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las naciones podrán entonar un canto burlesco contra el enemigo vencido (2,

6-20).
El libro termina con un poema magnífico (3,1-16) que presenta al Señor como
un guerrero de dimensiones cósmicas, dispuesto a castigar a los enemigos y a
salvar a su pueblo. En la redacción actual del libro, este poema indica que es
Dios mismo quien lucha contra los caldeas para acabar con el imperio despótico
3.
y el profeta, consolado con esta certeza, entona los versos finales (3,17-19).
El curso atormentado de la historia es transpuesto a imágenes del mundo agrícola
y ganadero. Y aunque todo aparezca inmerso en desolación y muerte, la fe en
Dios ayuda a mantener una postura de optimismo.
3. EL SALMO Y LOS AÑADIDOS
Numerosos comentaristas piensan que el salmo del cap. 3 no pertenece
a la obra original. Aducen los siguientes argumentos: las indicaciones litúrgicas
(3,1.3.9.13.19), la falta de referencias históricas, el distinto género
literario con respecto a los caps. 1-2 y la mención del «ungido» en 3,13.
Todos estos datos son ciertos, pero no obligan a negar la autenticidad del
salmo. Más bien habría que probar lo contrario, yesos argumentos no bastan.
Porque el salmo hace perfecto sentido dentro de la obra, trata el mismo problema
y culmina en una afirmación capital (3,16b) relacionada con la temática de los
dos primeros capítulos. El hecho de que el Comentario a Habacuc de Qumrán
no contenga este salmo no es argumento contra la autenticidad, ya que la versión
de los LXX lo incluye. Estamos de acuerdo con Sellin-Fohrer, Eissfeldt, Virgulin,
Trinquet, etc., al considerar el salmo como elemento de la obra original.
Los que niegan la autenticidad lo datan en las fechas más dispares, desde
el siglo x hasta el III. Algunos han pretendido ver en él influjos mitológicos
babilonios (Stephens, Irwin), egipcios (20lli) o cananeos (Cassuto, Gaster, Al·
bright). Elementos mitológicos no faltan, pero la composición resulta muy original
y refleja la misma concepción de Jue 5 (canto de Débora) o Dt 33 (canto
de Moisés).
Aparte del salmo, otros fragmentos o versos aislados han sido considerados
a veces añadidos posteriores. Stade, Cornill, Ward niegan la autenticidad de
2,9-20 por considerar que estas coplas no pueden aplicarse a los babilonios.
Brownlee niega la autenticidad de 2,13-14.16.18-20 porque considera inconcebible
que los paganos anuncien el castigo en nombre de Yahvé (2,13-14.16),
denuncien la idolatría (2,18-19) y proclamen la soberanía del Señor (2,20).
Estas posturas nos parecen rígidas y exageradas. El texto puede aplicarse
muy bien a los caldeas. Las referencias al castigo en nombre de Yahvé pueden
ser interpretadas como glosas posteriores (Rudolph), sin necesidad de considerar
todos estos versos inauténticas. Y el verso final (2,20) no es preciso interpretarlo
como pronunciado por los paganos.
En contra de la autenticidad de 3,17-19 se aduce que estos versos no hablan
3 Según B. Margulis, The Psalm 01 Habakkuk· A Reconstruction and InterpretatlOn-
ZAW 82 (1970) 409-442, originariamente se trataba de un salmo de lamentación
compuesto con motivo de una larga sequía. Aun suponiendo que esto sea cierto, las
connotaciones históricas en el contexto actual son indiscutibles.

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