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El análisis de Marx incluye una consideración sociológica de las clases sociales. La cuestión
será cuáles son y por qué son. Las clases son dos, dice Marx, y su causa es el sistema
económico de producción. Los propietarios de los medios de producción, son los
capitalistas, la burguesía, los trabajadores por cuenta ajena que venden la fuerza de su
trabajo que es, en definitiva lo único que les pertenece, son los proletarios, el proletariado.
Cada clase social tendrá su propia conciencia, determinada por las condiciones propias de
existencia. Así, lo que para unos es legítimamente propio, para otros es más bien una
explotación. Como el sistema capitalista está o tiende a imponerse en todo el mundo, la
clase proletaria se da a nivel internacional, de ahí que Marx intentara organizar a los
proletarios en una internacional. El Manifiesto Comunista terminaba con el siguiente
llamamiento: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.
La clase burguesa considera legítima la explotación que ejerce sobre los obreros; Marx
llama a esta suposición “falsa conciencia“; una conciencia confundida sobre la situación real
de existencia, pero que no es producida por deseo explícito del sujeto, sino por el contexto
social en el que vive y que no puede modificar a su antojo (en otras filosofías posteriores,
esto será llamado el inconsciente objetivo). El proletariado, como clase, también sufre una
deformación de la conciencia, al considerar que su situación es legítima; esta falsa
conciencia está infundida por la propia burguesía, a la que le interesa perpetuar esta
situación de injusticia. Sin embargo, la contradicción existente entre las condiciones de vida
del burgués y el proletario es manifiesta y esta misma rompe la falsa conciencia del
proletariado que empieza a considerar necesario y legítimo un cambio en las condiciones
de vida que sufre. Esto alerta al burgués que comienza a desarrollar los medios para
perpetuar la injusticia, la falsa conciencia deviene en el burgués “mala conciencia“, y en el
proletario “conciencia revolucionaria“. Como decía Marx, “el arma de la lógica debe dar paso
a veces a la lógica de las armas”. El cambio de las condiciones de vida no puede hacerse
de modo pacífico porque los burgueses no quieren dejar lo que falsamente consideran suyo,
y los proletarios para superar esa situación de explotación deben recurrir a la revolución.
Sólo la revolución puede superar el antagonismo de clases y por tanto la falsa conciencia.
Y sólo en esta nueva situación de igualdad el hombre vivirá verdaderamente como hombre.
Este cambio revolucionario permitirá por fin un conocimiento verdadero de las cosas y la
justicia social. La revolución, por lo tanto, viene a sustituir aquí al famoso método de
conocimiento que debía seguirse individualmente. Porque si las condiciones sociales
determinan la conciencia, la conciencia dejará de ser falsa cuando esas condiciones
sociales no respondan a intereses particulares. Cosa solamente posible cuando se realice
la revolución. Y este es el principio del materialismo histórico.
Materialismo Histórico
Según la tesis materialista, en cada época se puede distinguir entre una base y una
sobreestructura. (Posteriores autores dirán que se pueden distinguir tres partes: base,
estructura y superestructura, pero para el caso quedémonos con el original). La base
corresponde a las condiciones materiales de existencia, organización económica o modos
de producción. La sobreestructura corresponde a las manifestaciones culturales a que dan
lugar esas formas de producción. En ella están incluídas tanto las formas de organización
social, como la filosofía, el arte, la religión, la organización jurídica, etc. Todas las
tradicionalmente llamadas manifestaciones espirituales y que Hegel consideraba la
manifestación más clara del espíritu. Pero ahora, contra Hegel, todas ellas no tendrán un
carácter específico o determinante sino que serán resultado condicionado por la forma de
producción típica de ese momento histórico. Para Hegel, la historia era la realización de la
razón, el espíritu; para Marx, la historia es la realidad económica productiva que genera
como resultado ideológico las realizaciones del espíritu, dependientes de esta realidad. Su
carácter puramente derivado las convierte en simples representaciones ideológicas de la
verdadera causa del proceso de la historia. La causa real del desarrollo de la historia es el
proceso real de transformación de unas formas de producción a otras, siempre orientadas
por el aumento de eficacia productiva y por el enriquecimiento.
A estas tres etapas le seguirá la etapa de la sociedad sin clases, en la que el ideal de
igualdad económica, no sólo formal, se cumplirá plenamente, que es la sociedad comunista
en la que habrán desparecido los Estados, propios de la forma social burguesa que gusta
de enfrentar a los obreros entre sí para defender intereses que ellos no tienen en realidad.
Una sociedad sin clases, ni estado, que habrá que alcanzar mediante un proceso
revolucionario y que seguirá el siguiente esquema: Primero, conciencia de las
contradicciones por parte de los proletarios, la clase proletaria hace la revolución y elimina
la propiedad privada, esto sólo se consigue durante un proceso de dictadura del
proletariado que por la fuerza acabará con los privilegios de todo tipo y modificará de
manera adecuada la conciencia para conseguir de todos los hombres el reconocimiento de
la igualdad inalienable. Con esto se evitará definitivamente volver al pasado. Esta nueva
etapa era la que Marx consideraba la Historia del hombre, cuando al fin, el estado, la
dictadura del proletariado, etc., dejen de ser necesarias y pueda construirse una sociedad
socialista. Todo lo anterior es realmente para Marx, la prehistoria de la humanidad, una
época en la que no todos los hombres eran hombres en su pleno sentido, porque unos eran
explotados y otros explotadores.
La obra de Marx inspirará movimientos revolucionarios a lo largo del siglo XIX y del siglo
XX, poniendo en evidencia las injusticias sociales e históricas y transformando la conciencia
general hacia una mayor sensibilidad a los problemas sociales y políticos. De hecho, hasta
en el campo de la reflexión sobre la influencia de la tecnología y la producción en la calidad
de vida de los hombres, algo que hoy suele interpretarse desde la perspectiva de
movimientos ecologistas, etc. Y el materialismo instaurado a escala filosófica dará también
resultados importantísimos, de hecho, puede decirse, algo que por otra parte es bastante
obvio, que la filosofía del siglo XX se ha desarrollado siempre teniendo como referencia ese
último grito de la supuesta capacidad emancipatoria de la razón. El último ideal universal,
con todos los problemas que nos ha enseñado y obligado a plantear, que pide a gritos su
superación, -pero en el sentido hegeliano-, superación e incorporación; porque sus ideales
son evidentemente, y lo seguirán siendo, los ideales de cualquier persona consciente,
moral.
El materialismo histórico puede ser contrastado con otras teorías de la historia (que los
marxistas llamarían idealistas) que colocan el rol causal para los cambios históricos y
sociales en la política, la filosofía, el arte, Dios, o cualquier otro fenómeno cultural.
La visión de Marx del materialismo histórico, resalta el carácter dinámico de las relaciones
sociales de tal modo que incluso el capitalismo, resulta una etapa histórica y por lo tanto
transitoria en el desarrollo de la humanidad, y no un sistema estático o el producto de una
evolución "natural" del ser humano.
A partir del análisis que Karl Marx realizó de la historia de la humanidad, desarrolló una
concepción materialista de la historia según la cual los seres humanos cambiaban sus
relaciones de producción y por lo tanto el resto de sus relaciones sociales a medida que el
desarrollo de las fuerzas productivas exigían el paso de un modo de producción a otro. Los
principales modos de producción serían, conceptualmente, el comunismo primitivo, el
despotismo oriental, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. Sin embargo, Marx no
utiliza estos conceptos más que como guías para el análisis concreto. Marx concibió el
socialismo como la etapa que sobrevendría luego de la superación del modo de producción
capitalista, para luego llegar al ideal comunismo pleno.
Entre otros conceptos importantes del materialismo histórico, Marx desarrolló en distintas
obras los conceptos de: modo de producción, explotación, plusvalor o plusvalía, crisis
periódicas, sobreproducción, y fetichismo de la mercancía, entre otros.
La proposición clásica del materialismo histórico según palabras del propio Marx, se
encuentra en su Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía de 1859.