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EL MATERIALISMO HISTÓRICO DE KARL MARX

La filosofía marxista es la elaboración más consciente de una filosofía materialista. Es


imposible contemplar todas las influencias que sufre Marx, sobre todo de los filósofos
ilustrados franceses, Helvetius y d’Holbach, ambos materialistas, grosso modo. El
materialismo viene definido genéricamente como la teoría que considera que la conciencia
de cada individuo viene configurada por su determinación social; por el contexto social de
clase en el que se desarrolla su existencia. Su pensamiento, pues, depende de la clase
social a la que pertenece. Lo que esta tesis niega es precisamente el idealismo tipo Hegel
o Fichte. Según estos autores, la conciencia (definida como Yo, o como Espíritu) es la que
determina el ser social. En términos de Hegel, el espíritu del pueblo “Volkheiss“. Pero entre
el concepto de conciencia de Kant o Fichte y el de Hegel media una variación importante;
esta variación corresponde a una interpretación sociologista del espíritu de la que carecía
la filosofía Kantiana. El espíritu, la razón, ya no es universal y monótonamente igual para
todos los hombres (según el ideal ilustrado del que Kant era partícipe) sino que ahora éste
se manifiesta en el Estado, más concretamente en el Estado alemán. Sigue siendo
universal pero está por así decir determinado en el contexto de un pueblo, de un estado.
Marx va a desarrollar más aún esta tesis considerando que la conciencia depende de la
determinación social, pero no de un estado, sino de la clase social a la que pertenezca.
Ahora, esta conciencia sigue siendo universal, pero determinada no en un pueblo, sino en
una clase, que atraviesa toda frontera posible.

El análisis de Marx incluye una consideración sociológica de las clases sociales. La cuestión
será cuáles son y por qué son. Las clases son dos, dice Marx, y su causa es el sistema
económico de producción. Los propietarios de los medios de producción, son los
capitalistas, la burguesía, los trabajadores por cuenta ajena que venden la fuerza de su
trabajo que es, en definitiva lo único que les pertenece, son los proletarios, el proletariado.
Cada clase social tendrá su propia conciencia, determinada por las condiciones propias de
existencia. Así, lo que para unos es legítimamente propio, para otros es más bien una
explotación. Como el sistema capitalista está o tiende a imponerse en todo el mundo, la
clase proletaria se da a nivel internacional, de ahí que Marx intentara organizar a los
proletarios en una internacional. El Manifiesto Comunista terminaba con el siguiente
llamamiento: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

La clase burguesa considera legítima la explotación que ejerce sobre los obreros; Marx
llama a esta suposición “falsa conciencia“; una conciencia confundida sobre la situación real
de existencia, pero que no es producida por deseo explícito del sujeto, sino por el contexto
social en el que vive y que no puede modificar a su antojo (en otras filosofías posteriores,
esto será llamado el inconsciente objetivo). El proletariado, como clase, también sufre una
deformación de la conciencia, al considerar que su situación es legítima; esta falsa
conciencia está infundida por la propia burguesía, a la que le interesa perpetuar esta
situación de injusticia. Sin embargo, la contradicción existente entre las condiciones de vida
del burgués y el proletario es manifiesta y esta misma rompe la falsa conciencia del
proletariado que empieza a considerar necesario y legítimo un cambio en las condiciones
de vida que sufre. Esto alerta al burgués que comienza a desarrollar los medios para
perpetuar la injusticia, la falsa conciencia deviene en el burgués “mala conciencia“, y en el
proletario “conciencia revolucionaria“. Como decía Marx, “el arma de la lógica debe dar paso
a veces a la lógica de las armas”. El cambio de las condiciones de vida no puede hacerse
de modo pacífico porque los burgueses no quieren dejar lo que falsamente consideran suyo,
y los proletarios para superar esa situación de explotación deben recurrir a la revolución.
Sólo la revolución puede superar el antagonismo de clases y por tanto la falsa conciencia.
Y sólo en esta nueva situación de igualdad el hombre vivirá verdaderamente como hombre.
Este cambio revolucionario permitirá por fin un conocimiento verdadero de las cosas y la
justicia social. La revolución, por lo tanto, viene a sustituir aquí al famoso método de
conocimiento que debía seguirse individualmente. Porque si las condiciones sociales
determinan la conciencia, la conciencia dejará de ser falsa cuando esas condiciones
sociales no respondan a intereses particulares. Cosa solamente posible cuando se realice
la revolución. Y este es el principio del materialismo histórico.

Materialismo Histórico

La completa comprensión de la situación actual de la sociedad en el XIX, no es posible,


afirman Marx y Engels, sin contemplar el proceso que la ha producido. Por otra parte, el
principio de que las condiciones materiales de existencia determinan la conciencia es un
programa teórico de interpretación de la historia. Y es aquí en donde Marx y Engels creen
alejarse más del idealismo. En el sentido de que invierten su relación. Marx insistía en la
necesidad de darle la vuelta al idealismo, de modo que aquello que en el idealismo era
determinante, motor de la historia (el espíritu) ahora será consecuente, determinado por el
verdadero motor de la historia: las condiciones materiales de existencia de los hombres, su
modo de producción.

Según la tesis materialista, en cada época se puede distinguir entre una base y una
sobreestructura. (Posteriores autores dirán que se pueden distinguir tres partes: base,
estructura y superestructura, pero para el caso quedémonos con el original). La base
corresponde a las condiciones materiales de existencia, organización económica o modos
de producción. La sobreestructura corresponde a las manifestaciones culturales a que dan
lugar esas formas de producción. En ella están incluídas tanto las formas de organización
social, como la filosofía, el arte, la religión, la organización jurídica, etc. Todas las
tradicionalmente llamadas manifestaciones espirituales y que Hegel consideraba la
manifestación más clara del espíritu. Pero ahora, contra Hegel, todas ellas no tendrán un
carácter específico o determinante sino que serán resultado condicionado por la forma de
producción típica de ese momento histórico. Para Hegel, la historia era la realización de la
razón, el espíritu; para Marx, la historia es la realidad económica productiva que genera
como resultado ideológico las realizaciones del espíritu, dependientes de esta realidad. Su
carácter puramente derivado las convierte en simples representaciones ideológicas de la
verdadera causa del proceso de la historia. La causa real del desarrollo de la historia es el
proceso real de transformación de unas formas de producción a otras, siempre orientadas
por el aumento de eficacia productiva y por el enriquecimiento.

Según estos criterios, la historia se desarrolla a lo largo de tres formas de producción


diferentes que determinan tres etapas. La etapa del modo de producción esclavista que
llega hasta la caída del imperio romano; la etapa de producción servil que da forma al
sistema feudal que abarca la época medieval y de la que gradualmente va desarrollándose
a partir de los gremios de artesanos de las ciudades y de su organización posterior en forma
de producción manufacturera, el sistema de producción capitalista cuya base es la división
en propietarios de los medios de producción y proletarios que venden la fuerza de su trabajo
y cuya forma de organización social corresponde a la sociedad burguesa inspirada en los
ideales de la revolución francesa.

A estas tres etapas le seguirá la etapa de la sociedad sin clases, en la que el ideal de
igualdad económica, no sólo formal, se cumplirá plenamente, que es la sociedad comunista
en la que habrán desparecido los Estados, propios de la forma social burguesa que gusta
de enfrentar a los obreros entre sí para defender intereses que ellos no tienen en realidad.
Una sociedad sin clases, ni estado, que habrá que alcanzar mediante un proceso
revolucionario y que seguirá el siguiente esquema: Primero, conciencia de las
contradicciones por parte de los proletarios, la clase proletaria hace la revolución y elimina
la propiedad privada, esto sólo se consigue durante un proceso de dictadura del
proletariado que por la fuerza acabará con los privilegios de todo tipo y modificará de
manera adecuada la conciencia para conseguir de todos los hombres el reconocimiento de
la igualdad inalienable. Con esto se evitará definitivamente volver al pasado. Esta nueva
etapa era la que Marx consideraba la Historia del hombre, cuando al fin, el estado, la
dictadura del proletariado, etc., dejen de ser necesarias y pueda construirse una sociedad
socialista. Todo lo anterior es realmente para Marx, la prehistoria de la humanidad, una
época en la que no todos los hombres eran hombres en su pleno sentido, porque unos eran
explotados y otros explotadores.

La obra de Marx inspirará movimientos revolucionarios a lo largo del siglo XIX y del siglo
XX, poniendo en evidencia las injusticias sociales e históricas y transformando la conciencia
general hacia una mayor sensibilidad a los problemas sociales y políticos. De hecho, hasta
en el campo de la reflexión sobre la influencia de la tecnología y la producción en la calidad
de vida de los hombres, algo que hoy suele interpretarse desde la perspectiva de
movimientos ecologistas, etc. Y el materialismo instaurado a escala filosófica dará también
resultados importantísimos, de hecho, puede decirse, algo que por otra parte es bastante
obvio, que la filosofía del siglo XX se ha desarrollado siempre teniendo como referencia ese
último grito de la supuesta capacidad emancipatoria de la razón. El último ideal universal,
con todos los problemas que nos ha enseñado y obligado a plantear, que pide a gritos su
superación, -pero en el sentido hegeliano-, superación e incorporación; porque sus ideales
son evidentemente, y lo seguirán siendo, los ideales de cualquier persona consciente,
moral.

En el marxismo y en el estudio de la historia, el término materialismo histórico (o lo que el


mismo Marx llama la concepción materialista de la historia) es un marco teórico para
explicar desarrollos y cambios en la historia humana a partir de factores prácticos,
tecnológicos o materiales, en especial el modo de producción y las limitaciones que este
impone al resto de aspectos organizativos (aspecto económico, jurídico, ideológico, político,
cultural, etc.). Para el materialismo histórico son los cambios tecnológicos y del modo de
producción los factores principales de cambio social, jurídico y político, y es en los factores
materiales de ese tipo donde deben buscarse las causas últimas de los cambios.

El materialismo histórico puede ser contrastado con otras teorías de la historia (que los
marxistas llamarían idealistas) que colocan el rol causal para los cambios históricos y
sociales en la política, la filosofía, el arte, Dios, o cualquier otro fenómeno cultural.

La visión de Marx del materialismo histórico, resalta el carácter dinámico de las relaciones
sociales de tal modo que incluso el capitalismo, resulta una etapa histórica y por lo tanto
transitoria en el desarrollo de la humanidad, y no un sistema estático o el producto de una
evolución "natural" del ser humano.

A partir del análisis que Karl Marx realizó de la historia de la humanidad, desarrolló una
concepción materialista de la historia según la cual los seres humanos cambiaban sus
relaciones de producción y por lo tanto el resto de sus relaciones sociales a medida que el
desarrollo de las fuerzas productivas exigían el paso de un modo de producción a otro. Los
principales modos de producción serían, conceptualmente, el comunismo primitivo, el
despotismo oriental, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. Sin embargo, Marx no
utiliza estos conceptos más que como guías para el análisis concreto. Marx concibió el
socialismo como la etapa que sobrevendría luego de la superación del modo de producción
capitalista, para luego llegar al ideal comunismo pleno.

Entre otros conceptos importantes del materialismo histórico, Marx desarrolló en distintas
obras los conceptos de: modo de producción, explotación, plusvalor o plusvalía, crisis
periódicas, sobreproducción, y fetichismo de la mercancía, entre otros.

La proposición clásica del materialismo histórico según palabras del propio Marx, se
encuentra en su Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía de 1859.

El hecho de que Engels en su obra


Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía
clásica alemana simplifique la historia del
pensamiento como la lucha entre idealismo y
materialismo; y el hecho de que Lenin
concibiese el materialismo entendido como
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prioridad de la materia sobre el espíritu, han contribuido a oscurecer el sentido del
materialismo en
Marx. Se impone, pues, un esclarecimiento.
Es manifiesta la oposición de Marx a toda forma de idealismo. Rechaza el idealismo de
Hegel,
acusándole de abstracción e irrealismo por su indiferencia hacia la naturaleza y el hombre
real.
Frente a las posturas idealistas, Marx explica la realidad a partir de lo concreto mismo, no
a partir
de ideas o abstracciones. Y lo concreto son las necesidades materiales del hombre
sensible, del
hombre real. De ahí el nombre de Materialismo. Pero su teoría es denominada Materialismo
Histórico por la importancia que concede a la historia en la formación del hombre. Éste no
es
simple naturaleza, sino fundamentalmente historia. El hombre es lo que él ha hecho de sí
mismo a
través de la historia. Marx, además, quiere ser científico, no metafísico. El materialismo
histórico,
por tanto, es la ciencia marxista de la historia y consiste en la afirmación del hombre como
protagonista de la historia a través de su actividad práctica. Marx insistía en que los
elementos
fundamentales que propician el cambio de la historia no son propios de la conciencia, sino
fuerzas
materiales: es el ser social el que determina la conciencia y no es la conciencia de los
hombres la
que determina su ser social. Según el materialismo histórico, por tanto, la base de todo el
orden
social es la producción material.
El punto de partida es el hombre que, en cuanto ser de necesidades, actúa (praxis) y
transforma la naturaleza, produciendo distintos modos de vida, distintos tipos de sociedades
a lo
largo de la historia. La historia, por tanto, es producto de la acción humana. El factor decisivo
para
su interpretación del desarrollo del acontecer histórico, para su filosofía de la historia, es el
factor
técnico: los medios de producción (máquinas, materias primas, capital,...). Esta
interpretación
puede tener su origen en el hecho de que Marx vive en plena revolución industrial y técnica,
sin
embargo, su gran originalidad estriba en que Marx considera que esto ha sido así a lo largo
de toda
la historia. La historia de la humanidad es la historia de los medios de producción, porque
los
medios de producción han determinado el desarrollo de la historia.
La sociedad, por otra parte, se explica a partir de las relaciones dialécticas entre el hombre
y
la naturaleza y el hombre con los demás hombres a través del trabajo. Mediante el trabajo
el
hombre se crea a sí mismo al producir los objetos capaces de satisfacer sus necesidades.
El proceso
de trabajo se define como el conjunto de actividades que el hombre realiza para transformar
los
objetos naturales con el fin de satisfacer sus necesidades.
Marx afirma que lo que diferencia al hombre de los animales es la capacidad que tiene el
hombre para producir sus medios de existencia. Pero agrega que la vida humana, lo que el
hombre
sea, depende de lo que produce y sobre todo del modo como lo produce; hasta tal punto
que el
modo de producción material es determinante de la vida social, política y espiritual.
La categoría de producción se convierte, pues, en la categoría fundamental para
comprender no sólo al hombre, sino también a las distintas sociedades y, en consecuencia,
para
comprender la historia de la humanidad.
En toda época histórica existen, según Marx, unos medios: tierras, capital, instrumentos,
máquinas, materias primas a partir de los cuales se realiza la producción. Esos medios de
producción, más las técnicas y los obreros que los utilizan forman las fuerzas de producción
o
fuerzas productivas que, a lo largo del proceso de producción dan lugar a las relaciones de
producción (es decir, las formas de propiedad de los medios de producción, las formas de
reparto
de la producción y la organización de las clases sociales). Las relaciones de producción,
por tanto,
en cuanto relaciones existentes en un momento determinado entre los propietarios de los
medios de
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producción y los proletarios, son la expresión del reparto del poder social; en este sentido,
las
relaciones de producción establecen un modelo de distribución de posibilidades
socialmente
aceptadas de satisfacción de necesidades y, con él, predeterminan la estructura de
intereses
existente en una sociedad.
Al conjunto de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción originadas
por las fuerzas productivas, lo denomina Marx, MODO DE PRODUCCION O
INFRAESTRUCTURA de toda sociedad. Ésta es la base real sobre la cual se levanta una
superestructura jurídica y política y a la que corresponden las formas sociales de
conciencia. El
modo de producción de la vida material determina el proceso de la vida social, política y
espiritual
en general. Y esto es la superestructura. Llama, por tanto, SUPERESTRUCTURA al
conjunto de
ideas, creencias, religiones, normas,... que configuran la conciencia social; así como el arte
y
las estructuras e instituciones jurídicas y políticas que irradia y de las que se sirve la
infraestructura. Por tanto, la superestructura es el conjunto de elementos destinados a
justificar la
situación de dominio, y que se manifiestan en el campo jurídico, histórico, político, filosófico,
religioso o cultural. El mismo Estado y el derecho que emana de él, por ejemplo, es una
superestructura que se elabora en defensa de los intereses de la clase dominante. La
superestructura,
por tanto, es producto de la infraestructura.
El modo de producción de la vida material condiciona, según Marx, el desarrollo de la vida
social, política y espiritual. Y en consecuencia, la historia será la expresión del
desenvolvimiento y
sucesión de distintos modos de producción, que han ido dando lugar a diferentes tipos de
sociedades, las cuales se han sucedido siempre unas a otras a partir de una revolución.
Así, la
sociedad primitiva fue una sociedad nómada, una sociedad de cazadores (relaciones
sociales)
debido a los instrumentos de trabajo (fuerzas productivas) de que disponía: arcos, flechas,...
Al ser
sustituidos estos instrumentos por utensilios mecánicos, se originan nuevas relaciones de
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