Todos nosotros estamos formados por células; éstas a su vez por moléculas y las moléculas son vibración de la energía que fluye en todo el universo.
La ciencia ha estudiado y concebido al cuerpo en términos de su anatomía, pero
no nos enseña a verlo como un organismo energético unificado. A su vez, nuestra experiencia, nuestra impronta de vida y nuestra herencia genética generan lo que llamamos energía personal. Ésta tendrá un sello particular que describirá las millones de partes en que el todo puede dividirse y seguir siendo uno.
Nuestro entorno es aquello que construye nuestro cuerpo. No hay forma de
separarnos de lo que nos da origen.
En Oriente se lo denomina Ki personal: constituye el puente de unión entre lo
físico y lo espiritual que podemos trabajar para fortalecerle y mejorar, así nuestra vida, al establecer un mejor lazo con el llamado Ki universal. Teniendo en cuenta que nuestras moléculas se reciclan, que nuestro hígado cambia totalmente cada seis semanas, que el estómago se transforma cada 15 días, el esqueleto, cada tres meses y el ADN, cada seis semanas, podemos afirmar que en este momento no somos el mismo cuerpo que éramos en el instante en que comenzamos a leer este libro.
El objetivo de estos ejercicios nos lleva al fortalecimiento mediante la reunión del
Ki universal con nuestro Ki personal en un estado de paz consciente que permitirá que ésta fluya, modificando los patrones negativos a positivos, y posibilitando una mejor calidad de vida. De allí que recomendamos a toda persona que se acerca a las terapias naturales que renueve su visión dado que es un participante, lo cual genera activamente sus propios procesos energéticos, no siendo un paciente ajeno y separado de su propio interior. Del mismo modo, al terapeuta se le hace imprescindible desarrollar un trabajo energético interno a fin de continuar con sus prácticas en el tiempo, sin que éstas lo desgasten o agoten su propia energía.
EJERCICIOS PARA EL RECONOCIMIENTO DE LA ENERGÍA
Objetivo
En un universo que se transforma a sí mismo y del cual formamos parte
indisoluble, se hace necesario que reconozcamos nuestra vibración energética en la misma forma que si llegáramos a un país extranjero y comenzáramos a aprender el idioma de la gente de ese lugar. Quizás nos estamos asomando a aquello que sentimos como un territorio nuevo, desconocido y extraño, pero no menos real. De esta manera debemos adiestrarnos en el uso de nuevos códigos; esto es, el "reconocimiento de nuestra energía", la cual estará siempre interactuando con el medio que nos rodea. Por lo tanto, nos acercaremos a una lectura más acabada de la energía universal ya que el hombre es un pequeño universo, el cual a su vez, forma parte del gran universo.
Características
Hemos de comenzar realizando un ejercicio a través de nuestra conciencia
ubicándola en el lugar que necesitemos sentir la energía, siguiendo el antiguo concepto oriental de que "donde está nuestro pensamiento está nuestra energía".
Durante la primera etapa, nos esforzaremos intencionalmente por realizar
algunos movimientos, para luego ir dejando la intención y dar paso así a nuestra observación; pero en ningún momento deberemos buscar el resultado ya que éste llegará a cada persona de distinta manera. Dado que no podemos evaluar el estado energético de cada uno de los practicantes de antemano, realizamos estos ejercicios de reconocimiento. Por otra parte, cabe destacar que el estado energético de cada uno variará también de acuerdo con nuestros distintos estados emocionales.
La primera enseñanza que obtendremos es que no debemos aferrarnos a un
único resultado porque todo es variable y está en movimiento; debemos aceptar esta ley de transmutación universal.
Importante
Lo ideal es realizar el reconocimiento de energía en un lugar abierto, al aire libre,
en un parque o en el jardín. De no contar con un lugar así, se deberá procurar un sitio aireado, con temperatura ambiente agradable y con plantas alrededor.
Las ropas, preferentemente hechas de materiales naturales como el algodón o el
lino, deben estar flojas, sin cinturones y libres de presión sobre el cuerpo; debemos tener la menor cantidad posible de metales, en cuanto a alhajas en las manos y en el cuello.
Asimismo, debemos tener la precaución de no realizar los ejercicios después de
haber comido abundantemente o con mucho apetito; es aconsejable tomar agua natural después de realizarlos porque esto ayudará a que el movimiento energético contribuya con la limpieza orgánica de las toxinas físicas y mentales.
En lo que hace a la ambientación, se puede poner música clásica -Mozart,
Chopin, Vivaldi u otro- o música NewAge, ya que favorecen la relajación física y mental. Por otra parte, aromas como los de la lavanda, incienso, sándalo y cedro son los indicados para realizar estos ejercicios.