Sie sind auf Seite 1von 4

La expresión paraíso fiscal no es muy afortunada porque sugiere la

idea de que aquel país donde se obliga a pagar impuestos es un


infierno. Y eso no es cierto porque los impuestos son la base de la
convivencia social organizada, porque en la selva no existen los
impuestos. Los impuestos son la contraprestación de los servicios
comunes que necesitamos y recibimos cuando convivimos en
sociedad; cuanto más desarrollada y avanzada es una sociedad
más impuestos son necesarios para satisfacer las necesidades colectivas
que individualmente no podemos atender, como la educación
de los hijos, la atención de la salud, la retribución en
situación de desempleo, las pensiones y el cuidado de los ancianos,
la seguridad pública, la disponibilidad de vías públicas...
Los ciudadanos deberíamos prestar mucha más atención al gasto
público, exigiendo que las autoridades públicas rindieran cuentas
detalladas sobre cómo y en qué gastan el dinero de nuestros impuestos.
Actualmente los impuestos son mucho más importantes
como fuente de recaudación de ingresos para el Estados que lo
eran hace años, debido a que las otras fuentes de ingresos públicos
se han reducido como consecuencia de las privatizaciones de
las grandes empresas y de los bienes públicos que se han ido vendiendo
para saldar los déficit presupuestarios públicos, que se
habían ido creando con las rebajas de impuestos para el capital y
las rentas y ello a su vez, principalmente, derivado de la idea muy
difundida de que el Estado debe reducirse, debe gastar cada vez
menos para que la sociedad se desarrolle más, según nos dicen.
Esta es una idea egoísta que defienden siempre quienes tienen
mucho dinero y mucho poder económico y social y son más insolidarios
porque pueden pagarse todo, desde los hospitales privados
hasta la policía particular.
1. Reducen los ingresos fiscales y las prestaciones sociales.
Cuando hablamos de impuestos, debemos tener claro un concepto clave. Y es que
los impuestos son la principal fuente de ingresos de cada país. Y, ¿qué hacen los
países con esos impuestos?. Pues igual que en cualquier casa o familia, con esos
impuestos pagan sus obligaciones y sus gastos. Una familia necesita comer y tener
una casa donde vivir, como mínimo. Y un Estado tiene que pagar a los funcionarios
públicos, a la policía, a los médicos, a los profesores, etc. Tiene que construir
puentes, caminos, hospitales, escuelas,.. Y gastar en mantenerlo en condiciones.
También a pagar sus deudas (recordemos el caso de Grecia). Si un país no tiene
ingresos suficientes, no puede tener carreteras adecuadas, ni hospitales, ni escuelas,
ni pagar a sus funcionarios, ni a los médicos ni a los profesores. Por lo tanto, si no se
recaudan impuestos, posiblemente ese país se encuentre en la siguiente situación:

No tendrá dinero para construir carreteras.


Tampoco tendrá para construir hospitales ni escuelas.
Y no tendrá dinero para pagar a los funcionarios públicos, a los médicos y a los
profesores.
No podrá pagar sus deudas.

Como resultado de esto el país será pobre y su población no tendrá posibilidad de


educarse ni habrá sanidad para ellos. Entre otras desgracias. La mortalidad infantil
será grande. Y la esperanza de vida mucho más corta.
2. Ofrecen impunidad para la delincuencia de corbata.

3. Hacen vulnerables a las democracias.


4. Incentivan la especulación y la inestabilidad financieras.

 En primer lugar, reducen la base imponible de los


impuestos que gravan el capital y, por tanto, la
recaudación fiscal obtenida. Ello compromete la
suficiencia recaudatoria necesaria para que las
administraciones públicas puedan realizar su triple tarea.
Particularmente, la merma de ingresos fiscales restringe
las prestaciones públicas con las que se atienden
necesidades básicas (pensiones, educación, sanidad,
etc.) y la cohesión social.
 En segundo lugar, los flujos hacia paraísos
fiscales desplazan la carga fiscaldesde los impuestos
sobre el capital hacia los impuestos que gravan el trabajo
y el consumo. Ello implica una redistribución de la carga
tributaria de manera regresiva (a favor del factor capital y
en contra del factor trabajo), en perjuicio del objetivo de
redistribución de la renta y la riqueza. Los flujos hacia
paraísos fiscales, por tanto, socavan la justicia fiscal y la
moral de los contribuyentes que sí cumplen con sus
obligaciones tributarias, al mismo tiempo que
incrementan la desigualdad económica.
 En tercer lugar, la fuga de capitales hacia paraísos
fiscales merma el binomio ahorro-inversión
productiva que cumple una función básica en la
producción y la creación de empleo. Particularmente
grave resulta esta merma cuando tiene lugar en países
en desarrollo, muy necesitados de impulsos de inversión
productiva y de creación de empleo.
 Finalmente, la opacidad de los paraísos fiscales facilita
la ocultación de dinero y patrimonio derivada de
actividades ilegales (el fraude fiscal, el narcotráfico, el
terrorismo o el tráfico de seres humanos y de armas).
Pero la presión por la competitividad alimenta en realidad la inequidad y una competencia
desleal. La proliferación de los paraísos fiscales ha generado una “carrera a la baja” entre
países para atraer capitales e inversión extranjera. Solo que en lugar de articularse en base a
las capacidades de sus trabajadores, la seguridad de su entorno empresarial, la innovación o
las oportunidades comerciales, se fundamenta en ventajas fiscales que no se aplican a todos
por igual y que tan sólo generan una competencia desleal entre países y entre empresas. Y
esta es una carrera en la que perdemos todos, salvo los que logran retener los beneficios en
paraísos fiscales. Las 50 principales empresas USA mantienen 1,4 trillones de dólares, más que
el PIB de España, en paraísos fiscales. En conjunto, desde el principio de la crisis, los países
OCDE han perdido un 20% de recaudación sobre los beneficios empresariales y los tipos
nominales en promedio han pasado del 50% en los años 80 a un 23.87% a nivel mundial en la
actualidad. En España, el desplome es aún mayor. En 2015 se recaudaba por el impuesto de
sociedades la mitad que antes de la crisis, mientras los beneficios empresariales y el
crecimiento del PIB se han recuperado. Son 22.000 millones de euros menos de recaudación
en plena crisis. Pero son los países en desarrollo los que se llevan la peor parte. Se estima que
pierden más de 100.000 millones de dólares al año por los abusos fiscales de grandes
empresas, mientras la mitad de estos países han tenido que reducir su presupuesto en
educación y salud desde 2008. Para el FMI, los impactos que tienen en terceros países estas
prácticas de competencia fiscal que llevan a cabo los países, especialmente los paraísos fiscales
(efecto “spillover” o de derrame), afecta proporcionalmente un 30% más a los países en
desarrollo, más vulnerables y dependientes de la recaudación sobre la actividad de grandes
transnacionales.

Por eso, el peso de estos abusos recae en realidad sobre los ciudadanos corrientes o las
pymes. Para poder financiar el funcionamiento del Estado, lo que no aportan las grandes
empresas lo acaban soportando las familias o las pymes. Además, las pymes no compiten en
las mismas condiciones, ni pueden ni tienen capacidad para constituir sociedades en las Islas
Caimán, por ejemplo, para gestionar su negocio con lo que acaban asumiendo una presión
fiscal efectiva muy superior a la de las grandes empresas. Según la OCDE, el tipo efectivo de las
grandes transnacionales puede llegar a no superar siquiera el 5%, mientras las pymes pagan en
promedio seis veces más. En España, las familias asumen el 85% de la recaudación total,
mientras las grandes empresas apenas aportan el 4% del total.

El resultado es un debilitamiento de la democracia, la pérdida de confianza de la ciudadanía


con el Estado, se resiente el cumplimiento voluntario y se resquebrajan los fundamentos
democráticos, los principios del contrato social. La proliferación de titulares mediáticos que se
hacen eco de las malas prácticas de grandes empresas muy reconocidas genera una sensación
de impunidad que acaba derivando en la idea de que eludir el pago de impuestos es “parte del
juego”. A mayor desigualdad, mayor percepción de la ciudadanía de que se gobierna para una
élite frente a los intereses de la mayoría.

¿Si el coste social y económico es tan elevado, entonces por qué existen los paraísos fiscales?
La respuesta es la inacción política ante la capacidad de los más ricos para seguir manteniendo
este sistema que desangra y desarticula muchas sociedades.

Das könnte Ihnen auch gefallen