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Licenciatura en Historia
America Latina Independiente II
Luis M. Lippi
10 de julio de 2008
La crisis de 1930 comienza con la quiebra de la Bolsa de Valores de
Nueva York en el año 1929, lo que en un proceso acumulativo como señala
Sunkel y Paz1 llegó hasta la ruptura de muchos factores tanto institucionales
como estructurales que hacían posible el funcionamiento de la economía
liberal. Entre éstos destacan la devaluación de las principales monedas
internacionales, provocando la suspensión del sistema financiero, importantes
niveles de desempleo en las economías centrales que incide en la adopción de
estrategias proteccionistas y la suspensión de las inversiones en el extranjero.
Entre otras repercusiones, estas se expresaron en la fuerte contracción en los
países centrales en sus demandas por productos primarios, reduciéndose las
importaciones y acelerando la caída de sus precios.
Independiente de que la caída de la producción y de las exportaciones de
materias primas y alimentos no es uniforme, en términos globales se vieron
deteriorados los términos de intercambio de los países productores de materias
primas y alimentos mediante la disminución de su capacidad de pago, junto con
un aumento del valor de los productos importados por los países
latinoamericanos.
En términos generales, como señala Sunkel y Paz, hay dos tipos de impactos
en las economías: Están por un lado quienes responden a la crisis con una
reestructuración de su sistema económico interno y de sus formas de
relacionarse externamente y por el otro encontrándose quienes no cambian su
estructura productiva ni la base de su sistema de relaciones externas.
En el primer caso se mencionan a países que tuvieron procesos de desarrollo
más complejos, con mayores niveles de diversificación económica. En este
caso vemos países como Brasil, Argentina, Chile y México, lugares donde se
emprendieron políticas de industrialización que posteriormente serían
conocidas como sustitutivas de importaciones (hay que sumar también a
Uruguay y en cierta medida a Colombia). En los demás países como se indicó
en un principio, si bien la crisis fue de gran gravedad no implicó una
reestructuración ni un cambio esencial de la política económica, debido a que
“…el proceso de crecimiento hacia afuera en estas economías era muy
reciente…”2
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Ibíd.
de obra de reserva, marginal para, entre otras situaciones, permitir a la
oligarquía utilizarla como rompe huelgas.
La situación del proletariado en la estructura social en los años de la crisis
refleja “…la situación de asedio de las áreas urbanas por parte de las rurales y
el intento oligárquico de poner fin al progresismo de las capas medias urbanas
o, al menos moderarlo.”7 En las alianzas del proletariado con las capas medias
éste salió finalmente perjudicado, ya que a la larga provocó la aceleración de
tendencias corporativistas. A corto plazo sin embargo, el proletariado logró
beneficiarse de estas asociaciones logrando salir de la marginalidad política a
la vez de favorecerse de algunas de las conquistas ganadas principalmente por
las capas medias (acceso a los servicios educativos y sociales junto con la
incorporación al sistema político).
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Ibíd. Pág. 222
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Ibíd. Pág. 235