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Ángel Martín Ramos, ed.

EN 20 AUTORES CONTEMPORÁNEOS

Franc_;:oise Choay - André Corboz

Giuseppe Dematteis - Robert Fishman

Mario Gandelsonas - Peter Hall - David

Harvey - Francesco Indovina - Rem

Koolhaas - Peter Marcuse - Rosario

Pavia - Nuno Portas - Saskia Sassen

Bernardo Secchi - Richard Sennett

Edward W. Soja - Ignasi de Sola-Morales

Manuel de Sola-Morales - Gayatri

Chakravorty Spivak - Melvin M. Webber

Con la colaboración de: ,. ª'irte'i le!ltu·


I" ' H M
~,111, 11 ,11
Dflmo(.;.'JU.,lli~ lld<Glpmko"

ETSAB-
Escala Técnica
d'Arquitectura
Superior
de Barcelona
m ,
UPC
EDICIONS UPC e 1

UNIVERSITAT POLITECNICA DE CATALUNYA


La ve1sió1 cas.e lana de lvs textos se ha 0001dinado y revisado desde el Deparla1Tientd'U.rbanisme i
01d81\1ci6dfJI Tertiton·do In UPC, en In ETSAe, ·,1 ha eista::lo a cargo oo Á1ge1 ~11artín1 profasorlltola.r
de U1banfs1ica.

Han sido uadu:lloresoolaboradores:


De los eirlículo~ de P.IYJtHI Fish1111t.11, Peter Hall y P~te1 tv11:ucu~e:C1isLi11a Ga1c't:t Za111udiQ.
Do los •rticulos do Giuseppe Demat~is y Boroordo Sooelli: romanilo noo
De los anfculos de Francesco lidoYlna y Rceano Pa>1ia: Catenna Anaslasla.
Do los arnculos do David Haryoy Rerr Koolhaas, Marb Gandolsonas, Saskia Sassen, Richard
Senn~tt y Malvln M. Webter: Jtmn M. Mandi7ab• (con la oolMor•ción de 4RTFI FKU).
Del artículode André Corb~z: Luis Manterole(con ta co•atoraclónde ARTELEKU).
Dol artículo do Gayotn Chokravorty Splvok: ldol<l Glllenea (oon l1l colaboración de ARTELEKU¡.

Les traducloros de los toxtcs províamonto publicados fuoron:


Del articulo de Eoward w. Soja: Adela Barq;ero (pata la re>lsla URBAN).
Del artículode FranQOlse Choa·¡:Juana M. Furró, M. José Furó y César \l;noz (parael CCCB\,

Primera edcl¡)¡\: abril de 200d

Diseno do 10 oobl~no: Ed.;ions ~PC


Foto cublerlll: O NASA· Godjefd Space Fl~lll Cemer Sc1entific Vlsuallzaton S1udlo
Maquetecl6n: C1lstlna Ca1c'a Zllmudlo.

Q Del sd1to1:Ar.gel Ma11n Ramos, 2004

ti Do los Micuros: kl3 ro3p0Cbvoo outoro3, 2004

e Uo ras totogra!las: 10$ rospoctivos autoros 2004

CI Euld1J11• UPC, 200d


Céi<íons do lo Unil·o·s~ot Politécnico do Catalonyn, SL
Jorá Guona Salgado 31, 08034 Barce ona
Tol.: 934 016 883 FUJC: 934 015 835
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I~ 1e~rocoo:i~r tllill O'l~rdc.J ce ;;~lao:ira ::u ::villque·m;¡::i:: o~IOOFldhti~rto c-:imp·i:rdi:l~s n re¡:r~qn1f'.ye ;, 1rc1l~mierr.l r1'.:rmi·
d:), ;¡ !<. ti!lrt'\lión ce fjel"pl.l1~.je !la meioa11E 9l~~i1~1-= orE«amopGbi:)9.
Sumario

lnlro:Jucaón. Una cuesllón sustantiva. de Angel Martin Ramos 7

Melvin M. Webber í1958). La era postcludad 13

André Corboz (1983}. El territorio como palimpsesto 25

ROO.rt Flshman (1987). Más allá del suburbio: el nacím ento del te:noburblo 35

Francesco lndovlna (1990). La ciudad d1f\Jsa 49

Fran~olse Choay (t994}. El reíno de lo ur1>ano y la muerte de la clucad 61

Rem Koolhaas (1994). La Ciudad oenerca 73


5
Peter Marcuse (1995). No caos. sino muros: El postmodernismo y a ciudad compartímentada 83

Edward W. Soja (1995). Seis discursos sobre la postmetrópolls 91

Manuel de SolA·Morales (1996). Contra el modelo de Tetrópolls unlversal. 99


Rosario Pavla (1996). El mlAdr. al cmr.lmíento umano 105

Petar Hall (1997) Megachidades. r.íurtades mlindlales y r.íudartes glohales 117

Saskia Sassen (199S). Las economtas urbanas y el debílltamíento de las distancias 133

Bernardo Secchi (1999). Ciudad moderna, ciudad contemporánea y sus futuros 145

Mario Gandetsonas (11199). La clLdad como objeto de la arquitectura.......... .. 159

Gíuseppe Dematteís {1999). En la encrucijada de la territorialidad urbana.. .. 171

David Harvey (2000). Mundos urbanos posbles . '' '' '' '" .. 177

Gayatri Chakravorty Spivak (2000). Megacíudad . .... 199

lgnasí de Sofá-Morales (2001). Mediaciones e1 la arquitectura y en el paisaje urbano ,,,,,,,,,,,, .207

Richard Sennett (2001 ). El capltalísmo y la ciudad .... . .213

Nuno Portas (2003). De una cucad a olra: perspectivas periféricas " " " " .... .221
Introducción r
Una cuestión sustantiva
Angel Martín Ramos

Observar lo que acontece en el mundo en la cuestión de la de respuesta. en la dimensión enorme de su constitución de


urbanización a finales del siglo XX y principios del XXI se artefacto, a la asociación de factores que las provocan, sin con-
puede ccnvertir en un empeMo nada susceptible de ser percb- cesiones fáciles a tutelas globales y sin encontrar tampoco llrni-
do como cosa simple. tes a la ímovacícn en los registros bajo los que se manifiestan.

El grado de complejidad y el protaqonismo que han adquirido Por otro ado, la urbanización es un fenómeno en expansión
las manifestaciones de naturaleza urbana en el curso cofdiano wnto en lo que tiene que ver con la extensión superficial de los
de los acontecimientos convierte cualquier hecho en potencial territorios afectados por su dominio como en lo que respecta a
expresión o producto di! i!sla laboralorio de la invención qua la población mundial que se asienlll baju la curidiúún urbana.
fuamn y siguen slendo las ciudades. Que las ciudades mutan y De ah' QlJe resulte un mntivo com(m que suscita gran exper.la·
se transforman, incluso rad1calmente, era una realidad conoci- ción la atención a las manifestaciones contemporáneas del oro-
da y constatada, no sin que por ello dejara de sorprender (y ceso de urbanizacón, por su doble condición de fenómeno de
maravillar) la perspectiva del observador: ciudades-fortaleza de trascendencia creciente y de demostrada capacidad de res-
tono y función militar que al poco pasan a ser mercados bcvor- puesta autónoma y de invención en sus recursos.
tes, ciudades-escala en rutas de peregrinadón religiosa que
devienen centros de producción irdustrial, cabezas administra- Claro que esta atención a las expresiones de la urbanización
tivas de imperios extensos que se reducen a poblados m¡;ltre- resulta también de raocc interés por acrecentar los beneficios
chos, estaciones en e desierto que renacen en imperios del que de ellas se derivan. o por acelerar una evolución favorable
ocio, etc, etc. Las transformaciones que pueden experimentar hacia éstos. Que red~ndan -asl se espera- en un mayor pro-
las ciudades demuestran una capac'dad infinita de variedad y greso en uno u otro orden y en la reducción de las secuelas
negativas. A estas alturas de a evolución del mundo urbaniza· En la tradición geográfica de Occidente esto venia a resultar
río, se harte cootar con que las organizar.iones urbanas que el englohado bajo el nombre de "la dudad'. Su identicad y wali·
mundo moderno va conformando no sor nada parecido a una dades eran tales, de tan nítida definición tanto en la realidad
expresión cultural de interés aníropológico (no, en lo funda· fisica como social, que no hacia falta recurnr a olla terminolo-
mental). sino un material do radical intorós para et progreso gla. No obstante, el desarrollo de los medios de comunicación
social general. Activan el desarrollo, motivan la Integración que acompaM a los nenpos de la industrialización provocó
social, movilizan la iniciativa, suscitan la innovación. patrocinan una diversificación de las consec.rendas de-ívadas de la reali·
et bienestar, beqef cían el conocimiento, estimulan la solida~· dad de las ciudades, de modo que parecían advertirse efeclos
dad. enriquecer al inclvlduo, íundamentan el progreso, prevo· no recesartamente llgados a una ciudad ccrcrera que se manl·
can la mezcta de intereses comunes,... de todo ello son capa. restaban aqur y allá con solución de continuidad, o entre las
ces y a todo ello sirven las aglomeraciones urbanas. mismas ciudades. Se recurría, por ello, a :érminos como "el
fenómeno urbano' con los que designar a esa realidad más
Esos artefactosque reunen el mayor grado de complejidad arfi- diversa mediante un recurso lingü'stioo menos preciso y más
ficial presente sobre el planeta, esas masas poco formales de adaptable a circunstancias disciplinares variadas. Por su parte,
construcciones acumuladas con qraoos de cohesión variable y entre las creaciones artificiales del renómeno urbano se haclan
de espectacutar notoriedad y diversidad. esos productos urba· presentes realldades de dlsllrta contextura. Incluso tan cone-
nos de uno u otro tipo. actúan de moteras de primer orden en rentes y concretasque parecían susceptibles de recbir la cate·
la evolución det mundo. coordinados en una relación ¡erarqui· goría de un nombre, pero que no constituían realidad social
zaca o con tos beneficios de una sinergia aleatoria. Crecen al autónoma. El recurso ambiguo a términos como' los productos
resulta¡ solicitados tor crecientes masas de pobladores atral· urbanos" permltla englobar con comodidad e'ectos de un alto
dos. o bien a causa de la concereaclón de actividades ecoré- grado de diversidad y para los que denominaciones Más tradl·
micas que ocupan mas y mas suelo a medida que mejoran sus cionales no resultaban adecuadas. Y también, la complejidad
cualidades, o lambién como consecueacla del incremento del de la acumulación de resultados de la urbanización del lerr to·
nival u11 bianeslar de los ciudadanos, el cual se salislaoo con río, por una l)ijrlij, y la hijlijrOyijnuidad da su naturalij¿a -i;iu
recursos que lmpllcan la expansión flslca. Se transforman ea-a menoscato de su adscripción a un mismo fenómeno-.ocr otra.
continuar ~AtAntanrto una 'unción molrl7 -o funclonAR- en laR lnrtujemn a la 11tlll7aclón dP. tArmlnos talA~ corno "IM aglomAra·
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que se justifique su propia existencia, e incluso compiten entre ciones urbanas", o incluso 'las cosas ureanas' en boca de
ellos por hacerse destinatarios de los beneficios de los limita· Lefebvre, para generalizar en un grado mayor la cobertura de
dos activos disponibles, soen óstos hombros o act1•1idados, un término 9onórico quo omplioba sus corroteccnos hasta ol
personas o máquinas. Se trata de productos hechos por el nivel de lo eíemertaí, para que casi nada pudie'!I quedar f\Jera
hombre que. mas allá de las cualidades afortunadas que con· de su rererencla.
sigan perpetrar en la allanza que pueda es:ablecer la geogra·
na con la creación artincial armónica, ostentan un grado de El. la, los. las. Masculino o remenino. sl.1gular o plural. Sin
belleza notable en el heeho mismo de la producción -en oca· embargo. ni era cusstón de género ni de rurraro lo q~e con
siones Insólita, a veces apaciguadamente seNiclal-, del surgi. tales denominaciones se trataba de identificar. Era. verdadera·
miento de algo que no nace por si solo. sino que es necesario Mente, un concepto poderoso el que se vela alud do con tal
construir con medios costosos además de lo que ya existe. Se nombre. Era una cuestión sustantiva el objeto de tal universo
trata de una belleza bruta, primaria, tal como la definida ya por de referencias.
Alberti' en la adaptación fiel de la arquitectura a las necesda-
des y glosada ahora por diversos autores (por ejemplo. Quizá por ello teteovre recurre al neutro "lo urbano" para huir
Koolhaas, 1994j, que a escala gigantesca despliega su discur- del compromiso de una opción. Cuando lo hace viene a reco-
so de tontas orgánicas como manifestación cardiral de los nocer, por contraste con 1o rural" y 'lo industrial", una realidad
recursos necesarios, de ejerciciode inserción en la naturaleza. con entidad comparable a otras en diversos carnpos.2 En el
de captación de los beneficios del emplazamiento. de genero- campo so:ial, en el de la percepción, en el de los conceptos.
sidad en su desarrcllo y de libre organización espacial. Una en el de la razón, en el de la teoria; pero, en cualquier caso.
belleza orqánka, adaptativa, como presencia intrínseca de una como sujeto creador y como objeto de creación necesitado de
armonía previa dispensadora del guste austero de la satisfac- ser nombrado con un genérico de amplia cobertura. A pesar de
ción ~ti un deslinu, da un uso. [UdU, la íurtlla¿¡¡ dtil lérmirio tradicional -la ciudad- ha Vijrlidu
nacenco de él un recursoeficaz por la versatilidad de su signi·

· De Re Acd.1fjc-J:o.•i,1.Litro VI. 'v'ón&oClloay,F. ltlit;k-c·t+'Cl 1J~xiC10,Peris. Scuit 2 lo'eC·\•fe,H,, La rtvc(~.t.'onurba,i,•;c.Perls. G:<l T111:<1. 1970 1trnc. cast: LO tevo­
193C, ::lji," 1f· 'I SS. j1:ció•18rba?e.Madid. Alianza. 1972. p. 34¡.
ficado. muy cómodo para un uso muy frecuente. Es común a las ap~rtaciones aqul reunidas la atención a lo
urbano en el mundo ccntemporáneo, y su diversidad se expli·
Sin embargo, cuando posteriormente Frarn;oise Choay ha de ca desde la voluntad de oresentar una aproximación a la com-
recurñr nuevamente al poder del neutro 'lo urbano", incluso plejidad de la teoría que aborda hoy el fenómeno de la urbani-
para anticiparle un roinado,3 no lo hace llevada de lo distinción zación con la ayuda de enfoques oomplomcntorios o desde
lefebvriana, sino a causa de la identificación de un eslado que cerspeeuvas diferentes. NI es solamente una cuestión de Indo·
discute la universal referencia de la presencia de la ciudad. con le geográfica o sociológica ni tampoco solamente cultural o
sus atributos propios y su •1ersátil acepción, para aludir a la rea- estrucnrat Pero es algo que afecta a todos esos frentes. Tiene
lidad que se hace presente. Se trata de una excepción y un que •1er con la erlldad de IO que le ha precedido, pero también
momento de un orden diferente. más peculiar y definido, y que está expuesto a la riqueza de influencias de todo lo que tiene
oo sotarente ha sido asimilado por la eminente profesora, sino que ver con e hombre ::orno agente receptor y productor corn-
también presente en los regislros de otros destacados obser- piejo y de infinito ~otencial de diversidad.
vadores que han señalado la necesidad de enlender este tiem-
po sin la corren lradición evolutiva como pauta de lectura con- Se ven reunidas aquí atendiendo al orden cronológico en que
vencional. se produjeron. veinte conllibuciones que significan la presencia
de veinte autores y otras tantas miradas particulares y caracte-
No ha transcurrido un plazo suficiente que haya podido dar pie rísticas. Pero. aunque diferentes. podemos decir que cabe
al alumbrarriento de obras cuyo objeto sea la explicación inte· advertir en ellas algun grado de familiaridad, según la posición
9ral de esta realidad nueva y dls;inta. Tan solo la producción de que adopta el anátsls o el resultado de su aportación al asun-
ciertos adelantados, como Manuel Castells, ha llegado a cor- to. Por ello, podemos entenderlas agru~adas en cuatro corros
vertlr en materia de Identidad propia la perspectiva sobre lo que o plataformas distintas.
se estaba produciendo 4 Sir embargo, han sido abundantes las
incursiones de relevames observadores desde puntos de vista Por un lado, se encontrarlan los autores cuya contribución
¡J11rci~les o asµaci~lill:l~os. Resull~ lógico que las apruximadu- recurrs en m~yor grado a un enfo4w rel~cionado con I~ evolu·
nes al asunto se produzcan <fe este medo. ya que la amplitud cl6n de la clvlllzaclón. refiriéndose a la urbanización y sus efec-
~lll campo disciplinar quA Re va ater.tado por ios hachos es tos dARde una óptir.a glohal que la asimila a un r!lsullado <1f! la
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grande y no admite fáciles simplificaciones: por otro lado, el cultura y de los medios. ?ertenecerlan a este enfoque cultura·
reto de la identificación conceptual planteada se presenta como lista las contribuciones de Webber, Choay, Secchi y Hall.
un ccsero muy atroctivo. Lo oorto os quo ca los ultimos años
este mol vo está dando lugar a aportaciones aisladas de muy Webber, ya desde una fecha anterior. se reterla a la cues-
distintos autores que solo en casos excepcionales se producen tl6n desde una perspectiva asociada a tas nuevas dináml·
en castellano o tienen reflejo en publicaciones en esta lengua. cas de las Interacciones personales que alertaban acerca
Por esta causa, si a la dificultad de una teoría urbanlstlca cor- da la d solución d& la ciudad convencional. Choay, por su
temporánea se afiada a dsparsíon de contribuciones aisladas parte. piensa en positivo y trata de atender a la entidad de
y el escaso eco receptivo de los medios de dilusión en lengua aquellas formas de la ciudad que subsísürán en el mundo
española. resulta que nos encontramos ante el nesgo de pérdi· de lo urbano ante el peso inevitable de los antecedentes de
da para el lector en esta lengua de un episodio relevante de la la ciudad europea y de los losros irreversibles de la civiliza-
produoción teórica que atai\e a las cuestiones urbanísticas de ción occidenta .
nuestro t eroo.
El ejercicio de Secchi, sacio y consecuente, se atreve a fijar
La recopilación reunida en el presente volumen trata de cubrir las bases interpretativos do los hechos, sin rehuir uno ldcnti·
una parte de esa ausencia acercando a lector en castellano ficación sólida y furdada del momento histórico de la cultura
varios artículos y contribuciones que permanecían dispersos europea contemporánea en a que inscribe las bases de
en diferentes fuentes y en sus respectivas lenguas, o bien, ver- acción y de enl~ndi•ni~nlo d~ la causa. Hall, a su modo,
ldas al casíellaru. en muy di~rsos medios, alyurus de dificil snuáooose en un tipo de ciudad especifico. se mueve en la
consulta para el interesado en estas cuestiones. P.Sr.ala que ~ihl•)a la cocumentacíón GP.I fenómeno en el
rrundo. la relativa ductilidac que presenta a la transforma-
ción y una visión pragrrática y exoerta de lo susceptible de
cambio y de gobierno mediante ta incidenc.a de la planifica-
S Choa)•. F. 'Le ttgnc do l'url>Qin el la rncrt de 1.1 •A!lc'. en: lo 'A1.'!:, Pa1ls. Conuc
G. Pompidou. 1194 (incorxrodo t.inbién en c--stc vclur.icn).
ción. Esto no es óbice para que la anonoad de su aproxima-
4 Ak:.rt1.nad11nenle, tambén en C.1$lalh:ioo.Véase. por ejarn¡::;lc:, CafitaJh;.M., l..~ ción al asunto manterga la solvencia y contundencia habi-
C•vdlid .,.,,QM;)(::O't(i.¡tl,r.tallrlc. AIA!'llA. Hm~. tuales en su obra.
En un segundo grupo, sin que ello suponga jsrarona cabe En ra perspectiva europea, mas integrada. Dematteis se detie·
rP.unir a aquP.llos autores r.uya r.ontribur.iíln sA detiene en ta ne en la relevancia que cabe atribuir en la 1ueva oonfigurar.ión
observación del fenómeno vivo en sus cualidades, atrapando la de lo urbano a la traducción temtonal de las redes y las organi-
esencia de aquello nuevo que crea distancia respecto a lo que zaciones en red como sooorte de una nueva pauta de urbani-
se daba por establecido. Aun dentro de la misma posición, dad de rargo determinante. Por su lado, Manuel do Sota-
resulta posible presentar discursos tan distintos como los de Morales atiende a los atributos reales que califican la Jrbaniza·
Harvey, Sassen. lndovina o Koolhaas, que serian los ocupan- ción en la metrópolis contemporánea. más allá de luga-es
tes de esta plataforma fenoménica. oomunes. Y Portas advierte el trecho que representa el cambio
a unas ruevas cualidades de la urbanización por su apoyo en
Haivey reflexiona acerca de los nuevos parémeros y ?aradig- las que le precedieron, poniendo el acento en las ·iras de mayor
mas que informan la manifestación de lo urbano. desde donde fundamento que ran de soportar I¡; reurbaniZ<1Ción necesaria.
llega a plantear las consecuentes perspectivas de acción,
mientras que Sassen ilustra sobre nuevos sentidos que recibe Finalmente, el cuarto grupo de autores tiene en común en sus
lo urbano en la realidad global con capacidad de intensificar oontribuciones la atención al faclor humane como motivo e ilas-
ciertas cualidades e innovar al mismo tiempo. Pcr su parte, traclón de diferencias en lo urbaro del mundo de hoy en tanto
lndovina. con método y razón. se dejene en la Indagación de que agente que filtra y dimensiona el entendimiento del objeto.
los nuevos fundamentos sociales y estl\lcturalesque sustentan En esta plataforma neohumanisla, o subjelivisla, se ubicarlan
las cualidades ce los productos urbanos de nueva caracterira- las aportacicnes de Corboz, Sennell, Gandelsonas, Pavia,
clón, sir evitar la oonsístente dlstanclación de sus antecede~- Splvak. e lgnasl de Solé-Morales.
tes. Y Koolhaas aporta sus impresiones llenas de matices pa-a
tratar de identi~car los atributos de aquello que, slerdo más En coherencia con su discurso crítico, Corboz Insiste en la lec·
unlformizador. sin carácter o localización, esta presente en lo tura del tenitorio corro producto y como proyecto. forma y
urbano contemporáneo. dimensión de una perspectiva de lo urbano con un espesor y
una dijnsidad no indap1lnd1YnlY del peso dtl la hisíona y del
Formarlan parte de un tercer conjumo aquellos autores cuya bagaje cultural del observador. Sennett ofrece la visión del
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Aporlar.lón adopta rAfA'Anr.la~ más rAlar.lonada~ con tas for- camhlo que AxpArlmAnta la vlrta umana. y r.on ella las r.lurta·
mas urbanas en cuestión, en su desarrollo o en su funda· des, situándose en la privilegiada perspectiva de un analisis
mento social. Se tralarfa de una visión más morfológica de lo que repara en la relación intima del ciudadaro con la ciudad en
urbano, no oxont.1 do atención a su soporto ostructural, ol copitolismo poro orlontor lo ~úsquodo do uno razón clorifico-
social, cultural o económico, pero tampoco de visiones evo· dora.
lutlvas motivadas. lntegrarian este grupo, por así llamarlo
morfologista, dos subgrupos, en función de los discursos que Gandelsonas y Pavía, por su parte. aportan su visión de arqui·
desarrollan. A saber, el sungrupo americano (Fishman. rectos, deteniéndose, er el caso del primero. en la trascenden·
Marcuse y Soja) y el europeo (Dematteis, Portas y M. de cia del imaginario urbano como fundamento de la pro:lucción
Solé-Morales). de la ciudad 1rente a la lníluenc,a de la lectura de la ciudad en
la creaciónde Jna actitud receptivaque transforma la interven-
Desde la perspectiva amencena, más abierta e imprecisa, ción sobre ésta. Pavía, por su parte, ubica en el permanente
Fishman incorpora en su teoría del suburbio americano una peso de actitudes derivacas de la experiencia individ~al y
catecorlanueva en la evolución que adopta cualidades propias colectiva de la e udad una influencia determinante en el enten-
y ca paces de transformar las lerarcuías esoac aies de las ciJ· omento de la forma de abordar el Muro de la ciudad. una ciu·
dades y cel territorio. Soja, por su parte. recune a uoa mirada dad con trascendentales retos abiertos.
cargada de fundamentos para ilustrar la procedencia multicul-
tural y polifacética de las innuencias que inc den a distintos Y también esta presente en esta compilación el reflejo de la
niveles y de modos vaiables en las innovaciones que las mani- nlrada que desee la crfbca destacada en el campo de los estu-
festaciones de lo urbano en América acusan y acusarán de dios culturales y comparados (Spívak) y en la teoría del arte y
manera mas consistente. La rotundidad argumental de la arquitectura (l. De Sctá-Morales) se cierne sobre la ciudad,
Marcuse lleva, por su parte, a una reflexión muy justificada aunque sólo sea con cos destacados representantes. Es el
aGe«;a de las rttlaoones potenciales que cabe eslablecer en~e µrnsliy10 dij su bien ganado respeto como analistas en sus res-
las constituciones socia es in:ernas de las aglomeraciones pectivas areas el que aporta tn interés especial a su perspec-
umanas contemporáneas y las realidades espar.i¡¡le.5,que son tiva como complemento de la de los especialistas. Gayatri
causa de desequilibrios muy presentes. Chakravorty Spivak aporta su visión especia izada del poscolo-
nialísmo para ofrecer una perspectiva de matices originales
acerca de lo nuevo que viene a alumhrar una realk1ad urnana
diferente. E lgnasi de Sola-Morales ilust'll con su reflexión una
reconsideración de la expenencia como determinante de la
realidad, en la que los medios adquieren un relevante protago-
nismo y llegan a ser ellos mismos, en la arquitectura y la ciu-
dad, raíz de la realidad contemporánea.

Esta agrupación de los autores por su discurso permite orde-


nar a grandes lineas las apotaeonss aquf reunidas. como una
primera aproximación a los planteamientos de la cuestión No
obstante, al mismo tiempo resulta casi inevitable imaginar este
conjunto de textos como si fueran diélogos cr .rzsdos, algunos
imposibles seguramente, aunque protagonistas de un chorro
de aíi!umentos y contrastes acerca de lo urbano en el mundo
contemporaneo. Es este el tipo de debate que sustertará la
construcción de una teoría urbanistica de nuestro ¡iempo, una
teoria hoy pendiente, pero aquí, en parte, ya latente.

Este ccmpenctlo es una oportunidad derivada de la lnvestlga- Thals Sabola. Krls Scheerllnk. Adolfo So:oca y Fernando van
r.it\n desarrollada en Al Departament d'Urt11mlsm111 Orrlenació WOf.nRel.
oe! Territori de la Universidad Politécnic<1 de Catalu~a. En un
primer momento, las labores desarrolladas se tradujeron en la Para la versión al castellano de los textos se ha contado, ade-
organización y dirscciór de un Taller Internacional en ARTE· más de con la participación de alumnos del Programa de
LEKU, centro de la Diputación Foral de Gu pczcoa en San Doctorado en Urbanismo de la UPC, con la importante colaoo-
Sebastián, en el verano de 2000 bajo e titulo "Transformacio- ración de ARTELEKU, centro de la Diputación Foral de
nes del espacio habitado - Paisajes del fundamento social'. Guipúzcoa en San Sebastián.
Alli se reunió, junto a una treintena de graduados de diferente
procedencia geogréfica y disciplinar, a varios de los autores Se ha de hacer constar nuestro agradecimien:o a los autores,
aq1Jf representados. Y posteriormente se extendieron en tare- que han permitido la reproducción en esta edición universitaria
as de docencia e investigación en la Escuela Técnica Superior de sus textos, y a Eulalia Sarra, su autorización para la indu-
de Arquitectur;¡ de Barcelona dentro del Programa de s ón del artículo de lgnasi de Sola-Morales. También a la
Doctorado del Deparlament d'Urbanisme i Ordenació del Editorial Gustavo G li. al CGntre de Cultura Conlemporania de
Teinloii de la UPC. En esta sede. han sido participantes de Baorelona (CCCB) y a la revista URBAN de Madrid, por aulori-
es:a reflexión los arquitectos Beth Alabern. Caterina zarnos a incluir en esta edición textos que ellos hablan publi·
Anastasia. Leopoldo Benavices. Caries Crosas. Álvaro cado previamente. Y. asimismo. a los autores de las fotograff·
Cuéllar, Luciana de Castro, Cristina García Zamudio, Wilson as, que nos han ofrecido la posibilidad de mejorar la edición
A. Gómez, David Martinez. Marco Muñoz, Fernando Roa. con su trabajo.
La era pos/ciudad

MeMn M. Webber es proiesor emérito je Planeamiento da la


Universidad de California, en Berkeley, y fue director alli del Instituto
de Desarrollo reglo1al y urbano y cel Centro ce investigación del
Transporte. Investigador je las consecuencias de la planificacón de
los traosportes, de la teoria de la planificación y de las implicaciones
en la estructura urbana ce progreso en las técnicas de transporte y
Olmunicación, anunció hace cuarenta años efectos y cemoíos Iras·
cendentales en la cuestión de la urbanización en dos articulos que,
traducidos a diversos idiomas, sentaron época r01der in Diversity:
Community Without Propinquity' i1363) -red cast.: 'El orden en la
diversidac: Comunidad sin proximidad" (1976)·, y 'The Urban Place
and lile Non-place Urban Realm" (196~) -1rad. cast.: "El lugar urbano
y el domimn urbano ucear (1970)·1 y se convirtieron en unas de las
referencias más citadas en Ja teoría urbana cortemporanea.

Su renexlón sobre las posibilidades de la planificación urbanisbca,


mantenida desde di•1ers-0s órganos de exp·esión, y su critica a los
modos y corsecuenclas de la p>a1ificación tradicional fundada en
"necesidades" y 'normas', le llevaron a situar su atencón en las con·
secuencias sociales de acuélla y er la recesidad de onen:ar esta
tarea, come labor continua y empano da 'lo posible", ~acia la validet
de los resullad~s nesde """ persl)(lctiv• progmótica necesariamente
atenta a los cambios c~lturales y sociales.

Do su obra do Interés más global, quedaba por ltaducir al castellano


el a~ict1lo "I he Post.c11y Aoa·, qt1e, en un momontc en cue ~~.uu.
afrontaba cilsls ~;lales Internas, ooronaba una rnflexlón que l)!lrecfa
entrever un cambio da época er la cuesilón de la urbanización.

13

LA ERA POSTCIUDAD'
Melvin M. Webber

Las tradiciones pragmaticas de la vida poutlca norteamericana como consecuencia de m.esras tradiciones pollticas y teorías
nos han llevado a atacar los problemas manifiestos del ina:lecuadas. tendemos a reaccionar exageradame1te ante los
momento con tuer.es dosis de compromiso, pero también a ev1· acontecimientos cotidianos. Cuando una curva empieza a
lar la confrontación a mas largo plazo con las cuest ooes sub- subir, esperamos que siga ast hasta salir por el extremo supe·
yacentes. Los d versos intentos gubernamentales de llevar a rior del gréfoo: cuando empieza a bajar, nos desesperamos
cabo análisis de problemas. proyeccíones y planificaciones de porque pueda desacsrecer por el extremo inferior. Hace una
largo alcance jamás han tenido éxito. Nos queda por implantar década estábamos seguros de que Norteamérica flotaba sere-
en Norteamérica una contra-tradición que, exp orando el futuro, namente en la afluencia de la clase media y que las cosas sólo
im;pir11 una polilica de des~rrullo n~cional. Este lracaso reOeja podían ir a m~jor. Entonces, de ra~enle, cambiarrtU> la irn~gen
en parte el estado actual de las r.ienr.ias sociales. que no han nacional que IP.nlamos de nosotros mlsmos r.l)anc1o de0cuhñ·
desarrollado ninguna teoría predictiva adecuada en la mayoria rnos una enorme poblacion de dase baja y pobreza a gran
de los ámbitos de interés nacional. Da que pensar cue ningún escala. Las manifestaciones de los últimos cinco veranos se
sociólogo predijera la magnitud de la revuelta negra, que nin- han interpretado como ser.alas. bien de un nuevo igualílañsmo
gún urbonisto de antes de lo guerra anticipara los patrones de en Norteamérica, bien de un apa:t/1oid inminente. Pcnsébamos
desarrollo ce las ciudades norteamericanas después de la RUe· que nuestro sistema público de educación era inmejorab e,
rra, y que nadie, y esto es lo más preocupante, haya escrito hasta que el Sputnik nos conmocionó y nos llevó a las reformas
aún futuros a tenativos sistemáticos en un intento de trazar el al por mayor. Estábamos convencidcs de que el desarrolle
posible curso de los acontecimientos en dichos émbitos. suburbano iba a proporcionar hogares decentes para todos, y
ahora estamos corvencidos de que sólo la reconstrucción
• Isadeedodei c1igina: pcbhcado c:n Doot'tw.JS, Jcu1r1o! ,¡ 1110 Att•C't.l~O.r>Ao::dcrtf
o.' Ar:.s rmd Scfcm;os.Oto·ic1968 ep. 1091-'110. inmediata de las viejas ciudades puede salvarlas del desastre.
La era postciudad

No puede caber duda alguna acerca de lo Imperativo de terreno de juego es et oas. Paradójicamente. jus:o en un
enfrentarse a las cJisis actuales asociadas con la ciudad rnn- momento de la historia en que los diseñadorAs de ponticas y la
temporanea. las protestas del ghetto negro deben encentrar prensa mundial están descubriendo la ciudad, «la era de la ciu-
una respuesta humilde, humana e inmediata; y eso requerirá dad parece haber terminado».'
enormes inversiones de capital intelectual y dinero federal. La
escala alcanzada por la empresa actual de construcción y El hecho de no haber sa·oido establecer la distinción concep-
reconstrucción dentro de las ciudades no tiene precedente. tual, bastante simple. entre la ciudad definida espacialmente o
Tendremos que duplicar el ternaño ce nuestras instalaciones área rneíropolaare y los sistemas sociales alli establecidos
flslcas durante los próximos trein~a y cinco años: y también eso empana los actuales debates en tomo a la «Crisis de nuestras
va a exigir un compromiso a gran escala por parte de nuestros oiudades•.2 La confusión deriva en grM parte de las deficien-
recursos intelectuales y financieros. En estos momentos pare- cias de nuestro lenguaje y de la anacronista manera de pensar
ce que esas inversiones están próximas, debido en gran parte que hemos Incorporado de una epoca pasada. Seguimos cere-
a que la cris s actual ha captado la conciencia de la nación, y ciendo ce términos adecuados para describir el orden social
en parte tamb én a que entra dentro de nuestro estilo respon- emergente, de medo que usamos, forzosamente, viejas etique-
der en masa a las emerqencas. tas que ya no son adecuadas. Como los hemos denominado
así, suponemos que tos problemas que se manifiestan en el
Pero seria un desafortunado error. otra repetición de nuestras tnterlor de las ciudades son por ello, en cierto modo, eprobíe-
propensiones nacionales. que vertiérsmos recursos en los pro- mas urbanos». Como las sociedades del pasado estaban
blemas evldertes sin analizar al mismo tiempo las cuestiones estructuradas espacial y localmente, y como las sociedades
subyacentes menos visibles. Un profundo alaboo caracteriza a urbanas sonan estar basadas exclusivamente en las ciudades.
las figuras de nuestros gráficos, mes a mes un g'3n cambio pareoe que seguimos partiendo de la base de que la territoria·
histórico que puede reorganizar el cará.cter de la sociedad lldad es un atributo necesa1o de los sistemas sociales.
urbana en el mundo desarrollado. Eso también debe atraer
nussíra alij11~ión, ya que os cambios próximos puijdijr1 impwir El error ha sidu yrdvtt, y nos ha llevado a buscar sulucio11es
en !al grado la movll·dad social fuMa que nuestros programas locales a problemas cuyas causas no son de origen local, y por
14
df! mejora a r.Mo pta7o podrtan l'!!sultar lneflr.ace~ volvfenno ta tanto no son suRc.11p~hles de tratamiento munlclpal. HemM
vista atrás. Si tal fuera el caso, más nos •1ale tratar de anticipar estado tentados de aplicar instrumentos de corstrucción urba-
esos cambios y cespués modificar nuestros programas de na para corregir desórdenes sociales, y después nos hemos
acción de manera que se ajusten o ellos. quodado sorprendidos al •1or quo no funcionan (nuosf!os oxpo·
rencías con viviendas protegidas para fines terapéuticos, que
se suponia iba.i a curar «patologlas sociales». y con ta rerova-
Urbanización más allá de la ciudad ción ur~ana, que se suponía que Iba a mejorar las condiciones
de vida de los pobres. pueden ser nuestros mas espectacu1a.
Estamos pasando por una rsvoluclón que está separando a los res íracesosj. Hemos prodigado grandes inversiones en Insta·
procesos sociales de urbanización de la ciudad y región fijadas laciones pliblicas, pero hemos desC1Jldado la calidad y distribu·
territorialmente. Como reflejo de la explosión que esté teniendo ción de los servícos sociales. Y hemos defendido y reforzado
lugar actualmente en el campo de la ciencia y tecnología, el prerrogativas autonómicas de los gobiernos locales y esta\ales
empleo está desplazándose de la producción de bienes a los con elaborada retórica y legislación proteccionista.
servicios; la comodidad creciente del íranspcríe y las comuol-
caciones está disolviendo las barreras espaciales para el trate La delincuencia callejera, la pobreza. el desempleo. las familias
social; y los nor.eamericanos están formando comunidades
sociales compuestas por miembros espacialme1te dispersos. 1 l-J 'rdse pcrtcnew a Ovo W.11ti1•dd!u. e:>'\ éllti cuoclu1e su 'lnb·cduwiOn' ul Hxo
do r...1;ix lN(-0.Cr.Tl:c City. NJc va York. 1002. p., S7 \t~4d. cnu .. L.:1 c.~ro'mf.Mod1ij,
Está surgiendo un nuevo uoo de sociedad urbana a gran esca· La Pi~Jeif., 1937. ~¡ bier esa edicón ..e ronteoe b. introdutct<l je- Den
la que es cada vez más dependiente de la ciudad. A su vez, los f,1Rrtind.FJ'1?~. El iam~ se h& estado r.Nul¡;11mdo por 1oda~ parla11 hoy en oi~. Véase
problemas de la ciudad generados por la industrialización tem- ~l•lil::i;:i!i•1t1i\lA. St.t.11 G°"ttt, T;;~Eo11ir'gl•)¿;Clly: A(l!bffl•d R!AAXlJ·. NuA•IA Yo1k, Tilé
Free Press el G·cnox:. 1962. K1.:111cll Súuldlflg 7"110 Ji<::tv1.Vlg of 1J;o TrA'1JJio1ll
prana están siendo sustituidos por otra serie de problemas de Cc1J(11r¡:#le Grcat fr¡:¡•1sit.Ur.. NJC'iJ Yo1k.. Hai>)r Colophcfl 6o:>~s. 1965 {lrn:.
otro tipo. Aparte de contadas excepciones (la nueva polución tau: E( S,~r¡if.v;aX:reJ Sl~11:>XX~ Lr GnJ.i: Tra!'}Sfci6'1, Meji:o. IJTEH:... 19{i6j; Yo1k
aímoslénca es una 11dal;le excepción), las diflcullades 1ecie;1- 'Nillbwn, Dm 1Nit.~"'''"9 Away oi (!la 011~ Tt~cc1loo!ia, 1~':)4; y Jfflat Abu·l 1ughD:1,
''TI);,\ Oly is O!i!jfd-lc<ig U\'& lh~ City•. Ce.•ii~ fer ~.r.rr:lig imd Oe~(o,nmei:•1
tes no son en absoluto problemas relacionados con la localiza· P.CSC{l(('!l. U1i'.'Ctsid.)j do Caiforria. 3crkdc;·. ·195¬ .nlimco.
cíón. Se trata más bien de los prohlemas transitoriospropios de 2 John F1lúdrnc:in presenta una ocla1ociúfl precisa Je ladi$tncllo en 'Tou Ctrioo¡::H
una sociedad-economia-qobiemo en rápido desarrollo cuyo of Urb3112ation ·. UtbOJ) l!f'ki.rs Oi..'Jtfcr,'¡.Vol. 1, N. 4. Jt.nio 1WQ. pp. 78 E4.
La era postciuaad

rotas. los cisturbios raciales. la dro~adicción. las enfermedades que •1isitaban zonas rurales sollan ser rateccs como extraños,
mentales. la delincuencia juvenil... ninguna de las «patnlogias cuyos estilos rte virta y maneras rte pensar resultahan poco
sociales» al uso que marcan la ciudad contemporánea puede familiares. Era difícil recibir noticias del resto del mundo, y ade-
encontrar allí sus causas ni su cura. No podemos esperar mas tenian poca importancia para quienes viv'an la vida local.
inventor trotamicnlos locolcs paro concíeooos cuyos orlgoncs Desde luego que la gente de campo sabia que cnsüa otro
no son de carácter local, ni podemos esperar que gobie·nos mundo en alguna parte, pero pocos lo entendlao, y era algo
definidos territorialmente vayan a resolver eficazmente proble- que sólo los afectaba ce manera indirecta. Las potentes tradi-
mas cuyas causas no guardan ninguna relación con el territo- ciones antiurbanas del pensamiento y politica norteamericanos
rio o la geografía. Los conceptos y metecos de ingenlerla civil tempranos convernan al habitante inmlgranle de una ciudad en
y planifcación urbana adecuados para el diseño de instalacio- un personaje sospechoso cuya tosca manera de ser lo marca-
nes fisicas unitarias no pueden utilizarse para seNir at proyec- ba como no cristiano (cosa qce a veces era cierta). y desde
to de camelo social en una sociedad pluralista y móvil. En la luego no americano. Las clases alias urbanas más sofisticadas
nueva sociedad que surge ahora -con SL ciencia y lecnologia -comerciantes. propietarios de tierra y profesionales- eran
sofisticadas y en rapido avance, su compleja organización igualmenle sospechosas y, po- consiguienle, rechazadas. En
social y sus procesos societarios internamente inte9rados-, la cambio, el comerciante de ciudad de provincias y el granjero
influencia e importancia de la distancia geografica y el lugar que vivla más cerca de la naturaleza eran los auténncos norte-
geografico están en franco declive. americanos de corazón puro qi,e vivlan una vida simpla y natu-
ral.! Como los contrastes entre los modos de vida rural y urba-
Eso constituye, naturalmente, un cambio de lo más notable. A no eran muy agudos. los antagonismos eran reales, y las dile·
lo largo de prácticamente toda la historia humana, le organiza. rancias se hlc aron institucionales a la hora de aplicar pollllcas.
clón socia ha coincidido con la organización espacial. En la Norteamérica estaba marcada por una diversidad de culturas
sociedad preindustrial, los hombres trataban casi exclusiva- regionales y de clase cuyos seguidores se relacionaban con
mente con sus vecinos geografioos. Las comunicadas, econo- poca frecuencia entre ellos, si es que lo heclan.
mlas y gobiijrnos so~1al11s se esíructuraban 1111 lomo al lugar 1111
el Que el trato estaba menos forzado por las rrlcclones espacia· Ahora todo eso ha desaparecido. Los personajes vode'/llescos,
IM. Con la ll~gada de la lnduRtrlall1ar. ón a gr~n escala ourar· paletos y puehl~rlnos, han abanrtonado Al esr.enarln tras la 15
te la segunda mitad del siglo XIX, las restriociones de tipo espa· representación del vcdevil. El granjero urbanizado de hoy ve
cial se erosionaron rápidamente, como consecuencia de las documentales en la televisión, lee los periódicos nacionales y
nueves facil.da·:!os para viajar y ccmunlc~r QJO trnjo consigo la gestiono sus ~octorcas dosdo un dospacho (tal voz olqullodo on
propia industrialización. un edificio de oficinas del centro de la ciudad), mientras sus
empleados conducen los tractores a la vez que escuchan en un
Las contrapartidas Iniciales de la lndustrlalizaclón en los transistor las noticias mundiales del momento. La agrioJltura
Estados Unidos ruaron. en ~rimar lugar. la concentración de la naoe tiempo que dejó de ser una habilidad artesanal: se
población en grandes asentamientos y. después, la urbaniza· encuentra entre las industr.as más teonologiZadas. y esta estre-
clón cultural de la pcblación. A pesar de que dichos ca11bios chamente integrada dentro del complejo industrial Internacional.
tenlan una relación causal entre ellos, tuvieron diferentes efec-
tos espaciales. Tras reunirse en un lugar cornún, la gente se Durante la segunda m~ad del siglo XIX y el primer tercio del
introducia en grandes sociedades sin vinculos con ningún lugar siglo XX, la concepción territorial tradicional que distinguia
especifico. Gentes provenientes ce la agricultura y ce los pue- entre urbanitas y ruralitas era probablemente válida: la ~ente
blos de todo el continente e inciuso el munco emigraren a las tlpicamente rural vivla fuera de las ciudades y los tlpicos U'ba-
ciudades en expansión, donde apre1dieron costumbres urba- nüas vivian dentro. En estos momentos. ese modelo está casi
nas, adquirieron las destrezas laborales que exigia la ndustna- invertido. Los urbanitas no residen ya exclusivamente en asen-
lización y se iniegraron en la sociedad contemporánea. tamientos metropolila1os, ni Jos ruralitas viven exclusivamente
en los llintarlands. Ocurre cada vez más que los manos inte-
En años recientes. la nueva escala societaria y las mejoras en grados en 13 sociedac moderna -los que muestran la mayoría
los sistemas de transporte y comunicaciones han desatado una
cadena de efectos que han a·rebatado a la ciudad su orora l Rlch;¡r~ Hofsladtcr,Thc Ago ofRc.frurri.Nceva Yo'I<: Alfrcd A.. KrCi)f. 19SS: y A:i~
específica función corno inslrumentu urbaniLacJor de la socie- tn:e.1.~;tuafismir Amencanli(e, Nue'laYork.VintageBoo<s. ·19&3\tn:ij, cast: A.1:i.
1Vi..~rid Ta;nPS, 1969¡. M:;ir!on y Lucia
ln.'a~r,ft-~•\'S1110 an .~"t '•~08 t.~?.1~,.,.~,.~!fra,
dad. Granjeros y residentes de ciudades peoueñas. esparcidos ~';lil:?.. J!:é J(JJ6(1'fJ(;i!N:'lM A';M:'lSI :1Mf ~i!)'. (;all!t)idgé. Hltitl (lr(ld cast: ti
por todo el continente, l\1eron en otra época realmente elimino· lr)!ciad<.'iilCo.t!~ ir: C1,1oa!l: de 1);0.•1N)S Jc."!c•sor"1.'.I ft:Jr•kU. lVtiíllif üceocs
dos de la vida cultural de la nación. Los habitantes de la ciudad Airc•. ln'irilo. 1967>
La era postciudad

de los anbutos de la geme rural· se están concentrando en las ciones de alta densidad precisamente porque el espacio era
zonas con mayor densidad de pohlacii\n de los grandes cen- tan costoso r.P. salvar. Sigu~ sienrtn mas barato tratar con per-
Iros metropolitanos. Esa evolución, de gran calado e importao- sonas que están cerca, y por eso la gente sigue establec·éndo-
cia, esta llegando ahora a nuestras conciencias, pero apun1a a se en tales asertamienlos.! Como existen concentraciones de
una de las cuestores do p~lltica más importantes de las próxi- socios en las localidades urbanas, los nuevos cosmopolitas
mas décadas. establecen sus oficinas alll, y despJés se desplazan de ciudad
en ciudad para llevar a cabo sus negocios. Las mayores oobta-
ciones atraen el tráfico lelefónioo y aéreo con los lugares más
Los participantes en la sociedad a gran escala remotos, y han experimentado un crecimiento de lo mas espec-
tacular durante esta era de la construcción de ciudades.
La difusión cultura! está inlegranco a Inmigrantes, residentes
de ciudades y pueblos del interior dentro de una sociedad urba· La reciente exparsión de Was~inglon. o.e. es la prueba más
na nacional, pero no ha tocado por igual a lodos los norteame- espectacuar del carácter cambiante del desarrollo melropohta-
ricanos. En un extremo están las élites intelectuales y comer- no. A diferencia de los asenla'Tlientos más antiguos, ~uyo cre-
ciales, cuyo hábitat es el planeta; en el otro, residentes de clase cimiento se qeneró poi la exoensón de actividades marutacto-
baja 1antc de la ciudad como del camoo. que viven en mundos reras durante el siglo XIX y principios del XX. Was111ngton no
limitados espacial y oognitivamente. La mayoría del resto de produce casi bienes. Sus productos primarios son la informa·
nosotros, que comprende a la gran clase media, se encuenlta ción y la inteligencia, y su crecimiento fantástioo es una medi·
en algún punto ent~ esos dos ex1remos, pero en algunas face- da directa de las funciones predominantes que han llegado a
tas de nuestras vidas todos parecemos movemos desde nues· desempenar en la sociedad contemporánea la informaoiór y el
tro ocalisrro ancestral hacia las esferas ilimitadas de los ces- gobierno nacional.
mopolitas.
Este cambio terrib errante ·mportante ha ido evolucio1ando
Los gr~fldijs logros sducaüvos y los emµleos ~ll<lmenle esµa- ~ulilmenlij duranla inucho tiijmpo, da furma 1~11 gradual 41.111
clal1zados son las marcas de los nuevos cosmopolitas. Cerne parece haber pasado desapercibido. Las cl~dades prelnd1JS·
16
11s11arlM frP.r.11Antes dA las llnAas aAreas y linAaS IAIAfónlcas dP. trlales que han abasler.ldo a sus lnWlores aorlr.olas adyacen-
larga distancia, tienen una estrecha relación con las redes de tes eran parecidas en lo esencial. Cada una pro~orcionaba una
comunicaciones que los unen a sus socios, espac al mente dls- serie de bienes y seivicios normalizados a su zona de merca·
porsos. Son colaooredoros y consumldoros do rovlslos ospo- do colindonto. Las ciudodos Industriales quo crocloron Iros lo
cial,zadas del campo de la cienc a. del gobierno y de la indus· Guerra de Secesión y durante las pri'T1eras décadas del siglo
tria, manteniendo asl contacto con los recursos de in'ormaclón XX estaban orientadas a servir a amplios mercados con pro·
que sean relevantes para sus actividades, sean cuales sean duelos manufacturados para producir los cuales fueron crea·
las fuentes geogra'lcas o su propia situación geogrélica. das. A medida que se arrpliaban sus zonas de mercado. a
Aunque algunos pueden ser empleados de corporaciones dedi· riedida que aumentaba la especialización de productos y a
cadas mayormente a la fabricación de produclOs fisicos. esos medida que se expandla el contenido informativo de dichos
hombres inlercambian lnfoonación e ideas. Son los producto- bienes, los establecimientos localizados en ciudades individua-
res de inlormacíón e ideas que alimentan los motores del les fueron integrándose en las economías espacialmente
desarrollo de las sociedades. Para quienes sintonizan con los extensivas. Ahora, los grandes centros melropolitanos, que
circuitos de comunicaciones internacionales, las ciudades son sollan ser mas que nada lugares de producción de bienes, se
de utilidad precisamente porque son ricas en información. El han convertido en nudos de comunicaciones dertro <Je las
modo en que tales hombres hacen uso de la ciudad revela con redes de comunicaciones internacionales. Cualquier metrópolis
la mayor claridad SJ carácter esencial, ya que para ellos la ciu- moderna es un fenómeno discreto. unitario e identificable úni·
dad es eh esencia un enorme centro de oomunicaciones, camen;e en el sentido fisioo, limitado geograficamente. Como
mediante el cual se lleva a efecto la interacción rumana- riucho, es un nodo localizado dentro de las redes intsrnaclona-
les integradoras, que busca su importante identidad como cola-
Efectivamente, las ciudades ex sien sólo debido a que la aglo- borador en el funcionamiento de ese sistema más amplio.
meración espacial permite unos costes reducidos de inte- Como resultado, los nuevos cosmopolitas no pertenecen a nin-
racción. Origin~lmonle, la yenlij decidía eslablewrw e11 publa-
S Elabore esla tesis e1 ·o,o,r in Oi\•ers..ty. C<:mrnunity •,vth:n.1 PropinQt.lli' en
l.(11,•¡jo:i1A1inpo,Jr. ;ed.:. Cir.'asan.1Spa;.a, B~J~ir;¡ore,JQhns Hnpkin$ Pre$$. 190:),
~· 2~4 (Ir.Id. cast: 'El O'clé1l "'"la Oh'é~id:'r}: Cor1unidid sin Pro:<Jmi1ád', en
'" Rit.ha:tl L. \.lí?iar, 1i :,;o..11t~llJf.'h;;J(iC11S lJ~rt' O! (ifbi1ri G!(J,~·Jt),Ci:in•tfid~e, Cfoó~;:,s f fsp;r;io:ci Use Fuw:o!ic,1Sl.lC•:> t1'00oo. Vllassar do ~1t:u.Oil:oo.Tau.
t.tél$$;):hullClts. TOC M LT. P1esG, 1!162. 1916 ~p. H<W).
La era postciuaad

guna de las áreas melropolitanas del mundo, a pesar de que mente denuesuan ser realizables. cada asentamiento se
las utilicAn. Pertenecen más hien a las comunidades nacíona- ext~ndera en modelos de baja densi<lad que van a cuhrir zonas
les e internacionales que simplemente mantienen intercambios mucho mas extensas de lo que han predicho los comerciantes
de información en esos nudos metropolitanos. de futuro más asustados. La nueva fcrma de asentamiento
guardar:i escaso parecido con la ciudad del siglo XIX tan firme-
Su capacídao para interactuar estrechamente con otros que mente fijada en nuestras lmagenes e ideologfas. También
están alejados espacialmente depende, por supuesto, de un podernos esperar que los grandes purtos nodales no vayan a
nivel de riqueza adecuado para cubrir los costes del trato a tener ya la ventaja de las comunicaciones que dstrutan hoy en
larga distancia. asl cerne de las capacidades cognitivas asocia- día, y los asertamentos de menor tamaño van a sufrir una gran
das a ocupaciones profeslona es de alto nivel de especializa- crecimiento acelerado en todo tipo de lugares actualmente ais-
ción. Las élites intelectuales y comerciales son capaces de lados en los que las comodidades naturales los hacen atractl·
mantener un contacto estrecho y continuado con sus socios vos.
por lodo el rrundo porque son ricos, no solamenteen informa-
ción, sino también en sus niveles de renta. Mas aún, a medida que porcentajes cada vez mayores de jóve-
nes de la nación vayan a la un versldad y accecan a las cunu-
A medida que los costes de la comunicación a larga distancia ras nacional e internacionales. el apego el lugar de res dencla
caen en la misma proporción en cue aumentan las rentas, hay va a declinar de manera espectacular. Esta perspectiva, más
cada vez mas gente capaz de pagar las facturas de transporte que a dispersión espacial de las zonas metropolitanas. anun-
y comunicaciones y dispuesta a hacerlo. A medida que se cia la defunción funcional de la ciudad. Las senales aparecen
expanden los privllegloo de la cuGnta de gastos de representa- claras y patentes entra los grupos cuyos mundos son mas
ción, esos costes están reduciéndose a cero para cada vez amplios y tienen menos limltaclones locallstas.
más gente. A medida que aumentan los niveles de educación
y capacidades, cada vez más gente se está inlroduciendo en Consideremos al oosmopclita axlremo, aunque sólo sea a lllu·
las comunidades aspac1alrnenla axlansivas que acoslumbra- lo iluslr~tivo. P•adij estar ocupijdO su ijl campo dij la inv11sliga·
ban sccser a sólo unos pocos. cíon clentlnca. el perlodlsmc o el comercio lnlemaclonal, profe·
Rlones todas que m11Aslrar tra1os r.rltlr.os comunas. El aslróno· 17
De modo que el pegamen:o que en otros tiempos mantenia mo, por ejemplo, martiene contacto instantilneo con sus cole·
unido el asentamiento espacial esta disolviéndose a~ora, y el gas repartidos por el munco: e'ectivamente, colabora diaria·
osontomionto ostó dispcrsóndoso por torronos codo voz más monto con astrónomos do todos los l)lllsos. Su trabojo oxigo
amplios. Al mismo tiempo, el patrón de asentamiento está cam- que comparta la irformación y que él y sus colegas hagan un
biando también {desplazándose hacia largas franjas a lo largo seguimiento conju1to de los a:ontecímlentos del firmamento,
de las costas, el GoWo de Méjico y la región de los Grandes puesto que la rolación de la tierra ~ace que gente de diversos
Lagos). Es probable q~e esas tendencias se aceleren especia· lugares tenga un puesto de observación p'lvileglado. Como
cularmente debido a las mejoras en las tecnologías del trans- está comprometido de manera p01Sona1 con su empresa
porte y comunicaciones, que reducen costes y se encuentran común, su grup~ social de referencia es la comunidad de astró-
ahora en fase de investigación y desarrollo (el SST, las corno- nomos. Destina sus lealtades a la comunidad de astrónomos,
nicaciones por satélite, el transporte por t erra a alta velocidad, puesto que lo que más le importa es el trabajo y bienestar de
con velocidades de hasta 800 km/hora, los sistemas de ense- aquellos.
ñanza con soporte de TV y ordenador, el servicio de llamadas
interurbanas gratuitas y el acceso en tiempo real a sistemas Por supuesio. cuando desempeíla otros papeles ·digamos
inlormatlvos nacionales con base informática son probable- como ciudadano. padre, director de laboratoña o tendero de
mente los más poderosos). Las mejoras tecnológicas en el ultramarinos-, es miembro de otras comunidades, cornenida-
transporte y las comorscadones reducen las fricciones espa- des basadas en intereses y definidas por su localización. Pero
ciales y faci itan, por tanto, el trato a larga distancia. Nuestros lo más chocante de nuestro astrónomo, y de los millones de
trazados urbanos compactos, físicos, reflejan directamerte las personas oomo él ocupadas en otras profesiones, es la peque-
tecnologías más primitivas usadas en la época en que se cons- ña cantidad de atención y energía que dedica a tas inquietudes
truyeron esas ciudades. De modo parecido, el modelo de loca-
liwciún de ciudades por el continente es reflejo de las tecnolo- res. l~lf\.Csrder.,m;elart'lron¡¡I <:1P.\JmienlQde lo&af'lent¡;mienb:l&más ex~ns;:is. Les
glas accesibles en la época en que crecieron los aseníemer- gtai'<!ElS u:•a:tcn;rs íJt..•:-:a11?.11tA~:l~díi:tn i:it.emlélr e11 a<.;u~llos Mf"ClrJU&:lfJS(X)r. lf>I·
tos.' Si las mejcras tecnológicas que se nos anuncian actual· gl>!p(sla-sdc it!cít U>jc e lns.aladooos c~¡;ctl~liza.d;)S. La seqonda '/ tercera gano.
ración do rc·actorcscs1ttn ig.¡alondo rápidamente la aoccsibili~;!I.! entre as:-.-;t~
rr.entcs. teca~it1>!ando los efecios de la acoesilx.ldad de b5 ferrocarriles)' 1ambiéri
de !as ~Yl{:fis1as
La era postciudad

de las comunidades definidas por su localizaciOn. esa explosión conmue, rompiendo mas aun las barreras de la
SP.guramP.nte. en r.omparar.ion con su abuelo, r.uya •1ida esta· gP.Ografia y la ignoranr.ia para amplios sectores ~e ta pohla·
ba decicada en gran parte a los asuntos de su comunidad. el cióo. La conlra~artida de expandir el espacio vnal ha sido el
astrónomo, aulcr de teatro, periodista, agente de bolsa o mayo- papel contractivo de ciudades y naciones como estructuras
rista de trigo vive en un espacio vital que no está definido por organizativas de las sociedades. Naturalmente, esto descubri-
el terrilorio, y se enfrenta a problemas que no son de neíuraíe- miento es revolucionario. Como Kenneth Boulding ha expresa·
za local. Para él, la ciudad no es más que un escenario conve- do en pocas palabras, anuncia el fin de la «civilización» como
niente para llevar a cabo su trabajo profesional: lo que más le cultura de la civitas.1 Ne cabe duda de que el fin de la civiliza-
Importa no es la base de las cormncaoss sociales. ción lleva ya mucho tiempo a la vis la; por medio de un truco eti-
mológico revelador, nos hemos aoostumbrado a hablar de ciu­
Y es que tal vea no esté te,ano el día en que et significado 'IUI· dadanía nacional, e incluso describimos a algunas personas
gar de la palabra «ccrncnidad» sera algo arcaico y desapare- como «ciudaoaros del mundo>. Este uso es mecho más proté-
cera del uso ordinario. Ha perdido ya gran parte de su signifi· lico da lo que nos ~abía parecido.
cado lradlc1onal para mrcros de quienes están en los circulas
dirigenles de la sociedad. Si se reliere la palabra, puede que- A pesar de que las élites intelecluales y comerciales siguen
dar restringida a las neces caces de los nlnos y de los adullos sle1ldo sin duda una mlnorla entre nosotros. la amplia clase
que no han accedido a la soc'edac mocena. Media está adoptando con rapidez sus estilos y sus carecterts-
neas, y las personas de clase baja aspiran a ellos.
La defUnclon de la ciudad esté asociada con cambios mucho Aproximadamente el 40% de la juventud norteamericana va a
mas suliles y profundos que la expansión de zonas de merca- la universidad ahora. y la oroporoón pronto llegará a más de la
do para las empresas y la cotaborac ón entre cientilicos de pal· milad (en California se acerca aclualmenle al 80%). La televl·
ses dislanles entre sí. Delrás de esos acontecimientos se sión ya ha proporcionado una ventaoa a un mundo sin fisuras.
encuentra la internacionalización de la sociedad generada por un mundo que la generación actual esta exolorando de forma
la axplo~ión dal cu11ucirnitinlo acliva y diravt¡. Si loyrdrnos alyuna ve¿ ulilitar la teltiv1sión de
manera crea:lva. podrla convertirse en una ruerza educativa
Por su propia naturalA1a, ¡¡I r.onor.lmlAnln AS algn q\14l no M Más potente d~ lo que han sido las P.Scuelas púhllcas, Axten-
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especifico de ciudades ni de países. Una consecuencia esen- diendo el aula a ledos los hogares y llevando el abanico de
cial e imprevista de la ciencia para ta mayorla es su afecte conocimientos accesibles mucho más allá de los limites actea-
intcrnocionolizodor, su inlroduccíon do conocimlonlos como· los. Es posiblo quo los nortcamcncaroe ostOn oonsumiondo yo
nes. bibliotecas de información oomunes. bases comunes de más libros per cápita, más revistas per cápila. más música,
evaluación y valldacl6n y. verdaderamente. una cullura común más conferencias y más arte que lo consumido por cualquier
para hombres ubicados en todos los rincones del globo Las otra población del oíaneta: desde luego, mucho mas que les
mismas consecuenc as emanan de los progresos en el campo pueblos del pasado. Viajan por tcco el mundo pcr placer o por
de la tecno agra. et comercio, las artes, el tealro. la literatura, y nativos educativos: y en el transcurso de sus viajes absorben
prácticamente todas tas esferas de esfuerzo creativo. Salvo información. ideas y aclitudes a medida que van sembrando las
para quienes. como Lyzenko, se mant enen fieles a cíenas suyas propias en sus lrayectos.
epistemologías o ideologias especializadas, los nuevos desee-
brimíentos e inventos son aceptados sin problemas. indepen- Los habitantes de olros países se dedican al mismo tipo de
dientemente de sus orígenes geográficos. Existe ya una amplia actividades, por supuesto. Los europeos occidentales pueden
clase de personas por todo el mundo que comparten la cullura ser la segunda población más móvil del mundo. aunque los
mundial mienlras participan simulláneamente en las culturas japoneses probablemente incluso los superen, al ritmo que lle·
locales diosincrásicas caracteristicas de sus lugares de resi- van explorando el planeta. absorbiendo y después explotando
dencia. su abanico de oportunidades es mucho mas amplio y el conocimiento mundial. Las señales ce esa internacionaliza.
diverso que lo que hubiera podido imaginar el hombre más rico ción sondaras: el auge de la empresa comercial internacional,
y poderoso de épocas pasadas. la difusión casi instantánea de la moda en el vestir y en las
artes, la difusión espectacular de la cultura hippíe. la nueva
El corocimiento es también acumulativo; su contenido no arquitectura nlernacional, la sensación de pérdida personal
puede sino crseer, y los electos qui! yentir~ son unidrecciona- que luvieron los europeos ante los asesinalus dti John F.
les. Ahora sabemos que la recienle expansión del conocímen- Kennedy. Martin Lulher King y Robert F. Kennedy, la acepta·
lo ha dP.sencadenadn una rapicta P.xplosinn dP.I espacto vital,
tanto geográfica como cognitivamente. Podemos esperar que I 1<6tln&UI E. B'.>1.ilding, up. ::ll.
La era postciuaad

ción de la idea de mercado común y el orgullo racial recién des· Apalaches: la migración a las ciu·jades durante los )ltimos
r.uhiertn entre puehlos d~ r.olor que se apoyan unos a otros. veíntir.inoo añns tos ha reuhir.ado ya a r.csl todos. Hoy en ríía
son nabitantes de ciudad, residen en los barrios mas densa-
Tenemos pocas razones para dudar de que la acumulacién y dis- mente poblados de las zonas metropolitanas, pero siguen
persión do conocimiento vaya a continuar, aportando una mayor viviendo las culturas populares que conocieron sus abuelos.
disolución de las dife·encias locales. La economla se está Aqul, en los Harlem y Soulh Sides de la nación. se encuentran
expand endo precisamente en aqJellas industrias de serv cios algunos de los últimos restos viables de las sociedades prein-
que exigen grandes niveles educatvos y sofisticación: servicios dustriales, en quienes las costumbres de pueblo están práctí-
de educación. lnvestlgaclon y desarrollo, salud e Información. camente Intactas. Aqul el terreno de juego es la manzana de
Paralelamente, las ubicaciones tradiciMales de crecimiento que casas urbana. y los grupos de adolescen'.es libran batallas en
marcaron la fase Industrial de desarrollo nacional están ya en su defensa. Aqui, en tos barrios bajos de los cenros urbanos,
declive. Durante los últimos veinte años, apenas ha habido pueden estar los únicos barrios sociales que nos quedan basa-
expansión en el empleo industrial de los EUA; puede que pronto dos puramente en la localización.
asistamos a un declive de hecho, a pesar de la fan:áslica expan-
sión de la producción. Los empleos sin cualmcación están des· Las ciudades norteamericanas han sido siempre Imanes para
apareciendo con rapidez. y es posible Que el trabajo flslcamente los inmigrantes preindustriales que buscaban acceder a la
agotador sea adjudicado a las máquinas dentro de poco. sociedad contemporánea. Igual que quienes los precedieran
desde Europa, los recientes inmigrantes se están viendo empu-
Los procesos se han reforzado mutuamente. Las ocupaciones jados por la dureza de su vida actual y arrastrados por la ero-
del sector servicios, que requieren gran cualincacón, han poo- mesa de oportunidades que ha ofrecido la ciudad trad:cional·
do expandirse porque se ha estado desarrollando una mano de mente. Pero las m graciones recientes se dan en un escenario
obra con altos niveles educativos. Esos empleos, por su parte. muy diferente. Quienes vienen ahora tienen que superar una
sobre todo los que corresponden a las industrias del conoc- brecha cultural mucho mayor que aquella a la que tuvieron que
rnienlu. han esladu produciijndu sus propias yijnijrduones anrranlarsa sus p!WaGasoras, y qua ~darnés aslá ampliándo·
Muras de personas mejor rormadas y sus propias generaclo· se en progresión geométrica.
MS futuras con nuAvos r.nnor.lmlMtos. Oe ASP. modo, hAmos
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estado montados en una espiral creciente que está poniendo a A pesar del sufrimiento que acompaMó a la inmigración y culíu-
la economia patas arriba, convirtierdo una economfa en la qua rización del sigo XIX. el escenario estaba bien dispuesto; los
los trobo. adores producon productos ffsicos on uno ocoromla cominos poro lo mo•1ilidad social oran cortos y fócilos do reco-
en la que producen servicios. Muchos de los iuevos servicios rrer. Las nuevas industrias manufactureras necesitaban de
tienen que ver con la gestión de la información, y el contenido grandes cantidades de obreros que pudieran recibir formación
informativo de la mayor parte de los noevos productos físicos facilmente para desempeñar las tareas normalhadas.
esta creciendo rápidamente (compárese. por ejemplo, el conte- Empleos. cor su parte, hechos para garantizar una renta segu-
nido informativo de una radio a transis:ores con el de un vagon ra que prooorcionaba un alivio ante las amenazas de la vida
de carbón). Mientras tanto, el énfasis puesto en el conocimien- dlarla, alimentando asi una visión no fatal sta del mundo
to y la iníormacén ha aume1tado espectacularmente. El nórne- mediante la cual podian vislumbrarse posibilidades de futuro.
ro de nortearne·icanos que rrabajan a dedicación completa La estn.ctora ñsica de la ciudad permitió a los diversos grupos
como profesores supera ya los dos millcnes. Podria no estar étnicos y nacionales establecerse en colonias dentro de las ciu-
lejos el dfa, íarcemente anunciado por los anti9uos filOsofos dades. Los estilos de vida transplantados del viejo mundo, pro·
griegos. en Que una de las princioales ocupaciones consistir~ pios de los ghettos. íacil taban la transiciór a los recién llega-
en aprender simplemente por aprender. dos adultos, mientras sus hijos los iban introducie1do a las
nuevas maneras urbanas. Las instituciones democráticas y las
disposiciones legales para adquirir los derechos de ciudadanla
Los olvidados nativos preindustriales y de voto permitieron a los recién llegados controlar y después
usar instrumentalmente los gobiernos locales para acelerar su
A medida que la escala de la sociedad ha ido aumentando, lle- propio desarrollo. Para algunos, la polfticayel gobierno propor-
vando al grueso de la población nacional a .ma era posindus- cionaron un rumbo importante a la movilicad social.
lñal vayamente enírsvisla, amplos S1iymentos de la población
están quedando cada vez más rezagados. Hace poco :iempo, Las escuelas publicas gral\Jitas sirvieron co:no puerta abierta a
muchas de esas personas vivian en zonas rurales, una gran través de ta r.ual tos hijos de nm grantes encont.raron acceso a
proporción procedentes de los estados del sur y de los ocupaciones especializadas y semiespecializadas, y así a una
La era postciudad

posición social más elevada que la que gozaron sus padres. estuv.eron también entre los grupos con mayor propensión a
Las escuelas p(!bllcas. las 1Jniversidades p(iblir.asgratuitas, las desplazarse Ror.ialmerte har)a arriba.
bibliotecas gratuitas. la disponibilidad de serviciosmédicos gra-
tuitos o baratos, asi como la vida púbica de la calle, se conv r- Por el cortrario, la movilidad ha llegado mas lentamente a les
tieron en los medies más importantes de transmisión de cul~J- inmigrantes irlandeses, ítaüanos del sur y polacos. cuyo legado
ra, Al ·;ivir una vida de base urbana, los norteamericanos de campesino tenla pocos de esos atributos urbanizadores. Sus
segunda o tercera generación adquirieron las competencias hijos no han empezado a ir a la universidad en cantidades sig-
sociales y ccgn~ivas y las capac da des psíquicas internas que nificativas hasta la última o las dos últimas generaciones.
exige el crbanismo moderno. En la escuela. en la calle. y fre- dejandodetrás er ghetto élnlco y la visión del mundo de la clase
cuentemente en empresas illcitas, los hijos de inmigrantes trabajadora. La rigidez de la práctica y creencias tradicionales
aprendieron a utiliZ<1r la economía del dinero y el crédrto, a y el énfasis presto en la disciplina y obediencia e¡ercidos por la
saber esperar la recompensa, a anticipar problemas y oponu- Iglesia Católica ya había desalentado anteriormente la explora·
nidadas futuros,a superar crisis y a enfrentarse a una multipli- clón de mundos conceptuales más amplios que les de tos
cidad de opaones. La ciudad, en efecto, era una escuela en ta barrios étnrcos.
que los hijos de a~ricultores apre1diero~ a una velocidad
incre'ble a ser norteamericanos urbanizados. En unas pocas Sean cuales sean los atributos culturalese innatos Que preden
generaciones, los grupos que habían seguido con les estilos de haber acelerado la movi idad social de algunos de los primeros
vida y forma de pensar de cuatrocientos anos antes se vieron que emigraron a las ciucades de Norteamérica, su éxito fue
catapultados a una sociedad de tipo y escala muy dlterente. La con toda seguridad una consecuencia del estadio de desarrolla
mayor parte de ellos cayeron de pie: algJnos de ellos llegaron del pars en la época en que llegaron. Los emigrantes sin edu·
a estar al frente de la sociedad y después fueron sus guías en car que llegaron a las ciudades no estaban muy retrasadosen
las fases siguientes de su desarrollo. relación con los que legaron mucho antes. La gerte que tenía
facilidad para el aprendizaje pudo aprender rápidamente las
El asijnlarnitilllo da las iruniynt~iunas masivas µ·o<;Wij11[ijS <Ja tareas ijXiyidas por las nuevas fabrcas, y daspués Ir más alié y
Europa y Asia a las ciudades se llevó a cabo al azar. Llegaron avanzar hacia papeles de gestor y profeslona.
JuRto cuando la ar.onomra nar,lonal Rfl embarcana an un liA·
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sarrolto industrial sin precederles, y entraron en un sistema
social limitado por cocas barreras inamovibles de clase social. La cuestión central de la polltica
En uno épcca on quo oro suficionto con una poq~cña c.:ipitoll·
zacén, algunos lograron montar pequeños negocios familiares: Quienes emigran a las ciudades hoy en día encuentran un
en el oontexto de una economía en rápida expansión, algunos escenario mucno más compl cado. El progresoexplosivo expe-
de ellos se convirtieron en grandes negocios. Otros entraron en rimentado en las artes, ciencia y tecnología ha desencadenado
profesiones liberales, el gobierno y las grandes corporaciones, un a~memo de escala sin prece:lentes en la sociedad norte-
y se establecieron oomo líderes entre las élites Intelectuales. americana. marcada por: una división del trabajo cada 1•ez más
sutil que exige niveles crecientes de educación y formación
La salida del ghetto fue fácil para unos pocos grupos de Inmi- profesional: el cambio de las indusb'ias extractora y manufactu-
grantes. Ptra muchos judíos de Europa del Este, la partida de rera hacia industrias de servicios que requierenlargos ~eriodcs
las zonas de inmigrantes de los gheftos de los barrios bajos se de preparación; una organización cada vez más ccm~leja de la
produjo muy pronto. Muchosde los iudlos estaban urbanizados economla y gobierno: y la expansión de los campos espacial y
culturalmente cuando llegaron aquí: en Europa la prohibición cognitivo dentro de los que tienen lugar el trato social y las
de que poseyeran tierras los martuvo en ciudades, donde transacciones económicas. Especialización. ín:erdependencia
muchos eran pequeñcs comerciantes. El carácter relativamen- e integración son los rasgos definitivos cel urbanismo de hoy.
te deses~ucturado y abierto de sus doctrinas religiosas los Esta nueva escala de complejidad distingue al urbanismo
llevó como grupo a concecsr un elevadovalor a la erudición y nodemo de sus formas anter ores, y está dictar do la agenda
a los logros ;ndividuales, a adoptar una actitud intelectual típi- gubemamenlal a la que debe entrentsrse el país ahora.
camente critica y a estar Interesados en las consecuencias de
acontecimientos futuros. Esas características, junto a una Aunque sigue siendo fácil emigrar a las ciudades. las exigen-
es~udur¡; familiar sólidamente cohesionada, les vinierun bien cias de una socedad ¡¡ gran ijscala están h<1cie11do cada vec
cuando llegaron a los Estados Unidos. Los chinos y japoneses. más dificil a los recién llegados su acceso a la nueva sociedad
por su estructura familiar ~atriarcal y cohesionada, así como urbana. Los habitantes de las ciudades que ar.tualmenle es'án
por el alto valor cultural otorgado a los lcgros intelectuales, menes integrados en la sociedad moderna están encontrando
La era postciuaad

una serie de obstáculos mucho mayores que los que tuvieron les. los nuevos programas de 1li'lienda protegida y las nuevas
que superar anteriores emigrantes. Los pmr.edentes de los oracncas d~ gobierno ha sido admirable y adecuada: pero todo
Apalaches, negros, portorriqueños y chicanos que se concen- eso no basta. Los problemas de los negros norteamericanos
tran ahora en los ghettos cenlrales de zonas melropoltanes no pobres no son sólo suyos en Nor.eamérica. Desde luego que la
constituyen sólo la oleada más reciente de recién llegados a raza ha sido un factor agudizador importante que ha retrasado
esos barrios, oomo han sugerido varios especialistas. Los su ?rogreso, pero la situación preindustria no es una condición
demás pudieron pasar. cero los residentes actuales podrian no distintiva de tos negros. Grandes poblaciones de chicanos, oor-
lograrlo. torriqueños y oriundos olancos del país viven en una siluación
bastante similar, y no deberlamos soprenderros cuando tam-
Los editores de tne Economist vieron la situación oon mucha bién ellos llevan a cabo revuellas como las de los tres años
mayor claridad desde Londres que ros comentaristas norte· pasados. SI las disparidades en las fases ce desarrollo se
americanos que escribieron en los días que siguieron a los dis· encuenlran tras la actual crisis de urbanización, entonces esa
turbios de Watts de 1965. En un editorial brillante, observaron crisis esta mucho más enrazsda y afecta a mucha mas gente
que Los Angeles simboliza la frontera de la sociedad moderna, de lo que se reconoce en los debates actuales. Seria preciso,
con las Industrias tecnolóílicamente más evanzadas, la Qran entonces, un esfuerzo mucho más amplio, diri~ido a acelerar la
cantidad de instalaciones de Investigación y desarrollo, serví· urbanización de todos los grupos cuya movilidad social se ha
cios púolicos de calidad y la distribución más generalizada del visto retardada.
opulento estilo de vida moderno. No se mostraban sorprend •
dOS por que et primer disturbio se produjera en Calllornla del
Sur y no en Chlcago o Nueva York. auncue lnterp-etaban con Hacia una política urbanizadora
perspicacia la protesla como cna mecida de la brecha que se
percibía entre dos poblaciones yuxtapuestas en muy diferentes A medida que ha Ido aumentando la escala de la sociedad,
fases de desarrollo. Les suole•1adoo de Watts no estaban ala· nuestro sistema de gobierno ha ido edaptandose lentamente a
cando a lij liudad. Dijsµués dij todo, I~ Cijlidad Uijl sntomo fls • ellij, Cas sin infij11ció11 dijlioorada el sislerna fed~ral se ha
co del centro-sur de Los Angeles es muy superior a la que se modi~cado para adaptarse al surgimiento de la nacl~n-estado
(fa An IM ghR!IOS mAtmpolitano~ llAI ASIA dAI pal~. E~tahan al<.· r.omo sucesora de la r.lue1a(f-l!stado. Sin una der.lslon polftlr.a 21
cando a su penosa situación, a la distancia social cada vez más explic~a. el gobierno nacional ha asumido la responsabilidad
grande que los separa de sus vecinos visibles, y a las diferen· de hacer frente a los problemas y oportunidades de la urbani·
cios do oportunidodos, codo voz mayores. Los objotivos lnmo- zeclén, aunquo a menudo usando ol tonguojo del localismo y lo
diatos de la hostilidad generada en Watts y en los siguientes autonomta.
disturbios fueron policías blancos y ta clLdad fislca. La policía
y la ciudad no eran, sin embargo, mas que slmbolos conve- El cambio de enfoque en el diseno de políticas en el campo de
nlemes de la frustrante sensación de lmpo1encia de los subl&· la educación reOeja claramente ese cambio tan lmpcrtante. La
vados y de los muchos obstáculos que nacían imposible que educación ha sido lradicionalmente una de las esreras más
superasen la brecha social. No eran, desde luego, los objelivos celosamenle guardadas de les gob emos locales. La gente se
reales de su cólera. preocupa por las opornmldades educativas de sus hijos, y ha
apoyado gustosamente la educación publica por medio de los
Ahora el mensaje de Watts, de Newark, de Memphis y de las impuestos locales, que permilian un control local. Pero aun asl,
demás protestas violentas está empezando a olrse en clrculos si lo oonsideramos dentro de una estructura de sistema más
crtícos. reforzando et terna antes subyacente al movimiento en ainplia. las estrategias inversoras no han resultado siempre
lavar de los derechos civiles, Con demasiada frecuencia. las prudentes. A diferencia de las inversiones en carreteras, las
intenciones se nterpretan de manera simplista: como conflictos inversiones en personas se pierden con facilidad, ya qi.e las
raciales entre negros y blanoos, como una rebelión contra las personas. a diferencia de las carreteras, pueden moverse. Asl,
practicas discriminatorias, o como orctesas contra la mugre y las ciudades del norte y del esta se convierten en beneOciarias
depravación del ghetto. Los sublevados están diciendo todas de la deficiente escolarízaclón que se da a los niños negros en
esas cosas, pero también más. Su lista de acusaciones es los estados del sur. Oe modo similar. pueden atraer a gradua-
larga y juslificeda: su espectacular condena moral de la socie- dos en universidades del sur, con pocos ingresos directos para
óaó nurte;;meric~n~ ha provocado ya una crisis de wnciencia la cultura y ecouornla óel sur.
que obliga al país a afrontar la situación de la cue durante tanto
tiempo fue testigo silP.nr.ioso sin prP.starle atención. La respuss- La movilidad pr.bla~ional ha hecho aflorar un dilema difir.il para
ta del país con la nueva legislación en materia de derechos c vi· los gobiernos que inicialmente estaban estructurados para ser-
La era postciudad

vir geográficamente a poblaciones estables. Nuestra reacción, oros, Si queremos que quenes han quedado rezagados acce-
pensada hacia la adaptación, ha sido redistribuir ingresos y dan a la sociedad moderna, vamos a tener que desarrollar un
gastos entre las regiones geográficas. Como sólo el menos esfuerzo proqrarnátco tan concertado como los intentos latino-
atado territorialmente de nuestros gobiernos puede llevar a americanos de acelerar la movilidad social de su marginalidad.
cabo la función rcdislributiva, hemos estaco creando nuevas Actuolmcntc tonemos uno consideroble capacoao intelectual
funciones para el gobierno fede,al y una nueva ser.e de relacio- para planificar el desarrollo, que hasta atora habíamos estado
nes funcionales entre nuestros variados ~obiernos públicos. 6 exportando. Al explorar esas capacidades, aunque operando
dentro del marco de nuestro sistema gubemamental pluralista
Paralelamente, hemos estado construyendo una vasta red de contemporáneo, debertamos ser capaces de aumentar las pro-
organizaciones privadas con carácter g.1bernamental y respon- babilidades de que la transición a la era postindustrlal sea más
sabilidades autoasignadas. Cada una de ellas esta organiuida facil. Puesto que no podemos dejar de utilizar la inteligencia
sobre la base de un interés, más que una base ternto.ial. Asi, que tenemos a mano, deberíamos ser capaces de acelerar la
las cámaras de comercio ejercer. efectivamente limitaciones movilidad social de los que de otro modo jamas alcanzarían el
gubernamentales en sus miembros corporativos, y los colegios ni\ el necesario.
1

profesionales ~obieman la conducta de médicos, ln~enieros.


abogados y demás, Los sindicatos. Iglesias y grupos recreati- <•La ciudad» no puede servr ya de Idea central organizadora
vos se han estructurado de manera similar para servir a los tras tal eshrerzo planificador. La siguiente fase de la planifica-
interesas especiales de sus miembros. Todos esos grupos son ción psra la urbanización estará guiada por el concepto de de·
gobiernos en el slgnincado esencial del término; son organis- sarrollo selectivo. por la rormulaclón de orogramas tácticos que
mos reguladores con poder ~ara aplicar sanciones y ejercer el se adapten a planes estrat&gicos cuyo objetivo sea lograr que
control. Han llegado a 0C1Jpar cada vez más ámbitos naciona- los grupos rezagados ingresen en la sociedad urbana contem-
les, puesto que han surgido como manifestaciones de una poránea.
sociedad que se dirige a la fase posmdusfrial, postciudad, de
su dtis~rrollo. En combinación con los miles de •gobiernos Alyonoo de los irnparativos pro1rarnélicos pue~en aprl!(;ia1se
públicos•. ccnlrlbuyen a formar una red compleja ce centros de en el propio carácler de la poslndustnallzaclón, y prooonen
dP.r.lslon y adopcl~n dA polltlr.aR. estrategias lnverROraR para ese esf11P.r10 de desarrollo huma-
22
no. El oals es lo suficientemente neo como para ele'lar todas
Con un aparato gubernamental tan complejo como el que hay las r9ntas por encima del nivel de pobr9za, y los medios para
on esto pols, no os posiblo formular uno sorlo único do polfll· llovorio o cebo están írwontárdoac o ur ritmo crocleníe. Los
cas para el desarrollo nacional o ura serle unitaria de progra· subsidios familiares y las rentas mlnimas garaitizadas parecen
mas que se apoyan mutuamente. Tampoco es posible estable- algo económicamente factible.
cer una serie unitaria de controles guiados cesde un puesto de
mando central. Los objetivos del pals son seguramente tan pl'J· Se necesitan grandes cantidades de nuevos empleos, sobre
ralistas y competitivos como los clstntcs grupos que pocrtan todo oara quienes actualmente estén menos especializados.
tormularlas. Y aun asl podrla haber un consenso nacional que La necesidad probablemente será cubierta en los empleos del
nos permitiría :ierseguir algunos objetivos comunes de un secto/ servicios, y la oleada de Inventiva social puesta en mar-
modo dirigido y deliberado. La complejidac de la sociedad con- cha sugiere que hay probabilidades de crear nuevas carre·as
temporánea no deja que ningún grupo no cependa de los de nivel medio que aporten dignidad y estatus, carreras que
demás, y el bienestar de cualquier grupo esta ahora inevitable- podrían servir a los mas recién lleRadoo a las ciudades del
mente unido al bienestar de los demás. mismo modo Que los primeros empleos industriales sirvieron a
los que llegaron antes. la baja calidad de la vivienda no tiene
Los Estados Unidos no han sentido hasta haoe poco la necesi- ya ~orqué ser la norma en los centros metropolitanos. Por otra
dad de una estrategia nacional que acelerarla el desarrollo parte. se están diseFando nuevos proyectos imaginativos que
económico y humano, porque hemos prosperado bien sin ella. fusionarían empresas públicas y privadas para desarrollar ini-
Más aun, tal política de desarrollo ha necesitado aparente- ciativas de promoción ce viviendas provechosas para ambas
mente mucha mayor centralización de la autoridad y el control partes y potencialmente productivas, tanto dentro corno fuera
de lo que es tolerable o posible e1 este pais. No obstante. aun- de la e udad. En la nueva sociedad que está surgiendo no hay
que el país ha prosperado,no lo han hecho todos sus miern- ninyún imperauvo lan exiyenle corno los servicios e~ucalivos
de calidad. desde la guardería hasta los riveles postdoctorado.
8 VíiaH! &l l1AM.ó dAsioo dH Mnfl(lll Grcd.dr 'Tl'é F~:!f.<'.:il Sy'S!E!m', E"?:l Gr.;i1's .~1l
Amol)i.'i.ios.TI•~ Rcc->11o.'r,•¡oProsldcnf'!l'Co.1t1issi,.,;a1N.:1/iil!V:!Goo(S', Er;;l-l.,..o:A! Aunqtre el país esta haciendo f11er1es inversiones en esle sec-
Clifis. Prer1tiooHoll. 1900. pp, zes 84. tor de la economía, es necesaria una amplia expansión.
La era postciuaad

Paralelamente, el abanico de servicios recreativos públicos


-que van desde parques y otras nstaíaoones al aire lihrA hasta
museos para intelectuales y billares para ignorarles· se están
convirtiendo en atributos casi necesarios del nuevo estilo da
vida. Los servícos módicos y do salud nunca han seo acecoe-
dos para los esténderes de salud a les que hemos aspirado, de
modo que se está haciendo un nuevo esfuerzo masivo dirigido
a una mejora planificada del bienestar fislco y mental de le
gente, viva o no en ciudades.

Los modelos para ta! estrategia de desarroao nacional nunca


pueden acomodarse dentro de conjuntos coherentes y mutua·
mente reforzadores. La estructura plural sta de la sociedad nor-
teamericana nunca lo perm tiria. Más aún, es orobable que los
pell~ros superen a tas ventajas, y acenas es totalmente impro-
bable que llegáramos a oonocer lo suficiente para realizar tal
intento. No obstante, algunos modelos de politica general son
tan económicamente posibles como politicamente factibles.

En este numero ce Dtedalvs, un grupo de colegas eslablece


una serie de objetivos para el desarrollo del país. Tenemos la
esperanza de animar un debate q~e. a SJ vez, podría llevar a
un consenso nacional acerca de los logros que deseamos.
Doscientos años después dij declardr nusslra capacidad para
alcanzar la libertad para todos los estadounidenses. tenemos la
r.apar.loao r.A harN q11A esa libertan sea raal y opMatlva. El 23
país se ha desarrollado pasando por diversas fases históricas
durante ese breve periodo. Hemos pasado por los vestigios de
ro oro. ogrorlo-proindustriol, hornos guiado al mundo por lo ora
industrial de las ciudades y ahora estamos emergiendo a una
era aun Inexplorada en la que unos pocos hembras continua·
rán con las ocupaciones manuales y la mayorla van a dedicar
sus energías a servir a oíros y a aprender. La siguiente gene-
ración de norteamericanos de clase media esté destinada a
disfrutar la opulenta vida sin precedentes cuela sociedad nor-
teamericana urbana posindustrial va a ofrecer. Nuestra tarea
doméstica esencial es inventa· deliberadamente modos de
extender esas oportunidades a los gru;x>s que la futura historia
amenaza con excluir.
B rerritorio como oa/impsesto

André Corbaz es historiadcr del arte, de la arquitectura y del urtlanis-


mo, ·i ha sido profesor en la Universidad l<.bal de Ouébec, er la de
Montreal, en el lnsrilul d'Archilecture de Gineb·a y en el ETH de
Zurich. Invitado como profesor y conferencianle en numerosos foros,
lo ha sido también com~ investigaéor en el Getty Cenler de Los
Angeles. La amplitud de miras de los objetivos de sus investigacio-
nes. sin reconocer fronteras a p1iori, dan a su prcduccó1 el seduoor
Interés que en este campo ofrece lo helerod~xo, sin contornos defini·
dos ni limites excluyentes. cuando encuentra aooyo en el magisterio
s~bio de un tratadista de su altura. Entre su extensa obra, dificilmen-
1a oompendiable, pueden r,il~rse libros, como tnvention 00 CDroogc:>
17?2-1792 (1958). Hatn Moyen Age (1970). Ca11a/e1to. U11a Ver.ezia
imma~lnaria i1985). o Deux capira:esfrani;a1Ses. Sainl·Péfersbourg
el ~slli1191011 (2003). pero en I~ rique'~ de sus innume••bles •rtícu·
lw resl~e un• pane muy importttnte del Interés de su µroduooi6n, !<ti
Olmo han poesto de manifiesto recientemente las Me rentes compila·
eones publicadas en italiano. alemán y francés,

Su 3ten~i6n, también, a 13s ltanstormaclones •Jrbanas contempor~·


neos nos ho pcnnllido contar con la origino! luz do su pluma ci vorias
da sus aportaooias, enlte las que se ancuanlre "Lo Territoire Olmme
pallmpseste'. una contnbuclón capital d&I :erdo final del siglo XX.

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EL TERRITORIO COMO PALIMPSESTO'


André Corl>oz

Pam Alain Ltvel!I~. qu& tiene macho q~a onsa11rur.ossobr& la mor· Lombardla (Chamber¡ y Pavla. 1980).
fologl&de la ciudlJd y do/ temf01io, y sobre s11 .buen uso.
Todo nos indica que frente a la complejidad y a la integración
de las 1unciones en el seno de diversas comunidades naocna-
El territorio esta de meda. Por fin se ha oonvertido en el lugar les o regionales, existe actualmente en Europa una voluntad
de los grandes problemas nar.innales quA hasta ahora se plan- general de adquirir perspectiva para mejor captar el orden de
teaban mas frecuentemente en función y en provecto de las las cuestiones. o cuando menos una necesidad difusa de com-
ciudades y hasta de la metrópoli. Incluso su representación, prender cómo se ha formado y en qué consiste esta entidad
que hace solamente unos lustros se consideraba terriblemente fisica y rmmlal que corisliluyti til íerrilorio. lvlJcl·us lo perciben
abstracta y reservado o los técnícos, pertenece hoy al dominio ya, r.on toca la razón. como un vasto r.onjunlo dotado <l~ pro·
público. Exposiciones que llevan por tí1ulo •Carlgs et f¡gures d9 pie:lades especificas, mientras que un numero mayor de per-
la Iette» (París, 1980) o «Paesaggio: immagine e rea/ta• sonas incluso •1e en ella una especie de panacea (hasta el
(Bulunia, 1981) aíraen larllus visilanles corno una reírospectiva punto de que en ocasiones basta con asociar a esle concepto
de los impresionistas. y esto ocurre no sólo por la novedad del uno ideo o proyecto cuya relación con él no seo evidente, arbl-
tema, por la rareza de ciertos documentos o por la belleza de trarta incluso, para retener la atención).
la mayoría ce ellos, tal y como lo prueba el éxito de manifesta-
ciones aur más especializadas, verbigracia las consagradas al ¿Concepto? Dado el grado de generalidad en que nos move-
catastro sardo de 1730 en Saboya o al de María Teresa en mos aqul. serla más prudente hablar de horizonte de referen-
cia. Hay. en efecto. tantas definiciones de territorio como disci-
'•ra.d1Jc,c'.,dc1 origiM aparcddo en Diogéno.121, cn~o-rnarzo·1983. pp. '~-35. plinas relacionadas con el mismo: la de los juristas no aborda
El ter.itorio como palimpsesro

más que la soberania y las competencias que de ella se de,;. cual fuere el tipo de gobierno, la ciudad dentro de sus muros
van: la dA lns espAr.ialistas en nrdenacón, en camblo, toma en impone su voluntad, salvo Axr.epcíones, al país que la alimen·
cuenta factores tan diversos co ro ta geología, la topografía, fa ta. Después, la sujeción continúa, pero cambia de naturaleza:
hidrografía, el clima, la cubierta forestal y los cultivos. las pobla- la ciudad crece, se intlama, inventa, fomenta, realiza, planifica,
eones, las infraestructuras técucas, la capacidad prc.cfuctiva, transforma, produce, cambia, estallo y so expande mientros
et orden jurldico, las civisiores administrativas. la contabilidad que los ritmes campesinos, con sus costumbres y sus meto·
nacional, las redes de servicias, las cuestiones políticas y me dos, persisten en la aparente permanenc a de la larga dura·
quedo corto, no solamente en la totalidad de sus interferencias, cíón; aunGue no por mucho tiempo, ya que esta duración pron-
sino. dírérricamente. en virtud de un proyecto de nter1encl6n. to llega a término: la dlnémica de las empresas urbanas ha
Entre estos dos extremos -lo simple y lo híperoomplejo-, se conseguido contarnlrarla y la distancia entre las mentalidades
sitúa toda la gama de las restantes defi~iciones: las correspon- se reduce. Asi pues, en el siglo XIX, el espacio rural sigue sien-
dientes al geógrafo, el so:íótogo, el etnógrafo. el historiador de do •el lugar de ejecución de las decisiones tomadas en el lnte-
la cultura, el zoólogo, el botánico, el meteorólogo, los estados ríor del espacio urbano» (Franco Farínellí).
mayores, etc. A margen de estos campos disciplinarios más a
menos claramente acotados, subsisten además las aproxima· En la Imagen del campo cero una Arcadia feliz, el campesina·
clones del lenguaje cotidiano. significativas también. en las que do Jamas se habla reconocco, Pero. paradójicamente. tenla
la palabra terrítoríc tan pronto es alegorla de la unidad de ta una representación de lo urbano casi idéntica, es decir, tan ñc-
nación o del estado como designa la extensión de tas tierras tic a como la ora, ya que concebía ta ciudad como el lugar del
agrloolas e incluso remite a espacios paísaJIStlcos que conno- ocio perpetuo. Y como carecla absolJtarnente de voz. no llega.
tan el tiempo de ocio. ba a hacerse olr soere su propia condición: entretanto, al hom-
bre de fa ciudad continuaba percibiéndolo corno la verde sole·
Tal atención hacia un orden de fenómenos Más generales - dad a la que él mismo aspiraba. Ahora bien. si la cpce.cón de
la mutación del terruño en territorio, por decirlo asi- podrla lo rural y lo urbano está siendo superada en estos momentos,
psrmilir la 11liminacíón d11 un prubl11rna nacido dal d11t;;1rrullo no tu es tanlu en razón dül rlUllVU concepto tarritori~I -ésta no
uroano del sl~lo XVIII y convertido en clas co desde el aove- Interviene mas que en segundo lugar- sino en virtud de la
nlml~nto de la r.lvlll1aclón lndu~trlal: et antagonismo extensión cte In 1.unano al conjunto <lel territorio.
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campo-ciudad. Elímírar, pero no resolver: por desplazamíen·
to del enurcíado. Ya que esta oposición es tan falsa como la No solamente el número de las regiones de poblaciones con·
quo concoblrla una isla como limílada por las aguas y rocoe- comradas ha crecido dcsmcserecemcntc desee la Sogundo
da por ellas: pensamiento de gente de lierra adentro que Guerra Mundial, sino que sobre todo las mentalidades ajenas
carece de sen~do para los pescadores. cuyo Incesante ir y a la ciudad. en el conjunto de Europa Occidental al menos,
venir entre la tierra y el mar desdibuja los umbrales entre los están sufriendo una metamorfosis dacislva. la cual ya ha con·
elementos para crear a partir de dos dominios aparentemen- cluido en los Estados Unidos. Esla operadon se ha prod~cldo
te incompatibles una necesaria unidad. El antagonrsmo entre graetas a la difusiOn de los medíos de commícaclon; con
campo y ciudad, que ha paralizado durante tanto tiempo el mayor rapidez qre el ferrocarril en el siglo XIX, la radio y sobre
territorio, es también, ante todo. una noción urbana. Se pre· todo la televisión, han logrado modificar comportamientos,
santa, como la precedente, con la evidencia de una figura ins- proponiendo una especie de homogeneización de los modos
crita sobre un fondo. de vida por riedío del establecimiento de determinados re1e·
jos cullurales.
Tras haber servido de soporte a un juicio moral. ha funda-nen·
lado un orden politice. es decir, ha expresado una distancia Considerada bajo este ángulo antropológicc, la oposoon
económica. Ya para Vírgítío, e incluso para la Biblia antes, el campo-ciudad deja de existir, debido al triunfo ce la ciudad. En
campo-refug o se despliega frente a ta corrompida e udad; los consecuencia. el espacio urbanizado no es tanto aquel en el
humanistas, y los románticos después, utilizaron a su vez este que las oonstruociones se suceden unas a otras en orden
resorte retórico -con más razón los segundos que los prime- cerrado como aquel en el que las habitantes han adquirido una
ros, ya que ellos •1ivíeron el nacimiento de las aglomeraciones. mentaldad ciudadana. El poeta galo Rutilius Numatían~s había
La persistencia misma de este lugar común podría, por otra expresado ya en el siglo V de nuestra era la íden:ificacíón del
parta. irterprelarse corno una nuesíra de que la hurmmida~. terrílorío con la dudad cuando d~cía ce Roma: urbem lecisli
que entorces pacecía el shocl( de la i1dustlia. aún no se habla quod privs orbiseral (hiciste una ciudad de lo que antes era el
repuesto dAI shock de la urbanízaclón. PAro hasta el final del mundo). El ideal dA la cíudadania 1.nivArsal, sin embargn, ha
Anbguo Régimen, la ciudad dominaba al campo porque con· sido substituido por una escala de valores que conffa en el uti-
centraba todos los ooderes y dictaba el derecho: en efecto, sea l~arismo y la inconsciencia ideológica, y cuyas consecuencias
El territorio como palimpsesto

a largo plazo no deja~ de ser inquietantes. tienras. e i,1ciuso los ac:os mas cotidianos de la agricultura.
nacen rtel territorio 11n espacio que se remort~la sin cesar.
Se puede deplora· la conquista del territorio por la ciudad con
ayuda de los argumentos más ainados, estimar lo que tcdavia Los determinismos que lo transforman según su propia lógica
se opone a este movimiento, objetar ejemplos conrados, pero (es decir, cqoeuos que son dol dominio de la gcologia y de la
no se puede negar la tendencia. ni la extensión cada vez mayor meteorologla) se asimilan a iniciativas naturales mientras que
de sus efectos. Hay quien vio el fenómeno desde lejos. En una los actos ce voluntad que pretenden modificado son además
carta de 1763, Rcusseau escribe que «Suiza entera es como capaces de corregir en parte las consecuencias de su actívl-
una gran ciudad dividida en trece barrios, unos erigidos en dad. Pero la mayoria de los mo•lfmientos que lo moldean -
valles, otros en laderas, otros sobre montanas. [... ] Hay barrios tales oomo las modificac ones climaticas- se extienden en un
mas poblados que otros. pero todos están lo bastante como lapso de tiempo tal que escapan a la observación del Individuo,
para indicar cue se está siempre en la ciudad. [... J No es creí· e incluso de una generación, y de ahí el carácter de inmutablli·
ble que atravesemos desiertos cuando nos topamos con cam- dad que connota normalmente el lénnino «naturalezas.
panarios entre pinos, rebaños sobre rocas, manufacturas en
precipicios, talleres sobre torrentes» En .ma época en que, Los habllantes de un territorio no parar de berrar v -eescnbr el
tras haber leldo el poema de Haller Die Alpen. los viajeros des- viejo grímorlo de los suelos. Como consecuencia de la explota·
cubrían en este pais el modelo de la ruralldad edénica, este dón sistemática que la revol~ción tecnológica del siglo XIX ha
pasaje y el correspondiente de las Réveries' adquieren un propagado hasta los úllimos rincones de tantos paises, todas
carácter vísío~ario. la reglones han sido puestas poco a poco ba. o un oontrol eaca
vez mayor. Incluso las mas altas cadenas montañosas que la
Lo que hace dos siglos pod'a pasar por una extrapolación poé- Edad Media consideraba como una especie de Infierno terres-
tlca se ha hecho realidad antre nuestros ojos. La construcción tre han sido colonizadas y rentabllizadas gracias a los equipos
de redes de autopistas, nuevas infraestructuras ferroviarias y industriales. En determinadas zonas de los Alpes, todos los 1ti·
aéreas, ijl equipamiento ~islerm!lioo de las costas más ravora· nerarios eslén llln bien senaliaido~ que rsseíta imposible per-
bles al tunsmo estival y el correspondiente a las reglones mor· derse. lo cual oontrlbuye a suprimir la dimensión fantástica de
ta~o.~a5 tmpropías pa-a la aonr.ullura y e alojamiento que esto5 lugares olrnra tan tamirto.~.
acoge al invernal, tales son las huellas más visibles de una acti-
vidad esencialmenle ciudadana, cuya finalidad cons.ste en Pero no basia con afirmar, corno la enumeración de estas ope-
poner los contínontcs a la disposición dol hombre de los ciuda- rociones muestro, quo ol torrítorío os ol rosultado do ur conJun·
des. Por otra parte, bastana con que un poroentaje lnfímo de la to de procesos mas o menos ::oordinados No se desg osa llni·
población se ocupara del cultivo de las plantas comestibles camente en cierto número de fenómenos dinámicos de tipo
para alimenlar al conjunto de los habitantes del globo. En estas geoclimélico. Desde el momento en que una población lo
condiciones. nadie duda de que el territorio. por muy vaga que ocupa (sea a través de una relación ligera. oomo la recolección.
su definición pueda seguir siendo. no oonst tuye a estas alluras o dura, como la extracción minera), establece con el territorio
la unidad de medida de los fenómenos humanos. una reiac ón que tiene que ve· con la ordenación, o incluso con
la planificación, y los efectos reciprocos de esta coexistencia
El territoño no es un dato, sine el resullado de di•1ersos proce­ pueden ser observados. En otras palabras. el territorio es obje·
sos. Por una parte, se modifica espontáneemente: el avance o to de una construcción. Es una clase de artefacto. Así pues,
retroceso de los bosques y ce los glaciares, la extensión o constiluye Igualmente un producro.
oesecamemo de las marismas. el relleno de los lagos y la ror-
madón de los deltas, la erosión de playas y acantlados, la apa- Los fines y los medíos de este LSO del terr toro suponen a su
rición de cordones litorales y de lagunas, el hundimiento de los vez coherencia y continuidad en el grupo social que decide y
valles, los oorrimienlos del terreno, el surgimie~to o enfr amien- ejecota las intervenciones de explotación. ya que la porción de
to de los volcanes, los lerremotos, todo ello es una prueba de corteza terrestre calificada de territorio es habilualrrente objeto
la treslabiñdad de la morfología lerreste. Por otra parte. es de una relación ce apropiación que no es únicamente de nalu·
objete de las intervenciones humanas: irrigación, construcción raleza fisíca, sino que por el contrarío pone en práctica diver·
de carreteras. puentes, diques. le•1antamiento de presas hidro· sas intenciones, míticas o políticas. Esta circunstancia, que
eléctricas, excavación d11 caneles, perforación de túneles, ale· pune en entredicho I~ deflniciúri d11 un territorio por medio de
rrazamientos. roturación. repoblacióo forestal. mejora de las un único criterio (geogri!lfico por ejemplo, el que recurre a las
tarnosas <fronteras naturales•, o etnico. en fun~ion de la pollla·
1 Hay troduoción casiellMa: las- Er.solfacio.'iesci'eJ ,aaseanlti soiJ~a.-io.1\11t:rt:rid ción residente o solamente mayoritaria, e incluso dominante),
Afü:1nzi:1, 19Hl. lN. eje LJ indica que la ncc ón no es «objetiva» Tal constatación no signi·
El ter.fforiocomopalimpsesto

fica en absoluto que sea arbitrarla, sino que reúne un número La ~erdida de sentido que acompaña al advenimiento de la ctvi·
r.onsirterable de fa~tores, cuya ponderar.Ión varía rte raso en lización ind11stri¡¡I hizo caer estas alegorias en ta carícatura: en
caso y cuya histoña la mayor' a de las veces ha integra- electo. en el siglo XIX tal pais tornaba la apariencia de un ogro.
do -cuanco no consagrado- la amalgama. tal otro aparecía como una solterona. La personificación del
territorio es anterior al concepto de nación como conjunto orgá·
La historia, sobre todo la recíeote, desgraciadamente ha rnoce- neo y a veces lo s~slituye: cuando la personificación oerdi6
lado una multitud de territorios incompletos cuya definición ha sus virtudes, los estados modernos inventaror la idea de patria
acarreado tensiones por no responder a lo que esperaban las y, auxiliados por el chovinismo, lograron hacerla eficaz, por
etnias concernidas. En un pequeno nomero de casos particu- muy incolora que pareciera en sus comienzos.
larmente trágicos. asistimos a fenómenos de •doble exposi-
ción» (en el sentido fotograñco del término): la misma exten- Estas diversas traducciones del territorio en figuras reflejan una
sión geografica es reivindicada por grupos incompatibles que realidad indiscutible: que el territorio tiene una forma. Mejor, es
elaboran proyectos contradictorios, como los de romanos y ger- una fonma. La cual, y esto cae de su peso. no tiene por qJé ser
manos enfrentados sobre el limes renano. geométrica. Varias veces nos hemos referido a Roma: el cua-
driculado que impuso ñsícamente a tocos los paises conquis-
Para que la entidad del terrttorio sea percibida como tal es tados proporciona un ejemplo extremo de configuración voten-
Importante, por tanto, que las propiedadesque se le reconocen tarla. la cual toda•1la es apreciab e desde Escocia hasta Siria,
sean adrritidas por los interesados. El dinamismo de los fenó· de Rumania a Portugal y de Túnez a Alemania: el cuadrado de
menos de formación y de produo::íón conlinOa en la Idea de un 2.400 passus (alrededor de 710 m) consrnuye la base uniforme
perfeccionamiento continuo de los resultados, en el que todo de su sisterra de explotación agrlcola, en redes de díve•sa
estarla unido: comprensión más eficaz de la cosas posibles, orientación: este mallado de base está a su vez articulado en
repartición más juiciosa de bienes y ser1iclos, gestión más ade- múlllptos y submültlplcs que permitian dominar tanto la mayor
cuada, innovación en las instituciones. En consecuencia. el dimensión (una provincia entera) como la más pequeña (un
lijrnlurio es un pruywlo. uclus, manos de un cuarto du hectárea). En otra escala difuren-
te, escapando a la percepción directa, la Francia de hoy expre·
E~ta nAr.A~ldart ~A una rAlaclón r.lllActlva vivida AnlrA una Ra~a rmr un hexégono ilegorlra el r.a!(lr.tiir r.onr:!uso y perfM.·
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superficie topogra~ca y la población es'.ablecida en sus plie- to de un equilibro alcanzado a través de siglos de vicisitudes.
gues permite concluir que no hay territorio sin Imaginario del El ejemplo extremo lo constituyen los Estados Unidos, cuyo
terntcno. El torritorlo puedo cx,orosorso en tórmínos ostod'stl- ospacio operocc cuadriculado desdo los /\palachcs hasui ol
cos (extensión, alt tuc, temperatura media, producción bruta, Pacifico, en virtud de un sistema único decidido en 1785.
etc.), pero no puede quedar reducido a lo meramente cuanñta-
11~0. Al ser un proyecto, el territorio está serna ni zado. Es sus· Entre es:as formas 1egutarlzadas del territorio, una por sus llnil-
ceptlble de discurso. 11ene un nombre. Proyecciones de todo tes. otra en lo que a su tejido refiere. existen muchas solucio-
tipo se vinculan al mismo, y éstas to transforman en sujeto. nes intermedias. Los mil kilómetros cuadrados de zona equipa-
da en el siglo IX alrededor de Angkor constituyen una de las
En las civilizaciones tradicionales. preocupadas por no pertur- mas singulares: templos, ciudades de palafitos y arrozales se
bar el orden del mundo, e incluso por ayudar a mantene~o. el encuentran vinculados sin solución de continuidad funcional en
terntorio es un cuerpo viviente, de naturaleza di~ina, al cual se un todo orientado astronóm cemente y estructurado por cua-
rinde culto. Algunas de sus partes pueden gozar de un estate- drantes nrensos awupados alrededor de santuarios, platalor·
to especial que las sacraliza. En la Artigüedad tardla. tal busto rnas. estanques gígan:escos. zanjas. diques y calzadas. Pero
femenino coronado pcr torres formaba el emblema de Tréveris junto a esta «fábrica de arroza (Henri Stierlin), podemos citar
o de Milán. la Edad Media y después la epoca barroca han también la intenminable sucesión de rangs ce Ouébec, esas
practicado otros tipos de personlficaciOn fundados en la 1nter· estrechas tranjas de tierra perpendicul<res al rlo. alineadas
prelación simbólica de los contornos terrestres: se trataba de como con rogla (en ocasiones sobrepasadas en una pulgada,
hacer coincidir un personaje con ellos, el cual debía expresar el lo cual hace vibrar la trama). o los cuadrados, circulas y es-
carácter del país representado. Esta voluntad de moralización trías que forman la superficie entera de Nebraska. estado total-
permitía identificar a Tierra con Cristo (mapamundi de Erbstorf, mente dedicado a la agriCtJltura industrial.
siglo XIII), declarar Europa anerógina, siendo su cabeza
Espana y su sexo Venecia (mapas de Opi~inus de Canistris. Los paisajes retocados con fines proouctvos. pero sin conse-
siglo XIV), mostrar los Paises Bajos esparoias como un león y wenr.ias geoml!frir.as sor mucho más numerosos que lr,5 pre-
e.l Tirol en forma de águila (siglo XVII). cedentes. Aquellos especialistas del drenaje que fueron les
El territorio como palimpsesto

benedictinos de los siglos X y XI transformaronla llanura del las ventajas ecororrlcas formaban parte en ~ran medida de su
Po, dAI terreno pantanoso que Ara en tierra agricola. Otra éxilC>-, la lnglaWra dP.I si·:¡lo XVIII desarrolló una solurjón ori-
comunidad monástica. los cistercienses. que entre otras activi- ginal: el jardín anglo-chino. Su talla debe proporcionar la ilusión
dades desarrolló la píscicutura y la viña, también re-nodeló de un lugar paradisiaco que se prolonga indefnidamenle.
territorios enteros a partir del siglo XII: osi el viñedo de Lavoux Basado en la oposoón do tapices de hierba y bosquetes, como
en la Suiza de habla francesa, donde establecieron terrazas en el contraste de va limenes de les árboles y sus colores en
sobre empinadas pendientes. Los extraordinariosar-czaíes en función de recorridos muy elaborados, fue también admirado
terraza de Indonesia ·; de Filipinas, las parcelas de bordes por su libertad, aun cuando estaba calculado hasta Ja última
extraordinarios de Kyushu, constituyen una transformación del hoja. Horacewa·pole dijo de 'l'~lliam Kenl, uno de los creado-
mismo tip-0, aunque a una escala mucho mas grande, puesto res de esta estética de lo pintoresco, que •fue el pmero en
que afecta a montañas enteras. saltar la valla y descubnr que toda la Naturaleza es un jardin•.

Otras intervenoones también han influido en la forma del terri- Explicación errónea. puesto que el jardín inglés no proviene de
torio sin que para ello el asiento lopo;¡ráfico de la producción una imitación del campo. S hemos de enconlrar sus fuentes,
haya sido modillcado -aquellas que, por ejemplo, han modifi- podemos mirar hacia los pintores franceses del siglo XVII, o a
cado a cubierta lorestal de un país (reemplazando robles por los venecianos de cien anos antes, 1111 y como algunos ereten-
abetos, que crecen mucho más rápido, como es el caso de una den. Lo cierto es que dicho jardín es el resultado de la manipu·
parle de Europa central} o quienes la han supñmido (como la lación y reunión en el espacio de un cierto número de produc-
Espafta del Siglo de Oro, necestaca de madera para su mar. tos naturales seleccionados, con vistas a suscitar d versos
na y para producir hierro, lo cual ha acabado de arruinar sus efectos de naturaleza filosófica en el rombrs cultivado que se
tierras convirtiéndolas en pasto para ovejas). El descubrimien- adentre en el mismo. En realidac. fue el propio jardín el que
to de América desplazó la economía europea del Mediterráneo saltó la valla el siglo siguiente e Inoculó su palsajismo al con-
al Alléntico; Venecia, que vivía del trafico con Oriente, para ev1- junto del lerñtorio británico. En Inglaterra, la estelización de la
lar la quiijbra intentó po:;¡¡r <.le! comercio ue altura a la ayricu • naluroleai encubríó y ltllJ1li1116 una transíorrnacion radiCill de
tura; a partir del siglo XVI. esta operación. que parcialmente las relaciones ce pl'oducclón oomo consecuencia de un nuevo
r.on~lgulernn sacar adelante, nr.a~lnnó 11n camoío pmf11nrto en reparto de los hienes raícss: la forma del tArrllorlo expresaba
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la extensión de las tierras cultivables, los tipos de plantas c•lti· así desde muy cerca los contenidos socioeconómicos del libe·
vadas y los métodos de explotación de la TerraFenna, es decir, ralismo naciente.
on lo oporloncio dol tcrrtorlo.
Enlte las relaciones posibles con la forma del territorio, los últi·
Este mismo descubrimiento permitió importar ~rogreslvamente mes siglos del Antiguo Régimen desarrollaron dos que los con-
a Europa una cantidad enorme de especies hol\icolas y orna- tem~oráneosde la revolución Industrial p1vilegiarlan: el mapa
mentales, tan bien aclimatadas hoy en dla que parece que y el paisaje natura cerne objeto de contemplación. Se trata de
hayan crecido aqul desde toda la eternidad: ellas contribuyen fenómenos opuestos en cuanto a sus objetivosy a sus medios.
también a definir el territorio. o al menos su contenido percep- ya que responden a co-icepcicoes de la naturaleza fundamen-
tible. talmente diferentes.

La sensibilidad a la forma territorial como objelo de percepción La primera apoya el crecimiento de las :;iencias, las cuales ccn-
directa no es un fenómeno recente. SI bien la AntiRüedad casi sideran la «naturaleza• como un bien oomún a disposición de
no conoció otra cosa más que el paisaje idealizado. a través de la humanidad y que los hombres pueden e incluso deben
los coníranos locus amoenus y locus horrídus.parece como si explotar para su provecho (en otros términos, como un objeto).
el Renacimientotoscano hubiera intentado conciliar las necesi- Esta tendencia alcanza su apogeo con el positivismo del siglo
dades de la pro<lucción y del •paisaje bello»: a la vez que XIX, al cual la revolución tecnológica proporciono un Impulso
inventaba el paisaje como ~énero pictórico inde,oendiente, irresistible. La segunda concepción considera, por el contrario,
paralelamente desarrollaba modelos de configuración del terri- la misma naturaleza como una especie de pedagogo del alma
torio que no se lim taban al jardin geométrico, ese microcos- humana, hasta e punto que el romanticismo, germanico sobre
mos que ezpress un proyecto sociocosmológico, sino que se te-do, f3 percibirá como un ser místico que mantiene un diálogo
exíendían a escala lopuyráfü;a para afirmar una armonía reali- continuo con los horobres, es decir, corno un sujijfo. A la hip11r-
zada. trofia de la Razón responde una hiper1ofia del Senjmiento.
Contra los que trabajan en nstrumentaüzar la denda con vis-
Por motivos muy diferentes -seempieza a comprender que tas a un dominio cada vez más eficaz sobre el territorio, se
El ter.itorio como palimpsesro

sublevan aquellos que buscan instaurar una relación de lnter· das: por carencia de representación. Y, claro esta. las islas
suhjetividad con la naturaleza. vagabundas que pueblan los relatr.-5 del siglo XVIII.

En la Antigüedad se utilizaron mapas bastante parecidos a los Este terñtoño elásíieo no podía satisfacer las exigencias de un
nuestros. tal y como atestigua la Tabla de Pcutinger. itineraño estado moderno. Em importante, pues, representarte a la vez
del Bajo lmpeño que nos ha llegado en forma de copia, también de forma tota, exacta y unitaria. Poco a poco fueron elabora-
se practicaba el catastro sobre losas de piedra: tales instru- dos un sistema de triangulac'ón. un método de proyección y un
mentos, abreviaciones :onvenidas de una superficie terrestre calálogo de signos. hasta adquirir una flexibil:dad y una preci-
dada. eran necesarios para permitir la gestión del mundo roma- sión literalmente fabulosas. La cartografla clentlfica de los
nizado. La icea fundamenla de un mapa es la visión simullá- Cassini, puesta a punto durante el siglo XVIII, SJbstituyó en
nea de un territorio cuya percepción directa es imposible por todas partes a los métodos empíricos de oianos realizados con
definición. El mapa, reducción de lo real en sus dimensiones y fines fiscales que se practicaban en Europa en la época: la
en sus componentes, conserva sin embargo las relaciones ori- base nacional de SJ red geodésica permitla una coordinación
ginales de los elemertos retenidos: en gran medida hace las sistemátca de inf01Y11aciones sectoriales, organizadas en un
veces de territorio, ya que las operaciones pensadas para ésle sistema lógico sin fallos.
se elaboran sobre el mapa. E~ pnnclplo. mapa y territorio oue-
den convertirse el uno en el otro en iodo momento -pero es Esta fdescrip:ión geométrica de Francia» preveía ciento
evidente que se trata de una ilusión peligrosa, ya que esla ochenta hojas a escala 1184.400. No debía contener reserva
reversibilidad no tiene en cuema el hecho de que la Identidad alguna. es decir, ninguna supeficie no representada, aunque
de dos objetos es solamente pos:ulada ni el fenómeno de la fuera en los Alpes, y tuvo que afrontar problemas imprevistos
escala o tasa de reducción, que tiene que ver menos con las que demuestran la arnb güedad de tal empresa. En efecto, en
dimensiones del mapa que con la esencia misma de los fenó- estos documentos llama la atención tanto la mezcla de anota-
menos que deno:a y ~uyo tama~o real sigue siendo determi- ciones conve~cionales y real,stas oomo fas superficies blancas,
n~nta. como i11oonsislenles, oobra las que dichas anot~ciones se des·
tacan: nos encontramos con trazos de varios llPOS cera Indicar
Que una rnpra!;f!ntaclón mAntal dAI tArrltorlo AS lndlspan~ahlA westas o J)Andlantes y ~rupn~ dA ~lgno~ propios dA pantanos
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para comprenderlo lo hicieron notar con intensidad las novelas o bosques, sin que en el interior de los sectores asi tratados se
medievales, y también determinados debates políticos de la haga ninguna distinción, ni los niveles aparezcan sino por alu-
misma época. En 1229, el dux Piotro Ziani propuso írensporter sión; on las 1 anuros. no h~y lndie-0d6n alguno sobro los culíi-
Venecia a BiZancio; suponiendo que tal transporte tuera posi- vos y no todos los caminos apareceo: fi~almente, las constmc-
ble, las varias decenas de miles de venecianos de la época clones aisladas son designadas por la prcyeccíón de uoa
hubieran estado demasiado holgsdos entre los muros de fachada de Iglesia, grarja o molino según los casos, es decir
Constantinopla; a falla de reducciones gréficas de ambas ciu- que son la excepción al principio de perpendicularidad de la
dades, habla que narse de recuerdos y cálculos harto impreci· visión. La representación del relieve no hallaré una codificación
sos. y la evauaclón de las distancias resultaba Igualmente satisfactoria hasta el siglo XIX. sea por el sistema de trazos a
vaga. la propuesta fue seriamen:e discutida. pero los consejos Medida, sea por el sistema de las curvas ce nivel.
prefirieron la operación inversa: consoerar que B zancio esta-
ba ya en Venecia. Debido a su contenido ligeramente surrealis- Nadie duda de que por medio de estos tanteos los ingenieros
ta, este episodio nos permite tocar de cerca las condiciones buscaban obtener una especie de facslmll del territorio. Todo
materiales en las cuales se ejerció el poder hasta el siglo XVI su esfuerzo tendía a un efecto de realidad que los mapas ffsi-
por lo menos, incapaz como era, pcr falla de instrumentos, de oos más recientes alcanzan en ocasiones de una manera sor-
evaluar exactamente los términos de un problema geopolitico. prendente, hasta el punto de que algunos de ellos en un primer
vistazo son percibidos como si fueran maquetas. Este hiperre-
De igual forma, en las novelas del ciclo d91 rey Arturo, Perooval alismo no deberla sin smbarqo engañar sobra el carécter del
recorre un país en el que se pierde constantemente, ccyas ciu- territorio ni sobre el del ma¡;;¡. Porque el territorio contiene
dades y castillos aparecen y, sobre todo, desaparecer para el Mucho más que lo que el mapa puece mostrar, mientras que el
lector actual, porque los itinerarios que los unen no son identi- mapa sigue siendo, a pesar de lodo, lo que es: una abstrac-
firados. Lu que tornemos por una inver1ciún µootira restituye la ción. Le r~lt<i le que carncterila esµecífü:<irnente al territorio: su
realidad ootidiana del viaje: preguntamos por la dirección ccns- extensión. su espesor y su perpetua metamorfosis. Se trata de
tantemenle, corno las hormigas, cada tina a tedas las nemas. un estatuto ~aradó]ico: se esfuerza en la exhaustívidad y, sin
Así se explica en parte. creemos, la desmesura de las cruza- embargo, le es preciso escoger. Todo mapa es un filtro. Hace
El territorio como palimpsesto

caso omiso de las estaciones, ignora los conflictoo que prcpor- saje, por el coraano, se ofrece a la vista de los hombres. los
clonan Anergia a toda sooeoan. no tiene en r.uAOta ni los mitos cuales no están mas quA en un solo lugar al mismo tiP.mpo, y
ni las ~ivencias, aun erando fueran colectivos, que vinculan se deja ver en horizontal, de igual forma que sobre el mundo no
una población al asiento físico de sus actividades. O si trata de tienen más que una visión desenhebrada. En la Encicio,oedia
hacerlo por medio de la cartogroffo estadlstica, lo expresa por de Dicerot y d'Alcmbert, el paisaje no ero íodavta más que un
más abstracciones, ya que se encuentra mal equipado para lo género pictórico: no se convierte en un conjunto de formas geo·
cualitativo. Resulta impotente con lo qre no generaliza. tectónicas percibidas en el espacio real sino a principios del
siglo XIX. Las razones de esta atención hacia la moliología del
Representar el terrnorlo ya es apropiérselo. Ahora bien. esta territoño revelan en parte la ideología de la voluntad, que arma
representación no es un caco, sino siempre una construcción. tanto a Fausto y a Marx como al gran bursués Alexander von
En primer lugar el mapa se traza para conocer y después para Humboldt. Toda una escuela de continuadores de las Luces se
actuar. Comparte con el territorio el ser proceso producto, pro- vinculará al ;;nálisis del nuevo objeto en tanto que realidad
yecto, y como es también forma y sentido, incluso corremos el independienle del observador y como resultado transitorio de
riesgo de tomarte por sujeto. Instituido como modelo que posee un cierto número de fuerzas concurrenles. La geografia en for-
la fascinación de un microcosmos, simplificación extremada· mación, concebida en una perspectiva ecolóqca avant la lettre,
mente manejable, tiende a substituir a la realidad. El mapa es hacía del paisaje el medio de a hlslO'ia humana. Incluso
más puro que el territorlo, porque obedece al pr'ncipe. Se ofre- teniendo como fin último la domlnac ón de la naturaleza. seguia
ce a cualquier des gnio, el cual concreta por anticipación, y estando impregnada por la noción de armonía del cosmos que
parece demosírar lo bien rundado del mismo. Esta especie de sobrevlvlrla hasta el siglo XX en stntesls-descrlpclones en las
trompa l'oeil no visualiza solamente el temtorio afectivo al qua qua ciencia y literatura se confunden.
se refiere. sino que puede dar coemo a lo que no existe. El
mapa manifestará. pues. el temtorio inexistente con la misma Sin embargo, no es esta elaboración literaria del paisaje la que
señedad que el real, o que muestra bie1 que hay que deseen· aqul nos interesa, ya que supone siempre un observador móvil,
li~r dal mismo. Siempre Gene el paliyro de sirnul~r lo que pre- infonrndo. resuello, íarnili~rtL11do con el m~pa. El uso µJr<1·
tende exhibir: ¿Cuántos reglmenes preocupados por la eficacia mente receptivo del paisaje, aquel que no se preocupa en
r.rAAn ltlrglr Al pats y ~In AmMroo no oohiAman Rlno Al mapa? ahsol11to dA axpl car nada. pMAnAr.~ a otm unlvari;o; para al 31
que se limita a percibir intensamente el paso de las estaciones,
Esla facilidad para deslizarse en la ficción hace que la geogra- las epifanlas de la luz y la gloria de los colores, monta~as, rlos,
flo, do todos las disciplinas que hon crocido en el siglo XIX, soa órbolos y nubos tornan los crememos do un monsqo motoflSi·
quiZás la menos desprovista de ideologla. Prorundamente utili· co a desci~ar no sin un temor reverencial. Es como para pen-
taria, incluso mil tansta er su orientación. ta geografia ha pro· sar que este paisaje ccnvertldo en «estado de ánimo• {Amiel)
ducldo admirables trabajos. pocos de los cuales resultan ino- encarna todo lo sagrado que ha retomado de las religiones
centes. En su preocupación por la exactitud, comenzó por des- exangües tras la Revolución Francesa; favorece una relación
cribir. Mucho mas tarde, escuchó la llamada de un Olósofo que Individual y cósmica situada muy lejos del es~ectáculo. porque
incitaba a sus colegas no solamente a interpretar el mundo, instituye un vinculo de sujeto a sujeto con la Naturaleza. Este
sino a transformarlo. Un nuevo tipo de mapa habta nacído, la rechazo a la con:lición estáíca del territorio constituye la antí-
de los planificadores, el cual adelanta las mutaciones al pres- tesis misma de la actitud cartográfica.
cribirtas. «El territorio ya no precede al mapa. ni le sobrevive;
en lo sucesivo, sera el mapa el que preceda al territorio» (Jean Una tal percepción del oaisele no se reduce únicamente a lo
Baudrillard). Este mapa que se croyecia en el futuro ha liegado visible: tampoco es hedonista. como lo es el paseo por el lar-
a ser indispensable para dominar los fenómenos complejos de dín, con sus sorpresas preparadas para la eslimulación senso-
la ordenación a gran escala, pero adquiere el carácter vertigi- rial e intelectual: compromete todo el ser en una prodigiosa pro­
noso de los planos: •despeganctose• a sabiendas de lo real, yección. ya que as~ira a otro lugar. siempre d fer do. Es eviden-
tiene por limite el simulacro, el cual sancionará su vanidad. te q~e esta actitud resulta incomoatible con una óptica positiva
Llegados a este punto, no dejaremos de señalar que al comien- del paisaje, vinculada a la sola extensiór de los fenómenos. Lo
zo cel libro sagrado de Occidente se encuento un precepto que es menos evidente es que ha contribuido de manera deci-
que no se ha hecho sino seguir muy de cerca: «Id, y dominad siva, por la exaltación de sus poemas, sus pinturas visionarias
la Tierrn>, y no: vivid en simbiosis con ella ... y sus sur-alas de proqrama. a ext~nder el gusto por el paisaje
bruto. Pero este gusto se degrada inmediatamente en diversas
De esta manera, el map<. se revela como un (rtil rlemi(irgir.o: simptifir.a~ionp,s, todas conciliables con una gestión predadora
restituye la mirada vertical de los dioses y su ubicuidad. El pai- del territorio. A a contemplación páni:a de los océanos desen-
El ter.fforio comopalimpsesto

cadenados. al heroismo de glaciares y picos. suceden las conformado a lo largc de los siglos son ahora considerados
hazañas de la ravegar.ión deportiva y la moral de r.luh alpino, r.omoobras, y a veces protegidos como tales. Ocurre asimismo
para el cual la cumore se merece por el esfuerzo. Tras lo subli- que los conocimientos reunidos por la investigación científica
me. el pic-nic. sufren una extrapolación fantástica: Viollet-le-Duc, tras haber
descrito lo morfologlo del Mont-Blonc, llegó a describir su pre-
Este enfoque gimnástico tiene por lo menos la ventaja ce no sunto estado anterior a la erosión, del cual proporcionaba
limitar la recepción del territorio a la ojeada que podamos echar representaciones gráficas; Bruno Tau! llegaría más lejos toda-
sobre él. Ya que la moda del paisaje tamJién ha desembocado vla al proponer la talla de las cimas alpinas transformándolas
en la estetlzaclón de la corteza terrestte tajo el empu¡e de un en gigantescos cllsl21es. proyecto 11rlco del cual subrayaba su
turismo que fue inglés en un principio. Masas considerables de enorme coste. •menor, en cualqu er caso. que el de la guerra•.
rentistas se pusieron a viajar. No ya, como sus predecesores
aristócratas del Grand Tour. con el objetivo de adquirir cultura. A pesar de su diversidad, el empuje impresiorista. la organiza-
sino por experimentar sensaciones. Estos nuevos diletantes ción de los deportes en la naturaleza y el paisaje como espec-
designaron lo que había que admirar y sus opciones son :oda- láculo o como experiencia espiritual son, una vez mas, produc-
vla las nuestras salvo unas pocas excepciones; su presencia tos ciudadanos Que responden a la Industrialización y a la
trajo la necesidad de hoteles. ferrocarriles de cremallera y bar- explosión de las ciudades. Estas reacciones son a rnenudo
cos de vapor, y estos equipam entes continúan siendo la nostálgicas, o ambiguas. Se iba a la alta montaña a la bésque-
estructura de apoyo de regiones enteras. da de una naturaleza virgen, perfectamente mítica; la creación
de los parques nacionales y de las reservas naturales es la res-
En esta fase tardla se generaliza una Institución estética que puesta técnica a la misma exigencia, pero significa que el resto
permite paissfear el mundo con pocos gastos: el mirador. del territorio puede ser objeto de ccrtes programados; esta res-
Establece una rela:ión fija entre un punto dado del territorio y puesta. por tanto. no es más que una cínica coartada. A la uta·
to:los los que se pueden divisar a partir del mismo. El mirador pia de un Buckminster Fuller de cubrir Manhattan con una
lranslorma el paisajij e11 figura. lo lija sn un lugar 00111,n. lo eépula de plést•ll'J para wnlro1ar in(¡¡yralrn(:lnlij 111 clima. se
socializa en la banalidad: en pocas palabras. lo hace Invisible. opone la de los ecologistas radicales. los cuales suenan un
ya que lo que en Al ~e constata e~ que rMulta conforme a su Mundo raconqui~tado f)<)r el hosqrre prlmomlal: amoos, aqulil y
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reproducción. Cuanto más lejos alcanza la ITlirada, más pano- éstos. son hijos del siglo XVIII y tienden al mismo fin retrospec-
rámica se hace, más satisface la necesidad de cominar opo- tivo, reinstalar el paraíso en la Tierra. La publicidad 1urlstica
niendo do formo irrisorio ol Individuo a lo maso do! p!Moto. El tambión, 01 proponerbuen liompo pcrpotuo on rogionos arquo-
mirador. cemrlfugo como es, es lo contrario de un lugar. Pe·o tipicas. en las que sin embargo lo esencial del viaje será cuida·
también es centrípeto, ya que el burgués demócrata recibe allí, dooamente evitado: regresar transformado.
como lo hace el soberano desde lo alto de su palco real. el
homenaje de la Naturaleza reunida a sus pies y ante la cual se El paisaje que miro desaparece si cierro los oos y el que lrl
exhibe. ves desde el mismo punto difiere del que yo percibo. Si identi·
fico sobre un mapa los perfiles cuyo contraste e acuerdo sedu-
Esta bu lmia con respe:to al paisaje real se acompaM de la ce, si recorozco los planos, las masas y las manchas que lo
expansión del paisaje pintado, el rual culminó en la escuela consbtuyen s nfónicamente, no oblergo más que lineas y espa-
impresionista. Ésla subslituyó el paisaje patétco ce! romaru- cios sin articular. «8 paisaje, como unidad, existe soíamette
cismo por un paisaje fenomenológico. Su éxito conllevó una en mi concencla» (Raymond Blochl. No es una escutea. nací·
educación mucho mas refinada de la mirada. Por carambola. da de un acto de organización de espacios v voíümeres y pre·
es la pintura la que suscitó el paisaje, ya que consiguió transfi- sentada como tal. sino una colección fortuita de fragmentos
gurar algunos accidentes topográficos en formas absolutas: el topográficos que colisionan en distancias abolidas y a la cual
partil de la montaña Sa1nte-Victoire es ya una construcción de confiero sentido porque le reconozcola dignidad de un sistema
C&zanne, operación que ya Hokusaí habla anticipado con el formal, que yo traio, en suma, igual que una obra.
Fuji-Yama. Pero también sensibilizó al hombre de la :iudad
frente a fenómenos que anteriormente habían pasado desaper- Lo que cuenta en el paisaje no es tanto su «Objetivida:l> (que
cibidos: él, que sopcrtaba sus arededoees rurales o mon:aiio- lo dWerencia de un fantasma), sino el valor ~ue se atribuye a su
sos 001110 urr dalo, se puso a recibirlos a lo laryu d11 ludv ¡¡I año oorriigur­dciórr. Esle valor es y rru puede ser olra cosa que r;ul-
la! y como el tiempo se los ofrece. lejanos en ciertas ocasiones. tural. Las proyecciones. con las que lo enriquezco. las anaío-
demaslaoo próximos o d~sdibujados en otras. r.amhíantes en gias que hagn espont~neamente resonar con respe~to al
colores y texturas. Los paisajes agrarios que el hombre había mismo, forman parte integrante de mi percepción: debido a
El territorio como palimpsesto

ello, tu paisaje y el mio, aunque sean idénticos. no coinciden. contacto. la rareza de las salidas de la autopista y las pocas
Si SP. P.xtiende P.I razonamienlo a la historia, msutta rnucnn más áreas de descanso, todavia lo ac.entlian mas. $P. poora objelar
claro: ante un pa,saje definido -la llanura de la Beauce, el que el tren ya ofrecía la misma experiencia. pero esto no es
Cervino visto de Zermatt, Palermo desde el mar- no cabe cierto, porque las mismas vías servian para el tráfi:o local y
duda de quo Teócrito, Gregorio VII, Palladio, Schubert y eJ para los trenes internacionales, Jo cual borra la diferencio.
cliente de lrclus·ve Tours percibiran desde el mismo punto de
vista paisajes lmooslbles de comparar entre sí. En cada uno de La avioneta y sobre todo el helicóptero procuran una relación
ellos, el campo de percepción, incluso su orientación. variara con el territorio más divinaaún que la del autonióvit. Imposible
profundamente. Y si se Incluyen animales en la experiencia, de represen:ar, tiene algo de mapa, de maqueta y de la Inme-
todo ello no resultará sino mas eviden:e aún; mi perro. claro diatez del te'reno. en una prestación mejor que la de los cario-
esta, percibe esta montaña, este lago, pero es insensible al pai· grafosde los que habla Borges: su mapa era de la misma esca·
saje, víncclo que yo mstauro (creyendo reconocerio) entre las la que et terrkorlo, al cual cubría por tanto en su totalidad. El
formas naturales. E incluso si me esfuerzo en no registrar mas helicóptero no para de hacer variar esta escala y modifica asi
que «formas y colores reun.dos en u1 cierto orden», obedezco el estatuto del usuario: abolida toda limitación, he aquJ la
todavla a una consqna cultural de una época determinada. Fábula realizada. La libertad de movimiento aliada a la rapidez
posee. por otra parte. un carácter alucl~atorlo tal que cocemos
Ahora bien, la oposición de mapa y pasa e no se sostiene preguntamos si, para muchos de nuestros contemporáneos, no
desde que hemos adquirido, nosotros tamb.én, la mirada de los sustiluye g,mple y llanamente a la libertad, desde el momento
dioses. Los satélites transmiten sin Interrupción la Imagen del en que es el signo de la misma.
planeta, parcela tras parcela. Porque la revolución tecnológica,
fenómeno sin embargo muy joven en la historia de la humani· Sus trayectos desligados de os Itinerarios pacientemente lns·
dad, nos ha dotado ya de propiedades que la teologla atribula crltos en el suelo, sus maneras de alejarse de un IJgar o de
a los seres sobrenatura~s, tan f~era de alcanoe pareclan. La abalanzarse sobre un emplazamierto nacen del helicóptero el
ubicuidad está ya al alcance de cualquierd. más dese1wwlto ue nuestros 1r1sJ1Jrr1entos <Je enalisis; sin
embargo, con respecto al carro de bueyes o la balsa. el auto·
Las rellglon!!.~ trMlr.lonales rtlstln911ian el tiempo y Aspar.lo móvil no le va a 1(1 1aJa P.n ah~clvto. En Af P.r.to, hay QllA com-
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sagrados del tiempo y espacio profanos: la sociedad occiden· prender bien que estos ouevos instrumentos tejen entre todos
tal ha perdido la noción de lo sagrado -salvo eKperiencias ellos un terri:orio inédito, en el que lo imaginario y lo real se jus·
indlvlduolos poro o posar do todo podomos concobir tiempos tifican rocJprocamonto: osto torrltorio yo no so oncucntra com-
de naturaleza diferente cuaido viajamos. Nuestro reloj biológ • puesto en primera linea por edenslones y obstéculos. sino por
co resiste a la contracción espacio-temporal que Impone el flujos, ejes. nudos.
desplazarriento aéreo a gran distancia: la sensib,lidad que de·
sembarca en orro sirio percibe la diíerercia como algo maglco. Hasta el umbral de les anos setenta. esta ldeologla del movl·
De forma más modesta, las autopistas ofrecen la opor.unidad miento y de la mutación era la que dominaba en la mentalidad
de ura experiencia análoga, sobre todo las que alraviesan de los planificadores. En ccaslores todo ocorrla como si en el
grandes macizos montañosos: el presente que reina en el vehí- territorio no hubiera nada permanerte. Se ~icieron oír diversas
culo se refiere a puntos muy alejados, situados en una red cuya voces de alarma que c~estionaban el crecimiento, ya que el
escala no tiene nada en común con la de los parajes franquea· despilfarro de recursos conduce a la catástrofe. De un modo
dos. independ ente. la investiRación histórica que estudia los esta·
ble::imientos humanos se interesó por nueves temas. Las ciu·
Por un lado, he aquí la vida local, fuertemente marcada por los dades, hasta entonces tratadas según las etapas de su forma·
cidos anuales, suspendida de pendientes agotadoras y a ción y los esquemas de su desarrollo, fueron objeto de análisis
menudo no dominando sino técnicas arcaicas de aprovecha· mucho más finos de su tejido; investigadores procedentes de la
miento, cómputo y asociación: se desarrolla al paso len:o de la arquitectura se aplicaron de manera muy amb1ciooa a elucidar
marcha. Por otro lado, está el desarraigo liso que va de parte a la compleja relación que une las parcelas y la tipología de las
parte y transforma estas duras paredes, estos torrenies, estos habitaciones levantadas sobre ellas. la relación que estos dos
bosques en una especie de anamorfosis para tren fantasma. componentes mantienen con las vías de cornenicacón y las
La pulíüi;a intervencionisla dera crea un terri'.orio con pisos, no leyes de su lranslurmación. tas nuevas investy~ciun~s de
soamene por la superposición material de las redes, sino en rnícroana isis incitaror a estos historiadores formados en el tajo
razón c1e los sistemas diferenciados de relacion~-~que estable· a examinar catastros antiguos y a retomar el est11r1io de rP.giO·
ce. IJ1a tal yuxtaoosición, que determna dos realidades sin nes enteras sobre nuevas bases. A ello en ocasiones se sumó
El ter.fforio como palimpsesto

el paciente desciframie1to de los vinculos entre los camnos. nacen romana de Orange fue borradaen provechode otra que
las parceías y su sustrato geológir.o, así como la inte1pretación tenia una ori~ntar.ión ctiferente, con tal efectividad que no ha
de anbgu·os proyectos no realizados. De todo ello surgió una quedado nada de ella. Otras capas de vestigios han resuttado
lectura del territorio complelamente reorientada que busca anuladas por el uso. Puede que sólo las ordenacicnes más
identificar las huellas todavla presentesde procesosterritoria- recientessubsistan.
les desaparecidos, tales como la ronnación de los suelos, en
particular aluviales. sobre los que se fijaron los establecimien- El territorio, sobrecargado como está de numerosas huellas y
tos humanos. lecturas pasadas, se parece más a ur palimpsesto. Para colo·
car nuevos equipamientos, para explolar cienas tierras de
Algunos planificadores también empiezan a preocuparse por forma más racional, a menudo resulta indispensable modificar
estas huellas para fundamentar sus ln:ervenclones. Asi pues, su substancia de manera irreversibe. Pero el territorio no es un
tras dos siglos en los que la gestión del territorio no ha conoci- embalaje perdido ni un producto de consumo que se pueda
do otra receta más que la lobula rosa, ha quedado esbozada reemplazar. Cada territorio es único, de aM la necesidad de
una concepción de la ordenación del territorioque ya no lo con- erecictar», de raspar una vez más (pero con el mayor cuidado
sidera corro un campo de operaciones casi abstracto, sino si es posible) el vieio texto que los ho'Tlbres han Inscrito sobre
como el resultado de una muy larga y muy lenta estratificación el irreemplazable material de los suelos, a fin de deposítar u1'IO
que es importarte conocer para poder Intervenir. nuevo que responda a las neoesidades de hoy, artes de ser a
su vez revocado. Ciertas regiones, tratacasdemasiado bnral-
Por este camino, el territorio recobra la dimensión del largo mente y de una manera Impropia, presenlan también agujeros,
plazo, aunque sea de un rrodo retrospectivo. Esta nueva men- a la manera de un persamino demasiado raspado: en el len·
talidad le restituye un espesor que se le había olvidado. Aqul guaje del terr ter o, estos agujeros reciben el nombre de desler·
se constaten todavía los restos de una catlistrofe geológica tos.
que ha modelado de fonna duradera tal valle o provocado tal
ensenada. En otro lugar. la arqueología aérva detetla paisajes Iales consideracionesnos hacen volver al punlc dti partida. En
enterrados que revelan una utlllzaciOn dl'erente del suelo. Más la perspectiva que acabaMos de exponer. en efecto, es evlden·
34 Ali<\, suhslstAn algunos rraomAntM rtA un sistema de camnos te quA el funóamAnto dA ta ~lanlflr.arJón no puMe ser ya la r.lu·
del que no podemos sino evaluar su importancia y disposición. dad sino este fondo territorial al cJal debe quedar subordina·
E incluso acontecim entos traumatizames, atguras generacio· da. Tanto es asi que a la ordenación ya no le basta con tomar
nos mas tarde, son p-0rclbidos de manoro positivo: tol embolso, on cuonlll soll.lmontocantidades intogrondo lo forma del íornto-
violentamente oombalido como un cuerpo extrMo en el rio en su proyecto; le es preciso adquirir una dimensión suple·
momento de su creacón, es defendido como integrado e lndis· mentaria.
pensable por los descendientes de sus adversarios.
Mapa o mirada directa sobre el «paisaje». medttación jaculatO·
Una toma en oonsideraclOn tan atenta de h~ellas y mutaciones ria o análisis con vistas a una intervención, la relación con el
no implica ninguna actitud fetichista hacia ellas. No se trata de objeto-sujetocontinuar¡\ sierdo siempre parcial e intermitente,
rodeadas con un muro para conferirtes una dignidad fuera de es dec r, abierta. Et territorio se estira, siempre diferente de lo
lugor, sino solamente de utilizarlas co'ro elementos, puntos de que yo conozco, percibo o espero de él. Su doble manitesta-
apoyo, acersos, estirrulantes de nuestra propia planificación. ción de medio marcado por el hombre y de lugar de una rela-
Un «lu~ar• no es un dato, sino el resultado de una condensa· ción pslquica privilegiada deia suooner que la Naturaleza.
ción. Esto en las regicnes en las Que el hombre está instalado siempre considerada en Occidente como una fuerza exterior e
desde hace generaciones, a fortíori desde haoe milenios. Todos indepe1diente. debería más bien definirse como el campo de
los accidentesdel territorio tienen significación. Comprenderlos nuestra imaginación Esto no significa que esté tinalme1te
es darse la oportunidad de una intervenciónmás inteligente. oomesacada. sino más sencillamente que, en cada civilización,
la naturaleza es lo que le cuhura designa como tal. Es lógico
Pero el concepto arqueológico de estratificación todavia no que esta detinición se aplique tamblén a la naturaleza humana.
proporciona la rnetátora más aprop ada para describir este
fenómeno de acumulación. La mayor parte de las capas son a
la VeL ruuy dely~d~s 11 inwrnpl11las 11n yrn·1 medida. Sobre
to:lo, no es que únicamente se añada. también se torra.
Determinados estratos in·~tuso han sido volt.rntanamente suprl-
midos. Después de la damnalio memo!iae de Nerón, la centu-
Más allá del suburbio:el nacimiento del tecnoburbio

Robert fishman es proíesor de Histona del planea11iento y diseño


urbanos en el Taubmar1 Co!leqe of Arcllitecturu ar;d Urbatl Plaotlin_q
de la Universidaj de Michigan y lo ha sioo precedentemente de las
universidades de Columbia, Penns1~vania, Nueva Yofi< (CUNY) y
Rutge11i [Candem), además de invitado en diversas universdades de
EE.UU. y de Europa. Investigador profund~ de a idoologia urbanísti·
ca moderna. es autor de excelentes ensayos criticcs Mundidos inter·
nacionahreite, entre los que destacan sus libros Urban Utopíasin lile
TW9tllielll Centwy: Ebenezer Ho1vard. Ft8nk Lloyd ~W/911:,and Le
Corbusier{1977), y Sor;rgoois Ulop1as: The Rise Qnd Fa!I of SuburoiQ
{1961),

De es1e último libro se presenta aqut e capflulo final ·'Beyond


Suburbil1: Tfltj Ris.t: o; /,11e Tt:c;IJf1oburV':en el 4ut: el aul:.11 C:111licipti ll'I
itle11tifica<.;ió11 (Je iUllQVaciUlltl:) que c:carrti(t la evolui;iór tJel íenémenu
urbano con una original y fundada pe<specliva.

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MAS ALLÁ DEL SUBURBIO: EL NACIMIENTO DEL TECNOBURBIO'


Robert Fishman
SI el siglo XIX pudiera ser cenomnacc la época de las caces cemrales experimentaron una migración neta hacia el
Grandes Ciudades, el penodo postertor a 1945 en los Estados exterior de 13 millones de personas, combinada con una des·
Unidos de América se presentarla como la tpoca de los industrialización sin precedentes, niveles de pobreza crecían·
Grandes Suburbios. Como las ciudades centrales se estanca- tes, y decadencia de la vivienda.'
ron o disminuyeron tanto en población como en industria, el
crecimiento fue encauzado casi exclusivamente a las perite- Mientras las ciudades centrales se debilitaban, el suburbio sur·
rias. Ertre 1950 y 1970 el crecimien:o en las ciudades centra- gió como un tema de interés nacional. Por ormsra vez en una
les estadounidenses fue de unos 10 millooes de personas, sociedad la vi·;ienda unifamiliar aislada se vino a producir den·
mienlrds que sus subur~ius crecían en 85 millones. Los subur- tro del alc;;nGe aoonórnioo da la mayorla d1t las larnilias. Para
hios, además, fueron responsabies cie al menos ;res cuartas la mayor parte, esto era algo rtigno de ser celebra.:10. En la cla·
partes de lodos los nuevos empleos manufactureros y comer- sica pelicula populista de Frank Capra de 1946. ¡Qué bello es
ciales generados durante aquel periodo. Para 1970 e porcer-
taje de estadounidenses viviendo en suburbios era casi exac- • Louis.H Masolt ¡· J~ffroyK. Hndder (ods,>. S11Jx;riJiJA~ Trons•licn,Nuci,11 York,
tamente el doble del que lo hacia en 1940, y más habit3ntes New \'iew;cints, i974, lnt·OOuoción del etit;)I', 5 }' 99·1CO. Paia o":ltener infc<ll'la-
cón rf'!lric:bri:id1,car
1 I& migrac:6!1re:" haca el e11tl'?)'K1ryoi•As-;~J.i••::ai;\;Onaspon-
vivlan en áreas suburbanas (37,6%) que en ciudades centrales iJiei\!úS ctl ~riotb cumpr911dido ce 1970 a 1000, ...~~ Georí1~ StGmlieb }' JamQs
(31,4 %) o en áreas rurales (31 %). En los años setenta las ciu- HJghcs. 'Thc Unccrtain fwu1c of ee Co'l:rd Gil'{, en Gco1i;cStl)nlicb ~cd.j,
Patw.':lsel Dc•¡r:.l.cpn~a:,Nc111Brun~wck. \J.J.. Ccntor for Ur~n Pcli·;yRc:;cor:h,
R~t~e-sUni·1e~l/.1986. 109· 121. las graneas mas reciei;les solire ~oolacón, asi
cerro ur e inlerpr.;?i(lcióne:;!imulñnlAde la~ t~denci,:ismigr(llori¿¡i;,puaten encon-
Tn¡r,1>.~1r.bclel orgn~I i;;ipdulo7 de I~ c;b~ F1shrran R, S.~;.i-gonls t.'topt..9?:1,Tilo l~áriééf1J'.)I·", H1<>(toe~. D'9 t+/er1 ~ll'~:;o':A,mQ•,X;::isFl.~btaEyo.wl!t:ieSUl'Lurtls:.
;:¡;;. 11:1f-2{Y.
HJ..(¡~ ftlld f..aí( ()1 SIJ!hiriJ'íl, Nu&\'iil YCrk. ~ic Boots HJK{, NuciroYo1k. Tmcs Books. 1flf6.
Mils afia oel suburbio: el nacimiento del tecnoburoia

vm«, el héroe. George Bailey (interpretado por James urbana respecto a una ciudad central ya no se necesita, y la
Stewart), es el director de una compañia de construcción y eré· creación de un desarrollo desr.F.ntralizano que, no obstante.
dito. Él re1uncia a sus sueños de llegar a ser arquitecto o inge- posee todo el dinamismo económico y tecnológico que asocia-
niero y crear extensas ciudades nuevas para permanecer en su mos con la ciudad. Este fenómeno, tan extraordinario co100
ciudad natal y ayudar a sus vecinos a comprar sus propias único, no es suburtemzacon. sino una ci11dad nueva,
casas. Su logro mas preciado es una parcelación suburbana de
casas en sene, que él llama Bailey Park. El villano. el señor Desafortunadamente. carecemos de un nombre adecuado
Potter (interpretado por Lionel Barrymore). es un banquero para esta ciudad nueva que ha tomado forma en las afueras de
avaro cuyas oracncas egolstas de préstamo mantienen canli- lodos nuestros cemros urbanos principales Alguncs han usado
nuadamente a las familias pagando el alquiler por los bloques los términos exurbia o ciudad externa. Sugiero (con cisculpas)
de pisos que él posee. ta peucuía contribuye muy bien a expli· dos neologismos: el tecnoburbio y la tecnooiudad. Por !ecno·
car la politica estadounidense de vivienda en las décadas burblo me refieroa una zona periférica, quizá tan extensa co100
sucesivas. una provincia. que ha surgido como una unidad socioeconómi-
ca viable. Diseminados a lo largo de los corredores de crecí·
oros fueron menos optimistas que Capra acerca del suburbio. Miento de las autopistas, se encuentran centros comerciales,
En medio de un boom consirucnvo sin creceoentes. en la déca- parques industriales, complejos de oficinas tipo camous. hospi-
da de 1950 un debate ilustrado sobre el suburbio culpó a los tales. escuelas y una gama completa de lipologias residencia·
nuevos patrones de vida de la conformidad creciente en la vida les. Sus hab tartes miran a sus alrededo·es inmediatos más
americana. En los anos sesenla y setenta esa acusación tue que a la ciudad para sus empleos y otras necesidades. y sus
secundada por un anallsls que considero responsable al "vuelo lndustnas no sclo encuentran los empleados que ne:esítan,
blanco· de la segregación y pobreza en las ciudades Interiores. sino también los servicios especializados.
Sin embargo, !ante los críticos como los proponentes estu·1le·
ron de acuerdo en que el aspecto más imporlante del ambien· La ciudad nueva es un lecnoburbio no solo porque las indus-
le <.le pusyuerrn erd, según I~ lrdse <.le Kerrneth Jackson, "le triHs <.le alla tE1~noluyl~ han enwnlredo su hébilal más ~íin en
suburbanlzaclOn de los Estados Unldos",2 Verdaderamente, el tecnoburt>los tan arqueUplcos como Slllcon Valley al norte de
36
fMómAno f11A tan podMo~o como una marea q11A acahara con Callfnrnla y la Ro11te 12/l en Massar.hussAt~. En la maynr parte
todo lo precedente. Era como si la suburbanización comenzars de los :ecnoburbios, dichas industrias ofrecen solo una peque·
en 1945. ña parte de los emplees, pero la existencia misma de la ciudad
dosccntrolizada ha sido posiblo solo por medio do la tocnologra
En este ensayo presento una interprete~iOn muy diferente de le avanzada de las comunicaciones, que ha suplantado hasta tal
posguerra en E.E. U.U. Para mi ta reconstrucción masiva que punto el contacto cara a cara de la ciudad traclclonal. El íecno-
comenzó en 1945 no representa la culminación de 200 años de burblo ha generado diversidad urbasa sin la concentraclOn
historia del suburbio, sino mas bien su fin. Efectivamente. esta urbana tradicional.
lransformación masiva no es en ebsoluto suburbanización, sino
la creación de un nuavo tipo de ciudad, con principios que se Por tecnocludad ne teflero a la región metropolilana completa
oponen frontalmente al auténtico suburbio. que ha sido transformada por la llegada del tecnoburbio. La
te<;r.ociudad por lo general todavía conserva el nombre de su
Desde sus orígenes en el siglo XVIII en Londres, e suburbio ha ciudad principal, por ejemplo, 'el área met-cpolitana de Nueva
actuado como una porción especializada de la metrópolis en York": sus equipas deportivos mantienen el nombre de aquella
expansión. Tantosi se encontraba dentro o fuera de los limites ciudad (incluso si ya no juegan dentro de los límites de la cu-
políticos de la ciudad cenlral, era siempre funcionalmenle dad cenlral), y sus estaciones televisivas parecen emitir desde
dependiente de núcleo urbano central. A la inversa, el crecí· la ciudad central. Pero la vida económica y social de la región
miento del suburbio significo siempre un fortalecimientode los evita cada vez más su núcleo central hipotébco. La tscnocu-
servicios especializados en el oontro. dad está verdaderamente multicentrada, según el modelo que
Los Angeles creó pnmero. Los tecnoburbios. que pueden
En mi opinión la caraclerística más Importante del desarrolle exlenderse desde el núcleo en todas direcciones más allá de
americano de posguerra ha sido la descentralización casi las setenta millas, estén a menudo en comunicación más di rec-
simulíánea de •1ivi~n<.la, imkrslria. ser;icius espedaliLacus y ia entre ellos -o con ulras t~cnociudades a trnvés del poís- de
empleo de oficina: la consecuente separación de la periferia lo que lo están con el núcleo central. La estructura vercadera
de la tecnociur1a<1 está expresada acertadamente por las su-
2 Kcnnelh T. J.Jckson. Clabg'!ISS fro•'ltior. 7)~ S~b~•roa.?,iz~,'on
o( Afl-:C·t1'ca.Nuc•lJ perautopistas circulares o vías de circunvalación, que sirven
Yotk.. OX"-o·c Uni'l{fSityPrcss, l-005. tan bien para definir los perímetros de a ciudad nueva. Las
Más allá del suburbio: el nacimiento del tecnoburbio

vtas de circurvalación ponen en contacto cada parte de la per • cíudao estaba en su cima. H. G. Wells afirmó con atrevimiento
!Aria urbana con carta una de tas demás partes sin pasar a Ir<.· que las fuerzas tecnológicas que habían creado la metrópolis
vés de la ciudad central en absoluto. industrial estaban ahora por destruirla. En su ensayo de 1900
The Probable Diffusion of Greal Cffies, Wells argumen:ó que la
Para la mayor parto do los estadounidenses. el certro autón- concentroción apareniemcmoinevitable do gcnto y recursos en
tico de sus vidas no es ni urbano. ni rural, ni siquiera un área las ciudades mes grand.es pronto sería de seruco Inverso.
suburbana, como estas entidades han sido concebidas tradi- Profetizó que en el curso del siglo XX la metrópolis veria dre-
cionalmente, sino más bien el tecnoburbio, cuyos limites nar sus propios recursos a 'regiones urbanas' descentraliza·
están definidos por les emplazamientos que los habitantes das 1an extensas que e concepto mismo de "la ciudad'· negarla
pueden alcanzar cómodamente en sus coches. El centro a ser. según su frase. 1an obsoleto oomo el 'coche correo".'
auténtico de esta clucad rueva no está en algun distrito de
negocios en el centro de la ciudad. sino en cada unidad resl- Wells basó su predicción en un análisis prolundo de las redes
dencial. Desde ese punto de partida central, los miembros de de transporte y comunicación que eslaban naciendo. Dorarte
la familia crean su propia ciudad a partir de la multitud de todo el siglo XIX el t-ansporíe ferroviario habia sido un sistema
destinos que están dentro de una adecuada distancia en relativamente simple que favoreció el acceso directo a los ceo-
coche. Un cónyuge puede trabajar en un parque industr·al a tros grandes. No obstante. oon la extens.ón de las líneas rama·
dos salidas hacia abajo de la autopista inlerestatal: el otro, les y los tranvías eléctricos habia sido creada una red ferrovia·
en un complejo de oficinas a cinco salidas en la otra direc- ria compleja qre podía servir como base para una región
ción: los hijos viajan en autobús a centros de enseñanaa en descentralizada. (Como Wells ewibló. Henry E. H•ntington
su distrito, o bien conducen ellos mismos a a rama local de estaba demostrando la verdad de sus proposiciones en la
la universidad del estadc; la familia va de compras a varios región de Les Angeles.)
centros comerciales diferentes a lo largo de distintas sutcpls-
tas; cade fin de semana conducen crncuenta millas a un área Pero también estaban nacie~do otras redes; muy especialmen-
rurnl (pero en ues~rrollo rápido]. uorue lienen una seuumJ~ te, la ijl11clricid~u y 111 l11léfo110. El sistema elticlriw dio a cada
resldenc a; :odo lo que necesitan y consumen, desde los ser· punto de una reglón el mismo acceso a la energla que a cual·
vir.los mMlr.os más r.omplAjos oasta las frutas fr¡¡sr.as y VAr· quier otro: ~nr r,onsig1.1len111, la VMlaja dP. una sltuaclt'ln r.entral 37
duras, puede ser encontrado a lo largo de las autopistas. ftJe disminuida proporcionalmente. De un modc análogo, el
Una vez al ano, quizá en Navidad. van al "centro de la cíe- teléfono proporcionó comunicación inmed•ata desde cada
dad'', poro nunca so quedan mucho tiempo. Los ciudades punto do uno región o cuolqulor o:ro, eliminando osl lo recosí-
centrales antiguas han legado a ser cada vez más marsina· dad de una ubicación central y del contacto cara a cara.
fes, mientras el tecnoburblo ha surgido como el foco de
la vida norteamericana. El suburbanita tradicional -viajan· Tal como Wells observé. ni la l11dustrla ni los negocios necesl-
do cada dla a u.1 costo creciente desde su casa a un centro taban mas a la gran ciudad, y ambos se moverlan lnevi1able·
donde los recursos disponibles a duras penas copian aque· mente haca ublcaoones retiradas, más baratas. La mdustria
!los ya disponibles más cerca de casa- viene a ser cada 11ez no solo podria producir sus ~ienes a más bajo precio y más
más raro. En esta ecología urbana transformada. la historia eficientemente lejos del núcleo, sino dirigir sus negoc os por
del suburbio llega a su fin. teléfono. "En realid~d. no es mucho decir que los ciudadanos
londinenses del ano 2000 d.C. puedar elegir a toda Inglaterra
y Gales al sur de Notlingham y al este de Exeter como su
Profetas de la tecnociudad suburbio, y la extensa franja de campo desde Washington a
Albany estará 'disponible' para los :iudadanos de Nueva York
De un modo semejante a todas las formas urbanas nuevas. la y Filadelfia antes ce aquella Ischa".'
tecnocodad y sus tecnoburbios surgieron no solo de manera
imprevisible sino inadvertida. Todavía estamos ocservando Wells imaginó la "región urbare" del año 2000 como una serie
esta ciudad nueva a través de las cateqorias intelectuales de la de poblaciones con pequeñas casas y fábricas colocadas a
metrópolis antigua. Solo dos profelas, creo. ?ercibieron las campo abierto. aunque conectadas por medio del lransporte
fuerzas fundamentales que dirigirian a la tecnocedad en el ferruviario de alla velocidad a cualquier otro punto ce la región.
momento <Je su primer¿ ap~rición. Sus rrnnifeslaciones son,
por lo tanto. particularmente valiosas para el entendimiento de
la r.iudad nueva. :~H. G. \i\'els. 'The Pr<:bable DiffJsio- cf Greal Ci~e.f. en The l~(>'..so' H. G.
V<V:14'$,N1.>!!V$Y(!rk, S(:ritner's, 11?24, \'rl.•t, y. 32.
Al inicio del siglo XX. cuando el poder y la atracción de la gran 'lbi:j, 41.
Mils afia oel suburbio: el nacimiento del tecnoburoia

(Es1a era una visión no muy diferente a la de aquellos que •1ie· cuadrados que pocrta alcanzar en una hora de viaje en coche.'
ron a Los Angeles transbrmandose precisamente en una red
de poblaciones semejante.) Las ciudades antiguas no desapa- De un modo semejante a Wells, Wright observó que la pro-
recerian completamente, pero perderian sus funciones finan- ducción industrial abanconaria 1nev~ablemente las ciudades a
cieras e i1dustr1ales, sobreviviendo simpleMcntc por un amor cambio del espacio y las ventajas de los emplazamientos rura-
humano inherente a las muchedumbres. La ciudad 'poserba- les. Pero Wright fue un paso más lejos en su intento por imagi·
na", predijo Wells, será "esencialmente un bazar, una gran nar a manera en que un desarrollo radicalmente descentraliza-
galería de tiendas y lugares de encuentro y cita. un lugar pea- do podría generar aquella diversidad y excitación que única-
tonal con sus caminos reforzados por ascensores y ~latafor- mente las ciudades nao'an posetdo.
mas rodantes. y prcteglda del tiempo externo, y en conjunte
una aglomeración muy espaciosa, brillante y diverlida".s En Obse-vó que, aun er el entorno mas disperso, et cruce de tas
resumen, la gran rretrópolis degenerara en lo cue nosotros lla· autopistas principales poseería cierto estatus especial. Estas
rnsrfsrnos hoy .m centro comercial masivo, mientras la vida intersecciones serían los sitios naturales de lo que denominó el
productiva de la sociedad tendré lugar en la región urbana des- mercado al borde de la carretera, una anlicipación extraordina-
centralizada. ria del centro comercial: "Grardes y placenteros lugares esca-
cosos junto a la carretera. estos mercados se evartarán,
La predicción de Wells estaba siendo aceptada a finales de los amplios y hermosos, bajo alguna forma flexible de pabellón.
anos veinte y principios de los treinta por Frank Lloyd Wright, diseñados como lugares de in:ercambic social no solo de mer-
quien Ileso desde plan:eamientos similares a una visión aun canelas, sino también de equipamientos cullurales· .1 A los mer-
más radical. Wrigh: realmente habla visto los comienzos de la cados al borde de la carretera aMdió una gama de institucfo.
era del automóvil y el camión; estaba, quizá no por casualidad, nes altamente civilizadas aunque de pequeMa escala: ascua·
viviendo principalmente en Los Angeles a finales de la década las, cna catedral moderna, un centro para celebraciones, y
de 1910 y principios de la década de 1920. Wright, como Wells, similares. En un entorno tal, incluso desaparecerlan las ñmcío-
aryu111enló que ·'fa gran ciudad ya no erdmoderna" y que esta· ne:; da ocio da la ~udad. Prontu, Wriyfll uesaú con íaivor qua
ba destinada a ser reemplazada por una sociedad descentrafl· la ciudad centralizada en sl msma desapareciera.
38
1ada
Las profeclas de We Is y Wright consideradas en conjunto
Llamó a esta nueva sociedad Brosdacre City. A menudo ha consttuyeo una apreciación notable de las tendencias deseen·
sido confundido con uno ospocio do suburbonizoción urívcrsal, trolizOdoros do 10 tocnologra moíorna y 1<:1 sociedad. Ambos
pero para Wright Bro8dacre era justamente lo opuesto al subur- fueron propuestas en forma utópica. una imagen del futuro pre·
blo que tanto despreciaba. Obseivó correctamente que el sentada como "inevitable" de alguna manera, aunque sin aten·
suburbio representaba la extensión imprescindible de la ciudad ción alguna hacia el modo en que realmente se conseguiría. No
hacia el campo, mientras que Broaóacre representaba fa obStante, algo slml ar a la transformación que Wells y Wrlght
desapanción de todas fas ciudades existentes ~reviamente. previeron ha tomado cuerpo en los Estados Unidos, una írans-
formación aún mas notable, ya que ocurrio sin un reconoct-
Tal como Wright la proyectó, Broadacre estaba basada en la niento claro de que estaba sucediendo. Mientras grupos diver-
propiedad universal del automóvil combinada con una red de sos estaban abordando lo que consideraben cue era 'la subir-
superautopistas, que eliminaban la necesidac de que la pobla- baneacón' de los Estados Unidos de América, en realidad
ción se agrupara en un lugar particular. En reali:Jad, cualquier estaban creando una ciucad nueva.
agrupaci~n resultaba necesariamente ineficiente. serta un
punto de congestión más que de comunicación. De este modo, Femand Braudel y su escuela de historiadores han estudiado
la ciudad se extendería sobre el campo co1 densidades lo sun- con atenc ón el poder extraordinario de fas "estruc~Jras' en la
cientemente bajas como para permitir a cada familia tener su historia: patrones profundos de necesidad económica y social
propia tierra e incluso dedicarse a la agricultura a tiempo par- que operan con poca consideración hacia los planes individua-
cial. Sin embargo, estas propiedades no estacan alslacas: su les o las iniciativas gubernamentales. Sea cual sea su validez
acceso a la mafia de supecautopistas les permi:iria acceder para la historia como un conjunto, esta visión tiene su valor por
fá~ilmente a un gran número de emoleos y servicios especiali- el hecho de explicar la emergencia de la tecnociu:lad. Wells y
Lados, corno a tualquiar urbanra del siglo XIX. Viajando a nas
de 100 kilómetros por hora, cada ciudadano crearla su propia e /i.'Xfdo el tema de Sroada:reCil)' cor im,;(;hamayorprofurC'dad en ml ibrc
UfbtJ" :JJopJP.!-> ,;!'/ tt.e Twentieit.Cent(Jr¡: Eber.ezerffow_,rd,Ft~nk llnyd ~~M,
ch1dad dentro dP. un amoíto dP.finidn por dentos de kilómetro~ a:;ottLe CO.·~~.~w l'lua:va Y.:>:~.• Bilsic BOr><S.. Hl77.
7 F"A'lk Lk),·d •,•fri¡llll,ni' L'1i~ Cí(r. \Jl;é'o';l Y:'Jlk, H(lridlll PfQ$S, í958, p. 11 ~lfA:t
5Jbí<l .. H. cast.: lo c!'!Jf!txlv,t1k1:.1-::, BeenosA res. Ccl'll::;)í\f;) Gt"CrJI Fobíil. '~"31).
Más allá del suburbio: el nacimiento del tecnoburbio

Wright fueren íncapaces de crear la cudad nueva que previe· provincia en que trabajan.e Pero esta dispersión relativa debe
ron. No onstanta, las 'uerzas Inherentes a la ter.nologia y sooe- contrastarse con el modelo anterior dP. mo•limientospendulares
dad del siglo XX se hicieron valer a si mismas para formar un diarios hacia los núcleos urbanos como Newark o Nueva York.
nuevo modelo de vida urbana. En la mayoria de los casos el tiempo de viaje al traba¡o dismi-
nuye, aun cuando las distancias recorridas tooavta son impor-
tantes; como indica el censo de 1980, el desplazamiento pro·
Tecnoburbio / Tecnociudad: la estructura de la nueva rredio al tra~ajo parece estar disminuyendo en distancia y, lo
metrópolis que es más importante, en tiernpo.v

Pretender que hay un modelo o estructura en la nueva ciudad El movimiento pendular dentro del lecnoburbio es mullidireccio-
estadounidense es contracecr lo que parece ser evidencia nal, siguiendo la malla ntensa de auootstas y vías secundarias
arrolladora. Uno podría resumir la estructura del tecnoburbio que, como Frank Lloyd Wright entendió, define la comunidad.
diciendo que éste va en contra de toda regla de planeamiento. Esta multiplicidad de deslinos hace sumamente ineficaz al
Esta basado en dos extravagancias que siempre han desperta- transporte publico, pero elimina aquel embotellamiento lerrible
do la ira de los urbanistas: el derroche de suelo innerente a la que ocurrla necesariamente cuando el tr~baio estaba concen-
vivienda unifamiliar con su Jardín propio y el despilfarro de trado en un nucleo central único dentro de la reglón. Cada casa
energía Inherente al uso del automó•1ll personal. La ciudad en un tecnoburblo está a un tiempo razonable en coche de un
nueva es totalmente de¡;endienle de sus stema viario, aunque conjunto verdaderamente "urbano' de empleos y servicios, al
ese sislema casi siempre esta en un estado de caos y oonges- Igual que cada lugar de trabajo a lo largo de las autopislas
llón. El paisaje del tecnoburbio es una mezcla irremediable de puede atraer a una agrJpación '·urbana" de trabajadores.
vivienda, Industria, comercio e Incluso usos agrlcolas.
Finalmente, el tecroburb o no tiene limites propios; aunque Aquellos que cre'an que la crisis energética de los a~os seten-
deffnido, esté dividido en un mosaico di'icil de inlerpretar de ta inut.lizaria al tecnoburbio no lograron comprender que la ciu-
jurisdicciones polllkas separadas y superpuestas, que hawn dad nueva ha~ía dasarrolladu su propio modelo de transporíe,
prácticamente imposible cualQuler clase de planeamiento coor- según el cual una mu!Ulud de trayectos en automóvil relativa·
(llnado. mAntA cortos An un gran numem dA c11rP.cr.lonAs (llfArP.ntP.s sus-
39
tituyen a esa gran marea en vaivén hacia el rúcleo urbano que
Sin embargo, el tecnoburbio ha llegado a ser el lugar auténtico habia definido previamente los movimientos pendulares. Con
do crooímlonto o innovación on nuestro sociodod. Y hoy ena los viviendas, los omploos y les servicios on la poriforio, esto
estructura verdadera en le que parece ser el desarrollo disem,· desarrollo diseminado crea su propia forma de eficiencia reíatl-
nado despilfarrador. lo cual proporciona una lógica suffciente y va. Lo verdaderamente Ineficaz serla cualquer tentativa de
eficiencia para que el tecnoburbio cumpla al menos algunas de renacimiento del modelo anteriorde movhnientos pendulares a
sus promesas. larga distancia de tránsito masivo hacia un núcleo central.

Si hay un pnncipio fundamental único en la estructura del Para explicar la nueva articulación de trabajoy residencia en el
tecnoburbio, es la artículaci6n renovada de trabajo y resi- tecnoburbio, primero debemos enfrentarnos a esta paradoja: la
dencia. El suburbio los había separado en entornos distin· ciudad nueva requeria un lraslado masivo y coordinado de
los; su lógica era la de los movimientos oendutares masivos, vivienda, industria y olras !unciones "cenlrales' hacia la perile-
en que los trabajadores de la periferia viajaban cada maña· ria; sin embargo, no habla coordinadores dirigiendo el crece-
na a un núcleo cerlral (mico y después volvlan a dispersar· so. veroacerameste, el tecnoburbio sur~ió a pesar de y no
se cada tarde. El tecnoburbio. sin embargo, contiene a la debido a os propósitos voluntaios que mobvsron a los actores
vez trabajo y residencia dentro de un ambiente descentrali- principales. El boom residencial de posguerra lue un intento de
zado único. escapar de las condiciones urbanas; las nuevas autopistas oro-
curaron dirigir el tráñco hacia las ciudades; los urbanistas Inten-
Como en la dudad p·eindustrial común donde la gente vivía y taron limftar el crecimiento de la periferia; los programas de
trabajaba a menudo bajo el mismo techo, o incluso en las gobierno que hicieron el mayo· esfuerzo por destruir la hege-
zonas industriales de finales del siglo XIX. donde las fabricas
eran parle integrnl de los barrios de la clase ubrera, la anicula-
ción entre trabajo y residencia e1 el tecnoburbio es también t Gem91? 5lerr!i?,t; y Aex S¡)l\\'(lrtz,,.,,,.., .k.rserG.-;,1·1ih Co.•·\iors.Ne11 Brur?h\ir.k,
N.J., C~i,lér fer U1~r1 P:)!i-;:y R~rcr. RL1ge1s Uniila1s.ty. 1986 Cá;J.6,
intima. Un ~studio reciente dP. NP.w JersP.y rnussra que la ~ Gcorpo Siotrl eb y Janes R. H.;ghcs. "A rO:c on loforrn<Jti).1Tc:hnc>..OJ;'.
mayor parte de los empleados que trabajan a lo lar~o de los DerrQJraphi:s. anj the Re-iail Re•.-ciutoo' en George Sternliel:> (ej.:•. Pa¡re,,,s et
corredores de crecimiento del estado viven ahora en la misma IA~.-~··xo:?r.fpp.
, 2t.6-47.
Mils afia oel suburbio: el nacimientodel tecnoburoia

monia de la metrópolis industrial antigua fueron precisamente del 50 por ciento.11 En la década de los setenta el boom contí-
los dP.stinados a salvarla. nuó a(Jn con mas fuerza; se constn1yeron 2~ millones mas de
nuevas unidade.s, casi tantas como en las dos décadas pre·
Esta paradoja puede verse claramente en el área ce pclitica vias.12 Fue precisamente esta enorme producción de residen·
del transporte. Wright habla comprendido el punto fundamental oas nuevas lo que trasladó el centro de gravedad en los
en su plan para Broadacre City: una malla de autopistas total· Estados Unidos del núcleo uJtano central a la periferia, y de
mente desarrollada elimina ta primacía de un distrito central de este modo aseguró que estas áreas vitales y en expansión ya
negados. Esta malla crea una serie completa de cruces de no pudieran permanecer simplemente como conunidades dor-
autopista que pueden servir como centros de negocios. asl macno.
como promueve los trayectos multidireccionales que Impiden a
cualquier centro indilJidual alcanzar una importancia ünica. Sin Este gran boom constructivo. que parece ta1 caracterisüco de
embargo, desde la época de Rober1 Moses hasta el presente, las condiciones posteriores a 1945, en realicad tuvo sus oríqe-
los planificadores de autopistas han imaginado que las vías nes a principios del siglo XX en los primeros intentos de univer-
nuevas, de forma similar al transporte ierro•1iario más antiguo, salizar el suburbio a lo largo y ancho de los Estados Unidos.
aumentarlan la Importancia de los centros antiguos al encauzar Esta situación puede ser visla, esencialmente, como una con·
los coches y camiones hacia el área del cenro de la ciudad y tinuación del boom constructivo de la década de • 920, el cual
al cinturón industrial. En su mayor parw, las autopislas estaban hao'a sido interrumpido durante dos décsdes por la Depresión
para dar servicio a la suburbanización tradicional, en airas y la guerra. Como George Stemlieb ros recuerda, en 1929 fa
palabras. al movlmlen:o desde la periferia hasta el núcleo cen- industria del automóvil estadounidense estaba produciendo
tral durante las horas punta de la mañana y al movlmien~o en tantos coches per cápita como lo hizo en la década de 1980, y
sentido opuesto por la taree. Los cinturones de clrcJnvalaclón, los promotores Inmobiliarios ya hablan traz.~do oarcelaclones
aquellas Maln Str&ets cruciales del tecnoburblo. estaban dls&- en éreas aisladas que solo fueron desarrolladas en las déca-
ñadas simplemente para permitir que el tréfioo externo evitara das de 1960 y 1970.'3
pa:sar a l11wés u11 las ársas oonlrnl11s u11 las ciuuad11s:o
Desde el punto de vista financiero, or~anlzatlvo y tecnológico.
40 t.a hlsto~a del tAr.nohumio, por lo tanto, As ta historia de aquA· tas raír.es <1At hoom S6 enr.ontraban en la <1Ar.(lda <le 1930, hlll
llas caracteristicas estructurales más profundas de la sociedad por ello que entonces la industria de la construcción se raco-
moderna descritas primero por Wells y Wright, con prioridad nalizó a si misma. Como hemos visto en el desarrollo de Los
sobro 1ntcncionos consciontos. A crocios do uno moyor clorl· llngoles, ~lntola hipoteca de lo Fodoral Housing Admlnlstrotlon
dad. dividiré ahora esie discusión de la formación de la tecno- como las casas en serle producidas en masa datan de esa
cludad en dos temas Interrelacionados, vivienda y ubicación del época. Ambas reflejaron la necesidad de reducir costos con el
empleo. fin de que la industria de la vivienda sobreviviera a lo que pare·
cla ser un mercado disminuido drastlcamente. Como resultado.
Vivienda la industria ya habla alcanzado una forma relativamente efi·
ciente para cuando la demanda de vivienda estauó. En vez de
El gran boom residencial nor1eamericano de posguerra fue promotores y constructores operando independientemen:e uno
quizá el ejemplo mas puro del sue~o suburbano en acción, del otro, como hicieron en la década de 1920, cada uno con
aunque su consecuencia final iba a volver obsoleto al suburbio. muy pooo dinero propio y casando los al:os costos de produc-
Entre 1950 y '970, como promedio, cada ano fveron construi· ción y crédito al cornoraccr, el orcrrotor-consuuctor de cosque-
das t ,2 millones de unidades de viviendas. la gran mayorfa rra podla tomar prestadas grandes sumas a instituciones de
como viviendas unifamiliares suburbanas; el sloch de vivienda ahorro y crédto para alcanzar economías de escala de tipo
de la nación se incrementó en 21 millones de unidades o más industnal. William Levitt, con sus Levittowns. fue el símbolo
más famoso de estos planificadores.promotores-constructo•es
'I) MRrk H. R:>1,fl, J~~,,;tm: Elfll"BSP, H.9llw?1y Po1•l,\:;.s, fi111~~95ti, L(l'/118'1{:8, de tipo industria. pero el impacto verdadero llegó cuando los
Uni•l(!1'$dy'l-''e$S <;I K¡)t,S(I$. UH9. l'H(a un~ DC«i)tenS().'1 'll~$ vroh.lldH (11:1 I~
cs'rucíura de li'.I cudad externa. \•C;)SO especialmente Petor O. \1h,llor,
Ccn(Ct"JX>..'út1JSvbu1b;i11 A.1Jc.1co. Englowood Cliffs, l~J. Prcntioo HJ!I. 1981: 1.tork 11 G(!(;r~a S!l!!llll~;} .,. D<t•,1d LiSb')~ln, ·¡..011s"4: A Rk•1l(:l1\' C( PílSI PClli(,ié$ Alld
Gt•1tdiener Pi'aqr;e..:/S{Nów!: Pri•1au:anc P(1bfi:ln!e.-eSís in Slbutbia. Be'lert,· Ji1Js, FubJn:: 01tcc6etll.1", en S.criilcb fOO.i. P<>!fCl'n; o( Dc·10'cpmc11t. pp. 4&-48. lo
Cttlil, Sf.~ P1,.?)'.ic;1;!ior~, 11)77; C!Jrl Abb:>it, iñ" Nft11 1).-tan..i.".lff?!i~.Cro(tlli-R"id
PoJ,1Jic.~;., S.1(!Í)9JJ Ci1'i~'>,C:>t;i¡)AI Mill, Ul ·1atsit;• C·I N<11Ul C:irolhl;) Ptéhii. 1981; import~n¡:i~ cs.1111,.r.;I de lai; -;~a-.::~& de ""h~r.ca es da:1c.ri~; 'CQn aiJ.idez..; en
t.!<lik B<lh.J<l~rc. TrovJ>.'o.11;P/J;Jt:iis~. Tln'J SvUt:.•lJ(l r.-.1nstoufw!i!11' ;,~ Ai:io1ii;<l, lhnl:'la~ HinP.1 Pnp1:.•1;11ft.Nt.1P.•'t' Yo.'1<,Kr<1pf. \í~6.r.~. 3 "A NP.w Pl~P.·
Nuo•1a YOO<. Co!11rr1bia Unhcrs:y Pros.-s. 1986: Christophcr B. toinborger y Cl'lm1os 12 Gecrge Sie1nle~ 'I Jar.ies \V Hl~,1es.·slructu· rig the fvture··. en Sterrlieb
lo:k'.\'xd. 'How Bus.iress is Res.OOping America·, Tt;e /ití'r.:ic,253. Octu::-re ce (!'<!.), FaJie.·r.s of D.;;-..e.\~1"W.'lf,9. 11.
1¡)~. pp. 43-03. 13- S~ml~t;~ li$:Okin, 'Housing', pp. 3'J~2.
Más allá det suburbio:et nacimientodel tecnoburbio

constructores medios y peque~os fueron capaces de mcorpo- 198e mostró que el 85% tenran la intención de comprar una
rar estas innovaciones en todas las partes de la periferia. casa unifamiliar aislada suburbaaa, mientras quP. soto ~I • 5%
estaban buscando apartamentos en edificios colectivos o
El comprador.a su vez, tenia fácil acceso a las hiootecas auto- casas urbanas.17 La single, como los corstructores ta llaman,
amortizablcs a treinta años que la Federo/ Housing Adminis­ aún esté viva y funciona bien en la periferia uroana
tration habla creado en la década de 1930 y que los prestems-
tas privados igualaron pronto. El gob emo federal también ase- Esta atracción continua de la singte no deberla, sin embargo,
guró que la vivienda no tuviera que competir con la industria ocultar los cambios cr.rciales que han transformado el significa-
por los ahorros de los inversores. Un toop reconocido oficia - do y el contexto de la casa. La nueva vivienda suburbana de la
mente dirigla los anones de los pequeños inversores a las íns- década de 1950, come sus predecesoras durante más de un
tiruciones de ahorro y crédito, donde eran ercauzados direet!· siglo, existió precisamente para aislar a las mujeres y a ta faml·
mente hacia préstamos a corto plazo para constructores o lia de la vida uroana económica: definió una zona exclusiva de
hi~-0tecas para compradores. Uno puede co-roarar aste siste- residencia entre la ciudad y el campo. Ahora una vivienda
ma con la 'movilización" de capital de Haus-renn a través del nueva podría estar contigua a un parque de oficinas paisajísti-
Crédit foncier para la industr a de la construcción Francesa en co con más metes cuadrados de nuevo espacio de oficinas
la década de 1860. La diferencia etucial era que, en la Francia que en un edificio del centro de la ciudad, o ooorta estar justo
del siglo XIX, grandes sumas de dinero eran condu:idas cor· al otro lado de ta autopista respecto a un centro comercial deli·
juntamente con el fin de crear grandes edificios "colectivos": las mitado con un volumen de ventas que excediera los de los
masivas casas de apartamentos que se alineaban en los bule- grandes almacenes del centro de la ciucad, o pocrta tener vis-
vares franceses. En el periodo posterior a 1945, en Estados tas hacia un laborator o ce invesUgacón de alta tecnologra que
Unidos existió una Industria financiada maslvamer.te y organl· elabora productos que son exportados a todo el mundo. En
zada minuciosamente para hacer :>0slble la vivienda unifamiliar absoluto un refugio, la vivienda unifamiliar aislada en la perlfe·
aislada. ria es preferida como una oportuna base desde la cual ambos
cóuyuyes pueden acCtider rapidamente a sus trabajos.
Los sistemas financieros y técnl~os racionalizados de la ceca-
(fa ne 1930 aRAguraron de 11RtA mooo que la <femanlla armll<.· Sin Al movlmlAnto simultáneo de empleo y vlvlAn<fa, Al oran 41
dora de nueva vivienda suburbana en el perodo de posguerra boom ''suburbano" seguramente se habrfa agotado a si mismo
no se hundiera en altos tipos de interés, practicas ineficientes en trayectos cada vez más largos a lugares de trabajo en un
do constr•cci6~ o procios dol suolo lnflacos. En su lugor, la núcleo oontrnl atostodo, occodiondo a íravés do autopistas y
duplicación del ingreso ramiliar medio de 1950 a 1970 pudo ser seNicios ce trénsito masivo congestionados. Y las nuevas
traducida directamente en el consumo de casas nuevas. En comunidades periféricas habrian sido en realidad los "distritos
aquella edad de oro de la vivienda, nuevas casas en serle po- aetadcs" para mujeres. como los críticos les han llamado, en
dfan comprarse a través de pagos mensuales que a menudo vez de llegar a ser el marco para ta reintegración de la mujer
eran menores que los alquileres corrunes en la ciudad cen- de clase media a la fuerza de ttabajo. como ha sucedido, La
tra1.1• Geo1Je Bailey finalmente habla vencido al señor Potter. imagen constante de la vivienda y de la comunidad dormitorio
suburbanas han ocultado la Importancia crucial de esta trans-
Incluso a finales de los anos setenta la combinación del ingre- formación en la ubicación del empleo. el tema de la próxima
so real estancado con altos li~s de interés, los precios de sección.
gasolina y los valores del suelo no d.sminuyó el atractivo de la
vivienda unifamiliar nueva. En 1981 una familia mecía estado· Ubicación del empleo
unidense ganaba solo el 70% de lo que necesitaoa para aten-
der a los pagos para una casa de precio medio; para 1986, la Como los que han tratado de planear el proceso han aprendi-
familia media podla otra vez pennitirse comprar una casa do tristemente, la ubicación del empleo tiene sus reglas autó·
media.'$ Las casas uniramilia·es aún consüuysn el 67% de nomas propias. El mo'limiento de las féorlcas lejos del núcleo
todas las viviendas ocupadas, solo un 2% por debajo respecto urbano central después de 1945 tuvo lugar independientemen·
a 1970 a pesar del aumento er les cos:os;is además, una te del boom residencial y probablemente habría ocurrido sin
encuesta sobre compradores potenciales de viviendas en éste. No obstante, el mo·;imiento simultáneo de vivienda y
ernµleo en las décadas de 1950 y 1960 creó una "masa crítira"
1+ Clilt<::n1 F<t,.+i:1d C.lrio, .Ir, -;m A1:ie.1\c.:r.1 F~•T:.'I¡'Ho.11ft. 1801-fSíiO. 2.hapel Hi'I imprevista de capacidad ewrende<Jora y destreza en los peri·
Ur"···~·~il)'(j N(r!hC¡¡:t;lin;.i P'ElS\i, 19a6, p. 2'12 metros, lo qua parmitió al tecnoh1Jrhio dasañar exltosamante el
1S P.":l'o';,n'P..lpi?.'ñfr.q(Jirer, 1:) dP. a':)il da 198G, 1.1
1li P."X1'aa'eJ~\t;,..,(,"1QuJ;~,o;6 de ab.111de 1266, 2·J.
Mils afia oel suburbio: el nacimiento del tecnoburbio

largo predominio económico ce dos siglos de la ciudad ceniral. tra1.21

Tal como los talleres del siglo XIX en los Estados Unidos de Estos cambies en la ubicación cel empleo durante las décadas
América abandonaron las áreas internas de las ciudades de su de 1950 y 1960 eran, sin embargo. solo un preludio del triunlo
época para buscar rras espacio y suelo mas barato en las verdadero del tccnoburbio: la tentación tanto al empico directi-
zonas industriales más nuevas de las afueras, as' las fábricas vo de oficinas como a les labcratorios tecnológicos avanzados
del siglo XX se han trasladado de las áreas fabriles a los par- y a los servicios a la producción de trasladarse del núcleo cen-
ques industria es del tecnoburt:io. Este proceso fue acelerado tral a las periferias. Este proceso puede div dirse en tres partes.
por la alleración en los métodos de producción. que acentua- Pr.mero vino et establecim ento de corredores de crecimiento
ron un ftujo lineal de producción en un nivel (mico. Estos méto- de "alta tecnologfa" en ubicaciones tan diversas como Silicon
dos nuevos hicieren obsoletas aquellas fábricas de hormigón Valley, California; Silicon Prairie, entre Dallas y Forth Worth; el
aunado de cuatro y cinco plantas. qre eran los monumentos de Cinturón de Atlante; la Roule 1 entre Princeton y New
las áreas fabriles de pñncipios del siglo )O(. En el área de la Brunswick, New Jersey: Westchester County. Nueva York; la
ciudad de Nueva York, por ejemplo, las fábricas construidas Roule 202 cerca de Valley Forge, Pennsytvania, y la Rou!e 128
antes de 1922 ccueaban 97 metros cuadrados por obrero, las fuera de Boston. El segundo paso fue el desplazamiento de las
construidas de 192.2a1945 ocuparon 186 metros cuadrados. y oficinas. especialmente las funciones adrninlstrat vas de apoyo
las construidas despJés de 1945 ocuparon 423 melrcs cuadra- a las empresas, de los rascacielos en el centro de la ciudad a
dos.•! Este dramático ncrerrento en la superficie impulsó prác- los parques de oficinas del tecnoburbio, y la fase final fue el
licamen:e a las fábricas fuera de las constrenidas manzanas de desplazamiento del empleo de servicios a la orodJcclón -oan-
la ciudad Interior hacia los espacios abiertos del lecnoburbio. ces, contables, abogados. agencias publicitarias. técnicos cua-
lificados, y slmílares- a Jblcac.lones dentro del lecnoburblo,
Al mismo !lempo, la Importancia creciente del transporte en creando de este modo esa base vttal de personal de apoyo
camión signilicó que tas 'ábricas ya no eran len dependientes para empresas mas grandes.
\le 111 Gonnue11cia \le linees rerroviarias 4ue exisll!ln solo en las
áreas fabriles antiguas. Los trabajadores rentan sus automóvl, Verdaderamente, esta oleada dramética hacia el tecnoourblo
42 las, por 10 tanto las fáhrlcas portian dlspArsarsA en la p~rifarta ha filrlo tan raolr.al qua ahora dehamos prAl)untamos ~l la pm-
sin preocuparse por la ausencia del transporte ~ublico. (La dis- fecla final de Wright se cumpliré: la desaparación de los cen-
persión de plantas de aviones y otras fabricas en Los Angeles Iros urbanos antiguos. ¿Es el boom actual en la construcción
on lo dócado do 1930 roprosonl6 onlicipodomcnlo esto tondon- do oficinas on ol centro do I~ ciudod y In "gonlrificación' en los
cia.) El proceso ganó ímpetu como resuliado de miles de deci- éreas internas de la ciudad simplemente un ultimo hurra para
siones ne coordinadas, en virtud de las cua es los directores la ciudad antigua antes de que tendencias descentralizadoras
permitieron que sus plantas de la dudad certra restri1glera,1 la más profundas la conduzcan a su decadencia final?
producción y dirigieran las ruevas Inversiones haca las afu~
ras. En la región de Boston, por ejemplo. el 80% de los edificios En mi opinión, la difusión final que W~ls y Wrlght predijeron es
industriales nuevos iniciados entre 1954 y 1967 se ubicaron en improbable, al menos porque ambos subestimaron las fuerzas
los frínges suburbanos.•9 A escala nacional. de 1958 a 1967, de centralización económica y política que oontintian existien-
las ci~dades centrales perdieron más de 338.000 empleos do a lin&les del siglo XX. Si la descertra izaci61 lísica hJbiera
manufactureros, comerciales y de industria de servic os, mie1- signilicado verdaderamente la desoenlralización económica,
lras que las áreas suburtanas de alrededor de estas ciudades entonces los rúclecs urbanos centrales serian ahora ciudades
ganaron 111ás de 433.000."' Como estas tendencias continua- fantasmas. Pero organizaciones grandes y oocerosas todavía
ron a lo largo de la década de 1960, el censo de 1970 -que buscan una ubícacón central que valide su importancia, y el
mostraba que los habitantes suburbanos excedían ahora en centro histórico de las grandes ciudades responde aún mejor a
número a la población rural o urbana- reveló a través de un esa necesidad que los oom~lejos de oticinas en las a~Jeras.
deSC1Jbrimiento similar que los empleos ubicados en los sub~r- Además. las secas corporativas y gubernamentales en el
bíos ahora sobrepasaban en número a los de la ciudad cen- núcleo central todavía atraen a una amplia variedad de servi-
cios de apoyo especializados -gabinetes jurídicos, de publici-
· 6 Edgnr M. Hoo•;cryRn~11101c!vemon. TiioA•J.O.'Dl'.'ií'O' .:i ,\«J:Jripoi'is.Gm1cnCHy. dad editoriales, medios de comunicación, restaurantes, cen-
ltr .. Doublejay. 1959. p.¡¡, tros de ociu. museos, y más- que wnbnúan haciendo vialJles
'9 BrianJ. L Bairy)' Yah::ishuaS. Cohen 'Oarant1atiz¡r9 Cornrne<e~ard lndusl)•: los centros de las Ciudades.
111:1 Rl:i11{1.rcturinget Metro;iclit.an Am&1ka', <:n loui~ H M~ot:i )' JéÍÍilil>' K.
Haddoi (eds.~. Ti}~ U!b<JnizJ(.~)~ Ñ tilo Su.)"!fuj Be·;orf)' -fi Is, Caltf., Sa;c
rt.Kcatiors. 1973. p. 442. n Jact. Rosentt+al. "Tte Rapid GrO'Aih>Jf Suturban Em~oy-nerl'. en Masotti y
20 lb'~ .. •· 430. Ha(Y,je1 (e~,.), S;;t1Jt1)i9,p¡;. 9:.'i· 101).
Más allá del suburbio: el nacimiento del lecnoburbio

Las zonas fabriles antiguas en torno a.l nOcleo central también La pnmera acusación es más fundamental. ya que indica una
han sohrevivido. pero solo en el sentido lamentahlemente anó- aoténtic.¡¡ disr.ontin11idad estruc:ural en la descewalizacion
malo de alojar a aqrellos demasiado pobres como para poder posterior a 1945. Separándose a si mismo física, social y eco-
ser admitidos en la nueva ciudad de prosperidad de la perife- nómicamente de la ciudad, el tecnoburbio es profundamente
ria. La gran ciudad, por lo tanto, no desaparecerá en el futuro anti urbano, do un modo quo el suburbio nunca lo habla sido. La
previsible, y los habitantes de los tecnoburbios conmueran suburbanización fortaleció al rúcteo central como el corazón
enfrentándose incómodamente tanto al poder económco como cultural y económica de una región en expansión: al excluir a la
a la cultura de élite del núcleo urbano central y a su pobreza. industria, el suburbio dejó intactos e incluso aumentó los distri-
Sin embargo. el tecnoburbio ha venido a ser el oentro autént · tos urbanos fabrl es.
co de la sociedad estadounidense.
El desarrollo del tecnoburtlio, sin embargo, debllilll completa·
mente al distrito fabril e Incluso amenaza potencialmente al
El significado de la ciudad nueva núcleo central comercial. La competencia por nuevas ubicacio-
nes en las afueras vuelve obsoleto el complejo entero de
Més alié de la estructura de la tecnoclucad y sus tecnoburbios, emplazamientos residenciales e lnaustriales que se hablan
hay un debate mas amplo: ¿Cuél es el im~acto de este de· urbanizado en el oerodo comprendido entre 1890 y 1930, y
sarrojo descentralizado en nuestra cultura? ¿Puede alguien proporciona alternativas al núcleo central Incluso para los ser·
decir del tecnoburbio, al igual q~e Olmsted afirmó del suburbio vicios comerciales y administrativos más especializados.
hace un siglo, que éste representa "las formas de vida domés-
tica más atractivas, más re~nadas, y más completamen:e salu- Esta competición, además, ha tenido lugar en el contexto de
dables, y la mejor aplicación de las ar.es de la civilización que una migración masiva ce negros procedentes del sur nacia
la humanidad ha alcanzado hasta ahora"?!l De hecho, la las ciudades del norte. Negros, hispanos y otros Inmigrantes
mayorla de los urbanistas di::en exactamente lo oonlrar o. Su recientes únicamente podían permi:irse vivir en los distritos
acusación pwde d vidirse en dos J.)élrles. En primer lu~ar, la
0 fallriles an.iguos, quij hablan sido abandonados lento por los
descentral·zaclón ha slgnlncado un cesastre social y econ6ml· empleados como por la clase trabajadora blanca. El resulta·
co para la rJ11dad antlg11a y para tns pobres, q111AnAS caca ve? do fue una vArslón del siglo XX dA las "dos naciones" de 43
han sido más relegados a sus zonas hacinadas y decaídas. La Disraeli. A~ora, sin embargo, los alcances externos de opu·
descentra! zación ha segregado de nuevo a la sociedad esta· lencia incluyen tanto a la clase media como a la clase traba·
dounidonso en uno ciudod oxtorior opulenta y una ciudad nto- ]adoro más acomodado -uno moyorl<i do lo población·, mien-
rior irdigente, mientras se levantan barreras cada vez más tras que la minarla, integrada principalmente por negros e
altas que impidan a los pobres tomar parte en los em~leos y las hispanos, es Impulsada hacia vecindades en decadencia que
viviendas de los tecnoburblos. carecen no solo de viviendas decentes, sino también de
empleos.
En segundo lugar, la descentralización se ha viste cono un
desastre cultural. Mientras el patrimonio arquitectónico rico y Esta imagen desoladora se ha modiñcacc un poco gracias a
diverso de las ciudades decae. el tecnoburbio se ha uroaníza- la capacidad sostenida de los núcleos urbanos tradicionales
do siguiendo un modelo de desarrollo diseminado estandariza- para retener ciertas areas clave de empleo de cuello blanco
do y simplificado, que consume tiempo y espacio y destruye el y profesional, y también se debe a la elección de algunos tra-
paisaje natural. La roqueza generada por los Estados Unidoo de bajadores del centro muy bien pagados por vivir en torres de
América en la etapa posindustrial se ha utilizado para crear una pisos o en viviendas renovadas recientememe alrededor del
pseudociudad repugnante y derrochadora, cemasiado disern- núcleo central. Comparado con las zonas fabriles en declive
nada para ser eficiente, demasiado superficial para crear una y con la expansión periférica. el fenómeno de la "gentrifica-
cultura verdadera. eón" ha sido sumamente visible, pero insignificante estacts-
ticamente. La 'gentriflcación" ha contribuido tanto a despla-
Es lmooslble negar la veracidad de ambas acusaciones, aun- zar a algunos habitantes de bajos ingresos de la ciudad
que esto debe ser rescatado de las exageraciones polémicas como a beneficiados. El medio urbano estadounidense de
que parecen afectar a cualquiera que se ocupe de estostemas. finales del siglo XX muestra así todas las señales del síndro-
me de las dos naciones: una, arapeda en un mnllienle de
pobreza. aislada de la cultura mayorltana, ~ablando sus pro·
'J? Olrmted. Vaux & Co.. ·rrelirninary R.eporl l'~.Al ne Pro~csed Stit\l;tan\•illage pios lenguajes y dialAr.tos: la otra, una cutmra rte opulencia
at R1•·e~ije, 1flt:'f Clica¡p.., 1~ur1¿;Ynrl< 18Rl\: t".!irr..pl'f.!ro en S. R. ~uion (P.rt)
C!V.li.<{n9.411>e-:k;;J.·CN!es:
~ A Sii1'9til!>.·1>(
~ Ff6:fP.:k;í(LRlllO.',r:sfed'sW'JJ1ilg.'>Q.1 CA'V cada vez mas homogeneizada, más y más distante de un
LtJtldtiCílpCS:C;:¡mb1i~c \·1i:ss.. t.1.1.T. Presa. 1971, p. 2t!S. entorno urbano que considera peligroso.
Mils afia oel suburbio: el nacimiento del tecnoburbio

UwilX,1.·r. Píilltll))'l•1;:111i(I)' 1!11~ l41:1w TO'.\TISv!i<:ij.

Si el destino de los pobres atrapados en un entorno umano duetos sobre amplias áreas. El suburbio es el producto de este
decadente ha sido el principal costo social de la tecnociudad, la mundo, tanto material como socialmente.
homogeneización de la ciudad nueva ha provocado una preo-
cupación similar. En particular, la oécedacc 1950 fue testigo de Materialmente, Incorpora organización a gran escala y prodrc-
una efusión notable de polémicas sobre el llamado 'problema r.ión en masa, en su uniiormirtad implar.ahla en su uso rte una
suburbano". Hasta cierto punto eran críticas dirigidas a la cultu· gama reducida de diseños repelidos interminablemente sin
ra estadounidense en general, que se centraron en el suburbio variación auténtica ni contraste. Socialmente, el suburbio está
como un blanco relat1·1amente seguro. Pero dos en particular. dominado por 'hombres de organización", hombres cuyas per-
aquellas de David Riesman y William H. w.1yte, continúan sie~- sonalidades han sido formadas de acuerdo con los requisitos
do pertinentes. del lraoajo dócil en grandes organizaciones. y mujeres que
viven en gran parte para proporcionar el entorno nogareño que
En un articulo denominado The Suburban Sodness,21 Ríesman estos hombres necesitan para vivir.
plantea la cuestión básica: ¿la baja densidad de la ~íudad
nueva es destructiva para la diversídad cultural? Le preocupa Et resutado ·Y aqur Riesman y Whyte eslán bás:camente de
que la masa crlt ca de una cultura minoritaria superior no pueda acuerdo· es una pérdida decisiva de textura de la sociedad
simplemente sobrevivir en el mundo de la ciudad externa. Su moderna. un fin a la clase ce individualismo que ha alimentado
punto de referencia de principio¡; fin es la ciudad i~dustrial clá- el corazón de nuestra cullura. Es rnteresante que ellos dedrz-
sica, que desde luego centraba el ~rea metropolitana completa can exactamente sobre la descenlralizacíón las conclusiones
en un sector limitado del centro de la cludad.H opuestas a Frank Lloyd Wrlght. Donde Wrlght vio a la ciudad
como el corazón de la oonforrildad y a la descentralización
Este nücíec ulbano central no solo mantuvo unidos a las dlver· como el camino hacia el lnclvlduallsmo renovado, Riesman y
sas clases y grupos étnicos que formaban la ciudad, sino que Whyte ven a la descentralización cerne la deslructora final de
a lrnvés Qijl lrar~porte masivo creó ías cull•ras especi~ht11d~s la densidad de la que depende la alta cultura.
de la sala de conciertos, el museo. el primer ene. y el teatro
Ar.r.aslhla para todos. La r.lucfart nusva, IE!mA Rlasman. no Un elemento nuevo. en el que ni Rlesman ni Whyte Insistieron
44 en su análisis de la década de 1950, es la televlslór. La televl·
puede generar esta diversidad. La cultura se reduce necesaria·
mente al mlnimo COITlún denominador, cuya absoluta acepta· ~iú11 ha dijmo~lrad<1 ser ijj 1mtfo pijr[ijclo para el lijc•1uburbio.
cíón actuará como uno berrom paro 01 individualismo y lo liber- Como la propia ciudad nueva, la televisión esta lntrlnsecamen·
tad. ta <lasr.antralliada y r.antrada an Al hogar. Oa a los dal horda
de una reglón descentra Izada exactamente el mismo acceso al
La conformidad es principalmente el tema del análisis de entretenimiento que a los del centro. Y puentea los cent-os
Wllllam Whyte sobre Park Forest. 11 lnois -un suburtiio de antiguos de comunidad -en especial al teatro del centro de la
Chlcago·. que torma parte del influyente trabajo de Whyte ciudad· para dirigirse directamente al hogar.
sobre sociologia popular The OrganFzation Man.21 Gran parle
de la frenética socialización que Whyte encontró en Park Desde los años cincuenta la televisión y el tecnoburbio han
Forest se ha demos!rado ati~ica de los suburbios en general, estado aliados, cada uno de ellos promoviendo los intereses
pero el ele1T1ento esencial del anélisis no se puede descartar del otro. Para la televisión. la audiencia descentralizada es la
tan fácilmente. Whyte identifica la base de la nueva socecad ideal, los consumidores perfectos de los productos estandari·
en grandes organizaciones que pueden de minar el espacio: en zados que olrecen los anuncios. A cambio, la lelevisión ha glo-
otras palabras, que pueder distribuir una gama limitada de pro- rificado a la vivienda unifamiliar como el hogar estadounidense
estándar, ha entronizado el barrio de baja densidad y (quizá no
2S "lo lliSIC¿Q G~b.Jfb¡)fl¡;'', iN. de tJ casualmente) ha proporcionado una imagen implacable'lle1te
t4 !Al\-;d Ricsman. 'Tho Submban S~ncss'. en \'.'il!ia1l M. Oobnncr(cd.;, 11;.c negativa de la ciudad como refugio de crimen y perversión.
SoourbanComir.cmit¡.Nue•ro Yo1k. PulJTI3f1. 1958. pp. 375--!08,
25V\1il!iam H. 1Nhyte, Tbe Orgi;.1Ji¡;f,'oo J.ian. Nue'la Yx<. Si11:;,n y Schu&te1. 1956.
El lit:m (:je 11'1h}1e;;Un es OjX".411.'".Q '/ cx;nteNa s.J ft~~. perotl~t~ leerse cor.jt.n· No es dificil condrir con una imagen de la tecnociudad similar
!;411'elité ton el líbro1:e H~11:M J. Gars, Tf¡9 leri(.'Oflll~Js:l1~¡.~r.fLifflf.!rx:! Po'il.\':f. a un descampado cultural, encenagado de estandarización y
•''a h'ü"'' St.'l'<,1fbJ•1 C:.v1i1~•l11iil'¡. N.ié<'.} Yo1k. Ccivn-tliJ Univu1sí:y Press, 2= or, conformídad, incapaz de generar individualidad. Por consi-
193-¿ De .1c010. Gons dosvsncce los cxage1ílcioncs do \Vhytc con 1,.11 rrcdcl::> de
observaciCn esme1ada basado en SIJ p-o;iia e1~rientia cono residente en guiente, una migración en masa a la ciudad nueva puede ser
le••itt;r11n {hoy \Vilingbmn;. Ne>"Ja~)' Tambiénes impc<lñn\9 el libro de C¡:¡•;'.c:! contemplada como un desastre cultural, una trivialzación de la
P~1iOF!, J}¡Q Sut..·;:b;mEt1·1J.'Ci11Y.éilf: ~t.-e:!é.1~1v:Itf~ Un.\'éd S1aur.~ Chit.ago,
Unh.,~rs 1'/ of Chicago Pross, 1Ei7!. OOsadc c 1 une obscr..Jci&l cJidodoso je
cultura norteamericana y una amenaza destructiva para el
único r;1edi<1 en el que la cullur¿ puede üorecer.
0
Más allá del suburbio: el nacimiento del tecnoburbio

Al tratar estas cuestores debemos reconocer la verdad eser· una crítica mejor s ntetizada en la palabra inevitable sprawl. La
r.ial de que la r.iudad rueva prohahlemente nunca sera r.apa7 critir.a de arqu ter.tura Ada Louise Huxtahle ha denominado
de competir culluralmente con los centros antiguos. Habrá en slurbs a los típicos nuevos asentamientos y ha escrito que la
el futuro previsible una división basada en la diferencia enlre vida allí no es ºninguna travesía de descubrimiento o explora-
aquellos que buscan, incluso a alto precio, la clase de emoción ción pnvada de las maravillas del mundo, naturales y artificiales:
cultural que solo puede encontrarse en el cen:ro, y los que eli· es conformidad cliche hasta donde alcanza la vista. sin ninguna
gen la vida centrada en ta familia de la ciudad externa. Sin est mulación del espíritu por la calidad del medio ambiente"!'
embargo, permanece aúr sin resolverse la cuestión de si es
posible crear una cultura verdaderamente descentralizada, El argumen:o en contra del 1ecnoburtllo puede sln:etizarse
aquella en que la vida centrada en la familia sea compatible fácilmente. Comperado incluso al suburbio tradicional. parece
con un grado generoso de variedad. Se plantea la ironía de que al principio imposi~le de comprender. No tiene limites claros:
la sociedad estadounidense. que puede encontrar en estas incluye elementos rurales, urbanos y suburbaros discordantes
regiones descenlralizadas mas que suficientes expertos en las y puede medirse más por provincias que por manzanas urba-
especielidades de ingenieria más misteriosas, no puede confiar nas. Consecuememente, la nueva ciudad carece de centro
en atraer a una ;;udlencia lo suficientemente qrande como para reconocible aliiuno que dé significado al conjunto. Las lnslilu·
Justificar un concierto de mosíca de cémara. clones clvlcas principales parecen dispersarse a azar sobre un
paisaje Indiferenciado.
Quizás la única manera de abordar estas cuestiones es enter-
diéndolas como parte de una evolución más amplia. Como Incluso los desarrollos ptanltlcados -por muy armoniosos que
hemos visto, las primeros organizaciones que arrolgan en un puedan parecer desde el interior- no pueden ser mas que frag­
desarrollo descentralizado son en realidad aquellas que se mentos en un ambiente fragmentado. Una casa, una cal e.
apoyan en la estandarización; pero. en el mundo de la alta tec- Incluso una agrupación de calles y casas pueden y frecuente·
nologla, al menos, esta estandarización da lugar finalmente a mente están bien diseñadas. Pero carecen de espacio publico
un rn~jor t>alanca entra ast~rd~rilijCión y diva1si<.lad. Exisla vanJadijro u éslij asl<l tol~lfnijnlij WlflijrcialiLijdu. Ú11ii;alflijfllij
algun Indicio de que esta evolución lamblén está ocurriendo en las bolsas restantes de suelo agrlcola sin desarTollar ofrecen
Al trasfoncfo r.11ll11ra1 c!A la t0r.nor.l11dacf. E~ sin cfucfa un utopl~· una apertwa rAal. y astas holsas son lnAvltahlamanta dAsarro- 45
mo digno de Frank Lloyd Wright imaginar que la ciudad nueva lladas. precipitando nuevos desplazamientos y desarrollo dise·
llegará a ser la fuente de excelencia en las artes, exportando minado adic onal.
sus productos o lo ciudad. dol mismo modo quo los ordenado·
res diseflados en laboratorios Upo campus encuentran su cam • La causa por la tecnociudad solo puede plantearse de forma
no hacia tos centros ubaros. No obstante, si el tecnoburbio Indecisa y condicional. Sin embargo, podemos :ener esperan-
encuentra su misión CtJltural unlca con vistas a una nación des- za en que sus deficiencias se deban en gra1 parte a la torpeza
centratlzaca. creo qJe éste descansa menos en las áreas de la tempranade un nuevo tipo urbano. Todaslas nuevas rcrmas de
cultura tradicional que en las del rnec.o ambierte. Aquí consi- ciudad parecen caóticas en sus primeras etapas. "Habla cien-
dero que Wright fue verdaderamente profético en su determina- tos de miles de formas y sustancias er astado incompleto,
ción de crear un paisaje auténbcamente norteamericano sin los mezcladas desordenadamente fuera de sus lusares, invertidas.
materiales de la descentralización rápid& e ilimitada. adentréndose en la tierra, ascendiendode la tierra, molceándo-
"Broadacre". escribió, "serla construida en simpatía con la se en el agua, e inintelig bles como cualquier sueño". És!e era
Naturaleza, de medo que un sentimiento profundo por la bete- Charles Dickens describiendo Londres en 1848, en su novela
za del terreno serla una cualidad fundamental para los nuevos Oombey e IJijo (capítulo 6). Como he indicado, el desarrollo
constructoces de la ciudad",:<!! diseminado tiene una lógica funcional que puede no ser apa-
rente para aquellos acostumbrados a ciudades mas tradiciona-
Cuando estas palabras son aplicadas a las realidades de la ciU· les. Si esa lógica es entendida con imaginación. como intenta-
dad periférica, tienen un toqre irónico un tanto molesto. Uno ron hacer Wells y especialmente Wright, en:onces quizá pueda
podría concluir que las verdaderas cualidades de sus construc- ser ideada una estética comparable.
tores y d señadores son una desatención total haca la oaíura-
leza y una simpatía irresisbble por el beneficio económico. Debemos recordar que incluso los paisajes urbanos más "orgá-
Wr<!~dern1rn11le, es precisamenle et unpacto rnt!diu~rnbie11lal nicos" cel pasado evolucionaron lenlamen:e después de mu·
de la :ecnociuda:llo que ha suscitado gran parte de la critica.
2a F1<1rk llu~tl \f\'1i;í·l, !At'/1(:111~,'IJ!K;(;4!;y Bu\~1.~. Chil:"'!.JIJ, Uni•;Mls'.~ :JI Chk;;.fy~) 27 Ada lcui$ l IJxltlblc, "A1 Alt<:tnú6...~ to 'Slcrbs", Cf'I \.iirs::>tt. t lac·:lcn i<:ds.),
P10S$, '945. p. 58. So.bu.Ola.p. 187.
Mils afia oel suburbio: el nacimiento del tecnoburoia

cho caos y ten:ativas de prueba y error. El clásico suburbio paísae. a través de planes regionales de tso del suelo, adqul-
ferroviario de finales del siglo XIX -el estándar cortra el cual la sir.i<in de parcues naturales, y dismint.J~ión de impuestos a
crítica juzga el desarrollo disemínado de hoy- evolucionó más explotaciones agropecuarias en funcionamiento. Estas medi-
allá cel desorden del crecimiento metropolitano de dicho siglo. das gubernamentales, combinadas con miles de esfuerzos de
Primero. urbanistas de talla como John Nash y Fredcñck Law pequeña escala emprendidos por particulares, po:lrían crear un
Olmsted comprendieron el proceso e idearon fórmulas estéti· entorno urbano adecuado para la nueva ciudad. Estc-s esfue··
cas para guiarlo. Estas fórmulas fueron entonces trasladadas zos, por otra parte, podrían proporcionar el punto de partida
-lenta e incompletamente- a constructores especulativos, que para una diversificación más profunda de la ciudad externa. Un
no obstante se las ingenlar.on para captar la Idea básica. entendimiento y respeto c•ecienle por el paisaje de cada región
Finalmente, individuales propietarios mejoraron constantemen- podría oonducir a un rechazo en aumento hacia una cultura de
te sus propiedades con \ll fin de eliminar los elementos dscor- masas que boJIO todas esas diferencias.
dantes y llevar a su comunidad más cerca del ideal.
La tecnociudad, por lo tanto, todavía esta en construcción, ffsi-
Podríamos esperar que u~ proceso similar esté ahora llevándo- ca y cultura mente. Sus éxitos económicos y sociales son inne-
se a cabo en la oucac postsuburbana externa. Como punlo de gables, como lo son sus costos. Más impor.an:e toda vi a es que
partida para una estética del tecnoburoo contamos con los pla- el nuevo mode o de descentralización na alterado fJndamental·
nes y di~ujos de Wrlght sobre Broadacre Cily. que aún recom- riente la forma urbana de la que había dependido el suburbio
pensan el estucio a cualquier persona qua busque una visión para su función y significado. Cualquiera que sea el destino de
de 11n paisaje norteamericano moderno, aunque orgénico. Aún la nueva ciudad. el suburbio en su senlido tradicional ahora
más útil es la tradición estadounidense de la Naw ToWll. pertenece al pasado.
comenzando por Radbum, New Jersey, cue con sus diseños
cuidadosos trataba de reconciliar a le descentrellzaclón con
ideas mas •1ie¡as de comunidad.U Los díseños de la Nav1 Town El legado del suburbio
ya hijn sido adoplados por conslructores tts¡tt¡culativos, no solo
en un proyecto sumamente publicado como el de Columbia, En medio de la tecnocludad aún sobreviven peque~as piezas
46 Maryland, de .JameR Rouse, 5lno en r.lM:oo de r,omunldade~ di'!! vl~josuburhlo. A lo laroo de una linea ferrnviarl~. n q1J171i óe
planificadas más pequel\as que eslán empezando a dejar su una línea de tr¡¡nvía en desuso, pueden verse todavía las for-
huella en el paisaje. mas caracterlsticas que retroceden al Londres del siglo XVIII y
ol ldool quo tomo formo on la Ctopham Common: un matrimo-
En el campo de la arQuitectura clvica está el Centro Clvico nio entre campo y ciudad. una reooncilíación ce la naturaleza y
Marln County de Wrlght, que puede servir como un modelo el mundo artíficiat
para monumentos públicos en un desarrollo descentralizado. El
centro comercial cerrado de nuchos niveles ha conseguido Ahora, desde luego. ta 'naturaleza" esté muy lejana, y un
una amplitud que no desmerece a la de los grandes distritos riedio urbano recién construido parece ex:enderse tan lejos
urbanos comerciales del pasado, mientras campus estudianti- como algLna vez o hicieron los campos. En alsunos casos tos
les, complejos de oficinas tipo campus y centros de Investiga- viejos suburbios han permanecidocomo enclaves dignes y pro-
ción construidos recientemente colaboran significativamente a tegidos en un mundo de centros comerciales y s.iperautops-
este entorno. Algunas franjas comerciales de autopistas han tas. Como acólitos de una religión moribunda, unos pocos de
sido rescatadas de la discordancia y se las han arreglado para sus habitantes mantienen el ritual antiguo de viajar caca dfa de
lograr una vivacidad que no es barata y de iral gusto (Esta evo- su casa al trabajo por medio de trenes cada vez menos fre-
lución es paralela a la del núcleo urbano central del siglo XIX, cuentes hacia la ciudad. Más habitualmente, los viejos subur-
que originalmente constituía una agrupación notablemente fea bios han sido absorbidos por la ciudad que una vez habian
de edificios pequeños y grandes señales, y que posteriormen- mantenido a raya: pueblos pintorescos del siglo XIX vagan en
te fue íransformado en un centro razonablemente dignificado un mundo decadente de casas de apartamentos arasacaa y
para el comercio a finales del siglo.) fábricas en desuso.

Aún más imporlante: hay una opinión creciente acerca de que Visto con una perspectiva histórica, el suburb o aparece ahora
el espacio libre debe ser oreservado 001110 pm(e inteyrdl del corno el ounlo de lrarsición enlre dos épocas des;Jentmlirnd~s:
la época preindustrial rural y la sociedad de la información
re'
2S VHo~e esp~:i;}hll~OIH O;m~ Scfl:iffer GtttrlP.11('l,1.~s AniP.1ir.~: OZQ RArii)1.iu:
E~c:11)1iCJx;c, Filt.t'ildfia, Tt:n,..le Ufll•/er'$ily Pfcss. 19&2, ¡X11u •Jf'l.i 1.::•li¡;it)o lllii)ud~ prn;ind1.1strial. El suhurbio se r.riginó r.uanclo las ciudades eran
de lo teorio ce pln~-c.ni~:ito de la$ l~c:w rcenscs:nc:oonidcrec&. yuxtaposicionesextralías de los muy ñcos y los muy pebres; la
Más allá del suburbio: el nacimiento del tecmburbio

masa de la población vivla y trabajaba en el mundo descentra·


lizado de los pueblos nirales. Ah0<a tanto ta población como ta
producción están abandonando de nuevo las ciudades, dejan·
do solamente a aquella élite moderna que oomparla las ciuda-
des centrales con sus vecinos urbanos tradicionales: los de-
sesperadamente pobres.

El suburbio residencial pertenece de este modo a la Época de


las Grandes Ciudades, que ahora ha 1109ado a su f n. El subur-
bio fue simultaneamente el producto mas caracteustco ce la
expans ón urbana explosiva y una protesta desesperada contra
ésta. Permitió a una élite burguesa disf~tar de todas las ven-
tajas de la economía urbana masiva mientras se librata de sus
peligros. Ahora que la perifeña urbana ya no es el santuario
exclusivo de una clase prl'lile~iada. podemos apreciar mejor
los valores perdurables Incorporados por el suburbio residen-
cial de ciase media durante dos siglos de Industrialización y
urbanización. El suburbio mantuvo vivo el ideal de un equilibrio
en?re hombre y naturaleza en una sociedad que psrecra des~-
nada a destruirte. Ese es su legado.

47
La ciudad difusa

Francesco lndovina es proíesor de Análisis de los sislemas urbanos


y territoriales y Directo· del Departamento de análisis eoooómico y
&lcial jel tertitorio (DAEST) del ls:itutoU111Vetsiia:iodi A:ohitelbtade
Venecia. Desde este listituto, de cuyo Senalo accMemico forma
parte, ~irige y participa en nurr.Erosas iniciativas, forose irivestigacio~
nes que tienen al fenómeno urbano como motl-10. Entre ovas, dirige
la col&cción · Studi urbani e regionali' de la Editorial Franco Angel,
uJdiriye el Ardrwio di sb<li wb81ri e n::Jion~lí, y es miernuro de I~
dirección del Procrama de Doctorado de investi~ación en Políticas
publicas del Te·rttcrio (IUAVJ. Su amplia y extensa actividad in·1estiga-
doro cootmon sobre les procesos de tronsfor'lloción tcrrit0<ial. los
mecanlsn·os ideológlccs y económicos subyacenles, y las nuevas
formas de asentamiento urbano, se ha dihmdido" ;riMlsda numero-
sos ensayos y publicaciones entre los que caee senalar Lo spreco
edNicio (1974) [lrad. cast.: Ei despiffanolnmol:Jiliano (1977)[. La citt~
difusa (1990). La cillíl di fi''ª mille1mlo (1992}, o Lo e/tia ocasíonafe
(1993).

La publicación por el DAEST en 1990 de las investgaciones ~bre la


c1ujad diíusa lialiana dieron caria de ia1ura1eza al recor.cx:lmiento de
un fenómeno experimentado y percibido. pero aún pendlen:e de une
definición y una caracterización epistemológica. Con la atlb~clón de
una jenom nación que tuvo íortuna y un lrotamiento expcrlo se dio
allf un paso de gigante er el entendimiento de unos procesos que. de
una u ota forma.~ podían advertir exlen-füos en Europa, El articu·
10 oemral de esa publloaci6n es el que se presenta aqul en versión
castellana.

49

LA CIUDAD DIFUSA'
Francesco lndovina

1. Introducción El punto de partida es la oonstatacl6n de que han sobrevenido


importantes transfonnaciones del fenómeno del asentamierto
Esla investigación quiere verificar la operatividad del concepto humano y que es preciso Interpretar tales transformaciones
de ciudad difusa; o sea, si en esencia el concepto permite apre- precisamente porque no se presentan como una especie de
ciar e interpretar una fenomenologla especlf ca de organiza- prolongación de la renomenolog!a precedente, sino porque lo
ción del territorio. lrdaga sobre la forma lomada por la organi- hacen casi como ena mutación de estado.
zación del territorio en e l/enefo' central y formula la hipótesis
de que tal "lorma', no morfológica, sino de organización espa- Fundamemalmente, parece de cierto interés hacer una com-
d~I. puede ser inlerprstada segun este concepto. probación a dislinlos ni·,l!les: i!I del wnter.lu r~~I, con el objeli·
vo dP. medir las trarsformaciones presentadas y dP. ldentifkar
Haciendo referencia a la región del '!enero central, no se sos- las causas; el del contexto de las explicaciones de los dinamis-
tiene qJe tal fenomenología terrtorial se manil este sólo en mos territoriales, y el del contexto ce los conceptos interpreta-
esta parte del país, sino que más bien se trata de querer obser- tivos.
vana en uno de los puntos en los que ha osumido un carácter
evidente. La presente nota tiene la finalidad de ordenar las consoeraco-
nes y las hipótesis que han movido y mueven la exploración
empírica y la investigación de campo,
• TnlCu~IU::> d;,I ¡(l)l!;)OO pul:lk;)~O e1 lrldú\An;:i, F. et ~I. W ci1:1j af!f!J!;;),Vcocciil.
DAEST. '990. pp. 19. 43.
1 Re~·ón del norte de lta:.a que r.e-j1e las pro•Ancas de Ver,e.~iE.,Padt.a. Ireviso,
'•/Y·~na.Viccnza. Rc".·~o~· Bo!!Lno. :N. de tJ
La ciucad dih1sa

2. Las transformaciones del área central del Veneto Cada uno de estos estadios race referencia a ciclos especíñ-
cos de desarrollo económico-social y constituye el rnsultado
Dando por hecho que la investigación empírica permitrá medir compuesto de actividades dirigidas a un fin y de actividades
las transformaciones que se han presentado en el área central 'espontáneas"; estos estados corresponden, además, a distin-
(últimos 15-20 años). merece la pena hacer referencia, aunque tos maneras do reccconer frente a lo aparición do cxigcncios
de manera samara, a las direcciones tomadas por teles trans· de tipo productivo o a la manifestación de nuevas aspiraciones
formaciones (repito, se trata de fenómenos que se encuentran sociales.
también en otras partes del país).
Interesa subrayar. no obstarte. que lo dichO anteriormente no
Se puede afirmar que la estructura territorial del área central, trata de plantear un reoorrido fije y predeterminado de las naos-
tal como hoy aparece. es seguramen¡e distin:a de la pasada y formaciones en la organización del espacio. Es decir, no se
también estudiada. y da lugar a un fenómeno nuevo. Nos está afirma1do que cada forma de organización del territorio
enfrentamos a algo distinto de la precedente estructura territo- tenga necesariamente que pasar por los tres estadios indica-
rial y los ccnceptos elaborados antes no parecen hoy satisfac- dos (etapas de un recorrido preestablecido); ni que necesaria-
torios. Si anterlorme~te et adjetivo "difuso· cualificaba la urba- Mente una determinada evo ución de ta estructura económica
nización (urbanización difusa). hoy se necesitará encontrar una comporte. en todas las slt~aclones. una Idéntica iransjorma-
nueva termlnologla; en un primer intento definimos esta nueva ción del sistema de asentamiento. Se ha quendc indicar. sola-
estructura territorial como ciudaddilvsa. mente, un recorrido probable y, en cualquier caso, un recorrido
que sea posible reconstruir en el área objeto de análisis.
En e arto sentido la ·ciudad difusa" tiene a sus espaldas la
"urbanización difusa·, pero los dos fenómenos se presentan
completamente distintos, tanto en et marco territorial como en 3. Algunas connotaciones socloeconómlcas del fenómeno
el ámbito económico social, y constituyen estadios distintosde
oryani¿,¡¡ción Uijl espacio, (;()1110 CUllStlCUijllCta de la ·eorganil~· La Ulijjor~ económca da los astralos sociales ~nlits ligados a
ción de les procesos socloecon6mlcos. Nos enco~tramos. por la actlvlcad agrtcola y su abandono del sector primario a favor
tanto, anta la manlfARtar.lón dA un nuevo fAnómenn rAal quA df!I Recundano ha 11mp11Jado a estas mlRmas r.laseR a rlarfnrma
so reclama alguna nueva elaboración conceptual. visible a tal mejora y modificación de cultura (en sentido antro·
pológico) a través de la 'casa', casi siempre unifamiliar, promo-
Esto necesidad paroeo urgen to ya quo lo ciudad dífas~(o como vido poro uso propio (a monudo outoconstruido), o omplozor o
se quiera llamar esta nueva esil\rcturación del espacio) tiende en áreas de propiedad de los mismos (o de parientes} o en
a conve1irse en una modalidad recurrente de organización del áreas agricolas de menor p-ecio. Esto es, lo nuevo se casa con
espacio de n~eslro pals. El fenómeno presenta semejanzas. la manera de pensar antigua; hay una modificación de tlpolo·
pero sólo 21gunas semejanzas. con los suburbios norteameri· gla, pero continua prevaleciendo la cultura de las 'oosaS'.
canos (lo cual no ayuda en la Interpretación), o si se prefiere, la
ciudad dlfusa puede ser considerada la respuesta italiana La urbanización que resulta de ello aparece. ast. dispersa. pri-
(¿europea?} a los prob ernas que en el continente americano vada de una imagen dibujada y no sostenida por una adecua-
han dado lugar a aquella forma muy particular de organización da red de infraestructuras y de servicios. Se difunde a partir de
del espacio. los centros habitados preexistentes, más o menos antiguos,
más o menos grandes, interesanco al conjunto del territorio, sin
En témmos absolutamente esouematcos y de manera que directrices predominantes. ni sicuiera en marcha de aceite.
puede parecer mas alusiva que descriptiva. se puede deci· que porque muy a menudo está caracterizada por soluciones de
las formas de organización del territorio en estudio {aunque continuidad. Se está, por tanto, frente al fenómeno del campo
probablemerte esto sirve también para muchas zonas de la ·construido', denominado 111banización difusa, tiplca de algu-
región y del pals} ran pasado a través d9 tres estadios: nas regiones. y marcadamente del Ve11&to.

- ciudades insertas en un espacio agrícola En medida muy moderada. el fenómeno de la casa autocons-
truida, o de cualquier modo aotopromovida, se presenta corno
- ciudades rodeadas por campo urbanzaiío (es decir, campo acto de "emam;iµaGiórt', pur asi decrlo. del alquiler: de mane-
con edificación diseminada residencial y no residencial) ra mas sustancial. pone en evidencia una mejora de la condi-
cicin económ ca (scilo en una fase siguiente s1.1rge tamhién el
· una única gran ciudad con algunas zonas de campo inoorpo- "rescate" de la condición de inquilino. que en esta fase es fenó-
radas en ella. meno marginal). El fenómeno de la "residencia dispersa".
La ciudad difüsa

en:onces. por una parte se preserta como la traducción. en las elección que privilegia formas de ayuda reciproca dentro de la
nuevas cr.nd eones emnrnricas, de una cultura del campo familia ampliada, bien por wnveniencia eccnrimir.a ademas de
eníocada en las 'cosas" (que emblemáticamente, y también por posición cultural; reducida resulta la Jtilización de los serví·
tradícionalmenle, asumen la forma de la casa de propiedad), y cios superiores por falta de disponibi idad ecenórmca. además
por otra parte expresa los primeros sintomas de la incomodi- de por carencia de oferta.
dad urbana sobre todo en lo relativo a la casa. La población
asentada, por lo demás, es en gran medida originaria del lugar: En continuidad con esta primera fenomenología de asenta-
estamos eo presencia no tamo de procesos de inmigración, miento territorial. se puede identificar una especie de "segun-
como de disposicionesde la residencia modificadas en el inte- da oleada" que tiene ori~en de manera más dlrecl2 er la tose­
rior del mismo municipio, mas o menos. Es, sustancialmente. la tisf9cc/6n por la "ciudad", Es dificil determinar. sin las oportu-
misma ~oblación del 'l'IUnicipio que debido a mejoras económ- nas y prec sas Indagaciones, cuales sean los elementos
cas da lugar a un asentamiento diferente en el Interior del espa- constitutivos de tal insatsfac:ióo; en part•cular, cuánto de
cio municipal. esta insatisfacción sea efe~tivamente imputable a la 'oondi-
ción urbana' global y cuánto, en cambio, a algunas carencias
Este desplazamiento de los edificios y de población en el terr- especificas de la ciudad. De hecho, no está claro el peso del
torio, por lo demás. resultaba. también por su matr z cultural. rechazo de ta ciudad en cuanto tal. con reseecio al peso de.
no ligada a una apremiante "cemanda" de servicios. digámoslo sst, 'des· servlclos" especlficos en la ciudad. La
Precisamente por esta caracterización y por la ausencia de diferencia, obviamente. no es sólo nominalista, sino que esta·
esta "demanda", esta fase de la urbarizaclón difusa se pre- blece una distinta actitud co~ respecto al fenómeno urbano.
senta como de bajo nivel: estén ausentes ncusc los seiviclos Ciertamente, se ouede siempre sostener la presencia conjun-
básicos. las mismas Infraestructuras viarias faltan. por no 1<! de ambos fenómenos. hecho por otro lado verdadero, pero
llaólar del respecto de los estándares. Asi, la urbanización la diferencia de peso no es cuestión poco Importante.
difusa, además de presentarse como una gran consumidora Personalmente, por indicios indirectos, tiendo a considerar
dY ttirritorio, SY caracteriza corno potentY ractor compromete· rijlevantij el paso dY las carsnctas 011 /a ciuda~ con respecto
cor del espacio. al rechazo de la ciudad.
51
Es en este con:exto en el que madurarén, por un lado, la cene- En particular, propongo tomar el problema del habitar como
xión residencia-actividad oroductiva y, por el otro, la localiza- una de las cuestiones fundamentales que ha influido en las
ción. slomprc difuso. do pcqucnas cmprosos prodrcñvas. Los opcionos adoptadas por los faMillas y ha provocado ol despla·
continuos prooesos de reestructuración de la gran emP'esa zamiento de la población en el territorio. Cantidad de la oferta
"li~rarán". por asl decir, mano de obra pro'eslo.1allzada que, y coste de la vivienda (como indicador principal del coste total
obligada a activarse de for01a 'autónoma', se dirigirá hacia las del habitar) consUl\Jyen elementos no marginales de lascaren-
actividades a domicilio o hacia la constitución de pequeras cas en la ciudad. Se 1rata, vale la pena recordarto. de un efec-
empresas. Estos fenómenos de crecimiento y difusión procuc- to de coacción que se rnlstñca, en cierto sentido, cuando se
tiva serán facilil<idos por el "descentramiento prcduct vo'' ope- dice cue el desplazamiento de la pobtacón en el territorio
rado por empresas de notables dimensiones, que preferirén corresponde a la afümación de .ma libertad de elección de
ámbitos espaciales donde la oferta de traba¡o sea sobreabun- asentamiento. Además, es oonstatación habitual cerno, cada
dante con respecto a la demanda institucionalizada (fenómeno vez mas, la olerta residencial en la ciudad concentrada corres·
que asedia a numerosas áreas geogréficas del pals y entre oonce cada vez nenes, cuantitativa y ouahl<itivamente, a la
éstas al Ver.ero). demanda.

Hay que resaltar que, en primera instancia, la estructura de El feiómeno pi.ede ser descrito también de la siguiente mane·
asentamasto, en razón de sus caracterlsticas funcionales, se ra. La ciase social rredia ha elaborado una "concepción del
constituye en islas: las interconexiones entre cada asentamien- habitar' (se podrla decir un modelo)cue no encuentra satisfac-
to resultan poco relevantes. Es decir, se vienen a formar encla­ ción en la ciudad ccncentrada. De hecho, la oferta residencial
ves, a menudo con oonno:ación de parentesoo. que se relacio- accesible a este estrato social no satisface aquella concepción
nan con el territorio circundante de la manera más reducida residencial, que es, en cambio, satisfecha por una oferta no
posible (a excepoiún, ulniarnente. de la movilidad y de las rela- aix:~ible desde el punlo de vista e-.;onúmiw. En esta siíua-
ciones de trabajo). Reducidas resull<in las mismas uensacco- ción, la diferencia de precio de las viviendas ofrecidas en el
oes comerciales nrtinarias, también por el efecto de la pm~uc- ámbito de la umanízacíon cífusa cor respecto a las ofrecidas
ción difusa para autoconsuno, reducida, la utilización de los en la ciudad concentrada juega un papel de gran relevancia
servidos colectivos (pasando por alto su carencia) para uns para justificar los desplazamientos de pcblación. Dados ciertos
La ciucad dih1sa

modelos residenciales, se configura, sin embargo, no un caso las costumbres permanecen. en muchos sentidos. firmes.
de ~ler.ciiln, sino un fuArte elemento de conslnr.~.liln. O sea,
que una parte de la población de la ciudad. para hacer realidad En síntesis, el paso de la wbanización difusa a la ciudad difu­
el modelo residencial propio se encuentra obligada a despla- sa es, al mismo tiempo, cuantitativo y cualitajvo, en el que la
zarse en el territorio urbanizaco. oeservese. asl como antes se cualidad, como veremos mas adelante. es inducida tambión
ha subrayado, que la vivienda constituye el elemento gula del por la cantidad.
coste general del habitar. Así en el territorio diluso el habitar
puede resultar menos costoso respecto a la ciudad, con d~e-
rendas de "cualidad" cuya apreciación pone en juego proble- 4. Tlpologlas sociales y procesos estructurales
mas culturales, tipos de vida, o ideologlzaciones de una reali-
dad que se sufre. El analisis de la d lusión terr~orial de la población pone en evi·
dencia que en el tiempo la tipología social de la población tien-
En este punto merecen ser incluidas algunas breves anotacio- de a modificarse, en correlación, también, con la 'procedencia"
nes relativas a los modelos residenciales, y sobre lodo a su lerritorial de la población misma. Aun en la consciencia del sig·
modificación, El modo de relaciorarse de los individuos y de las nlficado no relevantecue tienen tas generalizaciones, es posi·
familias con la ciudad no constituye ni una constante. ni una ble Identificar distintas fases que carac:erlzan el fenómeno de
determinación "natural", sino que mas bien es un producto cul- la difusión territorial de la población en el área tomada en con-
tural y político. En un determinado intervalo de tiempo (una sideración:
fase de la ·polltica'') esta relación ha tenido sobre todo una
connotación colectiVa:era la ciudad como posibilidad colectiva • Una primera fase es posible situarla ba1o el slg10 de la reali·
de 1 nterrelaciones y de seNlclos colectivos la que fundaba el zaclón 'local" de mejores cond:clones de las viviendas. El
concepto del habitar. El habitar como elemento de relación alcance de niveles económicos más ele•1ados llevaa las clases
entre el interior (la casa y el individuo) y el exterior (los servi· sociales interesadas a buscar mejores oondioones residencia·
cíos coleelivos de la dudad y los oros): la cualiíicaoi(rn del les, amqus en el mareo de áre~s reducidas. Esla lenornenolo·
habitar como relación entre las necesidades y tos servicios gla, puede haber llevado también a un redesplazamlento de la
ofrP.cidos; los sArvlclos colecllvos como "dAr~cho' li(Jado al pohlaclóo sn Al interior cel mismo municipio, non snandono ~el
52
habitar. Esto es, una fase de protagonismo social. Cuando esta 'centro' para instalarse en el campo urbanizado (urbanizado
fase declina (describo, no analizo las causas), declina también aunque con las carencias de las que se ha hablado anterior·
ol concopto do habltar; ósto so localiza mucho sobro la vivioi· mente).
da, mientras se deteriora la expeotati·1a de los servicios colee·
tivos, que insensiblemente se tiende a sustituir por los servicios • En una segunda fase predomira la inmigración 'limítrofe"
del "rnercadc". Para lo que aquí interesa, me parece fundamen- desde la "ciudad" o sea, todavía desde áreas limitadas, pero
tal la restricción del concepto de habitar al de simple "casa" y el también de estratos sociales de mooes:a estabilidad económi·
deterioro de la relación vivienda - s&rvicios colectivos. Está ca. Flu. os estos que tiend&n a ser atraldos y a reforzar los pro·
claro entonces, que el desplazamiento ce la población, dentro casos de urbanización dilusa también por sus escasas posiblli·
de ciertos lím·tes (no estoy hablando de una fenoMenología dades económicas.
''absoluta", sino de parciales modificaciones efec.tivas mientras
aparecen más consistentes las modificaciones de sensibilidad), - Sigue una fase en la cual es predominante un f ujo de in11i-
tiende a se~uir "reglas' distintas y nuevas. gración de procecencia urbana y de estratos sociales medios.
Es decir, una fase caracterizada no tanto por un fenómenode
Retomando si hilo de nuestro ciscurso precedente, hay que atracclon. sino más bien por un fenómenode "huida" de la ciu-
decir que para que la diferen:ia de precio antes indicada pueda dad
jugar un papel determinante en la elección del asentamiento.
es necesario que le urbanización difusa presente algunas, aui- Estas tases vienen. obviamente, marcadas por una dinámica
que modestas. caracter'sncas de tipo urbano. La nueva oleada posñiva de la oferta residencial. Si en un principio exis1e una
de población a asentar en realidad ha tenido una expeñenáa especie de identificación entre demanda y oferta de vivienda.
urbana que ha modelado sus demandas y sus necesidades. en el sentido que fos sujetos solicitantes son ellos mismos "pro-
Por rnur;ho qu~ pueda rnanileslarse una rnodifiv~r;ión del con- motores" (con frecuencia aufocorstructorss). posteriormente
cepto de habitar (según lo uue se ha señalado antes; la expe- aparece relevante la oferta institucional. bien públ ca. bien pri-
riencia uoana parece de l¡>:lns modos condici011antP.; inrJuso vada. o cooperativa. Es propiamente esta nueva oferta la que
frente a un real o ideolóyico 'rechazo de la ciudad", algunas de determina, oor razones además objetivas relativas a la lógica
La ciudaddifüsa

del oferente. una modificación de la tipologla de asentamiento. primas, de salida. del :rabajo, etc.), otras son generadas por
Si por una parte, en efecto, no se pone en discusión el modelo motivos t~r.nologicos, algunas son activadas por procesos ~e
de asentamiento difuso, por otra se manifiestan factores de "atracción", mientras otras por "huidas". y cada una de estas
concentración y de intensif cación (corro, por ejemplo, en los. casi nunca se presenta en estado 'puro", complicando aún más
PEEP).2 la casusüca Asl. lo que se dirá a continuación ha do sor asu-
mido como ejemplificación de un posible caso.
La cantidad de población asentada y también la distinta expe-
riencia social de los nuevos inm grados generan, en el :iempo, La industria localizada en la ciudad. por efecto del crecimiento
una demanda creciente de servicios (públicos y privados). urbano. termina por resultar "acorralada". Es como si la ciudad
Dicho de otra manera, la atracción de un "lugar' está determ • tendiera a ahogarla: por un lado. la oroducción resulta más
nada \ambién por un mlnimo de dotación de servicios (no que- onerosa (por efecto de prohibiciones, vincules administrativos,
ro entrar en cuestiones de umbral obviamente bien porque son congestión, etc.), mientras. por otro lado, el proceso de revalo-
comple, as, bien porque los fenómenos de atracción no presen- ración ce las áreas (que de periféricas pasan a ser centrales)
tan siempre connotación de optimización). Ademas, las admi- puede hacer económicamente apetecible un traslado. Asi, pro-
nistraciones locales, sea para realizar parte de los ~bjetivos cesos de reestructu·ación productiva y de reor9,anlzación
que Justifican su ·existencia", sea para conquistar el consenso empresarial se unen a procesos de relocallzación "en el terruo-
de una población más exigente, sea para atraer nueva pobla- rlo" urbanizado.
ción con tal de ampliar la dimensión de la ciudad (el né1mero es
siempre poder), se Implican en una peuuca de incremento de la El desplazamiento de actividades prooucllvas, como es prevlsl·
do:aclón de infraestructuras y de servicios, ble, ocasiona también Oujos de desplazamiento de población
(obviamente en razón de la dimensión). Y esto en dos sent1dos;
Es éste el recorrido e través del cual, aunque en los limites de por un lado, una prcporclón de trabajadores encargados sigue
una generalización que no pone en evidencia pe<:uharidades a la empresa (se mudan con el traslado de la ac1ividad produc-
"locales", las peque~as y rne~ianas concenlr~l'Unijs quü Sij livij): por el utro, la empresa rel~aliüida cre~ una d11rnanda ~e
han dilatado a través de la urbanización difusa empiezan a pre· trabajo que, si no es satlsrecha localmente (y en general no lo
sentar algtin rasgo <le tipo urbano (oon lo q11A esto pt.1P.da slg· As). atraA poblar. ón. 53
nificar en una situación en la que llegan a faltar algunas de las
peculiaridades importantes de la condición urbana: la intensi- Hay también que resaltar que a la relocalización de las activl-
dod y fo dorsidod). dodcs productivos en ol ''lon·ito1io", sigue tombión la rclooollzo-
ción (o, a menudo, ta creecón exnovo) de actividades de ser-
Las precedentes observaciones. si~ embargo. deben ser tam- vicio a las empresas, obviamente no de todas las actividades
bién puestas en relación con algunos procesos estruc:urales: de servicio. aunque sobre esto volveremos más adelante, sino
es precisamente la conexión entre fenómenos es:ructurales de las más "banales", por así decirlo, que no tienen necesidad
que Interesan al sector productivo y procesos relacionados con de tratar con otras funciones de lipa urbano.
el habitar (por lo dicho anteriormente) la que puede aportar
indicacíones en torno a las motivaciones explicativas de los Tanto las presencias productivas como las de servicio a éstas
procesos de desplazamiento de la oobtadón. originan una modificación del tejido de las relaciones locales,
tanto en el interior como hacia el exterior, asi como también se
Considerando los mecanismos que han interesado al sector ocasionan modificaciones que tienden a incidir en su "cohesión
productivo (también aqul teniendo en cuenta los limites de las social'. Lo que parece de cierto interés. a primera vista, es el
generalizacbnes), se puede observar una primera fase en la hecho de que también la localización de estas e11presas es de
cual el fenómeno más influyente parece ser la reestructuración, tipo difuso más que concentrado.
mientras que después parecen asumir mayor relieve las reloca­
lizaciones (en la medida que los des fenómenos puedan ser
distinguidos con seguridad). 5. La dotación de servicios y la caracterización urbana

Las motivaciones que generan procesos de relocalización son, Para el hilo del discurso que estamos siguiendo, parece impor-
como se sa~ij. múl:iples; alyurias de éstas vienen determina- llmte subrayar que el wnjunlu de los procesos qua han sido
das por perucuares situaciones de mercado (de las matenas puestos en evidencia dan como resultado que el fenómeno de
la <1ifusión t?.rritorial afer.te a una población e­011siderahle. El
aspecto cua.1titativo, cerno veremos, no es ind ferente: en con-
La ciucad dih1sa

junto. la oooíacón Que se dispone en la que hemos llamado brados a considerarla) es ta alta densidaó y la intensidad. La
ciudad rtm1sa P.S numéricamente bastante importantP., seme- pohtación asentada en et ¿mnitn de ta urbanízactón difusa.
jante a la de una gran ciudad. Es precisamente este aspecto obviamente en áreas definidas, aunque en :onjunto asume una
cuantita;ivo el que llega a ser determinante para explicar las dimensión considerable (de gran ciudad), no presenta esas
modificaciones de cualidad territorial. connotacionesde densidad e intensidad que podrían hacernos
pensar en la ciudad. Sin querer entrar en el asunto de la com-
Ya se ha señalado como el enctentro (y a veces conflicto) de pleja cuestión de la 'proximidad', se puede convenr que en tér-
la política de los entes locales (en el plano urbaníst coy de los minos operativos la alta densidad y la intensidad pueden ser
servicios) con la "demanda'· que procedía de una población traducidas como la posibilidad para una población numerosa
creciente y que se modificaba en ténninos sociales y de "expe- de acceder "fácilmente•a cada punto del territorio deinido. En
riencia' ha originado un crecimien:o de ta dotación de infraes- una gran ciudad ura poblaoón numerosa tiene posibilidad de
tructuras y de los servicios cclecnvos. El fenómeno, cbvíamen- fácil acceso {en términos físicos¡ a cada punto de la ciudad.
te, no se presenta homogéneo ni desde el punto de vista espa- Evidentemente. se trata de una accesibilidad muy diíerenciada;
cial ni desde el sectorial. Además la íenomenologia, en relación a nivel tecnológico, se puede distinguir entre una acoesibilidad
con el problema que aquí Interesa, no es única: se da el caso peatonal y una mecánica (según vares medios); desde el
de servcos 'difusos en el terrlto:io". junto a casos en los eua- punto de vista administrativo. pueden existir unos lllnltes:
les I¡; dotación de infraestructuras vtaras tenía que permitir y desde el punto de vista económico·social.se pueden presentar
fa:ilitar la accesibilidad a serv cos espacialmente concentra· siuaciones de exclusividad, etc.; de todos modos, el punto de
dos (por tanto, con la rormaci6n de éreas especializadas que, vista que predomina en las consideraciones relativas a la clu-
obsérv&se. casi nunca se insertan en contextos urbanos :radl· dad es la acc&sibilidad medida en :érmlnos de mulllplicidad de
clonales). Una mezcla de concentración y difusión parece ser ocasiones y de proximidad. Desde es:e punto de vista. resulta
la tipología recurreite, pero la r&gla es única: dar cuerpo a un máxima la distancia entre la ciudad tradicional y la ciudad d'ÍU·
sistema de oferta para la ciudad diíusa, es decir, para una sa: en la segunda, la población se presenta fuertemente pena·
población assntada en un territurio amµlio y de baja intensidad. li.lad~ en ténninus \lij acoosibilitlad llslca Sin ijrrtbaryc, la dis·
tanela entreestas dos '1onr.as· de ciudad puede reducirse si se
54 E~ta mayor <101<1clc\n dP. lnfraeilfnrctura~y ~rvlr.lo~ (a1in torta- dan una mayor propeMlt'tn a movlmlanto (nada est~ dehajo <1fl
vía por debajo del estándar) empieza a dar un tono urbano al casa) y una mayor accesibilidad en términos de tiempo. Se
asentamiento. Se puede decir que la ciudad difusa ya hoy pre· trata de dos fenómenos que anulan la ausencia de densidad e
sontn connotacoros ureanas, poro rosulto por debajo del intonsidod.
estándar. por asl decirlo, con respecto a la ciudad concentrada.
La plena realización de un efecto ciudad, en sín:esis, necesita Precisamente la creeente difusión del coche privado, pero tarn-
to~avia de ínvers ones h1fraestructurales y de dotación de ser· bién, en el tiempo, la modificación de su uso (su transformación
vicios. en una especie de 'zapato", en el sentido de que no se camina
descalzos), ha aumentado mucho por un lado la propensión a
Los servicios privados merecen en particular algunas conside- la movilidad, y por otro lado. consecuentemente, se ha amplia-
raciones adicionales. A este respecto, de hecho, se puede do el 'territorio accesible'. Este hecho tiende a transformar una
observar cierta carencia de los qJe podemos d&~nir como ser· poblacióndifusoen una zona de rn&'Garfo intenso y, en cuanto
vicios de tipo urbano. tal, interesante para la oferta ce algunos servicios privados. Es
decir, fa mcvilidad acrecentada ha dilatado los confines espa·
Es precisamente con referenciaa los servicios privados que se ciales de la Posible área de mercado.
puede reconocer otra peculiaridad del fenómeno que estamos
examinando. Expresando la cuestión de manera sintética y No puede ser objeto de reflexión aquí qué parte de la mo•1ilidad
esquemética, y propcniéndola como hipótesis a verilicar, se automovillstica aumentada es autónoma y que parte inducida,
puede constatar que las sñuaclones de urbanización difusa no cuánta liorementeelegida y cuánta coactiva; pero ayuda obser-
conocen, en el sectcr privado, los setviciosurbanos. sino que, var aqui que, en ausencia de un desarrollo de la movilidad a
por asi decirlo, abordan directamente los setvicios metropolita­ través de un medo privado, la ciudad difusa no nabria pedido
nos. Intentamos a continuación indicar cuáles son las condicio- surgir, ya que ésta se origina y vive en cuanto ciudad automo­
nes 4U¬ <!arian lugar a este salfu. vitis!ica.

Empentmos a partir del hecho de q1.1P. una dA las caractensn- Volviendo al hilo de nuestro disc.trrso, hay que observarque la
cas fundamentales de la ciudad (tal como estamos acostum- conveniencia de localización de un determinado servicio priva-
La ciudad difüsa

do está determirada por la existencia de un ámbito de merca· noermercacos, grandes centros de vema especializada, equi-
oo adecuado, es der.ir, por la existencia de una masa de pobla· pamiento~ para el ncio o el deporte de grandes dimensiones,
ción a "servir'. Que la zona de mercado esté constituida por etc.), de actividades productivas, de actividades de servicio a
una masa de población concentrada o por una masa de pobla- las empresas (consulta, centros mecanográficos, delineantes,
ción no concentrada, pero carcctonaada por una alta propen- otc.j, puntos do venia conectados directamente con la produc-
sión a la movilidad, es aparentemente indiferente. Aparer- ción (o también con una apareme producción), y puntos de
temente porque, a pesar de todo, una snuacón en la cual el venta especializados (por ejemplo: todo luz), dan lugar a una
"servicio" y su "área de mercado" hacen hinca~ié ambos en u1 distinta configuración de la urbanización de baja densidad.
área restringida no es Igual al caso en que ambos Insisten en
un área muy extensa.
6. Nuevas jerarquías terñtoriales
En el caso específico que se está tratando se formtla la hipó-
tesis de que es justamente la masa de población asentada de Esta distin!a configuración de la urbanización difusa de baja
manera diFusa junto con la propensión a la movilidad de la intensidad es la que hemos llamado ciudad difusa. Tal Fenome-
misma ta que determina la conveniencia oe localización en el nologla territorial se caracteriza por lo tanto por:
área para una serle de servcos privados. Sin embargo, tales
servidos privados para poder aprovechar de lleno el área de - una masa consistente (de ciudad. para entendernos) no sólo
mercado. o mejor dicho, para ben et ciarse de las oportunidades de población, sino también, por lo menos parcialmente, de ser-
de tocellzacion, deben presentarse fuertementeatractivos ("lla- vicios y de ac:Mdades productivas;
mativos", se podrla decir) y en cuanto tales, capaces de anular,
por medio del potente reclamo que emanen, bien la 'distancia" - una dispersiónde tal masa en un territorio tan vasto que no
(psicológica y ffsica) de los potenciales ctentes, o bien la com- presenta, en conjunto, fenómenos de alta densidad e Intensi-
pe:encia de la ciudad. En esta situación, habida cuenta del con- dad. Esto, obviamente, no s•gnifica que no puedan exisbr "pun-
texto cultu·~) uel momertc. un servicio <le nivel urb~11~ p~íllctt tos' con alías dttnsi<ladtts, sino sol~inenle qua la coníiyuf!l~il)n
no adecuado: su potencial de oferta resulta muy superior a la espacial no da lugar a significativos fenómenos de densidad e
oamanda da la pohlaclon clrcun~anla (érAa restringida), rnísn- lntMsldad dA tipo .imano:
55
tras que su s,op&al no es capaz de atraer ''demanda distante'.
Por el contrario, un servicio de nivel metropolitano se pone pro- • una alta conexión entre los distintos puntos del territorio Es
gromátlcamonto ol sorvicio do un área muy extensa. y on osto docir, so tro:a do un lorritorlo quo prosorto conoxionos múlU·
sentido está equipado (llene la imagen) para atraer (suscitar) ples de tipo hOrizortal (infraestructuras), tales como para
demanda lejana. Es este bpode olena, por fo tanto. la qre más garantizar la posibilidad de una altísima movilidad.
fácilmente se coloca en un área poblada pero no densa, ya que
compensa con la atracción (y en consecuencia con ta movilidad En este pu1to puede ser útil, aunque en forma extremadamen·
del usuario) la ausencia de densidad del mercado potencial. te sintética, identificar algunas de las cuesUones que plantea
una configuración espacial tal. Hacíéndo o asi será posible pro·
Hay también que decir que, en general, estos tipos de servicios fllndizar más algunas connotaciones de la ciudad difusa.
metropolitanos, inclusc en el caso en que el área de mercado
estuviera localizada en una aglomeración de alla intensidad Por lo dicho con anterioridad deberla ser evidente la d ferencia
(una metr~poll, precisamente, o por lo menos una gran ciudad;, que se puede trazar entre la ciudad difusa y ura hipótesis de
extraen ventaja en localizarse 'fuera ce la ciudad', y esto pre- án:;a metropolita11a. una diferencia que está comuetamerte
cisamente para hacer máxima su accesibilidad para .m usuario centrada en las jerarquias.
que en su casi totalidad está motorizado y poder ejercer el
mánmo potencial d.e reciamo (la accesibilidad aqul está consi- Bajo el término ·área metropolitana" se entiende (en general)
derada como el conjunto de las condiciones territoriales que un territorio fuertemente jerarquizado: existe un centro (la gran
perrnhen el uso del servicio a una relevante masa de usuarios, ciudad) y una serie de ciudades saté ite pequeñas y medianas
por tanto no solo carreteras de acceso, sino también espacios (difusas en el territorio circundante) que están ligadas a aquél
para aparcamientos, etc., ccndiciones cada vez más ·aras a ;egun líneas jerárquicas (pueden existir también jerarquías de
nivttl urbano). segundo nivel, pero eso aquí 110 inlernS<t). Un lerrilurio. 001110
se suele decir, caracterizado sobre todo por conexiones verti­
La inclusión en el contexto de la urbaaízaoon difusa de servi- cales. Es la existenr.ia de estas conexiones de tipo vertir.al lo
cios a las personas de tipo melropolitano (cenlros comerciales, que hace evidente que se está en presencia de una situación
La ciucad dih1sa

jerárquica: lo c•al quiere decir que la localizaciOn de acüvca- polaridades externas (un mov miento unidireccional y jerárqui·
des y servicios, el despíazarnento de la pnhlar.ión, la estrucíu- co], en la fase ele la r.iudad difll~a. mientras aquel movimiento
ra global de la oferta urbana están jerarqnzadas: cada servicio se conserva, a él se añade, muy a menudo. un movimiento
se coloca en el espacio en el punto que corresponde a su nivel 'interno" aún por trabajo (nuevas ocasiones que se han creado
jerárquico. en la ciudad difusa, tra~ajadoros que han ·seguido' a la empre-
sa trasiadade, etc.), Es decir, se crea. una multidireccionalidad
Por el contrario, como ya se ha observado, la ciudad difusa pre- de los movimientos cor trabajo.
supone una organización espacial caracterizada por conexio­
n&S hOrizonta/es.Asl como las conexiones verticales Identifica- Lo mismo puede decirse para todos los osmas tipos de movi-
ban un ierritorio jerarquizado. de la misma manera las conexio- mientos. En esta suma resultan atenuados los movimientos tra-
nes horizontales identifican un territorio ·no" jerarquizado. dicionales y monod reccionales, en el sentido que pesan relati-
Asumimos provisionalmente que la ciudad difusa. justamente vamente menos.
porque esta significada por relaciones hoñzontales, se caracte-
riza por la ausencia de. erarquias espaciales. Precisamente esta fenomenologia, aquí tomada a partir de la
novilidad, configura una realidad territorial de mJltlples caras.
La multldlrecclonalidad de los flujos (no sólo de las personas. Es posible. por ejemplo. reconocer zonas que se conf·guran
sino también de las mercancías y de las Informaciones). tipica como 'dormitorios' para fuerza de trabajo ocupada en otro
de la ciudad difusa (q~e en este sentido se parece a la ciudad), lugar, pero que, al mismo tiem~o, tienen connotación de corn-
se oontrapone a la monocireccionalidad del área metropolilana. plejldad urbana (aunque a menudo de calicad y, sobre todo. de
Obviamente se está llevMdo al extremo la situación; de hecho. Intensidad mocestae), Y esto justamente porque el territorio
seria posible apreciar que también en la tradicional estructura construido se extiende sobre un tejido de antigua urbanización
metro~olltana, cor mo:l~os y fenómenos que no oodemos exa- donde 'centros" tradicionalmente de dimensión modesta (y no
minar, se multip ican los flujos horizontales y mullidi'l!ccionales solamente) se convierten en nudos s gnificativos del conju1to
que atenúan el eleine11lu jerarquicu. u que por lo manos dan a dij la ciudad di lusa. Además, Stl µuede apreciar corno los "puo-
entender una atenuacl·~n de tal elemento. Nos parece. sin tos" de locallzaclón elegidos por las grandes actividades de
embargo, c.uAsllón marginal rAspec.to al hilo del ra1onamiento servicio o las de produr.r.ión no ocasionan fenómenos aomoa·
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que estamos siguiendo. dos, sino difusivos, que sí, por una parte, dan resultados nega·
tivos en términos de consumo de suelo, territorio comprometi·
Poro quo no he.yo molontondidos, lo ousoncio. do jororq~ios do do, noccsidad do infraostructuros o incromonto do lo movilidad.
la ciudad difusa no deoe sugerir la idea de una especie de por otra parte evitan procesos de congestión. Es esta multipli·
'territorio autárquico', ni de un espacio desligado da contexto cidad de ccnfiguraciones dentro de u1 cuadro deijnido lo que
general de las jerarquias territoriales. La ciudad difusa goza y resulla de notable Interés.
sufre las inlerrelaclones territonales generales. está Inserta en
el contexto de las jerarqulas territoriales. Alguna referencia a La conceccon de la ciudad prefigura una población que eje:ci·
tenOmenos reales puede aclarar mejor esta observación. ta sus funciones {producción y reproducción) predominante·
riente en su interior. Dando cor descontado que el proceso de
Tomemos los ílujos de movimiento general de la población, es organización urtana da lugar necesariamente. al menos asi se
decir, los referiéos a distintas motivaciones. en la ciudad di~J· dice, a concertraciones espaciales de tales fun:;io~es, se ha
sa: a los horizontales se sobreponen nujos verticales preexs- podido observar qué elementos de especialización espacial
lentes. sobre lodo por motivos de :rabajo, dirigidos de~idida· (del ti¡,'O. por ejemplo: barrio dormitorio. barrio de nego:ios.
mente hacia algunas polaridades. No sólo po· ello, pero con el etc.) corstituyen potentes factores de descalificación del con-
tiempo estos flujos pueden haberse incrementado precisamen- texto urbano. No simplifica la cuestión observar que muy a
te con el crecimiento ce la poblaciOn, que se traslada, como ya rienudo los procesos de especialización descritos por medio
hemos visto, de la "ciudad' a la "ciudad difusa", pero que nuy de su signiNcación técnica son en realidad el producto de la
a menudo mant ene en la primera el puesto de trabajo origina· estructurasocial
río.
En la ciudad difusa, por todas las razones que han sido antes
Podernos observar el fenúme'IO larnbién en las distintas fases descritas, por uno parle son menos llamativos los procesos d~
de estructuración esoacíar mientras en la fase ce la urbaniza· especialización espacial. y por otra parte. sir embargo, la corn-
cilln rlifusa hatiia ene aves r.err¡¡clos a partir de los r.uates se plejidad urnana aparece oomo diltMa. Si así fuera, sstanamos
generaba un movimiento pendular por motivos de trabajo hacia obligados a considerar de manera distinta algunos fenómenos
La ciudad difüsa

de especialización tellitoríal, en el sentido de que. mientras en en et territorio, dando lugar. segOn connotaciones especificas,
la ciJdart r.onr.Antrada éstos aparecen corno ·r.ar?.nr.ias", en la en alg1.mos casos a ta ciudad difusa y en otros a formas de
ciudad difusa afectan de manera no recesariamente negativa urbanización difusa o de terraorio comprometido. no se agota
a la funcionalidad y coloquiatidad urbana (o, por lo menos, la "producción" de características utbanas que confirman la
parecen afectar menos). jcrarquización del espacio. El territorio que resulta parece
estructurado segun viejas y nuevas jerarquías, habida cuenta
En síntesis, ta ciudad difusa genera en su in1erior ciertas jerar- de que en este nuevo contexto los viejos "factores' ya no son
quías y especializaciones; éstas. sin en-·bargo. sea por intensi- relevantes para las nuevas actividades (de producción y servl-
dad, sea por "forma" organizativa de la propia ciudad, podrlan cio) y que las localizaciones de funciones tradicionales (de ser-
resultar menos negativas de lo que resultan en la ciudad con- vicio y producción) no son capaces de generar jerarqufas espa-
centrada ciales.

El tema de las jerarquías territoriales, sin embargo. no atañe La ciudad ddusa. segJn se ha caracterizado antes. no escapa
soíame-rte a las relaciones internas ce la ciudad difusa, sino al proceso de jerarquización espacial; pcr tanto, en su totalidad
también a las relaciones de tal ciudad con el resto del territorio, (ni más ni menos, como cualquier otra ciudad), y con lndepen·
o bien. en el caso en Que la ciudad difusa admita en su interior deroa de sus subdivisiones administrativas. se coloca en el
una ciudad concentrada "tradicional", a las relaciones entre conjunto de las jerarquías espaciales de orden superior. Y ade-
ésta y el resto de ta ciudad difusa misma. Desde este punto de más, en su interior, aunque da manera menos acentuada que
vista, no parece aceptable, aun en presencia de fenómenos en la ciudad concentrada, preclsawente en razón de su géne.
como la ciudad difusa. apelar a una especia da decadencia de sis, presenta une ertlculacl61 jerárquica de :ípo urbano atenua.
tas Jerarqulas espaciales. da por ta alta mcV>lidad y accesibilidad (que genera olros pro·
blemas pero atenúa la exclusión'!.
Si por cna parte no hay duda de que ta ciudad concentrada, en
cualquier cortexlo que se la culuque (lomada en si rmsma,
incor¡:orada en un área metropolitana, osrte de una ciudad 7. El problema de los confines y de las varlables en Juego
(!Ilusa). ·r.11<fA" atoo. por otra partA hay Qua ara111ar 10 qua 57
cede. Se puede decir que los servicios (a las personas y tam- Llegados a este punto, sin embargo, s~rge una cuestión crucial
bién a las empresas) que se desplazan en las zonas, que lla· que, generalmente, ha permar.ecido siempre sobreentendiéa:
moremos de monoro gonérico oxtraurbcmas (en porticulor on lo do los lfm tos.
tas zonas de urbanización dil\Jsa tanto como para calificar
éstas como ciudad difusa) son, en la mayorla de los casos, También los límites de la ciudad concentrada constliuyen por si
ba11ales, mientras que en la ciudad concentrada continúan mismos un problema teórico y practcc, pero. simpllstamente, la
tocallzándose los servicios más axelus.vos. Lo mismo se pueda estructura administrativa se ocupa de resolver la cuestión: son
decir para ta actividad productiva: la ciudad conoentrada expul· los confinas adrrinistrativos quienes de1nen el territorio de la
sa las actividades más maduras. mientras que mantiene o ciudad.
atrae las actividades productivas avanzadas.
En la ciucad difusa la cueslión se plantea de manera distínta en
Es decir, nos encontramos frerle a nuevas formas de jerer- razón a dos órdenes de problemas. La soluciór de los límites
cuias espaciales que podemos expresar de manera exlrema y administrativos no funciona; en este caso es exactamente a la
sintética con la siguiente formulación: las funciones que [erar- inversa. es la éefinición de los "limites" de la ciudad d~usa la
quzan el espacio en la fase histórica actual no son las que tie- que permite determinar cuales son las unidades administrati·
nen relaciór con grandes masas (de consumo, de ocupación, vas a consíderar internas a ta propia cirdad difusa. Pero hay
de producción, etc.), sino más bien con tas funciones más inno- más, la definición de tos lfmites es determinante para la propia
vadoras y capaces de originar procesos de "conírol' (sobre la identificación del ferórreno.
población, sobre los mecanismos económicos, sobre ta difu-
sión de la innovación scbre los mercados financieros, sobre la La definición de los confines, en este caso, no es prioritaria res-
producción cultural, sobre los mismos niveles cualitativos de 13 pecto 3 la búsqueda de las connotaciones (y de la misma exis-
vida. etc.). Es decir, se aoonlúa una de las caraclerísucasfun- tencia) de la ciuood dfusa, pero oonsuluye u·1 objelu de inves-
damentales de la función traéicional de la ciudad: la concentra· ligación en si mismo.
r.ion oel •·pcdP.f' en las fonnas quA una y otra vez tal poner
asume. Si algunas caracteristicas de tipo urbano se propaqa'i Si de un modo aproximado, impresionista. puede ser identifica-
La ciucad dih1sa

da el área de la ciudad cifusa, será luego el estudio profundo tuales hipótesis que el mismo análisis sugerirá.
de los parámetros de relación el que definirá r.on precisión, P.5
decir, con la precisión necesaria, los confines de la misma. De
hecho, obsérvese que por las cormotacones que hemos aíri- S. ¿La ciudad difusa puede compelir con la ciudad concen-
buido a la ciudad difusa, esta puede tambión correr el peligro trada?
de permaneoer sumergida por un error en la definición de sus
límlles. Oovíamente, me refiero a sumergida como identificada, Se puede acabar suscitando una cuestión a la cual la propia
porque en los hechos está activa independientemente de cual- investigación pcdría aportar algún primer indicio: ¿Puede la
quier "reconocimiento'. ciudad difusa. al lg~al que ura ciudad concentrada. ser polo de
atracción de aquellas actividades cuya localízación señala una
En lo que concierne a las >iarlables en juego, bien cara definir posición "alta" en la jerarqula terntonal general? O dicho de
los límites de la ciudad difusa, bien para identificada, a conti- manera distinl<I: ¿La ciudad difusa puede competir, en términos
nuación se dan algunas primeras indicaciones como aproxima- de stracoón para las actividades innovadoras y de "poder", con
ción inicial al problema. Sera la propia investigación la que en·i- la ciudad concentrada?
ouecerá el contexto de las hipótesis v de las variables analfli·
casa col\Slderar: Dar respuestas :xmvlncentes no parece sencillo, tanto por las
Implicaciones de orden general que la cuestión plantea como
· el d9splazamiento de Is población, obviamente, es una de las por la carencia de análisis detallados especificos. Algunas
variables principales. Sera Importante analizar tal fenómeno en notas, si~ embarg~. pueden ser avanzadas coro indicación de
el tiempo, identlftcando modelos de comportamiento en el los as~ectos sobre tos cuales oonvlene, en un primer momen-
asentamiento en relación también a la oferta residencial. to, fijar la atención para enfrentarse a la cuestión. Una cuestión
que no parece, por lo menos a nuestros ojos, privada de inte·
­ la localización y desatrollo de los acfivi:lades produciivas. La res, al resultar que lo que está en juego es la estructura de la
(ijnurnenuloglY que pYrece más interesante es 111 inherente al orgyni;aciún dal pals, llll corno ha sido •1islóric~rnenle "eons-
desarrollo exógenoy al endógeno. bien con respecto a los des- truldo".
p1a1amlentM o retocallzaclonAs, o hlen en Mlar.J~n con las
58
'nuevas· oportunidades ofrecidas en y por la ciudad difusa. Los indicios, precisamente por su carácter, serán expuestos de
manera esquematica y por puntos:
­ la localízcción do los servicios a las omprcsas, sogúíl carae-
terización de papel y función. - El primer dato de la experiencia indica que el poder de atrac-
ción de la ciudad difusa para aquellas ac!lvldades que pode·
­ 'ª lo~allzación de los servicios a las personas de tipo no mos llamar del "poder actual" es muy bajo. El territoriode la ciu-
mwopolllano; es decir, se trata de ident ficar la estructura dad difusa, si es atractivo para locallZaclones de actividades
•·urbana' de los puntos singulares de a ciudad difusa. naduras, de se1Vicios banales, etc., lo es muy poco para acti·
vidades innovadoras y de tecnologia avanzada. para centros
­ la localización de los servicios de tipo metropolifano. financieros que no sean 'centros de servicios", para actividades
Hipoté:i~mente, estas localizaciones son las que corstituyen culturales y científicas de nivel superior, etc.
uno de los eleme1tos que compone1 la ciudad difusa.
- La escasa relevancia de los tradicionales factores de localiza-
­ la inflaesfrucfuración. ción para estas actividades innovadoras quita pctenca a los
precedentes polos de atracción. Sin embargo, esto no significa
­ las interrelaciones y la movilidad de la población que ya ne: haya más factores de localización, sino solamente
que los viejos son sustituidos por nuevos !actores, que apare-
­ lo que, genéricamente, podemos llamar 'modos de vida'. cen mucho más concentrados respecto a los primeros. Se trata
de 'estnrcnras' (universidades, centros de investigación,
Lo que se ha indicado constituye, obviamente. la enu~ciación bibliotecas. etc.), pero también de la 'preferencia residencial'
simple de los campos de desarrollo del anáüsis. El oontenido de los técnicos de alto nivel (que pr,vilegian a la ciudad concen-
especííiw de l~les ~nálisis 110 podrá identificarse rias que en lrnda). Se podrla avanzar la hip'.>lesis de 4Je se traía de lacto-
relación con las ~ipótesis interpre:ativas anteriormente pro- res de fuerte sedímenración, es decir. que no pueden crearse
puestas (además de en relar,ón con los recursos disponíhlP.S, de nuevo far.ílmenl.?., y por este motivo mas concenracos en
incluidas las posibilidades de irformación) y con nuevas sven- pocos puntos en comparación con los precedentes.
La ciudad difüsa

• Finalmente. hay que decir que las innovaciones teíemáucas,


por una parte, no tienen aún r.ar¡\f,ter •óifusivn" y, por lo tanto,
contradictoriarr.ente con su "esencia' producen concen:ración,
mientras que. por otra parte. no son capaces de sustituir las.
interrelaciones entre sujetos con alto contenido de poder (do
cualquier tipo cue sea),

Parece que se pueda decir que sólo una "política territorial'. en


sentido general, que tomase conciencia de esta nueva configu-
ración espacial para transformarla de un resultado predominan-
temente espontaneo en proyecto global de las conflguraciores
espaciales (segun oodones cor definir) po:lria, dentro de ciertos
límttes, hacer paritarias la ciudad concentrada con la difusa. Se
trataria de un proyectode cualificación que podria hacer salir la
ciudad difusa de su papel 'residual" no resoluble de otra mane·
ra. Pero ni una polltica terrltorlal aoecuaoa podrla elimir1ar los
que hemos llamados factoresde atracción de fuerte sed menta-
ción aunque, sin embargo. podría reconstruir una je'!lrquía lerri-
torial menos desequilibrada, más atenta a los recursos no repro-
ducibles, y menos selectiva en el plano social. En este contexto,
la ciudad difusa podrla desempe~ar un papel propio equilibrado
y equlllbrador tanto en el ámbito de la producción (inno'lacora)
como en el de la calidad social de la vida. Pero entonces la eu-
d;id diíusa no sería solamente un rasullado dal proceso da edií>
caclón. sino un proyecto de reorganización del terntorlo.
59
Blbtlograíla

A conllnuación se citan los principales escritos q~ de diversos


modos han innuenciado la redacción ce esta nota:

• Becchi Collid!I. La terzisrlzazzionewtlana e Ja crlsldella citta,


Milán, Ange i, 1984.
• R. Camagnl y L. Malfi (a cargo de), Jnnovazionee svilt1ppo
neHe regioni malure, Milén, Angeli, 1986.
·F. Carati (a cargo de), Aree metropo!ila11e ái anti~ ináustria­
lízzazione, Milán Clup, 1988.
- C. Cen:ini, G. Dematteis. B. Menega:ti (a cargo de). L'ltalia
emergente, lndagine geo­demografica suilo sviluppoperilerico,
Milén, Ange i, 1983.
- G. Garcfoli y l. Magnarn, Versouna nuova<X1n/ralifadel/eoree
urbane neilo sviluppodell'occup11zione.Milán, Angeli, 1986.
- R. lnnocenti (a cargo de), Píceo/a c~ta e ,oiccola impresa,
Milán. Ange i, 1985.
- lrer 1 Progetto Milano, 11 govemo della c~ta. Milán, Angeli,
1987.
- A. Segre (a cargo dej. Regioni in transizione, Milán,
Angeli, 1985.
B reiriu de /u urbanu y la muer/e de la ciudad

Frencoise Choay es histonaoora de la teoria ~de las formas urbanas


y ha sido p·cfesr..ra en la Escuela superior de Arqu lectura de
Bruselas y en la Universidad de Paris VIII. La catego·1a de sus inves·
63aciones y la profundidad de su labor oftica traducidas en publica-
ciones verfdas a cive~•s lenguas, han se·vido de base durante
décadas al avance y difusión de los es:udlos del ulbanisrro moderno
en lodo el mundo y a la refundación de conceptos fundamentales de
la cultura arquitectónica contemporánea. Sus estudios de la ~atadls·
llca clásica y moderna de la arquitectura y el Urlanismo permanecen
olmo referencias inexcusables de cualqu!er estudioso. Entre sus
obras destacan l 'll,'(>,1nisme.lhop:as &~ realilés (1965) llrlld. cast.:
Urbanismo,utop/asy rea/idad9s(1970)1, The IAodem City: Planning
in the 19th Ge11wry(1969), La Régte e1 le Modéle(1980). y L'Allfl!)orie
du µ~lrimui11e(1992), perQ sus a~<>·tauion~s se dilJnlk!n 1;,rnbien en
~u 1.11ese11<.:itt oontit~nle en l~r> revi:;t~s espet:i<:1IUad(jS 111ás prt:1:>1igio·
S3S,

En 1994 puohcó el arllculo ''Le régne de l'ulbain et la m0t1 de la vllle',


que olantea una aclualizacién necesaria de conceotce presentes en
lo roolidod o los que lo lcorfo so montonio ajeno.

51

EL REINO DE LO URBANO Y LA MUERTE DE LA CIUDAD'


Fran90ise Choay

Europa es hoy ll1unfalmerte urbana. El espacio rural y las encontramos los mismos nombres que en la Edad Media:
poblaciones rurales se reducen dla a cía mientras se multiplica admiramos la larga duración de estas construcciones urbanas
el numero de megal6polis, conurbaciones. comunidades urba- que levan po· nombre París, Nápoles. Londres, Milan, y tam-
nas. tecn6polis y polos teC11ológlcos. bién Barcelona. Praga. Zurich .... y nos maravillamos de la vita·
lidad act~al de esos antiguos conjuntos da ciudades medieva-
"Ciudad' se ha convertido en la palabra clave de la lribu políti- les hanseáticas o llamencas.
ca, una palabra para todo de la tribu mediática, la palabra coar-
lada de los clanes de urbanistas, de los urbanizadores, de los Sin embargo, lo que se ha producido en el curso de algo más
arquitijc(us, <Jij los ad111111islradores, Gij los suci6109us que la dij un siglo 110 es una lrivial evolución. sino una rnuación,
esr.nJtan, la auscultan y/o pretenden darle forma, ¿Pero es enmascarada por la permanenda de las palabras y de los topó-
urbanización sinónimo de producción de ciudad? nimos. Sólo nuestra "civilzación de la imaqen" es capaz de
mostrar las secuencias que pongan de manñssto el carácter,
La situación urbana actual es el resultado de la transformación la magnitud y la historia de esta mutación.
de la ciudad europea que tuvo lugar de forma manifiesta entre
la década de 1850 y nuestra época. Sobre el mapa de Europa Con este fin, esta e)(¡)osición confronta dos series de represen·
tacooes: unas emanan de los arquttectos-urbanistas; las otras
de los artlstas. Las p-lmeras, al servicio de la acción, de la i-
Es:e :utictllc:: fuP. publir.adoen 1S9.t P.1'1. Vi$.Oiesurb,itr.~s:E'{•Y(),OP.18?0·1933. LR
deología y a veces del sueno. son proyectos. unas veces reali-
A

Cl!Xffio'/ J6f ar.'i.~l/j,f¡;> t.i'iJ(jiJ~Jo9' .a•(j\J'.'1'.9\.ft.,MaiJH:.1, ElijCIA-C'CCB, p¡). 23-33 l\'Qf·


$0.'l 01lgirial: 10 i,lti'c: úl! cr .'lf'Cl1ircc1ul"J o.>1 Ev.ió{Jc. flJlO ~1G93. Psrls. ~dilic1l:l du zados, otras no. Las segundas registran la metamorfosis del
Co..1tro ºornpidou.199!, pp. 26-35). campo urbano con sensibilidad de sismógrafo. ¡No nos equvo-
El reino de lo torbana y la muelle ce la ciíldad

quemos al respecto! No se trata de ilustración. sino de videíl· cientemente reconocido que une la técnica a la cuoao y hace
cta. privilegio de los artistas que revelan y dan cuerpo a los del término una palabra r.lave del amhito umaoo.
fenómenos. Asi, desda finales del siglo pasado, pintores,gra·
badores, fot~rafos y cineastas nos confrontan a una ciudad Ciudad. Pondremos entre paréntesis su sentido institucional:
bifronte: bonéíca según algunos, efigio del progreso y de ta objeto de una convencer, variable segun el país (en Francia,
belleza, fermento de vida se<:ial incluso en el anonimato de la población de al menos 2.COO habitantes aglomeradaen un solo
multitud: 11aléfica según otros, sinónimo de caos, de perver· municipio, y que constituye un instrumento administrativo, juri·
sión. de una indigencia y de una fealdad de la que la soberana dico y fiscal).
estética del cine ha sabido apropiarse. Sin embargo. a medida
que pasa el tiempo. unos y otros señatan por igual la acumula· En et lenguaje coman actual, ·ciudad" continlla designando el
eón progresiva de personas, la multiolicación de las trayecto- lugar o e soporte estarce de una triple comunicación que
rias y la acelerac ón de la velocidad, el gigantismo contagioso atañe al inter:ambio de bienes. de informaciones y de afectos.
de las construcciones verticeles y horizontales, la diseminación Aún se la concibe como la unién indisocitble de lo que tos
periférica y, para terminar, una forma de la ausencia. romanos llamaban urbs (territorio físico de la ciudad) y civitas
(comunidadce los cíuoaoenos cue la habitan) o también oomo
La mirada sucesiva y convergente de pintores, fotógrafos y la pertenencia reciproca entre una población y una entidad
cineas:as nos pone en guardia contra tas palabras. La secoen- espacial discreta y fija.
cia de sus presentaciones obliga a pregJntarse si la divinidad
bifronte, esta ciudad-madre y castradora hoy Invocada y conju- Pero la entrada ar la era lndusllial y las corcentraclcnesdemo-
rada oon pasór y desespero para justificar nuestro trabajo de gréflcas sin precedente que ésta Indujo han hecho mella en
umanísmo y fundamentar sus virtudes. no es más que una esta asociación ancestral. En 1855, Haussmann lo s•Jbrayaba
trampa; 5, el viejo concepto y la Imagen convenida, en los que a propósito de París en un discurso pronunciado ante el cense·
tienen ca~ida desorderada centros históricoo, ciudades nue- jo IT'unicipal:
vas, suburbios y meyalópolis. nu esliln funciunanoo a la mane·
ra de mito ercargado de obviar la Impotencia y la angustia, y si •¿Es apropiado hablar de "municipio· para referirse a esta
no rtl~im1ilan la 1nadAC11ar.lón dA la paíabra a la cosa. Los hli;. lnmMsa r.apltal? ¿Qu~ 1a10 munlr.lpat une a IO$ do~ mlllonM
62
toriadores nos han ensenado, no obstante, que 'los hombres de habitantes que se apinan en ella? ¿Podemos acaso obse··
no suelen cambiar de léxico cada vez que cambian de cosíum- var entre ellos alguna afinidad de origen? 1 No! La mayorla de
brcs".' y quo lo conservación do los polobro.s oontribuyo o lo olios provlono do otros oopartamcntos: meones do peíscs
larga duración de nuesíros esquemas mentales, es decir, en extranjeros donde conservan sus familiares, sus más preciados
este caso, a su arcalsmo. Intereses y, a menudo, la mejor oarte de su fortuna. París es
para ellos un gran mercado de consumo: una Inmensa cantera
¿No ha llegado entonces el momento de admitir, sin senti'11en· de trabajo; una arena de ambiciones o tan sólo una cita de pta-
talismos. la desaparición de la ciudad tradicional y de pregun. cer. l\o es su terra•.2
tarse sobre lo que la ha sustituido, esto es. sobre la naturaleza
de la urbanización y sobre la no-ciudad que parece haberse Etimológicamente. la palabra francesa vílleprocede del latín
convertido en el destino de las sociedades occidentales avan- villa, que designaba un asentamiento rural autárquico que a
zadas? Este va a ser mi pro.oósito. menudo constituyó el núcleo de las ciudades medievales. Esta
etimología subraya la pertenencia de la ciudad europea pre·
industnal al canpo. Mumrord, uno de los primeros. nos ha
La palabra y la cosa enseñado que, "excepto en algunos centros congestionados, la
ciudad de la Edad Media ro estaba meramente en el campo,
Como paso previo a la exploración del ámbito urbano entre sino que formaba parte del campo",J y esta relación de interde·
1850 y 1950. conviene hacer u1 rápido excurso referido a tres pendencia v~elve a ser puesta de relieve en la actualidad por
términos: ciudad, urbanismo y técnica. En el caso de los dos los historiadores de la ciudad europea.'
primeros se tratará de recordar su acepción original. En cuan· 2 (. llilussrn1rn, 1\Mi1}0.1:cs. IO:l'IQ 11. Peris. lla\•ord, 1891. ~. 1S-S. Ta1n;;!ón en la
to al tercero, por el contrario, se tratara de un enfoque fac.lual y rueva edición (,ft:mo.'rcsol• 00.'0l'I Hnv.ss.11,an1. inttcduccibn gono·a do F1n~isc
no semántico, destinado a poner de relieve el vinculo insufi- Choay. Parls. Seui ¿ooo. pp. 555--556.
l L. Murford, lo Ct.i.~u;ade os c.~UJo'cs. Buenos Aires. E 11cc6, 2~ od . 1957. p.
' F(lnnul~C.;; M,,in; Blm:h en Ap1)l:~i~ ¡;(o·w1kr l•i:;lv•i;,o !Jo' v['t;i:J da 1!,;~1'c;ri(J(Í!J.~ 36 (.,·~rsitinorigiroJ 7i1cCi.'.~uro ot c.ir,'cs.lond1e$. Scc<e:ond •l;.'J.:burg.193$, p.
t.tójlco NAH. Fcnd::> do Culturú EifAómlUi. 1906, p. 146 (vétdóo oiglnill: :>.:t])
4
A,oo.~iopoor IJ:i.isfoiro,Prris. A. C:i!h. 19.!S, pp. 4).41. ?o ci. 1914; P M. Hoher~rg>'L. H. Lees The .wa~}ng of Urban EttroJ)'(tGVO -19-JO). Cam·
El .'eino de lo urbano y la mueJte de la ciodad

También aquí la revorución industrial minó una asociación origi· ciado ·e1 postulado del espacio objeti~o y neutro',e Empezó a
nal y nastrwó la retaoón nA r.omplementañedan que unía la ponerse en el/inercia la naturaleza política e ineológir.a de la
ciudad y el campo y ahondó la famosa diferencia entre ambos, ordenación de la ciudad o, dicho de otro modo, la elección de
que según Marx el comunismo debería suprimir. Sin embargo, los valores que la sustentan: numerosas disciplinas ~ientífoas
no fue gmcias a una revolución social, sino a una pcnncnenle pueden contribuir a la o·ganiZación del espacio urbano, pero
evolución técnica, como se inició la supresión de esta diferen· una ciencia norrrativa de la ciudad es una noción contradicto·
cia. Ya veremos que et proceso continua y tiende a elim nar, en ria. Se ha puesto de 11a1ifiesto que las teorías del u(oanismo
proveche de una entidad que ya no es ciudad ni campo, los dos respondían a .m oensamento anacrónico, cosificador y marca-
términos que, lógica y fenomerológicamente. exlst'an el uno do con el sello de la ulopla: la creación de modelos urbanos ha
por el otro. aparecido como un dispositivo reductor, el nsrumerac totalita-
rio de una puesta en condiciones.
Urbanismo. El término es un neologismo propuesto por el cata·
lan lldefons Cerdá en su Teoría ger.eral de ID urbanización Por otra parte. y durante el mísmo periodo, et término "urbanis-
(1867) e introducido en Francia, en la primera década del pre- mo" designa también otro orocedim ento, pragmático y sin pre-
sente siglo, por H. Prost y un grupo de practicantes que actce- tensión cientlfica, que no pretende ya cambiar la sociedad, sino
ean en et entorno del Musée Social. La noción de urbanismo que busca n1M modestamente regu arlzar y organizar con la
nació en el marco de una reflexión sobre el Impacto espacial de mayor eficacia el crecimiento y el movimiento de los flujos
la revolución industrial: la ciudad sufrió entonces un trastorno demográficos. asf co'l'IO el cambio de escala de los equipa·
esponténeo que pareció del orden de un cataclismo natural mientas y de las co.,strucciones provocados por la revolución
incontrolable. industria l.

Desde su creación, la palabra ha servido para designar dos Antes Incluso que la creación de la palabra urbanismo. el
tipos de actuación diferentes. arqueti¡:o de esta actuación, que serla mejor llamar ordenoci611
r11gul11ri¿11dor11, aparece cun las "grandes u~ras· ce Hauss-
Por una parte, la palabra ·urbanismo' designa una nueva dlsc • mann. El verbc "regularizar- aparece repetidas veces en sus
plina qua sa dArJa<1 autónoma y QUA pretenne ser r.lenr.la d11 la M~molres para onnfinmar Al papel prer.1rmor del prefer.to y el
53
concepción de las ciudades. Postula la posibilidad de un con· parentesco de su enfoque con el de los Regulierungspl§ne de
trol completo del hecho urbano y para este in ha elaborado Stübben y de Wagner en Alemania y Austria, asf como con los
ioorlas clo.slncablos on dos corriontos: una, llomoda progrosis· planos rcguladoros do los urbenlstas froncosos H~nord, Prost
ta, apJnta al progreso y a la productividad: otra, llamada cJll~· y Jaussely.
rallsta. se concentra en objetivos humanistas. Sin errbargo. a
despecno de sus diferencias, las teorías de ambas corrientes La técnica: deus ex 111<1clllna que mueve los hilos del teatro
se fundamentan en un procedimiento idéntico: anélisls crflioo urbano desde el gran cataclismo de mediados del siglo XIX.
de la ciudac existente y elaboraclon a contrario de un modelo
de dudad que puede ser construida y reproducida ex n hilo. Sabemos que la ciudad es un fenómeno demasiado complejo
para que pueda ser pensado en té1T11inos de cadenas causales
El modelo progresista (los CIAM, Le Corbusier) propone u1 simples: pone en juego haces de determinación inscritos en
objeto urbano separado cuyos componentes estandarizados se bucles de retroacción, cuya complejidad no se agota cor, un
reparten en el espacio según un orden funcional y geométrico. an~lisis sistémico. Sin embargo, para explicar las alteraciones
El modelo culturalísta (la ciudad·jardln de Howard) es. por el espontaneas o concertadas que ha sufñdo la ciudad europea
contrario. compacto y multifuncíonal. El modelo progrsslsta preindustrial, los historiadores han hecho especial hincapié en
dominó la escena europea desde los años veinte, pero no tuvo los factores económ.cos y políticos (papel del capitalismo,
una aplicación significativa hasta :lespués de la Segunda lucha de clases), asl como en !actores demográficos (cred·
Guerra Mundial y la reconstruoc ón. miento, masificación, Oujos, todos ellos igualmente conciciona-
dos por los adelantos de la salud pública y de la epidemiologia,
En esa misma época las pretensiones científicas del urbanismo y por el éxodo rural).
teóñoo empezaron a ser desesümadass y empezó a ser denur-
El paµ11I que ha desernp~ñauu I~ témic~ en la translormaciún
bridgl>, M~~ .. M~rvíitd U11b-e~Uy Presa. '985.
de la ciudad europea ha sido tan escasamen:e reconocido que
5 a. éu parlil).Jl:i1, G C. A11;.:in, Ar':!/1i'(e(J11t"de .Y;k;t.(ogJ;:,, (o;t!An. Zo:fü~c. H!ii7; F
Cxi.é<lt, l'V1i1:1::-.1s·~10, u!q:;1'cs cr t'5ú61l-s, Paés, te Sto". í'965 (trod. e<1sl. E•'
U!l.X1ni¡:.in:i.utcofas y 't\i•',Yioo'cs.Bnrcclor-a.. tuner. 1970;, y !.a Rég+'c e~ •C 1968 (IJod. casi: EJC-ctcct:c 3 A:i C'lüo'riC.Barco'cna. Pcnins'Jla.190~).
.v.oo~·e. Pa·is, le Seuil, 1930; H. lefeb·1re.Le D.ro.;t8 .•a 'l.We. Pa1is. M~ropos, C• H. t.cfcl>';r~. ''Réflexionssur la poli6qucce rcspocc', Pa1is., í970
El reino de lo torbana y la muelle ce la ciíldad

merece que e conceoaros aqul lugar de privilegio. -tas teleoomunicaciones. El telégrafo. la radio y el teléfo10.
con sus t'rltimas aplicaciones informatizarlas, han sido res~er.ti·
La reflexión (no filosófica) sobre la técnica y su histeria tiende vamen:e emparejados con las diferemes técnicas de transpor-
a aislada en su campo propio, pese al hecho de hallarse impli- te, cuyo funcionamiento controlaban o :ontrolan. Ademas. las
cada, simultánea y oroctareruo tanto en la morfogónesis del telecomunicaciones han multiplicado directamente los inler-
espacio urbano cerno en la génesis de las mentalidades y de cambios de información entre los ciudadanos, extendido su
los comportamiertos urbanos. campo de acción, transformado su experiencia del espacio y
del tiempo y, con ello. la estructura de sus comoortsmieníos.
Cerd~ fue el primero en calibrar ese peder al hacer de las téc-
nicas de transporte el motor de la nístor.a espacial de las ciu-
dades que el Invento del ferrocarril y el uso de la electricidad La última cara de la urbanidad
vinieron a revolucorar,
Con sus resplandores, estancamienios y fracasos, en la
A fin de distingu r las etapas de la transformación ocurrida entre mutación urbana, cuyo ineluctable cumplimiento configura
1S70 y t 990, podemos retomar hoy de manera mas ~lobal la el tema de esta exposición, destacan algunos 'untos élQi·
secuencia de lnno'laciones técnicas QJe lrauguran y jalonan dos. Sin embargo. su sucesión se ordena a partir de un on-
este periodo. Los ámbitos que se afifman de modo más nota- gen Que ha dejado huella en la mayoría de las ciudades de
ble son: Europa y cuya ausencia lamentamos: la obra de
Haussmann.
-ta construcción. Cardé no menciona es:e carrpo, el pa~el del
cual fue más tarde destacado ~r des historiadores de la arquí- El París de Haussmann posee valor de limite: desenlace de
te:tura, S. Gíedion7 y 8. Benham.a Recordemos que en la una tradición y punto de par~da de otra. El vinculo de la capital
segunda mitad del siglo XIX se perteoc1onó la fabricaci6n de metamorfoseada con la ciudad preindustrial es tanto mas fuer·
nuevos m~leriales (~ooru, hum1i9ón. crisl~I), cuyos µr1JW~i· te cuanto que, µor una irc;nl~ dij I~ histoo~. P~rfs sí~w siijn\lo
mlentos de aplicación contribuyeron a ca11blar el estatuto de la únl:a metrópolis cerrada en Europa. encerrada por voluntad
64 los Adlflr.los, tronsroimánrtolos An objAtos tél:nlr.o~: los ~Qtrlpa· rlA ThlAffi an el Interior nel muro anar.ronioo que solo caerá des-
mientos mecáncos y eléctricos, que han hecho posible una pués de la Primera G~erra Mundial. Pero, a pesar de este
mayor densidad cal tejido urbano al generalizar la construcción encierro, juega un papel inaugural gracias a la regularización
on ollura (ascensor) y al "acondicionar' {airo, tom.ooroturo) los impuosto por ol prorcc:o. Por primero voz. éste traro. ol oonjun·
edificios. liberándolos asl de un conjunto de reslricciones de to de los e$pacios heterogéneosde la capital como una entidad
implantación y de clmenslonamienlo; la Industrialización del única a la que un plan global dotará de isotropla. Este plan, que
edificio, que estandariza el marco ediflcado y favorece no sólo transformó los Parls de Balzac en la metrópolis de Zo a. pem1I·
el crecimiento de la periíeria de la ciudad, sino que supone una tió da modo partl~ular tres logros fundamen1a es e nsepera-
ocupación difusa del territorio entero disponible para la cons- bles. Hizo de la ciudac por entero un sistema de comuscaco-
trucclón. nes: un entramado jerarquizado de vlas rompe el aislamiento
de los barrios. comunica los puntos claves y cardinales de ta
-Los transportes. A partir de 1850, el tren, que permite a la ciudad en:re si y con las estaciones de ferrcx:arrl, como puar·
sociedad occidental el acceso a una movilidad en nasa sin pre- tas urbanas cue ccoectan la ciudad cerrada con el conjunto del
cedentes, se convirtió en el factor más poterte de densificación territorio nacional. Como corolario, la escala de toda la ciudad
de las ciudades. Mas tarde. a finales de siglo, secundado por aumenta, al conjugar operaciones quirúrgicas (aberturas.
el tran'lia y el metro, e tren contribuyó de nuevo a su expan- ensanches) e injertos (integración de todos los espacios libres
sión. A partir de los anos treinta, el automóvil devolvió a las intra muros a ambos lados de la barrera del antiguo edificio de
redes Viarias el papel perd'do en ta expansión de las ciudades los recaudadores de impuestos). Finalmente, dota a toda la cu-
e ine1ementó aún mas la movilidad general, rrientras la aero- dad da un equipamiento higiénioo concebido en forma de redes
náutica cornibuta a fijar los grandes nudos urbanos. técnicas isomorfas y de un sistema respiratorio de zonas ver-
des.

-; S. Giedori, f.~er.l1anii.;tl.b.•1T;;k~.~Co11m.:itirf, Nuti•,.,,.. York. Odo1d Unl•!f.rsit~ Si llamarnos urbanidatí ~I ajusle recípruco de una lonna de teji-
PíC$S, 1948 (ti-.:i.J. east. Ia J,~cú•/1~ilt:'!\'i11 to1r•u el1t'<)J1'~.Bar;ck11<1. Gus':lh'OGili. do urbano y de una forma de convivencia. se puede, con toda
197a¡. razón, hablar de ura urbanldarí haussmanniana. Ciertamente.
6 R. Bn1inrr. rt.c Arc,~i:cc!úl'Cof tJ;c Vlc({iCmpcroci Eruirarm100t.teneres.
A1chitecluraiP1ess. 1949 \trad. csst: L.' A~L·.'teC:u:a-óe/
eo.too1':Jienc.\i.~a'.irao·o. el ensanchamiento de la escala de las vías, de las parcelas y
Bve-1C$ Ai19.,, ln'inrto, 1975í· de los edificios rompió el marco de relaciones soc:ales de pro-
El .'eino de lo urbano y la mueJte de la ciodad

ximidad caracterlstico de la ciudad preindustJial: pero sólo para dad de una prospecsvaurbana. Contrarioa todo tipo de actitu·
sustituirlo por un nuevo mamo dA convivencia. De ura partA, el des utopistas, de las que denunr;a su dogmatismo oentifista y
tejido ulllano de plantillas ensanchacas conservó una contirun- su lógica del objeto discreto, Olio Wagner constata Gue "no es
dad que satisfacía a la vista y al cuer¡:o por la proporción reci- posible prefi~urar con certeza cuál será la imagen futura de la
proca y rigurosa de las dimensiones (a~c~ura y altura) de las ciudad, dado que no existe un catecismo de lo urbano".w Su
calles, de las aceras y de los edificios que las bordean. Sobre plan esia abierto a los cambios y a las incertidumbres, pero
todo, queda encajada en el tejido urbano una estructura a rento en el tratamiento del Ríng como en el de los Stellen se
pequeña escala. Consti~Jida por un mobiliario urbano diversifi- rrantiene vinculado a una conceocíén de la ciudad como obje·
cado. concebido. disenado, ~roducido e Instalado con esmero, to discreto, de tejido oontinuo. Y si ese tejido no siempre esca-
ast como por árboles y recintos CtJbiercos de verde. la ciudad pa a la desmesura y presenta en ocasiones algunas lagunas.
convierte las aceras y los jardines en un teatro de relaciones Wagner se inclina a paliar este defecto a través de la pequeña
sociales inéditas: aleatorias, anónimas. cosmopolitas. escala y mediante la acusada estética de un sistema de deta-
lles amables y de mobi iario urbano comparable al de Paris.
En otros lugares. entretanto, las fortificaciones habían sido o
estaban siendo derribadas; la ciJdad tradicional estallaba bajo En Barcelona, Cerda habla propuesto una solución a la vez
la presión demográfica y las parcelas sin fin de los suburbios más lnno'tadora y más restrictiva. Su pian de 1859 (traicionado
londinenses slmboñzaban la expansión salvaje de la ciudad. El en parte en su realización) pone en relación el centro histórico.
ejemplo del Paris haussmanniano había sido meditado: Cerda, por fin liberado de sus murallas, con un te'l'itorio virtualmente
Stübben y Wagner dieron fe de el o: la acción ~ularizadora ampliado a teda Europa. "Los rasgos dlsUmlvos de la nueva
habla sido llevada a las ciudades a~lertas y, de acuerdo con civilización son el movimiento y la comunicación' y, a sus ojos,
otros procedimientos, ~removerla la misma urbanidad Inédita "la ciudad no es más que una especie de estación, o de un eje
en Viena y Barcelona, por ejemplo. del gran sistema viario universal." Se trata pues de un plan de
extensión indefinida que rompe a la vez con la noción de agio·
A dilare11Ci~ da P~rls. en estos dos casos los ~11tiyuos ceníros meración discreta y con los asqwrnas da oryani¿;¡ción ooncén·
históricos se dejaron casi l1tactos. lamentablemente según tt1ca. Se basa en la Interconexión de sendos entramados orto·
Cerdá y con la voluntad expresa dA r.onRArvar Al pasado Anal gnnalAs da aRr.(lla rtlslinta: un antramadn mayor atravesar.o por
caso de Otto Wagner. ·conv ene respetar la belleza y satisfa- diagonales y destinado al gran trafico territorial, con vías de 20
a5
cer las exigencias de salubridad y de cirwlación con la conser- a 50 metros de ancho: y otro menor, destinado al pequeMo Iré·
vaelón odocuaca del polñmonio oxis:on:o, apllcOndonos a fice local y quo. con sus manzanas do 133 moiros do lodo. cho·
aportar las mejoras capaces de satisfacer las exigencias flanes en sus esquinas y el centro abierto. constituye el ele·
modernas', ooserva Otto Wagner en 1693 an la Introducción a mento urbano de base. una especia de unidad de vida y de
su Proyecto del plan regulador general para la :iudad de vecindad.
Viena.'
¿Es pertinente considerar el plan Cardé oomo una de las tres
Este plan procede, isual que el de Haussmarn. de una visión figuras Clave del urbanismo de regularización? Vaños argu-
global y prospectiva de la ciudad. Pero, en esta ocasión, se mentos parecen refutar la afirmación. Primero. Cerd~ es el pri-
trata de un plan ampliamente &bier1o al :erñtono circundante, a mer teórioo del urbanismo que pretende hacer de él una disci-
partir del Ring monumental que habia sido acondicionado plina cientifica comple:a. Luego, su plan titulado Reforma y
sobre el trazaco de las antiguas fortificaciones. En ta versión fnsanche de Barcelona habla sido en efecto concebido como
deffniliva de 191 O tres fueron los instrumentos a los que se instrumento de una couuca igualil8ria que debla procurar las
recurñó para controlar la expansión de la ciudad: un sistema mismas ventajas a todas las clases de la población, un plan
viario prolongable indefinidamente, concebido en forma de arn- marcado indiscutiblemente por la utopía. Finalmente, este plan
nos periféricos conoéntrlcos, relacionados entre si y con el ah1- no se contenta con e1ear redes de unión con el territorio, sino
llo inicial del Ring por medie de vlas radiales; un sistema de que se conv.ert9en territorio y, por lo mismo, parececontraoe-
unidades de aglomeración (Stellen de cien a ciento cincuenta cir la lógica del urbanismo modelizador tanto como lo del urba-
mil habitantes). bien individual·zadas, implantables en tas vías nismo regularizador. Sin embargo, todas esas objeciones son
radiales y destinadas a canalizar la u'benzación; y abundantes rebaibles. El plan ce Barcelona precede en cuatro años a la
reservas inrnobili~rias perililric~s justiíica<J~s por la imposibili- gr<1n obra lt>úriCG que co11sliluye una jusl.iíicadún a pus/eriuri
del pr mero. Además. no propone el modelo de una ciudad
9 Cil.:;dQ~nR. Tnhlis~:>'.Offo
. IVagr.e:, RQl'l'~·B."lr,L~terza, 1tfi)!i, p. 162. Esi..:.in1ro· nueva, sino estrucunas genArativas que permitF.n adaptar la
duocii>r. plQSQOl.a 000 cos ai'C~ <lEI anl~lad6n ª$ tdQ;;,¡¡ da r.<ori9tr.~ A•cl11l~!v(
(1896). IJ :b.'d. p. 182.
El reino de .'o torbana y la muelle ce la civdad

antigua ciudad a las nuevas técnicas. Estas estructuras se han tos, suenos y teorías.
dlldu~idn ce un dnhle analisis de la si;uación esoecíñca de
Barcelona y de los componentes de la ciu:lad en general, lo
que convierte a Cerda en el creador de la geomorfologia urba- La ciudad lineal
na. Además, si la capital catalana se ve inducida a extenderse
en todas las direcciones por donde lo permitan las condiciones En 1882, un intelectual español. Seria y Mata, publica en el
fisicas, este proceso queda controlado por el dispositivo del periódico madrileño El Progreso un primer proyecto de ciudad
doble mallado ortogonal. Este asegura la conlinuidad (por ai- lineal," fruto de su reflexión sobre las nuevas técnicas de
reada que sea) y la homogeneidad de una trama Edificada transpone y de telecomunlcaciores y las Incidencias sociales
cuyas manzanas normalizadas ofrecen una completa libertad de éstas. Al igual que Cerda, se halla convencido de que ta
arquitectónica y. sobre todo, se convierte. gracias a la articula- comunicación bajo tedas sus formas es el futuro del mundo, y
ción de su reducida escala con el gran sistema viario, en el comparte con él el empeño en mejorar as condiciones de la
escenario de inéditas formas de convivencia. Por todo ello. el dase obrera. Sin embargo. en lugar de pensar el proceso de
plan Cecda debe ser clasificado dentro de la misma categoría comunicación generalizada que es el urbanismo en términos
que los de Haussmanny Otto Wagrer. de implantación bomocérea y multiclrecclonal, lo concibe bajo
una forma puramente lineal: "una calle indefinidamente prolon-
Otros planes cercanos o denvados de estas tres estructuras gable de 500 metros de anchura.·
regularizadoras han asegurado, en otras grandes ciudades
europeas, la pervlvencla de la urbanidad metropollana nacida El eje longitudinal de la Ciudad Lineal reagrupa las vías de
en la segunda mitad del siglo XIX. Hasta mediados del siglo transporte (lerrocarriles, tranvtas. carreteras). las redes ce ser-
XX, todas esas ciudades y muchas otras acogieron e integra- vicios de distribución de agua, gas, electricidad y teléfono. asl
ron, sin verse alteradas por ello, la sucesión y la diversidad de como los servicios municipales y de parques. A un lado y a otro
experiencias y de estilos arquitectónicos ruevos. El modernis- de esta espina dorsal, dos franjas longit~dinales formadas por
mo (mas barroco ijfl Barcelona. más petónco en PrdlJa, Viena manzanas ortog·~nales asocian 111 hll~ital individual a los esta·
o Wúnlch. mas reservado en Parls o en Bruselas), el ciaslcls· bleclmlentos públicos. comerc ales y culturales. y su desarrollo
mo AMmctural dA PP.ríllt, Al l\1nclonall~mo lle los CIAl\o1 o Inclu- llAnf! lugar p~rl J)8ssu, r.onformA a tas nAcesidallas.
66
so el monumeita ismo de la arq~itectura llamada tolalitaña, en
Italia o en Alemania, han aportado una nota plástica nueva a la Este modelo esta destinaéo a suprimir la concentración y la
ciudod ouropoo sin modifioor su estructura. dcnsificación urbanos: ccoc evitar lo diseminación do lo cons-
trucción a través del territorio y preservar la integridad del
Después de la Segunda Guerra Mundial, la reconstru:ción res- campo. Por úlllmc, simplifica al máxln-o la Interconexión de las
petó en la mayoría de ocasiones el perímetro de las ciudades redes de servicios.
destruidas. limiléndose a ampliar y ~omogenelzar su tejido
urbano. La Ha•1re, que fue reconstruida de arriba abajo ccn hor- Soria imagina da este modo una ciudad lineal ininterrumpida de
migón por Perret, sigue siendo una ciudad tradicional fechada Cédlz a San Petersburgo, planteando por vez primera el pro-
únicamente por el material y un estilo arquitectónico. blema del asentamiento humano a escala mundial. Pero las
ambiciones de Sería aún eran premaluras y sólo pudo aplicar
Al lado del tipo metropolitano, el de la ciudad y la urbanidad su modelo a las dimens ones de un suburbio madrileño comu-
preindustriales no habla desaparecido de Europa. Aún vegeta- nicado por un carril oentral de tranvla.
ban numerosos esentarneuos antiguos y, en otros casos. por
ejemplo en Italia del norte, en el sur de Alemania o en los El mismo esquema de desarrollo fue recogido a finales de fos
Midlands de Inglaterra, la densidad de la antigJa base urbana años veinte en la Unión Soviética por un grupo de arquitectos
limitaba la extensión de las ciudades. e ingenieros que secaban a si mismos el nombre de "desurba·
nistas' y para quienes la urbanización lineal significaba la abo-
lición de la ciudad. Conocian la obra publicada de Soria y es
Señales de deconstrucción probable que se inspiraran en él. Pero su modelo, más elabo-

Con todo, no habían falt~do desde principios de ~iglo signos 11 to desanonara mas aeeante en nuneroso& artic:r'.os ~·en la 1;\•istaCiudoo'l.'·
que anunciaban una deconstrucción inminente de la ciudad •~'qua él mh;no f..indo en 1St-t.; C'. ~mbién G. R Co!lir~, LinaBr pl"..inlng
lh1ou~t'c:u1 lhe 'l.'t)r.d'.. Jov.r:M1'al .'fli?So::!'91i' r..' Arr.l1•ieciur.:,,1 Hf.~1ó;ir!1!..<;X'•/111,
,
europea Se puP.de ceali7ar un rapido resumen sin SP.parar el FiliXJe:.liti. ~.ctub1e ce 1&~9. lt:rnt..!&1 001 ffi$~lú ccto-un cast, Ar1'>..X()S:Ji•,U '/ '& di.l-
pequeño número de realizaciones de los innumerables proyec- oor] finco.'. \1ladid. ~e•·i~\l de Occido!itc, ·190~.
El .'eino de lo urbano y la mueJte de la ciodad

rado y con ma zonificación rigurosa, favoreclaobjetivos dislin· Los miembrosdel CIAM redefinenel papel del arquitectoen la
tos: I<. rAalización dAI sorJalismo y la nptimizar;ón dA la pro- nueva sor.iA<1ad tA<:nicista r.uya nrdAnar.ión glohal reivindican.
ducción industrial. Como seiíalaba M. Miliulin en una importan- Pero romper sin compromiso con su propia tradición y asimilar
te obra tsónca, 1z la cadena de montaje había sido trasladada la magnitud y el alcance de las transformacionestécnicas ocu-
do la fllbrica al nivel del territorio. El proyecto de ccsurcaníza- rridas e~ su campo hubiese exigido do ellos la adquisición de
ción conoció un principio de aplicación en Magnitcgorsk nuevos conocimientos y de nuevas competencias; la mayorla
(Leanidov, 1929) y en Stalingrado (M1liutin, 1930). Pero e~ se ahorró este esfuerzo, en favorde una ideología de vanguar·
1931, Stalin puso punto final a esas "desv.acones" ideológicas. día. Combatían por una causa, la modernidad. Luchaban por
erradicar las formas y tradiciones arqullectónicas del pasado;
para ellos, la modernidad estaba simbolizada por objetos (S•los,
Los CtAM: Ciudad máquina y desaparición de la urbanidad transatlanticas... ) antes que por procesos o ruevos sistemas
de relaciones. El edlfic'o era proyectado como objeto técnico,
Le Corbusier se mofó de los desurbanistas en nombre de la como artefacto incluso. segun atestigua la famosa fórmula de
deiensa de la ciudad. Pero ¿era acaso una ciudad la utopía "aríefaco habitable' que Le Corbusier lomó de Ozenfant.
que él describió y diseM a lo larRO de su vida con el nombre de Corolarios: el edificio se convertla en objeto autónomo,cesllga·
Clud8á Radiante?•• M~s bien se presenta como deconstruc- do de toda dependencia o articulación contextual v. llegado el
ción sistemátca de todos los tipos anteriores de ciudades, de caso, podia ser reproducido por la industria.
toda forma de aglomeración continua y articulada. Y es, por lo
demás, et mismo tipo de deslnt~ración y el mismo modelo el Ademés, el nuevo estatuto de objeto arqultect6nloo oontamlna·
que proponen, desde los años V$lnte a los anos cincuenta. los ba a de la ciudad que, participando de los mismos principios,
planes de Le Corbusier para París, Argel, Salnt·Dié, Albl .. pasaba al control del ar~uitecto: transferencia de competencias
a•1alada por a Carta de Atenas:•que redactó el CIAl'vt de t933.
La Ciudad Radiante me servirá de paradigma para defin r La ciudad se ccnvierte a su vez en una mocl1ine vivre y debe a
·ij~queméli~~rT'ijflfij· el urbemsmo de los CIAM. que luvo en L~ asimisrno·nacijr fábula rasa del pasado". Se ext.iuyij conservar
Corbus er a su Instigador en 1928 y a uno de sus pnnclpales los centros antlgucs como núcleos dlnamlzacores ce un nuevo
protagonistas mas adelante. Esta eler.clón es leoltlma, ya -~ue, dA~arrollo, !Wlg1in ta (!ttuar.l~n <lel urtianlRmn reoJlarl~ador. El 57
si bien Le Corbusier in•1ent6 pooo en la materia, "su gran méri· Plan Voisir de París 1K es un buen ejemplo: derriba los barrios
to", segun la palabra de Bruno Taut, "es haber dado forma lile· antiguos y sólo conservaalgunos edificios aislados convertidos
rorio o los principios modernos." En esto sentido, cjorció una en curiosidodos históricos y tu~sticns.
influencia internacional sin igual sobre la ordenación territorial
y urbana después de la Segunda Guerra Mundial. Le Corbusier ha proscrito de la Ciudad Radiante la calle que
federaba los distintos elementos del tejido urbano, hacía com-
CIAM: Congresos Internacionales de Arqultec!ura Moderna. El pactas las ciudades antiguas y se hacia asf responsable de su
Congreso re~resenta, a inte111alos regulares. un momento cul· salubridad y de su "desorden." La Ciudad Radiante, higiénica y
minante de militancia y de formulación doctrinal para los miem- ordenada, se sitúa bajo el signo de lo funcional: la vida urbana
bros de un movimiento que agrupa a arquitectos reunidos por se reduce a cuatro actividades: el hábitat, el trabajo, la circula-
su fe en la técnica y una voluntad comun de romper con el ción y el ocio. Las dos primeras se aloja1 en "unidades· gigan-
pasado. Este rnovmento surgió de la ciisis abierta en el trans- tes y autónomas cuyos dislintos tipos aparecen estandariza·
curso de la segunda mitad del siglo XIX a causa de la transfor- dos. La tercera se concibe como un sistema lerarqJizado de
mación de las técnicas de construcción y la amenazacue dicha rutas (hundidas o elevadas), que asegura gracias al automóvil
transformación hacia gravif¡¡r sobre el estaMo de los arquitec- la interrelación de las megaestructuras y su corexión can el
tos. Responde, a su medo, a la advertencia realizada por territorio. La cuarta parece tener lugar er las zonas verdes
Viollet-le-Duc al final de sus Entreliens, donde temla que ·e1 donde "el sue o pertenece al peatón al cien por olen"Y
papel de los arquiieclos (hubiese) llegado a su fin (y) emosza-
do el de los in~enieros'." '5D:>t:u1nanto<'.Oli!Cli\':)1>1l)'. caco 8fl HIJJ c11\•;:t•11!)(S'(;i(l <:r1~ina1 ~ culllirx) en r1an-
OCG )' hol<::f·1dó$. E'l 1943 se ptitiió6 una •itmCn OO<OO'ltoclllpor Le Coroo:;.,<::r. Hll
12 N. f\•11 Jtir, Sots9rl. Le~w.ngra~o. ISGO; lraducido al inglés con notas)' comen· sdo roo11i.i-~a. aunque dcSoJraO:adnncntc si,1 notas cxplicatívos. en libro de tcis~
t~:.os;¡.,.- G. R. Collins '/ '1V. Allix. Car.ibri~Qo). ¡\,,nss. MIT Prcss 1974 (lrod. cast Ho; te CMtie ci'ttie.~s. Paris, le Seuil. 1971. ~. 'Poinl&-Arc:iite-:::ture· ~trad.
011. Ayrr..1fllhKi.caro, Of;gcucs )' dc-s;;(tiJ•'(o do la civ1J[J(}ü101.io:n.l, Baic&k.<1~. c..;sl: Pr,',-:.;!p.\;,.sd11 11ft¡1t1icn•~:J..<t calts dfl 4~•~ots, 6111i;F,1{)n.1, Arial, 1971J.
Gustavo G!!i. 1972, pp. 2é5-32U). 'ti Ptc~'.l&slo l'!' 1925 pcr LE' Corbusiar, quie-r le<! e li!I ~en~ dél •"atrieárl'.l' de
13 Lc CorbL:sior La v:.•,tc m~.'cusc. París. V1rccrn Fréa·. ~ro3. íJutcrr:ó\1les Gabrlol Vosin.
U E.=· V¡clh::l~u·Duc, ó>(fclk.usSu(f¡¡.1cl\l1cL'lwo,PJ{s. Mo1cl& C:.1 .. vcl. ll.1f·72. ''Le Cu1Lwicf lú W!c 1;,~.1Guso, l',ú.c.~. fót1nJ!á ruvc6dc:i do J.níndpiu a (h 1cl
p 445, libro.
El reino de lo torbana y la muelle ce la ciíldad

Conjunto dscorünuo de me-~aestructurasclasificadas en sub· proyecto de sociedad global. Su inventor era un reformador
r.onjuntos disr.ontinuos: la red de carreteras o'rece la (mica social. No dihuja su propuesta, sino que la presenta tajo la
continuidad entre los grandes equipamientos integrados en una forma abstractade un esquema o "diagrama.' Oojetivc: repar-
configuración gecmélrica simple, que sólo resulta legible sobre tir racionalmente y fijar armoniosamente los Oujos demográfi-
el plano o desde uno visiór acreo. Lo comuoleacón se traduce oos y los actividades sociales en aglomeraciones discretas, de
en cirwlació~. la escala local y ta urbanidad ceden el sitio por pequeñas dimensiones y casi autárquicas, que ne oebtan exce-
completo a la escala territorial. der los treinta mil habitantes. Circunscritas por anchos cinturo-
nes verdes. agrupan concéntricamente todo tipo de institucio-
Este modelo inspiró la renovación urbana y los grandes con)un- nes y de acllvldaées sociales. Los sectores Industrial y agrlco-
tos posterioresa la Segunda Guerra Mundial. Pero, bajo una la estén localizados en la periferia, aunque en el interior de la
fraseologia modernista, la deconstrucción radical de la ciudad entidad fisica definida por cinturón verde. Estas ciudades están
no resulta por ello menos anacrónica. Participa de un cierto unidas entre si por ura red ferroviaria qce hace de ellas un con-
fijismo ulópioo puesto al servicio de una visión paleotecnicista, junto de sisterr.asintercorectsdos, cada uno de los cuales gra·
en las anllpodas de un pensamiento de la oomplejidad. víta a rededor de una ciudad central de sesema mil habitantes.

El prlvileglo exclusivo que el movimiento mocemo concedió a El dispositivo llene por objeto preservar a un tiempo la ciudad
la escala terntonal two. no obstante, una excsecón, relativa a ~ el campo, y poner su oomplementanedad al servicio de la
algunos programas municipales de ciudades obreras. En linea urbanidad y de la calidad de vida. en previsión de la disemina·
directa oon la tradición inaugurada a finales del siglo XIX por ción de las constrJcclones, considerada de ano riesgo social y
los patronas de ndustria en Gran Bratana y Alemania, un puña- wllural. Permite asimismo operar una pacifica revolución
do de arquitectos supo concebir y realizar en la periferia orba- socia! gracias a un conjunto complejode mecanismos territorla·
na, destinadas a la po~laclón obrera o a a ce Ingresos modes- les y financieros, que no me propongo describir aquí.
tos, peq~e~as ciudades cuya escala. articulación espacial y Ira·
tamienlo soíislic~do llti ma\eri~les poco costosos, indistinl<I· El esquema dti Howard no care~e de µ~rtmlesoos cc11 el de
mente modernos o tradicionales. conformaban auténticos Sorla. y su uso del ferrocar~I lo Incluye en una lógica del de·
68 nf1rieo~ <1A vlóa $0Cla1. La ohra dA Bruno Taut. AjAmpla' :orla· Rarrollo 1Ar.nlco. No ohslanlA, aun rar.ionall1anr.n la Mpartlr.lón
vía, objeto de estudio y de restauración (en las a'ueras de territorial, reproduceel modelo fijo y discreto de la ciudad prein·
Berlln, por ejemplo), traduce la b~squeda de un comrapunlo dustrial. Bajo un aspecto sistemático, remite incluso -corno su
local fronto al procoso, plonamonto asumido. do la Aunosung nombro Indico- a la ruralidad do lo ciudad modicval.
der Stlldte,'"de la desagregación de las ciudades.
Inglaterra, país que siempre ha sabido aunar irnovaclón y Ira·
dición, reservó una entusiasta acogida a Tom~ll'Ow. Las obras
La Garden·Clly entre dos mundos de la primera garden­clfy tuvieron su inicio en 1903. en
Letcnworth. El mcdelo de Howard continuó inspirando la crea-
La :iudad-jardin (garde11-cily) de Ebenezer Howard ya no es ción de los New 1ovms ingleses después ce la Segunda Guerra
contrapunto, sino conírapropuesta Le Corbusier la si:uaba al Mundial. Si~ embargo, el esquema howardiano no puede en
extremo opuesto de la Ciudad Radiante. Su valor sintomético modo alguno S9guirse al pie de la letra. Esta distancia y las dis·
no reside en una participación, simbólica o concrete. en el pro- funciones que no logró evitar son oonsecuencia de la p~yec·
ceso de desagregación de la ciudad europea, sino en la reac- ción anacrónica ce la ciudad preindustrial, qre neutraliza las
ción antagónica que le opone. A la amenaza de deconstrucción innovaciones de la gatrlen­city.
que ilustran el difuso estallido del suburbio londinense o el de-
sarrollo mcnofuncional de las ciudades de Black Country. la
ciudad-jaroln respcnde con un proyecto de reronstrucción. Una anticipación realista

No debe corfundirse la garden­cityde Howard con la cité­jar­ La perspectivade la hlstoía nos permite leer hoy la escala terri-
dín, su homónima francesa, que es, según los casos, una ciu- torial de la Ciudad Radiante y la rehabilitación de las pequeñas
dad dormitorio más o menos lograda. La propuesta de Howard escalas de ordenación local realizadas por Howard como sig-
en su libro Tomorrow: A PIJaL­efu/ Pa/11 /u Sucia/ Reforrr. nos ue una prúxima deoo11s~ucci611 de la Giudau europea.
(1898)'9 es un modelo de ciudad completa que subtiende un
So;1ncnsc:.ein. 1693. En b ;;cgun::i edición el l!iuo CG G...'Vdcn C1~k:sof J011;cm:1v
-s B. l;)ul, Cic Au!VJsv·~· ocr SUi<J/0 H;JQ(::'l, Vuttw;:iúng '/Ol'ia!:I 1920.
1
[íratí, cast, en: Ayncmno, Cario, O.·ig~r.es y dess,r,i;1'loo'e (a c.':.\taa'n»:fen1!t
'f.l E. Ho,·,;:11d, f.;i1i!G(fón'. A .~(i('Cl~~P...•11; (o SocfíJJRo!w)11, Lonhcs. S·~:~fl'l E;;'t;¡¡.'.c:ntt, Gu!iWo'!) Gili, 1972, pp. •29.21:>;.
El .'eino de lo urbano y la muerte de la ciudad

Sin embargo, sín la ayuda de la perspectiva mstonca sin el -a espacio urbanizado responde a dos esteucas diferentes.
apoyo de la actuar.ion utopista y ~Jera de marco de la ciencia· una de las cuales ímrlir.a al ingeniero y la oíra at arquitecto.
ficción, los indicios de tal deconsfrucción fueron descritos, y
sus consecuencias deducibles analizadasic y aplicadas en la -El estudio del tejido de los centros urbanos hislóricos revela
época, por un espíritu cuya clarividencia no ha sido bien reco- una escala do proximidad que puedo servir de principio gene-
nocida:i1 el italiano Gustavo Glovannoni (1873·1943). Su luc1· rador y regulador en la ooncepción de nuevos tipos de implan·
dez responde sin duda a su triple formación como ingeniero, tación
arquitecto e historiador del arte. Esta adhesión a n1últiples
disciplinas le permlle. en efecto. no ooncentrar su atención en -El antiguo patrimonio urbano no debe quedar relegado a fun-
una única escala de ordenación, asignar un papel inédito al ciones museísticas; puede efectivamente, y siempre que su
arnquo patrimonio urbano y formular un conjunto de hipótesis nuevo cestino sea compatible con su morfologia, ser utilizado
que todavía hoy pueden guiar la reflexión sobre la forma de las para usos contemporáneos. de proximicad. y con ello integra·
implantaciones humanas en las sociedades técnicas avanza- do en los panes de uroaoisrno y ordenación. A esle empeño se
das. consagró en Italia el Giovannoni constructor.

El ingeniero Glovannoní habla comprendido que las grandes


redes de comurlcación y de telecomunicación concebidas a Lo urbano contra la ciudad: culminación de una mutación
nivel de los territorios se estaban convirtiendoen el canal obli·
9ado de la urba1ización y en el nsuumento de su disemina- A part r de los anos sesenta la ooncomllancla y la sinergia de
ción. Como técnioo sagaz, presentra la complejidad virtual de un oonjunto de innovaciones técnicas inaug~ran una fase Ol\J·
estas redes, Ignorada por los CIAM. Vela en ellas el lnstl\Jmen- clal er el proceso de urtanización de Europa: el cumpllmlento
to de una disminución de la denslf cecíón de las ciudades, de de las condiciones necesarias para que culminara la mutación
su reducción a tra'lés de lo que él llamaba un procesode "ant • iniciada un siglo antes.
urbijni¿ijci(m', en provecl'u de un~ di~lribución más ílYxible y
menos densa de aglomeraciones menores. Entre diehas innovaciones. las más determinantes se reneren
P.n primer lugar a IM transportes y a la r.omunlr.ar.ión a distan-
59
El Giovannoni arquitecto estimaba, sin embargo, que, si bien cia Las redes de trenes y metros de gran velocidad; los gran-
las grandes redes técnicas de equipamiento sen necesarias des aviares que mulbplican la velocidad y la capacidad de las
poro ol dosorrollo do lo nuovo sociedad, no sen sin -~mborgo rocos corees: las noevas aplicacionos dol to16fono con lo con-
suficientes: demandan la conexión de un complemento, igual· sulta a dislancia de datos informat2adosy la transmisión lome-
mente necesario y no suficiente: lugares de ocio y reposo cuya dlata de datos escritos: todos esos lnstrumentos confieren a
estructura responde, en este caso, a una práctica arquitectóni- sus usuanos una especie de ubicuidad.
ca. Dicho de otra manera. el marco espacial de la nueva socle·
dad implica una dialéctica entre dos escalas de ordenación,
una territorial. la otra local. Pero ¿se confunden la forma y las El espacio esclavizado por la velocidad
dimens ones de los lugares de ocio y de los de la vida cotidia·
na con las formas y dimensiones de las ciudades preindustria- La compresión del tiempo necesario para los desplazarrientos,
les? Segun Giovannoni, el conjunto del paínmooic urbano exis- asi oomo para la adquisición y la co:nunicación de información,
tente serla sin n,nguna duda. fragmenlariamenle y bajo reser- anula una parte de las anti9uas reslricciones y servídunbres
va de que el tratamientofuera conveniente. utilizable para este espaciales a las Que se hallaban sometidos los asentamientos
fin. Pero la Oexibilidad de implantación y de dimensionamiento humanos. Las nuevas velocidades de circulación favorecen
que permite la in'raestructura reticulada no dejará de suscitar la idénticamente dos tipos opuestos de movimientos y de implan-
creación de nuevas lipologtas. tacones.
Se sintió implicado entonces el G,ovannooi historiador del arte Por una parte, una tendencia a la concentración localiza los flu-
y lector de Camíllo Sitie. desarrollando, en particular, tres tesis: jos humanos en dirección a los polos de atracción que siguen
siendo las metrópolis nacionales o regionales, pero las activi-
2" G. Gio•lannon, 'Veochie citta ed edilizia reoee', N'JOYB Ar.W.•:>3.\5-, No. '6-95. dades se inslalan en las periferias caua ve¿ más a11pliarne11te
r.; ·iln 1913; el 'Tli.-'lnc t~ulo ft>:'.?rek)-n11('".QpFJ~un libro, Tu1in, VTET,. 1931. irradiadas. oJya expansión. ligada a la saturaciónprogresiva de
21 V;í.cios& tos ~l~quéG o ~ ale-ice dállbE11ado dlil los hlstc.radoteliilAiaoos d& la
arquitec~Jra despees se la So~l.inda Gucua Mundiol. ta rchabilit;:ción do las redes de servicios, coincide con el despohlamiento general
Gio-ronnoni es reciente. y p-cgresivo de centro y de los núcleos urbanos históricos. Por
El reino de lo torbana y la muelle ce la ciíldad

otra pene, una tencenc'a a la dispersión provoca una cesoon- des y comportamientos urbanos. Un sistema. de referencia ffsi·
centracón que pued~ ser lineal o puntual. EjAmplos del primer r,11 y mental, r.onstituido por redes materiales e inmatefialAS. as:
caso: la urbEnización continua en la línea de la costa o de las como por objetos técnicos, y cuya manipulación pone en juego
cuencas fluviales. E. errplos del segundo caso: las aglomera· un repertorio de imágenes y de informaciones, resuena en un
cioncs improvisadas en torno a terminales aéreas (aerociuda· circuito que se cierra sobre las relaciones que mantienen nues-
des) o ce centros de Investigación y Jniversidades (polos tec- tras sociedades con el espacio, el tiempo y los hombres,,. A
nológicos), las megamáquínas comerciales o culturales, que no este sistema operativo, vátdo y factible en cualquier lugar, en
son imputables a a influencia americana, sino efecto de un la ciudad como en el caripo, en los pueblos como en los subur-
equipamiento técnico; finalmente, la Implantación difusa de bios, se le puede llamar lo Urban~.
hábitats en zonas rurales, qJe ha recibido en Francia el nom-
bre de ruroanisa11011.22 Puede suceder que todos esos tipos de El advenim•ento de lo urbano deshace la antigua solidaridad
implantación se asocien: asi el sueño lineal de Soria ha sido entre urbs y civffas. La interacción de los individues resulta
realizado entre Génova y Marsella. aunque combinado oon desde entonces desmultiplicada y deslocalizada. La pertenen-
desbordamientos laterales, densos o disemirados, que han cía a comunidades de intereses diversos deja de estar fundada
destruido irremediablemente antiRuas poblaciones y ~aisajes en la proximidad o en la densícad democráüca local.
ancestrales. Transportes y teleoomunicaclones nos Implican en relaciones
cada vez más numerosas y variadas, miembros de colectivida·
En otras palabras, la era de las entidades urbanas discretas ha des abstractas o cuyas implantaciones espaciales ya no coin-
terminado. La era de ta "oomunlcab lidad universal" anunciada ciden ni presentan estabilidad a lo largo del tiempo.
por Cerdé y por Glovannoni es también la de la ~rba~izaclón
universal, dlf~sa y explosionada. Ingenieros.'" geógrafos," El economista americano Melvin Web~er supo calificar en una
demógrafos'S coinciden en constatar que el modelo de los fórmula lapidarla ­"fhe 11011­place uroan realm"'9­ la deslocaliza·
'lugares centrales" que servía a W. Christelier~ para explicar el ción de la ancestral civítas, y analizar ejemplarmente sus posl-
crijCilT\iijfllo y 111 rijµ!lrlición dij l!IS ciud!ldijS ya 110 justiíic!I una bles repert;usionw y w utiliu!lu, sobre lodo al lale·lrdb!l;u qw
retlculaclón generalizada. a la vez mas estable y sobre todo la Datar ha descubierto hoy en Francia. En 1968. proponla el
ro meoos r,11nr.ertrada. ni tampoco ~A la~ r.nmente~ dA urhanl7a· concepto rost·c~y <1911.•11 (era postr.l11dM). QUA res111tarla amhl·
ción en forma de filamentos y de tentaculos caprichosos que guo tradJcir por 'era posturbana",'" desde el momento en que
ponen en evidencia las nuevas técnicos de cartografla. Sin convenimos en designar corno lo urbano la nueva cultura pla·
omborgo, sí bíon sosun lo !roso do H. Lo Sras, ·01 paso do uno notoria y su manero, a un tiompo único y polimorfo. de ocupar
geografta de polos a una geogra«a de lineas significa la moder- el espacio habitable.
nización".<' no existe modelo, siquiera disipador, que aclare la
fluctuación y las lncerlldun1bres inherentes a los nuevos estilos Et examen del léxico y de sus neologismos destapa la hegemo-
de poblamiento. nía de lo urbano. Reglón urbana.2¡ comunidad urbana, distrito
urbano .... esas nuevas entidades expresan oon bastante efica·
tia el desvanecimiento de la ciudac y el anacronismo de 'rnunl-
Divorcio entre urbs y cívitas cipio', "pueblo', 'ciudad antigua·: unos términos que pronto
sólo remitirán a la hlstorie o a nostalgias cargadas de sentido.
La dinámica de las redes de servicios tiende así a sustituir a la Y es qJe esas palabras anticuadas nos recuerdan lambiéro la
estáuca de los lugares edificados para condicionar mentalde- insoslayable realidad de nuestra condición natural, animal, el
hecho de qre sea cual fuera a inmaterialidad. la abstracción,
22 G. &iuor )' J, M. Roux. lo Rv1~n.'s1Jí.ion Porrs. te ScuiL 1976 (N. -00 t: la multiplicidad de relaciones qi.e los uroancs mantienen entre
R\irlJamsa1+'Gn,de 'rural' y ·urbanzación'I
1:• Por ejem.pe, G. 0UPll>'· Sys:é,lfJes,ré™(ocet te:nto\res, Pa1is Pres5es de rt-
2! A. G'.iS, Grw:dcur e:G'tpc11Mr.-c::-.Socfo.to.3.'cces mo1:YO.sysrt·,1)Cs
tc..."'/lniq1.10s,
r,r:le n11lií)l':i!P. ,1~~ pl'.ln~ P.t r:hai1~P.P.;1, 199'; P Vet1 · ~i;l'JntliP. e-- r~~~~1v d~ni; fufe. PUf, 1W3
lurg.cini&i\k)ri<.:I:! b1 ¡;<udu;;tkx1~l du l1:i11iluile ·,en A. b;:iell y C:. B1:nlu, lf>Nr~i(.;1'1~· lS ExttJijo del tltulO de su a,11ct.cb: "lhe J~n paco and tho 1100-placc i.:ttan
qvi ~~g119r11. 0.1su.Wr'' r4t9aú)(. 1" r:ctlÑ~•• CtJf'd0.1.g,·"9S d~ .·a g~r.ip"'9 ~ca-. reelrr". En M. \'iebbe1 \ed.J, Ex,r>.•oa1lQ.risintc Ut~an &n:dure, Filadema. Ihe
no•niqvo,París. PUF 19~2 (tmd. casi: lM Rc~.~ws q1.1c 9.l!W.'i. 9.isltiíos'I ro:ics. Uni..e1~i:y of Pt.nn&}'lv~ni¡:¡ Pre~$. 19'~4 \ltf)K!. c'1l'l1.: 'El lu3i;r .i~.:iano '/ !!1 d()rTinic:
,·~s 1•ve1'1>s ,i>a.~e..tigm-as \te f& geog•'?f.8 eC0116Jr.i'e..t. Va'enc.-.a. Edic:cnsAl'o11s el ut.oioo ilxal'. ~r 11"1do;a,:¡aC1-,,;es sW:e (a éSl.'üdlllil u1bfJ1)f'. B;1•ceona. Guslavc
r.1:;.9n~v,,, 19~4) Gi 1970, pp, l'.l-1'0).
24 P. Gaút;)~. 1..9.~ H<."\'119..~ sur /;, !91~: !<4 ~~ropo.ltfP.tí r'iCu'/éfi;.;t,t,(,P;:irfa, :m t.t. \'/ebbe1. ·rhe Post-City.~e·. Coatdt11'11s.N..:e ..·a York. IS68. lncl1:1doen esla
$~'11.::(s,f989. e~. l<:Jirbl:n l;>i; 0=:1'<1S Je Th Sl ..v len 'l D. Pufr'l<.1in. nh;ITl3pub -c11tiCn.
2511 le O·as, (;) p,'iJ<IÓ(Cev 'l.\1,1d!JC,Peris, Ü<llilt·tt.: :i~s <::C rJ..u~'<l. 1993. ll Comn hP. ter:l;lo oc~~!Cn <!e h;lr:P.r ff~efüfa~ "VP.'le'~, ~pP.ti<!l'TlenlP. en
26 .,,,, Christ;;llE!r, [,~'e ZH'1ftñ•'•'H•' Orlen ilJ Sdó 091.'tf)G~"I((, Jgi;i, G Fishi;.r, 1933. L'OfUL<ltl(~'"'' r~.1.-;'1111J:11.u,Rcxrw., O!ílcirn:t. 1992.
27 H. le B•ft:;, l11 Po'('n~i9 ~ll •1.\'.'.:;ga,o,n.r.it., p. ·140. 32 Cf. J. Gut1'll~llfl, (1{ogu.'oy'Gl1~.NLO•'~ 'rbk, TwuolicU1 Cu11tu1y FunJ, 1961.
El .'eíno de lo urbano y la mueJte de la ciodad

si a través del planeta. son. hemos sido. pese a nosotros mis· promo realiza.:Jos. de ciudades nuevas, el anacronismo de los
mos. arrojados al aspado y forzados a vivir en él y a resid r en cuales tiene en Vaudreil (Francia) t.no de los máxrnos simbo-
algún lugar. Pero ¿dónde y cómo? los.

El entoquc fijista do los urbanizadores se ha vsto reafirmado


Pensar lo urbano por la contribución de ciertas "ciencias sociales' en el marco de
la nterdisciplinaridad, entronizada en la época, tanlo en la
Pensar lo .irbano es hoy una necesidad. La persisteocia de la investigación como er el ámbito operativo, para paliar las
imagen de la ~iudad que la anula responde a un mecanismo de carencias teóricas del urbanismo. Asl, por ejemplo. la soooio-
defensa: se niega una realidad que resuta <1emasiado difícil o gfa urbana. apoyada por las investigaciones de la antropologla
demasiado desagradable afrontar. Ejemplo: un semanario pan- cultural, supo poner en evidencia con exacliliJd los lazos de
sino->3 publie<i en forma de cuento una proyecciór realista de dependencia que. en las sociedades tradicionales, ~incu an el
las posibilidades de deslocalización que ofrecen las redes de funcionamiento de las instituciones sociales a la morfologia
servicios: los cargos electos consultados condenaron unénrne- espacial. Los es~Jdios de Claude Lévi-Slrauss sobre la organi-
mente esta 'antasla en nombre de la perennidad de la ciudad. zación espacial de las sociedades nomeostáncas, los de Pierre
Bourdieu sobre las ciudades cabilenas. o incluso ciertos análl·
Pero el mecanismo general oculta formas específicas de resis- sis relativos a la estructura de las medinas proporcionaban
tencia, que emanan de modo particular de los medios profesio- importantes enseñanzas. susceplibles de ser aplicadas a esca-
nales. la de barrios o manzanas, en el caso de mínor'as -economces
o culturales- no integradas en la cultura urba1a dominante.
Existe en primer l~gar la persistencia de un urbanismo cosifica· Pero estos datos no se podían trasponer legítimamente a la
dor, atascado en un enfoque íljista de la ordenación urbana. M. sociedad g obal, en cuyo seno las 1oclones de arraigo y de per-
Webber habla de invocar la "obsession ol pt11ceness".!< La act • tenencia local hablan perdido su pertinencia y exigen un
lud 4wda ilustrada poi las utoplas pseudo-técnicas (Y. replijntij~fHiijrto 1111 fun~ion dij nuevos p~rtimijlros y segun una
Fñedman. N. Scnotter. P. Maymont) que prosperaron entre los relación Inédita con la temporalidad.
anos r.lnr.11Anla y 'inalAs de los sAsenta. A Alias se opusieron, 71
casi únicos en su genero, los ejercicios del grupo inglés Asimismo, la historia (de las formas urbanas), tan re•1eladora
Archigram, fundado en 1961. P. Cook y un grupo de jóvenes para comprender el pasado y trata· los antig~os tejidos urba·
orquitcctos brit6nicos omprcndioron uno gran llmpiozo cpisto- nos, ha sorvido do oval al historicisrro lúdico do arquitectos
mológica. Recurren a la cibernélice y a la informética, pero prácticos aficionados y legitimado que se proyectaran 11'.odelos
también a los datos de la economla y de la demograffa, asl caducos (L. y R. Kríer. Cn. Moore).
como a la cultura pop, para presenlar en forma de tebeo coní-
guraciones3S lnmedlatamen:e conectables y desconectables a Pero la resistencia de la Imagen de la ciudad d s::ieta está liga-
redes técnicas complejas. Ubicuidad, movilidad, reversibilidad, da también a la persistencia de otra Imagen y de otra ilusión, la
instantane dad, precaredad, inceterminismo son sus concep- de la arquilectura eterna. En efecto, la tendencia apLntada por
tos operativos. los CIMvl se ha visto conñnrada. La arquitectura que actual-
mente ocupa los medios de comunicació1 ra cambiado de
La critica de les ercaísrnos mentales relacionados con la ciu- estaluto y ha dejado de tener vocación local. Obedece a una
dad llega más lejos tcoavta cuando R. Banham lanza, en la lógica del objeto autónomo y pasa a ser competencia del Inge-
senda abiar.a por Arctiigram. la propedéutica provocadora del niero. Pero. si bien la prensa ha convertido a Foster y a los
"non­plan ola non-<:íty':•i el urbanismo frena los procesos inno- Nouvel en estrellas de la arquitectura, ¿quién de e1lre el gran
vadores espontáoeos y el advenimiento de lo urbano en lugar público conoce el nombre de Ove Arrup? El ingeniero es, sin
de dinamiz.arlos. Pruebas retrospectivas de esta afirmación son embargo, el mago detentador de un saber que permite las lla-
la completa falta de impacto de Archigram sobre la planifica- mativas hazañas de las "torres sin fin" que es oficio del arqui-
ción de la época y, sobre todo, los proyectos contemporáneos, tecto diseñar: p.rblcista creadorde loqos y de imagen. Pues la
profecía de Molf Loos (de quien Tristan Tzara decía cue era
Sl Le P,fr.t,5 jJnio 1993. "el único cuyas realizaciones no son folo;¡énicas")l' se ha cum-
i1)ló Ulb{)11 ~l'l.J:!i11.i;, OfJ.:-:11, J. 147 (i'A<I. rast: úp. cil
:'1' M. \','éblli:ir Et;}.'C(ff(,\"dlS plido: "Por culpa del füqu1tedo, e arte de oonstruir S¬ ha degrd·
p 135;1. dado. se ha convertido en un arte gréfico".:ia Esta desrealiza·
35 C'. '·PIJg.¡o.C.ty" (H!64-1S66j. ·lnslant-Cil)·' (19&a.1971j. &t Aff.~1lgtif111.
Lond1c.s. StiJdio '.•is:o. 1912.
:...3 R. Bamarn, Ba1ker.C. Price. P. HJll. 'Non·p'.a1: en expe1inentin fre~;m',Ne!.' :J7 01adJ por P. ToJ111ikb~i3. /ici'o.~o.''leLoos, París, Macula, 1991. p. 22.
Soc.~}~ f\o. a¡, 196!), pp. <13'~-443. 23 A. Loos. · Architeclure• !19·10!, reedltEdc en Trcxzdern,l:ms·::ruc~.Brerner \le(·
El reino de lo torbana y la muelle ce la ciíldad

ción ha aumentado más con las nuevas técnicas de simulación que hoy aspiran los falsos pretextos de os histor cistasi2 ¿es
basadas en imágenes virtualP.s."9 r,ompa:lhte con a orríenaoón reticolada? ¿Es compatihlP. con
el laisser­efre de la técnica y con a evolución de las mentalida·
Los ohjP.tos tP.cnicos asi producidos se inscrhen en las redes des que ésta determina? Lo urbano no es sinónimo de urbani-
temtonales. En las periferias, conforman simples yuxteposcío- dad. Ni :an solo propiedad exclusiva de la ciu1ad. Podemos.
nes inarticulables a conjuntos de escala reducida (véase en ta asl, volver a Giovannoni e imaginar núcleos de urbanidad. de
orilla derecha del Sera, en Paris, el añadido megaminislerio, multiples tamaños y formas. susceptibles de entrar en una día-
megaestadio, supermercado). En otros lugares destruyen las léctica con lo urbano homóloga a ta que en otro tiempo vncu-
antiguas ciudades y tos campos inmemoriales: aqul, giganles· taba ciudad y campo.
cos rincones que hacen añicos los antiguos barrios (véase
Bruselas); allá. masas heterogéneas que apolillan y agujerean Pero esta hipótesis es aleatoria. Depende de ura toma de con.
paisajes rurales. ciencia colectiva, de una elección de sociedad; mejor, de una
opción filosófica. Subsidiiiriamenle, pero solidariamente, impli·
La arquitectura que operaba a escala local ha desaparecido: ta ca también el deslino de la práctica que continúa llamándose
misma que, cualesquiera que fuesen las técnicas empleadas, arquitectura. 1.Sabrán nuestras sociedades redescubrir la
exigia una e~periencia directa de I& lridimensionalidad, una esencia de la arquitectura y reorganizar su enseñanza?
ocupación de cuerpo entero. el del arquitecto y el de los habi· ¿Volverán los arquitectos e aprender la experiencia tridimen·
taníes, que ninguna simulación puede susttulr, pues la arquí- sional del espacio y el arte de la articulación? ¿Volverán a
te~tura no es cosa mental. · Perrntte su cuerpo a los vivientes encontrar el camino de la modestia pera devolver a su d sclpli·
º
sallr del conocimiento y reingresar en él";1 recue'da Eupallnos. na su papel fundador?
Y este cuerpo arrojado al espacio funda la 'intersomaticidad""
que, a su vez. f\1nda la urbanidad. Parapetlldos en el "proyec.. Et resto de interrogantes son lrlbutarios de primero, Incluido el
to' y bajo ta Invocación de la mcrfologla urbana y otras aparie.1· de la estética. Me limi:aré a plentear el problema de nuestras
clas enganosas. los arquitectos, los urbanistas. las administra· hllfl!ricias. La ciu<Jad histórica, asl corno al campo <J~ los pue-
ciones y las colectividades locales se obstinan en no reconocer blos y de los paisajes -que hoy conforman un íoco- ¿pueden
que, hoy por hoy, ellos sólo reconocen una escala local de RAr abandonados a consumo cultural únicamente? ¿No ha llP.·
72
ordenación esoaclaí. gado ya la hora de volver a hacer obras? La ciudad europea,
aún presente de forma tan masiva, aunque tar drásticamente
Sobre la nueva Babel se cierne una nueva maldición: la confu· deteriorada. debo y podrlo ser a to vez conservado y utilizada
sión de escalas, que confunde la escena urbana y no permite como obra de arte, corno patrirronio social y corno incitación a
distinguir la diferencia de objelivos y de actores que en ella un reencuentro con los niveles de la urbandad. Aún estamos a
coinciden. tiempo.

Reino de lo urbano, desvanecirniento de la ciudad, escala Pero no hay que engañarse. La ciudad europea no va a con·
única de urdenaoúri: mej~r que taparse los ojos llrite tales evi· vernrse en una Collage Clty.•J no puede continuar siendo un
dencias, convendrla extraer consecuencias, que hoy s61o pue- objeto que yuxtapone un estilo nuevo a los del pasado. Sólo
den ser enunciadas en forma de interrogantes. sobreviviré en forma de fragmentos, sumergidos en la marea
de lo urbano, faros y balizas de un camino todavía por inventar.

Interrogantes

El primero se reñere a la escala local. Esa escala de urbanidad


que supieron conservar Haussmann, Wagner y Cerda y a la

la;. 1ro1.
JC• P. OvQau. le l;;!l'veJ, lii Cn:iusot, Cha.·np\.~!101,, 1m fllacl. cas... to 111'riua.'.
Btr<:olo'la. Paidós. 1995:.
~o Poul Valb..~·· f~·;;oi'U'oso r:J O+'Qt.1frocto. Murcia. ;\porojéX!crosy Arquitectos
-eoric)S, 1962, p.13 (•1ero6:1 origin.-i: f:,·;;n¡'iJJOS"G\I l'nxt..txfc.prt-cédé:k J'llf'w 4' Cf 'La reconsnictiori de la vi\le eu1o~nne··.Atc.•~.~ecture .raro!l,"/e1'ie. Brusela.s,
et fa D'r.se, Paris. Gallina1d. 1924, reed, 1944. p. 11.L Jirchi,•P.sde i'An:-Jiil~1rP. Mn6El'TIP., 197S
::1 Expr.;isión <Jel moso•o il<lliano 01r.o Fo11ri:iggil) en A.'J9 co.•ne '~AA 9 <:Ot.•9 e.i;r.~ A:! ;:: Rn,ve ~· F l<c-eHP,r, C..~'R9"'G1~1; Cl!inhric~~ M~!t..5., Mr Pf'P.~"' 1973 ttn;~;
00·~1(1, Milún. t.101,tkl'Jori 1976. cast.: Ci!;v.!;;d1:r1i1'.1Jj"ó:t,Btt10!!lc:n<:J, G1.s1'1·.-o Gili, 1951).
La CiudadGenética

Rem Koolhaas y OMA (Ohice for Metropo/ilanArc.~ireclurej son hoy


en eta reíerenoas extendidas mundialmente en el campo de la arqui·
lectura ccn:emporánea. Fundada en 1975 con base en Rotterdam.
OMA ha pa 1icipado con renombrado éxito en importantes concursos
lnternaco-iales y ha cesarrcüedo relevantes obras óe distintas esca·
las hasta alcanzar en la a:tualidad una cifusión ce su actividad en
varios continentes. Ademas de su pa~el creador. Ren K30lhaas ha
cultivado la refrexión teórica, difundida en obras corro De/ilious New
Yotk (1978) o S.M. L, Xl (1995), con su i1vestigación HsrvatdDesign
Schoor Proj9ct o.i rhe Cffy, o por medio de la creacói de AMO. com-
pañi;i dedicada (l la invastigación en el campo da la arquitectur;i y los
sis:emas conceptuales ligados a su evolución y desarrollo en el
mundo de los medios de comunica,ión y del dominio v r1ual Rem
Koolh••s est~ e11 ooseséu del Premio Prii.<ker del ano 2000 y del
Praemiuw /mµ;:d~ledel 2003.

Se presenta aqul u10 de los textos de su mano de 1994 que mas


directamente abOrdan en su globalidad aquella emldad nueva perci·
blda en la ciudad ccn:emporánea que le permite advertir 13 n31urale·
?il do un combio en lo urbono dol mundo de hoy.

73

LA CIUDAD GENÉRICA'
Rem Koolhaas i OMA

1. Introducción 1.1 ¿Es la ciudad contemocransa como el el ~reclmiento humano sea exponencial implica que en un
aeropuerto contemporáneo, «exactamente igual•? ¿Es posible momento dado el pasado se hará demasiado «pequeno» para
teorizar sobre esa convergencia? En case afinmativo, ¿a qué ser ~abitado y compa1ido por los vivos. Lo agotamos nosotros
configurac ón definitiva aspira? La convergencia sólo es post- mismos. En la medida en que la historia encuentra su poso en
ble al preco de despojarse de identidad. Eso suele considerar- la arquitectura, las cifras de población actual~ e~plotarén
Sij una pérd da. Pero a la ijScala a la quij s11 da, efij/¡ij efij sign • inevitablemente y agotarán la sustancia previa. La identidad
ficar algo. ¿Cuales son las desventajas de la identidad?, y a la concebida como esa forma de compartir el pasado es una pre-
inversa, ¿ctriiJes son las ventajas dP. su falla? ¿Y si esa horno· misa que lle·1a todas las de perder: no sólo hay -en un modelo
geneización aparentemente accidental -y rormalmente lamer- a8labla da expansión continua da la publaGiún- µruporciunal·
tada- luera un proceso deliberado. un movi11iento consciente mente caría VP.7 menos para compartir, sino que la hi~toria
paro alojarse de lo diferencio y avarzar hacia lo similitud? ¿Y tiene tamoíén una media v da odiosa -cuanto mas se abusa de
si estuviéramos asistiendo a un movimiento global de liberación ella. menos imporame se hace-, hasta el punto de que srs
«¡Abajo el carácterb? ¿Qué queda una vez que la idenlicad se cada vez menos frecuentes comunicados se hacen insultantes.
desnuda? ¿Lo genérico? 1.2 En la medica en cuela identidad Eso adelgazamiento do sustancia se vo ag11diwdo por lo masa
deriva de la sustancia física, de lo histórico, del contexto, de lo de turistas que crece constantemente, una avalancha que, en
real, no somos capaces de imaginar que nada contemporáneo una búsqueda perpetua de «arácter», machaca identidades
-hecho por nosotros- contribuya a ella. Pero e hecho de que lng((ldas hasta har.ertas p~lvo insignificante. 1.3 La identidad
es como una ratonera en la que cada vez más ratones tienen
"Tracucicodelorigiul publicadoen: Ot1!A s.. w. L Xl. i\ottefdan. Q'OPublishers. que compartir el cebo original, y que, observada de cerca,
1995, p:;. 12'17-12~. puede 1 evar siglos vacía. Cuanto más fuerte es la icentidad,
La Ciudad Ger.érica

más aprisiona. más se resiste a la expansión. a la ímerpreta- invisible a simple vis;a. (La ciudad de zurich ha encontrado la
ción, a la renovación, a la contradicción. La inentir.ad se con- solor.ión mas radical y cara para vol'JP.r a una especie ne
vierte en algo parecido a un faro, algo fijo. sobr&definido: puede arqueología al revés: capas y más capas de nuevas instalacio-
cambiar de posición o de mensaje luminoso, pero sólo a costa nes modernas -centros comerciales, aparcamientos bancos,
de desestabilizar la navegación. (París sólo puede hacerse cajas fuertes, lnboratorios so construyen bajo el centro. El
más parisina, lleva ya Qlrninode convertrse en un hiper-París, centro no se expa~de ya hacia fuere o hacia e cielo, sino hacia
una caricatura refinada. Hay excepciones: Londres-cuya única dentro, hacia el mismísimo centro de la tierra.) Desde el injerto
identidad consiste en la falta de una iderlidad clara- esta con· de arterias de tráfico más e menos discretas, desvíos, soterra-
virtiéndose cada vez en menes Londres, y haciéndose más mientos. la construcciór de cada vez más tangential9S, hasta
abierta. menos estática.) 1.4 La identidad centraliza; írsete en la transformación rutinaria de viviendas en oficinas. de almace-
una esencia, en un punto. Su tragedia viene dada en términos nes en lohs. de iglesias abandonadas en club nocturnos. desde
geométricos simples. A medida que se expande su esfera de las bancarrotas en ser e y consiguientes reaperturas de Jnida·
influencia, el area caracterizada por el cemro se hace cada vez des especificas en unos centros comerciales cada vez más
mayor, diluyendo completarrente tanto la fue12a como la auo- caros hasta la implacable conversión de espacio útil en espa-
ridad del nücleo: de forma inevitable, la distancia entre el cen- cio •Público•, peatonallzaciones, creaci61 de nuevos paroues.
tro y la circunferencia aumenta hasta el punio de f\Jplura. En plantaciones. exhibiciones. puentes. una restauración sistema-
esa perspectiva, el reciente descubnmienlo lardlo de la perife- nea de la mediocridad histórica ... Toda autenticidad se expulsa
ria COMO zona de valor potencial -una especie de condición sin piedad. 1.6 La Ciudad Genérica es la ciudad liberada del
prehistórica que podrla finalmente lleg~r a merecer la atención cautiverio del centro, de ta camisa de fue12a de la identidad. La
de la arquitectura- es sólo ura disimulada Insistencia en la Ciudad Genérica rompe con ese ciclo destructivo de dependen·
prioridad del centro y en la dependencia de él: sin centro, no ele: no es s no un reflejo de la necesidad actual y de la capact-
hay periferia: el interés de aquél compensa supJeslamente el dad actual. Es la ciudad sin historia. Es lo bastante grande para
vaclo de ésla. La situación de la periferia, conceptualmente todo al mundo Es r.ómoda. No n~r.Mila mantAnlml~nto. SI !;ll
huórfnna, empeora por el hecho <!o quo su madre siguo v va, queda demasiado pequena, basta con que se expanda. Si
chupando cámara, haciendo hincapié en las deficiencias de su envejece, basta con que se au:odestf\Jya y renueve. Es igual
74 descendencia. Las últimas vibraciones emitidas por el centro de emocionante ~ no emocionante-- en todas partes. Es
agolado hacen imposib e la lectura de la peniana como masa ••Suporncial»: igual que un ostudio do clno do Hollywood, ;>uodo
critica. El oentro no sólo es, por deOrlclón, demasiado peque. producir urra nueva i<Ja11lida<J cada luna~ J)'Jr la rn~~arra.
no para dAsAmpAnar las fun~lo1As a ÁI a$lgnadas: 1amhlÁn ha 2. Estadisticas 2.1 la Ciudad Genérica ha crecido aspee·
dejado de ser el centro real para convertirse en un espejismo lacularm1111l11 <Jur~nle la~ última~ diica<Jas. Nu sólo ha aumen-
amplilicado que va camino de su implosión; aun asi, su presen- lado de tarrano, también lo ha hecho eo cifras. A principios de
cía ilusoria niega legitimidad al resto de la ciudad (Manhattan los anos setenta. tenla una media de ~.5 millones de habitan·
denomina peyorativamente «gente de puente y túnel• a cule- tes oficiales (y más o menos 500.000 no oficiales); ahora anda
nes precisar del apoyo de infraestructuras para entrar en la por los 15 millones. 2.2 ¿Nació en Norteamer ca la Ciudad
ciudad, y les hace pagar por ello). La persistencia de la actual
Genérica? ¿Es acaso tan profundamente poco original que
obsesión concéntrica nos hace a todos gente de puente y túnel, sólo puede ser Importada? El caso es que la Ciudad Genérica
ciudadanos de segunda en nuestra propia civilización, despo-
existe actualmente también en Asia, fa1ropa, Australia, África.
jados de nuestros dereellos por la estúpida coincidencia de
El movimiento definitivo ce alejamiento del campo, de la agri·
nuestro exilio colectivo del centro. 1.5 En nuestra programa- cultura, a la ciudad, no es un desplazamiento a la ciudad tradi·
ción concéntrica iel autor pasó parte de su juventud en cionaí; es un desplazamiento a la Ciudad Genérica. una ciudad
Amsterdam, ciudad de centralidad fundamemal). la insistencia tan peneuarue que ha llegado hasta el campe. 2.3 Algunos
en el centro como núcleo de valor e lrnpotancía, fuen'.e ce toda
continentes. como Asia, aspiran a la Ciudad Genérica; otros se
significación, es doblemente destructiva: el volumen cada vez
sienten avergonzacos de ella. Como tiende racia los trópicos
mayor de dependencias no sólo consmuye una presión total-
-convergiendo en torro al ecuador-, una gran proporción de
mente intolerable, supone también que el centro tiene que ser
Ciudades Genéricas astan en Asia, lo que parece una contra-
constan:ememe mantenido. es decir, modernizado. Como «el dicción de términos: lo superlamiliar habitado por lo inescruta-
lugar más impJrtante• qce es. tiene que ser, paradójicamente,
ble. Un buen dia volverá a ser exótico ese producto desechado
al mismo tiempo lo más antiguo y lo mas nueve, lo más fijo y lo
de la civilización occidental, mediante la resemantizacién que
más dnámicu: experimenta la ad~pl~don mas intensa y ccns-
su propia diseminación trae como consecuercia .. 2.4 A veces,
tante, que después se ve co'llprometida y comp icada por ei
hecho de que tiene que ser una transíormación no reconocida, una ciudad antigua, singu ar, como Barcelona, simplificando en
exceso su identidad. se vuelve Genérica. Se hace íransparen-
te. como un logo. Lo contrario no sucede nunca ... al menos. siones más fáciles. con los números centrales iguales, por
aun no. 3. General 3.1. La Ciudad Genérica es lo que queda ejemplo. 3.6 Su pñncipal aíractivo reside en su anomia.
dcspucs de que amplias secciones de la vida urbana saltaran 4. Aeropuerto4.1 Los aexpuertos, una vez manifestacio-
al ciberespacio. Es un lugar de sensaciones tenues y distendi- nes de neutralidad esencial. se encuentran ahora entre los ele-
das. pocas y distanciadas emociones. discretas y miste-iosas mantos mas caracterlsncos y singulares dP. la Ciudad
como un espacio extenso ilnrrnado por una lárnp~ra de cabe- Genérica. son si, medio de diferenciacion mas fuerte. Han de
cera. Comparada con la ciudad dásca, la CIJdad Genérica serlo, porque son cuanto la persona de la calle tiende a expe-
esta sedada, percibida normalmente desde una posicíón rimentar de una ciudad en concreto. Como una demostración
sedentaria. En lugar de concertración -presercia simultánea-, drástica de perfume, roto-murales, e yegetación, las costom-
en la Ciudad Genérica los «momeotos» individuales están rl'uy bres locales dan una primera impresión concentrada de la lden·
espaclados entre si, para crear un llanee de experiencias esté- tidad local (a veces es tamoíén la ultima). lejano, cómodo, exó-
ticas casi imperceptibles: las varecones de color de la 1 umina- tico. polar. 'llgional, oriental, rústco. nuevo, incluso «sin descu-
eón fluorescente de .m ed ficio de oficinas justo antes de brin•: esos son los registros emocionales que se invocar. Los
ponerse el sol, las sutilezas de los blancos ligeramente diferen- aeropuertos, ta.i cargados conceptualmente, se convierten en
tes de un anuncio 1 ull'inado de noche. Como la comida japo- señales emblemáticas impresas en el inconsciente colectivo
nesa. las sensaccres pueden reconstituirse e Intensificarse en global bajo la forma de manipulaciones salvajes de sus atractl·
la mente; o no, pueden ser simplemente gnoradas (hay una vos no aéreos: es:ablecirrientos libres de impuestos, cualida-
posibilidad). Esa omnipresente falta de urgencia e nslstencla des espaciales espectaculares, la frecuencia y fiabilidad de sus
actea como una droga potente: induce una aluci11ación ée /~ conexiones con otros aeropuertos. En cuanto a su
normal. 3.2 Trastocando drásllcarr.ente lo QJe se sueooe que lconograflalre1dlmlento. el aeropuerto es un concentrado de lo
es la característica mas importante de la ciudad -ios «nego· hlperlocal y lo hlperglobal; hlperg obal en el sentido de que pue-
cioss-, la sensación dominante de la Ciudad Genér ca es una des conseguir allí productos que no se encuentran ni en la ciu-
calma extra~a: cuanto mayor es la calma, más se aproxima a dad; hlperloeal en el sentido de que puedes adquirir alll cosas
su osmdo puro. UI Ciudad Gonórico afronto los ••rrolos» quo que no pueden oonseguirl!e en ninguna otra parte. 4.2 La len-
se atribuían a la dudad tradicional antes de que nuestro amor ~ancla en al cornporlarnianlo del aaropuerlo V'cl ha~i~ una
por ella se hiciera lncondlclonal. La serenidad de la Ciudad mayor autonomía: a veces no estan ni siquiera relacionados en 75
Genérica se logra cor la evacuación del émbito público, romo la practica a una Ciudad Genérica concreta. Cada vez mayores
en un ensayo de emergencia en caso de Incendio. El plano y equipados con cada vez más irstalaciones sin relación con el
11rhann ahora Rólo aoogff sn su ssnn ffl movimiAnto nffr.e.Rarlo, viaje, están empezando a reemplazar a la ciudad. La co1dición
fundamentalmente en cocre: las autopistas son Jna versión do on trtms.itoso ostó naccndc universal, Los ooropuortos,
superior de bulevares y plazas q1Je ocupan más y más espacio; todos juntos, contieren poblaciones de millones de personas. a
su dise~o, aparentemente dirigido a la eficacia en la automo- las que hay que sumar una enorme mano de obra diaria.
ción, es de hecho sorprendentemente sensual, una apariencia Siendo sus instlllaciones tan completas, son como barrios de la
utilitaria que entra en el dominio del espacio terso. Lo que tiene Ciudad Genérica, a veces in~uso su razón de ser (¿su ceo-
de nuevo ese dominio público locomotor es que no pueden tro?), cor el atractivo añadido de ser sistemas herméticos de
medirse sus dimensiones. El mismo segmento -digamos, quin- los que no hay escapatoria posible, excepto a oro aeropuerto.
ce kilómetros-- pnpo-cona una cantidad enorme de experier •• 4.3 La épocaiedad de la Ciudad Geoédca puede reconstruirse
cias muy distintas entre si: puede durar cinco minutos, o cua- a partir de una lectJra cercana de la geometría de su aeropuer-
renta; puede compartirse con casi nadie. o con toda la pobla- to. Planta hexagonal (en algunos casos aislados pentagonal o
ción; ~uede proporcionar el placer absoluto de la anfetamina heptagonal): años sesenta. Planta y sec::ión ortogonal: años
pura, sin adullerar -momento en que la sensaciór de la Ciudad
setenta. Ciudad del CoHage: años ochenta. Una simple sección
Genérica puede incuso llegar a ser intensa, o al menos adqu1- curva, estirada sin fin en un plano lineal: probablemente, años
ñr densidad-, o momentos absolutamente claustrofóbicos de
noventa (si la estructura se ramifica como un roble: Alemania).
blcqueo, momentos en que la livianda·:l de la Ciu:lad Genérica
llega a su ~unto más notable. 3.3 La CiJdad Genérica es frac- 4.4 Los aeropuertos se presentan en dos tamaños: demasiado
tal, una repetclón sin fin del mismo módulo estructural simple; grandes y demasiado pequeños. Pero su tamaño no influye en
es posible reconstruirlo a partir de su en1e más minúscelo. un su funcionamiento. Esto indica que el aspecto mas intrigante
de toda inlraeslructura es su ~lasticidad es~ncial. Calculados
ordenador, tal vez incluso un osouete. 3.4 Los campos de golf
con exactilud por los números -pasajeros por año-, se ven
son lo único que queda de alteridad. 3.5 La Ciudad Genérica invadidos por lo i1r.ontahle y sobreviven, estirados hacia la
tiene numeras de teléfono iáciles, no los de diez cifras, resis- indoterminación definitiva. 5. Población 5.1 La Ciudad
tentes y destrozacerebros de la ciudad tradicionales, sino ver- Genérica es tremendamente multirracial por término medio un
La Ciudad Ger.érica

8% de negros, un 12% de bla:1cos, an 27% de hispanos. un cía. Las torres no se alzan j~ntas ya: estén separadas. para
37% ne r.hinoslasiátir,os, un 6% innetP.rminano y un 10% ne que no interadúen mutuamente. la densidad en el aislamien-
otras razas. No sólo multirracial, sino multicullural también. Por to es el ideal. 6.5 La vivienda no es un problema. Una de dos:
eso no parece sorprerdentever templos entre los bloques. dra- o ha sido totalmente resuelto, o se ha abandonado total"f\e1te
gones en los grandes bulevares, o Budas en el distrito central a s11 suerte: en el primer caso es IA1]al, P.n el sP.gundo <ilegal•:
de negocios. 5.2 La Ciudad Genérica la funda siempre gente en el primer caso, torres. o, normalmente, bloques (como
en movrníento. confiada en seguir adelante. Eso explica la mucho. de 15 metros de fondo), en el segundo (en perfecta
insustancialidad de sus fundamemos. Como los copos que se complementariedad), una costra de improvisados cuchitriles.
forman de repente en un líquido claro al unir dos sustancias Una solución ccnsume el cielo. la otra el suelo. Es extrañoque
químicas, para después deposilarse en forma de montón vaci- quienes menos dinero tienen habitan le que más cuesta: el
lante en el fondo, ta colisión o confiuenca de dos migraciones suelo; y los que pagan, algo que es gratis: el aire. Tanto en un
-emigrados cubanos yendo al norte y retirados judlos yendo al caso como en el otro, la vivienda carece ser sorprendentemen-
sur, por ejemplo. ambas en última instancia para Ir a alguna te acomooanca: no es sólo que la poblacló~ se dobla cada
otra parte- establece un asentamiento donde antes no había equis años, sine que, ademas, al relajarse la disciplina de las
nada. Una Ciudad Gen6rlca ha nacido. 6. Urbanismo 6. 1 La diversas religiones. el número medio de habitantes por unidad
gran orlglnalldad de la Ciudad Genérica consiste simplemente de viviend3 se reduce a la mitad -por medio del divorcio y otrcs
en abandonar lo que no funcio~a -lo que ha sobrevlv do a su fenómenos que provecan la divisí6n de familias- al mismo
uso-, romper el asfaltado del idealismo con los martillos neJ- ritmo con que la ciudad dobla el numero de sus habitantes; a
milllcos de realismo y aceptar cualquier cosa que pueda ere- medida que crecen las poblaciones. la densidad de la Ciudad
cer en su lugar. En ese sentido, la Cíudad Genérica da cabida Genérica decrece oontinuamente. 6.6 Todas las Ciudades
en su seno tanto a lo primordial como a lo futurlsta: de hecho, Genéricas surgen de a tabula rasa: sí antes no habla nada,
sólo a esas dos cosas. La Ciudad Genérica es cuanto queda ahora estár ellas: si antes habla algo, ellas lo han reemplaza·
de lo que solla ser la ciucad. La Ciudad Genérica es la posciu- do. No les queda otro remedio, de lo contrario serian ciudades
dad que se prepara en el sclar de la exciudad. 6.2 La Ciudad históricas. 6. 7 El paisaje de la Ciudad Genérica~ normalmen-
Genérica se mantiene unica, no por ura esfera publica dema- te una amalgama de seccicnes demasiado ordenadas -{jue se
16 siado exlgenle -progresivamente desvalorizada en una remontan al principio de su desarrollo, cuando •el po<ler» esta-
secuencia sorprendentemente larga en la que el foro romano bo sin diluir oun y con uno orgonizoei6n caco voz más libro on
es al ágora griega como la gran superficie comercial es a la el resto. 6.8 La Ciudad Genérica es la apoteosis del concepto
calla mayo·-. sino por lo residual. En el estilo original de los de mulliple opción: tocas las cesnas llevan una equis. es una
rnodijrnO~, lo 11:1~idual era ~irnplijnJijnt11 v11rd11, su pulcritud con- antologla dA /orlas tas opdonAs. NormalmAnlA, la Ciudad
trolada una afirrracl6n moralista de buenas lnlenciones que Genérica ha sido «planificada•, no en el sentido habitual de
desanima la asociación. el uso. En la Ciudad Generlca, cerno alguna organizac ón burocrática que oontrola su desarrollo,
la corteza de su civilización es tan delgada, y por medio de su sino como si ecos, esporas, trooos, semillas varias cayeran al
inmanente tropicalidad, lo vege:al se transforma en residuo suelo el azar. igual que en la naturaleza. arraigaran -explotan-
edénico. el principal portador de su identidad: un híbrido de do la fer1ilidad natural del terreno-y ahora fonnaran un conjun-
polltica y paisaje. Simultáneamente refu~·o de lo ile~al. de lo to: un parque genético arbitrario que a veces produce resulta-
incontrolable. y objeto de interminable manipulación. represen- dos asombrosos. 6.9 La escritura de la ciudad puede ser
ta un triunfo sinulláneo de lo bien cuidado y lo primitivo. Su Indescifrable, defectuosa, pe-o eso no quiere decir que no haya
exuberancia inmora oompensa las demás carencias de la escritura; puede suceder s mplemenle que nosolros hayamos
Ciudad Genérica. Sie·1do como es sumamente inorgénica. lo desarrollado una nueva forma de analfabetismo, una nueva
orgánico es el milo más fuerte de la Ciudad Genérica. 6.3 La forma de ceguera. Una detección paciente revela los temas.
calle ha muerto. Ese descubrimiento ha coincidido con los partlculas. fibrasque pueden aislarse de las aparentes tinieblas
intentoo frenéticos de resucita~a. El arte p6blico esté por todas de esa ur-sopawagneriana- notas abandonadas en una pizarra
partes. como si dos muertes equivalierana una vida. La peato- por un genio de visita hace cincuenta años. informes a multico-
nalización -realizada con intención de conservar- simplemen- pista de las Naciones Unidas desintegrándose en su silo de
te canal za el fiujo de los condenados a destruir con los pies el cristal de Manhattan, dcsctbrlmontos de antiguos pensadores
objeto de su calculada reverencia. 6.4 La Ciudad Genérica colonaes con buen ojo para el clima, rebotesimpredecibles de
está pasando de la horizontalidad a la vertcalidad. El rascacie- educación de diseño haciendo acopio de fuerzas como proce-
los parece que va a ser la tipulogía d;;liniliva. final. Ha engulli- so de blanqueo glo~al. 6.1 O La mejor definición de la estética
do 10:10 lo dernas. Puede existir en cualquier parte: en u1 arro- de la Ciudad Genérica es el «estilo libre». ¿Cómo describirlo?
zal. o en et oen:ro de la ciudad. ahora ya no acusa la diferen- Imaginemos un espacio abierto, un claro en el bosque, una ciu-
dad nivelada. EKisten tres elementos: careteras, ediijcios y cen, se pudren. se quedan obsoletas: las poblaciones se
nauraleza, que coexisten por medio de relaciones flexibles. sin doblan, tripl can, r.uadriplir.an. y dA pronto dP.saparecP.n. La
razón aparente, en una diversidad organizativa espectacular. superficie de la ciudad explota. la economía se acelera. frena,
Cualquiera de los tres puede dominar: a veces se pierde la emef9¬ .se viene abajo. Como madres de la antigüedad que
«carretera». para cnoontrarla cospoós serpenteando tras un siguen alimentando embriones ütanicos, se cons:ruyen ciuda-
rodeo íncomprenstíe: a veces no se ven edificios, sólo natura· des enteras sobre infraestructuras coloniales cuyos planos se
Jeza: después, de un modo i~ual de impredecible, estás rodea- llevaron consigo Jos opresores de vuelta a casa Nadie sabe
do sólo de ed ficios. En ciertos lugares espantosos, los tres ele- dónde ni cómo, ni desee cuándo funcionan las alcantarillas, la
mentos están igualmente ausentes. En esos «Slt.os• (de ubicación exacta de las lineas lelefónicas, cuál fue la razón
hecho, ¿qué es lo opuestoa un sitio? Son como agujeros que para colocar el centro donde está, dónde terminan los ejes
atraviesan el concepto de ciudad). el arte público emerge como monumentales. Lo único que demuestra es que hay infinitos
el monsme del Lago Ness, figurativo y abstracto a partes lgua· margenes ocultos, depósitos colosales de negligencia un per-
les, normalmente autollmpiable. 6. 11 Al;¡unas ciudades cor· petuo proceso orqánico de ajuste estándares, cornportarnien-
cretas siguen discutiendo seriamente los errores de los arqui- to; las expectaíivas cambian con la Inteligencia b ológica del
tectos -por ejemplo, SLS propuestas de crsacón de redes pea- animal más are-to. En esa apoteosis de múltiple opción, no va
tonales elevadas oon tentáculos que levan de un ~loquea otro, a ser posible reconstruir de ruevo causa y efecto. Fu1cionan,
como so uoón a Ja oongesllón-, pero la Ciudad Genérica se eso es todo. 6.16 La aspiración de la Ciudad Genérica a la tro-
limita a disfrutar las ventajas de sus inventos: plataformas, picalidad implica automáticamente el rechazo de cualquier
puentes, rúneles, auiocisras -una enorme proliferación de la referencia prolongada a la ciudad como fortaleza, como ciuda-
parafernalia de la conexión- fracuentemenle decorados con dela: es abierta y adaptable, como un mal\glar. 7. Política 7.1
helechos y Rores, como para alejar de si el pecado original, La Ciudad Genérica tiene una relación (a veces distante) con
creando una congestión vegetal mayor aun que en una cellcu· un régimen más o menos auloritario. local o nacional.
la de ciencia-ticci6n de Jos años cincuenta. 6.12 Las carreteras Normalmente, los amiguetes del «líder» -quienquiera que
son sólo para cccics. Lo gonto (los pootonos) don uno vuelta fuoro de<:idioron dcsurrollor uno porto do «contra• o IO porifO·
(como en un parque de atracciones) en «paseoe» que os ele· ria, o Incluso empezar a construir una ciudad donde antes no
van del suelo, después los someten a un catálogo de condicio- habla nada, y asl desencadenaronel auge que puso a la clu· 77
nes exageradas -viento, calor, cuestas. rrto, interior, exterior, dad M ~I mapa. 7.2 Muy a menudo. ~I rl!glmen ha evolur.lona·
olores, humos-en una sec~encla que es una caricatura grotes· do hacia un grado sorprendente de invisibilidad, como si, por su
ca de la vida en la ciudad histórica. 6.13 En Ja Ciudad propia permisividad, la Ciudad Genérica se resistiera a lo ·dicta·
Gcnórico /Jay horizortolldod, poro os oigo que ost6 ceseparo- torlal. 8. Sociología 8.1 Es muy sorprendente que el triunfo
ciendo. Consiste en historia que no se ha oorraoo aún. o bien dij la Ciuuad G<¡mirica nu l·aya win~idido con ijl triunfo \Jij la
en enclaves de estilo Tudor que se multiplican en torno al cen- sociologla. disciplina 01Jyo «campo• se ha extendido gracias a
tm co~ emhlemas recién acunados de ta consawaclón.6.14 la Ciudad Genérica 111ás alié de su imag•nación más desatada.
Por Irónico que parezca, aunque la Ciudad Genérica sea nueva La Ciudad Genérica es sociologia. acon:ecimiento. Cada
en si, esta rodeada de una constelación de Nuevas Ciudades: Ciudad Genérica es una bandeja de cultivo, o una piza·ra con
las Nuevas Ciudades son como los anillos de los años. De uno una paciencia int nita en la que casi todas las hipótesis pueden
u otro m0<:0, las Nuevas Ciudades envejecen muy réoldamer- «cemostrarse» y después borrarse. para no reverberar nunca
te. del mismo modo en que u11 niño de cinco años puede de· masen la mente de sus autores o de su público. 8.2 Está daro
sarrollar arrugas y artritis como oonsecuencia de una enferme- que hay una proliferación de comunidades -un zapeo socioló-
dad llamada progeria. 6.15 La Ciudad Genérica presenta la gico- que se resiste a una sola in:erpretación absoluta. La
muerte final de la planificación. ¿Por qué? No porque no está Ciudad Genérica está affoíando la estructura que antes mante-
planificada; de hecho, enormes universos complementarios de nra todo Jni:lo. 8.3 Aunque nfinitamente paciente, la Ciudad
burócratas y ccntratistas encauzan ffujos inimaginables de Genérica resiste lambién firmemente a la especulación:
energla y dinero en su ·ealización. Por el mismo dinero. sus lla- demuestra que la sociología puede ser el peor sistema para
nuras pueden fertilizarse con diamantes. pavimentarse sus captar Ja sociologla en potencia. Desmonta cuanta crlüca se le
campos embarrados con adoquines de oro... Pero su descubr- hace. Aporta enormes cantidades do pruebas a favor y en
miento mas peligroso y mas estimulante es que la planificación cantidades aún mas impresionantes- en contra de cada hipó·
no cambia nada en absoluto. Los edificios se pueden constru r tesis. En la torre A, los blocues llevan al suicidio. en la B a la
bien (una íorre junto a una boca de metro) o mal (centrossitua- felicidad posterior. En la C se perciben como un primer paso
dos a kilómetros de cualquier carretera). Florecen/marchitan de hacia la emancípaoón (µres•Jrniblernente, sin embargu, bajo
modo imprevisible. Las redes se extienden demasiado. enveje-
La Ciudad Ger.érica

algún <ipo de «ccaccón-). en la D se perecen simplemente pasado en un único complejo. La historia vuelve, no corno
como pasados de moda. En la K están construidos en cantida- farsa, sino corno servicio: comen;iantP.s d.sfrazados (somhre·
des ini111oginablos, en lo L están despiezados. El nivel do crea- r·JS raros. trajes gastados, velos) ponen en escena las condi-
lividad es ine9licablemente alto en a E, irexistente en la F. La ciones (esdavitud, !irania. enfermedad, pobreza, colcnia) para
Ges un mosaico étnicos 'n fisuras, la H está siempre a merced abolir los cuales su país fue a lo guerra. Como un virus dupli-
del separatismo, si no al borde de la guerrd ci·1i. El modelo Y cado, por todo el mundo lo colonial parece ser la única fuente
nunca durará, porque está desnaturalizando la estructura rami- inagolabl~ de autenticidad. 9.6 Calle 42: aparenlerne111e. los
llar, pero Z fforece -paíabra que ningún académico aplicaría lugares donde el pasado se conserva son de hecho los luga•es
jamás a ninguna acti•1idad de la Ciudad Genérico- debido a donde más ha carrbiado el pasado, donde está más distante
ello. La religión está corroíca en la V, sobrevive en la W, se -como visto por et extremo equivocadode un telescopio-, o
transmuta en la X. 8.4 Au~que parezca extraño, nadie na pen- Incluso está lota mente eliminado, 9.7 Sólo el recuerdo de anti·
sado que las contradicciones sin fin de esas interpretaciones guos excesos es lo suficientemente fuerte para acusar lo
demuestran cada vez mas la riqueza de la Ciudad Genér ca: suave. Como si trataran de calen:arse al calor de un volcán
ésa es la hipótesis que se ha eliminado de antemano. 9. Inactivo, los lugares mas populares (con turistas, y en la Ciudad
Barrios 9.1 Siempre hay 11n harrio llamado Buenas Palahra$, Genérica el término incluye a todo el mundo) son los que en
otro tiempo estuvieron más intensamente relacionados cor el
donde se guarda un mínimo del pasado: normalmente suele
sexo y la conducta licenciosa. Los inocentes invaden tos luga·
tener un viejo trenhranvia o euíooüs de dos pisos dis<mriendo
res antes frecuentados por proxenetas, prositutas, camellos.
por ét, haciendo sonar campanas siniestras, versiones domes-
putas. traveslfs y, en menor grado. artistas. Paradójicamente.
ticadas del buque fantasma del Holandés Errarte. Sus cabinas
en el mismo Instante en que las autopistas de la Información
de teléfono son rojas y transplantadas de Londres. o bien lle·
están a punto de suministrar pornografia cor camiones hasta
van pequenos tejados chinos. Buenas Palabras -también lla·
sus salas de estar, es como si la experiencia de caminar sobre
mado Ocurrencia Ta·dia, Muelles, Demasiado Tarde, Calle 42,
los rescoldos recalentados de la lnlsgreslón y el pecado los
slmptamanta al Villaga, o incluso Metro- as una elaborada ope-
hiciora sonursc cspccaos. vívos. En una época que no gono-
ración mitico: coloora ol pasado como s61o puedo hocono oigo
ra nuevos amblen:es, el valor del ambiente establecido se pone
recién concebido. Es una máqu,na. 9.2 La Ciudad Genérica por tas nubes. ¿Sera que ca-nlnar sobre esas cenizas es lo
18
tuvo una vez un pasado. Llevada por su ambición de prestigio, más que pueden acercarse e la culpabilidad? ¿Existencialismo
grandes secciones suyas desaparecieron de algún modo, prl-
dil1Jido hasta lograr la intensidad de una Perrier? 9.8 Cada
mero sin que nadie lo lamentara -aparentemente, el pasado
Ciudad Genérica tiene unos muelles, no necesanamente con
fue sorprendentemente antihigiénico, incluso peligroso-: des·
oguo paocon sor con dosiorto, por ojompio , poro al menos
puós, sin previo aviso, ol alivio se volvió posar. Ciortos profotll.s
con un borde, donde uno entra en contacto con otras ci>cuns·
-con larqo pelo blanco, calcetines Rrises y sandalias· hablan
tandas. como si una posición de librarse por los pelos fuera la
advertido siempre de que el pasado era algo necesario. un
mejor garantia de su disfrute. Aqui, los turistas se congregan
recurso. Lentamente,la maquina destructora se detiene con un
en manada en torno a un grupo óe puestos. Hordas de «Ven-
chirrido; algunos cuchilliles ele;¡ldos al azar en el plano eucll·
dedores ambulantes• tratan de vende~es los aspectos «Singu·
deo blanqueado son protegidos y devueltos a un esplendor que
lares> de la ciudad. Las parles singJlares de todas las
nunca conocieron... 9.3 A pesar de su ausenoa. la historia es
Ciudades Genéricas han creado en comunión un scuve11ír uni-
la preocupación orhdpal, incluso la actividad princ pal de la versal, cruce científico entre la Torre Eiffel, el Sacre Coeur y la
Ciudad Genérica. En el suelo liberado, en torno a los cucbitt- Estatua de la Libertad: un edificio atto (normalmente entre 200
les restaurados, se construyen más ho:eles aún para recibir y 300 metrosi metido en una pequeña bola de cristal con nieve
mas y más tarístas en proporción directa al berrado del pasa- o. si está cerca del ecracor. copos de oro: diarios con cubier-
do. Su desapariciónno tiene ninguna influencia en las citras de tas de cuero picadas de viruelas; sandalias hippies, aunque los
aquellos, o tal vez se trata sólo de la prisa de última hora. El hippies de verdad son répidamente repatriados. los turistas las
turismo es ahora independiente del destino ... 9.4 En lugar de acarician -nadie ha sido jamás testigo de una venta- y des-
recuerdos concretos. las asociaciones que moviliza la Ciudad pués se sientan en los restaurantes exóticos que se suceden a
Genérir.a son recuerdos genel(lles, rP.r.11erdosde recuerdos: ya lo largo de los muelles: alli se experimenta con toda la gama de
que no todos los recuerdosa la vez, si al menos un recuerdo la gastronomia actual: pic¡¡nfe: pernera Indicación, y quizá defi-
abstracto simbólico, un deja vu que jamas terrnina, un recuer- nitivamente la más fiable, de esfar en otro lugar; empanada: de
do genérico. 9.5 A pesar de su presencia fisica modesta (en buey o s'nl€litAl; m:da: práctica atávica que va a ser muy popu-
Buenas Palabras las casas no tienen más de tres pisos: lar en el tercer milenio. 9.9 Las gambas son el aperitivo defini-
¿homena.e al'lenganza de Jane Jacobs?). condensa todo el tivo. Grocias o la simplificación de la caecna alimentoria y las
vicisitudes de ta preparacón-, saben igual que los bollos ingle· hay una media de 27 versiones Fracasadas por cada esuucu-
ses, es decir, a nada. 10. Programa 10.1 Las oficinas siguen ra rp,¡ilizada -pero ese oo es el tl!1111ino exacto-. Se elahoran
ahí, de hochc hay cada voz más. La gente dice que ya no so1 en los 10.000 estudios de arquitectura de los que nadie ha oído
necesanas. Dentro de cinco o diez años, todos trabajaremos hablar, todos ellos vibrantes de fresca inspiracién.
en casa. Pe'O entonces necesitaremos casas mayores, lo sufí- Presumiblemente más modestos que sus colegas famosos,
cienlemenle gr<mde~ corno para poder hacer reuniones en esos estooos estén unidos por una cor ciencia colectiva de que
ellas. Las oficinas tendrán que convertirse en viviendas. 10.2 algo va mal con Jna arquitectura que solamente puede rect fi.
La única actividad es hacer compras. Pero ¿por qué no cons- carse mediante sus esfuerzos. El poder de las cfras les da una
derar el hacer compras como algo temporal, provisional? arrogancia espléndida, reluciente. Sen los que dlsenan sin
Espera a tiempos mejores. Es culpa nuestra, por no haber per- dudar. Acaparan, con feroz precisión, procedentes de mu y una
sado en algo mejor que hacer. Esos mismos espacios inunda- fuentes. mas riquezas que tas que pudiera amasar cualquier
dos con otros programas -bibliotecas, baños públicos, univer- genio. Por térmho medio, su educación ha costado 30.000
sidades- serian algo magnmoo; nos quedarlamos Impresiona- dólares, sin contar el trarsporte y alojamiento. El 23% nan sido
dos por su grandeza. 10.3 los hcteles se están convirtiendo blanqueados en universidades de la American lvy League,
en el alojamiento genérico de la Ciudad Genel'ica, SJ bloque donde han estado expuestos -certo es Que durante periodos
edificado más comen. Antes lo solla ser la oficina, lo que al cortos- a la bien pagada élite de la otra profesión. la «Oficial».
De ello resulta que una in•iersíón combinada total de nesoen-
menos Implicaba un ir y venir, suoonencc la existencia de otros
alejamientos Importantes en otros lugares. Los hoteles son tos mil millones de dólares (300.000,000.000 $1 en formación
ahora contenedoresque, por la expansión y perfecciónce sus de arquitectos [es decir, 30.000 S (OOSte medio) X 100 {media
instalaciones, hacen innecesartos casi todos tos demás edifi· de trabajadores por estudio) x 100.000 (número de es~Jdios en
todo el mundo)] está funcionando y produciendo Ciudades
dos. Aunque func.ionen también como centros comerciales,
son lo más cercanoque tenemos a la existencia urbana, al est- Genéricas en cualquier momento. 11.4 Los edificios de formas
to del siglo XXI. 10.4 El hotel trae consigo ahora prisión, arres- r.nmptejas dApenrten de la industria dAI mum-oorñna, rtA arthe·
to domlr,lllar o voluntario: no quMa nlng(Jr otro lugar dA la r.om- sivos y agentes selladores cada vez más eficaces, que írans-
pe:encia al que ir; llegas y te quedas. Describe cada vez más a forman cada edificio en una mezcla de camisa d& f~erza y
una ciudad de diez millones, todos ellos enoorrados en sus cámara de oxigeno. La utilización de silicona «sstarrcs estl· 79
l\abitoc onos, 0.190 o.si como ol reverso do lo onimaci6n: lo den- rondo lo fachado todo lo que cocemos» na oplanndo todas las
fachadas. ha pegado cristal a piedra. a acero. a cemento, en
sidad implosionaca. 11. Arquitectura 11.1 Cerremos los
una Impureza propia de la edad espacial. Esas conexiones
ojos e Imaginemos una explosión de color beige. En su eplcen· yuar\lan la apariencia del rigor intijl41Clual rnedianl11 la aplica·
tro aparAr.e Al r.olor dA íos lahlos vaginales (Rln Axcltar), un
ción generosa de un compuesto transparente espermétlco que
berenjena mate-metalice, caqui-tabaco, calabaza porvorlenta: mantiene todo jJnto por intención más que por dlse~o. un triun-
todos los coches camino de la blancura nupcial ... 11.2 En la fo de la cola sobre la integridad de los materlaies. Como todo
Ciudad Genérica hay edificios interesantes y aburridos, como lo demás en la Ciudad Genérica, su arquitectura es lo resisten·
en todas las ciudades. Ambos tipos se remontan a los tiem~os te hecho maleable, una epidemia de rendimiento, ya no
de Mies van der Rohe: la primera categoria, a su Irregular Torre mediante la aplicación del principio, sino mediante la sistem6ti·
Friedrtchstadt (1921 ), la se~unda a las cajas que concibió no ca aplicación de lo tallo de prinopios. 11.5 Corno ta Ciudad
mucho después. Esa secuencia es impor1ante: evidentemente,
Genérica es en su mayorla asiática, su arqutectura lleva gene-
después de cierta experimentación inicial. Mies cambió de opi- ralmente aire acondicionado: aqut es donde la paradoja del
nión de una vez por todas y se puso en contra del interés y a
reciente cambio de paradigma -la ciudad no representa ya el
favor del aburrimiento. Como mucho, sus últimos edificios cap· máximo desarrollo, sino algo q~e hace frontera con el subdesa-
tan el espfrit~ de su obra temprana -¿sublimado. reprimido?- rrollo- se agudiza: los medios brutales por los que se logra el
como una ausencia más o menos notable. pero nunca volvió a acondicionamiento de aire universal imita en el in:erior del edi·
proponer proyectos ~interesantes» para posibles edificios. La
licio las condiciones climáticas que una vez «Se daban» en el
Ciudad Genérica demuestra que estaba equivocado: sus arqe- exterior: tormentas repentinas, mini-tornados, rachas heladas
tectos mas atrevidos han aceptado el reto que Mies abandonó, en la cafetería, olas de calor, incluso niebla. Un provincialismo
basta el extremo de que ahora es difícil oncon1rar una caja. de lo mecánico, abandonado por la materia gris encaminada
Aunque parezca irónico, ese homenaje al Mies interesante
hacia la electrónica. ¿Incompetencia o imaginación? 11.6 La
muestra que <el• Mies estaba equivocado. 11.3 La arcuaeciu-
ironia consiste en que, a su manera, la Ciudad GenériGa pre·
ra de la Ciudad Genérir,¡i es hella por ciefinición. Construlría a senta en su lado mas subversivo, lo más ideológico: eleva la
velocidad increible, y concebida a un ritmo más rncreible aún,
rrediocridad a un nivel superior: es como el Men~u de Kurt
La Ciudad Ger.érica

Schwitters a escala ciudad: la Ciudad Genénca es una Merz· destino definitivo es ser tropical. con mejor clima y gente más
Ciudad. 11.7 El angu o de las faenadas es el único indice tia· guapa. La habitan aquellos a quienes no gusta vivir en otra
ble del genio arquitectónico: 3 puntos para las inclinadas hacia parte. 12.2 En la Ciudad Genérica, la gente no es sólo mas
atrás, 12 ountos para las Inclinadas hacia delante, 2 puntos de guapa que sus semejantes, tienen fama también ce ser más
casligo para los retranqJeos (demasiado nostálgicos). 11.8 La ecuánimes, menos preocupados por el trabajo, menos hostiles,
sustancia aparentemerte sólida de la Ciudad Generica es riás agrndables: prueba. dichu en otras palabrds, da que hay
engañosa. El 51% de su volumen consiste en atños. El atrio es una conexión entre arquitectura y comportamiento, que la ciu·
un artefacto diabólico porque es capaz de dar sustancia a lo dad puede producir gente mejor mediante métodos por el
insustancial. Su nombre romano es garantla eterna de su clase momento desconocidos. 12.3 Una de as características más
arquítectónca, sus ortcenes históricos hacen que el tema sea potentes de la Ciudad Genérica es la estabilidad de su clima
inagotable. Acomoda al habitante rupestre en su infatigobte -sin estaciones, vistas soleacas-, pero todos los pronósticos
sumlnislro rtA r.nmndidart meíropoñtana. 11.9 El atrio AS Aspa· se presenlao en terminos de cambio inminente y futuro deterio·
cio vacío; os vacíos son el bloque edificado esencial de la ro: nubes sobre Karachl. La cuestión del fcnesto destino se ha
Ciudad Genérica. Paradójicamente. su vaciedad asegura su desplazado de lo ético y relisloso al dominio Ineludible de lo
propia ñsicidad, e inflar el volunen es el único prelexto para su meteorológico. El mal tiempo es casi la única preocupación que
manifesiación flslca. Cuanto más acabados y repetitivos son se cierne sobre la Ciudad Genérica. 13. Identidad 13.1 Hay
sus Interiores, menos se nota su repetlclM esencial. 11.1 O El una redundancia calculada (?) en la icorografia adoptada por
estilo de elección es posmoderno, y lo s¡¡guirá siendo siempre. la Ciudad Genérica. Si está de cara al mar, entonces se distrl·
La posmodernidad as el linico movimiento que ha logrado buyen por lodo su territorio simbolos basados en el agua. Si es
conectar la ~ractlca de la arquitectura con la practica del pánl· un puerto, entonces aparecerán lejos, en el nterior, barcos y
co. La posmooemidad no es una doct.-ina besada en una lectu· gruas (no obstante, mostrar los propios con1e1edor0s no sería
ra sumamanla civili¿ada <.fa la hisloria <.fa la arquiladura, sino lógico: no se puede particularizar lo genérico medianle lo
un método. una conversión en la arquitectura profesional que Genérico). SI es asiática, entcncas aparecen mujeres •dellca·
prnrtur.A resultados a la vAlor.ldad ~uflrJAntA para no quertar das• (sensuales, inescrutables) en poses elásticas, sugiriendo
rezagada en el crecimiento de la Ciudad Genérica. En lugar de sumisión (religiosa, sexual) en todas parles. Si 1Je11Y un monla,
80 conciencia, como podrían haber esperado sus inventores origi· entonces cada roneto, cada meno. cada billele. cada cartelera
naícs, croo un nuevo lnconsclonto. Es oigo osf como el pinche lnslstlra en a colina, como si nada que esté por debajo de una
de la moderrizaci61. Cualquiera puede hacerlo: un rascacielos tautología sin fisuras pueda convencer. Su identicad es como
basado en la pago:!a china y/o una ciudad toscana sobre una un mantra. 14. Historia 14.1 El pesar por la ausencia de hls·
loma. 11.11 Toda resistencia al posmodernlsmo es antdemo- torla es un reflejo agotador. Expone un consenso tácito sobre
erasca Crea un envoltorio .furtivo» en tomo a ta arquitectura la prti:;4111cia desaablY ce la hislona. Peru ¿~uié11 <.fice 4utt lo
que la hace Irresistible, como un regalo de Navidad proceden· sea? Una ciudad es un plano ~abitado del modo más et caz por
fe de la caridad. 11.12 ¿Existe alguna conexión enre la predo- gente y procesos, y, en ta mayorla de los casos. la presencia
minancia del esoejo en la Ciudad Genérica -¿es para celebrar de la historio no hoce más que omlnoror su rendimiento... 14.2
la lnslgnl'lcancla mediante su mJltlplicaclón, o un esfuerzo La historia actual obstruye la pura explotación de su valor teo-
desesperado por captar esencias que están a p~nto de evapo- rico como ausencia. 14.3 A lo largo de la historia de la huma·
rarse?- y los «obseqoios» que. durante siglos, se suponía que nidad -por empezar un párrafo al estilo norteamericano- las
Iban a ser el regalo más copular y eficaz para los salvajes? ciudades han crecido por un proceso de consolidación. Los
11.13 Méximo Gor1ó ~abla sobre Ccney sland de «aburnmen- cambios se hacen en el momenlo. Las cosas mejoran. Las cul·
to variado». Está claro que trata el término como un oximorón. luras fforecen, decaen, reviven, deseparece-i, son saqueadas,
La variedad no puede ser aburrida. El aburrimiento no puede invad das. humilladas. viclacas. triunfan. renacen. tienen eda-
ser variado. Pero la infinita variedad de la Ciudad Genérica se des de oro. callan de repente... y lodo en el mismo lugar. Por
acerca, al manos, a hacer de la variedad algo nonnal, banali· eso es la arqueologia una profesión de excavar. expone capa
zado. en una inversión de la expectanva: es la repetición lo que tras capa de civilización (es decír, ciudad). La Ciudad Genérica.
se ha convertido en algo inusual. y por lo tanto potencialmenle igual que un sketch que nunca se explica, no mejora, sino que
atrevido. estimulante. "ero eso es para el siglo XXI. 12. se abandona. La idea de cslrotificación. intensificación o con-
Geografía 12.1 La Ciudad Genérica se encuentra en un dusión le son ajenas: no tiene capas. Su próxima capa tiene
clima más cálido de lo habitual; se desplaza hacia el sur -hacía lugar en otra parte. bien al lado -puede ser del tamaño de un
el ecuador-, alej¿ndose del desorden creado por el norte en el pais- o incluso en un lugar totalmente apartado. Lo erqueolo-
segundo milenio. Es un coneepío en estado de migración. Su gal (= a~~ueoloyía con más inlerprelacion) del ~iglo XX necesi-
ta billetes de avión ilimitados, no una pala. 14.4 Al visiblemente agitados reroceoen vacilantes: el observador no
expor.arlaxpulsarsus Mejoras, la Ciudad Genérica p01petúa SJ registra ya solamente a s!lres humanos, sino que empieza a
propio amnesia (¿su único vlncu o con la eternidad?). Por advertir espacios entre ellos. El centro se vacía: las Jltimas
tanto, su arqueología será la prueba de su olvido progresivo, la sombras desaparecen del rectángulo del fotograma, probable-
documentación de su evaporación. Su genio estará con las mente entre qJejas, pero por suerte no los olmos. El silencio se
manos vacías: no será un emperador desnudo, sino un arqueó- ve ahora re'orzaoo poi el vaclo: la imagen muestra puestos
logo sin descubrimientos. o incluso sin yacimiento. 15. vacíos, al¡;unos restos aplastadcs bajo los pies. Alivio ... se
Infraestructura 15.1 las infraes:ructuras. que se reforza- acabó. Esa es la historia de la ciuda.d. La ciudad ya no existe.
ban y totalizaban rnutuamente, se están haciendo cada vez Ya podemos salir del cine ...
más competitivas y locales; ya no pretenden crear totalidades
que funcionen. sino que ahora despliegan entidades funciona-
les. En lugar de red y organismo, la nueva infraestructura crea
enclave y atolladero: ya no crea el grand récit. sino el desvíe
parasitario (la ciudad de Bangkok ha aprobaco planes para tres
sistemas de metro elevado para ir de A a B; que gane el mejor).
15.2 La infraestructura no es ya uoa respuesta más o menos
retrasada a una necesidad más o menos urgente, sino un arma
estratégica, una predicción: el puerto X no se amplia para pres-
tar sel'lllclo a un mercado interior de consumidores frenéticos,
sino para acabar con o reducir las posibilidades de que el puer-
to Y sobre•1iva al síglo XXI. En una sola isla, a la metrópolis del
sur Z, aún en su inl<1ncia, se le «d¡j» un nuevo sistema de
metro para Que la metr®oll asentaca del norte w parezca
torpe, r.ongeRtlonada y anticuarla. La vida en V se har.e más
fácil para lograr que la vida en U llegue a ser insoportable. 16.
81
Cultura 16.1 Sólo cuenta lo redu1dante. 16.2 En ::ada zona
horarta, hay al mAnOR tres represen1ar.lonAs rle GRIS. El mundo
esta rodeado de un anillo de Saturno de maullidos. 16.3 La clu·
dad solla ser el gran territorio de caza sexual. La Ciudad
Genérica es como Jna agencia ce citas: adecua eficazmente
ofer1ay demanda. Orgasmo en vez de agonla: he ahí el progre-
so. Las poslb lldades más obscenas se anuncian en la tipogra-
fía más limpia; el tipo Helvética se ha hecho pornográfico. 17.
Fin 17.1 tmag nemos una película de Holly.vood sobre la
Biblia. Una ciudad, en alguna partede Tierra Santa. Escena de
mercado: por todas partes hay extras cubiertos con trapos de
colores, pieles. ·opajes de seda. enllan en escena gritando,
geslioulando. ponen los ojos en blanco. e'npiezan peleas. se
rien, se rascan la barba. con ta cola de las pelucas goteando,
se apiñan en el centro de la imager blandiendo pa os, puños
cerrados. derlibando puestos, aplastando animales ... La gente
gri:a. ¿Para vender cosas? ¿Para revelar el futuro? ¿Para ínvo-
car a los dioses? Se roban bolsas de dinero. la muchedumbre
persigue a los delincuentes (¿o los syuda?). Los sacerdotes
oran pidiendo calma. Los nilios se vuelven leeos entre la male-
za de piernas y ropajes. Les animales rugen. Las sstauas se
vienen abajo. Las mujores chillon, ¿amenazadas?. ¿en éxta-
sis? La masa agitada se transforma en oceánica. Rompen las
olas. Ahora quitemos el sonido -silencio, un alivio bienveoido-
y veamus a película al rn·1<ls. Hombres y rnojerns mudos pero
No caos, sino muros: el pos!modemós.w y la ciudad com.oar!imentada

Peter Marcuse es profesor de Planeamiento Urbano en la


Universidad de Columbia. en Nueva Yol1<. formado como aboqadc.
inicialmente. y es~ecializaco después en los estudios umanos en tas
universidades de Yale y Cal~ornia (Berkeley), su dilatada vida profe·
sional y !'Cadémica ha tenido en la atención a las cuestiones de la
vivienda urbana. ce la gestión y efectos del planeamiento urtlano. o
de las impl caciones sociales del desarrollo urbano. una referencia
permanente. Ha acnaco como ccnsullor de numerosas instituciones
y órganos adm•n strativos. es mienbro de desjacadcs comités y orga.
nizaciones que le1en a las cuestiones urbanas como fundamento> y
h• sido profesor invitado de van•~ uni,oarsidades de ~F..tJU .. Canadá
y diversos paises centroeuropeos. partlcular'llente de Alemania.
Forma parte del consejo de redaccion de renombradas revistas espe-
citt!ílGlda:>, vehicu1:.> a lravés del cu<tl ha Ui'uudidocon "'iter<:1ció11sus
estudios y opiniones expertos. aue·nas ~e ~r ~Jlor de librw divor·
5'JS,

Entre S• producción mas reciente se encuentra el articulo publicado


en 1995 ''Noi Cllaoo. but 'N911s .• ·;en el que la perspectiva del oonflic·
lo social en la cludod contolT•PJtónco so prcscnia desde un pu11o do
visra oan slgnl'iC1JGión ffslC!l que ofrece una visión de as~acial interés.

83

NO CAOS, SINO MUROS: EL POSTMODERNISMO Y LA CIUDAD COMPARTIMENTADA'


Peter Marcuse

Una curlosa inversíOn ha tenido lugar en la teorra urtiana corporada en si misma. por ello puede ser usada para Impreg-
actual. Si la historia de las ciudades modernas ha sido una ten- nar oon el pincel de 'teorta grandiosa· y de 'ideolcgía de pro·
tativa de imponer orden sobre el caos aparente, que es el resu • greso" el argumento de que las e udades pueden ser mejor
lado singular del impacto del cap•talis'110 sobre la forma urtla· hechas, lugares más humanos para vivir, con los ir1slrumentos
na. una prueba que Marshall Serman (1982) considera como de la acción intencionada y de la planificación pública.2
característica definidora del modernismo.' por el contrario lo
que esté sucediendo hoy puede ser considerado el ensayo por La invers ón es un reflejo de la practica y defiende la oractca.
imponer caos al orden, un intento por cubrir con una capa de Un ejemplo perfecto es el ruevo pla1 de la Ciudad de Nueva
anarquía pl!rotipli~ll! (y visual) un urdt!n cada Vl!t más domi- York para la "rehabilitación' de Times Squara,:iel cual Intenta
nantA e intruso (para ser mas ASpAcffico, cuhrir un patrón cada "producir una calle que parece no planeada". con la ayuda de
vez mas dominante de relaciones. erárquicas entre la población un equipo numeroso y sofisticado de urbanistas y arquitectos.
y los órdenes del espacio de la ciudad, reflejando y reforzando Comenla l!I crilico de ar4uilecturd del New York Tirnes: 'el plan
ese patrón jerárquioo con una capa de aleatoriedad calculada). Podria pasar fácilmente por una anticipación apocallpt ca de lo
La inversión tiene una tendencia claramente conservadora in·
2 \lt.e!•lo sobre este pt.l'l:oal ~nal .je! ensajc,
• Tr;>duddo del GJrigil\al publUld:) en 1994 en' '1'1abe11. S., Giboon, K. (ocs.). :! El pl('u 101;1 (f.isnmillaiJ~conn .mi;t 1~1;iün <1 u11 l><1d)!; ~0:111ürniv.) 1-m 1t! 111;? <:.,_
0

Postrr.co'C'JJ~C.itiosrindS,roccs.CJm!Jidgc. Mass.. Blac<\'1011. pp. 243-254. do que, ptiJ lo 't'&to solo ~fllp:>~1U?"t&. fnpi1.ó 1.ra pto:luifs~a pt113 QuY c.atrc
1 Tantoel ténniro "moderno·corre a ''Jcsmooemo·sonhuidizos:caea uooh8. sido terosde o-'ido;n do gran ·)x1o fucral o::nstruijJsen e !ugor. pero !e que es tem-
ut iza:b ~...;r.:i .:ib<ll'!'.'..:lrunai tiendanr.it,1 (11 c:sc;10> y<' l=i lri'JgmP.nt¡¡f.ión ('lé;ii;¡?,por ejem- porar bie'1 p.. ede cambiar a ser perna:tente. '/ el enfoque te se ref e:abaen las
plu, \','il;;oo~991). ~"''º l<'I b1t1:1010 dl> h1po!'!EI(c11J$O sobre él eses ~~ ciérfA'l)!?'ll!O> rli1P.tlrir:es ft?.nl IM h::rffis rtR oficin{'s P:1rl'I \.10:1 disr:J~Qn rle l:J~ p::lilim~ rlP. I~
un 1as;i:> del mo:ü'J1is1io.ror..huad:> en 9'M nedida.porcl posrr.odcmisrnc. S !IJiidf.11\ \'(\li$íl F;tiO$l!Hl 199J.
No caos, sino muros: el posrmooemismo y la ciudad comparlimenlada

que parecerfan las cosas si todos los espacios públicos sucurn- lo ellos utilizan: pero su particular ubicación en una ciudad, y su
hieran a la privatización".' Tales esfuer.¡ru> pueden ser inlerpre· exclusión de oíros usos no competitivos en sus cercanías.
lados facilmente como un intento por u:ihzar los recursos post- puede reftejar más bien valoraciones sociales que de eficiencia
modernos para derrotar al 'proyecto del modernismo', reftejan· o difícilmen:e económicas (producciór y distribución de bienes
do tanto un cstoerzodirecto por defender disimulandc un orden y servicios).
predominante, como un temor mas profundo acerca de la ines·
labilidad Inherente a ese orden. Una preocupación urgente por En este ensayo quiero centrarme en las divisiones sociales.
solidificar el caos renombrilndolocomo un orden desordenado, aunque pretendo hacer alQuna referenciaa las relaciones de
para que asr pueda ser adecuadamente amortizado, se oomoí- esas divisiones sociales con la organización económica de ta
na oon una esperanza más profurda y patética de que lo que ciudad. Quiero utilizar mures -limites, particiones. fronteras.
hoy es "sólido" en realidad no se "desvanecerá en el aire" por transiciones- a la vez como una corporeidad y una metáfora
temor a que rada igualmente valorado vaya a sustituirlo. Es, para la naturaleza de es:as divisiones sociales, muros como
por tanto, una práctica reaccionaria, en el sentido peyorativode renexión y como ret•erio, al misino tiempo, de las divisiones.
ese término, utilizar las metas del mercado privado para esta- La tendencia que revela tal investigación es creo, lamentable:
blecer objetivos públicos, esperando utilizar instrumentalizaclo· Una creciente división social. según lineas cada vez más acu·
nes públices para la apo:eosis del beneiclo privado. Y el le1- sadas aunque de doble filo y en consecuencia ambiguas, ocut-
guaje utilizado para jJstificarlo habla del deseo de lo no provee- ta, a menudo en espacios aparentemente caóticos o 'nahra-
lado, de lo espcntáneo, de lo desordenado. les", divisiones jerárquicasen su naturaleza y de severidad ere·
ciente en su impacto. Obviamente la discusién completa no
Pero ni las ciudades ni los lugares en si mismos están desor- puede ser abordada aquí; solo espero presentar un esquema
denados, no planiflcacos: la OJestlón es solamente el orden de coherentesobre el tema. Al final, trataré de extraer del Mállsis
quién, el planeamiento de quién, con que ~ropósito, en el lnte· algunas conclusiones sobre pol'ticas de acción.
rés de quién. Estas cuestiones no son féclles de responder.
Pero eso no significa que no tengan respuesta. El mercado Resumiré la ciudad como lo ha sido parcialmente por algún
tiene un urden ~si 001110 el est~<Ju, las rel~t:iunes sociales tiempo y está llegando a ser cada vez más por completo:
constituyen un orden al Igual que las económicas. A menudo P~race caótica y astil lragmanl~dH, pero de~ajo dijl caos h~y
84
6rc1AnM dlfArAntAs Antron en conmr.tn. se cnnlradlcen Anl~ Ordenes; la fragmentación no es aleatoria. Está dividida. pero
ellos, cambian sus pairares, rompen sus moldes, y las críticas no es dual o Ilimitadamente plural. Hablar de q11srteredclty.> o
a una teorla demasiado simplificada y a las representaciones ciudad partida en cinco porciones, es una definición que res·
do un único orcen lógico poro el ospacio do los ci~dodos ostán pande mejor a la realidad. Sus barrios están amurallados a ta
bien justificadas. Sin enbargo, el esfuerzo por entender y por voz hacia adentro y hacia afuero, pero los muros no dcscmpc-
cambiar, no solo por describir, los patrones espaciales en las nan un papel similar en todos los barrios. De este modo, cada
ciudades sigue siendo una tarea fundamental de ta teoria urba- barrio está separado da los otros. pero aun asl cada uno de
na. ellos se relaciona íntimamente con todos los demás; son
mutuamente dependien1es. Mientras que los barrios son jerár-
Las ciudades están efectivamente integradas por partes, y lógi- quicos segun el poder y la riqueza de sus residentes, todos
camente esas partes estén conecadas ent·e si. AlgJnas divl- dependen de fuerzas que van mas alla de su control Individual.
siones en partes son funcionales; las partes de la ciud&d ulili- Solo una reestructuración de tas dinámicas subyacentes de la
zedas para el trarsporte, para las calles, no ~ueden ser usadas vida urbana, una reestructuración que neoesua ser local, pero
al mismo tiempo para v viendas, para edificios; las partes des· también nacional, y verdadera11ante internacional, puede cam-
tinadas a la industria niaoufacturera ruidosa o rociva no se biar este patrón de Vida urbana cada vez más antidemocrático.
prestan a acoger familias. Pero otras particiones de la dudad
solo reftejan (y refuerzan} las relaciones sociales qae produce Las causas de estos fenómenossor ccmplejas. pero no diffci-
el funcionamiento de la ciudad: la separación de las casas en les de resumir en términos generales. Las sociedades en las
serie de tipologla suburbana por calidad, prec o y nivel de tenla que viven nuestras ciudades son, y han sido por siglos, jeré.r-
no es una separación funcional sino social. que releja una con- quicas: las desigualdades entre sus residentes están reflejadas
secuencia jerárquica de una organización particular de funcio- en las desiguaJdades de los espacios que estos ocupan. Con la
nes. Y aun otras oarticiones reflejan alguna mezcla de ambas:
Ci~rlus usos de ulicinas pu~d~n HgruµHrs~ para cunseyuir eco- ~ El Mnr no ruot:ltto:lucido or. M.aro.r3C \ IOSCii. N;:, ¡:iuodo GOi' lúgl'.:;)tlC:litc p0f.o~
to. pero rr.o pa1e:cque es :i::n::piadarn"-<"l.:odcs:ripti•10.
nomlas de escala, para compartir insta aciones que ellos y so· (El autcr u:iliza esíe térsnino •1aliéndosedel do~ e Juepode significa.dosque en
ir¡}té~ se der-va de qv<lrler COA<: 'asrr o' )'di? 11:arffuf.dcono 'c-Jllrlead(I')
" The r1e1t· 'rb.•k Times. 19 de Se;itiembrede 1993. 33. ~~. deLJ
No caos, sino muros: el postmodemismo y la ciudad compa,1imentada

llegada del capital smo y de la revolución induslrial, esas reorientacíones pcliticas que han acompañado a estos cam-
desigualdades se concennaron cada vez más en las dudades. hios. El contexto en el qre estas nuevas tendencias locales y
El crecimiento de las industñas dio forma al paisaje físico de las nacionales se hacen realidad es también cuantitativarnene
ciudades, haciendo proli'erar barrios cereros cerca de las. nuevo: la iotemacionalizaciór de la actividad económ·ca y las
zonas industriales. separados do los lugares de residencia de posibilidades decrecientes dol control publico sobre ellas a
los ricos y de los sitios donde el comercio se dispuso. Los Ira· nivel nacional y local, en paralelo a la pérdida de signif·cado de
bajadores temporales y les éesempleados fueron relegados a las consideraciones locales e incluso nacionales para las deci-
los distritos decaídos de las afueras. El comercio crecieme y la siones de negocios.
lmpor.ancla progresiva de las finanzas dieron lugar al creci-
miento de los barrios de negocios, centradamente ubicados. Como resultado de las tendencias descritas anteriormente,
Eslas y otras tendencias relacionadas con ellas son cemasra- podemos encontrar, al menos en la gran ciudad tlp.ca de las
do conocidas como para necesilar repetirlas. urbes tecnológicamente desarrolladas de 1oy er día, un nuevo
rrodelo: cinco tipologias caracteristicas de barrio residencial.
Gran parle de lo que ha estado sucediendo en las ciudades en Mientras que caca tipo está representado en mulliples barrios,
los últimos veinte años es simplemente una extensión de estas proporcionando una apariencia fra~rrenlada similar a un
tendencias a lar~o plazo -protablemente más de lo que no- mosaico. esos barrios corresponden a un patrón ordenado que
sotros. a Quienes nos gusla la novedad y cobramos por explo· forma ciudades separadas pero lnterdependlentes dentro de la
rada, queramos admitir-. La división de las ciudades entre ciudad residencial:º
ricos y pobres ciertamente no es nada nuevo; Platón la cesen-
bió y la tomó como una parte Ineludible de la vida uroana nace • una ciudad dominante, con sus viviendas de lujo, que en rea·
más de dos mllenios.1 La relación espacial rlgldamente jerér- lldad no es parte de ta ciudad, sino que está constituida por
quca entre iglesia, señor, ciudad y campo en la época medie· enclaves o edificios aislados, ocupados por la parte mas alta de
val reftejaba claramente divisiones sociales. Pero las divisiones la Jerarqula económica. social y politica:
eran distimas a las que existen hoy en dla: las divisiones ectue-
les sa da·sarrollaron funuamanlalrnttnle con el origen del Clip· -una ciudad 'gentrilicada', ocupada por los grupos profesiona·
tallsmo Industria en el siglo XVIII. y se hicieron bastante vfsl· les directivos y técnicos, integrada por profesionales jóvenes o 85
lll~~ P.n Al siglo XIX. La rtP.Rr.rlpcit\n QUA rAall70 EngAIS rt~ maduros prósperos, sin hijos;
Manchester es, oon la única excepción del desarrollo de los
principales sectores de servicio y su reflejo fisioo en la eons- • una ciudad su bu roana. algunas veces de viviendas unlfamllla·
trvccfón do gron altura, notablomon:o c.plicablo ~oy on dlo.r Las res en la ciudad externa. otras veces de apartamentos cerca
relaciones básicas de clase. raza y género eran ciertamente del centro, ocupada por trabajadores cualificados, profesiona·
visibles ya desde entonces. les de nivel medio. runcionarlos superiores;
Pero mucho de todo esto es nuevo. El desarrollo del sector de • una oudac de barrios de vi•1iendas, alguna veces áreas uní-
tos servicios y los avances tecnológicos que hicieron poo1bles familíares baratas. frecuentemente de alquiler, ocupadas por
los rascacielos, el trá~oo masivo, y sus correspcnd entes trabajadores, adminis1rativos o artesanos. con los salarios más
influencias en la forma de la ciudad se remontan a los años de bajos, y generalmente (auncue sr menor proporción en los
ames del cambio de siglo. En el peñodo caracterizado algunas Estados Unidos) incluyAndo la vivlP.nda social ~senda!;
veces como postmodemo, que en cualquier caso comienza
alrededor de 1970, surgen otras caracterlsticas nuevas. • una ciudad abandonada, el resultado final de un proceso de
Resumidamente." incluyen el desplazamiento como mecenís- goteo, dejaca para les pobres, los Cesempleados, los exclui-
mo del cambio espacial; la intensidad de la fidelidad al dominio dos, donde en los Estados Unidos se ublcan con maycr fre·
territorial y de las luchas por el lugar uroano propio; la natura- cuencia los refugios de los sin-lecho.
leza y alcance de los sin-techo; la franqueza con la que el
g<>biemo apoya la maximizac16o de las demandas de la empre- Para ta mayor parte de la gente. el lugar en el que vive no tiene
sa prlvada sobre el suelo y la infraestructura de la ciudad; y las probabilidaóijs de ser (,tf mismo en el que trabaja. Mientrns que

s Ya te analizado e concepto de ·oue11e.red ·Z•l;,.en otros t=Jtctk-s (1989, 1~1).


6 Pll'ltón. rt.e R~;;t.·bíic.IV. 4228 \ira:!. cast: l.' Reptlt\'ictt Matfrkl.Alianza. 1988) ·ouR/tf:Jffltf &s; uli!iz.ado~nio en el sentidQ de 'di5añ"'ch;~ cip.r!eOOa''f da 'Miioif
Qe':¡o la refeifljno~ a Mii..~nk.q;i )' Ci'lslal::, •;199'·}. 1esidi:i11ti.tli:is: ASé(lC<i!rriAflle 'i'A'/ t~1.Alló de f!!il<:s bA11i1.1s flO e1t<;:)1'tt~1'<t<:iii?l(IS
7 P~ra uno dbW$..én adewada. ·; l(W OO'nj)trtci:X: C:.'lfl 01r;:;s cxplicv.:ii>X~ con. 11'..'.1$reos lhiiWJus ccr i'til'QJrt;) oonfi,;¡u1;)dén c$1KnJ;)I C:spucm~ un fu1aci[lo ooo
te-11po·tincas de las cOOadcs. in:itslriolcs. ingles3S, véase Maf'C'.:s ;1974). el Jgor ~r que viven. 'IOOsot:t1lb~1 Mcllcnk.opfy Cot.1clls('931;. cc¡::coolmentc
S P;¡ra ~1ni:i :~.st;Ji;i(:tlm~s oorn;~étA. \!P.Afle Mntt:usa ('~3. 355-XI. la ittlOOJoción)' cor-:lusión. 'j 1balock('19!7)
No caos, sino muros: el pos•moaemismo y la ciudad comparlimentada

las div sienes residenciales son semejantes en gran medida a dad Ubicaciones en el borde del cenro de la ouíac, como en
las profAsinnalP.s y sor.iales (Marr.use 19A9: Mollenkopf y Frankfurt, fuera dA este, oomo en La DilfensA de Paris o fuAra
Castells 1991 ), la ciudad económica no es congruente con la de Roma, o en los Dock!ands en Londres, C· desparramadas
ciudad residencial. Las líneas divisorias de los patrones espa- tanto en el interiJr cerno en el exterior de una ciudad con bue-
ciales de la actvdao económica definen áreas en las cuales nos transportes y corrunicacioncs, como en Amstcrdam. Los
trabaja gente de empleos, ciases y eetatus diversos en estre- factores sociales, d.e 'imagen", también jugaran un papel; la
cha proximidad. Sin embargo, si definiéramos las divisiones 'direcóón profesional" asi come la ubicación es importante
económicas de acuerdo a la actividad primaria qoe se está de- para los negocios. Ya sea en una sola ubcación o en varias en
sarrollando dentro de ellas, une podrla obtener nuevamenle una ciudad dada. de cualquier modo se prooccra uaa agrupa-
una división integrada por cuatro o cinco partes. ción muy marcada y la ciudad de los servicios avanzados seré
reconocible a simple v sta
La "ciudad que gobierna", la ciudad de las grandes decisiones,
incluye una red de torres de oficinas de gran allura, casas de La "ciudad de la producción directa" incluye no solo las manu-
piedra o mansiones antiguas en emplazamientos prestiglosoo, facturas, sino también el aspecto productivo de los servicios
y su ubicación esta cada vez menos circunscrita. lnclu•¡e yates avanzados, según expresión de sasua Sassen (1989), oficinas
para algunos, los asientos traseros de limusinas extralargas gubernamentales. las oficinas de apoyo de empresas princlpa·
para otros, aeroplanos y residencias dispersas para otros más. les, anexas o no a las oficinas centrales, ubicadas en agrupa·
Pero espacialmente no esta desarraigada. La ciudad que ciones y con aglomeraciones significativas, pero en variados
gobierna no eslá limílada espacialmente, aunque los lugares emplazamientos dentro de un area melropoll:ana. Variados,
donde se desarrollan sus actividades en distintos momentos efectivamente, pero no arbitrarios o caóticos: estén donde les
ciertamente están ubicados en algún sttlo. y mas protegidos clientes/consumidores (¡una dlcoto11ía lnteresantelj desean
por medio de muros, barreras y requisitos para acceder que entrar raplda y féicllmerte en contacto, las ubicaciones en la
cualquier otra parte de la ciudad. ciudad interna se prefieren (como en el valle industñal entre el
midiuwn dij Manhallan 1 ijl distri,o financiijru pa·a la lndu~tñl:I
No obstante. la ciudad que gobierna tiende a estar localizada de las artes gráficas, o entJe Chlnatown y el distrito ce la con·
en (la cima. fislr.a y Rimbt'lllr.amanta) IM csníros es RervlcloR facción para la prod11cr,lón tf!xtll, An la r.l11dad de Nu11va YorK).
86
avanzados de gran altura, porque los situados en la parte más
alta de la cadena de mando desean tener al menos a aquellos Loo emplazamientos serán distintos para la producción masiva.
quo ocupan al csceicn inforlor o mono y o sus órdcnos, y osl Aqui el patrón ha cambiado de manera impresionanle d&Sde el
sucede a medida que se desciende en la jerarqula."' Estas ubl- comienzo do la revolución lndus1riol. En un principio los fdbri-
caciones, donde quiera que se encuentren, &Stan unidas deci- cas estaban cerca del centro de la ciudad; ce hecho dirigieron
sivamente entre ellas a través de los canales de con1u~icación en gran medida el crecimiento de la e udad alrededor de ellas,
y transporte que les pelllllten una existencia aislada de todas como en las dudadas manufactureras de Nueva Inglaterra o
las demás partes de la ciudad, aunque depandlen1es de ellas. del midwest, o en las ciudades Industriales de Inglaterra. Pero
En ese sent do un 'espacio de los flujos", o un ·espacio del los métocos manulactureros más modernos requieren más
movimiento·, es, aunque metafórica, una exp'l!s1ón apropiada. espacio en planta. inmensaMente más. con aparcamientos
para el acceso rodado más que camros para los trabajado-es
La "ciudad de los servicios avanzados', de oficinas profesiona- que vengan a pie. y a muchas más operaciones se les acoge
les agrupadas estrechamente en los centros de las ciudades, internamente; de este modo, los costes del suelo adq.neren
con mueres servicios auxiliares en torres de oficinas de gran más importancia que las economfas locales de aglomeración,
altura, está pesadamente enredada en una extensa y tecnoló- y se prefiere!\ las ubicaciones rurales o suburbanas.
gicamente avanzada red de comunicaciones. E centro de los
rascacielos es el ~avon estereotlploo. pero no la única posibili· La "ciudad del lraba¡o no cualificado y de la economía infor-
mal", que incluye manulacturas a pequeña escala, almacenes,
·o N11f!!~l1~<1 ~11~1e\•i91'1~ ::l)n !('°'rP,~'1n~hlP.$ r;iP.I plAm•~liTIÍP.nln de l~s en·nocP.~ talleres de trabajadores explotados abusivamente, servicies de
l\Uif\'ª!:i torrei> <5ff 9ri::i11l:'s da yr<tn ~llu1¡¡ p;:1;i el &nK /ijr G1tu•11i,•1l'<ir1*-:fwi{~'
Frank"ufl rt'tclJroncuc loop'Of«>i:.'<lálés hobi;)o <:Cr'lduco qoo uriU !>l:~'Or.:Jdón 1Jc
consumo técnicamente no cualificados, industrias de inmigran-
funC'cncs. cen toscjcoJtr.•osde más.<i':onivelen d-ccntro de la duda'.1 pero tcdos tes, está relacionaca muy estrechamente con las ciudades de
bs de11é.s (M 12'5 ~cECiones Ce las ~ficinas de apoyo, era el rnodEiorrás efciei-.- la producción y de los servicios avanzados y por lo tanto ubica-
te p:;ri; el benco, l)e-T. lue riescarL.:idQ pe- s.i-s supP.r:C~$, $Dio cor. I~ venL'1ja dta- da cerca úe ellas, pero separadamente y en agrupaciones dis-
iiAAnle:1i:>.m~rlAoornosu 1azo1);:rn1e1110.O&' 'ili$frc mo:-:o,Cl!J0.:':/1ik e11 Nuit1.•aVo1k
quoc o su ,,t.,.él slgulcnlO de prolcsiencles dirtd.;'.lftcoto;)OCCsibles <'I sus ÍJ:.'lCO- persas, 1· en ubícac ones a menudo detem-·inadas en parte por
nn·<:s siponeros con peder de d~c..sión; as oporndoncs ce introdu:cién ::e d>ltos
de tarjeta tle. crédito pueéen moeerse a Dakola del Sur. pero no las ae1i•1Cades
bin<;"r..;s qua 1.;quierendel e,~n::i;:ioda 1., div:;1e~ion.
No caos, sino muros: el postmodernismo y la ciudad compa.1imenlada

las relaciones económicas y en parte por los patrcnes de la cu- ciudaó. Alguras veces les muros son limites simból oos. a
dad rP.sidP.nr.ial. OP.bi<1o a que la naturaleza dAI ~uminiWo di1 menudo enoerran unidades individuales similar~s dentro de un
mano ce obra determina la rentabilidad de estas actividades, barrio y definen su carácter.
los asentamientos residenciales de trabajadores dispuestos a
hacer lrabajos no cualificados y con salarios bajos tienen Se podrían definir cinco upes de rr.uros, relaccmdos con los
influencia principal. De este modo, las fábricas donde se explo· cinco tipos de ciudad dentro de nuestras ciudades conterrporá-
ta a los trabajadores en la ciudad de Nueva York se ub can en neas compartimentadas:
Chinatown o en las áreas dominicanas de Washington Heights,
en Miaml en el enclave cubano, o en las áreas deprimidas de 1. Muros de prisión. muros que definen ghettos y lugares de
las ciudades de todo el mundo. conflnamlemo, mures oonstruldos para el control y 12 reeduca-
ción de los obligados a vilfir detrés de ellos, los muros de los
La "ciudad residual" es la ciudad de las porciones menos lega· ghettos antiguos, los muros socíates y eccoó-ncos que rodean
les de la economia informal, la ciudad de almacenaje donde, a los ghettos modemos, los muros físicos de tos refugios tr3n.
por otra parte, se emplazan los equipamientos no deseados sitorios de los sin-techo de Andrew Cuomo en la ciudad de
(NIMBY),12 y se encuentran edificios de f~bricas abandonadas, Nueva York; los muros que del nen la Ciudad Abandonada.
generalmente también en congruencia con la ciudad reslder-
cial abandonada. Pero debido a las protestas políticas, muchos 2. Barricadas, muros para la protección, cohesión y solidaridad,
de los componentes de ta infraestructura urbana más contam- a veces definidos. como para los barrios de inmigrantes. sím-
nantes y medioamblentalmente más pe~udlclales, necesarios plemente por el lenguaje de las senales de la calle y de las
para su supervivencia economlca pero no vinculados directa- palabras habladas, algunas veces por el color de la piel de los
mente a ninguna actividad económica. estén ubicados aqul: residentes, otras veces por la edad y las pretensiones limitadas
plantas de depuración de aguas negras, Incineradoras, garajes de vivienda, en ocasiones por el simbolismo social de la sena1
de autobuses, residencias para enfermos de SIDA. re'ugios que dice "vloilenda p~bllca' o la arquitectura de los muros en
¡.>11r~ los sin-lecho. wntros da llelendón de menores, prisiones. blanco sin ornamentación que Indica "proyecto"; muros que
Las regulaciones para el ·reparto justo" adoptadas reciente· definen la Ciudad de los Barrios de Viviendas.
mente en la r, udad d6 Nueva York son un reflejo tanto dal 87
alcance del problema como de su volatilidad polltica. 3. E~tacijdas, mures lle agresión, sirnbólic~rnenle muros ~e
Astar,asp111tlagurtas talAs corno la51111fl7artas por ras tropas dAI
A medida que uno desciende en la escala de los barrios tanto ejército en ta conquista del Oeste amerlcaro de os nativos,
do la ciudad rosidoncial como do la ciudad económica, en los muros similares en función a las murallas construidas alrededor
Estados Unidos crece la proporción de familias de raza negra, de los asentamientos creados por el Imperio Romano en la tie·
de hispanos y de mrigrantes, así como también la proporción rra do los "bl'.lrooros', muros do supcrloddao. tonto pera proio-
de mujeres cabeui de familia. Raza, clase y género crea1 qer a los pioneros como para asegurar su invasión, según la
pa:rones superpuestos de diferenciación (denigrante diferer- analogía sugerida por Neil Smith (t 992). apropiada para el pro·
elación. porque no hay duda de que las diferencias no son sim· ceso que crea la Ciudad 'Gentrificada'.
plemente de •estilos de vida" o de 'neceslcades especiales',
sino que reflejan posiciones en una jerarquía de poder y nque- 4. Muros de estuco. cobijando a las comunidades exciuslvas y
za en la cual algunos toman las decisiones y otros se someten con acceso limitado, donde los muros excluyen por razones de
a ellas). (y a menudo en realidad por medio de. ya que se pueden pro-
vocar, físlcamente. aberturas en ellos) estaíus y control social,
Los murosdefinen los barrios de la ciudad. Deftnen. no rodean. protegiendo al privilegio y a la riqueza de la amenaza de intru-
Desde que los gheltos de la Europa medieval se construyeran, sión fsica, pero necesaroamente unidos a otras formas de
ha sido extrafio que los muros fisicos, de hecho, hayar circuns- selección y control de los admitidos, ya que de he:;ho su pre·
crito un barrio delimitado y ho·T10géneo de la ciudad. No cos- sencia es necesaria. al menos durante las horas del día, para
tante. los rruros existentes dentro de cada barrio definen la hacer el trabajo sucio de mantenimiento y reparación recesa-
nauraleza de ese barrio y la posición de sus residentes dentro rio para el confort continuado y la comodidad de la Ciudad
de la jerarquía de barrios, la jerarquiade cirdades dentro de la Suburbana.

·100 sebe los. especies ~l'a::i;:,lcsde las tcndencic:sqce cl·adt.~cilbo mcucen de· 5. Murallas, muros de castillo, las fortificaciones que rodean a
sa-~loa:lickflal. las ciudacelasn en su significado literal: conforme al Oxfcrd
12 Vce<:bloiorma:k·coo b.s lnici~les de: 'Notfr. my ooek¡a:<ffl\o en rr p.i.lio'i
CO'TlO lerra comün Ce tantasrEi'lndicati::ir.esconua dedsiooe~ de uoicaciOO de
usas J ob1r.s -c Oe:;Al)::os~(:( 105 ciud!'l:ianosdi1&"".A=I~"'a:~do$.fN de í.]
No caos, sino muros: el posrmooemismo y la ciudad comparlimenlada

Engtish Dictionary, una 'pequeña ciudad ... una fortaleza que de los barrios lujosos de Manhattan, Be~ín, Los Angeles. de·
controla una ciudad, que sirJe a la vez para protegerla y para sean mantener a las clases ba,as fuera: sin embargo, estos dos
mantenerla somelida". Muros de dominio, expresando superio- deseos no son equivalentes moralmente. Uno representa el
ridad, típicamente representados hoy ffsicamente por la altura deseo de los más pobres de aislarse a si mismos ce inconve-
superior de los epartcmontos y atices de los rascacielos que nientes derivados do los más poderosos: el otro, la fuerza de
han reemoiazaoo a las mansiones de las clases altas en la ou- los mas poderosos para aislarse a sí mismos de la necesidad
dad, protegidos por muros desarrollados tecno ógicamente, de compartir con, o de quedar expuestos a, los más cobres. Un
cancelas, y dispositivos de seguridad; muros que definen la muro defiende la supervivencia, el ero protege el privilegio.
Ciudad Dominante.
Una de las conlrlbuclones de 12 critica postmodernísta es que
l Cómo podemcs evaluar estos tipos de muros tan diferentes? ésta debilita ta concepción de que los muros son rlgidos, de
Resulta p~sible una variedad de dislincicnes, pare ciertas dife- que cada uno de ellos tiene uno y solo un propósito claro. Las
rencias sor p:;rticularmente relevantes a efectos de establecer líneas de límite son dinámícas: en el caso extremo, como qui-
polilicas: zás en Los Angeles, pueden moverse de manzana a manzana,
de calle a calle, a medida que un grupo se instala y clro avan-
• iCuál es el propósito de los muros: protección o coníhamlen- za o se marera, y solo las características sociales o étnicas
lo, aislamiento o liml1ación? Los muros pueden aislar· del tiem- pueden separar un barrio étnico de otro. Pero si las
po, de la llJvla, del frlo, en su mayor parte obviamente, pero Koreatowns, los Watts y los 'barros" de Los Angeles son
también de la lnlruslón de extraños amenazantes. Pueden. entendidos cono étnicamente separados, y si todos los compo-
para el Individuo, proporcionar privacidad, para un grupo lden· nentes de una ciudad varran de la ciudad abandonada a ta ciu-
tldad y una posibilldad de cohesión y refuerio muluo. ?ero los dad de los barrios de viviendas. los limites sen más fáciles de
muros también pueden erigirse para limitar a otros, detrás de percibir.
los barrotes de la prisión, en gheltos segregados, en desprote·
gidas laderas y valles de rtos, en barrios de vlv.endas atesta· Para todos los casos excepto aquellos en los extremos finales
dos o en asentamientos Ilegales. dl:ll espectro, los muros ~ariln arnbivalijnla~. El atambfl! <Ja
púas protege, pero encarcela; las es:acadas protegen del inva·
88
• ¿ Cuél es la forma del muro: tangible o Intangible, «slca11en- sor, pero tamhién ~onflnan: los muros dA estuco y las cercas c!A
te efectivo o simbólico de barreras sociales y económicas? Los hierro forjado proporcionan un sentido de identidad, pero tam-
muros pueden ser de honnigón o de alambre de púas: pero bién pueden incrememar la sensación de inseguridad, mostrar
también pueder ser de precio y estatus, de norma y prejuicio, vulnorobilidod.
y :ambién, con mayor efectividad quizé pare los muros intangi·
bles. pueden ser interiorizados en el propio proceso por la fuer· Estas ambivalencias. o ambigüedades, no son accidentales. La
za y la costumbre. siendo sus causas y funcioies ocultadas y mayoría de la gente no eslli ni en la parte mas alta ni en la
sus costes de mantenimiento reducidos. parte más baja de la jerarquía de poder, sino en medio. Esta a
diario en contacto con personas srtuadas por encima y por
• ¿A quién sirve el m11ro? ¿Perpetúa el muro el poder de los debajo de ella en la escala de riqueza e Influencia: necesita a
poderosos, o defiende a los que carecen de poder; protege la ambas. y es necesitada por ambas. De este modo la gente
dominación, o defiende la vulnerabilidad? ¿A qué parte de la puede defender y atacar en momentos diferentes, necesita pro·
quartered cily rcdea, a qué parte excluye; para quién esté, y en tecci6n y quiere agredir, desea excluir pero quiere no ser
contra de quién? Mo·almente. en térm nos de los derechos excluida Esos sen los resullados inevitables de vivir en una
humanos y de vida urbana, quizá es la distinción más importan· sociedad que está ordenada jer~l'Quicarnente; la posición de
le de todas. Tal como Robert Fros: cuestionó hace unas déca- cada uno en la jerarcuia necesita ser definida conmuacemen-
das en Mendír.g Wat;, 'Antes de que conslluyera un muro pedi- le, asegurada, en todas las direcciones. De aquí la creación de
rla saber 1 Qué estoy encerrando y qué dejando fuera ... '. muros que reflejan tal estatus jerárquico.

Efecüvamente, ésta es ta cuestión decisiva: los residentes de Una tendencia dentro del poslmodernismo, que personalmente
las clases bajas del Lower East Side de Manhattan, de denominarla su lendenci8 crítica, destaca precisamente estas
Kreuzberg en Berlín del área alrededor de la Universidad del ambigüedades, jumo con los muros que al mismo tiempo fas
Sur de California en Los Angeles, desean mantener a los 'gen- contradicen y .es dan cuerpo. En su rechazo de las grandes
trificadores" fuera, así como los residentes de los suburbios y teorías riyidas. del esfuerzo por irn~oner rnc<Jelus racionales
John Friocm*rn (Fricdmanny Goolz1982, 3)?;.4~). sobre tocla actividad humana, en su reveiac ón ele las comple·
No caos, sino muros: el postmodernismo y la ciudad compa.1imenlada

jidades de la vida urt:Jana y de la insuficien:ia de cualquier omisión como por acción, permitiendo al mercado construir
intento por enr.ontrar snuciones únicas para problemas múít .• muros don.~e éstos no tienen s1J lugar, autonzando los proce-
ples, en su atención a las muchas capas que :onstituyen las sos de "gentrificación' y abandono, desplazamiento y construc-
relaciones sociales y económicas. en su énfasis sobre los com- ción excesiva,hasta escapar del control social. Las corsecuen-
ponentes culturales do las actividades que tienen lugar en las oas do las acciones mal planificadas, pero panificadas al fin y
ciudades, en sus renexiones sobre las ambigüedades cel cor· al cebo, pueden verse desde Co/um1>us Circle en Nueva York
cepto de proqrsso y sus dudas con respecto a cualqe'er pro- hasta el West Bank en ºalestina, desee Johannesburgo a
gresión unilineal o inevitable, la teoría postmodemista ha hecho Chicago, desde San Fernando Valley hasta Berlin.
con~ibuclones slgnificatvas para tratar los problemas de las
ciudades compartimen:adas y los muros dentro de ellas. Pero el ~laneamlenlo también puede, siguiendo la otra lfnea de
su tradición. ser ~tllizadc para reducir desig~alda:les. abrir
Pero el postmodernismo también tiene otra faceta; es al menos pueoas, arrasar muros, permitir relaciones libres y no jerárqul·
tan ambiguo como su argumente. Cito a Edward Soja en u~ cas entre los residentes de la ciudad. Los edificios históricos de
resumende Los Angeles que quisiera dar como un compendio París, los enlaces de tránsito de la mayoria de las ciudades ale-
de la aproxima::ión postmoderna al análisis urbano en su tota- manas, Roose·,91t lsland en Nueva York, Harbar Point en
lidad, El dice, en un sentido porteo QJe necesita más énfasis Boston, son ejemplos. Formas particulares de acción polltlca
del que ha recibido: son necesarias para hacer que el planeamiento contribuya a
estos resultados positivos. Pero puede hacerse.
º(En Los Angeles) allí permanece un orden eoonóm -
co... una división espacial del t1abajo esanolalmente La jerarquía no es una parte ne~itable de ta organización
explotadora,... más continuadamente eficaz QJe casi social. Vivimos en una sociedad en la o~al a prosperidad de
ninguna otra en el mundo. Pero que también ha sido uno a menudo está basada en la pobreza del otro. Este no
C"E!clentemente enturbiada en su aspecto, mistificada necesita ser as: hoy tenemos los recursos, los conocimientos,
imaginalivamente en un ambiente mas especializado el espacio, para ser caoeces de combinar justicia ccn prospe-
en I~ produce1)11 de em:ripl~c~s cunfusionus qw Mad, rasµelo muuo con oryanilación eficiente. Cambios flsi-
pri!lctlcamente ningún otro que pueda ~ensarse... esta cos y reestructuraciones pueden ayudar a conseguir tal socle-
89
<1Ar.on~trur.rlón r.on5AJVadora As ar.ompaM~a por dad; atacar los meros da dominio, íos muros dA r.onfln~mlP.nto,
una despolitización insensible de las relaciones y con- ayudará. Pero necesi:an ser parte de un esfuerzo mas amplio
fl clos fundamentales de clase y género. c~ando todo para construir una sociedad mejor, ffsica, económica, social y
lo quo so vo ostó tan fragmentado y cubiorto con pollticomonto.
caprichos y pastiches. los duros bordes del paisaje
capitalista, racista y patriarcal parecen desaparecer, Hasta entonces. aunque lo mejor do los muros solo proporciO·
desvanecerse en el aire." (Soja 1989:246¡ nera un refugio temporal, lo peor de los muros tiende a perma-
necer. Permitanme finalizar citando a Thomas Hobbes (1989:
Eslos bordes ceros son, de hecho, muy sólidos. adamés de 168), con otro uso de la palabra "quartel': 1o que los hombres
comple.os. Cada vez están más representados por muros cer- hacen cuando... piden cuartel... ser tomados con vida, es eva-
tro de la ciudad, muros tanto fisioos como simbólicos, con dos dirse de la furia inmediata del vencedor, sometiéndose a él y
caras, ambiguos pero reales. Ya sea creados directamente por llegando a un compromiso que les permil(I conservar la vida,
acciones publicas o poi esas fuerzas del mercado que dominan bien mediante pago de un rescate. o con servicio. Por tanto,
tas acciones publicas, pueden ser abordados, reformados, aquel a quien se le ha concedido cuartel no tiene su vida ase-
incluso destruidos, Por la acción pública. gurada, sino que la decisión sobre lo que hara el vencedor con
ella se deja para una delibera~ión postericr. pues no se ha ren-
El planeamiento puede ser pa·te de esa acción publica reme- dido con la condición de que se le perdone la vida, sino que
dial. Como el postmodernismo. como el modernismo, el pla- deja esto a la discreción de quien lo ha •1encido,'''"
neamiento es ambiguo, multitacé:ico, contradictorio; el mismo
postmodernismo crrtico nos lo d1rla. En realidad el planeamien- Necesitamos ciudades que quieran ser condiciones de vida, de
to >ia contribuido sustancialmente a la construcción de muchos vidas completas, libres y no fragmentadas, no cirdades de dis-
de los muros jerárquicosque necesitan venirse abajo, y quizá creción y dominación; necesüamos muros que acojan y cobi-
ha intervenido materialmenfe con la preservación de los muros jen, no muros que excluyan y opriman.
defensivos neoesanos para I~ protección de los grupos vulne-
rables, de tas culturas alternativas. Ha actuado, así, tanto por
No caos, sino muros: el posrmooemismo y la ciudad comparlimenlada

REFERENCIAS

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Seis discursos sobre la ;x>slmel:ópo/ls

Edward W. Soja es proíesor de Pla1ificación Ucbara en la


Universidad de California, er Los An~eles (UCLA) y profesor visitan·
te er la Lor.dM Se/loo/ or Eco•iomicsdentro del pr:igrama Cifies.

Comenzó su car-ere académica como especialista e1 gec9·afia poli·


ti:a de Áfnca, Incluidas sus esta1cias en las universidedes de lbadan
(N1~eria) y Nairoli (Kenia). En los últimos veinti:inco años ha centra·
do su in•1es1igación en la lransform~clón urbana ce Los Angeles den.
!to de una am~1ia perspectiva de relac'5n ertre la gelgrafia urbana y
la espacialidad de la víca sxial en IQdas las facetas que los estudios
crilioos de l<l O.Jli11ra contemportlnefl ponen da manaiesh). lnvi¡ado a
numec:>sos toras Internacionales. es autor prclifico enoonlrándcse
entre sus mas castacadas putlicaco1es los libros Postmadem
Geogr~p/1íe:;: Tire Re~ssorlío11 or Sµ~c• il1 Crili~¡¡/ Su~1~1 Tfreory
(Lcndres, 1989), T/10 Cily: lus t.1rgeles ~·~I LJ1b~•r Tl1ou1y ~r !110 E11d
of the Twentre!/1 Centwy (con Allen J. scou como eds., Berkeley,
1996), lñlráspac&:Joomeys fo los Angeles an~ Olhsr Rocl­a!ld·
lm9!Jitl1Jd P!a~es (Ox1ord, 1996). y Postmeltopolis:CriUcs!St.1d1es o/
Clties snd Regiom \Oxlord, 2000).

Como anlooedente de lo qua después desarrollarla en sus lib.,s, an


1995 adelantó una lnterpreta:lón de la fenomenologla que afeelllba a
la reglón ur~ara de tes Angeles. anticipo de una nueva era en ciar·
tas mAnWP.,1taciones de IA evolur.ic\n del 'P.Oómeno urMno M el
mundo de hOy. Esa in1erpreta~ión es la que aqul se presenta

91

SEIS DISCURSOS SOBRE LA POSTMETRÓPOLIS'


Edward W. Soja

La reglón urbana de Los Angeles. entre los disturbios de Watts do. Lo que me gustarla conseguir con este estudio es Ilustrar
de 1965 y lo que ahora se llama Rodney Klng o Motines Just!ce el trabajo oe lo qLe algunos, quiz:is prematuramente, han
oo 1g92. ha sufndo una de las transformaciones más especia· comenzado a llamar Los Angeles Schoclde estudios urbanos.
culares en comparación coi cualquier otra ciudad del mundo. y argumen:ar que la transformación de Los Angeles represen·
Para los res dentes en Los Angeles de los primeros años ta tanto una experiencia urbana ~nlca corno un ejemplo parti·
sesenta, una transformación radicalmente diferente, "otro' Los cularmente vivido de .m cambio radical más general en la
Angeles se estaba desarrollando más allá de su control o COIT'.- auténtica naturaleza de la vida urbana contemporánea, lo que
prensión. A o largo del tiempo, y cada vez con mas frecuencia, los urbanistas hemos llamado el proceso urbana.
couUnuaria susliluy~ndo muchos otros mundos urbanos larni·
liares ~or otros nuevos más inquiP.tantes. Duraote el mísmo Algunos sP. enr..Jentran tan entusiasmados ccn esia rsestrucfu-
periodo de aproximadamente treinta años, un grupo de espe- ración urbana que ta proclaman como la transformadón mas
cialistas lo:ales har intentado darte un sentido práctico y teóri- extraordinaria en la naturaleza del urbanismo desde los oríge-
co a esta reestructuración radical de Los Angeles y usar este nes de la ciudad, hace mas de 6.000 años. Otros, algo más
conocimiento pa<o comprender las transformaciones urbanas, modestos, la describen como la sogunda gran transformación
igualmente ntensas, que esián sucediendo por todo et mur- urbana, después de la tumultuosa emergencia de la ciudad
capitalista indJstrial del siglo XIX. Mi intencíón es considerarla
• ~sle ;:i11 {'..UIO ~s U•la (tj,:;ip,a¡;il)nd& W'(I OO'r'ltJl'..i:flti(Hll>íítSH!\~tJ¡:¡ éfl l:i 1'$llliU1\ como la más reciente de una serie de crisis radicales que han
c:mualde b Dtit.'Sf·Scdc1'cgic.:ií Asscc.rl)!1:>n..elecstor, 12 de Abril H195. tenido como consecuencia las reestructuraciones urbanas OCU·
Fue publi~do cr. la reo:istJ URBA1V (2, 1998, pp. 37-50) :k! )oj)Jr..1.mcn1o de
UrOOnism:> ,. 01deoac.OOdel Tel'Tito.ic de la E.T.S.A. de Madrid (LIPM.1.Se repro- rridas durante los üllimos doscientos años. Pero, aunque uno
duce acui conla anab!I'?au~TJ1<;if,ride esi:; re•lista. interpre:e la magnitud de los cambios actuales y los coloque en
Seis discursos sobre la postmetrbpotis

un maroo histórico comparativo. nos quedan muy pocas dudas las discutidas e udades actuales y sus complejas relaciones
de que algo realmente. excP.pr.ional le ha SUCP.dido a la modsr- entre proceso sor.iat y forma espar.i<.I, asi corno procesoespa-
na metrópolis d.irante el último cuarto del siglo XX. Según mi cial y forma social -que en cierta ocasión he llamado la dialéc-
opinión, la conoencación de estos nuevos procesos urbanos, tica socioespacial- cada vez resultan más difere~tes de có'110
tomando como baso su significativa. diferoncia con ol posado, eran durante los oños sesenta. Aunque no debemos ignorar el
resulta incluso más necesaria que el detallar sus orlgenes en pasado, debemos sin embargo tener en primer plano lo que es
una historia dilatada de urbanización y urbanismo como un nuevo y diferente sobre el presente. La observación de la
modo de vida. socoloqa urbana contemporánea nos sugiere que no pode·
mes ya depender tanto de los 'nueves" enfoques que surgieron
He elegidorecientemente el uso de posmetrópoliscomo un tér· tan brillantemente en los años setenta. con trabajos clásiccs
mino general para resattar las diferencias entre regiones urna- como La ctoestlcn urbana (1974. edición francesa de 1972) de
nas contemporáneas y aquellas que se consolidaron en las Manuel Castells, Social Justice and lhe City, de David Harvey
décadas de la mitad del siglo XX. Por lo tanto, el prefi o "post' (1973) y la sociología pionera sobre sistemas mundiales de
marca la transición entre lo que se ha llamado de forma con· lmmanuel Wallerstein. Estas obras fueron, y continúan s éndo-
vencional la moderna metrópolis y al~o significativamente dile· lo, coderosas e incisivas Interpretaciones ce las ultimas metro-
rente. nuevas formas cosmoeemas y pautas de vida urbana pOlis modernas. monopolvil/e y vll!e sauvage de Castells. las
que están en continuo desafo con los estilos bien estaolecldos ':iudades salvajes· que se oonsolldaron durante el boom de la
de análisis uroanos. Como iré aclarando a lo largo de mis seis posguerra y que ocasionaron la crisis urbana de los años
discursos, existen otros términos y conceptos posprefijados sesenta. Pero 1a ultima metrópolis moderna, por ast decirlo, ya
incluidos en la post'lletrópolls, desde la noción de so~iedad no es como ta del pasado.
posindustrial tan familiar a los sociólogos. a las discusiones
mas actuales de economlas ~olítlcas posfordlstas y poskeyne- Muchas de las Ideas desarrolladas por estos :eórlcos y analls·
sianas y estilos posestructuralistas y oosoolonialistas de análi· tas todavía se pueden aplicar y debo a~adir que aún resulta
sis crlücos. No obstante. antes de prolunditar 1111 diohus discur· posibl~ la aplicación dij la p~lltica l'ddical qua allos propulsaron.
sos. me gustarla realizar unas cuantas ooservacones de 1ntro- Sin embargo, mi razonamiento se basa en que los cambios han
d11oclón más 911nMal11~. sido tan ASpActar.u arss qui! ya no r11su11a tan sAnr.lllo aMdlr
92
nuestros nuevos conocimientos a los anliguos. Existen dama·
En primer lugar, como ya he sugerido, los cambios descritos o siadas incompatibilidades, contradicciones, d1srupc·ones.
rcprcscntacos por estos seis d scorses no solamonto estén Dcbo.11os o su voz volver o censar radicolmcnto y qwz~s o
sucediendo en Los Angeles, sino en mayor o menor grado y, reestructurar profuncamente -es decir, destruir y reconstituir·
sin duda alguna. con un desarrollo Irregular de t ampo y espa- nuestras formas heredadas de anallsis urbano para satisfacer
cio, en todo el mundo. Aunque adoptan formas especificas en los desaflos teóricos. politices y prácticos presentados por la
lugares especlfioos. constltu·~en procesos generales. l'vtés aún. postmetrópolls.
estos proceses no resultan del todo nuevos. Sus or'genes
podrian remontarse antes del último cuarto de este siglo. Su Otra observación preliminar compl ca incluso aun más todo lo
Intensificación. su estrecha relación y su crecienteámbito es lo anterior. Mientras que los ubanistas continúan debatiendo las
que evidencia Q'Je su expresión actual resulte diferente a la del diferencias entre la nueva metrópolis y a antigua y precisando
pasado. También quiero destacar que cuando uso el término con exactitud lo que debemos destruir y reconstituir de roes-
postmetrópolis en oposición a la última metrópolis moderna; no tros modelos lladicionales de análisis urbano. la oosímefróoo-
estoy diciendo Que ésta haya desaparecido o esté completa· lis esta cambiando significativamente. Comenzando con el
mente desplazada, ni siquiera en Los Angeles. Lo que ha esta· memorable año 1989 en Berlin, Pekin y otras grandes eluda-
do sucediendo es que los nuevos procesos de urbanización y des mundiales, y destacando el sur de California por los distur-
configuración se han superpuestosobre los viejos y han conec- bios de Spring, 1992. y la crisis tiscal posmoderna de Orange
tado con ellos en crecientes formas comple.as. Las superposi- Coumy en 1994, pareos ser que la postrretrópolis esté entran-
ciones y arñculacones se están volviendo más espesas y den· do en una nueva era de hestabilidad y crisis. Existen crecten-
sas en muchas partes del mundo. pero la moderna metrópolis tes indicios de un cambo desde lo que todos nosotros hemos
no se ha desvanecido por completo en nirgún lugar. reconocido como un periodo de crisis, originando una reestruc-
tura~fü genernda en los le•anlarnientus urbanos de íos años
Lo que esto significa es cue debemos entender la nueva urba- sesenta a lo que ahora podrla llamarse una crisis generada de
nización y el urbanismo sin dAscartar nuesíras viAjas ('.()nC.P.O· r~estnrr.luración. Es dP.cir, o que observamos en los años
ciones. Al mismo tiempo, sin embargo, debemos reconocerque noventa puede ser una rotura emergente en la reestructurada
Seis discursos sobre la pos/me/ropo/is

postmetrópolis en sl misma, en e urbanismo posmodemo y abajo, una rueva síntesis critica que rechace las rigiCeces de
posfordista y quizas tamhiim en el poder explir.ativn de loo seis cualquiera de ellas o que ofrezr.a alternativas para la aoertura
discursos que voy a comentar. radical de ambas. Con este pequeño cumplido a una perspec-
tiva critica explícitamente posmoderna y después de una intro-
Mi último comentario preliminar hace rcterenoc a algunos de- ducción mas extensa do ta que hablo pensado en un principio,
sarrollos recientes en los estudios crlticos urbanos, un nuevo e nos enoontramos ya dispues:os a comenzar el examen de lo
interesante campo que ha surgido de la inyer.ció1 de estudios seis discursos.
culturales críticos en los análisis sociocientíficos de urbanismo
y ce proceso urbano más tradicionales. Mientras que yo consi- Estos seis discursos ya les resultan familiares a la mayorla y,
dero que mi propio trabajo fonna parte de este progresista de una forma u otra. se entrelazan con un gran rúmero de los
campo transdisciplinario, me he sentido últimamente preocupa· estudios presentados en esta corferencia de la Asociación
do por lo que percibo como un creciente superprivilegio de lo Británica de Sociologia. Ya los he tratado con anterioridad en
que se ha llamado, a menudo con referencia al trabajo de un capítulo en Posfmodern Cifiss ora Spaces, editado por
Michel :le Certeau, la 'vista desde abajo" -estudios del barrio, Sophie Walson y Kathy Gibson, y los plantearé con mayor pro-
el cuepo, las calles, osíccceoqrañes de Intimidad, subjeiivida· fundidad en mi próximo libro, Postmetropo/is. • Mas abajo ofrez-
des eróticas, los rmcromuncos de la vida cotidiana- a expensas co un listado con breves descripciones y una selección de sub·
de comprender la estruclur¡¡ción de la ciudad como un todo, las temas seleccionados de lo que formarán seis capítulos aparte
macrovistas de urbanismo, la economía polflica del proceso en Posfme!ropoiis.
urbano.
1. Flaxclt¡: trata de a reestructuración d$ la economfa oontlca
La intención de estos seis discursos es facilitar la comprensión de urbanización y la formación de la metrópolis Industrial
de la "eglón urbana en su conjunto, la esoaclalidad y soclabil• posfordlsta con una especialización mas flexible
dad de una pronunciada estruclura urbana. Se ttata exacta-
11101110 del Upo de discun;os íusüy~dos por aquellos critcos -La primacía de la producción
mlcrourbanos que unica'llente ven en ellos la dlstorslonadora,
por no dar.Ir raprA~lva, mirada dal podar masculino autoritario, • Cri~is·forrnación y lll 9ran giro tln U
93
fa magistral 'vista desde arriba". Una táctica primaria en el
fomento de estas frecuemes criticas reduccionislas de teorlas • Subida del posrordismo
do mocronivol no sido uno cspccc do p1i'lilogios opistomológi-
ces de la experiencia del Mne~r. el agente libre vagabundo de • Lo copocitoción do la floxibilidod
ta vida ootidiana. el defin tivo progenitorde la vista desde abajo.
Sin lugar a dudas, hay que avanzar mucho desde esta vista de 2. Cosmópo/is: trata de la globallzación de la capital urbana,
ta ciudad a nivel cel suelo, y de hecho, muchos de los que se lrdbajo, ciJllura y la rurm~ción dll uria nJ0va j0rarquie lill ciuda-
centran en mas perspectivas macroespaciales pasan por alto des globales
muy a menudo los lados oscuros de ta vida diaria y de fas opre-
siones menos visibles. tales como raza, género, clase y sesua- • La prlmacfa de la globallzación
lklad. No obstante, lo que más me preocupa es el grado al que
tales criticas de micronivel han estado polarizando sin ningún • El proceso globalización
provecho estudios urbanos crllicos, especulando con los orga-
nismos ~ la vista desde abajo hasta el punto de encasillar a • La globalización del discurso en Nueva York y
todas las perspectivas de macronivel como tabú, prohibidas y Londres
políticamente incorrectas.
• La vanidad de tos BonFIRES
En parte, estos ses discursos a loo que me voy a referir son un
intento de recapturar y reafirmar I¡¡ importancia de una tradición • Repoblación de Los Ange es
macrourbana. no en oposición a fa vista local desde abajo, sino
recurñendo a las experiencias que vienen direclamenle del sig- 3. Exópofis: trata sobre la reestructuración de Is to-ma urbana
nilicaüvo lrnbajo ll~vado a cabo en las rnicroyeoyrnITas u~ la
ciudad por distintosespecialistas urbanos crtícos. La compren- ' CU1lsulltr Etw<Jrd •;V. S:>.~." Pc:¡b~1odo1n U"oor1iaitb11: Ibc Six R<:Gtruc:uring:¡ e(
LosAntctcS'. oo las ediciones dt' Sophie ~Vatson ·¡ <at-:>' Qbsco, Postmoo'on~
sión de la postmetr<ipolis requiere una rer.ombinación creanva C.(1'esa('ld
S.o.~"'es.
Oxford. U.K. y ca nbrrlge. EE. Ul. .. S:ackw'ell?ublishers. '93G.
de micro y macro perspectivas, vistas cesde arriba y desde pp. 125·137 '>' Poi3fmft!.l":){.o.\'11, Oxk!rd, Blj'¡¡:k 1Jell.:?O:C. En Al mor.1e!'lfQ ~ltl pre-
1
Seis discursos sobre la postmetropclis

y crecimiento de las ciudades limltrofes. ciudades exteriores y • Variaciones sobre un parque temático
postsubumanas: la metrópolis desdA dentro hada fuera y
desde fuera nacia dentro • ·scamscape~·. escenarios-chanchullo, la bancarro-
ta de Orange County
• Paradig:na:ir.a Lns Angeles
En vez ce debatir en profundidad estos discursos, haré uso de
• Destrucción del discurso sobre forma urbana
todo lo que he destacado para seleccionar unos cuantos temas
que considero de iqte•és oarncular para los sociólogos urba-
• Reconstrucciones op'imistas de la poslmetrópolis: nos, Como corcesíón a la hrAvedad, las ohservacionAs rntícas
el Nuevo Utban smo serán concisas y despoiadas de las calificaciones apropiadas
(y necesarias}. Mi intención no es la de ofrecer una completa
• Exploración del lado oscuro del casco urennc y la
prosGntaclón critica dG los discurses, sino usarlos para estimu-
ciudad externa lar el debate y la discusión y asl concienciarnos al máximo de
la escena urbana contemporánea.
4. Metropol9ridades: trata del reestructurado mosaico actual y
el nacimiento de nuevas polarizaciones y desigualdades El primer disccrso, sobre la metrópolis induslrial puslordisla. se
basa esencialmente en la relación Intima continuada en:re les
• ¿un nuevo sociologlsmo'/ procesos de urbanización e lndustriallzac ón. En Los Angeles y
también en muchas otras reglones urbanas. quizás el discurso
• Ampliando brechas y nuevas polaridades académico predomina en su intento de explicar las diferencias
entre la última metrópolis moderra (fordista) y la posímetrópo-
• Debate sobre los "verdaderamen:e desprotegidos' y lls (fordista). También ha entrado profundamente en la recle~te
la "clase baja" llteratu·a de soclologla urbana como un marco teórico para la
comprensión del orden social (y desorden} de la ciudad con·
• E nuevo mosaico étnico de Los Angeles temporánea. En el libro de Savage y Warde sobre sociología
94 briténica. por ejemplo, nos enoontramos con un claro in tenlo de
5. Archipí6/ogoscarcelarios:sobro ol aumonto do las ciudados- redefinir y reposicionar la sociologla urbana alr&dedor de esta
fortaleza, tecnolo~las de vigilanc.a y la substitución de oc iclas reestructuración lncustrial posfordista.2
por polis

• Ciudadesde cuarzo: los Angeles de Mlke Davis En cierto moco. ha sido una unión peculiar. ya que los soclófO·
gos urbanos oo han contrib~ldo demasiado a la literatura de
• Elaboraciones posteriores: espacios nterdictorios reestructur!lci6n indusbial y a los debates teóricos y ccncecíua-
en el entorno construido les esbozados en el primer discurso. En cambio, se han con·
tentado primariamente con detallados estudios emplricos de la
• Otra mirada a la Ciudadde cuarzo nueva ciudad capitalista. dejando su discu·so preliminar y teo-
rización a los geó~rafos, economistas políticos y a otros no·
6. Simc.~ies:soore la imaginarla reestructuración urbana y la sociólogos. ¿Córr.o pcdemos explicarnos la aparente retirada
creciente h1perrealidad de la vida diaria de la sociologfa su papel destacado en la conceptualización de
los nuevos procesos de Jrba1izaci6n y la postmetrópclis, espe-
• La irrupción de la hiperrealidad y la socisdac del cialmente tenierdo en cuenta su preeminencia en la explica-
ción del desarrollo de la última maírópolis moderna en las
simulacro
décadas de la posguerra?
• Ciberespacio: la generación electrónica de la hi-
perrealid¡¡d Parte de la respuesta puede encontrarse en un persistente, si
no cmcienle, 'soc ntogismo·, un retroceso hacia las tradiciones
disciplinarias probadas y ciertas de la sociología teórica y
• S rnelacén del urbanismo como un modo de v da
empirica. Incluso cuando pare::en alcanzarse ciertos limites
disciplinarios para la inspiración teórica y práctica, tal scciolo-
scnl<lcón. do condeseo:-llM)c&ccapit11e {atrilde 1995), In disoJsif<id<: !os seis.
discJl'S03 sobre a po&:melTCpolise&1al>a incllida eo la rarte 111 de un 01an:1.scrito
gismo busca e modo de convertir lo nuevo y sorprendente en
Hh,l.;r!o Thiro·~~<'?.',1'C1V~f~ fo I ns 1.119~Je... ,,,.,.;t CfhF.r !t1;R;.,.,.,~Jrr.~9!no/.
Pftlt.~S. P(:S!Hti()t'll&tle,se {Je(.~:16d1•1kf.(~I O'lar'!USCfilO en (J()S libt'.>$. El l)lil'llE:!(O, 2 MikA S\l~ga '/ Alan '1V(l1de. l,Jrb;mS:x:•:;i.~ ar.o' Mcóf.*rn't¡,IJuava
C>.p.~iJJJ..Sri'
ccn cl titJ!O menconeec. fue J::ublicado en 1ti00 p::>t BIDdi.'i1Cll. Volk, Ccnt.1uuM,1993.
Seis discursos sobre la pos/metrópolis

viejo y familiar. es decir. absorbible sin una mayor disrupción Los sociólogos han desempenado un papel mucho mas ímoor-
paradigmática o replanteamiento radir.al. Entiendo que algo tantP- en el segundo discurso, sobre gln~alización y formación
similar ha suce:lido en sociologia con respecto al nuevo discur- de ciudades mundiales. De algún modo, a pesar de se estre·
so sobre la reestructuración industrial urbana posfordista en cha relación y complemenlañedad, el pñmer y segundo discur-
particular, y en general con mucnos otros discursos posprcfijo- so se han desarrollado o menudo compitiendo enre si, cado
dos. Un vehtculo para este retrooeso hacia la tradición discipli- uno de ellos considerándose la explicación óptima para la
naria frente a los nuevos retos ha sido el continuo interés espe­ nueva urbanización y urbanismo. Esto limita a'llbos discursos,
cialmente en los EE.UU. p0< una u o:ra fcrma de la tesis sobre pero me limitaré a comentar aqui cómo se ha debirtado el dis-
la sociedad posindustrial desarro lada dentro de la soclologla curso sobre oucaces globales debido a un entendlmiemo
hace ya décadas. inadecuado del proceso de reestructuración incustrial, asl
como por un toque del sociologismo mencionado anteriormen-
El aso cordouado del término posindustrial nos induce a un dis- te. Puede resumir mis comentarios en torno a una frase hecha
curso basado en la persistente imporlancia de la induslrializa· en broma que usé una vez para expresar mi disconfonnidad
ción y del proceso productivo. Lo que le ha sucedido a la ciu- con los enfoques dados al estudio sobre Nueva Yor< como una
dad capi:alista lnduslrial es más relevante que la decadencia "ciudad dual' que permanece en el véruce de la jerarqula mun-
de la Industria de fabricación y et cambio hacia la eoonomla de dial de ·capital de capiteles'.' La frase fue 'ta vanidad de los
servidos. La desindustrialización ha estado ocurriendo junto bonFIRES" y hacia referencia a lo que yo consideré una sobre·
con un potente proceso de reinduslrialización basado no sola- concentración en las funciones de ccntrot y poder del sector
mente en la produoclón ele:lrónlca de alta tecno og1a. sino en FIRE (finance. insurance. real esta/e)·' en la literatura de las
una lnlersiva producción artesanal con mano de obra barata y ciudaóes globales y un superénfasls estrechamente relaciona-
13 expansión de servicios y tecnología orientados al productor. do en dos mlnüsculos lugares donde estos bon~IRES domi-
Estos cambios, a menudo hacia sistemas de producción más nantes perece que arden con más brillo, Wall S:reet en
llexibles y hecia redes intensivas de transacción de flujo de Manhattan y The City en Londres, junto con sus filiales lributa·
iníorrnaciú'l más densas, eslim produciendo nuevos espacios rias (Ballary Par~ City, lh11 World Tr<1d11 Cantar, Soulh Street
Industriales Que han remodelado de forma slgnlflcatlva la geo- seseon Canar~ Whart y the Docklards).
graria lndo~tr al dA la í11tlma mAtrJ\poll~ mmAma n fo111~ta. El
continuar viendo los nuevos procesos de reestructuración urba- Me parece descubrir algunas fisuras cuando el discurso se
na según las tesis posinduslriales hace dificil oomprender el ajusta tanto. En pr mer lugar, existe una tendencia a ver la íor-
complo. o discurso contmdo on lo producción sobro lo urbonlui- moción do los ciudodos mundiolos como si so ostovicra croan-
ción posfordista. do una separación sectorial y geográfica entre las industrias de
fabricación, por ur lado. y la base productiva de la economía
Problemas similares surgen de los continuos compromisos regional, por el otro. Esto bien podrta ajustarse a los n·odelos
con las tradiciones polltlcamente mas radicales de la socio· poslndustnales y de desindus1rlallzacl6n de cambio urbano y
logia urbana, cue se desar'ollaron en los anos setenta y prlr- desaibe con exactitud parte de lo que ha sucedido Internamen-
cipios de los ochenta, especialmente rellejados en la obra te en la ciudad de Nueva Yo'k y Londres. Pero distorsicna el
pionera de Castells y de otros sobre movimientos sociales debate general sobre globallzaclón y formación de ciudades
urbanos y la política de consumo colectivo. También un per- rrundiales, especialmente e1 lo que respecta a dichas postme-
sistente énfasis consi.mlsta dif'culta la comprensión del dis- trópolis y regiones industriales manufactureras, tales como
curso basado en la producción sobre urbaniza~ión posfordis- Tokio y Los Angeles (y también podría añadir la reindustrializa-
ta y la reestructuración iMustrial. El que gran parte de este ción de regiones interiores del Gran Nueva York y del Gran
discurso postordlsta también se centre explicltanente alre- Londres).
dedor de conceptos y análisis espaciales complica aun más
las cosas, debido a los recientes intentos de ciertos sociólo- No quiero restar importancia a estos énfasis de investigación e
gos británicos, oomo Petar Saunders, por desenfatizar el interpre:ación. pero prefiero destacar los peligros de una espe-
espacio y el análisis espacial en los marcos conceptuales de cie de miopia como la de Manh¡¡ltan o Londres. Ademas de
la sociología urbana. Tales esfuerzos han sido particularmen- supersimplificar las relaciones entre los sectores financieros e
te restrictivos con respecto a la participación de los sociólo-
gos en debales más extensos sobre posnuxíernismo y estu-
dios culturales crlticos. los cuales han experimentado uq pro· tos A1191?!1i1:i', ~r J. l\'\;l!Hnku¡1r y M.
~ C<.;(1st.!!i;i1 'Pl)kts Ap;,11. N*""' Y1,11k snl
CáSt&lls{~ds.). Ouai' City: T1:e H9Sít<it!vringof N~rt ~brk Nu&Yá Yo:k, Ru~ell S~a
nuncíadn giro espacíat desde finales de tos onnenta. Pero
Foundn~on.1991. !>:). 361-37t.
esto me conduce hacia otro debate que no puedo ampliar e1 ~ Ju;sode ~aiab1as entre Fl~E (Fuego¡ 1 el signfica.do de ceta letra. F: Fir·anzas,
estos momentos. 1: ~gvn:i~RE: :impia:1!1desinrrc::biliari;u.lN. d~ ti
Seis discursos sobre la postmetropolis

industñales. y entre la ciudad central y la región metropolitana otros neologismos para las nuevas formas emergentes en la
rnucho mas grandA. dir.ha miopia 1amhiP.n tiendA a restringir postmeírópojs. Ademas de los ya mencionados, inr.luyen<lo
comprensiones más detalladas y sofisticadas de la espaciali- exópolis, tenernos postsuburbia, metroplex. technopoles. tech­
dad de la glcbaliza.:ión y la nueva política cullural de identidad noburbs, pueblos urbanos, ciucades-condados, ciudades
y diferencia que se está expandiendo en las ciudades del rogionalcs, la ciucad de 1 oo millas. También ha originado tlmi-
mundo. Esto, a su vez, amplia la brecha entre estudios de glo- damente ·nuevas· aproximaciones al diseño urbano, tales
ballzación más sociológicos y los estudios culturales espaciali- como el Nuevo Urbanismo en los EE.UU. y, en Gran Bretaña.
zados, cada vez, enfocados a la in1erpretación de la pastmetró- la mencionada planificación de pueblos reotradicionalistas tan
polis. apoyada por el Prlrcipe Carlos; y, at mismo tiempo. Interpreta-
ciones mucho más sombrlas de las consecuencias sociales y
Et tercer discurso es:á erfacado hacia la que ya he descrito medioambientales de la reestructuración de la forma uroaia,
como la íormación de exópolis, un proceso que por un lada ejemplificadas como noir./ike bríiliance en el trabajo de Mike
apunta hacia el crecimiento de ciudades ex:eriores y ciudades Davis. También en este discurso se ha empezado a polarizar
limítrofes y otras manifestaciones de la bastante oximorónica de un modo pole1cialmente improductivo, creando la necesi-
uibanización de los barrios periféricos, y por otro hacia una dad de enfoques más equilibrados y nexibles, aunque críticos y
reconstrucción esoecacutar de la zona del centro urbano, políticamente conscientes. hacia la lnterpreta~lón de los CGm·
ambas provocadas cor una emigración de poblaciones domés- bios del entorno construidc y de la geografia social de la
ticas y la inmigración de trabajadores y culluras del "tercer postmetrópolis.
mundo". Por tanto. parece ser que la organización socia! y
espacia! de la pootmetrópolls se está convirtiendo en interior- El cuarto discurso, qua explore el mosaico social reestr•ctura-
exterior y ex:erior-lnterlor al mismo tiempo, creando confusión do, es probablemente et discurso qJe ha atraldo al mayor
en nuestros modos tradicionales para definir lo urbano. subur- número de sociólogos urbanos. Esta especialmente adaptado
bano, exurbano, no urbano, etc. Probablemente ningún otro a la intensificación de lo que describo como melropolaridades;
discurso está consiguiendo unos desaílos tan µrolundos, no aumento de desiyualdades wcialas, arnplia;;ión de brechas
solamente para la soclclogra uibana. s no para todos los estu· salariales; nuevos tl~os de pofar1zaclón socia! y estratificación
dio~ umanM tal y r.omo ~a han r.onstlluloo r.onvanclonalmAntA. qua se ajustan lnconfortahAmentA rtAntrn dA dualismos trartl·
96
cionales basados en las clases (trabajo·capitalj o razas (blan-
Algunos ejemplos de Los Angeles padrlan usarse para ilustrar co-neqro), asi como modelos de clases convencionales alta·
esta dostrucción y rcconsüíudón de lo formo vrbonn y do! voca- mcdio·bOjo do lo scclooed urbano. Al gua! quo con el discurso
bulario tradicional para descnbirlo. Algunos ejemplos clásicos sobre forma espacial urbana, el discurso sobre tas cambiantes
de suburbios americanos, tales como San Femando Valley y ciases y formaciones sociales en la postmet'épolis ha produci-
Orange County, cumplen casi todas las definiciones de zonas do un nuevo vocabulario. Yupples (Incluyendo extensiones
Uibanlzadas. Constituyen aglomeraciones muy heterogéneas tales como yuppificación y "guppies", o grupos de yupples) y la
de producción industrial, empleo, comercio. instalaciones cultu- Clase marginada permanente (o os verdaderamente deslavo·
rales y de ocio, as! como otras cualidades caractensllcamente recidos) encabezan la lista, pero existen otros 1érminos muy
'urbanas" tales como bandas, crimen. tráfico de drogas y vio. drectareme relacionados: dinhs (dobles ingresoslfamilias sin
lencia callejera. ContinJar con el etiquetado de estas áreas hijos). profesionales superiores. la nueva tecnocracia, los tra-
'·suburbanas' sera desvirtuar su realidad contemporánea. De bajadores pobres, los nuevos huérfanos (tanto niños que ere·
un modo similar. a la mayor1a de lo Que continuamos conside- cen sin padre o madre como los ancianos abandonados por
rando el centro urbano de Los Mgeles -incluyendo los guetos sus hijos), guetos dependientes de la asistencia social, hiper-
ulbancs y barrios del este y sur-centro de Los Angeles- nos guetos, etc.
parecería, especialmente a aquellos familiarizados con ciuda-
des de ta zona este de los EE.UU., Europa y Asia, caracterts- Mientras que los dos primeros discursos se presentan a si mis-
ticamen:e suburbana. nos como capturando (y teorizando eicazmentei los procesos
mas poderosos que han causado la reestructuración de la ulti-
He usado el término exópolis para describir este discurso por ria metrópolis moderna, el segundo par se ocupa prirrariamen-
su provocativo dcble signifocado: exo refiñéncose, tanto al ere- te de las consecuenc as empíricas de estos procesos, Se infun-
ci111ien.o de la ciudad 'Tuera"de íos núclt;Os urbanos tradiciona- de un énfasis espacial más explicito dentro del discurso sobre
les como a la ciudad 'sin". la ciudad que ya no ofrece las tradi· exópolis y esto. en mi opinión, crea unos vlnculos más estre-
cionales cualid<.des d?. r.ilrda.dania. Esta destnrr.ciónlrer.onsli- ~.hos con las oer~.epr.iones teóncasy practi~.a~ de los disr.(rr~as
tu:ión radical de la estructura urbana ha estimrlado muchos sobre industrialización y 9lobalización posfordista. El discurso
Seis discursos sobre la postmetropafis

que trata de las metropolaridades. aunque no es ciertamente y masculinista escoto sobre una ciudad. Para aquellos que e'll·
espacial, pareos desarrollarse. con t.na perspP.ctiva relativamen- tan la teonzación ahstracta porque aleja dF. un buen trahajo
te si11ple en la compleja espacialidad de la postmelrópolis y, en empírico y una acción politica racical, que encuentran todo el
parte a causa de ello, con una comprensión Inadecuada de las debate sobre el posmodernismo y as postmetrópolis intrinse-
concxicncs entre causa y efecto o, mas especlficamcnte, el pro- cemento oonservador y pcllticamcnte abrumador, que se sien-
ceso de reestructuración y sus consecuencias emplricas. ten más cómocos con el viejo materialismo h stónco de Marx
que con esta nueva y enmarañada materia espacial y geográ·
Quizás el mejor ejemplo de esta brecha conceptual ha sido el fica. que aprecian el valor despierto y enérgico del conductor-
trabajo del sociólogo americano William Jullus Wllson y sus callejero­náneur que opera desde su planta baJa. y que se
asociados. que en la actualidad dominan la represen'.ación asusta de los jactanciosos excesos de las criticas 'eministas
contemporanea de la Chicago School de estudios urtianos. posmodemas, Mike Davis se ha convertido en Jna figura heroi·
Aunque este trabajo sobre las clases marginadas y los real· ca. Solamente me queda añadir que tal fantasía limita seria·
mente desfavorecidos merece muchos elogios, está lle10 de mente nuestros esfuerzos de toma de conciencia práctca. poli·
nociones supersimplificadas de la reestructuración industrial tica y teórica de nuestro mundo contemporéneo y debilita nues-
posfordista, la teoría del emplazamiento v 1as relaciones entre tra habilldad de tracuelr este conocimiento en una acción radi·
espacialidad uroana y el orden social urbano. Parte de lo que cal efectiva.
ya he destacado anteriormente sobre los efectos restrictivos de
la sociología resulta muy evidente, como por ejemplo mis Finalmente, llegamos al sexto diswrso, sobre la postme:rópolis
comentarios sobre la creciente disyunción entre trabajo teórico como Simclty, un lugar donde las slmulaclones de un supuesto
y emplrico en los estudios so~íológicos de la postmetrópolis. mundo real atrae y activa ncesantememe nuestra imaginación
No toda la soclologla urbana sufre estas limltaclones, pero sos· urbana y se inílltra en la vida urbana cotidiana. En este caso, un
pecho qi.e están más extendidas de lo que piensa la mayoría. concepto e ave es el de simulacro, más o menos definido como
una copia exacta de algo que quizás nunca haya existido.
SI ul pnmer par uu uscursos sobru I~ postrnulrópolis unfatiai Plantuauo sin rodeos y con una aprubación al lr<1baju da Jaan
las causas de la reestructuración urbana y el segundo par sus Baudrlllard, el argumento es que dichas sorpresas y simulacros,
AfAr.tOR $Or.lalAS y ASp~clalM AmpiriOO$, Al lArcAr par P.X~lor¡¡ In y IO$ mundo,~ hlperrealAS quA define, astan mé~ quA nunr.a 97
que podría describirse como la respuesta social a los efectos dando forma a cada aspecto de nLestras vidas, a quién y a qué
de la reestructuración urbana en la postmetrópolis. En Los votamos, cómo nos alimentamos, vestimos, emparejamos y
llngolos, osl como on nueras otras regiones urbanas. ol qulr· modelamos nuestros cuorpos. Junto o esta oxpansivo confusión
to discurso, sobre lo que yo llamo la emergencia de un srchi· de la ~iferencia entre lo real y lo imaginado, está lo que
piélagocarcelario, está dominado por el trabajo de Mike Davls. Braudillard define como una 'precesión de simulacros', una
En Cily ol Qua1tz (1990). y otros escritos, Davls retrata Los si1Laci6n en la que las simulaciones cada vez tle11en mayor pno-
Angeles como una ciudad fortiticada con pnslones saturadas, rldad sobre las realidades que estár simulando. Nuestras vidas
ambientes callejeros sédicos, proyectos urbanos que se han siempre han estado modeladas por estas hiperrealidades y por
transformado en poblados estratégicos. comunidades fortifica· las fabricas especializadas que las producen, desde institucio-
das y con guardas armados. donde los carteles dicen: 'se dis. nes religiosas a Hollywood y Disneylandia.5 Sin embargo. la
parara a los intrusos" y donde la ciudad esté vigilada y patrulla· rrayorla de las veces, elegimos ir a estas fábricas, trecLenle·
da por una pclicia espacial con alta tecnologia Lo que este Ira· mente atravesando alguna cue-ta y pagando la entraca.
bajo sugiere es que la metrópol s industrial mundial posfordis· Actualmente. de nuevo más que runca, la hiperrealidad nos
ta. con su extraordinaria heterogeneidad cultural, crecientes visita. en nuestras casas, en nuestras vidas cotidianas.
polaridades sociales y potencial explosivo, se mantiene unida
por tecnologías "carcelarias" de violencia y control sccsl, Por ello, este discurso sobre simcity necesita sníocsrse seria-
lomentadas por el capital y el estado. mente en los estudios urbanos contemporáneos. no solo en la
microescala de la vida diaria sno también en os análisis
Lo que me interesa cuestionar aqu' no es la validez de la des- microescala ce urbanización y producción social del espacio
cripción de Davis sobre Los Angeles, sino el grodo de 'tanta· urbano. Mi prooio trabajo está intensamente enfocado hacia
sía' que le han otorgado otros urbanistas, especialmente de
iLquiijrdas, hasta ijJ punto \Jij rij\Jucir tollos los discursossobre S _;ii; 11ll~11:1nti(t$ a lus siffulxl:ft:ri> ;il,lu1.:;;m ~n la Bihli(:J )' l-l.XI lr1:11:i.11:1nlai:; 1:111 l<;1s
p13Cl ces dEll (1¡~~;;,ni,fl)'.>. País. os eaétcce cr~·~riltts. l~f; tis!aluas '1'ii I~ V.rgf.11}
la postmetrópolis a sus op niones radicales pollticamentetenla· Ma(a o de Jcsuoísn en la cuz no oon sirriplcrncnt~ s'1lbo:os. sino prcscndas
doras. Ya hP. descrito antP.riormente Cffy el Q11art1 co110 Al reales, al igual e;ue 15. ocms''liCn :e la ñoslia)'el vino sor el cuerpo y la sangrede
mejor libro antiteórico, antiposmodernista. historicista, nativista Cris!n. Un:> eeae o.?mp:;u1~1¡¡erealmenlecom:) ;i es.135simuli:;;:inne¡¡1.1~ronreal~¡¡.
Seis discursos sobre la postmetropclis

esta precesión de simulacro y la creciente hiperrealidad de la la mayor bancarrota municipioicondado en la historia de los
vida urt.ana en la pnstmetrópnlis, en ~arte porque sospecho EE.UU. En el pP.riodo que siguió a esta snrprP.ndente der.lara·
que esta reestruc:uración del imaginario ulbano está desempe- ción, salió a la luz un sistema de gobierno municipal y del con-
ñando un papel clave en el emergenle modo de regulación dado que gestionaba rutinariamente la economía pública del
social, asociado con lo que los teóricos de la regulación france- condado como si fuera una variable del juego popular de orde-
sa definen como los nuevos reglmenes de acumulación cepíta- nador, simcity, con un simgobierno que servia a los simcluda·
lista (podría añadir, que emergiendo primariamente de los pro- danos en to que esencialmente era un simcondado. Lo que
cesos descritosen los dos primerosdiscursos). Todo lo anterior hacia que esta bancarrota resultara aún más hiperreal era que
es demasiado extenso para tratarlo aqul en profundidad. con el personaje clave, el cobrador de Impuestos, que estaba
tan poco tiempo y espacio para hacerlo. A su vez. ofrezco algu- jugando el dinero del simcondado en el ciberespacio financiero
nas vignettes. Ilustrativas de lo que yo llamo las scamscapes de derivados exóticos y sin¡éticos con financiación ajena, te-na
de Orange County. un nombre más que apropiado de Orange County: iCilron! En
este bastión del nuevo populismo fiscal en que el pequeño
gobierno es el mejor gobierno. este manantial ce cepitalis'llo
Orange Couity es uno de los condados republicanos de los
EE.UU. más ricos. más educados y más recalcitrantemente de sin regulación empresarial, ~ogar tan:o de Oisneyland y la
derechas. Ha sido un punto clava para el discurso local sobre Richard M. Nlxon Ubrary y Blrthplace, el orgulloso centro para
los logros fundacionales de una politica posmoderna ultracon·
la reestruc'.uración induslrial posfordisl<t y un caso ejemplar
servadora que engaMa a unos tipos y beneficia a otros con sus
para mis propias disertaciones sobre ta formación de ex6polls
y la creciente hlperrealldac de la vida urbara." En los mundos ahorros, la sl111u1acl6n, se vino abajo y no existla ningún botón
hiperreales de Orange County se ha desarrollado un scam· para volverla a poner er marcña
scape particularmente efusivo, mi térmir10 para un entorno en
que lo real y lo imaginario se encuenlran tan cifüminados que Con estos sucesos, también se hizo público el exb'aordinarlo
animan al fraude y a la men:íra como formas de conducta, por grado en que el gobierno. polltlcos y la sociedad clvll de los
no decir rutinarias. adecuadas. Orange County fue uno de los EE.UU. se astan modelando por la precesión de simulacro y un
centros del célebre escándalo de Préstamos y Ahorros, cuya juego de slrnulaclones amanado. Por lo que conozco del lega.
98 resolución le es:á costando a los EE.UU. Incalculables billones do de Thateher, el Reino Unido no se encuent•a hoy muy lejos.
de dólares y ha sido el área más activa en el pals de rauces al Esto me conduce a atgunas ooncluslones breves. Nos guste o
Ministerio de Defensa. En un caso reciente, se descubrió que no, todos estamos inmersos en un mundo cada vez más
una planta que fabrica espoleas, dispositivos de conexión que posmoderno, creador de nuevos retos y conlextos a los que no
controlan ta explosión de los misiles nucleares. no probaron se puede responder siendo fieles a las viejas ideas y actuacio·
sus productos, pr ncipalmente porque todo el mundo creia ver· res pollticas. La ciudad y o urbano todavla siQuen siendo luga-
dadijrdlllijfltij el carlijl íijado ijll las oarijdijs dij la fábrica: "Si11 res de lucna y discusión. pero los progresos sociales y las for-
duda alguna. fabricamos las mejores espoletas de los Estados mas urbanas, y los procesos espaciales y las formas sociales
Unidos'. En ese caso. ¿por qué molP.starsA en proharlas7 Por que definen estas luchas, son ahora fundamentalmente dife-
eso, después de cada pedido del gobierno, les dan el visto rentes de lo que fueron haced sz años, Más aon, existen pode-
bueno de 'excelentes' con toda confianza. También resultan rosos indicios de que las formas predominan:emente neceen-
rcprosontañvas del scamscapo íos ·coldoras', especie do fábri- servadoras y neoliberales de la sccledad posmoderna y tas
cas de alta tecnologla donde se explota a los trabajadores que postmetrópolis que se han consolidado desde hace tres déca-
son el centro de todo tipo de fra•des y timos de telem8rl(eting. das de reestructuración global y local, están comenzando a
En ningún otro lugar existen más calderas que en Orange d~acl\Klillir su propio i!xitul~xooso. Sucesos tales como los
Counly. y tiij11en lama dij CUllStllJUir más benijficius que lus tra- disturh1os de 1992 en Justir.P., Los AngalP.s y la hanr.arrotaclP.
fir.antes de drogas. En una de estas activas colmenas del Orange County de 1994, no son sólo desórdenes aislados loca-
hiperfraude. se encontró un canel que describe de forma les, sino parte de lo que podria emerger como consecuencia de
emblemalica la honestidad engañosa del scamscape. Dice: una cr sis global de reestructuración generada. Por ello, es
"¡Engañamos a los otros tipos y Vd. se beneficia de estos aho- incluso o.ún más urgente paro la izqu.erda, para I~ conseoo-os
rros!". progresistas y demás protagonistas, resolver sus divisiones
internas y actuar en conjunto para crear una politica posmoder-
A finales de 1994, el scamscape de Orange County explotó en na eficaz y emancipadora y un marco conceptual para unos
estudios urbanos crltioos también expllcitamenteposmodernos
G EdN~td E. S();tt, "l11sJ~A E.x-:):X'.lis: SoA<les Frnr·1 OtrlngA ('.(lulll}'',~n ,\,i.Sc1rkin
(e~.). '/ii't1\:lt,bt1s o.·;" Tl1c11:cPrni:: Tiio fic1YAmof'itt:inC.1y il•)O Jb~ End o: P..ili•'c ajustados de un moco adecuado y eficaz a las rea idades e
S,oxc.Nuo·10 Yo·~. Hill y 'Nr.ng:NconcbyPrcse, 1992. pp. 277 29a. hiperrealidades del memento contemporáneo.
Contra el modelo de metrópolisunive1Sal

Manuel de Sola-\1orales es profesor de Urbanística en la Escuela de


Arquitectura de Barcelona y director desde 196E del lalloralcrio de
Urbanismo de ea·celona. Ha sido profesor invilado en numerosas
universidad~s de Europa y América, y consultor de destacadas inicia·
fr'as que tienen a la dt>l•d como objeto. la coherencia de as irwes·
1i;Jaciones desarrolladas sobre el desarrollo urbano moderno le per-
mitieren consüuir ura sólida teoria analítica de ros procesos de urba-
nización que fundamentó la tormación de generaco1es de arquitec.
tos en la Escuela de ea-celona y fuera de ella. Aul(l( de obra influyen-
te, en la qLe cabe destacar Les fcrmes ds creixemenf urba (1393)
[trad cast.: J n,< io.1nas da rJer.im;entou.'1J.1no (1991)), y co'aboraoor
en prestigiosas revistas internacionales. ha sido direct·Jr de coíecdo-
nes de ce-as especial zadas come "Ciencia Urbanlstica'' y '·Materiales
de I~ ciuuad", miembíQ lunu~dor y r~dcclor de A!ll,i!•cfu1asBis, y
director~. llR Urb1mísmo·Revi:;lo. Ejer()'; 1a111lJlé·1 una inteu~a actlvi·
dad como arquttecto de proyectos urbanos m•Jy rele·1antes en distin-
tas ciudades europeas (Trieste, Génova, Amberes, Lcvalna, Opone,
Barcelona, etc.).

En 1996. con motivo de lo colcbroción dol Congreso lntomocionol de


la UIA en Ba•calona, fue invitado a participar en él y lo hl%o con un
dls:urso que se lntroducia, a través de ear:elona, en la Interpretación
de la metrópoli contemporánea. Es el que se p1esenla aqul.

99

CONTRA EL MODELO DE METRÓPOLIS UNIVERSAL'


Manuel de Sola-Morales

Barcelona sale de un peliodo en el cual, como ciudad 'lslca. ha Pero me parece que en este momento, en la ciudad de
experimentado una fase de intensa actuación sobre importar· Barcelona, se esta produciendo un cambio de etapa en el cual,
tes aspectos parciales: sobna los espacios públicos. sobre algu· después de esta serie de intervenciones, en su mayorla sobre
nos edi1cios de equipamiento y de servicio, sobre el sistema de el tejido central de la ciudad, se empiezan a plantear temas de
comunicación general; pero también, al mismo tiempo, trans- escala metropolitana, cu&Stiones qrs afectan la manera de
formaciones de otra envergadura, difusas y multiplicadas sobre entender la periferia y las posibles políticas para organizarla,
todo el tejido urbano. de grandisima eficacia: pequeños par· cuestiones que pasan por la discusión de proyectos y de pía-
ques o reformas viarias de menor escala, acondicionamiento nes estructurales que reflejan algunas alternativas importantes,
dij lacbadas y rns!auradún Uij ijdifiGios ... Son aocio·1ijs d~ morfolúyiGa y GUlturdlmeule impurlantes, en la dis~usiún dijl
dímens ón microscópica que. Afectivamente son mportanns • urbanismo de las rJuóadP.S.
mas para conseguir la sensación de ciudad que ustedes ·Y me
dirijo sobre todo a los visitantes- pueden tener cuando paseat En Barcelora se habla mucho ahora de in'raestructuras, de
por nuestras calles. Empiezo advirtiendo que estas cues:iones grandes sistemas y de los problemas de la gran escala deriva-
no son adjetivas ni, a mi juicio, son tampoco una afirmación dos del tren de allll velocidad, de las nuevas instalacionos
simple de lo pequeño o lo local en ceeímeoto de lo Qrande. So1 aeroportuarias, de los sistemas IOíllstioos. Los arquitectos
cuestiones que están relacionadas con un modelo de cudad y explican que Barcelona tiene ese caché de la ciudad compac-
de meírópol's, que es de lo que qJería hablar hoy aquí. ta del XIX, pero también Barcelona es cada vez más semejan·
te a Tokio o a Los Angeles. Se dice que. dado el peso que tie-
• cor.:e-e1ca pront..ncia.~a en Barc:Elona el 4 de jV.IO de 19961entro de os acios nen en la forma de la ciudad y del territorio. estas nuevas
dal Con3!liW ln1e1mc:i:)"'1I de 1'1 UIA. estructuras urbanas deberían ser diseñadas cor tanto cuidado
Contra et modelo de metrópolis universal

como pueden nateno sido las plazas decimonónicas o los un sentido ya más profesional.proyectual. por la habilidad con
paseos de principios de siglo. Me parn('.e juRIO, a1.JnQUP. quízá que ('jertos prcblernas de diseño, de r.ómoencajar en el tejiclo
las a1alogías no sear 1an justas ... No creo que las ciudades, pequei\o de en barrio denso un elemento grueso, se han
por el hecho de tener autopistas, sean todas necesariamente resueltobien. Pero es evidente que, si las rondós de Barcelona
iguales que Tokio o que Los Angeles o que cualquier otro no pasaran por el tipo de barrios por donde pasan y por las
modelo únioo. La impcrtancia de esta innovación (la realización zonas y ciudades que cruzan. ne despertarían este interés.
de grandes infraestructuras) no tene por qué suprimir las dife- Ciudades con rondas hay muchas. Rondas que funcionan, tam-
rencias, del mismo modo que, por el hecho de aparecer los bién, y sin embargo no llaman la atencíón como la solución de
teléfonos hace cien anos, las ciudades no dejaron de ser cada Barcelona.
una oomo era. Al fin y al cabo haorta cue ver dónde están los
hechos significativos en la forma de las ciudades. Me refiero a que, la fls ologia es vital, pero que una ciudad,
también una metrépolis, es importante por su anatomía: es
Me parece que hay ah! un punto interesante, y la experiencia importante por las partes que contiene, es importante por su
que quisiéremos levar a cabo en los próximos años en riñón, por su hígado, por su pulmón. Naturalmente que el slste-
Barcelona puede aoo-tar al~unos elementos de Interés. Esla na que los allrrenta es irrprescindible. Pero la calidad de la
ciudad. donde. efectivamente. los elementos de comunicación, ciudad proviene de sus parques. de la calidad de sus tejidos.
las infraestructuras, son ahora operacionesmucho maycres de Incluso de sus elementos extraños, del limite de sus ed ficlos.
lo que hasta ahora ranca habían sido, no deja por ello de pre· y también, sobre todo, da la manera como estos edificios están
sentar también otros componentes sustanciales que no se pue- oombinados. No todo es fislologla.
den desconsiderar.
Pienso que ahora hay. efectivamente. una recuperación a
Se reflexiona a veces con simpl ficaclón cuando se cree todo veces Ingenua. del argot funclonalista estructural de los a~cs
resuelto diciendo, por ejemplo, que pensar la infraestructura ya sesenta. que puede resultar útil para la disrusión de la escala
incluy11 lene• en cuenl<l el enlomo: quizá 111 entumo d11 I~ de las nueves irfreesl11.1clures. Se hable de flujos y de nu<Jus.
infraestructura sea a menudo más lmoortante y más dificil que y hablarnos de una Idea estructural de la ciudad, de las gran·
100
la lnfraA$lnrr.turaml~ma. "''º
di'!$ 1nrraAstrnr.t11ra~. No es quA yo vea en solamenlA una
recuperación polémica y ·•retro", en algún caso hasta una acti·
Hay que recorocer en la experiencia de nueslras ciudades -no tud que me hace sospechar un descubrimiento tardlo de la pól-
sólo do los ciudodos moditorránct1s, sino tombi6n do los ciuda· vora. poro mo perece que hoy ostomos on condiciones do pon·
des europeas densas, es decir, de las ciudades del sur de ser -no siempre de ejecutar, pero por lo menos si de pensar·
Europa· unas características relativamente comunes que pue- que la comple¡ldad de la situación metropolita1a de nuestras
den hacer persar en un modelo de metrópolis para estas cíu- ciudades pueda componerse de una mayor combinación de
dadas. con aspectos propios, diferenciales. no por un afén de elementos que los de ta gran tnfraestruc:ura. Pienso que esta
Identidad excesiva, sino, realmente. por el reconocim.ento de visión infraestructural nos llevará, esperemos. a diseNar estos
valores de urbanidad que en otras regiones no se presentan o elementos con más cuidado, con mucho más cuidadode lo que
se presentan de otro modo. Me refiero concretamente a la hab'an sido diseñados en otras épocas. Espero que se produz.
manera de entender la calidad de la vida urbana, y cónde y oon can objetos arq.ntectónicos. paisajísticos o estrucíuretes
qué imaginamos que se construye esa calidad de vida. Es cíer- Mucho más interesantes. Pero esto oo debiera hacernos olvi·
to que al visitar Barcelona. la gente aprecia una suma de cr- dar la estima y el protago1ismo de las formas del tejido metro·
cunstancias. Aprecia la novedad de las operacionesrealizadas. polita10.
pero aprecia el resultado global de esa novedad, que es. efec-
tivamen:e, una calidad de vida, una calidad urbana que provie- Me parece sustancial, hoy, pensar en el conten·do de nuestras
ne de una suna de aspectos mas complejos. no solamente ciudades, las sustancias en la composición de nuestras ouoa-
aspectos hislórioos, muchos de ellos son nuevos, algunos evo- des densas y promiscuas del sur del arco mediterréneo. Por de
lucionados. otros híbridos, pero al fin y al cabo. aspectos mas pronto, tenemos que pensar en un tejido metropolitano que
complejos que la transformación en sí misma, como esfuerzo tiene estas condiciones de densidad y de promiscuidad en un
de construcción e de diseño. grado mucho más elevado que el que nunca encontraremosen
las m~•.rúpulis construdas con los sistemas de ocupación más
Las rondas, por ejemplo. Las rondas de Barcelona son admira· simples y recientes: por ejemple, las metrópolis americanas.
bles. en un oeno sentido, como hien se ha dicho, por su efe~, las mP.tn)polis del stJdeste asiático o las metrópolis japonesas.
to sobre la agilización del tráfico. Son admirables también, en Esto es tópico, pero es verdad. Podríamos dedicar muchas
Contra el modelo de merropolis universal

horas a justif car estas condcores de densidad y promiscui· entre Atlanta. S•ngapur y Los Angeles hay enormes d~erencias.
dad. En todo caso es un hecho -sea dP.hido al clima. sea dehi· Es que no se parecen en nada a poco que uno tas conozca.
do a las formas culturales o a las caracteristicas de lo que se Sería bueno comprobar su experiencia sobre estas audades.
en:iende como calidad de vida· que las ciudades en el sur de Yo, sin conocerlas mucho, las oonozco lo suficiente come para
Europa organizan una forma do metrópolis bastante or ginal. La ver que realmente. a pesar do que todas han experimentado un
densidad no es sólo cuestió~ de acumulación de usos, sino que boom edificatorio tremendo curarte los últimos años, una
es también una cuestión de la variedad de estos usos. Y esa explosión de autopistas, y que tienen todas ellas un sistema
promiscuicad provoca, precisamente, no solamente usos mez- espacial fragmentado y descompuesto, eso no debiera bastar-
ciados continuamente, sino la apañción continua de excepcio- nos para pensar que son igJales. Porque. con este criterio.
nes. Es la continua intromisión de elementos discordantes en también cabria decir que todas las ciudades del pasaco eran
la homogeneidad 10 que, de alguna manera, caracteriza la con- Idénticas porque todas se oomponian de calles y edificios, de
dición promiscua de estas ciudades. plazas y de paseos. O sea, no matizar algo mas sobre estas
cosas nos puede llevar a simplificaciones peligrosas y a perder
Creo que es muy importante, en el mundo globalizado, apren- la noción de lo que nuestro oficio pueda aportar al futuro de las
der a leer las diferencias. La ~lobalizaclón no comporta, nece- ciudaoes.
sanamente, siempre. la anulaciOf\ de las dlferen~ias y. a veces.
es precisamente su posibilidad. Tenemos una visión demasia- Les sugiero. y lo lle dicho ya en otras muchas ocasiones, que
do tópica en el conocimiento crítioo del urbanismo, en el cono· para ver bien la Barcelona actual, suban ustedes a una de las
cimiento de las ciudades. La capacidad critica, y ahora hablo colinas que hay junto al Llobregat, a la colina de Sant Ramon o
de la renexlón inte actual, es bastante baja. Conocemos las cu- a la colina de Sant Pere Marlir, y desde alié contemplen ta com-
dadas pcr clichés culturales, por los litros, las diapositivas por posición de la metrópolis. la riqueza formal de la periferia, en
los viajes turlstico-srqultecturales. Cr ticamos o apoyamos ese multbllcarse en partes y componentes, en tejidos, en las
unos esquemas de ciudad o de urbanismo basándonos en cla- pequeñas relaciones que la hacen. Verán un espectáculo, por
sificaciones criticas, a veces simplemente gráficas, muy limita- <Jij pronto, <le inmensa l>elleu. <le una l>ellea1 que ar Jcula en
das. Conocemos menos la experiencia de las ciudades. cono· unidades de orden superior muchlslmcs elementos. Es algo
csmos poco las r.ludadAR por hahArlaR andado, por como ~11 QUA no tiene QUA ver, desd~ h·eoo. con otros tipo.~ dA r.hidad. Y, 101
viven o como han sido hechas. Esta limita.ción produce real· ciertamente, muy pooo con las periferias norteamericanas o del
mente escasez en nuestra común capacidad de leer las ciuda· sudeste asiático. Tampoco con las holandesas, las inglesas o
dos octunlos o, más concrctemento. do loor In porto nctual do los nlomonos. En cambio, ol tipo do mezcla si os comperablo
nuestras oudaoss. Esta dificultad de di~rnimiento me parece al de otras e udades, pero tedas pertenecen a esta misma érea
una de as limitaciones culturales genéricas que la cultura de las ciudades del ser de Europa, y ello por un modelo de
arquitectónica, Incluso la cultura en general, tiene en estos características que ahora intentaré definir pero que vienen a
momentos. Me parece que éste si que es un problema a la colación como recomendación del esruerzopor leer con cuida-
escala de este congreso. Saber leer las ciudades actuales no do las metrópolis contemporáneas.
es tan eviderle. Hace cincuenta anos, los geógrafos urbanos
describian las ciudades. Y existia una disciplina. que era la Para leer Barcelona. suban al Carmelo. que es ese monte
geografia urbana, qJe leía y explicaba cómo eran las partes de ingrato que hay al final de los ensanches -de la trama Cerdé,
ta ciudad y de qué se componian. Hoy día esto ne existe. Los de Gr~cia, de Horía y las casas-iardo de los \Jou Barris y las
geógrafos se dedican a otras cosas. Se cedican al análisis del Trinidades y los Montbaus que nay detrás· y observen como se
sistema de ciudades. pero no al análisis de ta ciudad en sf. Las presenta la articulaoón de todas esas piezas distintas en la ciu-
partes de las periferias. o las partes de relación de las perife- dad. Por de pronto, es un espectáculo estético, si. pero, desde
rias con el centro, hoy nos parecen lo mismo. No sabemos dis- luego, es también un especláculo urbanístico. y es una lección
tinguir porque no tenemos los oonceptos, la taxonomla, las que nos enseña a mirar las formas de las ciudades con más
palabras pa·a hacerlo. Y, en este sentido, creo que nos faltan afecto, y también con mayor capacidad de reconooor sus
las palabras mas descriptivas, las más reales y, quizás para actuales diferencias.
generaliza', abusamos de los términos funcionales o de las
palabras mecanicislas para esconder nuestra imprecisión. ¿Cuales son las características de este li;>o de metrópolis
sudeuropea? Ouvi~menle se diierenci~n <le las metrópolis
No sé. Algún arquitecto importantlsimo y conocedor de las ciu- sudamericanas. que suelen explicarse a partr de su fundación
dades ha escrro, por ejP.mplo, que hoy dta las ciudades todas colonial corro trazados; a1mq11A níras veces lo sean en lérml·
son como Atlanta, como Singapur y como Los Angeles. Bueno, nos de infraestructJra generativa, que soportan usos derivados
Contra et modelo de metrópolis universal

indiferentes. ¿Cómo son de distintas las grandes ciudades del centro de servíclos. una condición de contacto que tiene mucho
norte de Europa? La relación generativa entre infraeRlrur.tura y que ver en cómo un cemro r.omHr.ial se soapta a unas vlP.jas
uso existe siemore, es verdad, pero producida de modos bas- industnas, o en como una zona turística explota e ignora a la
tante distirtos. Encontramos tamaños muy desiguales, con vez el paisaje. Las dificultades y los connictos que se derivan
unos grados de promiscuidad, de densidad o de lldapla~ión al no sen accidentales ni extraños al modelo, son el precio del
terntorio muy variables. Y eso es lo que da la fcnna a las ciu- oportunismo con que se van distribuyendo las cosas, según
dades. Y eso es lo que determina como se vivir¿n y, por lo lógicas que. naturalmente, necesitan del control y de la irfraes-
tanto, las distintas calidades de vida que ofrecerán. tructura, pero ·~ue muestran la preponderancia de la idea de
contigüidad en nuesuas ciudades. Creo que esta Importancia
Es obvia y bien sabida la comprensión estructural del creci- tenderá a aomentar porque forma parte de las condiciones de
miento como lo generado desds el flujo de los sistemas gene- la calidad de vida, a las cuales ruestra cultura no quiere renun-
rales como lo que posibilitan las infraestructuras. Pero hay ciar. Por tanto, una primera tesis (que, ya digo, hay que aten-
mucho también en la metrópolis sudeuropea de otras lógicas, der en toda su relatividad) es el interés positivo por esta dispo-
más complejas y aleatorias, tal vez rrenos deterministas, perc sición de mancha, mas o menos aparentemente descontrolada,
que tienden más a se~uir compotam entos pcsiblllstas de y no por descontrolada at·actlva, sino por su valor de respues-
aprovechamiento de ocortondaoes que a ser consecuencias ta, más alié de coorojes abstractos o de factores infraestructu-
deterministas generalizables. Yo diría que nuestras ciudades, rales, a oportunidades y ve~tajas más inmediatos. La "mancha
en gran medida, crecen gracias a acciones ocasionales que de aceite• me parece importanlisima en el entendimiento y el
aprovechan oportunidades de suelo y de emplazamiento, de tral<lmiento de la metrópotls sudeuropea.
novedad o de residuo. de publl::idad o de escondite, oo vecin-
dario o de ais arriento. Y las nuevas operaciones no siempre El segundo aspecto que considero importanlislmo en nuestras
están relacionadas con et sistema Infraestructura!, pero no metrópolis es el gran peso generador de la lopografla: Aqul ta
solamente eoo el sisterra infraest11.1ctural (como ocure, por lopograffe no es un factor de contexto. No es un factor de
ejemplo, en los llanos \!el 'M1uwesl' arneric~nu u, a lu mejor, en marco. Es un elernenlu sustancial dll las ciudades. Yo crw qw
las metrópolis asiáticas). La forma de nuestras metrópolis sigue en Barcelona, por ejemplo, es lmportanllslmo observar lo que
102
mM un mod11lo ·na aprovAr.hamlento ctA omrtunlctade~ frag- un r.olega y amigo, P.I arqulter,to O~ol \.los, deda al ver tantas
mentarias" que el esquema determinista del funcionalismo plazas redisefadas como tableros horizontales salidos del
estructural. Aquí hay mucho de apro,•echamiento de condicio- paralex del delineante; "Ul/I Qu& Barcelona fa bsixsda!',
nos ospcciaíos dol lugor, que vlonon dados por ojomp o por lo B~rcclono boja, ·ro boíxOdd', quo es decir algo mos. Borcolono
topograna, o por las ventajas sobre todo de vecindario. Pienso es bajante. El fondo de la cuestión es esa relación lundamen·
que estas relaciones de contacto periMétrlco entre las piezas tal de la ciudad a la topografla Electlvame1te, siempre, y de
urbanas, esta lógica de mosaico como princl~io de crecimlentc una manera bastanle clara, tene-ros al movernos por
de la ciudad. la Idea de crecimiento por lateralldad, no solo por Barcelona la conciencia, no sólo de la orientación cardinal. sino
creación de infraesiructuras, es imporlanllsima en nuestras ciu- del sentido topográfico que toma la ciudad: -:le las calles del
dades. Ensanche hacia el mar, o la orientación hacia los ríos en tas
áreas del Llobregat y del Bes6s, donde la topografía es Igual-
Quiero en este sentido -y ser'a mi primera tesis polémica, por mente básica y fundamental. Esta condición topográfica de las
lo menos en los términos tradiciorales de los especialistas- zonas u<tanas es caracteristica de ciertas ciudades, y muy
rorrper una lanza en favor de tna forma urbana difamada y importante en las áreas del sur de Europa, porque ya han esta·
maldecida. ta llamada "mancha de acete'. Se decía: "Alerta. blecido desde su 01igen un juego de interacción con la orogra·
las grandes ciudades crecen como manchas de aceite", 'Esto tia. No sólo se trata de las condiciones globales de la topogra-
es intolerable, esto es lo peor que nos puede pasar, es la ima- fia, sino también de sus formas oarciales, mencres, de cómo
gen del desastre. del caos'. Pues bien. yo enooentro la mancha se aprovechan los rinoones, de las bolsas que se torman, de la
de aceite bastante inleresante, y quisiera recalcar sus ventajas, creación de rnicroclimas o de enclaves (por 9jemplo, de buena
aun a riesgo de ser ahora un poco esqcemático en mi defensa. residencia junto a otras de residencia barata para poder conse-
No pretendo elogiar la falta de control, ni justificar la falta de guir un lugar especialmente privi egiado en cuanto al clima, a
infraestructura. Sostengo que, <parte del control y de a infraes- las vistas o a la vege~ión). Para estos enclaves privilegiados,
trudura, h~y una condición 9eoyr~lica ~e yuxtapusic'Óll de los íneómcdas wcindad~s, acepladas. qu~ ~errniten un aprove-
elementos metropclitanos. de oontinuidad en cómo se coocan c.hamienlo oporumsta y una concepción de la ciudad oomo un
vacros y llP.nns, en r.ómo se Anganr.ha un harrio de viviendas al hecno oasíco de topografia. Y AS ésa interacción la que prortu-
lado de un casco antiguo, o un pequeño parque al lado de un ce una escala de promiscuidad en las distintas partes de la ciu-
Comra el modelo de metrópolis universal

dad espacíalmente distinta de la que se da en otro upo de la verdad. Pienso que. en nuestras mereooüs. algo de eso ocu-
metrópolis. rre. Eser las rtistanr.ias corlas donde nos jugamos, no sólo las
distancias pequeiias, nos jugamos también los principios gene-
Un tercer aspecto, para m caracteristico, seria el grsno peque­ rales. Un maestro de la arquitectura, a mi juicio, .mo de mis
ño. Barcelona es una cudad donde el grano pequeño es impor- maestros de arquitectura y de urbanismo, es Johan Cruyff. ox-
tante. Ahora uso "grano" como en la terminologla clásica de entrenador del aarca, persona (otras actividades a parte) de
Kevin Lynch, donde este térrrino hace referencia a la abundar· una sabiduría extrema en el entendimiento de lo que es una
te variedad de tamaños de los elementos, de las piezas urba- profesión oomo ac'ívldad creativa, que, al igual que otros gran·
nas. En Barcelona, por ejemplo. no hay grandes solares. Yo des profesionales. ya sean pianistas o carpinteros de ribera.
puedo hablar mal de esto porque soy autor de uno de los edifi· cuando explican su oficio hablan de prncpos que sirven para
cios completamente fuera de grano de la ciudad, muy grande. cualquier otro oficio y, desde luego, para la arquitectura Decía
Pero es un caso excepcional. En Barcelona. un solar de media Cruyff que el buen jugador tiene que terer dos visiones a la
hectárea es ya un solar muy grande. Y muy raro. Y, de eso, vez. Por un lado, tener clara la posición en el campo. Pero,
también pacemos dar explicaciones: la estructura mercantil de sobre todo, en la distancia corta, dacia, ha de saber resolver
la ciudad. la división de la propiedad, la Inexistencia de una con un gesto el doble de Ideas de las que resuelve el contrario.
casa real o de un poder central en la ciudad que se represer- Tiene que saber desligar la mirada. decía, del Juego de piernas
tara con grandes palacios o jardines, la ausencia de Jna aris- y pelota. Venía a decir que la jugada corta, a la vez, tenia que
tocracia que acumulara fincas y crea-a grandes piezas. Eso no tener en cuenta la jugada larga. aJnque la pura posicionalidad
ha existido aqul. Por lo tanto, el grano de las unidades de la no daba el partido y que. al flral, era el talento del Jugador el
ciudad es más bien pequeno, ~ eso provoca una variedac en la que lo resolvla. Et jugador de visión general tenla que tener,
interacciór muy a ta, y, en las zonas de contigüidad, situacio- también. la capacidad extra de no fallar, o 'fallar pooo"(I) en la
nes especialmente Interesantes. jugada corta. Me parece que son afirmaciones aplicables a
nuestro tipo de ciudad. Y que, en cambio, tal vez no lo sean a
Pur e¡emplo. una <.le las zonas más ricas <.le Baroolona es la otras metrópolis mundiales que me inte1esan rnucl'lsirnu y me
frontera ertre el Ensanche y el Casco Antiguo. Es preclsamen- parecen de enonne contenido crvlco, cultural y arquitectónico,
11111R11 valor rtA Junt;i quA apar11c11 alll, las charnelas rte la ca1111 pero cuyo mayor lntarflR es, prMISa'T\llnte. que atienden a 103
Fontanella y la plaza Urquinaona. de la plaza CataluMa, de las cuestiones distintas Hace falta arriesgar mucho si queremos
dos caras da las Rondas... También son da gran riqueza las que hablar de la "gran escala", de ''flujos" o de "terrenos vagos',
zonas dondo se uno Grócia con Sarrio, o con Horta... O son, no como so hace en esto corgroso, no soo poco más quo vorba-
sólo son fundamentales las piezas, sino cómo se tocan estas lismo de etique:a, y que no resutte imitar a Valdano, cuando el
piezas, todas estas piezas tan buenas. que el visitante de que hace falta es Cruyff.
Barcelona reoonooe, y dioe: 'Hombre, es que Barcelona no es
sólo bonita por Las Ramblas. Es que. •1ayas donde vayas, te El cuarto aspecto que me aireveria a proponer como especifi-
encuentras no sé qué, y no sé cusmos. Y vas a Graeta. y vas co de la metrópolis mediterránea. o suceuropea, es el de la via­
al mar y vas a tantos otros sitios .. ., Y me refiero a esto ahora lidad abiena, el hecho de estructurarse con sistemas de viali-
porque quisiera poner atención a esa articulación de las partes. dad abiertos. En estas metrópo is los grandes sistemas. los sis-
temas viaños básicos. no son sistemas urbanos, sino sistemas
El grano pequeño, el qua las cosas de menor envergadura se menores de naturaleza casi terñtorial. Esto ya forma parte de la
hagan con meticulosidad, es también lo que ha hecho merito- tradición de las centuriaciones y de los trazados de Jefferson.
rias muchas de las recientes actuaciones en la ciudad (y en y de las fundaciones coloniales. pero también forma parte del
otras ciudades próximas) donde, efectivamente, se ha sabido concepto de una relación imprecisa y múltiple con su territorio
ser sensible al mismo tiempo a las condiciones inmediatas del inmediato y con su territorio mas lejano. Es una relación de
en:orno y del espacio que se querla crear y a la produc~ión de jerarqula, de conlin~idad, que no encontramos en las metrópo-
objetos, de edificics, de espacios públicos suficientemente ade- lis contemporáneas de Asia, de Sudamérica o de la Europa
cuados a funciones urbanas genéricas. transalpina. En el siglo XVI. a muchas poblaciones inteñores de
Cataluña se les daba el nombre y tenían el titulo jurídico de
Dice un anuncio de televisión aquello de que "en las distancias calles de Barcelona, a pesar de estar, a lo mejor, a dos dias de
corlas es donde se resuelven las grandes cuestienes". Creo canmo. Eso refleja .ma concepción d~I terTiturio que rne pare-
que aparece er el anunc o de un perfume masculino que ce ext'llordinariamente moosna. Creo que es:á estrechamen-
refueiza ros atractivos de un galan conquísiardo a i.na esfu- te relacionada con la idea <ie que la nist;mcia o la separación
penda seriara. Al llegar a las distancias cortas viene la hora de no es la única cosa que caracteriza la pertenencia. He cescrito
Contra et modelo de metrópolis universal

en los penómcos. por ejemplo. el eje del Llobregat como un eje


importantisimo rle Cataluña. Otros nabrta, no cane dr.da. El
Maresme podria ser otro frente importante. En rualquier caso,
me refiero a una organización de los sis.ernas viarios urbanos
que es do largo alcance, como podemos encontrar en Palcnno,
en Par1s o en cualquiera de las ciudades grandes del sur de
Europa. Milá1, por ejemplo, tiene un sistema de vialidad pdme-
ria que llega hasta Suiza, un sistema que no i1cluye solo la
gran infraestructura. la autovía o la carretera. Es un sistema de
organización urbana y que. por tanto. tiene oontinuidad en
calles y tejidos, aunque sean intermitentes. En ese sentido, y
no es la primera vez que lo digo, las rondas de Barcelona, que
tantos méritos tienen en cuanto a su buena ejecución, al
esfuerzo invertido y a la inmediata solución de problemas de
tráfico, son, en cambio, una estructura en buena parte. contra·
dlctorla con el sistema primario barcelonés. y que en un Muro
de quince años puede resuttar reductiva para la organización
de una Barcelona más amp ia. Ese idea anular de ciudad, en
una ciudad que no tiene nada de anular. que es tentacular y de
alguna manera abierta hacia fuera. no cerrada en si misma,
puede. una vez pasado el primer efecto estimulador de cam-
blos, resultar conflictiva por dar servicios viar,os de fol1'l'·a mas
imprecisa y extensa, menos optimizada y compacta, más inter·
mitente pero meoos ir1lfl1•1erlida. Soy de la opinión de que
nuestras ciudades. y hablo de nuestras en este sentido geogr~-
104
flr.o aloo vago. no deherran funr.lonar tanto con anillo~. Me
parecen más apropiadas las es:ructuras tentaculares, estructu·
ras más lanzadas hacia el territorio, que son las que define la
natomíoza imprecisa, un poco do magmo, do rrucoa conden-
sación y de acumulación y óe densidad, caracterlstica de noes-
tras ciudades.

Mancha (!& ace1le, topograffa, grano pequeño y v1allded abiar·


m son, para mi, notas caracterlslicas que hemos descrito para
Barcelona, pero que tienen valor general como deflniciór de un
modelo de metrópolis, un modelo donde la contigüidad es más
importante que la continuidad y el tejido pringoso y amorío de
ciudad es un valor en s1 mismo; donde los tamaños se mezclan
a pequeñas dosis, y donde la vialidad es algo más que un dis-
positivo lógico de circulación hacia centro para ser trama de
relaciones indefinidas: un tipo de ur!Jan·zación como forma cul-
tural no recucible a la función economicista de la gran infraes-
tructura como eJ<presión uniformadora de la gran riqueza de
diferencias de las granees oudades contemporáneas.
El miedoar crecimientourrano

Rosano Pavia es profesor de teona de la urtJanística en la Facultad


de Arquiteaura de Pescara (llillia) y director del Departamento
Amb;enleReii Terlitoriode le Universidad G. d'Annunzio de Pescara.
Es autor de publicaciones tales como L'idea di ~i~a(1082), Cilla e
terr#oríne/ medio AdrieH;;o (1990), Le paore d&ft'urbr.nis1íca(1997j,
Terri1o:ie spet! del/einiras!fufft1.-e(con A. Clementi, 1998), Paesaggi
elattrici (199!!), Babele, la cillt. della Dispe1sione(2001). Ha sido
invtisliyador visil<tule en I~ Nor1.1u:1:1~re:r1U11ivea;.1/y de Bo:>lon y pro·
fesor visilante en la Gradt1ateScho'I or Des(qnde la Universidad de
Ha1vard. Ha dingi<lo numerosas investigaciones sobre planeamiento
orbano, nsl cono plonos de rocunlifiC41ción urbana. Come ospcrto,
eotatora oon la Direzione Atoo Urbana ed EdHizie Resioenziale del
Ministerio da lnfraestn1ct11ras y 1 ransportes de Italia. Ha oontr ouido a
la prom-0clón del Departilnento de NqultectJra y Uroanlsmo de la
Universidad de Pescara. habiendo dirigido la revista Plano P"'(}ello
Cilla an:re 19E9 y 2001. Dirige actualmente la revista Adriallooy la
ooleoción del lioro Baoele Qunto con M. Ricci).

Su libro Le .oa11ro dell'urbonlstica1ecoee un valient;¡ y agudJ analisis


de cuestiones candentes en el urllan!$mo contemporáneo de Italia
Justificado en un experto oonoclmlento de la realidad y en un sabio
S1.Jporte teó1loo. la of%Jlnalldad y viveza de sus hallazgos hacen a su
discurso generosamente extendible a otras realidades ur~Ma5 y terri·
toriales de Europa. De ese libro, se preserta aqul la ,erslón al case-
llano de SJ primor capítulo.

105

EL MIEDO AL CRECIMIENTO URBANO'


Rosario Pavia

P\ledes remonta• 'IUe o cuando quia1as -ffle di.aron- pero Nostalgia de la "cludad-everpo"
negarés a otra Trude. igual punto por ll'Jnto, el mundo esta
cubierto ce- una unice Trude que io empieza ni :e1111ha, lndudablemerte gran parte de ruesua cultura visual, es decir.
sólo cambia el noobre del aeropuerto. de nuestra manera de entender y de percibir el espacio, ha
quedado ligada a la noción reracentista de la cíucac como
ltalo Celvino, Les ciudades invisi~les
forma cerrada. geométrica, límitada. Una ciudad como sistema
unitario. en la que iodas las pares están relacionadas y propor-
El rechazo del crecimiento urbano como factor negativo, tanto cionadas. A final del siglo XV Francesco di Giorgio Martiri afir·
en el plano social como en el estético, es quizás el ejemplo más m<iua que la ciJdad "no a un 111iij111lJro, sino a lodo al cuerpo
evidente de los miedos cue invaden la discip ina urbanislica. El dP.hP. tP.nP.r sP.mP.janza. porque r.omo una parte a la parte. asl
temor viene de lejos y demuestra inequívocamente como de la el conjunto al conjunto debe ser equiparado":' a principio del
inercia de la ciudad. de su lenta trarsformación, dan cuenta siglo XVII, V1ncenzo Scamozzi estaba lodavia ligado a la metá-
saberes y comportanersos que son también de larga duración. fora de la 'ciudad·cuerpo': 'Las ciudades son cuerpos huma·
nos y los oomás edificios vienen a ser como mombros de
ellas'.'
' Fr~nr,Ej~::oe; Gio·9ic;f,l(lrbni1 T.·(lffett; ~; ;:irr;l;,'tfl<faoJ.r.iv.'1'ae n•.l!i!iJre,Tuon, •(!A 1,
libro 111. pp. 1;u-192. E' rrc:.11;;.10 lué ~sct.:o .;,o pe,iotb!i dlsliotcs d!i>spu!Mi de' :192.
2 Scamozzi, V "'.CO"ZO. L'1'o'coOO'tArch:tc<.furo r:n.'1crs:W(Venecia. 16·15). Eoboia.
• Ttdductófl del capitulo coi) esic lilub del li!:to le ~uro <.1C11l'ü(0t't!.~tica.Disagio 1~82. ~arte-p1inera,libro 11. rop.. XVIII. p. 15S. La estrecha relación es-me\fis~ en
o !.w;c.rtczz:tne}P.'OJCiWo'cl'f>c,f!.:i co11tc1r\oo.•J?,i;cJ.
Góno'lti, Cos1a & f\o'an, 1~ peepecwa y proteclo v1;x;no e&l\ c;l¡¡ri.;merteexpuP.sL1 por S¡:;;¡mQzzi r.ui:tntl!)
El miedo al crecimiento urbano

Es la mirada en perspectiva la que reconstruye la unidad y el En la Antigüedad y en la ciudad del Anliguo Régimen, la dimen·
omen dA la "ciudad-c11Arp-0". Tal mirada necesita de un limite, sión demcgratica está fuertemP.nte condiciorada por el aoaste-
de puntos de vista privilegiados, desde los cuales se pueda cimiento de alirrentos: sólo las capilales y las grandes ciuda-
reconocer, bien la forma urbana global, bien cada una de sus des mercantil¬ s ,incluidas en tos circuilos comerciales naciona-
partes. La ciudad ero, entonces, del nida completamente por les e internacionales, consiguen, no sin preocupación, libra;sc
sus a.rquilecturas." de esle vlnculo. No es sólo una cuestión cuantitativa ligada a fa
supervivencia: se pide el límite por razones políticas, éticas y
La sensibilidad visual de la ch.dad de antiguo régimen esta cíe- de control social. De nuevo sen los utopistas quienes protago-
rall'ente resumida en las palabras de Montesquieu: "Cuando nizan la demanda de rigidez. Población urbana y forma de la
llego a una ciudad, subo al campanario mas alto o a la torre ciudad se definen eslrictamente Amaurote, la ciudad capital de
mas alta, para tener una visión de conjunto, antes de ver cada Utopia (pero lo mismo vale para todas las otras cucades de la
una de las partes. y al deja~a hago lo mismo para fijar las isla feliz de Tomás Moro). no puede modificarse. 10 puede cre-
ideas".' cer. Sus ritmos sociales, como sus arquitecturas y sus traza-
dos, son eternos.7
Mientras que la metáfora de la •·ciudad-:uerpo" será disipada
por las granees dimensiones alcanzadas por las mayores capi- La mlsrra rigidez de los modelos espaciales de ta utoota se
tales europeas (París y Londres habían perdido definitivamen- puede encontrar en las actitudes de proyecto de la a·quitectu·
te la reconocibilidad de su forma urbana en el curso del siglo ra y del urbanismo desde el Renacimiento hasta hoy, la ten-
XVII), la necesidad de poner un !Imite al crecimiento demográ- dencia a clroJnscribír. a delimitar, a o~nligurar definitivamente
fico y de definir el perlmetro de la ciudad con una figura geo- la organización urbana no ha agotado todavla su tensión vital.
métrica simple permanecerá profundamente enraizada en la
cultura urtianlstica posterior y llegará hasta nuestros dlas. El miedo al crecimiento se hace obsesivo con el triunfo de la
ciudad capitalisla. Justo cuando el desarrollo da la producción
El 111 t1do al dt1~arrollo dt1111oyráfico y físico da la ciudad se y dti la circuladón dt1 las rnarcanclas parees podyr as11gurar un
encuentra claramente en el pensamiento flsloclátlco, cuando crecimiento !!Imitado, el rechazo de la gran dimensión aparece-
106
por prlmAra vA7 $6 0An11nrlan los rlMAQulllhnos tArrltorlales r¡\ r.arta ve1 mM mt11ncn. A nlvAI tAórlr.o y rtA los r.ontAnldr.s
producidos por el gigan1smo de as e udades capitales. El ere- operativos, la urbanlstica moderna será, desde los orlgenes,
cimien:o de Parls parece a Mirabeau algo monstruoso, abe· profundamente antiurbana.
rranto, que !!0·10 o lo muorto: ·uno copita! os l<:ln nocosorio o!
Estado como la cabeza al cuerpo, pero si la cebeza engorda La gran dimensión de la ciudad industrial es recrezaca por
excesivamente, el cuerpo se vLelve apop!éjlco y todo muere''·" todos los utopistas del siglo XIX. El "mal" ciudad es superado
En las utoplas del siglo XVIII, los males de las grandes ciuda- por medo de la descentralización, por medio de la dif\Js·ón en
des son denunc ecos slsteméticamente. Las nue•1as proyeccio- el territorio de unidades de asentamiento contenidas, definidas
nes urbanas estén basadas en el orden geométrico. en la hlgie· en el numero de los habitantes y en la roma urbana.
ne. en las ceras públicas. pero todas de"ílandan un limite al
crecimiento: así Lunol tiene sólo 650.000 habitantes, Sevariade El falansterio de Fourier tiene una potladón de mil seiscientas
267.000 y Leliopoli 600.000.0 personas y una configuración precisada en detalle; las comuni-
dades ideal¬ sde Owen tienen de media mil dosciertos habi-
tantes y una forma cuadrangular.'
dlco: "l()s (olbs rnt-OStrJ~ OOfl tqucJI;)~ ~"º (...)
Ut\'i>n por la 1'16s !'00.é perlo do te
dudad cono a las pl.l:zas. al palado del prt.,·::ipc ¡•a las :>in<r,;:a!cs iglos.os. pé.'C
de;;.En ser reclAs y anp!bs (.. :•. ;crque ée esta manera .._acen ra ciOOad &ietn~re Mas tarde, en la segunda mitad del siglo XIX. el médicc utopis-
1ei¡petable '/ bell¡¡ )' rallult.1nde mllynrcomo;1~1ad Da M8n&1,1q.1e lo& 'Ol'~J:::lam~ ta Richardson fija para Higeia, la ciudad de la higiene, una
tlll~ nassn w ellas iJ~ u11a sola <;jea!Js \~n buerA p!ltle (I& la 1luctAíJ o IJOl IC población óptima de sólo cien mil oersonas; mientras que
menos ulgUNs cesas 11Uigt<Jt.ll$'y bcllM 4uo ha~· oro d la'' (lil>r:> 11. cap XX. I'· 169). Morris en su Nevis from Nov1her11,aun no definiendo la pobla-
3 So:>rc eetos ;):!pcc-..os d. R P;l'lla, {Jo'Cil di1 dUd (1~21. Mli>B. 1994· F. Finot!o,
lo c'tt.1 C'liusJ. 'icnccio. 1992- M. Roman>. tcsfc:Jco do1'1'n cfltb cvrovco. T¡¡rin. ción de Londres (proyectada año 2000). la imagina considera-
19~? .
.:. ~..krl1osquic11, •.brD;cs(Bordcaux. '18~.S6), P'a(s. Stock. 1943, p 64. Lesaptn·
te!i dol v(tje. dosono lado c-nt1c 1728t1729. fccrcn ti.ans:ritoo entre 17t5 y 1755.
5 Mirnbeau, t'amides hQmmE."<;:u t!li.~edE' (íf p.'\?~;(;:.ficr.,A•,ignon, 17~1758, 2t 7 ChM'~'.F1¿;m¡::>~P..np et·r, pf117'1-l7(i
pa·i~. r;io. VII, m>. 1$2-153. 1! Sotre los utq;i$!as de la prime1a rr~1ad del sito X!X. a. L. Bene\•olo. Le -,tg.Yli
6 SQ::ra bs 1110\J1:!"~is espacees (I~ las tilUf1il:11:> ilunini$lijS <). 9. &:lc:.tkO: LCii11.lefHlf oe.~''M'ba11.1..,,l/(.a1m;óama, B\lri, 1~13 \1100. c;asl: O.·i~.ifit> d~ l;J U(l~a,,i~tir:(>mo~r-
º'
ele l'v!O,ó.b. Pe-le. P~soL 1978: F. Cl-oa~· Ic (¿¡:j.''J te toodC(c. Sur''º tl:to!'i:: '..t ,.~. 'Bu9flOS .~tYi, T&k1le, ·.ge1. o biEnl Los Ofig,ries ~· ll.W.•i,!sn1:> fl.od(;f11'l,
Mo;rc. Blurm. 1979).
l"ordlit~cturoet o'cri.·tba11ismc.Po1ls. Sooil. 1980.
El miedo al crecimianto ulbano

blemente reducida.~ De la ciudad ideal del Renacimiento hasta ta vilie contem¡;o·


rai11P. de Le Corbusier se desawlla una incrAihle r.onnnuid<.d.
Con la afirmación de la urbanística moderna, la orientación pre- Hoy todavía. persiste en nuestra cullura visual la idea de una
dominante es el rechazo de la gran dimensión: la población de ciudad como producto unitario, como sistema claramente defi-
la ciudad-jardln de Howard es do 30.000 hab:tantos y sólo o~ nido por una forma. Es el deseo, ta nostalgia do la perdida del
algunos cases llega a 58.000, la de la ciudad industrial de centro. Hoy tcdavla, frente a una ciudad desintegrada, estalla·
Garnier es de 30.000 personas, mientras que la de la ciudad da en añicos, perspectivas anacrónicas a vista de pájaro Inten-
comunista de Strumlin, que gravita alrededor de una fábrica de tan restablecer un posible order geométrico, buscando dar
diez mil obreros. se fija en 28.300 residentes.'ª forma y unidad a un commo ahora ya dividido en una plurali-
dad de partes y de periferias. La ciudad ha perdido hace tiem-
Incluso cuando la gran dimerslón es aceptada. el limite apare· po su forma. Daniel Defoe. a final del siglo XVII, primero se dio
ce irrenunciable: Wagner imagina su Gro8stadt articulada e~ cuenta de que su Londres ya no tenía una forma reconocible:
distritos de cíen mil habitantes. perfectamente homogéneos y "su aspecto", decía, "se ha agigantado de manera desordena-
estructurados en su definición arquitectónica;" de la misma da y confusa, fuera de cualquier forma fija"."' Frente a ese pro-
manera, Hilberseimer y Le Corbusier no podrán evitar círcuns- ceso sen tia desconcierto. miedo, pero también er~ullo. acepta·
crlblr sus soluciones de asentamiento urbano. El primero. en clón: pcdla afirmar. de hecho. que aquella expansión informe
1923, con ocasión de un concurso de la revista Bau Welt, ela- era la razón "de la desventura de Londres, no menos que de su
bora una ciudad residencial articulada en unidades de 125.00·~ belleza·.
habitantes, ii geométricamente definidas por la figura del rec-
tángulo (casi 2.200 metros por 900) y por una malla Interna Hoy dla. ante la exlonslén de las periferias, la orientación pr$·
ortogonal con manzanas de a ta densidad: et segundo, en dominante es el recnaao.
1925. por un lado cortlene el crecimiento de su villa co11tampo­
raina en :res millones de habitantes, y por el otro sañela ilama-
livamijnlij ijl llmitit ijnlrij e udad y campu.11 'La ~ijOlfltilrf~ tras- La periferia como "mal"
cendenle debe reinar, d•ctar todos los trazados y llegar a sus
r.onsAr.uArr.las más f,AqueMas e lnnumerahlM". En la vil/e con· La urbamsllr.a mMArna nacP. r.omo rAmAdlo, r.omo "fármar.o' 107
tamporaine, ta lógica de la geometría cump e la última utopla contra et 'mal" ciudad. Desde et siglo XIX hasta hoy la ciudad
renacentista: la ciudad vuelve a ser medida en su interior y ha sido vista siempre como enferma;'G por eso debe sanearse,
comido hacia el exterior. Lo Corbusior acepta la expansión rccunliRcnrso; por eso hay quo intorvonir sobro su cuerpo on
segun el modelo de la ciudad·jardln: su ciudad central, en csm- descomposición cor la precisión y el rigor científico del ciruja·
bio, no debe crecer, su 'orma geométrica debe ser Inmutable, no. Cerda y Le Corbusier usan con profusión la metafora del
como la de las ciudades utópicas. Entre el modelo espacial de científico, del cirujano que extirpa et mal y salva el organismo
la utopla y el de la umamstca progresista hay una estrecha urbano. Entre las cons gnas lecorfluslerianas ercontramos:
relación: amtos son estéticos Ojos, eternos: ambos son pro· "cir1.1gfa en el interior. medicina en el exterior".
dueto de ta trtervencón de un fundador. de un arquitecto
héroe. El miedo al crecimiento ha impedido analizar el carácter de la
periferia urbana, aceptándola como presencia, como nueva y
Le Corb~sier, como Utopo, funda para todos la nueva ciudad. emergente condición metropolitana.

Le Corbusier negaba la periferia. recomendando la concentra-


ción y el aumento de la densidad residencial. La urbanística
!J Alcespool•J,-cf. F. Chooy, CU'b3!:i5mc:at?;;ic; '1nWtCs. PJ{s Scuil.1365 (trod.
cast: B arbarnsmo: 1:top1a: }' rea'!<:&ieJ,B1:ce-;cna. L~men 1P70. pp.171~177 y
racionalista controlaba la expansión a través de pocos barrios
pp. 200·219) de considerable dimensién, perfectamente regulados por la
rn Urc 1eRcx,{:n GOl.lfO el i'.llQUl'lCílto Ofl lú cJU~ ¡) i{ l}a1itc. a Cii.(QO do G. P;OO, geometrla de la implantación y por la tipificación de las solucio-
Fo-enea. 1990. nes distributivas y constructivas.
r 1,\fagra.Ouo. Oto Gto.'Wadí,\!1cna. 191'1. en O. •NJ~ncr.A'tl)lrcr:u~rro.:lcrno
e ttt!risct.~fi.Bobnia 1980. pp. 105-H9.
1? Sob1-;!" l:;3 s;rr.p1~11'~ urt>:in stitA3 (le Lod\~ig ~¡ ~™:?mer entre 11)2~ '/ 1{127 d.
c. M~11yi11, 'l'~l't.N!~ll.1r..i d~ll~ (:((:BSl;:idl'', R/:ls..'\i;,gi:w. ii'Hll~Hlllt:rM 1f>5&: f,ffl
Grc'1s!.'.1oi A:'l:ill1.::Ktvf (Stutl¡;i;::rl Ju!lus Horn·-..:1n11, 1927:1 Hill.it'St:i'l)Cf ololJ~-a un ·.1 Dcce. Darid. A Tow lh,'1Jt.1y1l(1~ lit~'lo.lc lsíV;)') o( Gt(;{J! Srií{Ji~I (1724·1726),
rro:lelo urbar.o paro ayroxma~a.me."tcun millón de habitantes (trod. ~st: U>. loné'<S. D<nt Dutton, 19¬ 22•:o.
. l. pp, 314-315.
atqvjtecru.rade !8 gra11 c:.•t.'d.,d.Barcelon;.,QJslavo Gil, 1979). '5 ~'!:IN'! I~ nodñn rlf! 'r.iurtad P."ft:\1ma· yrle I~ urhi:inii:.!i~ (X)TIQ 'ffi•mam' rl F
13 Le CorOOser, UriJenisme,Paris. oes. 1925 (t-a.iJ casi.:· La =i·IJ!i~ de! f~r.i:ro. c:ic::a•,, u, Ré:;¡,•se1 ~ tr);x~1'e, op. dt., ¡jp. 291.Jo2; o. c;:i111tt, •r ·1tt".iJ~~c.'ua: (Ji11.tr
BuPnoo;.;~i;. lnlnitQ, 1962, p. 101!. 110~.1 e !C'~;>.b.Róma. 1$79.
El miedo al crecimiento urbano

En el fondo, lo que se quería era separarse de a ciudad anli· Frente a las dimensiones de la periferia abusiva, el miedo a un
gua y r.onstruir en su exterior, con rAglas nu~vas, la r.iudad crecimiento inClOntrolablP. ra acabado por parali~ar cualquier
moderna. El urbarnsmo italiano, desde la posguerra hasta los iniciativa de intervención. En el fondc, es precisamente a ilega·
años mas recientes, aceptando los aspectos exteriores y más lidad la que marca la debilidad actual cel urbanismo; por eso es
trasmisibles de la wltura funcionalista-progrosista, ha rechaza. rechazada. repudiada; por eso se evita cualquier confrontación,
do constantemente afrontar el problema de la periferia urbana. cualquier contaminación.
Mirándolo bier. lambién los planes de la expansión y del sobre·
dimensionamiento demográfico han estado en contra de las Los planes urbansñccs recientes (hasta la segunda mitad de
periferias. En estos planes (estamos en los an.)s setenta), por los eños ochenta) son poco dibujados. El urbanismo ha querl·
un lado. desaparece cualquie< referencia a la arquiteclura; por do distinguirse de la arquilectura. rompiendo una relación man-
el otro, el dimensionamiento se desarrolla acriticamente, sin tenida durante rm.cno tiempo bien firme.
análisis. con una aceptación restrictiva del desarrollo.
Rechazando la complejidad, no se podian comprender las La calidad urbana ha sido diferida a anos pocos planes de
reglas estructurales e íntirras del crecimiento urbaro. intervención. Algunos de estos han propuesto de nuevo el gran
diseno unitario, como medio para pocer Imponer un orden a la
El sobrechnenslonamiemo no era la se~al de una apertura. periferia y difundir en el ertomo una mayor calidad urbana
sino que, y hoy es aún más claro, estaca ligado al mal gobier· (piénsese en los primeros Piani per /'Edílília Popolare y, para
no, a la negociación de los valores inmobiliarios de las areas. que sirvan de ejemplo, en los de Quaroni para Roma}. Los pla·
una negociación difusora: sólo por esto se pedla la expansión nes parciales unitarios se han desenvuelto, en ~mblo, lenta·
del plan. mente, de manera fragmentada, discontinua. sin ninguna coor-
dinac1ón entre los operadores, Los resultados han sido por
Planes sobredlmenslonados.pero también rechazo del esenta- todas partes lnsabsfeclorios. La falla de comprensón de la dls·
miento exlensivo. En la gran ciudad, como en el centro peque· taneia entre el plan y la actuación edificatoria ha sic o una de las
ño y mediano, la lipoloyl~ alta venía impuesía 001110 íaclor de 111~yore~ dificultada~ ~el urbanismo wnlil1npor~neo. El haber
modernización. Los tipos edificatorios bajos, en tejido, eran rechazado desoues tratar en el plan el tema de la arquitectura
108
rnt11ndamAntA rACha7artoscorno far.torAs de dflspilfarro, de diS· llene una significar.Ión a1·m mél~ Inquietante.
persión, de altos costes sociales y de gestión.
El despego de los urbanistas respecto a la arquitectLra revela
El pion sobrodimonsionodo ha croado lo discontinuidad do lo lo indiforoncio rcsoocc o lo. colldod dol doso.rrollo. Miontros en
periferia oficial y al mismo tiempo ha liberaco las fuerzas de la la zonificación de muchos planes de ensanche entre el siglO
Ilegalidad abusiva. La periferia abusiva, esa segunda ciudad XIX y el siglo XX, y principalmente en algunos Planes
que cerca la ciudad del plan, es el nuevo mal. Para ella no Generales de e11treguerras, la calidad urbana del área era eta-
habré terapias; a urbanlstlca es incapaz de comprenderla. re ramente expresada a llavés de la indicación (y en algunos
casos, el ejemplo) de los tipos edificatorios, ahora el urbanismo
La búsque<la de areas edificables a costes más contenidos, asume un lenguaje reductivamente técnico y cuantitativo, usan-
junto a la demanda de soluciones residenciales menos rigidas, do indices y normas completamente insuficientes para garanti-
han llevado a una pluralidad ce pequeños operadores a actuar zar el corrrot walitalivode la expansión.
intensamente fuera det plan. El urbanismo italiano (autoritario
en as normas, pero no en la aoción represiva) ne ha sabido Detrás de esta lndrferencia, de esta neutralidad. leemos con
extraer de las practicas ilegales las enseñanzas necesarias claridad la Incapacidad de aceptar la compleja identidad del
para reconducir a los operadores clandestinos a la legalidad. crecimiento urbano. El rechazo a reconocer las nuevas parles
Para hacer esto la instrumentación urbanistica habría debido de la ciudad como objeto de reflexión estética equivale a des-
medirse con los mecanismos de la producción abusiva, deter- conocerlas. a anularlas.
minando los procedimientos y los incentivos más adecuados
para ganarle la competitividad en su propio temmo: al coste de Pero existe una razón aún más grave. El recelo hacia la arqui-
las áreas y la ~exibilidad." tectura revela la prolunda. separación entre el u-barrsmo y la
demanda de representación que lega desde las distinlas
00111unidades urbanas. La euseroa de la arquileclurn. I¡¡
·G Sobre el te..11~ et ~a 111cuo,oo.l;soo,,l,i11C'...1 J.! casCI di R.:ima. :t CQrgo do A.
Clement y F. Perego. Bai, i-383,
renuncia a buscar una "utilidad simbólica' para las distintas
'7 SOOre las estra\ef}ias '! las poliiicas contra. a ie;aliCad et R. P11\•ia. partes de la ru.eva periferia, llAvan a reducir toda la expansión
1\11.trJO~'i10Zo'l;l11P, 60'il~i~e 9&m?Jm rl'P.J~~Q'?C, R;:.."TI;ii, 1~M. a un desarrollo de la edificación sin calidad, sin va ores, sin
El miedo al crecimianto ulbano

identidad reconocible. La arquitectura se queda en las áreas las re<les.N


cantrales. La "utilirtao ,<;imbnlir.a" parece no atañer a la periferia.
La ideolcgía antiurbana lleva a contraponer la periferia al cen-
tro, a pedir que la cal.dad de las áreas centrales sea ex:endida Perspectivas de investigación
y reproducida en las mllltiplcs periferias. Vuelve el modelo del
"corazón de Ja ~udad" del úll mo CIAM. Paradójicamente, para El miedo al crecimiento ha caracterizado gran parte de la :ultu·
ra urbanística pruqresista, cuyos orígenes niyienislas huy sun
cualificar la periferia se sigue estudiando la ciudad histórica y
extrayendo de ella fas modalidades de intervención. mas conocoos.» El filón progresista se ha desarrollado con
continuidad en la urbanística funoonahsta y es en este ambito
La periferia urbana espera :odavla ser arallzada y comprend. en el que la nostalgia del limite y la necesidad de dimensionar,
da. La ciudad difusa es el nuevo tema de la reflexión umanist- en csntdades definidas, el desarrollo urbano sooresslen con
ca:•R la expansión de las grandes ciudades ha invadido los mayor evidencia. La metáfora que toma el lugar de la "ciudad·
territorios de los municipios vecinos: la edificación ilegal se cuerpo" es la lecorbusieriana de la "ciudad-maquina", de la
confunde con la legal en desarrollos sin forma ni calidad; los "ciudad como instrumento de trabajo'," La perfección de la
centros pequeños y medianos de las costas •¡de las llanuras máquina se traduce por medio de un orden geométrico simple
nan saturado sus iireas e<iificables y se sueldan en un continuo y exacto. La estructura de la ciudad se org;iniza según reglas
sin jerarcuias: esta nueva y compleja realidad elude completa· que no atienden, sin embargo, al complejo y flexible funciona-
mente a los instrumentos del urbanismo tradicional. mientoda la fábrica, sino a un sistema rlgldamanta geomatrlza-
do y concluido. "La geometría es el medio que nos hemos dado
La inflex ón dem(:9réfica dat útímo decenio y la contracción para percibir alrededor nuestro'',n decía Le Corbusler.
edificatoria en las cl•Jdades mayores han permitido volver a
proponer, con énfasis, el tema de la Inutilidad del crecimiento La cultura runclonallsta ha condicionado profundamerte la
urbano.'? urbanística de la Europa continental. La aceptación del crecí·
miento de la ciudad, la búsqueda de la ndlvldual dad urbana la
Més alié de la necesidad obJeUva de poner en marcha una exigencia de arraigar el desarrollo a la participación y a la con-
A~trategla artlr.ulada paro 1a l!!r,upAraclon de 1a edificar.Ión y la cienciaclón de las oomun.dadas 1oca1as, son elementos muy
recualificación urbana, es difícil no percibir una e arta sansa· ajenos a nuestras teorlas y a nuestras practicas urbanísticas. 109

ción de liberación por parte de los ulbanistas. Hoy todavía en Italia, ante la propagación de la metrópoli y de
la ciudad difusa, la pérdida de identidad del territorio v el des·
Afirmar el fin de la expansión ha sido oomo remover el antiguo arraigo de as oomun dades urbanas, la actitud dÓminante
miedo. Finalmente la ciudad había acabado de crecer. así ~iguij ~iijndo la r~ciu11ali~w. macurada ijrilrij las dos yuijrrd~ y
podían terminar el desorden, el des~ilfarro y la especulación. luego escasamente en~quecida en el plano conceptual y de la
En realidad la expansión no ha terminado: el aumen:o de los innovación. Ha faltado ciertamente una profundización de los
núcleos familia·es y el descantremiento da la producción crean mejores valores del filón culluralista, en particular de la ense-
una nueva demanda da crecimiento. Al lado de los movimien- ñsnza de Patnck Geddes. En su Ciudadesen evoiuciónencon­
tos de expansión están otros que llevan a la nueva centraliza. lramos un slste11il conceptual y un modelo do comportamiento
ción y a la reorganización funcional de iss áreas representafi- de gran envergadura, to:lavta hoy extraordinariamente actua-
vas tradicionales. El territorio hoy difusamente urbanizado les Geddes acepta el crecimiento de la metrópoli: no lo racha-
escapa al co~trol del plan: sus tiempos, sus procedimientos, za como elemento negativo, sino que lo asume como dato
sus métodos de previsión y sus ino<Jalidades de intervención. sobresaliente de la nueva oondición urbana. su objetivo es el
ligadas predominantemente a la e-:lificación, son corrpíetamer- de gobernar el desarrollo a través del análisis de sus factores,
te insuficientes para restituir eficiencia a la máquina urbana. la prevision de sus efectos y el recurso a las innovaciones cien-
tíficas y a la técnica.
El territorio como sistema Intensamente interrelacionado per- ~~i.5t..,,1f~, f••lMn l~!l?..
manece como un objetivo que demanda con fuerza el plan de zo Cí. les ad.~:~<lE:I CcnlQfQSO Ar1CE1: le; ci(!Ít <."f (.,1::.·ro.Mil~n. rnatu.> 19~: ~par~
18 cr. si p¡r6cJlar: Bo&t1, S!&íano 'J Lá11z-ari. A~u'O. "Gel 01l¿zoo\i d(:llla dtt~ diffu. tcular lo rc!ac~ do F. Karrer,A ei'i\1'U.:ltl(\ifl1lfd:J1'lJ /'@o OO.' 1942-
sa", CosJtciio, sea narzo 1~2: Scc:hi, Bcrn~rdo. ·un·urbons~ca di s.:laD apcr. '1 Piocinato. Giorgio, ·1giene e vrbanlstai in Italia reaa secon:la me.18 de XIX
ti', Cas.sbe'•'· 5~7·598, ene-o-fEbrero1993. · secxo", So•;a 1Jfñ1Jr.~ 47, 1969; Zutcooi, ·::;uidl), L9 (;.1~6 p:mfe.itR, Militi., 1';!(!9
l~ Un anl)!isis \:E? .cs dslQ& del c:y,so d~ 1~81 y un b..~\ztnO!!{le: <::ebalE! da 11qu~1 'l.'l •t11 tmda:'i es un in~tn.1rr1en:ode lmbajo'i con e,::t.a fi-.;¡seerrpiell1el P,l$a;•od~
pEtrtOCó esliln ~n e1 L{l\'Q b1;:ioi:o(111;•1P. ce>.~ 1-!Cl't':l, 1U!'1:1s.'e•o119.'Lirl0r1 Pu!:l:i'icl Le C:)1).1ífe· cJl¡t:,í>.
1988: U1)~ cs1lonlúdón mús <:rítkc:i y epere6•1é1 ~a iSdo d<liSll'X:il;)d;) por Orun:> 23 L:: C;¡¡-1.lus.i.;:1, Uf\.'lú.·~JSJ~•ó,P-<l(S. C1Cs, 1924 (lroll. W!>I. lt.J tiif};ft.1<.'G\fu(1.:rt,
1
Gab11!.li; ~L al !"Cs;ccto, In coíecdcn :e &Js lntCf'\·01do-:oes: (,' ~"i.l.o~n o'~,l/adt'.a BUC'iCS l'~rcs, lr1finit•). 1962, p, 7:. lf\. se t.1
El miedo al crecimiento urbano

Es el primero en vincula: las Lansformacicnes urbanas a las y su factibilidad de un atento analisis del pasado y del presen-
pmrtur.tivas y ter.nológir.as intrortur.irtas por la producoon en te. En la aclivirtad rte la planiflcacinn es necesario afrontar e
gran escala de la energía eléctrica. Nueves sistemas producti- interpretar toda "la evolución de la ciudad". Su punto de vista,
vos, nuevas infraestructuras de ;ransporte y de comncacíon como biólogo, le permite darse cuenta de que la historia urba-
csüucjerarán 1a urbanización difusa de su ciudad-región: 'Se na no esta nunca concluida, sino que queda casi 'incorporada
evidencia la necesidad de relacionar una población determina- en las actuales actividades de la ciudad y en su carácter".
da no sólo a sus alrededores inmediatos sino también a la más
vasta región circundante'.Z• Con Geddes, la ciudad puede per- La búsqueda del 'carácter', de la 'personalidad social" del terri-
der su limite y expandirse en el territorio. La nueva metáfora torio y de la ciudad le lleva no sólo a revaionzar las 'locaciones
llega a ser el ·arrecife nomano', un organismo viviente cue a culturalesy productivas, sino también los monurren:os del pasa-
trav~ de sus reglas genéticas y de sus estrJcturas internas se do y la calidad de las estructuras de asentamiento preexistentes.
adecua conlinuamerte al ambiente.
La urbanística para Geddes es inseparable de la comunidad
Ante el Gran Londres, Geddes no síente ni desconcierto ni urbana: en este sentido la disciplina se hace instumento de
temor: "Este pulpo de Londres, o mejor dicho este polipo, es conocimiento y ce emancoacón de tas poblaciones locales. En
algo sumamente curioso. un vasto desarrollo Irregular sin para- Geddes no encontramos la actitud conservadora y la nostalgia
lelo anterior en este mundo, y quizás a lo que más se parece de Ruskin y de Morris por la ciudad medieval, sino et convenci-
es a los desarrollos de un gran arreci'e de coral.'lll miento ético que la participación activa y consciente de los ciu-
dadanos es Indispensable para cualquier hipótesis de transfor.
La suya no es una actitud pasiva. La ciudad será vivificada y macón pes Uva de la realidad urbana. Un proceso tal no puede
estructurada por las nuevas redes tecnológicas: por los "ferro- fundarse mas que sobre una plena identificación entre la como-
carriles, que son las arterias palpitantes, los pulsos rugientes ni dad y las estructuras flslcas y cullurales del terr.torio. De aqul
de un oonjunto intensamente vivo"; y por "los hilos del telégra- la importancia as19nada por Geddes a las permanencias del
fo( ... ) corno otros l~nlos narvios qu11 t·~nsporlan im~ulsos <Ja pasado y a la ~rqu tattura 1111t1111~i~a como "bijlla¿a <Ja la cíu-
idea y acclón".ie De la estallcldad de 1a "cludad~uerpo" se dad" y representación slrrbóllca de las oomunldades locales.
110 pa!ia a la mov lldad rt~ un organismo vivo.
Como es sabido, las ideas de Geddes fueron desarrolladas, en
La reíerencia cientlfica de la nueva metáfora ya no será la geo- el nivel de la practica urbanlstica, por Unwin al cual debemos
motrlo y lo hlgiono, s.no 10 biol09lo. Con occcce, lo otonción so lo distinción ontro townp/onn;ngy sitoplonn;ng: por un lodo, un
desplaza decididamente hacia los ~ujos y hacia las redes, se plan ulbanlstico que se eere a la dlmensón territorial: por el
trata de un avance conceptual de gran alcance. Sólo Cerdá, otro, una marcada atención a devolver identidad reconocible a
Sorla y Mata, y Wright han dado un relieve análogo al papel de las partes y a los lugares de la ciudad.27
las infraestructuras de comunicación.
Con Unwin se puede vislumbrar el orden formal del "arrecife
La eficiencia de las redes per'llitira a la ciudad 'neotécníca' humano'': la ciudad se extiende en el temtorío a través de un
expandirse en el territorio. No una expansión casual y sin di- sistema de unidades calibradas (su modelo escila entre las gar.
rección, sino una descentralización reside1cial y productiva, den ciliesy los gorden suburbs¡; la interconexión está gara1ti-
orgánicamente distribuida en la gran región metropolitana. zada por una eficiente red de comunicación; mienlras la deter-
minación de Individualidades en las partes urbanas se cons-
Esta capacidad de visualizar los efectosde las ranstormacío- gue. bien por medio de tos grandes vacos de los cinturones
nes tecnológicas en el territorio no encuentra hoy correspon- verdes y de los parques (son éstos los nuevos e ementos de
dencia, en un momento en el cua la revolución informatica está separación entre las distintas áreas edificadas y entre éstas y
en la base de amplios procesos :le relocalizacion y de reorga- el campo), bien a través de un proye~to urbanlslico detallado
nización de los sistemas productivos. La aceptación del crscí- (atento a la morfologla del sitio, a las preexistencias y a la cali-
miento se une. en Geddes. a una profunda conciencia del valor dad de los espacios públicos y de relación). Este equilibrio
de la individualidad uroana El desarrojo no borra los signos y entre gran dimensión y pequeña escala, entre el conjunto y
la memoria de la historia. sino que al contrario extrae su fuerza cada parte, entre concentración y dispersión, entre partes reco-

~·I G~óes. Pat1i:k. Citi'es ~' f\'O.tll"on. NJE\'a York,Oxfo1dVr \•ersit,•Press, '·91t li Unt"in, R1;•mord, ro1r11 ?,lsr.¡;i,19 .Vi P-"B.:i.Y;e. Jlr. (rl.r(',duc!Jrmfo the A•t oi
(lmd. casí.: Ciud,a.ven ~1'1'.)luci(ffl, eueno11 A11~, lnl n.1.o, 19[:(),;:¡. 178:•. O~i1'9n1ilfl C•'•'.~<;Af..:i 5:.·!~JfbS.ll)!)'Jft!S, P¡tlkAr, 190:.) 1'lr.;.:J.Cfl$L'. (a ;)Jffci.iCR díil
:15op tit: p L.5 l1tOOniS11JO.UnJ :11(foducc.fé.ñ ;.11 t.r(.1; de proycC:U•' <:!1.:d:Jo'iJS y J.'l;)Ulos8;)100101,u.
ii;or cit, p LA. Gustl•1u Gi . 1984).
El miedo al crecimianto ulbano

nocibles en sus significados y en sus formas. nunca se ha cor· dar sentido a las nuevas intervenaones (¿con qué estrategias?
seguido. Las ar.ll.ales periferias desmesuradas esperan aún ¿con que rala~iones de identificar.ion entre las distintas cornu-
una resp.iesta. nidades ulbanas y el territorio?). Se intuye que la recalífica-
ción de la ciudad (o sea, de su desmesurada perfena) no pasa,
Las periferias mclropolitanas y los territorios urbanizados según Purin, por la infroostructuroción del tcrrilorio, sino más
extensivamente, con su deterioro, sus 'ruinas·, su pérdida de bien por intervenciones puntuales, tencentes a la restitución
calidad y de significado, su ausencia de orden y de cen:ralidad simbólica de los ·;alares formulados por los numerosos grupos
(visibles}, representan el tema hoy dominante. Por eso la peri- y por las muchas etnias dispersas en la ciudad.
feria se Identifica ocn toda ·1a ciudad existente".2•
La aceptación de lo "existente' (en su totalidad y ante su
No peerá existir Innovación en el saber de ta urbanística y de la ausencia de limite), en una fase indudablemente de crisis y de
arquitecturasin esta profunda aceptación intima. Es de aquí de transformación, hace pensar en otras operaciones que, en el
donde hay que partir para definir nuevas capacidades interpre- pasado, han intentado dar una nueva orientación estética a la
tativas; es de aquí de donde podrán surgir nuevas intencional - construcción del espacio urbano.
caces estéticas y morales. En Italia, en es1e terreno, las aoer-
taclones han sido escasas. Sólo recientemente algunas ínter- Las ruinas de Plranesl. fuera de escala. fuera de la historia.
venclones han puesto la ~riferia en el centro de la renexión.'" querian destruir las certezas del mundo clásico y abrir nuevas
Entre éstas, las de Franco Purini han abierto un terreno de perspecti•1as para el proyecto: los vestigios se volvian las nue-
investigación rico en sJgerencias.3J Frente a lo invasivo de la vas arqultec'.uras, los nuevos valores, los nuevos centros com-
periferia, a las reglas "invisibles" de su crecimiento, e su 1'9811· positivos. Alrededor de los restos: otras ruinas y un campo que
dad indescifrable, Purlni intenl.'l construir una nueva estética: el volvía a tomar la delantera a lo construidc.'"
residuo. lo deteriorado, el desecho, son propuestos como nue-
vos parametros de valcración, nuevos fundamentos de un cód- El munco pintoresco piranesieno esté presente en Purini: ahora
llO aslétioo, pobra, ijflinaro. 1111 sinlorla 0011 la trituración dij las las ruina~ ya 110 sobresalen dijl campo, sino ~11 una µarileria
comunidades urbanas. Igualmente entrometida y totallzante. La aslmllaclón necha por
Purlnl ce la eluda<! a una "Mtlllad geogréfica", a un "trnio 111
En el discurso de Purini no está sólo el proyeclo, des~ués de extenso de naturaleza" no es casual. Frente a la ingobernabi·
los intentos literarios de las vanguardias. de leer en términos lidad de los procesos de crecimienlo de la ciudad. la actitud de
ostótioos la grar dimensión urbana, ostó tombión la voluntad Purlni os similor a la llumlnista dol oboto Laugior, cunndo reco-
de enfrentarse inmediatamente con la pobreza de recursos de mendaba ·considerar la ciudad corro un bosque'.
la "ciudad existente". Se tra:a de una aceptación que da un
vuelco por completo a las mcdalidades del proyecto urbano. Laugler, Incapaz de encontrar una soluc ón para controlar el
Mientras en la moderrldad el proyecto expresaba la pro- crecimiento de Parls, dejaba. con su nueva estética naturalista.
yección, el programa, la contmza en un crecimiento ecoocou- que las nuevas fuerzas actuantes sobre la ciudad (las fuerzas
co que al final habría permitido conseguir en cada punto la call· de la burguesia capitalista en proceso de afirmación) tomasen
dad ambiental y social del territorio. ahora ya no hay dialéctica, la delantera. La ciudad como naturaleza hubiera asimilado
ya no hay expectativa: lo "existente" es aceptado tal como es, todo: "Sólo hay que empezar: decia Laugier 'el tiempo lo
en su escasez, en su materialidad precaria e incierta. acaba todo",3.l

Purini. invitándonos a intervenir ahcra y a pesar de todo. ha También la operación de Purini esconde el peligro de una acep-
planteado con fuerza la cuestión de una profunda renovacó» tación consoladora. Un consuelo. por lo demás, demasiado frá-
de la cultura estética; no nos ha dicho nada, sin embargo, gil: la tensión positiva del iluminismo podía depositar su con·
sobre las formas que la pollUca y la ética deberén tomar para llanza en el tiempo reparador; nosotros, mucho menos.

2a Pu1lni, F101:cC>, "Un nuevo Sl:ltu!o dcll'cfilGlunlC', P.li.Y:<>Prcgc:!o C1Uii 14, 1~!:-4.
2~ cr. i=cbfij"' hill:l;il las nu1:l~l;)HIÉ ¡¡;px.adon9' ce Benlafl:b S&CC:'i. ahota; Elíl
porte en Unp:cgcttoJ.'C!1'!.h00.7i's.1ic.:i.TLrin. 1983: E,1po.il.s. U !•'QUOJificazb.'iGdc{lo
ci!í8 in E:.m:;pa. a car~o de A Clementi, F. Pe-:ego. Bari. 1~0: R. Gairbno.
'C;m;:.an:eiti m!~r:>¡x>iti=-..n1 e p:obleni t• govemo' en i.'m'bR~Í!)i.'l:a o'P.U~ 3t'f!P.
ca'"º
11~1fOl>0>'.11;,r.ea de R. R~il'I, Bci(lnla, 19;r.:. :u Sol>:e la nodennadde Firane5i. cf. t.1, Taf~ri.la 3.l'er~ e ¡,•feb.rü1to. Iurin, 1~V
~3 N'cs fCíúriino~ además dü i!I Uf$;.iyu citado, a 'Un paese senza J.100$¡);J;io'. (l11d. cest : i..e E~l'8'/ ao' m~f,'(lf<1, 8arMlona, Gtlsla'l(> Citi, 1~;.s(i. pp. 31·&5J.
CDS>ioo.1.'a. 575..Si6, 1992. y a 'A1trocoogc11uro', EdNl1h1Popo!!'lroercro-ícbrero
. ~·2 taugl&r, ~/~l'C-AA:oi:'M. ~ssa1' s.:.f l'fl:crn1edv.··~. París. 1755 .;ua'.::. cast: fns.iyo
1992. s....-"b.•c J~«;ii.Ya:.t,1ro.Madric'. Aka. 19*1. pp. 132 y 134).
El miedo al crecimiento urbano

Intervenir en la "ciudad existente• las representacíores cartograf.cas de tos Atlas} y la sectorial de


la peri;pectiva r.entral para el aprenóizaje de los espacios urha-
La periferia como "ciudad existente• es una nueva metáfora. nos de las calles y de las plazas. En la ciudad "clásica" la mira-
Detrás de la sugestiva sinlesis de tal imagen hay que recono- da en perspectiva, lo ha subrayado reciememente Leonardo
cor, sin embargo, que existen una plu•alidac do d.mcnsiones Bcnevolo, tenla una profundidad limitada: sólo algunos cento-
de intervención y una multiplicidad de tiempos de transforma· nares de metros, so pena de la pérdida de identificación de
ción. May que saber apreciar las diferencias: tas metrópolis y cada arquitectura."'
las ciudades intermedias; la ciudad difusa y los pequeños cen-
tros: las redes y los circuitos de nivel superior (en los cuales la Intervenir en la ciudad cásea comportaré una reconsideración
internacionalización de los cambios impone velocidades cre- y probablemente la "conservación· de tal cultura perceptiva.
cientes y alla tecnología) y las redes de nivel local de ritmos Una razón mas para devolver los cascos <ntiguos a los ritmos
mas lentos y lranquilos; as áreas de rápida íranstormacén e lentos del tráílco peatonaf.3S
innovación (los grandes puertos, los polos tecnológicos, los
centrosdireccionales ... ) y las de mayor eslatismo: los territorios La crisis de la ciudad de antiguo régimen coincide con la caida
cambiantes de la movilidad social y los de la estabilidad. del principio estéUco de la 'ciudad·cuerpo'. Con Piranesl, con
Laugier. ya tenemos la plena conciencia de la necesidad de un
La 'ciudad existente" es extraordinariamente compleja: el código esténco nuevo: ya no un orcen geométrico, acotado y
perio:fo brevecoexiste con la larga duración; la heterotopia y la acabado, sino una pluralidad de centros y de aperturas en
ausencia de 'lugares" no excluyen la necesidad de centralidad: perspectiva. El proyecto, pero también el observador, se abren
la alienación y el despego del nuevo flanaur metropolitano se a la gran dlmensiór, al Infinito.
enlazan con la búsqueda de sentido y de Identidad: al deterie>-
ro y al abandono de lerr.tonos enteros se contrspone a lnf'!leS· La estética del jardln inglés, en el que se propone, a través de
tructuración futurista de algunas áreas (piénsese en los gran· un recorrido, una percepción dinámica y narrativa del espacio,
des lijm1inatijs \Jij i11wru:imu10. un lo 4uij ustá pas;indu por lluva decididamanla hacia la S4i11Sibilidad inudama de las
ejemplo en las áreas afecladas por el túnel bajo el Canal de la masas solitarias y al mismo ílempo participes de Baudelalre.
112 Manr.ha).
Es er los grandes bulevares de Parfs dende se experimentan
En la 'ciudad existente' una pluralidad de panes esperan ser las nuevas modalidades de fruición de la metrópoli. A lo largo
roconocidos y rointorprotodas: ol cosco ontiguo, los pnmoras do los 9rondos ojos ol oprordiuijo dol espacio en porsocctva
expansiones. las numerosas perirerias recientes, cada parte y el principio de la "ciudad-cuerpo" ya no valen: la larga distan·
reclama una diferente metodologla de intervención. Y no se cía no permite percibir ceda arquitectura y reconstruir en una
trata sólo de tener en cuenta tas especificidades de los lugares, ln1agen unitaria el espacio urbano. Se aprecia la secuencia de
la permanencia de las estructuras de asentamiento. la distinta los edificios, su serialidad. la repetición del tipo edificatorio; en
cualidad de tos tejidos urbanlsticos. El nuevo proyecto urbano el extremo de la vía recta se perciben las siluetas de los nue-
no ousde dejar de relnterprelar los procedimientos de forma- vos terminales {e Arco del Triunfo, el Teatro de ta Ópera, la
ción de las distintas partes de ciudad. apreciar sus lntenciona- estacón ferroviaria). Por prirrera vez se descubre la belleza
lidades estéticas, sus reglas de proyecte y sus diferentes efimera de las luces, del movimiento. de la sobreposición de
modalidades de aprendizaje y de aprovechamiento. !3 Aunque los sonidos, de la exhibición en los cafés. La percepción del
en fneas genera es, es necesario empezar a aventurarse en espacio urbano, aunque interrumpida por el gran espectáculo
esta compleja cuest ón. Si la intervención se desarrolla en el de la ciudad. encuentra sus puntos de referencia en la continui-
interior de los cascos antiguos tradicionales. un elemento cen- dad de las hileras arboladas, en la previsibilidad de las secuen-
tral del proyecto será seguramente el reconocimiento de nuevo cias. en los grandes fondos de los bulevares. donde convergen
del principio estético de la 'ciudad-oJerpo',por medio del cual. el flujo y la atención de los viandantes.
como se ha recordado, cada parte de la ciudad se vela relacic-
nada con las demás. en un conjunto comedido y unitario. La El espacio urbano es asimilado a través de un recorrido: su
ciudad como "casa grande", como sistema orgánico de arqui- aprendízaJe es el resultado de una reconstrucción rrental, de
te~turas, se percibia a través de la mirada en perspectiva: la un ejerci;;io intelectual que reordena imagenes, emociones. epi-
uuilaria y global ce las visiones a vista d~ pájaru (piénsese en 3:1 Sanevolo, L"orwdo, ÍA(;()rfv.•sd;;{,',ir:!imfo,
Bari, 1993 (b'lld. c:F.-"':11.: L11 ce¡;tvr~áf>I
i1liii1iír.. Mi:tdtld, C~dA!ilA. '9..~4j
3~ Un irM1nlO i;ot. QSIA diu~::cl<';n: d. R. S1=11wi~ll. TIJP. t.:>l:."1:iB•J1:9 o.r iflP. 9'fo. Tl:e 3~· Pesebres análogas soo cxpr;isoeas por f•/1;1ssirr.c e b {'Lo trc cilt[I'', Ed.'iiz.'a
Josig11 fA'1d SOLl1.'.ii~fe ol cit,bs.NLt:\'il 'rt1k. K'léµf. '9'~0 (billJ. casL l.JJ L'Gr1('.V;r1da ropc~are, 222·223, 1992:. a quien debo muchas sugerencils'I f:loti\'03 de refle·
Oc! c¡o, Bn·ccloro.Ver~nl, 1WI). xinn.
El miedoal crecimianto ulbano

sodios. La metrópoli entre et siglo XIX y el siglo XX permanece A la alienación. a la desonentación de tas comunidades. pare·
profundamente ligada a la r.iudad bístóríca, oor Asir. podemos ce corresponcer una r.iudad sin r.<.lidad, sin esnueturas ligur¡¡.
definirla como 'pcsclásica'.» No lo es sólo por la permanencia tivas y sin valores simbólicos. Bien miraco. desp iés de la refle·
de los elementos del lenguaje dásioo. sino mucho más por el xión de los sociólogos de Chicago, las contribuciones para
mantcnimi·~nto de un cs:rccho vinculo entre ciudad y arquitec- construir un sistema interpretativo mas adecuado de los com-
tura. entre ca le y edificio, entre tipo edificatorio y suelo. portamientos sociales en las grandes ciudades han sido muy
Bertage y Wagner piensan todavia la ciudad como un sistema escasas.
compacto, dotado de continuidac. Bedage. en el plan de
Amsterdam sur. desarrolla la moñologla del centro de la ciu- Las modalidades de Identificación y de aprendizaje de los
dad; Wagner, en su proyecto para el distrito XXII de la Viena del espacios urbanos comemporaneos sen para nosotros casi des-
futuro, confía en las secuencias arqutectórícas de los grandes conocidas. En esta dirección, las in•1estigacicnes de Kevin
ejes de los viales y en la uniformidad tipológica de tas manza- Lynch quedan como un episodio aislado, cero de gran interés:
nas residenciales. En ambos la unidad urbana puede ser de algu1a manera Lynch ha querido recalcar la exigencia de
reconstruida a través de un recorrido, a través de la asimilación ligar el proyecto a los procedimientos perceptivos del espacio,
de imágenes QJe evocan la forma urbana 9lobal. En los cases sefialendo entre las tareas del urbanismo la de responder a la
mejores. toda a ciudad se compendia en una imagen: Parls demanda de "calidad simbólica' y de representación formulada
esta toda en el gran eje que desde el Louvre se dirigía hasta el por tas comuridades urbanas.»
Arco del Triunfo y hoy hasta la Défense.
Búsqueda de 'flgurativldad", de sentido. ce identidad, son
La ciudad de tas vanguardias del siglo XX, desde el futurismo todos términos que aluden a un urbanismo como experiencia
basta el movimiento moderno, quería ser absolutamente 'anti· (individual y oolectlva) de conocimiento.
dásca': rechazo del pasado, de la calle. del suelo, de la un·
dad espacio-tiempo, de la triada albertiana (estructura portan· Aventurarse en los procedimientos de aprandizaje de los aspa·
le. distribu~ión y configuradón polllan ser tratacas con absoíu- cios d~ las pijrilijrias coulemporánsas 110 es íéul. En la ciudad
ta autonom1a¡.i1 Los manifiestos de Sant'Ella. oe Léger, de Le existente. a d rerencla de en el pasado, parecen coexistir una
Corhv~ ar ae pmponlan alr.an1ar una nueva astAtlr.a para la pluralidad de prnr.elflmlentos de nrlMtar.lr.n M~ar.lal: r.ana uno 113
ciudad contemporánea. La ciudad se asimilaba a una 'obra a~ de nosotros sa mueve de manera diferente según se eocuen-
curso gigantesca llena de ruidos y de movimiento"; era 'un ins- tre en el circuito local del pequeílo centro o del barrio, en los
trvmonto do trobojo", por oso dob'o tenor ta porfocción y to ofi· espacios dilotodos do la gron motrópcli o en tos' no lugares" do
ciencia de la méquina. las es:aciones, de los aeropuertos. ce los supermercados. de
los moteles o de las cadenas de hoteles intarnacionales.:111 Las
Para orlertarse en la ciudad-fabrica, hubiera sido suliclenta experiencias perceptivas se superponen Incesantemente. Nos
aprender sus leyes de funcionamiento. conocer sus reglas de orientamos a lo largo de las autovas urbanas. midiéndonos
montaje y de distribución. con una percepción répida y una señalización impera:iva; nos
sumergimos en el subsuelo, movlé~donos con seguridad y
La víllecontemporaíne de Le Corbusier nunca se ha realizado, desinterés a lo largo de las lineas del metro. para volver luego
sus principios estéticos nunca se ~an traducido en procedí- a la superficie en lugares lejanos, a menudo totalmente distin-
mientos de aprendizaje y de uso de los espacies urbanos. A tos enlre si.
pesar de su anticlasicismo declarado. a vil/e contemporaine,
como ya se ha recordado. reoropcnía muchos aspectos de la ¿Cu~I es la imagen de ciudad que ob'.ene111os de esto? ¿Cómo
cultura figurativa tradicicnat (desde el miedo al crecimiento, el recomponer la trituración de las múltiples experiencias visua-
orden geomé:rico o la exigencia de jerarquia y de ceniralidadj. les? ¿Cómo romper la soledad de cada uno y de las masas que
El verdadero antcías cismo, en cambio. se ha llevado a efecto atraviesan los "no lugares" del territorio? (Marc Augé ha habla-
materialmente en la periferia recien:e: es aquf donde se ha rea-
lizado concretamente la pérdida de la fcrma y del centro; es 28 Oc Ko\•in l'ync'l 1c:o1da1"1:~ e:.1 1)3'1i:uloi: Thc lrnag:;. :JI lile cit¡ C.:1nb~dgc,
aquí donde os lugares ya no tienen reooncc'bilidad y signiríca· MJss.. lhc t.1.1.T. Prcss, 1960 (trad. cast: la t.inílger.-(l'cfociu1xl. Buenos 1\irei:.
lnfin1n, 1~) 1 A TIM.rr,1nf Goorl C.~yi!'cirm, Cami)rirl(le, MR~~ 1 ThP. M 1 T ~.;,
do; es acui donde se ha consumado la separacón entre arqu- 19B! (had. cast: lr1 l'NHllH l:.'1'11<1df:t J?. c.:iu:J~(I, 6;ucelm\il, GJs!;wc G 11, 1965;.
lectura y ciudad. enlre edificio y suelo. t9 $:;,h·e bs no lugeues. de ¡:w·.icular ink:rCs, M. Aug~. l<J'Jt;..1.bi.1x·l.-1r1oo'uc{b~ii
CíflCtl.'l~."0(:1'Í00.IO00 IO Sl'!11100Ct11ité.&:uitPm1s. 1992 \t-ad. CMt LOS 'r:o((1gíl-
35 Scl:ire .es ceractcrlatces de f;:i e Jdod 'pccdéacc". el. t>rrt!Cn M SilO. op. er, res" espttCl'os.ciefar.a1Vffla{o: tina a:t.ropc1'09ía de .'a sob.r&!IJ(l..'1ernio'tid,SJroeto.1a.
pp. 71-72. Ga;:l~a, 1994í; ;::f. también L.~ cJtf.; tp.Jt~L.'f1:.scofli,a c::i1gc de M. ll;rdi, Géno...a,
3? en. ct , ¡.'p_ 73-74. 1990.
El miedo al crecimiento urbano

do. en su obra Los "no lugares•. espacios del anonimalo. Una las grandes intuiciones de la mode·nidacl: de las mallas de los
antrO(lo/ogia ne la sobremodernidad, rte una especie de etno- trazados urbanos nortaamencanos, que al abrirse paso en los
logía de la soledad). bosques imponían un nuevo orden tanto a la ciudad como a la
naluraleza;·'2 de los modelos de Cerda, de Soria y Mata. de
La cultura de la percepción unitaria se ha acabado pa.o siem- Wright sobro toco, que lúcidomonto asignaba a la arquitocturo
pre. de las grandes infraestructuras viar as la tarea de ordenar el
paisaje difusamente urbanizado de Broadacre City.
Parece que hoy puedan oroponerse dos recorridos: por un
lado, una especie de aceptación "nomeopát ca·· del deterioro Sera preciso introducirse en la periferia como en un bosqre.
urbano,'º de la indiferencia de los lugares. de lo eflmero. de lo Por medio de redes tecnológicas. resueltas en el plano de la
superficial; por el o1ro, la redacción, como na sugerido Fredenc arquitectura, podremos devolver eficiencia y calidad al terr to-
Jameson, de una serie de 'mapas cognitivos" para moverse rio. Con la introducción de espacios libres y parques urbanos
con conciencia e idenlifica.:ión en las múltiples sifuaciones de sera posible di•1idir la compacidad de la periferia en partes mas
la ciudad." Los "mapas oogniLvos" tendrían que partir de los acotadas, en las que profundizar las melodologias del sita
actuales procedimientos de orientación para esnucurerse de plannin_q.
forma más significativa. más profunda. mas creatl'la.
La estrategia, para ser creíble, tendrá que avanzar con cauta·
Esta óllima via nos parece de particular inlerés y muy en linea la. Er una fase de escasez de recursos hará falta seleccionar
con el discurso desarrollado hasta ahora. No sólo tenemos que y valorar las Intervenciones en la base a su eficacia y ~rloridad.
sacudirnos de encima el miedo al crecrníento, sino que, en el No lodo podra ser recalificado: lendremos que actuar sr algu-
nuevo proyecto urbano, hará falta devolver sentido e Identidad nas areas. en algunos puntos estratégicos. El territorio poso-
reconocible a las diversas partes de la ciudad. No en abstrac- dustrial corre el riesgo, realmente, de estar cada vez más aban-
to, sino a través del conocimiento de sus procesos formativos donado, cada vez más deteriorado.~$ La increíble oferta de
y dij asimilación; 110 con \Jijsintijrils, sino dasarrollando una áreas y de 9diílciu~ abancunados planlea ya una cuesliú•1 cen-
nueva atención hacia las múltiples poblaciones urbanas. tral para el futuro. Sólo una mlnima parte ce éstos podra ser
114 rAr.111'.Wlrada para nu1wM funciones pror.ucllvas, sólo pocas lnl·
El urbanismo debe re;;uperar su componente utópica, su ten· ciativas podrán tener "mercado' (piénsese. en cambio, en la
si6n positiva, su obligación de ser corslantemente proyeclo de exuberancia de los proyectos urbanos y en su escasa posibili·
mejoro. dod do roolizocíón).

En el nuevo escenario, la gran ciudad sin límites deberá tians· Ya que es diflcll prever para tas áreas aba1donadas una reutl-
formarse en un sistema con sus centros, sus estrJcturas fuer- lizaclón en breve, hará falta empezar a razonar a largo plazo,
tes. sus jerarqulas y su 'figuratlvldad'. Un sistema en el cual previendo una especie de ~olltlca de tutela y de salvaguardia
sea posible toda•1la arraigar en los lugares. reconocerlos en de los territorios abandonados. Estos (Jltimos hoy tienen que
sus evoluciones, apreciar sus permanencias. sus memorias, ser saneados. renaturalizados. reirsertados de alsún modo en
sus cinámicas en curso; .m sistema que devuelva sentido a la la vida de la ciudad; conservados como áreas de reserva para
ciudad preexistente e identidad a la masa de los ·no lugares·. un futuro hoy dificilmente previsible. La especifie&ción de tec-
nologías de intervenciór de bajo coste será deterninante para
La reordenación de las periferias y de la ~iudad difusa estaré una Política vrbana en esta dirección.
cada vez mas confiada a las redes lnfraestructurales y a las
grandes obras públicas. El papel de las infraestructuras en la reorganización funcional y
cualitativa de la periferia hace pensar en la modernidad tam-
En esta perspectiva. tendremos tooaeta que sacar provechode bién por otras razones. Los grandes bulevares pansnos, al cor-
tar la coroacdad del núcleo históico. atravesaban, al msro
CI) 8nhre IA~ r.1ror:e1i#ir~!'rlF! .1r.vrlmt jXl~mnde.ti$trf n ~~!\'P.}' Tht.? l'l)'7°d1Y•:)!: tiempo, la miseria de los barrios pobres de París: la innovación
ui' '1'.J.:;.!11,t;(f1Jrr1:1y,Oxl<.TII, B.l;ick·.\~I 1W)9 ;o;;c. C<-!HI. · L<> 1X.md+'1:.~Y•
da ia GUliflV-
ric•nV}:;d,BL<)llOO A11cs, Aitól'fOllu. IOOB, pj>. a5-11d)• octir·c 11) lodifc1c1>clo y I:; Al 'La d11d;:id occideflt;}I h;:, lilctabicnlé !ci;iu:i~¡) su escoce <:n <.'( eot<.)ZÓfl d:) los
dofcnso 'h:>rnool)Qtico':k~. Ma~csoli. lo acui desa;;poror:ccs. poor u•)C' é·th'q:.v; bos:¡1100. 6 margen sonbrfo de tin boo::¡le ha-de'inC·) cl!ini::c de sus cu!t\'OS. el
de res,·1etiqve. Paris, Pion, 19SO. ptY'neiroce su <:iu:Jed, los oon\wsde ses don: ..,ic:sinsrnucicnales: pero tamtién
'1 Jameson, Fredric. f'oS!r:-cdemis111C( G<ú(1iraí l~lc of Lit!e Cap.~aifro1 Oxlord, la V\+Btidaf-de su i'Til9"ª"º. [R. P~u~ H(lrrison, Fo.'f!ste,Miltm, 1~2. p. 9:1.
141'.!W 1 P.fl RP.••iP.1\ 1 te, 1!:164 li•~ c;~.si · FJ (.(l!t'l1Q()"lm.'-$mo o··~ (ó[i<:a r.ti•ft.,((I•'de! <l:i ~r;h1e I~; (l('l1riit::o.11p,~ r!eó=!terbm rlP.111 ch,.(!11rt rzy"'emrn·~ iea. óe g";ln ut h111rt
t:n¡;il~':..,.rnv w1,;,1u<:1riu,Bwc:~()t•i:I, P;;idili¡, 19H:1.~ pc1r 1;;isu;; idHd ~ ;,iukr ht;HJ!:i l¡¡s u tilll¡.JS il'\'@\i~g'(l(:K,l'IEjl:) ll~ -<wú1 Lyn:.:h, i'Jl~tl 1e .• ·1id1;1s 1!11 l1/ñ~lf'.li'
AWi:'W: ¡.¡
1ercror<:i;)c,.p\ci!Uú las tcc-es de K:)\•in L:t·cl·. C<ll;J~ de M. St1;dh·1011h . .s¡cn.:> Ovb Books 1090.
El miedo al crecimianto ulbano

de los bulevares. su belleza, su potencial lnformalivoy de reta-


ción c.onsiguieron el efectn de atraer a las poblaciones segre-
gadas detrás de las relucientes fachadas de los ejes viarios de
Haussmann. Mars~all Berman, releyendo a Balzac y sobre
todo a Baudolairc, ha puesto bien en evidencia la envergadura
cultural de este encuenlro·oonflicto: "Los bulevares,( ... ) perm-
tieron a los pobres( ... ) descubrir por primera vez la apariencia
del resto de su ciudad y del resto ce la vida. Y, al mismo tiem-
po que ven, son vistos".'·•

Hoy todavla, de forma distinta y según perspectivas dificilrnen-


te orevisibles, la inserción en el espesor de la perifeña de nue-
vos espacios públicos activarla un inevitable procese de eman-
cipación y de confrontación entre las distintas comunidades y
etnias urbaras.

115

~,¡ B&tmai,, r.,'áish~I.Aíf ,·>~~! (s soii'J rr:e(;.s •'.1)!0;}. l n~ e'J.<ell'11('9 o! mcd"mll/


0

N".ic'.'a YOO<. Slnon and Schustcr, 1982. (irad. ccst. Toro .t só.•.1Gtse ct-SfJJ1,::c
et ci Jirc. lJ ot¡;ctici1cf\l de'ª '1:oo'c•nidúd.Madid. Si; o XXJ ee Espa~o. 1&91.
p 15~j.
Megaci11dades, cii:dadM m11ndiares y ciudades gtohafe.s

Sir Pete· Hall es investigador en el inslitutaof Commu.1fy Stvdies de


Londres, y ha sido profesor de Planeamie1to en la BarlieffSchool of
Arcllitecture 9nd PJanning del Umvers1!y Co/lege de Londres, asl
olmo profesor de Planeamiento •lbano y regional de la Universidad
de California en 8')rkeley -~a la qua es profesor emérito-, además da
en otras universidades y centros de alto prestigio. líl'les:igador cons-
tante, es autor de una trelnten3 de libros soore pla1eamlen:o urbano
y r~to11<il. entre /~que se encoenuan obras tau destacadas 001nu
Lonoo.1 2·900(t 963), Tlle WorldCóties \1966). Ur!Jan and Regional
Plan1ing(1975), Cities oi Tomorrow(1988) :trad. cast: Ciudcdes del
maifoim (1996)1. o Ci1ics in Civiliuirion (t998). Ha sido tnmbión oso-
SOI soote politices urbanas y planeamie<llo estratégico del gooiemo
britfimco, así como consultor sobre estas materias E1n oros paises
(EE.UU .. Australia, ... ) siendo designado para Integrar muchos y
varlaaos comités britanicos oficiales.

Miemtro fundador de la RegionalStudiesAssoci8tiony oomponente


de cuas asociaciones no menos deetacaoas, h3 recibido prestigios3s
distinciones dentro y fuera da su país, anlre las que se cuentan siete
doctorados h'norlfioos en u~ivetsidades del Reino Unljo, Suecia y
Canadá. ln•estldo Sir en 1998, es el único planlftcador urbano en cln·
c~enta anos que ostenl!l tal 1ltulo.

Fue Invitado a Inaugurar el ciclo ce ccn'erencias anuales de le


Fundación Megocitiesy lo hizo en La ~aya en febrero da 1997 con un
discurso que actualizaba su tratamiento de las ciudades mundiales,
qua es el que se presenta aqul en versión castellana.

t17

MEGACIUDADES, CIUDADES MUNDIALES Y CIUDADES GLOBALES'


Peter Hall

Comenzando con algo de historia gran ayuda. ya que parece que en el momento de su apogeo la
ciudad no alcarzó a suoerar los 40.000 residentes (Chandler y
En la v da académica siempre encontré una pregunta útil que Fox t974, 80).
plantearse: ¿Qué es realmen(e nuevo y diferente? Ahora hab •
tualmente no nos remitimos a la historia tanto como lo nacia- Incluso Atenas, que sabemos que parecla peligrosamente
mos antes, al menos en mi Re.no Unido nativo: si recurrimos a grande e~ el mundo antiguo. era abserdame-ite peqJe~a en
ella, a menudo nos proporciona una perspectiva completamen- relación a nuestros estándares. En el 432 a.c., al inicio de la
te diferente. E término megaciudades es nuevo, y supongo guerra del Peloponeso, cuando su población probablemente
que lu ~HL'i!lllUS en parl cular a Ja11ic~ P~rlman. P~ru el r~m)- alcanzó HI rnáx rno, la pulís aleniensH en!t!ra ...:iudad y campo
meno. desdP. luP.go. no P.S nuevo en ansoiuto: los griegos con- r.irr.tmdanlP.· tenla P.ntre 215.000 y 300.000 habitantes, de los
sideraban su Megalópolis como un lugar graodisimo, al menos cuales de 35.00U a 45.UUU oorrespondian a ciudadanos, de
po;encialmenle, aunque quizá éste fuera el caso conocido mas 110.000 a 180.000 a ciudadanos con sus familias, de 10.000 a
an)guo de explosión urbana. La ciudad fue fundada alrededor 15.000 a residentes forasteros (me:eccs), de 25.000 a 40.000
del 370 a.c. por Epaminondas de Tobas y su muralla alcanza- a metecos con sus familias, de 80.000 a 110.000 a osciavos.
ba casi 9 kilómetros a la redonda; Epaminondas ayudó a su En el 400 a.c. el to1al habla disminuido a 115.000-175.000
progreso provocando el desplazamíento haca ella de los habi- habítantes. Se trataba del estado griego más poblado, pero aun
tantes de cuarenta localidades del entorno, aunque oo fue de así la población de la ciudad rspresantaoa una trigésima parte
del Gran Londres, o una trigesimoctava parte de la ciudad de
' O.:r1la1;¡o;rc:i¡¡ ¡.;run1J1;:;i;;t:j¡.; en L;¡ Ha•¡a en 'elrem d~ 1997 wn +!1 rnxnu da l:; Nueva York en la década ce 1980 (Kitto 1951, 95, Chamoux
,1,~~.x.i1ic~;cuooo1ioodo Holsrda, 1965, 304; Grant 1964, 195; Hammond 1967, 329-30; Jont

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