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La Tradición Apostólica, documento de principios del s. III, atribuido a San Hipólito nos deja este
testimonio:
Si alguien ofrece óleo que (el obispo) dé gracias lo mismo que para
la oblación del pan y del vino, que se exprese, no en los mismos
términos, sino en el mismo sentido, diciendo: Al igual que
santificando este óleo das, oh Dios, la santidad a los que son
ungidos con él y lo reciben (este óleo), con el que ungiste a reyes,
sacerdotes y profetas, que dé también fortaleza a cuantos lo
prueben y salud a cuantos lo usen.
No se trata de una bendición específica, sino que se bendice aceite para todos los usos que se
incorpora a la Plegaria Eucarística de la Misa. Tampoco se dice nada del ministro.
Ya en el s V encontramos una fórmula más desarrollada que invoca al Espíritu Santo. Esta oración
se la conoce tradicionalmente como Emitte por su primera palabra en latín:
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Cfr. RUSSO, Roberto, Unción de los Enfermos, en Manual de Liturgia. La celebración del misterio Pascual.
Los Sacramentos: Signos del misterio Pascual, CELAM (Bogota, 2001), p. 336-348
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03 - Historia del sacramento de la uncioó n.doc
Los elementos esenciales de este período podrían resumirse en los siguientes puntos:
Disponemos -desde el siglo III- de fórmulas de bendición del óleo para los enfermos.
El ministro de tal bendición es el obispo, que la realiza durante la plegaria eucarística.
El óleo consagrado por el obispo recibe del Espíritu las virtudes sanadoras.
De los escritores eclesiásticos surge la praxis de aplicación del óleo, es decir, la unción.
La misma es realizada no sólo por los presbíteros sino también por los laicos.
Los destinatarios son los enfermos, cualquiera sea su enfermedad, y no sólo los
enfermos graves, y menos sólo los moribundos.
La curación corporal es el efecto principalmente invocado. Pero se mira siempre la
salvación de todo el hombre: alma, espíritu y cuerpo. Al efecto espiritual y de perdón
de los pecados se le da una importancia relativamente secundaria.
No tenemos un ritual para la unción.
En los rituales se aprecia un cambio en la aplicación del óleo, no tanto en la bendición del mismo.
Poco a poco se van reduciendo las unciones para concentrarse en los sentidos con fórmulas
propias cada vez más parecidas a las de la absolución penitencial.
Entre el siglo IX y XI la unción se vincula cada vez más con la reconciliación penitencial recibida a la
hora de la muerte. Recordemos que debido a la rigurosidad de la práctica penitencial, se va
dilatando el sacramento de la penitencia hasta los últimos momentos de la vida. Como era
necesario estar reconciliado para recibir la unción, la misma se va uniendo al rito de la
reconciliación. Así se ungen los sentidos, considerados instrumentos del pecado, acompañados por
fórmulas que expresan el perdón y se va perdiendo el sentido de salud corporal. La unción pasa a
ser exclusivamente sacramento de los moribundos, pasa a ser una “extremaunción”. Esto ha
llegado hasta el Vaticano II.
La teología escolástica entiende a este sacramento como el último de los sacramentos que se
recibe antes de la muerte, incluso luego del viático.
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Se establece la unción en los cinco sentidos con la fórmula “Por esta santa unción y su piadosa
misericordia te perdone el Señor lo que por la vista (etc.) cometiste…”. Es claro que esta fórmula
sólo expresa uno de los efectos del sacramento que es el perdón de los pecados.
Este ritual permaneció vigente hasta 1972, cuando se crea el nuevo ritual que usamos hoy.
Con respecto al nombre del sacramento, propone que se llame “unción de los enfermos” (SC 73).
En cuanto al sujeto del sacramento, se interpreta el “peligro de muerte” en el sentido más amplio
posible, y propone que se revise el ritual.
Pablo VI promulga el nuevo ritual en 1972 asumiendo la propuesta de los padres conciliares. Se
reforma el rito esencial del sacramento y se proponen tres formas de celebrar la unción: dentro de
la misa, fuera de la misa y en grandes reuniones de fieles. El viático es presentado como distinto de
la unción y de la misa, e incluso de la comunión a los enfermos. Se propone como excepcional el
rito continuo de la penitencia, unción y viático. Presenta un rito breve de la confirmación en
peligro de muerte.
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La otra decisión de Pablo VI responde al deseo de las conferencias episcopales: el poder usar otro
tipo de aceite, distinto del de oliva, a condición de que sea de origen vegetal.