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Técnicas de exposición

Las técnicas de exposición tienen el objetivo de afrontar, de forma sistemática y


deliberada, determinadas situaciones, como hablar en público, comer delante de
otros, coger el metro… o estímulos internos, como la sensación de desmayarse, las
preocupaciones o las obsesiones, que generan ansiedad y/o provocan el impulso
de realizar una acción determinada, como por ejemplo lavarse las manos
compulsivamente. La persona debe mantenerse en la situación o bien afrontar el
estímulo interno hasta que la emoción o el impulso se reduzcan significativamente
y/o hasta que compruebe que las consecuencias anticipadas no ocurren.

Existen varios tipos de exposición:

-La exposición in vivo: implica exponerse a situaciones temidas reales en la vida


diaria, como hablar en público o coger transportes públicos.

- Exposición en imaginación: Implica imaginar que se están afrontando las


situaciones problemáticas que generan ansiedad. Esto supone rememorar el
entorno físico, las respuestas somáticas, las emociones, los pensamientos y las
consecuencias temidas. La exposición en imaginación puede consistir, por ejemplo,
en recordar con detalle una experiencia traumática, revivir una pesadilla o
reproducir preocupaciones o pensamientos obsesivos.

-Exposición interoceptiva: consiste en exponerse a las sensaciones corporales


temidas, como el mareo o la taquicardia y que se provocan a través de diferentes
medios, como retener la respiración o correr sin desplazarse del sitio.

-Exposición mediante ayudas audiovisuales: se suele utilizar de forma


complementaria a otros tipos de exposición, pudiendo usar diapositivas, sonido,
videos o presentaciones por ordenador. Por ejemplo, en el tratamiento del
trastorno obsesivo-compulsivo se pueden grabar las obsesiones en un CD para
después escucharlas repetidamente a través de auriculares (exposición funcional
cognitiva)

-Exposición utilizando la escritura o los juegos: se trataría de escribir sobre los


sucesos o situaciones que generan ansiedad, como obsesiones o traumas (p.ej.
violación) y leerlo para sí mismo o para el terapeuta. En el caso de los niños se
pueden utilizar los dibujos o juegos.

-Exposición simulada (role playing): consiste en la exposición a situaciones sociales


problemáticas que son simuladas o reproducidas en una sesión terapéutica.

Exposición en vivo (EV)

La exposición en vivo a los estímulos fóbicos sin conducta de escape es el


tratamiento conductual más eficaz para hacer frente a las conductas de evitación
en los trastornos fóbicos. La exposición en vivo ha demostrado ser superior frente a
la exposición en imaginación, la cual puede resultar de interés cuando la EV es de
difícil aplicación o como motivación adicional para aquellos que de inicio no se
atreven con la exposición en vivo. Hay que tener en cuenta que las personas fóbicas
tienden a ser muy dependientes, por lo que aun cuando en un principio sea
importante la influencia del terapeuta, el mantenimiento de resultados a largo
plazo va a depender mucho de los programas de autoexposición. Con estos
programas, se pretende reducir la dependencia de terceras personas y facilitar el
mantenimiento de los resultados conseguidos.

Las sesiones de exposición largas suelen ser más eficaces que las cortas porque
facilitan la habituación, aunque la sobreexposición una vez que el miedo ha
desaparecido no mejora los resultados. Por otro lado, la exposición brusca y la
gradual acaban por ser igualmente eficaces, obteniendo resultados más rápidos con
la exposición brusca, aunque un ritmo excesivamente rápido puede llegar a
provocar el abandono del tratamiento. Por ello, el gradiente de exposición debe ser
tan rápido como la persona pueda tolerar.

Es aconsejable practicar solo siempre que sea posible, pero en caso necesario
puede ayudarle un compañero (familiar o amigo que no presente el mismo
problema). Ahora bien, se debe afrontar como mínimo dos veces solo la misma
situación. En las prácticas en que sea acompañado por un compañero este
deberá animarle a comportarse con naturalidad (con las menos conductas
defensivas posibles), alentarle a centrar su atención en la actividad a la que se está
exponiendo, no hablar continuamente sobre cómo se siente, tranquilizarle en caso
de que experimente una gran ansiedad (en vez de hablar sobre las sensaciones
experimentadas o mostrar signos de preocupación o irritación), recordarle el
empleo de estrategias de afrontamiento, reconfortarle mediante contacto físico,
permitirle abandonar temporalmente la situación si experimenta una ansiedad
excesiva, animarle a seguir adelante y elogiarle por sus progresos.

Antes de comenzar cada exposición, debe pensar en los beneficios que le supondrá
poder realizarla. Asimismo, debe fijarse en los avances que va consiguiendo, por
pequeños que sean y elogiarse por ellos; lo importante es recompensarse, por
ejemplo, por haber conseguido conducir 5 km en la autopista en vez de criticarse
por no haber conducido más kilómetros o por haber sentido miedo. Formas de
recompensarse son felicitarse a sí mismo por el progreso, contar los logros a
personas de confianza y decidir hacerse pequeños regalos o concesiones cuando se
consigan ciertos objetivos. Conviene insistir en que, al menos inicialmente, una
exposición exitosa es aquella en que se afronta la situación temida a pesar del
miedo, ya que las conductas cambian antes que la emociones.

Se debe tener cuidado en no menospreciar o minimizar los logros conseguidos,


aunque estos sean lentos o pequeños; hay personas que sólo se fijan en lo que no
pueden hacer todavía y no en lo que van consiguiendo. En este sentido, es
importante valorar los logros tomando como criterio su estado actual y no lo que
hacía antes o lo que hacen las personas que no tienen el problema. Por ejemplo,
cuando alguien afirma “Cualquiera podría hacer esto”, se debe reflexionar para
objetivar la situación y asumir que “No, si se sintieran tan ansiosos como yo”. Otro
ejemplo sería “Debería haberlo hecho mejor.” (“Con el tiempo lo conseguiré; ahora
haré lo que pueda.”). Es importante recalcar los logros que va consiguiendo
Hay que asumir que el progreso no será lineal. Aunque irá avanzando, es normal
que haya altibajos y contratiempos. Lo que se logró ayer, puede parecer difícil o
imposible hoy y se puede perder temporalmente parte de lo que se había ganado.
Sin embargo, esto es inevitable y no hay que preocuparse por ello. Lo importante es
identificar y analizar los factores que han provocado los contratiempos, buscar
soluciones y seguir con la exposición. Posibles razones que pueden generar altibajos
y contratiempos son elegir una actividad de exposición demasiado difícil, periodos
de estrés (laboral, familiar, conyugal), acontecimientos vitales negativos (p.ej.,
muerte de un ser querido, enfermedad grave, cese de una relación, accidentes),
ataques de pánico inesperados, desarreglos hormonales, consumo de drogas,
reacciones producidas por fármacos, dejar de exponerse a las situaciones temidas o
hacerlo con poca frecuencia, volver a sentir dudas a la hora de entrar en las
situaciones temidas, sentirse aliviado cuando se cancelan o posponen las
situaciones temidas, etc.

Autorregistro y revisión de las autoexposiciones

Es conveniente completar, al menos para algunas situaciones, un autorregistro en


el que consten, por ejemplo: a) fecha y actividad de exposición, b) duración, c)
compañía (sí/no), d) ansiedad experimentada (0-100) (y ansiedad al final de la
exposición si se sigue la perspectiva de la habituación), e) acciones realizadas para
manejar la ansiedad (incluyendo posibles conductas defensivas) y f) satisfacción con
la propia actuación (0-100), conclusiones extraídas y, si es el caso, acciones a
emprender. Se puede apuntar también lo que más le preocupa que suceda y si ha
ocurrido o no.

Actividad y fecha Duración Compañía Ansiedad exposición Ansiedad final

Ej. coger el metro Ej. 30 Grado de ansiedad de 0 a 100 durante Grado de ansiedad de 0 a 100 al fin
NO
tal día. min. la exposición la exposición

El autorregistro permite someter a prueba las predicciones acerca de las


consecuencias temidas. Así, antes de cada exposición, se predicen las
consecuencias negativas que ocurrirán y su gravedad; tras la exposición, se anotan
las consecuencias realmente ocurridas y su gravedad, compara estos resultados con
los predichos y extrae una conclusión.

Exposición Interoceptiva

Mediante esta técnica, se debilita la asociación entre las señales corporales


específicas y las reacciones de pánico. Desde este planteamiento los ataques de
pánico se entienden como alarmas aprendidas o condicionadas ante determinadas
señales físicas y el procedimiento a seguir consiste en simular una crisis de pánico,
inducir los síntomas relacionados con la crisis, tales como ejercicios
cardiovasculares, la inhalación de dióxido de carbono y la hiperventilación, o girar
en una silla.

Posibles ejercicios para exposición interoceptiva.

- Movimientos que producen mareo: mover la cabeza repetidamente arriba y


abajo; dar vueltas sobre sí mismo (sentado o de pie), parar y echar rápidamente la
cabeza hacia atrás; mirar rápida- mente por encima del hombro mientras se
camina; levantar objetos pesados.

- Cambios posturales repentinos, tales como levantarse súbitamente después de


haber estado sentado un largo periodo en un asiento cómodo. Estos cambios
pueden producir mareo notable y efectos cardíacos debido a la hipotensión a que
dan lugar.

- Diversos tipos de ejercicio: bicicleta estática, subir escaleras, saltar sobre el


terreno con lo pies juntos o abriendo y cerrando brazos y piernas, hacer distintos
tipos de flexiones, andar rápido, subir y bajar rápidamente un escalón, etc. Pueden
producir taquicardia, palpitaciones y pinchazos.

- Respiración forzada. Inhalar profundamente, mantener tensos los músculos de


la parte superior del pecho, soltar el mínimo aire posible, volver a tomar el máximo
aire que se pueda y así sucesivamente. Este ejercicio y el siguiente se usan para
generar opresión y/o dolor en el pecho.

- Constricción del pecho. Esta se produce exhalando todo el aire de los


pulmones, rodeando el pecho con los brazos y apretando tan fuerte como se
pueda para ejercer presión en el pecho.

- Tensar o aplicar presión externa en los lados y/o delante de la garganta. Bajar la
parte posterior de la lengua con un depresor o el mango de un cepillo de
dientes, ponerse un suéter de cuello alto apretado o una corbata o pañuelo
ajustado. Estos ejercicios facilitan la sensación de opresión en la garganta,
atragantamiento y náusea. Esta última puede también ser inducida con olores
fuertes (p.ej., salsa Worcestershire, queso azul).

- Tensar fuertemente el brazo izquierdo flexionando el codo. Esto produce


tensión/dolor y es útil para pacientes con miedo al infarto que sufren dolores en el
brazo izquierdo.

- Permanecer en una habitación o en un coche con ambiente muy caliente y


sofocante, conseguido, por ejemplo, mediante calefactores y ropa de abrigo.

- Mirar fijamente con los ojos abiertos a luces brillantes tales como las luces
fluorescentes; o a un foco de luz (< 40 W) durante 1 minuto y luego leer
un párrafo o mirar a una pared blanca para experimentar la post-imagen. También
puede mirarse fijamente a una luz y abrir y cerrar los ojos cada segundo o encender
y apagar repetidamente la luz en una habitación a oscuras. Estos ejercicios son
útiles para producir sensaciones de irrealidad o de ver lucecitas.

- Mirar fijamente un punto sobre la pared a la altura de los ojos, mirarse


fijamente las manos o repetir reiteradamente el propio nombre en voz alta para
inducir sensación de irrealidad.

- Observación de determinados diseños visuales –tales como la rejilla de Wilkins


(véase Clark y Salkovskis, 1987, pág. 100), láminas con rayas horizontales en blanco
y negro, o persianas de lamas– los cuales pueden producir ilusiones de color, forma
y movimiento. Este medio puede ser útil para aquellos clientes que experimentan
fenómenos visuales insólitos durante sus ataques.

- Concentración y lectura en voz alta de series de palabras apareadas en las que


la primera palabra es una sensación corporal y la segunda una catástrofe (p.ej., falta
de aliento-asfixia, palpita- ciones-muerte, mareo-desmayo, sensación de irrealidad-
locura, opresión en el pecho-infarto).

- Imaginación de reacciones fisiológicas y de las consecuencias catastróficas


temidas. Se puede incluir aquí la imaginación del peor ataque de pánico tenido.

- Medios farmacológicos: administración intravenosa de lactato de sodio o de


isoproterenol, administración oral de yohimbina o cafeína, inhalación de una
mezcla de 35%CO2-65%O2, inhalación de aire con un 5-7% de CO2. Los tres
primeros son los medios más poderosos.

- Para los pacientes con ataques de pánico nocturnos, se ha recomendado:


meditación, relajación profunda, imaginar que se está siendo hipnotizado o se está
semiconsciente, dormir con calor, despertares abruptos del sueño mediante
despertadores puestos a horas aleatorias, disminución del nivel de alerta mediante
ejercicio físico, privación del sueño (acostarse tarde varios días seguidos) y toma de
alcohol o antihistamínicos.

Exposición en Imaginación

Este tipo de exposición consiste en imaginar de forma deliberada, sistemática y lo


más vívidamente posible que se están experimentando las situaciones o estímulos
temidos. La exposición en imaginación es útil cuando se emplea sola, pero es
menos eficaz que la exposición en vivo, necesita ser complementada con práctica
en la vida real y tiene la desventaja de que muchas personas tienen dificultades
para imaginar con detalle las situaciones o escenas e implicarse en ellas. A
continuación se detallan algunos de los principales problemas que pueden surgir:

Problemas relacionados con la imaginación y posibles soluciones.


- Reproducción vaga de la escena. Si no se llevó a cabo, hay que realizar un
entrenamiento en imaginación comenzando por escenas neutrales o placenteras.
Otras soluciones son: a) enri quecer la descripción de la escena con detalles y
reacciones importantes que han sido omitidos, b) eliminar detalles distractores, c)
verbalizar en voz alta la escena que está intentando imaginar.

- Incapacidad para mantener la escena. Esto suele ser una conducta de escape.
En este caso, conviene recordar que el procedimiento debe generar malestar para
ser útil a través de la habituación o afrontamiento de dicho malestar. También se
puede verbalizar en voz alta lo que vaya imaginando. Si es necesario, se elabora una
escena menos perturbadora como paso previo.

- Disociación o falta de implicación en la escena. No se compromete en la


escena, no se imagina como un participante en la misma y, por lo tanto, no la vive
con emoción auténtica. Soluciones: a) Recordar que la falta de implicación puede
reducir la ansiedad a corto plazo, pero contribuye a mantenerla a largo plazo. Hay
que dejar de distanciarse e implicarse en la escena; si es necesario, se introduce
una escena menos ansiógena. b) Enriquecer la escena con detalles
descriptivos adicionales, con las sensaciones, cogniciones y conductas y con las
consecuencias temidas. c) Verbalizar lo que está imaginando, poniendo un énfasis
especial en la acción y la implicación personal. A veces puede ayudar verbalizar en
voz alta lo que están imaginando o ir alternando imaginación silenciosa durante,
por ejemplo, 5 minutos, con descripción en voz alta de la imagen durante otros 5
minutos.

- Modificación de la escena que atenúa la ansiedad. Algunas personas pueden


imaginar situaciones bastante diferentes de las descritas. Así, pueden atenuar la
aversividad de una escena incorporando elementos protectores (una luz pequeña
en un cuarto oscuro) o eliminando elementos aversivos (vagón de metro medio
vacío en vez de atestado). También es posible que uno pueda imaginar una escena
agradable en vez de una escena perturbadora o que utilice otras estrategias
distractoras. En estos casos, se recuerda la importancia de experimentar ansiedad
para conseguir la habituación final de la misma y se enfatiza, por tanto, la
importancia de no cambiar el contenido de las escenas. Otros recursos son: a)
describir las escenas de forma mucho más específica (p.ej., destacando la ausencia
de cualquier luz o describiendo lo atestado que va el metro), b) verbalizar en voz
alta lo que está imaginando, y c) elaborar una escena menos perturbadora como
paso previo.

- Modificación de la escena que incrementa la ansiedad. Algunas personas


pueden aumentar el potencial ansiógeno de una escena añadiendo elementos
aversivos (perro que gruñe amenazador en vez de estar tranquilo) o quitando
elementos protectores (mirar desde una terraza alta sin barandilla). Posible
soluciones son: a) enfatizar la importancia de imaginar sólo lo que se pide, b)
describir las escenas de forma mucho más específica (p.ej., describiendo la
conducta tranquila del perro o la presencia de la barandilla), y c) verbalizar en voz
alta lo que está imaginando.
- Perseverancia en la escena. Se mantiene la escena después de haber
terminado. Soluciones: que relaje los músculos de los ojos o que mueva o haga girar
los ojos.

Si los problemas relacionados con la imaginación no pueden superarse, habrá que


prescindir de la exposición en imaginación y utilizar otros métodos tales como la
exposición en vivo.

Como en toda exposición, es importante establecer una jerarquía adecuada, sírvase


de ejemplo la siguiente.

Jerarquía de exposición imaginal para un paciente con trastorno de pánico.

Jerarquía de exposición imaginal para un paciente con trastorno


de pánico.

Ansiedad
Ítem
(0-8)

1. Trabajando en el jardín, con prisa para completar una tarea antes de la


noche. La fatiga de un largo día de trabajo hace que sus músculos estén débiles 2
y cansados.

2. El hijo mayor se burla del hijo pequeño de 4 años y ambos se chillan. El


ruido de los chillidos hace que latan las venas en mi cabeza y noto cómo me 3
pongo tenso.

3. Haciéndolo lo mejor que puedo en mi trabajo, pero mi jefe no reconoce lo


duro que trabajo y me hace peticiones excesivas. Siento cómo se tensan los 4
músculos de mis brazos, pecho, hombros y cuello.
4. Discutiendo con el jefe asistente durante una práctica en el cuartel de
bomberos.
5
Siento debilidad en los músculos de mis piernas y brazos a causa del esfuerzo
físico requerido. Apenas puedo hablar y me resulta difícil respirar.

5. Me siento frustrado a causa de mi dolor de hombros y espalda que me


impide realizar lo que quiero hacer. Me siento rígido y débil y pienso que me 5
estoy convirtiendo en un inválido.

6. Durante el día, suena la alarma y tengo que dejar lo que estoy haciendo e ir
corriendo hacia el fuego. Cuando oigo la alarma, siento que mi corazón se
6
acelera y la tensión y presión en el pecho hace que me duelan los músculos.
Comienzo a sudar y me cuesta respirar. Tengo que obligarme a moverme.

7. Estoy intentando relajarme y veo un partido en la TV. Acabo de acostar a mi


hijo pequeño de 4 años, pero no quiere estar en la cama y no hace más que
llorar y llamarme. No me da un minuto de descanso. Noto como la tensión
6
crece en mi cuello y cabeza. Estoy perdiendo mi paciencia con él y mi nivel de
ansiedad está aumentando. Me pregunto si la cosa irá tan mal que tendré un
ataque de pánico.

8. Estoy trabajando en casa y de repente mi corazón empieza a palpitar y el


ritmo cardíaco aumenta. Siento opresión en el pecho y noto cómo las
7
sensaciones de pánico comienzan a precipitarse. Sé que algo malo me pasa,
pero no sé qué es.

9. Cuando me despierto por la mañana, noto una opresión en el pecho; mi


corazón está palpitando y me cuesta respirar. Me duelen los músculos de tan
tensos que están. Me siento sudoroso y tengo miedo de moverme. Me siento 8
tan débil que probablemente no podría moverme aunque quisiera. Puedo sentir
cómo laten las venas de mi cabeza y piernas con cada latido del corazón.

10. Tengo dificultades para conciliar el sueño. Siento una inquietud general y
no puedo relajarme. Siento cómo crece la opresión en el pecho y comienzo a
respirar más y más rápido. Mi corazón empieza a palpitar y me siento débil y 8
marea- do. Siento mucho calor y empiezo a sudar profusamente. Me pregunto
si mi corazón va a pararse.
Leer más: http://m.artpsycho.webnode.es/metodos-y-
tecnicas/tecnicas-de-exposicion/
Nota. Tomado de Barlow y Cerny (1988, pág. 179).

Leer más: http://m.artpsycho.webnode.es/metodos-y-tecnicas/tecnicas-de-


exposicion/

Terapia Cognitivo Conductual: Características y 5 Técnicas

Por

Marcel Gratacós

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La terapia cognitivo conductual es un tratamiento que se focaliza en modificar


los comportamientos y pensamientos que gestionan el problema psicológico que se
quiere intervenir.

Se puede utilizar en niños y adultos y en trastornos como la depresión, ansiedad,


trastorno bipolar, trastornos de personalidad, mejora de habilidades sociales,
ataque de pánico, fobia social, trastorno de estrés postratumático.
Se trata de una terapia que se focaliza en el presente y en funcionamiento actual de
la persona, de manera que se trabaja de forma directa sobre el estado cognitivo y
comportamental.

En este artículo conocerás las características de estas terapias, técnicas que se


utilizan, cuáles son sus beneficios, y qué tipo de problemáticas puede tratar
este tipo de intervención.

Características de la terapia cognitivo conductual

Si alguna vez has ido al psicólogo, o conoces a alguien que haya ido, probablemente
hayas oído hablar sobre la terapia cognitivo conductual (TCC), pero quizá todavía no
sabes con exactitud de qué se trata.

Pues bien, es un tipo de intervención psicológica, la cual cuenta con mucha


evidencia científica, y que se ha convertido en los últimos años en una de las más
utilizadas en el ámbito de la psicología.

Su objetivo es nutrir al individuo de las habilidades necesarias para superar sus


dificultades psicológicas.

Así pues, la Terapia cognitivo conductual se centra en el sujeto, sus características y


sus habilidades, y se distancia de las terapias psicodinámicas que se focalizan en los
pensamientos inconscientes.

Tal y como su nombre indica, surge como derivado natural de los hallazgos de la
psicología cognitiva, y la psicología conductual.

La psicología conductual fue de previa aparición a la TCC. No obstante, la


superficialidad de la que se tachó a esta escuela, ya que se centraban únicamente
en el comportamiento, omitiendo por completo la cognición y el pensamiento, puso
de manifiesto la necesidad de incorporar otros aspectos para aplicar en la
psicoterapia.

Es en ese momento cuando surge la psicología cognitiva, centrándose en estudiar


los pensamientos y la cognición humana. Tras el surgimiento de esta
escuela psicológica, muy pronto los investigadores clínicos vieron la aplicabilidad de
estos principios a la psicoterapia.

Así pues, a través de la conjunción de estas dos escuelas psicológicas nació la


terapia cognitivo conductual, la cual adoptó como puntos de intervención
la cognición y el comportamiento humano:

 Se adopta de la terapia conductista el método científico y las evidencias


verificables a través del comportamiento, concediendo un intachable
valor terapéutico de la modificación del comportamiento en los problemas
psicológicos.

 Se reconoce el valor del pensamiento y la cognición como fuente principal


de las alteraciones psicológicas y se convierte en el área básica
de intervención.

 Se pone de manifiesto la importancia de la relación entre el pensamiento y


el comportamiento para explicar el funcionamiento humano y la
salud mental.

¿Cómo funciona?

Hemos dicho que la TCC se centra en la cognición y el comportamiento humano,


ahora bien, ¿cómo funciona esto exactamente? Pues vamos a ver:

Según la terapia racional de Ellis, el funcionamiento se puede dividir en tres partes:


A, B y C.

 A: Hace referencia a la situación o estímulo providente del mundo exterior


con el que se ve involucrado el individuo.

 B: Se trata del pensamiento/pensamientos que presenta el individuo sobre


la situación ambiental (sobre A).
 C: Explica las consecuencias provocadas por el pensamiento. Estas
consecuencias incluyen tanto las respuestas emocionales (y sentimientos)
como las conductuales.

Según este modelo de TCC, las 3 partes (A, B y C), están en constante
retroalimentación. La situación (A) produce el pensamiento (B) y el pensamiento (B)
produce unos comportamientos y unas emociones determinadas (C). Al mismo
tiempo, las emociones y comportamientos (C) retroalimentan el pensamiento (B),
haciéndolo más fuerte.

¿No te ha quedado suficientemente claro? ¡Pues veamos un ejemplo!

 A: En la empresa hacen una reducción de plantilla y me dan la carta de


despido

 B: Pienso que es un contratiempo importante, se me ha complicado la vida,


estoy preocupado, etc.

 C: Siento disgusto, decepción y nerviosismo. Me quedo en casa abatido.

En este caso, el despido (A), ha producido mis pensamientos de preocupación (B),


los cuales han causado unas emociones y conductas de disgusto y abatimiento (C).
Al mismo tiempo, el hecho de estar abatido y disgustado en casa (C), aumentan los
pensamientos de preocupación (B). Al tener un mayor número de pensamientos
(B), cambiar la situación C se va complicando.

Según los principios de la terapia cognitivo conductual, el objetivo de tratamiento


sería:

Por un lado el pensamiento: si realizo intervenciones capaces de reemplazar los


pensamientos actuales por otros más optimistas como por ejemplo: “puedo buscar
otro trabajo mejor o ahora tendré más tiempo para mi familia”, las emociones y
comportamientos también se modificarán: estaré más motivado y optimista,
buscaré trabajo y estaré activo.

Por otro lado el comportamiento: si a pesar de estar preocupado y abatido, consigo


cambiar mi conducta, estar más activo, buscar trabajo, realizar actividades que me
aporten satisfacción, etc. Mis pensamientos negativos disminuirán, y tendré una
mayor capacidad para cambiar mi estado de humor y seguir haciendo esas
conductas que me benefician.

¿Qué sucede durante la terapia?


Al iniciar la terapia, te preguntarán acerca de tus antecedentes y tu estado actual. El
terapeuta trabajará conjuntamente contigo para identificar tus áreas
problemáticas, y entre los dos acordaréis cuáles trabajar.

El terapeuta, intentará identificar la forma en la que piensas, te comportas y como


generas tus emociones y sentimientos.

Posteriormente te administrará una serie de técnicas psicológicas para que seas


capaz de identificar por ti mismo tu forma de pensar y comportarte, y te aportará
conocimientos y herramientas para mejorar esas áreas en las que tengas mayores
dificultades.

Probablemente el terapeuta te pida que realices diarios o autorregistros para


examinar tu funcionamiento fuera de consulta, así como tareas para casa.

¿Qué procedimiento se sigue?

La terapia cognitivo conductual consta de 3 grandes etapas.

1. Evaluación psicológica

Esta primera etapa tiene como objetivo principal conocer al paciente en su


globalidad. Indagar sobre la personalidad del individuo, sus habilidades y destrezas,
y los problemas o dificultades psicológicas que pueda presentar.

¡Pero ojo! Esta primera fase no es una simple evaluación psicológica donde el
terapeuta te proporciona unos tests para que los vayas rellenando… El objetivo de
esta primera evaluación es mucho más que eso. El propósito es comenzar la
relación profesional que os acompañará durante el resto de la intervención.

Así pues, esta fase de la intervención es probablemente la más importante de


todas, ya que es en la que se forja la alianza terapéutica entre el profesional y el
paciente, se recoge información acerca de este último y el problema psicológico
subyacente, y se acuerdan los objetivos terapéuticos.

2. Intervención terapéutica

La segunda fase de la terapia es la más larga, y consiste en la intervención


psicológica en sí misma.

Es en esta fase, cuando terapeuta y paciente ya han establecido una adecuada


relación terapéutica basada en la confianza y el compromiso, cuando se empiezan a
aplicar las técnicas psicológicas dirigidas a lograr los objetivos y los cambios
previamente acordados.

3. Seguimiento

Esta etapa se inicia cuando el sujeto ha alcanzado un estado de mejoría


significativo, y ya no requiere de la terapia para realizar los cambios que hasta la
fecha había ido realizando en la consulta. La frecuencia de la sesiones se va
espaciando, y el objetivo es mantener las mejorías y evitar las recaídas.

Técnicas de la terapia cognitivo-conductual

La terapia cognitivo conductual contiene una gran cantidad de técnicas, las cuales
se utilizan en función de la problemática que se quiera resolver.

Veamos las más utilizadas:

1. Técnicas operantes

Son técnicas que tienen como objetivo la modificación de la conducta. Consisten en


una proporcionar estímulos de una forma ordenada al paciente, con el objetivo de
que esos estímulos faciliten la modificación de la conducta problemática.

 Técnicas operantes para el incremento y el mantenimiento de conductas.


 Técnicas operantes para la adquisición de nuevas conductas.

 Técnicas operantes para la reducción o eliminación de conductas.

2. Técnicas de exposición

Consisten en aproximar (exponer) al sujeto de forma sistemática y adaptada a esos


estímulos que teme y que le generan ansiedad, para que de este modo, pueda ir
afrontando y superando sus miedos.

 Exposición en vivo.

 Exposición en imaginación.

 Exposición simbólica.

3. Relajación y desensibilización sistemática

Son procedimientos que ayudan al individuo a reducir su tensión física y/o mental,
reducir el estrés y la ansiedad, y encontrar un estado de calma.

 Relajación progresiva.

 Relajación autógena.

 Técnicas de respiración.

Aquí puedes ver más técnicas de relajación.

4. Técnicas de habilidades sociales y de afrontamiento

Las habilidades sociales son comportamientos aprendidos que pueden modificarse


y mejorarse a través de técnicas de aprendizaje como las siguientes:

 Entrenamiento en autoinstrucciones.

 Inoculación de estrés.

 Resolución de problemas.

5. Técnicas cognitivas

Estas técnicas pretenden modificar el pensamiento y las interpretaciones que se


realizan de los sucesos que puedan provocar malestar y/o conductas perjudiciales.

 Reestructuración cognitiva.

 Detención del pensamiento.

 Distracción

Las ventajas de esta terapia


1. Tiene base científica

Quizá haya gente que no da mucha importancia a las evidencias científicas cuando
acude a un psicólogo, ya que se piensa que los beneficios de la psicoterapia están
en el terapeuta que en la terapia en sí misma.

¿Pero qué pensarías si para tratarte un cáncer te propusieran un tipo de


intervención con nula evidencia científica?

Pues en la psicología pasa lo mismo. Por muy bueno que sea un terapeuta, si no
utiliza métodos que hayan contrastado su eficacia, probablemente no te
pueda ofrecer la mejor intervención para tu problema.

Así pues, con la TCC tendrás este punto a favor, ya que en todos los estudios
realizados, se ha demostrado su potencial terapéutico para una gran diversidad de
problemas.

2. Es eficaz para problemas serios.

Como hemos dicho, la terapia cognitivo conductual tiene una amplia evidencia
científica, y además la tiene para trastornos mentales graves, no solo
para problemas psicológicos simples.

Así pues, trastornos como la depresión mayor, el trastorno por estrés post
traumático, los ataques de pánico, la fobia social o el abuso de sustancias, entre
muchos otros, pueden ser tratados de forma eficaz con la terapia cognitivo
conductual.

3. Examina los orígenes de los problemas

A diferencia del psicoanálisis u otras intervenciones psicológicas, la TCC no basa sus


sesiones en hablar del pasado, de la infancia o posibles traumas con los
progenitores.
No obstante, esta terapia enfatiza en el modelo de la formación de los esquemas
mentales durante la infancia y la adolescencia. Se intenta deducir como se han
creado tus esquemas mentales actuales, tus creencias y tus pensamientos, y que
técnicas serán más eficaces en la actualidad para que los modifiques.

Así pues, aunque la TCC se centre en el presente y no en el pasado, no deja de lado


los orígenes de los problemas, y trata de examinarlos que sean útiles para extraer
conclusiones acerca del tratamiento actual.

Los datos que apoyan la TCC

La gran evidencia científica que respalda la terapia y los múltiples estudios que se
han realizado sobre su eficacia, permiten a la TCC, demostrar su utilidad en muchos
trastornos mentales.

En el siguiente gráfico se muestran los resultados obtenidos por Barlow y Lehmann


tras varias investigaciones sobre la eficacia de la terapia en 7 trastornos mentales.

Así pues, la TCC es especialmente eficaz para diferentes trastornos de ansiedad


como la fobia específica, el trastorno por estrés post traumático o el ataque de
pánico, así como en alteraciones del estado del ánimo como la distímia y la
depresión.

No obstante, también ha demostrado una gran eficacia para otros trastornos como
las adicciones, los trastornos de personalidad, el trastorno bipolar, e incluso
trastornos psicóticos como la esquizofrenia.

Estas evidencias son las que han provocado que la TCC se haya convertido hoy en
día en el tratamiento de primera elección para una gran cantidad de psicólogos, y
ha permitido aumentar la eficacia de la psicoterapia.

¿Y tú qué opinas sobre la terapia cognitivo conductual? ¿Las has probado?


¿Corrobora su eficacia?

Referencias

1. El modelo de la terapia cognitivo conductual Por DR. Roberto Mainieri


Caropresso.

2. Introducción a la terapia cognitivo conductual (TCC). Dra. Cristina Ruiz


Coloma. Centre Médic Teknon. Barcelona

3. The Efficacy of Cognitive Behavioral Therapy: A Review of Metaanalyses.


Stefan G. Hofmann, Ph.D., Anu Asnaani, M.A., Imke J.J. Vonk, M.A., Alice T.
Sawyer,
M.A.,and Angela Fang, M.A. Boston University, Boston, MA.

4. The empirical status of cognitive-behavioral therapy: A review of meta-


analyses Andrew C. Butler a,*, Jason E. Chapman b, Evan M. Forman c,
Aaron T. Beck.
University of Pennsylvania and the Beck Institute for Cognitive Therapy and
Research, United States. Medical University of South Carolina, United
States.
Drexel University, United States
5. http://es.slideshare.net/Jcasi/terapia-cognitivo-conductual-2.

6. Fuente imagen 1.

7. Fuente imagen 3.

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