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Necesidades
Un huevo de gallina
Un envase transparente con tapa, preferentemente de cristal (con el
tamaño suficiente para albergar el huevo y algo de líquido alrededor)
Vinagre de vino
Agua del grifo
Proceso del experimento
Cogemos un huevo de gallina convencional, de los que se encuentran en cualquier
tienda, y lo introducimos en el envase.
Rellenamos el envase con vinagre, hasta cubrir por completo el huevo.
Cerramos con cuidado la tapa (después veremos la importancia de este paso)
Esperamos al menos durante 48 horas, rellenando con vinagre en caso de que el
líquido quede por debajo del huevo.
Abrimos el envase, sacamos el huevo, lo lavamos con agua corriente y comprobamos
cómo la dura cáscara y el huevo en sí mismo se ha convertido en una masa flexible y
gomosa
Conclusión
Consejos especiales
¿Sin tapa?
Qué aprendemos
Los huevos de ave, y especialmente los de gallina, son la forma más habitual de
encontrar este auténtico contenedor de vida. Pero no podemos olvidar que otros
muchos animales se reproducen a través de huevos, como reptiles, anfibios y peces,
pero también insectos, arácnidos e incluso algunos mamíferos, como el
extraño ornitorrinco.
La dureza exterior de los huevos de ave se debe al carbonato de calcio. Si, a través
de una simple reacción química, conseguimos eliminar ese componente, eliminamos
la rigidez que caracteriza a este exquisito elemento.