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INTRODUCCIÓN
INDICIE
SIMULACIÓN Y FRAUDE EN EL ACTO JURIDICO.
I. Resumen.
Cuando en los hechos jurídicos, existe manifestación de voluntad que está encaminada a
conseguir una consecuencia de Derecho (que puede ser crear, modificar, regular o
extinguir una relación jurídica), entonces se dice que es un acto jurídico.
De todo lo anterior podemos concluir entonces, que el acto jurídico es el hecho humano,
lícito con manifestación de voluntad orientado a conseguir una consecuencia jurídica.
León Barandiarán nos enseña que el acto jurídico es un hecho jurídico, voluntario, lícito,
con manifestación de la voluntad y efectos jurídicos que respondan a la intención del sujeto
en conformidad con el derecho objetivo. Señala además que el acto jurídico es una especie
dentro del hecho jurídico, pues aquél descarta la involuntariedad y la ilicitud. (Barandiarán,
2013)
Vidal Ramírez señala que el Acto Jurídico, viene a ser una elaboración basada en el
sistema francés, específicamente en el CC de 1804. Para la doctrina francesa el acto
jurídico es toda manifestación de la voluntad con la finalidad de producir efector jurídicos
(crear, regular, modificar, extinguir relaciones jurídicas) (RAMIRES, 1986)
Sin embargo, se hace la crítica a este sistema señalando que los particulares no pueden
decidir cuándo producen efectos jurídicos. El efecto jurídico es siempre atribuido por la ley
en general o por el ordenamiento jurídico. Es decir, no interesa lo que los particulares
quieran; el Derecho es siempre el que califica si esta declaración de voluntad es acto
jurídico o no.
En el lenguaje corriente, simular significa “hacer aparecer lo que no es, mostrar una cosa
que realmente no existe”. El origen etimológico conforme este concepto (…) simular es
hacer similar, dar aspecto y semejanza a lo no verdadero. Así se simula una enfermedad,
un peligro un viaje. (…) Los requisitos del negocio simulado son, por tanto, los tres
siguientes:
1. Una declaración deliberadamente disconforme con la intención
2. Concertada de acuerdo entre las partes.
3. Para engañar a terceras personas. (HIDALGO, 2016)
La simulación se aproxima al dolo en que se trata de una combinación destinada a inducir
a alguien en error; pero, cuando existe en un contrato, son las partes del mismo que se
ponen de acuerdo a fin de engañar a los terceros. Ese engaño puede, por otra parte, tener
como razón un motivo lícito, ya que por motivos honorables puede haber interés en ocultar
a los terceros la verdadera índole o estado de los negocios propios, pero por regla general
es un medio de fraude y, a la inversa, el fraude es frecuentemente equiparado a la
simulación. (TABOADA CORDOVA, 2006)
En síntesis la simulación del acto jurídico son las discrepancias entre lo que en realidad se
quiere y lo que se declara o exterioriza por alguna de las partes o por ambas, es por ello
que cuando un acto jurídico se ha realizado bajo simulación, este se ha celebrado sin que
se deseen los efectos jurídicos propios del mismo, es decir, en realidad es un acto fingido
ya que sólo sería la declaración sólo aparente, que se emite de acuerdo con la otra parte
para engañar a terceros.
Utilizado por los contratantes para eludir las reglas legales, por ejemplo, el fraude afecta
a los intereses generales; por eso suele estar sancionado con la nulidad absoluta. El
fraude contra los acreedores de una de las partes permite ejercitar la acción pauliana
sólo a las víctimas. (MAZEAUD, 1960)