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LA ACTIVIDAD FILOSÓFICA

La filosofía no surge de la nada, sin ningún antecedente, sin ninguna


influencia intelectual. La filosofía entraña todo un proceso, cuyo estudio nos
permite reconstruir una confrontación de ideas, ya que consiste en un diálogo
ininterrumpido, sostenido por filósofos de diversas corrientes y tendencias a
través de las épocas. Esto significa que estudiar filosofía nos remite a la
historia, es decir, tiene un origen eminentemente histórico; de esta manera,
lo que llamamos filosofía implica un largo proceso histórico, gestado desde
los primitivos griegos hasta nuestras días.

“iniciarse en la filosofía -dic i Augusto Salazar Bondy- significa, por lo tanto,


entrar en el diálogo con los filósofos, aprender su lenguaje, recibir el Impacto
de sus inquietudes y ser promovido de este modo a un nuevo pensar."

Si pretendemos iniciarnos en la filosofía, no tenemos más remedio que


ingresar en su historia para reflexionar sobre lo que han pensado los grandes
filósofos acerca de un sinfín de problemas, comprender las teorías sobre la
realidad, el hombre y la vida y acaso más tarde ya con cierto dominio sobre
la actividad filosófica-, poder brindar nuestras propias ideas y puntos de vista.
Aprender filosofía no significa repetir las filosofías generadas a lo largo de la
historia, sino llegar, valiéndose de éstas, a una nueva manera de pensar. Esto
quería decir Manuel Kant, filósofo alemán dé la Ilustración, cuando afirmaba
que no se puede aprender filosofía sino a filosofar. Claro, éste sería un ideal
que nos propondríamos alcanzar ¡al ofrecerte este material de lectura y
meditación.

CONTEXTO SOCIAL, POLÍTICO Y CULTURAL


Todo pueblo posee una vocación especial que ha permitido imprimir su
singular aportación a la cultura universal. Así se habla de la inclinación que
mostraron los fenicios por ei comercio, la contribución de los romanos en el
campo de la jurisprudencia, la milenaria sabiduría de los sabios chinos y las
indiscutibles aportaciones dé los griegos en el campo de la filosofía.
La actividad filosófica parte de la tradición occidental y en especial de los
antiguos griegos. El origen de la filosofía se ubica en los primeros decenios
del siglo VI a.C., en una etapa preliminar conocida como “periodo
presocrático”, es decir, periodo formado por los filósofos que vivieron antes
de Sócrates (469-399 a.C.).

Si bien en otros pueblos antiguos —como China o India— podemos descubrir


concepciones sobre el mundo y el hombre semejantes a las que encontramos
en Grecia, en sentido estricto es en las colonias griegas de Asia Menor, y
más precisamente en Jonia, en donde aparecen por primera vez
manifestaciones bien definidas de un pensamiento que busca ¡Independizarse
de los motivos heredados del pasado religioso y propone una explicación de
la naturaleza y la vida sobre bases racionales.

Todas las explicaciones sobre la naturaleza, la vida y el hombre que se


fraguan de manera racional a partir de los griegos, constituyen la historia de
la filosofía; pero no es una historia caótica, desordenado arbitraria, como
cúmulos de ideas que se contradicen unas con otras, sino una historia que
trata de encontrar un sentido, un hilo conductor que nos permite articular las
teorías, lista forma de ver la historia de la filosofía fue propuesta por
Guillermo Federico Hegel (1770-1831), filósofo alemán del siglo XIX que
concebía justamente la historia de la filosofía no como una lista de ideas que
se contradicen unas a otras, sino como una serie de momentos esenciales
que permiten entender el progreso del pensamiento y de la vida.

Los filósofos llamados “posmodernos” ponen en tela de juicio o encuentran


sumamente discutible esta idea del progreso y el sentido de la historia, pero
no podremos comprender la filosofía si por lo menos no la relacionamos con
su contexto histórico. Esto significa que la filosofía representa la conciencia
de cada época, que no se comprendería plenamente sin la conexión entre un.
pensamiento y otro, sin; la acción de los múltiples factores políticos, sociales,
económicos, religiosos y geográficos que dan base a lo que se realiza en cada
momento. Así, como diría Hegel, los filósofos traducen en conceptos el
espíritu de la época quedes tocó en suerte vivir.
Asimismo, los grandes filósofos, sin deterioro de su genio creador, también
son hijos de su época en la medida en que se sitúan en un contexto histórico
y cultural determinado.;

Además, en toda filosofía influye un factor individual y psicológico, así como


un aspecto social e ideológico. Por ejemplo, la personalidad de Platón . es
importante para comprender su pensamiento filosófico, como también lo es
la influencia que en él ejerció Sócrates y, desde luego, las preocupaciones y
los problemas de la sociedad griega en la época que el filósofo ateniense
vivió.

De la misma manera que Platón, los demás ¡filósofos están inmersos en un


contexto histórico, social, político y cultural qué no podemos soslayar, pues
al hacerlo tendríamos una imagen abstracta' y! bastante incompleta de su ‘
pensamiento, se trataría de ideas descarnadas jo —como dice José Gaos—
"momias", a las que les falta el marco histórico que les dé vida y permita
comprenderlas como verdaderas ideas, hechas por hombres que, al igual que
nosotros, tuvieron preocupaciones, anhelos, dudas y problemas.

De este modo, para poner ejemplos de filósofos que vivieron en otras épocas,
no podríamos comprender a Kant sin situarlo en la época de la Ilustración con
todos los valores e ideales que se defendieron en esa época, o sin acudir a la
filosofía de David Hume, Leibniz o Rousseau. Asimismo, la obra de Bergson
—filósofo que vivió en el siglo XX—es, a la vez, el fruto de una mentalidad
poética, el reflejo de la crisis de la sociedad burguesa y la proyección filosófica
del evolucionismo científico del siglo XIX, todo ello integrado de un modo
singular en un cuerpo doctrinario lleno dé fuerza y originalidad.

La determinación de estas épocas es más o menos convencional; pero el paso


de una a otra etapa no es mecánico ni brusco, sino gradual o paulatino. A su
vez, es preciso señalarte que cada una de estas épocas se divide en periodos
y hasta en subperiodos.
A manera de ejemplo, veamos el caso de la filosofía antigua. Para autores
como Eduard Zeller y W. Windelband, la filosofía griega puede dividirse en
cuatro periodos:

 La filosofía presocrátíca. Abarca desde el comienzo del siglo VI


hasta la mitad del siglo V a.C. Él mayor interés durante esta etapa se
centra en el mundo que rodea al hombre, el cosmos (de ahí que
también se le llame etapa cosmológica). Eli máximo interés de esta
filosofía es la búsqueda del primer principio (arje) de todas las cosas.

 La filosofía socrática. Se desarrolla en el siglo IV a.C. Se inicia con


Sócrates, filósofo que le dio mayor importancia al tema del hombre y
a la conducta humana; se extiende con las. filosofías sistemáticas de
Platón y Aristóteles, quienes loaran conjuntar o armonizar los
problemas cosmológicos y antropológicos.

 La filosofía helenística. Formada por las corrientes que surgen


después de la muerte de Aristóteles (322 a.C.). Durante esta época
surgen filosofías como el epicureismo, escepticismo y estoicismo, que
expresan un cambio provocjado por las condiciones generales,
causadas por la destrucción de la polis griega y la mezcla de pueblos
que trajo consigo el imperio de Alejandro el Grande.

 La filosofía del Imperio romano. Ésta no es fundamentalmente


diferente de la filosofía helénica, pues aún subsisten el escepticismo,
el epicureísmo, el estoicismo y la escuela cínica, e incluso la Sita y el
escepticismo reciben nuevos impulsos; sin embargo, influyen
elementos místicos de procedencia oriental que conducen finalmente,
al neoplatonismo y a la extinciónl de la filosofía griega.

CONTEXTO HISTÓRICO EN LOS INICIOS DE LA FILOSOFÍA

La filosofía nació en Grecia, hacia el siglo VI a.C., cuando los primeros


filósofos rompieron con las tradiciones míticas y religiosas imperantes en ese
momento; es importante conocer el contexto histórico que privaba por
entonces, a fin de entender con mayor claridad los remotos orígenes de la
actividad filosófica.

La Hélade —cuna de la filosofía— es un país montañoso, circundado por el


mar. La extensión de las cuencas de sus ríos es reducida y relativamente
infértil su suelo. Los contrafuentes de la montaña, como si fueran muros de
una plaza resistente, impidieron con frecuencia las invasiones o conquistas
en estas milenarias tierras, lo que, sin duda, contribuyó a su independencia
y autonomía.

La indigencia por la que atravesó esta región, lejos de ser un obstáculo,


favoreció su desarrollo en múltiples aspectos; por ejemplo, fomentó el
progreso cultural porque impulsó el empleo de todas las fuerzas y talentos;
sirvió de protección adicional contra las conquistas, puesto; que el país
relativamente pobre debía parecer una presa poco codiciada y estimuló de
manera decisiva el comercio, el tráfico marítimo, la emigración y la fundación
de varias colonias.

Este último aspecto es de suma importancia, ya que permitió una apertura


hacia toda clase de ideas y costumbres que enriquecieron notablemente la
cultura griega. Dicha apertura, sin duda, favoreció lk libre circulación de ideas
y las continuas emigraciones. Como mercenarios y negociantes, como
marinos en busca de aventuras, como colonos siempre listos para el cómbate,
los helenos o griegos entablaron desde temprano relaciones múltiples y
estrechas con pueblos extranjeros.

Las colonias fundadas en la región influyeron de modo decisivo en la vida


espiritual de la Grecia antigua. Éstas surgieron durante diversos regímenes
políticos, ya fuera en cruentas dictaduras o en francas democracias.

El espíritu de los emigrantes —como bien observa Gomperz— se sobreponía


fácilmente a las barreras de los estatutos locales; a la sorda superstición de
la tribu y a la estrechez nacionalista. El contacto con culturas foráneas,
aunque no estuvieron altamente desarrolladas, tenía que ampliar
considerablemente el horizonte intelectual. !
Como navegantes intrépidos, los griegos antiguos trabaron contacto con
pueblos adelantados y aun con otros pueblos a los que, por ser
completamente distintos al suyo, acabaron por calificar de “bárbaros”. La
proximidad de pueblos muy aventajados y políticamente unidos, impulsó al
máximo su vida cultural y a la vez trajo consigo los más graves peligros para
su independencia política.

Por otro lado, las incursiones en lejanas tierras ampliaron enormemente los
horizontes geográficos y culturales de los griegos. Poco después del año 800
a.C. se va colonizando la costa oriental del mar Negro desde Mileto (Sinope
fue fundada en 785 y, una generación después, Trebisonda); pasada la mitad
del siglo se establecen desde Eubea y Corinto las primeras colonias griegas
en Sicilia (Siracusa en 734). Antes de que terminara el siglo la progresista
Mileto se apoya con pie firme en jas desembocaduras del Nilo.

Esa singular ampliación de los horizontes geográficos permitió él rápido,


aumento de la población en la metrópoli y en las colonias más antiguas;
asimismo, posibilitó un incremento sustancial de las actividades comerciales
e industriales, e hizo posibles notables progresos en el arte de la construcción
naval y en las ramas afines de la técnica

A medida que se aceleraban los progresos marítimos, comerciales,


industriales, etc., la Grecia ^antigua transitó hada un espíritu más autónomo
e individualista, que sin duda favoreció el surgimiento de la reflexión
filosófica; así, el canto épico que durante siglos se oyó acompañado de la lira
en las señoriales mansiones Jónicas, enmudeció paulatinamente, mientras se
creaban nuevas forma de poesía. De esta manera se inició la era de la poesía
subjetiva, que aumentó la actividad propia y la confianza individual de la
gente. Esta nueva poesía se dirigió a los ciudadanos, amonestando y retando,
criticando y aconsejando, desahogando en oración vivida sus esperanzas y
sus desilusiones, su alegría y su tristeza, su; encono y su mofa.

De esta forma, se perfila sobre el fondo de la gran multitud uniforme un


número creciente de personalidades seguras de sí mismas y conscientes de
su capacidad de crítica y de pensamiento, esto, indudablemente, favoreció el
surgimiento de la actividad filosófica.

A lo anterior habría (que añadir otro hecho relevante: mientras en otros


pueblos antiguos de gran avance cultural existía una casta sacerdotal
encargada de detectar y salvaguardar las tradiciones, en la antigua Grecia la
ausencia de dicha casta coadyuvó al desarrollo de la filosofía, pues la ciencia
en manos de una clase sacerdotal organizada termina por convertirse en un
saber cerrado, misterioso, dogmático y, por ende, poco favorable al progreso
espiritual, como el que permitió crear e impulsar la filosofía a los propios
griegos. De esta manera, libre de todo impedimento y apoyándose en el
trabajó preliminar de egipcios y babi- ' Ionios, el genio griego se atrevió a
emprender un vuelo que debía llevarlo a las más altas cimas de la
especulación.

La cuna de la cultura espiritual griega fue la costa occidental del Asia Menor,
sobre todo en medio de la franja costera que se entiende del norte al sur y
las islas adyacentes. Específicamente fue en Jonia, en la isla de Mileto, donde
se inició la actividad filosófica. El origen de los joniós se pierde en la noche
de los tiempos. La población de mayor antigüedad en la Grecia metropolitana
fue homogénea a la Jonia. Los aqueos pertenecieron a una segunda capa que
se sobreponía a la Jonia, como luego la Doria cubriría a la aquea. Desde tierra
firme y precediendo todavía a la invasión de los aqueós, las agrupaciones de
la tribu Jonia se habían extendido hacia el este por las islas para llegar a la
nueva patria asiática.

Con la actividad de los filósofos llamados “iriilesios” (Tales, Anaximandro y


Anaxímenes), en Mileto nació la inquietud por saber cuál era el origen de
universo, con independencia de las explicaciones que ofrecían la religión y los
viejos relatos mitológicos.

¿Por qué precisamente los griegos y no otros pueblos, como los orientales,
fueron capaces de crear y comenzar la filosofía? Según Eduard Zeller,
profundo estudioso de la filosofía griega, ni todo pueblo ni cada comunidad
civilizada ha tenido filosofía. Muchos pueblos poseen santos, profetas y
reformadores religiosos, mas sólo muy pocos han producido filósofos.

La creación de la actividad filosófica —entendida en forma estricta— se debe


a los griegos; esta actividad ha sido decisiva en el desarrollo total de la cultura
occidental e incluso los pueblos latinoamericanos la han heredado,
utilizándola para resolver sus innumerables y peculiares problemas
filosóficos. Sin duda, los chinos y los hindúes tienen una gran cultura, pero
su “visión filosófica” está mezclada con la religión y el misticismo.

Los griegos observaron el mundo circundante, tuvieron un vigoroso sentido


de la realidad y un gran poder de abstracción', que les permitió deslindar las
ideas religiosas de las propiamente científicas y filosóficas. Fueron ellos —
dice Eduard Zeller— los primeros en hallar el camino de los difíciles procesos
del pensamiento.

IMPORTANCIA DE; LA FILOSOFÍA GRIEGA


La cultura occidental, de la cual la nuestra es parte, le debe mucho al pueblo
griego. La hazaña inicial del pensamiento griego fue haberse desprendido del
pavor ante las supuestas manifestaciones de lo divino y del terror ancestral
ante los fenómenos físicos, para racionalizar estas reacciones, consagrarse a
entender al hombre y explicar el mundo desde la inteligencia.

En efecto, la inteligencia de las cosas llevó a los griegos a organizar el


conocimiento en disciplinas y formular nociones que son aun la esencia de
nuestro pensamiento.

Los griegos fundaron los caminos de la matemática, geometría, astronomía,


cosmología, geografía, biología, medicina; nada escapó a su mirada. De ellos
proviene también los postulados básicos del pensamiento filosófico y político,
asi como las dos grandes vertientes de la filosofía: el idealismo y el
materialismo.
Cuando es necesario nombrar una nueva ciencia o disciplina, todavía
recurrimos a términos griegos. Y para que la suya —la de los griegos— sea
una imagen completa ¡del hombre aun lo irracional tiene cabida en sus
concepciones y creaciones, recuérdese, por ejemplo, el culto a Dionisios.

Como lo explicó Aristóteles en la antigüedad, la filosofía y la ciencia surgen


por la capacidad de asombro. Desde tiempos remotos, el hombre se ha
asombrado y extrañado infinitamente ante ciertos fenómenos como la
sublime inmensidad del cielo estrellado y el espectáculo majestuoso que
ofrece el mundo terrestre. El hombre se ha desesperado al ver que todas las
cosas son fugaces, nacen, crecen, se desarrollan y en el tiempo se sumergen;
debe haber, sin embargo, una realidad absoluta, un sustrato profundo qüe
no dependa de la ley del tiempo sino que gobierne y presida el devenir y la
temporalidad misma.

Para introducirnos en la actividad filosófica, es necesario comprender la


historia de dicha actividad, dónele surgió y cómo se desarrolló.
Ello nos ha llevado a estudiar el pensamiento de los antiguos griegos, al
menos en sus orígenes. Esta actividad filosófica tiene sus fuentes en las obras
originales, clásicas de la filosofía. Las fuentes pueden ser directas o
indirectas; directas son los famosos Fragmentos que se conocen de los
presocráticos y los cuales han sido organizados y numerados por los
especialistas en la materia; los Diálogos, de Platón, escritos por este gran
filósofo griego con el propósito de rescatar el pensamiento de su maestro
Sócrates —quien al parecer no dejó, ningún escrito— y más tarde desarrollar
sus propias ideas metafísicas; las obras de Aristóteles, que casi cubren todo
el saber que en su época podía recopilarse a través de la metafísica, la física,
la ética, la biología, la política, la lógica, que fue una genuina creación de su
genio. También podemos acudir a un sin número de obras para tener un
conocimiento más fidedigno y certero tanto de los grandes filósofos dé la
antigüedad como de los modernos y contemporáneos.

Las fuentes indirectas también son importantes y necesarias en el estudio de


la filosofía. Se trata de estudios, trabajos monográficos o investigaciones
serios y sistemáticos, donde se analiza e, incluso, se interpreta, el
pensamiento o la época de algún filósofo. Un ejemplo de fuentes indirectas
son las obras de Werner Jaegcr, Eduard Zeller, Theodor Gomperz, John
Burnet, Rodolfo Mondolfo, Alfonso Reyes y W. K. E. Guthrie, en las cuales se
estudia el pensamiento de los antiguos filósofos griegos.

Los que de verdad desean comprender el mundo de la filosofía necesitan leer


y analizar muchas fuentes, ya sea directas o indirectas, del pensamiento
filosófico. (Sería ideal realizar esta actividad en su lengua original.) Sin duda,
tu profesor o profesora te recomendarán leer algún diálogo de Platón, como
la Apología, el Banquete o la República. Asómate a estas obras y verás lo
mucho que aprenderás.

LA NECESIDAD HUMANA DE HACER FILOSOFÍA


Según Aristóteles, el hombre es el único ser que necesita saber, pues los
dioses lo saben todo, no existe ningún misterio para ellos, y son omniscientes,
mientras que el animal tampoco requiere la sabiduría porque carece de
racionalidad* y sólo le interesa satisfacer sus necesidades e distintas, comer
y reproducirse, por ejemplo. En cambio, el hombre —como dice el filósofo
español José Ortega y Gasset— es el único ser al cual le duele la ignorancia.
Todos nosotros hemos filosofado en una b varias ocasiones, aunque no de
una manera rigurosa y sistemática como los filósofos profesionales, y hemos
dado respuestas provisionales e ingenuas a-nuestras dudas, angustias y
temores. Por ejemplo, ante la muerte de un amigo o de otro ser querido, es
posible que nos surjan inquietudes: ¿Qué significa la muerte?, ¿qué sentido
tiene la vida?, ¿qué destino nos aguarda?, ¿qué es la ¡amistad o el amor?,
¿cuál es el valor de la existencia?, etcétera.

Parecer ser, entonces, que no nos conformamos con simplemente vivir y


dejar que el tiempo nos consuma como si fuéramos piedras o vegetales, sino
que nos rebelamos como lo hacía Miguel de Upamuno contra la muerte, al re-
clamar la inmortalidad en su obra Del sentimiento trágico de la vida. Es decir,
nuestra naturaleza racional nos empuja a cuestionar las cosas, a buscar
explicaciones o justificaciones a nuestros valores y creencias sobre el mundo
y nuestra propia existencia. Precisamente, a la búsqueda de razones se
encamina la filosofía. Y a veces es tan fuerte y profunda la necesidad de
encontrar razones, que en buscarlas se nos va la vida, como a Sócrsjtes,
quien esperó pacientemente la muerte con tal de no renunciar a la necesidad
de hacer filosofía; esta necesidad surgía desde lo más profundo de su ser y
se revelaba como el llamado de un dios, la propia voz de su conciencia.

De acuerdo con Pitágoras, la filosofía se entendía en sus primeros tiempos


como un afán de saber, como un amor a la sabiduría (philos, amor o amistad;
sophia, sabiduría).

Aristóteles, el más sistemático de los grandes filósofos griegos, veía en la


filosofía un quehacer necesario e inherente a la naturaleza humana. Todos
los hombres, decía, tienen necesidad de conocer; sólo el sabio alcanza la
verdadera felicidad o endemonia, en la medida en qué desarrolla lo más
propio de sí: la racionalidad. Asimismo, Aristóteles explicaba los orígenes de
la actividad filosófica a partir de una actitud vital y tan humana como es la
capacidad de asombrarse ante los misterios del mundo; así, los hombres
comenzaron a filosofar en la medida en que se admiraron de las cosas que
no alcanzaban a comprender; primero trataron de explicar las «tosas más
cercanas y después

avanzaron hacia las más lejanas y complejas, como el brillo de los astros o el
movimiento de los planetas. La capacidad de asombro, la perpetua búsqueda
del saber y la necesidad de ericontrar una base, firme a nuestras creencias
no cesan sino con Ja muerte.

En Grecia, cuna de la filosofía, el saber filosófico alcanzó alturas


insospechadas, creando un modelo de pensamiento que marcó los derroteros
de la cultura occidental. Sin embargo, otros pueblos con distintas necesidades
también vieron el mundo y resolvieron sus problemáticas a su manera, y en
términos generales, construyeron su propia versión del mundo y de la vida;
esto es, su “filosofía”.

No pocas veces se piensa que la filosofía es inútil, sobre todo cuando se


intenta equipararla con otras actividades cotidianas cuya utilidad y eficacia
inmediatas son obvias, contundentes y visibles, como la técnica, el comercio
o la' política, que nos proporcionan comodidades, bienes materiales y poder
social. Los mismos filósofos han contribuido a fomentar el carácter
supuestamente “inútil” de la filosofía al decir que en ello, paradójicamente,
estriba su grandeza. La filosofía, afirma Sciacia, es una ciencia inútil: no sirve
para nada extraño o extrínseco a la búsqueda de la verdad misma, y por sí
misma. Quienes dicen en son de gracia que la filosofía es “inútil”, no se
percatan de que le están cantando el más bello elogio

Este tipo de opiniones es en parte verdadero, si pretendemos valorar la


filosofía a través de criterios procaces y pragmáticos; esto es, si le buscamos
una utilidad inmediata como si fuera un artículo de consumo. No, la filosofía
reviste otra clase de utilidad y de necesidad que ha sido evidenciada por la
historia. Así, por inútil que nos parezca, la filosofía constituye una poderosa
fuerza histórica, como dice Bochenski. En efecto, a través de su historia, la
filosofía ha sido un arma poderosa y terrible para demoler prejuicios y falsas
concepciones, despejar de ellos el camino y ayudar a construir nuevas
alternativas y mejores mundos.

Los filósofos, por más inofensivos que parezcan, pueden desviar los cauces
de la historia con sus audaces teorías. El mismo Bochenski propone el ejemplo
de Hegel, un filósofo en apariencia muy complicado y oscuro, cuyo
pensamiento (cumbre del idealismo alemán y exponente de un racionalismo
absoluto) ha repercutido en parias doctrinas incluso dispares entre sí, como
el fascismo, el nacionalismo y él comunismo, que han convulsionado al mundo
con sus luchas y consignas,

ESTÍMULOS DEL FILOSOFAR


Hemos tratado de ofrecerte algunas ¡ideas que te permitan comprender la
necesidad humana de filosofar y así hemos encontrado que la filosofía, lejos
de ser extraña al hombre o un mero adorno para su vida, forma parte
entrañable de ésta. ¿Qué interés lleva al hombre a cultivar la filosofía? ¿Qué
lo estimula a efectuar su actividad filosófica? ¿Qué ventajas encuentra al
hacer filosofía? Muchas respuestas pueden darse a estas preguntas, desde
las que consideran que la actividad filosófica nos ayudará a salvar el alma,
como pensaban los filósofos cristianos, hasta los que contemplan que la
práctica filosófica contribuirá a transformar la realidad y a liberarnos de toda
clase de injusticias y desigualdades sociales.
Para filosofar se necesitan estímulos objetivos y estímulos subjetivos.
Los estímulos objetivos. Sobrepasan los intereses meramente personales y
vivenciales, para ubicarse en una necesidad histórica y secular; así, en todos
los tiempos los filósofos han aspirado a lograr la verdad universal, la verdad
subespecie aeterni, o a resolver un problema crucial y muy importante. Por
ejemplo, el estímulo de los filósofos presocráticos fue tratar de resolver el
problema de las apariencias y del cambio, que recibió muchas respuestas y
ocupó la atención de los filósofos griegos posteriores. Sócrates intentó
resolver este problema con su filosofía de los conceptos; había que buscar la
esencia de la virtud, la belleza o la verdad desde el fondo del alma, para
alcanzar definiciones de validez universal por medio de su método mayéutico.
Por su parte, Platón concibió el mundo de las ideas como un ámbito eterno,
inespacial e intemporal donde moraban los verdaderos conocimientos, no
contaminados por las contingencias del mundo fenoménico, temporal y
corruptible.; Más tarde, Aristóteles criticó la teoría de las ideas en aras de
resolver! el problema del conocimiento verdadero ante la contingencia y los
continuos cambios de las cosas. De esta manera, los filósofos se han afanado
por solucionar problemas teóricos y prácticos que consideran qué rebasan sus
intereses personales y redundarán en beneficio de toda la humanidad; por
ello Platón postuló su proyecto de sociedad bajo su idea medular de justicia
y más tarde, en la época moderna, Juan Jacobo ¡Rousseau estableció los
principios de una sociedad democrática y liberal.

Los estímulos subjetivos. Anclan en el yo del sujeto filosofante, el que en


pleno ejercicio dé la filosofía enriquece su espíritu desarrollando —como dice
Bertrand Russell— su imaginación y disminuyendo “Inseguridad dogmática
que. cierra el espíritu a la investigación”. El valor de la filosofía —considera
el gran filósofo británico—- debe ser buscado en su real incertidumbre, la cual
nos estimula a investigar y adentrarnos en su problemática. El hombre que
no tiene ningún interés por la filosofía es prisionero de los prejuicios que se
derivan del sentido común, de las creencias habituales propias de su tiempo1.
Para este tipo de hombre el mundo tiende a hacerse preciso, cerrado, obvio,
chato, en su vida gris y rutinaria no hay cabida para el asombro ni para el
cuestionamiento de las cosas que lo rodean,, pues todo le parece ya
“resuelto” y explicado en forma suficiente por el sentido común.

Contrariamente a esta actitud, la filosofía nos abre caminos a un nuevo


mundo lleno de sorpresas y continuos asombros, y, “aunque incapaz de
decirnos con certeza cuál es la; verdadera respuesta a las dudas que suscita,
es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros
pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre”.

Los estímulos subjetivos de filosofar se esclarecen un poco más cuando


recordamos que la filosofía no es sólo teoría o especulación sobre el mundo
sino, además, una forma de vida. La vida, cómo dice Federico Nietzsche,
consiste en transformar constantemente en luz y en llama todo cuanto somos
y también cuanto hallamos. La filosofía puede cumplir la ¡función de luz y
llama mágica que nos ilumine, permitiéndonos vislumbrar la vida buena y
feliz, como cuando los: antiguos sabios estoicos,, cínicos o epicúreos
reflexionaban sobre = cuál podría ser la vida más adecuada conforme ja los
más. altos valores humanos. Sin duda, Séneca encontró en la filosofía (tan
maestra, de la vida que le. indicó el camino de la virtud, lo mismo que Ciicerón
cuando exclamaba que la filosofía era enemiga de todos los vicios y Severino
Boecio, quien al borde de la muerte y confinado en una oscura prisión, pudo
ser consolado por la filosofía, le dio alas a su acongojado espíritu para
disiparlo de toda inquietud.

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