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Existe la concepción generalizada de que el pensamiento mágico y animista que

caracterizaba a los pueblos primitivos de culturas preliterarias también sustentaba


su concepción del comportamiento anormal, que en algunas sociedades se
entendía como la expresión de algún tipo de posesión por parte de espíritus
malignos, o como el resultado de un castigo divino. No existen muchas fuentes
fiables de épocas tan pretéritas, por lo que las teorías elaboradas al respecto
emanan de la información aportada por el análisis de los hallazgos
arqueológicos que se han realizado en el último siglo en diversos lugares del
mundo. En Perú se encontraron restos de cráneos trepanados que datan de la Edad
de Piedra.[2] Se ha propuesto una explicación de tipo demonológico para estos
hallazgos, en el sentido de que las trepanaciones podrían responder a la intención
de expulsar del cuerpo a los espíritus malignos que lo invadían. La costumbre de la
trepanación se ha venido observando en diversas
culturas mediterráneas y precolombinas,[3] siendo una práctica frecuente en
la Edad Media que quedó reflejada en la obra de El Bosco, Extracción de la piedra
de la locura. No obstante, existe otra interpretación de carácter no demonológico
para estas trepanaciones, según la cual estas rudimentarias operaciones pudieron
deberse a motivos de índole puramente biológico u organicista; concretamente,
como un modo de liberar un exceso de presión intracraneal.[4] Otras hipótesis
aventuran la posibilidad de que las trepanaciones respondieran a costumbres
relativas a la neurofagia, en la creencia de que la ingestión del cerebro del fallecido
pudiera resultar beneficiosa.[5][6]
Además de los hallazgos arqueológicos, otra fuente de datos al respecto es la que
se obtiene a partir del estudio etnográfico de sociedades actuales cuyo nivel
de evolución cultural se supone equiparable al de los
periodos paleolítico y neolítico.[7] A partir de los estudios realizados sobre estas
sociedades se ha señalado la existencia de un tipo de pensamiento mágico que, sin
embargo, no adquiere las connotaciones negativistas de la demonología, sino que
se considera algo positivo para la sociedad. Bajo esta concepción se encuentra la
figura del chamán, considerado por los miembros de la sociedad como un
individuo con poderes especiales, capaz de comunicarse con los espíritus y de
realizar rituales curativos, entre otras habilidades, y cuya sintomatología sería
considerada en otro tipo de sociedades como indicativa de la presencia de
un trastorno mental.[8]
Civilizaciones preclásicasEditar
En las civilizaciones anteriores al pensamiento greco-romano, entre las que se
encuentran las culturas mesopotámica, hindú, china, hebrea y egipcia, también
predominó una concepción sobrenatural de la naturaleza de los comportamientos
anormales, entendiéndose en muchos casos como una suerte de castigo divino o
posesión maligna.[9] En la cultura mesopotámica, los espíritus vigilaban los actos
de los hombres y castigaban sus males acciones enviándoles la enfermedad. Una de
ellas era la locura, que se atribuía a la intervención del demonio Idta. Las técnicas
curativas pasaban por averiguar la causa del castigo, por lo que se hacía necesaria
una labor de investigación e interrogación acerca de los actos
cometidos. Ensalmos, oraciones y sacrificios eran prácticas habituales para tratar
de alcanzar la sanación.[10]
Fragmento del Papiro Edwin Smith.

Respecto a la cultura hebrea, existen pasajes del Antiguo Testamento en los que la
locura se explica como un acto de Dios contra los pecadores. Así, en
el Deuteronomio se advierte de que la violación de los mandamientos será
castigada con «la locura, la ceguera y la paralización del corazón». Bajo la
influencia del confucianismo, en la antigua China se consideraba que la locura era
la consecuencia de no respetar las tradiciones instauradas por los antepasados. Por
su parte, el hinduismo especifica los siete demonios responsables de los diferentes
tipos de locura.[8] En el libro hinduista Majabhárata aparecen descripciones de
sintomatologías que se ajustan a lo que hoy se considerarían conductas
psicopatológicas.[11]
A pesar de esta predominancia de la concepción demonológica de la enfermedad
mental en las sociedades preclásicas, el hallazgo del papiro quirúrgico de Edwin
Smith[12] en Tebas, que data aproximadamente del año 1500 a. C., constituye una
prueba documental de que en el Antiguo Egipto ya manejaban nociones referentes
a la localización de las funciones mentales en el cerebro. El papiro contiene
indicaciones al respecto del diagnóstico, tratamiento y pronóstico de diversas
enfermedades, y se considera uno de los textos médicos más antiguos de los que se
tiene constancia.[13][10]
Antigüedad clásica: Grecia y RomaEditar
La concepción sobrenatural o mágica de la conducta anormal fue dejando paso a
una concepción del trastorno mental como fenómeno natural a lo largo del periodo
de la antigüedad clásica, a resultas de la influencia ejercida por las corrientes de
pensamiento de la civilización grecorromana. Sin embargo, durante los primeros
tiempos de la cultura griega, todavía se encuentran prácticas de tipo religioso
encaminadas a exorcizar a los demonios de la locura en las que se invocaba
a Asclepio, dios de la medicina y la curación. Con la aparición de la Escuela
jónica en el siglo VI a. C., la mitología va dejando paso a las explicaciones racionales
a través de la denominada filosofía de la naturaleza. La filosofía presocrática sentó
las bases de esta nueva concepción naturalista de la realidad. Filósofos como Tales
de Mileto (ca. 630 - 545 a. C.), Anaxímenes (ca. 585 – 524 a. C.)
o Anaximandro (610 - 546 a. C.) entre otros, teorizaban acerca del Arché u origen
esencial de todas las cosas en el ámbito de lo material.[14]
Hipócrates, por J.G de Lint (1867-1936).

Se considera que el inicio de la psicopatologíacomo tal tiene lugar con la obra


de Hipócrates(460 - 370 a. C.), que desde una perspectiva somatogénica equiparó
las alteraciones mentales al resto de enfermedades físicas, en el sentido de que
todas ellas tendrían un origen natural radicado en determinadas alteraciones
anatómicas o fisiológicas. Hipócrates situó el origen de las funciones intelectivas en
el cerebro, y realizó la primera clasificación de los trastornos mentales,
dividiéndolos en tres grupos: manía, melancolía y frenitis. Describió las afecciones
que hoy relacionamos con los términos de paranoia, alucinosis
alcohólica y psicosis postparto, y desdeñó las interpretaciones mágicas al respecto
de la epilepsia.[15] Desde un punto de vista constitucionalista, elaboró su
célebre teoría de los cuatro humorescorporales (sangre, bilis amarilla, bilis negra y
flema), de cuyo equilibrio (eucrasis) o desequilibrio (discrasis) dependía la salud
del individuo. A pesar de los escasos conocimientos fisiológicos de la época, la
tradición constitucionalista ha seguido ocupando un lugar en la psicopatología
hasta nuestros días, con un mayor o menor grado de aceptación.[16][17]
Ya en la época romana, destaca la figura de Galeno (130 - 200), médico de la corte
del emperador Marco Aurelio. En su obra El tratado de las pasiones, Galeno esboza
la figura del psicoterapeuta, como una persona que orienta al paciente a través de
la palabra, señalando sus defectos y equilibrando sus emociones.[18] De sólida
formación fisiológica, incorporó la teoría hipocrática de los cuatro humores a la
tradición médica occidental. Empleó el término «temperamento»
(en latín, temperamentum, «mezcla proporcionada») para referirse al resultado de
la mezcla de las cuatro cualidades fundamentales (caliente, frío, húmedo y seco).
Estableció nueve posibles combinaciones de los cuatro humores, una de ellas
temperada o proporcionada, y las otras ocho, intemperadas o
desproporcionadas.[nota 1]
Tras la muerte de Galeno, el desarrollo de la psicopatología sufrió un periodo de
estancamiento. En la época romana tardía, las influencias orientales y la
importación por parte del cristianismo de la concepción religiosa de la enfermedad
mental característica del judaísmo, condujeron a un declive intelectual que
desembocó en el inicio de la Edad Media.[20]
Edad MediaEditar

Detalle de la obra Extracción de la piedra de la locura de El Bosco.

Durante la Edad Media, la concepción de la enfermedad mental adquiere un


carácter marcadamente religioso como consecuencia de la influencia de la Iglesia
sobre la mayor parte de los ámbitos de la vida cotidiana. Suele establecerse una
distinción en dos períodos. Durante el primero de ellos, que abarca desde el siglo
V hasta el siglo XIII, el enfermo mental es considerado una víctima de la acción del
diablo, y los tratamientos encaminados a la sanación no resultan denigrantes o
agresivos con el enfermo (oraciones, exorcismos, agua bendita, peregrinaciones,
etc.) Sin embargo, a partir del siglo XIII, el enfermo mental pasa a considerarse el
culpable de su afección, que se entiende bien como un castigo divino a una vida
pecaminosa, bien como el resultado de un pacto voluntario con el demonio a
cambio de poderes sobrenaturales. En esta segunda época, los tratamientos se
endurecen considerablemente, y pueden incluir la tortura o incluso la pena de
muerte, al considerarse que el castigo iba dirigido al demonio que poseía a la
víctima, y no a la persona en sí.[21] En la Edad Media, en Occidente confluyen tres
marcos culturales diferenciados: el bizantino, el árabe y el cristiano. Bizancio se
mantiene hasta el siglo XV como un referente cultural de primer orden, sirviendo
como vía de transmisión de las aportaciones de la civilización greco-romana hacia
el mundo árabe, como la medicina basada en los principios humorales. Desde
el siglo IX hasta el XV, los árabes transmiten la cultura griega y romana al resto de
Occidente. Las aportaciones de la medicina árabe a la historia de la psicopatología
son notables: fueron los árabes los primeros en fundar centros de cuidados para
enfermos mentales en ciudades como Bagdad, Damasco o El Cairo, entre otras. El
tratamiento al enfermo en estas instituciones era de tipo humanitario, al imperar
la idea de que el enajenado debía sus síntomas al hecho de haber sido escogido por
Dios para hablar por su boca. De entre las figuras más destacadas de esta época
(Avenzoar, Averroes o Maimónides, entre otros) resulta especialmente importante
para la psicopatología la figura de Avicena (980-1037), que en su obra El canon de
medicinadedica un capítulo a la psicopatología descriptiva, donde específica las
alteraciones de diversos procesos psicológicos como la memoria,
el razonamiento o la imaginación.[22][23]
La Inquisición, cuadro de Goya.

El cristianismo es sin duda el factor que más ha influido en la caracterización de la


enfermedad mental en la Edad Media. Durante la Baja Edad Media aún se
observaba cierta tolerancia hacia los rituales paganos. Pero a partir de mediados
del siglo XV, con el declive de las civilizaciones árabe y bizantina y la
predominancia del cristianismo, la Iglesia católica comienza la instauración de
medidas de persecución hacia todos aquellos actos considerados como formas
de herejía, brujería, magia o locura. Los participantes en este tipo de prácticas eran
considerados disidentes o peligrosos. En este contexto, el papa Inocencio III crea
la Santa Inquisición en el año 1119, inicialmente destinada a la lucha contra los
herejes, pero que en el siglo XIIIamplía su objetivo a la brujería, con lo que se
establece una equiparación entre ambas actividades. Así, se acusa a los herejes de
cometer actos satánicos, y se pasa a conceder a la brujería carácter de verdad. En
el siglo XV, el papa Inocencio VIII publica la bula Summis Desiderantes Affectibus en
la que reconoce la existencia de las brujas, en contra de lo que hasta entonces
establecía el Canon Episcopi. Se inicia así la caza de brujas, respaldada por la
posterior publicación de obras como el Malleus maleficarum («martillo de las
brujas») de los inquisidores dominicos Enrique Kramer y Jakob Sprenger, ya en
pleno Renacimiento. En esta obra se detallan de forma pormenorizada las diversas
técnicas de interrogación y castigo de las que podía hacerse uso, así como las
prácticas sexuales aberrantes llevadas a cabo por las brujas de forma habitual.[24].
Se estima que entre mediados del siglo XV y finales del siglo XVIse ajustició a más
de 100.000 personas bajo la acusación de brujería. En la actualidad se considera
muy probable que en muchos de esos casos, los síntomas que presentaban las
víctimas estuvieran provocados por algún tipo de enfermedad mental o
neurológica, como la epilepsia o la esquizofrenia.[25]

Una edición del año 1669 del Malleus maleficarum.

Sin embargo, en la Edad Media también existió una preocupación por establecer
una distinción entre los «locos» y los «endemoniados». Autores como Alberto el
Grande (1193 - 1280), Tomás de Aquino (1225- 1274) o Arnau de
Vilanova (1204 - 1311) establecieron relaciones entre la enfermedad mental y la
enfermedad somática. Las teorías humorales seguían estando presentes, así como
la teoría de las facultades, según la cual la locura podía deberse a la pérdida de
alguna facultad de tipo sensorial, intelectual o conativa. En los casos en los que se
consideraba que la locura no obedecía a una posesión demoníaca, los afectados
podían ser cuidados en sus casas por sus familiares cercanos si no se les
consideraba peligrosos, y en caso contrario podían ser recluidos en cárceles.[26] De
entre las primeras instituciones dedicadas al cuidado de los enfermos mentales
en Europa, destaca el Hospital Real de Bethlem, considerado el primer hospital
psiquiátrico de Europa. Otros centros a mencionar son los
de Metz (1100), Braunschweig (1224), y Érfurt (1385).[27] En Valencia, el
religioso Juan Gilaberto Jofréfundó el primer centro dedicado exclusivamente al
cuidado de los enfermos mentales en el año 1409, que se inauguró el 1 de junio
de 1410 bajo el nombre de Hospital d’Innocents, Follcs i Orats, conocido
popularmente como Hospital de Inocentes de Valencia. El papa Benedicto
XIII autorizó el hospital con la condición de que se encontrara bajo la advocación
de los Santos Inocentes Mártires. En el año 1412, el Hospital de la Santa Cruz
de Barcelonadesignó un departamento para atender a este tipo de pacientes.[28]

Renacimiento e IlustraciónEditar
A partir del siglo XVI tiene lugar en occidente la que se ha considerado como la
«primera revolución en salud mental». El humanismoque caracteriza al periodo
del Renacimientoestablece el centro de interés en el ámbito del hombre, la razón,
la ciencia y la naturaleza, aunque en el ámbito de la salud mental, las creencias
religiosas encuentran un arraigo muy firme que se mantendría todavía durante
mucho tiempo. No obstante, el estudio de la salud mental abandona
paulatinamente el modelo demonológico para adoptar una
perspectiva naturalista, organicista y biologicista; la idea del pecado deja paso a la
de enfermedad; los «endemoniados» pasan a ser pacientes.[29] Entre las causas de
este cambio de perspectiva puede señalarse un enriquecimiento de la
infraestructura cultural: la aparición de la imprenta favorece la difusión de los
textos científicos; los avances alcanzados durante el Imperio Bizantinofluyen hacia
Occidente tras la conquista de Constantinopla; y el descubrimiento de nuevos
territorios (América, Asia) amplía la visión general del mundo. Además, aumentan
en gran medida los conocimientos en las áreas de medicina, anatomía y fisiología.
Todos estos factores hacen que el periodo comprendido entre los
siglos XVI y XVIII se caracterice por una densidad cultural muy superior a la de
épocas anteriores.[30]
Juan Luis Vives, precursor de la organización de los servicios sociales en Europa y un defensor del trato
humanitario al enfermo mental.

La perspectiva humanística y psiquiátrica de la época se manifiesta en la obra de


diversos autores. Cornelio Agripa (1486 - 1535) rechazó con firmeza el modelo
demonológico y escribió en defensa de las mujeres, por lo que se le considera
un feminista adelantado a su tiempo. Juan Luis Vives (1492 - 1540) enfatizó la
necesidad de ofrecer un trato desprovisto de crueldad a los enfermos mentales en
la obra De subventione pauperum(1526). Asimismo, en De anima et vita (1538),
Vives propuso para lapsicología una orientación empírica basada en
la observación. Andrés Vesalio (1514 - 1564) profundizó en los conocimientos
sobre anatomía humana. Otros autores representativos de la época
fueron Paracelso(1493 - 1541), Felix Plater (1536 - 1614) o Johann
Weyer (1515 - 1588), considerado por algunos como el primer psiquiatra de la
historia. Autor de la obra De praestigiis daemonum, realizó descripciones clínicas
en clave psicopatológica de diversos trastornos mentales, y defendió un
tratamiento al enfermo basado en la comprensión y la empatía. Con la obra
de della Porta (1535 - 1615) da comienzo el estudio de la fisiognomía, que
pretende analizar psicológicamente a las personas a partir de determinados rasgos
físicos, principalmente faciales, y cuya influencia se extendió hasta el siglo XX a
través de autores como Lombrosoo Kretschmer.[31] Juan Huarte de San Juan(1529-
1588) escribió el Examen de ingenios para las ciencias, que se considera el primer
tratado de psicología diferencial de la historia,[32][33] y que fue censurado por
la Inquisición al ubicar en el cerebro el centro de la razón y rechazar las
explicaciones teológicas al respecto de la enfermedad mental.
Ya en el siglo XVII, el neuroanatomista inglés Thomas Willis (1621 - 1675) clasificó
la epilepsia, la histeria y la hipocondría entre las enfermedades nerviosas; y el
también inglés Thomas Sydenham (1624 - 1689) aplicó por primera vez a la
medicina el método inductivoen la práctica clínica, valiéndose de
la observación para identificar los diferentes síntomas y posteriormente poder
agruparlos en síndromes. Otros autores que posteriormente conceptualizaron la
enfermedad mental como una alteración de tipo nervioso fueron William
Cullen (1710 - 1790), que acuñó el término «neurosis»; Johann Cristian
Reil (1759 - 1813) y Robert Whytt (1714 - 1766).[34]
Los centros de internamientoEditar
San Juan de Diossalvando a los enfermos de incendio del Hospital Real, Manuel Gómez-Moreno
González (1880).

Un punto central de esta época histórica en lo que a la psicopatología se refiere es


la proliferación de las instituciones manicomiales. Los centros de atención al
enfermo mental, que ya habían hecho su aparición de forma esporádica a
principios del siglo XV, experimentan un crecimiento notable. Destaca en este
ámbito la figura de Juan Ciudad Duarte o Juan de Dios (1495 - 1550). Habiendo sido
internado en un centro tras sufrir un episodio psicótico en su juventud, decidió que
el tratamiento allí recibido no se ajustaba a las necesidades de los enfermos
mentales, por lo que en el año 1527 fundó una institución en Granada cuyo modelo
humanitario de tratamiento al paciente se extendió al resto
de España, Italiay Francia.[nota 2] Los tratamientos que se ofrecían en la mayor
parte de los centros de la época incluían medidas tranquilizantes o estimulantes,
así como vendajes, baños, sangrías o dietas. Por otra parte, se buscaba garantizar
un trato humano al enfermo mediante la ausencia de agresiones físicas, el
ofrecimiento de medios de disfrute cultural (libros, música, etc.) y la posibilidad de
realizar tareas ocupacionales con vistas a la reinserción social.[36][nota 3]
Así, la proliferación de las instituciones de cuidados a enfermos mentales continúa
su curso. Bajo el influjo de la Ilustración, surge el culto a la razón, por lo que
la locura o sinrazón pasa a convertirse en un fenómeno despreciable. Disminuye el
número de centros de carácter religioso, pero en países como Francia comienzan a
surgir instituciones que, bajo control estatal, tienen como objetivo último la
reclusión y custodia de aquellos individuos que pudieran alterar el orden público,
entre los que se incluyen no ya solamente a los enfermos mentales (representantes
de esa «desgracia moral» que es como se considera la locura), sino también a los
vagabundos y menesterosos. Comienzan a surgir teorías de
corte pseudocientífico que niegan la existencia de sentimientos humanos a los
dementes, y se justifican así todo tipo de tratamientos denigrantes y crueles.[38]
Del siglo XVIII al XIXEditar
El tratamiento moralEditar

Philippe Pinel, considerado el padre de la psiquiatría moderna.


Se considera a Philippe Pinel (1715 - 1826) como el padre de
la psiquiatría moderna. Fue un defensor de la corriente anatomopatológica, que
entendía la enfermedad mental como el resultado de alteraciones de tipo
anatómico, y no funcional. Pero su verdadera importancia para
la psicopatología radica en el hecho de haber llevado a cabo la instauración del
denominado tratamiento moral para los enfermos mentales,[39] lo que ha sido
considerado como la segunda revolución psiquiátrica. Al ser nombrado director
médico del Hospital de Bicêtre (1793), y posteriormente de la Salpêtrière (1795),
Pinel puso en marcha una serie de medidas que pasaban por romper las cadenas
con que se reducía a los internos y ofrecer una serie de programas terapéuticos
estructurados a través de un trato amable, libre de agresiones y desde una posición
de respeto al paciente. Autor del Traité mèdicophilosophique sur l'aliénation
mentale, Pinel es considerado uno de los precursores de la terapia ocupacional.[40]
Su principal discípulo fue Jean Étienne Dominique Esquirol (1772 - 1840).[41]
El tratamiento moral de Pinel pronto se extendió a otros países. En la ciudad
de York, William Tuke fundó en 1792 un centro de atención a enfermos mentales
que incluía actividades como la laborterapia y la reestructuración ambiental, y en
los Estados Unidos se crearon varios centros de financiación privada de la misma
orientación. En Italia, el gran duque de Toscana Leopoldo II promulgó la primera
Ley de Dementes en el año 1774, que obligaba a tratar médicamente a los
enfermos mentales. En España, el tratamiento moral llegó de la mano del profesor
de la Universidad de Barcelona Joan Gine i Partagas (1836 - 1903). No obstante, la
falta de sistematización que caracterizaba a los principios terapéuticos del
tratamiento moral, la carencia de un sustrato teórico de base por la falta de
desarrollo de una psicología científica, y el incipiente auge biologicista del
momento, condujeron al declive de este tipo de prácticas clínicas.[42] Autores
como Thomas Szasz y Michel Foucault[43] criticaron el tratamiento moral por abrir
las puertas a una política institucional de carácter represivo y controlador, así
como por dejar caer la responsabilidad de la curación exclusivamente en el
enfermo.[44]
Disciplinas precientíficasEditar

Diagrama frenológico del S. XIX.

A finales del siglo XVIII y principios del XIXcomienzan a desarrollarse


en Europa diversos movimientos de carácter pseudocientífico, principalmente
en Viena, donde Franz Joseph Gall (1758 - 1893) y Franz Mesmer (1734 - 1815)
desarrollan respectivamente las tesis de la frenología y el mesmerismo. Según la
frenología de Gall, en concordancia con las doctrinas fisiognómicas, el
funcionamiento de los diversos procesos psíquicos estaba relacionado con el
desarrollo anatómico de determinades partes del cerebro. A cada función psíquica
correspondía una región cerebral localizada. Desde este punto de vista, un análisis
de las protuberancias craneales podría conducir a determinar las características
psíquicas de un individuo, en función de las áreas cerebrales que se habían
desarrollado en mayor o menor medida.
Algunos de los presupuestos de la frenología pueden encontrarse posteriormente
en los trabajos de autores como Paul Broca o Alfred Binet. En cualquier caso, a
pesar del carácter poco científico de esta disciplina, la asunción de la existencia de
una relación entre diferentes áreas cerebrales y determinades funciones
psicológicas es la base de la actual neuropsicología, y los primeros
descubrimientos en el ámbito de la anatomía patológica que tuvieron lugar en
estas fechas sentaron las bases para el surgimiento de una tendencia organicista
que se desarrollaría a lo largo del siglo XIX.[45][46]
El mesmerismo, por su parte, suponía la asunción del hecho de que los astros
influyen en el comportamiento de los individuos mediante su movimiento y
situación. Esta disciplina presuponía la existencia de un «fluido magnético
universal» o «magnetismo animal». Mesmer suponía que cada individuo
participaba en cierta medida de ese magnetismo, de tal suerte que las diversas
alteraciones de carácter histérico se debían a una mala distribución de los fluidos
corporales. Suele referirse a Paracelso (1493 - 1541) como un antecedente de
estas prácticas, al haber atribuido propiedades curativas a los imanes. El
mesmerismo gozó de una gran popularidad en el París de finales del siglo XVIII, en
un contexto histórico en el que estaban muy presentes los estudios sobre fuerzas
gravitacionales y electricidadllevados a cabo por Isaac Newton y Benjamin
Franklin. Este último, a la sazón embajador de los Estados Unidos en París,
dictaminó la ineficacia terapéutica del mesmerismo tras un estudio que se
prolongó durante cinco años.[47]
Siglo XIXEditar
Organicismo y teoría degeneracionistaEditar

Carl Wernicke, neurólogo y psiquiatra alemán.


A medida que avanza el siglo XIX, y sobre todo a partir de su segunda mitad, el
contexto científico se va impregnando de un tinte naturalista y organicista que
repercute en la mayor parte de los ámbitos de investigación, incluida
la psicopatología, cuyos principales focos de crecimiento se localizan
en Francia, Alemania e Inglaterra. Las ciencias naturalesavanzan en la elaboración
de taxonomías; aumenta el calado de la metodología observacional, y la teoría de la
evolución hace notar su influencia sobre las ciencias biológicas.[48] Se produce un
amplio desarrollo en el ámbito de la fisiología y los conocimientos anatómicos
del sistema nervioso central y periférico en Francia y Alemania con los estudios
de Claude Bernard(1813 - 1878) y Hermann von Helmholtz(1821 - 1894).[49]
Además, autores como Carl Wernicke (1848 - 1905), John Hughlings
Jackson (1835 - 1911) y Sergéi Korsakov(1854 - 1900) facilitan una orientación
biologicista de la psiquiatría mediante sus respectivas aportaciones al
conocimiento fisiológico y anatomopatológico en el ámbito de la neurofisiología, la
organización de los niveles cerebrales y las alteraciones mnésicas.[50] En Alemania,
el principal precursor de esta tendencia organicista se encuentra en la figura del
fisiopatólogo Wilhelm Griesinger (1817 – 1868), autor de la obra Patología y
tratamiento de las enfermedades mentales (1843), y el primero en afirmar de forma
explícita que las enfermedades mentales eran trastornos cerebrales, relativizando
así la importancia concedida a los aspectos culturales en el desarrollo de las
psicopatologías, lo que supuso una ruptura con la tradición alemana, fuertemente
entroncada hasta entonces en las raíces románticas y los principios teológicos.[51]
En Francia, las tesis organicistas se concretan en la llamada «teoría de la
degeneración», cuyos principales exponentes fueron Bénédict Morel (1809 - 1873)
y Valentin Magnan (1835– 1916). Según esta teoría, la causa de la enfermedad
mental radicaría en una degeneración genética, que se transmitiría de generación
en generación, y que sería responsable de las neurosis, las psicosis, y en última
instancia, de la deficiencia. La teoría de la degeneración llegó hasta Inglaterra de la
mano del psiquiatra Henry Maudsley (1835 – 1918), donde obtuvo una gran
aceptación,[52] y su influencia también se extendió a España.[53][54]
La psicopatología descriptiva y las clasificaciones clínicasEditar

Emil Kraepelin, uno de los precursores de la psiquiatría moderna.

Durante el siglo XIX, se construye la psicopatología como una lengua descriptiva.


Este proceso, que comienza en Francia y concluye en Alemania, causa la
fragmentación del modelo dieciochesco de locura (como entidad monolítica) y da
lugar a la creación de unidades de análisis que, en imitación de la medicina,
también se les llama ‘signos y síntomas’ (mentales).[55] A finales del siglo XIX, sería
un discípulo de Griesinger, el alemán Emil Kraepelin (1856 - 1926), quien sentaría
las bases de una psicopatologíabasada en la descripción de los síntomas. Combinó
una concepción orgánica del origen de los trastornos mentales con una
clasificación sistematizada de tales trastornos desde una perspectiva descriptiva y
longitudinal. La obra de Kraepelin se considera la base de los sistemas actuales de
clasificación de los trastornos psicopatológicos, como el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales de la APA y la Clasificación Internacional de
Enfermedades de la OMS. Por estos motivos está considerado como el padre de
la psiquiatría moderna. A lo largo de las sucesivas ediciones de su Tratado de
psiquiatría prestó especial atención al desarrollo del curso de las psicopatologías
mediante estudios longitudinales, lo que le permitió establecer una distinción
entre lo que denominaba «psicosis maníaco-depresiva» (en la que se englobaban
los diversos trastornos del estado de ánimo) y la «demencia precoz»
(posteriormente denominada por Eugene Bleuler como esquizofrenia).[56][24]
Hacia una psicopatología experimentalEditar
La psicología experimental o científica dio sus primeros pasos a finales del siglo
XIX, principalmente mediante el desarrollo paralelo de dos corrientes
metodológicas diferenciadas. Una de ellas se centró en la manipulación de
variables con el objetivo de establecer relaciones causales, y estaba representada
por las figuras de Iván Pavlov(1849 - 1936) y Wilhelm Wundt (1832 - 1920). La
otra corriente, correspondiente a los trabajos de Francis Galton (1822 - 1911)
y Charles Spearman (1863 - 1945), adoptó un punto de vista multivariado y se
centró en el establecimiento de asociaciones, más que de causalidades. Esta fue la
metodología que sirvió como punto de partida para el desarrollo de disciplinas
como la psicometría. Paralelamente al nacimiento de la psicología experimental
surgió también la psicopatología experimental, dado que Pavlov también aplicó sus
trabajos al ámbito psicopatológico, y acuñó el término «neurosis experimental» en
sus investigaciones sobre discriminación estimular realizadas con perros.
El propio Kraepelin puede ser considerado como uno de los precursores de la
psicopatología de carácter experimental en el contexto de la Alemania de finales
del siglo XIX. Tras trabajar durante nueve años con Wundt en Leipzig, fundó su
propio laboratorio en Heidelberg, donde realizó estudios experimentales sobre
aspectos como la emoción, la fatiga, la memoria y los efectos de diversas
sustancias psicofarmacológicas. Desde entonces, y ya entrado el siglo XX,
comenzaron a proliferar los laboratorios psicopatológicos, especialmente en
los Estados Unidos, tanto en hospitales (Nueva
York, 1896; Massachusetts, 1904 y 1911) como en universidades (Harvard, 1913,
o Yale, 1916).[57]
Corriente psicologistaEditar
Jean-Martin Charcot, dando una clase en el Salpêtrière de París.

De manera paralela a los modelos organicistas, surge una corriente que enfoca la
psicopatología desde un punto de vista más psicológico. Entre las figuras más
importantes de esta tradición destacan, en Europa, Jean-Martin
Charcot (1825 - 1893), Joseph Babiński (1857 - 1932), Paul Janet(1859 - 1947)
y Eugen Bleuler (1857 - 1939). Asimismo, en Estados Unidos, es de reseñar la obra
de Adolf Meyer, suizo de nacimiento.[58] Bajo el influjo de esta perspectiva se
desplazó el centro de atención desde la etiología exclusivamente organicista de los
trastornos mentales hacia una visión más centrada en las relaciones que se
establecen entre el mundo interior del hombre y los problemas de la vida que le
puedan afectar. Así, se pasó a prestar especial atención a las estrategias de
afrontamiento desplegadas ante las situaciones estresantes. Esta corriente hunde
sus raíces en el idealismo y romanticismo alemán, y supone el punto de origen del
desarrollo de teorías posteriores, como la obra de Sigmund Freud. Así, los
franceses Charcot, Babiński y Janet realizaron estudios sobre la neurosis,
la histeria y los procesos de sugestión. Bleuler acuñó conceptos como «autismo» y
«esquizofrenia», y estableció una diferenciación entre los subtipos de
esquizofrenia hebefrénica, catatónica, paranoide y simple. Por su parte, Meyer
combatió el modelo médico de enfermedad mental y prestó especial atención al
modo en que los individuos reaccionaban a los problemas del medio como forma
de explicación del desarrollo de las diferentes patologías mentales, lo que favoreció
el desarrollo de nuevas técnicas terapéuticas en los Estados Unidos, como
la terapia ocupacional.[59]
Del siglo XX a la actualidadEditar
A partir del siglo XX tiene lugar una proliferación de diversas escuelas y modelos
psicopatológicos. De entre los movimientos de mayor importancia que han tenido
lugar a lo largo de este periodo, cabe destacar el surgimiento del psicoanálisis, el
desarrollo de las escuelas fenomenológicas, los descubrimientos y avances en el
ámbito de la psicofarmacología y la neurociencia, y el asentamiento de los modelos
de atención comunitaria, así como la desaparición de los hospitales mentales como
centros de referencia para el tratamiento de las psicopatologías.[60] A partir de la
segunda mitad del siglo XX se establecen las nosologías y los sistemas de
diagnóstico y tratamiento de mayor reconocimiento a nivel general, como
el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales y la Clasificación
Internacional de Enfermedades.[61]

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