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DISEÑO EXPERIMENTAL EN INGENIERIA DE ALIMENTOS

Cómo convertir un huevo en una pelota

Definición del experimento

Un huevo tiene una estructura rígida. Lo suficientemente dura como para


permitir el desarrollo de una futura vida, en una fase que comienza con un única
célula para pasar a convertirse en embrión y, posteriormente, en un animal
perfectamente formado. Pero un huevo tiene que ser lo suficientemente frágil
como para permitir que el animal maduro salga al exterior rompiendo la cáscara
por sus propios medios.
En este experimento veremos cómo la rígida estructura de un huevo se debe,
como en el resto de la materia, a su composición química. Un pequeño cambio en
ella, puede provocar un gran cambio en sus características físicas.

El duro aunque frágil huevo se va a convertir en nuestras manos en un objeto con


las características exactamente inversas: blando y flexible. Tanto, que incluso
podremos lanzarlo contra el suelo y conseguir que rebote sin romperse.

Grado de dificultad: Muy fácil

Necesidades

 Un huevo de gallina
 Un envase transparente con tapa, preferentemente de cristal (con el
tamaño suficiente para albergar el huevo y algo de líquido alrededor)
 Vinagre de vino
 Agua del grifo
Proceso del experimento
Cogemos un huevo de gallina convencional, de los que se encuentran en cualquier
tienda, y lo introducimos en el envase.
Rellenamos el envase con vinagre, hasta cubrir por completo el huevo.
Cerramos con cuidado la tapa (después veremos la importancia de este paso)
Esperamos al menos durante 48 horas, rellenando con vinagre en caso de que el
líquido quede por debajo del huevo.
Abrimos el envase, sacamos el huevo, lo lavamos con agua corriente y comprobamos
cómo la dura cáscara y el huevo en sí mismo se ha convertido en una masa flexible y
gomosa

Conclusión

Lo que conocemos como vinagre es ácido acético disuelto en agua. La cáscara de


huevo está compuesta por carbonato de calcio. El ácido disuelve este compuesto,
que es el que da la dureza a la cáscara, en un proceso que genera dióxido de
carbono. La cáscara, literalmente, desaparece.
Ello provoca que el agua que contiene el vinagre se introduzca dentro del huevo,
concretamente dentro de la membrana que rodea la yema del huevo (la que podemos
observar cuando pelamos un huevo cocido). Después del experimento, nuestro huevo
es más grande que al inicio, una muestra de esa absorción de agua dentro de la
membrana.

Consejos especiales
¿Sin tapa?

Este experimento puede realizarse perfectamente en cualquier tipo de envase, incluso


en alguno que no tenga tapa. Recomendamos que siempre se haga con la tapa, por
el desagradable olor que despide la reacción química que provoca el ácido acético y
el carbonato de calcio. Este olor no representa ningún problema para la salud, pero es
realmente poco aconsejable y puede animar a frenar el experimento antes de tiempo.

Jugar con el tiempo


Una vez realizado con éxito el experimento, tras haber dejado el huevo durante dos
días en el vinagre y haber comprobado la facilidad del experimento, podemos jugar
con el tiempo. Por ejemplo, si dejamos el huevo durante menos tiempo (algo más de
24 horas, aunque depende del tipo de vinagre), veremos como si lo hacemos rebotar
contra una superficie dura acaba rompiéndose en nuestras manos como un huevo
normal, dejando salir incluso su clara y su yema. Si está en vinagre algo más de 48
horas, incluso hasta tres o cuatro días, las posibilidades de que el huevo rebote sin
romperse aumentan y podemos dejarlo caer sobre una superficie dura desde una
distancia de varias pulgadas haciendo que rebote como una pelota de goma.
Dióxido de carbono
Durante el experimento, veremos que nuestro recipiente se llena de burbujas. Ello se
debe a que el ácido acético del vinagre disuelve el carbonato de calcio del huevo, en
ese proceso se produce dióxido de carbono. Este gas carbónico o CO2 nos sirvió
para realizar un experimento en el que un globo se hinchaba solo y del que hablamos
porque nos permite disfrutar de pan y bollos esponjosos y suaves.

Qué aprendemos
Los huevos de ave, y especialmente los de gallina, son la forma más habitual de
encontrar este auténtico contenedor de vida. Pero no podemos olvidar que otros
muchos animales se reproducen a través de huevos, como reptiles, anfibios y peces,
pero también insectos, arácnidos e incluso algunos mamíferos, como el
extraño ornitorrinco.
La dureza exterior de los huevos de ave se debe al carbonato de calcio. Si, a través
de una simple reacción química, conseguimos eliminar ese componente, eliminamos
la rigidez que caracteriza a este exquisito elemento.

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