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DEL COMERCIANTE

Alumnos: Ricardo Mora Barros.


Leon Rosemberg.

Profesor: Eduardo Salas Cárcamo.


Ramo : Actos de Comercio y
sociedades.
Fecha entrega: 24 de Nov del 2017
INTRODUCCIÓN

Desde sus inicios como ser social, el ser humano ha necesitado de las relaciones
comerciales para poder sobrevivir, buscando una mayor comodidad sobre todo cuando
empieza a vivir en sociedad, una vez que se establece un núcleo familiar y comienzan a
crearse comunidades, le es necesario para mejorar las condiciones alimenticias, de vestido y
vivienda. Sin embargo, como sabemos y debido a la evolución social y personal, y a los
avances de éstas nuevas técnicas, en lugar de él mismo cubrir todas sus necesidades, el
hombre comienza la división del trabajo, especializándose en una actividad e intercambiando
sus bienes por otros con personas que se especialicen en otra actividad, utilizando en
principio el intercambio directo de un bien por otro.

Así ésta actividad reviste vital importancia en la evolución y desarrollo del ser
humano, en sentido social, porque para este intercambio debían formar lazos entre las
diversas comunidades, y por supuesto desarrollo personal, ya que para éste intercambio
debían especializarse en alguna actividad que les fuera útil para tal fin, como la caza,
agricultura, recolección de otros bienes en su sentido amplio (objetos que prestan alguna
utilidad al hombre). Y hasta nuestros días, en que, con los años y el desarrollo del transporte,
tecnología, la comunicación, y la misma globalización es mucho más fácil abrir este mundo
de intercambios, aunque en tiempos actuales ya no se utiliza mucho el tipo de intercambio
de bien por bien, puesto que existe el dinero, hay muchas más actividades a las que nos
dedicamos, existe mayor accesibilidad a los productos agrícolas, tecnológicos y de cualquier
naturaleza que se nos ocurra, antes simplemente uno no podía ir al supermercado y comprar
verduras, leche, y carne, hoy resulta fácil llegar a estos productos sin la necesidad de moverse
para cazarlos, cosecharlos, etc.

En el presente trabajo expondré lo que es el comerciante, una breve reseña histórica


de lo que es la base sino más importante de la actividad económica, el rol que cumple y lo
analizaremos respecto al derecho en nuestro país y en el derecho comparado, con sus
características y modalidades.
BREVE RESEÑA HISTORICA DEL COMERCIO/COMERCIANTE.

El comienzo del comercio e intrínsecamente unido a éste, del comerciante, se remonta


a finales del neolítico (9000 a.C – 4000 a.C) cuando se descubre la agricultura, que en
principio era una agricultura de subsistencia, que es aquella en la cual una parte de la tierra
produce solo una vez al año lo suficiente para almacenar alimentos para la familia que trabaja
en ella, , con los diferentes avances de la época por ejemplo la fuerza animal, o el uso de
diferentes herramientas, las cosechas obtenidas eran cada vez mayores y el excedente de ésta
cosecha se intercambiaba por otros bienes útiles para la misma familia o comunidad, como
carne, leche, etc. Por lo tanto, ya no era necesario que toda la comunidad se dedicara a la
agricultura, por lo que parte de la población empezó a especializarse en otros asuntos, como
la alfarería o la siderurgia.

Normalmente estos objetos eran elementos para la defensa de la comunidad tales


como armas, depósitos para poder transportar o almacenar los excedentes alimentarios,
nuevos utensilios agrícolas, o incluso más adelante objetos de lujo para tal época como
espejos, pendientes, etc. Ya este comercio primitivo no solo supone un intercambio local de
bienes y alimentos, sino también un intercambio global de innovaciones científicas y
tecnológicas, entre otros, el trabajo en hierro, o en bronce, la rueda, el torno, la navegación,
la escritura, nuevas formas de urbanismo, y un sinfín de innovaciones. Es un punto
importante en la evolución del hombre por ejemplo en la península ibérica éste periodo se
conoce como el Orientalizante, por las continuas influencias recibidas de Oriente, y así el
comercio también propició un paulatino cambio de las sociedades. En este punto ya la riqueza
podía almacenarse e intercambiarse, comienzan a aparecer las primeras
sociedades capitalistas como las conocemos hoy, y también las primeras estratificaciones
sociales que en sus inicios eran simplemente la gente del poblado y la familia del dirigente.
Es más adelante donde aparecen otras clases sociales más sofisticadas como los guerreros,
los artesanos, los comerciantes, y las demás que fueron la base de la sociedad como la
conocemos hoy en día.
EL COMERCIANTE.

En lo que nos atañe al respectivo trabajo, en derecho comercial, el


término comerciante hace alusión a su materia de estudio subjetiva, es decir, a las personas
que son objeto de regulación específica por esta rama del Derecho, definiéndose lo que es
Comerciante en el artículo 7 de nuestro Código de Comercio, señalándose que “Son
Comerciantes los que, teniendo capacidad para contratar, hacen del comercio su
profesión habitual”. Aunque la evolución experimentada por el mercado y la actual
situación socioeconómica determinan que resulte más adecuado utilizar hoy el término
«empresario».

Por su parte en Uruguay, en su artículo 1° del Código mercantil, “La ley reputa
comerciante a todos los que, teniendo capacidad legal parar contratar y estando
inscriptos en la matrícula de comerciantes, ejercen de cuenta propia actos de comercio,
haciendo de ello su profesión habitual”, por otro lado, en México se define como “Las
personas que, teniendo capacidad legal para ejercer el comercio, hacen de él su
ocupación ordinaria”, y así como podemos analizar en la mayoría de los ordenamientos
(sino en todos) la habitualidad constituye un elemento esencial de la definición, es decir, no
toda persona que realice un acto de comercio ocasional se constituye en comerciante, sino
que sólo es considerado comerciante desde la perspectiva del Derecho Mercantil quien se
dedique al comercio de forma habitual.

De nuestra disposición legal, podemos inferir que los requisitos copulativos que se
debe reunir una persona para ser comerciante son:

1. CAPACIDAD PARA CONTRATAR, que simplemente es la capacidad de ejercicio


del mismo derecho civil. (aptitud legal para ejercer derechos y contraer obligaciones).
2. CONSTANTE EJECUCIÓN DE ACTOS DE COMERCIO, es decir que haya
habitualidad en aquellos.
3. QUE ÉSTA EJECUCIÓN SE REALICE DE FORMA PROFESIONAL, en lo
relativo a que obtenga un sustento por esta actividad habitual.
LA DOCTRINA EXIGE UN CUARTO REQUISITO;

4. ACTUAR EN NOMBRE PROPIO, en lo relativo a que afecte su patrimonio y no


el de otra persona, sin embargo, es evidente que la exigencia de que su actuación se
desarrolle en nombre propio no excluye la posibilidad de que obtenga la colaboración
autónoma o subordinada de otros sujetos.

En este sentido, el artículo 8° del mismo Código nos señala y complementa el artículo
7°, expresando que “no es comerciante el que ejecuta accidentalmente un acto de comercio;
Pero queda sujeto a las leyes de comercio en cuanto a los efectos del acto”, por lo que
concluimos que se deben reunir tales requisitos para la constitución de “comerciante” de la
persona o sociedad, y que sin ellos simplemente no se es comerciante, pero si queda sujeto a
los efectos del acto que realiza.

Ésta denominación de Comerciante que se le adjudica a una persona, sea de existencia


visible o jurídica, surge de la actividad que normal o habitualmente despliega; en
consecuencia y para el criterio objetivo del derecho comercial, y que por cierto sigue nuestra
doctrina, se trata de quien celebra en forma habitual actos de comercio.
(Criterio predominante a partir del código francés de 1807).

Al igual que en el derecho civil, podemos hablar en el derecho comercial de capacidad


e incapacidad de ejercicio, al decir el artículo 7° del Código de Comercio” la capacidad para
contratar”, la REGLA GENERAL es que TODA persona sea legalmente capaz para ser
comerciante, por lo tanto, también existen ciertas personas que son incapaces para serlo; SIN
EMBARGO, en el derecho comercial se prevé 3 situaciones especiales reguladas en normas
especiales respecto a la capacidad en los artículos 10 y siguientes del código.
En resumen, a modo de exposición son ABSOLUTAMENTE INCAPACES,
aquellas personas que no pueden manifestar su voluntad en ningún caso, y para actuar deben
hacerlo a través de sus representantes legales, estos son los dementes, los impúberes, y los
sordomudos que no pueden darse a entender por escrito. Por su parte, los
RELATIVAMENTE INCAPACES, son aquellas personas que en determinados casos
pueden obligarse y manifestar su voluntad, siempre que actúen debidamente autorizados o
representados. Estos son el disipador sometido a interdicción de administrar lo suyo, lo que
significa, que por decisión del juez no puede administrar sus bienes debido a que los malgasta
sin freno ni mesura, y el menor adulto, es decir, el varón que ha cumplido catorce años, y la
mujer que ha cumplido doce años, en ambos casos que no han cumplido dieciocho.

*Como mencionamos anteriormente, en materia comercial es necesario


revisar tres situaciones especiales, que nos señala el artículo 10 y siguientes del
Código de Comercio:
La situación DEL MENOS ADULTO, señalada en el artículo 10, 18 del Código,
el primero de ellos (10°) expresa que “Cuando los hijos de familia y los menores que
administran su peculio profesional en virtud de la autorización que les confieren los artículos
246 y 439 del Código Civil ejecutaren algún acto de comercio, quedarán obligados hasta
concurrencia de su peculio y sometidos a las leyes de comercio”. Por su parte el art 18, señala
que este menor comerciante puede comparecer en juicio por sí solo en todas las cuestiones
relativas a su comercio. Respecto a derecho comparado, en argentina la ley prevé dos casos,
uno con fundamento en el “título habilitante para el ejercicio de una profesión”, en cuyo caso
les reconoce capacidad para ejercerla sin necesidad de autorización, pudiendo administrar y
disponer libremente de los bienes así adquiridos, y estar en juicio civil y penal por acciones
vinculadas a ello (art. 128, segunda parte C. Comercio Argentino), y el otro sistema de
capacidad de menores es por matrimonio, ya que si bien la edad mínima exigida para casarse
es de 18 años (art.166 inc.5º), existe una dispensa judicial excepcional (art.167 reformado
por ley 23.515) para los menores de esa edad. En tal caso, el matrimonio da la emancipación
y la capacidad civil, pero si se hubieran casado sin autorización, no tienen la administración
y disposición de los bienes adquiridos a título gratuito (art.131). En España por su parte
tendrán capacidad plena, los menores de 18 años y mayores de 16 años emancipados.
Y la situación de la MUJER CASADA, en virtud del artículo 11 y 14 del Condigo,
nos pone a disposición estas normas respecto de aquella, señalando en primer caso, “La mujer
casada comerciante se regirá por lo dispuesto en el artículo 150 del Código Civil”. De esta
manera, y en términos generales, la mujer casada que desempeñe algún empleo o que ejerza
una profesión, oficio o industria separados de los de su marido, se considerará separada de
bienes respecto del ejercicio de ese empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos
obtenga. En este sentido según lo dispuesto en el artículo 14 del mismo, “La mujer casada
no será considerada como comerciante si no hace un comercio separado del de su marido”.
En la situación de la mujer divorciada y la separada de bienes según dispone el
artículo 16 del código, pueden comerciar, previo al registro y publicación de la sentencia de
divorcio y separación o de las capitulaciones matrimoniales, en su caso, y sujetándose,
además, si fueren menores de dieciocho años, a las reglas concernientes a los menores bajo
guarda.
En este sentido el estudio de la situación jurídica de la mujer casada que ejerce el
comercio en el derecho comparado, en cuanto a capacidad para ser comerciante y equidad de
derechos en general con el hombre, intenta abandonar aquella incapacidad de la mujer casada
para ejercer el comercio, hace notar una creciente intención del legislador comparado por
llevarlo a cabo, aunque en Países como en Francia se las han arreglado para mantenerla en
una posición “ventajosa” respecto a la antigua legislación al decir en el inciso 1° de artículo
4 <<modificando gran parte del articulado del Código Civil e insertada en el Código de
Comercio>> establece “la mujer puede ser comerciante a menos que su marido se oponga a
ello”, entonces se consagra este régimen de capacidad comercial de la mujer casada, y de
asumir responsabilidad por los mismos como comerciante amplia y absoluta, en tanto no
hubiera oposición por parte del esposo al ejercicio del comercio. Este derecho debe estar
justificado en el interés de la familia, y al igual que en Chile la mujer casada que no ejerza
comercio separado de su marido, no podrá adquirir la calidad de comerciante.
Otra situación similar es la del Código de España de 1829, en que antes se exigía
autorización expresa del marido para que la mujer casada pueda ejercer el comercio, lo que
estuvo presente en el derecho belga argentino, venezolano, mexicano, entre otros en que aún
se mantiene esta mala según algunos “tradición” legislativa. En España, luego de
variadas reformas, se promulga la ley del 5 de mayo de 1975, en que ocurre lo mismo que en
Venezuela, Argentina y Chile actualmente, en que se abolió el viejo instituto de licencia
marital. Con lo que podemos decir que esta reforma repercute de dos maneras, en primer
lugar, la mujer casada se encuentra plenamente capacitada para otorgar, por si misma y sin
intervención de su marido, actos de comercio de todo género. Sin dejar de mencionar y
advertir que, si el matrimonio se rige por el sistema de la sociedad legal de gananciales, las
obligaciones que contraiga la mujer sin el consentimiento del marido no podrán hacerse
efectivas sobre el patrimonio común y que los actos dispositivos que la mujer intente llevar
a cabo sobre bienes gananciales, sin aquel consentimiento, serán impugnables.
En todos estos casos claro, la mujer en ejercicio del comercio solo arriesga sus
propios vienes y la parte que le corresponde en los comunes salvo que haya autorización del
marido que expresamente la faculta para obligar otros bienes (de la comunidad) distintos a
los señalados. Como podemos observar las legislaciones actuales cada vez más están
favoreciendo a esta equidad de la mujer respecto del hombre en matrimonio. Desde luego,
las reformas introducidas en tal sentido no se restringirán a la mujer casada, sino que
abarcarán a toda mujer y a todos los aspectos en que la consideración del sexo de una persona
importa para el Derecho. Es así como progresivamente se irán suprimiendo todas las
diferencias que nuestro ordenamiento jurídico contemplaba entre mujer y varón.
En Chile desde temprana edad era visible esta intención, por ejemplo, con el
Decreto Ley 328 de 12 de marzo de 1925 que vino a introducir la primera gran reforma al
régimen de sociedad conyugal al conceder a la mujer el derecho a formar un patrimonio
reservado en el que se integraban los bienes que fueren un producto de su trabajo profesional
o industrial. De esta forma, junto al patrimonio común administrado por el marido, se
autorizó la creación de uno independiente, cuya administración correspondía a la mujer y
que, para esos efectos, era considerada como separada de bienes.
En la actualidad la mujer casada en sociedad conyugal es plenamente capaz en el
presente desde que la Ley 18,802 modificó el texto del art. 1447 inc. 1 del Código Civil que
originalmente contemplaba como relativamente incapaces, a los menores adultos, los
disipadores en interdicción de administrar lo suyo y la mujer casada. Tras la reforma, el
referido inciso sólo se refiere a los dos primeros. Sin embargo. a juicio de un nutrido grupo
de autores, la norma referida no sería más que una mera declaración formal en cuanto la
mujer, después de la reforma aludida, no ha pasado a tener verdaderamente una capacidad
plena, pues no tiene el derecho a administrar ni sus bienes propios ni los sociales, en la
medida en que el artículo 1749 del Código Civil sigue considerando al marido "corno jefe de
la sociedad conyugal" signándole la administración de los bienes sociales y los de su
mujer. Así resultaría de la relación de esa disposición con el artículo 1750, según el cual,
"El marido es, respecto de terceros, dueño de los bienes sociales." y con el art. 1754 inciso
final, ambos del mismo cuerpo legal, que dispone que: "La mujer, por su parte, no podrá
enajenar o gravar ni dar en arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes de su propiedad
que administre el marido".
LINKOGRAFÍA/BIBLIOGRAFÍA

https://repositorio.uc.cl/bitstream/handle/11534/14765/000274665.pdf?sequence=1

http://www.ulpiano.org.ve/revistas/bases/artic/texto/RDUCAB/35/UCAB_1985-
1986_35_335-287.pdf

http://favierduboisspagnolo.com/trabajos_doctrina/Capacidad_de_menores_luego_ley.pdf

https://prezi.com/bcm4-ebyt13b/deberes-derechos-y-obligaciones-de-los-
comerciantes/?webgl=0

https://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1974

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