de Ejecución Penal de 1991. dejaron de existir corno tales promoviendo
un vacío que con ocasión de este trabajo se ha podido comprobar la urgente necesidad de
implementar los Juzgados de Ejecución Penal, en todos aquellos establecimientos penales que
cuenten con más de 100 internos, para que en el caso de los beneficios penitenciarios de pre-
libertad, sean ellos los que en forma oportuna y adecuada, declaren la procedencia o improcedencia
de los mismos, explicando, en su caso, al intento sobre las causales de la denegatoria con el objeto
de evitar posteriores solicitudes reiterativas sobre el mismo beneficio con las implicancias que
derivan de la tramitación y formación de los expedientes; lógico es. la designación de los Jueces de
Ejecución Penal debe traer consigo también la de los Fiscales Provinciales de Ejecución Penal a fin
de canalizar las solicitudes de beneficios penitenciarios no sólo con celeridad sino pero al mismo
tiempo con el conocimiento cercano del tratamiento y conducta del interno, así como para resolver
los casos de hospitalización o atención medica cuando la situación lo amerite.
La eliminación de la figura del Juez de Ejecución Penal a la vigencia del Decreto Legislativo 654
motivó que la autoridad judicial encargada de la concesión de este beneficio sea el Juez Penal que
conoció el caso; lo que en el transcurso de estos últimos años se ha visualizado como aspecto
negativo, pues al producirse los traslados para cumplimiento de condenas hacía establecimientos
penales de otra jurisdicción, el trámite se ha convierta en engorroso y al mismo tiempo oneroso de
forma tal que ha llevado a la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial a disponer que el conocimiento
en Lima Metropolitana de este beneficio sea de conocimiento de los jueces que tramitan los
procesos de reos en cárcel, lo que de alguna forma ha aliviado la tramitación de este beneficio.
Habiéndose eliminado las casas de semi-libertad a la puesta en vigencia del nuevo Código de
Ejecución Penal, el control de los internos acogidos a este beneficio se realiza en su propio domicilio,
situación ésta que fue adoptada por la comisión revisora de este Código, en virtud de ser la familia,
el elemento integrador más importante para el interno y el núcleo dentro del cual fácilmente el
beneficiado puede ubicarse: sin embargo, a fin de no perder la esencia y finalidad de este beneficio
que requiere definitivamente control, es indispensable retomar el funcionamiento de las casas de
semi-libertad con una normatividad adecuada, que no sólo permita el control, sino programar
actividades de los beneficiarios en provecho de la comunidad como podrían ser el pintado de
colegios, universidades o habilitación de carreteras, mejoramiento de jardines y parques para crear,
en la sociedad apertura hacia el hombre egresado del establecimiento penal y favorecer a la
reinserción social adecuada, que es, en definitiva, la razón de ser del tratamiento penitenciario y de
los mecanismos de pre-libertad como de semilibertad.

CONCEPTO.
La semi-libertad constituye, dentro del contexto penitenciario, un beneficio al cual puede acogerse
el interno sentenciado que cumple el tercio de la condena impuesta en la generalidad de los casos
y dos terceras partes en los delitos contemplados en el artículo 46 del Código de Ejecución Penal,
referido a delitos graves, tales como sedición, rebelión, etc.
La semilibertad, como beneficio penitenciario, se considera como un incentivo para el interno
sentenciado, que le permite egresar del establecimiento penal, tanto para trabajar como para
estudiar, es un mecanismo de pre-libertad. concedido por el órgano jurisdiccional competente,
teniendo en cuenta la buena conducta observada durante su permanencia en el establecimiento
penal, en razón a la favorable evolución lograda dentro del tratamiento adoptado para su
rehabilitación y posterior reinserción a la sociedad.
Este beneficio se ubica en el sistema progresivo, en la tercera etapa: esto es. en la prueba, estadio
en el cual se comprueban las acciones de tratamiento y rehabilitación llevadas a cabo en el
establecimiento penal, y cuya probanza es necesaria determinar mediante la libertad controlada
como es la semi-libertad llamada también por los internos simplemente libertad vigilada lo que
califica a este beneficio, como un factor de estímulo para el interno, capaz de autogenerar una
disciplina vital para la conservación del orden y la posibilidad de una convivencia pacífica dentro del
establecimiento penitenciario y. posterior reinserción, a la comunidad libre.
La finalidad de la semi-libertad. es permitir la libertad anticipada del interno sentenciado, como un
mecanismo eficaz tendiente a la rehabilitación.
La mayor parte de la legislación comparada determina que para acceder a la semi-libertad, el interno
debe haber cumplido previamente una parte de su condena bajo régimen cerrado o semiabierto.
La semi-libertad como mecanismo de pre-libertad para el sentenciado, constituye uno de los medios
de tratamiento en libertad bajo determinadas reglas de conducta establecidas en la resolución
concesoria.

REQUISITOS PARA SU CONCESIÓN.


El Código de Ejecución Penal vigente desde 1991, Decreto Legislativo 654, establece que la
semilibertad se concede al sentenciado que ha cumplido un tercio de la pena o dos terceras partes
de la misma en determinados delitos como se ha indicado precedentemente; sin embargo debemos
mencionar que este dispositivo legal amplía la concesión de la semilibertad por la educación, que
es necesario mencionarla, por constituir un avance en la Legislación Penitenciaria, que consolida al
trabajo y la educación como pilares fundamentales del tratamiento penitenciario, pues encuentra
su correlato como se ha indicado en la Redención de Pena por el Trabajo y la Educación.
REQUISITOS PARA SU CONCESIÓN.- El Código de Ejecución Penal señala los siguientes requisitos
documentales para solicitar este beneficio:
1. Copia Certificada de la Sentencia expedida por el Órgano Jurisdiccional (La sentencia tiene
que estar registrada en el Registro Nacional de Condenas y en el Instituto Nacional
Penitenciario).
2. Solicitud dirigida el Presidente del Consejo Técnico Penitenciario del Establecimiento Penal.
3. Declaración de Compromiso de Pago de la Reparación Civil (Solo si, no ha cancelado la
totalidad de la suma impuesta por el órgano jurisdiccional como reparación civil en la
sentencia condenatoria).
4. Declaración de Compromiso de Pago de los días – Multa (Solo si, la sentencia lo fija y si no
se ha cancelado con la totalidad de la suma impuesta por el Órgano Jurisdiccional). Ello solo
se refiere a algunos delitos como ejemplo el de Tráfico Ilícito de Drogas.
5. Certificado domiciliario vigente, el cual acreditará el domicilio o el lugar de alojamiento.
(Expedido por la Municipalidad Distrital o Notaria). El interno para solicitar este documento
tiene que requerir la "Constancia de Reclusión" ante el Área del Registro del Establecimiento
Penal donde se encuentra recluido.
6. Depósito Judicial por concepto de pago de la reparación civil y días multa.
7. Pago de las tasas correspondientes según el TUPA del Instituto Nacional Penitenciario.

COMPETENCIA Y AUDIENCIA. DECISIÓN E IMPUGNACIÓN. OBLIGACIONES DEL BENEFICIARIO. REVOCACIÓN.


TRÁMITE ADMINISTRATIVO-JUDICIAL.- De acuerdo a la norma vigente; el trámite se inicia en el
centro penitenciario y luego se envía al Juez Penal.
Esta fase se inicia de oficio a cargo del consejo Técnico Penitenciario, o bien ha pedido del interno
interesado.
La organización del expediente de semi-libertad debe contener todos los requisitos enumerados en
el rubro anterior.
El plazo para organizar el expediente es de hasta diez días.
Fase Administrativa; Dentro del centro carcelario.
El Juez Penal recibe el expediente de semilibertad, debe correr traslado al Fiscal Provincial
respectivo para que emita dictamen.
El Fiscal Provincial debe emitir dictamen respectivo, dentro del tercer día de recibido el expediente.
El Juez una vez decepcionado el expediente con el dictamen fiscal, debe resolver la solicitud de
semilibertad dentro del tercer día.
Contra esta resolución procede recurso de apelación.
En el caso que el Juez conceda el beneficio de la semi-libertad debe señalar las reglas de conducta
establecidas por el artículo 58º del Código Penal, "en cuanto sea aplicable". De tales reglas creemos
que son imprescindibles:
Prohibición de ausentarse del lugar donde reside sin autorización del juez
Comparecer personal y obligatoriamente al juzgado, para informar y justificar sus actividades
REVOCATORIA DEL BENEFICIO Y PROHIBICIONES.- La semi-libertad se puede revocar por el juez
competente, obligándose al condenado a cumplir el resto de la pena pendiente, en los casos
siguientes:
La comisión de un nuevo delito doloso, o el incumplimiento de las reglas de conducta establecidas
Asimismo se prohíbe la concesión de este beneficio para determinados condenados, estipulados
mediante leyes especiales.

7. BENEFICIOS PENITENCIARIOS

LIBERACIÓN CONDICIONAL:
De los diversos sistemas que se han practicado, probablemente el que brinda una mayor facilidad,
para la aplicación de la liberación condicional, es el progresivo, por las siguientes ventajas:
Preparar al hombre para el goce de la libertad en forma gradual, evitando el cambio brusco de
ambientes que se producen en otros regímenes penitenciarios.
Es un factor que estimula y fortalece la buena conducta del interno en el establecimiento penal,
como mecanismo que le permite a la administración un mejor gobierno del centro penal.
Favorece la readaptación social del interno, enseñándole la manera de afrontar el peligro que
entraña el usar su propia libertad: por esta razón se ha dicho que la liberación condicional es un
ensayo de vida libre.
Constituye la liberación condicional uno de los mejores medios de resocialización del hombre
recluido y la forma a través del cual se puede efectivizar la comprobación de la conducta observada
en prisión y la que se observará en la comunidad libre.
Dentro del sistema progresivo, es un eficaz termómetro, mediante el cual la pena privativa de la
libertad cumple su función social, porque ve en el hombre que posee una conducta evolutiva y no
estática, que le permite poner en práctica con la liberación condicional, su reingreso a la comunidad,
de la cual fue separado momentáneamente, en forma gradual.
Merced a la liberación condicional se puede efectuar una mejor individualización de la pena, pues
como dice Reymond Salcillas: "La individualización hecha por el Juez en la sentencia todavía es
demasiado genérica es decir, sólo aproximada y, por lo tanto insuficiente".
Este instituto permite conocer mejor al delincuente y determinar con mayor exactitud el momento
en que el encierro ha dejado de ser necesario y. consecuentemente, el momento en que la
liberación debe efectuarse. Pero, también algunos han considerado que la liberación condicional
favorece la hipocresía de los penados, que se comportan correctamente para obtener la libertad
cuanto antes; a esto se debe agregar, que la práctica demuestra, en parte, que esto es cierto, porque
es notorio que algunos internos empiezan a observar buena conducta en los meses próximos a la
obtención del beneficio: pero el fundamento de la liberación condicional es que no se basa en la
reforma civil, sino moral del condenado, porque no interesa si esto se funda en el cálculo y el interés
del penado, sino, únicamente ofrezca garantías de un correcto comportamiento. Lógicamente, para
el logro de esta finalidad, es preciso que en las pasiones exista un control verdadero de las diversas
manifestaciones del interno, que permita distinguir fácilmente la corrección verdadera de la
simulación hipócrita.
Algunos detractores de esta institución se han apoyado en el hecho de que su aplicación en ciertos
países ha dado lugar a abusos con el fin de descongestionar las cárceles; sobre este particular, no
consideramos que la liberación condicional busque en absoluto el despoblamiento de las prisiones,
sino que su fundamento está centrado básicamente en la rehabilitación y reincorporación paulatina
del penado, dentro de la etapa de la prueba del sistema progresivo adoptado por el Estado Peruano.

CONCEPTO.
La liberación condicional se concibe como la última etapa del sistema progresivo penitenciario,
ubicada en la fase de la prueba; se puede definir también como el ciclo de la probanza en el medio
libre de las acciones rehabilitadoras llevadas a cabo en el establecimiento penal; por ello, se ha
considerado en la doctrina como uno de los mejores medios de tratamiento en libertad, que surge
como una nueva concepción del sentido de la pena que busca la reinserción y reincorporación del
penado a la sociedad, en forma gradual, a fin de evitar el choque y, muchas veces, frustración que
produce la libertad definitiva, entendido cuando la familia ni la comunidad están preparadas para
recibir al egresado de prisión, creando rechazo que. a la postre, puede significar la vuelta a la
actividad delictual, jugando, en este sentido la liberación condicional, un papel fundamenta] en el
proceso de rehabilitación del penado, proporcionándole apoyo que posibilita la reinserción positiva
y adecuada al medio social.
La liberación condicional, como su propio nombre indica, no es una libertad definitiva, sino una pre-
libertad otorgada al penado durante el cumplimiento de la condena pues, el liberado condicional
sigue siendo un condenado hasta el cumplimiento total de la pena. Es cierto, que el beneficiado,
con la liberación condicional, se emancipa del establecimiento penitenciario: pero su
condicionalidad está sujeta a reglas de comportamiento que lo obligan a cuidarla.
Se determina en la doctrina, como en la práctica, que la liberación condicional se basa en la
autodisciplina y autocontrol del interno, que lo obliga a cumplir las reglas impuestas en la resolución
concesoria del Juez, pues, de lo contrario, tiene la amenaza constante de la revocatoria que
dejándola sin efecto, produce el retorno al establecimiento penal con las consecuencias que de ello
se derivan, tales como no poder acceder a este beneficio por la condena que ha sido materia de
revocatoria. Sobre este particular trataremos más adelante en forma pormenorizada, indicando las
causales y los efectos que ésta tiene.
La liberación condicional, como mecanismo de pre-libertad, se funda en la presunción de enmienda
del penado, que se deduce del comportamiento observado durante su permanencia en prisión; esta
presunción es la que nos lleva a afirmar que, en el campo penitenciario, jamás se puede aseverar
que el penado está plenamente rehabilitado, no siendo posible determinarlo por la propia
complejidad del ser humano; por esta razón, es que se presume que la conducta observada durante
su permanencia en prisión será la que mantenga en libertad, pues, en el campo penitenciario se
tiene que entender que el interno puede fingir buen comportamiento para aminorar su
permanencia cobrando siempre vigencia el pensamiento: "Que el peor delincuente es el mejor
recluso"; esto limita a alguien que, por lo menos, ha excursionado por prisiones, afirmar
positivamente respecto a la conducta posterior al regreso a la comunidad libre del penado: empero,
coincidimos con Manzini al sostener que la simulación de buena conducta en un tiempo prolongado
de reclusión, permitirá que el interno adquiera, aunque sea en forma simulada, hábitos de
moralidad y trabajo, que aun cuando él no lo haya advertido, habrá aprendido a dominar sus malas
inclinaciones y comprenderá que no le conviene volver al delito.
Una apreciación la encontramos en Milko Flores "La Pena Privativa de Libertad", cuando señala: "La
libertad condicional es el último de los regímenes penitenciarios progresivos, en el que el liberado
sigue siendo técnicamente un penado, aunque su vida transcurre en libertad efectiva, sólo recortada
en algunos sistemas por la vigilancia y sujeción de determinadas restricciones y. en todo caso, sujeta
a la condición de buen comportamiento hasta el momento de pronunciarse el licenciamiento
efectivo.
De allí, precisamente la terminología de "condicional" con que se recoge en los sistemas latinos, o
"bajo palabra" (on parole) en los anglosajones". Al tratar sobre la liberación condicional, más que
hacer una fundamentación y descripción doctrinaria nos referiremos a la utilidad que presta este
instituto, como medio de tratamiento en libertad, indicando además los requisitos, tramitación y
parámetros fijados para alcanzarla.
La liberación condicional es un sistema de prueba de tratamiento en libertad en la que el interno
participa en forma activa en su propia rehabilitación con arreglo a las normas impuestas,
considerándose así, como un excelente método resocializador de ciertos delincuentes, pues, para
los habituales o recalcitrantes y residuales, será sólo un mecanismo de obtención de una libertad
anticipada.
La liberación condicional como medio de tratamiento es importante y provechosa porque libera al
interno de las influencias corruptivas de la prisión, de la amargura de la reclusión y del sentimiento
de odio y rebeldía contra la sociedad que es frecuente entre los recluidos, permitiendo al liberado
el cumplimiento de sus obligaciones familiares, conservando hábitos de buena conducta.
La preparación para la libertad es el fin supremo al que tienden todos los esfuerzos readaptativos
de la sociedad dentro del terreno penitenciario, esto conlleva a un aprendizaje que, para lograr sus
fines, debe siempre actuar en un determinado ambiente y, para lograr sus objetivos, tiene que tener
en cuenta la formación y gradual readaptación del interno.

REQUISITOS PARA SU CONCESIÓN.


El Código de Ejecución Penal de 1985. Decreto Legislativo N° 330 y el vigente de 1991, Decreto
Legislativo 654, conciben a la liberación condicional como un mecanismo de pre-libertad, basada en
la autodisciplina del interno y que sometida a reglas de comportamiento, hacen de este beneficio
un incentivo adecuado para el tratamiento en libertad, reconociendo que el liberado condicional
sigue siendo un condenado hasta el cumplimiento total de la pena impuesta, caso contrario funciona
la revocatoria como un guardián que lo vigila cotidianamente a efectos de no incurrir en inconductas
que transgredan las reglas establecidas para su otorgamiento o la comisión del delito que
constituyen causales que determinan la vuelta o regreso del interno al establecimiento penal.
La legislación penitenciaria peruana, acorde con los postulados que guían a la liberación condicional,
ha concebido este beneficio como UN INCENTIVO DE PRE-LIBERTAD, cuando el interno ha alcanzado
dentro del tratamiento penitenciario una recuperación adecuada y es necesario su reincorporación
paulatina a la comunidad libre, aquí la liberación condicional juega un rol y papel preponderante
como libertad intermedia entre la semilibertad y libertad definitiva. No se puede soslayar, el indicar
en este aspecto que para lograr la liberación condicional será menester e indispensable que el
interno haya observado buena conducta, acatando las normas internas así como sometiéndose a
los programas de trabajo, educación, deportes y disciplina que rigen en el establecimiento penal.
La consideración de la liberación condicional como incentivo, radica en que su concesión no es
automática al cumplimiento de los requisitos, sino que está sujeta a la evaluación, por el Órgano
Técnico de Tratamiento\del propio Juez, respecto a que su otorgamiento sea producto del proceso
rehabilitador y que la puesta en libertad del interno contribuya a la tranquilidad social, para ello
deberá también considerar la vida delictual y las oportunidades que el beneficiario haya cometido
delito dentro de la vigencia de la condicionalidad, por esta razón, nada impide que en ciertos casos
se pueda solicitar mayores informes sobre el tratamiento recibido y vida conductual desde el ingreso
al establecimiento penal, considerando que muchos internos adoptan buen comportamiento frente
a la proximidad de un beneficio de pre-libertad como la liberación condicional.
Una vez, el interno tenga el tiempo necesario para solicitar el beneficio penitenciario de la
Liberación Condicional ante Consejo Técnico Penitenciario del Establecimiento Penal, deberá
presentar los siguientes documentos:
1. Copia Certificada de la Sentencia expedida por el Órgano Jurisdiccional (La sentencia tiene
que estar registrada en el Registro Nacional de Condenas y en el Instituto Nacional
Penitenciario).
2. Solicitud dirigida el Presidente del Consejo Técnico Penitenciario del Establecimiento Penal.
3. Declaración de Compromiso de Pago de la Reparación Civil (Solo si, no ha cancelado la
totalidad de la suma impuesta por el órgano jurisdiccional como reparación civil en la
sentencia condenatoria).
4. Declaración de Compromiso de Pago de los días – Multa (Solo si, la sentencia lo fija y si no
se ha cancelado con la totalidad de la suma impuesta por el Órgano Jurisdiccional)
5. Depósito Judicial por concepto de pago de la reparación civil y días multa.

COMPETENCIA Y AUDIENCIA. DECISIÓN E IMPUGNACIÓN. REVOCACIÓN Y EFECTO

TRÁMITE ADMINISTRATIVO DE LA LIBERACIÓN CONDICIONAL ANTE EL INSTITUTO NACIONAL


PENITENCIARIO:
Una vez que se presentan los documentos indicados líneas arriba y luego de sufragar las tasas
correspondientes. El Consejo Técnico Penitenciario del Establecimiento Penal, organizará el
expediente administrativo del beneficio penitenciario de Liberación Condicional, para lo cual,
solicitara los informes del Área Legal, Psicológica, Social, Trabajo (CETPRO-Centro de Educación
Técnico Productiva) y Estudio (CEBA- Centro de Educación Básica Alternativa) del Interno.
Asimismo, elaborará el Certificado de Conducta a fin de verificar si el interno posee alguna sanción
disciplinaria y solicitará, los Antecedentes Penales del Interno (Hoja Pena lógica) a la Dirección
Regional de Instituto Nacional Penitenciario. Asimismo, solicita el certificado conteniendo
información respecto si el interno tiene algún proceso con mandato de detención.
Con todos los documentos expuestos, el Consejo Técnico Penitenciario, el cual estará conformado
por; el Director del Establecimiento Penal, Administrador, Jefe de Seguridad y el Jefe del Órgano
Técnico de Tratamiento, suscribirán el acta evaluativa correspondiente y posteriormente, el
expediente es remitido al Órgano Jurisdiccional.
Debemos señalar que el plazo para organizar el expediente administrativo de Liberación Condicional
es de 10 días, sin embargo; es de conocimiento que en los establecimientos penales del Perú, este
plazo no se cumple y en promedio de dos a tres meses, es el retraso del Instituto Nacional
Penitenciario en organizar el expediente.
TRÁMITE PROCESAL JUDICIAL ANTE EL ORGANO JURISDICCIONAL:
Respecto, al trámite procesal del beneficio penitenciario de Liberación Condicional, este se
encuentra descrito en el Artículo Nº 50 del Código de Ejecución Penal, Sin embargo, es de mencionar
que ingresado el beneficio penitenciario de Liberación Condicional ante el órgano Jurisdiccional, en
la práctica se solicitan los antecedentes penales, para posteriormente, remitirlo al expediente en el
Ministerio Publico a fin de que se emita el dictamen respectivo, pronunciándose sobre su
procedencia o denegatoria en un plazo Improrrogable de 05 días.
Posteriormente, el expediente es devuelto al Juez, quien resuelve en el Plazo de 10 días mediante
una audiencia. Y, por último, el beneficio penitenciario de liberación condicional, es concedido por
el juez. Contra la Resolución procede el Recurso de Apelación en el plazo de 3 días, lo cual lo
resolverá la Sala Penal Superior de la Jurisdicción.
REVOCATORIA DEL BENEFICIO PENITENCIARIO DE LIBERACIÓN CONDICIONAL.
Respecto a la revocatoria de la Liberación Condicional, resaltare los siguientes alcances:
El juez penal revoca la liberación condicional mediante tres formas: De oficio, a solicitud del Instituto
Nacional Penitenciario o del Ministerio Publico. Ello se origina, cuando el interno una vez que egresa
del establecimiento penitenciario comete un nuevo delito doloso o incumple las reglas de conducta
emitidas por el juez en la audiencia de beneficios penitenciarios, en el primer caso, obliga al interno
a cumplir el tiempo que le queda de condena, desde que se le concedió el beneficio anterior y a
ostentar de nuevo la solicitud del beneficio penitenciario de liberación condicional, y en el segundo
caso, cumplir el tiempo pendiente de las impuesta.
Ejemplos de la Aplicación del Beneficio Penitenciario de Liberación Condicional:
Ejemplo A.- Rosario Navarro, es sentenciada a 18 años de pena privativa de la libertad por la
comisión del delito Contra la Vida el Cuerpo y la Salud – Parricidio. La liberación Condicional se aplica
a la mitad de la Condena (1/2) para este delito es decir a los 09 años. Sin embargo, si Rosario estudio
peluquería los primeros 06 años de su internamiento en el Establecimiento Penal, ha logrado la
redención de pena por estudio y en el caso del Delito de Parricidio, la redención de pena es de 2 por
1 es decir ha logrado redimir 03 años, ello sumados mas los 06 años de reclusión tendrá 09 años de
carcelería por lo que, se encontraría apta para solicitar el beneficio penitenciario ante el Consejo
Técnico Penitenciario del Establecimiento Penal. Ello, corresponde a al beneficio penitenciario de la
Liberación condicional en la modalidad ordinaria.
Ejemplo B.- Paúl Valverde, es sentenciado a 24 años de pena privativa de la libertad, por la comisión
del delito Contra la Libertad Personal – Secuestro. La liberación condicional se aplica al haber
cumplido las tres cuartas partes de la Condena (3/4) para este delito es decir a los 18 años. Sin
embargo, si Paúl Valverde trabajó en talleres 15 años de su internamiento en el Establecimiento
Penal, ha logrado la redención de pena por estudio y en el caso del Delito de Parricidio, la redención
de pena es de 5 por 1 es decir ha logrado redimir 03 años, ello sumados más los 15 años de reclusión
tendrá 18 años de carcelería, por lo que se encontraría apta para solicitar el beneficio penitenciario
ante el Consejo Técnico Penitenciario del Establecimiento Penal. Este hecho corresponderá a la
liberación Condicional en la modalidad especial.
º Nota Importante: "Si el Interno, no cumple con los requisitos exigidos por el Código de Ejecución
Penal a fin solicitar los beneficios penitenciarios de Semilibertad o Liberación Condicional. En base
al derecho de petición que tiene cada interno, puede requerirlo ante el Consejo Técnico
Penitenciario del Establecimiento Penal previo informe del Área Legal del Establecimiento Penal. La
Administración Penitenciaria está en la obligación de remitir el expediente administrativo del
beneficio penitenciario ante el Órgano Jurisdiccional quien resolverá en Audiencia.
De otro lado, en el caso, que el interno sea favorecido con el derecho de Gracia Presidencial de
Conmutación de Pena suscrito por el Jefe de Estado, el interno deberá adjuntar la resolución
expedida por el Ministerio de Justicia y emitido en el Diario Oficial "El Peruano" a la solicitud del
beneficio penitenciario. Asimismo; deberá verificar el cómputo de reclusión respectivo, a fin de
solicitar el beneficio penitenciario que le corresponde: Semilibertad o liberación condicional. En
algunos casos la libertad por pena cumplida".
6. BENEFICIO PENITENCIARIO
VISITA ÍNTIMA Y OTROS BENEFICIOS:
Uno de los aspectos más sombríos y complejos de la realidad carcelaria ha sido y es el problema
sexual en las cárceles, derivado de la continencia por meses y años que se ven obligados a guardar
las personas que ingresan a un centro penitenciario.
La sanción privativa de la libertad no implica la pérdida de derechos naturales que tiene todo
hombre, dentro de los cuales está la práctica del acto sexual. Si la pena de privación de libertad
conlleva también accesoria la abstinencia sexual, estaría precisada en la sentencia. Resulta, pues,
evidente que no se puede imponer como pena secundaria, eso sería una injusticia. La privación del
acto sexual normal no está regulado en ningún código del mundo, porque éste no ha vedado
tampoco el funcionamiento biológico de los órganos del individuo.
Las estadísticas, los archivos de los penales y los testimonios de quienes han sido internos de un
penal son la prueba acusatoria más contundente de la necesidad del propiciar la función sexual
normal en el preso. No es posible que la sociedad pretenda que el preso, que por razón de su edad
viril tiene las necesidades de su sexo, las domine, las reprima y acabe por anularlas o pervertirlas.
Por el contrario, ocurre que en la imposibilidad de realizar la función sexual normal, surgen
necesariamente las perversiones y se entronizan el ANONISMO y la PEDERASTÍA, conjuntamente
con otras desviaciones. El preso no puede abstenerse de la excitación de sus órganos, sobre todo
cuando son jóvenes (20 a 30 años), y ante su demanda acude a medios anormales para su imperiosa
satisfacción.
Cuando nos referimos a medios anormales, no nos referimos a la masturbación, pues no la
consideramos como una desviación ni mucho menos una degeneración, sino al homosexualismo y
los hábitos contranatura que nacen, crecen y se fomentan en las prisiones para salir de ellas y
derramar su contagio en la sociedad sana. La pena, entonces, no puede ni podrá cumplir su principal
misión de devolver al seno de la sociedad a individuos resocializados o regenerados, sino por el
contrario pervertidos sexuales.

OBJETO DE LA VISITA ÍNTIMA.


La visita íntima además de cumplir la importante función de aliviar las tensiones y la ansiedad de los
reclusos, tiene otros efectos colaterales benéficos como el mantener el vínculo matrimonial que sin
ella, probablemente se hubieran deshecho.
El cumplimiento de una larga pena privativa de la libertad, sin posibilidad de contacto físico, acaba
por resquebrajar la relación sentimental tan necesaria para el ser humano. De allí la trascendencia
de este beneficio, que evita una de las consecuencias más trágicas de la permanencia por mucho
tiempo en las cárceles, cual es la transformación de las tendencias heterosexuales en costumbres
homosexuales que, a la postre, determinan que lo que era sucedáneo temporal se convierta en un
problema permanente al recuperar la libertad.
La relación sexual es un hecho connatural a la persona humana, y el campo penitenciario propende,
en principio, el mantenimiento del vínculo familiar como medio indispensable para el tratamiento
resocializador del interno.
Nuestra legislación otorga el beneficio a todos los internos sin distinción de situación jurídica ni
categoría delictiva, con la única exigencia de cumplir con los requisitos que establece el Reglamento
en su artículo 81.
Sin embargo, por falta de una normatividad adecuada y puesta en funcionamiento de un programa
de VISITA INTIMA, en el caso de los varones se ha dado un exceso de liberalidad al permitir recibir
la visita íntima, en su propia celda, contraviniendo de esta forma el Art. 82 del Reglamento
Penitenciario, que establece que la misma NO DEBERÁ SER EN NINGÚN CASO EN EL DORMITORIO
DEL INTERNO y mucho más; peor aún no existe la intervención del médico que permita una
adecuada profilaxia, por lo que suponemos con seguridad, que muchas esposas, concubinas o
amigas estarán transmitiendo, en estas relaciones, diversas enfermedades. La falta de orientación
respecto del modo y forma en que debe llevarse a cabo este beneficio imposibilita, además, una
debida planificación familiar.
Este beneficio de vital importancia para el interno requiere que se dicten normas, que le permitan
cumplir el rol que le corresponde, así como que se promueva el acceso a ella de las internas, pues
si bien la ley no hace distinción de sexo para su concesión, en la práctica se viene negando.

RESPONSABLE DE SU CONCESIÓN.
IMPORTANCIA Y JUSTIFICACIÓN.- Lo que estima la ciencia penitenciaria, es evitar que exista el
problema sexual en el interno del Establecimiento, por ello se debe buscar medidas alternativas a
la prisión, a fin de que las penas no sean muy largas y evitar las abstinencias sexuales prolongadas.
La actividad sexual debe ser controlada al interior de Establecimiento, el problema genera un
problema social, porque la población penal en su mayoría son de estratos bajo y en descontrol.
REQUISITOS PARA SU AUTORIZACIÓN.- El código vigente no es muy explicito al respecto, solo indica
algunas generalidades, dejando al reglamento la precisión respectiva. Sin embargo consideramos
que su concesión requiere el cumplimiento de ciertas condiciones como las siguientes:
El procedimiento se inicia con la solicitud dirigida al director del establecimiento penitenciario
indicando los datos de identidad de su pareja;
Copia simple de partida del matrimonio civil o religioso o cualquier otro documento que acredite la
relación de convivencia;
Observar buena conducta por parte del interno
Informe médico favorable, que certifique que el interno no adolece de enfermedades de
transmisión sexual, para prevenir riesgos de contagio de alguna enfermedad
Certificado médico de fecha reciente expedido por el área de salud en el que se indique que él o la
cónyuge o conviviente no adolezca de enfermedades de transmisión sexual
En la doctrina penitenciaria se recomienda que este beneficio se cumpla en un ambiente especial
que se denomina VENUSTERIO, bajo supervisión del personal penitenciario encargado para ello. Sin
embargo, en nuestros centros carcelarios los internos no tienen una actitud favorable frente a dicho
ambiente especial, prefiriendo que las visitas intimas se efectúen en sus propias celdas.
Si la solicitud fuera declarada improcedente el interno puede interponer recurso de apelación, el
mismo que será resuelto por el Consejo Técnico Penitenciario en un plazo no mayor de cinco días
hábiles.
PROCEDIMIENTO.- Respecto a su procedimiento, éste se inicia con la solicitud del interno al Director
del Establecimiento Penitenciario, quien lo remitirá al Órgano Técnico de Tratamiento para su
evaluación y verificación en un plazo no mayor de diez días. Con su opinión, el director resolverá lo
solicitado en un plazo no mayor de tres días hábiles.
AUTORIDAD QUE CONCEDE ESTE BENEFICIO.- Según nuestro CEP., es el Director del centro
penitenciario, quien debe disponer lo concerniente para que previamente se efectúen los exámenes
médicos y la orientación en planificación familiar.

RECOMPENSAS.
Nuestra legislación penitenciaria estatuye, que cuando la conducta del interno demuestre
solidaridad y responsabilidad, bien es su desenvolvimiento personal o en la actividad organizada del
centro carcelario, se le estimulará mediante recompensas.
ANTECEDENTES.- Se encontraba regulado en el Código de Ejecución Penal de 1985, en su artículo
60º que ante la evidencia de actos que denotan en el interno espíritu de compañerismo, trabajo y
sentido de responsabilidad tanto en el comportamiento personal como en la actividad organizada
del establecimiento, éstos serán estimulados mediante un sistema de recompensas que se
determinará en el Reglamento. Este reglamento publicado el 16 de junio de 1985, mediante Decreto
Supremo Nº 012-85-JUS establecía en su Capítulo IV, Sección 6, señalaba taxativamente las
siguientes recompensas:
Mención honorífica, cuyo acto de entrega se efectuaba con la presencia de las autoridades del
establecimiento, siendo de público conocimiento.
Autorización para trabajar horas extraordinarias.
Concesión extraordinaria de comunicaciones y visitas
Exoneración de servicios no retribuidos
Empleos en comisiones auxiliares de confianza sin que éstos impliquen funciones autoritarias por
parte del interno.
Obsequios de bienes que pueden ser utilidad para el interno
Otros que determine el directos del establecimiento
Estas concesiones serán anotadas en el expediente personal del interno con expresión de los hechos
que la motivaron; y se otorgaban por el Consejo Técnico de establecimiento penitenciario.
RECOMPENSAS QUE SE PUEDEN OTORGAR.- El código de Ejecución Penal del 1991, mantiene el
mismo lineamiento del anterior código en cuanto a recompensas, las cuales son:
Autorización para trabajar en horas extraordinarias
Desempeñar labores auxiliares de la administración penitenciaria, que no impliquen funciones de
autoridad. La que debe realizar sin afectar las reglas de seguridad
Concesión extraordinaria de comunicaciones y visitas
Otros que determine el reglamento
A su vez el Reglamento menciona a parte de estas recompensas a las siguientes:
Mención honorífica, que será entregada en ceremonia pública por el director del establecimiento
penitenciario;
Obsequios de bienes al interno;
Prioridad en la participación de actividades de carácter cultural, social y deportiva en el
establecimiento penitenciario; y
Las demás que determine el Consejo Técnico Penitenciario.
AUTORIDAD QUE LAS OTORGA.- En este caso se estipula que las recompensas son otorgadas por el
Consejo Técnico Penitenciario, y además se debe anotar en el expediente o legajo personal del
interno.

7. PRESTACIONES PENITENCIARIAS
CONSIDERACIONES PRELIMINARES.
El tratamiento penitenciario nacional, se realiza atendiendo a lo preceptuado en el CEP, dando
prioridad a la educación y al trabajo penitenciario como ejes axiales de tal proceso.
Tal es así que a escala nacional se viene implantando Centros de Educación Ocupacional CEOS,
regentados por personal penitenciario, así como implementando talleres en beneficio de los
internos, orientados a la enseñanza de algún oficio y a la producción de bienes y servicios.
Últimamente el Instituto Nacional Penitenciario, ha sido beneficiado con un programa de apoyo
proveniente del gobierno de Japón llamado NON PROJECT, constituido por talleres de
metalmecánica, carpintería, soldadura, etc.
Sin duda, que este aporte debe ser canalizado no solamente como talleres de enseñanza, sino que
es la oportunidad de constituir en los establecimientos penitenciarios beneficiando a todos unos
centros de producción, donde el interno sea el protagonista y genere ingresos tanto para él como
para la institución como tal.
Según nuestra norma de ejecución penal, el tratamiento penitenciario está a cargo de siete áreas:
Trabajo, Educación, Salud, asistencia psicológica, social, legal y religiosa.
Veamos brevemente cada uno de ellos:
1. AREA DE TRABAJO.
Se asume como función primordial de la administración penitenciaria brindar o crear condiciones
laborales para los internos, que se orienten especialmente a crear en el interno el hábito del trabajo
como medio rehabilitador, y eso nadie lo duda como aspiración legal está excelentemente
redactado en la norma de ejecución penal; sin embargo en la realidad todavía estamos lejos de
poder cumplir con tales aspiraciones, consideramos que en estos tiempos de globalización
económica los centros penitenciarios deben estar dotados de técnicos especialistas que enseñen a
nuestros internos actividades rentables y especializadas, las mismas que tengan mercado; así como
la otra parte administrativa, es decir a gerenciar pequeños negocios que giren en torno a la
economía familiar y así los liberados puedan constituir micro y pequeñas empresas.
Y siendo un poco más atrevidos todavía, se puede pensar en que sea el propio Instituto Nacional
Penitenciario un productor de bienes y servicios, a través de una Unidad Ejecutiva de Producción y
Comercialización e incluso se puede invitar al empresariado nacional e internacional a que pongan
sus ojos en nuestros Establecimientos Penitenciarios y puedan rentar la mano de obra ociosa
existente por el momento.
De igual forma el mercado cautivo existente de los organismos estatales pueden ofrecerse a los
internos de los establecimientos penitenciarios de país, ya sea: en imprenta, construcciones,
servicios generales, etc.
2. AREA DE EDUCACION.
La educación penitenciaria, está orientada a diferentes niveles: básico, profesional y ocupacional.
Para el efecto existen convenios con el Ministerio de Educación y ahora Universidades Privadas.
De igual forma se promueve la educación a distancia.
En esta parte del tratamiento, se está avanzando a pasos agigantados en todos los establecimientos
penitenciarios del país, no solamente brindando educación técnica, sino también artística, ética y
deportiva.
3. AREA DE SALUD
Se establece que todo establecimiento debe tener un servicio médico básico, de igual forma en
aquellos establecimientos que se justifique la necesidad se debe contar con centros especializados.
Los establecimientos penitenciarios deben contar de conformidad al artículo 79° del CEP, de
ambientes destinados a hospital, enfermería o tópico, según sus necesidades, con el equipo e
instrumental médico correspondiente.
Igualmente cuentan con zonas específicas de aislamiento para casos de enfermedades infecto
contagiosas, para el tratamiento psiquiátrico y para la atención de los toxicómanos y alcohólicos.
Asimismo se hace referencia que aquel interno que tenga condiciones puede solicitar a su costo los
servicios médicos de profesionales ajenos al establecimiento penitenciario.
Para concluir, el servicio de salud está orientado a alcanzar, mantener o recuperar el bienestar físico
y mental del interno.
4. ASISTENCIA PSICOLÓGICA.
Este servicio está orientado especialmente a tener una apreciación cualitativa y cuantitativa de los
rasgos psíquicos fundamental de los internos, con una visión amplia de personalidad, dada la
peculiaridad de las personas a tratar, dirigiendo su accionar a explorar y tratar preferentemente
aquellos rasgos psíquicos que la criminología señala como facilitadores del acto criminal.
Nuestro CEP dedica un solo artículo a este servicio, pero consideramos que el trabajo en esta área
debe ser más agresivo, empezando por dotar de más especialistas, dada la importancia de este
servicio como apoyo para el desarrollo de tratamiento y como protagonista del mismo.
5. ASISTENCIA SOCIAL.
Este servicio penitenciario tiene como objetivo apoyar al interno, a la víctima del delito y a los
familiares inmediatos de ambos.
El papel de este servicio en un establecimiento penitenciario, es fundamental, espacialmente en el
apoyo al interno indigente, sabido es que el apoyo a la víctima del delito resulta un poco vanidoso
y hasta utópico, pero no por eso se puede desmerecer el trabajo de esta área.
Si se hace un análisis concienzudo del trabajo encomendado se podrá notar que es fundamental en
el proceso de Resocialización del interno, porque cumple un papel de enlace, de mediador, de
conciliador e incluso hasta familiar, si valga el término, porque está pendiente de qué interno tiene
visita y quién no, está pendiente de las visitas intimas, de canalizar y captar ayuda de los organismos
públicos y privados, así como de personas de buena voluntad y que éstos lleguen a las personas más
necesitadas.
Para el cumplimiento de tan noble objetivo, lamentablemente no existe un fondo adicional que
consideramos imprescindible para el cumplimiento de sus funciones.
Si bien en nuestro Sistema Penitenciario Nacional, no se ha implementado el servicio sociológico
como parte integrante del tratamiento penitenciario, pero sí se ha hecho con el servicio de
asistencia social, que difieren en contenido.
Así este servicio – Asistencia social- está orientado a brindar asistencia al interno y a su familia e
incluso a la víctima del delito, pero no pasa de ahí, de asistencial siendo su principal objetivo evitar
el rompimiento del binomio interno - familia, así como de conseguir apoyo social ante la liberación
y también al liberado.
Siendo conscientes que la sociología es una ciencia nueva, y que en nuestro país recién está
germinado, no es óbice para que si existe la posibilidad, pese a no estar contemplado en la norma,
se utilice como parte del tratamiento. Pues en otros realidades ya existe y su papel fundamental
parte de que la personalidad está influenciada por una serie de factores socio culturales y que es a
través de estos flujos como puede encontrarse una explicación de la variaciones individuales dentro
del campo de la conducta desviada.
Entonces, a nuestro modo de entender las cosas, y siendo el objetivo central del tratamiento la re-
socialización del interno, urge la necesidad de este servicio que nos ayude a comprender al interno
en el contexto social de donde proviene y también nos explique el marco social mescolantico de los
establecimientos penitenciarios.
6. ASISTENCIA LEGAL.
El objetivo central de este servicio es: brindar asesoría legal al interno y asesorar técnicamente a la
Administración de aquel. Asume de manera preferente la defensa del interno indigente.
La Asistencia legal entonces tiene tres campos de acción:
a) El asesoramiento a la Administración Penitenciaria, en la materia de su competencia, en este
sentido estará dirigida tanto a la Dirección, a la Administración y también a seguridad.
b) Al interno en forma general, respecto a inquietudes, sobre su proceso, formas de conseguir su
libertad, notificaciones, beneficios penitenciarios, etc.
c) La defensa del interno indigente. Cuando el establecimiento está ubicado en grandes ciudades,
ésta se ve reducida al mínimo pues ahora existe, a cargo del Ministerio de Justicia, la defensa de
Oficio, en este sentido solamente canalizará estas solicitudes a dicha institución siendo opcional la
defensa, pues no existe prohibición alguna para no realizarla. Siendo otra la realidad en provincias
donde la carga procesal es voluminosa y la defensa de oficio está reducida al mínimo.
Ley 27019 (23.12.98) Ley que crea el Servicio Nacional de la Defensa de Oficio. D.S.N° 005-99-JUS.
Reglamento de la Ley que crea el Servicio Nacional de la defensa de Oficio.
7. ASISTENCIA RELIGIOSA.
Orientada a garantizar la libertad de credo, establecida en la Constitución Política del Estado. Pero
más allá de ser éste su objetivo, ésta ha tenido resultados loables en la recuperación de la persona
que delinque.
Tal es así, que se puede decir que la mal llamada "teoterapia" está de moda, implementada ahora
en la mayoría de establecimientos penitenciarios, a cargo de sacerdotes y pastores evangélicos.
Está orientada a reforzar, a crear una conciencia moral en el interno que fortifique su actuar social.

EL TRABAJO PENITENCIARIO.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
TRABAJO
Artículo 104.- El trabajo en los establecimientos penitenciarios es obligatorio para los internos
sentenciados como medio terapéutico adecuado a los fines de la resocialización. El trabajo:
104.1 No tendrá carácter aflictivo.
104.2 No será aplicado como medida disciplinaria.
104.3 No atentará contra la dignidad del interno.
Los internos procesados podrán participar voluntariamente en la actividad laboral del
establecimiento penitenciario.
Artículo 105.- El trabajo es un elemento indispensable para la rehabilitación del interno. Debe
propiciar un carácter creador o conservador de hábitos laborales, productivos y terapéuticos, con el
fin de procurar al interno una opción laboral competitiva en libertad.
El trabajo penitenciario no genera vínculo ni relación laboral algunos.
Artículo 106.- La administración penitenciaria promoverá el desarrollo de la actividad laboral con la
participación de los gremios profesionales y empresariales, la sociedad civil y la cooperación técnica
internacional.
Artículo 107.- Las actividades artísticas, intelectuales y artesanales y otras de carácter laboral
efectuadas por cuenta propia o por la administración penitenciaria, serán supervisadas y
controladas por el Área de Trabajo del establecimiento penitenciario.
Las actividades que forman parte del tratamiento, serán programadas y controladas por el Órgano
Técnico de Tratamiento.
Artículo 108.- El Instituto Nacional Penitenciario a través de la Oficina General de Tratamiento,
dirige, organiza y supervisa la producción y comercialización de bienes y prestación de servicios de
los internos en los establecimientos penitenciarios a nivel nacional.
Las entidades que organicen las mismas actividades deberán contar con la aprobación del INPE.
Artículo 108-A.- En el caso de Establecimientos Penitenciarios entregados en concesión al Sector
Privado se precisarán, en el contrato de concesión respectivo, las facultades y limitaciones del
concesionario en materia de dirección, organización y supervisión de la producción,
comercialización y prestación de servicios de los internos.
Artículo 109.- El trabajo penitenciario puede ser individual o colectivo; en ambos casos, el INPE
establecerá el horario y la producción mínima para efectos de las evaluaciones periódicas y la
redención de la pena.
El interno podrá constituir, cuando reúna los requisitos, formas societarias conforme a ley, siempre
que no esté inhabilitado para el ejercicio del comercio.
Artículo 109-A.- El trabajo penitenciario en el caso de Establecimientos Penitenciaros entregados en
concesión al sector privado puede ser individual o Reglamento del Código de Ejecución Penal
colectivo; en ambos casos, el Concesionario establecerá el horario y la producción mínima para
efecto de las evaluaciones periódicas.
El concesionario fijará el horario y establecerá el procedimiento de trabajo, conforme a ley, a las
condiciones pactadas en el contrato de concesión respectivo y al presente reglamento en el que sea
aplicable.
Artículo 110.- Para el control de la actividad laboral de los internos, el Área de Trabajo del
Establecimiento Penitenciario deberá llevar los libros que se detallan, debidamente legalizados por
el Secretario del Consejo Técnico Penitenciario:
110.1 Libro de Registro de Trabajo. -Donde deberán inscribirse los internos que se van a dedicar a
la actividad laboral.
110.2 Libro de Planilla de Control Laboral. -Donde se registrará la asistencia diaria al trabajo y las
horas efectivamente trabajadas.
Artículo 110-A.- Para el control de la actividad laboral de los internos, el área de trabajo del
Establecimiento Penitenciario entregado en concesión al Sector Privado requerirá de monitoreo
digital para su registro e inspección, tanto para su retribución como para el cómputo laboral.
En caso el trabajo a que se refiere el párrafo anterior se realice en talleres utilizando los medios
previstos en el numeral 115.3 del artículo 115, serán de aplicación por el concesionario los artículos
110 y 111, en lo que fuera aplicable. Los registros a que se refieren los numerales 110.1 y 110.2
serán debidamente habilitados por el Director del Establecimiento Penitenciario concesionado
Artículo 111.- El producto del trabajo del interno, procesado o sentenciado, se distribuirá de la
siguiente manera:
111.1 10% para costear los gastos que genera la actividad laboral del interno a favor del Instituto
Nacional Penitenciario.
111.2 90% para gastos propios del interno y su familia.
Artículo 111-A.- En el caso de Establecimiento Penitenciario entregados en concesión al Sector
Privado la distribución de los ingresos se fijará conforme al primer párrafo del artículo 67 del Código
y, además, de acuerdo a lo siguiente:
a) En caso el trabajo efectuado por los internos se realice bajo las órdenes, requerimientos y
supervisión impartidas por el concesionario se fijará, en el contrato de concesión respectivo, el
porcentaje de los ingresos de los internos que serán descontados para costear parte de los gastos
que irroguen su permanencia en el establecimiento.
Asimismo, en dicho contrato se establecerá el porcentaje de descuento correspondiente para
amortizar el pago de la reparación civil fijada en la sentencia condenatoria firme, si fuera el caso, y
el porcentaje remanente constituirá recursos propios del interno y su familia.
b) En caso el trabajo sea realizado directamente por los internos utilizando los medios provistos en
el numeral 115.3 del artículo 115 del presente Reglamento, el 10% de sus ingresos servirán para
costear los gastos que genere su actividad laboral y el 90% restantes para gastos propios del interno
y su familia.
Artículo 112.- Los internos podrán prestar servicios auxiliares o de mantenimiento. Estos servicios
comprenden las actividades de cocina, enfermería, lavandería, panadería, almacén, limpieza,
biblioteca, jardinería y otros similares.
Los internos que realicen dichas actividades serán considerados trabajadores ad honorem, con
derecho a redimir su pena por trabajo.
Artículo 112-A.- En los Establecimientos Penitenciarios concesionados al sector privado los internos
podrán prestar servicios auxiliares para la ejecución de obras; mantenimiento y limpieza del
establecimiento penitenciario, así como en servicios auxiliares que comprenden actividades de
cocina, enfermería, lavandería, panadería, almacén, biblioteca, jardinería, atención en el
economato y otros similares.
Los internos que realicen dichas actividades deberán percibir un ingreso por parte del concesionario
y el porcentaje de sus ingresos se distribuirá de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 11-A del
presente Reglamento.
Artículo 113.- Los directores regionales del Instituto Nacional Penitenciario presentan a sus
superiores un informe de los gastos que se realicen con estos ingresos y abrirán una cuenta corriente
en el Banco de la Nación, para el depósito del 10% destinado a sufragar los gastos que genera la
labor del interno. Este monto revertirá a los establecimientos penitenciarios en actividades de
promoción de trabajo, adquisición de bienes y materiales e insumos de trabajo.
Artículo 114.- En caso que el interno concluya su actividad laboral al obtener su libertad o ser
trasladado a otro establecimiento penitenciario, la administración deberá liquidar los montos
abonados por los conceptos señalados en el inciso 111.1 del Artículo 111 del presente Reglamento.
Artículo 115.- Los medios para el trabajo podrán ser proporcionados por:
115.1 La administración penitenciaria.
115.2 Las entidades públicas o privadas a través de la administración penitenciaria.
115.3 Por el interno o sus familiares.
Artículo 116.- La seguridad e higiene, accidentes y enfermedades producidas a consecuencia del
trabajo penitenciario, se regularán por las leyes especiales.

EDUCACIÓN DEL INTERNO.


Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO III
EDUCACIÓN
Artículo 117.- La administración penitenciaria fomentará, en caso de ser necesario, el
funcionamiento de centros educativos, dentro del establecimiento penitenciario. La administración
penitenciaria fomentará la educación a distancia en los niveles técnico y superior.
Artículo 118.- El director del establecimiento penitenciario y el responsable de la educación,
promoverán actividades y cursos no escolarizados, destinados a estimular las aptitudes artísticas y
culturales del interno.
Artículo 119.- En cada establecimiento penitenciario, el responsable de educación promoverá el
funcionamiento de una o más bibliotecas con el aporte de instituciones públicas, privadas y de los
mismos internos. La distribución de los libros de la biblioteca podrá estar a cargo de un interno.
Artículo 120.- Los internos de los establecimientos penitenciarios podrán acceder a libros, revistas,
y diarios de circulación nacional, siempre que no afecten ostensiblemente la seguridad o el
desarrollo de las acciones de tratamiento.
Artículo 121.- Al concluir los ciclos de enseñanza y capacitación, según el programa curricular, los
internos recibirán el certificado que corresponda, con la sola mención de la Unidad de Servicios
Educativos de la jurisdicción, prescindiéndose de toda referencia al establecimiento penitenciario.
Artículo 122.- Para el control de la actividad educativa de los internos, el Área de Educación del
Establecimiento Penitenciario deberá llevar los libros que se detallan, debidamente legalizados por
el Secretario del Consejo Técnico Penitenciario:
122.1 Libro de Registro de Educación. -Donde deberán inscribirse los internos que se van a dedicar
a la actividad educativa.
122.2 Libro de Planilla de Control Educativo. -Donde se registrará la asistencia diaria al Centro
Educativo y las horas efectivas de estudio.
122.3 Libro de Control de Evaluaciones. -Donde se registrarán las notas de las evaluaciones
mensuales; sin perjuicio de los libros y registros que debe llevar el centro educativo de acuerdo con
las disposiciones del Ministerio de Educación y las normas educativas.
SALUD.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO IV
SALUD
Artículo 123.- La asistencia sanitaria penitenciaria se orienta a la prevención, tratamiento y
rehabilitación. Deberá poner énfasis en la prevención de enfermedades transmisibles.
Deberá articularse con las autoridades del Ministerio de Salud y el Seguro Social de Salud, los
criterios generales de coordinación, programas, planes, procedimientos y responsabilidades
financieras.
Los servicios de salud en los establecimientos penitenciarios se adecuarán a las normas de
clasificación, infraestructura y organización dictadas por el Ministerio de Salud.
Artículo 124.- La administración penitenciaria brindará a todos los internos una atención médico-
sanitaria equivalente a la dispensada al conjunto de la población en libertad. Proveerá al interno las
medicinas y otras prestaciones complementarias básicas que requiera la atención de su salud.
Artículo 125.- El interno podrá afiliarse a un seguro de atención médica público o privado y tendrá
derecho a ser atendido en los centros asistenciales que correspondan con las debidas medidas de
seguridad.
Artículo 126.- La administración penitenciaria asignará por lo menos un profesional médico en cada
establecimiento penitenciario. En los lugares donde no se cuente con este servicio, el director del
establecimiento coordinará con las instituciones de salud de la localidad para la colaboración de un
facultativo. El servicio de enfermería será permanente en todo establecimiento penitenciario.
Artículo 127.- El médico y/o personal de salud realizará visitas semanales al interior de las
instalaciones del establecimiento penitenciario, para supervisar las condiciones de higiene
ambiental y alimentaria, así como el saneamiento, formulando un informe mensual al director para
la adopción de las medidas que correspondan.
Artículo 128.- La atención especializada se efectuará preferentemente a través del sistema nacional
de salud. En los convenios y programas con las autoridades del sector salud se establecerán
condiciones de acceso a consultas externas, hospitalización y/o emergencia.
Artículo 129.- Cuando el interno requiera atención médica, consulta, diagnóstico u hospitalización
en un centro hospitalario, el personal de salud lo comunicará al director del establecimiento
penitenciario quien dispondrá lo necesario para efectuar el traslado. Se requerirá opinión previa de
una junta médica.
En el caso de niños, la administración penitenciaria dispondrá todo lo necesario para su atención en
un centro especializado correspondiente. Los gastos deberán ser asumidos por los padres.
Artículo 130.- La administración penitenciaria deberá contar con sistemas de vigilancia
epidemiológica que le permitan conocer las enfermedades prevalentes en la población penitenciaria
y los grupos de mayor riesgo, con la finalidad adecuar la asistencia a las necesidades reales
detectadas. Para estos efectos, la administración penitenciaria deberá cumplir los programas
nacionales establecidos por el Ministerio de Salud.
Artículo 131.- La protección de las condiciones sanitarias del establecimiento penitenciario es
responsabilidad de las autoridades penitenciarias y de los internos.
En cada establecimiento penitenciario se efectuará periódicamente una desinfección, fumigación y
desratización. Corresponderá a los servicios sanitarios penitenciarios la evaluación de estas
actividades.
Artículo 132.- El médico tratante deberá comunicar al director del establecimiento penitenciario, la
evolución del estado de salud y el momento en que el interno hospitalizado fuera del
establecimiento penitenciario debe retornar al mismo.
Tratándose de procesados, dicha comunicación deberá hacerse además al juez de la causa.
El juez penal, en cualquier momento, podrá disponer que los médicos legistas informen sobre el
estado de salud del interno hospitalizado, para determinar según sea el caso, su permanencia o
retorno al establecimiento penitenciario. Igual procedimiento deberá adoptar la administración
penitenciaria a través de la junta médica.
Artículo 133.- A solicitud escrita del interno, de sus familiares, de su abogado defensor o de la
persona previamente designada por él, el director del establecimiento penitenciario podrá autorizar
que médicos particulares traten al interno con conocimiento del médico responsable del
establecimiento penitenciario. El costo que genere esta atención deberá ser asumida por el interno.
Artículo 134.- El tratamiento médico-sanitario se llevará a cabo siempre con el consentimiento
informado del interno. Cuando sea necesario un tratamiento que implique grave riesgo para la vida,
integridad física o mental, se requerirá previamente el consentimiento escrito del interno. Si no
estuviese en condiciones de dar su consentimiento para el tratamiento, la autorización la concederá
cualquier familiar directo y, en ausencia de éste, el director del establecimiento penitenciario.
Artículo 135.- La administración penitenciaria proporcionará alimentación adecuada a los internos.
Cuando no esté en posibilidad de suministrar la alimentación preparada, recurrirá a otra entidad
pública o privada o en su defecto entregará a los internos e internas, los insumos correspondientes,
siendo esta responsabilidad del director y el administrador.
Artículo 136.- Se proporcionará ración alimenticia especial al interno que se encuentre ubicado en
los ambientes de salud del establecimiento penitenciario, al mayor de sesenta y cinco años, a la
interna gestante, madre lactante y al niño menor de tres años que vive con su madre en el
establecimiento penitenciario, así como a los que a juicio del médico tratante lo requieran.

ASISTENCIA SOCIAL.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO V
ASISTENCIA SOCIAL
Artículo 137.- El trabajador social diagnostica, planifica y ejecuta acciones socioeducativas,
asistenciales, recreativas y culturales orientadas a optimizar el tratamiento del interno, la víctima
del delito y los familiares inmediatos de ambos.
Artículo 138.- Además de las funciones establecidas en los artículos 83 y siguientes del Código, son
funciones del trabajador social:
138.1 Promover la restitución, mantenimiento y refuerzo del vínculo del interno con su familia a
través de procesos individuales, grupales o familiares.
138.2 Promover redes de soporte interinstitucional que coadyuven en el tratamiento del interno,
así como canalizar acciones de apoyo al interno de escasos recursos.
138.3 Brindar atención asistencial a los hijos menores de tres años de las internas, a fin de garantizar
su normal desarrollo de su personalidad.
138.4 Emitir informe social para el trámite de las solicitudes de los beneficios penitenciarios, gracias
presidenciales y otros, conteniendo la actual situación socio familiar del interno.
138.5 Participar en el equipo multidisciplinario de los programas de salud.
138.6 Las demás que se deriven de la naturaleza de su función.

ASISTENCIA LEGAL.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO VI
ASISTENCIA LEGAL
Artículo 139.- Los abogados del servicio legal están encargados de prestar el servicio legal gratuito
al interno.
Artículo 140.- Además de las funciones previstas en los artículos 87 y siguientes del Código, los
abogados del servicio legal deberán:
140.1 Asumir la defensa de los internos que requieran asistencia legal y que no cuenten con
capacidad económica para contratar un abogado defensor, hasta que concluya el proceso.
140.2 Solicitar a los diferentes órganos administrativos del Instituto Nacional Penitenciario y otras
instituciones, la expedición de documentos que sean útiles o necesarios para la defensa del interno.
140.3 Asesorar y apoyar al interno en la tramitación de sus beneficios penitenciarios y gracias
presidenciales, así como realizar el seguimiento en su tramitación. Están facultados a interponer los
recursos de impugnación establecidos por Ley.
140.4 Emitir informes jurídicos para beneficios penitenciarios y otros trámites administrativos,
cuando sean requeridos por la administración penitenciaria.
140.5 Asesorar a la administración penitenciaria absolviendo consultas y emitiendo opiniones sobre
aspectos relacionados al tratamiento penitenciario, aplicación de normas y otros que le soliciten.
140.6 Difundir los alcances de la normatividad en materia penal, procesal penal y de ejecución penal
a través de charlas, talleres y otros medios.
140.7 Coordinar la prestación del servicio legal gratuito con otras entidades públicas o privadas.
140.8 Las demás funciones que le encomiende el jefe del Órgano Técnico de Tratamiento o el
director del establecimiento penitenciario.
Artículo 141.- Los abogados del servicio de asistencia legal velarán por el cumplimiento del
procedimiento para ejecutar la libertad del interno, así como realizarán las gestiones necesarias
para la celeridad del proceso penal, la obtención del testimonio de condena y otros documentos
relacionados.
Artículo 142.- Las prácticas preprofesionales de los estudiantes de Derecho y las labores que se
llevan a cabo en el marco del Programa del Servicio Civil del Graduando - SECIGRA, se desarrollarán
bajo la supervisión del servicio de asistencia legal del establecimiento penitenciario, otorgándoseles
para tal efecto la credencial que les permita cumplir eficazmente sus labores ante la autoridad
competente.
La administración penitenciaria y el Ministerio de Justicia promoverán progresivamente la
asignación de estímulos a los practicantes y secigristas que desarrollen sus actividades en los
establecimientos penitenciarios.

ASISTENCIA PSICOLÓGICA.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO VII
ASISTENCIA PSICOLÓGICA
Artículo 143.- El servicio de asistencia psicológica en los establecimientos penitenciarios realiza
acciones de observación, diagnóstico y tratamiento del interno, cuyos resultados forman parte del
informe psicológico respectivo.
Artículo 144.- El servicio de asistencia psicológica emite opinión sobre la progresión o regresión del
interno, en el proceso de tratamiento a fin de que el Órgano Técnico de Tratamiento determine lo
pertinente.
Artículo 145.- La asistencia psicológica realiza consultorías, psicoterapias individuales, familiares o
grupales, con el fin de alcanzar los objetivos del tratamiento penitenciario.
El servicio de asistencia psicológica también desarrolla acciones de investigación sobre la conducta
del interno a fin de elaborar su perfil psicológico.
Artículo 146.- La asistencia psicológica coordina con instituciones públicas y privadas a fin de brindar
apoyo psicológico a la comunidad penitenciaria, con conocimiento del Órgano Técnico de
Tratamiento.
ASISTENCIA RELIGIOSA.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO VIII
ASISTENCIA RELIGIOSA
Artículo 147.- El interno tiene derecho a practicar libremente la religión que profesa, así como a no
participar en ella.
Artículo 148.- El interno podrá ser asistido por un Ministro o representante de su religión. La
actividad religiosa podrá ser promovida por las organizaciones religiosas e Iglesias a través de
Ministros, sacerdotes, representantes o agentes pastorales.
Artículo 149.- Los miembros de las organizaciones religiosas e Iglesias deberán acreditar su
representación para los efectos del otorgamiento del permiso, antes del inicio de su actividad. Las
actividades de culto, promoción y asistencia a los internos, serán informadas a la dirección del
establecimiento penitenciario a través del servicio social.
Artículo 150.- La administración penitenciaria promoverá el ejercicio del culto y demás actividades
pastorales. Con tal propósito, facilitará el o los ambientes necesarios para su desarrollo. Asimismo,
fomentará la continua colaboración e interacción con los grupos religiosos e iglesias para la
consecución de los objetivos propios de la resocialización.
Artículo 151.- Los grupos religiosos que obtengan permiso de ingreso al establecimiento
penitenciario se sujetarán a las reglas de seguridad y normas internas del mismo.

8. ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS

CLASIFICACIÓN.
EVOLUCIÓN DEL REGIMEN PENITENCIARIO
Existen diversas formas de ejecución de la pena, a la que se puede clasificar teniendo en cuenta
diferentes criterios; tomando para el presente estudio el generalmente aceptado por diversos
autores sobre esta materia, por el Predominio de la Institucionalidad.
REGIMEN INSTITUCIONAL
1.1.1. REGÍMENES CERRADOS.
Llamados así por la dureza de sus normas y porque el recluso desde su ingreso hasta que sale cumple
su pena sin variación alguna.
a. Régimen Celular o Filadélfico.- Llamado también régimen solitario por el confinamiento en celdas
individuales día y noche, desarrollado bajo la influencia de ideas de la penitencia monástica del siglo
XVI. Sepuso en práctica en Filadelfia en la prisión de Walnut Street, creada en 1776.

b. Régimen Auburniano. Llamado régimen del silencio.


Se empieza por dar mayor acción y movimiento al interno. Empezando la noción del trabajo como
medio rehabilitador. Tenía por finalidad: "la intimidación y el entrenamiento de los presos en ciertos
oficios"15
Este nuevo régimen se generalizó en todo EE.UU, y en diversas partes del mundo, incluso en el Perú,
donde en 1853 lo recomienda PAZ SOLDÁN, extendiéndose hasta el presente siglo.16
15 THIOT, Ladislao: Op. Cit.; pag.63
16 AGUINAGA MORENO, Jorge: "Ciencia Penitenciaria", pag.14
RÉGIMEN PROGRESIVO
De las deficiencias de los regímenes anteriores surgió la idea de promover un nuevo tipo de régimen
que posibilitaría la regeneración de los delincuentes
a) Progresivo de Montesinos. Creado por el Crnl.
Manuel MONTESINOS y MOLINA en 1834 (España) Tiene tres etapas:
-De los HIERROS: celdas aisladas con grilletes y cadenas. Se supera por disciplina adecuada.
-Del TRABAJO.
-LIBERTAD INTERMEDIA: se otorga permisos para visitas a familia, trabajo u otra finalidad.
b) De Maconochie. Puesto en práctica por el capitán Alexander MACONOCHIE lo desarrolla
en la isla Norfolk en Australia al ser nombrado su gobernador en 1840. La filosofía de este nuevo
régimen era la corrección del delincuente por la acción del trabajo.
-Para pasar de una fase a otra debía acumular determinado número de boletas.
-Tres (03) períodos:
(1)Reclusión Celular Nocturna y Diurna por más o menos 09 meses.
(2) Trabajo en común diurno bajo Regla del Silencio: Cuatro (04) sub períodos. (Prueba, tercera,
segunda y primera).
(3) Libertad Condicional: por algún tiempo; luego libertad definitiva.
c) Progresivo de Crofton. Puesto en práctica por el Sir Walter Crofton en Irlanda: 1854 – 1864,
sosteniendo que el régimen anterior favorecía muy poco la vida en libertad, crea un período
intermedio. Así las fases son 4:Diferenciándolo del anterior solamente su fase intermedia.
Fase 3: PERÍODO INTERMEDIO: en centros sin muros, ni cerrojos, con disciplina suave y previo al
período final.
D) Régimen Tipo Reformatorio USA. Constituye un régimen moderno tendiente a
transformar moral y socialmente a cierta clase de condenados. Empieza a funcionar en ELMIRA,
EE.UU. en 1876. Es para delincuentes jóvenes de 16 a 30 años de edad, con pena indeterminada. Al
ingreso el recluso debe pasar por examen que consistía:
- Entrevista con el director.
- Examen Médico Clínico.
- Examen Psicológico.
Después del examen se le asigna trabajo por 1 ó 2 meses en tareas domésticas que las asignaba el
director según las capacidades del recluso: 4 Fases:
( 1 ) Tercera Categoría: recluso de peor conducta y con intenciones de fuga, traje de color; cadenas
a los pies, duermen y comen en celdas, mandados por celadores, caminan en fila india en el día, al
salir o ir al trabajo.
( 2 ) Segunda Categoría: están los que mejoraron en conducta y trabajo.
( 3 ) Primera Categoría: internos de mejor conducta y dedicación al trabajo, llevan uniforme azul,
kepí militar, tienen graduación y lo mandan sólo oficiales. Reciben la mejor comida, premios, mayor
confianza
( 4 ) Liberación Condicional: bajo palabra de honor de cumplir reglas de conducta.
e) Régimen Borstal. (Inglés) Creado en 1901, que se inspira en el Régimen Reformatorio USA, lo
inicia en el Municipio de Borstal Londres para menores reincidentes de 16 a 21 años, e internados
de 9 meses a 3 años. Se basa en enseñanza moral, instrucción de oficios, educación física e
intelectual y disciplina generada por la persuasión y la confianza. Tiene 04 etapas:
(1) Grado ordinario: aproximadamente tres (03) meses; puede recibir una carta más una visita o
dos cartas más cero visitas. Trabajo común de día de noche recibe instrucción. No está permitido
los juegos.
( 2 ) Grado intermedio: aproximadamente seis (06) meses cada uno.

( 3 ) Grado probatorio: llegan con la aprobación del Consejo Borstal; tienen más prerrogativas,
pueden recibir cartas cada 15 días; leer periódicos, jugar en salones o en campos exteriores. Llevan
insignias.
( 4 ) Grado especial: llegan con previo certificado del Consejo de la Institución que lo acredita,
trabajan sin vigilancia directa, pueden recibir una carta por semana, pueden formar equipos
deportivos, un cigarrillo por día o pueden ser empleados en el mismo instituto como monitores.
Posteriormente, se dan otras expresiones en variantes cerradas, abiertas y otras. Este régimen fue
exitoso.
f) Régimen Progresivo Técnico. Constituido por tres etapas flexibles (no de cumplimiento
obligatorio).
( 1 ) Observación. Que comprende: Diagnóstico - Pronostico - Clasificación - Determinación Prog.
Trat. - EP o Sección del mismo
( 2 ) Tratamiento.
( 3 ) Prueba: se puede trasladar al recluso a sección o establecimiento con autodisciplina y pueden
acceder a beneficios tales como:
- Permiso de salida.
- Redención de pena por el trabajo.
- Semi libertad, o
- Liberación condicional.
RÉGIMEN ABIERTO
"El Régimen abierto se caracteriza por la ausencia de precauciones materiales y físicas contra la
evasión (como muros, cerraduras, rejas, guardia armada u otros guardias de seguridad). Se funda
en una disciplina aceptada y en el sentimiento de responsabilidad de recluso respecto de
la comunidad".17
a) Condiciones:
 (1) Selección del recluso.
 (2) Emplazamiento de la prisión en el campo o suburbanas.
 (3) Trabajo obligatorio.
 (4) Idoneidad del personal.
 (5) Número de internos adecuado.
 (6) Cooperación con la población circundante.
 (7) Reglamento Interno, autoimpuesto y libremente aceptado.

Nuestro CEP se refiere normativamente a estos Regímenes Penitenciarios Abiertos en el articulo


100° Y 101°, así como en los artículos 54° y 64° del reglamento. En el articulo 100° los define como:
" … aquellos exentos de vigilancia, en los que el interno se desenvuelve en condiciones similares a
las de vida en libertad, sin prejuicio de la evaluación de su conducta, y en el 101° prevé la creación
de colonias agrícolas o pueblos agrícolas, agropecuarios e industriales en donde el interno podrá
convivir con su familia y realizar sus actividades laborales".
17 ONU, 1955: Reglas Mínimas sobre Prevención y Tratamiento del
Delincuente.
Es un régimen que existe sólo declarativamente a nivel normativo. Como comentario final hemos
de decir, que es hora de poner nuestros ojos en alternativas que como ésta ofrecen teórica y
prácticamente caminos positivos para la socialización del interno.
RÉGIMEN SEMI INSTITUCIONAL O DE SEMIDETENCIÓN
1.2.1. RÉGIMEN DE RECLUSIÓN PARCIAL. Es un régimen para ejecución de penas muy cortas donde
el condenado trabaja de día fuera del establecimiento carcelario y regresa a éste al término de la
jornada de trabajo, de formación laboral o de estudio. Se estipula para penas privativas de libertad
muy cortas que se cumplen en su totalidad en este régimen.
1.2.2. PRISIÓN O RECLUSIÓN INTERMITENTE.- Tiene dos expresiones: arresto de fin de semana y la
prisión discontinua:
- Arresto de fin de semana.- Para penas muy cortas de privación de libertad de entre 30 y 60 días.
- Prisión Discontinua.- El cumplimiento de condenas privativas de la libertad se hace en días feriados
y otros sin actividad laboral.
1.3. RÉGIMEN NO INSTITUCIONAL.
La pena se cumple en libertad. Existen dos expresiones clásicas:
1.3.1. RÉGIMEN "PROBATION " . - Es esencialmente un régimen en libertad.
a) Características.
Generalmente suspensión del fallo / período de prueba de 1, 3 ó 5 años, según país / sumisión a
vigilancia de un agente (probation officer) y cumplimiento de condiciones que impone el tribunal.
b) Requisitos:
1.3.2. CONDENA CONDICIONAL.- (surcis), De origen franco- belga. Se le conoce también como
"suspensión condicional de la pena" o "remisión condicional" (Cuba, Chile, Perú,
Argentina, Colombia, Ecuador y México: condena condicional).
Se caracteriza por la suspensión de la ejecución de la pena impuesta y el cumplimiento de reglas de
conducta impuestas por el juez (residir en lugar fijo, aprender oficio, no beber alcohol, plazo para
reparación civil, y pasar el plazo de prueba (en el Perú es de 1 a 3 años).
 a) Requisitos:
 Legales pena menor o igual a cuatro (04) años.
 Psicosociales, los mismos requisitos que el "probation".
CARACTERÍSTICAS
Emanan del concepto y entre ellas tenemos:
 Un Régimen Penitenciario se aplica a un conjunto de internos con características similares.
 Infraestructura penitenciaria adecuada al régimen.
 Normatividad específica para cada régimen.
 Medidas disciplinarias y condiciones de vida estandarizadas para con cada régimen penitenciario.
 Personal idóneo.

ESTABLECIMIENTOS ESPECIALES.
LOS REGIMENES PENITENCIARIOS ESPECIALES
Junto a los regímenes estudiados que podríamos llamar de Régimen común, existen tanto aquí en
el Perú como en otros países regímenes especiales de personas sometidas a restricciones y/o
privaciones de su libertad, como consecuencia de una pena o medida de seguridad que se cumple
en condiciones diferentes a las estudiadas; tal cosa sucede también con los llamados delincuentes
políticos sociales que Seelig llamó "delincuentes convencidos de Fondo político", o ciertas personas
que requieren asistencia y ayudas especiales. A estos agregamos el problema de los menores
delincuentes.

RÉGIMEN PENITENCIARIO.
CONCEPTO DE REGIMEN PENITENCIARIO
Si el Sistema Penitenciario es el todo, el Régimen Penitenciario es una parte y como hemos dicho,
se refiere a la forma en que cada interno debe cumplir su pena. Ello se fundamenta en el hecho de
que existen diferentes tipos de delincuentes que merecen diferentes tipos de tratamiento.
Podemos conceptuar el Régimen Penitenciario como el conjunto de medidas, condiciones y modos
en que se cumple la sanción penal.

PRINCIPIOS INSPIRADORES.
Los principios inspiradores del régimen de los establecimientos penitenciarios serán distintos y estarán en
función de las clases y tipos de establecimientos.
En los establecimientos preventivos las normas que regulan el régimen del establecimiento deberán estar
inspiradas en el “principio de presunción de inocencia”. Las normas deberán estar orientadas y regidas por el
principio de “intervención mínima” en el sentido de establecer únicamente las limitaciones estrictamente
indispensables para cumplir el fin de que los internos permanezcan a disposición de la autoridad judicial que
ha decretado el internamiento.
El régimen de estos establecimientos será régimen ordinario o cerrado. Las normas regimentales deben
procurar igualmente que se cumplan los fines personales y humanos de los internos: salud, trabajo, acceso a
la cultura, etc.
En los establecimientos de cumplimiento de penas y medidas de privación de libertad, las normas
regimentales deberán estar inspiradas en el principio de que “son instrumento o medio para conseguir un
ambiente adecuado que haga posible el éxito del tratamiento”. La finalidad de las penas deben estar
orientadas “a la reeducación y reinserción social de los condenados”.
El régimen de los establecimientos de cumplimiento, se han de distinguir tres tipos: ordinarios, abiertos y
cerrados.
En los establecimientos especiales prevalece como principio orientador, el carácter asistencial de los mismos.

9. ADMINISTRACIÓN PENITENCIARIA.

SEGURIDAD.
El término seguridad hace referencia a la obligación del servicio penitenciario de evitar la fuga de
presos. Por otro lado, la vigilancia consiste en mantener el orden y el control en los centros
penitenciarios para evitar incidentes y proteger a los más vulnerables. Las medidas de vigilancia de
las prisiones deberán ir acompañadas de un sistema disciplinario justo y equitativo.
Entre los medios convencionales de seguridad figuran los muros, los barrotes, las cerraduras, las
puertas, los detectores de movimiento, otros dispositivos tecnológicos y las zonas estériles
perimétricas.
Entre los procedimientos de vigilancia y seguridad se incluyen la clasificación y evaluación, los
registros y las instrucciones operativas permanentes.
Para garantizar la vigilancia y seguridad en las prisiones, una de las prioridades de los directores de
prisiones debe ser clasificar adecuadamente a los reclusos en función de la evaluación de riesgos.
Las medidas de seguridad a las que estén sometidos los reclusos deberán ser las mínimas
imprescindibles para asegurar su debida custodia. Esto permitirá al personal penitenciario vigilar
más eficientemente al número más reducido de reclusos que realmente suponen un riesgo para los
demás. Asimismo, creará un ambiente carcelario lo más humano posible y evitará destinar fondos
de manera innecesaria a garantizar un alto nivel de seguridad para un número elevado de reclusos.
En general hoy día se admite que la vigilancia y la seguridad en las prisiones dependen de la
existencia de un ambiente positivo que propicie la colaboración de los reclusos. La seguridad externa
(para evitar fugas) y la vigilancia interna (para evitar incidentes) están mejor garantizadas cuando
se fomenta una buena relación entre los reclusos y el personal. Esto constituye la esencia de lo que
se conoce como “seguridad dinámica”. (Véase “Los Derechos Humanos y las Prisiones, Manual de
derechos humanos para funcionarios de instituciones penitenciarias”, de la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pág. 53, y el artículo
51.2 del Reglamento de Prisiones Europeo (2006)).
La seguridad dinámica hace referencia a la interacción entre el personal y los reclusos, en el marco
de la cual el personal adquiere un conocimiento del entorno que les permite prevenir fugas e
incidentes.
El concepto de seguridad dinámica incluye:
 El desarrollo de relaciones positivas con los reclusos
 La canalización de la energía de los reclusos para realizar trabajos y actividades constructivas
 La aplicación de un régimen digno y equilibrado con programas individualizados para los
reclusos
 La buena conducta y la cooperación pueden fomentarse también mediante un sistema de
privilegios ajustado a las diferentes categorías de reclusos.

INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO


En 1924 se crea la Inspección General de Prisiones, encargado de la dirección de todos los
establecimientos carcelarios del país (artículo 26 del Código Penal de 1924). Tres años después se
crea la Escuela de Vigilancia (Decreto Supremo Nº 70), dando paso al funcionamiento del Servicio
de Identificación Dactiloscópica como órgano de la Inspección General de Prisiones.
En 1928 se pone en marcha grandes reformas al sistema penitenciario, uno de ellos es el cambio de
nombre por el de Dirección General de Prisiones. El 14 de enero de 1929 se dicta el Reglamento de
Clasificación de Conducta de los Penados; y en febrero se da a conocer el Reglamento del Instituto
de Criminología.
El 16 de agosto de 1937, mediante D.S. Nº 97 se dicta un nuevo reglamento de penitenciaría de
Lima. Siete años después, el 2 de junio de 1944, se abre la Escuela de Vigilantes que funcionó hasta
mediados de diciembre de 1945.
En 1951 se crea la colonia penal agrícola El Sepa. Años después, el primer gobierno del presidente
Fernando Belaunde Terry construye el Centro Penitenciario de Lurigancho en Lima, e inicia la
construcción del Centro Penitenciario de Ica (Cachiche) y la cárcel de Quenqoro en el Cusco. Por
Resolución Suprema Nº 211 del 13 de mayo de 1965, se establecen los estatutos para la creación
del Centro de Capacitación Penitenciaria, que funcionó hasta setiembre de 1968.
Luego, el gobierno del General Juan Velasco Alvarado, dicta dispositivos legales referentes al
derecho penitenciario peruano, y por Decreto Ley 17519 establece que la Dirección General de
Establecimientos Penales forme parte de la estructura del Ministerio del Interior.
Durante ese mismo gobierno se crea el Centro de Formación y Capacitación Penitenciaria
(CEFOCAP), con la finalidad de formar agentes penitenciarios. Sería después el siguiente gobierno
militar, esta vez el de Francisco Morales Bermúdez que, de conformidad con lo establecido en la
Constitución de 1979, reapertura el Ministerio de Justicia, incluyendo en su estructura a la Dirección
General de Establecimientos Penales.
En el segundo gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry, a través de la Ley Orgánica del
Ministerio de Justicia, se incluye a la Dirección General de Establecimientos Penales y Readaptación
Social como uno de los órganos del sector Justicia.
El 06 de marzo de 1985, por Decreto Legislativo Nº 330 se promulga el Código de Ejecución Penal, y
por Decreto Supremo Nº 012 del 12 de junio del mismo año se aprueba su reglamentación, dando
origen así al INSTITUTO NACIONAL PENITENCIARIO, organismo público descentralizado, rector del
Sistema Penitenciario Nacional integrante del Sector Justicia.
El Instituto Nacional Penitenciario (INPE) es un Organismo Público Ejecutor del Sector
Justicia, rector del Sistema Penitenciario Nacional, con personería Jurídica de derecho público y con
autonomía económica, técnica, financiera y administrativa. Forma pliego presupuestario y se rige
por el Código de Ejecución Penal y su Reglamento.
El sistema penitenciario, de acuerdo al marco jurídico vigente, tiene por objeto la reeducación,
rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, así como asegurar las condiciones
adecuadas para su reclusión. Si bien el objetivo parece adecuadamente acotado y entendido a nivel
institucional como legal, la problemática que aquejan a este sector no corresponden a acciones
exclusivas del INPE, sino necesita la articulación de otras instituciones como el Ministerio de Justicia,
el Poder Judicial, el Congreso de la República, el Ministerio del Interior y el Ministerio de Economía
y Finanzas, entre otros.
Las actividades que realiza el INPE están organizadas para brindar tratamiento penitenciario integral
a la población penitenciaria, en adecuados establecimientos y con óptimas condiciones de
seguridad. Están organizadas a través de áreas de intervención relacionadas entre ellas, y se busca
una eficiente gestión para contribuir a la seguridad ciudadana del país.
La lentitud de los procesos judiciales, la tendencia de elevar las penas privativas, recortar beneficios
penitenciarios y ampliar las conductas punibles, están contribuyendo a un descontrolado
crecimiento de la población penal y dificultando la labor del INPE, ya que contribuyen con el
hacinamiento frente a la falta de una inadecuada y deficiente infraestructura penitenciaria.
El incremento de bandas delictivas ha experimentado una evolución en la actividad delincuencial,
especialmente si se toma en cuenta el uso de arma en la comisión de un delito. Según el Barómetro
de las Américas, los robos cometidos sin arma constituían las tres cuartas partes de todos los delitos
en el 2006; en los cuatro años siguientes, se redujeron a la mitad, mientras que los cometidos con
arma pasaron del 3% al 19% durante el mismo período. Esta tendencia al mayor uso de armas
corresponde con el dato que arrojaron las estadísticas policiales sobre el incremento del peso
relativo del robo entre los delitos principalmente patrimoniales, lo que también apunta en la
dirección de una mayor violencia.
El análisis del sistema penitenciario del país conlleva a enfocarnos en las condiciones que se
encuentran las personas privadas de su libertad, el mismo que presenta puntos críticos, como
sobrepoblación, déficit de personal del Instituto Nacional Penitenciario, deficiente seguridad de los
establecimientos penitenciarios, infraestructura inadecuada, así como gestión penitenciaria no
articulada a nivel nacional.
La sobrepoblación y la deficiente seguridad en los establecimientos penitenciarios constituyen uno
de los principales problemas a ser superado, debido a que dificulta la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad.
La capacidad de albergue de los establecimientos penitenciarios no ha ido acorde con el crecimiento
de la población penitenciaria a pesar de los esfuerzos hechos por la gestión del INPE en la
ampliación, remodelación y construcción de nuevos establecimientos penitenciarios.
FUNCIONES DE LOS ÓRGANOS PENITENCIARIOS.
El Instituto Nacional Penitenciario (INPE) de acuerdo al Decreto Supremo Nº 009-2007-
MINJUS, que aprueba el Reglamento de Organización y Funciones, tiene la siguiente estructura
orgánica.
01. ALTA DIRECCION:
01.1 Concejo Nacional Penitenciario
01.1.1 Presidente
01.2 Secretaria General
01.2.1 Oficina de Prensa e Imagen Institucional.
0.3 ORGANOS DE CONTROL Y DE ASUNTOS INTERNOS
03.1 Órganos de Control Institucional.
03.1.1 Oficina de Supervisión Regional
03.1.2 Oficina de Supervisión de Sede Central y Actividades de Control.
03.2 Oficina de Asuntos Internos.
0.4 ORGANOS DE ASESORAMIENTO:
04.1 Oficina de Planeamiento y Presupuesto
04.1.1 Unidad de Planeamiento
04.1.2 Unidad de Presupuesto
04.1.3 Unidad de Organización y Métodos
04.1.4 Unidad de Estadística.
04.2 Oficina de Asesoría Jurídica.
0.5 ORGANOS DE APOYO
05.1 Oficina General de Administración
05.1.1 Unidad de Recursos Humanos
05.1.2 Unidad de Contabilidad y Tesorería
05.1.3 Unidad de Logística
05.2 Oficina de Sistema de Información.
05.3 Oficina de Infraestructura Penitenciaria
05.3.1 Unidad de Estudios y Proyectos
05.3.2 Unidad de Obras y Equipamiento
0.6 ORGANOS DE LINEA
06.1 Dirección de Tratamiento.
06.1.1 Sub Dirección de Asistencia Penitenciaria
06.1.2 Sub Dirección de Educación Penitenciaria
06.1.3 Sub Dirección de Trabajo y Comercialización
06.1.4 Sub Dirección de Salud Penitenciaria.
06.2 Dirección de Registro Penitenciario
06.3 Dirección de Seguridad Penitenciaria
06.3.1 Sub Dirección de seguridad de Penales y Traslados.
06.3.2 Sub Dirección de Inteligencia Penitenciaria.
06.4 Dirección de Medio Libre
07 ORGANOS DESCONCENTRADOS
07. Oficinas Regionales
08 ORGANOS DE CAPACITACIÓN E INVESTIGACIÓN
08. Centro Nacional de Estudios Criminológicos y Penitenciarios CENECP
08.1 Unidad de capacitación y Formación.
08.2 Unidad de Investigaciones Criminológicas y Penitenciarias.

RÉGIMEN Y PERSONAL PENITENCIARIO DE SEGURIDAD.


La Seguridad Penitenciaria consiste en todas aquellas acciones preventivas que se desarrollan con
personal capacitado y material logístico adecuado, con la finalidad de alcanzar las condiciones
óptimas, que permitan el desenvolvimiento normal de las actividades de tratamiento y
administración en las sedes administrativas y establecimientos penitenciarios garantizando la
seguridad de las personas, instalaciones y comunicaciones.
El personal penitenciario de seguridad es el encargado de proporcionar las condiciones óptimas para
desarrollar las acciones de tratamiento penitenciario, aplicando las medidas que garanticen la
seguridad integral de las personas, instalaciones y comunicaciones de los establecimientos
penitenciarios y dependencias conexas del Instituto Nacional Penitenciario, para tal efecto, se
requiere que el personal sea egresado del CENECP, debidamente capacitado y entrenado.

DIRECCIÓN, CONTROL Y FUNCIONES DEL INPE.


El Instituto Nacional Penitenciario (INPE) es un Organismo Público Descentralizado del Sector
Justicia, rector del Sistema Penitenciario Nacional, con personería Jurídica de derecho público y con
autonomía económica, técnica, financiera y administrativa. Forma pliego presupuestario y se rige
por el Código de Ejecución Penal y su Reglamento.
Entre sus funciones principales tiene: • Dirigir y administrar el Sistema Nacional Penitenciario.
• Formular y proponer políticas, normas, planes, programas y proyectos de desarrollo para la
ejecución de las actividades de asistencia social, legal, psicológica, religiosa y de salud, así como
de trabajo y educación en los establecimientos penitenciarios. • Dirigir, supervisar y evaluar las
actividades asistenciales de índole social, legal, psicológica y religiosa que coadyuven a la
modificación de la conducta del interno; • Desarrollar las acciones de asistencia post -
penitenciaria en coordinación con los Gobiernos Regionales y Locales. • Dictar normas técnicas
y administrativa sobre el planeamiento y construcción de infraestructura penitenciaria.

Órganos de Línea del INPE


Los órganos de Línea constituyen el corazón de la entidad y realizan las actividades principales del
INPE.
• Dirección de Tratamiento Penitenciario
• Dirección de Registro Penitenciario
• Dirección de Seguridad Penitenciaria
• Dirección de Medio Libre.

Dirección de Tratamiento Penitenciario


Esta Dirección es el órgano encargado de brindar atenciones a los internos relacionados a la
educación, trabajo, salud, asistencia social, legal, y psicológica.
Las intervenciones de tratamiento son insuficientes, sólo el 22% de los internos participan en
programas educativos y el 37.17% participa en actividades laborales, de asistencia social, legal y
psicológica se da en mayor proporción en Lima.
Esta Dirección tiene a su cargo cuatro subdirecciones:
• Subdirección de Asistencia Penitenciaria
• Subdirección de Educación Penitenciaria
• Subdirección de Trabajo y Comercialización
• Subdirección de Salud Penitenciaria
Subdirección de Asistencia Penitenciaria
La subdirección de asistencia realiza las siguientes labores a favor del interno.
• Asistencia Social
Los trabajadores sociales del Instituto Nacional Penitenciario dirigen su accionar en la restitución,
mantenimiento y fortalecimiento del vínculo familiar para el logro de la resocialización del interno,
y la prevención del delito.
El número actual de trabajadores sociales a nivel nacional es de 127 profesionales, y la población
penal es de 52, 700 internos (Dic. 2011) Cada trabajador social atiende en promedio a 405 internos,
según los estándares mínimos cada trabajador social debería atender a 200 internos.
La mayoría se concentra en Lima, aún así falta personal, y el déficit mayor es en provincias. El déficit
actual es de aproximadamente 150 profesionales.
• Asistencia legal
El servicio de asistencia legal está orientado a la asesoría jurídica, apoyo en la organización y
tramitación de expedientes de beneficios penitenciarios, clasificación y reclasificación de los
internos, y defensa del interno que no cuenta con capacidad económica para contratar un abogado
defensor.
El número actual de abogados a nivel nacional es de 137 profesionales, y la población penal es de
52,700. Cada profesional atiende en promedio a 360 internos y debería atender a 250 internos.
La mayoría se concentra en Lima, y aún así falta personal. El déficit mayor es en provincias y el déficit
actual es de aproximadamente 70 profesionales.
• Asistencia psicológica
El servicio de Psicología, realiza acciones de observación, diagnóstico y tratamiento del interno;
opina sobre su progresión o regresión en el tratamiento; realiza consultas y psicoterapias
individuales, familiares o grupales; y, procura el apoyo de instituciones públicas y privadas para el
cumplimiento de sus funciones.
También se brinda tratamiento a los internos a través de acciones de tipo individual, grupal y/o
familiar; canalización de los niveles de impulsividad y agresividad, estrés, ansiedad y otros
generados como producto del encierro.
El número actual de psicólogos es de 153 profesionales y la población penal es de 52, 700 internos.
Cada profesional atiende en promedio a 336 internos, según los estándares mínimos cada
profesional debería atender a 150 internos.
La mayoría de los profesionales se concentran en Lima, aún así falta personal. El déficit mayor es en
provincias, el déficit actual es de aproximadamente de 100 profesionales.
Las dificultades también se encuentran en el déficit de ambientes adecuados para que el profesional
haga su labor, ya que en los establecimientos penitenciarios los psicólogos realizan su trabajo en
ambientes inadecuados.
Subdirección de Educación Penitenciaria. (Educar Para Resocializar)
La educación en el sistema penitenciario es un tema importante, porque trata no solo del derecho
a la educación de toda persona sino que tiene implicancias en la justicia penal y en la seguridad
ciudadana. La educación penitenciaria, tiene como centro y eje fundamental el desarrollo de los
procesos educativos de los internos, y de los hijos de las internas en las instituciones educativas que
funcionan en los establecimientos penitenciarios.

Subdirección de Trabajo y Comercialización.


El Código de Ejecución Penal establece que el interno sentenciado se encuentra obligado a realizar
actividades laborales en el establecimiento penitenciario, acciones que coadyuven en el objetivo de
progresar en el régimen penitenciario y en la posibilidad de acceder a los beneficios penitenciarios
o gracias presidenciales. Pero la legislación no establece el trabajo sólo como un deber del interno,
sino también como un derecho. En tal sentido, el Estado y, concretamente la autoridad
penitenciaria, deben brindar las condiciones necesarias para un trabajo digno.
A nivel de infraestructura penitenciaria diseñada para el trabajo, se ha producido una importante
mejora, pues los nuevos penales construidos y la ampliación de otros en los últimos años, han
comprendido en su diseño arquitectónico áreas de trabajo, las mismas que han sido adecuadamente
implementadas. No obstante, subsisten aún serios problemas de infraestructura debido a que un
importante sector de establecimientos penitenciarios construidos en las décadas pasadas, no
contemplaron en su planificación áreas de trabajo (se privilegió la seguridad antes que el
tratamiento), obligando hasta la fecha, que se improvisen talleres, en espacios que no siempre
guardan las condiciones de habitabilidad y seguridad requeridas. A continuación se presenta el
cuadro de internos que participaron en el área de trabajo durante el año 2011.

Subdirección de Salud penitenciaria.


La administración penitenciara es la responsable de asegurar que toda persona que entre en un
establecimiento penitenciario (privados de libertad, funcionarios y visitantes) no se exponga al
riesgo de contagio. El descuido al respecto puede implicar un serio problema sanitario a toda la
comunidad libre, como resultado del contacto entre la prisión y el exterior, a través de funcionarios
y visitantes.
Lamentablemente los servicios penitenciarios de salud son insuficientes para atender los
requerimientos de la administración penitenciaria: el hacinamiento, la falta de presupuesto, el
insuficiente personal médico/técnico, la infraestructura inadecuada, entre otros, son problemas que
enfrentan las autoridades penitenciarias y las personas privadas de libertad.
Los programas que se desarrollan son: Programa de Control de la Tuberculosis (PCT), Programa de
Control de Enfermedades de Transmisión Sexual y SIDA-PROCETSS, Programa de Control de Madre
– Niño, y Planificación Familiar. La falta de una adecuada infraestructura sumada a la sobre
población agudizan el peligro de la propagación de enfermedades infectocontagiosas, como la
tuberculosis y el VIH/SIDA.
La tuberculosis es una de las enfermedades que ataca mayormente a los internos,
aproximadamente el 30% de la población ha contraído este mal, convirtiéndose en un foco de
afectación a la salud pública, pues no menos de 50 mil personas acuden cada semana por diferentes
motivos a los establecimientos penitenciarios, lo que puede producir contagios en cadena. Otras
enfermedades como el SIDA también están presentes.
El Ministerio de Salud no reconoce a los servicios médicos del INPE como parte ejecutora de las
políticas nacionales en salud, por lo que no existe una adecuada interrelación entre ambas
instituciones.
El sistema de salud pública, de conformidad con la Ley General de Salud, no incluye a la población
privada de libertad dentro de público objetivo. El Sistema de Salud Integral (SIS) sólo está previsto,
en caso de población privada de libertad, para atender casos de emergencias, gestantes y niños,
mas no para el total de los internos.
Los principales problemas de salud son:
• Infecciones respiratorias agudas.
• Enfermedades diarreicas agudas / Parasitosis intestinal.
• Infecciones de piel.
• Enfermedades digestivas no infecciosas.
• Traumatismos / violencia.
• Síndrome ansioso-depresivo / trastorno de adaptación.
• Caries dental.
La infraestructura de los ambientes de atención médica penitenciaria requiere en su mayoría un
mantenimiento integral, debido a que sus años de funcionamiento ha afectado su capacidad de
atención y operatividad. Asimismo, el estado de conservación de los equipos médicos es deficiente
en casi la mayoría de las unidades de salud. Es evidente la falta de ambientes, camas para
hospitalización e instrumental médico quirúrgico.

Dirección de Medio Libre


Esta Dirección es la encargada de organizar y coordinar las actividades de asistencia post
penitenciaria y de ejecución de penas limitativas de derecho, contribuyendo a continuar con la
resocialización del interno y al proceso de reinserción a la vida social, así como establecer un estricto
control en la ejecución de las sentencias de penas limitativas de derecho de los sentenciados,
asegurando en todo momento el respecto de los derechos fundamentales del sentenciado.
Estas funciones las realiza mediante sus Órganos de Ejecución denominados Establecimientos de
Asistencia Post Penitenciaria y de Ejecución de Penas Limitativas de Derechos (EAPP y EPLD).
En los EAPP y EPLD se atiende a dos tipos de población:
1.- Internos que egresan de los establecimientos penitenciarios con beneficios penitenciarios de
Semilibertad y Liberación Condicional, a quienes se les denomina LIBERADOS y se les brinda
Asistencia Post Penitenciaria.
2.- Sentenciados a penas limitativas de derechos, en sus dos modalidades: Prestación de Servicios a
la Comunidad y Limitación de Días Libres.
Actualmente esta Dirección cuenta con una población penitenciaria de medio libre de 24,112
personas, agrupadas en: Asistencia Post Penitenciaria (19,693 personas) y Penas limitativas de
derecho (4,419 personas)

Dirección de Registro Penitenciario


La Dirección de Registro Penitenciario es el órgano encargado de organizar y administrar las
actividades y procesos del registro penitenciario de la institución.
Contar con información de calidad y actualizada sobre sentencias, beneficios penitenciarios,
ingresos, egresos, indultos y otros relacionados con la situación jurídica de los internos.
La población penitenciaria a diciembre del año 2011 alcanza 52,700 internos, mostrando un
incremento de 6.502 internos (7%) respecto al año 2010. De los cuales el 94% son hombres y el 6%
mujeres, mostrando esta diferencia porcentual una constante en los últimos años.

Dirección de Seguridad Penitenciaria


Es el órgano encargado de desarrollar las acciones de seguridad integral que garantice la seguridad
de las personas, instalaciones y comunicaciones de los establecimientos penitenciarios y
dependencias conexas.
Esta Dirección, realiza el control de las visitas con el fin de evitar el ingreso de artículos prohibidos,
a los establecimientos penitenciarios, razón por la cual se hace necesario implementar nuevas
medidas de seguridad adecuadas para evitar el ingreso de estos materiales a dichos penales, toda
vez que constituyen un riesgo operativo para las actividades dentro de los penales.
A pesar de los esfuerzos realizados por el personal de seguridad de los penales, estos se ven
doblegados debido a que los establecimientos penitenciarios no presentan condiciones favorables
al interno, en lugar de favorecer el proceso de rehabilitación social, estimulan el aprendizaje de
conductas antisociales y delictivas.
Asimismo, el personal que se dedica a las labores de seguridad es insuficiente. El promedio por cada
turno, aproximadamente, es de 1,162 agentes penitenciarios que deben atender el resguardo de
52,700 internos.
El escaso número de personal de seguridad con que cuenta cada establecimiento en todas las
Regiones, se ve evidenciado al relacionarlo con la población penitenciaria según Región, donde se
llega alcanzar niveles de promedios realmente altos, por ejemplo: la Región Lima presenta, por cada
64 internos Un (1) personal de seguridad; en la Región Oriente, por cada 53 internos Un (1) personal
de seguridad, la Región Norte Chiclayo, por cada 50 internos Un (1) personal de seguridad, lo cual
demuestra las limitaciones en recursos humanos con que cuenta el sistema penitenciario peruano.
El personal de seguridad viene laborando en un ambiente de estrés constante dentro de los
establecimientos penitenciarios, toda vez, que en cumplimiento de sus funciones se encuentran las
24 horas del día en medio de personas que transgredieron las leyes, por lo que padecen el
agotamiento físico, emocional y mental causado básicamente por controlar a personas con
problemas de conducta, perjudicando la personalidad de los servidores.
Por otro lado, la ausencia, la obsolescencia y la inoperatividad de los equipos electrónicos de
seguridad en algunos casos facilita la fuga de los internos, lo cual atenta contra la seguridad
ciudadana.
Las unidades móviles del INPE se encuentran averiadas y en mal estado. Esto es un grave riesgo, ya
que se puede aprovechar cualquier avería durante el traslado de los internos para la ejecución de
fugas y rescates, poniendo en peligro la integridad física de los custodios, de los mismos internos, y
la seguridad ciudadana.

10. EJECUCIÓN DE LAS PENAS

Penas Restrictivas de Libertad


Son aquellas que sin privar totalmente al condenado de su libertad de movimiento, le imponen
algunas limitaciones. Esta norma va en contra del Derecho de residencia (art. 2, inciso 11 de la
Constitución; art. 13, de la Declaración de los Derechos Humanos; art. 22 de la Convención
Americana de los Derechos Humanos)
Las restrictivas de libertas que contempla el Código Penal en su artículo 30 son:
o La expulsión de un país, tratándose de extranjeros.
Se ha publicado en el Diario Oficial "El Peruano" con relación a las penas restrictivas de libertad, Ley
29460 con fecha 27 de noviembre de 2009, la norma que en síntesis suprime la pena de
"expatriación", y todas aquellas disposiciones que se relacionaban con la aplicabilidad de la misma.

Penas Limitativas de Derechos


Penas alternativas a las privativas de libertad de poca duración. Villa Stein nos dice que la
construcción de este sistema es una respuesta imaginativa al encierro para el supuesto de que el
caso concreto, dependiendo de la naturaleza de la infracción lo mismo que de la culpabilidad del
sentenciado, resulte a criterio del juez, más adecuado a la sociedad, a la víctima y al propio
sentenciado cumplir con estas penas alternativas, antes que de padecer un encierro de corta
duración.
Las penas limitativas de los derechos son según el artículo 31 del Código Penal:
 Prestación de servicios a la comunidad (art. 34, del C.P.)
Consiste en la prestación de determinadas horas de trabajo no remunerado y útil a la comunidad,
prestado durante tiempo libre y días feriados a fin de no alterar los patrones laborales del
sentenciado. No se trata de trabajo forzado, se concreta en instituciones educativas y municipales
asistenciales o en obras públicas, en los que se debe tomar en cuenta las aptitudes y hasta
preferencias del sentenciado. La jornada de trabajo es de 10 horas a la semana, y en ningún caso
deberá afectar la salud física o mental del obligado ni su dignidad personal, la duración mínima de
esta pena es de diez y la máxima de ciento cincuenta y seis jornadas.
 Limitación de días libres (art. 35, del C.P)
No afecta a la familia ni al trabajo del condenado pues la limitación de días libres, normalmente
afectara los fines de semana. El periodo fluctúa entre un mínimo de diez y un máximo de dieciséis
horas por fin de semana, el lugar se estructura con propósitos resocializadores y educativos sin la
características de un centro penitenciario.
 Inhabilitación (art.36, del C.P.)
Esta pena consiste en la supresión de algunos derechos ciudadanos (políticos, sociales, económicos,
familiares).
Villa Stein nos dice que se admite modernamente que se trata de una pena infamante lo que puede
imprimirle anticonstitucionalidad conforme al art.36 del C.P.
La inhabilitación puede acarrear:
1. Privación de la función, cargo o comisión que ejercía el condenado, aunque convenga de
elección popular.
2. Incapacidad para obtener mandato, cargo, empleo o comisión de carácter público.
3. Suspensión de los derechos políticos que señale la sentencia.
4. Incapacidad para ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero, profesión, comercio,
arte o industria que deban especificarse en la sentencia.
5. Incapacidad para ejercer la patria potestad, tutela o curatela.
6. Suspensión o cancelación de la autorización para optar o hacer uso de armas de fuego.
7. Suspensión o cancelación de la autorización para conducir cualquier tipo de vehículo.
8. Privación de grados militares o policiales, títulos honoríficos u otras distinciones que
correspondan al cargo, profesión y oficio que se hubiese servido el agente para comerte delito.
La pena de inhabilitación puede ser impuesta como principal o accesoria según el art.37 del C.P.
Como principal opera como limitativa de derechos y con ello de lo que se trata es de una pena
alternativa a la privación de liberta. Accesoria, se impone cuando el hecho punible ha sido una de
abuso de autoridad, de cargo, de profesión, oficio, poder o violación de un deber inherente a la
función pública, comercio, industria, patria potestad, tutela, curatela y su duración será igual a la
pena principal según el art. 39 del C.P

EJECUCIÓN DE LAS PENAS RESTRICTIVAS DE LIBERTAD.


Las penas restrictivas de libertad son:
1. La expatriación, tratándose de nacionales; y
2. La expulsión del país, tratándose de extranjeros.
Ambas se aplican después de cumplida la pena privativa de libertad.
Son penas que restringen los derechos de libre tránsito y permanencia en el territorio nacional de
los condenados. La ley distingue dos modalidades: La pena de expatriación que es aplicable a los
nacionales y la pena de expulsión del país que recae únicamente en los extranjeros.
Ambas penas se ejecutan luego de que el condenado haya cumplido la pena privativa de libertad
que también le fue impuesta en la sentencia. Se trata, por tanto, de penas conjuntas y de
cumplimiento diferido.
Ahora bien, es de precisar que solamente la pena de expatriación tiene un límite de extensión y que
es de 10 años, lo cual permite inferir que la pena de expulsión del país puede tener la condición de
permanente y definitiva, aunque también puede quedar sujeta a un plazo de cumplimiento
determinado.
Para la ejecución de la expatriación o expulsión del país, el director del establecimiento
penitenciario pondrá al interno a disposición de la autoridad de extranjería del Ministerio del
Interior, previa coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores, una vez cumplida la pena
privativa de la libertad.

EJECUCIÓN DE LAS PENAS LIMITATIVAS DE DERECHO.


Las penas limitativas de derechos:
Están consideradas normativamente entre los artículos 31° a 40° del Código Penal. Estas sanciones
punitivas limitan el ejercicio de determinados derechos económicos, políticos y civiles, así como el
disfrute total del tiempo libre. Son de tres clases: Prestación de servicios a la comunidad, limitación
de días libres e inhabilitación.
La prestación de servicios a la comunidad tiene una duración máxima de diez años.
La pena en sí consiste en la realización por el penado de trabajos manuales, intelectuales o artísticos,
los cuales debe cumplir gratuitamente y en sectores o servicios de apoyo social o comunitario como
centros de salud, obras comunales o parroquiales, orfanatos, etc.
En todo caso, el trabajo debe ser adecuado a la capacidad personal y aptitud física del condenado.
Lo concerniente a la ejecución y supervisión de esta pena limitativa de derechos se encuentra
regulado en la Ley No. 27030, promulgada el 29 de diciembre de I998. En el Capítulo II de dicha
norma legal (Arts. 7° a I 3 °) se establece el procedimiento que debe seguirse para el cumplimiento
de las penas de prestación de servicios a la comunidad.
Al respecto se señala que corresponderá a un órgano técnico del Instituto Nacional Penitenciario
(INPE), realizar la coordinación con las Entidades Receptoras donde se aplicarán los servicios, así
como la designación y el control de aquellos que deberá realizar el condenado.
La ley establece, además que el Juez de la causa deberá remitir a la autoridad penitenciaria una
copia certificada de la sentencia señalando el domicilio del sentenciado, y ella comenzará a
ejecutarse en un plazo no mayor de 10 días. Por su parte el condenado suscribirá un Acta de
Compromiso con el INPE en la cual se establecerán las reglas y criterios que guiarán la ejecución de
la pena impuesta.
La limitación de días libres:
Es una pena que carece de antecedentes en nuestro sistema legal. Consiste en la obligación que se
impone al condenado de asistir los días sábados, domingos y feriados a un establecimiento especial,
cuyas características deben ser distintas de las de un centro penitenciario y que debe organizarse
en función de fines educativos.
El sentenciado a este tipo de sanción deberá permanecer en el establecimiento señalado un total
de 10 a 16 horas por semana. La extensión de la pena comprende un mínimo de I 0 y un máximo de
156 jornadas de limitación semanales.
Durante su estancia semanal, el condenado deberá participar en sesiones y dinámicas de carácter
educacional o psicológico, y que resulten idóneos para su rehabilitación personal. Al igual que la
pena de prestación de servicios a la comunidad, la de limitación de días libres puede aplicarse
también como pena sustitutiva de penas privativas de libertad no mayor de cuatro años.
Hasta el presente el cumplimiento de estas penas no se ha materializado, y su ejecución se haya
regulada por la Ley No. 27030, con iguales criterios de organización y supervisión que los
contemplados para el caso de penas de prestación de servicios a la comunidad.
La prestación de servicios a la comunidad se cumple los días sábados y domingos, en jornadas de
diez horas semanales. De modo excepcional la jornada de prestación de servicios puede cumplirse
en días útiles, por ejemplo si el sentenciado desea descontar su pena durante su período de
vacaciones.
La inhabilitación:
La pena que ahora comentamos puede ser impuesta como pena principal o accesoria. Esto es, se le
puede aplicar de modo exclusivo al autor de un delito, o, también como una pena complementaria
a una pena privativa de libertad. Ahora bien, se aplica una inhabilitación accesoria si el autor del
delito ha infraccionado un deber especial derivado de su posición funcional, familiar, profesional o
laboral; o, también, si él ha cometido un delito culposo de tránsito (Artículos 39° y 40° C.P.). Fuera
de tales supuestos la inhabilitación se aplica como pena principal aunque en varios delitos como los
cometidos por funcionarios públicos contra la Administración Pública (Artículos 376° a 426° C.P.),
ella puede aplicarse conjuntamente con una pena privativa de libertad.

11. ASISTENCIA POST PENITENCIARIA


Los orígenes de la asistencia al liberado, tiene antecedentes desde hace varios siglos atrás con
connotaciones propias de acuerdo a cada etapa de la historia y contexto social. Pero,
contemporáneamente, dicha institución no es estudiada como “tratamiento post-penitenciario”
sino solo como “asistencia post-penitenciaria”. Y bajo este marco se ha pretendido dar una
aproximación conceptual a esta última. Así, Solís Espinoza, citando a Eugenio Cuello, señala que “el
patronato post-carcelario es la lógica continuación del tratamiento penitenciario y su fin es ayudar
al liberado para que en el crítico momento en que vuelve a la libertad persevere en la reforma
iniciada en establecimiento penal (...)”, Sergio García, la define como el conjunto de medidas de
supervisión y de ayuda material y moral, dirigidas fundamentalmente al reo liberado de una
institución penal, a fin de permitir y facilitar a éste su efectiva reincorporación a la sociedad libre
(…). Bent Paludan - Muller, precisa que se da el nombre de asistencia post-institucional a la atención
y ayuda que se presta a un individuo que ha obtenido su liberación, con el fin de ayudarlo a
readaptarse a la comunidad libre. Concepto último que, a juicio de Solís Espinoza, si bien resulta
más escueto, omitiendo las acciones de supervisión y medidas de tratamiento (con “ayuda” material
y psicológica), también lo es que no constituye derecho sino solo asistencia social. Inclusive el citado
autor, recalca que esta asistencia debe ser voluntaria y no impuesta. Concepción que, desde luego,
no compartimos, pues, no se trata solo de una adopción voluntaria o imposición sino que constituye
un derecho.
Asimismo, debe remarcarse que dentro del estudio doctrinario se ha hecho una clasificación de las
clases de “Asistencia Pospenitenciaria”: a) asistencia o ayuda material (alojamiento, alimentación,
vestimenta, trabajo y empleo, herramientas, transporte a su residencia de origen y suministro de
documento de identidad); b) asistencia moral o psicológica (ayuda para superar complejos o
temores de rechazo por parte de los familiares y amistades del liberado); y, c) orientación social y
supervisión (asistencia familiar).
Pero, si bien la “asistencia post-penitenciaria” posee una connotación asistencial, caritativa,
voluntaria y, por ende, facultativa, el Tratamiento Post-penitenciario, por el contrario, denota un
conjunto de procedimientos y mecanismos orientados a ocuparse de la resocialización y
readaptación del liberado o excarcelado; pues, conforme el Diccionario de la Lengua Española la
palabra “tratamiento” no solo alude a la acción y efecto de tratar sino también significa “conjunto
de medios que se emplean para curar o aliviar una enfermedad”. Inclusive, el Reglamento de
Ejecución Penal (D. Supremo N.º 015-2003-JUS) define al tratamiento penitenciario como el
conjunto de actividades encaminadas a lograr la modificación del comportamiento del interno, con
el fin de resocializarlo y evitar la comisión de nuevos delitos; equiparando esta definición normativa,
finalmente, diremos entonces que el Tratamiento Post-penitenciario también constituye o hace
alusión a un conjunto de actividades y/o mecanismos dirigidos a lograr la reinserción y
resocialización integral y cabal del interno liberado o excarcelado; tanto más si a través del
Tratamiento Post-Penitenciario también se busca alcanzar “(…) una política de prevención social
conducente a establecer el equilibrio social”.

JUNTAS DE ASISTENCIA POSTPENITENCIARIA. ATRIBUCIONES

Código de Ejecución Penal


Artículo 125 (Finalidad de la Asistencia Post-penitenciaria).- La Asistencia Post-penitenciaria tiene
como finalidad apoyar al liberado para su reincorporación a la sociedad. Sus actividades
complementan las acciones del tratamiento penitenciario.
Artículo 126 (Juntas de Asistencia Post-penitenciaria).- En cada región penitenciaria funcionan las
Juntas de Asistencia Post-penitenciaria que sean necesarias, integradas por un equipo
interdisciplinario con participación de las Universidades, Colegios Profesionales, Gobiernos
Regionales y Locales y demás entidades que establece el Reglamento.
Artículo 127 (Atribuciones de las Juntas de Asistencia Post-penitenciaria).- Son atribuciones de las
Juntas de Asistencia Post-penitenciaria:
1.- Gestionar la anulación de antecedentes judiciales, penales y policiales del liberado.
2.- Brindar asistencia social al liberado, a la víctima del delito y a los familiares inmediatos de ambos.
3.- Vigilar al liberado condicionalmente y solicitar la revocación del beneficio en el caso de
incumplimiento de las reglas de conducta impuestas.
4.- Apoyar al liberado en la obtención de trabajo.
5.- Las demás que establece este Código y su Reglamento.
Artículo 128 (Coordinación de las Juntas de Asistencia).- Las Juntas de Asistencia Post-penitenciaria
mantendrán coordinación con las instituciones y organismos dedicados especialmente a la
asistencia de los internos y de los liberados.

Reglamento del Ejecución Penal


Artículo 6.- La sociedad, las Instituciones de derecho público o privado y las personas participan en
forma activa en el tratamiento del interno y en acciones de asistencia post-penitenciaria a través de
los Comités de Apoyo al interno y las Juntas de Asistencia Post- Penitenciaria, en coordinación con
las instituciones y organismos dedicados especialmente a la asistencia de los internos y de los
liberados.
¿Cuál es la naturaleza jurídica de la Asistencia Post-penitenciaria? ¿Es un derecho constitucional
exigible?
Primero, queda claro que el normen juris “asistencia post-penitenciaria” hace alusión solo al
socorro, favor o ayuda facultativa que se presta a quien ha egresado de un centro carcelario si
ningún tipo de exigencia ni obligación. Lo cual, en definitiva, permite inferir que esta institución sólo
sería de índole asistencial exenta de cualquier contenido jurídico obligacional para el Estado.
Segundo, el artículo 139º, inc. 22, de nuestra Constitución Política, señala que “[…] el régimen
penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad”. Con lo que se observa que el régimen penitenciario no es en sí un medio sino es el ente
que tiene como fin el hacer o materializar la triple finalidad de la pena; dado que corresponde al
sistema penitenciario (conformada por las normas y leyes del Derecho Penitenciario o de Ejecución
Penal) llevar a cabo la reeducación, rehabilitación y reinserción social no sólo del penado sino
también del liberado. Pues, si existe un régimen para el tratamiento penitenciario, también
equivalentemente y por el principio de igualdad, existe una regulación normativa para el
“tratamiento post-penitenciario” (mal denominada “asistencia postpenitenciaria”), en donde
ambos tipos de tratamiento coinciden en una misma finalidad: rehabilitar y reinsertar a la
comunidad tanto al penado [en una primera fase] como al liberado o excarcelado [en una segunda
y última fase].
De allí que, efectuando una interpretación teleológico-sistemático, se infiere que el tratamiento
post-penitenciario es un derecho constitucional exigible que se desprende del citado cuerpo
constitucional. Y que, en definitiva, lo goza tanto el interno recluido como la persona que ha sido
liberado de un Centro Carcelario; por tanto, dicho tratamiento será exigible y de obligación para el
Estado y no un mero servicio o auxilio social voluntario, como actualmente se encuentra regulado.
En consecuencia, si la resocialización o reinserción social, entendida como intra y exocarcelaria, está
tutelada en la Carta Magna, no cabe duda que constituya un derecho constitucional de toda persona
que se encuentra recluida dentro de un establecimiento penitenciario e incluso cuando sale del
mismo. Lo cual, en suma, lleva a determinar que la naturaleza jurídica del tratamiento post-
carcelario es la de ser un derecho constitucional exigible al Estado, ya que no es un servicio ni un
favor que el Estado presta al liberado, sino es una obligación y tutela que la propia Constitución
Política reconoce tanto al interno como al liberado, para que desde sus órganos inmediatos se
efectúen coordinaciones con las instituciones o personas autorizadas encargadas de la culminación
de la reinserción o resocialización de la persona que ya egresó de un Establecimiento Penitenciario.
Aunado a estos lineamientos, debe anotarse que la actual institución de “asistencia
postpenitenciaria”, no cumple real ni efectivamente su finalidad. Esta situación se hace palpable
cuando el liberado, una vez que es excarcelado, se ve en completo abandono, primero, del Estado
y, segundo, –en la mayoría de casos- de su propia familia, sumándose a ello una estigmatización,
hostilidad y aislamiento social, o cuando el liberado no tiene ni goza de las condiciones para poder
realizar una terapia en su recuperación psico-emocional, o cuando requiera imperativamente
capacitación y orientación para poder obtener trabajo digno que sustente sus necesidades y la de
su familia, por la sencilla razón de que estando en prisión lo perdió todo. Pues si no se le presta la
tutela necesaria no podrá materializarse de modo efectivo y cabal su reinserción social, pues, en la
actualidad el personal de asistencia social postpenitenciaria solo se limita a visitar el centro de
trabajo para corrobora la oferta laboral del excarcelado. Por ello, no debe olvidarse que “(…) el éxito
de cualquier programa de asistencia post carcelaria [para nosotros tratamiento post-penitenciario]
depende de las posibilidades económicas de que se disponga y de la preparación científica y técnica
del personal encargado de llevarlo adelante, sin los auxilios económicos indispensables y sin la
presencia de sociólogos, psicólogos, médicos, visitadores sociales y técnicos en general, no es
posible cumplir esta importante etapa de profilaxis criminal”.

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