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CONSTRUCTIVISTA ACTUAL.
Así, desde las teorías globales del desarrollo o del aprendizaje que han tenido y
siguen teniendo en la actualidad una mayor incidencia sobre la reflexión y la práctica
educativa, cabría distinguir, al menos, entre el constructivismo inspirado en la teoría
genética de Piaget y la escuela de Ginebra; el constructivismo que hunde sus raíces
en la teoría del aprendizaje verbal significativo, la teoría de los organizadores
previos y la teoría de la asimilación, iniciado con los trabajos pioneros de Ausubel
en los años cincuenta y sesenta y desarrollado posteriormente por otros autores
como Novak o Gowin; el constructivismo inspirado en la psicología cognitiva, y más
concretamente en las teorías de los esquemas surgidas al amparo de los enfoques
del procesamiento humano de la información; y, por último, el constructivismo que
se deriva de la teoría sociocultural del desarrollo y del aprendizaje enunciada por
primera vez por Vigotsky y sus colaboradores en los ya lejanos años treinta y
difundida, revitalizada y enriquecida de forma espectacular por numerosos autores
a partir de los años setenta. (Coll, 1996)
Los hechos y las teorías del constructivismo genético de Piaget, y sobre todo su
descripción de los estadios del desarrollo de la inteligencia y de los conocimientos
científicos, han sido objeto de lecturas muy diferentes según el tipo de concepción,
expresa o tácita, que cada lector tuviera de la cultura, objetivo último, es innegable,
de toda empresa educativa.
Entre estas diversas concepciones, cabe reconocer dos tendencias principales: una
que entiende la cultura como una suerte de edificio que se construye
progresivamente según un procedimiento bien programado y otra que la considera
más bien una especie de red dotada de cierta plasticidad y de una capacidad de
auto-organización y, por consiguiente, cuyo proceso de construcción o de
reconstrucción se puede provocar o facilitar pero no dominar totalmente.
Estas dos posiciones, aunque opuestas, suelen encontrarse juntas en las diversas
regiones del complejo y heterogéneo mundo de la educación. A veces una
prevalece sobre la otra, según el momento histórico concreto, las tradiciones
locales, los factores económicos y las fuerzas políticas en juego (págs. 315-325).
Brower (2010), encontró que más allá de las denominaciones odiosas que se han
desarrollado respecto a la evolución de la epistemología en las últimas décadas, lo
relevante y constructivo es rescatar los aportes que diversos proyectos
epistemológicos han puesto en la agenda investigativa en todos los dominios del
saber. Para lo cual aclara, que este estudio implica tomar distancia respecto al
planteamiento subjetivista o anticientífico radical, criticado por autores como Spiro
y Harris; además precisa que si bien es cierto que los proyectos epistemológicos
arrancan de espacios culturales diferentes y a partir de objetos de estudio que
también forman parte de fenómenos físicos o culturales distintos, son interesantes
sus cruces, ya que a través de su comprensión, los fenómenos sociales pueden
entenderse de manera más integral, reconociendo en ellos una dinámica que no
conducen la imposición de categorías analíticas ajenas a dichos fenómenos y que
por otra parte pretendan constituir una verdad absoluta y trascendente.
Por el contrario otros autores entre ellos, los franceses se han preocupado muy
poco de las implicaciones de la epistemología en la pedagogía, aunque Bachelard
(1884-1962), se ocupó del problema y ha sido referente para autores
latinoamericanos y algunos colombianos, no se ha emprendido una investigación
sistemática que dé cuenta de cómo pensar la pedagogía a la luz de los principios
de la epistemología histórica.
Para Bachelard (1884-1962), la noción de proceso es fundamental, en cuanto hace
referencia a la rica unidad de determinaciones históricas que explican una
emergencia cualquiera, donde la razón realizante debe enfrentarse a una serie de
obstáculos que en su necesidad de superación, hacen el proceso algo discontinuo,
así, mientras en Piaget el concepto de proceso mantiene una dirección lineal
ascendente, en Bachelard el concepto de línea desaparece a favor de cierta unidad
funcional. (Perafán Echeverri, págs. 3-4)
Ahora bien, Piaget utiliza la verificación, (Como juez último de las elaboraciones
teóricas, pues todo conocimiento para que sea válido tiene que ser verificado por la
experiencia.) como condición de validez de las teorías, critica que la metafísica
tradicional se pierde en los límites de sus propias construcciones ideales; ante lo
cual responde para una posible superación, acercándose a la epistemología
positiva, lo cual devela la debilidad de la propuesta, en cuanto la observación desde
este punto de vista es subjetiva y se reduce a una validación pre- juiciosa de una
teoría o un hecho, pues de alguna manera desconoce que el objeto mismo puede
ser transformado por el sujeto.
El Modelo de la escuela activa, emerge en Colombia a finales del siglo XlX por la
necesidad de fortalecer los dos modelos anteriores, su apogeo se evidencia a partir
de 1920, el cual promueve al estudiante como líder cooperador. Su objetivo es
formar una personalidad bien definida en armonía con la sociedad, donde el
profesor es orientador formador.
Ahora bien, en torno a los desafíos que representan las TIC y las TAC, se ha
motivado en los últimos años una reflexión epistémica y pedagógica, para asumir
esas nuevas tecnologías a la práctica pedagógica, ante lo cual es necesario
determinar que el conocimiento en la escuela se da en el contexto de los nativos
informáticos, es decir, de niños y niñas que han nacido a partir de 1980 y que no les
es extraño el contacto con tecnología digital que les permite recontextualizar sus
saberes y recrear conocimientos en el uso de las TICs, hacia las TAC.