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La elección de la justicia
En primer lugar en preciso señalar que Rawls describe ese procedimiento como
una hipótesis racional para justificar el orden político existente, no como una
situación que históricamente hubiera tenido lugar o pudiera ponerse en práctica
efectiva para crear una sociedad desde la nada. El sentido de ese “experimento
mental” reside en la posibilidad que ofrece para justificar una Constitución y una
legislación estatal que respondan al método elucubrado por Rawls.
Comenzaremos por lo que él llama “posición original” caracterizada por “el velo
de la ignorancia”. Es una versión renovada del estado de naturaleza, porque se
trata de una situación en la que los individuos están “igualmente representados
como personas morales”, y no son tenidas en cuenta las peculiaridades de cada
uno de esos individuos que proceden de “contingencias arbitrarias” o de un
balance concreto de las fuerzas sociales. Dicho de otro modo: el velo de la
ignorancia es una abstracción para imaginar a las partes de un pacto social como
ignorantes de su situación concreta.
Colocados en esa tesitura, los participantes en ese acuerdo han de decidir sobre
la regulación de las interrelaciones sociales como si no supieran nada de su
particular situación en la sociedad (que suele ser desigual). Rawls piensa que de
esa forma el egoísmo que puedan tener los individuos será evitado, ya que es
imposible elegir una vía de actuación que favorezca más a uno que a otro: todos
están en la misma situación.
Esta explicación está dirigida contra el utilitarismo un tanto basto defendido con
frecuencia por el pensamiento angloamericano y que cifra los fines de la política
en conseguir “el mayor bienestar para el mayor número”, descuidando la
eventual situación desventajosa en la que puedan quedar algunas minorías.
Pero, ¿por qué los individuos ignorantes de su particular estatus social habrán
de escoger precisamente estos dos principios? Porque, según Rawls, toda
persona con independencia de sus planes propios de vida busca unos “bienes
sociales primarios” centrados en la libertad y la igualdad: libertad, igualdad de
oportunidades, ingresos, riqueza, etc.
Rawls subraya que una teoría de la justicia no puede partir de la bondad de los
objetos humanos, a causa de la alegada inexistencia de objetividad en esos
asuntos, pero de manera un tanto contradictoria añade una explicación sobre los
bienes humanos. Él explica que un bien es un objeto cuyas propiedades lo hacen
apetecible para alguien que tenga un plan racional de vida y si ciertas clases de
cosas satisfacen esta condición en general para todas las personas, los
consideramos bienes humanos. Nos indica que la psicología muestra la
existencia de unos “bienes primarios” que supuestamente todas las personas
quieren con independencia de sus demás gustos particulares. Rawls arguye que
sin bienes primarios es imposible desarrollar un plan racional de vida, cualquiera
que sea su contenido ulterior, y, por tanto, presupone que los individuos en la
posición original considerarán como bienes básicos la libertad y la igualdad de
oportunidades: la elección racional es aquella que recae en los bienes primarios.
La teoría de Rawls destaca por ser una nueva propuesta entre las más comunes
teorías o principios de justicia social:
Criterio de igualdad: Minimiza a los que están peor que otros por situaciones
ajenas a su voluntad.
Principio de prioridad: Beneficia a los individuos de modo que se busque
beneficiar con más urgencia a los menos aventajados (implica criterios de
bienestar, de capacidades y de bienes primarios o básicos).
En los últimos puntos Rawls pone de manifiesto una duda: que si bien la
decisión de mantener nuestro sentimiento de justicia, podría ser racional,
también podríamos sufrir una gravísima perdida o incluso ser destruidos por ella.
Con lo anterior John Rawls trata de explicar cómo una persona no está dispuesta
a hacer ciertas cosas, aun ante realidades o circunstancias adversas, pudiendo
aceptar correr el riesgo de morir antes de realizar algo injustamente.
Sostiene el autor que si bien un hombre podría morir por su convicción de justicia,
bien consideradas las opciones podría vencer la mala fortuna, ya que ha previsto
el camino que habrá de recorrer, aun así es un estado utópico pensar que los
hombres o la mayoría de ellos estarían dispuestos a perder la vida o su libertad,
a causa de la justicia, ya que en la actualidad, los valores que sirvieron para el
desarrollo de la teoría en cuestión han sido meramente idealizados para lograr
una sociedad casi perfecta.
De este modo se tendrá que hablar del castigo, situación que habrá que sufrir
aquel que incurra en la transgresión a la idealización de la justicia, dentro de la
convivencia social, y puesto que si se deja a la voluntad del individuo el escoger
que postura adoptar estaríamos en la necesidad de recurrir a la posición original
para saber si el sujeto está de acuerdo en adoptar una posición o se deberá valer
de recursos penales estabilizadores.
Para finalizar, la parte última de su teoría, John Rawls sostiene que las
posiciones morales son adoptadas de acuerdo a las contingencias que se van
presentando, ya que no puede adoptar ninguna de las posiciones de los
diferentes filósofos que han tratado de explicar el concepto de Justicia; en mejor
sentido, al presentarse cada uno de los problemas posibles, se podrán resolver
de acuerdo a verdades morales necesarias y racionalizadas por cada individuo
o por el conjunto, de acuerdo a la teoría de la cual pertenecen.
En este trabajo lo que Rawls trata de demostrar es que su teoría se puede aplicar
de manera más efectiva ya sea en los individuos de cada sociedad como por las
instituciones que los rigen, pudiendo llegar a afirmar que la humanidad tiene una
naturaleza moral, que al valorar los principios descritos en su obra, da como
demostrados la congruencia entre lo justo y lo bueno, tal y como lo define dentro
de las páginas de su libro, al desarrollar cada punto de su Teoría de la Justicia.
Siento que los individuos solo al ser libres podrían desarrollar sus habilidades
dentro del modelo propuesto, terminando su trabajo afirmando que podríamos
llegar a tener razonamientos efectivos y correctos al decidir de una manera
particular y atendiendo al reconocimiento de cada una de las personas como
distintas, no solo desde el punto de vista social sino también temporal, pudiendo
así ser imparciales incluso con aquellas personas que no son contemporáneas.