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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS,


CONTABLES Y SOCIALES

“ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO”

HISTORIA DEL DERECHO


COCOCOOOOMMMOOMMCO

TEMA : IMPERIO ROMANO

DOCENTE : VELARDE ROCA, YURI WENDEL

ESTUDIANTES : PERALTA HUILLCA, MARILYN

ALVAREZ APAZA, CARLA MASIEL

SALAZAR USCA, JOHAN VENECIO

SALAS ACCOSTUPA, DIEGO FAVIAN

HISTORIA DEL DERECHO Págin


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HISTORIA DEL DERECHO Págin
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INDICE
AGRADECIMIENTO.............................................................................................................4
INTRODUCCIÓN...................................................................................................................5
ROMA: DE LA REPÚBLICA AL IMPERIO...................................................................6
LA ECONOMÍA DEL ESTADO ROMANO.............................................................6
EDUCACIÓN ROMANA.............................................................................................10
LA FAMILIA ROMANA..............................................................................................12
INSTITUCIONES REPUBLICANAS EN ROMA...............................................16
ELABORACIÓN DE LAS XII TABLAS................................................................17
DEFINICIÓN DE EDICTO........................................................................................19
LEYES, DERECHO Y PROCESO JUDICIAL.....................................................20
FUENTES BIBLIOGRAFICAS:.......................................................................................21
ANEXOS:................................................................................................................................22

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a3
¿Quién gobernara al
gobernante? La ley que reina
sobre todos, mortales e
inmortales, según lo dijo
Píndaro, una ley no grabada en
códigos ni en tablas, sino una
razón ínsita en su propia alma,
que habita siempre con el y lo
vigila, sin dejar jamás su
conciencia desprovista de guía.

(Plutarco, Ad principem
ineruditum, 780c)

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a4
AGRADECIMIENTO
Nuestro agradecimiento se dirige al
docente de quien estamos aprendido
nuevas cosas y con su guía salir
adelante, avanzar para bien y ser
mejores personas de las que somos
actualmente haciendo cumplir la ley.

Se lo agradecemos, querido
docente.

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INTRODUCCIÓN
Según narra la leyenda en el año 753 a.C. Roma fue fundada por
Rómulo en la colina del Palatino, este fue en efecto el
emplazamiento de la ciudad, pero el mito que rodea la figura de
Rómulo que supuestamente fue criado junto con su hermano por
una loba se encuentra en entre dicho. El primer período
comprende, desde la fundación de Roma hasta la promulgación
de la ley de las doce tablas, el segundo período comienza desde
la promulgación de estas tablas hasta el final de la República, el
tercer período comienza con el advenimiento del imperio hasta
el reinado de Alejandro Severo y el cuarto y último período
termina con la caída del imperio a la muerte del emperador
Justiniano.

El propósito del estudio del derecho romano es el de dotar a los


jurisconsultos, tratadistas, abogados y estudiantes de leyes de
una estructura histórica que les ayude a entender la fuente de
donde nacieron las leyes y la jurisprudencia que rigen a la
mayoría de los países de Europa y de América; de donde emana
el derecho aplicado en la República Peruana.

Para los juristas romanos, el derecho era el resultado de las


leyes, plebiscitos, senadoconsultos, constituciones imperiales,
edictos de los magistrados y respuestas de los Prudentes. A
esto hay que añadir la fuente del derecho más abundante en su
origen: la costumbre.

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ROMA: DE LA REPÚBLICA AL IMPERIO

Desde el siglo II a. C., la actividad política de Roma se transforma para llegar


a las guerras civiles. El Estado muy extenso territorialmente era difícil de
administrar por las numerosas provincias, y no se podía hacer frente a estos
problemas con la estructura de las ciudades- estado, lo que llevó a una y a
las luchas armadas desde los hermanos Graco a los triunviros, dentro de las
clases sociales y políticas dominantes.

La transformación de Roma de ciudad-estado a un Imperio, fue un proceso


largo que comienza con el expansionismo por el Mediterráneo, lo que deriva
en una profunda crisis en las instituciones republicanas y la solución es el
fin de la República. La instauración de un fuerte poder central y de carácter
personal es la respuesta a la división del poder cívico y a la profunda crisis
que se vivía en todos los ámbitos, tanto sociales, políticos, militares,
económicos, etc. en el Estado romano.

Desde Sila (138-78 a. C.) en adelante, y especialmente con Pompeyo y César


se observa la necesidad de reorganizar las relaciones del poder y las
provincias. Con la muerte de Julio Cesar queda demostrado que la tiranía no
es el método para llevar todo esto a cabo dentro del Estado romano. Una vez
muerto Cesar (44 a. C.), Marco Antonio como cónsul lleva a cabo la
repartición de las provincias y lo hace junto a Lépido y Dollabella. Sin
embargo, con la llegada a Roma de Octavio, sobrino e hijo adoptivo de Cesar,
se enfrenta con Marco Antonio derrotándolo en la batalla de Accio en el 31
a.C. Años antes, Octaviano logró que lo nombraran cónsul el año 43 a. C.

Con Octaviano surge la paz y seguridad que el Imperio necesitaba, para lo


cual se presenta como un restaurador del orden del Imperio, la que se
sustenta en que Roma no debía alejarse de las líneas tradicionales de la
república y sus instituciones, gobernado con ellas y no en forma separada. El
emperador es un restaurador de la república romana, y niega que él haya
instaurado una nueva forma de gobierno. Sostiene que su poder viene de su
prestigio.

LA ECONOMÍA DEL ESTADO ROMANO

Los impuestos

Después de la batalla de Pidna ya no volvió a exigirse el tributo


extraordinario en Italia (que se percibía a la vez que las rentas del Ager
publicus y otros ingresos). La propiedad inmueble de los ciudadanos romanos
gozó de hecho de la inmunidad del impuesto.

Los impuestos en materia de herencia cayeron en desuso o fueron abolidos.

Italia contribuía únicamente con las rentas del Ager Publicus y las minas de
la Galia Cisalpina, así como los pequeños impuestos de manumisión,

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exportaciones marítimas e importaciones destinadas al comercio (las
importaciones para uso personal eran inmunes).

La mayor parte de las rentas procedía de las provincias. Inmensos territorios


en Hispania Ulterior eran posesión romana, especialmente las zonas
mineras. En la Citerior los dominios de Roma eran menores pero las minas
también formaban parte de ellos. Las minas fueron arrendadas a particulares
(Publicani).

Las ciudades de las provincias, “libres” o sometidas, pagaban un impuesto,


salvo que hubieran obtenido inmunidad. En esta época en la Citerior no
existían ciudades con ciudadanía romana.

Las cantidades que pagaban eran una cantidad fija en dinero (Stipendium)
pagado anualmente por cada ciudad. Los pastos de las tierras públicas eran
arrendados a los Publicani que pagaban al Estado mediante contribuciones
fijas en cereales o dinero. Las ciudades podían repercutir el stipendium entre
los contribuyentes y cobrarlo como mejor les pareciera.

Las tasas aduaneras en los puertos era otra fuente de ingresos para Roma
(algunas ciudades podían imponer tasas de tránsito en su territorio, pero no
para las mercancías romanas o de ciudadanos romanos). También había
alguna tasa en pasos de montaña, puentes y para navegación fluvial.

Cuando los impuestos ordinarios eran recaudados por Publicani que tenían
arrendada la recaudación, el monto de lo percibido era sensiblemente
superior a lo que llegaba al Tesoro Romano.

A los impuestos ordinarios había que sumar las requisas, sobre todo los
gastos de administración militar (el Estado pagaba el sueldo y el transporte).
Las ciudades debían aportar:

- Habitación temporal.

- Leña y utensilios.

- Alojamiento invernal cuando no existían guarniciones permanentes.

Y a petición del gobernador provincial, debían entregar, además:

- Trigo.

- Buques (en algunos casos de poblaciones marítimas o puertos fluviales).

- Esclavos.

- Telas.

- Cueros.

- Plata y otros objetos.

Las prestaciones se exigían a veces como contribuciones voluntarias (que en


realidad eran forzosas) y a veces en forma penal (multas).

Aunque se pusieron límites a estas prestaciones (el 20% del valor de las
cosechas) eran bastante duras para la mayoría de la población. Y a estas
cargas se unían las de la administración local: conservación de edificios
públicos, obras, gastos civiles, vías militares (que corrían a cargo de las
civitas) y otras.

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Para hacer más penosa la situación de los provinciales, estaban las
exacciones de los magistrados y de los Publicani. Regalos al gobernador,
cesión de terrenos (todo ello prohibido legalmente, pero habitual) y otras. Al
magistrado debía alojársele con sus guardias, escribas, jueces, heraldos,
médicos, sacerdotes y cualquier otro integrante del séquito; los enviados
especiales de Roma tenían derecho de suministro gratuito; los pagos
tributarios en especie quedaban almacenados, y era de cuenta de los
provinciales el costo del almacenamiento; a menudo se efectuaban ventas y
requisas forzadas.

La rapiña de los magistrados fue constante, y afectó a todos los puntos del
Estado. Mientras los Tribunales encargados de los Juicios correspondieron a
los caballeros, estos dejaban actuar libremente al gobernador, a cambio de
que este cerrara los ojos a las actividades ilícitas que desarrollaban algunos
Publicani que pertenecían prácticamente todos al Orden de los Caballeros.
Fiado en su impunidad, el gobernador actuaba ilegítimamente, con un mínimo
peligro.

A pesar de todo los gastos del Estado superaban los ingresos.

En la provincia Citerior, la necesidad de establecer guarniciones


permanentes hacía que los gastos superaran los ingresos, e igual ocurría en
otras provincias.

La Annona distribuida a bajo precio, obligó a recargar los impuestos en


algunas provincias. Para sufragar el gasto, las obras públicas disminuyeron y
casi se paralizaron totalmente. Por ello Sila suprimió la Annona con lo cual
pudo volverse a recaudar lo suficiente para todos los pagos, y aun pudo
ahorrarse. No obstante, las obras públicas siguieron en suspenso, salvo las
vías militares y alguna otra que corría a cargo de las ciudades.

La propiedad

La pequeña propiedad fue progresivamente absorbida. En provincias, los


propietarios locales ricos crecían a costa de los pequeños campesinos; los
Publicani y otros (mercaderes, negociantes...) que invertían en tierras, se
convertían en grandes propietarios. Pero la gran propiedad fuera de Italia
apenas podía prosperar, pues Roma había prohibido el cultivo de la vid y el
olivo más allá de los Alpes, obligando a que las grandes propiedades fuera de
Italia se dedicaran a la ganadería, menos rentable.

Las explotaciones ganaderas eran las únicas rentables y las pequeñas


propiedades que no se dedicaban a la ganadería, al no poder cultivar la vid y
el olivo, solo servían para una economía doméstica de subsistencia.

Los Proletarii (los que crían hijos, termino aplicado a los pobres sin tierra) se
habían multiplicado en Italia. En tiempo de los Gracos se habían repartido
ochenta mil pequeñas parcelas, y Sila repartió aún más, unas ciento veinte
mil, muchas de ellas para sustituir a los muertos en las guerras. Pero los
repartos apenas se extendieron más allá de Italia.

Los pequeños campesinos de la Provincia Citerior, abrumados por las cargas,


debían abandonar sus tierras o venderlas a bajo precio. Los vinos de Italia
obtuvieron el monopolio en la provincia, y además se prohibió la llegada de
vinos extranjeros a Italia, lo que perjudico a Grecia.

Los oficios

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Los oficios estaban en gran parte desempeñados por esclavos, que
trabajaban por cuenta de su amo.

En las provincias, los oficios eran desarrollados por pequeños propietarios o


por proletarios.

El comercio

El comercio de Roma con la provincia Citerior tuvo un producto destacado: el


vino. Vino de Italia era llevada hacia los mercados celtibéricos a través de
Calagurris y otras ciudades.

Los Turdetanos, que cultivaban el vino desde antiguamente, ampliaron


limitadamente su producción.

Los publicani; las Asociaciones de publicani; los mercaderes

Los Publicani o sus asociaciones, tenían el monopolio del dinero y del poder
económico: la renta del suelo de Italia, y del mejor suelo de las provincias; la
renta de los préstamos; las ganancias comerciales en todo el territorio
romano; y (cuando lo tenían arrendado) la parte correspondiente de las
rentas del Tesoro público. Algunos Publicani alcanzaron capitales inmensos
(de hasta cien millones de sestercios, cuando una fortuna senatorial media
era de unos tres millones de sestercios, y la de un caballero medio de dos
millones de sestercios).

Los mercaderes italianos eran miles en todas las provincias, pero, como
excepción, en la Citerior y en la Ulterior eran poco numerosos.

Demografía y emigración

Las guerras en Italia, hasta la consolidación de Sila en el poder, habían


provocado miles de muertos (se cree que unos quinientos mil italianos
habían muerto) e Italia se había vaciado. A ello habían contribuido también la
emigración, principalmente de mercaderes y Publicani, y en menor medida el
reclutamiento que llevó a cientos de reclutas de guarnición a Hispania y
otros lugares. Italia quedó vacía de jóvenes. Algunos pequeños propietarios
emigraron también a la búsqueda de otras tierras donde rehacer su fortuna.

A Italia llegaron por contra, algunos miles de provinciales, pero la mayoría de


los que llegaron eran los que se ha dado en llamar parásitos, que tenían
escasa contribución a la economía productiva.

Los esclavos aumentaron en Italia. Se cree que la población libre de Italia


era de unos seis millones de personas, pero que el número de esclavos era
tal vez el doble, y cuando menos otros seis millones.

Sistema monetario

El comercio tendió al uso del sistema monetario basado en el oro, aunque


circulaba la plata y había una relación del valor oro-plata fijado legalmente.

Pero la moneda efectiva era la de plata. La moneda de plata paso de 0,72 a


0,84 de libra en la Segunda Guerra Púnica, y no se modificó en tres siglos.
Las monedas de cobre se empleaban para las fracciones, por lo que
desaparecieron del gran comercio, y después dejaron de acuñarse los ases.

La libra de plata se descomponía así:

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- El as grave (de unas diez onzas).

- El medio as (o Semis).

- El Tercio de as (o Trien, de cuatro onzas).

- El cuarto de as (o Cuadran, de tres onzas).

- El sexto de as (o Sextan, de dos onzas).

- La onza.

Las dos últimas ya habían desaparecido de la circulación.

El Estado hacía circular monedas de cobre con un baño de plata, que se


debía aceptar por su valor nominal. Naturalmente el que lo recibía no sabía si
la moneda era de plata o no lo era. Para sufragar ciertos gastos el Estado
hizo muchas tiradas de estas monedas, provocando una crisis monetaria que
obligó a retirar gran parte de las mismas.

Las monedas de plata y de bronce fueron introducidas en la Citerior, pero


progresivamente la moneda de plata fue retirada y la de bronce quedó como
única moneda. El valor de las monedas romanas acuñadas en la Citerior
estaba fijado sobre la base del “dinero” romano.

El lujo y la moral

El lujo y la disipación moral continuaron en aumento: Fiestas con abundante


vino y comida, placeres sexuales, refinamiento, etc...

En los juegos en Roma cada vez eran más frecuentes las fiestas y los
combates de gladiadores.

Un funeral podía costar más de un millón de ases.

El lujo de los jardines era notable (había alguno que valía más de seis
millones de sestercios).

Una sola habitación costaba en Roma sesenta mil sestercios.

Una quinta de lujo costaba de dos a tres millones de sestercios.

Hacía furor el juego con baraja.

El vestido de lana casi desapareció en favor de gasas ligeras (que dejaban


clarear los órganos sexuales) y de la seda (con la que se hacían túnicas y
otros vestidos).

Fue necesario dictar una ley que prohibía importar perfumes del extranjero.

Un cocinero cobraba unos cien mil sestercios. Las cocinas eran la pieza
principal de la casa.

Al lado de las “Villas” se hicieron estanques de agua salada, para disponer de


peces y mariscos frescos.

Los manjares no se servían enteros, sino solo las porciones más suculentas,
y era poco adecuado hacer más que gustarle.

Se importaban comestibles de regiones lejanas y vino de Grecia (en este


caso vulnerando la Ley).

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Alrededor de las mesas había esclavos, músicos y bailarines.

Los mobiliarios eran elegantes, y frecuentes los tapices de oro y las vajillas
de plata (que antes estuvieron prohibidas, pero que habían ido prosperando
desde Escipión Emiliano). En tiempos de Sila se cree que había en Roma
unas ciento cincuenta vajillas de plata, conteniendo cada una unas cien
libras de plata, y las cuales tenían un modelado extraordinariamente caro (se
decía que el modelado de un solo vaso podía costar cien mil sestercios).

La Ley que prohibía que el coste de un banquete excediera de seiscientos


sestercios, era ignorada por todos.

Casarse y tener hijos no estaba de moda. El divorcio era cosa corriente


(antes existía, pero no se practicaba). Solo los propietarios rurales y los
ciudadanos de las pequeñas ciudades seguían fieles al matrimonio y la
familia.

Los romanos y las provincias. El uniformismo

La aniquilación de los pueblos fenicios (cartagineses) e italianos (marsos,


samnitas, etc.…) llevó a un uniformismo acentuado progresivamente. El
uniformismo se advierte primero en el aspecto cultural y sociológico,
después en lo religioso, más tarde se unifica el derecho y las leyes; la lengua
latina adquiere carácter casi de lengua única o cuando menos de lengua
franca para los negocios y el comercio.

Los latinos y latinizados de Italia emigran a las provincias a donde les llevan
bien los cargos públicos, bien la posibilidad de negocios, y su condición
privilegiada proporciona a su lengua y a su derecho enormes privilegios.

Los italianos se mantienen en masas compactas, puras de toda mezcla


étnica, en comunidades fuertemente organizadas: los soldados en sus
legiones; los comerciantes o negociantes de las ciudades, en una zona de la
ciudad; los cargos públicos en los edificios oficiales.

Los ciudadanos romanos establecidos en las ciudades de provincias, y los


romanos transeúntes, se acantonan en círculos exclusivos (Conventus
Civium Romanorum) con su lista especial de jurados, y de hecho con su
constitución comunal (romana) aplicada a su ámbito.

Aunque en Hispania se establecieron ciudades, algunas regiones eran


consideradas como rudas e inhospitalarias, como por ejemplo Vasconia. Pero
el latín progresa sobre todo en la costa.

La emigración afectó también a las gentes de pueblos con culturas


diferenciadas, progresivamente incluidos en el ámbito romano como
territorios sometidos o bajo influencia. Así emigraron a Hispania griegos,
sirios, fenicios, judíos y egipcios, pero de su posible establecimiento en
territorio vascón no queda ningún rastro.

EDUCACIÓN ROMANA

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Los romanos llevaban a cabo su educación al margen de Grecia. Es una
educación de carácter familiar con influencia decisiva de los padres,
orientación laboral de tipo campesino, ideal colectivo de consagración al
servicio del Estado. La gran autoridad y el poder era atribuido al padre y la
reverencia de que la madre era rodeada. Para los romanos la familia era el
ambiente natural apropiado para el desarrollo y la formación del niño.

En esta primera época los educadores natos son el padre y la madre, donde
el padre es el verdadero monarca del hogar y tiene derecho de vida o muerte
sobre los hijos, y que se ve reflejado en el terreno educativo.

Cuando nacía un niño, primero se presentaba al papá, quien decidía


aceptarlo o no. Una vez aceptado pasaba a la responsabilidad de la madre
para que se dedicara a cuidarlo y educarlo hasta la edad de siete años.

La formación de las hijas estaba en manos de la madre, mientras que el


varón, al cumplir siete años, pasaba a la vigilancia de su padre, quien llevaba
al pequeño consigo tanto al trabajo en el campo como al foro, a los
banquetes, etc., con el fin de que, a fuerza de observar las actividades de su
padre, aprenderá a realizarlas cuando llegue el momento.

La preparación no viene dada teóricamente, sino a través de circunstancias


reales de la vida. Su pedagogía estaba fundada en el respeto por las
tradiciones y la observación de la vida práctica.

El modo de educación que se efectuaba en Roma no está del todo alejado de


lo que se vive en la actualidad, pues nuestros actos son reflejo de una
primera educación que se recibe en el hogar, al lado de nuestra familia, y que
para que se lleve a cabo de manera eficaz debe basarse en el respeto y
conservación de una serie de costumbres y tradiciones que nos dotan la
identidad frente a las demás.

En Roma se da una educación de campesinos y la clase social que rige la


cultura romana es la aristocracia rural, constituida por propietarios que
cultivan por sí mismos las tierras de sus antepasados. La educación en este
ambiente tendrá como fin la adaptación gradual del muchacho a las tareas
de sus mayores, fundamentalmente labranza y pastoreo.

El objetivo y misión del padre como educador es revelar al muchacho la


costumbre ancestral, hacérsela respetar como ideal indiscutible como norma
para el pensamiento y para la acción.

Las virtudes del romano son: el trabajo, la austeridad y la frugalidad. El niño


va aprendiendo a adoptar la actitud de suma gravedad en el rostro y en toda
su compostura. A esta austeridad de la presencia externa debía unirse la
práctica del endurecimiento físico. Para lograrlo se realizaban diversos
ejercicios: resistencia al frío y a al calor, lucha cuerpo a cuerpo, nadar contra
la corriente, etc.

La frugalidad era entendida como negación no sólo al deleite, sino a


cualquier actividad que no fuese considerada necesaria. Esto nos revela el
carácter serio y duro del hombre romano, quien no daba oportunidad de
acción a sus pasiones y tendencias, sino sólo a lo que debía ser para que él
fuese un ser íntegro y responsable.

El desglose de las virtudes en el hombre romano, hace posible establecer en


cierta medida una igualdad con el griego, en cuanto a que este debía ser

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obediente para ser considerado educado y se encontraba constantemente
sometido al sacrificio, el cual debía soportar para alcanzar la integridad.

En cuanto a la escuela como edificio, era un local situado junto a los


pórticos del foro o plaza pública y sólo la tela de una cortina le aísla de los
ruidos de fuera. El mobiliario escolar se reduce a una cáthedra, colocada
sobre un estrado, en que se sienta el maestro, y unos escabeles sin respaldo
para los alumnos, que escriben sobre sus propias rodillas. La escuela
primaria era llamada ludus litterarius, y el maestro, ludu-magister. La jornada
escolar empezaba desde el alba, aun en pleno invierno. El contenido de la
enseñanza es: lectura, escritura y algo de cálculo. Aprendían primero el
alfabeto, comenzando por el nombre y la forma de las letras. Después vienen
las sílabas y a continuación las palabras. La enseñanza de la lectura era
simultánea a la de la escritura.

La escuela de gramática o secundaria era menos frecuente que la primaria,


pues a ella sólo acudían los hijos (en ocasiones las hijas) de las mejores
familias. Las clases también se impartían junto al foro. El contenido de la
enseñanza por un lado era el estudio teórico de la lengua, y la explicación de
los poetas clásicos.

Los romanos no conocieron la retórica hasta que, tras la conquista de


Tarento, varios griegos comenzaron su enseñanza en Roma. A pesar de todas
las prohibiciones, la enseñanza de la retórica acaba triunfando en Roma. Se
confía a un maestro especializado, llamado rhetor en latín.

En un principio esta enseñanza también tenía lugar en los pórticos del foro,
más tarde se pusieron a su disposición salas grandes en forma de exedra (de
teatro romano), la finalidad de estos estudios estaba dirigida a dominar el
arte de la oratoria. Lo que hacían era aprenderse las reglas y ejercitarse en
su aplicación y la preparación requerida para este estudio era muy pobre. Sin
embargo, Cicerón afirma la necesidad del orador por poseer una cultura lo
más amplia posible.

Otro tipo de institución pedagógica son los collegia juvenum, club de


jóvenes, cuya formación que aquí se impartía era de carácter deportiva. Esto
confirma que también en Roma, aunque en menor grado que en Grecia, era
importante la educación deportiva como búsqueda de la integridad personal.
Son dignos de admirar, tanto a los griegos como los romanos, porque todas
sus intervenciones o aportaciones pedagógicas se orientan al
perfeccionamiento y equilibrio tanto externo, como interno de la vida del
hombre.

LA FAMILIA ROMANA

Pater familias, esposa, hijos, clientes y esclavos

La base de la sociedad romana fue la familia, la familia integrada de pleno en


la gens, la tribu a la que pertenecía que a su vez se integraba en una
sociedad formada por otras tribus formadas por familias, ramas todas ellas
de un mismo árbol fuerte.

La sociedad romana era clasista. Había dos clases principales de


ciudadanos, los patricios y los plebeyos. Los patricios eran los

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descendientes de aquellos patres que formaron el primer senado instituido
por Rómulo al fundar la ciudad en 753 a. C, y los plebeyos eran los demás, el
pueblo llano que gozaba de ciudadanía pero que tuvo que luchar duro para
arrebatar a la aristocracia sus derechos.

Entre los patricios también había clases, había aristócratas de linaje


remontado hasta la guerra de Troya como la gens Julia a la que pertenecía
Julio César, y aristócratas salidos de la nobleza rural local, los que los de
rancio abolengo llamaban "Hombres Nuevos" y a los que solían mirar como a
inferiores. Catón, Cicerón y Pompeyo militaron en el bando de la aristocracia
ultraconservadora, los optimates, sin embargo, no pertenecían a la
aristocracia. Todos ellos eran considerados por los "verdaderos romanos"
como Hombres Nuevos, quizá por ello sentían la necesidad de demostrar
continuamente lo romanos que eran.

Todos los romanos pertenecían obligatoriamente a una gens, a una tribu. Si


ya estaban inscritos en una en ella permanecían hasta su muerte, si eran
libertos, esclavos manumitidos a los que se concedía la ciudadanía romana,
eran inscritos en el registro de tribus y se les asignaba una.

Como hemos visto, los romanos tenían tres nombres, el praenomen,


el nomen y el cognomen , el nomen , siempre acabado en IO era el nombre de
la tribu a la que pertenecían, así Cayo JulioCésar pertenecía a la tribu Julia,
como Publio Rutilio Rufo pertenecía a la tribu Rutilia, o Publio Ovidio Nasón
pertenecía a la tribu Ovidia. Había tribus de carácter aristocrático que con el
tiempo habían creado una rama plebeya, pero en tiempos de César la
distinción entre los nobles y los plebeyos era clara y diáfana y estaba
perfectamente reglamentada en todos los aspectos.

Como base esencial de esta sociedad, la familia estaba también


perfectamente reglamentada. Los romanos fueron un pueblo que amaba el
orden por encima de todo y en Roma todo (menos las calles) estaba
perfectamente ordenado. Cada unidad familiar constaba de un pater
familias o padre de familia bajo cuya autoridad y tutela se hallaba la esposa,
los hijos, los esclavos de su propiedad y los clientes, si la familia era lo
bastante importante como para tenerlos.

El pater familias era el dueño legal del hogar y de todos sus miembros. En
una sociedad patriarcal típica de la Antigüedad él era el que trabajaba para
sostener la casa y tomaba las armas en caso necesario para defenderla y por
tanto era la pieza sobre la que giraba toda la familia. Era él el que tenía la
responsabilidad de dirigirla de manera adecuada s sus intereses no sólo
dentro de la propia unidad familiar, sino de la gens a la que pertenecía y a la
que estaba unida por vínculos sagrados.

El pater familias es la máxima autoridad familiar gracias a la Patria Potestad


de que dispone, por la cual él es la ley dentro de la familia y todos los demás
miembros deben obediencia a sus decisiones. La Patria Potestad no fue sólo
un hecho jurídico reglamentado, sino, como todo en Roma, una consecuencia
de la Tradición que los romanos seguían por considerarla sagrada. Gracias a
ello, el pater familias tenía poder legal sobre todos los miembros de su
familia además del poder que le daba ser su mantenedor económico o su
representante ante los órganos políticos de Roma.

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La esposa romana tenía más libertad que la esposa ateniense clásica y
mucha más que durante épocas posteriores.

Sobre la situación de la mujer es necesario decir que las sociedades


entonces eran patriarcales, es decir, su base política, económica y militar
era masculina, el hombre era el que aseguraba el sustento de la familia y de
la sociedad entera con su trabajo y el que la defendía con las armas en caso
de guerra, por lo que su papel era preponderante.

Tratar de mirar las sociedades antiguas con nuestros ojos es un error propio
de mentes deficientes. Hoy la situación del hombre y de la mujer se ha
equiparado considerablemente en los países de cultura occidental, lo cual es
de agradecer, aunque aún quede parte del camino por recorrer.

Hoy la mujer trabaja, sostiene el hogar con su esfuerzo económico y ésa es


la clave de su equiparación, incluso la mujer ha accedido en los últimos años
a puestos sociales antes vedados como el servicio en el ejército
demostrando que es igual de capaz que un hombre a la hora de conducir un
taxi, pilotar un avión o gobernar una nación. Sin embargo, nada de eso
ocurría en épocas pasadas.

Con sociedades inmersas en continuos conflictos bélicos, el papel del


hombre dominaba, la sociedad quería hijos para cultivar las tierras y luchar
contra sus enemigos y la mujer tenía un papel secundario, aunque
desgraciadamente hoy en día, en pleno siglo XXI aún existen culturas como
la islámica que relegan a la mujer a un papel muchísimo más degradante,
convirtiéndolas en meros objetos animados sin derecho alguno.

Entre las familias aristocráticas romanas solían concertarse matrimonios de


conveniencia. Toda la vida romana estaba reglamentada por contratos,
incluso la religión romana se basaba en contratos entre los dioses y los
hombres, así pues, para que se celebrara un matrimonio era necesario contar
con el permiso de los padres de ambos contrayentes. Los matrimonios entre
hermanos se consideraban crimen de incestum (incesto), bajo determinadas
circunstancias los primos podían casarse.

El matrimonio podía ser concertado cuando ella cumpliera 12 años y él 14,


aunque para la boda formal se esperara a que ella pudiera desarrollar una
vida sexual plena. Este compromiso, que encontramos en las demás culturas
de la Antigüedad, podía ser roto por cualquiera de las dos partes sin
compensaciones.

Durante la ceremonia del compromiso, nuestra actual "pedida de mano", el


novio regalaba a la novia un anillo de compromiso y otros regalos tanto del
novio como de los familiares y amigos.

Puesto que normalmente el hombre aportaba al matrimonio casa y medios de


subsistencia con su trabajo, la mujer aportaba una dote en dinero o bienes
como tierras, joyas o propiedades pagada al marido por el padre de la novia.

El mes propicio para las bodas romanas era el mes de junio, dedicado al dios
Juno, el de las dos caras, con una importantísima presencia en la vida
romana. La comitiva del novio, familiares, amigos y clientes llegaba a casa
de la novia y allí se celebraba la ceremonia.

La novia debía vestirse de una manera tradicional: una túnica especial,


la tunica recta con un cinturón de lana o cingulum herculeum de doble nudo

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y cubierta con un velo ritual de color azafrán llamado flammeum, además iba
peinada a la manera tradicional romana, con seis trenzas y una diadema de
hierro. Entonces, la novia unía su mano a la del novio en la dextrarum
iunctio en presencia de testigos que daban fe del hecho en el registro,
después se celebraba un sacrificio y después un banquete con música y
baile...

Tras el banquete, al anochecer, todos acompañaban en procesión a los recién


casados a su nueva casa. Precediendo a la novia iba un muchacho con una
antorcha encendida en el fuego de la casa del novio, al llegar, el muchacho
lanzaba al aire la antorcha y al que lograba cogerla se le felicitaba ya que
aquello era signo de que su vida sería larga y próspera...

Una vez ante la puerta de su nueva casa la esposa untaba las jambas de la
puerta con aceite y las adornaba con cintas de lana. Traspasaba el umbral
como nueva señora de la casa y por ello recibía simbólicamente el fuego y el
agua de manos de su marido y la custodia simbólica de las llaves de su
nueva casa. Dos damas de honor, casadas por supuesto, la conducían a su
nueva habitación y la preparaban mientras el marido soportaba con buena
cara las bromas de sus amigos. Como todo en Roma, el matrimonio era un
contrato y especificaba que su fin primordial era dar hijos a Roma, así que
había que ponerse a la faena sin pérdida de tiempo.

La domina o señora ahora se ocupaba de su nueva casa, las pobres de lavar


la ropa, limpiar, hacer la comida y las ricas de supervisar cómo hacían eso
los esclavos. Pronto llegaban los hijos y ella debía ocuparse de las primeras
etapas de su educación como Aurelia se ocupó de la del joven César,
enseñando a su hijo lo que significaba ser romano.

Si el esposo se ausentaba su palabra era ley dentro de la casa tanto para


esclavos como para clientes. La mujer romana se sentaba a la mesa en las
cenas formales con los invitados, los hombres recostados en triclinios y ellas
sentadas en sillas, aunque en época de Augusto muchas ya se reclinaban en
los triclinos provocando el escándalo de las señoras más tradicionales.
Además, tenían libertad para salir de su casa para hacer compras, visitar
amigas, asistir a los espectáculos públicos, a las termas femeninas o a los
templos.

Mientras estuviera bajo el techo de su padre la mujer le debía a éste


obediencia paternal y mientras estuviera bajo el de su marido le debía a éste
obediencia conyugal. En el caso en que una mujer quedara huérfana y no
estuviera casada, o si lo estaba quedara también viuda se convertía
automáticamente en sujeto de pleno derecho, aunque este caso era
considerado por las mujeres de aquella época no como una liberación, sino
como una gran desgracia puesto que quedaban solas e indefensas.

El sistema familiar romano era muy rígido en la práctica, y eso,


paradójicamente, sirvió muy bien a las mujeres romanas. El hombre era el
que mantenía la casa y además gobernaba el estado y lo defendía con las
armas, lo que le ocupaba casi todo su tiempo, dejando a la mujer romana
como dueña de la casa, dueña del hogar.

Como en Grecia, la mujer no participaba en la política, pero a diferencia de


las griegas, las romanas supieron encontrar la manera de influir
poderosamente en los acontecimientos políticos.

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En un principio la mujer se hallaba bajo la autoridad casi completa del
marido, pero la realidad fue imponiéndose y la situación llegó a equilibrarse
durante el último siglo de la República. Baste recordar que la mujer en
Europa no accedió a tal grado de libertad hasta el siglo XX.

El divorcio estaba regulado legalmente, todos los matrimonios podían


disolverse con el mero acuerdo de ambas partes sin más, pero había dos
pequeños inconvenientes que disuadían tanto a él como a ella de dar ese
paso, y era que al divorciarse él debía devolver íntegra la dote aportada por
la esposa y ella perdía la tutela de los hijos. Así, los sufridos romanos
preferían en muchos casos no divorciarse, de ahí la mala fama que tiene el
matrimonio romano, ya que llegados a esa situación lo normal es que ambos
cónyuges hicieran vida "por libre", aunque eso sí, en las cenas de gala los
dos esposos sonrientes cogidos de la mano atendiendo a los invitados...

Bien se ve que la herencia de Roma es eterna. El adulterio era un tema más


serio ya que se consideraba no sólo deshonroso, sino que era además un
delito que podía llevar al destierro. De hecho, Augusto tuvo que desterrar a
su propia hija Julia por este motivo.

En general el adulterio no se tomaba en cuenta si era consentido por el otro


cónyuge y no se hacía público, cosa que ocurría en la mayoría de las
ocasiones. Recordemos la famosa frase de Julio César al repudiar a su
esposa a consecuencia del escándalo de la fiesta de la diosa Bona: "la mujer
de César no sólo debe ser decente, también debe parecerlo".

Los hijos estaban sujetos a la tutela paterna mientras no formaran su propia


familia y se desvincularan así legalmente de dicha tutela, pero estaban
sujetos a la autoridad paterna (la Patria Potestad) mientras el padre viviera
debiendo guardarle respeto y obediencia.

Tras el nacimiento el hijo era presentado a su padre que lo reconocía como


suyo cogiéndolo en sus brazos en la ceremonia llamada sublatus. Si el padre
no reconocía al niño éste podía ser abandonado para que muriera, aunque
este extremo no era en absoluto frecuente, ni mucho menos. Si era niña se la
adjudicaba un nombre a los ocho días del nacimiento, si era niño a los nueve
días, los niños tenían tres nombres tal y como hemos visto, las niñas uno
sólo.

El registro oficial del recién nacido tenía lugar en el templo de Saturno en un


plazo de 30 días desde su nacimiento.

En los actos oficiales los hijos varones llevaban una toga praetexta ribeteada
de púrpura y una bula de oro al cuello para simbolizar su pertenencia a la
clase libre de ciudadanos romanos.

Hasta los siete años era su madre la que se ocupaba de enseñarles, desde
los siete a los catorce lo hacían en una escuela primaria donde se les
enseñaba a leer, escribir y materias como la aritmética en lo que era el
primer escalón educativo romano. Si la familia podía permitírselo el niño era
adiestrado por un profesor contratado que le instruía en casa. Para acceder
al segundo escalón de estudios sobre gramática y literatura se necesitaba a
un profesor particular, un gramaticus que le enseñaba latín y griego. Julio
César fue adiestrado en estas disciplinas por Marco Antonio Gnifón,
un gramaticus de origen galo.

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El tercer escalón era el aprendizaje de la retórica, generalmente enseñada
por un rhetor. César completó este escalón en la prestigiosa academia de
retórica de la isla de Rodas con el maestro Milón, considerado el mejor
maestro de retórica de su época.

Para los varones la mayoría de edad, su ingreso en el cuerpo ciudadano con


plenos derechos tenía lugar a los dieciséis años aproximadamente y se solía
realizar durante las liberalia, las fiestas de Liber Pater y Libera , el 17 de
marzo. El muchacho se desvinculaba de su niñez ofreciendo la toga
praetexta infantil y la bula a los dioses y se vestía con la toga virilis de color
lana natural, el orgullo del ciudadano romano. Después acudía, acompañado
de toda su familia, amigos y clientes, a inscribirse como ciudadano romano
de pleno derecho y ofrecía un banquete para celebrar su nuevo estatus.

El nuevo ciudadano lo era porque ya podía ser soldado y defender a Roma de


sus enemigos, si se le consideraba físicamente apto debía cumplir su
servicio militar. En tiempos de César, tras la reforma de Mario, el ejército
romano era profesional y el servicio militar ya no era obligatorio, pero si se
quería acceder al cursus honorum lógicamente era necesario servir en el
ejército. Los jóvenes de la aristocracia solían servir como tribunos de los
soldados y ésta fue la primera vez que Julio César se presentó a unas
elecciones, salió elegido y partió al Este a desempeñar su función ganando
la corona civica en el sitio de Mitilene.

La prematura muerte del padre de César tuvo importantísimas repercusiones


en su vida ya que no sólo quedó liberado inesperadamente de la Patria
Potestad, sino que de hecho quedó automáticamente convertido en pater
familias, con lo que legalmente nadie podía ponerles trabas a sus deseos.

Los clientes estaban considerados como una parte especial de la familia ya


que la clientela era una institución muy arraigada en la sociedad romana.
Las familias importantes se vanagloriaban del número de clientes que tenían
y su prestigio y poder dependían en buena parte de ellos.

Un cliente era un romano que se encontraba bajo la protección de otro. A


finales de la República prácticamente todos los romanos eran clientes de
otros romanos que a su vez lo eran de otros. Tito Labieno era cliente de
Pompeyo como Marco Antonio lo era de César.

El patrón tenía la lealtad política de su cliente y a su vez debía protegerle y


ayudarle cuando lo necesitara. Se preocupaba de buscarle alojamiento si lo
perdía, de encontrarle una buena esposa, se asistirle legalmente o de
prestarle dinero y el cliente apoyaba todos los proyectos de su patrón
votándole, asistiendo a sus fiestas, haciéndole la "pelota" al fin y al cabo.
Esta situación era de gran importancia en aquella Roma, ya que las fuerzas
políticas necesitaban el mayor número de clientes posible, y cuanto más
importantes fueran mejor.

Los esclavos formaban parte de la sociedad romana y de todas las


sociedades de aquella época, y desgraciadamente de otras épocas también.

La esclavitud en aquellos tiempos era algo completamente normal, los


esclavos lo eran porque habían sido derrotados en una guerra, porque habían
sido vendidos por no haber podido hacer frente a las deudas, por castigo
legal o simplemente porque nacían de padres esclavos.

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En Roma al menos tuvieron el derecho de poder comprar su libertad y de
incluso ser ciudadanos romanos. Los esclavos recibían un sueldo que
dependía de sus amos, como de sus amos dependía el trato que recibían,
según la calaña del amo la falta se sancionaba con una reprimenda o con
latigazos, el amo tenía potestad legal incluso para matar al esclavo si éste
cometía una falta grave.

Con el dinero ahorrado el esclavo podía comprar su libertad a su amo o bien


éste, después de años de leales servicios le manumitía, es decir, le liberaba
y así el esclavo, convertido en liberto podía ser inscrito en el censo de
ciudadanos romanos, incluso adoptando el nomen de su antiguo dueño y
convirtiéndose en cliente suyo.

Los dos principales ministros del emperador Claudio, Pallas y Narciso, eran
libertos, esclavos liberados. En Roma, en medio de la más espantosa
situación como era la esclavitud, siempre existía la posibilidad de salir de
ella, cosa que en otras culturas nunca ocurrió.

En conjunto, la familia romana funcionaba como un micro universo en el que


cada miembro tenía un papel definido, cada una de ellas tenía un pater
familias y cada gens tenía a su líder natural. Recordemos el papel de Sexto
César, primo de Julio César, siempre apoyando en todo a su primo o el de
Quinto Cicerón, simpatizante de César, pero incapaz de vulnerar el pacto
sagrado que lo unía a su hermano mayor, Marco Tulio. Todo en Roma formaba
parte de una maquinaria única en la que cada pieza, familia o gens, encajaba
como un perfecto engranaje.

INSTITUCIONES REPUBLICANAS EN ROMA

1.- Los Cónsules

Los cónsules, tienen competencia sobre todos los negocios públicos, Los
magistrados restantes les están subordinados y les obedecen, a excepción
de los tribunos; también corresponde a los cónsules presentar embajadas al
Senado. Deliberan sobre asuntos urgentes y son ellos los que ejecutan
íntegramente los decretos.

Corresponde a los cónsules convocar cada vez la asamblea, presentar las


proposiciones y ejecutar los decretos votados por la mayoría. Su potestad es
casi absoluta en lo que concierne a preparativos bélicos y a la dirección de
las campañas. Además, en combate, tienen la potestad de infligir cualquier
castigo a sus subordinados. Disponen a su antojo de los fondos públicos.

2.- Los Tribunos de la plebe

Fueron los primeros que aconsejaron a los plebeyos que hicieran esta
magistratura sagrada e inviolable, consolidando su seguridad con una ley y
un juramento. Juzgaban las causas que éstos les encomendaban y para que
se encargaran de los lugares públicos y sagrados y del buen abastecimiento
del mercado. Su autoridad y poder consiste en bloquear el poder de un
magistrado y en la eliminación de una autoridad excesiva. El tribunado deriva
en su origen del pueblo.

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3.- El Senado

La atribución principal del Senado es el control del erario público, porque


ejerce potestad sobre todos los ingresos y sobre la mayor parte de los
gastos. Dispone también el gasto que solicitan cada cinco años los censores
para restaurar y reparar los edificios públicos; observa y juzga los delitos
cometidos en Italia que exigen una investigación pública, tal como son las
traiciones, perjurios, envenenamientos, asesinatos, etc.

Es incumbencia del Senado enviar embajadas a países no italianos, cuando


se necesita ya sea para lograr una reconciliación, para hacer alguna
demanda o para intimar una orden, para recibir la rendición de alguien, o
simplemente, con el propósito de declarar la guerra a alguna nación
enemiga.

4.- Cuestores

Magistrado de la antigua Roma dedicado fundamentalmente a las finanzas


públicas. Los primeros cuestores tenían poderes judiciales, pero al aumentar
en complejidad las finanzas de Roma, los cónsules nombraron dos cuestores
para controlar el tesoro público. Después del 447 a.C. los cuestores eran
elegidos anualmente por el cuerpo legislativo conocido como comitia
tributa (comicios tributos). En el 421 a.C. el cargo se abrió a la plebe y el
número de cuestores aumentó a cuatro. Con la expansión territorial de la
República romana en la península Itálica y la formación de nuevas
provincias, se eligieron más cuestores como ayudantes financieros de los
comandantes militares y dirigentes provinciales. Durante el gobierno de Julio
César, en el siglo I a.C., había cuarenta cuestores. Más tarde, el emperador
Augusto lo redujo a veinte, número habitual durante el Imperio romano.

5.- Censores

Los censos romanos corrían a cargo de los censores locales. Se efectuaban


cada cinco años y al principio sólo se llevaban a cabo en Roma, pero en el
año 5 a.C. se extendieron hasta cubrir todo el Imperio. Además de ocuparse
del registro de la población y de la recaudación de impuestos, el censor se
ocupaba también de mantener la moral pública.

ELABORACIÓN DE LAS XII TABLAS

La elaboración de la Ley de las XII Tablas se produjo hacia mediados del


siglo V a.C., cuando el Senado republicano decidió enviar una comisión de
tres magistrados a Atenas para conocer la legislación del gobernante griego
Solón, inspirada por el principio de igualdad ante la ley.
A la vuelta de esta comisión el Senado decidió constituir otra comisión
integrada por diez magistrados patricios y presidida por un cónsul para la
elaboración de la Ley. El trabajo de la comisión duró un año elaborándose las
diez primeras tablas en el año 451 a.C.
En el año 450 a.C. se crea otra comisión, esta vez formada por patricios y
plebeyos, que elabora las tablas once y doce. A estas tablas se las denominó

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injustas porque mantuvieron la prohibición de contraer matrimonios mixtos
entre patricios y plebeyos.
Las XII Tablas serían ratificadas por el Senado y definitivamente aprobadas
por las asambleas populares en los comicios centuriados.

Contenido de la Ley de las XII Tablas


Aunque no se sabe con certeza el contenido exacto que tuvieron las XII
Tablas debido a las referencias que hay hacia ellas en la historiografía
romana se puede decir que contendrían lo siguiente:

+ Tablas I, II y III: Derecho procesal privado


Las Tablas I, II, III contendrían Derecho procesal privado. El procedimiento
que regulan es el de las acciones de la ley, acciones judiciales en que en
virtud de la Ley de las XII Tablas podrían ejercer los ciudadanos romanos
para la defensa de sus derechos. El proceso se caracterizaba por su excesivo
formalismo, las partes debían pronunciar determinadas palabras, a veces
muy complicadas, obligatoriamente si querían tener posibilidades de ganar el
litigio o debían realizar ritos. Detrás de este formalismo estaba la impronta
religiosa.
El pretor era el magistrado que presidía el proceso, encauzándolo y fijando la
controversia, pero el juez (arbitro privado) que dictaba sentencia era un
ciudadano elegido de común acuerdo por las partes.
La ejecución de la sentencia condenatoria de un deudor se regulaba muy
detalladamente. Aunque resulta morbosa por ser personal y cruel, es fruto
del consenso que tuvo la elaboración de las XII Tablas por parte de patricios
y plebeyos; como los deudores solían ser los plebeyos, esta regulación
constituía un principio de seguridad jurídica, el plebeyo podía saber lo que le
esperaba en el caso de ser insolvente.

+ Tablas IV y V: Derecho de familia y Sucesiones


Las Tablas IV, V contendrían Derecho de Familia y Sucesiones. Regulan
normas relativas a la tutela de menores de edad no sujetos a patria potestad
al haber fallecido su padre. O normas relativas a la curatela, para administrar
los bienes de aquellas personas pródigos, enfermos mentales o
discapacitados. También habría normas para tutelar a las mujeres solteras
una vez fallecido el padre, de ellas se harían cargo familiares próximos.
En estas tablas por primera vez se limita legalmente el poder absoluto del
paterfamilias sobre su familia. En relación con la mujer se estableció el
divorcio a favor a la mujer, la mujer se divorciaba ausentándose durante tres
días del domicilio conyugal con ese propósito. En relación con los hijos, el
paterfamilias perdía la patria potestad de sus hijos si los explotaba
comercialmente en tres ocasiones, ya que el hijo quedaba emancipado.
En materia de sucesiones se da preferencia a la sucesión testada en relación
con la intestada. Si la sucesión era intestada la ley establecía como primeros
herederos a los herederos sui, de derecho propio, esto es los hijos y la mujer
como una hija más. Si no había herederos sui, heredaba el agnado más
próximo al fallecido; aquellos parientes que estuvieron sujetos con el
fallecido a la potestad de un ascendiente común. Si tampoco existían
herederos agnados, heredaban los gentiles, aquellas personas con el mismo
gentilicio o apellido que derivaban de la misma gens que el fallecido.

+ Tablas VI y VII: Derecho de obligaciones y Derechos reales


Las Tablas VI, VII contendrían negocios jurídicos de la época, serían Derecho

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de obligaciones y Derechos reales. Regulan el negocio jurídico del nexum, en
la que el deudor asume la obligación de hacer la prestación al acreedor, en
caso de incumplir quedaría sometido a la potestad del acreedor sin
necesidad de sentencia judicial. El nexum fue derogado por la ley Poeteliae-
Papiliae.
También regulan la stipulatio o sponsi, en la que el deudor asume la
obligación de hacer la prestación al acreedor y en caso de incumplimiento el
acreedor podía ejercitar una acción judicial para obtener una sentencia tras
el juicio.
En el campo de los derechos reales se regularían la mancipatio y la in iure
cessio, negocios jurídicos que hacían posible la transmisión de la propiedad
de las res mancipi (medios de producción; capital, trabajo –fincas, edificios,
esclavos, animales de tiro y carga, etc.–).
Estos negocios estaban rodeados de solemnidades. El mero contrato de
compraventa no bastaba para transmitir la propiedad de cosas importantes,
por lo que había que realizar uno de estos dos negocios para que la
propiedad se transmitiera de modo pleno. La mancipatio consistía en realizar
el negocio jurídico ante un libripens (el que portaba la balanza) y 5 testigos,
ciudadanos romanos varones y mayores de edad. La in iure cessio se
realizaba ante el pretor, que actuaba como el actual notario, dando fe pública
del negocio.
La usucapio consistía en la adquisición de la propiedad de buena fe por el
paso del tiempo y con justo titulo (dos años para bienes inmuebles, un año
para bienes muebles).
En la Tabla VII además se contendrían normas relativas a relaciones de
vecindad entre fincas colindantes.

+ Tablas VIII y IX: Derecho público (Derecho penal de la época)


Las Tablas VIII y IX contendrían Derecho Público, el Derecho penal de la
época. Se caracterizan porque contienen tanto normas muy arcaicas como
normas modernas, lo que refleja un periodo de transición.
En estas Tablas aparece implícitamente la distinción entre dos ámbitos del
Derecho Penal, el público y el privado.
El público se ocuparía de los crimina o ilícitos penales que eran atentados
contra el pueblo romano, como el perduleio o traición al pueblo romano y de
los ilícitos más graves como el parricidium o homicidio. Los crimina eran
perseguibles de oficio y sancionados con la pena capital o en su caso el
exilio.
El privado se ocuparía de los delicta, ilícitos privados, de menos gravedad y
de persecución a instancia de la víctima o de sus familiares. Estos ilícitos
eran castigados con pena pecuniaria a favor de la víctima, siempre
dependiendo de la gravedad de mismo. Delicta serían delitos de daños a
bienes de 3º, el furtum o robo y la inuria o delito de lesiones.
En la Tabla IX se establece la prohibición de concesión de privilegios por lo
que todos los ciudadanos son iguales ante la ley.

+ Tabla X: normas sobre enterramientos, incineraciones y funerales


En la Tabla X se contendrían normas sobre enterramientos e incineraciones,
funerales, etc. Se prohibía en el enterramiento en la ciudad.

+ Tablas XI y XII: prohibición de contraer matrimonios mixtos


Las Tablas XI, XII contienen la prohibición de contraer matrimonios mixtos,

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patricios-plebeyos. Poco después esta prohibición fue derogada por la Ley
Canuleia.

DEFINICIÓN DE EDICTO

Edicto es el mandato o decreto publicado con autoridad de un magistrado. El


concepto procede del latín edictum, un vocablo que se utilizaba para
nombrar al pronunciamiento de los magistrados romanos sobre cuestiones
relativas a su competencia.

En la Antigua Roma, los pretores eran los principales emisores de edictos. El


pretor era un magistrado que se encargaba de administrar justicia. Podía
tratarse de un pretor urbano (dedicado a resolver asuntos entre los
ciudadanos romanos) o de un pretor peregrino (quien dirimía litigios entre
ciudadanos romanos y extranjeros o peregrinos).

Al iniciar su mandato, los magistrados emitían un edicto para informar cómo


iban a desarrollar su tarea. Cada edicto era publicado a la vista de los
ciudadanos y constaba de tres partes: una introducción (donde asegura la
obediencia de las personas), una parte central (con las modificaciones
respecto al pretor anterior) y un apéndice.

Los edictos podían ser perpetuos (que tenían validez durante todo el
mandato del pretor) o repentinos (emitidos para un caso concreto y con
validez exclusiva para él). Otra clasificación habla de edictos traslaticium
(redactados por el pretor antiguo y utilizados por el nuevo sin ningún tipo de
modificación) y edictos novum (difundidos por el pretor anterior y reutilizados
por el nuevo con algunos cambios).

A lo largo de la Historia han existido muchos edictos importantes que han


significado un hito por determinados motivos. Así, por ejemplo, tendríamos
que hacer referencia al conocido Edicto de Milán, que se promulgó en el año
313 en la misma ciudad que le da nombre. Ha pasado a ser llamado también
como “La tolerancia del cristianismo” ya que en él se determinaba la libertad
y la tolerancia religiosa en el Imperio Romano.

Los emperadores Licinio y Constantino I fueron los que se encargaron de


rubricar a aquel documento que permitió así que se pusiera fin a las
interminables, trágicas y multitudinarias persecuciones que se realizaban
por culpa de la religión, principalmente a los cristianos. Gracias a él
empezaría la llamada Paz de la Iglesia.

No obstante, tampoco hay que olvidarse de otros importantes edictos como


el de Nantes. Este se promulgó a finales del siglo XVI, concretamente en el
año 1598, por orden del rey Enrique IV de Francia. Gracias a él también se
pusieron fin a las guerras religiosas que estaban asolando el país y que
habían traído consigo numerosas víctimas que habían muerto por su fe.

Y es que lo que se establecía en aquel era la libertad de culto, especialmente


referida a los protestantes. Así, lo demuestra el hecho de que en los casi 100
artículos que daban forma al edicto, se establecía que incluso aquellos
podían estar protegidos de las acciones de la Santa Inquisición cuando

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viajaran fuera de Francia y además podían formar parte de las altas
autoridades del país.

En la actualidad, la noción de edicto hace referencia a una comunicación


judicial que se hace pública para dar noticia de algo que debe ser notorio
para todos. Por ejemplo: “El Juzgado Nro. 8 publicó un edicto en el diario La
Gaceta donde notifica a los usuarios que deberán cambiar de empresa en los
próximos treinta días”.

Pueblo práctico por excelencia, los romanos regularon toda la actividad


pública y privada, construyendo un sistema legal, que ha pervivido durante
2000 años y es una de sus principales aportaciones a la civilización mundial.

LEYES, DERECHO Y PROCESO JUDICIAL

¿Cómo se modificaban las leyes? ¿Quiénes eran los legisladores?


Durante la República las fuentes del derecho romano fueron la Ley de las
Doce Tablas, los plebiscitos, normas elaboradas en los comicios tribunicios y
los edictos de los pretores.

Durante el imperio, legislaba el emperador. Sin embargo, en este periodo


destacan más las denominadas Constituciones, recopilación y
sistematización del cuerpo jurídico desarrollado durante la República.

¿Había un único derecho?


Cuando Roma fue conquistando otros territorios, crearon un nuevo código
legal, el ius gentium que regulaba las relaciones con otros pueblos y entre
romanos y peregrinos (extranjeros que vivían en Roma). El ius gentium es el
origen del derecho internacional

¿Cómo era el procedimiento judicial?


Los romanos además de leyes regularon meticulosamente los
procedimientos judiciales con el objetivo de garantizar la independencia
judicial. En los contenciosos, intervenían el demandante y el demandado.

Cuando un particular pleiteaba, le correspondía al pretor determinar la


necesidad o no de realizar un juicio. En el caso afirmativo el juez, elegido por
consenso entre las partes, estaba obligado a dictar sentencia ateniéndose a
la legislación vigente.

En las causas criminales, el demandado podía apelar ante las asambleas


populares si no estaba de acuerdo con la sentencia.

¿Y los castigos?
El sistema de penas fue evolucionando. En un principio, era muy duro ya que
imperaba la ley del talión (el ojo por ojo).

Según pasó el tiempo la pena se ajustó a la gravedad de la infracción


cometida valorándose las circunstancias.

¿Cómo pervivió el derecho romano?

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Desaparecido el Imperio Romano de Occidente, el emperador bizantino
Justiniano se propuso en el s. VI la reconstrucción del Antiguo Imperio
Romano. Por ello, además de la recuperación territorial, ordenó la
recopilación de todo el derecho romano, el denominado Corpus Iuris Civilis.
Esta obra ha permitido un exhaustivo conocimiento del derecho romano y su
pervivencia a lo largo de la historia.

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FUENTES BIBLIOGRAFICAS:
 “Historia y Geografía I° Medio”; Editorial Santillana.
 “Enciclopedia Encarta 2000”
 Compilación: Profesor en Línea
 https://definicion.de/edicto/
 Peter G. Stein, El Derecho Romano en la Historia de Europa,
Siglo Veintiuno de España Editores 1999, ISBN 84-323-1060-3
 Agustín Bravo, Derecho Romano primer curso, Editorial Porrúa
1975, ISBN 970-07-6899-6

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ANEXOS:

1 IMPERIO ROMANO

2 EL SENADO ROMANO

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