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DERECHO PENITENCIARIO.
CONCEPTO DE DERECHO PENITENCIARIO
Conjunto de normas que regulan la readaptación de los individuos sujetos a una sentencia privativa
de la libertad.
La penología, se dice que el penitenciario nace paralelamente al derecho penal surgiendo la
penología cuando se convierte en la prisión en una pena formalmente, y se sigue utilizando hasta
nuestros días como un medio para obtener un cambio de conducta personal y mental de los
delincuentes teniendo como base la sanción correctiva de su privación de libertad.
LA CIENCIA PENITENCIARIA
El autor Luis Garrido Guzmán considera que la ciencia penitenciaria es una parte de la penología
que se ocupa del estudio de las penas privativas de la libertad de su organización y aplicación, con
la finalidad de reintegrar profesional y socialmente a los condenados, y le atribute a la penología la
responsabilidad de estudiar las restantes penas como son las restrictivas de libertad o de derecho,
pecuniarias, capital o así como las de asistencia pos carcelaria, en la actualidad se habla de la ciencia
penitenciaria como un conjunto de normas que auxilian la readaptación del delincuente allegándose
de otras ciencias como: es la medicina, la psicología la educación física etc.
El autor Sánchez Galindo define al penitenciarista como un profesional que reúne conocimientos
teóricos y experiencia para alcanzar en forma congruente los fines de la ejecución penal, dentro de
los establecimientos penales en cualquiera de sus niveles sea máxima o mínima de seguridad
DERECHO PENITENCIARIO O EJECUTIVO PENAL
Así como el derecho penal sustantivo está dividido en parte especial y en parte general, la teoría del
derecho penitenciario o derecho ejecutivo penal a su vez debe estar dividido en dos aspectos el
estudio de la pena como tal y la sanción que deberá sufrir el delincuente durante el cumplimiento
de dicha pena asimismo el derecho penitenciario debe determinarse a la normatividad y doctrinas
relativas a la ejecución de prisión así como a su interpretación dejando el aspecto de las demás
sanciones que no sean privativas de la libertad, aspectos filosóficos y análisis que no sean científicos.
PROYECCIÓN DEL DERECHO PENITENCIARIO
El Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni considera que toda ciencia es el conjunto de conocimientos parciales
delimita los entes de que se ocupa definiéndolos como el objeto de la ciencia, es decir ya no se
encuentra una ciencia que se ocupe el estudio de todo. La delimitación de los entes de que se ocupa
tal ciencia constituye el horizonte de proyección de dicha ciencia.
Es así que deben establecerse estos horizontes antes del derecho penitenciario dice Zaffaroni que
las sanciones penales tienen un carácter reeducador y que dicho carácter debe desarrollarse en el
tiempo establecido en las penas privativas de la libertad porque la ciencia penitenciaria debe ser
considerada como tal y no como una rama accesoria de la ciencia penal ya que su ente es la re
educación y readaptación y ejecución de la pena impuesta a un criminal.
Para el Dr. Gustavo Malo, el objeto de estudio del derecho penitenciario lo debemos entender como
el conjunto de normas relativas a la aplicación de las penas y de las medidas de seguridad que serán
los entes legales en esta materia y además agregan que el fin de la ciencia penitenciaria en nuestro
país es expresamente limitada a lo establecido en el art. 18 de la constitución política mexicana y
que su ente primordial es la readaptación social del individuo, que deberá alcanzarse por medio de
la educación y el trabajo así como la capacitación para el mismo.
Así mismo el Dr. Gustavo Malo Camacho considera al derecho penitenciario se le deben incorporar
las propuestas y estudios realizados por la organización de la ONU respecto al tratado de los presos,
así como su readaptación e instrucción y formación sin prescindir de su carácter correctivo.
FINES DEL DERECHO PENITENCIARIO
El fin del derecho penal es la preservación y protección de los bienes jurídicos que implican los más
altos valores del hombre, para permitir una convivencia social- armónica y pacifica lo cual puede
traducirse, en un aspecto pragmático de prevención del delito, asimismo el fin del derecho
penitenciario es la ejecución de la pena y todo lo que tiene señalada en la ley, visto desde un
enfoque formal, aun cuando la doctrina nos refiera que la pena contempla fines más amplios.
MEZGER.- Afirma que toda acción humana tiene un fin y que la pena como acción humana y estatal
en el ámbito del derecho tiene como fin la prevención del delito, asimismo dicha prevención del
delito se puede realizar en el mundo jurídico por dos caminos actuando sobre la colectividad, estos
es, la comunidad jurídica o actuando sobre el individuo que tiende a delinquir o ha cometido un
delito.
En el primer caso se habla se prevención general que intenta actuar sobre la colectividad y en el
segundo caso se dice que es prevención especial que intenta actuar sobre el individuo que a
cometido un delito y es sujeto de una pena respecto a la cual señala que abarca tres momentos; la
conminación. La imposición, y la ejecución de la pena.
NATURALEZA.- Para los penalistas es una parte del Derecho Penal que se ocupa de la ejecución de las
penas privativas de libertad. Completaría el cuadro de normas reguladoras del Derecho punitivo:
delitos, penas y medidas privativas de libertad y ejecución de éstas completarían el contenido del
Derecho Penal.
- Para algunos tratadistas de Derecho Administrativo, la actividad de la Administración Penitenciaria
forma parte de la actividad de la Administración Pública y, por tanto, las normas que regulan esta
actividad deben de ser consideradas como pertenecientes al Derecho Administrativo.
- Paulatinamente va abriéndose paso la tesis de la autonomía del Derecho Penitenciario por tres
razones fundamentales:
1. Por razón de las fuentes. Las normas que regulan la relación jurídica penitenciaria constituyen un
cuerpo de normas independientes de las que establecen los delitos y las penas (Derecho Penal
Sustantivo) y de las que regulan el procedimiento (Derecho Procesal).
2. Por razón de la materia. La relación jurídica-penitenciaria, en cuanto supone la permanencia de
una serie de derechos, el nacimiento de otros frente a la Administración Penitenciaria, la aparición
de deberes y el recorte o limitación de otros derechos, constituye una materia específica que exige
tratamiento normativo y doctrinal autónomo.
3. Por razón de la jurisdicción. Se atribuye a un órgano específico, el Juez de Vigilancia Penitenciario
o Juez de ejecución de penas, el velar por el estricto cumplimiento de las normas y la protección de
la parte más débil de la relación jurídica (el recluido).
CONTENIDO.- La realidad carcelaria constituye hoy, como lo ha sido siempre, uno de los más graves
problemas de la organización social y, dada su complejidad y magnitud, ha promovido múltiples
estudios y diversos enfoques acerca del verdadero rol que debe cumplir el sistema en la sociedad
moderna.
Con relación a esta problemática debe precisarse que el marco referencial fundamental en que se
sitúa el sistema carcelario en el Perú, está dado por tres factores concomitantes: una población
excesiva, falta de infraestructura adecuada y el exiguo presupuesto destinado para esta área.
La prisionización fue estudiada inicialmente por el sociólogo Donald Clemmer y presentado en su
libro The prisión conmunity, en el año 1940, como adaptación a una cultura particular de la cárcel.
Posteriormente, resultan importantes los estudios de G. Sykes (The Society of Cautives, 1958); de D.
Cressey (The prisión: studies in institucional organisation and change, 1961); de D. Glaser (The
effectivenes of a prisión and parole system, 1963) entre otros.
Atendiendo a los problemas que agobian la situación penitenciaria, se debe precisar que el
tratamiento y la rehabilitación del interno no pueden definirse fácilmente como un concepto
aritmético, sino que estos conllevan una serie de factores o elementos interrelacionados que, se
convierten en los tres pilares fundamentales del tratamiento penitenciario, siendo necesario e
indispensable, para lograr este propósito, la participación plena del interno, pues, si éste no
interviene real y efectivamente en todas y cada una de las acciones de rehabilitación y tratamiento
programadas en el establecimiento penitenciario, de nada servirán los esfuerzos que la
administración penitenciaria realice.
Los fenómenos que aquejan a la prisión no están desligados de la cuestión penal relativa a la
punición: por esta razón, la finalidad asignada a la pena, dentro del marco legal, determina la
orientación penitenciaria entre el castigo y expiación del delincuente o la adaptación para favorecer
su reinserción social. En este sentido, la tendencia mayoritaria, que guía los fines generales de la
penología, tiene como fuentes inspiradoras al humanismo y la modificabilidad del hombre; por ello,
particularmente, la ciencia penitenciaria debe determinar claramente sus fines y principios rectores,
que son los que le dan al sistema penitenciario su sello característico.
Visualizando los principios filosóficos del sistema penitenciario peruano, al margen de que el
término empleado por la Constitución Política hable de "régimen", esta norma precisa dos grandes
lineamientos:
Uno relativo al principio humanista, al reconocer los derechos inherentes al interno, cuando afirma.
"El derecho de los reclusos a ocupar establecimientos sanos y convenientes".
Otro, referido al propósito de readaptar al recluso, cuando sostiene: "El régimen penitenciario tiene
por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.
Naciones Unidas ha sostenido siempre que en los establecimientos penitenciarios, para un manejo
adecuado donde pueda efectuarse clasificación generando disposición al trabajo y a la educación la
población no puede exceder un número mayor de 500 internos; en nuestro medio debemos aceptar
la imposibilidad de tener tantos centros como internos tenga el país, por lo que, siendo referencial,
esto sería lo ideal. Frente a esa imposibilidad se hace imperioso contar con centros penitenciarios
diferenciados, que aún cuando puedan albergar a una población de 1000 internos, con una
adecuada asignación de recursos, personal auxiliar y técnico se hagan manejables dentro de los
límites medios: sin embargo, en algunos casos, observamos una sobrecarga poblacional que ha
desplazado los ambientes destinados a trabajo, educación y recreación, para convertirlos en lugares
de alojamiento, haciéndolos ingobernables como el caso del penal de Lurigancho, cuya capacidad
mínima de 1800 internos y máxima de 2400 se ha rebasado ampliamente en su capacidad de
albergue, donde no es factible llevar a cabo ninguna acción planificada de rehabilitación, sino
realizar actos aislados de tratamiento que llegan a pequeños grupos, por estar centrada la
preocupación de la administración en la seguridad. Este hecho, de inversión del tratamiento por la
seguridad, no promueve realmente la efectivización de los planes que se programan para
rehabilitación y recuperación del interno, que constituyen la finalidad de la privación de la libertad.
Como se ha indicado precedentemente, el problema penitenciario tiene una serie de aristas dada
su complejidad que aunada al propio problema, que es el interno como ser humano, requiere no
sólo soluciones temporales, sino una planificación adecuada y real de cómo se puede afrontar para
evitar que el establecimiento penal siga siendo, como hasta ahora es el lugar de encierro, donde no
es factible alcanzar siquiera medianamente la recuperación del interno, pues, éste vive en un mundo
de desorden, sordidez y promiscuidad.
La empresa es difícil, sabemos que ningún país del mundo, por más economía y desarrollo del
sistema que tenga, ha superado íntegramente estas dificultades, aún cuando han logrado
estándares relativamente aceptables de estancia y convivencia, no han conseguido la total
rehabilitación del interno; antes bien, en estos últimos años, se ha generalizado la violencia en
diversos establecimientos penales del mundo, no siendo ajenos a ello los de la república así como
los de América Latina, en sus casos debido fundamentalmente, a la sobrepoblación y a la falta de
una adecuada y científica administración, pues se tiende más a la seguridad y militarización que al
tratamiento.
Los beneficios penitenciarios tienen como finalidad facilitar la gradual reincorporación del interno
en la comunidad, mediante los mecanismos de prelibertad como la semilibertad y la liberación
condicional que independientemente a probar las acciones de tratamiento y rehabilitación recibidos
en el establecimiento penitenciario, permiten que el retorno a la sociedad no se produzca en forma
brusca evitando el resquebrajamiento del núcleo familiar a causa de la ausencia prolongada, que es
producto de la reclusión, y por la que llega a veces, a no identificarse plenamente con la familia,
dificultando la reinserción adecuada.
Este objetivo guarda estrecha relación con los fines que debe cumplir la pena: reeducación
rehabilitación y reincorporación. La Constitución Política del Perú, vigente en su Art. 139. 22 los
señala como objetivos del régimen penitenciario. De otro lado, el Art. IX del Título Preliminar Código
Penal, establece que la pena tiene función preventiva protectora y resocializadora. Fines que a lo
largo de la historia, no se han cristalizado, convirtiendo así la pena en un fin en sí misma, debido
fundamentalmente a las múltiples dificultades que aquejan a la prisión, que hacen de ella un lugar
sórdido donde no solamente la convivencia se hace difícil sino que no es factible desarrollar
adecuadamente acciones rehabilitadoras que conduzcan a la modificación de la conducta del
penado para efectos de reinserción social, por ello, muchas veces, el interno se convierte en un ser
duro y recalcitrante a cualquier acción de tratamiento, lo que dificulta su rehabilitación.
La corriente moderna propugna el fin "resocializador" de la pena, para lo cual se sirve,
prioritariamente, de la pena privativa de la libertad, sin entender que la sola carcelería no
resocializa, entonces ¿cómo pretender reincorporar al penado dentro de la sociedad, alejándolo por
completo de ella?
"La prisión cerrada, concepción clásica de la pena de privación de libertad, no resocializa; J. Y.
Dautricourt (1980) ha señalado que este modelo de prisión «corrompe completamente a los que
estaban sólo medio corrompidos, desocializa a los que se integran en la artificial comunidad
carcelaria¨, de la misma manera que Roxin (1973) afirmó que la prisión cerrada opera como estímulo
de la asocialidad, ya que el encierro produce en el sujeto más idoneidad social que la poseída al
entrar en él. A nadie se le puede mantener apartado de la misma dice Roxin- y «sólo se puede uno
socializar en la sociedad de los hombres libres», recalca Dautricourt. "... justa o no justa que sea la
ideología del tratamiento en la dirección de una eficaz prevención especial, el problema de hallar el
sentido, el valor y la función de la pena, permanece en cada caso siempre abierto. Se puede curar o
reeducar, no obstante la pena, y durante la ejecución de la pena, pero no se podrá jamás decir, que
la pena, de por sí misma, sirva o pueda servir para curar o a reeducar al condenado. En modo más
o menos consciente, la doctrina moderna y penetrante, ha terminado por comprender tan grave
incongruencia de fondo".
Lo único que se logra con la sola reclusión es 1.
Que conlleva la reclusión: por eso el Tratamiento Penitenciario no debe ser solamente al individuo
aislado, sino también a sus proyecciones sociales, al complejo de relaciones creadas en torno a su
1
Morselli, Elio; "La función de la pena a la luz de la moderna criminología"; en: Revista Peruana de Ciencias
Penales; N° 3; Lima: 1994. pág. 338.3.
vida que se entiende como actualidad durante su reclusión, al medio social, afectivo y económico
de donde procede y como posibilidad futura después de su egreso en el trámite de su eventual
adaptación al seno social; por lo tanto, al plantearse su problemática, no puede tratarse tan sólo de
la conformación física, psíquica y cultural, del interno sino también del ámbito de sus relaciones
sociales2.
CONCEPTO.- En primer lugar, debemos considerar a esta rama o ciencia del derecho como parte
integrante de la penología, que fue definida por Francis Lieber en 1838 como rama de la ciencia
penal que se ocupa del castigo del delincuente.
Así el derecho penitenciario podría definirse como el conjunto de normas jurídicas que regulan la
ejecución de las penas y medidas privativas de libertad y otras medidas penales privativas de
libertad.
Dicho de otra forma, se trata del conjunto de normas reguladoras de la actividad penitenciaria
dirigida a la ejecución de penas y medidas privativas de libertad con la finalidad de conseguir la
reeducación y reinserción social de los sentenciados, así como de la relación jurídica que surge como
consecuencia del internamiento de detenidos y presos.
PRINCIPIOS GENERALES.
En España:
1. Principio de legalidad.
En la Constitución Española (CE) se establece que “Tampoco podrá ejecutarse pena ni medida de
seguridad en otra forma que la prescrita por la Ley y los reglamentos que la desarrollan, ni con otras
circunstancias o accidentes que los expresados en su texto”. Y en su Ley General Penitenciaria (LGP)
que “la actividad penitenciaria se desarrollará con las garantías y dentro de los límites establecidos
por la Ley Orgánica (LO), los reglamentos y las sentencias judiciales”.
Existen una buena parte de materias penitenciarias que se ajustan perfectamente al principio de
legalidad, como el reconocimiento de los derechos fundamentales de los internos o la regulación de
las sanciones por la comisión de infracciones disciplinarias. Pero en otras materias no se respeta el
principio de estricta legalidad. Ejemplos significativos han sido tradicionalmente la regulación de las
redenciones extraordinarias de penas o la actual ausencia de regulación de las infracciones
disciplinarias en la LGP.
2. Principio de resocialización.
El Art. 25.2 de la CE, en su primer apartado establece que “las penas privativas de libertad y las
medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán
consistir en trabajos forzados”.
Nuestro legislador opta por utilizar la expresión “reeducación y reinserción social”, en lugar de la
expresión “prevención especial”. Es un tratamiento, algo voluntario, que trata de orientar hacia la
reeducación y reinserción social. Se intenta que cuando el recluso salga de prisión no vuelva a
cometer delitos. Para Mapelli la palabra reeducación consiste en compensar las carencias del
recluso frente al hombre libre ofreciéndole posibilidades para que tenga un acceso a la cultura y un
desarrollo integral de su personalidad. La palabra reinserción es un proceso de introducción del
individuo en la sociedad, favoreciendo directamente el contacto activo recluso-comunidad.
La previsión que nuestra Carta Magna hace de la “reeducación y reinserción social” de los
condenados a penas y medidas penales privativas de libertad merece alguna matización. Así el TC
afirma que, ni la reeducación y reinserción es el único fin de las penas y medidas penales privativas
2
Lopez-Rey y Arroyo, Manuel; "Compendio de Criminología y Política Criminal"; Ed. Tecnos; Salamanca-
España: 1985; pág. 140.5.
de libertad ni constituye un derecho subjetivo de la persona y menos aún de carácter fundamental
susceptible de amparo.
En nuestra legislación se considera que el tratamiento penitenciario es “el conjunto de actividades
directamente dirigidas a la consecución de la reeducación y reinserción social de los penados”, (art.
59 LGP), es decir, el tratamiento es el medio con el que se pretenden conseguir los fines
resocializadores.
Las críticas fundamentales a la finalidad de reeducación y reinserción social de las penas y medidas
penales privativas de libertad, se pueden agrupar en los siguientes apartados:
a. Por un lado, para que las actividades resocializadoras se ajusten a la previsión Constitucional, no
se deben imponer coactivamente al penado.
Este carácter garantista supone que el tratamiento tiene que ser voluntario, no obligatorio. El
tratamiento es un derecho del penado y por consiguiente puede rechazarlo.
b. Otro elemento problemático de la resocialización es la necesariedad. Si el único fin de las penas
privativas de libertad fuera la resocialización del delincuente, llegaríamos a la conclusión de que no
en todos los supuestos resulta necesario ese postulado. Hay delincuentes (ocasionales, pasionales,
económicos…) para lo que no es necesaria la resocialización ya que aparecen plenamente integrados
en la sociedad.
c. La mayoría de la doctrina cuestiona la cárcel como instrumento resocializador para el delincuente,
ya que es un medio hostil, desocializante y estigmatizador. Es, desde luego, muy difícil educar para
la libertad en condiciones de no libertad.
d. La Criminología Crítica ha puesto objeciones a la resocialización, al estimar que en el delito la
culpabilidad no es del delincuente sino de la sociedad, pues la delincuencia es producto de la
sociedad. Para estos autores se han de modificar las actuales estructuras sociales. Después de todo
esto creemos que, en la ejecución penitenciaria y para que la pena cumpla su función de acuerdo a
los principios de un Estado social y democrático de derecho, el Estado no puede reducir su misión a
la de mero gendarme, custodio del delincuente y desinteresado de su destino.
Esto se traduce, por una parte, en la construcción de un sistema de ejecución de la pena que ofrezca
al condenado medios y oportunidades para su reinserción, y por otra, cuando menos, en la exigencia
de institutos jurídicos que puedan facilitar la resocialización sin lesionar los objetivos de prevención
general, como es el sistema vigente de progresión de grados.
Para finalizar al afirmar que el fin de la reeducación y reinserción social debe ser compatible con el
reconocimiento de los derechos fundamentales de los reclusos que proclaman los artículos 25.2 de
la CE y 3 de la LGP, lo que obliga, entre otras cosas, a considerar la dignidad humana, los derechos
que le son inherentes y el libre desarrollo de la personalidad como límite infranqueable de la
ejecución penitenciaria y la intervención reeducadora.
3. Principio de judicialización.
Indudablemente, las competencias del Poder Judicial abarcan, no sólo a juzgar sino también a hacer
ejecutar lo juzgado (art. 117 CE). Y aunque las leyes procesales siempre han hecho referencia a que
las autoridades judiciales fiscalizarán la actividad penitenciaria es la LGP, la que por primera vez
recoge la figura específica de un Juez de Ejecución de Penas, que en el Derecho Español se denomina
Juez de Vigilancia Penitenciaria. Resulta de vital importancia en nuestro derecho penitenciario. Sus
resoluciones contribuyen decisivamente a que la actividad penitenciaria se ejerza con el escrupuloso
respeto a los derechos de los internos y su intervención está presente en todas las vicisitudes de la
vida del interno dentro de la Institución Penitenciaria, tanto de régimen como de tratamiento.
4. Principio de presunción de inocencia.
Es uno de los principios procesales más importantes. Por el mismo, toda persona no es culpable
hasta que no se demuestre lo contrario. Reconocido ampliamente en el Art. 24 de la CE. Nuestro
derecho penitenciario tiene en cuenta esa específica consideración y la LGP (Art. 5.2) establece que
“el principio de la presunción de inocencia presidirá el régimen penitenciario de los preventivos”. El
único fin de la prisión preventiva, por tanto, será retener al interno a disposición de la autoridad
judicial que ha decretado su internamiento.
Pero no implica que al preventivo se le prohíban realizar actividades laborales, ocupacionales,
deportivas, educativas o recreativas que se desarrollen en los Centros Penitenciarios. Esas
actividades forman parte de los derechos de los internos y por el mero hecho de la situación procesal
no debe existir discriminación entre penados y preventivos.
Sub-Principio de Reserva
Mediante este principio se pone de manifiesto que el penado puede gozar de todos aquellos
derechos que no se encuentren afectados por el ordenamiento jurídico o por la sentencia
condenatoria, reafirmando así su condición de sujeto de derecho a pesar de la creencia popular en
contrario.
FUENTES.- Fuentes del Derecho Penitenciario son aquellas normas o actos a través de los cuales el
Derecho Penitenciario se manifiesta en su vigencia, y podemos distinguir:
Fuentes directas:
1. Fuentes escritas. La ley en sentido amplio.
2. Fuentes no escritas. La costumbre y los principios generales del Derecho.
Fuentes indirectas:
1. Los tratados internacionales.
2. Las recomendaciones y reglas emanadas de organismos internacionales.
3. La jurisprudencia. Destacando en ésta la importancia de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional.
SISTEMA PENITENCIARIO.
1. EN LOS PUEBLOS PRIMITIVOS.
Para tratar este punto, hemos recopilado información histórica, la misma que nos permitirá
comprender el actual sistema penitenciario, teniendo conocimiento previo de su evolución; así
tenemos que:
En épocas primitivas la pena tomaba la forma de venganza, de violencia por violencia, y como no
existía una organización política que concentrase el poder y fijase los límites de esa reacción, la
venganza se convertía en una reacción directa, desproporcionada, inhumana, ilimitada y que
trascendía al autor de la conducta lesiva.
Luego tenemos a la Venganza Divina, donde es posible que existan ya las primeras cárceles,
entendidas éstas como lugares donde esperaban los delincuentes para ser sentenciados, o sea, sólo
servían de lugares de resguardo o contención para evitar posibles fugas. En esta época existía
autoridad y esta persona dotada de facultades políticas y religiosas, era el que administraba justicia,
siendo el fin de la pena "aplacar la ira que sienten los dioses cuando la majestad de los mismos es
lesionando con actos delictivos". La Pena Privativa de Libertad entendida como pena (tal como se
concibe hoy) fue desconocida, por eso es que las penas eran severas, existiendo gran desproporción
entre el daño causado y la sanción.
En la Cultura China, la cárcel era el lugar donde se infligía penas torturantes mientras esperaban la
pena de muerte.
En la Cultura Egipcia, existió la misma connotación religiosa de las penas, pero además, se
sentenciaba a los delincuentes a trabajos pesados.
En conclusión, desde los orígenes del hombre hasta las formas incipientes de organización social,
no existió la cárcel entendida como el lugar donde se ejecutaban las sanciones. En la segunda etapa,
cuando existe una organización sobre la base de la primacía del elemento religioso, es posible la
existencia "de la cárcel" en forma incipiente.
2. EN GRECIA Y ROMA.
El gran aporte de la cultura helénica es el separar el fundamento religioso y darle un contenido
político a la pena. Evidentemente, que la cultura Griega hizo un gran aporte a la Humanidad. Platón
en sus obras propone las dos ideas históricas de la institución carcelaria: la prisión como pena y la
prisión como medida preventiva. Aquí se encuentra el germen de lo que más adelante será el
fundamento de las penas privativas de la libertad.
De modo que es en la Cultura Griega donde encontramos dos aspectos importantes: primero, que
haya sido ésta la que separó el fundamento religioso de la pena para darle un contenido político y,
segundo, haber aportado las dos ideas históricas de la prisión como pena y como medida preventiva.
La Cultura Romana, al igual que la helénica, también pasó por los diferentes procesos evolutivos del
Derecho Penal; sin embargo, la grandeza de la Cultura Romana radica en haber logrado un alto grado
de perfección en las cuestiones referentes a las leyes y a la administración de justicia.
En una primera etapa (Monarquía) el Rey era el jefe supremo y el que administraba justicia, además
de ser el Jefe Religioso. Uno de los actos Legislativos de trascendencia fue la dación de la "Ley de las
Doce Tablas" (451 a.c) que era el conjunto de leyes que consagraban la igualdad casi plena de los
romanos ante la justicia.
En la siguiente etapa de su historia (República)se puede encontrar procedimientos penales tales
como las "Tres Viri Capitales" y las "Quastiones de Ordinaria". Lo trascendental del avance legislativo
romano radica en que la pena o sanción ya no tenía un fundamento religioso, sino que a partir de
tal época se nota una separación clara entre lo que es la religión y el ámbito del derecho.
El Derecho alcanzó su más alto grado de desarrollo en la última etapa de la historia de Roma
(imperio). La Cultura Romana significó el resumen de todas las culturas de la antigüedad; fue la que
sintetizó los aportes de las anteriores culturas. Ya anteriormente, hubo códigos importantes tales
como el "Código de Hamurabi" en Babilonia, las leyes egipcias, el "Código de Manú", las leyes de las
ciudades estado griegas, lo mismo que la "Ley de las Doce Tablas". Pero en todas ellas se encuentra
rasgos de la Ley del Talión con su máxima "ojo por ojo, diente por diente".
En lo que respecta al sistema de cárceles habidas en Roma, ésta fue una institución que existió con
fines coactivos, para hacer efectivo obligaciones de carácter civil y delitos, constituyéndose así en
un lugar de aseguramiento preventivo, eran un medio de mantener seguros a los acusados mientras
se instruía el proceso y una condición jurídica indispensable para la ejecución de la pena. En este
punto podemos afirmar que, tanto en Grecia como en Roma, la cárcel no tenía como finalidad la de
recluir al delincuente como consecuencia de la aplicación de una pena o sanción; sino que, su
finalidad era únicamente asegurativa.
3. EN EUROPA.
En los diferentes países de Europa, se aprecia una marcada evolución en lo que respecta a la
aplicación de sanciones, ubicándonos a finales de la edad media y moderna. Así tenemos, con
aparición de la Iglesia (Cristianismo) se introducen cambios sustantivos en la sanción de los delitos;
por ejemplo: se universalizan las celdas como medio en donde se debe cumplir la pena, siendo los
monasterios los que cumplen - en una primera etapa - esta función de enclaustramiento.
En España el rol de las cárceles fue definido en las leyes de las Siete Partidas dadas por Alfonso X "El
Sabio" en 1256. Así en la séptima partida decía que: "La cárcel debe ser para guardar los presos, e
non para facerles enemiga, nin otro mal, nin darles pena en ella". Más adelante se dice que: "La
cárcel no es dada para escarmentar los yerros, más para guardar los presos tan solamente en ella,
hasta que sean juzgados."
Como se puede apreciar, en España tampoco se tiene un concepto de la cárcel como medio de
ejecución de las penas privativas de la libertad. En este sentido, es entendida como un escarmiento,
con penas que iban desde la aplicación de la pena de muerte, mutilación, trabajos forzados en las
minas o deportación a una isla con costificación o sin ella.
Por estas razones es que se le atribuye a la Iglesia la iniciación de la Ciencia Penitenciaria, ya que
sustituyó las crueles penas corporales por la privación de la libertad en celdas.
En casi todos los países de Europa a partir del siglo XV y XVI se empieza a abandonar paulatinamente
las penas corporales para aplicar, nuevos métodos en la corrección de los delincuentes, vagabundos
y mendigos.
A partir del siglo XVII se encuentran tratamientos para los delincuentes tales como: separación por
sexos, tratamiento en base al trabajo para los vagabundos, así como locales especiales para los
menores. Ejemplo de esto lo constituye la cárcel de Spinhuiz en Amsterdam.
Este método se extendió rápidamente en toda Europa Central como consecuencia de la creciente
aversión a las penas corporales, los jueces enviaban cada vez mayor número de delincuentes,
mendigos y vagabundos a las diversas fundaciones creadas para éstos fines.
En consecuencia, tenemos que los primeros métodos que se aplicaban en las prisiones de Europa
hasta bien entrado el siglo XVIII se basaban en los principios de retribución y disuasión, siendo este
último factor el que cobró mayor importancia y que se traducía en la generalizada práctica de infligir
feroces castigos en grandes proporciones con respecto a los delitos punidos.
El movimiento surgido a principios del siglo XIX como reacción a los peores excesos del sistema penal
imperante, dio como resultado el surgimiento de un espíritu más humanitario, y en mayor grado se
llegó a la comprensión de que la certidumbre de la detención, procesamiento y riesgo de condena
lleva en sí mayor eficacia preventiva que la simple severidad del castigo.
Finalmente, hacia la segunda década del presente siglo, se llevó a cabo el establecimiento de
organizados cuerpos policiales para la represión de la delincuencia y sobre todo, sistemas y métodos
que irían reemplazando a las sanciones más bárbaras.
CONCEPTO.
Instituciones penitenciarias o sistema penitenciario es el término con el que se designan a las
instituciones o al sistema establecido para el cumplimiento de las penas previstas en las sentencias
judiciales; especialmente las penas de reclusión, cuyo propósito, en el derecho penal
contemporáneo y el derecho penitenciario, es la reinserción social del condenado. Otro tipo de
penas, como la pena de muerte, el trabajo social, la libertad vigilada, etc., tienen una relación más
o menos indirecta con las instituciones penitenciarias, aunque también forman parte del sistema
penal. Menos relación tienen otras penas, como las denominadas penas pecuniarias (multas) o la
pena de privación de ciertos derechos (especialmente el derecho de sufragio).
Habitualmente la institución penitenciaria es la cárcel o prisión, pero la denominación puede ser
diferente, así como su organización administrativa y sus métodos y características: centros
penitenciarios abiertos o cerrados, de mínima seguridad o máxima seguridad, hospitales o centros
psiquiátricos penitenciarios (hospital penitenciario, hospital psiquiátrico penitenciario), etc.
La reforma penal ha sido, desde el siglo XIX, una constante de los filántropos y reformistas sociales.
OBJETO.
Una pena en prisión constituye una medida sociojurídica cuya finalidad es conseguir uno de los
siguientes objetivos: la prevención, la reintegración, la retribución, la defensa social, la protección
de la sociedad, etc. Sin embargo, su "objetivo esencial", reconocido y aceptado por la comunidad
de las naciones es la reintegración de los delincuentes en la sociedad de forma que se les induzca a
ganarse la vida y obedecer la ley, como se estipula el la Regla 56 para el Tratamiento de los Reclusos
y en el artículo 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
En consecuencia, la cuestión fundamental consistirá en saber si la pena de prisión cumple o no ese
"objetivo esencial" y la finalidad buscada. Ha quedado establecida la dificultad que entraña la
preparación de una persona para la libertad cuando se encuentra en cautiverio, es decir, integrar
nuevamente a una sociedad abierta a una persona que proviene de una comunidad "anormal y
cerrada", o preparar a una persona para una existencia responsable sin asignarle responsabilidad
alguna en el proceso. La prisión y la sociedad son entidades diferentes en casi todos los aspectos y
es poco realista esperar que un producto de la primera sobreviva con éxito en la segunda.
En prisión se niegan, frustran y reprimen todos los atributos que una persona ha de desarrollar para
convertirse en un ciudadano. Se le niega un mínimo sentido de responsabilidad, indicándole
horarios, actividades, rutinas y formas de actuación. Mientras en la sociedad exterior la solidaridad
y el sentido de comunidad contribuyen al desarrollo personal, en la cárcel ambos sentimientos se
desalientan para que los numerosos reclusos no se impongan sobre los escasos guardias. En la
sociedad exterior el liderazgo, la autoafirmación, la confianza en sí mismo, el orgullo son virtudes
por excelencia, mientras en la prisión se degradan hasta convertirlas en aislamiento, vacilación y
abulia.
Todo ello indica que es preciso llevar a cabo determinadas reformas en lo que al sistema
penitenciario se refiere, pero en primera instancia, se necesita preestablecer las deficiencias que
este posee.
El Derecho Penitenciario tiene por objeto el cumplimiento de las normas legales y disposiciones
jurídicas que regulan la ejecución de la pena en un determinado Estado. Es por esto que tal caudal
debe estar constituido para la reunión material, en el derecho penal, favorable al Estado y al sujeto
infractor y tomado este como objeto de derecho de aquel para obligarle a cumplir la pena de reo,
reconocido y sentenciado judicialmente, el derecho penitenciario solo regula la ejecución de las
penas y medidas de seguridad o en otros términos, de la defensa social, en la etapa en que
interviene el Poder Ejecutivo para realizar la ejecución legal en cumplimiento de la sentencia
expedida.
Un concepto de ciencia Penitenciaria acorde con las actuales tendencias de la misma, puede ser el
siguiente: “Es una ciencia interdisciplinaria que estudia todo lo relativo a la ejecución de las
sanciones privativas y restrictivas de la libertad, tanto en medios cerrados, abiertos y libres, así como
de la orientación post-carcelaria, con el fin de lograr la readaptación del delincuente”.
El hecho de considerar a la ciencia Penitenciaria como disciplina de orientación enmendativa que se
basa en diversas ciencias que estudian al hombre, nos hace ver que no en una ciencia estrictamente
jurídica, sino más bien una integración interdisciplinaria los conocimientos, método, y técnicas de
un conjunto de áreas científicas vinculadas con el tratamiento del delincuente.
CONSIDERACIONES GENERALES:
LA IMPORTANCIA DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINOLÓGICA.
Actualmente la mayoría de gobiernos “democráticos” de Latinoamérica y del Mundo no orientan
sus esfuerzos en procurar obtener los estudios necesarios para reconocer realmente lo que significa
en todo su magnitud la cuestión criminal, todo vez que esta puede desenmascarar una política
criminal que se inhibe de remover las barreras sociales, económicas y culturales, que inciden en la
criminalidad, que no hacen sino tener en vigencia plena y absoluto el llamado mito de la
resocialización del delincuente.
Es así que, el papel de los abogados y criminólogos, principalmente, se hace tan fuerte como una
roca, en razón de que la opinión y actividad de éstos, desde la creación, aplicación o
cuestionamientos de los dispositivos legales, pueden hacer cambiar el éxito, cualitativamente, de
alguna política criminal represiva. De forma tal que la interrelación entre abogados y criminólogos,
se hace importante y significativos en estas circunstancias.
Por ejemplo, en el caso de los compañeros, una vez graduados, quisieran ejercer la rama del derecho
penal, los conocimientos criminológicos se hacen imprescindibles. ¿Cómo demostrar al Juez las
innumerables circunstancias del delito, del los hechos que la producen, los estados de animo, las
causas sociales, económicas y culturales, familiares, etc, que inciden en el descendimiento de los
mismos? Más aun ¿cómo realizar una crítica certera y realista, a la legislación penal, a los
procedimientos judiciales, al sistema imitativo y destructor, como lo nombre un criminólogo, que
es la maquinaria carcelaria; si no se tiene una formación criminológica? Es menester entonces hacer
entender a nuestra Sistema Judicial Penal que son, precisamente, los estudios criminológicos los
que ayudan a encontrar la verdad para así fundamentar objetivamente una sentencia justa y
humana.
Aun así, es alentador para nuestra ciencia, una opinión autorizada como la de compañero
criminólogo Antonio Beristain: “La investigación criminológica introduce una cosmovisión del
mundo, de las transformaciones sociales, de las relaciones personales que avoca a programar
políticas criminales que sometan al derecho penal a una suerte de revisión total o parcial.”
Enseguida, advierte este mismo autor, que tenemos que superar la absurda creencia que tiene
tantas personas para los cuales “el Código Penal significa conservar las costumbres y los valores
tradicionales”.
Evidentemente, esta creencia encierra una trasfondo ideológico – consciente e inconsciente- de
observar conductas normales como “anomarles” o peor aun como típicas – en el sentido de estas
tipificadas en alguna normal penal-, y por lo tanto susceptibles de ser vilmente reprimidas con la
máxima sanción que otorga el sistema jurídico a lo que se enfrentan a él: La Pena. Evidentemente,
son personas que le temen a lo nuevo, que les desagrada todo lo que no signifique la tradición o lo
que ellos estipulan como normal; son pues, personas que se opone al riesgo, a la novedad, a la
discrepancia, y que por ende se oponen, a la libertad entendida en su máximo esplendor y grandeza
humana, a la creatividad e incluso al arte. Vallejo alguna vez fue blanco de las más burdas y
mediocres acusaciones por enfrentarse a la tradición conservadora literaria de su tiempo todo por
traer a este rincón del mundo, una nueva prosa, un nuevo tipo de arte literario, un nueva visión,
real y cruel, de lo que era – y es – la vida de los que algunos llaman los nadies.
Ahora bien, la investigación criminológica nos hace ver cuán arbitraria e interesada puede ser una
norma de derecho penal. Por ejemplo, tenemos que en la mayoría de Estado, los que promulgan las
leyes – o sea, formalmente el Congreso- son en su casi totalidad provenientes de la clase dominante.
Las leyes preparadas por esas personas buscan generalmente mantener el statu quo dominante; es
decir, perennizar la situación de privilegio y comunitaria que les beneficia a ellos a y a sus intereses
de clase. Lamentablemente, en nuestra país, esta realidad es evidente y descarada, o sino
preguntémosle al señor Presidente de la Republica qué pensaba y soñaba realizar cuando
promulgada esos Decretos Legislativos (982, 983, etc) criminalizando la protesta social.
Se trata así, de buscar que el Código Penal, realice la labor -junto a los otros controles sociales
formales e informales- de guardián sin sensibilidad del sistema social y no del desarrollo progresivo
de la persona y de la Humanidad, en general. De ahí pues, que se pronuncien muy pocas sentencias
condenatorias contra miembros de la Policía, cuando abusan de su autoridad - y más bien los
premian con normales legales que lo inmunizan frente a que cualquier intento de responsabilizarlo
penalmente por algún crimen-; ni contra miembros cercanos de las cúpulas de poder de algún
régimen nefasto (por ejemplo, hasta ahora la gente se pregunta por qué no recibió ninguna sanción
el señor Romero cuando se descubrió que era un asiduo visitante de la famosa salita del SIN, bueno
pues, no es cualquier persona, es el dueño del BCP y de medio Perú).
La criminología, como se podrá observar, ofrece una seria de posibilidades y alternativas de objetos
de su estudio, claro está, podría decirse que existe una especial atención, en su vertiente critica
porque a decir de Antonio Beristain: “la mayoría de figuras delictivas describen pequeños conflictos
interpersonales pero prescinden de las injusticias graves y estructurales de una sociedad
determinada.” De manera que la comparación en importancia es abismal entre estudiar alguna
normal penal y su eficacia en la sociedad, como lo hace la criminología clínica y la etiológica,
tratando de buscar las causas del delito, cual si la criminología fuera una ciencia natural o positiva,
dándole una realidad ontológica al delito, cuanto este es un concepto construido normativamente
por el legislador y el Sistema Penal; o estudiar los procesos de creación de las normales penales, las
conductas desviadas y en fin de los fundamentos del Sistema Penal, al fiel estilo de la Criminología
Critica.
Quisiera recoger algunas palabras que dijera Elías Neuman, en su libro Criminología y Dignidad
Humana, sobre la importancia de estudiar la Criminología en las Facultades de Derecho, como la
nuestra:
“Las teorizaciones normativas colonizan la gimnasia mental del estudiante del estudiante a quien
de esa manera se lo convierte en un técnico del derecho penal, y consecuentemente,
deshumanizado en cuanto a la cabal interpretación de ese hecho social que es el delito; ese
hecho…que suele recoger todo el contexto político, histórico, económico de una sociedad en un
tiempo dado.
Estudiar la ley, y no la realidad donde aquella habrá de ser aplicada, es quedarse en los parámetros
de lo fantástico, de lo surreal…
Se trataría de no abrir los cauces del conocimiento para mantener el sistema clasista establecido. Es
desconocer la problemática por la cual se producen los desajustes sociales…es hacer ciudadanos
con graves y circunspectas anteojeras para con sus semejantes, pero a la vez, mantiene estructuras
de un sistema social dado”
De seguro, para algunos compañeros, este sea un intento más de los marxistas sobre la caducidad
de la sociedad capitalista y de su superestructura jurídica y política; empero, lo cierto es que esto
no lo afirma algún marxista, sino un estudioso de la criminología, y no precisamente marxista, sino
tan solo realista con puntos de vistas fuera de débiles prejuicios, o como el mismo dice sin
circunspectas anteojeras para con sus semejantes.
Me causa impresión y decepción, de que a estas alturas de nuestra carrera profesional, todavía
existan compañero que todavía crean, tal vez ingenuamente, que los controles sociales formales
como el Sistema Penal, sean imparciales -como así lo dice la constitución política del Perú y el
mismísimo código penal- y que surgen únicamente –y exclusivamente- porque la desviación y las
conductas criminales así lo exigen; es decir, son el resultado de la desviación y de la delincuencia,
de manera que la actividad de esos controles sociales es una reacción natural y “neutral” contra el
crimen y el desorden nocivo al “bien común”. Como si las normas las crearan un grupo de robots,
que no tienen intereses de clase o de cualquier índole en función a su posición socioeconómica, que
piensan en el bien común. Vaya ni Platón, hubiera ida tan lejos, como si lo hacen algunos
compañeros, que tal vez, bienintencionados, pero eso sí, faltos de dosis urgentes de realidad social.
Así pues, en estas circunstancias de creencias y mitos, el profesor antes citado, advierte
oportunamente, que “la ley es transmitida al alumno sin posibilidad de crítica, y por tanto de manera
ahistórica.”
En tal sentido posibilitar lo estudios de criminología en las Facultades de Derecho, pero de forma
seria y antidogmático, es decir no enclaustrada bajo el análisis médico-forense y psiquiátrico del
estudio del crimen, como se acostumbra a hacer, sino mas bien abrir y conocer nuevas rutas y
caminos para conocer la génesis del crimen; cuestionar la supuesta realidad ontológica del crimen,
de forma tal que la Criminología con su visión sociopolítica, estilo Alessandro Baratta, haga su
ingreso en nuestra Facultad sin algún “boicot” alguno u obstáculo tardío, es verdaderamente querer
estudiar científico ese hecho complejo que es el delito, para poder vencerlo, atacándolo en sus
fundamentos básicos y reales, desmantelando los intereses políticos y sociales que se esconden
detrás de las normas penales y que se acomodan generosamente en alguna Política Criminal
represiva e injusta . Solo así, y en esta parte soy parte del optimismo de muchos criminólogos
críticos, se podrá democratizar y humanizar al máximo, dentro de las actuales circunstancias
históricas y sociales, los Controles Sociales como el Penal, dejando de la lado voces corrosivas y
dañinas provenientes de las canteras de dogmáticos y normativitas a ultranza – y no hablo, de los
normativitas que idearon el concepto actual mas autorizado y coherente de la Culpabilidad- o peor
aun provenientes de sentimientos represivos obsesivos, como los de la octogenaria congresista
Martha Hildebrandt.
De manera que la importancia de la criminología está garantizada, más aun, como anticipe arriba
todo este campo de acción y de visión crítica hacia las Normales Penales y el Sistema Penal, nos
ofrece la criminología. Tal vez el dilema sea ahora, que versión de la criminología acoger, peri sin
duda alguna, prefiero yo la crítica, y no solo se trata de algún capricho intelectual o algo por el estilo
sino que es en razón de las investigaciones hechas por estos tipos de criminólogos – aquí, unos de
los motivos de mi elección de estudio- que la ciencia penal actualmente se ha dado cuenta de
muchas de sus limitaciones, incluso ahora sufre graves desestabilizaciones en sus mismísimas bases
dogmáticas, tan es así que actualmente el principio Societas delinquere non potest, se encuentra en
grave crisis, toda vez que existen nuevos crímenes, como el de las grandes transnacionales y
corporaciones financieras, que escapan al papel disuasivo de derecho administrativo sancionador,
con todo su poder destructivo contaminante del medio ambiente, uno; y el otro, con toda su
potencia desvastadota y ruin de alguna economía nacional.
De manera que algunos penalistas, de una vez por todas, deben quitarse ese sentimiento de
superioridad sobre la criminología, ya que en razón de la situación descrita, ya no es un rumor el
que la necesite, y más que de lo se imaginan ellos. Para autorizar esta opinión cito al profesor
Jeschek, quien resaltara, atinadamente, la necesidad para el derecho penal de fomentar el estudio
y la investigación de la criminología en sentido meta y extrajurídico, en las Facultades de Derecho.
Quisiera terminar con este articulo, que como su nombre lo especifica, constituye una introducción
critica a la criminología, toda vez que evidencia diversos campos de estudio y sobre todos las
posibilidades de apertura gnoseológica que trae la criminología para un estudiante o abogado que
se digne en tener una visión crítica del derecho penal, y en general del derecho y sus fundamentos
teóricos e ideológicos; asimismo para todo quienes aspiramos a un sistema penal que respete la
dignidad humana y la democracia con todas sus implicancias en esta sociedad descaradamente
injusta, ya que sería poco humano rendirnos sin lucha ante la abrumadora congruencia de este
mundo que nos toco vivir.
Así, termino, con unas palabras hondas y profundas que dijera Víctor Hugo, en su prólogo a su genial
obra Los Miserables, que sin duda alguna erigen un exordio para el relato de la vida de algún
“desgraciado” de esta parte del mundo:
“Mientras a consecuencia de las leyes y las costumbres –dijo Víctor Hugo- exista exclusión social,
creando artificialmente infiernos en plena civilización y complicando con una humana fatalidad el
destino, que es divino; mientras los tres problemas del siglo – la degradación del hombre por el
proletariado, la prostitución de la mujer por el hambre, y la atrofia de la niñez por la ignorancia – no
fueren resueltos; mientras en ciertas regiones sea posible la asfixia social; en otros términos, y bajo
un punto de vista más amplio, mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros como
este no serán inútiles”.
3. RÉGIMEN DISCIPLINARIO
CONSIDERACIONES PRELIMINARES.
El Primer Código de Ejecución Penal puesto en vigencia mediante el Decreto Legislativo N° 330 en
marzo de 1985, tiene su característica e importancia propia que es necesario resaltar por cuanto fue
el primer código en el campo penal que estableció no solamente un título preliminar con principios
y fundamentos que debían regir su normativa, sino que incorporó un capítulo referido a la disciplina
penitenciaria, que constituye un avance significativo en el control de la conducta del interno, que
establecía no solo la sanción que pueda imponerse por acto de indisciplina al interno, sino que
impide la participación de otro interno en la función disciplinaria. En este aspecto se determinó
también que la función disciplinaria ya no radicaba en manos de una persona como el Director o
quien haga sus veces, que podía actuar arbitrariamente y con abuso de autoridad en perjuicio del
interno, por esta razón, se encargó la función de investigar y sancionar a un cuerpo colegiado como
el Consejo Técnico Penitenciario, que conforme a las normas del debido proceso podía absolver o
sancionar al interno bajo los principios de igualdad y proporcionalidad dentro del marco de la
legalidad y la inmediación, permitiendo inclusive la participación del abogado que el interno designe
para este fin, como mecanismo que tutele sus derechos; en este marco, la sanción que imponga el
Consejo Técnico Penitenciario es factible de apelación, para ser revisado por el nivel superior que
puede confirmar o revocar la medida impuesta. Este mecanismo garantiza definitivamente la
imparcialidad del acto administrativo, considerando el efecto que implica su determinación
fundamentalmente en lo atinente a la concesión de los beneficios penitenciarios, que por esta razón
pueden verse denegados en las fechas que conforme a la normativa les pudiera corresponder.
CONCEPTO.
Conjunto de normas básicas que persiguen el mantenimiento de una pacífica y ordenada
convivencia en un centro penitenciario y cuya transgresión implica --salvo excepciones--, la
imposición de una sanción disciplinaria, con la repercusión que ello supone en la concesión de
beneficios penitenciarios, libertad condicional, progresión en grado y permisos de salida.
NATURALEZA Y FIN.
Según nuestra Constitución, el fin de la pena es la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
penado a la sociedad. En tal sentido, los centros penitenciarios están obligados a desarrollar
acciones que conlleven la realización de tales fines. El conjunto de estas labores es denominado
“tratamiento penitenciario”.
Según el propio Código de Ejecución Penal, el tratamiento penitenciario comprende la utilización de
“métodos médicos, biológicos, psicológicos, psiquiátricos, pedagógicos, sociales, laborales y todos
aquellos que permitan obtener el objetivo del tratamiento”.
Aunque hoy se formulan diversas críticas contra el concepto de “tratamiento penitenciario”, pues
se considera poco probable que una persona pueda readaptarse a la vida en sociedad excluida de
ella, la experiencia recogida en el trabajo en prisiones revela que uno de los principales vehículos de
readaptación social es la actividad laboral que cultive o desarrolle el penado durante su estadía en
un centro penal.
Las posibilidades de desarrollo del tratamiento penitenciario dependen, en su totalidad, de la
disciplina que se guarde al interior del establecimiento penitenciario.
El régimen disciplinario, según nuestra legislación, tiene por objeto la preservación de la convivencia
pacífica entre internos y el mantenimiento del orden en el penal. Aunque por principio, el régimen
disciplinario debe tender hacia la autodisciplina de la persona privada de libertad, no existen
actualmente mecanismos ni prácticas institucionalizadas que permitan alcanzar esta meta, pues, se
han priorizado los medios sancionadores como único medio para preservar la disciplina en cárceles.
La potestad sancionadora de la administración penitenciaria encontraría fundamento en la “relación
de sujeción especial que vincula al interno con la administración penitenciaria”, vinculación que sin
embargo, no desconoce a la persona interna como sujeto de derechos fundamentales. El fin último
de esta atribución se encontraría en la necesidad de mantener la convivencia pacífica y corregir las
conductas que no respeten esta meta.
FALTAS DISCIPLINARIAS
El Decreto Legislativo N° 654, Código de Ejecución Penal en el artículo 23° establece: "incurre en
falta disciplinaria el interno que infringe las disposiciones establecidas en este capítulo", así como
en su Reglamento en los artículos 76º a 81º.
Referente a la medida disciplinaria de aislamiento habría que tener en consideración lo siguiente:
¿todos los internos estarán en condiciones psicobiológicas de resistir una sanción de esta
naturaleza?. Entonces se hace imperativo, aunque la norma no lo establece, un examen médico
previo que determine que la persona se encuentra en condiciones de resistir tal medida.
FALTAS GRAVES.
Se consideran faltas graves:
1. Impedir o entorpecer el tratamiento de los demás internos.
2. Poner en peligro su propia seguridad, la de los otros internos o la del Establecimiento
Penitenciario.
3. Interferir o desobedecer las disposiciones de seguridad.
4. Poseer o consumir drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o bebidas alcohólicas.
5. Poseer armas, explosivos o cualquier objeto de uso prohibido en el Establecimiento Penitenciario.
6. Realizar actos contrarios a la moral.
7. Instigar o participar en motines, huelgas o desórdenes colectivos.
8. Intentar evadirse del Establecimiento Penitenciario.
9. Agredir a cualquier persona que se encuentre en el Establecimiento Penitenciario.
FALTAS LEVES.
Son faltas disciplinarias leves:
1. Negarse a trabajar o a asistir a las actividades educativas, sin justificación.
2. Transmitir o permanecer en zonas prohibidas del Establecimiento Penitenciario, sin autorización.
3. Emplear palabras soeces o injuriosas en el trato con las demás personas.
4. Dañar o dar mal uso a las instalaciones del Establecimiento Penitenciario.
5. Incumplir las disposiciones sobre alojamiento, higiene, aseo, horario, visitas, comunicaciones,
traslados y registros.
6. No presentarse cuando sea requerido por las autoridades del Establecimiento Penitenciario.
7. Incumplir las demás disposiciones sobre el Régimen
Penitenciario que establece el Reglamento.
PRESCRIPCION DE FALTAS DICIPLINARIAS
El Reglamento del CEP, establece en el artículo 81º que las faltas disciplinarias leves prescriben a los
cuatro meses y las faltas disciplinarias graves a los ocho meses. Consideramos que dada la micro
jurisdicción en que se desenvuelven los hechos, es exagerado el plazo de prescripción estipulado
por los legisladores, atendiendo a que la sanción a imponerse por la comisión de una falta
disciplinaria al transcurrir el tiempo establecido diluye el sentido de la sanción. Valga la oportunidad
mencionar que a diferencia del Reglamento actual, el Reglamento del CEP de 1985, establecía plazos
menores; así preveía en su artículo 4° que las faltas leves prescriben al mes, y las faltas graves a los
seis meses.
RECURSOS IMPUGNATORIOS
A diferencia del Reglamento del CEP de 1985, este actual reglamento establece como medio
impugnatorio e sanciones el recurso de reconsideración, que es procedente interponerlo ante la
misma autoridad que emitió el fallo sancionador; es decir, el Consejo Técnico Penitenciario, en el
término tres días, el que debe ser resuelto en dos días.
De igual forma y en el plazo de un día hábil luego de notificada la resolución de sanción puede
interponer recurso de apelación ante el mismo Consejo técnico Penitenciario, quien en un plazo de
cinco días elevara el expediente a la Dirección regional del Instituto nacional Penitenciario, quien
resolverá en un plazo de cinco días hábiles.
SANCIONES.
SANCIONES DISCIPLINARIAS
De conformidad al artículo 27°, sólo pueden imponerse las siguientes sanciones disciplinarias:
1. Amonestación.
2. Privación de paseos o actos recreativos comunes, cuando corresponda, hasta un máximo de 30
días.
3. Limitación de las comunicaciones con el exterior hasta un máximo de 30 días.
4. Privación de permisos de salida hasta un máximo de 60 días.
5. Aislamiento hasta un máximo de 30 días, siempre y cuando durante su aislamiento no cometa
otra falta disciplinaria, donde puede ser prorrogada por 15 días más, no siendo mayor de 45 días en
total.
Este aislamiento es de aplicación en los casos en que el interno manifieste agresividad o violencia y
cuando reiteradamente o gravemente altere la normal convivencia en el establecimiento
penitenciario.
La presente sanción se cumple previo informe médico, el que puede suspender o modificar la
sanción de acuerdo al estado de salud del interno. Este informe médico debe entenderse no sólo
para garantizar el estado de salud en el momento a aplicar la sanción, sino que debe pronosticar si
al imponerse aislamiento por cierto tiempo no va afectar la salud del interno.
El aislamiento no es aplicable en los siguientes casos:
- A la mujer gestante.
- A la madre que tuviera hijos consigo.
- Al interno mayor de sesenta años.
El lugar de aislamiento puede ser el que ocupa habitualmente el interno o el que determine la
administración penitenciaria, generalmente es práctica común separar a los internos de sus
compañeros y ubicarlo en ambientes diferentes, los que cuentan con los servicios necesarios que
no atenten contra la dignidad del interno sancionado.
PROCEDIMIENTO
El novísimo Reglamento del Código de Ejecución Penal, en los artículos 82º 89º establece el
procedimiento para imponer sanciones a los internos, proceso que en poco difiere del establecido
por D. S. N° 012-85-JUS (artículos 35° al 57°), Reglamento del Código de Ejecución Penal de 1985,
Decreto legislativo No. 330.
Entre las características más saltantes se puede anotar:
- Escrito
- Sumario
- Se inicia a instancia de la Administración Penitenciaria o por denuncia.
- El interno denunciado puede presentar escritos de descargo ante el Consejo Técnico, puede buscar
defensor de su elección.
- El encargado de las investigaciones es el Jefe de seguridad.
- La investigación no puede durar más de quince días.
- Elevará un Informe final al Consejo Técnico.
- El Consejo Técnico, previa deliberación, impondrá la sanción pertinente en proporción a la falta
cometida, la que debe constar en acta de consejo debidamente motivada y notificada al interno.
4. VISITAS Y COMUNICACIONES
ASPECTOS GENERALES
Reglamento del Código de Ejecución Penal.
Artículo 19.- El interno tiene derecho a recibir visita personal y a comunicarse con sus familiares y
amigos en forma oral y escrita, en los ambientes acondicionados en los Establecimientos
Penitenciarios, de acuerdo con el horario y medidas de seguridad establecidas por el Consejo
Técnico Penitenciario, salvo orden judicial de incomunicación.
Artículo 20.- El Consejo Técnico Penitenciario de cada Establecimiento Penal determinará el número
máximo de visitantes a que tiene derecho cada interno, de acuerdo con la capacidad y seguridad
del penal.
Artículo 21.- Las visitas no deben interferir en las actividades del régimen interno de cada
Establecimiento Penitenciario. Los visitantes respetarán el orden y la disciplina, y deben
comportarse correctamente.
Artículo 22.- El visitante deberá identificarse e indicará el nombre del interno que visita. La
Administración Penitenciaria llevará un registro de visitantes. Cada Establecimiento Penitenciario
establecerá los métodos y mecanismos para el control del ingreso y salida de los visitantes y de sus
pertenencias.
El Director del Establecimiento Penitenciario adoptará las medidas pertinentes a fin de garantizar el
respeto a la dignidad de los visitantes.
Artículo 23.- Los visitantes quedan sujetos a revisión personal y corporal previo a su contacto con
los internos. La revisión íntima se hará únicamente cuando existan indicios razonables de intento de
introducción de objetos prohibidos que atenten contra el régimen Reglamento del Código de
Ejecución Penal penitenciario.
La revisión se realizará en ambientes cerrados en forma separada para varones y mujeres, por el
personal de seguridad del mismo sexo que el visitante. Está prohibido, bajo responsabilidad filmar
o tomar fotografías durante revisiones íntimas.
La revisión corporal deberá efectuarse respetando la dignidad de las personas, en condiciones de
salubridad.
Artículo 24.- Cuando exista indicio razonable de que se pretende introducir algún tipo de objeto,
bebida, droga, medicina o cualquier otro elemento prohibido, el personal de seguridad solicitará el
apoyo del personal médico o paramédico, si lo hubiera; en su defecto actuará bajo su
responsabilidad. De estos hechos deberá darse cuenta inmediatamente al representante del
Ministerio Público y al Director del Establecimiento Penal, para proceder a la revisión corporal en
zonas íntimas.
Artículo 25.- La revisión corporal de un menor de 18 años de edad, además deberá ser realizada en
presencia de su padre, madre o persona mayor que lo acompañe.
Para la revisión corporal en zonas íntimas, se procederá de acuerdo con lo establecido en el Artículo
23 y en el Artículo 24 del Reglamento. Se dará cuenta al Representante del Ministerio Público, en
aquellos supuestos en que deba ser convocado.
Artículo 26.- Los envases u otros objetos que pretendan ingresarse al Establecimiento Penitenciario,
no podrán ser de vidrio ni de metal, salvo autorización por motivos excepcionales. Éstos se abrirán
y revisarán cuidadosamente, en condiciones de rigurosa higiene.
Cuando el visitante lleve consigo algún objeto cuyo ingreso no esté autorizado, será retenido por la
Administración Penitenciaria previo recibo y le será devuelto a la salida, bajo responsabilidad.
Si la posesión del objeto constituye delito, se pondrá en conocimiento el hecho y el objeto a
disposición de la autoridad competente, de forma inmediata.
Artículo 27.- Las visitas se realizarán en los lugares señalados para tal efecto. Si la infraestructura
del establecimiento penitenciario no lo permite, la visita podrá efectuarse en los patios o en los
ambientes que ocupan los internos.
Artículo 28.- Las visitas en los establecimientos penitenciarios se realizarán en forma ordinaria y
extraordinaria.
Artículo 29.- Las visitas ordinarias se realizan tres veces por semana. Los días de visita de varones y
mujeres serán establecidos por el Consejo Técnico Penitenciario de cada establecimiento
penitenciario. El horario de visita será de ocho horas cada día, salvo lo establecido en los regímenes
cerrados especiales.
El Consejo Técnico Penitenciario podrá autorizar el carácter mixto de las visitas en ocasiones festivas
extraordinarias y como estímulo al buen comportamiento y siempre que se disponga de las
condiciones necesarias de seguridad.
Artículo 30.- Las mujeres embarazadas, las madres con niños menores de tres años, las personas
adultas mayores de sesenta años y las personas con discapacidad que vengan de visita, deberán ser
atendidas preferentemente. En tal situación, tendrán prioridad en el ingreso y egreso a todo
establecimiento penitenciario.
Artículo 31.- Son visitas extraordinarias las que concede el Director del Establecimiento
Penitenciario fuera de los días y horas de visita ordinaria. La visita extraordinaria tendrá una
duración máxima de 2 horas y terminará obligatoriamente antes de la hora de encierro. El
interesado deberá presentar una solicitud que contendrá los datos del visitante y del visitado, así
como las razones que fundamenten su pedido.
Artículo 32.- Se concederá visita extraordinaria en los siguientes casos:
32.1 Cuando el visitante proceda de otra localidad o país.
32.2 Por enfermedad del interno, si está hospitalizado en el servicio de salud del establecimiento
penitenciario o en un centro sanitario público o privado.
32.3 Por fallecimiento o grave enfermedad de un familiar del interno dentro del tercer grado de
consanguinidad o segundo por afinidad debidamente probados.
32.4 Por trámites urgentes que garanticen su derecho de defensa.
32.5 Por cumpleaños del interno, siempre y cuando acredite buena conducta, certificada por el
Consejo Técnico Penitenciario.
32.6 En casos especiales debidamente acreditados.
Excepcionalmente, en los casos de los incisos 32.2 y 32.3, el Director del Establecimiento
Penitenciario podrá autorizar la visita extraordinaria fuera del horario establecido en el Artículo 31
del Reglamento.
Artículo 33.- El Presidente de la República, los Congresistas y Ministros de Estado, los Magistrados
del Ministerio Público y del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo y los miembros del Consejo
Nacional Penitenciario, en el ejercicio de sus funciones, podrán ingresar a los establecimientos
penitenciarios, previa identificación, en cualquier día y hora de la semana.
Los representantes del Cuerpo Diplomático acreditados en el país, representantes del Comité
Internacional de la Cruz Roja u otros Organismos No Gubernamentales, podrán ingresar a los
Establecimientos Penitenciarios, previa autorización del Director del Establecimiento Penal, Director
Regional o cualquier miembro del Consejo Nacional Penitenciario, para lo cual dirigirán su pedido
por escrito a la autoridad penitenciaria respectiva, especificando los motivos de su visita.
Artículo 34.- La visita de menores de edad se efectuará cada 15 días los sábados y domingos. Los
menores deberán estar acompañados del padre, madre, tutor, o en su defecto por una persona
adulta, debidamente identificada.
Los niños y las niñas menores de doce años podrán ingresar acompañados de la persona mayor a
que se refiere el párrafo anterior, en los días en que a ésta le corresponda. Se salvaguardará,
empero, la periodicidad a que se refiere el primer párrafo de este artículo.
Artículo 35.- Cuando el interno tenga a su cónyuge o conviviente, padre, madre, hermanos o hijos
recluidos en un Establecimiento Penitenciario, la Administración Penitenciaria, autorizará la visita
familiar periódica de acuerdo a los siguientes criterios:
35.1 En caso de internos recluidos en ambientes distintos de un mismo establecimiento
penitenciario, y que no tengan un contacto permanente, el director autorizará una visita familiar
cada quince días.
35.2 En caso de internos recluidos en establecimientos penitenciarios adyacentes, la visita será
autorizada por el director del establecimiento penitenciario del interno visitado, cada quince días.
35.3 Cuando los internos se encuentren recluidos en establecimientos penitenciarios de una misma
localidad o provincia cercana, la visita será autorizada por el director del establecimiento
penitenciario del interno visitado, con una periodicidad de sesenta días.
Artículo 36.- Los internos extranjeros podrán comunicarse y ser visitados por los representantes
diplomáticos o consulares de su país de origen o con las personas que ellos designen.
Los internos extranjeros cuyos países no tengan Representantes Diplomáticos o Consulares
acreditados ante el Estado Peruano, podrán comunicarse con el Representante Diplomático del
Estado que se haya hecho cargo de sus intereses o en su defecto con representantes de Organismos
Internacionales.
Artículo 37.- La Administración Penitenciaria promoverá el acceso a la información de los internos,
facilitando el ingreso de periódicos, revistas y libros, con la autorización del Consejo Técnico
Penitenciario, previa solicitud del interno. Asimismo facilitará el ingreso de aparatos de radio y
televisores, que se instalarán en las áreas comunes de los pabellones para el acceso de todos los
internos; el horario de su utilización será fijado por el Consejo Técnico Penitenciario.
Además, incentivará la instalación de teléfonos públicos en cabinas que se instalaran en los
establecimientos penitenciarios, a excepto en los de Régimen Cerrado Especial de máxima
seguridad. El Consejo Técnico Penitenciario establecerá el horario de uso, cuyo control estará a
cargo del personal de seguridad.
En consecuencia, se encuentra prohibido por parte de los internos el uso de cualquier otro servicio
de telecomunicaciones que permita la transmisión de voz y/o datos, distinto a los teléfonos públicos
y locutorios instalados para tal efecto.
Artículo 37.- La Administración Penitenciaria promoverá el acceso a la información de los internos,
facilitando el ingreso de periódicos, revistas y libros, con la autorización del Consejo Técnico
Penitenciario, previa solicitud del interno.
Asimismo facilitará el ingreso de aparatos de radio y televisores, que se instalarán en las áreas
comunes de los pabellones para el acceso de todos los internos; el horario de su utilización será
fijado por el Consejo Técnico Penitenciario.
Además, incentivará la instalación de teléfonos públicos en cabinas que se instalaran en los
establecimientos penitenciarios, a excepto en los de Régimen Cerrado Especial de máxima
seguridad. El Consejo Técnico Penitenciario establecerá el horario de uso, cuyo control estará a
cargo del personal de seguridad.
En consecuencia, se encuentra prohibido por parte de los internos el uso de cualquier otro servicio
de telecomunicaciones que permita la transmisión de voz y/o datos, distinto a los teléfonos públicos
y locutorios instalados para tal efecto.
Las comunicaciones que se efectúen utilizando los servicios de telecomunicaciones, transgrediendo
este artículo, constituyen comunicaciones ilegales no amparadas por el marco legal vigente.
Está prohibido el ingreso a los establecimientos penitenciarios de equipos terminales, y sus
componentes, correspondientes a los servicios de telecomunicaciones, tales como equipos
celulares, satelitales, radios transceptores, y cualquier otro que permita la transmisión de voz y/o
datos.
Artículo 38.- Para el ingreso o salida de la correspondencia, el portador o el remitente deberá exhibir
al personal de seguridad el contenido de la misma, debiendo asegurarse que el contenido no sea
perjudicial para la seguridad.
En caso de Régimen Cerrado Especial toda la correspondencia será revisada en presencia del interno
o el portador, por el personal de seguridad.
Artículo 39.- La incomunicación dispuesta por una autoridad judicial o por medida disciplinaria, se
cumplirá en los términos en que se haya dispuesto. Durante su vigencia, el interno no tendrá
comunicación o visita, salvo bajo los alcances previstos en el ordenamiento jurídico.
5. BENEFICIOS PENITENCIARIOS
CONCEPTO.
Según, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su 23º edición, la palabra
beneficio aparece (Del lat. beneficium). Y, el terminó penitenciario se refiere a las medidas que,
articuladas como derechos en el marco penitenciario y con el fin de facilitar la reeducación y la
reinserción social del recluso, permiten la reducción de la duración de la condena o el
adelantamiento de la libertad condicional.
Los beneficios penitenciarios son incentivos, estímulos y recompensas, que de una parte permiten
la reducción de la condena, es decir, aminorar el tiempo de la pena privativa de libertad, que le ha
sido fijada al interno en la sentencia condenatoria, y de otro lado, mejora las condiciones de
detención del interno.
Este tipo de recompensas son fijadas y concedidas en la actualidad de una parte por el Instituto
Nacional Penitenciario, tal es el caso de (Visita Intima, Redención de pena por Trabajo y Educación,
Permiso de Salida y otros beneficios penitenciarios,) y, por los Órganos jurisdiccionales en el caso
de (Semilibertad y Liberación Condicional), teniendo en cuenta el cumplimiento de los requisitos
exigidos por el Código de Ejecución Penal Peruano y el comportamiento, convivencia social,
tratamiento penitenciario y desempeño del interno en el establecimiento Penal.
La concesión o denegación de los beneficios penitenciarios de (Semilibertad y Liberación
Condicional), debe sustentarse en la existencia o no de la confianza en que el magistrado que una
vez puesto en libertad, el interno o interna no volverá a delinquir.
Ello en correlación, con el Acuerdo Plenario 9/97 Artículo Primero.- "El Juez para conceder o denegar
los beneficios penitenciarios de Semilibertad o Liberación Condicional, puede sustentar su decisión
en todos los elementos técnico– penitenciarios, en los aportados por el peticionante y los referidos
a las condiciones personales del interno, los que deben ser objeto de una apreciación lógica - Critica
e Integral, en base a los principios rectores que orientan el sistema y tratamiento penitenciario".
Asimismo; respecto al concepto de beneficios penitenciarios.
El Articulo Nº 165 del Reglamento del Código de Ejecución Penal Peruano, refiere: "Los beneficios
penitenciarios son estímulos que forman parte del tratamiento progresivo y responden a las
exigencias de individualización de la pena, considerando la concurrencia de factores positivos en la
evaluación coadyuvantes a su reeducación y reinserción social.
PERMISO DE SALIDA.
PERMISO DE SALIDA.
La regulación del permiso de salida no es muy antigua. Podemos encontrar entre sus antecedentes
al Decreto Ley Nº 175881 de 1969 contemplado en su artículo 22º, posteriormente el Decreto
Legislativo Nº 330 de 1985 en su artículo 51º otorgaba el permiso de salida para los internos por un
término de hasta 48 horas; en la actualidad nuestro Código de Ejecución Penal, Decreto Legislativo
Nº 654, que en su artículo 43º otorga el permiso de salida por un plazo de 72 horas.
Es una institución del Derecho de Ejecución Penal, por el cual se autoriza al interno a salir del centro
de reclusión por un breve período de horas o días.
Para ELÍAS NEUMANN el permiso de salida es "un avance penológico considerable y sus resultados
son provechosos, siempre que se otorguen con tino mediante una adecuada fiscalización. Consiste
en permitir por distintos motivos a uno o más reclusos, el abandono temporal del establecimiento
donde se alojan, para trabajar durante el día en oficinas, talleres e incluso organismos ministeriales
o municipales sin que nada denote su procedencia; en segundo lugar pro razones de humanidad a
fin de calmar la ansiedad del condenado derivada de circunstancias familiares (enfermedades graves
o muertes); en tercer lugar, para armonizar las necesidades sexuales; etc."
Esta interacción ayuda al interno a no sentirse prisionero y lejano de la sociedad, de tal forma que
al momento de egresar del establecimiento penitenciario los lazos con la sociedad no se vean
afectados y que su comportamiento en su nueva vida de libertad no se vean perturbados por el
hecho de verse privado de su libertad o el recuerdo de su reclusión penitenciaria.
La concesión del permiso de salida no es una decisión tomada a la deriva por la autoridad
penitenciaria, es necesario que concurran en ella ciertos requisitos y causales de procedencia;
debido a que, lo que se busca no es poner en riesgo a la sociedad con la presencia de un recluso
peligroso y lejano de ser rehabilitado, sino, que esta medida contribuya a su tratamiento y le dé
cierto avance en su rehabilitación.
IMPORTANCIA.- El proceso de reinserción del interno a la sociedad encuentra un apoyo importante
en este beneficio. El tratamiento penitenciario, se encuentra complementado con la interacción
efectuada por el interno con su familia o con la sociedad a través de las salidas transitorias del
establecimiento penitenciario motivadas por el deseo de trabajar como una persona en libertad, o
por nacimiento de un hijo, enfermedad, entre otros.
MODALIDADES.- En la doctrina penitenciaria se distinguen dos modalidades:
Salidas Transitorias o Permisos de Salida Ordinarios; por los que se autoriza a los internos a salir del
centro de reclusión, cada cierto tiempo y por un número de horas determinado, para visitar a sus
familiares, generalmente en determinada fase del régimen progresivo, siempre que no constituya
un riesgo para la sociedad y sea provechoso para su rehabilitación. Puede ser salidas cada fin de
semana que se conceden en la última etapa o el tercer grado del régimen abierto.
Permisos de Salidas Extraordinarios; permiten la salida del interno por causas humanitarias y en
forma excepcional, en cualquier etapa de la ejecución de la pena, de acuerdo al criterio del Director
del establecimiento.
En nuestra legislación, en la mayoría de los casos se trata de permisos de salida extraordinarios para
salir del centro penitenciario hasta por un lapso de 72 horas.
CASOS EN QUE SE CONCEDE PERMISOS DE SALIDA EN EL CEP. PERUANO.- Estos permisos se
conceden al interno procesado o sentenciado, por el Director del establecimiento penitenciario, en
los siguientes casos:
Enfermedad grave, debidamente comprobado con certificado médico oficial, o muerte del cónyuge
o concubino, padres, hijos o hermanos internos.
Evidentemente que los fundamentos de este permiso para salir del establecimiento penitenciario
son de carácter humanitario, y debe ser autorizado por un plazo perentorio, siempre que se cumpla
los requisitos exigidos. Además hay que anotar que se trata de un permiso especial o extraordinario,
que no está basado en hechos o necesidades frecuentes, permiso al que probablemente muchos no
se podrían acoger al no darse las condiciones que la justifiquen.
De las condiciones, la relativa a la enfermedad grave puede ser materia de duda, ya que en este
caso interpretamos que el propósito del texto legal es facultad tal permiso cuando se halle en riesgo
la vida del familiar, aun cuando este estado sea consecuencia por ejemplo de un accidente laboral,
automotriz o de cualquier índole. Mientras que puede darse el caso de enfermedad grave como un
cáncer, un TBC, entre otras, pero que dada la evolución del mal en dicho momento no está en peligro
inmediato la vida del paciente, porque el mal está controlado.
Otro aspecto problemático es el concerniente al vínculo familiar de tipo conyugal. En el caso de
estar conformado por las formalidades legales del matrimonio no habría mayor dificultad para
acreditarse, pero en los casos de "concubinato", reconocidos tardíamente a partir de nuestra
constitución del 79, pero que no fue considerado por el CEP. De 1985 y si por el vigente, su
acreditación puede ser materia de discusión.
Nacimiento de hijos del interno; la razón para concederse este permiso es también comprensible,
sin embargo existe algunas situaciones de conflicto. En una interpretación extensiva se entiende
que se trata de hijos producto de un matrimonio o de un "unión de hecho", o de alguna otra forma
de relación no estable que da lugar al nacimiento de un vástago, y que por tanto el interno padre se
acoge a este permiso. Nosotros consideramos que las dos primeras situaciones de paternidad avalan
claramente la posibilidad de este permiso, y que en el tercer se tendría que acreditar
fehacientemente en cada situación, para evitar simulaciones.
Para realizar gestiones personales de carácter extraordinario que demanden la presencia del interno
en el lugar de la gestión. Esta es una condición probablemente sujeta a interpretaciones más
diversas y factible de ser aplicada irregularmente, como ha ocurrido en diversos casos, dada la no
precisión de que es gestión personalísima de carácter extraordinario.
Para realizar gestiones con el propósito de la obtención de trabajo y alojamiento ante la proximidad
de su liberación. Debemos precisar en ese caso el tiempo que supone "la proximidad de su
liberación" que podría ser entre uno o dos meses antes y no periodos más lejanos por razones
compresibles.
Este es el único caso en que prácticamente casi todos los reclusos podrían solicitar estos permisos
de salida, excepto los condenados a cadena perpetua. Sin embargo en la práctica es relativamente
poco requerido, probablemente debido a que un número importante de internos sale del
establecimiento carcelario, meses o años antes de cumplir su condena, mediante los beneficios
penitenciarios de semilibertad o liberación condicional, lo que da lugar a que muchos internos no
recurran a este permiso.
Los tres primeros casos son realmente extraordinarios o excepcionales, y sobre todo los dos
primeros son aleatorios. El cuarto no es un permiso extraordinario sino que puede ser considerado
ordinario. Sin embargo, tales permisos regulados por el CEP., son para casos excepcionales y debería
ampliarse o incluirse el permiso de salida ordinario o salida transitoria, de tal forma que sea factible
su accesibilidad para un mayor número de internos y en forma más periódica.
Al respecto ALEJANDRO SOLIS ESPINOZA; "propone un inciso adicional "5"que estipule lo siguiente;
"para visitar a sus familiares, siempre que tenga domicilio u hogar conocido, cada treinta o setenta
días, de conformidad con su conducta y el tiempo de pena cumplido que no debe ser inferior al
exigido para la liberación condicional".
AUTORIDAD QUE LA OTORGA.- La autoridad encargada de otorgar estos permisos de salida es el
Directo del establecimiento penitenciario, pero dando cuanta al Ministerio Público y en su caso al
Juez que conoce del proceso. El CEP. De 1985 estableció dicha potestad al Juez de Ejecución Penal,
pero la vigente ley al eliminar dicho magistrado y probablemente con la esperanza de alcanzar
mayor celeridad en el trámite de este beneficio, que por razones obvias requería una resolución
rápida, encargó al Director del establecimiento carcelario, que se halla en contacto más cercano y
permanente con el interno, la decisión de resolver este pedido.
El Director puede conceder el permiso solicitado o bien denegarlo. En el primer caso debe señalar
ciertas reglas o recomendaciones, y sobre todo adoptar las medidas necesarias de custodia durante
la salida del interno, bajo responsabilidad.
Generalmente el interno sale bajo vigilancia de dos miembros del INPE o policías. Además es
importante que se le otorgue una constancia que justifique, ante cualquier autoridad que los
requiera, su permanencia fuera del establecimiento.
En caso que se le deniegue el permiso de salida, el interno puede plantear un Recurso de
reconsideración ante el mismo Director quien debe resolver en un término perentorio.
6. BENEFICIOS PENITENCIARIOS
LA SEMI-LIBERTAD:
Convencida la humanidad, por los hombres abocados al problema penitenciario que el trabajo es
un elemento de rehabilitación, apareció, primero en la mente de los penitenciaristas. y luego en la
propia realidad la necesidad de implementar el trabajo como elemento rehabilitador para la
persona privada de la libertad, posteriormente de acuerdo a la progresión y al cumplimiento de las
normas del tratamiento, se concibió que una parte de la pena impuesta se cumpliera en la
comunidad libre, esto como elemento resocialización. De allí surgió lo que hoy llamamos el beneficio
de la semilibertad.
Con la transformación del fin de la pena se transforma de igual manera los períodos carcelarios en
más humanista y reivindicadora, con este objetivo aparecen para eso una serie de instituciones,
primero a cargo de la Iglesia, luego de particulares y, finalmente, del Estado. Los más importantes
lo constituyen los institutos con regímenes progresivos, ya sea del coronel Montesinos, la de la
servidumbre penal inglesa y el progresivo propiamente dicho que tiene como su penúltima fase la
semilibertad.
En nuestro medio, hasta comienzos del presente siglo, no teníamos el concepto cabal de la
implementación de dichos métodos en el tratamiento penitenciario.
"No se tenia el menor concepto de reformabilidad ni adaptabilidad del penado. El caer al presidio
significaba la muerte para la sociedad. Las generosas protestas de Beccaria no eran conocidas sino
por uno o dos hombres de estudio" (Mariano Felipe Paz Soldán).
Recién en 1901 se nombra una comisión para que reforme el reglamento de la penitenciaría. Fue
una ocasión excelente para introducir postulados científicos en nuestro sistema penitenciario.
Con la dación del Código Penal en 1924 se da un gran paso, abordando la reforma penitenciaria;
pero el concepto de semilibertad recién se pone de manifiesto mediante la Ley 10129 de 1945,
adoptándose la libertad progresiva.
La semilibertad como se concibe ahora surge por primera vez en la legislación penitenciaria peruana
en 1969 con el Decreto Ley 17581, "Unidad de normas para la ejecución de sentencias
condenatorias": siendo, por lo tanto, esta normatividad la que consolida el sistema progresivo
penitenciario y dentro de ello al beneficio de la semilibertad cuya concesión estaba referida
teniendo en cuenta el Código Penal Vigente en ese entonces, de 1924. a las formas o modalidades
de pena impuesta: así por ejemplo: Un sentenciado a pena de prisión o penitenciaría, podía acceder
a este beneficio al cumplir el 50% de la pena impuesta y en los casos de relegación, con un mínimo
y máximo al cumplir la mitad del extremo máximo, y en lo consecuente a la pena de internamiento
era procedente al cumplir 15 años. De esto se colige que el otorgamiento de la semilibertad en sus
inicios, dependía de la modalidad de pena impuesta al sentenciado. Independientemente al
cumplimiento de una parte de la pena, esta norma exigía como lo es a la fecha, el no tener proceso
pendiente con mandato de detención y haber observado buena conducta durante su permanencia
en el establecimiento penal > contar con el contrato de trabajo en la comunidad libre.
El beneficiado con la semilibertad según el Decreto Ley 17581 egresaba del establecimiento penal,
para trabajar en la comunidad, en condiciones similares a las de la vida libre, obligándose, al final
de la jornada laboral, a retomar al establecimiento penal para efectos de control y pernoctar en él.
La situación descrita precedentemente determinó la inconveniencia que conllevaba el retorno
nocturno del interno, luego de la jornada laboral del beneficiado al establecimiento penal de origen;
que en el caso de Lima se centralizaba en el establecimiento penal del "Sexto", por cuanto los
internos que se acogían a este beneficio, proveniente de los penales de Lurigancho y Frontón, tenían
que concurrir por las noches al establecimiento penal de sentenciados "El Sexto", ubicado en el
corazón de la ciudad con sobrepoblación, de alrededor de 1 200 internos, siendo su capacidad para
sólo 300 lo que determinaba un lugar no adecuado para los internos que gozaban de este beneficio,
quienes, encontrándose durante el día sin custodia en la comunidad, tenían la obligación de regresar
a este centro penal, con el consiguiente peligro que para su seguridad personal conllevaba.
Siendo la semilibertad un beneficio que se basa en el autocontrol y autodisciplina, la inconveniencia
de su reclusión nocturna en un establecimiento penal cerrado, determinó que durante la gestión
del Ministro de Justicia Enrique Elias La Rosa, se dispusiera que los internos en semilibertad de los
penales de Lima metropolitana pasaran a ocupar lo que en ese momento se calificó como la "Casa
de Semilibertad" esto ocurrió en octubre de 1 981 donde gracias a un convenio entre el Ministerio
de Justicia y el Ministerio de Guerra éste último cedió en uso al Instituto Nacional Penitenciario un
local ubicado en el Distrito de San Miguel de Lima donde inicio sus funciones la referida "Casa de
Semilibertad" para los varones, con resultados positivos y favorables, pues, de 23 internos que
existían en ese momento con el goce de este beneficio, a 1 991 año en que se promulga el Código
de Ejecución Penal vigente y cierran las casas de semilibertad tanto la casa de San Miguel para
varones cómo la de Surquillo para mujeres, se superaba los 600 internos acogidos a este beneficio,
cifra que demostró, a todas luces el desarrollo de ese régimen.
La imposibilidad económica del INPE de contar con ambientes, en los conos norte, sur, centro y este
de Lima, que pudieran albergar a los internos en semilibertad y el desconocimiento de la verdadera
finalidad de este beneficio determinaron el cierre de las casas de semilibertad, constituyendo este
hecho un retroceso en el avance de la concepción y función de este beneficio, por lo que se hace
imperativa la reapertura de las casas de semilibertad, en las que jamás se dio un hecho de sangre,
a pesar de que los internos que en ella se albergaban eran tanto de mínima, mediana y máxima
peligrosidad, ello debido fundamentalmente a que la casa de semilibertad funcionaba con un
mecanismo distinto al de un establecimiento penal, en el que ya no era factible la presencia de
personal policial, sino de personal penitenciario con varios años de experiencia que le daba al mismo
tiempo, solvencia para entender la real dimensión de este beneficio y comprender los problemas
de cada interno.
Independientemente, a significar lo positivo de las casas de semilibertad, en cuanto al número de
internos que albergaban, debe mencionarse la solidaridad existente entre los beneficiados, basados
en la cooperación y ayuda mutua. Estos factores positivos determinaron, posteriormente, la
apertura de casas de semilibertad en diferentes puntos del país, fundamentalmente en las capitales
de departamentos, con resultados igualmente favorables.
El Código de Ejecución Penal, promulgado mediante Decreto Legislativo 330, trajo una novedad en
el campo de los beneficios penitenciarios de pre-libertad, al crear la figura del Juez de Ejecución
Penal, que como miembro del órgano jurisdiccional con rango de un Juez de Primera Instancia era
el encargado de conceder la semilibertad, previo dictamen del Fiscal Provincial: este magistrado
tenía la sede de su juzgado en el propio establecimiento penal y conforme a las atribuciones y
funciones que este Código le concedía en los artículos 147 y 148 intervenía no sólo en la concesión
de los beneficios penitenciarios sino en el funcionamiento, trato, alojamiento, seguridad y respeto
a los derechos humanos del interno al interior del penal. Sin embargo, a pesar de la importancia que
revestía este magistrado en el campo penitenciario y a las funciones que se le habían asignado, a la
vigencia del nuevo Código de Ejecución Penal de 1991. dejaron de existir corno tales promoviendo
un vacío que con ocasión de este trabajo se ha podido comprobar la urgente necesidad de
implementar los Juzgados de Ejecución Penal, en todos aquellos establecimientos penales que
cuenten con más de 100 internos, para que en el caso de los beneficios penitenciarios de pre-
libertad, sean ellos los que en forma oportuna y adecuada, declaren la procedencia o improcedencia
de los mismos, explicando, en su caso, al intento sobre las causales de la denegatoria con el objeto
de evitar posteriores solicitudes reiterativas sobre el mismo beneficio con las implicancias que
derivan de la tramitación y formación de los expedientes; lógico es. la designación de los Jueces de
Ejecución Penal debe traer consigo también la de los Fiscales Provinciales de Ejecución Penal a fin
de canalizar las solicitudes de beneficios penitenciarios no sólo con celeridad sino pero al mismo
tiempo con el conocimiento cercano del tratamiento y conducta del interno, así como para resolver
los casos de hospitalización o atención medica cuando la situación lo amerite.
La eliminación de la figura del Juez de Ejecución Penal a la vigencia del Decreto Legislativo 654
motivó que la autoridad judicial encargada de la concesión de este beneficio sea el Juez Penal que
conoció el caso; lo que en el transcurso de estos últimos años se ha visualizado como aspecto
negativo, pues al producirse los traslados para cumplimiento de condenas hacía establecimientos
penales de otra jurisdicción, el trámite se ha convierta en engorroso y al mismo tiempo oneroso de
forma tal que ha llevado a la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial a disponer que el conocimiento
en Lima Metropolitana de este beneficio sea de conocimiento de los jueces que tramitan los
procesos de reos en cárcel, lo que de alguna forma ha aliviado la tramitación de este beneficio.
Habiéndose eliminado las casas de semi-libertad a la puesta en vigencia del nuevo Código de
Ejecución Penal, el control de los internos acogidos a este beneficio se realiza en su propio domicilio,
situación ésta que fue adoptada por la comisión revisora de este Código, en virtud de ser la familia,
el elemento integrador más importante para el interno y el núcleo dentro del cual fácilmente el
beneficiado puede ubicarse: sin embargo, a fin de no perder la esencia y finalidad de este beneficio
que requiere definitivamente control, es indispensable retomar el funcionamiento de las casas de
semi-libertad con una normatividad adecuada, que no sólo permita el control, sino programar
actividades de los beneficiarios en provecho de la comunidad como podrían ser el pintado de
colegios, universidades o habilitación de carreteras, mejoramiento de jardines y parques para crear,
en la sociedad apertura hacia el hombre egresado del establecimiento penal y favorecer a la
reinserción social adecuada, que es, en definitiva, la razón de ser del tratamiento penitenciario y de
los mecanismos de pre-libertad como de semilibertad.
CONCEPTO.
La semi-libertad constituye, dentro del contexto penitenciario, un beneficio al cual puede acogerse
el interno sentenciado que cumple el tercio de la condena impuesta en la generalidad de los casos
y dos terceras partes en los delitos contemplados en el artículo 46 del Código de Ejecución Penal,
referido a delitos graves, tales como sedición, rebelión, etc.
La semilibertad, como beneficio penitenciario, se considera como un incentivo para el interno
sentenciado, que le permite egresar del establecimiento penal, tanto para trabajar como para
estudiar, es un mecanismo de pre-libertad. concedido por el órgano jurisdiccional competente,
teniendo en cuenta la buena conducta observada durante su permanencia en el establecimiento
penal, en razón a la favorable evolución lograda dentro del tratamiento adoptado para su
rehabilitación y posterior reinserción a la sociedad.
Este beneficio se ubica en el sistema progresivo, en la tercera etapa: esto es. en la prueba, estadio
en el cual se comprueban las acciones de tratamiento y rehabilitación llevadas a cabo en el
establecimiento penal, y cuya probanza es necesaria determinar mediante la libertad controlada
como es la semi-libertad llamada también por los internos simplemente libertad vigilada lo que
califica a este beneficio, como un factor de estímulo para el interno, capaz de autogenerar una
disciplina vital para la conservación del orden y la posibilidad de una convivencia pacífica dentro del
establecimiento penitenciario y. posterior reinserción, a la comunidad libre.
La finalidad de la semi-libertad. es permitir la libertad anticipada del interno sentenciado, como un
mecanismo eficaz tendiente a la rehabilitación.
La mayor parte de la legislación comparada determina que para acceder a la semi-libertad, el interno
debe haber cumplido previamente una parte de su condena bajo régimen cerrado o semiabierto.
La semi-libertad como mecanismo de pre-libertad para el sentenciado, constituye uno de los medios
de tratamiento en libertad bajo determinadas reglas de conducta establecidas en la resolución
concesoria.
7. BENEFICIOS PENITENCIARIOS
LIBERACIÓN CONDICIONAL:
De los diversos sistemas que se han practicado, probablemente el que brinda una mayor facilidad,
para la aplicación de la liberación condicional, es el progresivo, por las siguientes ventajas:
Preparar al hombre para el goce de la libertad en forma gradual, evitando el cambio brusco de
ambientes que se producen en otros regímenes penitenciarios.
Es un factor que estimula y fortalece la buena conducta del interno en el establecimiento penal,
como mecanismo que le permite a la administración un mejor gobierno del centro penal.
Favorece la readaptación social del interno, enseñándole la manera de afrontar el peligro que
entraña el usar su propia libertad: por esta razón se ha dicho que la liberación condicional es un
ensayo de vida libre.
Constituye la liberación condicional uno de los mejores medios de resocialización del hombre
recluido y la forma a través del cual se puede efectivizar la comprobación de la conducta observada
en prisión y la que se observará en la comunidad libre.
Dentro del sistema progresivo, es un eficaz termómetro, mediante el cual la pena privativa de la
libertad cumple su función social, porque ve en el hombre que posee una conducta evolutiva y no
estática, que le permite poner en práctica con la liberación condicional, su reingreso a la comunidad,
de la cual fue separado momentáneamente, en forma gradual.
Merced a la liberación condicional se puede efectuar una mejor individualización de la pena, pues
como dice Reymond Salcillas: "La individualización hecha por el Juez en la sentencia todavía es
demasiado genérica es decir, sólo aproximada y, por lo tanto insuficiente".
Este instituto permite conocer mejor al delincuente y determinar con mayor exactitud el momento
en que el encierro ha dejado de ser necesario y. consecuentemente, el momento en que la
liberación debe efectuarse. Pero, también algunos han considerado que la liberación condicional
favorece la hipocresía de los penados, que se comportan correctamente para obtener la libertad
cuanto antes; a esto se debe agregar, que la práctica demuestra, en parte, que esto es cierto, porque
es notorio que algunos internos empiezan a observar buena conducta en los meses próximos a la
obtención del beneficio: pero el fundamento de la liberación condicional es que no se basa en la
reforma civil, sino moral del condenado, porque no interesa si esto se funda en el cálculo y el interés
del penado, sino, únicamente ofrezca garantías de un correcto comportamiento. Lógicamente, para
el logro de esta finalidad, es preciso que en las pasiones exista un control verdadero de las diversas
manifestaciones del interno, que permita distinguir fácilmente la corrección verdadera de la
simulación hipócrita.
Algunos detractores de esta institución se han apoyado en el hecho de que su aplicación en ciertos
países ha dado lugar a abusos con el fin de descongestionar las cárceles; sobre este particular, no
consideramos que la liberación condicional busque en absoluto el despoblamiento de las prisiones,
sino que su fundamento está centrado básicamente en la rehabilitación y reincorporación paulatina
del penado, dentro de la etapa de la prueba del sistema progresivo adoptado por el Estado Peruano.
CONCEPTO.
La liberación condicional se concibe como la última etapa del sistema progresivo penitenciario,
ubicada en la fase de la prueba; se puede definir también como el ciclo de la probanza en el medio
libre de las acciones rehabilitadoras llevadas a cabo en el establecimiento penal; por ello, se ha
considerado en la doctrina como uno de los mejores medios de tratamiento en libertad, que surge
como una nueva concepción del sentido de la pena que busca la reinserción y reincorporación del
penado a la sociedad, en forma gradual, a fin de evitar el choque y, muchas veces, frustración que
produce la libertad definitiva, entendido cuando la familia ni la comunidad están preparadas para
recibir al egresado de prisión, creando rechazo que. a la postre, puede significar la vuelta a la
actividad delictual, jugando, en este sentido la liberación condicional, un papel fundamenta] en el
proceso de rehabilitación del penado, proporcionándole apoyo que posibilita la reinserción positiva
y adecuada al medio social.
La liberación condicional, como su propio nombre indica, no es una libertad definitiva, sino una pre-
libertad otorgada al penado durante el cumplimiento de la condena pues, el liberado condicional
sigue siendo un condenado hasta el cumplimiento total de la pena. Es cierto, que el beneficiado,
con la liberación condicional, se emancipa del establecimiento penitenciario: pero su
condicionalidad está sujeta a reglas de comportamiento que lo obligan a cuidarla.
Se determina en la doctrina, como en la práctica, que la liberación condicional se basa en la
autodisciplina y autocontrol del interno, que lo obliga a cumplir las reglas impuestas en la resolución
concesoria del Juez, pues, de lo contrario, tiene la amenaza constante de la revocatoria que
dejándola sin efecto, produce el retorno al establecimiento penal con las consecuencias que de ello
se derivan, tales como no poder acceder a este beneficio por la condena que ha sido materia de
revocatoria. Sobre este particular trataremos más adelante en forma pormenorizada, indicando las
causales y los efectos que ésta tiene.
La liberación condicional, como mecanismo de pre-libertad, se funda en la presunción de enmienda
del penado, que se deduce del comportamiento observado durante su permanencia en prisión; esta
presunción es la que nos lleva a afirmar que, en el campo penitenciario, jamás se puede aseverar
que el penado está plenamente rehabilitado, no siendo posible determinarlo por la propia
complejidad del ser humano; por esta razón, es que se presume que la conducta observada durante
su permanencia en prisión será la que mantenga en libertad, pues, en el campo penitenciario se
tiene que entender que el interno puede fingir buen comportamiento para aminorar su
permanencia cobrando siempre vigencia el pensamiento: "Que el peor delincuente es el mejor
recluso"; esto limita a alguien que, por lo menos, ha excursionado por prisiones, afirmar
positivamente respecto a la conducta posterior al regreso a la comunidad libre del penado: empero,
coincidimos con Manzini al sostener que la simulación de buena conducta en un tiempo prolongado
de reclusión, permitirá que el interno adquiera, aunque sea en forma simulada, hábitos de
moralidad y trabajo, que aun cuando él no lo haya advertido, habrá aprendido a dominar sus malas
inclinaciones y comprenderá que no le conviene volver al delito.
Una apreciación la encontramos en Milko Flores "La Pena Privativa de Libertad", cuando señala: "La
libertad condicional es el último de los regímenes penitenciarios progresivos, en el que el liberado
sigue siendo técnicamente un penado, aunque su vida transcurre en libertad efectiva, sólo recortada
en algunos sistemas por la vigilancia y sujeción de determinadas restricciones y. en todo caso, sujeta
a la condición de buen comportamiento hasta el momento de pronunciarse el licenciamiento
efectivo.
De allí, precisamente la terminología de "condicional" con que se recoge en los sistemas latinos, o
"bajo palabra" (on parole) en los anglosajones". Al tratar sobre la liberación condicional, más que
hacer una fundamentación y descripción doctrinaria nos referiremos a la utilidad que presta este
instituto, como medio de tratamiento en libertad, indicando además los requisitos, tramitación y
parámetros fijados para alcanzarla.
La liberación condicional es un sistema de prueba de tratamiento en libertad en la que el interno
participa en forma activa en su propia rehabilitación con arreglo a las normas impuestas,
considerándose así, como un excelente método resocializador de ciertos delincuentes, pues, para
los habituales o recalcitrantes y residuales, será sólo un mecanismo de obtención de una libertad
anticipada.
La liberación condicional como medio de tratamiento es importante y provechosa porque libera al
interno de las influencias corruptivas de la prisión, de la amargura de la reclusión y del sentimiento
de odio y rebeldía contra la sociedad que es frecuente entre los recluidos, permitiendo al liberado
el cumplimiento de sus obligaciones familiares, conservando hábitos de buena conducta.
La preparación para la libertad es el fin supremo al que tienden todos los esfuerzos readaptativos
de la sociedad dentro del terreno penitenciario, esto conlleva a un aprendizaje que, para lograr sus
fines, debe siempre actuar en un determinado ambiente y, para lograr sus objetivos, tiene que tener
en cuenta la formación y gradual readaptación del interno.
RESPONSABLE DE SU CONCESIÓN.
IMPORTANCIA Y JUSTIFICACIÓN.- Lo que estima la ciencia penitenciaria, es evitar que exista el
problema sexual en el interno del Establecimiento, por ello se debe buscar medidas alternativas a
la prisión, a fin de que las penas no sean muy largas y evitar las abstinencias sexuales prolongadas.
La actividad sexual debe ser controlada al interior de Establecimiento, el problema genera un
problema social, porque la población penal en su mayoría son de estratos bajo y en descontrol.
REQUISITOS PARA SU AUTORIZACIÓN.- El código vigente no es muy explicito al respecto, solo indica
algunas generalidades, dejando al reglamento la precisión respectiva. Sin embargo consideramos
que su concesión requiere el cumplimiento de ciertas condiciones como las siguientes:
El procedimiento se inicia con la solicitud dirigida al director del establecimiento penitenciario
indicando los datos de identidad de su pareja;
Copia simple de partida del matrimonio civil o religioso o cualquier otro documento que acredite la
relación de convivencia;
Observar buena conducta por parte del interno
Informe médico favorable, que certifique que el interno no adolece de enfermedades de
transmisión sexual, para prevenir riesgos de contagio de alguna enfermedad
Certificado médico de fecha reciente expedido por el área de salud en el que se indique que él o la
cónyuge o conviviente no adolezca de enfermedades de transmisión sexual
En la doctrina penitenciaria se recomienda que este beneficio se cumpla en un ambiente especial
que se denomina VENUSTERIO, bajo supervisión del personal penitenciario encargado para ello. Sin
embargo, en nuestros centros carcelarios los internos no tienen una actitud favorable frente a dicho
ambiente especial, prefiriendo que las visitas intimas se efectúen en sus propias celdas.
Si la solicitud fuera declarada improcedente el interno puede interponer recurso de apelación, el
mismo que será resuelto por el Consejo Técnico Penitenciario en un plazo no mayor de cinco días
hábiles.
PROCEDIMIENTO.- Respecto a su procedimiento, éste se inicia con la solicitud del interno al Director
del Establecimiento Penitenciario, quien lo remitirá al Órgano Técnico de Tratamiento para su
evaluación y verificación en un plazo no mayor de diez días. Con su opinión, el director resolverá lo
solicitado en un plazo no mayor de tres días hábiles.
AUTORIDAD QUE CONCEDE ESTE BENEFICIO.- Según nuestro CEP., es el Director del centro
penitenciario, quien debe disponer lo concerniente para que previamente se efectúen los exámenes
médicos y la orientación en planificación familiar.
RECOMPENSAS.
Nuestra legislación penitenciaria estatuye, que cuando la conducta del interno demuestre
solidaridad y responsabilidad, bien es su desenvolvimiento personal o en la actividad organizada del
centro carcelario, se le estimulará mediante recompensas.
ANTECEDENTES.- Se encontraba regulado en el Código de Ejecución Penal de 1985, en su artículo
60º que ante la evidencia de actos que denotan en el interno espíritu de compañerismo, trabajo y
sentido de responsabilidad tanto en el comportamiento personal como en la actividad organizada
del establecimiento, éstos serán estimulados mediante un sistema de recompensas que se
determinará en el Reglamento. Este reglamento publicado el 16 de junio de 1985, mediante Decreto
Supremo Nº 012-85-JUS establecía en su Capítulo IV, Sección 6, señalaba taxativamente las
siguientes recompensas:
Mención honorífica, cuyo acto de entrega se efectuaba con la presencia de las autoridades del
establecimiento, siendo de público conocimiento.
Autorización para trabajar horas extraordinarias.
Concesión extraordinaria de comunicaciones y visitas
Exoneración de servicios no retribuidos
Empleos en comisiones auxiliares de confianza sin que éstos impliquen funciones autoritarias por
parte del interno.
Obsequios de bienes que pueden ser utilidad para el interno
Otros que determine el directos del establecimiento
Estas concesiones serán anotadas en el expediente personal del interno con expresión de los hechos
que la motivaron; y se otorgaban por el Consejo Técnico de establecimiento penitenciario.
RECOMPENSAS QUE SE PUEDEN OTORGAR.- El código de Ejecución Penal del 1991, mantiene el
mismo lineamiento del anterior código en cuanto a recompensas, las cuales son:
Autorización para trabajar en horas extraordinarias
Desempeñar labores auxiliares de la administración penitenciaria, que no impliquen funciones de
autoridad. La que debe realizar sin afectar las reglas de seguridad
Concesión extraordinaria de comunicaciones y visitas
Otros que determine el reglamento
A su vez el Reglamento menciona a parte de estas recompensas a las siguientes:
Mención honorífica, que será entregada en ceremonia pública por el director del establecimiento
penitenciario;
Obsequios de bienes al interno;
Prioridad en la participación de actividades de carácter cultural, social y deportiva en el
establecimiento penitenciario; y
Las demás que determine el Consejo Técnico Penitenciario.
AUTORIDAD QUE LAS OTORGA.- En este caso se estipula que las recompensas son otorgadas por el
Consejo Técnico Penitenciario, y además se debe anotar en el expediente o legajo personal del
interno.
7. PRESTACIONES PENITENCIARIAS
CONSIDERACIONES PRELIMINARES.
El tratamiento penitenciario nacional, se realiza atendiendo a lo preceptuado en el CEP, dando
prioridad a la educación y al trabajo penitenciario como ejes axiales de tal proceso.
Tal es así que a escala nacional se viene implantando Centros de Educación Ocupacional CEOS,
regentados por personal penitenciario, así como implementando talleres en beneficio de los
internos, orientados a la enseñanza de algún oficio y a la producción de bienes y servicios.
Últimamente el Instituto Nacional Penitenciario, ha sido beneficiado con un programa de apoyo
proveniente del gobierno de Japón llamado NON PROJECT, constituido por talleres de
metalmecánica, carpintería, soldadura, etc.
Sin duda, que este aporte debe ser canalizado no solamente como talleres de enseñanza, sino que
es la oportunidad de constituir en los establecimientos penitenciarios beneficiando a todos unos
centros de producción, donde el interno sea el protagonista y genere ingresos tanto para él como
para la institución como tal.
Según nuestra norma de ejecución penal, el tratamiento penitenciario está a cargo de siete áreas:
Trabajo, Educación, Salud, asistencia psicológica, social, legal y religiosa.
Veamos brevemente cada uno de ellos:
1. AREA DE TRABAJO.
Se asume como función primordial de la administración penitenciaria brindar o crear condiciones
laborales para los internos, que se orienten especialmente a crear en el interno el hábito del trabajo
como medio rehabilitador, y eso nadie lo duda como aspiración legal está excelentemente
redactado en la norma de ejecución penal; sin embargo en la realidad todavía estamos lejos de
poder cumplir con tales aspiraciones, consideramos que en estos tiempos de globalización
económica los centros penitenciarios deben estar dotados de técnicos especialistas que enseñen a
nuestros internos actividades rentables y especializadas, las mismas que tengan mercado; así como
la otra parte administrativa, es decir a gerenciar pequeños negocios que giren en torno a la
economía familiar y así los liberados puedan constituir micro y pequeñas empresas.
Y siendo un poco más atrevidos todavía, se puede pensar en que sea el propio Instituto Nacional
Penitenciario un productor de bienes y servicios, a través de una Unidad Ejecutiva de Producción y
Comercialización e incluso se puede invitar al empresariado nacional e internacional a que pongan
sus ojos en nuestros Establecimientos Penitenciarios y puedan rentar la mano de obra ociosa
existente por el momento.
De igual forma el mercado cautivo existente de los organismos estatales pueden ofrecerse a los
internos de los establecimientos penitenciarios de país, ya sea: en imprenta, construcciones,
servicios generales, etc.
2. AREA DE EDUCACION.
La educación penitenciaria, está orientada a diferentes niveles: básico, profesional y ocupacional.
Para el efecto existen convenios con el Ministerio de Educación y ahora Universidades Privadas.
De igual forma se promueve la educación a distancia.
En esta parte del tratamiento, se está avanzando a pasos agigantados en todos los establecimientos
penitenciarios del país, no solamente brindando educación técnica, sino también artística, ética y
deportiva.
3. AREA DE SALUD
Se establece que todo establecimiento debe tener un servicio médico básico, de igual forma en
aquellos establecimientos que se justifique la necesidad se debe contar con centros especializados.
Los establecimientos penitenciarios deben contar de conformidad al artículo 79° del CEP, de
ambientes destinados a hospital, enfermería o tópico, según sus necesidades, con el equipo e
instrumental médico correspondiente.
Igualmente cuentan con zonas específicas de aislamiento para casos de enfermedades infecto
contagiosas, para el tratamiento psiquiátrico y para la atención de los toxicómanos y alcohólicos.
Asimismo se hace referencia que aquel interno que tenga condiciones puede solicitar a su costo los
servicios médicos de profesionales ajenos al establecimiento penitenciario.
Para concluir, el servicio de salud está orientado a alcanzar, mantener o recuperar el bienestar físico
y mental del interno.
4. ASISTENCIA PSICOLÓGICA.
Este servicio está orientado especialmente a tener una apreciación cualitativa y cuantitativa de los
rasgos psíquicos fundamental de los internos, con una visión amplia de personalidad, dada la
peculiaridad de las personas a tratar, dirigiendo su accionar a explorar y tratar preferentemente
aquellos rasgos psíquicos que la criminología señala como facilitadores del acto criminal.
Nuestro CEP dedica un solo artículo a este servicio, pero consideramos que el trabajo en esta área
debe ser más agresivo, empezando por dotar de más especialistas, dada la importancia de este
servicio como apoyo para el desarrollo de tratamiento y como protagonista del mismo.
5. ASISTENCIA SOCIAL.
Este servicio penitenciario tiene como objetivo apoyar al interno, a la víctima del delito y a los
familiares inmediatos de ambos.
El papel de este servicio en un establecimiento penitenciario, es fundamental, espacialmente en el
apoyo al interno indigente, sabido es que el apoyo a la víctima del delito resulta un poco vanidoso
y hasta utópico, pero no por eso se puede desmerecer el trabajo de esta área.
Si se hace un análisis concienzudo del trabajo encomendado se podrá notar que es fundamental en
el proceso de Resocialización del interno, porque cumple un papel de enlace, de mediador, de
conciliador e incluso hasta familiar, si valga el término, porque está pendiente de qué interno tiene
visita y quién no, está pendiente de las visitas intimas, de canalizar y captar ayuda de los organismos
públicos y privados, así como de personas de buena voluntad y que éstos lleguen a las personas más
necesitadas.
Para el cumplimiento de tan noble objetivo, lamentablemente no existe un fondo adicional que
consideramos imprescindible para el cumplimiento de sus funciones.
Si bien en nuestro Sistema Penitenciario Nacional, no se ha implementado el servicio sociológico
como parte integrante del tratamiento penitenciario, pero sí se ha hecho con el servicio de
asistencia social, que difieren en contenido.
Así este servicio – Asistencia social- está orientado a brindar asistencia al interno y a su familia e
incluso a la víctima del delito, pero no pasa de ahí, de asistencial siendo su principal objetivo evitar
el rompimiento del binomio interno - familia, así como de conseguir apoyo social ante la liberación
y también al liberado.
Siendo conscientes que la sociología es una ciencia nueva, y que en nuestro país recién está
germinado, no es óbice para que si existe la posibilidad, pese a no estar contemplado en la norma,
se utilice como parte del tratamiento. Pues en otros realidades ya existe y su papel fundamental
parte de que la personalidad está influenciada por una serie de factores socio culturales y que es a
través de estos flujos como puede encontrarse una explicación de la variaciones individuales dentro
del campo de la conducta desviada.
Entonces, a nuestro modo de entender las cosas, y siendo el objetivo central del tratamiento la re-
socialización del interno, urge la necesidad de este servicio que nos ayude a comprender al interno
en el contexto social de donde proviene y también nos explique el marco social mescolantico de los
establecimientos penitenciarios.
6. ASISTENCIA LEGAL.
El objetivo central de este servicio es: brindar asesoría legal al interno y asesorar técnicamente a la
Administración de aquel. Asume de manera preferente la defensa del interno indigente.
La Asistencia legal entonces tiene tres campos de acción:
a) El asesoramiento a la Administración Penitenciaria, en la materia de su competencia, en este
sentido estará dirigida tanto a la Dirección, a la Administración y también a seguridad.
b) Al interno en forma general, respecto a inquietudes, sobre su proceso, formas de conseguir su
libertad, notificaciones, beneficios penitenciarios, etc.
c) La defensa del interno indigente. Cuando el establecimiento está ubicado en grandes ciudades,
ésta se ve reducida al mínimo pues ahora existe, a cargo del Ministerio de Justicia, la defensa de
Oficio, en este sentido solamente canalizará estas solicitudes a dicha institución siendo opcional la
defensa, pues no existe prohibición alguna para no realizarla. Siendo otra la realidad en provincias
donde la carga procesal es voluminosa y la defensa de oficio está reducida al mínimo.
Ley 27019 (23.12.98) Ley que crea el Servicio Nacional de la Defensa de Oficio. D.S.N° 005-99-JUS.
Reglamento de la Ley que crea el Servicio Nacional de la defensa de Oficio.
7. ASISTENCIA RELIGIOSA.
Orientada a garantizar la libertad de credo, establecida en la Constitución Política del Estado. Pero
más allá de ser éste su objetivo, ésta ha tenido resultados loables en la recuperación de la persona
que delinque.
Tal es así, que se puede decir que la mal llamada "teoterapia" está de moda, implementada ahora
en la mayoría de establecimientos penitenciarios, a cargo de sacerdotes y pastores evangélicos.
Está orientada a reforzar, a crear una conciencia moral en el interno que fortifique su actuar social.
EL TRABAJO PENITENCIARIO.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
TRABAJO
Artículo 104.- El trabajo en los establecimientos penitenciarios es obligatorio para los internos
sentenciados como medio terapéutico adecuado a los fines de la resocialización. El trabajo:
104.1 No tendrá carácter aflictivo.
104.2 No será aplicado como medida disciplinaria.
104.3 No atentará contra la dignidad del interno.
Los internos procesados podrán participar voluntariamente en la actividad laboral del
establecimiento penitenciario.
Artículo 105.- El trabajo es un elemento indispensable para la rehabilitación del interno. Debe
propiciar un carácter creador o conservador de hábitos laborales, productivos y terapéuticos, con el
fin de procurar al interno una opción laboral competitiva en libertad.
El trabajo penitenciario no genera vínculo ni relación laboral algunos.
Artículo 106.- La administración penitenciaria promoverá el desarrollo de la actividad laboral con la
participación de los gremios profesionales y empresariales, la sociedad civil y la cooperación técnica
internacional.
Artículo 107.- Las actividades artísticas, intelectuales y artesanales y otras de carácter laboral
efectuadas por cuenta propia o por la administración penitenciaria, serán supervisadas y
controladas por el Área de Trabajo del establecimiento penitenciario.
Las actividades que forman parte del tratamiento, serán programadas y controladas por el Órgano
Técnico de Tratamiento.
Artículo 108.- El Instituto Nacional Penitenciario a través de la Oficina General de Tratamiento,
dirige, organiza y supervisa la producción y comercialización de bienes y prestación de servicios de
los internos en los establecimientos penitenciarios a nivel nacional.
Las entidades que organicen las mismas actividades deberán contar con la aprobación del INPE.
Artículo 108-A.- En el caso de Establecimientos Penitenciarios entregados en concesión al Sector
Privado se precisarán, en el contrato de concesión respectivo, las facultades y limitaciones del
concesionario en materia de dirección, organización y supervisión de la producción,
comercialización y prestación de servicios de los internos.
Artículo 109.- El trabajo penitenciario puede ser individual o colectivo; en ambos casos, el INPE
establecerá el horario y la producción mínima para efectos de las evaluaciones periódicas y la
redención de la pena.
El interno podrá constituir, cuando reúna los requisitos, formas societarias conforme a ley, siempre
que no esté inhabilitado para el ejercicio del comercio.
Artículo 109-A.- El trabajo penitenciario en el caso de Establecimientos Penitenciaros entregados en
concesión al sector privado puede ser individual o Reglamento del Código de Ejecución Penal
colectivo; en ambos casos, el Concesionario establecerá el horario y la producción mínima para
efecto de las evaluaciones periódicas.
El concesionario fijará el horario y establecerá el procedimiento de trabajo, conforme a ley, a las
condiciones pactadas en el contrato de concesión respectivo y al presente reglamento en el que sea
aplicable.
Artículo 110.- Para el control de la actividad laboral de los internos, el Área de Trabajo del
Establecimiento Penitenciario deberá llevar los libros que se detallan, debidamente legalizados por
el Secretario del Consejo Técnico Penitenciario:
110.1 Libro de Registro de Trabajo. -Donde deberán inscribirse los internos que se van a dedicar a
la actividad laboral.
110.2 Libro de Planilla de Control Laboral. -Donde se registrará la asistencia diaria al trabajo y las
horas efectivamente trabajadas.
Artículo 110-A.- Para el control de la actividad laboral de los internos, el área de trabajo del
Establecimiento Penitenciario entregado en concesión al Sector Privado requerirá de monitoreo
digital para su registro e inspección, tanto para su retribución como para el cómputo laboral.
En caso el trabajo a que se refiere el párrafo anterior se realice en talleres utilizando los medios
previstos en el numeral 115.3 del artículo 115, serán de aplicación por el concesionario los artículos
110 y 111, en lo que fuera aplicable. Los registros a que se refieren los numerales 110.1 y 110.2
serán debidamente habilitados por el Director del Establecimiento Penitenciario concesionado
Artículo 111.- El producto del trabajo del interno, procesado o sentenciado, se distribuirá de la
siguiente manera:
111.1 10% para costear los gastos que genera la actividad laboral del interno a favor del Instituto
Nacional Penitenciario.
111.2 90% para gastos propios del interno y su familia.
Artículo 111-A.- En el caso de Establecimiento Penitenciario entregados en concesión al Sector
Privado la distribución de los ingresos se fijará conforme al primer párrafo del artículo 67 del Código
y, además, de acuerdo a lo siguiente:
a) En caso el trabajo efectuado por los internos se realice bajo las órdenes, requerimientos y
supervisión impartidas por el concesionario se fijará, en el contrato de concesión respectivo, el
porcentaje de los ingresos de los internos que serán descontados para costear parte de los gastos
que irroguen su permanencia en el establecimiento.
Asimismo, en dicho contrato se establecerá el porcentaje de descuento correspondiente para
amortizar el pago de la reparación civil fijada en la sentencia condenatoria firme, si fuera el caso, y
el porcentaje remanente constituirá recursos propios del interno y su familia.
b) En caso el trabajo sea realizado directamente por los internos utilizando los medios provistos en
el numeral 115.3 del artículo 115 del presente Reglamento, el 10% de sus ingresos servirán para
costear los gastos que genere su actividad laboral y el 90% restantes para gastos propios del interno
y su familia.
Artículo 112.- Los internos podrán prestar servicios auxiliares o de mantenimiento. Estos servicios
comprenden las actividades de cocina, enfermería, lavandería, panadería, almacén, limpieza,
biblioteca, jardinería y otros similares.
Los internos que realicen dichas actividades serán considerados trabajadores ad honorem, con
derecho a redimir su pena por trabajo.
Artículo 112-A.- En los Establecimientos Penitenciarios concesionados al sector privado los internos
podrán prestar servicios auxiliares para la ejecución de obras; mantenimiento y limpieza del
establecimiento penitenciario, así como en servicios auxiliares que comprenden actividades de
cocina, enfermería, lavandería, panadería, almacén, biblioteca, jardinería, atención en el
economato y otros similares.
Los internos que realicen dichas actividades deberán percibir un ingreso por parte del concesionario
y el porcentaje de sus ingresos se distribuirá de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 11-A del
presente Reglamento.
Artículo 113.- Los directores regionales del Instituto Nacional Penitenciario presentan a sus
superiores un informe de los gastos que se realicen con estos ingresos y abrirán una cuenta corriente
en el Banco de la Nación, para el depósito del 10% destinado a sufragar los gastos que genera la
labor del interno. Este monto revertirá a los establecimientos penitenciarios en actividades de
promoción de trabajo, adquisición de bienes y materiales e insumos de trabajo.
Artículo 114.- En caso que el interno concluya su actividad laboral al obtener su libertad o ser
trasladado a otro establecimiento penitenciario, la administración deberá liquidar los montos
abonados por los conceptos señalados en el inciso 111.1 del Artículo 111 del presente Reglamento.
Artículo 115.- Los medios para el trabajo podrán ser proporcionados por:
115.1 La administración penitenciaria.
115.2 Las entidades públicas o privadas a través de la administración penitenciaria.
115.3 Por el interno o sus familiares.
Artículo 116.- La seguridad e higiene, accidentes y enfermedades producidas a consecuencia del
trabajo penitenciario, se regularán por las leyes especiales.
ASISTENCIA SOCIAL.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO V
ASISTENCIA SOCIAL
Artículo 137.- El trabajador social diagnostica, planifica y ejecuta acciones socioeducativas,
asistenciales, recreativas y culturales orientadas a optimizar el tratamiento del interno, la víctima
del delito y los familiares inmediatos de ambos.
Artículo 138.- Además de las funciones establecidas en los artículos 83 y siguientes del Código, son
funciones del trabajador social:
138.1 Promover la restitución, mantenimiento y refuerzo del vínculo del interno con su familia a
través de procesos individuales, grupales o familiares.
138.2 Promover redes de soporte interinstitucional que coadyuven en el tratamiento del interno,
así como canalizar acciones de apoyo al interno de escasos recursos.
138.3 Brindar atención asistencial a los hijos menores de tres años de las internas, a fin de garantizar
su normal desarrollo de su personalidad.
138.4 Emitir informe social para el trámite de las solicitudes de los beneficios penitenciarios, gracias
presidenciales y otros, conteniendo la actual situación socio familiar del interno.
138.5 Participar en el equipo multidisciplinario de los programas de salud.
138.6 Las demás que se deriven de la naturaleza de su función.
ASISTENCIA LEGAL.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO VI
ASISTENCIA LEGAL
Artículo 139.- Los abogados del servicio legal están encargados de prestar el servicio legal gratuito
al interno.
Artículo 140.- Además de las funciones previstas en los artículos 87 y siguientes del Código, los
abogados del servicio legal deberán:
140.1 Asumir la defensa de los internos que requieran asistencia legal y que no cuenten con
capacidad económica para contratar un abogado defensor, hasta que concluya el proceso.
140.2 Solicitar a los diferentes órganos administrativos del Instituto Nacional Penitenciario y otras
instituciones, la expedición de documentos que sean útiles o necesarios para la defensa del interno.
140.3 Asesorar y apoyar al interno en la tramitación de sus beneficios penitenciarios y gracias
presidenciales, así como realizar el seguimiento en su tramitación. Están facultados a interponer los
recursos de impugnación establecidos por Ley.
140.4 Emitir informes jurídicos para beneficios penitenciarios y otros trámites administrativos,
cuando sean requeridos por la administración penitenciaria.
140.5 Asesorar a la administración penitenciaria absolviendo consultas y emitiendo opiniones sobre
aspectos relacionados al tratamiento penitenciario, aplicación de normas y otros que le soliciten.
140.6 Difundir los alcances de la normatividad en materia penal, procesal penal y de ejecución penal
a través de charlas, talleres y otros medios.
140.7 Coordinar la prestación del servicio legal gratuito con otras entidades públicas o privadas.
140.8 Las demás funciones que le encomiende el jefe del Órgano Técnico de Tratamiento o el
director del establecimiento penitenciario.
Artículo 141.- Los abogados del servicio de asistencia legal velarán por el cumplimiento del
procedimiento para ejecutar la libertad del interno, así como realizarán las gestiones necesarias
para la celeridad del proceso penal, la obtención del testimonio de condena y otros documentos
relacionados.
Artículo 142.- Las prácticas preprofesionales de los estudiantes de Derecho y las labores que se
llevan a cabo en el marco del Programa del Servicio Civil del Graduando - SECIGRA, se desarrollarán
bajo la supervisión del servicio de asistencia legal del establecimiento penitenciario, otorgándoseles
para tal efecto la credencial que les permita cumplir eficazmente sus labores ante la autoridad
competente.
La administración penitenciaria y el Ministerio de Justicia promoverán progresivamente la
asignación de estímulos a los practicantes y secigristas que desarrollen sus actividades en los
establecimientos penitenciarios.
ASISTENCIA PSICOLÓGICA.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO VII
ASISTENCIA PSICOLÓGICA
Artículo 143.- El servicio de asistencia psicológica en los establecimientos penitenciarios realiza
acciones de observación, diagnóstico y tratamiento del interno, cuyos resultados forman parte del
informe psicológico respectivo.
Artículo 144.- El servicio de asistencia psicológica emite opinión sobre la progresión o regresión del
interno, en el proceso de tratamiento a fin de que el Órgano Técnico de Tratamiento determine lo
pertinente.
Artículo 145.- La asistencia psicológica realiza consultorías, psicoterapias individuales, familiares o
grupales, con el fin de alcanzar los objetivos del tratamiento penitenciario.
El servicio de asistencia psicológica también desarrolla acciones de investigación sobre la conducta
del interno a fin de elaborar su perfil psicológico.
Artículo 146.- La asistencia psicológica coordina con instituciones públicas y privadas a fin de brindar
apoyo psicológico a la comunidad penitenciaria, con conocimiento del Órgano Técnico de
Tratamiento.
ASISTENCIA RELIGIOSA.
Reglamento del Código de Ejecución Penal
CAPÍTULO VIII
ASISTENCIA RELIGIOSA
Artículo 147.- El interno tiene derecho a practicar libremente la religión que profesa, así como a no
participar en ella.
Artículo 148.- El interno podrá ser asistido por un Ministro o representante de su religión. La
actividad religiosa podrá ser promovida por las organizaciones religiosas e Iglesias a través de
Ministros, sacerdotes, representantes o agentes pastorales.
Artículo 149.- Los miembros de las organizaciones religiosas e Iglesias deberán acreditar su
representación para los efectos del otorgamiento del permiso, antes del inicio de su actividad. Las
actividades de culto, promoción y asistencia a los internos, serán informadas a la dirección del
establecimiento penitenciario a través del servicio social.
Artículo 150.- La administración penitenciaria promoverá el ejercicio del culto y demás actividades
pastorales. Con tal propósito, facilitará el o los ambientes necesarios para su desarrollo. Asimismo,
fomentará la continua colaboración e interacción con los grupos religiosos e iglesias para la
consecución de los objetivos propios de la resocialización.
Artículo 151.- Los grupos religiosos que obtengan permiso de ingreso al establecimiento
penitenciario se sujetarán a las reglas de seguridad y normas internas del mismo.
8. ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS
CLASIFICACIÓN.
EVOLUCIÓN DEL REGIMEN PENITENCIARIO
Existen diversas formas de ejecución de la pena, a la que se puede clasificar teniendo en cuenta
diferentes criterios; tomando para el presente estudio el generalmente aceptado por diversos
autores sobre esta materia, por el Predominio de la Institucionalidad.
REGIMEN INSTITUCIONAL
1.1.1. REGÍMENES CERRADOS.
Llamados así por la dureza de sus normas y porque el recluso desde su ingreso hasta que sale cumple
su pena sin variación alguna.
a. Régimen Celular o Filadélfico.- Llamado también régimen solitario por el confinamiento en celdas
individuales día y noche, desarrollado bajo la influencia de ideas de la penitencia monástica del siglo
XVI. Sepuso en práctica en Filadelfia en la prisión de Walnut Street, creada en 1776.
( 3 ) Grado probatorio: llegan con la aprobación del Consejo Borstal; tienen más prerrogativas,
pueden recibir cartas cada 15 días; leer periódicos, jugar en salones o en campos exteriores. Llevan
insignias.
( 4 ) Grado especial: llegan con previo certificado del Consejo de la Institución que lo acredita,
trabajan sin vigilancia directa, pueden recibir una carta por semana, pueden formar equipos
deportivos, un cigarrillo por día o pueden ser empleados en el mismo instituto como monitores.
Posteriormente, se dan otras expresiones en variantes cerradas, abiertas y otras. Este régimen fue
exitoso.
f) Régimen Progresivo Técnico. Constituido por tres etapas flexibles (no de cumplimiento
obligatorio).
( 1 ) Observación. Que comprende: Diagnóstico - Pronostico - Clasificación - Determinación Prog.
Trat. - EP o Sección del mismo
( 2 ) Tratamiento.
( 3 ) Prueba: se puede trasladar al recluso a sección o establecimiento con autodisciplina y pueden
acceder a beneficios tales como:
- Permiso de salida.
- Redención de pena por el trabajo.
- Semi libertad, o
- Liberación condicional.
RÉGIMEN ABIERTO
"El Régimen abierto se caracteriza por la ausencia de precauciones materiales y físicas contra la
evasión (como muros, cerraduras, rejas, guardia armada u otros guardias de seguridad). Se funda
en una disciplina aceptada y en el sentimiento de responsabilidad de recluso respecto de
la comunidad".17
a) Condiciones:
(1) Selección del recluso.
(2) Emplazamiento de la prisión en el campo o suburbanas.
(3) Trabajo obligatorio.
(4) Idoneidad del personal.
(5) Número de internos adecuado.
(6) Cooperación con la población circundante.
(7) Reglamento Interno, autoimpuesto y libremente aceptado.
ESTABLECIMIENTOS ESPECIALES.
LOS REGIMENES PENITENCIARIOS ESPECIALES
Junto a los regímenes estudiados que podríamos llamar de Régimen común, existen tanto aquí en
el Perú como en otros países regímenes especiales de personas sometidas a restricciones y/o
privaciones de su libertad, como consecuencia de una pena o medida de seguridad que se cumple
en condiciones diferentes a las estudiadas; tal cosa sucede también con los llamados delincuentes
políticos sociales que Seelig llamó "delincuentes convencidos de Fondo político", o ciertas personas
que requieren asistencia y ayudas especiales. A estos agregamos el problema de los menores
delincuentes.
RÉGIMEN PENITENCIARIO.
CONCEPTO DE REGIMEN PENITENCIARIO
Si el Sistema Penitenciario es el todo, el Régimen Penitenciario es una parte y como hemos dicho,
se refiere a la forma en que cada interno debe cumplir su pena. Ello se fundamenta en el hecho de
que existen diferentes tipos de delincuentes que merecen diferentes tipos de tratamiento.
Podemos conceptuar el Régimen Penitenciario como el conjunto de medidas, condiciones y modos
en que se cumple la sanción penal.
PRINCIPIOS INSPIRADORES.
Los principios inspiradores del régimen de los establecimientos penitenciarios serán distintos y estarán en
función de las clases y tipos de establecimientos.
En los establecimientos preventivos las normas que regulan el régimen del establecimiento deberán estar
inspiradas en el “principio de presunción de inocencia”. Las normas deberán estar orientadas y regidas por el
principio de “intervención mínima” en el sentido de establecer únicamente las limitaciones estrictamente
indispensables para cumplir el fin de que los internos permanezcan a disposición de la autoridad judicial que
ha decretado el internamiento.
El régimen de estos establecimientos será régimen ordinario o cerrado. Las normas regimentales deben
procurar igualmente que se cumplan los fines personales y humanos de los internos: salud, trabajo, acceso a
la cultura, etc.
En los establecimientos de cumplimiento de penas y medidas de privación de libertad, las normas
regimentales deberán estar inspiradas en el principio de que “son instrumento o medio para conseguir un
ambiente adecuado que haga posible el éxito del tratamiento”. La finalidad de las penas deben estar
orientadas “a la reeducación y reinserción social de los condenados”.
El régimen de los establecimientos de cumplimiento, se han de distinguir tres tipos: ordinarios, abiertos y
cerrados.
En los establecimientos especiales prevalece como principio orientador, el carácter asistencial de los mismos.
9. ADMINISTRACIÓN PENITENCIARIA.
SEGURIDAD.
El término seguridad hace referencia a la obligación del servicio penitenciario de evitar la fuga de
presos. Por otro lado, la vigilancia consiste en mantener el orden y el control en los centros
penitenciarios para evitar incidentes y proteger a los más vulnerables. Las medidas de vigilancia de
las prisiones deberán ir acompañadas de un sistema disciplinario justo y equitativo.
Entre los medios convencionales de seguridad figuran los muros, los barrotes, las cerraduras, las
puertas, los detectores de movimiento, otros dispositivos tecnológicos y las zonas estériles
perimétricas.
Entre los procedimientos de vigilancia y seguridad se incluyen la clasificación y evaluación, los
registros y las instrucciones operativas permanentes.
Para garantizar la vigilancia y seguridad en las prisiones, una de las prioridades de los directores de
prisiones debe ser clasificar adecuadamente a los reclusos en función de la evaluación de riesgos.
Las medidas de seguridad a las que estén sometidos los reclusos deberán ser las mínimas
imprescindibles para asegurar su debida custodia. Esto permitirá al personal penitenciario vigilar
más eficientemente al número más reducido de reclusos que realmente suponen un riesgo para los
demás. Asimismo, creará un ambiente carcelario lo más humano posible y evitará destinar fondos
de manera innecesaria a garantizar un alto nivel de seguridad para un número elevado de reclusos.
En general hoy día se admite que la vigilancia y la seguridad en las prisiones dependen de la
existencia de un ambiente positivo que propicie la colaboración de los reclusos. La seguridad externa
(para evitar fugas) y la vigilancia interna (para evitar incidentes) están mejor garantizadas cuando
se fomenta una buena relación entre los reclusos y el personal. Esto constituye la esencia de lo que
se conoce como “seguridad dinámica”. (Véase “Los Derechos Humanos y las Prisiones, Manual de
derechos humanos para funcionarios de instituciones penitenciarias”, de la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pág. 53, y el artículo
51.2 del Reglamento de Prisiones Europeo (2006)).
La seguridad dinámica hace referencia a la interacción entre el personal y los reclusos, en el marco
de la cual el personal adquiere un conocimiento del entorno que les permite prevenir fugas e
incidentes.
El concepto de seguridad dinámica incluye:
El desarrollo de relaciones positivas con los reclusos
La canalización de la energía de los reclusos para realizar trabajos y actividades constructivas
La aplicación de un régimen digno y equilibrado con programas individualizados para los
reclusos
La buena conducta y la cooperación pueden fomentarse también mediante un sistema de
privilegios ajustado a las diferentes categorías de reclusos.