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INTRODUCCION

Desde el nacimiento y hasta la madurez, la fisiología de los órganos y sistemas de


nuestro organismo va cambiando. Por tanto, a la hora de estudiar la farmacología
del tratamiento de las distintas enfermedades que afectan al niño y adolescente
(Módulo 2 de este curso), es fundamental tener en cuenta que «el niño no es un
adulto en pequeño». De esta forma, en primer lugar hablaremos de la fisiología del
crecimiento y desarrollo, para posteriormente abordar la fisiología infantil.

1 A 3 AÑOS

En primer lugar, diferenciaremos los términos crecimiento y desarrollo. A través del


crecimiento el niño aumenta su masa corporal por tres procesos: aumento del
número de células, aumento del tamaño de estas y por el enriquecimiento del
contenido del espacio extracelular. Sin embargo, gracias al desarrollo todas esas
células adquieren un nivel de organización superior, que dota a los órganos de
mayor funcionalidad. Por tanto, el crecimiento es cuantitativo y como tal se mide,
mientras que el desarrollo es algo cualitativo y, además, ambos procesos no tienen
por qué ser paralelos.

En contraste con la triplicación del peso de nacimiento que ocurre en los primeros
12 meses, transcurre otro año antes que se cuadruplique el peso de nacimiento. Así
mismo, la longitud desde nacimiento aumenta en 50% durante el primer año, pero
no se duplica sino hasta los cuatro años de edad, aproximadamente.

En este periodo el peso medio pasa de 9,5 a 14 kilos (es decir, un aumento del
50% prácticamente) y la talla media, de 74 a 96 centímetros.

No obstante, algunos pequeños parecen mantenerse en un "patrón latente" durante


varios meses, después de los cuales muestran un desarrollo rápido en la estatura y
el peso. Conviene tener en cuenta que estos patrones por lo general son paralelos a
cambios similares en el apetito y el consumo de alimentos. Para los padres y
madres que no conocen estas tendencias (e incluso para algunos que sí las
conocen), los periodos de crecimiento lento y de apetito deficiente generan
ansiedad, lo cual puede conducir a conflictos a la hora de las comidas.

Las proporciones del cuerpo en los niños pequeños cambian de manera importante.
A medida que aumenta la actividad física, las piernas se enderezan en tanto que los
músculos abdominales y de la espalda se ajustan para dar apoyo al niño ahora
erguido. Estos cambios son graduales y sutiles, y se presencian durante un periodo
de varios años.

La composición corporal de estos niños se mantiene relativamente constante. La


grasa disminuye de manera gradual durante los tres primeros años de vida.

4 A 11 AÑOS

En contraste con la triplicación del peso de nacimiento que ocurre en los primeros
12 meses, transcurre otro año antes que se cuadruplique el peso de nacimiento. Así
mismo, la longitud desde nacimiento aumenta en 50% durante el primer año, pero
no se duplica sino hasta los cuatro años de edad, aproximadamente.

En este periodo el peso medio pasa de 9,5 a 14 kilos (es decir, un aumento del
50% prácticamente) y la talla media, de 74 a 96 centímetros.

No obstante, algunos pequeños parecen mantenerse en un "patrón latente" durante


varios meses, después de los cuales muestran un desarrollo rápido en la estatura y
el peso. Conviene tener en cuenta que estos patrones por lo general son paralelos a
cambios similares en el apetito y el consumo de alimentos. Para los padres y
madres que no conocen estas tendencias (e incluso para algunos que sí las
conocen), los periodos de crecimiento lento y de apetito deficiente generan
ansiedad, lo cual puede conducir a conflictos a la hora de las comidas.

Las proporciones del cuerpo en los niños pequeños cambian de manera importante.
A medida que aumenta la actividad física, las piernas se enderezan en tanto que los
músculos abdominales y de la espalda se ajustan para dar apoyo al niño ahora
erguido. Estos cambios son graduales y sutiles, y se presencian durante un periodo
de varios años.

La composición corporal de estos niños se mantiene relativamente constante. La


grasa disminuye de manera gradual durante los tres primeros años de vida.

Incremento del peso y de la talla:

• A partir de los cuatro años de edad, el ritmo de crecimiento hasta el inicio de la


adolescencia es de unos 2,5 a 3,5 kg por año.

• En cuanto a la talla, ésta aumenta a razón de unos 5-8 cm por año hasta el inicio
de la pubertad. Sin embargo, no todos los niños y niñas crecen a este ritmo, se
deben tener en cuenta los condicionantes genéticos (la etnia, la talla de los
familiares tanto por parte de madre como del padre), el estado de salud y por
supuesto, los hábitos de alimentación.

ADOLESCENCIA

La adolescencia comienza alrededor de los 12 años en las chicas y los 14 años en


los chicos, y se caracteriza por el crecimiento acelerado en longitud (talla) y masa
corporal (peso) Todos los cambios morfológicos y funcionales que tienen lugar
durante la adolescencia están regulados por unos mecanismos en cuyo centro se
encuentra el sistema nervioso y el endocrino (mediado por hormonas) No se conoce
aún la totalidad de las señales que ponen en marcha estas transformaciones, pero
el hecho más destacado es el incremento de la síntesis o producción y secreción de
hormonas sexuales (testosterona en los varones y estrógenos y progesterona en
las mujeres) cuyos efectos se traducen en:

DESARROLLO PUBERAL

El desarrollo puberal se caracteriza por una fase de aceleración del crecimiento


durante el primer año y medio, seguida de una fase de desaceleración durante los
tres años siguientes, así como por la maduración sexual y el desarrollo de los
caracteres sexuales secundarios (clasificado en 5 estadios según el test de Tanner).
Las niñas alcanzan la pubertad unos 2 años antes que los niños y el promedio de su
pico máximo de crecimiento es de unos 8,5 cm/año, frente a 9,5 cm/año que
alcanzan los niños.

La adolescencia es una etapa de la vida marcada por importantes cambios


emocionales, sociales y fisiológicos (estirón puberal, maduración sexual…) Sobre
estos últimos, la alimentación cobra una especial importancia debido a que los
requerimientos nutritivos, para hacer frente a dichos cambios, son muy elevados y
es necesario asegurar un adecuado aporte de energía y nutrientes. Además, es
importante evitar posibles déficits nutritivos que puedan ocasionar trastornos de
salud.

ADULTO 18 A 40 AÑOS
La juventud constituye un periodo de transición entre la adolescencia y la edad
madura. Ser estudiante o trabajar, ser independiente o permanecer en la vivienda
familiar configura un estilo de vida peculiar que influye directamente sobre los
hábitos alimentarios

Nos encontramos en una etapa de la vida en la que ya no existen las elevadas


demandas energéticas y nutritivas que caracterizan a otros periodos, tales como la
infancia o la adolescencia. Estas necesidades son sensiblemente menores en
relación con el peso corporal, y dependen, entre otros factores, de: edad, sexo,
complexión (fuerte, mediana, delgada) y grado de actividad física.

Masa ósea: en el inicio de la pubertad y hasta el final de la adolescencia es cuando


se produce el crecimiento más rápido de la masa ósea. Desde ese momento y hasta
los 30 años aproximadamente se produce la consolidación del hueso. El aporte
adecuado de calcio a través de la alimentación, va a suponer un factor importante
como prevención de la osteoporosis a lo largo de la vida.

EMBARAZO

La investigación en materia de dietética y nutrición ha demostrado la considerable


influencia positiva que tiene una alimentación equilibrada sobre el curso del
embarazo. Concretamente, el estado nutricional y los hábitos alimentarios de la
futura madre son factores directamente relacionados su salud y la de su hijo. Se
trata, por lo tanto, de un período muy adecuado para revisar los hábitos de vida.

La gestación es un periodo en el que se incrementan notablemente las necesidades


nutritivas. Este incremento se debe por un lado a las demandas requeridas para el
crecimiento y desarrollo del feto, y por otro para la formación de nuevas
estructuras maternas necesarias para la gestación (placenta, útero, glándulas
mamarias, sangre), así como para la constitución de depósitos de energía, que
aseguren las demandas calóricas que van a presentarse durante la lactación. Esta
nueva etapa de la vida de muchas mujeres implica unos cambios fisiológicos en su
organismo, que explican en parte los cambios en el estado físico y anímico.

Entre los cambios físicos, encontramos retiro de la menstruación, ganancia de peso,


aumento del tamaño de los senos y del útero (que debe alojar al feto, la placenta y
el líquido amniótico), mareos, fatiga, somnolencia, aumento en la frecuencia de las
micciones; y entre los cambios psicológicos es muy frecuente sobre todo en el
primer embarazo estados depresivos (llanto fácil) e irascibilidad.

Todos estos cambios son consecuencia de la acción de las hormonas aumentadas


durante el embarazo. Se segregan cantidades importantes de estrógeno,
progesterona, lactógeno placentario humano o gonadotropina coriónica, entre otras

• Ganancia de peso. Es aconsejable que la mujer tenga un peso adecuado antes del
embarazo, puesto que durante la gestación es normal que engorde de 9 a 12 Kg:
1,5 a 1,8 Kg durante el primer trimestre; unos 3,5 Kg suplementarios en el
segundo y el resto en el tercero (0,4 Kg/semana). Ese incremento de peso se debe
a: crecimiento del feto (3 - 3,5 kg), placenta (0,7 kg), líquido amniótico (0,9 kg),
aumento del útero (0,9 kg), aumento de las mamas (0,7 kg), aumento del volumen
de sangre (1,8 kg), tejido adiposo o grasa mater na (3,5 kg), aproximadamente. En
las primeras semanas, a veces incluso se adelgaza un poco (1-2- kilos) como
consecuencia de los problemas digestivos, nauseas y vómitos que se presentan. No
debe ser motivo de preocupación ya que dicha pérdida se recupera en las
siguientes semanas.

• Adaptaciones del metabolismo. El organismo de la mujer gestante desarrolla un


mecanismo compensador orientando al aumento del peso inicial hacia la reserva de
grasa que la mujer podrá utilizar cuando aumenta la demanda energética del feto a
medida que avanza el embarazo. Ello es posible porque al principio del embarazo se
reduce el metabolismo basal (energía que consume el organismo en situaciones de
reposo, con el fin de llevar a cabo las funciones vitales: bombeo de sangre,
funcionamiento de los distintos órganos, mantenimiento de la temperatura
corporal…).

El sistema cardiovascular también ve alterada su función durante el embarazo, ya


que aumenta la frecuencia y el gasto cardíacos y disminuye la tensión arterial,
especialmente durante los primeros dos trimestres. Luego se normaliza en el tercer
trimestre.

Los cambios en el metabolismo del calcio facilitan la movilización de éste para la


formación del esqueleto fetal. Por acción de ciertas hormonas, se absorbe más
cantidad de calcio en el tracto gastrointestinal y disminuye su eliminación.

• Aumenta el volumen de sangre.

• Disminuye la motilidad (movilidad) gastrointestinal. Los problemas


gastrointestinales aparecen casi al comienzo de la gestación y se deben en gran
parte al incremento de las cifras de la hormona progesterona.

VEJEZ 60 Y MAS

Se acepta el criterio de considerar que una persona se encuentra en la tercera edad


a partir de los 65 años, aunque esta apreciación nunca es exacta, pues ocurre que
el envejecimiento es un proceso progresivo que no todas las personas sufren con la
misma intensidad. Actualmente se utiliza el término de “muy ancianos” para los que
tienen más de 80 años y así diferenciarlos de los más jóvenes, dada la longevidad
creciente que en general se observa en la población.

Existen claras diferencias entre la forma y estructura corporal de un organismo


joven y de un anciano. Estos cambios se producen con el paso de los años y a un
ritmo muy diferente según las personas –influyen tanto los factores genéticos como
los ambientales o del entorno en que vivimos-. Por este motivo, cuando los
mencionamos, no podemos referirnos concretamente a ninguna edad determinada,
ya que todos estos cambios y limitaciones fisiológicas a unas personas les llegan
antes que a otras.

Se acepta el criterio de considerar que una persona se encuentra en la tercera edad


a partir de los 65 años, aunque esta apreciación nunca es exacta, pues ocurre que
el envejecimiento es un proceso progresivo que no todas las personas sufren con la
misma intensidad. Actualmente se utiliza el término de “muy ancianos” para los que
tienen más de 80 años y así diferenciarlos de los más jóvenes, dada la longevidad
creciente que en general se observa en la población.

Existen claras diferencias entre la forma y estructura corporal de un organismo


joven y de un anciano. Estos cambios se producen con el paso de los años y a un
ritmo muy diferente según las personas –influyen tanto los factores genéticos como
los ambientales o del entorno en que vivimos-. Por este motivo, cuando los
mencionamos, no podemos referirnos concretamente a ninguna edad determinada,
ya que todos estos cambios y limitaciones fisiológicas a unas personas les llegan
antes que a otras.

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