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3.2 Cultura, diversidad socio-cultural.

¿Qué es cultura?

Para entender el concepto de cultura de autoprotección, se explicará primero la idea de cultura, la


cual, según Eagleton (2001) es “el conjunto de valores, costumbres, creencias y prácticas que
constituyen la forma de vida de un grupo específico” (p. 58). Estas características brindan identidad
a los miembros de la sociedad que la integran en un determinado tiempo y les permiten llevar una
vida cotidiana con características muy particulares que la distinguen de otros grupos y sociedades.

La cultura la construimos y reafirmamos todos los días, es inherente al ser humano y no puede
darse solamente de forma individual. A lo largo de los años, las culturas se han convertido en
civilizaciones debido a que sus integrantes muestran los mismos intereses, creencias e idioma. Es
así como, a través del cultivo de las tierras, cultivo social y del culto a lo que representa algo
sagrado para el grupo se crea la sociabilidad y la civilización.

De acuerdo con Roche (citado por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación
del Profesorado, 2014):

Es importante destacar que dentro de una misma cultura se pueden desarrollar subculturas y éstas
presentan características específicas que las distinguen de las demás, pero continúan
compartiendo la identidad general de la cultura a la que pertenecen.

En el caso de nuestro país, todos somos mexicanos, pero a la vez estamos subdivididos por
regiones o por el estado de la república en que vivamos. En la siguiente imagen se ejemplifica esa
subdivisión que se puede generar en una cultura: todos los personajes de la siguiente ilustración
pueden pertenecer a un mismo país, sin embargo, cada región que lo conforma presenta
características propias y aspectos sociales que los distinguen de los demás, por ejemplo:
vestimenta, creencias, actividades productivas, entre otras.

Características de las culturas

De acuerdo con Marín (1994), las culturas poseen las siguientes características:

1.-Tienen historia. Ésta, en un tiempo determinado, sufre modificaciones e influencias.

2.-Son compleja. No es un esquema sencillo y lógico, es un sistema en el que los elementos


(conocimientos, normas, costumbres, creencias y símbolos) interactúan y se modifican
constantemente.

3.-Son dinámicas. Se encuentran en un devenir histórico y geográfico determinado que puede ser
modificado por la propia sociedad o por algún factor externo.

4.-No son completamente heterogéneas. Siempre existirán la diversidad, intereses, concepciones,


escala de valores, etcétera.

5.- Reciben influencias internas y externas. Reciben efectos positivos y negativos del contexto en
el que se encuentran.

6.- Se influyen entre ellas mismas. Ya sea por relaciones positivas o negativas, las culturas
comparten ciertos elementos que se manifiestan con mayor o menor medida a partir de la relación
que exista entre ellas.

Para explicar más fácilmente las características de las culturas, basta con pensar en nuestra
historia como país y cómo ésta se ha modificado a lo largo de los años, dando pie a diversas
épocas y culturas que interactuaban entre sí y que, a pesar de que cada una presentó
características, organización y creencias propias, lograron influirse entre ellas.
¿Qué es autoprotección?

Ya hemos definido qué es la cultura y cuáles son sus características básicas, ahora vamos a
describirte qué es la autoprotección para construir más adelante el concepto de cultura de
autoprotección y logres entenderlo y adoptarlo más fácilmente.

Todas las especies, incluyendo al hombre, practican la autoprotección de forma natural, nace
dentro de cada ser vivo debido a que es un recurso individual utilizado para preservar la especie,
su integridad y su ambiente.

Según la Dirección General de Protección Civil y Emergencias (2013), considerando la etimología


de la palabra, se entenderá como autoprotección al:

Conjunto de acciones encaminadas a la protección, realizadas por un mismo, para sí mismo.

Por lo anterior, es importante que tengas en mente que la autoprotección la podemos ejercer en el
entorno o entornos donde nos desenvolvamos cotidianamente, con la finalidad de reducir los
riesgos a los que estamos expuestos y saber qué hacer en caso de que una emergencia o
desastre ocurra.

Por lo tanto, a continuación se señala el objetivo de la autoprotección que consiste en que:

Recuerda: los riesgos provocados por fenómenos naturales o por el hombre se pueden evitar si
cada uno de nosotros adoptamos medidas y actitudes preventivas (CENAPRED, 2012).

Si logramos adquirir estos conocimientos, actitudes y destrezas, debemos llevarlo al siguiente


nivel: la familia. Ésta es el núcleo más pequeño que forma una sociedad, es aquí donde se prepara
a los más jóvenes para la vida adulta, a conocer sus derechos y obligaciones como personas que
se incorpora a la sociedad.

Ahora vamos a unir estos dos conceptos, autoprotección y familia, para continuar avanzando en la
comprensión de qué es la cultura de autoprotección. Dentro del núcleo familiar es posible
desarrollar una serie de actividades que permitan autoprotegerse dentro y fuera del hogar, éstas
pueden adaptarse a cualquier tipo de fenómeno o amenaza, por lo que se integran en un Plan
Familiar de Protección Civil y, como su nombre lo indica, requiere de la participación de cada uno
de los individuos que integran la familia con el firme propósito de llegar a la meta: autoprotegerse.

Como puedes observar en la siguiente imagen, el Plan Familiar se elabora a partir de cuatro pasos
básicos, mismos que puedes repetir en otros entornos como el trabajo, la escuela, el deportivo,
etcétera.

Ahora vamos a unir estos dos conceptos, autoprotección y familia, para continuar avanzando en la
comprensión de qué es la cultura de autoprotección. Dentro del núcleo familiar es posible
desarrollar una serie de actividades que permitan autoprotegerse dentro y fuera del hogar, éstas
pueden adaptarse a cualquier tipo de fenómeno o amenaza, por lo que se integran en un Plan
Familiar de Protección Civil y, como su nombre lo indica, requiere de la participación de cada uno
de los individuos que integran la familia con el firme propósito de llegar a la meta: autoprotegerse.

Como puedes observar en la siguiente imagen, el Plan Familiar se elabora a partir de cuatro pasos
básicos, mismos que puedes repetir en otros entornos como el trabajo, la escuela, el deportivo,
etcétera.

1.-detecta y reduce riesgos

2.-diseña rutas de evacuación

3.-toma la mejor decisión


4.-realiza simulacros

A lo largo de este material habrás notado que la mejor medida de autoprotección es la prevención,
sobre todo si la entiendes como la identificación de riesgos, la preparación y coordinación de
medidas anticipadas para reducir el impacto de éstos o evitar los daños.

Por ejemplo, cuando vas al cine, ¿te detienes un minuto a observar las salidas de emergencia,
ubicación de extintores o a detectar los posibles riesgos? Ésta es una medida muy sencilla que
podrá ser de mucha ayuda en caso de una emergencia.

¿Qué es la cultura de la autoprotección?

Ahora que ya conoces los conceptos de cultura y la autoprotección es posible construir la definición
de cultura de autoprotección a partir de lo que hemos revisado.

Para los fines de esta asignatura se entenderá la cultura de la autoprotección como la:

Serie de acciones (involucramiento, desarrollo de conocimientos y participación activa)

De carácter primordialmente preventivo que la población debe identificar y poner en marcha para la
oportuna detección y reducción de riesgos en su entorno (hogar, trabajo, escuela etc) y desarrollar
el plan de protección civil más adecuado, de tal manera que pueda saber qué hacer y cómo
comportarse ante una emergencia o contingencia derivada de algún fenómeno de origen natural o
antropogenico.

Estas acciones se realizarán a través de conocer y reconocer las prácticas, códigos gráficos y
cromáticos establecidos a partir de las características propias de la sociedad en la que se
implementará, e involucrará un compromiso de cooperación por parte de todos bajo un mismo fin:
proteger a la población.

Es por esto que la protección civil es considerada una actividad social en la que la participación de
promotores culturales dentro de los planes que la impulsan resulta muy favorable, ya que permiten
introducir este tema dentro de la sociedad de una forma activa y participativa.

Un promotor de la cultura de protección civil requiere de programas y estrategias encaminadas a


satisfacer una necesidad específica a partir de un diagnóstico previo, y que se apoye en las
características y potenciales del público objetivo en el que se intente incidir con la finalidad de
establecer cuáles serán las mejores herramientas y productos que ayudarán a desarrollar esta
cultura. Por ejemplo, dentro de las acciones de promoción de la cultura de protección civil está
difundir materiales comunicativos impresos o multimedia que emitan mensajes concretos y
específicos para que la población los reinterprete y adopte acciones en beneficio de su seguridad y
bienestar. Más adelante conocerás algunas herramientas y estrategias para promover la cultura de
autoprotección.

Entre otras acciones de promoción de la cultura de protección civil está el desarrollo de actos
académicos y exposiciones (como pueden ser ferias o jornadas de protección civil) y campañas de
comunicación social en diversos medios de comunicación con la finalidad de generar cambios en la
sociedad en beneficio de su autoprotección.

Es importante que sepas que el artículo 6° de nuestra Constitución Política menciona el acceso
libre a la información como un derecho de los ciudadanos, y se plasma dentro de los planes
nacionales y estatales de desarrollo, mientras que el artículo 41, en el capítulo VII de la Ley
General de Protección Civil (2012) menciona que “las autoridades federales de las entidades
federativas, del Distrito Federal, municipales y delegaciones, fomentarán la cultura en materia de
protección civil entre la población, mediante su participación individual y colectiva” (p. 51).

Derivado de lo anterior se puede concluir que el objetivo de la autoprotección es:


Sensibilizar a las autoridades y a la población en general, a través de diversos recursos
comunicativos, sobre los beneficios de la participación individual y colectiva en materia de
protección civil, mediante la adopción de acciones preventivas desde el hogar que puedan mejorar
las condiciones de seguridad ante la presencia de un fenómeno de origen natural o antropogenico.

¿Por qué la gente no previene los desastres?

Siguiendo por la línea de cultura de la autoprotección, en este apartado conocerás algunos puntos
de vista de diferentes autores sobre por qué, aunque la gente conozca los riesgos y los peligros de
donde habita, no se previenen los desastres.

Debes saber que un desastre se produce cuando se dan principalmente cuatro condiciones al
mismo tiempo, como se muestra a continuación:

1.- Que las personas vivan en lugares peligrosos, por ejemplo, vivir cerca de un volcán activo, de
laderas con peligro de deslizamiento o próximo a ríos que se puedan desbordar.

2.-La ocurrencia de un fenómeno extremo (natural o causado por actividades humanas).

3.- Que el fenómeno provoque muchos daños en zonas vulnerables, es decir, donde no se
consideraba ninguna medida de prevención.

4.- Cuando el medio ambiente se ha alterado como producto de la actividad del ser humano.

Los desastres causados por fenómenos naturales o antrópicos impactan negativamente en la


calidad de vida tanto en la urbe como en el campo, reducen el capital social y productivo de un
país, y afectan en mayor medida a los segmentos más pobres de la población. Seguramente has
escuchado en la televisión o en la radio sobre el impacto de fenómenos naturales en diversos
países y en el nuestro: erupciones volcánicas, sismos, huracanes, sequías o tormentas eléctricas.
Es así que, para este tipo de eventos, es necesario crear una cultura de la prevención con el
propósito de reducir las pérdidas económicas y sociales, principalmente de seres vivos, adoptando
un enfoque proactivo de reducción del riesgo.

Un elemento importante para la autoprotección es la prevención, entendida como todo lo que se


realiza para asegurar que no suceda un desastre o, si sucede, evitar que te perjudique tanto a ti
como a tu familia. La mayoría de los fenómenos naturales no pueden impedirse, pero sí es posible
reducir los daños que causan.

La discusión acerca de los desastres y sus impactos en la sociedad es un tema que se aborda
desde dos perspectivas: una es desde las ciencias exactas, que se preocupan por entender la
forma en la que se manifiestan los fenómenos naturales y sus impactos físicos en la sociedad, y
que se conforman de áreas del conocimiento que se enfocan en el desarrollo de tecnologías para
enfrentar dichos fenómenos perturbadores; y la otra a partir de las ciencias sociales, que se
interesan en estudiar cómo los fenómenos extremos impactan a la sociedad y cómo ésta responde
y se adapta a las nuevas condiciones que generan los desastres.

Nuestro país, por su ubicación geográfica, presenta frecuentemente fenómenos naturales como
huracanes, inundaciones, sequías, actividad volcánica, terremotos, granizadas e incendios
forestales, entre otros fenómenos perturbadores, así como actividades humanas que perjudican a
su entorno. Por ello, la sociedad mexicana debe estar preparada para reaccionar en caso de
emergencia y contar con una cultura de autoprotección.

Científicos sociales, como sociólogos, antropólogos y geógrafos, entre otros, han propuesto
enfoques y diseñado metodologías que han sugerido el uso de herramientas para acercarse al
tema de prevención de desastres y a las problemáticas derivadas de ello. Una de sus inquietudes
ha girado en torno a utilizar y aplicar teorías para el estudio de la realidad contemporánea de los
desastres. Una de ellas radica en el hecho de que la gente no quiere prevenirse. El por qué es
complicado de conocer puesto que, según Rodríguez (2007) se involucran factores psicológicos,
culturales y, sobre todo, los relacionados con la comunicación.

Revisa el siguiente video.

El mito de la Caverna

Realizar lectura “Estrategias generales y recomendaciones para el desarrollo de una cultura


preventiva y de autoprotección”

Por una cultura preventiva: consideraciones para su construcción

Como has visto en temas anteriores, estamos transitando, a través de la participación activa de la
sociedad, gobierno y los propios medios de comunicación, de una protección civil reactiva a una de
carácter preventiva, es decir, estamos cambiando la estrategia general para consolidar una cultura
más amplia de autoprotección mediante la concientización y educación de la población y el de
cada uno de los integrantes del Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC).

Si revisas la historia de los desastres en México, te podrás dar cuenta que la atención de las
emergencias ocasionadas por la presencia de un fenómeno de carácter natural o antropogénico ha
generado costos muy altos, y ha propiciado que las instituciones públicas y privadas actúen
desorganizadamente por la premura de los acontecimientos. Por ejemplo, el estado de Tabasco,
en el periodo 2007-2011, acumuló daños y pérdidas por más de 57 mil millones de pesos, es decir,
unos 4,738 millones de dólares a un tipo de cambio promedio en el periodo referido (CENAPRED,
2013).

En este sentido, en 1999, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, señaló lo siguiente:

Derivado de lo anterior, el SINAPROC se ha trazado la meta de transformar la forma de actuar en


materia de protección civil y prevención de desastres, dando un mayor peso a la etapa preventiva
sobre la reactiva. Este viraje implica una intervención directa en la forma de ser y hacer de la
sociedad para la detección y reducción de riesgos de manera individual para posteriormente formar
una colectividad informada y preparada ante situaciones de emergencia.

La Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres, EIRD (2001), plantea la misión de


“habilitar a las sociedades para resistir ante los peligros naturales y desastres tecnológicos y
ambientales relacionados con los mismos, con el propósito de reducir las pérdidas ambientales,
humanas, económicas y sociales” (p. 7). Esta postura puede considerarse el punto de partida para
la generación de esta nueva meta denominada cultura preventiva en la que se debe tener una
participación activa, consciente y decidida ante la reducción de riesgos.

Sin embargo, es importante aclarar que:

Los seres humanos no pueden reducir los desastres en el sentido de minimizar el número de
eventos o manifestaciones naturales, ya que estos son definidos por la propia naturaleza, pero si
se puede reducir la posibilidad de afectación.

Estas acciones deben entenderse como la suma de las medidas diseñadas para evitar o eliminar el
impacto de los peligros de origen natural, ambientales o tecnológicos que pueden relacionarse
entre sí.

Considerando lo anterior y retomando las palabras de Carmelo Angulo (1999), quien fue
coordinador del Sistema de Naciones Unidas en Nicaragua durante el huracán Mitch, señala lo
siguiente:

Prevención. Conjunto de acciones necesarios para mejorar nuestro conocimiento, preparación,


manejo mitigación y disminución de las consecuencias de procesos y eventos catastróficos
naturales y antropogenicos.
En resumen, es posible concluir que la clave principal para la reducción de desastres es la
prevención y que la cultura preventiva es el medio idóneo para lograr la sensibilización sobre su
importancia, asimismo, se deben incorporar las acciones preventivas a la propia cultura ciudadana
como parte de las actividades diarias y cotidianas, es decir, como una forma de ser y actuar.

En la siguiente imagen se puede apreciar que los fenómenos de origen natural son inevitables, se
han presentado y seguirán presentándose porque, justamente como su nombre lo indica, son
naturales. Asimismo, se ilustra que la preparación anticipada brindará tranquilidad a la familia, la
población y la comunidad, permitirá proteger sus bienes y entorno para reducir los daños y
afectaciones que la presencia de estos fenómenos pudiera ocasionar.

Probablemente ahora te estés preguntando: ¿cómo se construye la cultura de protección civil? A


continuación se describirán los aspectos básicos a considerar para fomentar la cultura de
prevención y autoprotección.

La construcción de una cultura preventiva

Es importante mencionar que para impulsar una cultura preventiva dentro de la sociedad es
necesario recordar que las estrategias y herramientas que se lleven a cabo incidirán en el
comportamiento humano, por lo que debemos tomar en cuenta lo siguiente:

1.- Las acciones de prevención no se pueden considerar como ocasionales ni parciales, deben ser
permanentes e integrales.

2.- Para su construcción se deben considerar aspectos físicos, sociales, económicos, jurídicos,
entre otros, del público objetivo al que estará dirigido.

3.-La cultura preventiva debe verse como esa acción colectiva, anticipada y sistemática que trata
de evitar o reducir los desastres y la vulnerabilidad de la población.

4.- Su principal herramienta es la conducta preventiva enfocada en atender las causas de los
desastres antes de que ocurran, éstas se encuentran en el comportamiento del ser humano y no
de la naturaleza.

5.- La cultura preventiva no se construye fácilmente y a corto plazo, implica el compromiso del
conjunto de autoridades, responsables de protección civil y de la sociedad.

6.- La cultura preventiva implica el cambio del comportamiento colectivo desde el nivel individual,
familiar, comunal y nacional.

7.- Requiere de la intervención en los conocimientos previamente adquiridos, de carácter formal o


informal, actitudes, prácticas, creencias, hábitos y valores.

Cabe señalar que muchos de los aspectos mencionados requieren de un rompimiento de


paradigmas muy arraigados que deben ser tratados con tacto, asistencia y colaboración de líderes
comunales que faciliten la familiarización de los temas.

Considerando la información anterior y de acuerdo con expertos y especialistas de la Oficina de las


Naciones Unidas para el Socorro de Desastres (UNDRO por sus siglas en inglés) y el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (citado en Beltrán, 2004), para lograr la reducción
de desastres o reducir el impacto de los fenómenos sobre la vida, bienes y entorno es necesario
considerar las siguientes acciones:

• Mitigación. Se refiere a las acciones preventivas antes del desastre, por ejemplo, la detección
oportuna de riesgos dentro y fuera del hogar: un librero no fijo a la pared, falta de mantenimiento a
las instalaciones de electricidad, postes de luz fuera de casa, etcétera.
• Preparación. Se entenderá como el conjunto de acciones precautorias que permitirán reducir el
impacto, anticipar el traslado de las comunidades y el resguardo de pertenencias a lugares donde
no se presente el peligro, por ejemplo, la práctica constante de simulacros, donde es posible
determinar tiempos y verificar la participación de cada integrante de la familia o comunidad.

• Alertamiento temprano y oportuno. Se refiere a la provisión oportuna de información que indique a


las autoridades federales, estales y municipales, así como a la población expuesta en general,
sobre la presencia de un peligro. Un buen ejemplo de este aspecto es el Sistema de Alerta
Temprana para Ciclones Tropicales (SAT-CT) que, a través de códigos de colores, difunde
medidas específicas de actuación antes, durante y después de un ciclón.

La comunicación y el desarrollo de una cultura preventiva

Retomemos lo último que has visto: para fomentar la cultura de autoprotección es necesario incidir
en las formas de ser y hacer en materia de protección civil a través de un cambio de dirección de
acciones reactivas a acciones preventivas. Para lograr este cambio en necesario contar con
estrategias que nos permitan intervenir adecuadamente en esta transformación y que la
comunicación sea uno de los elementos principales para que éstas funcionen como se desea.

Por ello es importante entender que el proceso comunicativo es inherente a la existencia humana
en grupo (sociedad) y a la propia configuración de la cultura, por lo que debe ser considerada la
amalgama de la interacción humana. En el siguiente diagrama se ilustra el proceso de la
comunicación humana y los elementos más significativos que lo rodean y que sin duda influyen en
la manera que se emite, se recibe y se comprende el mensaje.

De acuerdo con Beltrán (2004), la comunicación, en conjunto con la coerción y la persuasión,


permiten tocar las fibras sensibles de los miembros de una comunidad debido a que a través de la
coerción es posible establecer conductas y orientar el pensamiento con el fin de actuar de formas
determinadas. Por otra parte, la persuasión genera conductas a través de la inspiración, motivación
y la seducción para provocar acciones sin el uso de la manipulación.

La coerción es fácil de implementar y útil a corto plazo, ya que la imposición implica vigor,
provocando que las personas desistan del comportamiento inducido que se generó
involuntariamente, por ejemplo, cuando estabas pequeño seguramente te obligaban a comer
ciertos alimentos que no eran de tu agrado, pero que eran impuestos por alguien con cierta
autoridad y no podías negarte. Estos comportamientos obligados duran poco porque son
impuestos y no implementados a través de la educación, seguramente en este momento
difícilmente te obliguen a comer algo que no es de tu agrado.

La persuasión resulta más difícil y lenta al momento de la implementación, ya que la gente debe
adoptarla libremente y para ello es necesario romper diversas barreras. El comportamiento logrado
que resulta es duradero debido a que la gente se convence de ello y lo acepta con voluntad. Este
tipo de acciones son las que se llevan a cabo a través de la educación, involucramiento y práctica
consciente de qué se quiere hacer y, sobre todo, para qué se tiene que hacer. Un ejemplo de lo
anterior es el juego de la ruleta del conocimiento que se lleva a cabo durante las Jornadas
Regionales de Protección Civil, mediante la cual se involucra a los participantes para que logren
entender, comprender y adoptar las medidas que en un momento podrían ser de utilidad para
prevenir un desastre o saber qué hacer en caso de uno.

La comunicación tendrá entonces dos vertientes: informar y formar. La comunicación informativa se


enfoca principalmente a la provisión de datos, mientras que la comunicación formativa consiste
precisamente en la persuasión. De la comunicación formativa se desprende la comunicación
educativa, misma que se puede dar a través de medios formales y no formales, y es considerada
por Beltrán (2004) como “el instrumento primordial para poder fomentar en muchas personas las
actitudes y prácticas más funcionales para la reducción del riesgo” (p. 22).
Este tipo de comunicación permite un acercamiento a la gente en su propio entorno, se apoya en el
contacto humano, reiterativo y paciente que permite que la población objetivo se sienta cómoda y
genere cambios en su comportamiento

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